Cómo será difícil para los que poseen riquezas entrar en el Reino de Dios
- 04 Marzo 2019
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Casimiro de Polonia, Santo
Memoria Litúrgica, 4 de marzo
Príncipe
Martirologio Romano: San Casimiro, hijo del rey de Polonia, que, siendo príncipe, destacó por el celo en la fe, por la castidad y la penitencia, la benignidad hacia los pobres y la devota veneración a la Eucaristía y a la bienaventurada Virgen María, y aún joven, consumido por la tuberculosis, descansó piadosamente en la ciudad de Grodno, cerca de Vilna, en Lituania († 1484).
Etimológicamente: Casimiro = Aquel que invoca, enseña, promueve la paz, es de origen polaco
Fecha de canonización: El rey Segismundo presentó ante el Papa León X la solicitud para la canonización de Casimiro luego de haberse registrado muchos milagros por su intercesión. En 1521 dicho Papa declaró a Casimiro patrón de Polonia y Lituania, pero fue oficialmente beatificado en 1602 por el Papa Clemente VIII y por fin en 1621 su fiesta fue extendida a la Iglesia Universal.
Patrono: de Polonia, de Lituania (proclamado por el Papa Urbano VIII en 1636), de la Diócesis de Grodno (Bielorrusia), de los reyes, de los principes, de los laicos solteros, protector contra la peste.
Breve Biografía
Casimiro nació en 1458 en Cracovia. Era el tercero de los trece hijos de Casimiro, rey de Polonia. Muchos santos han salido de familias muy numerosas, y de esta clase de familias llegan a la Iglesia Católica excelentes vocaciones.
Su madre Isabel, hija del emperador de Austria, era una fervorosa católica y se esmeró con toda el alma porque sus hijos fueran también entusiastas practicantes de la religión. Ella en una carta a una amiga hace una formidable lista de las cualidades que debe tener una buena madre, y seguramente que esas cualidades fueron las que practicó con sus propios hijos.
Y además de la educación que le dieron sus padres, Casimiro tuvo la gran suerte de que el rey le consiguió dos maestros que eran buenísimos educadores. El Padre Juan y el profesor Calímaco. El Padre Juan era Polaco y dejó fama de ser muy sabio y muy santo, pero su mayor honor le viene de haber sido el que encaminó a San Casimiro hacia una altísima santidad. El Profesor Calímaco era un gran sabio que había sido secretario del Papa Pío II, y después estuvo 30 años en la corte del rey de Polonia ayudándole en la instrucción de los jóvenes. Calímaco dijo: "Casimiro es un adolescente santo", y el Padre Juan escribió también: "Casimiro es un joven excepcional en cuanto a virtud".
Claro está que no basta con recibir una buena educación de parte de los papás y tener buenos profesores, sino que es necesario que el joven ponga de su parte todo el empeño posible por ser bueno. Pues de los otros doce hermanos de Casimiro, que tuvieron los mismos profesores, ninguno llegó a la santidad, y algunos hasta dieron malos ejemplos. En cambio nuestro santo llegó a unas alturas de virtud que admiraron a los que lo conocieron y lo trataron.
Dicen los biógrafos de San Casimiro que su más grande anhelo y su más fuerte deseo era siempre agradar a Dios. Para eso trataba de dominar su cuerpo, antes de que las pasiones sensuales mancharan su alma. Siendo hijo del rey, sin embargo vestía muy sencillamente, sin ningún lujo. Se mortificaba en el comer, en el beber, en el mirar y en el dormir. Muchas veces dormía sobre el puro suelo y se esforzaba por no tomar licor. Y esto en un palacio real donde las gentes eran bastante inclinadas a una vida fácil y de muchas comodidades y comilonas.
Para Casimiro el centro de su devoción era la Pasión y Muerte de Jesucristo. En aquellos tiempos los maestros espirituales insistían frecuentemente en que para ser fervoroso y crecer en el amor a Dios aprovecha muchísimo el meditar en la Pasión de Jesucristo. Nuestro santo pasaba mucho tiempo meditando en la Agonía de Jesús en el Huerto y en los azotes que padeció, como también en la coronación de espinas y las bofetadas que le dieron a Nuestro Señor. Ratos y ratos se estaba pensando en la subida de Jesús al Calvario y en las cinco heridas del crucificado, y meditando en el amor que llevó a Jesús a sacrificarse por nosotros. Le gustaban los cristos muy sangrantes, y ante un crucifijo se quedaba tiempos y tiempos meditando, suplicando y dando gracias.
Otra gran devoción de Casimiro era la de Jesús Sacramentado. Como durante el día estaba sumamente ocupado ayudando a su padre a gobernar el Reino de Polonia y de Lituania, aprovechaba el descanso y el silencio de las noches para ir a los templos y pasar horas y horas adorando a Jesús en la Santa Hostia.
Sus preferidos eran los pobres. La gente se admiraba de que siendo hijo de un rey, nunca ni en sus palabras ni en su trato se mostraba orgulloso o despreciador con ninguno, ni siquiera con los más miserables y antipáticos. Un biógrafo (enviado por el Papa León X a recoger datos acerca de él) afirma que la caridad de Casimiro era casi increíble, un verdadero don del Espíritu Santo. Que el amor tan grande que le tenía a Dios, lo llevaba a amar inmensamente al prójimo, y que nada le era tan agradable y apetecible como la entrega de todos sus bienes en favor de los más necesitados, y no sólo de sus bienes materiales, sino de su tiempo, sus energías, de su influencia respecto a su padre y de su inteligencia. Que prefería siempre a los más afligidos, a los más pobres, a los extranjeros que no tenían a nadie que los socorriera, y a los enfermos. Que defendía a los miserables y por eso el pueblo lo llamaba "el defensor de los pobres".
Su padre quiso casarlo con la hija del Emperador Federico, pero Casimiro dijo que le había prometido a la Virgen Santísima conservarse en perpetua castidad. Y renunció a tan honroso matrimonio.
Los secretarios y otras personas que vivieron con Casimiro durante varios años estuvieron todos de acuerdo en afirmar que lo más probable es que este santo joven no cometió ni un solo pecado grave en toda su vida. Y esto es tanto más admirable en cuanto que vivía en un ambiente de palacio de gobierno donde generalmente hay mucha relajación de costumbres. La gente se admiraba al ver que un joven de veinte años observaba una conducta tan equilibrada y seria como si ya tuviera sesenta.
A su padre el rey le advertía con todo respeto pero con mucha valentía, las fallas que encontraba en el gobierno, especialmente cuando se cometían injusticias contra los pobres. Y el papa atendía con rapidez a sus peticiones y trataba de poner remedio.
Casimiro llegó lo mismo que San Luis Gonzaga, San Gabriel de la Dolorosa, San Estanislao de Koska, San Juan Berchmans, y Santa Teresita de Jesús, a una gran santidad, en muy pocos años.
Se enfermó de tuberculosis, y el 4 de marzo de 1484, a la corta edad de 26 años, murió santamente dejando en todos los más edificantes recuerdos de bondad y de pureza. Lo sepultaron en Vilma, capital de Lituania.
A los 120 años de enterrado abrieron su sepulcro y encontraron su cuerpo incorrupto, como si estuviera recién enterrado. Ni siquiera sus vestidos se habían dañado, y eso que el sitio donde lo habían sepultado era muy húmedo.
Sobre su pecho encontraron una poesía a la Sma. Virgen, que él había recitado frecuentemente y que mandó que la colocaran sobre su cadáver cuando lo fueran a enterrar. Esa poesía que él había propagado mucho empieza así:
Cada día alma mía, di a María su alabanza. En sus fiestas la honrarás y su culto extenderás, etc., etc.
Hasta después de muerto quería que en su sepulcro se honrara a la Virgen María a quien le tuvo inmensa devoción durante toda su vida.
San Casimiro trabajó incansablemente por extender la religión católica en Polonia y Lituania, y estas dos naciones han conservado admirablemente su fe católica, y aún en este tiempo cuando las gentes ven que está en peligro su religión, invocan al santo joven que fue tan entusiasta por nuestra religión. Y él demuestra con verdaderos prodigios lo mucho que intercede ante Dios en favor de los que lo invocan con fe.
Oración
Dios todopoderoso, sabemos que servirte es reinar;
por eso te pedimos nos concedas,
por intercesión de san Casimiro,
vivir sometidos a tu voluntad en santidad y justicia.
Por nuestro Señor Jesucristo.
Amén.
Jesús se le quedó mirando con cariño
Santo Evangelio según San Marcos 10, 17-27. Lunes VIII del tiempo ordinario
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Señor, gracias porque puedo estar contigo un rato. Concédeme darme cuenta de tu mirada llena de amor por mí. María, que sabías que Dios te miraba siempre con amor, acompáñame en este momento de intimidad con el Señor.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Marcos 10, 17-27.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
A veces nos damos cuenta cuando alguien nos mira con amor. ¿Recuerdas alguna de esas miradas? Hay algo en ellas que da alegría, seguridad y aliento. Pero para que una mirada nos toque, tenemos que conocer que somos mirados. Precisamente a eso nos invita Jesús en este pasaje del Evangelio: a darnos cuenta de que Él nos mira con gran cariño.
Pero al parecer hay un problema para esto. No vemos a Jesús. ¿Cómo nos daremos cuenta de que nos mira con amor, si no lo vemos? Es aquí cuando necesitamos pedir fe a nuestro Señor. Fe para creer que Él nos ve desde la Eucaristía, donde se quedó para poder ser uno con nosotros cuando comulgamos. Fe para creer que Él nos mira desde la cruz, donde no dudó en dejarse clavar para perdonar nuestros pecados, y darnos la vida nueva en su Espíritu. Para creer que es Él quien nos mira en la confesión, cuando, lleno de alegría, limpia nuestras almas de la suciedad de nuestros pecados, y las llena con su gozo, paz y gracia. Jesús nos mira con amor en cada persona que nos ama, pues Dios es amor (1 Jn 4,8). Sólo podemos amar de verdad si primero hemos sido amados. Señor, aumenta mi fe.
Que me dé cuenta hoy de tu mirada llena de cariño. Que me deje mirar sin ocultar nada, porque Tú me amas, así como soy. Que descubra que me amas, y que ese amor me mueva a amarte y a amar a mis hermanos.
«Sucede que muchas veces vemos los telediarios o la portada de los periódicos, las tragedias... pero mira, en ese país los niños no tienen qué comer; en aquel país los niños hacen de soldados; en ese país las mujeres son esclavizadas; en aquel país... ¡oh, qué calamidad! Pobre gente... Pero después cambio de página y paso a la novela, a la telenovela que viene después. Y esto no es cristiano. ¿Soy capaz de tener compasión, de rezar?, cuando veo estas cosas que me llevan a casa a través de los medios, la televisión... ¿Se mueven las vísceras? El corazón palpita con esa gente, o siento pena, digo “pobre gente”, y después, ¿termina ahí? Y si nos damos cuenta de esto, debemos pedir la gracia: “Señor, dame la gracia de la compasión”.»
(Homilía de S.S. Francisco, 19 de septiembre de 2017, en santa Marta).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Hoy voy a visitar a Jesús en la Eucaristía y estaré con Él en silencio unos minutos, para dejar que me mire con su mirada llena de cariño. Si lo necesito, voy a buscar la oportunidad de confesarme.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.
¡Cristo, Rey nuestro! ¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia. Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
La Bondad, una virtud que se ha olvidado.
5 Tips para lograr tener hijos seguros de sí mismos y bondadosos.
Últimamente, las virtudes han pasado de moda y la sociedad nos invita a ser atrevidos, a no dejarnos y a usar la violencia si es necesario.
Existe una corriente que invita a nuestros hijos a ser competitivos, a ser los primeros en todo y les dice que el bueno, es tonto y no tiene éxito en la vida.
Pero al final de cuentas, si no existe bondad, las cosas se van a pique y nuestros hijos se enrolan en la dinámica del “atropellar a quien me estorbe para hacer mi voluntad, para cumplir mis sueños”.
Por eso aquí te dejo mis 5Tips para lograr tener hijos seguros de sí mismos y bondadosos.
PRIMERO. Diles que los amas en todo momento.
Nuestros hijos deben tener claro que nosotros los queremos a pesar de lo que hagan o dejen de hacer.
Nuestro amor debe ser incondicional y debemos expresarlo constantemente, así nuestros hijos sabrán que lo tienen y que si por alguna razón se equivocan, no lo perderán.
Es importante que los abracemos y acariciemos, sin causarles pena, pero si que nos sientan cercanos para que no busquen ese cariño en otras personas que pueden llevarlos por mal camino y hacerles más Chi daño.
SEGUNDO. Que sepan que estás siempre disponible para ellos.
Si no sienten nuestra atención y cercanía comenzarán a llamar nuestra atención con actitudes negativas o rebeldes.
Recordemos que ahora, con la mayor facilidad, encuentran consejos equívocos sobre este tema, ya sea en el internet o con sus compañeros.
Siempre es mejor ser padres cercanos a nuestros hijos.
TERCERO. Enséñalos a obedecer por convicción.
La obediencia es la base de una buena educación. Pero no debe ser una obediencia ciega, debe ser una obediencia razonada y aceptada.
Así podrán detectar si la orden es lícita o si atenta contra su dignidad.
No queremos hijos esclavos, queremos hijos obedientes y que razonen.
Para lograrlo podemos darles en cada petición una pequeña explicación del por qué les pedimos las cosas.
CUARTO. Que aprendan a discernir lo bueno de lo malo.
Siempre es mejor que por ellos mismos sepan lo que es bueno y lo que es malo, lo que les conviene o no.
Esto se logra conforme van creciendo. Primero debemos enseñarles el significado de bondad y maldad.
Debemos también enseñarles lo que está permitido y lo que no está permitido, de esta así se van formando un criterio y les vamos formando el carácter.
Además, es bueno que aprendan a tomar decisiones en cosas pequeñas para que cuando sea necesario puedan hacerlo en las cosas importantes.
QUINTO. Que sepan ofrecer sus actos a Dios.
De esta forma tendrán cuidado de sus acciones porque sabrán que están dedicados a Dios y que siempre deben estar encaminados a El.
Y cuando cometan un error, será sencillo también ofrecerlo y corregirlo para que sus actos sean agradables a Dios.
Recordemos que las virtudes se alcanzan poco a poco, con la vivencia cotidiana.
La fórmula del avemaría es un excelente vehículo, para tener un encuentro filial con nuestra Madre del cielo
Cuando queremos hablar con la Virgen María podemos decirle lo que queramos de manera sencilla y natural, lo que brote del corazón, y cuanta más devoción pongamos, mejor. La fórmula del avemaría es un excelente vehículo, probado millones de veces durante siglos, para tener un encuentro filial con nuestra Madre del cielo. El avemaría nos ofrece palabras y actitudes adecuadas para venerarla, invocarla, decirle algo que sabemos que a ella le agrada y que a nosotros nos hace bien.
Pasos para rezar el Ave María
Propongo algunos pasos para rezar bien el Ave María o para renovar el modo en que lo hacemos. Rezando esta oración con la debida calma y con viva conciencia, poco a poco el Espíritu Santo irá afinando la sensibilidad de nuestra relación filial con Ella, de tal modo que apenas pronunciemos las primeras palabras del avemaría, brotarán del corazón profundas resonancias que favorecerán el contacto de fe y amor con la Santísima Virgen.
1) La recordamos
Lo primero es acordarse de élla. Simplemente con la memoria o con la ayuda de una imagen nos colocamos espiritualmente en su presencia. Se trata de ponerse delante de la Virgen María que está en el cielo, no de una estampa o de una estatua de mármol o de yeso, sino de su persona; las imágenes sólo nos hacen presente a la persona, como las fotografías de los grandes momentos o de nuestros seres queridos.
2) Acto de fe, amor y confianza filial
Teniéndola ya presente, establecemos un contacto de fe y amor con María; si no, la oración mariana por excelencia no será oración. Nos acercamos a ella con la confianza y el cariño con los que todo buen hijo se acerca a su madre, con el deseo de darle afecto, mostrarle gratitud y también de obtener de ella lo que necesitamos, seguros de que nos mirará con amor y nos escuchará con atención.
3) La veneramos
Le decimos que estamos aquí para expresarle afecto, respeto, admiración. Adoramos sólo a Dios, a María la veneramos como Madre de Dios, esposa del Espíritu Santo, Madre de Cristo, Su cooperadora en la Redención y también madre nuestra. Ella nos lleva siempre a Jesús, que es "el único Mediador, es el Camino de nuestra oración; María, su Madre y nuestra Madre es pura transparencia de Él: María muestra el Camino, es su Signo" (Catecismo 2674)
La Constitución Dogmática Lumen Gentium, nos enseña que: "ninguna criatura puede compararse jamás con el Verbo Encarnado nuestro Redentor; pero así como el sacerdocio de Cristo es participado de varias maneras tanto por los ministros como por el pueblo fiel, y así como la única bondad de Dios se difunde realmente en formas distintas en las criaturas, así también la única mediación del Redentor no excluye, sino que suscita en sus criaturas una múltiple cooperación que participa de la fuente única. La Iglesia no duda en atribuir a María un tal oficio subordinado: lo experimenta continuamente y lo recomienda al corazón de los fieles para que, apoyados en esta protección maternal, se unan más íntimamente al Mediador y Salvador."
Te propongo que antes de seguir leyendo, te prepares de esta manera y reces luego un Ave María. Verás cuánto ayuda. Y esto vale igual para las personas más avanzadas en la vida de oración.
4) La alabamos
En la primera parte del avemaría la exaltamos, la elogiamos, celebramos a la humilde esclava del Señor por las maravillas que ha hecho Dios en ella y por medio de ella, en todos los seres humanos. Usamos las palabras del arcángel Gabriel, las de santa Isabel, y nos unimos a su asombro, a su admiración llena de afecto, al contemplar un alma tan bella y dócil al Espíritu Santo, tan humilde esclava del Señor.
Dios te salve, María.
Llena eres de gracia.
El Señor es contigo.
Bendita tú eres entre todas las mujeres.
Y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
5) Le suplicamos
En la segunda parte del avemaría la invocamos. María dio su sí a Dios en la Anunciación, lo sostuvo durante la infancia y la juventud de Jesús en su vida oculta en Nazaret, y al acompañarlo discretamente en la vida pública, y lo renovó en silencio manteniéndose en pie hasta el final junto a su Hijo crucificado. Desde entonces, Ella se ha ocupado de proteger e interceder como la mejor de las madres por los hermanos de su Hijo.
La Lumen Gentium lo explica así: "Una vez recibida en los cielos, no dejó su oficio salvador, sino que continúa alcanzándonos por su múltiple intercesión los dones de la eterna salvación. Con su amor materno cuida de los hermanos de su Hijo, que peregrinan y se debaten entre peligros y angustias y luchan contra el pecado hasta que sean llevados a la patria feliz. Por eso, la Bienaventurada Virgen en la Iglesia es invocada con los títulos de Abogada, Auxiliadora, Socorro, Mediadora."
Santa María, Madre de Dios.
Ruega por nosotros pecadores.
Ahora y en la hora de nuestra muerte.
Amén.