Y me mostró un río de agua de vida, resplandeciente como cristal, que salía del trono de Dios y del Cordero

Confiar en Dios

El esfuerzo realizado por los teólogos a lo largo de los siglos para exponer con conceptos humanos el misterio de la Trinidad apenas ayuda hoy a los cristianos a reavivar su confianza en Dios Padre, a reafirmar su adhesión a Jesús, el Hijo encarnado de Dios, y a acoger con fe viva la presencia del Espíritu de Dios en nosotros. Por eso puede ser bueno hacer un esfuerzo por acercarnos al misterio de Dios con palabras sencillas y corazón humilde siguiendo de cerca el mensaje, los gestos y la vida entera de Jesús: misterio del Hijo de Dios encarnado.

El misterio del Padre es amor entrañable y perdón continuo. Nadie está excluido de su amor, a nadie le niega su perdón. El Padre nos ama y nos busca a cada uno de sus hijos e hijas por caminos que sólo él conoce. Mira a todo ser humano con ternura infinita y profunda compasión. Por eso, Jesús lo invoca siempre con una palabra: “Padre”.

Nuestra primera actitud ante ese Padre ha de ser la confianza. El misterio último de la realidad, que los creyentes llamamos “Dios”, no nos ha de causar nunca miedo o angustia: Dios solo puede amarnos. Él entiende nuestra fe pequeña y vacilante. No hemos de sentirnos tristes por nuestra vida, casi siempre tan mediocre, ni desalentarnos al descubrir que hemos vivido durante años alejados de ese Padre. Podemos abandonarnos a él con sencillez. Nuestra poca fe basta.

También Jesús nos invita a la confianza. Estas son sus palabras: “No viváis con el corazón turbado. Creéis en Dios. Creed también en mí”. Jesús es el vivo retrato del Padre. En sus palabras estamos escuchando lo que nos dice el Padre. En sus gestos y su modo de actuar, entregado totalmente a hacer la vida más humana, se nos descubre cómo nos quiere Dios.

Por eso, en Jesús podemos encontrarnos en cualquier situación con un Dios concreto, amigo y cercano. Él pone paz en nuestra vida. Nos hace pasar del miedo a la confianza, del recelo a la fe sencilla en el misterio último de la vida que es solo Amor.

Acoger el Espíritu que alienta al Padre y a su Hijo Jesús, es acoger dentro de nosotros la presencia invisible, callada, pero real del misterio de Dios. Cuando nos hacemos conscientes de esta presencia continua, comienza a despertarse en nosotros una confianza nueva en Dios.

Nuestra vida es frágil, llena de contradicciones e incertidumbre: creyentes y no creyentes, vivimos rodeados de misterio. Pero la presencia, también misteriosa del Espíritu en nosotros, aunque débil, es suficiente para sostener nuestra confianza en el Misterio último de la vida que es solo Amor.

José Antonio Pagola. Santísima Trinidad (A)Juan 3, 16-18

SOLEMNIDAD DE LA SANTÍSIMA TRINIDAD, “A”
(Éx 34, 4b-6. 8-9; 2 Co 13, 11-13; Jn 3, 16-18)

LECTURAS:“Señor, Señor, Dios compasivo y misericordioso, lento a la ira y rico en clemencia y lealtad.” (Ex 34, 6). “La gracia de nuestro Señor Jesucristo, el amor de Dios y la comunión del Espíritu Santo esté siempre con vosotros.” (2 Co 13, 13). “-Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único, para que no perezca ninguno de los que creen en él, sino que tengan vida eterna. Porque Dios no mandó a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo se salve por él.” (Jn 3, 16-17)

CONTEMPLACIÓN
Ante el Misterio divino, revelado en las Sagradas Escrituras, no deseo caer en especulaciones intelectuales, que me lleven al límite de lo comprensible por no saber explicar, ni quizá comprender del todo, la verdad esencial de la fe cristiana: que Dios es uno, a la vez que es Padre, Hijo y Espíritu Santo.Por contemplar las relaciones entrañables, amorosas, extasiadas de Dios, por las que el Padre se mira en el Hijo, y en el retorno de la mirada paternal, el Hijo le devuelve al Padre el amor que recibe de Él, el Espíritu Santo; por meditar el diálogo que mantienen Jesús y Nicodemo, en el que el Maestro le comunica al docto fariseo que Dios ha enviado a su Hijo como prueba de amor y para salvación del mundo, al conocer que por la Encarnación del Hijo y por su Misterio Pascual hemos sido introducidos en el seno de Dios, al ascender Cristo a los cielos llevando nuestra carne, sin afán pretencioso ni deseos que superan mi capacidad, me atrevo a afirmar que ante el Misterio de la Trinidad, no solo cabe la contemplación de la verdad divina, que existía desde antes de los siglos, sino que cada uno somos, por la gracia bautismal, habitados por la presencia amorosa, entrañable, fraterna de Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo.

Jesús nos llegó a decir: “Amaos con el amor con que sois amados”. “Al que me ama, lo amará mi Padre, y yo también lo amaré, y vendremos a él, y haremos morada en él”. “Yo les he dado a conocer tu Nombre y se lo seguiré dando a conocer, para que el amor con que tú me has amado esté en ellos y yo en ellos».”. Esta presencia reside y habita también en nuestros prójimos.Por esta realidad, hay muchos que se entregan a la adoración del Misterio Trinitario. Gracias a los contemplativos, la humanidad no es desagradecida a tanta bondad de Dios. Los místicos son testigos del amor trinitario y nos confirman lo que quizá nosotros no acabamos de comprender: “El mismo Señor, por visión intelectual, tan grande que casi parecía imaginaria, se me puso en los brazos a manera de como se pinta la «Quinta angustia». Hízome temor harto esta visión, porque era muy patente y tan junta a mí, que me hizo pensar si era ilusión. Díjome: «No te espantes de esto, que con mayor unión, sin comparación, está mi Padre con tu ánima».”

(Santa Teresa, Relaciones 58, 3). Como los tres jóvenes de Babilonia, entonemos el canto de alabanza: “Bendito eres Señor, a ti gloria y alabanza, por los siglos”.

La Santísima Trinidad

Ex 34,4 b-6.8-9; 2 Co 13,11-13; Jn 3,16-18

Quizá con demasiada facilidad hablamos de Dios. Pensamos sobre Él, nos imaginamos, a veces lo definimos-atrevidos! - Y hasta le decimos cómo debe ser o cómo debe actuar.

Quizá con demasiada facilidad, los cristianos empleamos categorías, imágenes y concepciones ... que no son propiamente cristianas.
Quizás deberíamos recordar que los cristianos, antes de creer en "Dios", creemos en el Padre, en el Hijo y en el Espíritu. Y de esta comunidad llamamos Dios.

Es atrevido hablar de Dios. Mucho. Y, al mismo tiempo, no podemos dejar de hablar.

1. - Un "pequeño detalle". El misterio de la fe.

Resulta que hemos comenzado nuestra celebración "En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo". Ahora a continuación profesar nuestra fe diciendo que "... Creemos en Dios .... y en Jesucristo ... y en el Espíritu Santo ...". En la consagración pediremos al Padre que descienda su Espíritu para que el pan y el vino se conviertan en el cuerpo y la sangre de Cristo. Seguidamente aclamado "por Cristo, ... Vos Dios-Padre .. en la unidad del Espíritu Santo todo honor ..." y acabaremos pidiendo la bendición de Dios: Padre, Hijo, y Espíritu Santo.

Cuando-en cualquier momento-queremos alabar a Dios decimos aquello de "Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo ..."

Resulta que los cristianos basamos nuestra fe-y ojalá nuestra fe fundamente toda nuestra vida! - En este misterio de la Trinidad. Un solo Dios en tres personas. Misterio que nos sobrepasa y nos desborda. Realidad a la que no podemos acercarnos con voluntad de comprender, explicar, dominar, ni racionalizar. Ciertamente que no debemos renunciar a captar algo. Pero haremos bien de acercarnos con disposición de sumergirnos, contemplar, adorar, dejarnos desbordar ...

Creer en la Trinidad no es un ejercicio mental ni una concepción de Dios. Lo configura todo. Absolutamente todo.

2. - Un misterio de amor.
Dios es comunidad. No es un inaccesible solitario encerrado en sí mismo. El Dios trinitario que Jesús nos muestra es familia. Es familiar. Comunidad de amor. Encuentro. Vida compartida. Comunión de personas. Diálogo continuado. Abrazo de entrega mutua.

Continuidad de darse. AMOR.
Jesús nos habla de un Padre infinito en el amor. De Él mismo como Hijo. Y del Espíritu con el que se estiman Padre e Hijo. Hemos escuchado que Dios ama al mundo. Del todo. Hasta hacerse uno de nosotros, en Jesús. Y darnos su vida.

El misterio de Dios es el misterio del amor sin límites. Él ama, actúa, perdona, crea, espera ...

3. - Y nosotros ...
... Formamos parte de este misterio. Hemos sido hechos hijos en el Hijo. Somos familia de Dios. Llevamos su Espíritu. El Espíritu que nos hace llamar Padre! Vamos hacia el Padre.

Podemos optar por el amor. Podemos optar por vivir así. Para aprender a amar así. Como Jesús. Él mismo nos lo indica: "Amaos como yo os he amado". Podemos vivir amando.

La celebración de hoy nos habla de amor. De cómo nos ama él. Y, entonces, de cómo podemos estimar los que nos rodean. Cómo podemos servir a quienes nos necesitan. ¿Cómo podemos estar al lado de los que están solos o marginados. ¿Cómo podemos compartir lo que somos y tenemos. Porque el amor es comunicativo y expansivo. Porque resulta que hemos sido hechos a imagen y semejanza de Dios.

Podemos optar por vivir así. O no. Nos ama tanto, que nos quiere libres. Nos ama tanto ... que, hagamos lo que hagamos, nos seguirá amando. Sólo por eso ya merece la pena responder desde el amor.

Evangelio según San Juan 3,16-18. 

Sí, Dios amó tanto al mundo, que entregó a su Hijo único para que todo el que cree en él no muera, sino que tenga Vida eterna. Porque Dios no envió a su Hijo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él. El que cree en él, no es condenado; el que no cree, ya está condenado, porque no ha creído en el nombre del Hijo único de Dios. 

Santa Teresa Benedicta de la Cruz [ÉdithStein] (1891-1942), carmelita, mártir, copatrona de Europa. Poesía “Yo estoy con vosotros”

“Y me mostró un río de agua de vida, resplandeciente como cristal, que salía del trono de Dios y del Cordero” (Ap 22,1)

Santa Teresa Benedicta de la Cruz [ÉdithStein] (1891-1942), carmelita, mártir, copatrona de Europa. Poesía “Yo estoy con vosotros”

Tú te sientas en el trono a la derecha del Padre
en el reino de su eterna gloria
como Palabra de Dios desde un principio.

Tú gobiernas en el altísimo trono
también en transfigurada forma humana
después de haber consumado tu obra en la tierra.

Así creo yo, porque tu Palabra me lo enseña,
y porque lo creo me siento feliz,
y de ahí florece una dichosa esperanza:

Pues dónde estás tú allí están también los tuyos,
el cielo es mi maravillosa patria,
yo participo contigo el trono del Padre.

El Eterno, que todo ser creó,
El, tres veces santo, que abarca todo ser,
tiene su propio reino silencioso.

El habitáculo más íntimo del alma humana
es el más querido lugar de la Trinidad,
su trono celestial en la tierra.

Para redimir este reino celestial de las manos del enemigo
ha venido el Hijo de Dios como hijo de hombre,
y ha dado su sangre en rescate

En el corazón de Jesús, que fue atravesado,
el reino celestial y la tierra están unidos,
aquí está para nosotros la fuente de la vida.

Este corazón es el corazón de la Trinidad divina
y centro de todo corazón humano,
que nos da la vida de la Divinidad.

Nos atrae con poder misterioso,
nos encierra en sí en el seno del Padre
y nos da el Espíritu Santo.

LA INTIMIDAD DE DIOS

Éxodo 34, 4b-6. 8-9; Dn 3, 52 – 56; Corintios 13, 11-13; Juan 3, 16-18

Todos sentimos cierto reparo en mostrar nuestra intimidad. Es lógico. Hay un pudor connatural, que nos acompaña siempre, y que ha de respetarse, pues cada ser humano tiene el derecho (y el deber) de protegerla. Para algunos, sin embargo, esto puede sonarles a “chino”, ya que van imponiéndose en nuestros ambientes otros “talantes” que muestran las vergüenzas del prójimo (físicas y morales) sin medida alguna … ¡y así nos va! Da la impresión de haber violado el carácter sagrado que hay en todo hombre, lo que, precisamente, le hace asemejarse a su Creador. Esa dignidad, cuando es violentada, queda ensombrecida o aniquilada en el fango de la indiferencia y del más puro relativismo. Decía el entonces cardenal Ratzinger, en la misa por la elección del nuevo Papa antes del Cónclave: “El relativismo, es decir, el dejarse llevar ‘zarandear por cualquier viento de doctrina’, parece ser la única actitud que está de moda. Se va constituyendo una dictadura del relativismo que no reconoce nada como definitivo y que sólo deja como última medida el propio yo y sus ganas”.

“La gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios y la comunión del Espíritu Santo esté siempre con todos vosotros”. Hoy celebramos una gran fiesta en la Iglesia: la Santísima Trinidad. ¡Qué distinta es la pedagogía de Dios respecto al comportamiento del hombre! Mientras que éste, en un abrir y cerrar de ojos, puede echar por tierra su propia dignidad, Dios “ha necesitado” de miles de años para dar a conocer su intimidad. Si leemos con atención algunos libros del Antiguo Testamento, iremos descubriendo algunas pistas que nos hablan de lo más íntimo de Él. Así, al comienzo del Génesis, se nos presenta ese Espíritu (“Ruah”), que aleteaba sobre la creación, como dando su conformidad a lo que Dios había realizado. Posteriormente, tres personajes “extranjeros” se presentan ante Abraham para profetizarle que iba a tener descendencia… y así, una tras otra, las comparencias de Dios, dando a conocer quién es, van dejando unas huellas precisas, que culminan en la manifestación del Mesías, el Verbo Encarnado, el Hijo de Dios, segunda persona de la Santísima Trinidad.

“Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único para que no perezca ninguno de los que creen en él, sino que tengan vida eterna”. Siempre se nos ha dicho que el misterio trinitario de Dios (una sola esencia y tres personas) era de los más arduos y difíciles para la comprensión humana. Sin embargo, Jesucristo nos lo ha hecho mucho más fácil. Para ello, sólo ha empleado el lenguaje del amor. Tú y yo no somos otra cosa, sino el fruto del amor de Dios. Algo que, aparentemente, pudiera resultar tan sencillo como es hablar del amor, se convierte en un verdadero misterio (o más bien en escándalo o necedad) cuando vemos a ese Hijo de Dios clavado en una Cruz.

Esa fue la entrega que hizo Dios Padre a todos los hombres, que aceptó voluntariamente el Hijo, y que propició la llegada del Espíritu Santo, Señor y dador de Vida, para nuestra santificación personal.

El encabezado del testamento de Juan Pablo II rezaba así: “En el nombre de la Santísima Trinidad. Amén”. Resulta significativo tal dedicación, de la misma manera que Dios quiso llevarse al Santo Padre en la víspera de la Divina Misericordia. Estos detalles son los que hacen asequible el misterio de Dios, porque son gestos llenos de amor. Y sólo los que son capaces de percibir esa intimidad divina en el interior de cada ser humano, podrán admirarse de lo que Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo puede llevar a cabo en un alma en gracia. ¿No lo hizo con la Inmaculada Concepción, nuestra Madre bendita, la llena de gracia? Aprendamos de ella a decir “sí” a Dios, y pocas cosas (por no decir ninguna) nos harán falta entonces… Hija de Dios Padre, Madre de Dios Hijo, Esposa de Dios Espíritu Santo, Templo y Sagrario de la Santísima Trinidad.


Santos Vito, Modesto y Crescencia

De acuerdo a la leyenda, mártires bajo Diocleciano; su festividad, 15 de Junio. El primer testimonio de su veneración es ofrecido por el "Martyrologium  Hieronymianum" (ed. De Rossi-Duchesne, 78: "In Sicilia, Viti, Modesti  et Crescentiae").El hecho que la nota está en los tres más importante manuscritos prueba que esto estuvo también en el ejemplar común de estos, lo cual apareció en el siglo quinto.

El mismo Martirologio tiene bajo el mismo día a otro Vito a la cabeza de nueve  mártires, con la especificación de lugar, "En Lucana", esto es, en la provincia Romana de aquel nombre en el Sur de Italia entre la playa Toscana y el Golfo de Taranto.

Es posible que sea el mismo mártir Vito en ambos casos, porque solamente se dá el nombre del territorio, no de una ciudad, como el lugar donde el mártir fue venerado. Este testimonio de la veneración pública de estos tres santos en el siglo quinto prueba positivamente que ellos son mártires históricos. A pesar de eso no hay ningún informe histórico de ellos, ni de el tiempo    o de los detalles de su martirio.

Durante el siglo seis y siete una narrativa puramente legendaria de su martirio apareció lo cual fue basado en las leyendas, especialmente en la leyenda de Poitus, y ornamentada con las narraciones de fantásticos milagros. Esto aún existe en varias versiones, pero no tienen nada de valor histórico.

De acuerdo a esta leyenda Vito fue un niño de siete años de edad (otras versiones lo ponen de doce años de edad), el hijo de un senador pagano de Lucana. Durante la era de los emperadores Diocleciano y Maximiliano, su padre buscó de todas la maneras, incluyendo varias formas de tortura, hacerlo a él apostatar. Pero él permaneció firme, y Dios lo ayudó de una forma maravillosa.

El huyó con su tutor Modesto en una embarcación a Lucana. Desde Lucana el fue llevado a Roma para sacar un demonio el cual había tomado posesión de un hijo del emperador Diocleciano. Esto hizo, y aún, debido a que permaneció firme en la Fe Cristiana, fue torturado junto con su tutor Modesto y su niñera Crescencia. Por un milagro un ángel trajo de vuelta a los mártires a Lucana, donde ellos murieron por las torturas que habían soportado. Tres días después Vito se apareció a una distinguida matrona llamada Florencia, la cual encontró los cuerpos y los enterró en el sitio donde ellos fueron hallados.

Es evidente que el autor de la leyenda ha conectado en su invención tres santos los cuales aparentemente sufrieron muerte en Lucana, y fueron primero venerados en ese lugar.

La veneración de los mártires se esparció rápidamente por el Sur de Italia y Sicilia, como se muestra por la nota en el "Martyrologium Hieronymianum". El Papa Gregorio el Grande menciona un monasterio dedicado a Vito en Sicilia ("Epist.", I, xlviii, P.L., LXXXVII, 511). La veneración    de Vito, el santo del grupo, también apareció tempranamente en    Roma. El Papa Gelasius (492-496) menciona una capilla dedicada a él (Jaffé, "Reg. Rom. Pont.", 2nd ed., I, 6 79), y en Roma en el siglo séptimo    la capilla de unos diáconos estaba dedicada a él ("Liber Pont.", ed. Duchesne, I, 470 sq.).

En el siglo octavo se dice que las reliquias de San Vito fueron llevadas al monasterio de San Denis por el Abad Fulrad. Ellas fueron posteriormente presentadas al Abad Warin deCorvey en Alemania, el cual las trasfirió solemnemente a esta abadía en el año 836. Desde Corvey la veneración de San Vito se esparció hasta Westfalia y en los distritos orientales y del Norte de Alemania.

San Vito es invocado, sobre todo contra la epilepsia, la cual es llamada la Danza de San Vito, y el es uno de los catorce mártires que otorga ayuda en situaciones de problemas. El es representado cerca de un caldero de aceite hirviendo, porque de acuerdo a la leyenda el fue lanzado dentro de un caldero, pero escapó milagrosamente.

La fiesta de los tres santos fue adoptada en los Martirologios de los inicios de la edad media y es también recordada en el actual Martirologio Romano el 15 de Junio.

Acta SS., June, II, 1021-1037; MOMBRITIUS, Sanctuarium, II, 349-351; (2nd ed.), II, 634-638; Cataloguscodicumhagiograph., ed. BOLLANDISTS (Brussels), I, 11-12, 54-56; Mon. Germ. Hist.: Script., II, 576-585; Historia  translationis s. Viti, ed. STENTRUP (Munster, 1906); Bibliothecahagiographica latina, II, 1257- 1259; Supplementum (2nd ed.), 308-309; DUFOURCQ, Etude sur les gesta martyrumromains, II (Paris, 1907), 165-177; KESSEL, St. Veit, seine  Geschichte, VerehrungundbildlichenDarstellungen in Jahrbucher des Vereins furAltertumsfreundeimRheinlande, XLIII (1867), 152-183; SCHILDGEN, St. Vitus und der slavischeSwantovit in ihrerBeziehungzueinander in Programme (Munster, 1881).

Oremos:

Suplicámoste, Señor, que, por la intercesión de tus santos mártires Vito, Modesto y Crescencia, concedas á todos los fieles santo horror á la mundana sabiduría, y gracia para hacer cada día nuevos progresos en aquella santa humildad que tanto os agrada; á fin de que, huyendo y menospreciando todo lo malo, se apliquen libre y generosamente á practicar todo lo bueno. Por nuestro Señor Jesucristo. Amén.

 

Solemnidad de la Santísima Trinidad

Comentario a la liturgia

Lecturas

(Éx 34, 4b-6. 8-9; 2 Co 13, 11-13; Jn 3, 16-18)

"Señor, Señor, Dios compasivo y misericordioso, lento a la ira y rico en clemencia y lealtad." (Ex 34, 6)

"La gracia de nuestro Señor Jesucristo, el amor de Dios y la comunión del Espíritu Santo esté siempre con vosotros." (2 Co 13, 13)

"-Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único, para que no perezca ninguno de los que creen en él, sino que tengan vida eterna. Porque Dios no mandó a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo se salve por él." (Jn 3, 16-17)

Contemplar a la Trinidad

Ante el Misterio divino, revelado en las Sagradas Escrituras, no deseo caer en especulaciones intelectuales, que me lleven al límite de lo comprensible por no saber explicar, ni quizá comprender del todo, la verdad esencial de la fe cristiana: que Dios es uno, a la vez que es Padre, Hijo y Espíritu Santo.Por contemplar las relaciones entrañables, amorosas, extasiadas de Dios, por las que el Padre se mira en el Hijo, y en el retorno de la mirada paternal, el Hijo le devuelve al Padre el amor que recibe de Él, el Espíritu Santo; por meditar el diálogo que mantienen Jesús y Nicodemo, en el que el Maestro le comunica al docto fariseo que Dios ha enviado a su Hijo como prueba de amor y para salvación del mundo, al conocer que por la Encarnación del Hijo y por su Misterio Pascual hemos sido introducidos en el seno de Dios, al ascender Cristo a los cielos llevando nuestra carne, sin afán pretencioso ni deseos que superan mi capacidad, me atrevo a afirmar que ante el Misterio de la Trinidad, no solo cabe la contemplación de la verdad divina, que existía desde antes de los siglos, sino que cada uno somos, por la gracia bautismal, habitados por la presencia amorosa, entrañable, fraterna de Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo.

La Trinidad habita en mí y en mi prójimo

Jesús nos llegó a decir: "Amaos con el amor con que sois amados". "Al que me ama, lo amará mi Padre, y yo también lo amaré, y vendremos a él, y haremos morada en él". "Yo les he dado a conocer tu Nombre y se lo seguiré dando a conocer, para que el amor con que tú me has amado esté en ellos y yo en ellos».". Esta presencia reside y habita también en nuestros prójimos.

Por esta realidad, hay muchos que se entregan a la adoración del Misterio Trinitario. Gracias a los contemplativos, la humanidad no es desagradecida a tanta bondad de Dios. Los místicos sontestigos del amor trinitario y nos confirman lo que quizá nosotros no acabamos de comprender: "El mismo Señor, por visión intelectual, tan grande que casi parecía imaginaria, se me puso en los brazos a manera de como se pinta la «Quinta angustia». Me hizo temor harto esta visión, porque era muy patente y tan junta a mí, que me hizo pensar si era ilusión. Me dijo: «No te espantes de esto, que con mayor unión, sin comparación, está mi Padre con tu ánima»." (Santa Teresa, Relaciones 58, 3). Como los tres jóvenes de Babilonia, entonemos el canto de alabanza: "Bendito eres Señor, a ti gloria y alabanza, por los siglos".

Los testigos que nos han precedido en el Reino (cfHb 12, 1), especialmente los que la Iglesia reconoce como "santos", participan en la tradición viva de la oración, por el modelo de su vida, por la transmisión de sus escritos y por su oración actual. Contemplan a Dios, lo alaban y no dejan de cuidar de aquellos que han quedado en la tierra. Al entrar "en la alegría" de su Señor, han sido "constituidos sobre lo mucho" (cf Mt 25, 21). Su intercesión es su más alto servicio al plan de Dios. Podemos y debemos rogarles que intercedan por nosotros y por el mundo entero (CIC 2683)

Author: Catecismo de la Iglesia Católica


Francisco, en la ventana

Francisco invita a rezar por Irak y por las víctimas de la violencia
El Papa anuncia que visitará Albania el 21 de septiembre de 2014
D
ice, en la catequesis, que "es una contradicción pensar en cristianos que se odian"

Y esto es lo que busca siempre el diablo: hacernos odiar, porque él siembra siempre la cizaña del odio. Él no conoce el amor. El amor es de Dios

(José M. Vidal).- Ángelus del Papa Francisco en el domingo de la Santísima Trinidad. Ante una plaza abarrotada, como siempre, Francisco dice que los cristianos no pueden odiarse, pide por la "martirizada Irak" y anuncia que visitará Albania el domingo 21 de septiembre de 2014.

Algunas frases del discurso del Papa
"Celebramos la solemnidad de la Santísima Trinidad, que presenta la vida divina de comunión y amor perfecto"
"En ella reconocemos también el modelo de la Iglesia"
"El amos es el signo concreto que manifiesta la fe, el distintivo del cristiano"
"Es una contradicción pensar en cristianos que se odian"
"Y esto es lo que busca siempre el diablo: hacernos odiar, porque él siembra siempre la cizaña del odio. Él no conoce el amor. El amor es de Dios"
"Llamados a testimoniar que Dios está siempre a nuestro lado, para compartir nuestras esperanzas y nuestras dificultades"
"Cristo vino al mundo no para juzgarlo"
"Jesús nos perdona siempre, nos espera siempre, nos ama tanto"
"El Espíritu Santo nos comunica la vida divina"
"Una persona que ama a los demás es reflejo de ls Trinidad"
"Una familia que se ama es un reflejo de la Trinidad. Una parroquia en la que se comparte es un reflejo de la Trinidad"
"El amor verdadero no tiene límites"
"La eucaristía es como la zarza ardiente en la que se comunica la Trinidad"
"Invito a los romanos y peregrinos a participar en la misa y en la procesión del próximo jueves del Corpus Christi. Os espero a todos, a las 19 horas"

Y, tras la catequesis, la bendición.Y, a continuación, los saludos "Estoy siguiendo con preocupación los acontecimientos en Irak. Oración por este querido país y, sobre todo, por las víctimas. En particular por tanta personas, entre ellas, muchos cristianos, que han tenido que abandonar sus casas". "Recemos a la Virgen, todos juntos, por el pueblo iraquí".Y reza con los presentes una avemaría

"Quiero anunciar que, acogiendo la invitación de los obispos y de las autoridades iré a Tirana el domingo 21 de setiembre.Con este breve viaje deseo confirmar en la fe a la Iglesia en Albania y testimoniar mi impulso a un país que ha sufrido durante mucho tiempo las consecuencias de las ideologías del pasado"

Saluda, especialmente, a los fieles de Ávila y La Rioja. Y al movimiento Pro Sanctitate.

Saludos a los confirmados.
Un pensamiento especial para las colaboradoras domésticas y realizar un servicio precioso en las familias, especialmene cuidando a ancianos y discapacitados. Muchas gracias.

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

hoy celebramos la solemnidad de la Santísima Trinidad, que presenta a nuestra contemplación y adoración la vida divina del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo: una vida de comunión y de amor perfecto, origen y meta de todo el universo y de cada criatura, Dios. En la Trinidad reconocemos también el modelo de la Iglesia, en la cual estamos llamados a amarnos como Jesús nos ha amado. Es el amor el signo concreto que manifiesta la fe en Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo. Es el amor el distintivo del cristiano, como nos ha dicho Jesús: "En esto conocerán todos que sois discípulos míos: si os tenéis amor los unos a los otros" (Jn 13, 35).Es una contradicción pensar en cristianos que se odian. Es una contradicción. Y esto busca siempre el diablo. Hacer que nos odiemos. Porque él siembra siempre la cizaña del odio. Él no conoce el amor, el amor es de Dios.Todos estamos llamados a testimoniar y anunciar el mensaje que "Dios es amor", que Dios no es lejano o insensible a nuestras situaciones humanas. Él nos está cerca, está siempre a nuestro lado, camina con nosotros para compartir nuestras alegrías y nuestros dolores, nuestras esperanzas y nuestras fatigas. Nos ama tanto y hasta tal punto que se ha hecho carne, ha venido al mundo no para juzgarlo sino para que el mundo se salve por medio de Jesús (cfrJn 3, 16-17). Y esto es el amor de Dios en Jesús, este amor que es tan difícil de entender pero nosotros lo sentimos cuando nos acercamos a Jesús y Él nos perdona siempre, Él nos espera siempre, Él nos ama tanto. Y el amor de Jesús que nosotros sentimos, es el amor de Dios.El Espíritu Santo, don de Jesús Resucitado, nos comunica la vida divina y así nos hace entrar en el dinamismo de la Trinidad, que es un dinamismo de amor, de comunión, de servicio recíproco, de compartir. Una persona que ama a los otros por la alegría misma de amar es reflejo de la Trinidad. Una familia en la que se aman y se ayudan los unos a los otros es un reflejo de la Trinidad. Una parroquia en la que se quieren y se comparten los bienes espirituales y materiales es un reflejo de la Trinidad.El amor verdadero no tiene límites, pero sin limitarse, para ir al encuentro del otro, para respetar la libertad del otro. Todos los domingos vamos a misa, celebramos la eucaristía juntos. Y la Eucaristía es como la "zarza ardiente" en la que humildemente habita y se comunica la trinidad, por esto la Iglesia ha puesto la fiesta del Corpus Domini después de la de la Trinidad. El próximo jueves, según la tradición romana, celebramos la Santa Misa en San Juan de Letrán y después haremos la procesión con el Santísimo Sacramento. Invito a los romanos y a los peregrinos a participar para expresar nuestro deseo de ser un pueblo "reunido en la unidad del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo" (San Cipriano). Os espero a todos el próximo jueves a las 19.00, para la misa y la procesión del Corpus Christi.La Virgen María, criatura perfecta de la Trinidad, nos ayude a hacer de toda nuestra vida, en los pequeños gestos y en las elecciones más importantes, un himno de alabanza a Dios Amor.

Una maravilla jamás imaginada

El misterio de la Santísima Trinidad, más que para ser entendido, es para ser amado y vivido en nuestro interior.

Se nos ha habituado a pensar que, al hablar de la Santísima Trinidad, hemos de concebir algo totalmente oscuro e ininteligible. ¡Por algo es un misterio! Más aún, es -por así decirlo- el misterio por antonomasia de nuestra fe, el "misterio de los misterios". Pero, en vez de plantear el tema en términos de raciocinio o de especulación teológica, yo prefiero mil veces más tratarlo desde un punto de vista mucho más "humano" y personal, si se me permite la expresión. No que la razón no lo sea. Pero yo creo que es mucho más palpitante, cercano y vivencial cuando lo contemplamos con el corazón y bajo el prisma del amor. 

Y es que el misterio de la Santísima Trinidad, más que para ser especulado, es para ser amado y vivido en nuestra interioridad. Al menos, a mí me parece que así es mucho más sabroso y "digerible". La razón es, por lo general, más fría e impersonal. Mientras que el amor es todo lo contrario. 

Pues bien, la Santísima Trinidad es un misterio de amor. Es más, es el misterio del "Amor de los amores" –como cantamos en un hermoso motete-. Dios, que "habita en una luz inaccesible" –como nos dice san Pablo en su carta a Timoteo (I Tim 6, 16)— se nos ha querido revelar por medio de su Palabra: Dios, en lo más profundo de su intimidad, es una comunión de personas divinas unidas por el amor. Más aún, son esas mismas personas que son el Amor personificado: el Padre, que es el amor creador; el Hijo, que es el amor redentor; el Espíritu Santo, que es el amor santificador. Pero, además, es un amor recíproco entre ellos mismos; un amor subsistente y personal. Un solo Dios verdadero y tres Personas distintas, cuya vida y existencia es puro Amor. Una relación de amor. Y el amor crea una comunión de personas. Como en el matrimonio y en la familia, pero en un grado infinito y divino. El amor es, por naturaleza, unidad y fecundidad. Esto es, en esencia, el misterio de la Santísima Trinidad. 

Y, ¿cómo explicarlo? Es muy difícil encontrar las palabras justas. Más fácil lo podremos comprender a la luz de la propia experiencia del amor que con un discurso racional, aunque sea filosófica y teológicamente muy correcto. ¿Quién de nosotros no sabe lo que es el amor? Todos lo hemos experimentado muchas veces en nuestra propia vida: hemos sentido el calor y la ternura de una madre; la fuerza y seguridad que nos infunde el amor de un padre; el cariño de una hermana o de una amiga; el gozo de la compañía y de la fidelidad de un hermano o de un amigo verdadero; y la dulzura incomparable del amor de una esposa o de un esposo, de unos hijos. 

Aristóteles definía la amistad como "una misma alma en dos cuerpos". Y el poeta latino Horacio llamaba a Virgilio, su gran amigo, "dimidiumanimaemeae", "la mitad de mi alma". Grandes poetas, literatos, músicos y artistas de todos los tiempos han ofrecido su tributo a la amistad. Y han reservado sus mejores canciones y sus notas más líricas para cantar la belleza del amor humano. Sin duda alguna, éste es el tema que más ha inspirado a los hombres a lo largo de la historia, sea en el arte, en la poesía o en la propia vida. Decía Dante Alighieri que "es el amor el que mueve el sol, el cielo y las estrellas". Y el poeta Virgilio afirmaba: "amor vincitomnia", "el amor es capaz de vencer todos los obstáculos". Y tenían toda la razón. 

Y es que el amor es lo más grande, lo más noble, lo más bello, lo más maravilloso; en una palabra, lo más sagrado del ser humano. Por eso, con el amor no se juega y éste se merece los mayores sacrificios con tal de conservar toda su pureza y su fragancia virginal. 

San Juan nos dejó una estupenda definición de Dios: "Deus Charitasest", "¡Dios es Amor!" (I Jn 4, 8). No se expresó en conceptos racionales, sino en un vocabulario propio del corazón. También lo otro pudo haber sido muy correcto. Pero también, sin duda, más frío e impersonal. 

Como aquellas definiciones que dio Aristóteles sobre Dios: "El motor Inmóvil", "el Acto puro", "la Inteligencia más perfecta". O incluso aquella definición teológica y metafísica de santo Tomás de Aquino: "el único Ser necesario, absoluto y trascendente", "el mismo Ser subsistente". Pues sí. Es verdad. Pero, ¿no nos gustan y nos dicen inmensamente más las palabras propias del amor? 

Y llegados a este punto, sería interminable la lista de experiencias que todos tenemos sobre el amor… Como decía san Juan al final de su Evangelio, "ni todos los libros del mundo serían suficientes para poderlas contener". Y es que el amor no se puede explicar con conceptos o con raciocinios filosóficos. Se siente. Se experimenta. Así también es Dios. 

Sí. Lo más maravilloso y sagrado del hombre es el amor. Y también lo más divino. Por eso, a Dios podemos encontrarlo en lo más profundo de nuestro ser, en lo más recóndito de nuestro espíritu. Dios allí habita. Los más altos pensadores de la humanidad así lo experimentaron. Séneca, aquel famoso filósofo romano de origen cordobés, aun sin ser cristiano, llegó a expresarse de esta manera: "sacer intra nos spiritussedet, malorumbonorumquenostrorumobservator et custos. In unoquoquevirorumbonorumhabitat deus". En nuestra lengua cervantina sonaría así: "un espíritu sagrado reside dentro de nosotros, y es el observador y el guardián de nuestros males y de nuestros bienes. En cada alma virtuosa habita Dios" (Epístolas morales, núm. 41). 

San Pablo, por su parte, nos recuerda que "somos morada de la Santísima Trinidad, templos vivos de Dios y del Espíritu Santo" (I Cor 3, 16). Así fue como nos lo prometió nuestro Señor la noche de su despedida: "Si alguno me ama, guardará mi palabra, y mi Padre lo amará, y vendremos a él y en él haremos nuestra morada." (Jn 14, 23). 

¡Éste es el núcleo más bello del misterio de la Santísima Trinidad! Y lo más maravilloso es que también nosotros hemos sido llamados a participar de esta vida íntima de Dios, que es amor. Y nos adentraremos en el seno de la Trinidad Santísima en la medida de nuestra vida de gracia y de nuestra caridad, que es el grado de amor sobrenatural en nuestra alma. 

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