El es verdaderamente el Salvador del mundo

Vísperas de la Solemnidad de María Santísima Madre de Dios

La ternura materna de María alcanza a todos los hombres

DICIEMBRE 31, 2019 18:48 RAQUEL ANILLOPAPA Y SANTA SEDE, VATICANO

(ZENIT – 31 dic. 2019).- Hoy a las 17 horas, en la Basílica Vaticana, el Santo Padre Francisco preside las primeras Vísperas de la Solemnidad de María Santísima Madre de Dios, seguida de la exposición del Santísimo, el himno tradicional «Te Deum», al final del año civil, y la Bendición Eucarística. Al final de la celebración, el Papa Francisco visita el pesebre establecido en la Plaza de San Pedro.

Publicamos a continuación la homilía que el Papa pronunció durante la celebración del Vísperas:

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Homilía del Santo Padre

«Al llegar la plenitud de los tiempos, Dios envió a su Hijo» (Gal 4, 4).

El Hijo enviado por el Padre acampó en Belén de Efratá, «tan pequeño para estar entre las aldeas de Judá» (Mi 5:1); vivió en Nazaret, una ciudad nunca mencionada en las Escrituras a menos que para decir: «¿Puede algo bueno salir de Nazaret?» (Jn 1, 46), y murió descartado de la gran ciudad, de Jerusalén, crucificada fuera de sus muros. La decisión de Dios es clara: para revelar su amor Él escoge la pequeña ciudad y la ciudad despreciada, y cuando llegua a Jerusalén se une al pueblo de los pecadores y de los descartados. Ninguno de los habitantes de la ciudad se da cuenta de que el Hijo de Dios hecho hombre está caminando por sus propias calles, probablemente ni siquiera sus discípulos, el que sólo comprenderán plenamente con la Resurrección el Misterio presente en Jesús.

Las palabras y los signos de salvación que realiza en la ciudad despiertan asombro y entusiasmo. momentáneos, pero no son recibidos en su pleno significado: pronto ya no serán recordados, cuando el gobernador romano preguntará: «¿Quieren a Jesús o a Barrabás libre?» Fuera de la ciudad Jesús será crucificado, en lo alto del Gólgota, para ser condenado por la mirada de todos los habitantes y burlado por sus comentarios sarcásticos. Pero desde allí, desde la cruz, el nuevo árbol de la vida, el poder de Dios atraerá a todos hacia él . Y también la Madre de Dios, que bajo la cruz es la Dolorosa, está a punto de extender a todos los hombres su maternidad. La Madre de Dios es la Madre de la Iglesia, y su ternura materna alcanza a todos los hombres.

Dios levantó su tienda en la ciudad, y nunca se apartó de ella. Su presencia en la ciudad incluso en esta nuestra ciudad de Roma, «no debe ser fabricada, sino descubierta, desvelada» (Esort. ap. Evangelii gaudium, 71). Somos nosotros los que debemos pedir a Dios la gracia de unos ojos nuevos, capaces de «una mirada contemplativa, una mirada de fe que descubre a Dios habitando en sus casas, en sus calles, en sus plazas» (ibíd., 71). Los profetas, en la Escritura, advierten contra la  tentación de ligarla presencia de Dios sólo al templo (Jer 7:4): Él habita en medio de su pueblo, camina con él y vive su vida. Su fidelidad es concreta, es la proximidad a la existencia cotidiana… de sus hijos. De hecho, cuando Dios quiere hacer nuevas todas las cosas a través de Su Hijo, Él no comienza desde el templo, sino del vientre de una pequeña y pobre mujer de su pueblo. Es extraordinaria esta elección de Dios! No cambia la historia a través de los poderosos hombres de las instituciones civiles y religiosas, sino de las mujeres de la periferia del imperio, como María, y de sus vientres estériles, como el de Isabel.

Pienso en las muchas personas valientes, creyentes y no creyentes, que he conocido a lo largo de los años y que  representan el «corazón palpitante» de Roma. Verdaderamente Dios nunca ha dejado de cambiar la historia y el rostro de nuestra ciudad a través de la gente de los pequeños y los pobres que la habitan: Él los elige, los inspira, los motiva a la acción, los hace solidarios, los anima a activar redes, a crear vínculos virtuosos, a construir puentes y no muros. Es precisamente a través de estos mil riachuelos de agua viva del Espíritu que la Palabra de Dios fecunda la ciudad y de estéril la convierte en una «gozosa madre de hijos» (Sal 113, 9).

¿Y qué le pide el Señor a la Iglesia de Roma? Él nos confía su Palabra y nos insta a que nos arrojemos en la refriega, para implicarnos en el encuentro y la relación con los habitantes de la ciudad para que «su mensaje corra rápido». Estamos llamados a encontrarnos con los demás y a escuchar su existencia, de su grito de ayuda. ¡Escuchar ya es un acto de amor! Tener tiempo para los demás, para dialogar, para reconocer con una mirada contemplativa la presencia y la acción de Dios en sus vidas, dar testimonio de la nueva vida del Evangelio con hechos más que con palabras es realmente un servicio de amor. que cambia la realidad. Al hacerlo, de hecho, en la ciudad y también en la Iglesia circula un aire nuevo, el deseo para volver a ponerse en camino, para superar la vieja lógica de la oposición y las vallas, para colaborar juntos, construyendo una ciudad más justa y fraterna.

No debemos tener miedo o sentirnos inadecuados para una misión tan importante. Recordémoslo: Dios no nos elige por nuestra «habilidad», sino precisamente porque somos y  nos sentimos pequeños. Le agradecemos por su Gracia que nos ha apoyado este año y con alegría elevemos el canto de alabanza. DICIEMBRE 31, 2019 18:48 PAPA Y SANTA SEDE, VATICANO

SISTER CECILIA, SUPERIORA DE LA COMUNIDAD MISIONERA DE PAX VOBIS LE DESEAN A USTED Y FAMILIA UN VENTUROSO Y FELIZ AÑO NUEVO LLENO DE PAZ Y DEL AMOR DE JESUS, JOSE Y LA DULCE VIRGEN MARIA CON BUENA SALUD Y EL CARIÑO DE TODOS LOS SUYOS. BENDICION DE DIOS PADRE, HIJO Y ESPIRITU SANTO.

                                                                                           CON SINCERO AMOR.

Silvestre I, Santo

Memoria Litúrgica, 31 de diciembre

XXXIII Papa

Martirologio Romano: San Silvestre I, papa, que piadosamente rigió la Iglesia durante muchos años, período en el cual el emperador Constantino Augusto construyó basílicas venerables, y el Concilio de Nicea aclamó a Cristo como Hijo de Dios. En este día su cuerpo fue enterrado en Roma, en el cementerio de Priscila († 335).

Breve Biografía

El largo pontificado de San Silvestre (del 314 al 335) transcurrió paralelo al gobierno del emperador Constantino, época muy importante para la Iglesia que acababa de salir de la clandestinidad y de las persecuciones. Fue en ese período cuando se formó una organización eclesiástica que duraría varios siglos. En esta obra tuvo Constantino un lugar de consideración. Este, efectivamente, era el heredero de la gran tradición romana imperial y por eso se consideraba el legítimo representante de la divinidad (nunca renunció a ostentar el titulo pagano de “pontifex maximus´), y por tanto del Dios de los cristianos.

Fue él, por tanto, y no el Papa Silvestre, quien convocó en el 314 un sínodo para acabar con el cisma que había estallado en África; y fue también él quien convocó en el 325 el primer concilio ecuménico de la historia, en Nicea (Bitinia), residencia veraniega del emperador.

Al obrar asi, Constantino introdujo un método de intromisión del poder civil en los asuntos eclesiásticos que tendría desastrosas consecuencias. Pero por ahora las consecuencias fueron positivas, entre otras cosas por la buena armonia que reinaba entre el Papa Silvestre y Constantino. Este, en efecto, no ahorró sus aprobaciones y sus apoyos aún económicos para la vasta obra de construcción de edificios eclesiásticos.

Precisamente Constantino, en su calidad de “pontifex maximus”, fue quien pudo autorizar y consentir el “sacrilegium” de construir una gran basílica en honor de San Pedro sobre la colina Vaticana, después de haber parcialmente destruido o tapado el cementerio pagano, descubierto por las excavaciones ordenadas por Pio XII en 1939. Fue también la colaboración entre el Papa Silvestre y Constantino la que permitió la construcción de otras dos importantes basilicas romanas, una en honor de San Pablo sobre la vía Ostiense, y sobre todo la otra en honor de San Juan. Inclusive, Constantino quiso manifestar su simpatía por el papa Silvestre dándole su mismo palacio lateranense, que desde entonces y por varios siglos fue la residencia de los Papas.

Cristo, nuestro hermano pequeño

Santo Evangelio según Juan 1, 1-18. Martes de la Octava de Navidad

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Señor, haz que reconozca tu grandeza en este nuevo año que vamos a iniciar. Que pueda sentirte más cercano cada día; ayúdame a contemplar el misterio de tu vida, especialmente tus primeros años.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según Juan 1, 1-18

En el principio ya existía aquel que es la Palabra, y aquel que es la Palabra estaba con Dios y era Dios. Ya en el principio él estaba con Dios. Todas las cosas vinieron a la existencia por él y sin él nada empezó de cuanto existe. Él era la vida, y la vida era la luz de los hombres. La luz brilla en las tinieblas y las tinieblas no la recibieron.

Hubo un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan. Éste vino como testigo, para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por medio de él. Él no era la luz, sino testigo de la luz.

Aquel que es la Palabra era la luz verdadera, que ilumina a todo hombre que viene a este mundo. En el mundo estaba; el mundo había sido hecho por él y, sin embargo, el mundo no lo conoció.

Vino a los suyos y los suyos no lo recibieron; pero a todos los que lo recibieron, les concedió poder llegar a ser hijos de Dios, a los que creen en su nombre, los cuales no nacieron de la sangre, ni del deseo de la carne, ni por voluntad del hombre, sino que nacieron de Dios.

Y aquel que es la Palabra se hizo hombre y habitó entre nosotros. Hemos visto su gloria, gloria que le corresponde como Unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad.

Juan el bautista dio testimonio de él, clamando: "A éste me refería cuando dije: 'El que viene después de mí, tiene precedencia sobre mí, porque ya existía antes que yo".

De su plenitud hemos recibido todos, gracia sobre gracia. Porque la Ley fue dada por medio de Moisés, mientras que la gracia y la verdad vinieron por Jesucristo. A Dios nadie lo ha visto jamás. El Hijo unigénito, que está en el seno del Padre, es quien lo ha revelado.

Palabra del Señor.

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

Cristo es la palabra de Dios que, desde siempre, es Dios y comunica la existencia a todas las cosas del mundo porque Él es el canal por el cual Dios Padre puede transmitir la vida. Así es como debemos reconocer que Dios es la base y principio de todas las cosas que conocemos en el mundo, especialmente en los hombres que son imagen y semejanza de Dios desde que nacen hasta que mueren.

Juan era una persona que tuvo una experiencia única de Dios y por esto se convirtió en testigo de Cristo que es la luz. Nadie quiere vivir en tinieblas, escondido, sin poder contemplar las cosas como son; por eso nos hace mucho bien dejarnos iluminar por Cristo y, con Él, ver cómo está nuestra vida al finalizar este año, porque este tiempo es especial para examinar cómo va nuestra vida. También nos ayuda a ver las cosas desde su perspectiva de Hijo amado del Padre. Todos tienen la oportunidad de ser iluminados por Cristo porque Él es un amigo que nunca falla, siempre fiel; pero es nuestra decisión el aceptar o no la luz porque Él no se impone en nuestra vida, sino que nos deja escoger.

Y, ¿qué ganamos aceptando la luz de Cristo en nuestras vidas? Ser hijos de Dios que se saben amados por el Padre y pueden poner toda su confianza en Él, sentirse hermanos de todos los hombres, verse pequeños delante de Dios que nos guía en nuestro peregrinar, etc. Y el gran misterio de la encarnación, lo podemos tocar porque Cristo vino al mundo para mostrarnos su rostro que es el rostro de Dios y hombre.

«Cada año, la liturgia nos invita a contemplar a Dios en el candor de un niño excluido, que venía a los suyos, pero fue rechazado. Según san Ignacio, una ancila ?ancila, una persona, una joven que sirve?, asiste a la Sagrada Familia. Junto a ella, Ignacio nos apremia a introducirnos también nosotros, “haciéndome yo un pobrecito y esclavito indigno, contemplándolos y sirviéndolos en sus necesidades, como si presente me hallase”. Esto no es poesía ni publicidad, esto Ignacio lo sentía. Y lo vivía. Esta contemplación activa de Dios, de Dios excluido, nos ayuda a descubrir la belleza de toda persona marginada. Ningún servicio sustituye a “valorar al pobre en su bondad propia, con su forma de ser, con su cultura, con su modo de vivir la fe”».

(Homilía de S.S. Francisco, 7 de noviembre de 2019).

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Contemplar un nacimiento tomando en cuenta la grandeza y la pequeñez de Dios.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

En las tinieblas brilló una gran luz

Jesús es la luz y la salvación.

1. Mientras Goethe se moría clamando "luz, más luz", Jesús había afirmado con solemnidad: "Yo soy la luz del mundo: el que me sigue no camina en las tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida" (Jn 8,12). Después del Bautismo y de la presentación hecha por Juan del Cordero de Dios, y de su desierto, ayuno y oración de Cuarenta días, encarcelado Juan, comienza Jesús a predicar. Y es muy significativo que empiece a actuar en un país humillado y descreído, como acto profético anunciador de que ha venido en busca de los pobres, ¿y quiénes más pobres que los pecadores, que carecen del supremo Bien? (Mt 9,13).

2. Con la luz, podemos contemplar la maravilla del mundo. Si la oscuridad significa noche tenebrosa de talentos, de conceptos, ideas, cultura, instrumentos absolutos para vivir, no podemos vivir. La luz es sinónimo de claridad, y de fulgor; por eso, la inteligencia y el conocimiento se ven simbolizados en la luz, y decimos: Tiene muchas luces, brilla con gran luminosidad, o es de cortas luces, el Siglo de las Luces. La Revelación es luz. Luz en las tinieblas de la noche, es la antorcha que ilumina la noche, que disipa la tenebrosidad de la noche. Y en todas las religiones, al momento del descubrimiento de lo divino se le llama: "iluminación". Por eso cuando Mateo escribe: "El pueblo que caminaba en tinieblas vio una luz grande; a los que habitaban en tierra y sombras de muerte les brilló una luz" Mateo 4,12, usa la metáfora de la luz, símbolo de vida y de felicidad, que les trae la luz de la Palabra encarnada.

3. La tierra en sombras de muerte es Galilea, en el Norte de Palestina, donde se establecieron las tribus de Zabulón y de Neftalí. Y Mateo da la razón de la humillación o postergación en que vivían esas tribus: para que se cumpliera lo que había profetizado Isaías: "En otro tiempo el Señor humilló el país de Zabulón y Neftalí" Isaías 8,23. Eran territorios devastados e invadidos por Teglatfalasar, rey de Asiria, que deportó a su país cantidad de ciudadanos de Israel, y propició que recibieran inmigraciones de gentiles: arameos e itureos, fenicios y griegos, que inficionaron su paganismo a los nativos.

Todavía en tiempo de Cristo vivían allí con los judíos muchos gentiles, atraídos por el comercio, sobre todo en las ciudades de la Galilea superior, al otro lado del mar, llamada por eso Galilea de los gentiles. Por esta razón estas tribus eran humilladas y despreciadas por los mismos judíos, porque su fe judía se había adulterado con la mixtificación religiosa. La mezcla de culturas es, por una parte un enriquecimiento, pero comporta el peligro del enfriamiento en la propia fe y la aceptación de los errores extraños. El hecho de las migraciones, causa del riesgo semejante que acarrea la democracia con la libertad de expresión, que si bien garantiza el control del poder, lanza a la palestra opiniones diversas, que sólo los espíritus maduros pueden asimilar, y sólo los más cultos permanecen inmunes ante la variedad de doctrinas. Los menos firmes y con deficiente formación, cayeron en el irenismo fácil, ayer como hoy. Es lo que les ocurrió a los habitantes de Zabulón y Neftalí y esa es la razón por la que los judíos de Judea consideraban a los galileos como judíos de inferior categoría y casi herejes. Pero el Señor "ensalzó a los humildes" (Lc 1,52), y allí comenzó a brillar una gran luz. Donde más extendidas estaban las tinieblas. Donde más falta hacía. Pero, siguiendo con la metáfora de la luz, la luz que Cristo viene a difundir, no sólo es luz para caminar por la tierra bajo la iluminación de la ley natural, sino luz para conocer al Padre Misericordioso y, animados por su amor, recibir la fortaleza y la alegría y paz para vivir según su voluntad, y conducirnos a su Ciudad, donde la Luz es la lámpara del Cordero (Ap 21,23), que antes ha disipado las tinieblas y quitado el pecado del mundo, en los que el relativismo actual nos ha introducido ya.

4. Cuando Juan fue encarcelado, Jesús se retiró a Cafarnaum, al Norte de Palestina, junto a la Galilea de los gentiles. Y entonces comenzó a predicar: "Convertíos, porque el Reino de Dios está cerca". Traigo un volcán en el corazón que va a extender las llamas del amor sobre la tierra. Jesús ha respetado el ministerio y el carisma de Juan Bautista, que le ha dejado paso inexorablemente y gloriosamente y sangrientamente por su martirio. Todos debemos estar preparados para dejar paso a nuestros sucesores. Pero éste es un momento muy delicado en que se manifiesta la humildad y la disponibilidad de los hombres. Cuesta dolor. Cuesta sangre. El Cardenal Herrera Oria era un hombre eminente en santidad y en sabiduría, y cuando el Papa aceptó su renuncia de Obispo de Málaga, no pudo ocultar su sufrimiento hasta el punto de comentar ante sus familiares. ¡Cuánto cuesta!, dijo Don Angel Herrera Cuando el Cardenal Suenens, gran Arzobispo de Malinas y papable en el Cónclave para suceder a Juan XXIII, propuso en el Concilio la idea de la jubilación de los Obispos. En el descanso, tuve que tomarme el café en soledad. Por otra parte el ejemplo de Jesús también nos tiene que hacer reflexionar. Lo que a los hombres les nace es querer romper el Anillo del Pescador de su antecesor, como hacen en Roma cuando muere un papa. Cada uno lo hace como puede. Se ignora todo lo hecho y se pretende comenzar de cero. Como si la Iglesia comenzara con uno. ¡Qué tontería! Hay que aceptar lo que nos han dejado quienes nos han precedido; poner la mano en el arado en el mismo surco que dejaron nuestros antecesores, claro que a nuestro aire y estilo, pero sin menospreciar los valores que nos han legado, aunque haya que purificar o corregir excesos o desvíos, pero con delicadeza y tacto. Jesús nos enseña a mortificar el deseo de poner de relieve la propia "personilla". El complejo de “adanismo”. El complejo de Aristóteles, que habiendo sido discípulo de Platón, procuró aparecer como el creador de su propia filosofía. Lo que les cuesta hasta a los más piadosos. "Era muy inclinada a todas las cosas de religión, confiesa Santa Teresa, pero nada a soportar cualquier ataque a mi amor propio". Es cosa llamativa que personas muy deseosas de "lanzar la red", se las vea también con un afán de protagonismo notorio. Sus actos, por muy vistosos que sean, llevan gusano dentro, y poco bien harán. Porque éste es otro fallo de la evangelización en la actualidad: se habla y se exhorta a hacer, pero se prepara poco al agente de la acción, cuando es sabido, pero olvidado, que siendo instrumentos de Dios, cuanto más identificados con el autor principal, más eficaces resultan. No está la cosa en hacer, sino en cómo hacer y qué hacer. Y la identificación con Dios sólo la obra el ejercicio de las virtudes, sobre todo el de la humildad.

5. El mensaje de Jesús enlaza con el de Juan, con la diferencia de que Juan lo anuncia cerca, y Jesús lo anuncia presente. Si nos convertimos, si le seguimos, El nos curará de nuestras enfermedades y dolencias morales: materialismo, sensualidad, avaricia, ambición, soberbia. El curará al mundo de todos sus pecados, y el seguimiento de su palabra será la salvación de todos los males de los hombres. Esta es la Buena noticia. Quien acepte a Jesús en su palabra, ya está en él el Reino de Dios.

6. Nuestra conversión ha tenido esta semana un signo: el de la unidad. A estas alturas, comenzado ya el siglo XXI, resulta amargo comprobar la separación de los cristianos: Aún resuenan las palabras apelantes a la unidad y a la superación de las discordias, de Pablo: "Yo soy de Pablo, yo soy de Pedro, yo soy de Apolo, yo soy de Cristo. ¿Está dividido Cristo?" 1 Corintios 1,10. Es un escándalo que los cristianos estemos separados. Y por eso hemos rezado y debemos rezar. Desde el siglo IX, Patriarcas d Oriente empezando con Focio, siguiendo en el siglo XVI con Lucero, Luteranos, Calvino, Hus, Anglicanos, Episcopalianos y Católicos. ¿Y los católicos, cómo andamos de unión?: ¿No andamos todavía con el "yo soy de Pedro, yo de Pablo, yo de Francisco? A éste lo promocionamos porque es de los nuestros y al otro lo arrinconamos porque sigue otro camino? "Que sean todos uno como tú, Padre, estás conmigo y yo contigo, para que el mundo crea que tu me has enviado" (Jn 17,21).

7. "Venid y seguidme y os haré pescadores de hombres". Dios quiere salvar a todos los hombres; que sean felices en totalidad y plenitud, sin ningún vacío. Por eso el Padre Misericordioso, envía a su Hijo obediente. Se hace hombre y busca hombres. Eran pescadores y les dice que no van a cambiar de oficio, sino de "peces". Les hará pescadores de hombres. Cuando hablamos de pescadores, casi todos pensamos en el pescador solitario, sentado quieto a la orilla del río, esperando que pique el pez. Ni Simón, ni Andrés, ni Santiago ni Juan, tenían esa idea del pescador idílico, paciente y lento, seguro y sin riesgos. Ellos sabían que pescar era una cosa muy seria. Que no se podían quedar en la orilla; que había que subir a la barca, y remar mar adentro. Que a veces soplaban vientos fuertes y huracanados; que era necesario sujetar a veces las velas; que también en ocasiones se está a punto de hundirse; en fin, sabían por experiencia que el oficio de pescador no es fácil, ni cómodo. Que había que arremangarse. Hay que luchar con los elementos que, no todos son predecibles por los meteorólogos, pues son manejados por los espíritus malignos. Por eso Jesús buscó pescadores, quizá era el oficio de más alto riesgo en su tierra entonces, para comenzar con ellos la conquista del Reino. Si después llamó a un burócrata, Mateo, fue porque ya tenía asegurados a los hombres valerosos, aguerridos y fuertes, aunque rudos, y con vistas a escribir su evangelio.

8. A pesar de todo, ¡qué poder de persuasión desarrolló Jesús, que, "inmediatamente dejaron las redes y le siguieron"!. Hoy sigue llamando. Los que ya recibimos su llamada un día lejano, sabemos, como aquellos de las orillas del lago, que sin riesgos no hay pesca, que disimulando nuestra condición de pescadores, no somos más eficaces; que hay que jugarlo todo a la carta del amor; que no podemos quedarnos en un reducto de seguridad, en el sitio conocido donde nos manejamos como por inercia y rutina. Que hay que "mojarse" (nunca mejor dicho hablando de pesca y de lago y de mar). Que los grandes pescadores, se embarcaron hacia Roma y Pablo naufragó y estuvo tres días en el mar, y Xavier se embarcó hacia el Japón, donde en pocos años encanecieron sus cabellos de tanto sufrir, y Calasanz se fue a Roma en busca de niños a quienes evangelizar, y Teresa de Jesús, niña aún, se quiso ir a tierra de moros a que la descabezasen por Cristo... y no los tenía tan lejos... Los encontró con peores entrañas que si no fueran cristianos. Cuando San

Ignacio comenzó a predicar sus Ejercicios Espirituales y lo encarcelaron por eso, comentó: "No pensaba yo que fuera tan peligroso predicar a los cristianos a Cristo" ¿Seguimos?... Nuestra vocación de pescadores va dirigida a todos los hombres y mujeres y no podemos contentarnos con "salvar nuestra alma". "Tengo un alma que no muere / y la tengo que salvar"... Y es verdad. Pero no toda la verdad. Son todas las almas las que Dios quiere salvar. "Ese camino está abierto a todos y, por tanto, no es vano el deseo de establecer una fraternidad universal", dice la Gaudium et Spes, en el número 22. Y la falta de celo por las almas indica escaso amor. "Qui non zelat non amat". Quien no tiene celo es porque no ama, dice San Agustín. Y cuando se ama, brotan tantas iniciativas, y es capaz uno de meterse en tantos peligros, y de embarcarse en tantas empresas. "El amor es más fuerte que la muerte" (Cant 8,6).

Con la alegría de haber encontrado la luz, y con el deseo de difundirla hasta el confín de la tierra, recemos con el salmista nuestra confianza: "El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién temeré?" Salmo 26.

10 Que el comer el mismo pan y beber el mismo cáliz de la sangre divina nos haga instrumentos de unidad: donde haya odio, pongamos amor, donde haya guerra, sembremos la paz, donde haya separación, unión. Y de luz: Donde haya tinieblas sembrar luz. Difundir la luz. Que no nos pueda seguir diciendo Paul Claudel: “¿Qué habéis hecho de la luz, los portadores de la luz?”. Con la protección de la Madre de los Apóstoles, María.

Santos y Beatos de 2019: las semillas que han dado buen fruto

Luces gentiles en la oscuridad del mundo

En el año de su 50º aniversario, la Congregación para las Causas de los Santos, con una extraordinaria labor de sensibilidad evangélica y de búsqueda de la Verdad, ha dado al cristianismo universal muchos modelos nuevos a imitar, elegidos entre religiosos, mártires y también entre muchos laicos, como testimonio de que la santidad es "la exigencia más profunda de todo bautizado", como recordó el Papa Francisco en la audiencia del pasado 12 de diciembre en la que recibió a los miembros de la Congregación encabezada por el cardenal Angelo Becciu. Diferentes tipos de santos, pero sin olvidar que cada santo, al igual que cada ser humano, es único e irrepetible y hecho a imagen y semejanza de Dios, es "un proyecto del Padre". Recordémoslos con la mente y en nuestras oraciones, ayudándonos con las palabras del Santo Padre.

España tocada por la gracia de una santidad extraordinaria
Son muchos los beatos que hacen brillar este año el cielo de España, una nación que se confirma particularmente tocada por la gracia y la benevolencia del Señor. Hay diferentes perfiles biográficos y espirituales de estas mujeres y hombres, algunos de ellos mártires; otros ejemplos más cercanos a nosotros, pero que sin embargo han experimentado éxitos y fracasos y han llevado el peso de su Cruz humana, capaz de caminar a nuestro lado y ayudarnos a llevar la nuestra diariamente. Así los recordaba el Papa Francisco, exhortando a todos los fieles a aplaudir estos ilustres modelos de vida:

“En Tarragona, España, fue beatificado Mariano Mullerat i Soldevila, padre de familia y médico, joven, murió a los 39 años, que se ocupó del sufrimiento físico y moral de sus hermanos, testimoniando con la vida y con el martirio la primacía de la caridad y el perdón. Un ejemplo para nosotros, porque a todos nos cuesta perdonar. Que interceda por nosotros y nos ayude a recorrer los caminos del amor y la fraternidad, a pesar de las dificultades y las tribulaciones” (Ángelus 24 marzo 2019).

“En Madrid fue beatificada María Guadalupe Ortiz de Landázuri, fiel laica del Opus Dei, que ha servido con alegría a los hermanos conjugando enseñanza y anuncio del Evangelio. Su testimonio es un ejemplo para las mujeres cristianas comprometidas en el ámbito social y en la investigación científica” (Regina Coeli, 19 mayo 2019).

“En Granada, España, María Emilia Riquelme y Zayas, fundadora de las Hermanas Misioneras del Santísimo Sacramento y de María Inmaculada, fue proclamada Beata. La nueva Beata fue ejemplar en el fervor de la adoración eucarística y generosa en el servicio a los más necesitados” (Ángelus 10 noviembre 2019).

América Latina, tierra de misión y evangelización
En muchos contextos el Papa Francisco ha citado a los santos de varios países latinoamericanos, indicándolos como ejemplos a imitar, arquetipos que llaman a cada uno de nosotros a ponernos ante su escuela y a seguir a Jesús. Entre ellos se encuentran, por ejemplo, María de la Concepción Cabrera Arias, llamada amistosamente por los devotos Conchita, madre extraordinaria de 9 hijos a la que el Señor llamó para que se convirtiera en la madre de todos los sacerdotes en la oración y en la abnegación, beatificada en la Ciudad de México durante el viaje del Papa a Bulgaria; o Donizetti Tavares de Lima, el sacerdote brasileño que cuidaba los corazones y el cuerpo de los jóvenes, que subió a los honores de los altares durante el viaje de Francisco a Japón. Si algunos de ellos no parecen, a los ojos del mundo, haber realizado hazañas excepcionales, ciertamente amaron tanto a su pueblo, hasta el punto de "tocar la carne sufriente de Cristo". Así habla el Santo Padre:

“En Riobamba, Ecuador, fue proclamado Beato Emilio Moscoso, sacerdote mártir de la Compañía de Jesús, asesinado en 1897 en un contexto de persecución hacia la Iglesia Católica. Que su ejemplo de religioso humilde, apóstol de la oración y educador de la juventud, sustente nuestro camino de fe y de testimonio cristiano” (Ángelus 17 noviembre 2019).

“En Huehuetenango, Guatemala, fue beatificado Santiago Miller, religioso de los Hermanos de las Escuelas Cristianas, asesinado por odio a la fe en 1982, en el contexto de la guerra civil. Que el martirio de este ejemplar educador de jóvenes, que pagó con su vida por su servicio al pueblo y a la Iglesia guatemalteca, fortalezca en esa querida Nación caminos de justicia, paz y solidaridad” (Ángelus 8 diciembre 2019).

Los mártires: ejemplos que hablan aún más fuerte después de la muerte
Un papel especial en el corazón de la Iglesia y de los fieles lo ocupan los mártires, Beatos y Santos por haber sacrificado a la fe el mayor don que el Señor nos ha dado: la vida. Los mártires "no son santitos", dijo el Papa, sino hombres de carne y hueso presentes en todas partes, en todos los tiempos y en todos los lugares, y con su sangre irrigan la Iglesia de Dios. Por esta razón, a menudo son recordados en grupo: para testificar cuánta crueldad humana en algunas circunstancias ha cobrado víctimas inocentes. Entre ellos, durante su viaje a Rumanía en junio, el Santo Padre celebró la misa en persona con la beatificación de siete obispos de la Iglesia greco-católica local: Mons. Vasile Aftenie, Mons. Valeriu Traian Fren?iu, Mons. Ioan Suciu, Mons. Tit Liviu Chinezu, Mons. Ioan B?lan, Mons. Alexandru Rusu y Mons. Iuliu Hossu. Pero ciertamente no son los únicos mártires recordados este año:

“En Oviedo, España, fueron proclamados beatos los seminaristas Ángel Cuartas y otros ocho mártires, asesinados por odio a la fe en un tiempo de persecución religiosa. Estos jóvenes aspirantes al sacerdocio amaron tanto al Señor, como para seguirlo en el camino de la Cruz. ¡Qué su testimonio heroico ayude a los seminaristas, sacerdotes y obispos a mantenerse límpidos y generosos, para servir fielmente al Señor y al pueblo santo de Dios!” (Ángelus 10 marzo 2019).

“En La Rioja, Argentina, fueron proclamados Beato Enrique Ángel Angelelli, obispo diocesano, Carlos de Dios Murias, franciscano conventual, Gabriel Longueville, sacerdote fidei donum y Wenceslao Pedernera, catequista, hombre de familia. Estos mártires de la fe fueron perseguidos por la justicia y la caridad evangélica. Su ejemplo y su intercesión apoyan en particular a aquellos que trabajan por una sociedad más justa y unida. Uno de ellos era francés, fue como misionero a la Argentina. Los otros tres, argentinos” (Regina Coeli, 28 abril 2019).

“Ante la feroz opresión del régimen, ellos manifestaron una fe y un amor ejemplar hacia su pueblo. Con gran valentía y fortaleza interior, aceptaron ser sometidos a un encarcelamiento severo y a todo tipo de ultrajes, con tal de no negar su pertenencia a su amada Iglesia. Estos pastores, mártires de la fe, han recuperado y dejado al pueblo rumano una preciosa herencia que podemos resumir en dos palabras: libertad y misericordia” (Viaje Apostólico en Rumania – Liturgia con Beatificación de 7 obispos mártires, Blaj, 2 junio 2019).

“En Madrid, fueron proclamadas beatas María Carmen Lacaba Andía y 13 hermanas de la Orden Franciscana de la Inmaculada Concepción, asesinadas por odio a la fe durante la persecución religiosa entre 1936 y 1939. Estas monjas de clausura, como las vírgenes prudentes, esperaban con fe heroica la llegada del Esposo divino. Su martirio es una invitación a todos nosotros para que seamos fuertes y perseverantes, especialmente en el momento de la prueba” (Ángelus 23 junio 2019).

“En Limburgo (Alemania) se proclama beato al Padre Richard Henkes, sacerdote palotino, asesinado por odio a la fe en Dachau en 1945. Que el ejemplo de este valiente discípulo de Cristo sostenga también nuestro camino hacia la santidad” (Ángelus 15 setiembre 2019).

Los laicos: la santidad de la puerta de al lado
La santidad de los laicos es muy querida por la Iglesia, aunque si bien es más difícil de individuar. El Papa Francisco exhorta a verla en el pueblo de Dios paciente del que forman parte, por ejemplo, los padres que crecen con amor los propios hijos, o los hombres y mujeres que trabajan por el sostén de la familia: también estas personas son el reflejo de la presencia de Dios en el mundo y en la historia. He aquí algunos ejemplos entre los Beatos de este año:

“En Pozzomaggiore, en Cerdeña, fue proclamada beata Edvige Carboni, una sencilla mujer del pueblo que en su humilde vida cotidiana abrazó la Cruz, dando testimonio de fe y de caridad. Demos gracias por esta fiel discípula de Cristo, que pasó toda su vida al servicio de Dios y del prójimo” (Visita a Camerino, Ángelus – 16 junio 2019).

“En Forlì fue proclamada beata Benedetta Bianchi Porro, fallecida en 1964 a la edad de 28 años. Toda su vida estuvo marcada por la enfermedad, y el Señor le dio la gracia de soportarla, de transformarla en un luminoso testimonio de fe y de amor” (Ángelus 15 setiembre 2019).

Aquel signo de santidad en la sonrisa de los religiosos
Fundadores de órdenes e institutos religiosos, misioneros que han llevado la Palabra a los cuatro rincones del mundo y a menudo han perdido la vida, bañando con la propia sangre mártir aquella de tierras lejanas. Los ejemplos son muchos, y entre los más luminosos: son hombres y mujeres consagradas que se convierten en voz, manos y pies de Dios. He aquí aquellos que aún no habíamos citado:

“En Crema, fue proclamado Beato el mártir Don Alfredo Cremonesi, sacerdote misionero del Pontificio Instituto Misiones Extranjeras. Asesinado en Birmania en 1953, fue un incansable apóstol de la paz y un vigoroso testigo del Evangelio, hasta el derramamiento de su sangre. Que su ejemplo nos lleve a ser valientes obreros de fraternidad y misioneros en todos los ambientes; que su intercesión apoye a los que hoy trabajan para sembrar el Evangelio en el mundo” (Ángelus 20 ottobre 2019).

Los nuevos Santos: “luces gentiles en la oscuridad del mundo”
Así el Papa Francisco definió a lo cinco nuevos Santos que enriquecieron la Iglesia el pasado 13 de octubre durante la celebración para las Canonizaciones en la Plaza de San Pedro. Se trata de cuatro religiosos y una laica: el cardenal Henry Newman, Josefina Vannini, María Teresa Chiramel Makidiyan, Dulce Lopes Pontes y Margarita Bays.

“Hoy damos gracias al Señor por los nuevos santos, que han caminado en la fe y ahora invocamos como intercesores. Tres son religiosas y nos muestran que la vida consagrada es un camino de amor en las periferias existenciales del mundo. Santa Margarita Bays, en cambio, era una costurera y nos revela qué potente es la oración sencilla, la tolerancia paciente, la entrega silenciosa. A través de estas cosas, el Señor ha hecho revivir en ella, en su humildad, el esplendor de la Pascua. Es la santidad de lo cotidiano, a la que se refiere el santo Cardenal Newman cuando dice: ‘El cristiano tiene una paz profunda, silenciosa y escondida que el mundo no ve’” (Santa Misa Canonización de los Beatos 13 de octubre de 2019).

Dar gracias por un culto ya compartido
Y como últimas flores de este jardín que floreció en el 2019, el Santo Padre reconoció el culto ab immemorabili de un Beato y un Santo. En estos casos se dice que la Beatificación o Canonización que se ha producido es "equivalente", es decir, decidida infaliblemente por el Papa sin necesidad de un proceso canónico. Aquí están:

“En Cracovia, se celebró la acción de gracias por la confirmación del culto del beato Miguel Giedroyc, a la que asistieron los obispos de Polonia y Lituania. Este evento anima a los polacos y a los lituanos a consolidar sus vínculos en el signo de la fe y la veneración al beato Miguel, que vivió en Cracovia en el siglo XV, un modelo de humildad y caridad evangélica” (Regina Coeli, 9 junio 2019).

“Hoy, en Braga, Portugal, se celebra una Misa de acción de gracias por la canonización equipolente de San Bartolomé Fernandes de los Mártires. El nuevo Santo fue un gran evangelizador y pastor de su pueblo” (Ángelus 10 novembre 2019).

El año nuevo en perspectiva católica

Unas pequeñas reflexiones cristianas para finalizar el año

El magisterio y la Tradición de la Santa Madre Iglesia nos enseña que el hombre es una creatura creada a imagen y semejanza de Dios que se distingue por su complejidad. Es a la vez espíritu y materia, libre y dependiente; autónomo e irrepetible y se realiza, quiera o no, en la entrega a los demás; abierto a la trascendencia y naturalmente sociable, mal dotado en comparación con el resto de los animales, pero por el contrario ha cambiado la faz de la tierra porque posee razón y es co-creador del orden natural.

Boecio nos enseñó que el hombre es una sustancia individual de naturaleza racional y el tomismo que las propiedades de la Persona Humana son: 1. Unidad, 2. Identidad, 3. Autonomía limitada y relativa a un fin último.

El hombre es capaz de ciencia objetiva y de religión, reconociendo con su inteligencia un fundamento objetivo absoluto de lo real: Dios creador y sólo en un Dios personal se reconoce plenamente como ser espiritual.

Santo Tomás nos prueba que el alma entendida como un acto primero de un cuerpo físico, natural y organizado que tiene su vida en potencia[1], es espiritual al demostrar que la inteligencia es una facultad del alma enteramente inorgánica y espiritual mediante estos 5 argumentos:

1. La inteligencia es enteramente inmaterial, porque “si entiende todas las cosas, debe estar exenta de toda mezcla con el cuerpo”.

2. La toma de la posibilidad de corrupción de los sentidos al conocer esencialmente por medio un sentido. Mientras que la facultad sensitiva de conocimiento no puede estar sin cuerpo, el entendimiento está separado de él.

3. La inteligencia conoce las naturalezas universales de las cosas por lo tanto el entendimiento es algo independiente de la materia.

4. El entendimiento conoce las cosas incorporales (sabiduría, verdad, etc.).

5. El entendimiento es capaz de reflexión.

El Objeto de la Felicidad Suprema.

El hombre moderno tiende a poner el eje de su felicidad en falsos dioses representados en quiméricas festividades o afrontando con espíritu poco evangélico, a lo pagano y sin Dios, los acontecimientos de la vida del Redentor y que solo Dios puede dar. De aquí deducimos tres sistemas éticos contemporáneos que alimentan a las espiritualidades new age, según el lugar que se coloque la bienaventuranza, y que naturalizan el espíritu sobrenatural de las fiestas de esta época del año que terminan:

1. Aquellos sistemas que colocan el objeto de la felicidad suprema en los bienes corporales (sensibles, riquezas y sensualidad) denominados hedonismo o utilitarismos y los sensualistas modernos como Bentham, stendhal, Taine, Litré y los socialistas en general.

2. Aquellos que ponen el objeto de la felicidad suprema en los bienes del alma, intrínsecos como la ciencia o extrínsecos como la fama o la gloria denominados estoicismo y el eudemonismo (búsqueda exclusiva de lo verdadero y de lo honesto) que profesan los racionalistas contemporáneos.

3. Colocan la bienaventuranza en la evolución completa del hombre o del género humano y se los conoce como evolucionistascomo los panteístasSpencer y la escuela krausista.

Por eso que de aquí afirmamos sin temor a equivocarnos que la bienaventuranza no consiste ni en los bienes corporales, ni en los bienes espirituales, ni en la reunión de unos y otros ni en su evolución progresiva, sino sólo y exclusivamente en Dios. Porque solo Dios es un bien absoluto, seguro, estable, exclusivo de todo mal y accesible a todos los hombres. El Objeto de la voluntad humana es el bien universal y sin límite, así como el objeto de la inteligencia es lo verdadero universal, como lo proclama el Rey Profeta: “…Es Dios quien saciará de bienes tu corazón”.[2] La Teología Natural, nos prueba que el fin último de todos los seres creados deber ser el procurar la gloria de Dios. Luego, el hombre hallará su fin último y su bienaventuranza en el conocimiento perfecto, el amor y la alabanza de Dios, según la admirable expresión de San Agustín: “…Tú nos has hecho para ti, oh Dios mío, y nuestro corazón estará inquieto hasta que descanse en Ti”.[3] El deber no es más que un medio, no un fin. La bienaventuranza subjetiva del hombre consiste esencialmente en la contemplación intelectual de Dios, acompañada de un amor igual en la voluntad. Dios no puede ser poseído físicamente por el hombre, sino intencionalmente por sus facultades espirituales. La bienaventuranza consiste esencialmente en la contemplación

Los bienes corporales como la fuerza, la riqueza, la salud, los alimentos, los vestidos son bienes de orden inferior y no son el fin último del hombre porque son bienes que no pueden perfeccionar y satisfacer la inteligencia y la voluntad. Tampoco excluyen de todo mal, como la ignorancia y el vicio, no son estables y en fin de nos accesibles a todos. Lo mismo sucede con los bienes exteriores del alma como el poder, la fama, el honor y la gloria y la misma suerte corre para los bienes interiores como la ciencia y la virtud.

Asimismo, la virtud no satisface plenamente nuestra alma porque está erizada de dificultades y no impide las rebeliones de la concupiscencia, los justos pueden estar enfermos, ser pobres o ignorantes.

El sentido cristiano de las festividades.

El pesebre de Belén y el nacimiento del Redentor nos lleva a reflexionar y a meditar sobre el paso del año viejo al nuevo, del hombre viejo que debemos dejar atrás para convertirnos en el nuevo. Todo hombre naturalmente desea saber, pero si algo nos debe dejar la meditación del pesebre es que mejor es el rústico humilde que sirve a Dios, que el soberbio filósofo o hombre de negocio que aprovecha ciencia o vanidad sin temor de Dios, abrazando al materialismo como estilo de vida. Bienaventurado aquel a quien la verdad por sí misma enseña, nos edifica el Kempis en su Imitación a Cristo.

Para el cristiano no hay vacilaciones, la Redención de Cristo, que comienza en la Santa Noche de Navidad, debe encaminarnos bruscamente al triunfo sobre el pecado y la muerte. Indudablemente quienes vayan hacia el encuentro con la persona del redentor padecerán pruebas y dificultades y sentirán el desprecio del mundo por seguir el camino de Cristo. Pero la Santa Madre Iglesia en su infinita sabiduría nos alienta y sostiene durante el año litúrgico, con sus festividades periódicas haciéndonos vivir los principales fundamentos del pensar, sentir y el actuar cristiano, como un inestimable don de Dios, presente en nuestra historia alimentando nuestra fidelidad al mensaje salvífico, accediendo a una real y profunda metanoia. Las festividades litúrgicas nos permiten al mismo tiempo hacer fructificar continuamente en nuestros corazones la infinita virtualidad de Cristo para crecer y ser en Cristo.

Después de convertirse en un creyente, el apóstol Pablo escribió: “He sido crucificado con Cristo y ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mí. Y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, que me amó y se entregó por mí”. (Gálatas 2:20) Saulo estaba “muerto”, y Cristo ahora estaba vivo en Pablo. ¡Y la diferencia que hizo!

Para un cristiano el hombre Viejo está inmerso en el pecado, en el propio “Yo”. La parte más difícil acerca de los propósitos de Año Nuevo no es la necesidad de la perseverancia sino la transformación completa y profunda en Cristo. Y esto sólo puede suceder con Cristo en el centro de nuestras vidas, y el “yo” fuera del camino. El grito de santidad “…amigo ¿y cuándo vamos a empezar a volvernos mejores?” de San Felipe Neri, debe ser el propósito de vida cristiana para el año que comienza.

Para hacer carne en nuestro testimonio de vida la máxima de San Pablo, “…donde abundó el pecado sobreabundó la gracia” (ROM 5, 20), la luz de Belén y la confirmación de Fe de los Reyes Magos deben indicarnos la dirección a seguir, a buscar lo mejor, ya que nos imprimen la victoria final del bien caminando con esperanza y sin miedo, "sin apartarnos ni a la derecha ni a la izquierda" (Jos 23, 6) porque el verdadero Rey de Reyes ha nacido y su sacrificio tiene que ser el nuestro para que ser en Cristo.

Notas:

[1] De anima II, 412 a y b

[2] Salmo 103, 5; Suma Teol., I-II, q. 2, a. 8

[3] San Agustín, Confesiones I, c.1

¿Qué deseo en un año nuevo?

Este año será distinto si te abres a Dios, si rompes con tu egoísmo, si empiezas a vivir no para ti mismo, sino para tantos corazones que te encontrarás este año.

La pregunta me deja un poco inquieto. Porque sé que el "año nuevo" es simplemente una hoja de calendario, un cambio en los números, una simple tradición humana. Porque el tiempo escapa a nuestro control, y fluye sin cesar.

Pero casi todos, al llegar el año nuevo, damos una mirada al año que termina y soñamos en el año que comienza.

Lo pasado queda allí: fijo, inmodificable, casi pétreo. Con sus momentos buenos y sus fracasos, con sus sueños realizados y con los sueños que se evaporaron en el vacío, con las ayudas que me ofrecieron y con las ayudas que pude ofrecer a otros, con mis omisiones y mis cobardías.

Lo futuro inicia, como inició ayer, como inició hace un mes, como iniciará mañana.

Cada instante se presenta como una oportunidad que en parte depende de mi prudencia y de mis decisiones. En otra buena parte, depende de las decisiones de otros. En los dos casos, y aunque no siempre nos demos cuenta, depende de Dios.

De nuevo, ¿qué deseo en un año nuevo? Desearía la paz en Tierra Santa. Para que nadie privase a nadie de su tierra, de su casa, de su familia. Para que las religiones fueran vividas como lo que son: un camino para unir a los hombres bajo la luz de Dios. Para que la tierra donde vivió, murió y resucitó Cristo testimoniase con un estilo de vida nuevo la gran belleza del Evangelio.

Luego, desearía la paz en tantos lugares del planeta. Especialmente en África, donde todavía unos poderosos venden armas para la muerte pero no ofrecen comida para los hambrientos.

Querría, además, que desapareciese el aborto en todos los países del mundo. Lo cual no es ningún sueño imposible: basta con aprender a vivir responsablemente la vocación al amor para que ningún hijo sea visto como un “enemigo” o un obstáculo en el camino de la propia vida. Porque lo mejor que podemos hacer es vivir para los demás. Porque cada niño pide un poquito de amor y de respeto. Porque cada madre que ha empezado a serlo merece ayuda y apoyo, para que no le falten las cosas que más necesite durante los meses de embarazo y los primeros años de su hijo.

En este nuevo año me gustaría dialogar con quien piensa de modo distinto en un clima de respeto, sin insultos, sin desprecios, sin zancadillas. Porque si él y si yo somos humanos, porque si él y si yo queremos encontrar la verdad, podemos ayudarnos precisamente con una palabra nacida desde los corazones que saben escucharse y, más a fondo, que saben amarse...

El año que inicia querría tener más energías, más entusiasmo, más convicción, para enseñar a los otros lo que para mí es el tesoro verdadero: mi fe católica. Enseñarla, sobre todo, con mi vida. Querría ser, en ese sentido, más coherente, más bueno, más abierto, más disponible, más cercano. Especialmente cuando me encuentre con un pobre, con un enfermo, con una persona triste o desesperada, con quien llora porque sabe lo que muchos no se atreven a reconocer: que ha pecado. Porque sólo cuando me pongo ante mis faltas con honestidad clara y completa, descubro mi miseria y comprendo la de los otros. Y porque cuando reconozco mi miseria y la ajena puedo entender que necesitamos al único que puede limpiarnos con su palabra llena de perdón y de esperanza: Dios.

¿Qué deseo en un año nuevo? Quizá deseo demasiado. Quizá he soñado despierto. Quizá me he dejado llevar por una emoción inconsistente. Mientras, el reloj sigue su marcha, y, sin saberlo, me dice: este año será un poco distinto si te abres a Dios, si rompes con tu egoísmo, si empiezas a vivir no para ti mismo, sino para tantos corazones que encontrarás en los mil cruces de camino de este año que está iniciando...

Oración de fin y principio del año

Al terminar este año quiero darte gracias por todo aquello que recibí de TI 

Señor, Dios, dueño del tiempo y de la eternidad,
tuyo es el hoy y el mañana, el pasado y el futuro.
Al terminar este año quiero darte gracias
por todo aquello que recibí de TI.

Gracias por la vida y el amor, por las flores,
el aire y el sol, por la alegría y el dolor, por cuanto
fue posible y por lo que no pudo ser.

Te ofrezco cuanto hice en este año, el trabajo que
pude realizar y las cosas que pasaron por mis manos
y lo que con ellas pude construir.

Te presento a las personas que a lo largo de estos meses amé,
las amistades nuevas y los antiguos amores,
los más cercanos a mí y los que estén más lejos,
los que me dieron su mano y aquellos a los que pude ayudar,
con los que compartí la vida, el trabajo,
el dolor y la alegría.

Pero también, Señor hoy quiero pedirte perdón,
perdón por el tiempo perdido, por el dinero mal gastado,
por la palabra inútil y el amor desperdiciado.
Perdón por las obras vacías y por el trabajo mal hecho,
y perdón por vivir sin entusiasmo.

También por la oración que poco a poco fui aplazando
y que hasta ahora vengo a presentarte.
Por todos mis olvidos, descuidos y silencios
nuevamente te pido perdón.

En los próximos días iniciaremos un nuevo año
y detengo mi vida ante el nuevo calendario
aún sin estrenar y te presento estos días
que sólo TÚ sabes si llegaré a vivirlos.

Hoy te pido para mí y los míos la paz y la alegría,
la fuerza y la prudencia, la claridad y la sabiduría.

Quiero vivir cada día con optimismo y bondad
llevando a todas partes un corazón lleno
de comprensión y paz.

Cierra Tú mis oídos a toda falsedad y mis labios
a palabras mentirosas, egoístas, mordaces o hirientes.

Abre en cambio mi ser a todo lo que es bueno
que mi espíritu se llene sólo de bendiciones
y las derrame a mi paso.

Cólmame de bondad y de alegría para que,
cuantos conviven conmigo o se acerquen a mí
encuentren en mi vida un poquito de TI.

Danos un año feliz y enséñanos
a repartir felicidad.

Amén

DOCE CAMPANADAS

Para el nuevo año te ofrecemos doce frases, como doce campanadas:

  1. Agradece el pasado como don de Dios.
  2. Vive el presente con esperanzas y creatividad.
  3. Di "sí" al paso de Dios por tu vida.
  4. Confía, Dios te encomienda cosas grandes.
  5. Valora lo pequeño, llegarás a lo grande.
  6. Mira a la vida con sencillez y amor.
  7. Ten buen humor, pase lo que pase.
  8. Perdona y pide perdón.
  9. Haz algo por el otro y serás feliz.
  10. Atento, Dios te habla cada día.
  11. Dios cuenta contigo.
  12. Ama la vida, ama al mundo, ama a Dios.

QUE DIOS TE BENDIGA HOY Y SIEMPRE

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