Todo árbol bueno produce frutos buenos

Pelayo (Paio) de Córdoba, Santo

Memoria Litúrgica, 26 de junio

Mártir

Martirologio Romano: San Pelagio (o Pelayo), mártir, que a los trece años, por querer conservar su fe en Cristo y su castidad ante las costumbres deshonestas de Abd ar-Rahmán III, califa de los musulmanes, consumó en Córdoba, en la región hispánica de Andalucía, su glorioso martirio, al ser despedazado con tenazas ( 925).

Breve Biografía

Nació en (* Albeos, Crecente (España), en el 911. Murió el 26 de junio de 925 en Córdoba.

Fue un cristiano martirizado durante el califato de Abderramán III, y canonizado posteriormente por la Iglesia Católica, como ejemplo de la virtud de la castidad juvenil frente a la homosexualidad. Su día en el santoral católico es el 26 de junio.

Su martirio, descrito truculentamente en el santoral, fue por despedazamiento o desmembramiento mediante tenazas de hierro. Tras la batalla de Valdejunquera (920), muchos cristianos del Reino de León fueron llevados prisioneros a Córdoba, entre los que estaban él y su tío, Hermigio, obispo de Tuy. Éste es liberado con el fin de reunir el rescate, mientras que Pelayo queda en calidad de rehén.

Se dice que el califa Abderramán III le requirió contactos sexuales, a los que se negó, lo que provocó su tortura y muerte.

Su hagiografía refleja que durante los cuatro años que pasó en Córdoba en calidad de rehén, sin que el rescate fuera pagado por su tío obispo, el muchacho destacó por su inteligencia y su fe, haciendo proselitismo de Cristo, insistiendo en que esta actividad fue la que provocó que fuera tentado por Abderramán III para convertirse al islamismo, lo que él rechazó con vehemencia:

"Si, oh rey, soy cristiano. Lo he sido y lo seré por la gracia de Dios. Todas tus riquezas no valen nada. No pienses que por cosas tan pasajeras voy a renegar de Cristo, que es mi Señor y tuyo aunque no lo quieras".

El martirio en defensa de su fe justifica su canonización.
Enseguida pasó a recibir culto. A partir del siglo XI, en que los reinos cristianos intervenían en la política interior de los reinos de taifas, muchos santos cristianos fueron trasladados al norte, y este fue lo que ocurrió con sus restos: primero a León y luego al monasterio benedictino de Oviedo que lleva su nombre (y que no debe confundirse con el de Don Pelayo, el primer rey de Asturias).

San Pelayo es el santo patrón de: Seminario Menor de Tuy (provincia de Pontevedra, España); Villanueva Matamala (provincia de Burgos, España); Castro-Urdiales (Burgos, España) y de Zarauz (Guipúzcoa, País Vasco, España).

Frutos en libertad

Santo Evangelio según San Mateo 7, 15-20. Miércoles XII del tiempo ordinario

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Señor, que nuestro corazón te tenga siempre presente al momento de dar cada paso en el camino.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Mateo 7, 15-20

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Cuidado con los falsos profetas. Se acercan a ustedes disfrazados de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces. Por sus frutos los conocerán. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos o higos de los cardos?

Todo árbol bueno da frutos buenos y el árbol malo da frutos malos. Un árbol bueno no puedo producir frutos malos y un árbol malo no puede producir frutos buenos. Todo árbol que no produce frutos buenos es cortado y arrojado al fuego. Así que por sus frutos los conocerán”. Palabra del Señor.

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

Comenzamos agradeciendo a Dios, quien en su misteriosa pedagogía siempre encuentra un modo sencillo de manifestarse ante nosotros. Por los frutos conocerán al árbol. Nuestro corazón retorna inmediatamente a ese árbol de cuyo fruto comieron Adán y Eva; ya conocemos el resto de la historia. Hoy en día los efectos de la desobediencia, ese deseo de no seguir a Dios, continúan mostrándose.

Esto nos ayuda a profundizar en nuestro pasaje. Ciertamente, el Árbol de la Ciencia del Bien y el Mal no era un árbol malo. De lo contrario, Dios no lo habría plantado en medio del Jardín del Edén. Entonces, ¿por qué produjo como fruto el pecado original? La respuesta la hallamos en la libertad del hombre.

Después de todo, es esa libertad la que lo llevó a escuchar a la serpiente, a caer en la tentación, a comer del fruto y a esconderse de Dios. De ello aprendemos que no se trata únicamente de que el árbol sea bueno y dé frutos buenos, sino también de lo que nosotros elegimos hacer con esos frutos.

Nuestra libertad será siempre un misterio para nosotros. El hombre conserva dentro de sí la tendencia natural al bien, pero igualmente posee la desconcertante capacidad para el mal. Sin embargo, este misterio se aclara más y más en la medida en que lo vivimos cerca de Dios. Con esto en mente, busquemos que nuestros frutos den testimonio de nuestra pertenencia a Dios, es decir, que sean agradables a sus ojos, incluso si ante los hombres pueden no tener sentido. Busquemos producir frutos de santidad.

«Es vano pensar en poder corregirse sin el don del Espíritu Santo. Es vano pensar en purificar nuestro corazón solo con un esfuerzo titánico de nuestra voluntad: eso no es posible. Debemos abrirnos a la relación con Dios, en verdad y en libertad: solo de esta manera nuestras fatigas pueden dar frutos, porque es el Espíritu Santo el que nos lleva adelante. La tarea de la Ley Bíblica no es la engañar al hombre con que una obediencia literal lo lleve a una salvación amañada y, además, inalcanzable. La tarea de la Ley es llevar al hombre a su verdad, es decir, a su pobreza, que se convierte en apertura auténtica, en apertura personal a la misericordia de Dios, que nos transforma y nos renueva. Dios es el único capaz de renovar nuestro corazón, a condición de que le abramos el corazón: es la única condición; Él lo hace todo; pero tenemos que abrirle el corazón.»

(Audiencia de S.S. Francisco, 21 de noviembre de 2018).

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Haré, sin prisas, una visita a Cristo en la Eucaristía, y le pediré su gracia para orientar mi libertad, en todo momento, según su voluntad.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.

¡Cristo, Rey nuestro! ¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Los valores de los jóvenes

Nuestra juventud tiene unos antivalores preocupantes, pero posee también unas cualidades envidiables que antes no se daban a su edad.

¿Qué significaba antes ser papás o educadores, y qué significa ahora ser responsables de la formación de la juventud?

Todos vemos que el problema es serio porque han cambiado radicalmente la mentalidad y el modo de ser de los jóvenes. ¿En bien? ¿En mal?... El tiempo tendrá la palabra.

La realidad nuestra es que nos enfrentamos a un hecho desconcertante, que tiene angustiadas a muchas familias, las cuales se preguntan continuamente: ¿Qué hacemos? ¿Condescender? ¿Prohibir? ¿Ponernos fuertes? ¿Dejar pasar? ¿Rendirnos?

Como siempre, miramos las cosas con serenidad y con fundado optimismo. Nuestra juventud tiene unos antivalores preocupantes, pero posee también unas cualidades envidiables que antes no se daban a su edad. Y la actitud nuestra será, junto con una prudencia obligada, dar a los muchachos y muchachas la confianza que merecen, con tal que esté sostenida en ellos por un gran sentido de responsabilidad.

Entonces, ¿cuánta confianza les vamos a dar? Tanta cuanta se merecen.

¿Y cuánta se merecen? Cuanto sea el espíritu de responsabilidad en que se han formado.

A los jóvenes les iría bien el reflexionar sobre lo que les dijo bellamente el poeta Lope de Vega: "En los campos de la vida no hay más que una primavera". Que lo podríamos traducir diciéndoles: ¡Al tanto con las flores, que todavía no son los frutos!...

Si quieren frutos después, no echen a perder ahora las flores. Aprovechen los grandes valores que tienen, y al tanto con los antivalores que podrían echarles a perder la vida entera.

LOS GRANDES VALORES DE LOS JOVENES

Los grandes valores que hoy posee nuestra juventud los podríamos reducir a tres principales:

1. La autenticidad y la sinceridad

Quieren demostrar, y de hecho demuestran lo que son, sin unas fórmulas sociales convenidas que ellos consideran hipocresía.

2. La libertad 

Los jóvenes quieren, reclaman y viven la libertad, sin ataduras que ellos tienen por injustas; pero al mismo tiempo ofrecen también esa responsabilidad que ellos creen necesaria.

3. Inconformidad

Que demuestran ante un mundo que no les gusta. Ciertas formas sociales las consideran vacías y hasta hipócritas.

La política es para ellos un juego no limpio y de aprovechados. Aspiran a una mayor solidaridad con las clases y los países menos favorecidos, sin desigualdades que los irritan. Las mismas prácticas religiosas las quieren con sentido más profundo y sin tantos formulismos. Y en su fe, los jóvenes están dando muestras de una piedad envidiable. Cuando se enamoran de Jesucristo -y son muchos los que lo aman de verdad-, abrazan con generosidad todas las exigencias cristianas.

Todo esto son valores muy positivos y muy dignos de tenerse en cuenta cuando vienen las quejas contra la manera de ser de nuestros jóvenes.

LOS CONTRAVALORES

Pero tampoco cerramos los ojos al ver los contravalores que crean esa problemática tan preocupante, y que podríamos reducir también a tres fundamentales, resumen de todos los otros:

En primer lugar -y es lo que más salta a la vista- está la rebeldía de que hacen gala en cada momento. No soportan ninguna autoridad. Los padres, los educadores, los constituidos en autoridad, los que la naturaleza, la sociedad y hasta el mismo Dios han puesto delante para guiarnos, son para a los jóvenes casi unos enemigos. Los jóvenes vienen a decirse:

YO y el GRUPO -mi persona y los compañeros-, con las mismas reglas de juego que nosotros determinamos, son la única autoridad reconocida. La obediencia, entonces, está de más y los papás y educadores no saben qué hacer.

Después, a esta rebeldía sigue el desprecio de muchos valores morales, en especial la desviación del amor en el orden sexual. Quizá no son los jóvenes los responsables principales. Porque no hacen más que tomar ejemplo de lo que ven hacer a los mayores. Los jóvenes se limitan a aprovechar lo que la sociedad les ofrece.
La violencia en los jóvenes se puede evitar educando en los valores.

Finalmente, es un antivalor muy preocupante la falta de fe y el abandono de Dios en que muchos jóvenes viven. Esto es lo peor de todo. Porque, cuando hay fe, todos los otros males tienen remedio, ya que un día u otro se llega a reflexionar en serio. Pero, si falta el fundamento de la fe en Dios y de un destino ultraterreno, ¿qué se puede esperar?...

Como podemos ver, entre los jóvenes tenemos de todo. Chicos y chicas excelentes, y muchachos y muchachas que nos preocupan de verdad.

¿Nuestra actitud, entonces? Dios, ante todo... Dios ama a los jóvenes más que nadie, y Dios sabe trazar los senderos por los que debe discurrir el mundo.

Nosotros brindamos apoyo a los jóvenes, les infundimos ideal y los acompañamos en el camino.

Jesucristo, que fue un joven en Nazaret -y un joven admirado, pero incomprendido- sabe captarse a los jóvenes que valen, y con ellos lo veremos realizar maravillas. No tenemos derecho a dudar de nuestros jóvenes, mientras veamos metido entre ellos a Jesucristo.

¡Eso sí!, a nuestros jóvenes les diremos siempre:

¿Por qué tantos entre vosotros se empeñan en valer tan poca cosa, cuando los jóvenes valéis tanto?....

10 clásicos del cine que ningún católico se puede perder

Buenas películas, bien realizadas y con contenidos profundos

Buenas películas, bien realizadas y con contenidos profundos hay muchas, aunque quizás no tantas como quisiéramos.

Hay producciones que, además, nos introducen en aspectos esenciales de la fe y nos permiten vislumbrar, con el lenguaje del cine, verdades imperecederas. Son ventanas a lo esencial y dan color, sonido y voz a aquello invisible a los ojos pero fundamental para comprender cada vez más la vida cristiana. Hemos escogido 10 películas de esta clase, sin deseo de hacer un “ranking” ni pensando que son las mejores. 

De hecho, estamos seguros de que hay muchas más y que, como toda lista de este tipo, está siempre un poco sujeta a la opinión personal y un tanto subjetiva de cada persona. Nota: hemos dejado de lado las películas sobre la vida de Cristo y sobre las vidas de los santos para otra ocasión.

1. La fiesta de Babette (1987):

Es una película danesa y una de las preferidas del Papa Francisco. La historia —que transcurre en un apartado pueblo de la costa—  parece sencilla pero encierra profundas analogías con el cristianismo. Es una gran virtud de esta película mostrarnos, con gran arte y belleza, que lo que opera detrás de lo aparente es algo mucho más profundo, y en el fondo, no otra cosa que la gracia de Dios que va transformando, a partir de una experiencia que empieza en lo sensible, los corazones que se abren a Él. En La fiesta de Babette, una auténtica fiesta de gozo, entrega y alegría, cada comensal va descubriendo un sentido más profundo para la vida, lleno de belleza y verdad.

https://youtu.be/RsIgPVLChW8

2. La misión (1986):

Una gran producción cuya historia gira alrededor de las misiones jesuitas en Paraguay. Su historia encierra profundos elementos de perdón y reconciliación, además de evidenciar la tarea de los misioneros en esa parte del continente, con sus aciertos y desaciertos. Nos muestra también las grandezas que puede realizar el ser humano, al mismo tiempo que sus facetas más oscuras. La música que acompaña la película es una obra maestra en sí misma.

https://youtu.be/ghyLx-KmQ4M

3. De dioses y hombres (2010):

Narra los días previos al asesinato de una comunidad de monjes trapenses en Argelia. La película no es un homenaje innecesario a la valentía de siete hombres, ni una invitación a la resignación frente a eventos desafortunados. Es, por el contrario, una llama de esperanza que ilumina un mundo lleno de odio y violencia, y lo es precisamente porque la historia de estos hombres resulta también un llamado a la acción decidida, incluso cuando esto significa elegir, por amor a Dios, confiar absolutamente en Él.

https://youtu.be/1AKWg71HlyY

4. Ben Hur (1959):

Un clásico del cine además de una producción que nos lleva al encuentro de la figura histórica de Jesús. En ese recorrido que lleva a Ben Hur de la nobleza a la esclavitud de las galeras, de la servidumbre a la libertad como hijo adoptivo de un acaudalado romano, del triunfo y la aclamación al sufrimiento y desesperación por sus seres queridos, nos encontramos con otra persona que parece acompañarlo desde lejos: Jesús el Cristo. Ben Hur es siempre un hombre en búsqueda, y su corazón permanecerá inquieto hasta alcanzar lo que de verdad anhela: el rostro de Cristo.

https://youtu.be/Ql0c4JD-93c

5. Qué bello es vivir (1946):

Otro clásico del cine y en particular del tiempo de Navidad. Una película que nos lleva a comprender el valor del servicio sincero y la entrega desinteresada a los demás, y a valorar nuestras acciones no por sus frutos inmediatos sino más bien por los imperecederos. «Ningún hombre que tiene amigos es un fracaso», nos dice esta historia.

Tampoco el hombre o mujer que ama y se deja amar.

Al final de la película, mientras suenan las campanas de la iglesia y se celebra el nacimiento del Señor, quien vino no a buscar su propia gloria sino a realizar el bien y ponerse al servicio de la humanidad, la desesperanza del protagonista se convierte en alegría y cercanía con todos los que lo rodean, y las voces se elevan ya no en una petición de ayuda, sino en gloria a Dios en la forma de un villancico navideño.

https://youtu.be/ewe4lg8zTYA

6. Las flores de la guerra (2011):

Cruda representación de la masacre de la ciudad de Nankin (China) ocurrida en 1937. Las flores de la guerraes una película dura pero llena de belleza y significado. Es, en un sentido, un canto de esperanza para el corazón humano, que incluso herido por el mal puede hallar espacio para vencer al egoísmo y optar por el bien y el sacrificio. Enseña también a no desesperar de la condición humana, capaz de tanta destrucción y violencia, pero también de entrega y abnegación extraordinarias. Nos recuerda al mismo tiempo  aprender a no juzgar por lo externo. Son a veces los más pecadores quienes descubren con mayor fuerza la necesidad del amor y la misericordia, y se hacen así capaces de ponerse de rodillas y, entrando en sí mismos, recorrer el sendero de todos los hijos pródigos de la humanidad.

https://youtu.be/bjuzNJh6BbM

7. El árbol de la vida (2011):

Esta producción de Terrence Malick tiene quizás como gran defecto lo que es su mayor virtud: el intento de presentar una visión total del misterio de la creación, del pecado y del amor de Dios en la vida del hombre, misterio imposible de aprehender —y de representar— en su totalidad. Su lenguaje analógico es quizás por momentos de difícil comprensión, pero la belleza de su ejecución y la profundidad de los temas que toca es innegable. Se trata, por tanto, de una gran intento de presentar con imágenes el misterio de la vida, que involucra la acción de Dios, la respuesta del hombre, la libertad, el sufrimiento, la vida eterna, entre otros muchos temas tan importantes de reflexionar en todo peregrinar terreno.

https://youtu.be/r0asEWslAhI

8. Marcelino pan y vino (1955):

Hermosísima película española sobre un niño huérfano acogido en un monasterio. En medio de sus travesuras nos hará reír, sufrir y también llorar al descubrir, como lo hicieron los monjes, la sencillez y bondad que encierra el corazón de un niño, y sobre todo, su capacidad para hablar con Dios. Película de una ternura extraordinaria, que al mismo tiempo despierta en el interior el anhelo de un encuentro profundo, natural y cotidiano con Dios y con la Virgen.

https://youtu.be/ewVHvDIiZTg

9. Los miserables (2012):

Una de las producciones más importantes de los últimos tiempos y genial adaptación del musical basado en la famosa obra de Víctor Hugo. Difícil resumir o destacar los aspectos más importantes o interesantes de la película. En ella, en realidad, se muestra lo mejor y lo peor de la humanidad, con muchas de sus complejidades, anhelos, alegrías, fracasos y dolores. Lo épico se entremezcla con el sinsentido, el amor va de la mano del dolor, la felicidad con el desprendimiento, y el camino que separa la felicidad de la amargura y la desesperación es a veces una sutil línea donde las intenciones y el uso correcto o equivocado de la libertad deciden batallas de alcance insospechado.

https://youtu.be/RrRGLwAUZ0Y

10. Yo confieso (1953):

Una gran producción de Alfred Hitchcock que gira en torno al secreto de la confesión sacramental. Si bien por un lado resalta el misterio y suspenso de la historia, detrás de ellos se encuentra el gran valor del p. Michael Logan para proteger el sigilo sacramental y ser fiel a sus propios compromisos, incluso a pesar de lo que puede significar para su propia vida. Toda una lección para nuestro tiempo. Es, al mismo tiempo, una historia de perdón y amor al prójimo, en especial hacia aquel que nos daña.

https://youtu.be/KqIGbonwEzU

Y un bonus…

11. Cartas a Dios (2009):

Cartas a Dios es una hermosa alegoría de la vida cristiana vista a través de los ojos de un niño con una enfermedad terminal. No busca soslayar la dureza de la enfermedad, ni presentar una visión rosa de la vida. Enseñándonos lo verdaderamente valioso en la vida cuando se ilumina por lo que Dios nos ha revelado, Cartas a Dios resulta una película llena de ternura, compasión y, paradójicamente a ojos humanos, llena de gozo y paz. Es, en este sentido, toda una catequesis sobre la vida cristiana.

Audiencia General, 12 De Junio 2019 © Vatican Media

La liturgia, expresión de la esencia de la Iglesia – Palabras del Papa en español

Ciclo sobre los Hechos de los Apóstoles

JUNIO 26, 2019 10:41 LARISSA I. LÓPEZ AUDIENCIA GENERAL

(ZENIT –26 junio 2019).- Hoy, 26 de junio de 2019, en la audiencia general, el Santo Padre ha continuado con la serie de catequesis sobre el Libro de los Hechos de los Apóstoles y ha hecho mención a la importancia de la liturgia, expresión de la esencia de la Iglesia, “el lugar donde nos encontramos con el Resucitado y experimentamos su amor”.

Francisco ha remitido a san Lucas, que describe la Iglesia de Jerusalén como “el paradigma de toda comunidad cristiana”. Los cristianos eran perseverantes en las enseñanzas de los apóstoles, a través de la Eucaristía recordaban al Señor y dialogaban con Dios en la oración.

Igualmente, el Pontífice ha resaltado la unión fraternal que vivían aquellos cristianos, compartiendo con todos “los bienes espirituales y materiales, según la necesidad de cada uno”. Así, al compartir la Palabra de Dios y el pan, añadió, “la Iglesia se convierte en fermento de un mundo nuevo, en el que florece la justicia, la solidaridad y la compasión”.

Finalmente, el Papa ha remarcado que san Lucas relata que el Señor “iba agregando a los que se iban salvando: la perseverancia de los creyentes en la alianza con Dios y con los hermanos se convierte así en una fuente de atracción que fascina y conquista a los demás”.

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