El Reino de Dios entre nosotros y dentro de nosotros
- 13 Noviembre 2014
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Bienvenido, don Celso
El Papa potencia a la Congregación para la Doctrina de la Fe
Fecha: 11 de Noviembre de 2014
El santo padre Francisco ha añadido un órgano colegiado (Collegio) en el interior de la Congregación para la Doctrina de la Fe, compuesto por siete obispos o cardenales nombrados directamente por el Papa, que permitirá juzgar los casos de delitos graves en tiempos más rápidos, y siempre con la debida profundidad.
Un paso más realizado por el Santo Padre, en la línea de transparencia y lucha a los delitos graves iniciado con Benedicto XVI y que permitirá procesos más veloces.
“El Motu Proprio Sacramentorum Sanctitatis Tutela (SST) de San Juan Pablo II, publicado el 30 de abril de 2001 y actualizado el 21 de mayo de 2010 por el Papa Benedicto XVI, precisa cuales son los delitos reservados a la competencia de la Congregación para la Doctrina de la Fede”, indicó hoy en rueda de prensa el portavoz de la Santa Sede, el padre Federico Lombardi. Y precisó que es “en conformidad con el artículo 52 de la Constitución Apostólica Pastor Bonus”.
Para juzgar los delitos graves, añadió el portavoz “la Congregación de la Doctrina de la Fe, procede a través de un proceso penal, judicial o administrativo, a no ser que sea posible someter la decisión directamente al Sumo Pontífice para los casos gravísimos”.
Queda entendido, añadió, que en los delitos contrarios a la fe, “la competencia en primera instancia es del Ordinariato o del Jerarca”.
Precisó también que “debido al número de recursos existentes y de la necesidad de garantizar un examen más rápido de los mismos, después de una profunda reflexión, el Papa instituyó este órgano, y lo comunicó este 3 de noviembre, al cardenal secretario de EstadoPietro Parolín.
Motu proprio del papa Francisco:
«1.Se establece dentro de la Congregación para la Doctrina de la Fe un Colegio especial, que consta de siete cardenales u obispos que pueden ser tanto miembros del dicasterio como externos al mismo.
2. El Presidente y los miembros de dicho Colegio serán nombrados por el Papa.
3. El Colegio es una instancia de la que la Sesión Ordinaria (Feria IV) de la Congregación se dota para una mayor eficiencia en el examen de los recursos de los que habla el art 27 SST, sin que se modifiquen sus competencias en materia según lo establecido en el citado artículo. 27 de SST.
4.En el caso de que el reo posea la dignidad episcopal, su recurso será examinado por la Sesión Ordinaria, que también podrá decidir casos particulares según el juicio del Papa. A dicha Sesión se podrán remitir también otros casos que decida el Colegio.
5. El Colegio informará periódicamente de sus decisiones a la Sesión Ordinaria.
6. Un reglamento interno especial determinará la modalidad operativa del Colegio».
Juan Carlos Molina dice que Francisco se lo reconoció en una charla
El Papa, a un sacerdote argentino: "Que me maten es lo mejor que me puede pasar"
"Tiene claro que esto es parte de un martirio, del trabajo que asume"
Redacción, 12 de noviembre de 2014 a las 20:00
Molina reconoció que, en su rol de sacerdote, tiene "diferencias" con la "vieja Iglesia" pero aseguró que ahora cuenta con el "apoyo" del papa Francisco
(Mdz).-El titular de la Secretaría de Programación para la Prevención de la Drogadicción y la Lucha contra el Narcotráfico (Sedronar), Juan Carlos Molina, reveló que en un diálogo que mantuvo en las últimas horas con el papa Francisco le pidió que se "cuide" porque lo "pueden matar"; en tanto, el Santo Padre le respondió que eso es "lo mejor" que le podría "pasar". Yo le dije al Papa que se cuide que lo pueden matar y el me contestó: 'Es lo mejor que me puede pasar, y a vos también'", señaló Molina.
En declaraciones a Radio América, Molina dijo que Francisco plantea una "mirada del martirio" y explicó: "Tiene en claro que su lugar no es fácil" en el contexto de la Iglesia católica.
Por su parte, Molina reconoció que, en su rol de sacerdote, tiene "diferencias" con la "vieja Iglesia" pero aseguró que ahora cuenta con el "apoyo" del papa Francisco.
Al referirse sobre el problema del narcotráfico y el consumo de estupefacientes, dijo que la posición del Santo Padre es contraria a "criminalizar a los que consumen" drogas, aunque también plantea no hablar de "legalización". La postura es no perseguir a los pibes, no criminalizarlos y tener cuidado cuando hablamos de legalización, que no hace bien. Me lo ha dicho a mí, lo ha dicho (el año pasado) en Brasil y lo reiteró", subrayó Molina. También advirtió que el Papa "no quiere que pase lo de México, que se legalice condenar y matar a los pibes".
Sobre el encuentro con el Sumo Pontífice, aseguró que "fue muy emotivo. Comparó el problema de la droga con lo que pasó en México, nos dijo 'cuidémonos de la violencia institucional para no terminar como lo que pasó en México en Argentina, que hay 43 pibes que desaparecieron'".
Destacó que "tuvo una deferencia grandísima del Papa, nos dedicó 40 minutos".
Tras el encuentro, Molina indicó que sigue "apostando" a que el Congreso reforme la legislación para lograr que "aquel que consume" drogas "no pueda ir preso".
Molina impulsa una reforma en la legislación para no criminalizar a los consumidores de droga y apuntar contra grandes traficantes, lo que provocó diferencias en el propio Gobierno nacional.
Por otra parte, el titular del organismo de prevención de las adicciones reconoció que con su par de Seguridad, Sergio Berni, tiene "diferencias metodológicas", pero rechazó que estén "enfrentados".
Yo estoy entre los pibes y él tiene que estar entre la Policía", afirmó el responsable de la Secretaría de Programación para la Prevención de la Drogadicción y la Lucha contra el Narcotráfico.
Además, explicó: "Siempre en los equipos hay chisporroteos porque hay confrontación de ideas. Pero eso no quiere decir que estemos peleados, ni mucho menos".
"Por ahí tenemos diferencias metodológicas en el territorio con la policía, pero no es un problema entre Sergio (Berni) y yo, de ninguna manera", agregó. Apuntó contra la forma en que fuerzas de seguridad actúan ante el narcotráfico, al deslizar: "A veces no sabes si la policía te va a sacar algo o poner algo en el bolsillo".
En ese contexto, el religioso y funcionario dijo que apoya el proyecto de Código Procesal Penal enviado por la presidenta Cristina Kirchner al Congreso ya que, según dijo, es necesario mediante la nueva norma "apurar las causas sin condena", según recuperó Noticias Argentinas.
Evangelio según San Lucas 17,20-25.
Los fariseos le preguntaron cuándo llegará el Reino de Dios. El les respondió: "El Reino de Dios no viene ostensiblemente, y no se podrá decir: 'Está aquí' o 'Está allí'. Porque el Reino de Dios está entre ustedes". Jesús dijo después a sus discípulos: "Vendrá el tiempo en que ustedes desearán ver uno solo de los días del Hijo del hombre y no lo verán. Les dirán: 'Está aquí' o 'Está allí', pero no corran a buscarlo. Como el relámpago brilla de un extremo al otro del cielo, así será el Hijo del hombre cuando llegue su Día. Pero antes tendrá que sufrir mucho y será rechazado por esta generación."
San Juan Casiano (c. 360-435), fundador de la Abadía de Marsella. Conferencia 1, SC 42
El Reino de Dios entre nosotros y dentro de nosotros
Según nuestro juicio, sería una impureza apartarnos, ni que fuera por un momento, de la contemplación de Cristo. Cuando nuestra atención se ha desviado en algo de este divino objeto, volvamos a él los ojos de nuestro corazón y conduzcamos la dirección de nuestra mirada interior hacia él. Todo yace en le santuario profundo del alma. Cuando el diablo ha sido expulsado de allí y los vicios ya no tienen poder en ella, se establece en nosotros el Reino de Dios. Pero, el “Reino de Dios”, dice el evangelista, no viene de manera ostentosa que se pueda percibir con los ojos... En verdad, el Reino de Dios está dentro de vosotros. (cf Lc 17,20-21)
En nosotros no pueden habitar a la vez el conocimiento y la ignorancia de la verdad, el amor al vicio y a la virtud. Por lo tanto, somos nosotros quienes damos el poder sobre nuestra corazón o al demonio o a Cristo. El apóstol, a su vez, describe así la naturaleza de este Reino: “Porque el reino de Dios no consiste en lo que se come o en lo que se bebe; consiste en la fuerza salvadora, en la paz y la alegría que proceden del Espíritu Santo.” (Rm 14,17) Si, pues, el Reino de Dios está dentro de nosotros mismos, y si consiste en la justicia, la paz y la alegría, todos los que viven practicando estas virtudes están, sin duda, en el Reino de Dios... Levantemos la mirada de nuestra alma hacia el Reino que es gozo sin fin.
San Leandro de Sevilla
San Leandro de Sevilla, obispo
San Leandro, obispo, hermano de los santos Isidoro, Fulgencio y Florentina, que con su predicación y solícita caridad convirtió a los visigodos de la herejia arriana a la fe católica, contando con la ayuda de su rey Recaredo. Murió en la ciudad de Sevilla, en Hispania, el 13 de marzo.
Los godos o visigodos, que reinaron en España durante cuatro siglos, se convirtieron del arrianismo gracias sobre todo a los esfuerzos de san Leandro. El padre del santo era Severiano, duque de Cartagena, ciudad en la que Leandro nació. Su madre era hija de Teodorico, rey de los ostrogodos. Sus hermanos fueron san Fulgencio, obispo de Écija, y san Isidoro, quien le sucedió en la sede de Sevilla. Tenía también una hermana, santa Florentina y la tradición afirma que otra de sus hermanas se casó con el rey Leovigildo. Pero este último dato no es seguro y, en caso de ser cierto, debió crear muchas dificultades al santo, pues Leovigildo era un ferviente arriano. Desde niño, se distinguió Leandro por su elocuencia y su fascinante personalidad. Siendo muy joven, entró en un convento de Sevilla, donde se entregó durante tres años a la oración y el estudio. A la muerte del obispo de Sevilla fue elegido unánimemente para sucederle; pero su nueva dignidad no le hizo cambiar de costumbres. El santo se dedicó inmediatamente a combatir el arrianismo, que había hecho grandes progresos, y con su oración y predicación obtuvo numerosas conversiones, entre otras la de Hermenegildo, el hijo mayor del rey Leovigildo. El año 583, san Leandro fue a Constantinopla al frente de una embajada; en esa ciudad conoció a san Gregorio Magno, que aun no era papa, y había ido allí como legado del papa Pelagio II. Una gran amistad les unió desde entonces, y san Gregorio escribió su comentario sobre el libro de Job («Moralia in Iob»), a instancias de san Leandro. Al regresar a España, san Leandro continuó luchando por la fe; pero en el 586 Leovigildo condenó a muerte a su propio hijo, san Hermenegildo, por haberse negado a recibir la comunión de manos de un obispo arriano, y al mismo tiempo desterró a varios prelados católicos, entre los que se contaba a san Leandro y a su hermano san Fulgencio. El santo obispo continuó su tarea desde el destierro, escribiendo dos libros contra el arrianismo y otro más para responder a las objeciones que se habían hecho a los dos primeros. Leovigildo levantó la pena de destierro poco después y, ya en su lecho de muerte, confió a san Leandro a su hijo Recaredo para que le instruyese en la verdadera fe. Sin embargo, el propio Leovigildo murió sin reconciliarse con la Iglesia, por miedo de ofender al pueblo, según cuenta san Gregorio. Bajo la dirección de san Leandro, Recaredo llegó a ser un fervoroso católico, bien instruido en la fe.
Leandro demostró tal sabiduría en sus discusiones con los obispos arrianos, que acabó por ganarles a su doctrina, más con sus argumentos que con su autoridad. Esto produjo la conversión de todo el pueblo visigodo. Igual éxito tuvo el santo con los suevos, otro pueblo de España pervertido por Leovigildo. Nadie se regocijó más de los triunfos del santo obispo que san Gregorio Magno, quien le escribió una afectuosa carta de felicitación y le envió un palio. En el 589, san Leandro presidió el tercer Concilio de Toledo, que redactó una solemne declaración de la consustancialidad de las tres Personas divinas y votó veintitrés cánones disciplinares. Como se ve, san Leandro no se preocupaba menos de la pureza de la fe que de las buenas costumbres. Al año siguiente, tuvo lugar en Sevilla otro concilio con el fin de confirmar y sellar la conversión del pueblo a la verdadera fe. San Leandro conocía, por experiencia, el poder de la oración y trabajó por fomentar la verdadera devoción en todos los fieles, pero sobre todo en los que se habían consagrado a Dios en la vida religiosa. Su carta a santa Florentina, documento conocido con el nombre de «Regla de la Vida Monástica», tiene por tema principal el desprecio del mundo y la oración. Una de las obras más importantes de san Leandro fue la reforma de la liturgia. Siguiendo la práctica de las iglesias orientales, el tercer Concilio de Toledo introdujo en la misa el Credo de Nicea, que repudiaba la herejía arriana. Más tarde, otras Iglesias de Occidente y la misma Iglesia de Roma adoptaron esa práctica. San Leandro se vio frecuentemente atacado por las enfermedades, particularmente por la gota. San Gregorio, que sufría también de ese mal, alude a ello en una de sus cartas. Según una antigua tradición española, la famosa imagen de Nuestra Señora de Guadalupe del Real Monasterio de Nuestra Señora de Guadalupe en Cáceres, Extremadura, fue un regalo del Papa san Gregorio a su amigo san Leandro. De los numerosos escritos del santo, los únicos que han llegado hasta nosotros son la «Regla de la Vida Monástica» y una homilía de acción de gracias por la conversión del pueblo godo. San Leandro murió hacia el año 600. Sus reliquias se conservan en la catedral de Sevilla. La liturgia española celebra la memoria de san Leandro el 13 de noviembre.
Ver Acta Sanctorum, marzo, vol. II; Gams, Kirchengeschichte von Spanien; vol. II pte. 2, pp. 37 ss., 66 ss.; DTC, vol. IX, p. 95. Ver también el excelente artículo de la Sra. Humphry Ward sobre san Leandro, en A dictionary of Christian Biography, ed. William Smith y Henry Wace, vol. III, pp. 637-640. Leovigildo y la conversión de Recaredo corresponden al cuadro general de la historia de la Iglesia en su transición a la Edad Media, cfr. Jedin, H. manual de Historia de la Iglesia, II, pág 757ss. Herder. Leandro como autor está tratado en Patrología, Di Berardino, BAC, tomo IV, pág 91.
Cuadro: Bartolomé Murillo: «Leandro y Buenaventura», 1665-1666, en el Museo de Ballas Artes de Sevilla.
fuente: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
Oremos: Señor, luz de los fieles y pastor delas almas, tú que elegiste a San Leandro para que, en la Iglesia, apacentara tus ovejas con su palabra y las iluminara con su ejemplo, te pedimos que, por su intercesión, nos conceda perseverar en la fe que él nos enseñó con su palabra y seguir el camino que nos mostró con su ejemplo. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.
13 de noviembre 2014 Jueves XXXII Flm 7-20
San Pablo escribe a Filemón, el cual tenía un esclavo, Onésimo, que se le había escapado. Pablo convirtió el esclavo al cristianismo y pide que Filemón lo reciba «como me recibirías a mí mismo». ¿Nosotros como recibiríamos alguien que nos ha traicionado y por el que alguien intercede? Señor, líbrame de los sentimientos negativos cuando acoja aquellos que son mi prójimo.
El Reino de Dios entre nosotros
Lucas 17, 20-25. Tiempo Ordinario. Dejar que Jesús reine en mi alma es abrirle las puertas para que Él haga lo que quiera. conmigo.
Oración introductoria
Señor Jesús, para vivir unido a Ti de modo real, personal y constante, necesito alimentar esta unión por medio de la vida de gracia y la identificación de mi voluntad con la tuya, en esta meditación y durante toda mi vida. ¡Ven Espíritu Santo y haz esto posible!
Petición
Jesús, dame la gracia de orar y de hablar contigo de corazón a corazón.
Meditación del Papa Francisco
Nosotros sabemos que la historia tiene un centro: Jesucristo, encarnado, muerto y resucitado; que está vivo entre nosotros y que tiene una finalidad: el Reino de Dios, Reino de paz, de justicia, de libertad en el amor. Y tiene una fuerza que la mueve hacia aquel fin: es la fuerza del Espíritu Santo. Todos nosotros tenemos el Espíritu Santo que hemos recibido en el bautismo. Y él nos empuja a ir hacia adelante en el camino de la vida cristiana, en el camino de la historia, hacia el Reino de Dios. Este Espíritu es la potencia del amor que ha fecundado el seno de la Virgen María; y es el mismo que anima los proyectos y las obras de todos los constructores de paz. Donde hay un hombre y una mujer constructor de paz, es exactamente el Espíritu Santo quien ayuda y lo empuja a hacer la paz» (S.S. Francisco, 1 de enero de 2014).
Reflexión
El Reino de Dios ya está entre nosotros, aunque no completamente. Está entre nosotros porque Jesús ya ha venido a la tierra y nos ha dejado su presencia.
Pero todavía falta algo. Es necesario que el Reino llegue al corazón de cada hombre. Sólo entonces podremos decir que ya ha llegado en toda su plenitud.
Jesús advierte que no se trata de un reino de ejércitos, de emperadores, de palacios, etc. sino que es algo mucho más sutil, menos notorio. Es un gobierno sobre los corazones, cuya ley es la caridad y Cristo es el soberano.
Dejar que Jesús reine en mi alma significa abrirle las puertas para que Él haga lo que quiera conmigo. Y El sólo entra y se queda a vivir si encuentra un alma limpia, es decir, sin pecado. Un alma en pecado es un lugar inhabitable para Dios. Por eso decimos que hay que vivir en continua lucha con nuestro peor enemigo, que es el pecado, porque sólo él nos aleja de Dios, la meta de nuestra vida.
¡Cómo sería el mundo si todos los hombres viviesen en gracia, en amistad con Dios! ¡Qué diferentes serían las cosas si todos los países adoptaran el mandamiento de la caridad universal como ley suprema! Entonces, sí que podríamos decir que el Reino de los cielos ha llegado a la tierra.
Propósito
Empecemos por nuestro corazón y por nuestra casa. Que cada día Dios sea lo más importante en mi vida, buscar que el Reino de Dios viva en mi corazón, a través de la oración y la caridad a los demás.
Diálogo con Cristo
Jesús, ni el trabajo, ni el estudio, ni las ocupaciones cotidianas, deben ser un obstáculo para estar unido a Ti. Sólo dejando que gobiernes y ordenes mi vida, podrá venir a mí tu Reino. Reconociéndote hoy como mi Rey y Señor, todo mi día se convertirá en un medio para alabarte, para glorificarte y amarte, por medio de mi amor y servicio a los demás.
Rezando el Padre Nuestro frente a la Eucaristía. Te pido mi Jesús, que cada vez que rece la oración que tú me enseñaste, lo haga despacio, con calma, con amor.
Estoy frente a ti, Señor, en esta mañana de cielo azul y sol resplandeciente. Me dispongo a rezar, después de saludarte y empiezo: "Padre Nuestro... me detengo y llega hasta mi como un relámpago la escena en que tú, Jesús, les decías a aquel grupo de hombres que habías escogido, que te seguían y que te veían orar. Te preguntaron cómo debían orar y tú dijiste: Vosotros, pues, orad así: Padre nuestro, que estás en los cielos, santificado sea tu Nombre, venga a nosotros tu Reino, hágase tu voluntad así en la tierra como en el cielo, danos hoy nuestro pan de cada día y perdona nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden y no nos dejes caer en tentación y líbranos del mal. (Mt 6, 9-13). Y añadiste: Si perdonan sus faltas a los demás, el Padre que está en el cielo también los perdonará a ustedes. Pero si no perdonan a los demás, tampoco el Padre los perdonará a ustedes. (Mt 6, 9-15). Me detengo unos momentos para pensar lo que estoy diciendo, ya que generalmente esa oración es una rutina en mi vida. Su comienzo es toda una maravilla de grandeza, de fuerza, de ternura... y revelada por ti, Señor, porque sino ¿quién se atrevería a llamar PADRE, al Omnipotente, al Creador del cielo y de la tierra, a la Divinidad, al Todopoderoso, al que dijo: "Yo Soy El que Soy"? Pues bien, Jesús, tú que eres su Hijo, dijiste que es así como le podemos llamar, con plena confianza, con respeto pero con mucho amor: Padre. También nos dices que hay que santificar ese NOMBRE, que debemos darle todo el respeto y la gloria de que es merecedor y después añades una petición: Que venga tu Reino, ese Reino por el que Tú te hiciste hombre y es el que viniste a anunciar y que fue el causante de tu muerte y nos sigues pidiendo que recordemos que es también nuestra misión el anunciarlo. Y lo que sigue, ¡qué bien lo sabes tú, Jesús! Cada día, en todos los rincones de la Tierra hay alguien que te dice, aún con lágrimas en los ojos y el corazón roto de dolor, ¡hágase tu Voluntad! ¡Qué difícil, cómo cuesta dejar todo en tus manos y aceptar tu Voluntad!
Y sigue otra petición: Nuestro pan Señor que no nos falte. ¡Que todos tus hijos, sin distinción de razas y credos, tengan el alimento de cada día, ya que a ti te preocupaba y apenaban aquellos hombres que te seguían y no tenían que comer y que tenían hambre... y lleno de piedad hiciste uno de los milagros más hermosos. Ahora nos toca a nosotros luchar porque llegue el día en que no exista el hambre en esta Tierra. Y lo más importante, que nunca nos falte TU Pan, la Eucaristía, que siempre podamos recibirla, que aumentes nuestra fe para amar cada día más Tu presencia en ese pequeño pedacito de Pan donde quieres quedarte con nosotros para siempre. Y luego, la petición de la humildad pidiendo perdón de nuestras ofensas, pero ese perdón, lleva una condición. ¡Ay, Jesús, esa condición, tú lo sabes porque conoces nuestro corazón, cómo nos cuesta! Mira que le ponemos al Padre, el ejemplo de que nos perdone "cómo nosotros perdonamos" y nosotros somos los que siempre decimos: "¡yo eso no lo voy a perdonar, no puedo, me han hecho demasiado daño o es una persona que no la soporto, me cae muy mal y no la voy a perdonar!" o "yo perdono pero... no olvido". ¡Ay, Jesús!, tú que sabes y recuerdas que diste hasta la última gota de tu preciosa sangre para que fuésemos perdonados y sabes también que esa es la condición del amor por nuestros semejantes. Perdonar y olvidar, porque así es el perdón que Dios, nuestro Padre, nos da. Y nosotros sabemos muy bien cómo es nuestro perdón... Ya voy a terminar la oración más hermosa que nos pudiste enseñar, pidiendo: Que no nos dejes caer en la tentación, qué seamos fuertes para no rendirnos a los mil sortilegios y engaños del enemigo de ese Dios que tanto nos ama y ¡líbranos del mal! Si, líbranos de ese mal y de tantos males para que no echen raíces en nuestro corazón, y nos puedan alejar de nuestro Padre Dios. Bendita, como ninguna, la oración del Padre Nuestro, que siendo tan hermosa la decimos todos los días pero tan rutinariamente que no le podemos dar todo el maravilloso sentido y poder que ella encierra. Te pido mi Jesús, que cada vez que rece la oración que tú me enseñaste, lo haga despacio, con calma, con amor, sabiendo que la dirijo a mi Padre Bueno que me escucha y me ama.
Gracias por estar presente en la Eucaristía... gracias por Tu Pan de cada día.