Los dones de Dios y la libertad del hombre
- 20 Noviembre 2019
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Edmundo, Santo
Mártir, 20 de Noviembre
Martirologio Romano: En Inglaterra, san Edmundo, mártir, que, siendo rey de los anglos orientales, cayó prisionero en la batalla contra los invasores normandos y, por profesar la fe cristiana, fue coronado con el martirio († 870).
Breve Biografía
Offa es rey de Estanglia. Un buen día decide pasar el último tramo de su vida haciendo penitencia y dedicándose a la oración en Roma. Renuncia a su corona a favor de Edmundo que a sus catorce años es coronado rey, siguiendo la costumbre de la época, por Huberto, obispo de Elman, el día de la Navidad del año 855.
Pronto da muestras de una sensatez que no procede sólo de la edad. Es modelo de los buenos príncipes. No es amigo de lisonjas; prefiere el conocimiento directo de los asuntos a las proposiciones de los consejeros; ama y busca la paz para su pueblo; se muestra imparcial y recto en la administración de la justicia; tiene en cuenta los valores religiosos de su pueblo y destaca por el apoyo que da a las viudas, huérfanos y necesitados.
Reina así hasta que llegan dificultades especiales con el desembarco de los piratas daneses capitaneados por los hermanos Hingaro y Hubba que siembran pánico y destrucción a su paso. Además, tienen los invasores una aversión diabólica a todo nombre cristiano; con rabia y crueldad saquean, destruyen y entran al pillaje en monasterios, templos o iglesias que encuentran pasando a cuchillo a monjes, sacerdotes y religiosas. Una muestra es el saqueo del monasterio de Coldinghan, donde la abadesa santa Ebba fue degollada con todas sus monjas.
Edmundo reúne como puede un pequeño ejército para hacer frente a tanta destrucción pero no quiere pérdidas de vidas inútiles de sus súbditos ni desea provocar la condenación de sus enemigos muertos en la batalla. Prefiere esconderse hasta que, descubierto, rechaza las condiciones de rendición por atentar contra la religión y contra el bien de su gente. No acepta las estipulaciones porque nunca compraría su reino a costa de ofender a Dios. Entonces es azotado, asaeteado como otro San Sebastián, hasta que su cuerpo parece un erizo y, por último, le cortan la cabeza que arrojan entre las matas del bosque.
Sus súbditos buscaron la cabeza para enterrarla con su cuerpo, pero no la encuentran hasta que escuchan una voz que dice: "Here", es decir, "aquí".
Este piadosísimo relato tardío colmado de adornos literarios en torno a la figura del que fue el último rey de Estanglia exaltan, realzan y elevan la figura de Edmundo hasta considerarlo mártir que, por otra parte, llegó a ser muy popular en la Inglaterra medieval. Sus reliquias se conservaron en Bury Saint Edmunds, en West Sufflok, donde en el año 1020 se fundó una gran abadía.
Santo Evangelio según san Lucas 19, 11-28. Miércoles XXXIII del Tiempo Ordinario
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Señor, dame la gracia de aprender a amar como Tú lo haces; que tenga un amor que no se cansa.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Lucas 19, 11-28
En aquel tiempo, como ya se acercaba Jesús a Jerusalén, y la gente pensaban que el Reino de Dios iba a manifestarse de un momento a otro, él les dijo esta parábola:
"Había un hombre de la nobleza que se fue a un país lejano para ser nombrado rey, y volver como tal. Antes de irse, mando llamar a diez empleados suyos, les entregó una moneda de mucho valor a cada uno y les dijo: 'Inviertan este dinero mientras regreso'.
Pero sus compatriotas lo aborrecían y enviaron detrás de él a unos delegados que dijeran: 'No queremos que éste sea nuestro rey'.
Pero fue nombrado rey, y cuando regresó a su país, mandó llamar a sus empleados a quienes había entregado el dinero, para saber cuánto había ganado cada uno.
Se presentó el primero y le dijo: 'Señor, tu moneda ha producido otras diez monedas'. Él le contestó: 'Muy bien. Eres un buen empleado. Puesto que has sido fiel en una cosa pequeña, serás gobernador de diez ciudades'.
Se presentó el segundo y le dijo: Señor, tu moneda ha producido otras cinco monedas'. Y el Señor le respondió: ‘Tú serás gobernador de cinco ciudades'.
Se presentó el tercero y le dijo: 'Señor, aquí está tu moneda. La he tenido guardada en un pañuelo, pues te tuve miedo, porque eres un hombre exigente, que reclama lo que no ha invertido y cosecha lo que no ha sembrado'. El señor le contestó: 'Eres un mal empleado. Por tu propia boca te condeno, Tú sabías que yo soy un hombre exigente, que reclamo lo que no he invertido y que cosecho lo que no he sembrado, ¿Por qué, pues, no pusiste mi dinero en el banco para que yo, al volver, lo hubiera recobrado con intereses?'.
Después les dijo a los presentes: 'Quítenle a éste la moneda y dénsela al que tiene diez'. Le respondieron: 'Señor, ya tiene diez monedas'. Él les dijo: Les aseguro que a todo el que tenga se le dará con abundancia, y al que no tenga, aún lo que tiene se le quitará. En cuanto a mis enemigos, que no querían tenerme como rey, tráiganlos aquí y mátenlos en mi presencia".
Dicho esto, Jesús prosiguió su camino hacia Jerusalén al frente de sus discípulos.
Palabra de Dios.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Dios no ha dado un don especial que es la capacidad de ser don para los demás, o sea amar. Él ha inserido en nuestros corazones la ley natural del amor, pero depende de nosotros si queremos hacer lo que Él nos pide o no. El amor es algo que no se puede cuantificar porque es especial; necesitamos tener la valentía de amar y no esconder este don de Dios en nosotros; más allá del hecho que Él nos hará rendir cuentas al final del tiempo, el amor debe ser algo que nos mueva desinteresadamente, no por lo que podamos sacar de provecho sabiendo que Dios, infinitamente bueno, nos recompensará por hacer presente su misterio a través del amor.
El amor es por naturaleza difusivo ya que quien ama crea una cadena de amor y donación; aunque no lo logre al primer momento, sucederá, y este ejercicio de amor no disminuye con el tiempo, sino que se va agrandando. El amor es necesario para nuestra vida, es tan necesario que casi pudiéramos decir que valemos de acuerdo con cuanto amamos; y una vida sin amor no valdría la pena ser vivida, tampoco una vida en la que hay un amor que se encierra en sí mismo. En nuestra vida podremos tener muchos errores, pero nunca debemos cometer el gran error de no amar; como decía san Agustín hablando del verdadero amor como donación desinteresada: ama y haz lo que quieras.
La parte final de este Evangelio me hace pensar cómo Dios no quiere que seamos mediocres en nuestra entrega a Él, sino que lo demos todo, porque es un dar que no puede ser parcial.
«El siervo que recibió cinco talentos es emprendedor y les hace fructificar ganando otros cinco. De igual modo se comporta el siervo que había recibido dos y se procura otros dos. En cambio, el siervo que recibió uno, excava un agujero en la tierra y esconce la moneda de su patrón. Es este el mismo siervo que explica al patrón, a su regreso, el motivo de su gesto, diciendo: “Señor, sé que eres un hombre duro, que cosechas donde no sembraste y recoges donde no esparciste. Por eso me dio miedo y fui y escondí en tierra tu talento”. Este siervo no tiene con su patrón una relación de confianza, sino que tiene miedo de él y esto lo bloquea. El miedo inmoviliza siempre y a menudo hace tomar decisiones equivocadas. El miedo desalienta de tomar iniciativas, induce a refugiarse en soluciones seguras y garantizadas y así termina por no hacer nada bueno. Para ir adelante y crecer en el camino de la vida no hay que tener miedo, hay que tener confianza. Esta parábola nos hace entender lo importante que es tener una idea verdadera de Dios. No debemos pensar que Él es un patrón malo, duro y severo que quiere castigarnos».
(Homilía de S.S. Francisco, 19 de noviembre de 2017).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Tomar 5 minutos para reflexionar cómo puedo amar mejor a la gente que me rodea.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
¡Muy bien, siervo bueno! has sido fiel siempre
Lucas 19, 11-28. Tiempo Ordinario. Aquí está mi misericordia, mi ternura, mi perdón: tóma tus dones y úsalos abundantemente.
Del santo Evangelio según san Lucas 19, 11-28
Estando la gente escuchando estas cosas, añadió una parábola, pues estaba él cerca de Jerusalén, y creían ellos que el Reino de Dios aparecería de un momento a otro. Dijo pues: «Un hombre noble marchó a un país lejano, para recibir la investidura real y volverse. Habiendo llamado a diez siervos suyos, les dio diez talentos y les dijo: "Negociad hasta que vuelva." Pero sus ciudadanos le odiaban y enviaron detrás de él una embajada que dijese: "No queremos que ése reine sobre nosotros." «Y sucedió que, cuando regresó, después de recibir la investidura real, mandó llamar a aquellos siervos suyos, a los que había dado el dinero, para saber lo que había ganado cada uno. Se presentó el primero y dijo: "Señor, tu talento ha producido diez talentos." Le respondió: "¡Muy bien, siervo bueno!; ya que has sido fiel en lo mínimo, toma el gobierno de diez ciudades." Vino el segundo y dijo: "Tu talento, Señor, ha producido cinco talentos." Dijo a éste: "Ponte tú también al mando de cinco ciudades." «Vino el otro y dijo: "Señor, aquí tienes tu talento, que he tenido guardada en un lienzo; pues tenía miedo de tí, que eres un hombre severo; que tomas lo que no pusiste, y cosechas lo que no sembraste." Dícele: "Por tu propia boca te juzgo, siervo malo; sabías que yo soy un hombre severo, que tomo lo que no puse y cosecho lo que no sembré; pues ¿por qué no colocaste mi dinero en el banco? Y así, al volver yo, lo habría cobrado con los intereses." Y dijo a los presentes: "Quitadle el talento y dádsela al que tiene los diez talentos." Dijéronle: "Señor, tiene ya diez talentos." - "Os digo que a todo el que tiene, se le dará; pero al que no tiene, aun lo que tiene se le quitará." «"Pero a aquellos enemigos míos, los que no quisieron que yo reinara sobre ellos, traedlos aquí y matadlos delante de mí."» Y habiendo dicho esto, marchaba por delante subiendo a Jerusalén.
Oración introductoria
Gracias, Señor, por recordarme la importancia de multiplicar los dones que me has dado en custodia. No quiero tener nunca miedo a tu exigencia, ni quiero justificar mi pereza, apatía o pasividad, por ello recurro a Ti en esta oración, dame la sabiduría y audacia para multiplicar los talentos que he recibido.
Petición
Padre mío, ayúdame a corresponderte con generosidad, responsabilidad y eficacia creciente.
Meditación del Papa Francisco
El significado de esto es claro. El hombre de la parábola representa a Jesús, los siervos somos nosotros y los talentos son el patrimonio que el Señor nos confía. ¿Cuál es el patrimonio? Su Palabra, la Eucaristía, la fe en el Padre celeste, su perdón… en definitiva, tantas cosas, sus más preciosos bienes. Este es el patrimonio que Él nos confía. ¡No sólo para custodiar, sino para multiplicar! Mientras en el lenguaje común el término "talento" indica una notable cualidad individual – por ejemplo, talento en la música, en el deporte, etcétera –, en la parábola los talentos representan los bienes del Señor, que Él nos confía para que los hagamos rendir.
El hoyo excavado en el terreno por el "siervo malo y perezoso" indica el miedo del riesgo que bloquea la creatividad y la fecundidad del amor. Porque el miedo de los riesgos en el amor nos bloquea. ¡Jesús no nos pide que conservemos su gracia en una caja fuerte! No nos pide esto Jesús, sino que quiere que la usemos para provecho de los demás. Todos los bienes que hemos recibido son para darlos a los demás, y así crecen. Es como si nos dijese: 'Aquí está mi misericordia, mi ternura, mi perdón: tómalos y úsalos abundantemente'. Y nosotros ¿qué hemos hecho con ellos? ¿A quién hemos "contagiado" con nuestra fe? ¿A cuántas personas hemos animado con nuestra esperanza? ¿Cuánto amor hemos compartido con nuestro prójimo? Son preguntas que nos hará bien hacernos.
Cualquier ambiente, también el más lejano e impracticable, puede convertirse en un lugar donde hacer rendir los talentos. No existen situaciones o lugares excluidos a la presencia y al testimonio cristiano. El testimonio que Jesús nos pide no está cerrado, está abierto, depende de nosotros.
(Ángelus de S.S. Francisco, 16 de noviembre de 2014).
Reflexión
El evangelio de hoy contiene una exigencia y a la vez una gran confianza de Dios en cada uno de nosotros. Jesús una vez más habla a través de parábolas sencillas que encierran toda la grandeza de su mensaje y que son una invitación a saber descubrir la grandeza de la vida corriente. Parece duro, o al menos exigente el pasaje de hoy, y nos muestra la gran diferencia entre el temor de Dios y el temor a Dios.
Dios es infinitamente justo, Dios es infinitamente misericordioso. Parece contradictorio que Dios sea infinitamente justo y a la vez infinitamente misericordioso, pues en el primer caso parece difícil de entender su actuación que sin su infinita misericordia parecería no responder a su ser. Sin embargo, hemos de aceptar que para nosotros Dios siempre será un misterio, que sólo Él mismo nos puede desvelar. Si nos fijamos exclusivamente en su justicia es fácil que caigamos en una especie de miedo paralizador que nos haga creer en la imposibilidad de nuestra salvación y nos haga verle como un juez justo y severo.
Esto nos convertirá en personas que temen a Dios, personas que intentan rehuirle, que se arredran y no arriesgan por temor a perder: "Señor, aquí está tu onza; la he tenido guardada en el pañuelo; te tenía miedo, porque eres exigente, que reclamas lo que no prestas y siegas lo que no siembras..." Nuestra visión se nubla hasta el punto de convertir a Dios en un ser exigente e injusto y no ponemos en juego todo lo que tenemos sino que de hecho lo escondemos.
Sin embargo, cuando contemplamos la justicia y la misericordia de Dios, en seguida entendemos que Dios ante todo es Bueno, que quiere que nos salvemos. Pero para eso tenemos que querer y tenemos que dejarle hacer. Tomarse en serio a Dios, tomar en serio sus cosas significa tener temor de Dios, y significa poner en juego todo aquello que nos ha dado, siendo conscientes de que muchas veces fallaremos y no daremos el fruto que nos gustaría. Eso no importa, porque a Él sólo le preocupan nuestras intenciones. Muchas veces sólo podremos ofrecer eso, nuestro propósito de hacer las cosas lo mejor posible, desprendiéndonos del resultado final. En cualquier caso, nuestras actitudes delatan y ponen de manifiesto nuestras intenciones.
Propósito
Pidámos a Dios, como nos enseña el Papa, que nos ayude a ser siervos buenos y fieles, para que podamos participar un día en el gozo de nuestro Señor.
Diálogo con Cristo
Jesús, no quiero ser un espectador pasivo, sino un colaborador infatigable de tu Reino. Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad y hacer multiplicar todos los dones que me has confiado. Tengo mucho que dar, pero mucho más que ganar, si uso mis talentos para extender tu Reino.
El Papa reza en Santa María La Mayor por su viaje a Asia
La Basílica es muy amada por el Papa Francisco.
En la vigilia de su 32° Viaje Apostólico Internacional a Asia, el Papa Francisco se dirigió esta mañana a la Basílica de Santa María La Mayor en Roma, para rezar ante el icono de la Virgen María, la Salus Populi Romani (Protectora del pueblo romano). La Basílica es muy amada por Francisco y desde que es obispo de Roma la ha visitado muchas veces. La primera vez fue al día siguiente de su elección como Pontífice, el 14 de marzo de 2013. Ya es costumbre para el Santo Padre visitar a la Virgen en esta Basílica cada vez que debe partir o cuando regresa de un viaje apostólico internacional.
El homenaje del Papa a la “Protectora del pueblo romano”
En la capilla Borghese, llamada también Paulina, donde se encuentra el icono de la Salus Populi Romani, el Papa se recoge en oración ante la Virgen y le lleva un ramo de flores. En el icono de la Virgen con el Niño Jesús en los brazos, el Papa ve la fe del pueblo de Dios que por siglos se ha confiado a la Virgen en los momentos de necesidad, para impetrar un signo de gracia del cielo.
La Salus Populi Romani tanto amada por Papas y Jesuitas
La imagen de la Salus Populi Romai ha sido siempre muy querida por los Jesuitas - San Ignacio, por ejemplo, celebró su primera misa precisamente allí, en Santa María La Mayor - y también por los Pontífices. Pío XII le rindió homenaje cuando proclamó el dogma de la Asunción de María en 1950. El icono estaba en Tor Vergata en agosto del 2000 con ocasión de la Jornada Mundial de la Juventud y en aquella oportunidad Juan Pablo II la quiso confiar a los jóvenes junto a la cruz “para que quede siempre visiblemente evidente que María es un potentísima Madre que conduce a Cristo”. Y fue precisamente Juan Pablo II quien, desde el inicio de su pontificado, quiso que una lámpara ardiera día y noche bajo el icono de la Salus, como testimonio de su gran devoción hacia la Virgen.
¿En qué debería centrar mi atención cuando rezo el Rosario?
Tu atención debe estar centrada en Dios. A continuación te damos algunos consejos para concentrarte mejor en el rezo del Rosario.
Pregunta: Estimado Dan, yo tenía el hábito de rezar el rosario a diario, pero últimamente me he sentido frustrado al rezarlo. Me siento muy confundido porque no sé en qué debería concentrarme al hacer esta oración. Por ejemplo al rezar un Ave María, medito el dolor de Cristo en la flagelación y el grandísimo amor que a través de eso nos expresa. Sin embargo, mientras hacía esto, no estaba poniendo atención a las palabras del Ave María o pidiéndole a la Virgen que «ruegue por nosotros pecadores».
Respuesta:
Querido amigo, qué buena pregunta. La respuesta es sencilla: tu atención debe estar centrada en Dios. Te invito a repasar lo que dice el Catecismo al hablar de la oración vocal (n. 2700):
Por medio de su Palabra, Dios habla al hombre. Por medio de palabras, mentales o vocales, nuestra oración toma cuerpo. Pero lo más importante es la presencia del corazón ante Aquel a quien hablamos en la oración: «Que nuestra oración se oiga no depende de la cantidad de palabras, sino del fervor de nuestras almas».
Si tu corazón de alguna manera está enfocado o se siente atraído hacia Dios, estás caminando en la dirección correcta. Para ser mas específico, en cuanto al Rosario te recomiendo leer la Carta Apostólica Rosarium Virginis Mariae del Papa Juan Pablo II en la que entre otras cosas escribió:
«María propone continuamente a los creyentes los "misterios" de su Hijo, con el deseo que sean contemplados, para que puedan derramar todas su fuerza salvadora. Cuando recita el Rosario, la comunidad cristiana está en sintonía con el recuerdo y con la mirada de María».
Por eso, cuando rezamos el Rosario, lo rezamos con María y a través de los ojos de María, centrando nuestra atención, al igual que ella, en Jesús mismo
Nuestra primera tarea al rezar el Rosario es unirnos a María en cada escena (misterio) que se presenta. Al hacerlo, le pedimos su ayuda y sus oraciones mientras contemplamos a Cristo. Para traer esta realidad más cerca de nuestro corazón, podemos imaginarnos que estamos de pie al lado de María. Los dos miramos a Cristo en su agonía en el huerto. Le susurramos a nuestra Madre que ruegue por nosotros mientras consideramos lo que Cristo sufre. Le repetimos nuestra petición mientras los dos continuamos penetrando más profundamente el misterio.
Principios para mantener la paz
Sin importar dónde nos encontremos después de nuestro esfuerzo inicial por centrar nuestra oración en Cristo, hay varios principios que pueden ayudarnos a mantener la paz cuando nos distraemos:
* Las distracciones son normales:Nuestro trabajo consiste en rechazar la distracción de manera apacible, ejercitando nuestra voluntad, y regresar nuestra atención a Dios. Si pasamos todo nuestro tiempo de oración volviéndonos hacia Él, la hemos hecho bien.
* Cristo es la clave:Cada vez que nuestros corazones se sientan atraídos hacia Cristo, debemos procurar dejarnos atraer. Algunas veces, debemos seguir esta atracción hasta la contemplación silenciosa en la que dejamos de lado la oración vocal o discursiva para simplemente contemplarlo a Él. Si no estamos obligados por algún compromiso religioso a rezar oraciones de alguna forma específica, tenemos la libertad de dejar estas oraciones formales, una vez que ellas nos han llevado a la verdadera razón y al más alto objetivo de nuestro esfuerzo en la oración: adorarlo a Él.
Al final, lo importante es que tu alma descanse en Él y en la obra que Él realiza en ti. Sí, debes esforzarte en aumentar tu devoción y atención a Él en la oración. Sin embargo, cuando nuestros corazones fervientes se topan con la frustración, es buena señal que el enfoque en nuestra oración está mal encaminado.
Una virtud que incluso no aparece en el diccionario.
Existe una virtud que es tan poco conocida, que ni siquiera sale en el diccionario. Si la escribes en Word, el corrector te cambiará la palabra por otra o te la subrayará en rojo. Es muy probable que nunca hayas siquiera oído hablar de ella. En cambio, su contraparte, el vicio opuesto, es un tema de conversación frecuente en todos los círculos de todas las razas y estratos sociales, un trending topic en las redes sociales, y sus consecuencias son tan devastadoras que el Papa Francisco las ha comparado con el terrorismo.
El respeto de la reputación de las personas prohíbe toda actitud y toda palabra susceptibles de causarles un daño injusto (cf CIC can. 220). Se hace culpable (…) de maledicencia el que, sin razón objetivamente válida, manifiesta los defectos y las faltas de otros a personas que los ignoran. —Catecismo de la Iglesia Católica, 2477
La benedicencia es la virtud opuesta a la maledicencia. Su forma más básica es el evitar hablar mal de las demás personas, pero no se limita a esto. Se trata de procurar hablar y pensar siempre bien de los demás, de esparcir sus virtudes, cualidades y logros.
La maledicencia es el cáncer de la vida cristiana. Donde existe, reinan la envidia, el rencor, el juicio, la desconfianza, la intriga, la división, la sospecha y el recelo. La benedicencia en cambio es un apostolado, como el de Jesucristo que “pasó por el mundo haciendo el bien” (Hch 10,38). Al aplaudir todo lo bueno que hay en los demás, se crea un clima de aprecio, confianza, buena voluntad, colaboración y favorece a un mejor desarrollo de todas las capacidades de una persona.
En todos los seres humanos, hay una tendencia a buscar en nuestra relación con los demás lo que puede llenar nuestras carencias. Buscamos en los demás lo que nos gusta, pero las cosas en el prójimo casi nunca son como nosotros querríamos. Eso es excelente, porque las decepciones y las imperfecciones de los demás nos obligan a amarlos con un amor auténtico, desinteresado y a no esperar del prójimo la felicidad, la plenitud o la realización que sólo podemos encontrar en Dios. Es preciso adquirir una autonomía espiritual, sabiendo que mi compromiso es con Dios. El hecho de que los demás sean pecadores, a mí no me impide convertirme en santo, ni tengo el derecho de juzgarlo.
Cuando tenemos una contradicción o un problema con alguien, muchas veces nos inclinamos a ver una mala voluntad por su parte y hacer valoraciones morales. En verdad, la mayoría de estas situaciones son simplemente malentendidos, dificultades de comunicación o diferencias de temperamento. El demonio, con el fin de hacerte perder toda tu energía espiritual, hará que te fijes en un montón de cosas negativas de los demás. Entonces te va a dar una carga de inquietud, tristeza y desaliento, que irá minando poco a poco tu propio impulso espiritual.
La benedicencia no se trata de ser mentiroso, exagerado ni adulador. El adulador busca su propio interés, exagerando deshonestamente las cualidades de los demás para manipular y obtener algo a cambio. En cambio, la benedicencia es un reconocimiento auténtico, sincero y desinteresado de las virtudes, aciertos y logros de los demás.
La benedicencia, como toda virtud, exige una conquista personal, no se da normalmente de modo espontáneo y natural. Tiene en su origen otro hábito aún más profundo: pensar siempre bien de nuestro prójimo.
“De la abundancia del corazón habla la boca” (Mt 12,34).
Hay que cultivar la bondad, para pensar siempre bien de los demás y pedirle a Dios la gracia de ver al prójimo como Él lo ve. No hay que ser deshonesto ni mentiroso, pero es mejor equivocarse mil veces dándole el beneficio de la duda al prójimo que condenar o difamar una sola vez en falso.
Nadie tiene derecho a herir la buena fama de los demás. Si a fuerzas hay que realizar una crítica hacia alguien (en el trabajo, en un proyecto o apostolado, etc.), se debe hacer sólo con quien puede ayudar o solucionar el problema y con quien tiene derecho de saber. No tienes ninguna razón para criticar o hablar mal sobre alguien con otra persona que no puede resolver ni tiene nada que ver con el problema, porque es una falta a la caridad. Tampoco se justifica que, con el pretexto de amenizar una conversación, se hagan comentarios o chistes ingeniosos o crueles sobre los defectos de una persona, sacrificando la caridad por una tonta y cruel satisfacción. Es insensato creer que así te harás agradable y gracioso.
Si aún no has decidido en qué virtud piensas trabajar este nuevo año que comienza, la benedicencia es una buena opción.
“Si alguno no peca con la lengua es un hombre perfecto” (Sant 3,2).
Puedes agregar a tu examen de conciencia diario la pregunta “¿he dicho algún comentario anticaritativo hacia el prójimo?” y te puedes colocar como meta diaria decir al menos un comentario positivo sobre alguien cada día.
“Construye dentro de tu corazón un sagrario para guardar ahí, como un tesoro, la buena fama de tus hermanos, y siémbrala entre los demás.” -Cristo al Centro. Pensamientos de la espiritualidad de la Legión de Cristo y el Regnum Christi.
Decálogo para organizar tu tiempo
Aprovechar el tiempo para dedicarlo a lo esencial
En medio de nuestro frenetismo, de tantas y tantas cosas y preocupaciones, de tantos y tantos pendientes que se van acumulando en nuestra mesa y en nuestro corazón, necesitamos detenernos un momento para analizar cómo estamos viviendo nuestro día, en pocas palabras, cómo estamos aprovechando nuestro tiempo y si realmente lo estamos dedicando a lo esencial, o se nos escurre de entre las manos como el agua sin saber a dónde se nos va, llenando el tiempo en salir al paso de esas miles de necesidades cotidianas que nos hacen pensar cuántas cosas he hecho y que, en definitiva, todas juntas no hacen ni una sola de las que realmente valen. Por eso detente un momento, es necesario. Tal vez esta reflexión cambiará para bien tu vida. Te comparto este decálogo de cómo utilizar bien tu tiempo.
1.- Busca tiempo para meditar, es un ejercicio necesario para llegar a la profundidad de tu corazón, ahí podrás descubrir y discernir qué es lo que Dios quiere de ti.
2.- Busca tiempo para leer, es una manera de crecer con el saber de los demás, tantas buenas lecturas de personas sabias que han sabido estampar en letras el valor y sentido de la vida.
3.- Busca tiempo para rezar, es el modo de entrar en contacto con Dios y expresarle tu amor, necesitas estar en comunicación frecuente con aquel que te enseña el camino del bien y de la verdad.
4.- Busca tiempo para dialogar, es la acción más noble del ser humano a través de la cual uno escucha y habla, recibe y da, y así crece y se consolida la amistad, el respeto y la comprensión.
5.- Busca tiempo para amar, es la esencia de la vida que brinda al ser humano sentido y felicidad, el corazón que ama siempre está dispuesto a dar.
6.- Busca tiempo para contemplar la naturaleza, es el arte de Dios, donde Él se ha manifestado con toda su belleza, ahí lo descubrirás, en la creación Dios ha estampado su firma.
7.- Busca tiempo para trabajar diligentemente, es el precio que has de pagar para realizarte a ti mismo, ser útil a los demás y construir una sociedad más justa y humana.
8.- Busca tiempo para viajar, es una actividad que enriquece en gran manera, porque entras en contacto con gente y culturas diversas que te pueden complementar y así contemplas diferentes realidades de la vida.
9.- Busca tiempo para evaluarte a ti mismo, es un momento propicio para hacer balance y decidir con energía lo bueno que debes potenciar y lo malo que debes corregir.
10.- Busca tiempo para observar a los demás, es una actitud que te enseñará mucho, te ayudará a imitar lo positivo de los otros y a evitar sus defectos.
Con estas 10 pautas puedes hacer de tu vida una verdadera aventura que valga la pena. San Bernardo decía: "no hay nada tan precioso que el tiempo y no hay nada tan menospreciado". Cada momento utilizado según Dios, si estamos en estado de gracia, puede merecernos tesoros de gloria y alegría eternas. El tiempo es la moneda del cielo. Cada momento vale una eternidad. Cada segundo del tiempo es un destello minucioso de la vida que queda atrás. El tiempo no perdona. El tiempo recorre sin piedad sus senderos y tarde o temprano a todos se nos termina.