Escuchar para poner en práctica

Celebrado el 6 de diciembre

San Nicolás de Mira, obispo

San Nicolás, obispo de Mira, en Licia, famoso por su santidad y por su intercesión ante el trono de la divina gracia.

La gran veneración que se ha profesado al santo durante tantas generaciones y el número de iglesias y altares que se le han dedicado en todas partes, son el mejor testimonio de su santidad y de la gloria de que goza con Dios. Según se dice, nació en Patara de Licia, una antigua provincia del Asia Menor. La capital, Mira, próxima al mar, era una sede episcopal. Cuando quedó vacante, Nicolás fue elegido obispo y allí se hizo famoso por su extraordinaria piedad, su celo y sus sorprendentes y numerosos milagros. Los relatos griegos sobre su vida afirman que estuvo encarcelado por la fe y la confesó gloriosamente, al fin de la persecución de Diocleciano. San Nicolás asistió al Concilio de Nicea, donde se condenó al arrianismo. El silencio que guardan algunos autores sobre estos datos los hacen sospechosos. El santo murió en Mira y fue sepultado en su catedral.

Este conciso resumen de Alban Butler nos dice cuanto se sabe sobre la vida de san Nicolás y poco más. En realidad, lo único que parece seguro es que fue obispo de Mira en el siglo IV. Sin embargo, no escasean los materiales biográficos, como la biografía que se atribuye a san Metodio, patriarca de Constantinopla, quien murió el año 847. Pero el biógrafo afirma que «hasta el presente, la vida de este distinguido pastor ha sido desconocida para la mayoría de los fieles» y, en consecuencia, trata de llenar esa laguna, casi cinco siglos después de la muerte del santo. Dicha biografía es la más fidedigna de las fuentes «biográficas», sobre las que se ha escrito mucho, desde el punto de vista crítico y desde el expositivo. La fama de que ha disfrutado san Nicolás durante tantos siglos, exige que hablemos sobre estas leyendas.

Se dice que desde la más tierna infancia Nicolás sólo comía los miércoles y los viernes por la tarde, según los cánones. «Sus padres le educaron extraordinariamente bien, y el niño siguió el ejemplo que ellos le daban. La Iglesia le cuidó con la solicitud con que la tórtola cuida a sus polluelos, de suerte que conservó intacta la inocencia de su corazón». A los cinco años de edad, empezó a estudiar las ciencias sagradas: «día tras día, la doctrina de la Iglesia iluminó su inteligencia y despertó su ansia de conocer la verdadera religión». Sus padres murieron cuando él era todavía joven y le dejaron una herencia considerable. Nicolás decidió consagrarla a obras de caridad.

Pronto se le presentó la oportunidad: un habitante de Patara había perdido toda su fortuna y tenía que mantener a sus tres hijas, pues éstas no podían casarse sin dote. El pobre hombre pensaba ya en dedicar a sus hijas a la prostitución para poder comer. Cuando Nicolás se enteró de ello, tomó una bolsa con monedas de oro y, al amparo de la oscuridad de la noche, la arrojó por la ventana en la casa de aquel hombre. Con ese dinero, se casó la hija mayor. San Nicolás hizo lo mismo por las otras dos. El padre de las jóvenes se puso al acecho en la ventana, descubrió a su bienhechor y Ie agradeció expresivamente su caridad. Según parece, con el tiempo, los artistas confundieron las tres bolsas de oro con tres cabezas de niño; de allí nació la absurda leyenda de que el santo había resucitado a tres niños a los que un posadero había asesinado y sepultado en un montón de sal. San Nicolás llegó a la ciudad de Mira precisamente cuando el clero y el pueblo celebraban una reunión para elegir obispo. Dios hizo comprender a los electores que san Nicolás era el hombre indicado para el cargo. Era por entonces el principio del siglo IV, cuando se desencadenaron las persecuciones; «como. Nicolás era el principal sacerdote de los cristianos en esa ciudad y predicaba con toda libertad las verdades de la fe, fue arrestado por los magistrados, quienes le mandaron torturar y le arrojaron cargado de cadenas en la prisión, con otros muchos cristianos. Pero cuando el grande y religioso Constantino, elegido por Dios, fue coronado con la diadema imperial de los romanos, los prisioneros fueron puestos en libertad. También el ilustre Nicolás recobró la libertad y pudo regresar a Mira». San Metodio afirma que «gracias a las enseñanzas de Nicolás, la metrópolis de Mira fue la única que no se contaminó con la herejía arriana y la rechazó firmemente, como si fuese un veneno mortal». Pero dicho autor no dice que el santo haya asistido al Concilio de Nicea el año 325. Según otras tradiciones, san Nicolás no sólo asistió al Concilio, sino que dio a Arrio una bofetada en pleno rostro.

En visto de ello, los Padres conciliares le privaron de sus insignias episcopales y le encarcelaron. Pero el Señor y su Santísima Madre se le aparecieron allí, le pusieron en libertad y le restituyeron a su sede. San Nicolás tomó también medidas muy severas contra el paganismo y lo combatió incansablemente. Destruyó, entre otros, el templo de Artemisa, que era el principal de la provincia, y los malos espíritus salieron huyendo ante él. El santo protegió también a su pueblo en lo temporal: el gobernador Eustacio había sido sobornado para que condenase a muerte a tres inocentes.

En el momento de la ejecución, Nicolás se presentó, detuvo al verdugo y puso en libertad a los prisioneros. En seguida, se volvió a Eustacio y le reprendió, hasta que éste reconoció su crimen y se arrepintió. En esa ocasión estuvieron presentes tres oficiales del imperio que iban de camino a Frigia. Cuando dichos oficiales volvieron a Constantinopla, el prefecto Ablavio, que les tenía envidia, los mandó encarcelar por falsos cargos y consiguió que el emperador Constantino los condenase a muerte. Al saberlo, los tres oficiales, recordando el amor de la justicia de que había dado muestras el poderoso obispo de Mira, pidieron a Dios que los salvase de la muerte por sus méritos e intercesión. Esa misma noche, san Nicolás se apareció en sueños a Constantino y le ordenó que pusiese en libertad a los tres inocentes. También se apareció a Ablavio. A la mañana siguiente el emperador y el prefecto tuvieron una conferencia, mandaron llamar a los tres oficiales, y los interrogaron. Cuando Constantino supo que habían invocado a san Nicolás, los puso en libertad y les envió al santo obispo con una carta en la que le rogaba que no volviese a amenazarle y que orase por la paz del mundo. Durante mucho tiempo, ése fue el milagro más famoso de san Nicolás, y prácticamente lo único que se sabía sobre él en la época de san Metodio.

Todos los relatos afirman unánimemente que san Nicolás murió y fue sepultado en Mira. En la época de Justiniano (s. VI), se construyó en Constantinopla una basílica en honor del santo. Un autor griego anónimo del siglo X dice que «el Oriente y el Occidente le aclaman unánimes. Su nombre se venera y se construyen iglesias en su honor en dondequiera que hay seres humanos: en la ciudad y en el campo, en los pueblos, en las islas y en los extremos de la tierra. En todas partes hay imágenes suyas, se predican panegíricos en su honor y se celebran fiestas.

Todos los cristianos, jóvenes y viejos, hombres y mujeres, niños y niñas, respetan su memoria e imploran su protección. Y el santo derrama beneficios sin límite a través de las generaciones, entre los escitas, los indios, los bárbaros, los africanos y los italianos». Cuando Mira y su santuario cayeron en manos de los sarracenos, varias ciudades italianas se disputaron el honor de rescatar las reliquias del santo. La rivalidad se manifestó particularmente entre Venecia y Bari y, finalmente, ganó esta última. Las reliquias, robadas bajo las narices de los guardias griegos y mahometanos, llegaron a Bari el 9 de mayo de 1087. En su honor se construyó una iglesia, y el Papa Urbano II asistió a la consagración. La devoción de San Nicolás existía en el Occidente desde mucho antes de la translación de sus reliquias, pero este acontecimiento contribuyó naturalmente a popularizar la devoción, y en Europa comenzó a hablarse de los milagros del santo tanto como en Asia. En Mira, se decía que «el venerable cuerpo del obispo, embalsamado en el aceite de la virtud, sudaba una suave mirra que le preservaba de la corrupción y curaba a los enfermos, para gloria de aquél que había glorificado a Jesucristo, nuestro verdadero Dios». El fenómeno no se interrumpió con la translación de los restos; según se dice, el «maná de San Nicolás» sigue brotando en nuestros días, y ello constituye uno de los atractivos principales para los peregrinos que acuden de toda Europa.

La imagen de san Nicolás aparece más frecuentemente que ninguna otra en los sellos bizantinos. Al fin de la Edad Media, había en Inglaterra más de 400 iglesias dedicadas al santo. Se dice que, después de la Santísima Virgen, San Nicolás es el santo al que los artistas cristianos han representado con más frecuencia. En el Oriente se le venera entre otras cosas, como patrono de los marineros; en el Occidente, como patrono de los niños. Probablemente, el primero de esos patrocinios se originó en la leyenda que afirma que san Nicolás se apareció durante su vida a unos marineros que le habían invocado en una tempestad, frente a las costas de Licia y los llevó sanos y salvos al puerto. Los navegantes del mar Egeo y los del Jónico, siguiendo la costumbre de Oriente, tienen una «estrella de San Nicolás» y se desean buen viaje con estas palabras: «Que san Nicolás lleve el timón». De la leyenda de los tres niños se deriva el patrocinio de san Nicolás sobre los niños y muchas otras prácticas, así eclesiásticas como seculares, relacionadas con ese incidente; tales, por ejemplo, el «niño-obispo» y la costumbre de hacer regalos en la Navidad, originariamente tan común en Alemania, Suiza y los Países Bajos, en lugar de la más latina de hacerlos por Epifanía.

Dicha costumbre fue popularizada en los Estados Unidos por los protestantes holandeses de Nueva Amsterdam, que convirtieron al santo «papista» en un mago nórdico (Santa Claus, Sint Klaes, San Nicolás). La liberación de los tres oficiales imperiales hace que los prisioneros invoquen a san Nicolás. A este propósito se contaban muchos milagros del santo en la Edad Media. Por curioso que parezca, en Rusia, san Nicolás es todavía más popular que en los países del Mediterráneo oriental y el noroeste de Europa. En efecto, san Andrés Apóstol y san Nicolás son los dos patronos de Rusia, y la Iglesia ortodoxa rusa celebra la fiesta de la traslación de las reliquias. Antes de la Revolución rusa, había tantos peregrinos rusos en Bari, que su gobierno mantenía en dicha ciudad una iglesia, un hospital y un albergue. El santo es también patrono de Grecia, Apulia, Sicilia y Lorena, así como de innumerables diócesis, ciudades e iglesias. La basílica romana de San Nicolás in Carcere fue construida entre el fin del siglo VI y el comienzo del VII. El nombre del santo figura en la preparación de la misa bizantina. Al final del siglo XX, la basílica de San Nicolás de Bari, confiada por el papa Pío XII a los dominicos, es lugar de reunión entre las Iglesias de Oriente y Occidente, y funciona allí el Instituto Ecuménico de Teología San Nicolás.

G. Anrich, Hagios Nikolaos... in der griechischen Kirche (2 vols, 1917), en él se encontrarán todos los textos griegos de algún interés, mucho mejor editados que en Falconius o Migne, con introducción y notas muy copiosas; el segundo estudio es el de K. Meisen. Nikolauskult und Nikolausbrauch im Abendlande (1931), en el que hay muchas ilustraciones. Véase sobre este último Analecta Bollandiana, vol. I (1932), pp. 178-181, donde se hace notar que uno de los textos publicados por Meisen está tomado de un manuscrito del siglo IX, lo cual prueba que la leyenda de san Nicolás era conocida en Occidente dos siglos antes de la translación de las reliquias a Bari. Acerca del emblema de San Nicolás, y su figura en el arte, cf. Künstle, Ikonographie, vol. II.
Las imágenes muestran sólo unos pocos ejemplos de la vastísima iconografía de san Nicolás, no sólo en el arte sino también en sellos postales, envoltorios de chocolatinas navideñas, estampitas devocionales, etc.

La última imagen, ícono de san Nicolás de fines del XVI o principio del XVII, que estaba en la Torre de San Nicolás, en el Kremlim de Moscú, y que al llegar la revolución de 1917 algún alma piadosa tapó con estuco, para evitar su destrucción. Aunque deteriorado, fue redescubierto en julio del 2010; ésta es la primera foto que publicaron los periódicos.

fuente: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI

Una respuesta muy concreta

Santo Evangelio según San Mateo 7, 21.24-27. Jueves I de Adviento.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Señor, Señor… haz que mi fe y mi amor se realicen de una manera muy concreta en mi vida.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

"La voluntad de Dios". Esto es algo que a menudo escuchamos pero que desgraciadamente su sentido muchas veces se ha ido difuminando.

Cumplir la voluntad de Dios no es obligarme a hacer lo que más cuesta…, lo último que quiero hacer. No es una imposición, no es un "servicio social" al cual estoy sometido…Muy al contrario, es un camino de amor.

Un camino que el Dios que tanto nos ama nos va señalando. Un camino que Él conoce mucho mejor que nosotros pues tiene una visión infinitamente más grande.

Seguir la voluntad de Dios es, al mismo tiempo, ir descubriéndose a sí mismo pues es en el seguimiento de lo que Dios nos pide donde encontramos sentido, donde encontramos plenitud, aunque a veces las dificultades que este seguimiento conlleva nos nuble la belleza del camino.

Seguir la voluntad de Dios es una respuesta muy concreta de amor hacia Dios; es una confirmación sólida en la fe; es construir la propia vida sobre una roca, la cual, nada ni nadie podrá destruir.

Los animo a renovar la confianza en el Señor y a salir sin miedo, a dar testimonio de la alegría del Evangelio, que hace felices a muchos. Que esta confianza en el Señor, renovada cada día en el encuentro con Él en la oración y en los sacramentos, los ayude también a estar abiertos al discernimiento, para examinar la propia vida, buscando hacer la voluntad de Dios en todas sus actividades y proyectos.

(Homilía de S.S. Francisco, 22 de junio de 2018).

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Intentar tomar un tiempo para hacer un examen de conciencia buscando escuchar atentamente lo que Dios quiere de mí en este día.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!¡Venga tu Reino! Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia. Ruega por nosotros. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

¿San Nicolás o Santa Claus?

6 diferencias entre el santo y el personaje de ficción

Santa Claus es uno de los personajes más emblemáticos de las fiestas de fin de año. En las últimas décadas ha ganado tanta fama y resulta tan eficaz para representar la diversión y los regalos que desplaza a la verdadera razón de la alegría: Jesús que nace en Belén. Según varios historiadores, Santa Claus es la distorsión -primero literaria y luego comercial- de San Nicolás, el generoso Obispo de Myra, patrono de los niños, navegantes y cautivos. Estas son sus principales diferencias según St. Nicholas Center:

1. Santa Claus se asocia a la infancia, San Nicolás es un modelo de cristiano para toda la vida.

2. Santa Claus, como lo conocemos, surgió para aumentar las ventas y el mensaje comercial de la Navidad; San Nicolás llevó el mensaje de Cristo y la paz, la bondad y el mensaje cristiano de esperanza que trae la Navidad.

3. Santa Claus alienta el consumo; San Nicolás promueve la compasión.

4. Santa Claus aparece cada año para "ser visto" por un periodo corto tiempo; San Nicolás es parte de la comunión de los santos, y nos acompaña por la oración y su testimonio.

5. Santa Claus "vuela" a través de los aires desde el Polo Norte; San Nicolás caminó por la tierra preocupándose y atendiendo a los más necesitados.

6. Santa Claus, para algunos, sustituye al Niño de Belén; San Nicolás, a todos, nos señala y conduce al Niño de Belén.

De San Nicolás a Santa Claus

Hay varias teorías sobre el origen de Santa Claus. La más difundida es que fue la empresa Coca Cola que inventó el personaje para promover el consumo de su bebida en 1920.

Sin embargo, en el siglo 19, escritores de Nueva York intentaron dar un sello nacional a las fiestas de Navidad llenas de tradiciones cristianas de los inmigrantes europeos.  En poco tiempo, las celebraciones dejaron de lado el carácter santo de estas fechas y se popularizaron las fiestas desenfrenadas, con borracheras y desorden público.

En 1821 se publicó el libro de litografías para niños "Sante Claus, el amigo de los niños" en el que se presentaba a un personaje que llegaba del Norte en un trineo con un reno volador. Esa publicación hizo aparecer al personaje cada Nochebuena y no el 6 de diciembre, día de la fiesta del santo obispo.  Un poema anónimo y las ilustraciones de esa publicación resultaron clave en la distorsión de San Nicolás.

Según los expertos de St. Nicholas Center, fue la élite de Nueva York la que logró nacionalizar la Navidad a través de Santa Claus y el apoyo de artistas y literatos como Washington Irving, John Pintard y Clement Clarke Moore.

En 1863, durante la Guerra Civil, el caricaturista político Thomas Nast comenzó a dibujar a Santa Claus con los rasgos que ahora le atribuyen: gorro rojo, abundante barba blanca y abultado vientre. Junto con los cambios de apariencia, el nombre del santo cambió a Santa Claus, una alteración fonética del "Sankt Niklaus" alemán. Recién en 1920, Santa Claus apareció por primera vez en un anuncio de Coca Cola.

Dos actitudes que los fieles debemos tomar en Adviento

Nos las señaló el Papa Francisco durante la meditación del Ángelus

En la meditación del Ángelus del primer domingo de Adviento, 2 de diciembre de 2018, el Papa Francisco señaló dos actitudes que en este tiempo litúrgico debe tener el fiel: salir de sí, para abrirse a los demás y a Jesús que llega, y una actitud de vigilancia y oración.

El Papa recordó qué es el Adviento y cuál es la aplicación en la vida del cristiano de este tiempo litúrgico eclesial: "En Adviento no vivimos sólo la expectativa de la Navidad, sino que estamos invitados a despertar la espera del glorioso regreso de Cristo, preparándonos para el encuentro final con Él con elecciones coherentes y valientes. En estas cuatro semanas estamos llamados a dejar atrás un estilo de vida resignado y rutinario, alimentando esperanzas y sueños para un futuro nuevo".

Estamos llamados también en Adviento, a dejar de vivir encerrados en nosotros mismos: "El sueño interior nace de girar siempre en torno a nosotros mismos y de quedar bloqueados en el encierro de la propia vida, con sus problemas, sus alegrías y sus dolores. Aquí yace la raíz del letargo y la pereza de que habla el Evangelio. El Adviento nos invita a un compromiso de vigilancia, mirando fuera de nosotros mismos, ampliando nuestras mentes y corazones para abrirnos a las necesidades de nuestros hermanos y al deseo de un mundo nuevo".

Si tenemos que vernos a nosotros mismos, en sobre todo en aquello que debemos cambiar, lo cuál también puede ser meditación en este Adviento: Hablando del Evangelio del día, señaló el Pontífice que "las palabras de Jesús resuenan particularmente incisivas: Tengan cuidado de no dejarse aturdir por los excesos, la embriaguez y las preocupaciones de la vida, para que ese día [ndr. el día de nuestra comparecencia ante Cristo] no caiga de improviso sobre ustedes. [...] Estén despiertos todo el tiempo y oren incesantemente".

La segunda actitud en este Adviento: Vigilancia y Oración

Es claro, no hay preparación adecuada para la venida del Salvador del mundo sin oración.

Dice el Evangelio de San Lucas: "Levántense y alcen la cabeza, porque su liberación está cerca". "Se trata de levantarse y orar volviendo nuestros pensamientos y corazones a Jesús que está a punto de venir. Nos levantamos cuando se espera algo o alguien. Nosotros esperamos a Jesús y queremos esperarlo en la oración, que está estrechamente ligada a la vigilancia", dijo el Papa Francisco.

Artículo publicado originalmetne en GaudiumPress.org
Con información de Vatican News
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