Nuestra Señora de Fátima
- 13 Mayo 2019
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Memoria Litúrgica, 13 de mayo
La Santísima Virgen María se manifestó a tres niños campesinos
Nuestra Señora la Bienaventurada Virgen María de Fátima, en Portugal. En la localidad de Aljustrel, la contemplación de la que, en el orden de la gracia, es nuestra Madre clementísima, suscita en muchos fieles, no obstante las adversidades, la oración por los pecadores y la profunda conversión de los corazones.
En 1917, en el momento de las apariciones, Fátima era una ciudad desconocida de 2.500 habitantes, situada a 800 metros de altura y a 130 kilómetros al norte de Lisboa, casi en el centro de Portugal. Hoy Fátima es famosa en todo el mundo y su santuario lo visitan innumerables devotos.
Allí, la Virgen se manifestó a niños de corta edad: Lucía, de diez años, Francisco, su primo, de nueve años, un jovencito tranquilo y reflexivo, y Jacinta, hermana menor de Francisco, muy vivaz y afectuosa. Tres niños campesinos muy normales, que no sabían ni leer ni escribir, acostumbrados a llevar a pastar a las ovejas todos los días. Niños buenos, equilibrados, serenos, valientes, con familias atentas y premurosas.
Los tres habían recibido en casa una primera instrucción religiosa, pero sólo Lucía había hecho ya la primera comunión.
Las apariciones estuvieron precedidas por un "preludio angélico": un episodio amable, ciertamente destinado a preparar a los pequeños para lo que vendría.
Lucía misma, en el libro Lucia racconta Fátima (Editrice Queriniana, Brescia 1977 y 1987) relató el orden de los hechos, que al comienzo sólo la tuvieron a ella como testigo. Era la primavera de 1915, dos años antes de las apariciones, y Lucía estaba en el campo junto a tres amigas. Y esta fue la primera manifestación del ángel:
Sería más o menos mediodía, cuando estábamos tomando la merienda. Luego, invité a mis compañeras a recitar conmigo el rosario, cosa que aceptaron gustosas. Habíamos apenas comenzado, cuando vimos ante nosotros, como suspendida en el aire, sobre el bosque, una figura, como una estatua de nieve, que los rayos del sol hacían un poco transparente. "¿Qué es eso?", preguntaron mis compañeras, un poco atemorizadas. "No lo sé". Continuamos nuestra oración, siempre con los ojos fijos en aquella figura, que desapareció justo cuando terminábamos (ibíd., p. 45).
El hecho se repitió tres veces, siempre, más o menos, en los mismos términos, entre 1915 y 1916.
Llegó 1917, y Francisco y Jacinta obtuvieron de sus padres el permiso de llevar también ellos ovejas a pastar; así cada mañana los tres primos se encontraban con su pequeño rebaño y pasaban el día juntos en campo abierto. Una mañana fueron sorprendidos por una ligera lluvia, y para no mojarse se refugiaron en una gruta que se encontraba en medio de un olivar. Allí comieron, recitaron el rosario y se quedaron a jugar hasta que salió de nuevo el sol. Con las palabras de Lucía, los hechos sucedieron así:
... Entonces un viento fuerte sacudió los árboles y nos hizo levantar los ojos... Vimos entonces que sobre el olivar venía hacia nosotros aquella figura de la que ya he hablado. Jacinta y Francisco no la habían visto nunca y yo no les había hablado de ella. A medida que se acercaba, podíamos ver sus rasgos: era un joven de catorce o quince años, más blanco que si fuera de nieve, el sol lo hacía transparente como de cristal, y era de una gran belleza. Al llegar junto a nosotros dijo: "No tengan miedo. Soy el ángel de la paz. Oren conmigo". Y arrodillado en la tierra, inclinó la cabeza hasta el suelo y nos hizo repetir tres veces estas palabras: "Dios mío, yo creo, adoro, espero y te amo. Te pido perdón por los que no creen, no adoran, no esperan y no te aman". Luego, levantándose, dijo: "Oren así. Los corazones de Jesús y María están atentos a la voz de sus súplicas". Sus palabras se grabaron de tal manera en nuestro espíritu, que jamás las olvidamos y, desde entonces, pasábamos largos períodos de tiempo prosternados, repitiéndolas hasta el cansancio (ibíd, p. 47).
En el prefacio al libro de Lucía, el padre Antonio María Martins anota con mucha razón que la oración del ángel "es de una densidad teológica tal" que no pudo haber sido inventada por unos niños carentes de instrucción. "Ha sido ciertamente enseñada por un mensajero del Altísimo", continúa el estudioso. "Expresa actos de fe, adoración, esperanza y amor a Dios Uno y Trino".
Durante el verano el ángel se presentó una vez más a los niños, invitándolos a ofrecer sacrificios al Señor por la conversión de los pecadores y explicándoles que era el ángel custodio de su patria, Portugal.
Pasó el tiempo y los tres niños fueron de nuevo a orar a la gruta donde por primera vez habían visto al ángel. De rodillas, con la cara hacia la tierra, los pequeños repiten la oración que se les enseñó, cuando sucede algo que llama su atención: una luz desconocida brilla sobre ellos. Lucía lo cuenta así:
Nos levantamos para ver qué sucedía, y vimos al ángel, que tenía en la mano izquierda un cáliz, sobre el que estaba suspendida la hostia, de la que caían algunas gotas de sangre adentro del cáliz.
El ángel dejó suspendido el cáliz en el aire, se acercó a nosotros y nos hizo repetir tres veces: "Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo te ofrezco el preciosísimo cuerpo, sangre, alma y divinidad de Jesucristo...". Luego se levantó, tomó en sus manos el cáliz y la hostia; me dio la hostia santa y el cáliz lo repartió entre Jacinta y Francisco... (ibíd., p. 48).
El ángel no volvió más: su tarea había sido evidentemente la de preparar a los niños para los hechos grandiosos que les esperaban y que tuvieron inicio en la primavera de 1917, cuarto año de la guerra, que vio también la revolución bolchevique.
El 13 de mayo era domingo anterior a la Ascensión. Lucía, Jacinta y Francisco habían ido con sus padres a misa, luego habían reunido sus ovejas y se habían dirigido a Cova da Iria, un pequeño valle a casi tres kilómetros de Fátima, donde los padres de Lucía tenían un cortijo con algunas encinas y olivos.
Aquí, mientras jugaban, fueron asustados por un rayo que surcó el cielo azul: temiendo que estallara un temporal, decidieron volver, pero en el camino de regreso, otro rayo los sorprendió, aún más fulgurante que el primero. Dijo Lucía:
A los pocos pasos, vimos sobre una encina a una Señora, toda vestida de blanco, más brillante que el sol, que irradiaba una luz más clara e intensa que la de un vaso de cristal lleno de agua cristalina, atravesada por los rayos del sol más ardiente. Sorprendidos por la aparición, nos detuvimos. Estábamos tan cerca que nos vimos dentro de la luz que la rodeaba o que ella difundía. Tal vez a un metro o medio de distancia, más o menos... (ibíd., p. 118).
La Señora habló con voz amable y pidió a los niños que no tuvieran miedo, porque no les haría ningún daño. Luego los invitó a venir al mismo sitio durante seis meses consecutivos, el día 13 a la misma hora, y antes de desaparecer elevándose hacia
Oriente añadió: "Reciten la corona todos los días para obtener la paz del mundo y el fin de la guerra".
Los tres habían visto a la Señora, pero sólo Lucía había hablado con ella; Jacinta había escuchado todo, pero Francisco había oído sólo la voz de Lucía.
Lucía precisó después que las apariciones de la Virgen no infundían miedo o temor, sino sólo "sorpresa": se habían asustado más con la visión del ángel.
En casa, naturalmente, no les creyeron y, al contrario, fueron tomados por mentirosos; así que prefirieron no hablar más de lo que habían visto y esperaron con ansia, pero con el corazón lleno de alegría, que llegara el 13 de junio.
Ese día los pequeños llegaron a la encina acompañados de una cincuentena de curiosos. La aparición se repitió y la Señora renovó la invitación a volver al mes siguiente y a orar mucho. Les anunció que se llevaría pronto al cielo a Jacinta y Francisco, mientras Lucía se quedaría para hacer conocer y amar su Corazón Inmaculado. A Lucía, que le preguntaba si de verdad se quedaría sola, la Virgen respondió: "No te desanimes. Yo nunca te dejaré. Mi Corazón Inmaculado será tu refugio y el camino que te conducirá hasta Dios". Luego escribió Lucía en su libro:
En el instante en que dijo estas últimas palabras, abrió las manos y nos comunicó el reflejo de aquella luz inmensa. En ella nos veíamos como inmersos en Dios. Jacinta y Francisco parecían estar en la parte de la luz que se elevaba al cielo y yo en la que se difundía sobre la tierra. En la palma de la mano derecha de la Virgen había un corazón rodeado de espinas, que parecían clavarse en él. Comprendimos que era el Corazón Inmaculado de María, ultrajado por los pecados de la humanidad, y que pedía reparación (ibíd., p. 121).
Cuando la Virgen desapareció hacia Oriente, todos los presentes notaron que las hojas de las encinas se habían doblado en esa dirección; también habían visto el reflejo de la luz que irradiaba la Virgen sobre el rostro de los videntes y cómo los transfiguraba.
El hecho no pudo ser ignorado: en el pueblo no se hablaba de otra cosa, naturalmente, con una mezcla de maravilla e incredulidad.
La mañana del 13 de julio, cuando los tres niños llegaron a Cova da Iria, encontraron que los esperaban al menos dos mil personas. La Virgen se apareció a mediodía y repitió su invitación a la penitencia y a la oración. Solicitada por sus padres, Lucía tuvo el valor de preguntarle a la Señora quién era; y se atrevió a pedirle que hiciera un milagro que todos pudieran ver. Y la Señora prometió que en octubre diría quién era y lo que quería y añadió que haría un milagro que todos pudieran ver y que los haría creer.
Antes de alejarse, la Virgen mostró a los niños los horrores del infierno (esto, sin embargo, se supo muchos años después, en 1941, cuando Lucía, por orden de sus superiores escribió las memorias recogidas en el libro ya citado. En ese momento, Lucía y sus primos no hablaron de esta visión en cuanto hacía parte de los secretos confiados a ellos por la Virgen, cuya tercera parte aún se ignora) y dijo que la guerra estaba por terminar, pero que si los hombres no llegaban a ofender a Dios, bajo el pontificado de Pío XII estallaría una peor.
Cuando vean una noche iluminada por una luz desconocida, sabrán que es el gran signo que Dios les da de que está por castigar al mundo a causa de sus crímenes, por medio de la guerra, del hambre y de la persecución a la Iglesia y al Santo Padre. Para impedirla, quiero pedirles la consagración de Rusia a mi Corazón Inmaculado y la comunión reparadora los primeros sábados.
Si cumplen mi petición, Rusia se convertirá y vendrá la paz. Si no, se difundirán en el mundo sus horrores, provocando guerras y persecuciones a la Iglesia... Al final, mi Corazón Inmaculado triunfará. El Santo Padre me consagrará Rusia, que se convertirá, y se le concederá al mundo un período de paz... (ibíd., p. 122).
Después de esta aparición, Lucía fue interrogada de modo muy severo por el alcalde, pero no reveló a ninguno los secretos confiados por la Virgen.
El 13 de agosto, la multitud en Cova era innumerable: los niños, sin embargo, no llegaron. A mediodía en punto, sobre la encina, todos pudieron ver el relámpago y la pequeña nube luminosa. ¡La Virgen no había faltado a su cita! ¿Qué había sucedido? Los tres pastorcitos habían sido retenidos lejos del lugar de las apariciones por el alcalde, que con el pretexto de acercarlos en auto, los había llevado a otro lado, a la casa comunal, y los había amenazado con tenerlos prisioneros si no le revelaban el secreto. Ellos callaron, y permanecieron encerrados. Al día siguiente hubo un interrogatorio con todas las de la ley, y con otras amenazas, pero todo fue inútil, los niños no abandonaron su silencio.
Finalmente liberados, los tres pequeños fueron con sus ovejas a Cova da Iria el 19 de agosto, cuando, de repente, la luz del día disminuyó, oyeron el relámpago y la Virgen apareció: pidió a los niños que recitaran el rosario y se sacrificaran para redimir a los pecadores. Pidió también que se construyera una capilla en el lugar.
Los tres pequeños videntes, profundamente golpeados por la aparición de la Virgen, cambiaron gradualmente de carácter: no más juegos, sino oración y ayuno. Además, para ofrecer un sacrificio al Señor se prepararon con un cordel tres cilicios rudimentarios, que llevaban debajo de los vestidos y los hacían sufrir mucho. Pero estaban felices, porque ofrecían sus sufrimientos por la conversión de los pecadores.
El 13 de septiembre, Cova estaba atestada de personas arrodilladas en oración: más de veinte mil. A mediodía el sol se veló y la Virgen se apareció acompañada de un globo luminoso: invitó a los niños a orar, a no dormir con los cilicios, y repitió que en octubre se daría un milagro. Todos vieron que una nube cándida cubría a la encina y a los videntes. Luego reapareció el globo y la Virgen desapareció hacia Oriente, acompañada de una lluvia, vista por todos, de pétalos blancos que se desvanecieron antes de tocar tierra. En medio de la enorme emoción general, nadie dudaba que la Virgen en verdad se había aparecido.
El 13 de octubre es el día del anunciado milagro. En el momento de la aparición se llega a un clima de gran tensión. Llueve desde la tarde anterior. Cova da Iria es un enorme charco, pero no obstante miles de personas pernoctan en el campo abierto para asegurar un buen puesto.
Justo al mediodía, la Virgen aparece y pide una vez más una capilla y predice que la guerra terminará pronto. Luego alza las manos, y Lucía siente el impulso de gritar que todos miren al sol. Todos vieron entonces que la lluvia cesó de golpe, las nubes se abrieron y el sol se vio girar vertiginosamente sobre sí mismo proyectando haces de luz de todos los colores y en todas direcciones: una maravillosa danza de luz que se repitió tres veces.
La impresión general, acompañada de enorme estupor y preocupación, era que el sol se había desprendido del cielo y se precipitaba a la tierra. Pero todo vuelve a la normalidad y la gente se da cuenta de que los vestidos, poco antes empapados por el agua, ahora están perfectamente secos. Mientras tanto la Virgen sube lentamente al cielo en la luz solar, y junto a ella los tres pequeños videntes ven a san José con el Niño.
Sigue un enorme entusiasmo: las 60.000 personas presentes en Cova da Iria tienen un ánimo delirante, muchos se quedan a orar hasta bien entrada la noche.
Las apariciones se concluyen y los niños retoman su vida de siempre, a pesar de que son asediados por la curiosidad y el interés de un número siempre mayor de personas: la fama de Fátima se difunde por el mundo.
Entre tanto las predicciones de la Virgen se cumplen: al final de 1918 una epidemia golpea a Fátima y mina el organismo de Francisco y Jacinta. Francisco muere santamente en abril del año siguiente como consecuencia del mal, y Jacinta en 1920, después de muchos sufrimientos y de una dolorosísima operación.
En 1921, Lucía entra en un convento y en 1928 pronuncia los votos. Será sor María Lucía de Jesús.
Se sabe que, luego de concluir el ciclo de Fátima, Lucía tuvo otras apariciones de la Virgen (en 1923, 1925 y 1929), que le pidió la devoción de los primeros sábados y la consagración de Rusia.
En Fátima las peticiones de la Virgen han sido atendidas: ya en 1919 fue erigida por el pueblo una primera modesta capilla. En 1922 se abrió el proceso canónico de las apariciones y el 13 de octubre de 1930 se hizo pública la sentencia de los juicios encargados de valorar los hechos: "Las manifestaciones ocurridas en Cova da Iria son dignas de fe y, en consecuencia, se permite el culto público a la Virgen de Fátima".
También los papas, de Pío XII a Juan Pablo II, estimaron mucho a Fátima y su mensaje. Movido por una carta de sor Lucía, Pío XII consagraba el mundo al Corazón Inmaculado de María el 31 de octubre de 1942. Pablo VI hizo referencia explícita a Fátima con ocasión de la clausura de la tercera sesión del Concilio Vaticano II. Juan Pablo II fue personalmente a Fátima el 12 de mayo de 1982: en su discurso agradeció a la Madre de Dios por su protección justamente un año antes, cuando se atentó contra su vida en la plaza de San Pedro.
Con el tiempo, se han construido en Fátima una grandiosa basílica, un hospital y una casa para ejercicios espirituales. Junto a Lourdes, Fátima es uno de los santuarios marianos más importantes y visitados del mundo.
Consulta también:
- Mensaje de Fátima, el tercer secreto
- Fátima, Nuesta Señora
- Una Señora más brillante que el sol
- Los Pastorcillos de Fátima
- Encuentro con la Santidad Virgen de Fátima. Video
Éste es el mensaje perenne de Fátima: la oración y la conversión
Pocos lugares en el orbe católico despiertan tantos sentimientos de gratitud a la protección maternal de la Virgen como Fátima.
En Fátima ocurrieron en 1917 unos acontecimientos sobrenaturales que estarían llamados a cambiar el mundo. Fátima: a principios del siglo XX era un lugar desconocido incluso para la mayoría de los portugueses, ahora su nombre resuena en el mundo. Unos pastorcillos, apenas unos niños, fueron favorecidos por experiencias místicas inauditas. No sabían leer ni tenían esperanzas siquiera de ir a la escuela, pero la Virgen les confió secretos que transformaron las relaciones internacionales. Varios
Papas, Cardenales y Obispos de todo el mundo, y sobre todo millones de fieles sencillos de todas las condiciones han peregrinado al Santuario erigido en un paraje que en 1917 no era más que un barrizal impracticable. Entonces era un lugar inaccesible salvo para carretas, pero ahora una cómoda autopista lleva rápidamente a Lisboa y Oporto.
Las apariciones de Fátima
En 1917 Europa estaba en guerra. Portugal era uno de los países beligerantes en el lado de los Aliados, y el descontento en la población era grande. Casi no había familia que no tuviera a algún hijo o sobrino batallando en las trincheras de un país lejano en una guerra que casi nadie comprendía.
Fátima es el nombre de una parroquia perteneciente al término municipal de Ourem, en el distrito de Santarem, a unos 120 kilómetros al norte de Lisboa. En Portugal la parroquia (o fegresia) no es sólo una demarcación eclesiástica, sino también civil. Generalmente los límites de las parroquias civiles coinciden con las parroquias eclesiásticas. En el término de la parroquia muchas veces la población se agrupa en varias localidades o pequeños caseríos de apenas unas decenas de habitantes. En uno de ellos, Aljustrel, a apenas dos kilómetros de la aldea de Fátima, vivían los hermanos Jacinta y Francisco Marto y su prima, Lucia dos Santos. Desde muy niños salían al campo con el rebaño de ovejas de la familia.
En una de esas salidas llevaron las ovejas a pastar a Cova de Iria, un paraje deshabitado a unos tres kilómetros de Aljustrel y otros tres de Fátima. Era el 13 de mayo de 1917. Allí se les apareció la Virgen, y les pidió que volvieran a aquel lugar durante otros cinco meses hasta octubre los días trece. La Virgen se posó en una encina.
No era su primera visión de lo alto: desde la primavera de1916 se les apareció por tres veces un ser con figura humana. En la primera aparición les enseñó una oración de reparación y les dijo que era el ángel de la paz. En la segunda aparición les dijo quién era: se trataba del Ángel de Portugal. En la última les mostró un Cáliz una Sagrada Forma que se sostenían en el aire. Después de adorar al Señor con los niños y enseñarles una oración les dio la Comunión.
Los niños no comunicaron a nadie la visión del ángel salvo en sus conversaciones entre ellos -Francisco y Jacinta fueron capaces de guardar el secreto hasta su muerte-, pero la visión de Nuestra Señora era algo distinto: esa misma noche Jacinta la contó en su casa. Inmediatamente la noticia se difundió por Aljustrel y otros caseríos cercanos.
El 13 de junio ya se congregaron unas decenas de personas. Vieron señales milagrosas, aunque no vieron ni escucharon nada salvo las palabras que Lucia dirigía a la Virgen. El 13 de julio eran cientos de peregrinos, y la noticia se difundió por todo el distrito, hasta el punto de que las autoridades se alarmaron. Pocos años antes se había instaurado en Portugal una república de marcado corte laicista y había promulgado leyes restrictivas del culto católico. El alcalde de Ourem decidió cortar por lo sano esta explosión de devoción popular en un lugar prohibido para el culto (el campo) que llevaba a la gente a cometer el delito de rezar junto a una encina.
El 13 de agosto, por lo tanto, detuvo a los niños y los mantuvo a buen recaudo todo el día. La gente se congregó en Cova de Iria, fueron testigos de las mismas señales de lo alto que se vieron los meses anteriores, pero los niños no estaban y nadie vio a la Virgen.
La Virgen sin embargo, volvió a visitarles el 19 de agosto, esta vez en Valinhos, un cruce de caminos a unos trescientos metros de Aljustrel al que a veces llevaban el rebaño.
En septiembre la Virgen se volvió a aparecer el día 13 ante miles de fieles. El 13 de octubre había quizá 70.000 personas reunidas en Cova de Iria. Todo Portugal para entonces había oído hablar de los sucesos de Fátima. Los grandes periódicos de Lisboa llevaron enviados especiales y fotógrafos a Cova de Iria. Todos ellos contemplaron el milagro que hizo la Virgen: al terminar la visión, el sol comenzó a danzar en el cielo de Cova de Iria, se volvía de varios colores, giraba sobre sí mismo y se desplazaba mientras que la gente lo miraba sin que les hiciera daño a los ojos.
El mensaje de Fátima
La Virgen les confió secretos del Cielo a los niños. En Fátima la Virgen pidió a la humanidad que se convirtiera de sus pecados. Predijo a los niños grandes guerras y sufrimientos si los hombres no se arrepienten, y de modo especial anunció que Rusia difundiría errores por muchas naciones provocando guerras y persecuciones contra la Iglesia.
En la aparición de julio la Virgen les reveló un secreto. El secreto fue revelado por la vidente Lucia y por la Santa Sede en tres momentos, por lo que se habla de las tres partes del secreto de Fátima. La tercera parte del secreto de Fátima fue dada a conocer el año 2000. La primera de las partes es la visión del infierno; las otras dos son anuncios de futuro, como la predicción acerca de Rusia y el anuncio de la Segunda Guerra Mundial, así como la advertencia acerca de las futuras persecuciones. Pero es un mensaje de esperanza, por eso la Virgen concluye: “Pero finalmente mi Corazón Inmaculado triunfará, Rusia será consagrada y se convertirá, y un tiempo de paz será dado al mundo”
Pero sobre todo el mensaje de Fátima es de oración. En la segunda aparición, Nuestra Señora le dice a los pastorcillos que Jesús quiere establecer en el mundo la devoción al Corazón Inmaculado de María. Pide también en todas las apariciones que se rece el Rosario.
Pero el propósito de la Virgen no es la satisfacción de nuestra curiosidad, sino la gloria del Señor y la salvación de las almas. Éste es el mensaje perenne de Fátima, la oración y la conversión: las guerras pasan, los gobiernos de las naciones vienen y van, pero la necesidad de la conversión personal es permanente.
La puerta estrecha
Santo Evangelio según San Juan 10, 1-10. Lunes IV (B y C) de Pascua
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Señor, guía mis pasos para avanzar siempre por el sendero que conduce a la puerta estrecha por la que se entra a la vida eterna.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Juan 10, 1-10
En aquel tiempo, Jesús dijo a los fariseos: “Yo les aseguro que el que no entra por la puerta del redil de las ovejas, sino que salta por otro lado, es un ladrón, un bandido; pero el que entra por la puerta, ése es el pastor de las ovejas. A ése le abre el que cuida la puerta, y las ovejas reconocen su voz; él llama a cada una por su nombre y las conduce afuera. Y cuando ha sacado a todas sus ovejas, camina delante de ellas, y ellas lo siguen, porque conocen su voz. Pero a un extraño no lo seguirán, sino que huirán de él, porque no conocen la voz de los extraños”.
Jesús les puso esta comparación, pero ellos no entendieron lo que les quería decir. Por eso añadió: “Les aseguro que yo soy la puerta de las ovejas. Todos los que han venido antes que yo, son ladrones y bandidos; pero mis ovejas no los han escuchado.
Yo soy la puerta; quien entre por mí se salvará, podrá entrar y salir y encontrará pastos. El ladrón sólo viene a robar, a matar y a destruir. Yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia”.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Nadie entra a un lugar si no es por la puerta. Este detalle lo solemos pasar por alto, pues nos parece de lo más lógico. A menos que haya una necesidad especial, la puerta siempre es el punto de acceso. Cada puerta, al abrirse, revela un universo del que ella es custodia. De hecho, ese universo permanecería oculto a nuestros ojos si no se abriese la puerta. ¿A qué va esto?
Nuestra fe es una primera puerta que nos introduce al misterio de Cristo. No podemos verlo a Él a no ser que empleemos los ojos de la fe. Quien ve desde la fe, experimenta la misma realidad que todos los hombres, pero de un modo marcadamente diverso. Sólo así se explican los ejemplos de los santos, que, siendo hombres y mujeres de carne y hueso, parecían tener un criterio diferente para todas las cosas. Sin embargo, hay una segunda puerta.
El Evangelio presenta una vez más el escándalo de Jesús. Todas las religiones tienen fundadores que aseguran contar con la respuesta última a la existencia humana; todas menos una. El cristianismo es el único cuyo fundador no afirma tener la respuesta, sino ser Él mismo la respuesta. ‘Yo soy la puerta’ quiere decir, muy literalmente, que no se puede revelar el misterio de la vida eterna si no es entrando en ella a través de Cristo. ¿Cómo hacerlo?
Jesús mismo ha abierto esa puerta. Basta mirarlo en la cruz. Haz la prueba. Sus brazos abiertos de par en par son la indicación más clara de cuál es la entrada por la que debemos llegar a Dios. Así de fácil. No tenemos que hacer más que una cosa sola, si bien nos suele resultar muy difícil: escuchar su voz. Y tú, ¿ya eres de las ovejas que reconocen la voz del Buen Pastor?
«Velar significa implicarse en la vida del rebaño. Jesús diferencia bien el verdadero pastor del empleado, de ese que va por el pago y no le interesa si viene el lobo y come a una oveja: no le interesa. El verdadero pastor que vela, que está implicado en la vida del rebaño, defiende no solo a todas las ovejas: defiende a cada una, confirma a cada una y si una se va o se pierde, va a buscarla y la lleva de regreso al redil. Está tan implicado que no deja que se pierda una. La oración de Jesús: en la última cena pide al Padre la gracia de que no se pierda ninguno.»
(Homilía de S.S. Francisco, 4 de mayo de 2018, en santa Marta).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Haré una fervorosa visita a Jesús en la Eucaristía, y me dedicaré a contemplarlo en silencio, dejando que Él hable a mi alma.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.
¡Cristo, Rey nuestro! ¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Secretos de Fátima ¡Todo lo que debes saber!
En forma breve este artículo responde a algunas inquietudes sobre lo que se vivió en Fátima en el año 1917
¿Qué son las apariciones de Fátima?
EL 13 de mayo se conmemora la primera aparición de la Santísima Virgen María en Fátima, Portugal, a tres niños: Lucía dos Santos (de 10 años) y a sus primos: Francisco Marto (de 9 años) y Jacinta Marto (de 7).
¿Cuántas apariciones hubo?
Las apariciones de la Virgen fueron preparadas con dos años de anticipación por tres diferentes apariciones de un ángel que se presentó como el Ángel de la Paz. Las apariciones “principales” de la Virgen fueron seis, repitiéndose una cada mes hasta el 13 de octubre, día en que un milagro portentoso tuvo lugar en presencia de unas 70 mil personas. La Iglesia aceptó como sobrenaturales estas apariciones junto con sus revelaciones. Los hechos acaecidos en Cova de Iría, Fátima, en la segunda década del siglo XX, fueron bien documentados, no sólo por católicos fervientes, sino también por comunistas y masones, por autoridades eclesiásticas y civiles, y confirmados por numerosos testigos y abundantes milagros, que aún en nuestros días causan gran interés.
¿Qué son los secretos de Fátima?
Lucía, la vidente que vivió hasta el año 2005, decía que se trataba de un solo “secreto” con tres partes. Ella los escribe por orden del Obispo de Leiria y con el permiso de Nuestra Señora. Las dos primeras partes fueron dadas a conocer en los años cuarenta; la tercera, Lucía la escribió el 3 de enero de 1944 y quedó en un sobre lacrado con el Obispo de Leiria, quien, para tutelar mejor el “secreto”, el 4 de abril de 1957 lo entregó al Santo Oficio (hoy Congregación para la Doctrina de la Fe). El 17 de agosto de 1959 san Juan XXIII lo tuvo en sus manos, pero no lo abrió. Fue el beato Pablo VI quien leyó su contenido el 27 de marzo de 1965, devolviendo el sobre al Archivo del Santo Oficio, con la decisión de no publicar el texto. Después del atentado del 13 de mayo de 1981, san Juan Pablo II leyó el texto y lo dio a conocer hasta el 26 de mayo del año 2000. Lo primero que debemos entender es se trata de una revelación privada que nos ayuda a comprender y vivir mejor el
Evangelio y los signos de los tiempos para encontrar la justa respuesta de la fe ante ellos.
¿Qué dice la primera parte del secreto?
En nuestros días hay una fuerte tendencia a evitar los temas relacionados con la muerte y el más allá –el juicio particular, la sentencia, el cielo, el purgatorio y el infierno– y se ve muy mal que se hable de esto a los niños. Sin embargo, la Virgen, como excelente pedagoga, hizo ver a los pastorcitos de Fátima el infierno cuando ellos contaban con 7, 9 y 10 años de edad, para hacerles ver un camino de salvación, indicando como camino la devoción al Inmaculado Corazón de María, que nos acerca a ella, quien nos puede dar las gracias necesarias para que nos asemejemos al Corazón de Aquélla que hizo siempre la voluntad de Dios.
¿Qué dice la segunda parte del secreto?
Trata de la previsión de los daños enormes que Rusia, en su defección de la fe cristiana y en la adhesión al totalitarismo comunista, provocaría a la humanidad, y por tanto, de la petición de Consagrar a Rusia a su Inmaculado Corazón, y de la Comunión reparadora de los primeros sábados de mes. Habla también de las guerras y persecuciones a la Iglesia con las que Dios castigaría al mundo si no atendieran a sus peticiones.
¿Y que dice la tercera parte del secreto?
Se refiere a que en Portugal se conservará la doctrina de la fe, la visión del santo Padre y a la jaculatoria para rezar después de cada misterio del rosario.
¿Cómo debemos entender estos secretos?
Hay que tener en cuenta que existen algunos puntos controversiales con respecto a la interpretación de los “secretos”, por ejemplo, si se ha hecho o no la consagración de Rusia tal como lo pidió la Virgen, o si la tercera parte del secreto se refería al Papa Juan Pablo II, etc. Con respecto a la consagración de Rusia, Sor Lucía confirmó personalmente que el acto solemne y universal de consagración que realizó el Papa Juan Pablo II el 25 de marzo de 1984, “había sido hecho tal como Nuestra Señora había pedido” (carta del 29 de agosto de 1989 y carta del 8 de noviembre de 1989).
La congregación para la Doctrina de la fe, publicó el 13 de Mayo del 2000 un documento titulado El Mensaje de Fátima, en el que el entonces arzobispo Tarcisio Bertone presenta los argumentos convincentes por los que se declara cuál es el auténtico mensaje de Fátima y cuál la interpretación de la Iglesia, publicando por primera vez en facsímil los textos autógrafos de la Hna. Lucía, además del coloquio que sostuvo con sor María Lucía de Jesús y del Inmaculado Corazón, el comunicado del cardenal Ángelo Sodano, Secretario de Estado de San Juan Pablo II, y una reflexión teológica magistral sobre el Mensaje de Fátima hecha por el entonces cardenal Joseph Ratzinger. Documento que aconsejo vivamente leer, aquí el link: http://bit.ly/2pFZ6v4
¿Qué dice el documento?
El texto del tercer “secreto”, como sucede en las Escrituras, tiene un carácter simbólico. La visión de Fátima tiene que ver sobre todo con la lucha entre el mundo no creyente y la Iglesia, y con el testimonio doloroso de los mártires del siglo XX. Y así como las primeras dos partes del “secreto” se entienden por la finalidad de la salvación de las almas, así la tercera parte se entiende por su énfasis en la penitencia como medio eficaz de conversión y salvación.
El mismo ángel con la espada de fuego, a la derecha de la Madre de Dios, representa la amenaza del juicio divino que incumbe sobre el mundo. Esto no es pura fantasía, pues el hombre ha construido con sus armas la espada de fuego. Pero la fuerza opuesta al poder destructivo es la Virgen María, por eso el ángel, de pie a su derecha, repite tres veces con voz vibrante: ¡Penitencia!
¿Puede cambiar el destino del mundo?
Si el poder destructivo de la visión puede ser anulado, quiere decir que el futuro no está rígidamente determinado. Por tanto, la imagen que los pastorcitos vieron del futuro puede cambiar con tal de que los hombres se dirijan en una dirección positiva. Es por esto que se equivocan quienes dan explicaciones fatalísticas del “secreto”, argumentando que no se ha cumplido la profecía porque no ha sucedido tal como está escrita. La visión habla de un peligro que se puede evitar y que de hecho se evitó cuando, como dijo san Juan Pablo II, convaleciente, una “mano materna” desvió la bala mortal.
¿Cómo se debe entender el tema de los mártires?
En la última parte de la visión aparecen los ángeles recogiendo la sangre de los mártires y riegan con ella las almas que se acercan a Dios. Este martirio se lleva a cabo solidariamente con la Pasión de Cristo, pues la sangre de los mártires fluye de los brazos de la Cruz. Tertuliano había dicho ya que la sangre de los mártires es semilla de cristianos: así como del costado abierto de Cristo muerto en la Cruz nació la Iglesia, así la muerte de los testigos es fecunda para la vida de la Iglesia.
¿Hay algo en el secreto que todavía no se cumpla?
El secreto de Fátima se refiere a acontecimientos concretos que ya han sucedido en el siglo XX. Fátima ya no ofrece satisfacer nuestra curiosidad presentándonos eventos que están por venir, sino que consiste ahora en una profecía condicional ya cumplida. Queda válida, sin embargo, la exhortación a la oración, la penitencia y la conversión.
¿Qué quiere decir que triunfará el Inmaculado Corazón de María?
Que el corazón abierto a Dios, purificado por la contemplación de Dios, es más fuerte que los fusiles y que cualquier tipo de arma. El maligno tiene poder en este mundo, sobre todos aquellos que se alejan continuamente de Dios. Pero desde que Dios mismo ha muerto en la Cruz, cobran todo su valor las palabras de Jesús: “padeceréis tribulaciones en el mundo, pero tened confianza; yo he vencido al mundo” (Jn 16,33). El mensaje de Fátima nos invita a confiar en esta promesa.
"No ensuciéis la Eucaristía con intereses mezquinos"
El Papa Francisco a los 19 nuevos sacerdotes a los que ordenó este domingo 12 de mayo
El Papa Francisco pidió a los 19 nuevos sacerdotes a los que ordenó este domingo 12 de mayo en la Basílica de San Pedro del Vaticano que no ensucien la Eucaristía con “intereses mezquinos”.
“Por favor, no la ensuciéis con intereses mezquinos”. “El Señor ha querido salvarte gratuitamente. Él mismo os ha dicho: ‘Dad gratis aquello que gratis habéis recibido’. La celebración de la Eucaristía es el sumun de la gratuidad del Señor”, señaló.
Los nuevos sacerdotes ordenados este IV Domingo de Pascua, día en que se celebra la Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones, son: 1 de Seminario Romano, 8 del seminario Redemptoris Mater, 8 de los Hijos de la Cruz, 1 de la Diócesis de Hinche y 1 de los Discípulos de Cristo.
El Santo Padre recordó a los nuevos presbíteros que al ejercer el Ministerio de la Sacra Doctrina “seréis partícipes de la Misión de Cristo, único Maestro”. En este sentido, subrayó que el orden sacerdotal “no es una asociación cultural, no es un sindicato. No. Hoy seréis partícipes del Ministerio de Cristo”.
“Dispensad a todos aquella Palabra de Dios que vosotros mismos habéis recibido con alegría, y para eso leed y meditad asiduamente la Palabra del Señor, para creer aquello que habéis leído, enseñar aquello que habéis aprendido en la fe, vivir según aquello que habéis enseñado. Nunca se puede hacer una homilía, una meditación sin oración con la Biblia en la mano”.
El Papa también les pidió que “sea también vuestra doctrina alimento para el pueblo de Dios. Cuando viene del corazón, cuando nace de la oración, es muy fecunda. Sea alegría y sostengo de los fieles de Cristo, perfume de vuestra vida, hombres de oración, hombres de sacrificio. Porque con la Palabra y el ejemplo edificáis la casa de Dios, que es la Iglesia”.
De ese modo, “continuaréis la obra santificadora de Cristo. Mediante vuestro Ministerio el sacrificio espiritual de los fieles se vuelve perfecto”.
“Estad atentos en la celebración de la Eucaristía”, recomendó Francisco. “Reconoced siempre aquello que hacéis, imitad aquello que celebráis, porque participando en el misterio de la muerte y resurrección del Señor lleváis la muerte de Cristo sobre vuestros hombros y camináis con Él en unidad de vida”.
“Con el Bautismo agregaréis nuevos fieles al pueblo de Dios. Con el sacramento de la penitencia, perdonaréis los pecados en nombre de Dios, de Cristo, de la Iglesia. Y por favor, aquí os pido que no os canséis de ser misericordiosos, como el Padre, como Jesús ha sido misericordiosos con nosotros. Con el santo óleo daréis alivio a los enfermos. Perded el tiempo en visitar a los enfermos”.
El Papa continuó: “Conscientes de ser santos elegidos entre los hombres y constituidos en su favor para atender a las cosas de Dios, ejercitad con alegría y cariad, con sinceridad la obra sacerdotal de Cristo. Tratad únicamente de agradar a Dios, y no a vosotros mismos. La alegría sacerdotal sólo se encuentra sobre este camino, tratando de agradar a Dios, que te ha elegido”.
“En fin, participando en la Misión de Cristo, cabeza y pastor, en comunión filial con vuestro Obispo, comprometidos en unir a los fieles en una única familia. Esta cercanía propia del sacerdote: cercano a Dios en la oración; cercano al Obispo, que es vuestro padre; cercano al presbiterio, a los otros sacerdotes, como hermanos; y cercano al pueblo de Dios”.
El Papa finalizó su homilía pidiendo a los nuevos sacerdotes que tengan “siempre delante de los ojos el ejemplo del Buen Pastor, que no ha venido para ser servido, sino para servir y para salvar aquello que se había perdido”.