Amar a Dios y amar a su prójimo

Gladys, Santa

Reina de Gales, 29 de marzo

Santo Tradicional - No incluido en el actual Martirologio Romano
(Sugerimos leer el artículo ¿Santos descanonizados?)

En Stow, en Gales del Sur, Santa Gladys, quien al enviudar, dedicó sus riquezas a atender las necesidades de los marginados, para luego retirarse y hacer vida contemplativa y de penitencia en la soledad de una ermita en dicho territorio.

Etimológicamente: Gladys = lirio, gladiolo”. Viene de la lengua galesa.

Breve Biografía

Gladys nació en Gales en el siglo V. Era la mayor de los 24 hijos de Brychan de Brecknock, esposa de san Gundleus, y madre de los santos Cadoc y, posiblemente de Keyna.

Gladys llevó una vida muy interesante. Se dice que después de su conversión por el ejemplo y la exhortación de su hijo, ella y Gundleus vivieron una vida austera.

Adquirieron la costumbre de tomar baños de noche en Usk, seguidos de un buen paseo.

Su hijo los convenció para que pusieran fin a esa práctica y que se separaran.

Gladys se fue a Pencanau en Bassaleg. Los detalles de esta historia provienen del siglo XII.

Incluye milagros que tuvieron lugar en tiempos de san Eduardo el Confesor y Guillermo I.

También se cuenta que los primeros años de su matrimonio no fueron muy ejemplares que digamos.

Tuvo que ser su hijo que les convenciera para que se corrigieran de sus defectos.

A ruegos de su hijo, se marchó a llevar una vida de eremita en el lugar llamado hoy Stow, en donde hay una iglesia levantada a san Wooloo.

A raíz de que la mujer se fuera de eremita, el marido hizo otro tanto.

La fiesta de Gladys y de su marido es hoy.

¡Felicidades a quien lleve este nombre!

El mandamiento más grande

Santo Evangelio según San Marcos 12, 28-34. Viernes III de Cuaresma

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Señor, inflama mi corazón con tu amor, para que pueda transmitirlo a los demás.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Marcos 12, 28-34

En aquel tiempo, uno de los escribas se acercó a Jesús y le preguntó: “¿Cuál es el primero de todos los mandamientos?”. Jesús le respondió: “El primero es: Escucha, Israel: El Señor, nuestro Dios, es el único Señor; amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas. El segundo es éste: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. No hay ningún mandamiento mayor que éstos”.

El escriba replicó: “Muy bien, Maestro. Tienes razón, cuando dices que el Señor es único y que no hay otro fuera de Él, y amarlo con todo el corazón, con toda el alma, con todas las fuerzas, y amar al prójimo como a uno mismo, vale más que todos los holocaustos y sacrificios”.

Jesús, viendo que había hablado sensatamente, le dijo: “No estás lejos del Reino de Dios”. Y ya nadie se atrevió a hacerle más preguntas.

Palabra del Señor.

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

1. Requerimientos para cumplir el primer mandamiento
Si queremos cumplir la voluntad de Dios en nuestras vidas, lo primero que tenemos que hacer es amar. Sí, amar. La voluntad divina está basada en la entrega incondicional del propio ser, y ésta se da sólo a través del amor verdadero. Obviamente hay una jerarquía, si queremos amar en plenitud debemos comenzar por amar a Dios; no podemos amar a los hombres, nuestros hermanos, si no amamos primero al Padre. Ahora bien, para amar a Dios, en plenitud, es necesario que haya una entrega total de nosotros mismos, es decir, un amar con todo el corazón, con toda nuestra alma, y con todo nuestro ser. Nuestra voluntad, nuestros deseos, nuestros pensamientos, todo lo que hacemos, debemos hacerlo por amor a Él que nos amó primero.

2. Requerimientos para cumplir el segundo mandamiento
Una vez que todo nuestro ser está dirigido hacia Dios, Él se encargará de inflamar nuestros corazones con su amor para así poder transmitirlo hacia los hombres. Dios se encarga de hacer brotar este amor. Es un amor que nace del corazón y se distribuye; no se puede retener, esconder o aplacar. Por esta razón no podemos quedarnos con este amor para nosotros mismos, es un amor que tiene que salir al encuentro. No podemos pretender retener el amor de Dios para nosotros solos, es necesario darlo al prójimo.

«Jesús, en el Evangelio, nos invita a amar a Dios con todo nuestro corazón y al prójimo como a nosotros mismos. El amor de Dios es el que siempre nos hace reconocer en el otro al prójimo, al hermano o hermana que amar. Y esto requiere un compromiso personal y voluntario, para el cual, ciertamente, las instituciones públicas pueden y deben crear condiciones generales favorables. Gracias a esta “savia” evangélica, la ayuda mantiene su dimensión humana y no se despersonaliza.»

(Discurso de S.S. Francisco, 30 de noviembre de 2018).

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Rezaré hoy un viacrucis para crecer en el amor a Dios y a los demás.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.

¡Cristo, Rey nuestro! ¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

El amor de Cristo no tiene límites

El amor está en las cosas pequeñas. Soñamos con lo imposible y no hacemos lo que está a nuestro alcance.

Jesús nos amó hasta el final, dio la vida por nosotros. “Habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el fin” (Jn 13,2).

Una de las características del amor de Cristo es que no tiene límites. Él se rompió amando, con sus palabras, con sus manos, con sus gestos, con sus actitudes. En aquella tarde, Jesús amó a los suyos como nadie los había amado hasta entonces, los amó, hasta el límite, hasta el fin, hasta el extremo, hasta dar la vida. Jesús demostró este amor al otro en el servicio y en el estar atento en las cosas pequeñas. “Se levantó de la mesa, se quitó los vestidos y, tomando una toalla se la ciñó luego echó agua en la jofaina, y comenzó a lavar los pies de los discípulos y a enjugárselos con la toalla que tenía ceñida” (Jn 13.5). Echar agua, lavar, secar los pies, era un oficio de esclavos. Y Jesús se convierte en esclavo, en servidor; se empobrece, se rebaja poniéndose a sus pies. Este servicio humilde y callado lo hizo Jesús con sus discípulos; quien no se deje lavar los pies por él, no tendrá parte en su reino.

Jesús fue un hombre especial, extraordinario en generosidad, bueno de verdad, que pasó haciendo el bien sobre la tierra y curando a los oprimidos por el mal, porque Dios estaba con él (Hch 10,38). Por eso Pablo aconsejaba a los cristianos como norma de vida: "Mantengamos fijos los ojos en Jesús" (Hb 12,2), para tener sus mismos sentimientos, para obrar como él. Fue enviado a anunciar la Buena Nueva a los pobres, a proclamar la liberación a los cautivos, a dar vista a los ciegos, a dar libertad a los oprimidos y proclamar el año de gracia del Señor (Lc 4,18-19). Él vino para los casos difíciles, para "salvar lo que estaba perdido" (Lc 19,10).

Jesús fue un hombre bueno, con una bondad de calado profundo, de inversión de valores, de búsqueda de lo esencial. Lo radical de su bondad estaba en el hecho de su estar "a la escucha" de las necesidades de los otros. Él dio su vida por todos, su entrega fue total, él no vino a ser servido sino a servir y a dar su vida en rescate por todos (Mc 10,45). Nunca condenó a nadie, trató de salvar a todos, de dar vida y de ser vida y fuente de agua viva. Toda la vida de Jesús fue una donación al Padre y se entregó como precio de nuestra liberación. El “amarás a Dios con todo tu corazón y toda tu alma”, encuentra su nueva plenitud en la palabra y en vida de Jesús. Dios, para él, es el único bueno (Mc 10,18), el Padre amoroso (Mt 5, 45) que busca la oveja perdida (Lc 15,4-7), porque es un Dios que busca y acoge lo que se había perdido (Lc 15,2).

En sus enseñanzas repetía que lo más importante era buscar a Dios, su Reino, que no se preocuparan de lo demás. Mil veces invitaba a sus oyentes a no tener miedo, a no dudar, a creer de verdad (Jn 8,46). A todos les dio ejemplo de amor y el amor fue su único mandato. El amor se concretiza en las cosas pequeñas. Soñamos con lo imposible y no hacemos lo que está a nuestro alcance. “Atender a cosas aún menudas, y no hacer caso de unas muy grandes”, porque “quedamos contentas con haber deseado las cosas imposibles y no echamos mano de las sencillas” (7M 4,14).

San Jerónimo escribió un comentario a las cartas de Juan, donde dice que cuando a Juan le preguntaban sus discípulos cristianos, constantemente respondía: “Hijos míos, amaos los unos a los otros”. Cansados los discípulos de esa machacona insistencia, le preguntaron que por qué repetía tanto lo de “amaos”. Su respuesta fue bien sencilla: “porque éste es el mandamiento del Señor, y si lo cumplimos es suficiente”.

Efectivamente, quien comprende y experimenta lo que es el amor, no puede por menos de gritar como Francisco de Asís: Dios es amor, amor, amor. Dios es amor: quien permanece en el amor permanece en Dios y Dios en él (Jn 4,16) El que no ama no conoce a Dios, porque Dios es amor (1Jn 4,8). Por eso insistía Juan: “Amigos míos, amémonos unos a otros, porque el amor viene de Dios, y todo el que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios” (1Jn. 4, 7). Esto mismo había encomendado Jesús a sus discípulos y les pide que se ayuden, se apoyen, se consuelen. Por eso Jesús insistirá: “Os doy un mandamiento nuevo, que os améis unos a otros; igual que yo os he amado, amaos también entre vosotros. En esto conocerán que sois discípulos míos, en que os amáis unos a otros” (Jn 13,34-35).

Juan era un experto en la ciencia del amor, había comido junto a Jesús y había sentido el latir del corazón del Amado. En esto se ha manifestado el amor de Dios por nosotros, en que ha mandado a su Hijo unigénito al mundo para que nosotros vivamos por él (1Jn 4,9). Para Juan el amor es la piedra angular del reino de Cristo (Jn 3,16) y exhorta siempre a los hermanos al amor recíproco (2Jn 5,6). El amor de Dios se ha revelado en un acontecimiento histórico: el hecho de Jesucristo, que inaugura el tiempo de la misericordia divina. Este acontecimiento histórico, revelación única y suficiente de Dios manifiesta también que Dios no sólo ha amado y ama, sino que “es amor” (1Jn 4,8).

Juan aprendió muy bien la lección del amor, como lo más importante y como lo único que merecía enseñarse e insistir. La primera carta de Juan es una joya. De ella entresaco algunos pensamientos.
- El que ama a su hermano, ése es hijo de Dios (3,10).
- Quien ama a su hermano ha pasado de la muerte a la vida (3,14).
- Amar de verdad es dar su vida por el hermano (4,10).
- El que ama comparte sus bienes con el hermano necesitado (4,17).
- Amarnos es cumplir lo que Jesús nos mandó (3,23).
- El que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios (4,7).
- Nuestro deber de amar se funda en que Él nos amó (4,11)
- Si amamos al hermano, Dios permanece en nosotros (4,12).
- Amemos, ya que Él nos amó primero (4,19).
- Quien no ama a su hermano a quien ve, no puede amar a Dios a quien no ve (4, 20).
- Si alguien ama a Dios, ame también a su hermano (4, 21).

Volver a Dios con todo el corazón

Anima el Papa durante la Misa celebrada este jueves 28 de marzo

Durante la Misa celebrada este jueves 28 de marzo en la Casa Santa Marta, el Papa Francisco animó en esta Cuaresma a volver a Dios “con todo el corazón”.

En su homilía, el Santo Padre realizó un fuerte llamado a la conversión al “escuchar la voz del Señor para no terminar con un corazón duro”.

El Pontífice advirtió que quien no escucha la voz del Señor por días, meses, años, se convierte como “la tierra sin agua” y se “endurece”. En esta línea, recordó el pasaje del Evangelio del día en el cual Jesús dice que “el que no está conmigo, está contra mí” y propuso interrogarnos cómo es nuestra fidelidad al Señor:

“Esta es la pregunta que hoy la Iglesia quiere que hagamos: ¿Perdí mi fidelidad al Señor? No, no, voy a Misa cada domingo -y añadió- Sí, si, pero esa fidelidad del corazón: yo he perdido esa fidelidad, o mi corazón es duro, es obstinado, es sordo, no deja entrar”, preguntó.

De este modo, el Santo Padre destacó que debemos preguntarnos si escuchamos “la voz del Señor hoy” porque “la Cuaresma es para esto, para volver a sembrar nuestro corazón” por lo que el Papa reiteró su invitación a no endurecer el corazón porque “cuando uno vive con el corazón duro, que no escucha al Señor, va más allá de no escucharlo y cuando hay algo del Señor que gusta, se deja al Señor con alguna excusa”.

Luego, el Papa se detuvo en el Evangelio de San Lucas para alertar sobre el riesgo de primero no escuchar al Señor y después de tener el corazón duro caer en “el último paso del cual ya no hay regreso, que es la blasfemia en contra del Espíritu Santo”.

“Jesús termina con otra frase que puede ayudarnos: ‘El que no está conmigo, está en contra mí’, dice el Papa, por lo que invitó a evaluar: “¿Cómo va mi fidelidad? o ¿Busco algún pretexto?” pero animó a no perder la esperanza.

Por ello, el Papa exhortó a regresar a Dios “con todo el corazón” porque el Señor es “misericordioso y compasivo” a pesar de que el corazón esté “duro como piedra” o incluso si en varias ocasiones lo has “desacreditado por no obedecer” el Santo Padre aseguró que “todavía hay tiempo”.

"Vuelvan a mí con todo el corazón", dice el Señor, "porque soy misericordioso y compasivo: lo olvidaré todo". Me importa que vengas a mí. Esto es lo que importa, dice el Señor. Y olvídate de todo lo demás. Este es el momento de la misericordia, es el momento de la piedad del Señor: abramos nuestros corazones para que Él entre en nosotros”, concluyó.

Evangelio comentado por el Papa Francisco:

Lucas 11:14-23
14 Estaba expulsando un demonio que era mudo; sucedió que, cuando salió el demonio, rompió a hablar el mudo, y las gentes se admiraron.
15 Pero algunos de ellos dijeron: «Por Beelzebul, Príncipe de los demonios, expulsa los demonios.»
16 Otros, para ponerle a prueba, le pedían una señal del cielo.
17 Pero él, conociendo sus pensamientos, les dijo: «Todo reino dividido contra sí mismo queda asolado, y casa contra casa, cae.
18 Si, pues, también Satanás está dividido contra sí mismo, ¿cómo va a subsistir su reino?.. porque decís que yo expulso los demonios por Beelzebul.
19 Si yo expulso los demonios por Beelzebul, ¿por quién los expulsan vuestros hijos? Por eso, ellos serán vuestros jueces.
20 Pero si por el dedo de Dios expulso yo los demonios, es que ha llegado a vosotros el Reino de Dios.
21 Cuando uno fuerte y bien armado custodia su palacio, sus bienes están en seguro;
22 pero si llega uno más fuerte que él y le vence, le quita las armas en las que estaba confiado y reparte sus despojos.»
23 «El que no está conmigo, está contra mí, y el que no recoge conmigo, desparrama.

El amor ¿Lo cura todo?

6 reflexiones para amar mejor

El romanticismo mata al amor. Las películas románticas nos presentan al amor como una especie de llave mágica que abre las puertas de todos los corazones humanos y resuelve todos los problemas. Al principio de casi todas las historias de amor puede parecer así, porque estamos en un estado que conocemos como “enamoramiento”.

¿Qué es el enamoramiento? Una poeta americana lo definió como “una estafa neuroquímica”. Durante este vivimos en un estado “ideal” aparente: la mujer se siente constantemente halagada por las cortesías de su enamorado. Él se siente el hombre más afortunado del mundo porque la mujer más bella del universo le prestó atención, y todo parece un cuento de hadas. Pero claro, en todo cuento de hadas hay una bruja y un ogro, que mientras se gesta el cuento de hadas, están durmiendo, pero que luego van a querer despertar indefectiblemente una vez que se hayan casado.

Durante el enamoramiento estamos en un estado de excepción. Dicen que el cerebro funciona toda la vida hasta que nos enamoramos. Y tiene bastante razón. El cerebro enamorado es parecido al cerebro de un adicto a la cocaína, de acuerdo a un estudio realizado por Helen Fischer. El sistema de recompensas de una persona enamorada funciona en modo similar al de un adicto: cuanto más tiene, más quiere. Esta “anomalía cerebral” es la que provoca que cuando alguien nos advierte sobre los defectos de nuestro posible futuro cónyuge, reaccionemos casi siempre violentamente. ¿Cómo va a ser imperfecto, si es el hombre más caballeroso del mundo? ¿Cómo va a ser imperfecta si es la mujer más hermosa del mundo? Nos negamos a ver la realidad porque la fantasía es mucho más atractiva. Pero este estado no dura para siempre, y cuando pasa, “las escamas caen de nuestros ojos” y nos encontramos con la “estafa neuroquímica”, parece que hemos caído en una trampa mortal para “cazarnos” más que “casarnos”.

¿Cómo podemos hacer para evitar estas “sorpresas” que suceden cuando pasa el encanto del enamoramiento? Pues preparándonos nosotros mismos para no “dar” esas sorpresas, y rezando por nuestro futuro cónyuge para que también pueda prepararse. Me explico: todos queremos un amor incondicional, que esté en las buenas y en las malas, que esté siempre de buen humor y que nos soporte en salud y en enfermedad, en prosperidad y en adversidad hasta que la muerte nos separe. Cuando pensamos en nuestro futuro, estamos segurísimos de que eso es lo que merecemos. Pero sucede un problema: para poder recibir ese amor, tenemos que estar dispuestos a dar un amor incondicional, que esté en las buenas y en las malas, que esté siempre de buen humor y que soporte al otro en salud y en enfermedad, en prosperidad y en adversidad hasta que la muerte nos separe. Queremos a un futuro cónyuge ideal, pero no estamos muy dispuestos a ser ese cónyuge ideal.

Es claro entonces que antes de pensar en lo que vamos a recibir en nuestra relación, nos enfoquemos en lo que vamos a dar. «Amar es dar sin pensar en recibir» dice el dicho popular, probablemente basado en lo que decía Jesús y que san Lucas cita en Hechos 20, 35: «Hay más alegría en dar que en recibir”»

¿Y cómo nos preparamos para tener una buena relación? ¿Cómo hacemos para ser ese futuro esposo o esposa ideal? ¡Hay muchísimas recetas!, pero hoy quiero enfocarme en algunos aspectos que luego de casados generan la mayor parte de los conflictos. Estos aspectos de la vida de relación pueden parecer irrelevantes, pero requieren de mucho autodominio y mucha oración, así que, si ves que tienes alguno de ellos algo descuidados, el momento de comenzar a trabajarlos es ¡ahora!

1. ¡Deja ya de quejarte!

¿Por qué te quejas? ¿Qué logras quejándote? Lo único que logras es que todos los otros se pongan a la defensiva y que estés siempre buscando un culpable para todas tus desgracias, tanto las reales como las imaginarias. En las relaciones de pareja, la queja constante dificulta completamente la relación, en especial, cuando ya están casadas, la convivencia. Especialmente las críticas que se expresan descalificando, en segunda persona o que incluyen adverbios como “siempre” y “nunca”. Las personas quejosas tienen una característica principal: no se hacen cargo de sus dificultades y tienden a achacárselas a otros. Este tipo de personas no solo no son felices, sino que hacen infelices a todos los que se les acercan.

2. ¡No guardes rencor!

Atado a la anterior característica, las personas rencorosas no dejan pasar ninguna ofensa. La persona rencorosa es aquella persona que todos los días toma veneno y espera que los demás se mueran. 

Guardar rencor es mantener la ofensa alejada del perdón y valorar más el orgullo propio que a la otra persona y a la relación.Muchas veces nos ofenden realmente, especialmente las personas más cercanas y queridas, y cuanto más cercanas y queridas tanto más duele, y muchas veces no nos piden perdón, aun sabiendo que faltaron contra nosotros. ¿Qué podemos hacer? ¿Seguir ofendidos para toda la vida? Si no eres capaz de perdonar, no una sino setenta veces siete, es muy probable que todavía no estés “maduro” para amar para toda la vida. Un buen matrimonio es la unión de dos buenos perdonadores.

3. ¡No te quedes lo mejor para ti!

El egoísmo es una característica que hay que tener revisada desde mucho antes de pensar en acercarse al sacramento del matrimonio. Porque el sacramento nos puede dar la gracia de estado, pero no hace magia.

Una persona que piensa en sí misma antes que en el otro está llamada a ser sumamente infeliz en el matrimonio. Puede parecer contradictorio. Supongamos que Pablo, alguien que piensa primero en sí mismo se casa con Marta, alguien que piensa primero en Pablo que en sí misma: ¡son dos personas pensando en Pablo! ¡La felicidad perfecta para Pablo! Y sin embargo no es así. Puede ser que esa fantasía de felicidad dure unos meses, pero el egoísmo termina convirtiendo a una relación que debería ser entre iguales en una relación “amo – servidor”, y el paso del tiempo hará que esa relación comience a resentirse. Como dije al principio: cuanto más pensemos en nuestra propia felicidad, más seguro es el camino al fracaso.

4. ¡Deja ya de justificarte y comienza a escuchar!

Tu punto de vista puede parecerte sumamente interesante porque conoces todos los vericuetos de tu mente, y es seguro que tienes una explicación razonable para todas las tonterías que haces. Pero cuando te casas, las tonterías que haces ya no te afectan solo a ti, afectan también a tu cónyuge.

Y puede ser que en tu cabeza la explicación de (por ejemplo) por qué gastaste la mitad del presupuesto de la familia en comprar algo completamente innecesario pueda parecerte algo totalmente justificable. Pero hay un detalle: tu dinero ya no es tu dinero, es de ambos. Y tu cónyuge puede tener otra lista de prioridades que la que tú tienes, tal vez mucho más razonable que la tuya. Así que, antes de hacer cualquier cosa ¡comienza por consultar, escuchar y aprende a dialogar! Dios nos dio el doble de oídos que de boca, así que escucha el doble de lo que hables, y estarás por buen camino.

5. ¡Deja ya la pornografía!

Y cuando digo la pornografía, hablo de toda la basura que amigos “graciosos” nos mandan “solo por embromar”. Una broma divertidísima, que puede costarnos la felicidad conyugal. Porque la pornografía es denigrante, y denigra el amor humano. ¿Que la pornografía es un “crimen sin víctimas”? Las actrices y actores pornográficos tienen una tasa de mortalidad altísima, por las enfermedades de transmisión sexual pero también por la altísima exposición a las drogas duras.

Pero además, exponiéndote a esa “bromita”, más temprano que tarde te acostumbrarás, y pretenderás que eso que se ve en la pornografía es la “sexualidad normal” y el día que te cases, tendrás una visión tan distorsionada de la sexualidad, que la sexualidad conyugal que está llamada a ser la máxima expresión del amor para tiy tu cónyuge, te parecerá aburrida y anodina.

Claro que todas estas cosas, ¡no son fáciles! Te tengo un secreto: el matrimonio no es fácil. Parece mentira que yo, que escribí un libro que se llama: “Matrimonio fácil para tiempos difíciles” diga esto, pero no soy yo solo quien lo dice, san Francisco de Sales decía que: «El matrimonio ofrece las máximas oportunidades de mortificación». O, como decía Chesterton: «El matrimonio es una aventura, como ir a la guerra». Claro que no queremos ir a la guerra, porque el enemigo más poderoso a vencer no es nuestro cónyuge, sino nosotros mismos. Y cuando nos vencemos, y nos donamos por entero al otro en la relación (porque para donarse hay que poseerse, y para poseerse hay que vencerse) entonces el matrimonio sí puede convertirse en fácil, no importa lo difíciles que se pongan los tiempos.

Tal vez dirás: ¡Pero yo no puedo hacer todo eso solo! Y, ¡claro que no! San Pablo lo dice: «Todo lo puedo en aquél que me conforta». (Fil 4,13) Como decía san Agustín, tenemos que «hacer lo que podemos y pedir lo que no podemos», o, como decía san Ignacio, «actúa como si todo dependiera de ti, confía como si todo dependiera de Dios».

Si todavía no tienes a tu pareja ideal, tal vez no sea el momento de salir a buscarla. Para ser el “esposo ideal”, y probablemente para encontrar a tu “pareja ideal”, lo mejor es que revises estos cinco puntos, y veas cómo calificas. Y si todavía no calificas, ¡antes de buscarte un candidato o candidata, búscate un director espiritual! Y si ya tienes pareja y se están preparando para casarse, revisen también esta lista, tal vez todavía haya algunos ajustes de última hora que pueden hacer para tener un buen matrimonio. Y si ya están casados, y tienen alguna de estas “piedras en el zapato”, ¡Es buen momento para detenerse, quitarse los zapatos y trabajar para que la gracia del Sacramento pueda actuar!

La paternidad responsable ¿Qué significa? ¿A qué nos obliga?

La libertad es personal. La elección también lo es. Nadie se entera. Se entera nuestra conciencia y se entera Él.

El pasado miércoles día 20 de febrero se publicaba la noticia acerca del fallecimiento de 
Evelyn Billings : El adiós de Evelyn Billings, pionera de la regulación natural de la fertilidad. En 1968 -después de un período eclesial debatiendo la cuestión de la regulación de la concepción- S.S. Pablo VI promulgó la encíclica Humanae Vitae . Esta encíclica fue uno de los frutos del Concilio Vaticano II; el libro del matrimonio australiano Billings, una de las aportaciones científicas en esta materia de la sexualidad.

Me quedó muy claro hace muchos años: 
a) que todo acto sexual pertenece en exclusiva a la relación amorosa entre el esposo varón con su esposa mujer; 
b) que todo acto sexual entre los dos debe estar abierto a la transmisión de la vida. Vale la pena reflexionar a menudo sobre esta carta magna de la sexualidad.

Esta carta encíclica dejó claramente establecido que todo acto sexual debe estar abierto a la transmisión de la vida humana y que para ello los esposos deben proceder con generosidad y cabeza, con oposición a cualquier planteamiento conyugal anticonceptivo y acto individual contraceptivo.

El Sí a la Vida parte tanto de la intencionalidad de cada acto sexual legítimo como en su forma de ejecución. Cabeza quiere decir ser conscientes los dos de que los hijos no vienen de París dentro de un saco en el pico de una cigüeña. O lo que viene a ser lo mismo creer ingenuamente que en materia de hijos los que Dios quiera. Deben ser conscientes también los dos que como sermón espiritual no es suficiente apelar al dicho de que todo hijo viene con un pan bajo el brazo. Siendo como es así quienes viven su fe cristiana deben profundizar siempre en eso del acto sexual.

De lo contrario, por ignorancia culpable y no culpable, o por desafío abierto a Dios como el de Eva y Adán en el Paraíso cuestionando la Ley Natural, se produce, como se ha producido en todas partes, una oposición íntima a las leyes de la naturaleza consistente en disociar –con excusas baratas- el acto de amor en su formalidad canónica de sus consecuencias naturales. El resultado familiar y social es la baja natalidad generalizada en nuestro entorno occidental y moderno.

Ha contribuido a ello la tentación constante de los sucesivos “adelantos” médico-farmacéuticos. Adquirir preservativos en las farmacias es algo asequible al bolsillo común. También todo lo relativo a la implantación de dispositivos intrateurinos en la mujer o la receta médica de píldoras contraceptivas. En un paso más adelantado existen dos intervenciones quirúrgicas de beneplácito ginecológico generalizado: la vasectomía en el varón y la ligadura de trompas en la mujer. Son irreversibles. ¿Dónde están los sermones en los templos?

La libertad es personal. La elección también lo es. Nadie se entera. Se entera nuestra conciencia y se entera Él. Pues lo ve todo en el cielo, en la tierra y en todas partes. Amén

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