Ya en este tiempo, cien veces más
- 05 Marzo 2019
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Lucio I, Santo
XXII Papa, 5 de marzo
Martirologio Romano: En Roma, en la vía Apia, en el cementerio de Calisto, sepultura de san Lucio, papa, sucesor de Cornelio, que sufrió el exilio por la fe de Cristo y fue, en tiempos angustiosos, eximio confesor de la fe, actuando con moderación y prudencia (254).
Etimológicamente: Lucio = nacido con la primera luz, es de origen latino.
Breve Biografía
Fue Pontífice de 253-254; murió en Roma el 5 de marzo de 254. Después de la muerte del Papa San Cornelio, quien murió en el exilio en el verano del 253, Lucio fue elegido para tomar su lugar, y fue consagrado Obispo de Roma. Nada se sabe de la vida temprana de este Papa antes de su elevación. De acuerdo con el libro "Liber Pontificalis", era romano de nacimiento y su [[padre] se llamaba Porfirio. No se sabe de dónde el autor obtuvo esta información. Todavía continuaba la persecución de la Iglesia bajo el Emperador Gallo durante la cual Cornelio había sido desterrado.
Lucio también fue enviado al exilio pronto después de su consagración, pero en un corto tiempo, presuntamente cuando Valeriano fue designado emperador, a él le fue permitido regresar a su rebaño.
El Catálogo Feliciano, cuya información se encuentra en el "Liber Pontificalis", nos informa del exilio y del milagroso retorno de Lucio: "Hic exul fuit et postea nutu Dei incolumis ad ecclesiam reversus est." San Cipriano, quien escribió una carta (perdida) de felicitaciones a Lucio en su elevación a la Santa Sede y sobre su exilio, envió una segunda carta de felicitaciones para él y sus acompañantes en el exilio, como también a toda la Iglesia Romana (ep. LXI, ed. Hartel, II, 695 sqq.).
La carta comienza: “Querido Hermano, hace muy poco tiempo te ofrecimos nuestras felicitaciones, cuando Dios te exaltó a gobernar Su Iglesia y te concedió la doble gloria de confesor y obispo. De nuevo te felicitamos a ti, a tus acompañantes y a toda la congregación; con esto, debido a la bondadosa y poderosa protección de nuestro Dios, Él te ha guiado de regreso con alabanzas y gloria a Sí mismo, de manera que el rebaño pueda recibir de nuevo a su pastor, el barco a su piloto y la gente a un director que los gobierne y les muestre abiertamente que fue el designio de Dios que permitió tu destierro, no para que el obispo exiliado fuera privado de su Iglesia, sino más bien para que regresara a su Iglesia con mayor autoridad”.
Cipriano continúa, refiriéndose a los tres niños hebreos en el horno ardiente, que el regreso del exilio no aminoraba la gloria de la confesión, y que la persecución, la cual iba dirigida sólo contra los confesores de la Iglesia verdadera, comprobaba cuál era la Iglesia de Cristo.
En conclusión, él describe la felicidad de la Roma cristiana ante la llegada de su pastor. Cuando Cipriano afirma que Dios por medio de la persecución buscó “hacer avergonzar y silenciar a los herejes” y así probar dónde estaba la Iglesia, quién era su único obispo elegido por el designio de Dios, quiénes eran sus presbíteros sujetos al obispo en la gloria del sacerdocio, quiénes eran la verdadera gente de Cristo, unidos a Su rebaño por un amor excepcional, quiénes eran los oprimidos por sus enemigos, y al mismo tiempo dónde estaban aquellos que el Diablo protege como suyos, refiriéndose obviamente a los novacianos. El Cisma de Novaciano, a través del cual se presentó como antipapa, en oposición a Cornelio, todavía continuaba en Roma bajo Lucio.
En referencia a la confesión y a la restauración de los “Lapsi" (caídos), Lucio se adhirió a los principios de San Cornelio y de San Cipriano. De acuerdo con el testimonio del último, contenido en una carta al Papa San Esteban I (ep. LXVIII, 5, ed. Hartel, II, 748), Lucio, así como Cornelio, había expuesto su opinión por escrito: "Illi enim pleni spiritu Domini et in glorioso martyrio constituti dandam esse lapsis pacem censuerunt et poenitentia acta fructum communicationis et pacis negandum non esse litteris suis signaverunt." (Para ellos, llenos del Espíritu Santo de Dios y confirmado en glorioso martirio, juzgaron que el perdón debe ser otorgado a los Lapsi, y dieron a entender en sus cartas que, que cuando éstos hayan realizado la penitencia, no se les debe negar el gozo de la comunión y de la reconciliación.) Lucio murió a principios de marzo del año 254. En el "Depositio episcoporum" el "Cronógrafo de 354" da la fecha de su muerte como el 5 de marzo, el "Martyrologium Hieronymianum" como el 4 de marzo.
La primera fecha es probablemente la correcta. Quizás Lucio murió el 4 de marzo y fue enterrado el 5 de marzo. De acuerdo al "Liber Pontificalis" este Papa fue decapitado en tiempos de Valeriano, pero este testimonio no puede ser comprobado. Es verdad que Cipriano en la antedicha carta a Esteban (ep. LXVIII, 5) le da a él, como también Cornelio, el titulo honorario de mártir: "servandus est enim antecessorum nostrorum beatorum martyrum Cornelii et Lucii honor gloriosus" (pues debe ser preservada la memoria gloriosa de nuestros predecesores los santos mártires Cornelio y Lucio); pero probablemente esto fue un relato del corto destierro de Lucio. Cornelio, quien murió en el exilio, fue honrado como mártir por los romanos después de su muerte; pero no así Lucio. En el calendario romano de fiestas del "Cronógrafo de 354" él es mencionado en el "Depositio episcoporum", y no bajo el encabezado de "Depositio martyrum". Sin embargo, su memoria fue particularmente honrada, como aclara la aparición de su nombre en el "Martyrologium Hieronymianum". Es cierto que Eusebio sostiene (Hist. Eccl., VII, 10) que Valeriano favorecía a los cristianos al principio de su reinado. El primer edicto de persecución del emperador apareció sólo en el año 257.
Lucio fue enterrado en un compartimiento de la bóveda papal en las catacumbas de San Calixto. En la excavación de la bóveda, De Rossi encontró un fragmento grande del epitafio original, el cual sólo da el nombre del Papa en griego: LOUKIS. La losa está quebrada justo atrás de la palabra, así que con toda probabilidad no había nada más escrito excepto el titulo EPISKOPOS (obispo). Las reliquias del santo fueron trasladadas por el Papa San Paulo I (757-767) a la Iglesia de San Silvestre en Capita, o por el Papa San Pascual I (817-824) a la Basílica de San Práxedes [Marucchi, "Basiliques et eglises de Rome", Roma, 1902, 399 (inscripción en San Silvestre), 325 (inscripción en San Práxedes)]. El autor del "Liber Pontificalis" ha atribuido desautorizadamente a San Lucio un decreto, de acuerdo con el cual dos sacerdotes y tres diáconos deben acompañar siempre al obispo para ser testigos de su vida virtuosa: "Hic praecepit, ut duo presbyteri et tres diaconi in omni loco episcopum non desererent propter testimonium ecclesiasticum." Tal medida debió ser necesaria bajo ciertas condiciones en un periodo posterior; pero en época de Lucio esto era increíble. Este supuesto decreto indujo una falsificación posterior para inventar otro decreto apócrifo y se lo atribuyeron a Lucio. Es también fabricada la historia en el "Liber Pontificalis" que Lucio, cuando era llevado a la muerte, dio al archidiácono Esteban poder sobre la Iglesia.
Santo Evangelio según San Marcos 10, 28-31. Martes VIII del tiempo ordinario
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Señor, dame un corazón fértil para acoger lo que me quieras decir y ayúdame a dar fruto para la extensión de tu Reino.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Marcos 10, 28-31
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
La palabra de Dios hoy nos habla sobre una de las escenas más especiales, la pregunta que hace Pedro, ¿qué va a ser de nosotros que ya hemos dejado todo por seguirte?, y la promesa que Cristo hace a quien le entregue toda su vida.
El pasaje que hoy llevamos a la oración se ubica exactamente después del relato del joven rico que conocía y vivía la Palabra a la perfección y amaba grandemente a Dios, pero su apego a las riquezas le impidió ser libre para seguir a Jesús.
Cuando el amor nos mueve y hemos decidido libremente darle todo a quien todo lo merece, surge la pregunta de Pedro en nuestro interior: ¿Y ahora qué? Quien de nosotros haya tenido alguna experiencia yendo de misiones de evangelización, o a alguna jornada mundial de la juventud inmediatamente se le vendrán a la mente los recuerdos de esas personas que se ha encontrado por el camino, que han dado lo mejor de lo que tienen, que quieren hacerte sentir acogido, en familia, y todo lo dan, no por ser quién eres, sino porque ven en ti un reflejo de Dios. De igual forma, tú sientes en ellos el reflejo del amor de Dios. Ahí se cumplen las palabras de la promesa de Cristo: «Recibirá ahora, en este tiempo cien veces más». ¿Cuántas madres, padres, hermanos y hermanas nos hemos encontrado por llevar a Cristo? Si aún no has tenido la experiencia, no es tarde para hacerlo y vivir una de las experiencias más bellas de ser cristiano. Tú también puedes ser ese hermano, hermana, padre o madre para otro, siendo misionero de la vida ordinaria de todos los días o recibiendo a quien trae el mensaje de Cristo.
En el Evangelio, Cristo, junto a esta promesa, también nos hace la advertencia de que tendremos persecuciones. En algunos lugares nuestros hermanos son perseguidos real y cruentamente por ser cristianos; pero también hay persecución silenciosa del mal para intentar quitar a Dios de nuestras vidas. A pesar de todo esto, las palabras de la promesa no terminan ahí, el Señor nos anuncia lo que vendrá después, «en la edad futura, la vida eterna». ¡Qué gran consuelo y qué gran motivación! Si vivir la vida de la mano de Dios es tan hermosa, imaginémonos lo que será después, la posesión de la eterna paz y felicidad, contemplando el rostro de Dios. ¡Hagamos también la experiencia y veremos qué bueno es el Señor!
«El deseo humano de vida y de felicidad, vinculado estrechamente con el de ver y conocer a Dios, crece y se renueva continuamente, pasando de una etapa a otra sin encontrar nunca un final y una realización. La experiencia del encuentro con Dios trasciende, en efecto, todas las conquistas humanas y constituye la meta infinita y siempre nueva. También Santo Tomás de Aquino subrayaba este aspecto, afirmando que en la vida eterna se cumple la unión del hombre con Dios, que es “la recompensa y el fin de todas nuestras fatigas”, y esta unión consiste en la “visión perfecta”. En ese estado, continúa Santo Tomás, “cada bienaventurado tendrá más de lo que deseaba y esperaba, y solo [...] Dios puede saciarlo, e ir incluso mucho más allá, hasta el infinito”. Además, continúa, “la vida eterna consiste en la alegre fraternidad de todos los santos”. Citando a San Agustín, Tomás afirma: “Toda la alegría no entrará en los bienaventurados, pero todos los bienaventurados entrarán en la alegría. [...] Contemplaremos su rostro, nos saciaremos de su presencia en una juventud eternamente renovada”.»
(Mensaje de S.S. Francisco, 8 de diciembre de 2018).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
En este período de Cuaresma que está por iniciar, haré todo lo posible para ir a las misiones de evangelización, o si me es imposible, me comprometeré a ayudar en mi parroquia.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.
¡Cristo, Rey nuestro! ¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia. Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
5 Tips para educar a nuestros hijos en la paciencia
Nuestros jóvenes y niños ya no saben esperar. Quieren todo de la forma y en el momento en que lo quieren.
Por eso es necesario que pongamos énfasis en inculcarles la paciencia como virtud en la vida cotidiana para que puedan hacer frente a los contratiempos y dificultades que se les presenten.
Por eso aquí te dejo mis 5 Tips para educar a nuestros hijos en la paciencia.
PRIMERO. No les des todo a la primera.
Se que buscamos darles a nuestros hijos lo mejor que tenemos y que no sufran como nosotros lo hemos hecho, pero a veces nos vamos al extremo y les damos hasta de más.
Primero que nada es necesario que ellos aprendan a pedir lo que necesitan y después que aprendan a esperar a que llegue lo que pidieron.
A veces caemos en su juego y corremos a darles las cosas para que no lloren o para que no se sientan mal, sin darnos cuenta que les estamos haciendo un daño mayor.
Y en cuanto a los adolescentes, es necesario que les ayudemos a hacer las cosas por ellos mismos ya que en esta etapa todo les cuesta trabajo, así que si los dejamos, se pasarían el día sin mover un dedo, pidiendo que les hagan todo. En nuestras manos esta corregir esto.
SEGUNDO. Explícales como son las cosas y asegúrate que lo entiendan.
Nuestros hijos son pequeños, no tontos; por eso es necesario darles una pequeña explicación para que comprendan que las cosas son de cierta forma y que debemos ser pacientes para que todo salga bien.
Además debemos asegurarnos que hayan comprendido todo para que después puedan esperar en paz.
Cuando se comiencen a inquietar, podemos recordarles lo que platicamos con ellos y si es necesario reforzar las ideas principales.
TERCERO. Los juegos de mesa son de gran utilidad.
Este tipo de juegos fortalecen su paciencia ya que les hacen esperar turno y también les enseña que a veces se gana y a veces se pierde.
Y si además jugamos en familia, logramos también, una buena integración familiar.
Ojalá que designemos un tiempo en la agenda familiar para jugar en familia.
CUARTO. Cuéntales cuentos.
Los cuentos son una herramienta excelente ya que fomentan la creatividad en nuestros hijos, les forman en la cuestión del vocabulario y redacción y también fomentan la paciencia ya que les capacitan a escuchar y esperar el tiempo necesario para llegar al final de la historia.
Si buscamos cuentos que estén de acuerdo a su edad será mucho mejor y si queremos que crezca su vocabulario podemos leerles cuentos un poco mas elevados, pero debemos explicarles las palabras que no entiendan.
Y QUINTO. Se paciente con ellos. El ejemplo es básico.
Mucho hemos dicho que se educa con el ejemplo y que es necesario que nuestros hijos vean en nosotros lo que queremos educar en ellos.
Así que debemos armarnos de paciencia y educarlos con amor a pesar de nuestras circunstancias personales o familiares, ellos siempre merecen nuestra atención y cariño.
Si en algún momento los tratamos mal, jamás será tarde para ofrecer una disculpa y para dar una explicación del porque sucedieron las cosas así. Esto en lugar de restarnos autoridad como muchos creen, nos hace humanos y les enseña a nuestros hijos que podemos equivocarnos pero que siempre podemos aprender de los errores y corregirlos.
Al final de cuentas la paciencia todo lo alcanza y si nuestros hijos aprenden a ser pacientes es justo que obtengan lo que quieren. Esto les dará mucha paz y será de gran ayuda en su vida cotidiana.
¿Quieres que tu país cambie, que tu ciudad o tu pueblo cambien, que tu familia cambie?
VER
Este miércoles iniciamos la Cuaresma, que son cuarenta días de preparación para celebrar el misterio central de nuestra fe, la pasión, muerte y resurrección del Señor Jesús.
Muchas personas se acercan a recibir la ceniza, que es un signo de que somos polvo, de que no somos dioses, de que la vida es frágil y pasajera, y de que queremos darle valor de trascendencia, corrigiendo los errores, venciendo los pecados y superando las tentaciones, para resucitar a otro estilo de vida, a ejemplo de Jesús.
Sin embargo, para mucha gente, la Cauresma es sólo una tradición, a la que no le dan mayor importancia. Para la mayoría, nada significa y a nada les induce. Su vida sigue igual y ningún esfuerzo hacen por cambiar.
En el país, se ha incrementado la violencia, la inseguridad, la criminalidad de todo tipo. Por todas partes se escuchan quejas, lamentos, angustias. Pero la mayoría de los criminales han sido bautizados y se declaran creyentes, hasta devotos de la Virgen y de algún Santo. Para ellos, ¿algo significa la Cuaresma? Absolutamente nada. No la toman en cuenta para nada. Ojalá recibieran la ceniza y se convirtieran.
Muchos hogares se están deshaciendo, por las infidelidades, por el orgullo y la vanidad, por la falta de sacrificio y de paciencia mutua, por las violencias verbales y físicas. ¿Puede servir la Cuaresma para que las familias se estabilicen y salgan adelante? Depende de cada quien.
Las contiendas políticas y electorales se han convertido en aguerridos campos de batalla. Pareciera que todo se vale, con tal de destruir a los otros contendientes. Casi todos los candidatos son creyentes; ¿les servirá de algo la Cuaresma? Ojalá; pero me temo que nada les importa este tiempo para replantear sus comportamientos, sino sólo para crear nuevas armas de combate.
Para nosotros, gente de Iglesia, puede también pasar la Cuaresma como un periodo sin repercusión en la vida personal. Predicamos que los otros cambien, pero nosotros seguimos igual: ni más oración, ni ayunos, ni penitencias, ni limosnas… Así, no hay resurrección, no hay renovación de la Iglesia, menos de la sociedad.
PENSAR
El Papa Francisco nos ha enviado su acostumbrado mensaje para este tiempo. Ante los diferentes males, los engaños y las tentaciones de este mundo, nos invita a no dejar apagar el amor, y poner en práctica las tres recomendaciones de Jesús: orar, ayunar y dar limosna:
“El hecho de dedicar más tiempo a la oración hace que nuestro corazón descubra las mentiras secretas con las cuales nos engañamos a nosotros mismos, para buscar finalmente el consuelo en Dios. Él es nuestro Padre y desea para nosotros la vida.
El ejercicio de la limosna nos libera de la avidez y nos ayuda a descubrir que el otro es mi hermano: nunca lo que tengo es sólo mío. Cuánto desearía que la limosna se convirtiera para todos en un auténtico estilo de vida. Cada limosna es una ocasión para participar en la Providencia de Dios hacia sus hijos; y si él hoy se sirve de mí para ayudar a un hermano, ¿no va a proveer también mañana a mis necesidades, él, que no se deja ganar por nadie en generosidad?
El ayuno debilita nuestra violencia, nos desarma, y constituye una importante ocasión para crecer. Por una parte, nos permite experimentar lo que sienten aquellos que carecen de lo indispensable y conocen el aguijón del hambre; por otra, expresa la condición de nuestro espíritu, hambriento de bondad y sediento de la vida de Dios. El ayuno nos despierta, nos hace estar más atentos a Dios y al prójimo, inflama nuestra voluntad de obedecer a Dios, que es el único que sacia nuestra hambre”.
ACTUAR
El Papa concluye con esta exhortación, que comparto con ustedes:
“Querría que mi voz traspasara las fronteras de la Iglesia Católica, para que llegara a todos ustedes, hombres y mujeres de buena voluntad, dispuestos a escuchar a Dios. Si se sienten afligidos como nosotros, porque en el mundo se extiende la iniquidad, si les preocupa la frialdad que paraliza el corazón y las obras, si ven que se debilita el sentido de una misma humanidad, únanse a nosotros para invocar juntos a Dios, para ayunar juntos y entregar juntos lo que podamos como ayuda para nuestros hermanos.
Invito especialmente a los miembros de la Iglesia a emprender con celo el camino de la Cuaresma, sostenidos por la limosna, el ayuno y la oración. Si en muchos corazones a veces da la impresión de que la caridad se ha apagado, en el corazón de Dios no se apaga. Él siempre nos da una nueva oportunidad para que podamos empezar a amar de nuevo”.
¿Quieres que México cambie, que tu ciudad o tu pueblo cambien, que tu familia cambie? Haz oración, para que Dios entre en tu vida; ayuna, para que domines tus pasiones; da limosna, para que hagas cambiar la vida de personas concretas.
Martes de Carnaval, Miércoles de Ceniza
Debemos ser alegres, optimistas, cantar, bailar pero sin olvidar lo trascendental que es nuestra existencia
El carnaval, como todos sabemos, es una fiesta popular que consiste en mascaradas, comparsas, bailes y regocijos bulliciosos.
Son tres días que preceden al miércoles de ceniza y que en muchos lugares ya son de ocho días, toda una semana y hasta diez y doce días. Es una expansión que nos atrae y nos envuelve en su loca alegría, un tanto disparatada y desbordante, quizá por el hecho de vivirla en la incógnita de un disfraz y un antifaz enigmático... Esta especie de desbordamiento festivalero nos trae a la mente el deseo de todo ser humano de desembarazarnos de las preocupaciones, de aligerar nuestros hombros de la carga de obligaciones cotidianas y de dar "rienda suelta" al placer y a la alegría.Pero … ¡cuidado ! pues pudiéramos caer en la inmadurez de llegar a creer que la vida es semejante a un carnaval... Y así vamos por el mundo tratando de mostrar un rostro y un ropaje que no son los verdaderos. Parece que somos una cosa y somos otra en realidad.
¡Cómo nos cuesta llevar el rostro descubierto y mirar a los ojos a nuestros semejantes!. Nos vamos dejando arrastrar por el torbellino de las comparsas, por la inconsciencia, un poco infantil del que baila, ríe y canta y no sabe ni por qué, pero ahí vamos... y de repente al doblar una esquina nos encontramos cara a cara con la enfermedad, con el dolor, quizá con la muerte.
Debemos ser alegres, optimistas, cantar, bailar y reír pero sin olvidar lo trascendental que es nuestra existencia aquí en la Tierra. Bien claramente podemos ver un simbolismo en el hecho de que después de los días de carnaval, aparece el miércoles de ceniza.
Para los católicos es el Día, es la puerta que se nos abre para que durante cuarenta días hagamos penitencia y oración. Esta penitencia y oración no es para que aparezcamos ante los ojos de los demás con caras largas y tristes. " Cuando ayunes, úngete la cabeza y lava tu cara para que no vean los hombres que ayunas, sino tu Padre que ve en lo secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará " ( Mt.6 16-18 ).
La Cuaresma tiene que ser un tiempo de sacrificio y de entrega como preparación para la gran fiesta de la Pascua. El cristiano puede poseer la alegría más profunda y verdadera, la que jamás termina, porque cree en Dios, ama a Dios y espera en Dios.
Empecemos pues, con el mejor de los ánimos, alegres y comprometidos, una cuaresma de más intimidad con Dios, por el cauce de la oración y el sacrificio que desembocará en la Pascua o Resurrección de Jesucristo y que nos llenará de una gloriosa alegría.