Sé creyente y sé mi apóstol
- 03 Julio 2019
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Tomás, Santo
Apóstol, 3 de julio
Martirologio Romano: Fiesta de santo Tomás, apóstol, quien, al anunciarle los otros discípulos que Jesús había resucitado, no lo creyó, pero cuando Jesús le mostró su costado traspasado por la lanza y le dijo que pusiera su mano en él, exclamó: «Señor mío y Dios mío». Y con esta fe que experimentó es tradición que llevó la palabra del Evangelio a los pueblos de la India.
Etimológicamente: Tomás = "gemelo", viene del arameo
Breve Semblanza
La tradición antigua dice que Santo Tomás Apóstol fue martirizado en la India el 3 de julio del año 72. Parece que en los últimos años de su vida estuvo evangelizando en Persia y en la India, y que allí sufrió el martirio.
De este apóstol narra el santo evangelio tres episodios.
El primero sucede cuando Jesús se dirige por última vez a Jerusalem, donde según lo anunciado, será atormentado y lo matarán.
En este momento los discípulos sienten un impresionante temor acerca de los graves sucesos que pueden suceder y dicen a Jesús: "Los judíos quieren matarte y ¿vuelves allá?. Y es entonces cuando interviene Tomás, llamado Dídimo (en este tiempo muchas personas de Israel tenían dos nombres: uno en hebreo y otro en griego. Así por ej. Pedro en griego y Cefás en hebreo). Tomás, es nombre hebreo. En griego se dice "Dídimo", que significa lo mismo: el gemelo.
Cuenta San Juan (Jn. 11,16) "Tomás, llamado Dídimo, dijo a los demás: Vayamos también nosotros y muramos con Él". Aquí el apóstol demuestra su admirable valor. Un escritor llegó a decir que en esto Tomás no demostró solamente "una fe esperanzada, sino una desesperación leal". O sea: él estaba seguro de una cosa: sucediera lo que sucediera, por grave y terrible que fuera, no quería abandonar a Jesús. El valor no significa no tener temor. Si no experimentáramos miedo y temor, resultaría muy fácil hacer cualquier heroísmo. El verdadero valor se demuestra cuando se está seguro de que puede suceder lo peor, sentirse lleno de temores y terrores y sin embargo arriesgarse a hacer lo que se tiene que hacer. Y eso fue lo que hizo Tomás aquel día. Nadie tiene porque sentirse avergonzado de tener miedo y pavor, pero lo que sí nos debe avergonzar totalmente es el que a causa del temor dejemos de hacer lo que la conciencia nos dice que sí debemos hacer, Santo Tomás nos sirva de ejemplo.
La segunda intervención:
Sucedió en la Última Cena. Jesús les dijo a los apóstoles: "A donde Yo voy, ya sabéis el camino". Y Tomás le respondió: "Señor: no sabemos a donde vas, ¿cómo podemos saber el camino?" (Jn. 14, 15). Los apóstoles no lograban entender el camino por el cual debía transitar Jesús, porque ese camino era el de la Cruz. En ese momento ellos eran incapaces de comprender esto tan doloroso. Y entre los apóstoles había uno que jamás podía decir que entendía algo que no lograba comprender. Ese hombre era Tomás. Era demasiado sincero, y tomaba las cosas muy en serio, para decir externamente aquello que su interior no aceptaba. Tenía que estar seguro. De manera que le expresó a Jesús sus dudas y su incapacidad para entender aquello que Él les estaba diciendo.
Admirable respuesta:
Y lo maravilloso es que la pregunta de un hombre que dudaba obtuvo una de las respuestas más formidables del Hijo de Dios. Uno de las más importantes afirmaciones que hizo Jesús en toda su vida. Nadie en la religión debe avergonzarse de preguntar y buscar respuestas acerca de aquello que no entiende, porque hay una verdad sorprendente y bendita: todo el que busca encuentra.
Le dijo Jesús: "Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre sino por mí" Ciertos santos como por ejemplo el Padre Alberione, Fundador de los Padres Paulinos, eligieron esta frase para meditarla todos los días de su vida. Porque es demasiado importante como para que se nos pueda olvidar. Esta hermosa frase nos admira y nos emociona a nosotros, pero mucho más debió impresionar a los que la escucharon por primera vez.
En esta respuesta Jesús habla de tres cosas supremamente importantes para todo israelita: el Camino, la Verdad y la Vida. Para ellos el encontrar el verdadero camino para llegar a la santidad, y lograr tener la verdad y conseguir la vida verdadera, eran cosas extraordinariamente importantes.
En sus viajes por el desierto sabían muy bien que si equivocaban el camino estaban irremediablemente perdidos, pero que si lograban viajar por el camino seguro, llegarían a su destino. Pero Jesús no sólo anuncia que les mostrará a sus discípulos cuál es el camino a seguir, sino que declara que Él mismo es el Camino, la Verdad y la Vida.
Notable diferencia: Si le preguntamos al alguien que sabe muy bien: ¿Dónde queda el hospital principal? Puede decirnos: siga 200 metros hacia el norte y 300 hacia occidente y luego suba 15 metros... Quizás logremos llegar. Quizás no. Pero si en vez de darnos eso respuesta nos dice: "Sígame, que yo voy para allá", entonces sí que vamos a llegar con toda seguridad. Es lo que hizo Jesús: No sólo nos dijo cual era el camino para llegar a la Eterna Feliz, sino que afirma solemnemente: "Yo voy para allá, síganme, que yo soy el Camino para llegar con toda seguridad". Y añade: Nadie viene al Padre sino por Mí: "O sea: que para no equivocarnos, lo mejor será siempre ser amigos de Jesús y seguir sus santos ejemplos y obedecer sus mandatos. Ese será nuestro camino, y la Verdad nos conseguirá la Vida Eterna".
El hecho más famoso de Tomás
Los creyentes recordamos siempre al apóstol Santo Tomás por su famosa duda acerca de Jesús resucitado y su admirable profesión de fe cuando vio a Cristo glorioso.
Dice San Juan (Jn. 20, 24) "En la primera aparición de Jesús resucitado a sus apóstoles no estaba con ellos Tomás. Los discípulos le decían: "Hemos visto al Señor". El les contestó: "si no veo en sus manos los agujeros de los clavos, y si no meto mis dedos en los agujeros sus clavos, y no meto mi mano en la herida de su constado, no creeré". Ocho días después estaban los discípulos reunidos y Tomás con ellos. Se presento Jesús y dijo a Tomás: "Acerca tu dedo: aquí tienes mis manos. Trae tu mano y métela en la herida de mi costado, y no seas incrédulo sino creyente". Tomás le contestó: "Señor mío y Dios mío". Jesús le dijo: "Has creído porque me has visto. Dichosos los que creen sin ver".
Parece que Tomás era pesimista por naturaleza. No le cabía la menor duda de que amaba a Jesús y se sentía muy apesadumbrado por su pasión y muerte. Quizás porque quería sufrir a solas la inmensa pena que experimentaba por la muerte de su amigo, se había retirado por un poco de tiempo del grupo. De manera que cuando Jesús se apareció la primera vez, Tomás no estaba con los demás apóstoles. Y cuando los otros le contaron que el Señor había resucitado, aquella noticia le pareció demasiado hermosa para que fuera cierta.
Tomás cometió un error al apartarse del grupo. Nadie está peor informado que el que está ausente. Separarse del grupo de los creyentes es exponerse a graves fallas y dudas de fe. Pero él tenía una gran cualidad: se negaba a creer sin más ni más, sin estar convencido, y a decir que sí creía, lo que en realidad no creía. El no apagaba las dudas diciendo que no quería tratar de ese tema. No, nunca iba a recitar el credo un loro. No era de esos que repiten maquinalmente lo que jamás han pensado y en lo que no creen. Quería estar seguro de su fe.
Y Tomás tenía otra virtud: que cuando se convencía de sus creencias las seguía hasta el final, con todas sus consecuencias. Por eso hizo es bellísima profesión de fe "Señor mío y Dios mío", y por eso se fue después a propagar el evangelio, hasta morir martirizado por proclamar su fe en Jesucristo resucitado. Preciosas dudas de Tomás que obtuvieron de Jesús aquella bella noticia: "Dichosos serán los que crean sin ver".
Anhelo encontrarme contigo
Santo Evangelio según San Juan 20, 24-29. Santo Tomás, apóstol
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Señor, concédeme la gracia de creer sin necesidad de pruebas.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Juan 20, 24-29
Tomás, uno de los Doce, a quien llamaban el Gemelo, no estaba con ellos cuando vino Jesús, y los otros discípulos le decían: “Hemos visto al Señor”. Pero él les contestó: “Si no veo en sus manos la señal de los clavos y si no meto mi dedo en los agujeros de los clavos y no meto mi mano en su costado, no creeré”.
Ocho días después, estaban reunidos los discípulos a puerta cerrada y Tomás estaba con ellos. Jesús se presentó de nuevo en medio de ellos y les dijo: “La paz esté con ustedes”. Luego le dijo a Tomás: “Aquí están mis manos; acerca tu dedo. Trae acá tu mano; métela en mi costado y no sigas dudando, sino cree”. Tomás le respondió: “¡Señor mío y Dios mío!”. Jesús añadió: “Tú crees porque me has visto; dichosos los que creen sin haber visto”.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
La liturgia de hoy te invita a vivir siguiendo el ejemplo de santo Tomás apóstol. Es normal considerarlo como el incrédulo y, la verdad, él no fue el único que dudó, todos dudaron al anuncio de las mujeres. Sin embargo, se le recuerda por el grito de su alma por encontrarse cara a cara con Dios y al que Jesús responde: «Trae tu dedo, aquí tienes mis manos; trae tu mano y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente.» Después de este encuentro en que su alma sacia su deseo, Tomás hace su profesión de fe reconociendo a Jesús como Dios; él es el único que lo reconoce y es atestiguado por san Juan; sus palabras son tan sencillas pero tan profundas: «¡Señor mío y Dios mío! »
Ahora, ¿cuántas veces has deseado este encuentro? ¿Cuántas veces te has acercado a quienes han tenido un encuentro previo con Dios? Muchas veces se participa en eventos de la Iglesia y esto se convierte en simple tradición carente de sentido profundo; son eventos en los que no buscas ese encuentro personal, pero Él quiere ese encuentro contigo, por eso no temas en mostrar tu debilidad y expresarle tus dudas respecto a Él y su divinidad. La respuesta llegará en su momento. A santo Tomás le llegó ocho días después, no como el conejo que sale de la chistera del mago; y en la medida que aceptes su llamado, tu respuesta será en proporción a tu apertura y deseo de encuentro.
¿Dudas de los sacramentos y de la belleza de la Iglesia por los escándalos de quienes estaban llamados a ser verdaderos testigos? Díselo y ábrete a su misericordia; en tu búsqueda por ese encuentro un día podrás ver esa belleza que ha sido empañada por algunos pero que no representan a toda la Iglesia. Confía y grita: Señor, mi alma anhela encontrarse contigo, hazme creyente.
Deja a tu alma expresar lo que siente y verás cómo pronto Jesús, se deja ver por ti en la manera más inesperada, y al igual que santo Tomas podrás disfrutar de su compañía; pero, sobre todo, te sentirás dichoso por ser parte de quienes creen sin haber visto o vivido la experiencia de santo Tomas, porque tu experiencia será personal.
Que san José y la Virgen María te acompañen y enseñen a gritar desde el fondo de tu alma el deseo de encontrarte con su Hijo Jesucristo, al igual que santo Tomás, y vivir en plenitud, como ellos lo hicieron, con Dios.
«Contemplamos al Apóstol que mete la mano en el costado del Señor y que, tocando sus heridas, confiesa: “¡Señor mío y Dios mío!”. Las heridas que a lo largo de la historia se han abierto entre nosotros, los cristianos, son desgarros dolorosos causados al Cuerpo de Cristo que es la Iglesia. Todavía hoy palpamos las consecuencias. Pero, si ponemos juntos las manos sobre esas heridas y confesamos que Jesús ha resucitado, y lo proclamamos como nuestro Señor y nuestro Dios, si al reconocer nuestras faltas nos sumergimos en sus heridas de amor, tal vez podamos volver a encontrar la alegría del perdón y pregustar el día en que, con la ayuda de Dios, podremos celebrar el misterio pascual en el mismo altar.»
(S.S. Francisco, viaje apostólico, 5 de mayo de 2019).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación. Buscaré tener un encuentro con Jesús eucaristía.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Dios pone señales en nuestra vida
Jesucristo califica con mucha dureza a la gente de su tiempo y dice que son una generación perversa. Perversa porque tienen una señal y no están dispuestos a aceptar la señal que Dios les da. La señal que Cristo dará, será su Resurrección. Pero Cristo mismo es consciente de que no es suficiente con que Dios dé señales a los hombres; Cristo es consciente de que es necesario que los hombres aceptemos las señales que Dios nos da, que estemos dispuestos a abrir nuestro corazón a las señales; de otra forma, nuestro corazón es un corazón perverso.
¿Qué significa esto? Esto significa que nuestro corazón puede estar caminando de una forma alejada de Dios Nuestro Señor, viviendo de una forma torcida, porque no está aceptando el modo concreto en el cual Dios llega a su vida. Todo este camino que es nuestra existencia, está sembrado por señales de Dios. Está de una forma o de otra, con una constante presencia de un Dios que nos va señalando, indicando, prestando, como una luz que parpadea en todo momento de nuestra vida. Así es Dios en nuestro corazón, con todas las señales que constantemente nos va marcando.
Señales que a veces podrían parecernos extrañas, como el que “la reina del Sur vaya a ver a Salomón”. ¿Qué es lo que la reina del Sur había hecho para ir a ver a Salomón? Simplemente había oído hablar de su sabiduría. ¿Qué es lo que Jonás predica a los ciudadanos de Nínive? Simplemente el hecho de que Nínive va a ser destruida.
La reina del Sur cambia su vida y es capaz de ir hasta Israel para ver a Salomón y los ninivitas cambian su vida y se convierten. Es decir, no es problema el cómo Dios Nuestro Señor nos manda una señal particular para que cambiemos nuestra vida, el problema está en si nuestro corazón va abriendo los ojos a esas señales, si está dispuesto en todo momento a escuchar lo que Dios le quiere decir.
Y aquí donde Jesucristo nos pone en guardia: cuidado, porque a ustedes no se les van a dar otras señales más que la señal del profeta Jonás, la Resurrección de Cristo. Esta señal, se nos presenta en la vida de una forma que nosotros tenemos que tomarla arriesgando nuestra vida. Cristo cuando se nos presenta en nuestra vida, no nos da mucha seguridad, al contrario, más bien nos pone en más riesgo.
Cristo, cuando llega a nuestra existencia, nos hace arriesgarnos más. La reina del Sur podría haber dicho: “¿Cómo voy a ir yo hasta allá para escuchar a un rey que dicen que es muy sabio?” Los habitantes de Nínive podrían haber dicho”. ¡Este señor está mal!
¿Por qué va a tener que destruir nuestra ciudad dentro de tres días si no cambiamos nuestra existencia?”. Y a la reina del Sur se hubiera quedado sin conocer la sabiduría y los habitantes de Nínive se habrían quedado sin conocer la Misericordia de Dios. No habrán sido capaces de captar la señal con la que Dios, en ese momento, estaba pasando por sus vidas.
No habrían sido capaces de captar la luz con la que Dios, en ese momento, quería iluminar su existencia.
Cuando uno mira para atrás de la propia existencia y empieza a ver la cantidad de señales que no ha captado y la cantidad de veces que la luz no brilló en nuestro corazón, podría preguntarse: ¿qué hago ahora si he dejado muchas señales, muchas luces de Dios? ¿No será un paso gigante para mi alma? ¿Tendré posibilidad de dar marcha atrás?
¿La reina del Sur tendría posibilidad de volverse a encontrar con Salomón? ¿Los habitantes de Nínive habrían tenido posibilidad de volver, otra vez a escuchar a Jonás? No lo sabemos. Sabemos una cosa como decíamos en el Salmo “Un corazón contrito. Dios no lo desprecia”. Que si en nuestro interior hay el anhelo y el deseo de volver a Dios, Él siempre va a esta listo para darnos de nuevo su luz. Dios siempre va a estar listo para presentarse de nuevo en nuestra vida.
¿Cómo nos envía Dios señales? Dios nos las envía fundamentalmente a través de nuestra conciencia. Una conciencia que tiene que estar buscando constantemente a Dios; una conciencia que no tiene que detenerse jamás a pesar de las barreras de las murallas que hay en la propia alma.
Lo contrario de la perversión es la conversión. Si nuestra alma está constantemente convirtiéndose a Dios, así encuentre un su vida mil defectos, mil problemas, mil reticencias, mil miedos, encontrará al Señor.
Es lo mismo que les ocurrió a los habitantes de Nínive. Es la frase final, con la cual el rey de Nínive termina su mandato: “Quizá Dios se arrepienta y nos perdone, aplaque el incendio de su ira y así no moriremos”.
Aunque halla murallas, dificultades; aunque seamos nosotros mismos los primeros que nos sintamos como obstáculo al regreso de Dios N. S., no olvidemos que Él siempre está en el camino de la conversión. Él siempre está ahí, dispuesto a darnos la mano, a tendernos la posibilidad de regresar a Él.
¿Por qué descorazonarnos, cuando en nuestro camino de conversión encontramos algo que se nos hace tremendamente difícil de superar? ¿Somos más grandes nosotros que la Misericordia de Dios? ¿Es más milagroso el hecho de que una mujer vaya a escuchar a Salomón, o el que una ciudad completa, se convierta ante la voz de una profeta, que la Resurrección del Hijo de Dios?
En esta Cuaresma tenemos que ir viendo hasta qué punto estamos aceptando las señales de Dios N. S. nos da. Viendo cómo Dios me habla, que detrás de ese cómo Dios me habla, a veces gozo, con penas, a veces con un quebranto tremendo de corazón y a veces con una grandísima alegría en el alma. Estas señales de Dios, tienen detrás un sello que es la Resurrección de Cristo y si nosotros las aceptamos, no simplemente vamos a estar aceptando a un Dios que pasa por nuestra vida, sino que vamos a estar aceptando la garantía con la cual, Dios N. S. pasa por nuestra vida.
Hagamos de nuestra existencia, de nuestro camino, de nuestro encuentro con Dios, un constante aceptar el modo en el que Dios me ha hablado, aunque yo no lo entienda. “Aunque este muy lejos Salomón”. Abramos nuestros ojos, abramos nuestro corazón, nuestra vida a las señales de Dios y permitamos que el Señor vaya señalando, indicando por dónde nos quiere llevar.
Si algún día no sabemos por dónde nos está llevando, que solamente nos preocupe el no perder de vista las señales de Dios. No importa por dónde nos lleve, eso es problema de Él. Nuestro autentico problema, es no perder de vista las señales de Dios, porque por donde Él nos lleve, tendremos siempre la certeza de que nos está llevando por el camino siempre correcto, por el que nosotros necesitamos ir.
Que ésta sea nuestra oración y el más profundo fruto de esta Cuaresma: ser tan auténticos con nosotros mismos, que seamos capaces de ver la autenticidad con la que Dios nos habla. Que nunca la autenticidad de Dios, choque con la inautenticidad de nuestra vida. Que la autenticidad con la que Él se manifiesta en nuestra existencia, a través de sus señales, encuentre siempre como eco el corazón abierto, dispuesto, auténtico, que recibe todas las señales que el Señor le da.
¿Has pecado? Dios quiere recordarte algo
Él es la misericordia y no rechaza a quien se reconoce débil, necesitado, pecador, pequeño, limitado
Dios no vino por los justos, sino por los pecadores… eso lo sabemos, pero, cuando nos toca vivir la experiencia del pecador… tenemos dos opciones: ampararse a su misericordia o auto condenarse… cierto, Dios acoge a todos, pero Él es justo y denuncia el pecado. Por eso, en la biblia podemos ver que todos los que se encontraron con Jesús (Mateo, Zaqueo, Magdalena) ninguno fue rechazado, PERO TODOS DEJARON SU VIDA DE PECADO. Él es la misericordia y no no rechaza a quien se reconoce débil, necesitado, pecador, pequeño, limitado.
En nosotros está dejar que el pecado nos destruya o no; podemos, desde el dolor, levantar los ojos a los montes y pedir el auxilio que nos viene del Señor que hizo el cielo y la tierra. Dios que no se deja ganar en generosidad, sale al encuentro de los heridos. Él ama al pecador y es un ejercicio diario repetir: “Dios no me condena”. Es ese Amor el que nos irá moviendo a salir del pecado recurrente. El amor de Dios es lo único que nos puede cambiar y renovar por dentro. Es el único que nos puede sacar de la obscuridad… Dios y solo Dios.
La Palabra de Dios es clara cuando dice que Él sanará los corazones rotos, El enjugará cada lágrima. Y ante la dificultad de seguir adelante, es la fe la que nos debe de mover, y aun cuando no se tenga ganas de rezar y solo llorar… que esas lágrimas sean oración viva para Él, y Él las va a tomar en cuenta y poco a poco Él irá transformando ese luto en danza de júbilo porque seremos testigos que cada herida ha sido sanada por El.
Si has pecado, o sientes que no tienes solución, quisiera pedirte que busques en Su Iglesia el Sacramento de la reconciliación, yo sé, está el miedo a ser regañado, o da vergüenza… y por eso te invito a que le pidas a Él que ponga en tu camino a un sacerdote que te acoja y te muestre lo que Él quiere decirte: “Yo te perdono, vete y no peques más”. Quizá pienses ¿para qué ir si quizá no estoy del todo arrepentido? Pues aún así, ve y desde la conciencia que has pecado, confiesa todo pecado e incluso tu dificultad de arrepentirte… Él ve las intenciones de tu corazón y, sobre todo, Él conoce tu corazón.
No importa si has pecado poco o mucho, si es recurrente o no, Dios quiere que te abras al camino de la conversión, que te enamores de Él, y aprendiendo a vivir del Amor… vas a ir sanando, vas a ir llenando ese vacío que solo el Amor de los Amorespuede llenar… no tengas vergüenza, el precio ya ha sido pagado, es solo que te la creas, que en Su Nombre puedes hacer maravillas, puedes perdonar, puedes amar al enemigo, puedes ser santo…
Mira el cielo y si quieres llorar, llora… pero mirando el cielo, debes saber que Él está a tu lado, siendo más real que nunca, por amor a ti. No dudes en buscarle, en buscar a María, a los santos… es que si supieras cuanto te aman… Intenta creerlo. Aunque todo esté oscuro.
Tira la red a la derecha. Renuncia a lo que sabes que te hace daño. Y abrázate, porque eres profundamente amado. Y sí, Él te va a sanar de todo pecado. Él es misericordia y Él JAMÁS RECHAZA UN CORAZÓN CONTRITO Y HUMILLADO.
Él te espera de todo corazón en la oración y en Su Iglesia porque te ama eternamente.
Estafas, supersticiones y demonios: la oscura verdad detrás del movimiento New Age
Adolfo Orozco Torres, presidente del Centro Mexicano de Sindonología e investigador del Instituto de Geofísica de la UNAM, es también crítico con la adivinación, la New Age y las supersticiones, pero señala que además de estafadores y de crédulos sí puede darse una acción demoníaca para fomentar estas prácticas según cuenta el semanario Desde la Fe.
Los demonios, con capacidad para realizar cosas extraordinarias, fomentan la adivinación y la New Age con un mensaje: “Tú puedes hacerlo, tú eres tu propio dios, tú tienes potencialidades escondidas o dormidas, que puedes despertar y tomar las riendas de tu destino”.
Hacer a un lado a Dios
Esta enseñanza, afirma Orozco, va encaminada a hacer a un lado a Dios y a poner en su lugar al hombre. Los demonios no pueden prever el futuro (no más que los hombres) así que si la lectura de las cartas revela a la persona algo que finalmente le pasó, es porque el maligno hizo que pasara a fin de engañar al incauto.
Orozco denuncia también que temas relacionados con la New Age, el horóscopo y el espiritismo, figuran en las secciones de salud y tecnología de algunas revistas. Se ven como actos normales y probados con una relación causa-efecto.
Según Orozco, este tipo de contenidos tiene su origen en tres posibles razones:
Magia y cuentos de hadas
“La primera", afirma, "es una credulidad infantil en la existencia de hadas, duendes y seres míticos, una idea proveniente de los más lejanos y oscuros inicios de la humanidad y de la razón, que sobrevive en un sustrato de la mente cuando ésta no está ilustrada o no ha aprendido a razonar correctamente".
Estafadores y timadores
Orozco advierte también el peligro de los timadores: "La segunda razón es la abundancia de estafadores profesionales que viven de esquilmar a las personasdiciéndoles las cosas que quieren oír, o bien las que están predispuestas a aceptar"
Así, si a una mujer celosa le dicen "Sí, tu marido, sí te engaña", es una "adivinación" que le parece correcta, aún sus efectos devastadores, que incluso pueden desembocar en dramas terribles.
New Age y la acción directa del diablo
Esta última razón conlleva un peligro serio, ya que proviene directamente del Demonio y sus secuaces.
Orozco advierte que prácticas como la Ouija o visitar las pirámides en 21 de Marzo para "cargarse de energía positiva", no son más que tretas del "padre de la mentira".
Según Orozco, en la Creación sólo existen dos tipos de manifestaciones: las naturales y las sobrenaturales; “las primeras se refieren a cualquier fenómeno o acontecimiento producto de la interacción de las diferentes fuerzas u objetos naturales; mientras que las sobrenaturales son fenómenos en que se producen efectos que sobrepasan las potencialidades propias de la naturaleza". Estos son fenómenos como la Resurrección o los milagros de los santos.
Las manifestaciones naturales tienen su causa directamente en Dios; las sobrenaturales en cambio, están producidas por seres espirituales capacitados por el Señor para producirlas.
Refiere que estos seres se llaman ángeles, y entre ellos puede haber ángeles buenos, pero también ángeles malos, los capitaneados por Luzbel, que tienen la capacidad de producir fenómenos extraordinarios e imbuir las ideas del New Age en las mentes de aquellos que se expongan, realizando actividades como el "Reiki" o el Yoga.
“Muchas personas de buena voluntad", finaliza el Dr. Adolfo Orozco, "que se acercan a estas prácticas condenadas por la Iglesia, ya que van en contra del primer mandamiento, pensarán que estoy exagerando, pero sólo estoy repitiendo con mis palabras las enseñanzas de la Iglesia, y aplicando la Razón y la Ciencia. ¡Mucho cuidado! Sólo hay un pastor y un camino, el que nos señala y nos da la vida verdadera: Cristo”.
8 claves para permanecer en presencia de Dios
Lo importante es la pureza de intención que tengas, ese deseo auténtico de unirte a Dios, de decirle “aquí estoy”
Existen muchas maneras de buscar la unión con Dios. Sin querer acabar toda la espiritualidad en este artículo, les comparto 8 acciones que nos ayudarán a buscar a Dios en lo cotidiano y a unirnos a Él sea donde sea o hagamos lo que hagamos.
La clave de lectura de estos consejos está en la intención, es decir, en un corazón que quiere corresponder a Dios, en ese deseo de acercarse a Él y ofrecerle lo que tiene, aunque sean solo dos minutos. Verás que tu vida “rutinaria” irá cambiando, que Dios irá permeando tus costumbres. Estarás dejándote moldear por Dios.
1. Meditación
Hablar de meditación puede asustar incluso a los más veteranos en la vida espiritual. Y es que no hablamos de yoga, reiki o similares, aquí hablamos de la oración, el diálogo entre dos personas en la unidad del amor. Es como cuando hablas con tu papá o tu mamá, pero esto es con Dios. Sí, es un diálogo. Pero no necesitas muchas palabras, basta abrirle el corazón al Señor que ya sabe lo que te sucede. Hablamos principalmente de cinco tipos de oración: bendición, adoración, petición e intercesión, acción de gracias y alabanza. Te recomiendo que dediques unos 30 minutos al día para esto. De preferencia por la mañana, antes de hacer cualquier otra cosa, así permeas todo tu ser y hacer de Dios. ¡Este será tu momento para Él! Lo importante es saberte buscado, esperado, amado por Él. ¡Ahh!, también deberás aceptar los momentos de silencio de Dios: cuando no te habla y parece alejarse, esas ocasiones son las mejores para unirse a Él con fe verdadera.
«Tú, cuando ores, entra en tu habitación, cierra la puerta y ora a tu Padre, que está en lo secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará» (Mateo 6,6).
2. Santo Rosario
Cuando el hombre está contento y agradecido suele ofrecer rosas a la “mujer más hermosa del mundo” (su madre o su esposa). El rosario es lo mismo pero con nuestra Madre del Cielo, la Santísima Virgen María. A diario podemos ofrecerle nuestras oraciones como un ramo de flores que luego ella lleva a su Hijo Jesucristo. De esta forma la Madre intercede por sus hijos. Es un alago, una caricia, una sonrisa que se eleva al Cielo y nos acerca muchísimas gracias. Ese es el santo rosario. Se me ponen los pelos de punta al solo pensar en cuántos murieron con su rosario en la mano, dando la vida por Jesús a través de la intercesión de María. Cuántos otros sufrieron persecuciones y allí estaban rezando un misterio tras otro. Cuántos más se vieron libres de las ataduras del demonio al solo pronunciar el Inmaculado nombre de María.
«No temas, María, pues Dios te ha concedido su favor. Concebirás y darás a luz un hijo, al que pondrás por nombre Jesús. Él será grande, será llamado Hijo de Altísimo; el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la descendencia de Jacob por siempre y su reino no tendrá fin» (Lucas 1, 30-33).
3. Lectura Espiritual
Consiste en leer un libro espiritual durante 15 o 30 minutos al día. Puede ser la vida de un santo, los escritos del papa, libros sobre la oración, los sacramentos, etc,. Siempre que sea una lectura “espiritual”. Esta práctica no sustituye la lectura diaria de la Biblia que incluso podemos hacer en la meditación de la mañana, pero si será una gran oportunidad de abrir tu mirada a la obra espiritual de la Iglesia. Debes tener cuidado con los libros de apariencia espiritual pero que al final terminan por confundirte más.
Fíjate si está aprobado por un obispo o por el Papa.
Que sea de alguna editorial católica o tenga buenas referencias bibliográficas. Te aseguro que haciendo esto poco a poco irás conociendo más a Jesús, a la Iglesia, a los santos, etc,.
«Porque la palabra de Dios es viva, eficaz y más cortante que una espada de dos filos: penetra hasta la división del alma y del espíritu, hasta lo más profundo del ser y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón» (Hebreros 4, 12).
4. Ángelus
Esta oración data del s. XIII. Es una muy breve oración que recuerda los tres grandes misterios de la Santísima Virgen María: el anuncio que hace el ángel a María de que sería Madre del Salvador, el «Sí» de María a Dios y a su plan redentor, y la Encarnación del Hijo de Dios. Se reza tres veces al día: una por la mañana (puede ser después de la meditación), otra a las 12 en punto (mediodía), y otra por la tarde (luego del rosario).Haciendo esta oración con fe nos unimos a los cristianos que en el mundo elevan sus plegarias a Dios. No olvides que recordar los misterios de la vida de la Santísima Virgen nos va centrando en lo verdaderamente importante, en Jesús, y es que es inevitable que la Madre nos lleve a su Hijo.
«Isabel, llena del Espíritu Santo, exclamó a grandes voces: -Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre. Pero ¿cómo es posible que la madre de mi Señor venga a visitarme?… ¡Dichosa tú que has creído! Porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá» (Lucas 1, 42-43.45).
5. Visita Eucarística
Es breve y muy fácil de hacer. Cuando pasas por una iglesia y no dispones sino de 3 minutos, esto es perfecto para tí. Entras a la capilla y haces un acto de fe, visitas al Señor Jesús Sacramentado. Aquí puedes decirle lo que desees, por ejemplo: «Aquí estoy, Señor, paso muy rápido a verte sólo para decirte gracias…». San Francisco cada vez que entraba en una iglesia decía: «Te alabamos, Santísimo Señor Jesucristo, aquí y en todas las iglesias del mundo, pues por tu Santa Cruz redimiste al mundo». Es sencillo. ¡Cuántas veces pasamos de largo al ver una capilla! No se trata tampoco de detenerte en cada capilla que veas, sobre todo si vives en Roma o España donde hay muchas iglesias, sino de buscar estar con Dios, ocupar tu tiempo con Él aunque sea breve. En caso de que no puedas ir a una iglesia, puedes detenerte un momento y unirte a Dios con una “comunión espiritual”, diciéndole a Dios: «Señor, te amo, quiero recibirte a Tí Sacramentado, pero no pudiendo hacerlo ahora, te recibo espiritualmente en mi corazón». Esto sí que renueva tu día, sobre todo en momentos de dificultad.
«Yo soy el pan de vida. El que viene a mí no volverá a tener hambre; el que cree en mí nunca tendrá sed… La voluntad de mi Padre es que todos los que vean al Hijo y crean en él tengan vida eterna, y yo los resucitaré en el último día» (Juan 6, 35.40).
6. “Credo” antes de dormir
Esto debe ser lo que más cuesta, si es así, vas por buen camino. Cuando llega la noche lo único que uno desea es acostarse y dormir, así que ofrecerle cinco minutos a Dios para rezar el “Credo” será un sacrificio. Este acto de desprendimiento de sí mismo Dios lo ve, tenlo por seguro. Costará más al principio, luego formarás el hábito y te será de gran gusto.
Rezar el “Credo” antes de dormir será una ayuda clave incluso frente a las tentaciones: conectarte a Internet hasta la madrugada,
ver pornografía o visitar sitios inadecuados, responder mensajes durante horas, etc. Confía tu sueño a Dios, haz la señal de la cruz y dile al Señor: «Sálvanos, Señor, despiertos; protégenos mientras dormimos para que velemos con Cristo y descansemos en paz».
«Sepan que el Señor me ha mostrado su amor.
El Señor me escucha cuando lo invoco…
Me acuesto tranquilo y en seguida me duermo, porque sólo tú, Señor, me haces descansar en paz» (Salmo 4, 4.9).
7. Via Crucis (viernes)
Esta práctica es de gran ayuda, como todas las anteriores pero especialmente, para centrarte en el misterio pascual de Jesucristo. Recorrer las catorce estaciones te ayudará a sobrellevar la cruz por muy pesada que sea, a unirte al sufrimiento de Nuestro Señor, a encomendar a tantas personas que pasan por momentos difíciles. Luego de varias veces vas descubriendo la estación que más te ayuda, en la cual necesitas profundizar más. Cuando llegas a la estación número quince, que es la Resurreción del Señor, agradece a Dios por tu vida, por tu familia, por todo lo que te ha dado; precisamente es allí donde todo calvario triunfa en la vida nueva. Las heridas sanan. Es hermoso pensar en esto: caminamos con Jesús en esta vida, llevamos nuestra cruz, pero nuestros pasos no son estériles, son semillas de fe para otros, son luz en las tinieblas, son la sal de la tierra. Nuestro caminar es fecundo, ¡atrévete a darle un sentido cristiano a tu vida!
«Si alguno quiere venir detrás de mí, que renuncie a sí mismo, cargue con su cruz, y me siga. Porque el que quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda su vida por mí, la conservará» (Mateo 16, 24-25).
8. Jaculatorias
La palabra jaculatoria viene del latín «iaculum» que significa lanza. El término se ha usado en el deporte con la variante “jabalina”. En la vida espiritual las jaculatorias son pequeñas frases que se repiten durante el día, sobre todo en momentos difíciles, para unirnos a Dios. Imagínate que son pequeñas flechas de luz que se lanzan al cielo, donde cada frase es una breve oración que llega directo a Dios. Pueden ser: «Jesús, en tí confío», «Señor, tú sabes que te amo», «Haz de mí un instrumento de tu paz», «Jesús manso y humilde de corazón, haz mi corazón semejante al tuyo», etc. Versículos bíblicos, invocaciones, pedacitos de oraciones, una frase de fe. Aquí tu mismo puedes crearlas, lo importante es repetir constantemente esta frase, de manera que se haga vida, y brote de allí una esperanza o una luz en medio de las tinieblas.
«Que la palabra está cerca de tí; en tu boca y en tu corazón. Pues bien, ésta es la palabra de fe que nosotros anunciamos… Cuando se cree con el corazón actúa la fuerza salvadora de Dios, y cuando se proclama con la boca se obtiene la salvación» (Romanos 8, 10).
Estos consejos no deben ser entendidos en una visión matemática. No significa que mientras más actos hagas, más cerca estás de Dios. Lo que importa es la pureza de intención que tengas, ese deseo auténtico de unirte a Dios, de decirle “aquí estoy”. Una vez comprendido lo anterior estamos listos para cambiar de vida, haciéndola más espiritual, más cercana a Dios. Antes de terminar es necesario que conozcas una máxima muy cierta: «El que no avanza en la vida espiritual, retrocede». No es lo mismo unirte a Dios que no unirte a Él. Tu vida espiritual sin la oración no sigue igual, al contrario, vas retrocediendo, porque el mundo es como un río correntoso, y nosotros vamos contracorriente, cualquier descuido o parada te hará caer en la corriente. Sin caer en angustias o desalientos, debemos luchar para que Cristo reine en mi vida y luego en la sociedad.
Termino con San Pío de Pietrelcina que decía: «Ora, ten fe y no te preocupes».