El Reino de Dios es como un hombre que echa la semilla en la tierra
- 01 Febrero 2019
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Brígida de Kildare, Santa
Abadesa, 1 de febrero
Patrona de Irlanda junto con los santos
Patricio y Columbano
Martirologio Romano: En Kildare, en Irlanda, santa Brígida, abadesa, que fundó uno de los primeros monasterios de la isla y, según se cuenta, continuó el trabajo de evangelización iniciado por san Patricio (c. 525).
Breve Biografía
Parece una contradicción, pero a pesar de su gran fama que la hace pasar por la santa más conocida de Irlanda y de estar unidos a su figura gran cantidad de elementos festivos y folclóricos se conocen muy pocos hechos históricos sobre su vida.
Fue Cogitosus que vivió del 620 al 680 su primer biógrafo, pero -lastimosamente- poco escribe acerca de la vida terrena de la santa; su escrito se pierde en descripciones sociales y religiosas en torno al monasterio de Kindale, probablemente mixto y con jurisdicción quasi-episcopal, fundado por Brígida.
También existen himnos y poemas irlandeses de los siglos VII y VIII que en sí mismos testimonian el culto que se tributaba a la santa irlandesa.
Un poco más adelante, el obispo de Fiésole, Donatus, a mitad del siglo IX, escribe su vida en verso y este debió ser el vehículo de la rápida difusión de su culto por Europa.
Pero de esta carencia de datos que impiden el diseño de un perfil hagiográfico completo; la religiosidad popular y el calor de las gentes por su santa ha suplido con creces la grandeza de su vida fiel al Evangelio y entregada a su vocación religiosa.
Del hecho de pertenecer Brígida a una tribu inferior en su tiempo, concretamente la de Forthairt, la fantasía la hace nacer del fruto de la unión -extraña al matrimonio- de su padre, Duptaco, con una bellísima esclava, con todos los problemas que esto produce en el entorno familiar legítimo, desde el disgusto de la esposa hasta la proposición de su venta. Claro que de esto se sacará la noble lección de que Dios puede tener planes insospechados para los espúreos inculpables que pueden llegar a las cimas más altas de la santidad y dejar tras de sí una estela de bien para la gente.
Heredada la extrahermosura de su madre, para no ser ocasión de pecado y no ser ya más pedida en matrimonio, pide a Dios que la haga fea. ¿Para qué quiere la hermosura quien sólo piensa en Dios? Ha decidido entrar en religión. Derrama lágrimas abundantes y son escuchados sus ruegos con un reventón del ojo; por este favor da gracias a Dios que luego le devuelve todo su esplendor. La lección está clara: quien posee al Amor desprecia lo que a tantas vuelve locas y vanas para alcanzar un amor.
También los pobres están presentes en el relato; no podría concebirse santidad sin caridad. Y ahora es la vaca su cómplice; nunca se secaron las ubres, una y otra vez ordeñadas por Brígida, cuando había que remediar a un menesteroso. La vaca ha quedado presente, como emblema, en las representaciones pictóricas de los artistas, junto a la imagen de la santa.
Y aún hay más; sí, son inagotables los relatos de bondades. Se habla de leprosos curados y de monjas tibias descubiertas; la muda Doria comienza a hablar y termina sus días como religiosa en el convento; frustra asesinatos; da vista a ciegos y... como expresión del estilo de un pueblo ¡convierte el agua de su baño en cerveza para apagar la sed!
Los himnos, versos, poemas y canciones populares -con sencillez y regocijo- muestran el calor de un pueblo por su santa y dice con sus leyes lo que las de la crítica histórica ni puede ni debe decir.
Más alta que las demás hortalizas
Santo Evangelio según San Marcos 4, 26-34. Viernes III del tiempo ordinario
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Señor, enséñame a escuchar con paciencia tu voz, sabiendo que tu gracia no crece de la noche a la mañana, sino que germina poco a poco en mi interior.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Marcos 4, 26-34
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
De pequeño recuerdo que nos pidieron sembrar un par de frijoles en un frasco; pasaba el tiempo y yo me desesperaba porque mis demás compañeros tenían una plantita más grande que la mía. Años después me visitaron unos amigos y vieron que mi planta seguía creciendo y dando frutos, no muchos, pero de manera constante. Cuando pregunté por sus plantas me dijeron que era un proyecto del año pasado, que no contaba más… en pocas palabras que sus plantas murieron.
Podemos correr el mismo riesgo nosotros, podemos ver como la fe, la confianza o alguna otra virtud de nuestros hermanos crece más rápido que la nuestra; nos podemos desesperar; podemos estar tentados a que no dé más fruto, dejar de ponerle el agua de la oración o el abono de nuestro esfuerzo, dejar de exponerla al sol de Cristo; mantenerla en el frasco de nuestro egoísmo, nuestra mediocridad o nuestra indiferencia y no ponerla en la maceta o el jardín de la vida común de todos los días que nos ofrece tantas y tantas oportunidades de vivir la caridad, la paciencia, la perseverancia en la fe, entre otras muchas virtudes que, como cristianos, estamos llamados a vivir.
Agradezcamos al Señor por su gracia que nos posibilita a dar los frutos que Él quiere que demos. Aunque nos parezcan pocos, son los que el Señor nos pide y nos daremos cuenta de que al final, estos frutos se disfrutan en común como hermanos.
«Solo así, abriéndonos y saliendo de nosotros mismos para encontrar a los hermanos, podemos realmente crecer y no solo engañarnos con hacerlo. Cuanto recibimos como don de Dios debe ser, de hecho, donado —el don es para donar— para que sea fecundo y que no sea, en cambio, sepultado por temores egoístas, como enseña la parábola de los talentos. También la semilla, cuando tenemos la semilla en la mano, pero no está para meterlo allí, en el armario, dejarlo allí: está para sembrarlo. El don del Espíritu Santo debemos darlo a la comunidad.»
(Homilía de S.S. Francisco, 6 de junio de 2018).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado... o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Pidiendo la intercesión del Sagrado Corazón de Jesús, renovar mis propósitos hechos para este año, de modo que los viva con alegría y perseverancia.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
La coexistenica del bien y del mal en el mundo.
La pequeñez del grano de mostaza y el puñado de levaudra
1. Después de la parábola del sembrador que esparce la semilla buena en tierras diferentes en la que Jesús destaca el anuncio del gozo de la abundante cosecha, es lógico que apareciera el otro sembrador, el de la cizaña.
En la meditación de las Dos Banderas de los Ejercicios Espirituales, San Ignacio presenta a dos caudillos disputándose el dominio de las gentes de toda la tierra, y arengando con sus promesas y condiciones a sus moradores todos. Cuando los discípulos piden a Jesús que les explique la parábola, personaliza el trigo y la cizaña, cosa que no hizo en la parábola del sembrador: la buena semilla son los hijos del reino; la cizaña son los hijos del maligno.
Si la siembra es abundante en ambos sentidos, y el campo donde se siembra es el mundo, Jesús está describiendo con realismo la coexistencia de los buenos y de los malos hasta la consumación del mundo, donde va a aparecer su justicia. De donde se deduce que la enseñanza principal de la parábola es que en el mundo coexistirán siempre santos y pecadores, justos e injustos. Y cuando envía a sus discípulos como corderos entre lobos, les previene que sean prudentes y precavidos, pero también que traten de aceptarse y de dar tal luz que consigan hacer corderos a los lobos. Y si tienen que convivir corderos entre lobos, cuánto más hombres de etnias diferentes. Ya dijo San Agustín que el malo existe en el mundo para que pruebe al bueno y para darle la oportunidad de que se haga bueno y se convierta.
La mala hierba acompañará durante mucho tiempo al buen trigo; y si se intenta arrancar la cizaña, se puede arrancar también el trigo, porque están enraizados y además porque se le quita a la cizaña la oportunidad de convertirse en trigo. Sólo cuando llegue la hora de la cosecha, la cizaña contumaz será cizaña y el trigo será trigo. Mientras dura el tiempo no son los cosechadores quienes deben decidir arrancar la cizaña.
2. Jesús quiere que sus discípulos eviten el celo intempestivo, y la condena impetuosa de los malos, porque él quiere que los hombres cambien. Sólo en la última hora se hará la selección: serán enviados al horno encendido y al llanto y crujir de dientes los que obran la iniquidad, y los justos brillarán como el sol. Jesús no separa la misericordia de la justicia.
3. Jesús propuso otra parábola: la del grano de mostaza, que nos sugiere que la vida más que de cosas grandes, está sembrada de cosas y acontecimientos pequeños. Decía Teresita del Niño Jesús que Dios no necesita grandes obras, sino nuestro amor. La grandeza no está en la espectacularidad, sino en la vida misma, con su mosaico de actos pequeños realizados minuto a minuto, (“sufro por minutos” -decía Teresita-), con amor intenso, verdadero y profundo.
Jesús aparece en el evangelio observador y enamorado de lo ordinario y de lo menudo, y se sirve para su predicación, de las flores, de los pájaros, de la siembra de la semilla, del grano de la mostaza, del puñado de levadura que había visto en manos de su Madre, de la pesca, de los amigos, del comerciante en perlas, de los niños y de los lirios del campo.
Creía en la grandeza y en la fecundidad de lo pequeño.
Y así nos dice: “El reino de los cielos se parece a un grano de mostaza, que un hombre sembró en su campo”.
Esa semilla diminuta, llega a ser más alta que las hortalizas, hasta convertirse en un arbusto que llega a medir hasta cuatro metros de altura, donde los pájaros anidan.
4. Y siguiendo con lo pequeño: “El reino de los cielos se parece a un puñado de levadura” que mezclado y perdido en la harina, se convierte en el pan de cada día.
Como la levadura necesita agua para obrar, necesita agua la semilla para germinar y granar.
Esta mañana veía yo la siembra de petunias realizada en mi huerto y me he dado cuenta de que los arriates que habían sido regados, habían germinado, crecido y florecido, y los que no habían sido regados o poco, se han retrasado. Y he pensado en las palabras de la Virgen a Santo Domingo de Guzmán, cuando predicaba intentando convertir a los albigenses: “Domingo, siembras mucho y riegas poco”. Y he reafirmado y renovado mi convicción de que hay que regar más para que la semilla arraigue, germine y florezca.
5. “No hay más Dios que tú, que cuidas de todo para demostrar que no juzgas injustamente” Sabiduría 12,13. En el admirable orden del universo brilla la justicia distributiva de Dios. El, que ha destinado a cada ser una naturaleza y una misión para conseguir el fin último, que es la manifestación de su bondad infinita, de su sabiduría insondable, y de su belleza inmensa, ha otorgado a cada uno las propiedades de su naturaleza, y lo ha situado en su jerarquía, y ha repartido sus dones y sus gracias, ministerios y carismas, con la riqueza que corresponde a su fin, para que todos puedan dar su nota propia en el universo, que construya la armonía y la felicidad. Y todo ello, no porque Dios deba nada a las cosas creadas, sino porque lo debe a su propia justicia que, por ser una perfección, ha de estar en Dios, que es la perfección absoluta, e infinita.
Así lo testifica San Dionisio: “ Se comprueba que la justicia de Dios es verdadera, cuando se ve que da a todos los seres lo que les corresponde según la dignidad de cada uno, y que conserva la naturaleza de cada cosa en su propio sitio y con su propia fuerza”.
6. La Revelación nos dice:
“En sus días se salvará Judá, Israel vivirá en paz, y le darán el título ‘Señor, justicia nuestra’” (Jr 23,6).
“Lo que has hecho con nosotros está justificado, todas tus obras son justas, tus caminos son rectos, tus sentencias son justas” (Dn 3,27).
“Porque el Señor es justo y ama la justicia: los honrados verán su rostro” (Sal 11,7).
“En la siega... se revelará el justo juicio de Dios, que pagará a cada uno según sus obras” (Rm 2,5).
“Mía es la venganza, yo daré lo merecido” (Rm 12,9).
Y pudo decir San Pablo: “Ahora ya me aguarda la merecida corona con la que el Señor, juez justo, me premiará el último día” (2 Tim 4,8).
7. Porque es justo y eterno y además es amor que no quiere que nadie perezca, sino que todos se salven (Tim 2,3), espera pacientemente a que sus criaturas se realicen y lleguen a su madurez, y a que los pecadores se conviertan.
Entre tanto les rodea de oportunidades de salvación, les prodiga abundantemente su palabra, les edifica y les llama por medio de los ejemplos de los buenos, les envía sus gracias y toques por los méritos de la oración de su pueblo consagrado y por los innumerables medios que tiene su poder infinito, desconocidos para nosotros, pobres hombres.
8. “El es grande y hace maravillas” Salmo 85. Las mayores maravillas del Señor las ha obrado y las está obrando en los hombres, en los que, con su gran sabiduría, va realizando siempre y ahora y mañana, la conversión y liberación de sus corazones. Y el establecimiento de su reino de verdad y de vida, de santidad y de gracia, de justicia, de amor y de paz. Porque “es clemente y misericordioso, lento a la cólera, rico en piedad y leal”.
9. Pidámosle que nos mire y que tenga compasión de nosotros. El ha sembrado la buena semilla de su Palabra, que es él. Y se ha sembrado en el surco de la tierra esperando el fruto bueno de toda la creación para entregarla a su Padre. Pero el enemigo sembró la cizaña.
La impaciencia de los buenos, que siempre se creen los mejores y juzgan a los demás como cizaña, quiere precipitar el desenlace. Esa actitud impediría la verdadera selección, porque él ha dado a su pueblo, a sus hijos, la dulce esperanza de que da lugar a que los pecadores se arrepientan.
Tengamos paciencia, tanto si la cizaña brota en nuestro corazón y, aunque luchamos sin cesar, ahí está tozuda la raiz, como, y mucho más, si crece a nuestro lado. Dejemos obrar al tiempo y a la gracia, hasta la hora de la siega.
10. Por lo demás, el Reino pide una gran paciencia. La que se necesita para que el grano de mostaza se convierta en un árbol (Mc 4,31), y que un puñado de levadura fermente toda la masa (Mt 13,13). Y una gran vigilancia, porque la vida del hombre es una contínua milicia.
El que no quiera luchar será vencido. No soñemos con un mundo paradisíaco, que no es de este mundo. En éste debemos llevar la cruz con constancia, huir las ocasiones, orar, mortificar las obras de la carne, y ayudar a nuestros hermanos a luchar y a vencerse.
En el mundo actual se respira un ambiente infectado de cizaña, el permisivismo, que todo lo tolera, el relativismo, que propaga la inmoralidad y justifica la injusticia y difunde una actitud muelle que invita a la ley del menor esfuerzo, de la comodidad y de disfrutar a tope de la vida.
Para ser buena semilla debemos luchar sin desfallecer y ser mártires sobre el asfalto: Escribía San Pablo “Muchos viven como os dije tantas veces, y os lo repito con lágrimas, como enemigos de la cruz de Cristo, cuyo final es la perdición, cuyo Dios es el vientre, y cuya gloria está en sus vergüenzas, que no piensan más que en las cosas de la tierra” (Fil 3,18)
11. “Obrando así enseñaste a tu pueblo que el justo debe ser humano”. Si él tiene paciencia y espera culminar la obra de sus manos con éxito; si tanto nos ha esperado y espera, debemos nosotros acompasar nuestro paso al de Dios y ser tolerantes y respetuosos con el ritmo de los hermanos, esperando que todo saldrá bien el día de la siega.
La incomprensión, el ritmo de los tiempos, la intemperancia e impaciencia, la inhumanidad en el trato con las almas, la exigencia quejumbrosa siempre atenta a ver la paja en el ojo de los demás, no son notas del Reino de Dios, que es paz y serenidad en la vida. Ante todo, humanos.
12. Ahora, consagrado el cuerpo y la sangre de Cristo por el ministerio del sacerdote que obra in persona Cristi, en su propia representación, apresurémonos a comer de ese pan, que Él siembra en nuestro ser personal para que demos mucho fruto. Fruto de vida eterna (Jn 4,36).
Papa Francisco anima a que los sacerdotes sean alegres como Don Bosco
El Papa animó a que los sacerdotes sean alegres y vean con los ojos del hombre y con ojos de Dios, como hizo San Juan Bosco
Al presidir la Santa Misa en la Capilla de la Casa Santa Marta, el Papa Francisco animó a que los sacerdotes sean alegres y vean con los ojos del hombre y con ojos de Dios, como hizo San Juan Bosco.
En el día que la Iglesia recuerda la memoria del fundador de los salesianos, el Papa exhortó a los sacerdotes a seguir el ejemplo de don Bosco y mirar la realidad con el corazón de padre y de maestro.
“Ha mirado con los ojos de hombre, un hombre que es hermano y padre también, y ha dicho: ‘No, esto no puedo ir así’… Y se ha conmovido como hombre y como hombre ha comenzado a pensar caminos para hacer crecer a los jóvenes, para hacer madurar a los jóvenes. Caminos humanos”, explicó el Papa.
Sobre el legado de don Bosco, el Santo Padre señaló que “después, ha tenido la valentía de mirar con ojos de Dios e ir hacia Dios y decir: ‘Hazme ver esto, esto es una injusticia… cómo se puede ir adelante con esto… Tú has creado esta gente para la plenitud y ellos son una verdadera tragedia…’. Y así, mirando la realidad con amor de padre -padre y maestro dice la liturgia de hoy- y mirando a Dios con ojos de mendigo que pide algo de luz, comenzó a ir hacia adelante”.
Además, el Papa recordó que el día de la ordenación de San Juan Bosco, su madre, una mujer humilde, campesina “que no había estudiado en la facultad de teología” le dijo: “hoy comenzarás a sufrir”. Quería ciertamente subrayar esta realidad porque si el hijo no se había dado cuenta que habría sufrimiento, quería decir que algo no iba bien.
Por ello, el Papa subrayó que para que el sacerdote pueda mirar la realidad “con ojos de hombre y con ojos de Dios” significa pasar “mucho tiempo delante al tabernáculo”.
“Mirar así le ha hecho ver el camino, porque él no ha ido con el catecismo y el crucifijo solamente ‘hagan esto…’ los jóvenes le habrían dicho: ‘buenas noches, nos vemos mañana’. No, no: él fue cerca de ellos, con su vivacidad. Les hizo jugar, en grupo, como hermanos… ha ido, ha caminado con ellos, ha sentido con ellos, ha visto con ellos, ha llorado con ellos y los ha llevado hacia adelante, así. El sacerdote que mira humanamente a la gente, que siempre está a la mano”, afirmó.
No empleados o funcionarios
Posteriormente, el Papa insistió en que los sacerdotes no deben ser funcionarios o empleados que reciben, por ejemplo, de las 3pm a las 5.30pm. “Tenemos tantos funcionarios, buenos, que hacen su tarea, como lo deben hacer los funcionarios. Pero el sacerdote no es un funcionario, no puede serlo”, remarcó.
En esta línea, el Santo Padre exhortó a mirar con ojos de hombre para tener “la sabiduría de entender que son tus hijos, tus hermanos. Y después, tener la valentía de ir a luchar allí: el sacerdote es uno que lucha con Dios”, dijo.
Sin embargo, el Papa Francisco advirtió que “siempre existe el riesgo de mirar demasiado lo humano y nada lo divino, o demasiado lo divino y nada lo humano” pero aseguró que “si no arriesgamos en la vida no haremos nada”.
Don Bosco, maestro de alegría
De este modo, el Pontífice agradeció a Dios por “habernos dado” a San Juan Bosco que desde niño inició a trabajar, sabía qué era ganarse el pan de cada día y había entendido qué era la piedad “cuál era la verdadera verdad”.
“¿Y cuál es la señal de que un sacerdote va bien, mirando la realidad con los ojos de hombre y con los ojos de Dios? La alegría. La alegría. Cuando un sacerdote no encuentra la alegría dentro, que se detenga inmediatamente y se pregunte por qué”, dijo el Papa.
Al finalizar, el Papa recordó que “la alegría de don Bosco es conocida: es el maestro de la alegría ¿eh? Porque él hacía alegrarse a los otros y se alegraba él mismo. Y sufría él mismo. Pidamos al Señor, por la intercesión de don Bosco, hoy, la gracia de que nuestros sacerdotes sean alegres: alegres porque tienen el verdadero sentido de mirar las cosas de la pastoral, el pueblo de Dios con ojos de hombre y con ojos de Dios”, concluyó.
La invocación de Dios con el nombre de Padre constituye uno de los fenómenos originarios de la historia de las religiones, de forma que la divinidad es considerada
Todos lo llamamos padre
Características de la paternidad divina
Nuestro Credo comienza con la frase: Creo en Dios, Padre, todopoderoso, que resume la sustancia del mensaje Jesucristo: la llegada del reino de Dios, que él mismo llamó "Su padre" y al que no se enseñó y permitió invocar como nuestro Padre.
La invocación de Dios con el nombre de Padre constituye uno de los fenómenos originarios de la historia de las religiones, de forma que la divinidad es considerada "padre de los dioses y de los hombres". Consideración ésta de la que se hace eco el Catecismo de la Iglesia Católica.
El concepto de padre, presenta a "dios" como origen y principio de unidad del universo. El padre es el origen del que depende la propia existencia (Zeus-Júpiter, el padre de los adioses y hombre). Más profundamente el Antiguo Testamento habla de Dios Padre del Dios de Abraham.... No por genealogía natural sino por elección histórica.
Esta paternidad indica que:
Dios es origen primero y único de todo: es Creador.
Es autoridad trascendente.
Trasciende la distinción humana de los sexos. No es hombre ni es mujer, es Dios. En Él no hay lugar para la diferencia de los sexos. Nadie es Padre como lo es Dios, trasciende la paternidad maternidad humana.
La paternidad de Dios se concibe como la acción salvadora realizada en la historia y que da origen al pueblo, como su pueblo.
La idea de la elección presupone que Dios en el señor de todo, el padre que lo creó todo y que por eso es el fundamento y dueño de todo.
Hay una semilla de lo que será el Padre de Jesucristo: Si mi Padre y mi Madre me abandonaran, Yavhé me recogerá.
El Nuevo Testamento es la culminación de la antigua al designar a Dios como Padre en palabras del mismo Jesús.
Es Padre en sentido nuevo: no sólo en cuanto Creador, es eternamente Padre en relación a su Hijo único, que recíprocamente solo es Hijo en relación a su Padre.
Lo llama así porque alude al núcleo de la anuncio de Cristo y de toda su conducta: el mensaje de la llegada del reino de Dios, que tiene su origen en Dios y que es pura gracia y misericordia. En la parábola del hijo pródigo la salvación está en el retorno al padre.
Es Jesús que nos revela a Dios como padre en relación a él como hijo y al espíritu. Nos descubre la Trinidad divina. Y es Jesús el que nos faculta a llamarle también padre.
El trato de Jesús es realmente familiar, "Abba" de intimidad personal. Escandaloso en boca de los judíos.
El padre es el origen y el fin de la obra redentora de Cristo. Es el origen el contenido de la revelación y el hijo es el revelador del padre porque él ve al padre.
Con el término padre, en continuidad con Antiguo Testamento, designa a Dios como un ser personal que actúa y habla libremente en la historia y entró en la alianza con los hombres: tiene un rostro personal concreto, tiene un nombre y puede ser llamado por su nombre. Por eso todos, los cercanos y los lejanos le llamamos Padre, pues somos hechura de sus manos y objeto de su Providencia y a todos por igual nos acoge en su regazo con la ternura de un padre para con sus hijos.
Conclusión
Designar a Dios con el nombre de "Padre", indica principalmente dos aspectos: que Dios es origen primero de todo y autoridad transcendente y que es al mismo tiempo bondad y solicitud amorosa para todos sus hijos. Esta ternura paternal de Dios puede ser expresad