Os lo digo, no repliquéis al malvado

Francisco en la Comunidad San Egidio del Trastevere

Francisco visita la comunidad de San Egidio y consuela a los pobres
Papa: "La economía especulativa hace a los pobres cada vez más pobres y eso es inaceptable"
"Quieren quitar del diccionario la palabra solidaridad. Les parece un taco y es una palabra cristiana"

José Manuel Vidal, 15 de junio de 2014 a las 18:12

Ayudad a hacer crecer la compasión y la ternura en el corazón de la sociedad, que es la veradera revolución

(José M. Vidal/Agencias).- El papa Francisco llegó al barrio romano de Trastevere, donde participó en un encuentro de oración en favor de los más desfavorecidos. El papa llegó acompañado por el cardenal vicario de la diócesis de Roma, Agostino Vallini, y el fundador de la Comunidad de Sant 'Egidio, Andrea Riccardi, promotora de este evento.

El punto de partida de este recorrido a pie del papa fue la plaza de San Calixto, adyacente a la plaza de Santa María del Trastevere, a los pies de la basílica homónima, donde tendrá lugar el acto central de esta jornada dedicada a la pobreza.

Una de las personas que saludó al obispo de Roma fue Andrea Poretti, responsable de la Comunidad de Sant'Egidio en Buenos Aires, conocida por Bergoglio desde sus tiempos como arzobispo de la diócesis bonaerenses.

En la plaza pudieron verse numerosas banderas de numerosos países, sobre todo latinoamericanos, como Perú, Venezuela, México o su natal Argentina.

Precisamente, el papa volvió hoy a probar la infusión de mate que alguno de los congregados le ofreció.

El paseo del pontífice por las calles de este céntrico y pintoresco barrio romano se vivió en medio de un ambiente festivo, animado por la música de la banda de la Comunidad de Sant'Egidio.

Sonriente, Francisco se hizo fotos y selfies con los jóvenes que se lo pidieron, besó a niños, bendijo objetos personales y recogió numerosos regalos de los fieles.

A su llegada al pórtico del templo, fue recibido por una delegación de la comunidad hebrea de Roma, cuyo presidente, Riccardo Pacifici, entregó a Bergoglio una invitación para visitar la sinagoga romana.

El siguiente acto se desarrolló en el interior de la basílica, donde el pontífice escuchará las historias de ocho personas representantes de diferentes realidades sociales.

El primero en saludarle fue el presidente de la Comunidad de San Egidio, Andrea Riccardi, que le dice, entre otras, que "es bello ser cristiano".

Un Patriarca ortodoxo, el obispo Jean Kawak, relata la situación: los secuestros y el sufrimiento de la población que pasa hambre, sed e inseguridad. Y pide que en Alepo se "cree una zona humanitaria". "Porque somos el pueblo de la fe y de la esperanza".

Una anciana, Irma Lombardo, de 90 años le da las gracias por sus continuas referencias a la vejez. "Santidad, como anciana, entiendo mejor los secretos de la vida".

Una niña de 12 años, de un barrio pobre de Roma, que le da las gracias por hablar de las periferias.

Una discapacitada de 58 años relata su vida complicada y cómo salió adelante con la fe.

Un gitano de la ex-Yugoslavia, Branko Savic, de 30 años cuenta sus vivencias de niño, la discriminación que sufrió y le da las gracias por defender a los gitanos.

Un refugiado de Afganistán, musulmán, cuenta también su viaje peligroso..."Tuve miedo de morir entre las minas antipersonas de la fortera entre Siria y Turquía". "Sueño con la paz para mí país y para otros muchos que sufren con la guerra".

Jaime salvadoreño, de la comunidad de San Egidio en San Salvador, a uno de cuyos miembros mataron.

Algunas frases de la ablución papal

"Escuchar y acoger el evangelio del amor, para ir al encuentro de los hermanos en las periferias de las ciudades del mundo"

"Todo comienza con la oración". "Oración es escuchar la palabra de Dios, el pan de Dios". "Los pobres son las piedras angulares para la construcción de la sociedad" ."Hoy una economía especulativa los hace cada vez más pobres y eso es inaceptable" ."Hay quien quiere quitar del diccionario la palabra solidaridad. Les parece un taco y es una palabra cristiana". "Mostrar que el extranjero es nuestro hermano y esto nos rejuvenece". "Mi saludo a vuestras comunidades en todos los países del mundo". "Os animo a ser amigos de Dios, de los pobres y de la paz" "Trabajar por la paz no da resultados rápidos. Es una obra de artesanos pacientes". "Más oración y más diálogo" "El mundo se asfixia sin diálogo". "Un diálogo que sólo es posible desde la propia identidad". "Dialogar sin negociar la propia identidad". "El mundo se asfixia sin diálogo". "La cultura del descarte, una eutanasia escondida". "Ayudad a hacer crecer la compasión y la ternura en el corazón de la sociedad, que es la verdadera revolución"

"Necesitamos que Dios nos abrace en su misericordia. Rezo por vosotros. Rezad por mí"

Evangelio según San Mateo 5,38-42. 

Jesús, dijo a sus discípulos: Ustedes han oído que se dijo: Ojo por ojo y diente por diente. 

Pero yo les digo que no hagan frente al que les hace mal: al contrario, si alguien te da una bofetada en la mejilla derecha, preséntale también la otra. 

Al que quiere hacerte un juicio para quitarte la túnica, déjale también el manto; y si te exige que lo acompañes un kilómetro, camina dos con él. Da al que te pide, y no le vuelvas la espalda al que quiere pedirte algo prestado. 

San Silouan (1886-1938), monje, santo de la Iglesia ortodoxa 
Ecrits spirituels

“Os lo digo, no repliquéis al malvado.” (Prov 9,7)

Dios es amor. (1Jn 4,6) Nos ha dado el precepto de amarnos los unos a los otros e incluso a los enemigos. El Espíritu Santo nos enseña este amor. Guarda la paz del Espíritu Santo. No la pierdas por vanidades. Si das pena a tu hermano, afliges tu propio corazón; si haces las paces con tu hermano, el Señor te da infinitamente más....

¿No es el mismo Señor que nos dice: “El Reino de Dios está dentro de vosotros”? (Lc 17,21) Ahora empieza la vida eterna, ahora sembramos también la simiente de los tormentos sin fin del infierno. Os lo ruego, hermanos, ¡haced la prueba! Si alguien os ofende, os calumnia, os roba lo que es vuestro e incluso si persigue a la Iglesia, ¡Orad a Dios y decid: “Señor, somos todos tus criaturas, ten piedad de tus siervos y conduce sus corazones a la penitencia.”! Entonces, sentirás la gracia en tu alma. Cierto, al principio tienes que hacer un esfuerzo para amar a los enemigos. Pero el Señor, viendo tu buena voluntad, te ayudará en todo momento y la misma experiencia te indicará el camino.

NI TONTOS, NI “PRIMOS”: ¡SANTOS!

I Reyes 21, 1-16
Sal 5, 2-3. 5-6. 7  
Mateo 5, 38-42

Para quien preste atención, el efecto que consiguen las dos lecturas de hoy, leídas una detrás de la otra, es un tanto paradójica: primero contemplamos el asesinato frío y cruel de un pobre hombre, Nabot, a manos de una mujer altiva y pérfida -Jezabel- y de un rey ambicioso y mediocre -Ajab-… Cuando finaliza el relato, una voz se rebela en lo más profundo de nosotros mismos y clama venganza. Entonces da comienzo la lectura del evangelio, como una respuesta a ese grito que ha nacido en nuestros corazones: “Yo, en cambio, os digo: No hagáis frente al que os agravia. Al contrario, si uno te abofetea en la mejilla derecha, preséntale la otra”. Son palabras duras en sí mismas; pero, escuchadas tras el relato de la muerte de Nabot, constituyen toda una provocación y no podemos aceptarlas. ¿Acaso vamos a asistir impasibles a la victoria del mal?

Hemos elaborado ya una respuesta a estas palabras del evangelio, como hemos hecho siempre con todas sus “recomendaciones molestas”. Nos gusta decir: “buenos, sí; pero no tontos”… “Hermanos, sí; pero no «primos»”. Estoy tan cansado de escuchar estos tópicos al uso, y tan convencido de que son un antídoto contra el evangelio, que un día terminaré por gritar: “¡Pues sí! ¡«Primos» y tontos nos quiere Dios!”. No lo grito porque no es verdad: Dios no quiere tontos ni “primos”. Pero menos aún quiere una nueva Jezabel que manipule su Palabra para obrar a su antojo. Porque, amparados en el “buenos sí, pero no tontos”, devolvemos los golpes, empleamos tretas sucias, devoramos a nuestros hermanos y tomamos prestadas las armas del Príncipe de las

Tinieblas para “arreglar” el mundo… Lo peor es que lo hacemos pensando que Dios nos da la razón.

Entre la indignación ante el relato de la muerte de Nabot y la rebeldía ante las palabras del Señor, hemos olvidado el salmo que une ambas lecturas: “Señor, escucha mis palabras, atiende a mis gemidos, haz caso de mis gritos de auxilio”… La respuesta cristiana ante la injusticia no es la impasibilidad de un muerto, pero tampoco las sucias artimañas de un “vivo”. La respuesta cristiana ante la injusticia es la oración, y esa oración debe hacerse tanto en favor propio como en favor de quien comete la ofensa: éste es el motivo por el que nuestro Cardenal nos pidió, hace varios meses, que oremos a diario en las parroquias por el fin del terrorismo y la conversión de los verdugos.

Después, cuanto se pueda hacer empleando las armas de la luz debe hacerse. Pero nadie se llame a engaño: cuando hay maldad de por medio, en la mayor parte de los casos el cristiano está indefenso y debe abrazarse a la Cruz como lo hizo el Señor.

Ese “buenos sí, pero no tontos” que ha llevado a muchos a combatir al mal con sus propias armas es una puñalada en el corazón del Evangelio, y no debe aceptarlo jamás un discípulo de Cristo.

A cualquiera que persista en el “buenos sí, pero no tontos” le invito a que suba al Calvario y se lo diga a la Santísima Virgen… ¡A ver si puede!

San Juan Francisco de Regis

Confesor (1597-1640)  La tensión entre los católicos y los calvinistas franceses, alimentada por los intereses políticos de la Casa de Valois y la Casa de Guisa, fue aumentando en Francia; estallará la guerra civil en el siglo XVI y se prolongará durante el siglo XVII.

En uno de los períodos de paz en que se despierta el fervor religioso con manifestaciones polarizadas en torno a la Eucaristía y a la Santísima Virgen, en nítido clima de resurgimiento católico, nace Juan Francisco en Foncouverte, en el 1597, de unos padres campesino acomodados. Cuando nació, ya había pasado la terrible Noche de san Bartolomé del 1572 en la que miles de hugonotes fueron asesinados en París y en otros lugares de Francia, con Coligny, su jefe.

Y faltaba un año para que el rey Enrique IV, ya convertido al catolicismo, promulgara el Edicto de Nantes que proporcionaría a los hugonotes libertad religiosa casi completa. Juan Francisco decidió entrar en la Compañía de Jesús. Estaba comenzando los estudios teológicos, cuando se declara en Touluose la terrible epidemia de peste del año 1628. Hay abundantes muertes entre enfermos y enfermeros hasta el punto de fallecer 87 jesuitas en tres años. Como hacen falta brazos para la enorme labor de caridad que tiene ante los ojos, no cesa de pedir insistentemente su plaza entre los que cooperan en lo que pueden para dar algo de remedio al mal. Se hace ordenar sacerdote precisamente para ello, aunque su decisión conlleve dificultades para la profesión solemne. Quiso ir al Canadá a predicar la fe; pretendía ir con deseo de martirio; hace gestiones, lo solicitó a sus superiores que le prometieron mandarlo, pero aquello no fue posible.

Su Canadá fue más al norte de Francia, en la región del Vivarais, donde vivió el resto de su vida. Allí comienzan los lugareños a llamarle «el santo» y se llenan las iglesias más grandes de gente ávida de escucharle. Organiza la caridad. Funda casas para sacar de la prostitución a jóvenes de vida descaminada.

No le sobra tiempo. Pasa noches en oración y la labor de confesionario no se cuenta por horas, sino por mañanas y tardes. Así le sorprendió la muerte cuando sólo contaba él 43 de edad: derrumbándose después de una jornada de confesionario, ante los presentes que aún esperaban su turno para recibir el perdón. Cinco días después, marchó al cielo. Era el año 1640

Oremos
Tú, Señor, que concediste a San Juan Francisco de Regis el don de imitar con fidelidad a Cristo pobre y humilde, concédenos también a nosotros, por intercesión de este santo, la gracia de que, viviendo fielmente nuestra vocación, tendamos hacia la perfección que nos propones en la persona de tu Hijo. Que vive y reina contigo.

Ahora, en Dios

Este Dios insondable y misterioso, que entendiste algo cuando te salió al encuentro, superando los miles logaritmos de la cultura racionalista occidental. Porque siempre pasa lo mismo, es Él que nos viene a encontrar. Muchas veces cuando menos lo esperamos.  Quizá nos encuentra en el desierto, no el de las dunas arenosas sin fin, sino el interior que nunca acaba de llegar al oasis definitivo. Vueltas y vueltas sobre el terreno ya pisado cuando te parece que definitivamente has encontrado una plenitud duradera; pero no, todavía no, seguimos caminando.

Ojo por ojo, diente por diente

Mateo 5, 38-42. Tiempo Ordinario. Dios nos pide un poquito más de lo que damos cada día, hasta que nos duela.

Oración introductoria 

Señor, gracias por mostrarme tan claramente las actitudes que deben regular mis relaciones con los demás y, sobre todo, gracias por este nuevo día y por este momento de oración, oportunidad para crecer en mi amor y amistad contigo. 

Petición 

Señor, limpia mi corazón y pon un nuevo espíritu de bondad, semejante al tuyo. 

Meditación del Papa Francisco 

Al que te hiera en la mejilla derecha, preséntale también la otra... se ha convertido en un clásico de los cristianos para reírse. En la vida la lógica normal nos enseña que hay que luchar, tenemos que defender nuestro espacio, y si nos dan una bofetada nosotros daremos dos, así nos defendemos. Jesús, sin embargo, después de la bofetada en la mejilla va más allá y habla también de dar el manto, despojarnos de todo. 

La justicia que Él trae, es otra justicia totalmente diferente del ojo por ojo, diente por diente. Es otra justicia. Y esto, lo podemos entender cuando san Pablo habla de los cristianos como gente que no tiene nada y sin embargo lo tiene todo. Aquí, pues, está la seguridad cristiana, y es en este todo que está Jesús. El "todo" es Jesucristo. Las otras cosas son "nada" para el cristiano. En cambio, para el espíritu del mundo, el "todo" son las cosas: las riquezas, la vanidad, tener puestos arriba y la "nada" es Jesús. Por lo tanto, si un cristiano puede caminar cien kilómetros cuando le piden avanzar sólo diez, es porque para él esto es ´nada´, y, con paz, puede dar la capa cuando se le pide la túnica. Esto es, entonces, el secreto de la magnanimidad cristiana, que siempre va con la mansedumbre, es el todo, es Jesucristo. (Cf. S.S. Francisco, 17 de junio de 2013, homilía en Santa Marta) 

Reflexión 

Jesús nos pide algo más que soportar "estoicamente" el mal, y evitar rencores y venganzas. Esta ya es una actitud de paciente dominio de uno mismo, digna de la alabanza de Cristo: "bienaventurados los mansos, ...los que lloran..." Pero hoy Jesús va más allá en su explicación porque nos pide una generosidad que desborda el ya amplio caudal del precepto del amor al prójimo. Y es que quien "soporta" no ofrece necesariamente la otra mejilla... y quien evita el mal, no tiene obligatoriamente que devolver bien. A quien se le solicita, no tiene razón humana por la que dar "más"... y sin embargo, una y otra vez Jesús nos pide que demos ese "más"... Se diría que la única manera de acabar con el mal es añadir más bien. Como quien tuviera que sepultar algo desagradable y la solución es enterrarlo con una buena capa de "cal"... 

Así es el bien, el amor cuando con su "exceso" obliga al mal a no reproducirse, y a la larga lo extingue. No es una petición sólo para héroes. A todos nos lo pide, porque todos queremos imitarle y somos seguidores suyos. Sabemos que sólo su gracia y la fuerza que viene del Espíritu puede lograr en nosotros esta transformación. No dudemos en pedírselo hoy en nuestra oración. 

Propósito 

Por amor a Dios, ser misericordioso y perdonar, a la primera, cualquier ofensa que reciba. 

Diálogo con Cristo 

Jesucristo, dame la gracia para que el Reino de los cielos sea una realidad en mi vida al saber responder la agresión con la comprensión, que la preocupación por asegurar el bien económico no me lleve a la mezquindad y, sobre todo, que me convierta en un infatigable discípulo y misionero de tu amor, porque el mundo te necesita y yo debo llevarte al mundo.

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