Entrad por la puerta estrecha
- 25 Junio 2019
- 25 Junio 2019
- 25 Junio 2019
Guillermo de Vercelli, Santo
Abad, 25 de junio
Martirologio Romano: En Goleto, cerca de Nusco, en la Campania italiana, san Guillermo, abad, el cual, nacido en Vercelli, se hizo peregrino y pobre por amor a Cristo, y, aconsejado por san Juan de Matera, fundó el monasterio de Montevergine, en el que reunió a unos monjes a los que impartió una profunda doctrina espiritual, y también otros diversos monasterios, tanto masculinos como femeninos, en varias regiones de la Italia meridional. († 1142)
Breve Biografía
Nació por el año 1085 en Vercelli, como indica su nombre, en el norte de Italia. Pocas cosas sabemos de su nacimiento e infancia, pero sí de su juventud y mocedad como un prodigio de mortificación y de don de milagros.
El solía decir a los monjes que trataban de imitar su vida y pretendían seguirle a todas partes: "Es necesario que mediante el trabajo de nuestras manos nos procuremos el sustento para el cuerpo, el vestido aunque pobre y medios necesarios para poder socorrer a los pobres.
Pero ello no debe ocupar todo el día, ya que debemos encontrar tiempo suficiente para dedicarlo al cuidado de la oración con la que granjeamos nuestra salvación y la de nuestros hermanos".
Ahí estaba sintetizada la vida que él llevaba y la que quería que vivieran también cuantos quisieran estar a su lado.
Cuando todavía era un joven hizo una perigrinación a Santiago de Compostela que en su tiempo era muy popular y que hacían casi todos los cristianos que podían. Pero él lo hizo de modo extraordinario: Se cargó de cadenas, que casi no podía arrastrar por su gran peso, y apenas tomaba bocado. Un día llegó a las puertas de una casa de campo y parecía desfallecer. A pesar de ello habló así al dueño de la misma que parecía ser un valiente caballero: "Señor, estas cadenas se me rompen continuamente y me hacen muchos honores porque son vistas por todos. ¿No serías tan bueno que me dieras una coraza para llevarla escondida junto a mis carnes y un casquete para mi cabeza? Dicho y hecho. Guillermo salió de la presencia de aquel caballero con gran esfuerzo, ya que apenas podía moverse con tanto hierro y con los dolores enormes que le proporcionaban. Vuelto a Palermo, el rey Rogerio que había oído ya hablar muchas maravillas de aquel raro peregrino, sintió grandes deseos de verlo.
En la corte se contaban chascarrillos a su costa y cada uno lo tomaba a chacota y decía de él las cosas más raras e inverosímiles. En aquella corte había una mujer que llamaba la atención por su vida deshonesta y ella al oír hablar de la santidad del peregrino dijo a todos los cortesanos: "Yo os prometo que le haré caer a ese pobre hombre en mis redes de lascivia".
Se arregló lo mejor que pudo y se dirigió a visitarle. El santo hombre la recibió con grandes muestras de simpatía y tuvo con ella una larga conversación creyendo la dama que ya lo había conquistado para el pecado. Así volvió contenta a la corte y contó sus victorias. Pero habían quedado que volvería aquella noche para pasarla con él. El santo peregrino la invitó, la tomó el brazo y le dijo: "Ven y acuéstate conmigo en este lecho nupcial". El extendió las brasas y llamaradas de una gran hoguera que había hecho preparar y se arrojó en ellas. La pobrecilla mujer, que se llamaba Inés, cayó avergonzada y prorrumpió a llorar al ver que no le tocaba el fuego al siervo de Dios. Hizo penitencia, abrazó la vida religiosa y murió santamente.
Según una tradición, un lobo devoró su asno y él lo reprendió, convirtiéndolo.
En Montevergine fundó un célebre monasterio y purificó la corte y los palacios de tanto pecado como se cometía. Príncipes y labriegos, hombre y mujeres abandonaban su mala vida y seguían su ejemplo dejándolo todo por seguir a Jesucristo.
Desde este Monte Sacro, que ahora se llama como en tiempos de San Guillermo, Monte de la Virgen (Montevergine), nuestro Santo continuaba ejerciendo un gran influjo por medio de su oración y vida de sacrificio. Lleno de méritos, murió el 25 de junio de 1142
Santo Evangelio según San Mateo 7, 6.12-14. Martes XII del tiempo ordinario
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
En este día en que me dispongo para hablar contigo, concédeme la gracia de no desear nada más que encontrarte a Ti y que tu madre, María, me ayude a caminar por la senda que me conduzca a vivir auténticamente el amor.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Mateo 7, 6.12-14
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “No den a los perros las cosas santas ni echen sus perlas a los cerdos, no sea que las pisoteen y después se vuelvan contra ustedes y los despedacen.
Traten a los demás como quieren que ellos los traten a ustedes. En esto se resumen la ley y los profetas.
Entren por la puerta estrecha; porque ancha es la puerta y amplio el camino que conduce a la perdición, y son muchos los que entran por él. Pero ¡qué estrecha es la puerta y qué angosto el camino que conduce a la vida, y qué pocos son los que lo encuentran!”.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
La vida es un camino que nos debe llevar a Dios. Jesús, en el Evangelio de hoy, nos dice que ese camino es angosto y que son pocos los que lo encuentran. ¿Por qué? Porque para poder caminar por esta senda es necesario vivir desprendidos de lo que tenemos y usamos, vivir con sencillez y sobriedad y practicar la virtud de la templanza y la justicia.
Hoy se piensa en muchos ambientes que la felicidad está en el tener y entre más bienes se adquieran más felices seremos. Por eso se trabaja intensamente para tener más y más bienes, para viajar y tener experiencias gratificantes que suelen ser muy caras, aunque a veces esto produzca una gran ansiedad en las personas. En resumen, se están utilizando los bienes como fines y no como simples medios.
Hoy se busca, lo cómodo, lo placentero; se quieren alcanzar fines inmediatos; se anhelan las cosas sin medida. Se rehúye el sacrificio, la renuncia. Y todo esto nos lleva a caminar por la senda ancha que Jesús dice que lleva a la perdición, porque las gracias que Dios nos da no pueden dar fruto con esas disposiciones en nuestro corazón.
Pidamos a Jesús que nos ayude a llevar una vida sobria que nos recuerde que estamos en esta vida de paso y nos guíe al camino estrecho que nos lleve a vivir la justicia para con Dios y los demás.
«La justicia es la segunda a la de la paz, que a menudo no se ve amenazada por episodios individuales, sino que es devorada lentamente por el cáncer de la injusticia. Por lo tanto, uno no puede creer en Dios y no tratar de vivir la justicia con todos, de acuerdo con la regla de oro: “Todo lo que queráis que haga la gente con vosotros, hacedlo vosotros con ella; pues esta es la Ley y los Profetas”. ¡La paz y la justicia son inseparables! El profeta Isaías dice: “La obra de la justicia será la paz”. La paz muere cuando se divorcia de la justicia, pero la justicia es falsa si no es universal. Una justicia dirigida solo a miembros de la propia familia, compatriotas, creyentes de la misma fe es una justicia que cojea, es una injusticia disfrazada.»
(Discurso de S.S. Francisco, 4 de febrero de 2019).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
En un rato de oración revisaré por cuál camino estoy caminando y haré los cambios necesarios para vivir una templanza y justicia.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
La lucha para entrar por la puerta angosta, la única que conduce al cielo.
"Y recorría ciudades y aldeas enseñando, mientras caminaba hacia Jerusalén. Y uno le dijo: Señor, ¿son pocos los que se salvan?". La pregunta parece fácil, pero no lo es, pues si dice que Dios es tan bueno que todos se salvan ¿para qué molestarse en vivir una vida exigente de amor y evitar el pecado? si, en cambio, son poquísimos y nadie prácticamente se salva, ¡vivamos aprovechando los placeres del momento, olvidados del futuro! Jesús va al centro del problema y les contestó: "Esforzaos para entrar por la puerta angosta, porque muchos, os digo, intentarán entrar y no podrán".
La salvación es un don y una tarea. Sin la gracia de Dios nadie puede salvarse, pero sin el ejercicio de la propia libertad para el bien, tampoco. Aquí reside el drama de la existencia humana; saber vivir de acuerdo con una libertad amante y rechazar la libertad esclava del pecado. Esta es, en resumen, la lucha para entrar por la puerta angosta, la única que conduce al cielo- "Una vez que el dueño de la casa haya entrado y cerrado la puerta, os quedaréis fuera y empezaréis a golpear la puerta, diciendo: Señor, ábrenos. Y os responderá: No sé de dónde sois. Entonces empezaréis a decir: Hemos comido y hemos bebido contigo, y has enseñado en nuestras plazas. Y os dirá: No sé de dónde sois; apartaos de mí todos los que obráis la iniquidad. Allí será el llanto y el rechinar de dientes, cuando veáis a Abraham y a Isaac y a Jacob y a todos los profetas en el Reino de Dios, mientras que vosotros sois arrojados fuera. Y vendrán de Oriente y de Occidente y del Norte y del Sur y se sentarán a la mesa en el Reino de Dios. Pues hay últimos que serán primeros, y primeros que serán últimos"(Lc)
La velada alusión a los fariseos y a los escribas queda reforzada por la apertura del reino a todos los hombres de todos lo pueblos. El amor a la patria de los padres, y la conciencia de ser un pueblo elegido por Dios, no puede llevar a la exclusión de otros pueblos del Dios, creador y redentor de todos los hombres, sea cual sea su raza y condición.
8 Consejos para padres cuyos hijos se alejan de la fe
Muchos jóvenes llevados por distintas razones abandonen la fe, ¿cómo proceder?
No es una situación poco frecuente (ojalá lo fuera) que hoy en día muchos jóvenes (sobre todo cuando ingresan a la universidad) llevados por distintas razones abandonen la fe. Las causas pueden ir desde la influencia de los amigos, las modas, un racionalismo intenso, información incompleta hasta la decepción por la misma iglesia. Sea cual fuere la razón, para padres católicos el que su hijo formado en la fe la abandone, es un dolor muy grande. Un dolor que inevitablemente viene acompañado de culpa: ¿qué fue lo que hice mal para que mi hijo ya no crea en Dios?
Más allá de lo bueno y malo que hacemos como padres, porque para padre perfecto solo el celestial, lo primero que hay que entender es que nuestros hijos nos fueron dados como un encargo precioso. Pero, por decirlo de alguna manera; no son nuestros.
Su formación es nuestra responsabilidad primera y nuestro deber. Llegada la edad adulta sus decisiones, son suyas. Siempre seremos sus padres, siempre seremos sus referentes pero, las decisiones del curso de su propia vida las tomarán ellos mismos. Así como las tomamos nosotros.
Un buen amigo me decía que es necesario recordar que el amor a nuestros hijos constituye también un camino de santidad, de prueba y de amor incondicional. Diciendo esto les dejamos una serie de reflexiones que podrán servir de ayuda para enfrentar la difícil situación de nuestros hijos que de pronto dicen no creer más en Dios.
1. Lo que has formado desde pequeño se encuentra aún ahí
Todo el esfuerzo que has hecho por formarte como padre, por darles lo mejor, y no me refiero solo a lo material, se encuentra ahí, en el interior de tu hijo. Lo que le has enseñado ha moldeado de una manera importante el tipo persona que es hoy. En la edad adulta verás los frutos de ese esfuerzo inagotable por formarlos en la fe, en las virtudes, en los buenos
modales, en el respeto, en la libertad. Lo que sembramos en nuestros hijos pequeños dará fruto en la edad adulta. Y si en este momento pareciera que todos tus esfuerzos han caído en saco roto, no desesperes, ten paciencia y esperanza. Tu trabajo no ha sido en vano.
2. Escúchalo, trátalo con respeto e interésate por su decisión
En lugar de entrar en desesperación y dejarte llevar por solo por el sentimiento, respira. Antes de hablar primero escucha, interésate por él. No te dejes llevar por la indignación y te enredes en sermones que podrían ocasionar que tu hijo se aleje. Escucha sus razones, pregúntale y sigue escuchando. Trata de conocer su pensamiento, sus razones, sus anhelos e ilusiones. Solo con esa información, sabrás qué camino ir tomando.
3. No trates de convencerlo
No empieces una campaña incesante de convertir al hijo, es muy probable que consigas el resultado contrario. Esto no significa que ustedes, los padres, dejen sus prácticas religiosas o dejen de hablar de Dios frente a su hijo. Por el contrario continúen con ellas como siempre y sean cada vez más coherentes con su fe y vida cristiana. Muchas veces la decepción a causa del proceder de algunos cristianos es un factor clave para que los hijos dejen de lado la fe. No lo fuercen a rezar, pero que tu actitud frente a la oración sea un ejemplo. No es que seas indiferente, puedes hablar abiertamente de tu pensamiento y tu fe, dejar que él te escuche así como tú lo escucharás a él. Es una situación oportuna para aprender a conversar y a respetarse.
4. No lo manipules con castigos o le cortes la ayuda a condición de su fe
Condicionar su fe a tu ayuda no va a llevar la relación a ningún buen lugar. Nuestra fe no es una obligación impuesta por alguien, nuestra fe es una relación de amor, un regalo. Jesús no se acercó diciendo: «Te obligo a creer en mí». Jesús se volvió pequeño como uno de nosotros y con paciencia, ternura y con su ejemplo de vida nos mostró el camino. Como cristiano sigue ese ejemplo de Jesús que es cercano, paciente, amble y todo lo provee.
5. Muéstrale la alegría de tener una relación con Dios
Nuestra fe no es simplemente creer en algo. La riqueza de nuestra fe está en que consiste en una relación con Alguien. No se trata de una serie de normas a cumplir sin razón y que hacemos mecánicamente. Nuestra fe nace de un encuentro con otra persona, la persona de Cristo Jesús. En una situación así, más que mil palabras, valdrá el ejemplo de tu vida cotidiana. Tu coherencia, tu alegría, tu trato con los demás, tu amor firme e incondicional.
6. Inclúyelo en tus actividades sin forzarlo
Así como tú respetas y a la vez conversas sobre su decisión, de la misma manera muéstrale tu pensamiento y conversa sobre él. No tengas miedo a mostrar tu fe, continúa haciéndolo partícipe e invitarlo siempre que puedas (aunque él diga que no) a tus actividades religiosas, incluso a campañas de ayuda social. Invítalo a misa (por lo menos pregúntale si te acompaña), continúa con las celebraciones Pascuales, Navideñas, hazlo partícipe como siempre. Celebra junto a él con alegría. La decisión de participar o no será suya, pero lo más probable es quiera ir (a algunas por lo menos). Estas celebraciones han formado parte de su historia desde siempre y además están llenas de amor.
7. No caigas en la tristeza y en la desesperanza
Puede que él haya decidido no creer en Dios, pero recuerda que Dios siempre cree en él. Es su creador, su Padre y nunca lo dejará desamparado, aunque a veces así parezca. No te dejes caer en la tentación de pensar que tu hijo será condenado, ese es asunto solo le compete a Dios. A nosotros nos compete el amar y entregarnos al servicio de los demás. Así que en lugar de dejarte vencer por la tristeza y la desesperanza, confía en Dios aún con más fuerza.
8. Que Santa Mónica se vuelva tu mejor amiga
Santa Mónica es nuestra aliada por excelencia en esta misión. Ella sabe y conoce perfectamente la situación de un hijo alejado de Dios. Recurre a ella para que interceda por tu hijo y como ella ofrécele a Dios todos tus pesares y dolores. Ora constantemente y sin cansancio. El camino hacia la conversión de nuestros hijos pasa indiscutiblemente por nuestra propia conversión. Por pedirle a Dios cada día más fe, y por entregarnos de una manera cada vez más completa. Y así como el obispo le dijo a Santa Mónica:“Esté tranquila, es imposible que se pierda el hijo de tantas lágrimas”.
BONUS: Fórmate continuamente
A veces, ante las preguntas de nuestros hijos nos quedamos sin respuestas, no porque la pregunta sea difícil, sino porque simplemente no nos hemos informado bien. En la fe es importante la práctica pero también es muy importante la formación, el conocer nuestra historia como católicos y los fundamentos de nuestra vida cristiana. Fórmate constantemente, consulta fuentes confiables, cultívate y aprende todos los días a ser un mejor padre. «Cuánta dignidad y cuánta ternura en la espera de ese padre que está en la puerta de casa esperando que el hijo regrese. Los padres deben ser pacientes. Muchas veces no hay otra cosa que hacer más que esperar; rezar y esperar con paciencia, dulzura, magnanimidad y misericordia» (Papa Francisco – 4 de febrero de 2015).