La Cátedra del Apóstol San Pedro

La Cátedra del Apóstol San Pedro

Fiesta Litúrgica, 22 de febrero

Fiesta

Martirologio Romano: Fiesta de la cátedra de san Pedro, apóstol, al que el Señor dijo: Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia. En el día en que los romanos acostumbraban a recordar a sus difuntos, se celebra la sede de aquel apóstol, cuyo sepulcro de conserva en el campo Vaticano y ha sido llamado a presidir en la caridad a toda la Iglesia.

Hoy se celebra la festividad de la Cátedra de San Pedro, una ocasión solemne que se remonta al cuarto siglo y con la que se rinde homenaje y se celebra el primado y la autoridad de San Pedro.

La palabra "cátedra" significa asiento o trono y es la raíz de la palabra catedral, la iglesia donde un obispo tiene el trono desde el que predica. Sinónimo de cátedra es también "sede" (asiento o sitial): la "sede" es el lugar desde donde un obispo gobierna su diócesis. Por ejemplo, la Santa Sede es la sede del obispo de Roma, el Papa.

Hace no muchos años, antes de rezar el Ángelus en este día, el Papa Juan Pablo II recordó que "la festividad litúrgica de la Cátedra de San Pedro subraya el singular ministerio que el Señor confió al jefe de los apóstoles, de confirmar y guiar a la Iglesia en la unidad de la fe. En esto consiste el ´ministerium petrinum´, ese servicio peculiar que el obispo de Roma está llamado a rendir a todo el pueblo cristiano. Misión indispensable, que no se basa en prerrogativas humanas, sino en Cristo mismo como piedra angular de la comunidad eclesial". "Recemos -dijo- para que la Iglesia, en la variedad de culturas, lenguas y tradiciones, sea unánime en creer y profesar las verdades de fe y de moral transmitidas por los apóstoles".

La cátedra es en realidad el trono que Carlos el Calvo regaló al papa Juan VIII y en el que fue coronado emperador el día de Navidad del año 875. Carlos el Calvo era nieto de Carlomagno. Durante muchos años la silla fue utilizada por el papa y sus sucesores durante las ceremonias litúrgicas, hasta que fue incorporada al Altar de la Cátedra de Bernini en 1666.

Tradiciones, leyendas y creencias afirmaron durante muchos años que la silla era doble y que algunas partes se remontaban a los primeros días de la era cristiana e incluso que la utilizó San Pedro en persona. La silla ha sido objeto de numerosos estudios a lo largo de los siglos y la última vez que fue extraída del nicho que ocupa en el altar de Bernini fue durante un período de seis años, entre 1968 y 1974. Los análisis efectuados en aquella ocasión apuntaban a que se trataba de una sola silla cuyas partes mas antiguas eran del siglo VI. Lo que se había tomado por una segunda silla era en realidad una cubierta que servía tanto para proteger el trono como para llevarlo en procesión.

Todos los años en esta fecha, el altar monumental que acoge la Cátedra de San Pedro permanece iluminado todo el día con docenas de velas y se celebran numerosas misas desde la mañana hasta el atardecer, concluyendo con la misa del Capítulo de San Pedro.

¿Qué significa Cristo en tu vida?

Santo Evangelio según San Mateo 16, 13-19. La Cátedra de san Pedro, apóstol

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Jesús, quiero crecer en amistad contigo. Dame la luz de tu Santo Espíritu para saber qué responderte y tener la fuerza para hacer lo que me pides.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Mateo 16, 13-19

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

Cuando tenemos mucha confianza con nuestros amigos, sabemos bastante bien sus gustos, su historia; quizás somos de las pocas personas a las cuáles ellos han confiado alguno de sus secretos más profundos, pero a pesar de todo esto, siempre hay alguna sorpresa, hay algo que no terminamos de conocer de ellos. Lo mismo ocurre en el trato con Jesús.

Entremos en el Evangelio. Jesús te está preguntando a ti, directamente, ¿tú quién dices que soy yo? En lo profundo sabes, por la tensión de la pregunta, que no puedes dar una respuesta prefabricada de lo que dicen los otros como «eres mi mejor amigo», «eres mi salvador», «eres...» Si alguna de estas respuestas viene del corazón, adelante, pero una pregunta personal requiere una respuesta personal. ¿Qué significo yo en tu vida?, te pregunta el Señor.

Pedro con su impetuosidad y arrojo fue el primero y quizás el único en responder ¡Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo! Su respuesta va en lo más profundo porque revela la misión y el ser de Jesús; pero hoy Jesús quiere tu respuesta y de ella Cristo te entrega también una misión. La misión de Pedro fue ser roca firme para edificar la Iglesia del mismo Jesús. Tu misión, si no te ha sido dada, se te dará. La invitación de hoy es profundizar más en tu amistad con Cristo para conocerle mejor, amarle y dar tu vida por la misión que Él te encomienda. Dios no quita nada y lo da todo. ¡Atrévete a dar el paso!

«Pedro, tomando la palabra en Cesarea de Filipo, le otorga a Jesús el título más grande con el que podía llamarlo: “Tú eres el Mesías”, es decir, el Ungido de Dios. Me gusta saber que fue el Padre quien inspiró esta respuesta a Pedro, que veía cómo Jesús ungía a su Pueblo. Jesús, el Ungido, que de poblado en poblado, camina con el único deseo de salvar y levantar lo que se consideraba perdido: “unge” al muerto, unge al enfermo, unge las heridas, unge al penitente, unge la esperanza. En esa unción, cada pecador, perdedor, enfermo, pagano —allí donde se encontraba— pudo sentirse miembro amado de la familia de Dios. Con sus gestos, Jesús les decía de modo personal: tú me perteneces. Como Pedro, también nosotros podemos confesar con nuestros labios y con nuestro corazón no solo lo que hemos oído, sino también la realidad tangible de nuestras vidas: hemos sido resucitados, curados, reformados, esperanzados por la unción del Santo. Todo yugo de esclavitud es destruido a causa de su unción. No nos es lícito perder la alegría y la memoria de sabernos rescatados, esa alegría que nos lleva a confesar “tú eres el Hijo de Dios vivo”.»

(Homilía de S.S. Francisco, 29 de junio de 2018).

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Hoy seré mejor cristiano y amigo de Jesús con mi testimonio de alegría y preocupación por los demás.

Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.
¡Cristo, Rey nuestro! ¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Conociendo a Jesús

Las enseñanzas de Jesús acerca de su identidad y lo que decía de si mismo...

Si has aceptado a Cristo en tu vida, ahora tienes una relación con Él. ¡Esto es un gran comienzo! Para hacer que esta relación crezca, necesitas conocerle mejor.

El mejor modo de aprender sobre Jesús, es leyendo en los Evangelios sus propias afirmaciones acerca de su identidad. Los Evangelios son los primeros cuatro libros del Nuevo Testamento y hablan de las “buenas nuevas” (que es lo que significa la palabra Evangelio) de Jesucristo. Fueron escritos en el primer siglo D.C. (Después de Cristo) y están basados en relatos de testigos oculares de la vida de Jesús.

Jesús nació entre el año 4 y 5 A.C. (Antes de Cristo) (Nuestro calendario está un poco atrasado). La nación de Israel había estado invadida por extranjeros casi todo el tiempo desde el siglo 7 A.C. y los judíos luchaban por mantener una identidad como nación. Todo Israelita fiel abrazaba la esperanza de que algún día el Mesías llegaría y proveería salvación para la nación, destronando la ley romana. Mesías es una palabra hebrea que significa “el ungido”, y “Cristo” es un titulo y no el apellido de Jesús.

La mayor parte de los relatos de los Evangelios está dedicada a los tres años que pasó Jesús haciendo ministerio alrededor del Mar de Galilea en el norte de Israel. Nos cuentan la vida y las enseñanzas de una persona única. Jesús, como indican los Evangelios, demostró sus poderes divinos sanando enfermos, ciegos y leprosos; levantando a los muertos, caminando sobre el agua, calmando las aguas furiosas del mar en una tormenta, etc. Las enseñanzas de Jesús carecían del exigente legalismo e intolerancia que caracterizaban al Judaísmo contemporáneo. Jesús llegó a ser tremendamente popular entre la muchedumbre en Galilea.

En todos lados a donde iba, Jesús seguía conduciendo a la gente hacia sí mismo. La muchedumbre buscaba a un libertador político. Los religiosos buscaban el reconocimiento de su posición de “poderosos y piadosos”. Jesús no vino a complacer a ninguno de estos dos grupos.

Examinemos cuatro acontecimientos en el Evangelio de Juan para determinar lo que Jesús decía acerca de sí mismo.

Juan 5: Jesús dice que Dios es Su padre

En el Evangelio de Juan, capitulo 5, Jesús era acosado por los líderes religiosos judíos por sanar a un inválido el día de reposo. Estos consideraban una violación a la ley de Dios cualquier consumo de energía o esfuerzo en ese día que era solo de reposo. Por siglos ellos habían “codificado” lo que estaba permitido y lo que no. Y lo que hizo Jesús ponía en evidencia que no eran más que estrictas reglas de hombres.

Jesús defendió el hecho de sanar a alguien en día de reposo, explicando que Dios, siendo el creador y sustentador del universo, nunca descansa. Y en la historia de la humanidad, Dios siempre está haciendo el bien. Así que Dios no se detiene… “Mi Padre aun hoy está trabajando, y yo también trabajo. Entonces los líderes judíos redoblaban sus esfuerzos para matarlo, pues no sólo quebrantaba el sábado sino que incluso llamaba a Dios su propio Padre, con lo que él mismo se hacía igual a Dios.” (Juan 5:17,18)

Los judíos tomaron las afirmaciones de la divinidad de Jesús como una blasfemia enfermiza. Durante siglos de invasiones de naciones extranjeras, muchos judíos habían soportado sufrimientos terribles por permanecer fieles y adorar a Jehová, el único Dios verdadero. ¿Cómo es que Jesús, un buen judío, llegó a pensar y decir que era igual a Dios?

Juan 8: Jesús dice que Él siempre ha existido

Tres capítulos más adelante en el Evangelio de Juan, Jesús está hablando otra vez con los líderes judíos. Jesús estaba en Jerusalén para la Fiesta de los Tabernáculos, una celebración que conmemoraba la guía de Dios a Moisés y al pueblo de Israel durante su viaje desde Egipto hasta la tierra prometida.

En esta ocasión Jesús hizo muchas aseveraciones. Él dijo ser la luz del mundo, dijo que podía liberar a los hombres de sus pecados y que todo aquel que en Él creyera no moriría. Los líderes judíos estaban nuevamente indignados con las afirmaciones “ridículas” de Jesús, pero aparentemente decidieron tomarlo a loco, esperando poner en evidencia sus inconsistencias. Ni siquiera Abraham, venerado fundador del judaísmo, dijo ser inmortal, así que ¿Cómo se le ocurría a Jesús asegurar esto? Jesús respondió: “Su padre Abraham, se regocijó al pensar que vería mi día; y lo vio y se alegró.
Ni a los cincuenta años llegas —le dijeron los judíos—, ¿y has visto a Abraham? Ciertamente les aseguro que, antes de que Abraham naciera, ¡yo soy! Entonces los judíos tomaron piedras para arrojárselas…’ ’ (Juan 8: 56-59)

Las declaraciones de Jesús causaron más alboroto por el uso de las palabras “Yo Soy”. En el antiguo testamento Moisés vio una zarza ardiendo mientras cuidaba las ovejas en el desierto. Cuando Moisés se acercó a la zarza, Dios le habló de repente y le dijo que regresara a Egipto y liberara a los Israelitas de la esclavitud. Dios le aseguró a Moisés que estaría con el.

Moisés le preguntó a Dios, quién debería decir que lo envió. “Yo soy el que soy —respondió Dios a Moisés—. Y esto es lo que tienes que decirles a los israelitas: "Yo soy me ha enviado a ustedes”. (Éxodo 3:14)

“Yo Soy” no era un simple alias de Dios, sino un calificativo que demostraba la completa habilidad de Dios para liberar a los israelitas de la esclavitud. Jesús se atribuyó este mismo nombre y poder.

Juan 10: Jesús dice que es igual a Dios

Esta tercera afirmación se encuentra registrada en el capitulo 10 del Evangelio de Juan. Ocurre en la fiesta de la Dedicación o Hanukkah. Jesús está de nuevo en Jerusalén y los líderes religiosos junto con la muchedumbre están pensando si acaso esta vez Jesús se anunciará como el Mesías, ya que según la tradición, el Mesías se revelaría en una fiesta como esta.

Los líderes judíos se acercaron a Jesús y le preguntaron si el era el Mesías. Talvez era por pura curiosidad, pero es más probable que intentaran tenderle una trampa a Jesús, forzándolo a decir algo que les garantizara poder encerrarlo y ejecutarlo. Pero en lugar de darles una respuesta directa, Jesús les respondió diciendo que ya les había dicho quien era, pero que ellos no lo habían creído.

‘Mis ovejas oyen mi voz; yo las conozco y ellas me siguen... Mi Padre me las ha dado… El Padre y yo somos uno.
Una vez más los judíos tomaron piedras para arrojárselas, pero Jesús les dijo:
—Yo les he mostrado muchas obras irreprochables que proceden del Padre. ¿Por cuál de ellas me quieren apedrear?
—No te apedreamos por ninguna de ellas sino por blasfemia; porque tú, siendo hombre, te haces pasar por Dios.’ (Juan 10: 27 33)

Juan 11: Jesús dice que Él puede dar la vida eterna

Lázaro, un amigo cercano de Jesús, se enfermó. Este vivía en Betania, a menos de dos millas del este de Jerusalén. Jesús estaba muy lejos de ahí predicando en las orillas del río Jordán. Después de escuchar que Lázaro estaba enfermo, Jesús esperó dos días más para ir a verlo. Cuando Jesús llegó a Betania, Lázaro ya había muerto y lo habían sepultado. Martha, la hermana de Lázaro, salió a encontrarse con Jesús y le dijo que su hermano seguiría vivo si él hubiera llegado antes. Después sigue la conversación de ellos:

Jesús le dijo: —Tu hermano resucitará.
—Yo sé que resucitará en la resurrección, en el día final —respondió Marta.
Entonces Jesús le dijo:
—Yo soy la resurrección y la vida. El que cree en mí vivirá, aunque muera; y todo el que vive y cree en mí no morirá jamás. ¿Crees esto?
—Sí, Señor; yo creo que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, el que había de venir al mundo. (Juan 11:23-27)

Jesús se acercó a la tumba en donde habían sepultado a Lázaro, y ordenó que movieran la piedra que la cerraba. Orando en voz alta, le agradeció a su Padre por escucharlo. “Ya sabía yo que siempre me escuchas, pero lo dije por la gente que está aquí presente, para que crean que tú me enviaste”. (Juan 11:42) Terminando la oración, Jesús le ordenó a Lázaro que saliera de la tumba, y el muerto salió, atadas las manos y los pies con vendas.

Lo que significan las aseveraciones de la deidad de Jesús

Jesús hizo aseveraciones acerca de si mismo que parecían exageradas para muchos: se decía igual a Dios, decía haber existido siempre y que era la fuente de vida eterna. Esto no lo diría cualquiera (por lo menos alguien en su juicio). Jesús incluso dijo tener autoridad sobre todas las cosas en la tierra y que volvería algún día para juzgarla; dijo que él podía perdonar los pecados y que era el único camino que lleva a Dios. Dijo que podía dar vida y saciar la gran “hambre” de los hombres. Se llamaba a sí mismo el Hijo del Hombre, que era un término profético del Antiguo Testamento para referirse al Mesías. Permitió que lo alabaran, a pesar de que sabía que los judíos únicamente debían alabar a Dios.

Durante su angustioso camino a la cruz, los líderes judíos le dijeron al gobernador romano Pilato: “Nosotros tenemos una ley, y según esa ley debe morir, porque se ha hecho pasar por Hijo de Dios” (Juan 19:7). Jesús de Nazaret fue sentenciado a muerte no por lo que hizo, sino por lo que dijo, por lo que aseguraba ser.

C.S. Lewis, un profesor de literatura de la Universidad de Cambridge, quien se convirtiera del escepticismo al cristianismo, mencionó: “yo trato de evitar que se diga lo más tonto que se puede decir de El: ‘puedo aceptar que Jesús es un gran maestro de moral, pero no acepto que sea Dios’. Esto es algo que no debemos ni podemos decir. Un hombre que fuera meramente humano y dijera cosas como las que Jesús dijo, no podría ser un maestro de moral. O bien, es un lunático (del tamaño de uno que diga que es un huevo cocido) o algo mucho peor, como Satanás. Así que tenemos dos opciones y debemos elegir una: o realmente era y es el Hijo de Dios o era un completo loco o algo peor”.(1)

La vida y las enseñanzas de Jesús son únicas

De todos los fundadores de las diferentes religiones del mundo, Jesús fue el único que decía ser Dios. Abraham, Mahoma, Confucio, Buda, ninguno de ellos dijo ser Dios. Buda por ejemplo, les dijo a sus discípulos cerca del final de su vida, que no se preocuparan por recordarlo, pero que recordaran sus enseñanzas sobre el “camino a la iluminación”.

Cada uno de los fundadores de las religiones del mundo, puede ser separado de su propia religión y enseñanzas sin afectar el mensaje principal y perder el sentido de esa religión. En cambio el cristianismo está fundamentado sobre Cristo, lo que dijo de si mismo, y lo que hizo. Sus enseñanzas son casi vergonzosamente centradas en él mismo. ¿Que más se puede decir del que declaró: ‘Yo soy el camino, la verdad y la vida. Nadie llega al Padre sino por mi’ (Juan 14:6)? Entonces, si lo que Jesús dijo es verdad, sus aseveraciones están llenas de esperanza. Realmente podemos conocer a Dios porque Él es Dios.

Completamente Dios y completamente hombre

Jesucristo no solo es completamente Dios, sino también completamente hombre. Él sufrió hambre y sed, soledad, el dolor de la traición y del rechazo. Sufrió la humillación de ser colgado semidesnudo en la cruz. Él tuvo tentaciones. Comió comida real y lloró lágrimas reales en la muerte de su amigo. Perdió sangre real durante su crucifixión. Incluso su resurrección fue física. Jesús fue completamente un hombre.

¿Qué significa para nosotros que Jesús sea completamente Dios y completamente hombre?

1.Como Jesús es Dios, es digno de nuestra alabanza. Tenemos que tratarle como Dios, con reverencia y respeto. Jesús no es solo nuestro amigo, también es nuestro Señor.

El señorío de Jesús significa que debemos darle el control de cada área de nuestra vida, no solo nuestra alabanza y nuestra devoción, sino también nuestra carrera, nuestra familia, nuestras finanzas y nuestras actitudes. Seguir a Jesús debería repercutir en nuestras relaciones con otros y en lo que vemos en la televisión. Darle a Jesús el control de estas áreas, no es lo que nos lleva al cielo; mas bien, es un resultado de nuestra relación eterna con Él. Él es tu Señor todopoderoso, ámalo, alábalo.

2. Como Jesús es Dios, puede manejar todos nuestros problemas. No hay nada de lo que enfrentemos, que Dios no pueda sobrellevar. Jesús es el gran YO SOY quien lo puede todo. Jesús aseguró que puede hacer que todas las cosas sirvan para nuestro bien. (Romanos 8:28); de hecho, Jesús puede hacer muchísimo más de lo que podamos pedir o imaginar (Efesios 3:20). Conforme conozcas mejor a Jesús, espero que entiendas que Él tiene el poder para hacer en tu vida lo que promete.

3. Como Jesús es Dios, Él puede reconciliarnos con Dios.Jesús es más que un amigo. Él es nuestro Salvador.

4. Como Jesús fue completamente hombre, Él es capaz de identificarse con todas nuestras necesidades y problemas. No hay nada de lo que nos pasa, que Él no pueda entender: Por haber sufrido él mismo la tentación, puede socorrer a los que son tentados (Hebreos 2:18). Por haber estado entre nosotros, Jesús entiende perfectamente todo lo que sentimos.

5. La identidad de Jesús como un hombre completo, legitima nuestra humanidad. No nos volvemos más cristianos si nos hacemos menos humanos. Dios nos creó a su imagen y quiere que disfrutemos de la vida. Él nos dió habilidades y dones que quiere que desarrollemos. Esto no significa que seguir a Jesús te va a hacer más saludable o rico (aunque te hará mas sabio).

Habrá sacrificios personales. Podrías tener que dejar la comodidad de: un viejo estilo de vida, hábitos arraigados, una carrera, éxito financiero, incluso tu propia vida. Pero aceptar las enseñanzas de Cristo en tu vida, aprender de Él, depender de Él, ¡es lo que hace de esta vida, una vida mejor!

El buen uso de mi tiempo

Es urgente descubrir que sólo vale la pena el tiempo cuando se vive desde el amor y hacia el amor.

No es fácil determinar si vivimos con más tiempo o con menos tiempo que en épocas pasadas.

Es cierto que la velocidad de la rotación de nuestro planeta se ha conservado casi inalterada (o con variaciones insignificantes) durante milenios. El hombre de hace 25 siglos podía contar, igual que nosotros, con 24 horas cada día.

Pero aquel hombre, ¿tenía más tiempo o menos tiempo que nosotros? La abundancia o la carencia de tiempo depende de diversos factores, que han cambiado mucho durante siglos.

El primer factor consiste en la satisfacción de las necesidades básicas. Si uno tiene que matarse, literalmente, durante horas para conseguir un poco de comida y el dinero necesario para lo indispensable (o para pagar deudas asfixiantes), sentirá que le falta tiempo para muchas otras cosas. Si otro, en cambio, sabe que ni hoy ni mañana ni en el futuro inmediato carecerá de lo básico, tendrá a su disposición más tiempo para otras actividades.

El segundo factor surge desde la cantidad de deseos que hay en cada corazón. Quien busca lo mínimo en la vida, quien no desea progresar, quien prefiere “alargar la noche” durante horas y horas en la cama, quien se queda absorbido ante las imágenes de una pantalla (o ante los espectáculos del antiguo teatro griego), tendrá, seguramente, pocos deseos y su única preocupación consistirá en cómo “matar” el tiempo que siente a veces lento o monótono.

En cambio, quien quiere ver a sus familiares más o menos lejanos, quien busca continuas mejoras en la casa, quien estudia una y otra vez para ascender en el puesto de trabajo, quien desea con ansiedad leer más y más informaciones, notará cómo el día se le escapa de las manos, cómo las horas no bastan para satisfacer todos sus deseos.

El tercer factor nace del ambiente en el que vivimos, de las personas que nos rodean, de las leyes que facilitan o hacen difícil la vida diaria. Si a nuestro alrededor hay personas que nos piden continuamente ayuda, que nos exigen respuestas más o menos rápidas, que nos aturden con llamadas (o, en el pasado, con visitas), las horas del día serán insuficientes para atender adecuadamente cada asunto. En cambio, hay personas que viven en un aislamiento más o menos práctico, sin problemas con la burocracia y sin molestias de familiares o amigos inoportunos: para ellas el tiempo puede llegar a pasar lentamente, en días y días sin interrupciones que impidan realizar los propios planes.

Se podrían añadir más factores. Lo importante es individuar, en la propia vida, cuál es la situación en la que me encuentro, qué exigencias merecen mis mejores esfuerzos, qué deseos valen la pena. Al mismo tiempo, no hay que tener miedo a reconocer que muchas ansiedades y actos concretos me llevan a invertir el tiempo que tengo a disposición en cosas insignificantes o incluso nocivas, porque me apartan de obligaciones serias y porque me encierran en un mundo pequeño y reducido que me deja poco tiempo para lo que sí es importante.

Cada día inicia con su ritmo terrestre y con los mil cruces de caminos entre mis necesidades, mis deseos, y los encuentros con quienes viven a mi lado. Es importante poner orden en mis prioridades, para que lo importante recibe lo mejor de mi tiempo, y para que lo secundario sea siempre eso: secundario.

Si vamos más a fondo, a la luz de verdades perennes y del horizonte de lo eterno, podremos reconocer que lo mejor de mi tiempo merece ser invertido en aquello que me prepara al encuentro con Dios (para siempre) en el cielo, y en el amor sincero y constante hacia los familiares, los amigos, los conocidos y los necesitados.

En otras palabras, es urgente descubrir que sólo vale la pena el tiempo cuando se vive desde el amor y hacia el amor. Empezamos a existir, en un día concreto del tiempo terreno, desde el amor que Dios nos tenía y que reflejaron nuestros padres. Seguimos en la vida porque nos aman y porque amamos.
Por eso, lo mejor que podemos hacer, al descubrir que somos amados, es amar. Entonces llegaremos a un buen empleo de nuestro tiempo (abundante o escaso) y empezaremos a descubrir lo hermosa que es la vida si se “gasta” a la luz de la clave maravillosa del amor sin medida, que nos lleva suavemente desde el tiempo hacia lo eterno.

MAREK LISINSKI SE ENCONTRÓ CON FRANCISCO AL TÉRMINO DE LA AUDIENCIA
El Papa besó las manos de un superviviente de abusos

La víctima polaca ha fundado una organización para luchar contra la pederastia clerical

Jesús Bastante, 22 de febrero de 2019 a las 09:29

Marek Lisinski se encontró con Francisco al término de la Audiencia

"La reunión con el Papa fue una sorpresa agradable", recalcó Lisinski. "Estaba lleno de emoción, aunque esto no resuelve los problemas que tenemos aquí, que es la lucha por la tolerancia cero contra la pederastia en la Iglesia"

(J. B./Agencias).- Marek Lisinski tenía trece años cuando fue abusado por primera vez por un sacerdote católico. "Este trauma estará conmigo hasta el final", explica, emocionado. No es para menos. Este miércoles, al término de la Audiencia General, el Papa Francisco se acercó a él, escuchó su historia y besó sus manos.

La imagen se hizo viral, y supuso un reconocimiento a la labor de estos supervivientes. Lisinski, miembro de la ONG polaca 'Have No Fear' y uno de los responsables de ECA Global, canalizó su horror para poder ayudar a otras víctimas del abuso sexual del clero.

"La reunión con el Papa fue una sorpresa agradable", recalcó Lisinski. "Estaba lleno de emoción, aunque esto no resuelve los problemas que tenemos aquí, que es la lucha por la tolerancia cero contra la pederastia en la Iglesia".

Este es el momento en que el Papa se dirige a Lisinski: 

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