El que recibe a mi enviado, me recibe a mí
- 16 Mayo 2019
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Honorato de Amiens, Santo
Obispo, 16 de mayo
Patrón de los Panaderos y Pasterleros
Martirologio Romano: En Amiens, de Neustria, Francia, san Honorato, obispo. († c.600)
Breve Biografía
Es un nombre latino (Honoratus) que significa en primer lugar "persona a la que se honra por sus merecimientos". Como derivado de éste, llegamos al significado de "honrado" que nos es más familiar. Tuvo que ser en los primeros tiempos del cristianismo un sobrenombre bastante frecuente, convertido luego en nombre, puesto que aparecen en el santoral hasta ocho santos así llamados, sin contar el femenino Honorata, con cuyo nombre tenemos una santa (hermana de San Epifanio) que murió en Pavía el año 1500 y San Honorio, nombre de la misma raíz latina y que suele asimilarse con el de Honorato.
San Honorato, patrón de los panaderos, fue obispo de la localidad francesa de Amiens allá por el siglo VI. Nació en Port-leGrand, en Pothieu, no conociéndose con exactitud en que fecha concreta, y murió en la misma localidad un 16 de mayo en la primera mitad del siglo VII (alrededor del 650).
Era miembro de una de las familias más importantes del país y practicó desde la infancia la virtud. Fue San Beat su maestro y su guía espiritual, y fallecido su prelado, y en atención a sus altas virtudes fue escogido para sucederle, pese a su fuerte resistencia, ya que no creía merecer tal honor.
Según cuenta la tradición, durante su consagración, Dios quiso confirmarle con un prodigio, y los asistentes vieron descender sobre su cabeza un rayo divino y un aceite misterioso.
Cuando se supo en Port-leGrand que había sido proclamado al episcopado, su mamá, que estaba en esos momentos cociendo pan en la casa paterna, acogió la buena nueva con completa incredulidad, y dijo que sólo se lo creería si la requemada pala para hornear que tenía en la mano echase raíces y se convirtiese en árbol. Fiel a su palabra, a continuación plantó en el patio de la casa la pala, convirtiéndose en una morera que pronto dio flores y frutos. Todavía en el siglo XVI se seguía enseñando este árbol en la casa paterna de San Honorato. Desde entonces, floristas y panaderos se disputaron el santo patrón.
Volviendo a la vida del santo, después de haberse producido el milagro, se cuenta que durante su episcopado fue honrado con otros sucesos extraordinarios, tales como la invención de los cuerpos de los santos Fuscio, Victorico y Genten, que habían permanecido ocultos de los fieles más de trescientos años. Dicen también de San Honorato, que su obispado fue significado por una serie de prodigios que demostraron su santidad, siendo, además especialmente distinguido por el Señor.
Sigue la leyenda atribuyendo a este santo numerosos milagros durante su vida y después de su muerte. Muchos siglos después de su fallecimiento, para socorrer las necesidades del pueblo en épocas de terrible sequía, el obispo Guy, hijo del conde de Amiens, ordenó una procesión general en la que se llevó la urna con el cuerpo del santo alrededor de los muros de la ciudad, consiguiéndose, al fin, la lluvia tan deseada y necesitada. Se le atribuyen a lo largo de los siglos infinidad de milagros, los paralíticos anduvieron, los sordos oyeron, los ciegos vieron y los prisioneros recobraron la libertad.
San Honorato señalaba claramente a los molineros y a los panaderos como sus protegidos. El culto a San Honorato desbordó los límites del obispado y se extendió, primero, por todo el país, y más tarde, más allá de las fronteras.
En 1202, el panadero Renold Theriens, regaló en París unos terrenos para construir una capilla en honor al santo. Más tarde, esta llegó a ser una de las más ricas de París, dando lugar además a la Rue y al Faubourg Saint Honoré, una de las calles más simpáticas y bulliciosas de la capital gala. En 1400, los panaderos de París establecieron su cofradía en la iglesia de San Honorato, celebrando desde entonces su fiesta patronal el 16 de mayo y propagando esta devoción y patronazgo por todo el mundo.
Era tan grande esta devoción, que en 1659, Luis XIV precisa que cada panadero "debe observar la fiesta de San Honorato, asistir el día 16 de mayo al servicio divino y pagar todos los domingos una retribución para subvenir a las expensas de la comunidad".
De todas formas, no en todos los lugares de religión cristiana o católica, los panaderos rinden culto a San Honorato. En otros sitios lo fue San Ludardo, que en el siglo XIII, ejerció la profesión de panadero; en Saint-Denis lo es San Illes, porque su nombre en griego, significa trigo; en Flandes y en diversaas localidades belgas es San Ambert, obispo de Cambrai, porque un panadero fue curado por su mediación; en Valencia es la Virgen de la Merced; en Castellón, Nuestra Sra. De Lidón; en Zaragoza, Santa Rita de Casia. Sin embargo, no siempre lo ha sido, en Barcelona, fueron también patronos de la panadería San Gim y San Juan del Pan.
Aunque haya lugares concretos en donde no sea San Honorato patrón de los panaderos, lo cierto es que para casi todo el mundo cristiano, no cabe lugar a dudas, a quien se debe venerar. El 16 de mayo ha sido y lo será siempre él día en que los panaderos festejan su patronazgo.
La virtud del liderazgo, la humildad
Santo Evangelio según San Juan 13, 16-20. Jueves IV de Pascua
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Jesús, manso y humilde de corazón, haz mi corazón semejante al tuyo.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Juan 13, 16-20
En aquel tiempo, después de lavarles los pies a sus discípulos, Jesús les dijo: “Yo les aseguro: el sirviente no es más importante que su amo, ni el enviado es mayor que quien lo envía.
Si entienden esto y lo ponen en práctica, serán dichosos.
No lo digo por todos ustedes, porque yo sé a quiénes he escogido. Pero esto es para que se cumpla el pasaje de la Escritura, que dice:
El que comparte mi pan me ha traicionado. Les digo esto ahora, antes de que suceda, para que, cuando suceda, crean que Yo soy.
Yo les aseguro: el que recibe al que yo envío, me recibe a mí; y el que me recibe a mí, recibe al que me ha enviado”.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
1. El criado no es más que su amo
Jesús, el hijo de Dios, el todopoderoso, lava los pies de los apóstoles. Él, que había sido revestido de la gloria divina desde toda la eternidad, se ciñe ahora una toalla y hace el trabajo de los esclavos.
Por medio de este gesto, Jesús quiere mostrarnos lo que significa ser siervos de Dios.
Dios no es un amo déspota, ni actúa como quien, teniendo poder sobre otros, los trata como esclavos, no, Dios no es de este tipo. Sorprendentemente, Dios guía y dirige a través del servicio y entrega de sí mismo, del acompañamiento, a través de la lucha hombro a hombro; Él dirige, no como quien da órdenes y se sienta a ver, sino como el primero en la fila de combate, como el amigo que camina junto a nosotros.
«El criado no es más que su amo, ni el enviado más del que lo envía», quiere decir que siendo testigos del modo en que Dios nos guía y orienta a través del servicio, así también nosotros debemos imitar al Amo.
2. El que me recibe a mí recibe al que me envió.
Ser discípulo de Cristo quiere decir que nosotros nos comprometemos a seguirle, amarlo y actuar como Él lo haría y, por consiguiente, a transmitir ese Cristo a otros. Se trata de, como Él lo ha dicho, de «recibir al que lo ha enviado», el Padre.
Este gesto amoroso de Cristo es un signo de su deseo interior de hacernos entender y apreciar que somos sus hermanos e hijos de un mismo Padre. Este mismo deseo se extiende a todos, y es por ello por lo que Dios nos envía, para que todos los hombres puedan conocer esta verdad del amor de Dios.
«Amémonos unos a otros, porque el amor proviene de Dios. Cómo se ha manifestado el amor de Dios en nosotros. Dios ha enviado al mundo a su Hijo unigénito, para que nosotros tengamos vida por medio de Él. Éste es el misterio del amor. Que Dios nos ha amado primero. Que Él ha dado el primer paso. Un paso hacia la humanidad que no sabe amar, que tiene necesidad de las caricias de Dios para amar, del testimonio de Dios. Y este primer paso que ha dado Dios es su Hijo, al que ha enviado para salvarnos y dar un sentido a la vida, para renovarnos y para recrearnos.»
(Homilía de S.S. Francisco, 8 de enero de 2019, en santa Marta).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Visitar el Santísimo y ofrecer una visita por una persona que necesite acercarse más a Dios y conocer su amor misericordioso.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.
¡Cristo, Rey nuestro! ¡Venga tu Reino! Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Padre Nuestro instrumento de liberación del diablo
Destacó Papa Francisco en su catequesis este miércoles 15 de mayo
El Papa Francisco finalizó este miércoles 15 de mayo sus catequesis sobre el Padre Nuestro reflexionando, durante la Audiencia General que presidió en la Plaza de San Pedro del Vaticano, sobre la última petición: “Líbranos del mal”.
“Con esta expresión, el que reza no sólo pide no ser abandonado en el momento de la tentación, sino que también suplica ser liberado del mal”, explicó.
En este sentido, recordó que “el verbo griego original es mucho más fuerte: evoca la presencia del maligno que intenta atraparnos y mordernos y del cual se pide a Dios que nos libere”.
El Pontífice insistió en que el demonio no es un mito. “No pensemos que sea un mito, tal engaño nos lleva a bajar la guardia y así, mientras reducimos las defensas, él aprovecha para destruir nuestra vida”.
Por el contrario, “mantengamos la lámpara encendida y usemos las poderosas armas que el Señor nos da: la fe que se expresa en la oración, la meditación de la Palabra de Dios, la Reconciliación sacramental y las obras de caridad”.
Señaló también que “con esta doble súplica, ‘no nos abandones’ y ‘libéranos’, emerge una característica esencial de la oración cristiana. Jesús enseña a sus amigos a poner la invocación del Padre delante de todo, también, y especialmente, en los momentos en los cuales el maligno hace sentir su presencia amenazadora”.
El Papa subrayó que esta última petición pone de relieve que el Padre Nuestro “es una oración filial y no una oración infantil”.
Por otro lado, afirmó que “hay un mal en nuestra vida que mantiene una presencia incontestable”. Señaló que no hay más que consultar los libros de historia y ver “el desolador catálogo de cómo nuestra existencia en este mundo ha sido una aventura con frecuencia fallida”.
“Hay un mal misterioso, que seguramente no es obra de Dios, pero que penetra silencioso entre las heridas de la historia”.
“En ciertos días su presencia parece incluso más nítida que la misericordia de Dios”. Reconoció que “el orante no es ciego y ve claramente delante de sus ojos este mal así de desagradable, y así de contradictorio con el misterio mismo de Dios. Lo ve en la naturaleza, en la historia, incluso en su mismo corazón. Porque no hay nadie en medio de nosotros que pueda decir que está libre del mal, o que, al menos, no ha sido nunca tentado”. “El último grito del ‘Padre Nuestro’ se lanza contra ese mal de gran amplitud que tiene bajo su paraguas las experiencias más diversas: el luto del hombre, el dolor del inocente, la esclavitud, la instrumentalización del otro, el llanto de los niños”.
Todos estos sucesos “protestan en el corazón del hombre y se transforman en voz en esta última palabra de la oración de Jesús”.
En la Cruz “Jesús experimenta por completo el daño del mal. No sólo la muerte, sino la muerte de Cruz. No sólo la soledad, sino también el desprecio. No sólo la desolación, sino también la crueldad”.
“Eso es el hombre: un ser lanzado a la vida que sueña el amor y el bien, pero que luego se expone continuamente al mal, a él mismo y a sus semejantes”, lamentó.
A pesar de ello, finalizó el Papa su catequesis, “la oración de Jesús nos deja la más preciosa herencia: a presencia del Hijo de Dios que nos ha librado del mal”.
¿Cómo saber si estoy haciendo la voluntad de Dios?
La paz es uno de los signos de que estamos haciendo la Voluntad de Dios en nuestras vidas
El signo principal de que estamos haciendo la voluntad de Dios es la paz. Paz que no es una simple tranquilidad psicológica porque todo va bien, sino una paz que es mucho más profunda, mucho más íntima. Esta paz se percibe y se confirma especialmente cuando estoy en presencia de Dios, en la oración. La paz del que hace la voluntad de Dios va acompañada de otros elementos: un sentimiento interior de libertad (incluso cuando la voluntad de Dios puede ser exigente, no se cumple como algo restringido o forzado, sino con una motivación personal y libre), una cierta dilatación del corazón (el corazón se hace grande en el deseo de amar a Dios más y más, en la ternura y bondad hacia el prójimo), unaalegría interior.
Dicho esto, el sentimiento de paz y aquello que lo acompaña (libertad, amor, alegría)no siempre se siente intensamente, y esto es por diferentes razones.
A veces vivimos tiempos de pruebas, de tentaciones, de preguntas y dudas, incluso tormentas interiores, que son normales en toda vida espiritual y que hacen que, aunque seamos fieles a Dios y hagamos su voluntad, no gocemos sensiblemente de esta paz. Pero estos tiempos de prueba son pasajeros y la paz vuelve después de un tiempo, más profunda que antes.
Hay que saber también que no siempre podemos tener la certeza absoluta de estar haciendo la voluntad de Dios. Habrá de repente tiempos de "tantear" en la vida espiritual, tiempos de búsqueda, de interrogación sobre nuestras decisiones, sin que tengamos siempre una respuesta inmediata. La respuesta llegará algún día si tenemos buena voluntad, pero se necesita tiempo. Por otra parte, Dios quiere que nos mantengamos pobres y pequeños, siempre con deseos de progresar. Si alguien tuviera permanentemente la certeza total de hacer la voluntad de Dios, podría tener el riesgo de caer en un cierto orgullo o presunción, de estar demasiado seguro de sí mismo; a veces es mejor para nosotros vivir en una cierta pobreza e incertidumbre, guardando simplemente la buena voluntad. Dios nos da siempre luz para las decisiones esenciales, pero eso no impide que haya una parte de oscuridad o de interrogación en la comprensión de su voluntad.
Otras veces puede haber razones psicológicas que hacen que, aunque estemos en la voluntad de Dios, el corazón no logre sentir paz: un temperamento escrupuloso o demasiado inquieto, un periodo de depresión o de angustia, etc.
De todo esto se derivan las siguientes consecuencias prácticas:
- Cuando estamos en una paz estable y profunda, en general es signo de que estamos en la voluntad de Dios. Pero hay que cuidar no caer en la presunción; debemos mantenernos humildes y pequeños, sabiendo que no estamos exentos de buscar comprender y cumplir cada vez mejor esta voluntad de Dios. Hay que estar siempre en búsqueda... No con inquietud y tensión, obviamente, sino con confianza y paz, deseando siempre y con fuerza avanzar.
- Si no se tiene esta paz hay que intentar comprender por qué. A veces puede significar que no estoy en la voluntad de Dios. Otras veces quiere decir que tengo demasiados escrúpulos, o que estoy en una fase de prueba o de combate espiritual. Y otras veces es el demonio quien, para inquietarme y desmotivarme, me acusa sin un motivo verdadero (en la Escritura, el demonio se llama "acusador de los hermanos").
- Cuando no logremos ver claro por nosotros mismos, es bueno pedir consejo a un orientador espiritual que pueda ayudarnos en nuestro discernimiento. Cuando nos abrimos a una persona que conoce la vida espiritual, en general es bastante fácil descubrir si la falta de paz viene de una infidelidad a Dios o de otra causa.
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