Miércoles de ceniza

Cuaresma ¿para qué?

¿Quieres que tu país cambie, que tu ciudad o tu pueblo cambien, que tu familia cambie?

VER

Este miércoles iniciamos la Cuaresma, que son cuarenta días de preparación para celebrar el misterio central de nuestra fe, la pasión, muerte y resurrección del Señor Jesús.

Muchas personas se acercan a recibir la ceniza, que es un signo de que somos polvo, de que no somos dioses, de que la vida es frágil y pasajera, y de que queremos darle valor de trascendencia, corrigiendo los errores, venciendo los pecados y superando las tentaciones, para resucitar a otro estilo de vida, a ejemplo de Jesús.

Sin embargo, para mucha gente, la Cauresma es sólo una tradición, a la que no le dan mayor importancia. Para la mayoría, nada significa y a nada les induce. Su vida sigue igual y ningún esfuerzo hacen por cambiar.

En el país, se ha incrementado la violencia, la inseguridad, la criminalidad de todo tipo. Por todas partes se escuchan quejas, lamentos, angustias. Pero la mayoría de los criminales han sido bautizados y se declaran creyentes, hasta devotos de la Virgen y de algún Santo. Para ellos, ¿algo significa la Cuaresma? Absolutamente nada. No la toman en cuenta para nada. Ojalá recibieran la ceniza y se convirtieran.

Muchos hogares se están deshaciendo, por las infidelidades, por el orgullo y la vanidad, por la falta de sacrificio y de paciencia mutua, por las violencias verbales y físicas. ¿Puede servir la Cuaresma para que las familias se estabilicen y salgan adelante? Depende de cada quien.

Las contiendas políticas y electorales se han convertido en aguerridos campos de batalla. Pareciera que todo se vale, con tal de destruir a los otros contendientes. Casi todos los candidatos son creyentes; ¿les servirá de algo la Cuaresma? Ojalá; pero me temo que nada les importa este tiempo para replantear sus comportamientos, sino sólo para crear nuevas armas de combate.

Para nosotros, gente de Iglesia, puede también pasar la Cuaresma como un periodo sin repercusión en la vida personal. Predicamos que los otros cambien, pero nosotros seguimos igual: ni más oración, ni ayunos, ni penitencias, ni limosnas… Así, no hay resurrección, no hay renovación de la Iglesia, menos de la sociedad.

PENSAR

El Papa Francisco nos ha enviado su acostumbrado mensaje para este tiempo. Ante los diferentes males, los engaños y las tentaciones de este mundo, nos invita a no dejar apagar el amor, y poner en práctica las tres recomendaciones de Jesús: orar, ayunar y dar limosna:

“El hecho de dedicar más tiempo a la oración hace que nuestro corazón descubra las mentiras secretas con las cuales nos engañamos a nosotros mismos, para buscar finalmente el consuelo en Dios. Él es nuestro Padre y desea para nosotros la vida.

El ejercicio de la limosna nos libera de la avidez y nos ayuda a descubrir que el otro es mi hermano: nunca lo que tengo es sólo mío. Cuánto desearía que la limosna se convirtiera para todos en un auténtico estilo de vida. Cada limosna es una ocasión para participar en la Providencia de Dios hacia sus hijos; y si él hoy se sirve de mí para ayudar a un hermano, ¿no va a proveer también mañana a mis necesidades, él, que no se deja ganar por nadie en generosidad?

El ayuno debilita nuestra violencia, nos desarma, y constituye una importante ocasión para crecer. Por una parte, nos permite experimentar lo que sienten aquellos que carecen de lo indispensable y conocen el aguijón del hambre; por otra, expresa la condición de nuestro espíritu, hambriento de bondad y sediento de la vida de Dios. El ayuno nos despierta, nos hace estar más atentos a Dios y al prójimo, inflama nuestra voluntad de obedecer a Dios, que es el único que sacia nuestra hambre”.

ACTUAR

El Papa concluye con esta exhortación, que comparto con ustedes:

“Querría que mi voz traspasara las fronteras de la Iglesia Católica, para que llegara a todos ustedes, hombres y mujeres de buena voluntad, dispuestos a escuchar a Dios. Si se sienten afligidos como nosotros, porque en el mundo se extiende la iniquidad, si les preocupa la frialdad que paraliza el corazón y las obras, si ven que se debilita el sentido de una misma humanidad, únanse a nosotros para invocar juntos a Dios, para ayunar juntos y entregar juntos lo que podamos como ayuda para nuestros hermanos.

Invito especialmente a los miembros de la Iglesia a emprender con celo el camino de la Cuaresma, sostenidos por la limosna, el ayuno y la oración. Si en muchos corazones a veces da la impresión de que la caridad se ha apagado, en el corazón de Dios no se apaga. Él siempre nos da una nueva oportunidad para que podamos empezar a amar de nuevo”.

¿Quieres que México cambie, que tu ciudad o tu pueblo cambien, que tu familia cambie? Haz oración, para que Dios entre en tu vida; ayuna, para que domines tus pasiones; da limosna, para que hagas cambiar la vida de personas concretas.

Cuaresma, tiempo de gracia

El próximo miércoles, 6 de marzo, nos adentramos en la Cuaresma con el signo de la imposición de la ceniza. Este momento viene acompañado de unas palabras evangélicas, que resumen el tiempo que iniciamos: «Convertíos y creed en el Evangelio». Dicho de otro modo: haced una pausa, revisad vuestra vida a la luz del Evangelio, recuperad lo esencial y volved a emprender el camino.

La Cuaresma es el tiempo que la Iglesia nos propone para renovar nuestra adhesión a Jesucristo. La Palabra de Dios y las prácticas penitenciales nos ayudan a redescubrir lo que es realmente importante en nuestra vida y a rehacer nuestro esquema de valores. Es un tiempo maravilloso para volver a empezar, para dejar atrás todo lo que hemos ido incorporando en nuestra vida y que, no solo no nos ayuda, sino que nos dificulta el camino. La Iglesia nos propone tres actitudes fundamentales para poder hacer este ejercicio de transformación interior: la oración, el ayuno y la limosna.

Los cuarenta días cuaresmales, partiendo de la experiencia vivida por Jesús en el desierto, son una invitación a tener momentos de desierto en medio del ruido de nuestro mundo, a reservar espacios para saborear la Palabra de Dios y a abrirnos al diálogo con Él.

El ayuno nos ayuda a reflexionar y a valorar lo que tenemos de balde, como caído del cielo. Y del cielo, cae lo más importante para sobrevivir en este planeta: el agua. ¡Tengámoslo en cuenta! Utilicemos el agua, pero no la desperdiciemos. Os propongo que hagamos un ayuno de agua, haciendo un consumo responsable. ¿Cómo? Por ejemplo, acortando el tiempo de la ducha y poniendo lavadoras a plena carga. Racionalicemos el consumo de este bien tan preciado

También os animo a racionalizar los conflictos entre hermanos. Hagamos que este año sea un verdadero tiempo de fraternidad. Hagamos ayuno de luchas innecesarias que nos llenan de rencor y nos dejan vacíos. En este sentido, el papa Francisco decía hace unos días en Abu Dabi: «para preservar la humanidad de la destrucción, Dios pide a Noé que entre en el arca con su familia. También hoy, para salvaguardar la paz, necesitamos entrar juntos como una misma familia en un arca que pueda navegar por los mares tormentosos del mundo: el arca de la fraternidad.» Incorporemos también la limosna en nuestra vida, como actitud que nos acerque a Jesucristo. Seamos generosos con nuestros hermanos más pobres. Conviene que estemos atentos a tantas personas que necesitan ser atendidas material y espiritualmente.

El tiempo de Cuaresma es un camino hacia la Pascua que pasa por la Pasión y la Cruz. En este tiempo de preparación, les invito a crecer cristianamente. ¿Qué significa esto? Básicamente, significa renunciar a uno mismo y abrirse al amor. Renunciar a uno mismo para vivir, entregarse para reencontrarse, empobrecerse para enriquecerse… Aunque parezca una paradoja, este es el camino de la vida, de la alegría y de la verdadera felicidad. Queridos hermanos, que la Cuaresma de este año sea un tiempo de gracia especial para todos nosotros.

Martes de Carnaval, Miércoles de Ceniza

Debemos ser alegres, optimistas, cantar, bailar pero sin olvidar lo trascendental que es nuestra existencia 

El carnaval, como todos sabemos, es una fiesta popular que consiste en mascaradas, comparsas, bailes y regocijos bulliciosos.

Son tres días que preceden al miércoles de ceniza y que en muchos lugares ya son de ocho días, toda una semana y hasta diez y doce días. Es una expansión que nos atrae y nos envuelve en su loca alegría, un tanto disparatada y desbordante, quizá por el hecho de vivirla en la incógnita de un disfraz y un antifaz enigmático... Esta especie de desbordamiento festivalero  nos trae a la mente  el deseo de todo ser humano de desembarazarnos de las preocupaciones, de aligerar nuestros hombros de la carga de obligaciones cotidianas y de dar "rienda suelta" al placer y a la alegría.Pero … ¡cuidado ! pues pudiéramos caer en la inmadurez de llegar a creer que la vida es semejante a un  carnaval... Y así vamos por el mundo tratando de mostrar un rostro y un ropaje que no son los verdaderos. Parece que somos una cosa y somos otra en realidad.

¡Cómo nos cuesta llevar el rostro descubierto y mirar a los ojos a nuestros semejantes!. Nos vamos dejando arrastrar por el torbellino de las comparsas, por la inconsciencia, un poco infantil del que baila, ríe y canta y no sabe ni por qué, pero ahí vamos... y de repente al doblar una esquina nos encontramos cara a cara con la enfermedad, con el dolor, quizá con la muerte.

Debemos ser alegres, optimistas, cantar, bailar y reír  pero sin olvidar lo trascendental que es nuestra existencia aquí en la Tierra. Bien claramente podemos ver un simbolismo en el hecho de que después de los días de carnaval, aparece el miércoles de ceniza. 

Para los católicos es el Día, es la puerta que se nos abre para que durante cuarenta días hagamos penitencia y oración. Esta penitencia y oración no es para que aparezcamos ante los ojos de los demás con caras largas y tristes.   " Cuando ayunes, úngete la cabeza y lava tu cara para que no vean los hombres que ayunas, sino tu Padre que ve en lo secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará " ( Mt.6 16-18 ).

 La Cuaresma tiene que ser un tiempo de sacrificio y de entrega como preparación para la gran fiesta de la Pascua. El cristiano puede poseer la alegría más profunda y verdadera, la que jamás termina, porque cree en Dios, ama a Dios y espera en Dios.

Empecemos pues, con el mejor de los ánimos, alegres y comprometidos, una cuaresma de más intimidad con Dios, por el cauce de la oración y el sacrificio que desembocará en la Pascua o Resurrección de Jesucristo y que nos llenará de una gloriosa alegría.

10 sencillos consejos a poner en práctica que servirán para vivir la mejor Cuaresma de tu vida

Estos diez puntos ayudarán a estar más cerca de Dios durante la Cuaresma

Es un tiempo de preparación, de oración y de penitencia que empieza con el Miércoles de Ceniza.

El padre Ed Broom, oblato de la Virgen María, es un sacerdote experto en comunicación recuerda en Catholic Exchange que “la Cuaresma es tanto un regalo como una tiempo de abundantes gracias”.

“¡Vivamos estos cuarenta días de gracias y bendiciones como si fuera la última Cuaresma de nuestras vidas! Nuestra vida es corta y el tiempo pasa volando y el reloj no vuelve atrás”, anima este religioso.

Para poder vivir así este tiempo ofrece diez sencillas prácticas para que “esta Cuaresma sea la mejor de nuestra vida”:

1. Oración
En lugar de ser Marta en esta Cuaresma, ¿por qué no tratar de imitar a María de Betania? ¿Qué hizo María, mientras Marta nerviosa y frenética corría de un lado a otro? María simplemente se sentó a los pies de Jesús, le miraba y escuchaba atentamente sus palabras. En la Cuaresma, ¿por qué no hacer el propósito, a imitación de María de Betania, de rezar un poco más y mejor? ¡La oración deleita el Corazón de Jesús!”.

2. Reconciliación y paz
Si hay una persona en tu vida a la que le tengas inquina, resentimiento o incluso odio, entonces la Cuaresma es el momento más propicio para reconciliarse. ¡Construye un puente y derriba el muro! El sacerdote recuerda que en las homilías matrimoniales suele decir a los novios que las tres frases cortas más importantes que las parejas deben aprender son: “Te amo”, “lo siento” y “te perdono”.

3. Penitencia
Jesús dijo inequívocamente que “el que no se arrepienta, perecerá”. Renuncia a algo que te guste por amor a Dios y por la salvación de las almas. Al decir “no” a uno mismo, se dice “sí” a la entrada de Dios en el corazón.

4. La Biblia, la Palabra de Dios
En el Adviento y la Cuaresma, la Iglesia exhorta a tener un hambre real de la Palabra de Dios. Jesús, en respuesta a la primera tentación del diablo respondió: “No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios”. Que este tiempo de Cuaresma esté motivado por una meditación diaria de la Palabra de Dios. Usa un método de oración sugerido por Benedicto XVI llamado Lectio Divina: leer, meditar, contemplar, orar y actuar para poner en práctica las buenas ideas inspiradas. Esto dará como resultado un cambio de vida.

5. Limosna
La Cuaresma es un tiempo para dar, especialmente a los pobres, enfermos, marginados y rechazados de la sociedad. Recuerda los numerosos gestos del Papa Francisco con los pobres o su besos a personas rechazadas por su aspecto físico. “Lo que sea que hagas a uno de estos mis pequeños, conmigo también lo hiciste”, afirma Jesús en el Evangelio.

6. Las tres T (Tiempo, Talentos, Tesoros)
Siguiendo con la limosna, por qué no examinar estas tres áreas en tu vida y ver dónde y cómo puedes cumplir lo que dijo Santa Teresa de Calcuta: “Da hasta que duela”.

La primera es el Tiempo: Da tu tiempo a otros, comienza en casa porque la caridad comienza en casa.

Después están los Talentos: Todo el mundo tiene talentos y la Cuaresma es un tiempo para vencer la pereza y trabajar para cultivar los talentos dados por Dios.

Y por último los Tesoros. Si tienes un exceso de comida, ropa, dinero u otras cosas materiales, da y da. ¡Se lo estás dando a Jesús a través de los pobres!

7. Alegría
¡Sé alegre! Si ponemos primero a Jeús, luego a los demás y finalmente a nosotros mismos, entonces experimentaremos la alegría del Espíritu Santo, que además se desbordará en la personas que nos rodean.

8. Misa diaria y comunión
La mejor manera de vivir el tiempo de Cuaresma es acercarse lo más posible a Jesús. En la Misa y a través de la comunión no solo se acerca uno a Cristo sino que lo recibe en las profundidades de su ser, en el santuario interior que es el alma. Sin embargo, hay que ir a misa con intenciones, para reparar y prevenir el pecado.

¿Por qué sufrió Jesús tanto en su Pasión? San Ignacio de Loyola da dos razones fundamentales:

Para mostrar al hombre la malicia y el mal del pecado.

Para mostrar la inmensidad de su amor por la humanidad y por cada uno individualmente.

Conquista a tu propio demonio
Todos tenemos al demonio que nos ataca, a menudo buscando el punto más débil. Piensa por dónde el diablo te ataca más: ¿gula? ¿lujuria? ¿codicia? ¿pereza?... En Cuaresma, somos soldados de Cristo Rey. Es hora de luchar contra nuestro demonio personal con la fuerza de Jesús, el Rey.Somos débiles, pero Dios es fuerte. ¡Nada hay imposible para Dios!

10. María y la Cuaresma
Intenta vivir una Cuaresma fuertemente mariana. Reza los misterios dolorosos del Rosario. Es buen momento para ver La Pasión de Mel Gibson, donde el papel de María es significativo. Haz el Vía Crucis caminando con Nuestra Señora de los Dolores. Hay que esforzarse en la Cuaresma para vivir estos días a través de los ojos de María y con su Corazón Doloroso e Inmaculado.

Miércoles de Ceniza: el inicio de la Cuaresma 2019

La imposición de las cenizas nos recuerda que nuestra vida en la tierra es pasajera y que nuestra vida definitiva se encuentra en el Cielo

La imposición de las cenizas nos recuerda que nuestra vida en la tierra es pasajera y que nuestra vida definitiva se encuentra en el Cielo.

La Cuaresma comienza con el Miércoles de Ceniza este 6 de marzo de 2019 y es un tiempo de oración, penitencia y ayuno. Cuarenta días que la Iglesia marca para la conversión del corazón.

Las palabras que se usan para la imposición de cenizas, son:

  • “Concédenos, Señor, el perdón y haznos pasar del pecado a la gracia y de la muerte a la vida”

“Recuerda que polvo eres y en polvo te convertirás"

“Arrepiéntete y cree en el Evangelio”.

Origen de la costumbre

Antiguamente los judíos acostumbraban cubrirse de ceniza cuando hacían algún sacrificio y los ninivitas también usaban la ceniza como signo de su deseo de conversión de su mala vida a una vida con Dios.

En los primeros siglos de la Iglesia, las personas que querían recibir el Sacramento de la Reconciliación el Jueves Santo, se ponían ceniza en la cabeza y se presentaban ante la comunidad vestidos con un "hábito penitencial". Esto representaba su voluntad de convertirse.

En el año 384 d.C., la Cuaresma adquirió un sentido penitencial para todos los cristianos y desde el siglo XI, la Iglesia de Roma acostumbra poner las cenizas al iniciar los 40 días de penitencia y conversión.

Las cenizas que se utilizan se obtienen quemando las palmas usadas el Domingo de Ramos de año anterior. Esto nos recuerda que lo que fue signo de gloria pronto se reduce a nada.

También, fue usado el período de Cuaresma para preparar a los que iban a recibir el Bautismo la noche de Pascua, imitando a Cristo con sus 40 días de ayuno.

La imposición de ceniza es una costumbre que nos recuerda que algún día vamos a morir y que nuestro cuerpo se va a convertir en polvo.Nos enseña que todo lo material que tengamos aquí se acaba. En cambio, todo el bien que tengamos en nuestra alma nos lo vamos a llevar a la eternidad. Al final de nuestra vida, sólo nos llevaremos aquello que hayamos hecho por Dios y por nuestros hermanos los hombres.

Cuando el sacerdote nos pone la ceniza, debemos tener una actitud de querer mejorar, de querer tener amistad con Dios. La ceniza se le impone a los niños y a los adultos.

Significado del carnaval al inicio de la Cuaresma

La palabra carnaval significa adiós a la carne y su origen se remonta a los tiempos antiguos en los que por falta de métodos de refrigeración adecuados, los cristianos tenían la necesidad de acabar, antes de que empezara la Cuaresma, con todos los productos que no se podían consumir durante ese período (no sólo carne, sino también leche, huevo, etc.)

Con este pretexto, en muchas localidades se organizaban el martes anterior al miércoles de ceniza, fiestas populares llamadas carnavales en los que se consumían todos los productos que se podrían echar a perder durante la cuaresma.

Muy pronto empezó a degenerar el sentido del carnaval, convirtiéndose en un pretexto para organizar grandes comilonas y para realizar también todos los actos de los cuales se "arrepentirían" durante la cuaresma, enmarcados por una serie de festejos y desfiles en los que se exaltan los placeres de la carne de forma exagerada, tal como sigue sucediendo en la actualidad en los carnavales de algunas ciudades, como en Río de Janeiro o Nuevo Orleans.

El ayuno y la abstinencia

El miércoles de ceniza y el viernes santo son días de ayuno y abstinencia. La abstinencia obliga a partir de los 14 años y el ayuno de los 18 hasta los 59 años. El ayuno consiste hacer una sola comida fuerte al día y la abstinencia es no comer carne. Este es un modo de pedirle perdón a Dios por haberlo ofendido y decirle que queremos cambiar de vida para agradarlo siempre.

La oración 

La oración en este tiempo es importante, ya que nos ayuda a estar más cerca de Dios para poder cambiar lo que necesitemos cambiar de nuestro interior.

Necesitamos convertirnos, abandonando el pecado que nos aleja de Dios. Cambiar nuestra forma de vivir para que sea Dios el centro de nuestra vida. Sólo en la oración encontraremos el amor de Dios y la dulce y amorosa exigencia de su voluntad.

Para que nuestra oración tenga frutos, debemos evitar lo siguiente:

La hipocresía: Jesús no quiere que oremos para que los demás nos vean llamando la atención con nuestra actitud exterior. Lo que importa es nuestra actitud interior.

La disipación: Esto quiere decir que hay que evitar las distracciones lo más posible. Preparar nuestra oración, el tiempo y el lugar donde se va a llevar a cabo para podernos poner en presencia de Dios.
La multitud de palabras: Esto quiere decir que no se trata de hablar mucho o repetir oraciones de memoria sino de escuchar a Dios. La oración es conformarnos con Él; nuestros deseos, nuestras intenciones y nuestras necesidades. Por eso no necesitamos decirle muchas cosas. La sinceridad que usemos debe salir de lo profundo de nuestro corazón porque a Dios no se le puede engañar.

El sacrificio

Al hacer sacrificios (cuyo significado es "hacer sagradas las cosas"), debemos hacerlos con alegría, ya que es por amor a Dios. Si no lo hacemos así, causaremos lástima y compasión y perderemos la recompensa de la felicidad eterna. Dios es el que ve nuestro sacrificio desde el cielo y es el que nos va a recompensar. “Cuando ayunéis no aparezcáis tristes, como los hipócritas que desfiguran su rostro para que los hombres vean que ayunan; en verdad os digo, ya recibieron su recompensa. Tú cuando ayunes, úngete la cabeza y lava tu cara para que no vean los hombres que ayunas, sino Tu Padre, que está en lo secreto: y tu padre que ve en lo secreto, te recompensará. “ (Mt 6,6)”

Tiempo de Cuaresma: historia y significado

¿Cómo y cuándo empieza a vivirse la cuaresma? ¿por qué 40 días? ¿por qué la imposición de la ceniza?

La celebración de la Pascua del Señor, constituye, sin duda, la fiesta primordial del año litúrgico. De aquí que, cuando en el siglo II, la Iglesia comenzó a celebrar anualmente el misterio pascual de Cristo, advirtió la necesidad de una preparación adecuada, por medio de la oración y del ayuno, según el modo prescrito por el Señor. Surgió así la piadosa costumbre del ayuno infrapascual del viernes y sábado santos, como preparación al Domingo de Resurrección.

Los primeros pasos

Paso a paso, mediante un proceso de sedimentación, este período de preparación pascual fue consolidándose hasta llegar a constituir la realidad litúrgica que hoy conocemos como Tiempo de Cuaresma. Influyeron también, sin duda, las exigencias del catecumenado y la disciplina penitencial para la reconciliación de los penitentes.

La primitiva celebración de la Pascua del Señor conoció la praxis de un ayuno preparatorio el viernes y sábado previos a dicha conmemoración.

A esta práctica podría aludir la Traditio Apostolica, documento de comienzos del siglo III, cuando exige que los candidatos al bautismo ayunen el viernes y transcurran la noche del sábado en vela. Por otra parte, en el siglo III, la Iglesia de Alejandría, de hondas y mutuas relaciones con la sede romana, vivía una semana de ayuno previo a las fiestas pascuales.

En el siglo IV se consolida la estructura cuaresmal de cuarenta días

De todos modos, como en otros ámbitos de la vida de la Iglesia, habrá que esperar hasta el siglo IV para encontrar los primeros atisbos de una estructura orgánica de este tiempo litúrgico. Sin embargo, mientras en esta época aparece ya consolidada en casi todas las Iglesias la institución de la cuaresma de cuarenta días, el período de preparación pascual se circunscribía en  Roma a tres semanas de ayuno diario, excepto sábados y domingos. Este ayuno prepascual de tres semanas se mantuvo poco tiempo en vigor, pues a finales del siglo IV, la Urbe conocía ya la estructura cuaresmal de cuarenta días.

El período cuaresmal de seis semanas de duración nació probablemente vinculado a la práctica penitencial: los penitentes comenzaban su preparación más intensa el sexto domingo antes de Pascua y vivían un ayuno prolongado hasta el día de la reconciliación, que acaecía durante la asamblea eucarística del Jueves Santo. Como este período de penitencia duraba cuarenta días, recibió el nombre de Quadragesima o Cuaresma.

¿Por qué inicia un miércoles?

Cuando en el siglo IV, se fijó la duración de la Cuaresma en 40 días, ésta comenzaba 6 semanas antes de la Pascua, en domingo, el llamado domingo de "cuadragésima". Pero en los siglos VI-VII cobró gran importancia el ayuno como práctica cuaresmal. Y aquí surgió un inconveniente: desde los orígenes nunca se ayunó en día domingo por ser "día de fiesta", la celebración del día del Señor. Entonces, se movió el comienzo de la Cuaresma al miércoles previo al primer domingo de ese tiempo litúrgico como medio de compensar los domingos y días en los que se rompía el ayuno.

Dicho miércoles, los penitentes, por la imposición de la ceniza, ingresaban en el orden que regulaba la penitencia canónica. Cuando la institución penitencial desapareció, el rito se extendió a toda la comunidad cristiana: este es el origen del Miércoles de Ceniza o "Feria IV anerum".

¿Por qué la ceniza?

La imposición de cenizas marca el inicio de la cuaresma en la que los cristianos católicos nos preparamos para celebrar la Pascua con cuarenta días de austeridad, a semejanza de la cuarentena de Cristo en el desierto, también la de Moisés y Elías.

Las cenizas nos recuerdan:

  • El origen del hombre: "Dios formó al hombre con polvo de la tierra" (Gen 2,7).
  • El fin del hombre: "hasta que vuelvas a la tierra, pues de ella fuiste hecho" (Gn 3,19).
  • Dice Abrahán: "Aunque soy polvo y ceniza, me atrevo a hablar a mi Señor" (Gn 18,27).
  • "todos expiran y al polvo retornan" (Sal 104,29)

La raíz de la palabra "humildad" es "humus" (tierra). La ceniza es un signo de humildad, nos recuerda lo que somos.

Las cenizas, como polvo, son un signo muy elocuente de la fragilidad, del pecado y de la mortalidad del hombre, y al recibirlas se reconoce su limitación; riqueza, ciencia, gloria, poder, títulos, dignidades, de nada nos sirven.

En el Antiguo Testamento la ceniza simboliza dolor y penitencia que era practicada para reflejar el arrepentimiento por los pecados cometidos:

"Por eso me retracto, y me arrepiento en el polvo y la ceniza." (Job 42,6)

"Ellos harán oír su clamor a causa de ti, y gritarán amargamente. Se cubrirán la cabeza de polvo y se revolcarán en la ceniza." (Ez 27,30)

"Un hombre de Benjamín escapó del frente de batalla y llegó a Silo ese mismo día, con la ropa desgarrada y la cabeza cubierta de polvo." (1 Sam 4, 12)

"Al tercer día, llegó un hombre del campamento de Saúl, con la ropa hecha jirones y la cabeza cubierta de polvo. Cuando se presentó ante David, cayó con el rostro en tierra y se postró." (2 Sam 1, 2)

"¡Cíñete un cilicio, hija de mi pueblo, y revuélcate en la ceniza, llora como por un hijo único, entona un lamento lleno de amargura! Porque en un instante llega sobre nosotros el devastador." (Jer 6, 26)

"Gemid, pastores, y clamad; revolcaos en ceniza , mayorales del rebaño; porque se han cumplido los días de vuestra matanza y de vuestra dispersión, y caeréis como vaso precioso." (Jer 25, 34)

"En tierra están sentados, en silencio, los ancianos de la hija de Sion. Han echado polvo sobre sus cabezas, se han ceñido de cilicio. Han inclinado a tierra sus cabezas las vírgenes de Jerusalén." (Lam 2, 10)

"Cuando llegó la noticia al rey de Nínive, se levantó de su trono, se despojó de su manto, se cubrió de cilicio y se sentó sobre ceniza." (Jonas 3, 6)

"Cuando Mardoqueo supo todo lo que se había hecho, rasgó sus vestidos, se vistió de cilicio y ceniza, y salió por la ciudad, lamentándose con grande y amargo clamor." (Ester 4, 1)

El mismo Señor Jesús declara que si la buena nueva es proclamada, lo es para que nos arrepintamos y convirtamos al Único y Verdadero Dios, a Él que es el CAMINO, VERDAD Y VIDA:

¡Ay de ti, Corazín! ¡Ay de ti, Betsaida! Porque si los milagros que se hicieron en vosotras se hubieran hecho en Tiro y en Sidón, hace tiempo que se hubieran arrepentido en cilicio y ceniza. (Mt 11, 21; Lc 10,13)

La costumbre de imponer la ceniza se practica en la Iglesia desde sus orígenes. En la tradición judía, el símbolo de rociarse la cabeza con cenizas manifestaba el arrepentimiento y la voluntad de convertirse: la ceniza es signo de la fragilidad del hombre y de la brevedad de la vida.

Al inicio del cristianismo se imponía la ceniza especialmente a los penitentes, pecadores públicos que se preparaban durante la cuaresma para recibir la reconciliación. Vestían hábito penitencial y ellos mismos se imponían cenizas antes de presentarse a la comunidad. En los tiempos medievales se comienza a imponer la ceniza a todos los fieles cristianos con motivo del Miércoles de Ceniza, significando así que todos somos pecadores y necesitamos conversión. La cuaresma es para todos.

Las cenizas se obtienen al quemar las palmas (en general de olivo) que se bendijeron el anterior Domingo de Ramos. Se debe aclarar que no tendría sentido recibir las cenizas si el corazón no se dispone a la humildad y la conversión que representan.

Como se imparten las cenizas

La bendición e imposición de la ceniza tiene lugar en la misa, después de la homilía. En circunstancias especiales, por ejemplo, cuando no hay sacerdote, se puede hacer sin misa, pero siempre dentro de una celebración de la Palabra.

Las cenizas son impuestas en la frente del fiel, haciendo la señal de la cruz con ellas mientras el ministro dice las palabras Bíblicas: "Acuérdate que eres polvo y en polvo te convertirás", o "Conviértete y cree en el Evangelio".

Las cenizas son un sacramental. Estos no confieren la gracia del Espíritu Santo a la manera de los sacramentos, pero por la oración de la Iglesia los sacramentales "preparan a recibirla y disponen a cooperar con ella" Catecismo (1670 ss.).

¿Y por qué cuarenta días?

El significado teológico de la Cuaresma es muy rico. Su estructura de cuarentena conlleva un enfoque doctrinal peculiar.

En efecto, cuando el ayuno se limitaba a dos días -o una semana a lo sumo-, esta praxis litúrgica podía justificarse simplemente por la tristeza de la Iglesia ante la ausencia del Esposo, o por el cli­ma de ansiosa espera; mientras que el ayuno cuares­mal supone desde el principio unas connotaciones propias, impuestas por el significado simbólico del número cuarenta.

En primer lugar, no debe pasarse por alto que toda la tradición occidental inicia la Cuaresma con la lectura del evangelio de las tentaciones de Jesús en el desierto: el período cuaresmal constituye, pues, una experiencia de desierto, que al igual que en el caso del Señor, se prolonga durante cuarenta días.

En la Cuaresma, la Iglesia vive un combate espiritual intenso, como tiempo de ayuno y de prueba. Así lo manifiestan también los cuarenta años de peregrinación del pueblo de Israel por el Sinaí.

Otros simbolismos enriquecen el número cuarenta, como se advierte en el Antiguo y Nuevo Testamento. Así, la cuarentena evoca la idea de preparación: cuarenta días de Moisés y Elías previos al encuentro de Yahveh; cuarenta días empleados por Jonás para alcanzar la penitencia y el perdón; cuarenta días de ayuno de Jesús antes del comienzo de su ministerio público. La Cuaresma es un período de preparación para la celebración de las solemnidades pascuales: iniciación cristiana y reconciliación de los penitentes.

Por último, la tradición cristiana ha interpretado también el número cuarenta como expresión del tiempo de la vida presente, anticipo del mundo futuro. El Concilio Vaticano II(cfr. SC 109) ha señalado que la Cuaresma posee una doble dimensión, bautismal y penitencial, y ha subrayado su carácter de tiempo de preparación para la Pascua en un clima de atenta escucha a la Palabra de Dios y oración incesante.

El período cuaresmal concluye la mañana del Jueves Santo con la Misa Crismal -Missa Chrismalis- que el obispo concelebra con sus presbíteros. Esta Misa manifiesta la comunión del obispo y sus presbíteros en el único e idéntico sacerdocio y ministerio de Cristo. Durante la celebración se bendicen, además, los santos óleos y se consagra el crisma.

En resumen, el tiempo de Cuaresma se extiende desde el miércoles de Ceniza hasta la Misa de la cena del Señor exclusive. El miércoles de Ceniza es día de ayuno y abstinencia; los viernes de Cuaresma se observa la abstinencia de carne. El Viernes Santo también se viven el ayuno y la abstinencia.

¿Cómo se fija la fecha de la Pascua?

Para el cálculo hay que establecer unas premisas iniciales:

  • La Pascua ha de caer en domingo.
  • Este domingo ha de ser el siguiente al plenilunio pascual (la primera luna llena de la primavera boreal). Si esta fecha cayese en domingo, la Pascua se trasladará al domingo siguiente para evitar la coincidencia con la Pascua judía.
  • La luna pascual es aquella cuyo plenilunio tiene lugar en el equinoccio de primavera (vernal) del hemisferio norte (de otoño en el sur) o inmediatamente después.
  • Este equinoccio tiene lugar el 20 o 21 de marzo.
  • Se llama epacta a la edad lunar. En concreto interesa para este cálculo la epacta del año, la diferencia en días que el año solar excede al año lunar. O dicho más fácilmente, el día del ciclo lunar en que está la Luna el 1 de enero del año cuya Pascua se quiere calcular. Este número -como es lógico- varía entre 0 y 29.

Es un cálculo complejo, que mejor se lo dejamos a los expertos.

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