Zacarías regresó a su casa. Poco después, su esposa Isabel concibió un hijo
- 19 Diciembre 2019
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Anastasio I, Santo
XXXIX Papa, 19 de diciembre
Martirologio Romano: En Roma, en el cementerio Ponciano, en la vía Portuense, sepultura de san Anastasio I, papa, varón de gran pobreza y de apostólica solicitud, que se opuso firmemente a las doctrinas heréticas († 401)
Breve Biografía
Fue de nación romano; su padre se llamó Máximo. Fue elegido Sumo Pontífice imperando Graciano, y sucedió en la silla apostólica a San Siricio en diciembre del 398. Tuvo el sumo pontificado tres años, diez meses y veinticinco días.
Constituyó que los sacerdotes no estuviesen sentados, sino en pie e inclinados, cuando se leyese o cantase el Evagelio en la Iglesia, y que ningún peregrino, mayormente si era transmarino, fuese admitido en la clerecía si no traía fe de quién era, sellada y firmada de cinco obispos. Esto mandó por los Maniqueos, que entonces eran muy estimados en Africa, y para corromper a los católicos enviaban muchos de los suyos a diversas partes donde pudiesen sembrar sus herejías. Constituyó también que los débiles o mancos, o cualesquiera otros que careciesen de algún miembro, no fuesen clérigos.
Consagró la Iglesia llamada Crescentina en la región segunda, en la via Mamertina. Celebró dos veces órdenes por el mes de diciembre, y ordenó en ellas a 8 presbíteros, 5 diáconos y 10 obispos; y habiendo servido al Señor fielmente (porque no fue digno el mundo de gozarlo mucho tiempo, como dice San Jerónimo, su contemporáneo, pues fue hecho Pontífice por su gran santidad y pobreza apostólica a los 70 años y más de su edad, y también porque en su tiempo no viese rendida a la siempre triunfante Roma, señora del mundo), pasó de esta presente vida a tomar posesión eterna a los 27 de bril del año 401, imperando Graciano, según algunos Arcadio y Honorio.
San Anastasio combatió la herejía donatista en el Africa septentrional y condenó los errores de Orígenes.
Su santo cuerpo fue sepultado en el Cementerio de San Pedro junto al Oso Pleato y estuvo por su muerte vacante la silla aspostólica 21 días.
En tus manos pongo mi vida, Padre
Santo Evangelio según san Lucas 1, 5-25. Miércoles III de Adviento
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Dame la gracia de hacer una experiencia…, una experiencia real de tu Amor.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Lucas 1, 5-25
Hubo en tiempo de Herodes, rey de Judea, un sacerdote llamado Zacarías, del grupo de Abías, casado con una descendiente de Aarón, llamada Isabel. Ambos eran justos a los ojos de Dios, pues vivían irreprochablemente, cumpliendo los mandamientos y disposiciones del Señor. Pero no tenían hijos, porque Isabel era estéril y los dos, de avanzada edad.
Un día en que le correspondía a su grupo desempeñar ante Dios los oficios sacerdotales, le tocó a Zacarías, según la costumbre de los sacerdotes, entrar al santuario del Señor para ofrecer el incienso; mientras todo el pueblo estaba afuera, en oración, a la hora de la incensación.
Se le apareció entonces el ángel del Señor, de pie, a la derecha del altar del incienso. Al verlo, Zacarías se sobresaltó y un gran temor se apoderó de él. Pero el ángel le dijo: "No temas, Zacarías, porque tu súplica ha sido escuchada. Isabel, tu mujer, te dará un hijo, a quien le pondrás el nombre Juan. Tú te llenarás de alegría y regocijo, y otros muchos se alegrarán también de su nacimiento, pues él será grande a los ojos del Señor: no beberá vino ni licor y estará lleno del Espíritu Santo, ya desde el seno de su madre. Convertirá a muchos israelitas al Señor; irá delante del Señor, con el espíritu y poder de Elías, para convertir los corazones de los padres hacia sus hijos, dar a los rebeldes la cordura de los justos, y prepararle así al Señor un pueblo dispuesto a recibirlo".
Pero Zacarías replicó: "¿Cómo podré estar seguro de esto? Porque yo ya soy viejo y mi mujer también es de edad avanzada". El ángel le contestó: "Yo soy Gabriel, el que asiste delante de Dios. He sido enviado para hablar contigo y darte esta buena noticia. Ahora tú quedarás mudo, y no podrás hablar hasta el día en que todo esto suceda, por no haber creído en mis palabras, que se cumplirán a su debido tiempo".
Mientras tanto, el pueblo estaba aguardando a Zacarías, y se extrañaba de que tardara tanto en el santuario.
Al salir no podo hablar y en esto conocieron que había tenido una visión en el santuario. Entonces trató de hacerse entender por señas y permaneció mudo.
Al terminar los días de su ministerio, volvió a casa. Poco después concibió Isabel, su mujer, y durante cinco meses no se dejó ver, pues decía: "Esto es obra del Señor. Por fin se dignó quitar el oprobio que pesaba sobre mí".
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
La esperanza es una virtud. Una virtud que crece y se fortalece. Es también una virtud que viene del Señor.
Parece que Zacarías había perdido ya toda esperanza en el Señor. Hacía tanto que había rogado al Señor. Aquel tiempo en el que él y su esposa eran jóvenes, con ilusiones y sueños del futuro era ya lejano. Su corazón se había ya hecho a la idea de cómo eran las cosas. ¿Será posible que puedan cambiar ahora, ahora “que estoy en mi vejez”?
Zacarías no era un hombre malo, sencillamente ya no esperaba que el Señor fuera a escuchar su plegaria. Quizás pensaba que los grandes milagros y signos portentosos eran para otros, para almas «más perfectas», «más devotas», «más santas», pero no para él, no para su alma.
Cuando el ángel se apareció a Zacarías, era difícil para él creer que estuviera pasando. El ángel le dijo que su «oración había sido escuchada». ¿Qué oración?, se pudo haber preguntado Zacarías. Esa oración de tiempo atrás. Dios había escuchado y ahora estaba por actuar.
Nuestros tiempos no son los de Dios. Él sabe mejor que nosotros, lo que nos conviene ahora y lo que no. Es como el padre que niega algo a su hijo porque ahora no le va a ayudar. El pequeño quizás no comprenda y se disguste con su padre, pero él sabe cuándo es el momento indicado para su hijo.
La confianza es una virtud que crece, que se fortalece. Pidamos a Dios, nuestro Padre, que nos aumente la confianza en Él. Él es Padre. Él nos ama. Él sabe cuándo es el momento indicado para cumplir aquello que le pedimos hace tanto, aquello que aún necesitamos, o incluso aquello que inclusive ya nos olvidamos haber pedido.
No hay que desfallecer. El Señor, nuestro Padre, nunca defrauda. Mantengámonos firmes. Sigamos orando. Sigamos confiando.
«Las dudas y la necesidad de explicaciones de Zacarías desentonan con el “sí” de María que sólo requiere saber cómo se va a dar todo lo que le suceda. Zacarías no puede superar el afán de controlarlo todo, no puede salir de la lógica de ser y sentirse el responsable y autor de lo que suceda. María no duda, no se mira a sí misma: se entrega, confía. Es agotador vivir el vínculo con Dios como Zacarías, como un doctor de la ley: siempre cumpliendo, siempre creyendo que la paga es proporcional al esfuerzo que haga, que es mérito mío si Dios me bendice, que la Iglesia tiene el deber de reconocer mis virtudes y esfuerzos. Es extenuante. Es extenuante vivir la relación con Dios como lo hace Zacarías. No podemos correr tras aquello que redunde en beneficios personales; nuestros cansancios deben estar más vinculados a nuestra capacidad de compasión. ¿Tengo capacidad de compasión? Son tareas en las que nuestro corazón es “movido” y conmovido...».
(Discurso de S.S. Francisco, 5 de septiembre de 2019).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Poner especial atención a los signos de amor de Dios en este día.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
¿Por qué se usa incienso en la Santa Misa?
Todo buen católico seguramente habrá presenciado más de alguna vez que durante la Santa Misa u otra celebración litúrgica se utiliza “turíbulo”, es decir, ese pequeño brasero en cuyo interior se quema incienso para luego esparcir el humo aromático en un lugar específico. Pero, ¿qué sentido tiene eso? ¿por qué se hace? Hoy te quiero dar cuatro motivos de su uso.
1. Aromatizar el ambiente.
En la antigüedad, el incienso se utilizaba para purificar el ambiente en donde estarían o pasarían personajes importantes, como el rey o el emperador. A causa del calor, el ambiente en un lugar podía tornarse fastidioso, entonces el incienso se utilizaba para “purificar” o “perfumar” el ambiente. Este sentido, meramente material, también podemos mencionarlo en la liturgia: el incienso se utiliza para purificar el ambiente en donde estará el rey de Reyes. Ante la presencia eucarística, también se intenta -con el incienso- que el lugar donde se “hace presente” Jesús esté lo más purificado y limpio posible. Y el incienso cumple muy bien esa función.
2. Sentido de misterio.
Un segundo sentido del uso del incienso es la idea de misterio. Para entenderlo mejor, recordemos lo dicho en Levítico 16, 12-13: «Después tomará un incensario lleno de brasas de fuego del altar delante del Señor (…) y la nube del perfume cubrirá el propiciatorio». Es decir, el humo del incienso cubre -en el caso de la Santa Misa- el altar con las ofrendas, esto para recordar que lo que vemos va más allá de lo que vemos: vemos pan y vino, pero en realidad se trata del Cuerpo y Sangre de Cristo. Vemos “algo”, pero lo que no vemos es todavía más grande e inimaginable. Y el humo del incienso nos evoca esa realidad “mistérica”.
3. “Suba mi oración”.
El Salmo 141,2 nos da una hermosa comparación entre el ascenso del humo de incienso y la elevación de las plegarias: «Suba mi oración delante de ti como el incienso». Esto significa entonces que así como el incienso esparcido en el altar durante la celebración sube, así también nuestras oraciones en ese momento están subiendo hasta la presencia de Dios. Esto nos recuerda además que la Santa Misa es la perfecta oración de la Iglesia que -así como el incienso- sube hasta Dios.
4. “Olor a Cristo”.
Como ya mencionamos en el primer punto, el incienso hace “agradable” el ambiente en donde se esparce, a partir de esto podemos también recordar aquel texto de 2 Cor 2,15: “Pues nosotros somos para Dios el buen olor de Cristo entre los que se salvan y entre los que se pierden”. Es decir, el buen aroma del incienso nos debe recordar que así también nosotros, como cristianos, tenemos que esparcir el “buen olor de Cristo”.
El uso del incienso en las celebraciones litúrgicas puede ser un buen elemento si recordamos estos detalles que hemos mencionado. Como vemos, desde el Antiguo Testamento se menciona el uso del incienso (cfr. Ex 30,1; Ex 30,7), y el libro del Apocalipsis lo recalca: «Otro ángel vino entonces y se paró ante el altar, con un incensario de oro; y se le dio mucho incienso para añadirlo a las oraciones de todos los santos, sobre el altar de oro que estaba delante del trono. Y de la mano del ángel subió a la presencia de Dios el humo del incensario, y lo llenó del fuego del altar”.
Ojalá que la próxima vez que veas el uso del incienso no seas indiferente.
El pesebre es una imagen artesanal de paz
Audiencia General del Papa Francisco, 18 de diciembre.
El pesebre es un Evangelio vivo en los lugares en donde se vive: en las casas, en las escuelas, en los lugares de trabajo y de encuentro, en los hospitales, en las cárceles y en las plazas. Lo recordó el Papa Francisco esta mañana en el curso de la audiencia general de este tercer miércoles del tiempo de Adviento, explicando qué significa el pesebre en el tiempo de Navidad y evidenciando su sentido profundo para la familia. Tras recordar que dentro de una semana es Navidad, el Papa propone a los fieles presentes en el Aula Pablo VI que se pregunten cómo se están preparando “para la fiesta del Festejado” y explica un “modo simple pero eficaz” para hacerlo: “hacer el pesebre”. Francisco afirma que él también este año “ha seguido este camino”, visitando la ciudad de Greccio en donde San Francisco realizó el primer belén y que también, en esa ocasión escribió una carta para recordar el significado de esta tradición. Hacer el pesebre, precisa a continuación el Obispo de Roma, “es celebrar la cercanía de Dios”, que se hizo hombre, “un niño”, que “siempre ha estado cerca de su pueblo”: “El pesebre es un Evangelio vivo, no lo olvidemos, que nos recuerda que Dios se ha hecho hombre. Es bonito detenerse delante del nacimiento y confiar al Señor las personas, las situaciones, las preocupaciones que llevamos dentro”.
Jesús, alimento para nuestra existencia
A continuación Francisco describe el Belén, en donde vemos junto a Jesús, a María y José: “podemos imaginar los pensamientos y los sentimientos que tenían mientras el Niño nacía en la pobreza: alegría y consternación” – precisa. Y exhorta a invitar a la Sagrada Familia “a nuestra casa”:
“El belén es además un Evangelio doméstico: El pesebre es donde comen los animales; y belén significa ‘casa del pan’. Pesebre y casa del pan, estas dos palabras nos evocan que Jesús es el alimento para nuestra existencia; es el pan de vida. Es él que alimenta nuestro amor, es Él que dona a nuestras familias la fuerza de seguir adelante y perdonarnos”.
El pesebre invita a la contemplación
Con una mirada hacia la vida actual marcada por ritmos frenéticos, el Papa asegura que el pesebre ofrece otra enseñanza de vida, una “invitación a la contemplación”, nos recuerda "la importancia de detenernos":
“Ante una sociedad frenética, el belén nos hace dirigir nuestra mirada a Dios, que es pobre de cosas, pero rico de amor, nos invita a invertir en lo importante, no en la cantidad de bienes, sino en la calidad de los afectos”.
El pesebre, ternura de la familia
Ayer, recuerda el Santo Padre, me regalaron una estatuilla de un pesebre especial, pequeñito, que se llamaba: “Dejen descansar a mamá”. Estaba la Virgen adormecida y José con el Niño allí, que lo hacía dormir. Cuántos de ustedes deben dividir la noche entre marido y mujer por el niño o la niña que llora, llora, llora. “Dejen descansar a mamá”: es la ternura de una familia, de un matrimonio”.
El pesebre, evangelio vivo
“El pesebre es más que nunca actual – añade el Papa – mientras cada día se fabrican armas y tantas imágenes violentas, que entran en los ojos y en el corazón”. “Es un Evangelio vivo”. Y en español, dice:
“El belén es una imagen artesanal de la paz ante tanta violencia e individualismo que nos rodea. En el pesebre todos convergen en Jesús, quién es el Príncipe de la paz y donde está Jesús hay armonía, y nos dice que no estamos solos, porque Él está con nosotros, dándonos una vida nueva”.
Con Jesús ya nos estamos solos
Finalmente, del pesebre podemos recibir una “enseñanza sobre el sentido de la vida”. En el pesebre - agrega Francisco – se ven escenas cotidianas: los pastores con las ovejas, herreros que trabajan el hierro, molineros, que indican que Dios viene "a nuestra vida concreta". Por eso es importante “hacer un pequeño belén en casa, siempre, porque es el recuerdo de que Dios vino a estar entre nosotros, nació de nosotros, nos acompaña en la vida, es hombre como nosotros, se hizo hombre como nosotros” y por tanto "en la vida cotidiana, ya no estamos solos".
“No cambia mágicamente las cosas, pero si lo acogemos, cada cosa puede cambiar. Espero entonces que hacer el pesebre sea una oportunidad para invitar a Jesús en la vida. Cuando hacemos el pesebre en casa, es como abrir la puerta y decir: "¡Entra, Jesús!". Es hacer concreta esta cercanía, esta invitación a Jesús para que entre en nuestras vidas. Porque si Él vive en nuestras vidas, la vida renace. Y si la vida renace, realmente es Navidad”.
El saludo a los peregrinos
En el curso de la audiencia, el Papa saludó en diversos idiomas a los fieles presentes en el Aula Nervi procedentes de varios países. A los peregrinos de lengua española, reiteró su invitación:
Los invito a preparar el belén en sus hogares y a detenerse para contemplarlo, para que el nacimiento de Jesús los llene de alegría y les conceda la paz. Les deseo a todos Feliz Navidad.
¿Qué le puedes regalar a tu amigo sacerdote esta Navidad?
5 sugerencias para que tu amigo sacerdote se sienta querido
Falta cada vez menos días para la celebración de la Navidad, en la que tradicionalmente se obsequian regalos a quienes más amamos y, por qué no, a aquellos sacerdotes que participan de los momentos más significativos de la vida y brindan el mayor obsequio de todos: el Santísimo Sacramento.
Aquí algunas ideas sobre qué regalarle a un amigo sacerdote esta Navidad:
1. Invitarlos a cenar a casa
Aunque no parezca, muchos sacerdotes no son invitados a casas de familias para cenar y a veces pueden llegar a sentirse realmente solos.
Recuerde que el sacerdote es una persona involucrada en actividades agotadoras; dejan atrás a su familia, abandonan la idea de tener una propia y a la vez se comprometen a servir a Cristo y su rebaño de por vida.
Los sacerdotes deben sentirse queridos y necesitan experimentar el amor familiar de alguna manera. Por tanto, siempre es una buena idea invitarle a cenar en Navidad u otro día del año para demostrar el aprecio que se tiene a su trabajo.
2. Regalos católicos
Puede ayudar a su amigo sacerdote a conectarse más profundamente con su fe y comunidad comprándole libros, películas, objetos o música católica.
Piense en su santo favorito, si suele citar un libro en particular con frecuencia, su artista católico preferido o una película que le pueda sumar a su vida espiritual.
3. Una invitación a hacer algo divertido
También puede invitar a su amigo sacerdote a ver una película, al teatro, a ver un partido de fútbol o a un concierto a fin de estrechar los lazos de amistad y ayudarle a distraerse de sus actividades cotidianas.
4. Una giftcard o dinero
¿Su amigo sacerdote tiene un hobby como tocar algún instrumento o practicar algún deporte? ¿O quizás necesita algo con urgencia, como una prenda de vestir? Nunca está demás, si no conoce sus gustos específicos, obsequiarle una giftcard o algo de dinero para que adquiera algo que realmente necesite.
5. Orar por sus intenciones u ofrecer una Misa por él
Este es el mejor regalo que podemos dar a cualquiera esta Navidad, pero especialmente a nuestros sacerdotes que necesitan fortaleza para resistir al maligno y vivir su ministerio fielmente.
Calculando la Navidad: la auténtica historia del 25 de diciembre
La opción del 25 de diciembre es el resultado de los intentos realizados por los primeros cristianos para averiguar la fecha de nacimiento de Jesús.
No fueron los cristianos quienes asumieron una fiesta pagana, sino al revés. Recuperamos un artículo muy útil en estas fechas.
Muchos cristianos creen que el cristianismo celebra el nacimiento de Cristo el 25 de diciembre porque los padres de la Iglesia se apropiaron de la fecha de un festival pagano. Casi nadie da importancia a este hecho, excepto algunos grupos marginales de evangélicos americanos, que parecen interpretar que ello convierte a la Navidad en un festival pagano.
Sin embargo, resulta interesante saber que la opción del 25 de diciembre es el resultado de los intentos realizados por los primeros cristianos para averiguar la fecha de nacimiento de Jesús, basándose en cálculos de calendario que nada tenían que ver con los festivales paganos.
Fue más bien al contrario, ya que el festival pagano del "Nacimiento del Sol Invicto", instituido por el emperador romano Aurelio el 25 de diciembre de 274, fue casi con toda certeza un intento de crear la alternativa pagana a una fecha que ya gozaba de cierta importancia para los cristianos romanos. Así pues, "los orígenes paganos de la Navidad" son un mito sin fundamento histórico.
Un error
La idea de que la fecha fue sacada de los paganos se remonta a dos estudiosos de finales del siglo XVII y principios del XVIII. Paul Ernst Jablonski, un protestante alemán, pretendía demostrar que la celebración del nacimiento de Cristo el 25 de diciembre era una de las muchas "paganizaciones" del cristianismo que la Iglesia del siglo IV había adoptado, como una de las muchas "degeneraciones" que habían transformado el cristianismo apostólico puro en catolicismo.
Dom Jean Hardouin, un monje benedictino, intentó demostrar que la Iglesia católica había adoptado festivales paganos para fines cristianos sin paganizar el Evangelio. En el calendario juliano, creado en el año 45 a.C. bajo Julio César, el solsticio de invierno caía en 25 de diciembre y, por tanto, a Jablonski y a Hardouin les pareció evidente que esa fecha debía haber contenido obligatoriamente un significado pagano antes de haber sido cristiano.
Pero, en realidad, la fecha no había tenido ningún sentido religioso en el calendario festivo pagano en tiempos anteriores a Aurelio, y el culto al sol tampoco desempeñaba un papel importante en Roma antes de su llegada.
Había dos templos del sol en Roma. Uno de ellos (mantenido por el clan en el que nació o fue adoptado Aurelio) celebraba su festival de consagración el 9 de agosto, y el otro el 28 de agosto. Sin embargo, ambos cultos cayeron en desuso en el siglo II, en que los cultos solares orientales, como el mitraísmo, empezaron a ganar adeptos en Roma. Y en cualquier caso, ninguno de estos cultos, antiguos o nuevos, tenían festivales relacionados con solsticios o equinoccios.
Lo que ocurrió realmente fue que Aurelio, que gobernó desde el año 270 hasta su asesinato en 275, era hostil hacia el cristianismo, y está documentado que promocionó el establecimiento del festival del "Nacimiento del Sol Invicto" como método para unificar los diversos cultos paganos del Imperio Romano alrededor de una conmemoración del "renacimiento" anual del sol. Lideró un imperio que avanzaba hacia el colapso, ante las agitaciones internas, las rebeliones en las provincias, el declive económico y los repetidos ataques por parte de tribus germanas por el norte y del Imperio Persa por el este.
Al crear esa nueva festividad, su intención era que el día 25, en el que comenzaba a alargarse la luz del día y a acortarse la oscuridad, fuera un símbolo del esperado "renacimiento" o eterno rejuvenecimiento del Imperio Romano, que debía ser el resultado de la perseverancia en la adoración de los dioses cuya tutela (según creían los romanos) había llevado a Roma a la gloria y a gobernar el mundo entero. Y si podía solaparse con la celebración cristiana, mejor aún.
Una consecuencia
Es cierto que la primera prueba de una celebración cristiana en 25 de diciembre como fecha de la Natividad del Señor se encuentra en Roma, algunos años después de Aurelio, en el año 336 d.C., pero sí hay pruebas del Este griego y del oeste latino donde los cristianos intentaban averiguar la fecha del nacimiento de Cristo mucho antes de que lo empezaran a celebrar de una forma litúrgica, incluso en los siglos II y III. De hecho, las pruebas indican que la atribución a la fecha de 25 de diciembre fue una consecuencia de los intentos por determinar cuándo se debía celebrar su muerte y resurrección.
¿Y cómo ocurrió todo esto? Parece haber una contradicción en la fecha de la muerte del Señor entre los Evangelios Sinópticos y el Evangelio de Juan. Los sinópticos la situarían en la Pascua de los judíos (después de la Última Cena la noche anterior), mientras que Juan la describiría en la Víspera de la Pascua, en el momento en que los corderos eran sacrificados en el Templo de Jerusalén para el ágape que tendría lugar después de la salida del sol ese mismo día.
La solución a esta cuestión implica contestar a la pregunta de si la Santa Cena fue un ágape pascual o una cena que tuvo lugar un día antes, lo cual no estudiaremos aquí. Basta con decir que la primitiva Iglesia siguió a Juan y no a los sinópticos y, por tanto, creyó que la muerte de Cristo había tenido lugar el 14 Nisán, de acuerdo con el calendario lunar judío.
Por cierto, los estudiosos modernos se muestran de acuerdo con que la muerte de Cristo podría haber tenido lugar en el año 30 o en el 33 d.C., ya que éstos son los únicos años de esa época en los que la Vigilia de Pascua podían haber caído en viernes. Las posibilidades son, por tanto, el 7 de abril del 30 o el 3 de abril del 33.
Sin embargo, dado que la Iglesia primitiva fue forzosamente separada del judaísmo, entró en un mundo de calendarios distintos y tuvo que instaurar sus propios momentos para celebrar la Pasión del Señor, en parte también para independizarse de los cálculos rabínicos de la fecha de Pascua. Por otra parte, como el calendario judío era un calendario lunar que constaba de 12 meses de 30 días cada uno, cada pocos años debía añadirse un mes decimotercero por un decreto del Sanedrín, para mantener el calendario sincronizado con los equinoccios y los solsticios, así como para evitar que las estaciones se fueran "desviando" hacia meses inapropiados.
Aparte de la dificultad que debieron tener los cristianos en investigar, o quizás en ser bien informados sobre las fechas pascuales en un determinado año, el hecho de seguir un calendario lunar diseñado por ellos habría dispuesto en su contra tanto a judíos como a paganos, y seguramente también les habría sumido en inacabables disputas entre sí mismos.
El siglo II vio fuertes disputas sobre si la Pascua tenía que caer siempre en domingo o en cualquier día de la semana dos días después del 14 Artemision/Nisán, pero haber seguido un calendario lunar no habría hecho más que agravar estos problemas.
Estas divergencias eran interpretadas de distintas maneras entre los cristianos griegos de la parte oriental del imperio y los cristianos latinos en la parte occidental del mismo. Parece ser que los cristianos griegos quisieron encontrar una fecha equivalente a su 14 Nisán en su propio calendario solar y, dado que el Nisán era el mes en el que tenía lugar el equinoccio de primavera, eligieron el día 14 de Artemision, el mes en el que el equinoccio de primavera caía invariablemente en su propio calendario.
Alrededor del 300 d.C., el calendario griego fue solapado por el romano y, como las fechas de principio y final de los meses en estos dos sistemas no coincidían, el 14 Artemision se convirtió en el 6 de abril.
No obstante, parece que los cristianos latinos del siglo II en Roma y África del norte querían establecer la fecha histórica en la que murió Jesús. En la época de Tertuliano [c.155 -220 d.C.] habían concluido que murió en viernes, 25 de marzo del 29. Como nota aparte, debo hacer constar que ello es imposible: el 25 de marzo del 29 no cayó en viernes, y la Víspera de Pascua judía en el 29 d.C. no caía en viernes ni en 25 de marzo, ni siquiera en el mes de marzo.
Edad Integral
Así pues, en el este, tenemos el 6 de abril y, en el oeste, el 25 de marzo. Llegados a este punto, debemos introducir una creencia que parece ser que se propagó en el judaísmo en el tiempo de Cristo, pero la cual, como no aparece en la Biblia, no han tenido presente los cristianos. Se trata de la "edad integral" de los grandes profetas judíos: la idea de que los profetas de Israel murieron en la misma fecha que la de su nacimiento o concepción.
Este conocimiento es un factor clave a la hora de entender por qué algunos de los primeros cristianos llegaron a la conclusión de que el 25 de diciembre fue la fecha del nacimiento de Jesucristo. Los primeros cristianos aplicaron esta idea a Jesús, con lo que el 25 de marzo y el 6 de abril no sólo eran las supuestas fechas de la muerte de Jesús, sino también las de su concepción o nacimiento. Existe alguna prueba fugaz de que al menos algunos cristianos en los siglos I y II consideraron el 25 de marzo y el 6 de abril como la fecha del nacimiento de Cristo, pero rápidamente prevaleció la asignación del 25 de marzo como la fecha de la concepción de Cristo.
Y es en este día, conmemorado casi universalmente entre cristianos como la Fiesta de la Anunciación, cuando el Arcángel Gabriel llevó la Buena Nueva de un salvador a la Virgen María, con cuyo consentimiento la Palabra de Dios ("Luz de Luz, Dios verdadero del Dios verdadero, nacido del Padre antes de todos los tiempos") se encarnó en su vientre. ¿Cuánto dura un embarazo? Nueve meses. Si contamos nueve meses a partir del 25 de marzo, es 25 de diciembre; si es a partir del 6 de abril, tenemos el 6 de enero. El 25 de diciembre es Navidad y, el 6 de enero, es la Epifanía.
La Navidad (el 25 de diciembre) es una fiesta de origen cristiano occidental. Parece que en Constantinopla fue introducida en el año 379 ó 380. De un sermón de San Juan Crisóstomo, que en su época fue un renombrado asceta y predicador en su nativa Antioquía, parece que ahí la fiesta se celebró por primera vez el 25 de diciembre del 386. Desde esos centros, se esparció por todo el Oriente cristiano y se adoptó en Alejandría alrededor del 432, mientras que en Jerusalén se asumió un siglo o un poco más después. Los armenios, solos entre las Iglesias cristianas antiguas, nunca la adoptaron, y hasta hoy llevan celebrando el nacimiento de Cristo, la adoración de los Reyes y el bautismo el 6 de enero.
Por su parte, las Iglesias occidentales fueron adoptando gradualmente la celebración de la Epifanía del este el 6 de enero, y Roma lo hizo entre el 366 y el 394. Pero en Occidente, esta festividad se presentaba normalmente como la conmemoración de la visita de los Reyes Magos al niño Jesús y, como tal, era una fiesta importante, pero no una de las más determinantes. Ello provocaba un fuerte contraste con la posición de la Iglesia oriental, donde sigue siendo la segunda fiesta más importante de la iglesia después de la Pascua.
En Oriente, la Epifanía es mucho más importante que la Navidad. La razón es que la festividad también celebra el bautismo de Cristo en el Jordán y el momento en que la Voz del Padre y el Descenso del Espíritu Santo manifestaron por primera vez a los mortales la divinidad del Cristo Encarnado y la Trinidad de las 3 Personas en un solo Dios.
Una fiesta cristiana
Así pues, parece que el 25 de diciembre como fecha del nacimiento de Cristo no está en absoluto en deuda con las influencias paganas en las prácticas de la Iglesia durante o después del tiempo de Constantino. Es totalmente improbable que fuera la fecha exacta del nacimiento de Cristo, pero surgió estrictamente de los esfuerzos de los primeros cristianos latinos para averiguar la fecha histórica de la muerte de Cristo.
En cambio, la fiesta pagana que instituyó el emperador Aurelio en esa fecha, en el año 274, no sólo fue un esfuerzo para utilizar el solsticio de invierno con el objetivo de hacer una declaración política, sino que, casi con toda certeza, fue también un intento de dar un sentido pagano a una fecha ya importante para los cristianos romanos. A su vez, los cristianos podrían más tarde volver a adoptar la fiesta del "Nacimiento del Sol Invicto" para referirse, en memoria del nacimiento de Jesús, a la ascensión del "Sol de la Salvación" o el "Sol de la Justicia".________________________________________
William J. Tighe, corresponsal de TOUCHSTONE y profesor adjunto de la Universidad de Muhlenberg. Para los interesados, recomienda la lectura de Los Orígenes del Año Litúrgico de Thomas J. Talley.