Que el templo interior sea tan bello como el de piedras

El Papa, en la sede de la FAO de Roma

"Tenemos la sospecha de que queremos sacar del diccionario la solidaridad"
Papa en la FAO: "El hambriento nos pide dignidad, no limosna"
La Reina Letizia pidió "que cualquier ser humano en cualquier rincón del mundo tenga una vida mejor"
 

Recuerdo la frase de un anciano: Dios siempre perdona; los hombres, a veces; la tierra no perdona nunca

(José M. Vidal).- El Papa en la Cumbre de la FAO. Con un discurso profético, en el que dijo, entre otras cosas, que "los hambrientos nos piden dignidad, no limosna" e iunvitó al mundo a cuidar "la hermana y madre tierra" y no dejar que se elimine del diccionario la palabra solidaridad".

Tras la intervención de la Reina Letizia, que reivindicó "que cualquier ser humano en cualquier rincón del mundo tenga una vida mejor y más saludable", entró el Papa Francisco, entre los aplausos de todos los presentes.

Después intervino el director general de la FAO, doctor Graziano, que se dirigió al Papa en español. "Su presencia hoy con nosotros es una forma de hacer historia"

"El hambre sigue afectando a 800 millones de personas y no podemos ser indiferentes ante eso"

Pidió la "erradicación del hambre y de la miseria. La miseria no es un destino y el hambre es evitable".

Algunas frases del discurso del papa
"Con sentido de respeto y aprecio, me presento hoy aquí"
"Le agradezco la calurosa acogida"
"Asegurar la nutrición"
"La Iglesia trata de estar atenta y solícita respecto al bienestar de las personas, especialmente de los que viven marginados y excluidos, para que se garantice su dignidad"
"Los destinos de las naciones están cada vez más entrelazados"
"Relaciones a menudo dañadas por las sospechas recíprocas, que se convierten en formas de agresión bélica y económica"
"Lo sabe bien quien carece del pan cotidiano y de un trabajo decente"
"El derecho a la alimentación sólo quedará garantizado si nos preocupamos por las personas que sufren los efectos del hambre".
"Hoy se habla de derechos, olvidando con frecuencia los deberes"
"Nos preocupamos demasiado poco de los que pasan hambre"
"La lucha contra el hambre se ve obstaculizada por la preeminencia de la ganancia, que han reducido los alimentos a una mercancía sujeta a especulación"
"El hambriento está ahí, en la esquina de la calle, y pide carta de ciudadanía. Nos pide dignidad, no limosna" (aplausos) 

"Las personas y los pueblos exigen que se pongan en práctica la justicia, no solo la legal, sino la distributiva"

"La primera preocupación debe ser la persona misma, aquellos que carecen de alimento diario y luchan sólo por la supervivencia"
"Juan Pablo II, en la inauguración de la primera conferencia, puso en guardia a la comunidad internacional ante el riesgo de que la paradoja de la abundancia y el derroche está ante nuestros ojos"

"Esta paradoja sigue siendo actual"

"El segundo reto es la falta de solidaridad. Una palabra que tenemos la sospecha de que inconscientemente la queremos sacar del diccionario"

"Creciente individualismo y división"

"Cuando falta la solidaridad en un país se resiente todo el mundo"

"A los Estados se les pide que se ayuden unos a otros"

"La ley natural es una fuente inagotable de inspiración: amor, justicia, paz, elementos inseparables entre sí". "Así, el objetivo de nutrir a la familia humana se hace factible"

"Las Iglesia trata de ofrecer también en este campo su propia contribución: atención constante a la vida de los pobres y necesitados en todas las partes del planeta"

"Derecho a una existencia digna". "Compartir la riqueza económica del mundo"

"Ninguna forma de presión política o económica puede ser aceptable"

"Pienso en nuestra hermana y madre tierra. ¿Somos libres de presiones políticas y económicas para cuidarla, para evitar que se autodestruya?"

"Cuidar el planeta".

"Recuerdo la frase de un anciano: Dios siempre perdona; los hombres, a veces; la tierra no perdona nunca". "Cuidar la hermana tierra, la madre tierra"

"Pido al Todopoderoso que bendiga a todos"

Texto íntegro del discurso del Papa ante la FAO

Señor Presidente,
Señoras y Señores

Con sentido de respeto y aprecio, me presento hoy aquí, en la Segunda Conferencia Internacional sobre Nutrición. Le agradezco, señor Presidente, la calurosa acogida y las palabras de bienvenida que me ha dirigido. Saludo cordialmente al Director General de la FAO, el Prof. José Graziano da Silva, y a la Directora General de la OMS, la Dra. Margaret Chan, y me alegra su decisión de reunir en esta Conferencia a representantes de Estados, instituciones internacionales, organizaciones de la sociedad civil, del mundo de la agricultura y del sector privado, con el fin de estudiar juntos las formas de intervención para asegurar la nutrición, así como los cambios necesarios que se han de aportar a las estrategias actuales. La total unidad de propósitos y de obras, pero sobre todo el espíritu de hermandad, pueden ser decisivos para soluciones adecuadas. La Iglesia, como ustedes saben, siempre trata de estar atenta y solícita respecto a todo lo que se refiere al bienestar espiritual y material de las personas, ante todo de los que viven marginados y son excluidos, para que se garanticen su seguridad y su dignidad.

1. Los destinos de cada nación están más que nunca enlazados entre sí, al igual que los miembros de una misma familia, que dependen los unos de los otros. Pero vivimos en una época en la que las relaciones entre las naciones están demasiado a menudo dañadas por la sospecha recíproca, que a veces se convierte en formas de agresión bélica y económica, socava la amistad entre hermanos y rechaza o descarta al que ya está excluido. Lo sabe bien quien carece del pan cotidiano y de un trabajo decente. Este es el cuadro del mundo, en el que se han de reconocer los límites de planteamientos basados en la soberanía de cada uno de los Estados, entendida como absoluta, y en los intereses nacionales, condicionados frecuentemente por reducidos grupos de poder. Lo explica bien la lectura de la agenda de trabajo de ustedes para elaborar nuevas normas y mayores compromisos para nutrir al mundo. En esta perspectiva, espero que, en la formulación de dichos compromisos, los Estados se inspiren en la convicción de que el derecho a la alimentación sólo quedará garantizado si nos preocupamos por su sujeto real, es decir, la persona que sufre los efectos del hambre y la desnutrición. Repito, sujeto real.

Hoy día se habla mucho de derechos, olvidando con frecuencia los deberes; tal vez nos hemos preocupado demasiado poco de los que pasan hambre. Duele constatar además que la lucha contra el hambre y la desnutrición se ve obstaculizada por la «prioridad del mercado» y por la «preminencia de la ganancia», que han reducido los alimentos a una mercancía cualquiera, sujeta a especulación, incluso financiera. Y mientras se habla de nuevos derechos, el hambriento está ahí, en la esquina de la calle, y pide carta de ciudadanía, ser considerado en su condición, recibir una alimentación de base sana. Nos pide dignidad, no limosna.

2. Estos criterios no pueden permanecer en el limbo de la teoría. Las personas y los pueblos exigen que se ponga en práctica la justicia; no sólo la justicia legal, sino también la contributiva y la distributiva. Por tanto, los planes de desarrollo y la labor de las organizaciones internacionales deberían tener en cuenta el deseo, tan frecuente entre la gente común, de ver que se respetan en todas las circunstancias los derechos fundamentales de la persona humana y, en nuestro caso, la persona con hambre. Cuando eso suceda, también las intervenciones humanitarias, las operaciones urgentes de ayuda o de desarrollo - el verdadero, el integral - tendrán mayor impulso y darán los frutos deseados.

3. El interés por la producción, la disponibilidad de alimentos y el acceso a ellos, el cambio climático, el comercio agrícola, deben ciertamente inspirar las reglas y las medidas técnicas, pero la primera preocupación debe ser la persona misma, aquellos que carecen del alimento diario y han dejado de pensar en la vida, en las relaciones familiares y sociales, y luchan sólo por la supervivencia. El santo Papa Juan Pablo II, en la inauguración en esta sala de la Primera Conferencia sobre Nutrición, en 1992, puso en guardia a la comunidad internacional ante el riesgo de la «paradoja de la abundancia»: hay comida para todos, pero no todos pueden comer, mientras que el derroche, el descarte, el consumo excesivo y el uso de alimentos para otros fines, están ante nuestros ojos. Esta es la paradoja! Por desgracia, esta «paradoja» sigue siendo actual. Hay pocos temas sobre los que se esgrimen tantos sofismas como los que se dicen sobre el hambre; pocos asuntos tan susceptibles de ser manipulados por los datos, las estadísticas, las exigencias de seguridad nacional, la corrupción o un reclamo lastimero a la crisis económica. Este es el primer reto que se ha de superar.

El segundo reto que se debe afrontar es la falta de solidaridad. Una palabra sobre la cual tenemos la sospecha que se desea sacar del diccionario. Nuestras sociedades se caracterizan por un creciente individualismo y por la división; esto termina privando a los más débiles de una vida digna y provocando revueltas contra las instituciones.

Cuando falta la solidaridad en un país, se resiente todo el mundo. En efecto, la solidaridad es la actitud que hace a las personas capaces de salir al encuentro del otro y fundar sus relaciones mutuas en ese sentimiento de hermandad que va más allá de las diferencias y los límites, e impulsa a buscar juntos el bien común.

Los seres humanos, en la medida en que toman conciencia de ser parte responsable del designio de la creación, se hacen capaces de respetarse recíprocamente, en lugar de combatir entre sí, dañando y empobreciendo el planeta. También a los Estados, concebidos como una comunidad de personas y de pueblos, se les pide que actúen de común acuerdo, que estén dispuestos a ayudarse unos a otros mediante los principios y normas que el derecho internacional pone a su disposición. Una fuente inagotable de inspiración es la ley natural, inscrita en el corazón humano, que habla un lenguaje que todos pueden entender: amor, justicia, paz, elementos inseparables entre sí. Como las personas, también los Estados y las instituciones internacionales están llamados a acoger y cultivar estos valores, - amor, justicia, paz - en un espíritu de diálogo y escucha recíproca. De este modo, el objetivo de nutrir a la familia humana se hace factible.

4. Cada mujer, hombre, niño, anciano, debe poder contar en todas partes con estas garantías. Y es deber de todo Estado, atento al bienestar de sus ciudadanos, suscribirlas sin reservas, y preocuparse de su aplicación. Esto requiere perseverancia y apoyo. La Iglesia Católica trata de ofrecer también en este campo su propia contribución, mediante una atención constante a la vida de los pobres en todas las partes del planeta; en esta misma línea se mueve la implicación activa de la Santa Sede en las organizaciones internacionales y con sus múltiples documentos y declaraciones. Se pretende de este modo contribuir a identificar y asumir los criterios que debe cumplir el desarrollo de un sistema internacional ecuánime. Son criterios que, en el plano ético, se basan en pilares como la verdad, la libertad, la justicia y la solidaridad; al mismo tiempo, en el campo jurídico, estos mismos criterios incluyen la relación entre el derecho a la alimentación y el derecho a la vida y a una existencia digna, el derecho a ser protegidos por la ley, no siempre cercana a la realidad de quien pasa hambre, y la obligación moral de compartir la riqueza económica del mundo.

Si se cree en el principio de la unidad de la familia humana, fundado en la paternidad de Dios Creador, y en la hermandad de los seres humanos, ninguna forma de presión política o económica que se sirva de la disponibilidad de alimentos puede ser aceptable. 

(Palabras improvisadas del Papa)

Pero, por encima de todo, ningún sistema de discriminación, de hecho o de derecho, vinculado a la capacidad de acceso al mercado de los alimentos, debe ser tomado como modelo de las actuaciones internacionales que se proponen eliminar el hambre. Al compartir estas reflexiones con ustedes, pido al Todopoderoso, al Dios rico en misericordia, que bendiga a todos los que, con diferentes responsabilidades, se ponen al servicio de los que pasan hambre y saben atenderlos con gestos concretos de cercanía. Ruego también para que la comunidad internacional sepa escuchar el llamado de esta Conferencia y lo considere una expresión de la común conciencia de la humanidad: dar de comer a los hambrientos para salvar la vida en el planeta. Gracias. 

Evangelio según San Lucas 19,45-48. 

Jesús al entrar al Templo, se puso a echar a los vendedores, diciéndoles: "Está escrito: Mi casa será una casa de oración, pero ustedes la han convertido en una cueva de ladrones". 

Y diariamente enseñaba en el Templo. Los sumos sacerdotes, los escribas y los más importantes del pueblo, buscaban la forma de matarlo. Pero no sabían cómo hacerlo, porque todo el pueblo lo escuchaba y estaba pendiente de sus palabras. 

La liturgia maronita. Padre de Balaï (?-460) obispo.Oración para la dedicación de una iglesia

Que el templo interior sea tan bello como el de piedras

Cuando tres están reunidos en mi nombre (Mt 18,20) forman ya una iglesia. Guarda a los millares aquí congregados: sus corazones ya habían preparado un santuario antes que nuestras manos construyeran éste para gloria de tu nombre. Que el templo interior sea tan bello como el de piedras. Dígnate habitar tanto en el uno como en el otro; tanto nuestros corazones como sus piedras está marcados con tu nombre. La omnipotencia de Dios se hubiera podido levantar cómodamente, no más que tal como él con un gesto, ha dado existencia al universo. Pero Dios ha construido al hombre a fin de que el hombre construyera unas mansiones para él. ¡Bendita sea su clemencia que tanto nos ha amado! Él es infinito; nosotros somos limitados. Él ha construido para nosotros el mundo; nosotros le construimos una casa.  Es admirable que el hombre pueda construir una morada al Todopoderoso presente en todo, a quien nada se le puede escapar.

Habita en medio de nosotros con ternura; nos atrae con vínculos de amor; se queda entre nosotros y nos llama para que escojamos el camino del cielo para habitar con él. Él dejó su morada y se escogió la Iglesia para que abandonemos nuestra morada y escojamos el paraíso. Dios habita entre los hombres para que los hombres encuentren a Dios.

21 de noviembre 2014 Viernes XXXIII Ap 10, 8-11

El texto de hoy nos habla de que al autor del apocalipsis, Juan, le es entregado una hoja; la Iglesia ha interpretado que se trataba de las profecías que hay en el Antiguo testamento, y que Juan tiene la misión de revelar el sentido a la luz del Nuevo Testamento. Juan hace esta experiencia, cuando por una indicación que recibe, se come la hoja: "En boca lo encontraba dulce como la miel, pero después de tragarse me, me llenó de amargura». ¿Qué es lo que te hace difícil de asimilar, en la experiencia de integrar la palabra de Dios en tu vida? Señor, que siempre sea testigo de tu fuerza liberadora, que nos bendice y nos salva.

Presentación de santa María Virgen

Presentación de santa María Virgen

Memoria de la Presentación de santa María Virgen. Al día siguiente de la dedicación de la basílica de Santa María la Nueva, construida junto al muro del antiguo templo de Jerusalén, se celebra la dedicación que de sí misma hizo a Dios la futura Madre del Señor, movida por el Espíritu Santo, de cuya gracia estaba llena desde su Concepción Inmaculada.

«Los meses se sucedían para la niña. Y, cuando llegó a la edad de dos años, Joaquín dijo: Llevémosla al templo del Señor, para cumplir la promesa que le hemos hecho, no sea que [Dios] nos la reclame, y rechace nuestra ofrenda. Y Ana respondió: Esperemos al tercer año, a fin de que la niña no nos eche de menos. Y Joaquín repuso: Esperemos.

Y, cuando la niña llegó a la edad de tres años, Joaquín dijo: Llamad a las hijas de los hebreos que estén sin mancilla, y que tome cada cual una lámpara, y que estas lámparas se enciendan, para que la niña no vuelva atrás, y para que su corazón no se fije en nada que esté fuera del templo del Señor. Y ellas hicieron lo que se les mandaba, hasta el momento en que subieron al templo del Señor. Y el Gran Sacerdote recibió a la niña, y, abrazándola, la bendijo, y exclamó: El Señor ha glorificado tu nombre en todas las generaciones. Y en ti, hasta el último día, el Señor hará ver la redención por Él concedida a los hijos de Israel.

E hizo sentarse a la niña en la tercera grada del altar, y el Señor envió su gracia sobre ella, y ella danzó sobre sus pies y toda la casa de Israel la amó.

Y sus padres salieron del templo llenos de admiración, y glorificando al Omnipotente, porque la niña no se había vuelto atrás. Y María permaneció en el templo del Señor, nutriéndose como una paloma, y recibía su alimento de manos de un ángel.

Y, cuando llegó a la edad de doce años, los sacerdotes se congregaron, y dijeron: He aquí que María ha llegado a la edad de doce años en el templo del Señor. ¿Qué medida tomaremos con ella, para que no mancille el santuario? Y dijeron al Gran Sacerdote: Tú, que estás encargado del altar, entra y ruega por María, y hagamos lo que te revele el Señor.

Y el Gran Sacerdote, poniéndose su traje de doce campanillas, entró en el Santo de los Santos, y rogó por María. Y he aquí que un ángel del Señor se le apareció, diciéndole: Zacarías, Zacarías, sal y reúne a todos los viudos del pueblo, y que éstos vengan cada cual con una vara, y aquel a quien el Señor envíe un prodigio, de aquel será María la esposa. Y los heraldos salieron, y recorrieron todo el país de Judea, y la trompeta del Señor resonó, y todos los viudos acudieron a su llamada...» 

De esta manera cuenta el llamado «Protoevangelio de Santiago» (caps. 7-8) -un escrito cristiano del siglo II, perteneciente al grupo de los llamados «apócrifos»- la «presentación de María en el templo», tradición piadosa en la que se inspira la escena que conmemoramos hoy.

¿Fue presentada María en el Templo de Jerusalén? Seguramente, como todo hijo e hija era presentado a Dios y se ofrecía por él/ella un tributo a Dios, tanto para agradecer el buen nacimiento como para invocar protección sobre el vástago. Ahora bien, en qué consistía en concreto el rito de «presentación», no han quedado testimonios, y desde luego que la presentación de María tal cual la cuenta el «Protoevangelio de Santiago» es legendaria. Sin embargo se hace eco de la fe profunda de la Iglesia ya desde sus primeros instantes: aunque en su familia y en su pueblo no lo hayan visto, María venía siendo «preparada» como nueva Arca de la nueva Alianza desde toda la eternidad; y eso es a lo que la leyenda, en definitiva, apunta: a poner en evidencia que el papel de María en la historia de la salvación no es casual ni azaroso, ni tampoco el fruto de una decisión momentánea. Así como habrá sorprendido a María verse envuelta por el anuncio angélico, así también es cierto que toda su vida era un recto y firme encaminarse hacia una fidelidad plena y absoluta, hacia una completa disposición a quien la había elegido desde toda la eternidad para que se realizara en ella un misterio que recién terminará de comprender -como Iglesia y como figura de la Iglesia que ella misma es- con la luz del Espíritu Santo en Pentecostés. 

Un hermoso detalle de la escena que me gustaría destacar es que María se alimenta «de manos de un ángel»; no podemos dejar de recordar la expresión del salmo 77: «y el hombre comió pan de ángeles», que aunque se refiere al maná, el cristianismo lo ha entendido desde siempre como figura de la Eucaristía; María sería así la primera en comer del «pan de angeles» que traerá su Hijo. 

Por más que, desde luego, todos estos pensamientos sobre María sean muy simbólicos, muy poéticos y muy agradables, no debemos sin embargo olvidar que no tenemos ninguna clase de fuente fidedigna para conocer la prehistoria de Jesús (e incluso muchos aspectos de su historia cotidiana); por ello el nuevo Martirologio quiere dejar bien explícito que el motivo de esta fiesta se relaciona más con una realidad cultual y de la vida concreta cristiana que con leyendas piadosas: es en definitiva la fiesta de la dedicación de la basílica de Santa María la Nueva, de Jerusalén, realizada el 20 de noviembre del año 543. Como fiesta litúrgica no es muy antigua, ni en Occidente ni en Oriente, donde tuvo su origen, quizás hacia el siglo X. En Occidente se celebraba con cierta solemnidad en el siglo XI en Inglaterra, pero después cayó de nuevo en el olvido, y a finales del siglo XIV se volvió a conmemorar en la Iglesia latina, hasta que en 1585 el papa Sixto V la inscribió en el calendario general.

Los Evangelios Apócrifos, edición de Edmundo González Blanco, ed Hispamerica (re.) 1985. Cfr. Butler-Guinea, tomo IV, pág. 394, y su amplia bibliografía.

Un juicio extraño

Las fuentes no admiten dudas. Jesús vive volcado hacia aquellos que ve necesitados de ayuda. Es incapaz de pasar de largo. Ningún sufrimiento le es ajeno. Se identifica con los más pequeños y desvalidos y hace por ellos todo lo que puede. Para él la compasión es lo primero. El único modo de parecernos a Dios: «Sed compasivos como vuestro Padre es compasivo».

¿Cómo nos va a extrañar que, al hablar del Juicio final, Jesús presente la compasión como el criterio último y decisivo que juzgará nuestras vidas y nuestra identificación con él? ¿Cómo nos va a extrañar que se presente identificado con todos los pobres y desgraciados de la historia?

Según el relato de Mateo, comparecen ante el Hijo del Hombre, es decir, ante Jesús, el compasivo, «todas las naciones». No se hacen diferencias entre «pueblo elegido» y «pueblo pagano». Nada se dice de las diferentes religiones y cultos. Se habla de algo muy humano y que todos entienden: ¿Qué hemos hecho con todos los que han vivido sufriendo?

El evangelista no se detiene propiamente a describir los detalles de un juicio. Lo que destaca es un doble diálogo que arroja una luz inmensa sobre nuestro presente, y nos abre los ojos para ver que, en definitiva, hay dos maneras de reaccionar ante los que sufren: nos compadecemos y les ayudamos, o nos desentendemos y los abandonamos.

El que habla es un Juez que está identificado con todos los pobres y necesitados: «Cada vez que ayudasteis a uno de estos mis pequeños hermanos, lo hicisteis conmigo». Quienes se han acercado a ayudar a un necesitado, se han acercado a él. Por eso han de estar junto a él en el reino: «Venid, benditos de mi Padre».

Luego se dirige a quienes han vivido sin compasión: «Cada vez que no ayudasteis a uno de estos pequeños, lo dejasteis de hacer conmigo». Quienes se han apartado de los que sufren, se han apartado de Jesús. Es lógico que ahora les diga: «Apartaos de mí». Seguid vuestro camino…

Nuestra vida se está jugando ahora mismo. No hay que esperar ningún juicio. Ahora nos estamos acercando o alejando de los que sufren. Ahora nos estamos acercando o alejando de Cristo. Ahora estamos decidiendo nuestra vida.

José Antonio Pagola. 23 de noviembre de 2014. Solemnidad de Cristo

 

JESUCRISTO, REY DEL UNIVERSO / A (23.11.2014)

Introducción: “venid vosotros, benditos de mi Padre” (Mt 25, 31-46)

Leemos la parábola del juicio final. Conecta con la “llegada del Hombre” para salvar a los suyos, descrita en 24,30-31. Aquí llega para salvar a los “paganos”: “todas las naciones de la tierra” (25, 32). La introducción es grandiosa: viene el Hijo del hombre en su gloria, se sienta en el trono, se reúnen todas las gentes ante él. El Hijo del hombre, como pastor al caer la tarde, separa las ovejas y las cabras. Éstas, más frioleras, tienen que ser protegidas.

Es una narración dialogal y simétrica: imperativos antagónicos (“venid”, “apartaos”), con una explicación (“tuve hambre...”), y una pregunta (“¿pero cuándo hicimos eso contigo?”) con su respuesta (“cuando lo hicisteis con uno de mis más pequeños”). El criterio de juicio es que hayan o no hayan socorrido a necesitados. Se alude a seis situaciones de apuro vital. Se deja entrever que puede aplicarse a otras muchas. Unidas de dos en dos, afectan a tres ámbitos: nutrición (hambre-sed); integración social (forastero-desnudo); libertad (enfermo-prisión). Son tres niveles de vida: físico (alimento, salud, cobijo...), relacional (respeto, ayuda, amistad...), psicológico o personal (inteligencia, libertad, dignidad...).

El mensaje central está en la respuesta final

Jesús aplica el mismo criterio de valorar la vida a cristianos, creyentes, a no creyentes. El amor a los hermanos es el único criterio evangélico, divino y humano, de realización y de felicidad en este mundo y en el futuro. Sin amor y ayuda a los hambrientos, enfermos... no hay vida humana feliz. Dios no tiene unos modos de juzgar que benefician a unos y perjudican a otros. Su justicia es el deseo de todo ser humano de vivir en plenitud: en verdad, en libertad, en justicia, en paz... El ser creyente ayuda a amar... Pero si no se ama, de nada vale la fe. La valoración más definitiva sobre toda vida humana depende de la actitud y comportamiento con los desvalidos. Eso define la modalidad de persona humana: tratar a los demás como queremos que nos traten. Es reconocer la verdadera dignidad humana. Está al alcance de toda persona. Merecemos un aprobado si nos reconocemos a nosotros y a los demás como dignos de vivir humanamente. Pero no un reconocimiento teórico, sino en la práctica: dar de comer, beber, vestir, hospedar, curar...

Esta inspiración ha transformado muchas vidas. Así fue, por ejemplo, para el hermano Carlos de Foucauld: “Creo que no hay una frase en el Evangelio que me haya causado más profunda impresión y haya transformado más mi vida que ésta: “Cuanto hagáis a uno de estos pequeños, a mí me lo hacéis”. Si se piensa que estas palabras son palabras de la Verdad increada, palabras pronunciadas por los mismos labios que dijeron: “Esto es mi cuerpo ... ésta es mi sangre”, ¡con cuánta fuerza hay que tratar de buscar y amar a Jesús en “estos pequeños”, en estos pecadores, en estos pobres, haciendo confluir todos los medios materiales propios hacia el alivio de las miserias temporales!” (Carta del 1 de agosto de 1916, cuatro meses antes de su muerte, a su amigo L. Massignon).

ORACIÓN: “venid vosotros, benditos de mi Padre” (Mt 25, 31-46)

Jesús, Hijo del Hombre: Con esta parábola escenificas el examen de reválida de nuestra vida; con un artificio literario grandioso nos atraes a lo mejor de nuestra conciencia: al amor de hermano que sentimos en lo profundo; al deseo de que todos vivamos sanos y nutridos; al anhelo por vivir socialmente aceptados y valorados; a la pretensión de libertad personal y comunitaria.

Venid vosotros, benditos de mi Padre: tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber, fui forastero y me hospedasteis, estuve desnudo y me vestisteis, enfermo y me visitasteis, en la cárcel y vinisteis a verme”.

Quienes se han dejado conducir por lo mejor de su conciencia dirán:¿pero cuándo te vimos con hambre y te alimentamos o con sed y te dimos de beber? ¿cuándo te vimos forastero y te hospedamos o desnudo y te vestimos?¿cuándo te vimos enfermo o en la cárcel y fuimos a verte?

Tu respuesta, Jesús del amor, no se hará esperar: “os aseguro que cada vez que lo hicisteis con uno de estos mis humildes hermanos, conmigo lo hicisteis”.

Quienes no hicieron caso a lo mejor de su conciencia oirán tu voz apenada:Apartaos de mí, malditos: tuve hambre y no me disteis de comer..., tuve sed y no me disteis de beber, fui forastero y no me hospedasteis, estuve desnudo y no me vestisteis, enfermo y no me visitasteis, en la cárcel y no vinisteis a verme”.

Y ellos también preguntarán:Señor, ¿cuándo te vimos con hambre o con sed, o forastero o desnudo, o enfermo o en la cárcel y no te asistimos?

Tu respuesta, Jesús del amor, no se hará esperar: “os aseguro que cada vez que no lo hicisteis con uno de estos, los humildes, tampoco lo hicisteis conmigo”. La parábola termina con una sentencia fulminante: “Esos irán al castigo eterno y los justos a la vida eterna”.

Cristo del amor, ¿tú condenarás? ¿no habrá solución para los ignorantes e inconscientes; para los mediatizados y limitados por infinidad de condicionamientos; para “quienes no hacían el bien que querían, sino el mal que no querían” (Rm 7, 19); para los cargados de experiencias de injusticia que cerraron su corazón; para los frustrados en sus pretensiones de amor y solidaridad...?

Desde nuestra fe en tu amor, como Pablo, nos atrevemos a decir: “Si Dios está con nosotros, ¿quién contra nosotros?; El que no perdonó a su propio Hijo, antes bien le entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos concederá con él todas las cosas? ¿Quién acusará a los elegidos de Dios?

Dios es quien justifica. ¿Quién condenará? ¿Acaso Cristo Jesús, el que murió; más aún el que resucitó, el que está a la diestra de Dios, y que intercede por nosotros? ¿Quién nos separará del amor de Cristo?... Estoy seguro de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los principados ni lo presente ni lo futuro ni las potestades ni la altura ni la profundidad ni otra criatura alguna podrá separarnos del amor de Dios que está en Cristo Jesús Señor nuestro” (Rm 8, 31-39).

Ayúdanos, Cristo Jesús, a colocarnos entre “los pequeños”: nuestra dureza de corazón es una desgracia; nuestra vida sin amor nos hace unos fracasados humanamente; esperamos que alguien, como Tú, Jesús, haga algo por nosotros; nos confías a otros, y te haces nuestro defensor; tu amor nos transformará “del modo sólo conocido por Dios” (GS 22).

Mi casa es casa de oración

Lucas 19, 45-48. Tiempo Ordinario. A la Iglesia hemos de acudir con la confianza de un niño pero con un corazón que ore y busque el encuentro con Dios.
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Oración introductoria
Señor, así como purificaste el templo de Jerusalén, te suplico vengas hoy a este encuentro en la oración para que me muestres qué tengo que expulsar de mi vida para quedar purificado, reconciliado, digno de Ti, porque anhelo que vengas hacer en mí tu morada.

Petición
Espíritu Santo, ilumina mi entendimiento para conocer la voluntad divina sobre mí.

Meditación del Papa Francisco
Los que gestionaban el Templo eran ladrones. Eran sacerdotes, pero ladrones. Iban detrás del poder, detrás del dinero, explotaban a la gente, se aprovechaban de las limosnas, de los regalos y el Señor les castiga fuerte. Esta es la figura del cristiano corrupto, del laico corrupto, del sacerdote corrupto, del obispo corrupto, que se aprovecha de su situación, de su privilegio de la fe, de ser cristiano y su corazón acaba corrupto, como sucede a Judas. De un corazón corrupto sale la traición. Judas traiciona a Jesús. [...]. El poder de la santidad, la novedad de Jesús es que trae consigo la Palabra de Dios, el mensaje de Dios, es decir el amor de Dios por cada uno de nosotros. Jesús, acerca a Dios a la gente y para hacerlo se acerca Él: está cerca de los pecadores. Jesús perdona a la adúltera, habla de teología con la Samaritana, que no era un angelito. Jesús busca el corazón de las personas, Jesús se acerca al corazón herido de las personas. (Cf. S.S. Francisco, 14 de enero de 2014, homilía en Santa Marta).

Reflexión
El pasaje de hoy nos muestra una cara de Jesús muy sorprendente. Tras haber llorado por Jerusalén, parece contradictorio contemplar un primer momento de ternura y otro de dureza casi seguidos en el tiempo. Los sumos sacerdotes, los escribas y notables del pueblo saben muy bien de qué se trata todo esto y quieren quitarlo de en medio, que no les paralice ni boicotee sus negocios. Parece que Jesús se enfada con mercaderes y vendedores, y en parte es así. Pero su enfado no viene por su profesión, su enfado no va dirigido a los de fuera del templo, va dirigido a los de dentro. Esto que parece una apreciación sin importancia la tiene y mucha, pues el mensaje que Jesús quiere transmitir va encaminado a cada uno de nosotros. Sí, a cada uno de los cristianos que vamos a visitar el templo, a cada uno de los sacerdotes y religiosos que sirven de manera especial al Señor y a cada uno de los que llevan la iglesia con una responsabilidad mayor y de dirección. El mensaje es único: " mi casa es casa de oración ". ¿Qué querrá decirnos Jesús con esto? Quizás esté pensando en las personas que muchas veces usamos la iglesia como medio para nuestros intereses, quizás esté pensando en cada hijo suyo que frecuenta los sacramentos y no se acaba de convencer de que lo importante verdaderamente es servir sin ser visto, sin sacar tajada, sin que nadie lo note. A la Iglesia hemos de acudir de puntillas, con la confianza de un niño pero con un corazón que ore, que busque el encuentro verdadero con Dios, y no con los hermanos que pueden terminar en negociaciones ajenas al dueño de la casa. La Iglesia indudablemente es un misterio, y está llena de humanidad, y cuenta con fallos humanos. Con nuestra vida sincera y sencilla y nuestra actitud orante formamos también esa otra Iglesia, que es la que vale: la Iglesia de los Santos, la Iglesia que es camino de Salvación, la Iglesia compañera nuestra en la gran aventura de encontrarnos con Dios.

Propósito: Acudir a la Iglesia con la confianza de un niño, pero con un corazón que ore, que busque el encuentro verdadero con Dios.

Diálogo con Cristo: ¡Gracias Padre, Señor del cielo y de la tierra, por este momento de oración! ¡Gracias por el don de tu amistad, de tu gracia y de tu misericordia! No quiero escatimar esfuerzo alguno por crecer en mi vida de oración, con tu gracia, lo podré lograr.

Con María, el día de su presentación en el Templo

Este día, la Santa Iglesia festeja el día en que, pequeñita, María fue presentada en el Templo.

Al meditar sobre tu vida, Madre querida, nos queda siempre en el alma alguna enseñanza, un prudente consejo, un camino... Este 21 de noviembre la Santa Iglesia festeja el día en que, pequeñita, fuiste presentada en el Templo. Por más que intento, Madrecita, no puede descubrir mi corazón una enseñanza en esta parte de tu vida. Me quedo en oración. Acabo de recibir a tu Hijo bajo la apariencia de pan. Así, mi corazón hecho pregunta se postra ante ti. Enséñame, Madre... Me abrazas el alma y siento que te acompaño en tan hermoso día.

Vas llegando al Templo de la mano de tus padres. La mano de Joaquín te llena de fuerza y confianza. La de Ana te sostiene un equipaje de amor, besos y abrazos para que te acompañe en el viaje trascendental que emprendes. Con tu inocencia, jamás perdida, y tu ternura, exquisitamente multiplicada en años venideros, vas acercándote al lugar del que tanto te han hablado y vas aprendiendo a abrazarte al Dios eterno que conociste de la boca de tus amados padres. Por estas cosas de la imaginación una María mamá, tal como me la recuerda la imagen de la Parroquia, me acompaña a descubrir a una María niña. Vamos subiendo las escalinatas... Al llegar al último escalón distingo, a una prudente distancia un personaje conocido... ¡ Madre! ¿Acaso esa mujer que está allí, observando de lejos es... ? -Si, hija, es Ana, la profetisa. Claro, según dice la Escritura:"... casada en su juventud, había vivido siete años con su marido. Desde entonces había permanecido viuda y tenía ochenta y cuatro años. No se apartaba del Templo, sirviendo a Dios noche y día con ayunos y oraciones" (Lc 2, 36-37). Ana... quien años más tarde hablaría "... acerca del niño a todos los que esperaban la redención de Jerusalén"...(Lc 2,38). Ana... mira a esta niña de ojos dulces, belleza serena y sonrisa de cielo.

Ana... guarda ese rostro en su corazón, pues el rostro de María es inolvidable.

Me descubro nuevamente arrodillada en la Parroquia. Te miro con el alma, María, y descubro de tu mano la enseñanza. Simple y profunda. Simple como una mujer viuda mirando de lejos. Profunda, como el amor que nos tienes.

¡Nadie puede olvidarte, Madre!. Una vez que se te ha conocido, no es posible el olvido.

Aunque pasen muchos años entre el encuentro y el abrazo... entre la mirada y la sonrisa.

Nadie, que te haya visto, aunque sea una vez, puede olvidarte. Verte... no con los ojos del cuerpo, sino con los del alma. El encuentro es interior. El abrazo, único.

Mi corazón está feliz pues me has enseñado, una vez más, que meditar en tus ejemplos no es en vano, ni "pérdida de tiempo".

Meditar en ti calma las angustias del alma, encamina los pasos del corazón y nos acerca a tu Hijo.

Este 21 de noviembre quiero pedirte que subas conmigo las escalinatas de mi vida. Que me lleves de la mano y me proveas de un imprescindible equipaje interior. Que sepa mantener ese equipaje meditando siempre en tus virtudes y ejemplos.

Feliz recuerdo de tu Presentación, Madre.

Hermano que lees estas sencillas líneas. Acompaña a María recordando con ella este día. Acompáñala con una oración, con un pensamiento, con una obra de caridad... Suma tu sencilla ofrenda a la que hizo de su vida la más pura ofrenda de amor.

Francisco, dispuesto a viajar a China

El Papa tendría que escoger entre dos candidatos propuestos por China
Pekín ofrece a Roma el nombramiento conjunto de obispos

"No es probable" la supresión de la Iglesia Patriótica (ligada al Gobierno)

El nombramiento de obispos en China es el principal motivo de desacuerdos entre Pekín y la Santa Sede, que cortaron sus relaciones diplomáticas en 1951, cuando el papa Pío XII excomulgó a dos prelados chinos no aceptados por Roma

La Iglesia Patriótica Católica de China, institución que regula las actividades de esta religión en el país y no reconoce la autoridad vaticana, ha ofrecido a la Santa Sede la posibilidad de revisar conjuntamente el nombramiento de obispos, asunto que mina las relaciones Roma-Pekín desde hace 60 años.

La institución oficial china espera que el Vaticano responda a la oferta a principios de 2015, destacó hoy el diario Global Times, ligado al Partido Comunista de China.

"El Vaticano parece esperar acuerdos más allá del nombramiento de obispos, como la cancelación de la Iglesia Patriótica, aunque eso no parece probable", señaló una fuente cercana a las negociaciones, cuyo nombre no fue revelado, en declaraciones al diario hongkonés Wen Wei Po.

Según la información de ese periódico, la Iglesia Patriótica ofrece al Vaticano varias opciones, entre ellas la de que la institución china, dependiente del Partido Comunista,elija de forma preliminar dos candidatos a un determinado obispado y sea el Papa quien escoja entre ellos.

El nombramiento de obispos en China es el principal motivo de desacuerdos entre Pekín y la Santa Sede, que cortaron sus relaciones diplomáticas en 1951, cuando el papa Pío XII excomulgó a dos prelados chinos no aceptados por Roma.Ç

China no permite que Roma tenga la última palabra en esos nombramientos, ya que considera una "injerencia en sus asuntos internos" una posible influencia de otro país en los altos cargos de su territorio.

A lo largo de los últimos años, ha habido intentos de acercamiento entre ambas partes, y algunos obispos chinos nombrados en este periodo han contado con un visto bueno no oficial de Roma, pero también ha habido casos de prelados que la Santa Sede ha rechazado, a los que ha llegado a castigar con la excomunión.

Las negociaciones para un acercamiento entre China y el Vaticano se celebran desde hace años, con avances y retrocesos, aunque la llegada a Roma del papa Francisco, de talante más progresista que sus antecesores, podría haber dado un nuevo impulso al diálogo.

En agosto, el Papa envió sus "mejores deseos" al presidente chino, Xi Jinping, y a la población del país asiático, en un telegrama enviado poco antes de que el avión en el que Francisco viajaba a Corea del Sur sobrevolara por primera vez China.

En China existen entre 8 y 12 millones de católicos, según datos del Vaticano, divididos entre los pertenecientes a la Iglesia oficial Patriótica oficial y la "clandestina", en comunión con Roma y perseguida por Pekín.

(RD/Agencias)

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