Apareció una gran luz sobre aquellos que habitaban en tinieblas y sombras de muerte
- 26 Enero 2020
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15 consejos para los monaguillos
El Acólito es servidor y testigo de Jesucristo
El acólito es destinado al servicio del altar y ayuda del sacerdote y del diácono”, dice la Introducción General del Misal (nº 65). La palabra ‘clave’ en esta frase es la palabra “servicio”. El acólito está llamado a servir, muy en especial en la celebración eucarística. La palabra “servir” es un término bíblico de mucho contenido e inspira respeto. Aquí no se trata de un servicio esclavizante o humillante, sino un privilegio noble de poder servir. Se trata aquí de “servicio religioso”. Cristo y el prójimo sirven. También la comunidad creyente y el mundo sirven: todos los cristianos están llamados a servir. El acólito tiene el privilegio de expresar y vivir esta vocación en el servicio de la liturgia.
El servicio en el altar
Pero de esta nobleza de su función, fluye también el deber de cumplir esta tarea de servicio de una manera constante, digna, alegre y devota. Y eso sólo es posible si conoce bien su tarea. Al mismo tiempo, el acólito es el testigo de Jesucristo. Da testimonio de su fe en Jesús, no sólo dentro de la Iglesia sino en toda su vida: en la familia, en la escuela, en las actividades deportivas, etc. En todas partes se siente orgulloso de ser cristiano e irradia amor hacia el Señor y hacia los demás, a través de todo su comportamiento. Sacará fuerzas del contacto frecuente con los sacramentos de la Eucaristía y la Penitencia, para dar testimonio de Jesús y vivir como Él lo desea. A través de la oración diaria, será capaz de mantenerse fiel al Señor.
15 consejos para los monaguillos
1) Considerar UN GRAN HONOR el hecho de ser acólito. Al tratarse de un servicio ante el altar, es una actividad SAGRADA.Esforzarse por honrar este cargo y ser fiel a esta gracia.2) Estás ante el Rey del cielo. HACER BIEN CADA MOVIMIENTO y con EXACTITUD. Por ejemplo: preparar el altar, al ayudar la Misa, las entradas y salidas de las ceremonias, etc. Dar lo mejor de sí, como harían los mejores soldados.
3) PIEDAD. Gran amor a Jesús en la Eucaristía. Hacer una visita al Santísimo cada vez que se vaya a la Iglesia. Acción de Gracias después de la Comunión. Pedir el don de la piedad al Espíritu Santo. Fomentar la devoción a María, Reina y Señora.
4) ESTADO DE GRACIA Permanecer siempre en la amistad de Dios. Si se cae en pecado confesarse cuanto antes. Cumplir con alegría, sencillez y espíritu de perfección las obligaciones ordinarias de la vida. Huir de las ocasiones de pecado (TV, malas compañías, malos ambientes, etc.) y fomentar la ascética y la mística cristianas.
5) El servicio del acolitado se aprende. CONOCERSE Y CORREGIRSE UNO MISMO. Tenemos defectos y debilidades. Aceptar las correcciones del sacerdote con humildad. Pedir la Gracia de Dios.
6) SERIEDAD Y RESPONSABILIDAD en el cumplimiento del deber. Tomar con seriedad las órdenes, los avisos, las ceremonias, los deberes propios del acólito. La Santa Misa es el misterio central de la fe: que tus gestos hablen por tí.
7) NO MIRAR hacia los fieles o para cualquier parte durante las ceremonias. Tener el corazón, la mente, el cuerpo, orientado hacia las funciones que haya que hacer.
8) PERMANECER ERGUIDO en posición recta:
ARRODILLADO: erguido, las manos juntas sin cruzar ni mover los pies.
DE PIE: los pies derechos, las manos juntas.
SENTADO: el cuerpo erguido, las rodillas juntas, las manos sobre las piernas.
CAMINANDO: despacio. Los ojos bajos, con recogimiento. No caminar hacia atrás.
9) REALIZAR CADA ACCIÓN SOLAMENTE DESPUÉS DE HABER TERMINADO LA ANTERIOR. Sentarse, arrodillarse y ponerse de pie (no apoyarse cuando se está de pie).
10) ATENCIÓN en las ceremonias. Hacer las cosas bien y DESPACIO, pero con prontitud y desenvoltura. ENSAYAR antes para aprender bien.
11) SIMETRÍA Y SINCRONIZACIÓN en las ceremonias. Realizar las acciones junto a otros al mismo tiempo; por ejemplo, las inclinaciones y las respuestas de la Misa. Guardar siempre la misma distancia con relación al otro acólito, si lo hubiera.
12) SILENCIO: en la Iglesia, en la sacristía. No hablar en la Iglesia, no reírse, no hacerse gestos. Recogimiento interior.
13) PRONUNCIAR bien las palabras, ya sean en tu lengua vernácula o en latín, si fuera el caso.
14) FORMACIÓN: fometa la lectura sobre la liturgia; aprende de buenos autores. Cuanto más profundices en la liturgia, más y mejor comprenderás y disfrutarás los misterios de la fe. La formación ayuda a “ver con ojos nuevos” la fe que la Iglesia expresa con gestos y palabras.
15) BUEN EJEMPLO: en el catecismo, en la escuela, en la calle, en la Iglesia. Observar un comportamiento ejemplar (que motive a ser imitado). Hacer las cosas con dedicación, piedad y celo. El ministerio del acolitado puede ser fomentado y gracias a tu conducta, quizás haya quien se ofrezca a ayudar en el altar. Recuerda que el acolitado es “semillero” de vocaciones sacerdotales.
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Diez cosas que deberías decir a tus monaguillos: Lo que estás haciendo es un servicio a Dios y abrirá tu corazón y te acercará a Él
San Tarsicio, Patrono de los monaguillos
Según la tradición al joven Tarsicio se le confió llevar la comunión a algunos cristianos que estaban prisioneros
Mártir de la Eucaristía, siglo III
Patrón de quienes hacen primera comunión y monaguillos
"En Roma, en la Vía Apia, el martirio de San Tarsicio, acólito. Los paganos le encontraron cuando transportaba el sacramento del Cuerpo y Sangre de Cristo y le preguntaron que llevaba. Tarsicio, no quería arrojar las perlas a los puercos y se negó a responder; los paganos le apedrearon y apalearon hasta que exhaló el último suspiro, pero no pudieron encontrar el sacramento de Cristo ni en sus manos, ni en sus vestidos. Los cristianos recogieron el cuerpo del mártir y le dieron honrosa sepultura en el cementerio de Calixto". -Martirologio Romano.
En un poema, el Papa San Dámaso (siglo IV) cuenta que Tarsicio prefirió una muerte violenta en manos de una turba, antes que "entregar el Cuerpo del Señor". Lo compara con San Esteban, que murió apedreado por su testimonio de Cristo.
El hecho del martirio de San Tarsicio es histórico, pero no consta que fuese niño acólito como dicen algunos. Normalmente son los sacerdotes o diáconos los que llevan la Eucaristía a los que no pueden ir a la Santa Misa y la referencia a San Esteban hace pensar que Tarsicio fuese diácono. Pero la Iglesia puede confiar la Eucaristía a un laico en caso de verdadera necesidad.
Según la tradición al joven Tarsicio se le confió llevar la comunión a algunos cristianos que estaban prisioneros, durante la persecución de Valeriano.
El santo fue sepultado en el cementerio de San Calixto. No se ha identificado su sepultura. La iglesia de San Silvestre in Capite dice tener su reliquia.
Su fiesta se celebra el 15 de Agosto.
Relato del martirio de San Tarsicio
Valeriano era un emperador duro y sanguinario. Se había convencido de que los cristianos eran los enemigos del Imperio y había que acabar con ellos.
Los cristianos para poder celebrar sus cultos se veían obligados a esconderse en las catacumbas o cementerios romanos. Era frecuente la trágica escena de que mientras estaban celebrando los cultos llegaban los soldados, los cogían de improviso, y, allí mismo, sin más juicios, los decapitaban o les infligían otros martirios. Todos confesaban la fe en nuestro Señor Jesucristo. El pequeño Tarsicio había presenciado la ejecución del mismo Papa mientras celebraba la Eucaristía en una de estas catacumbas. La imagen macabra quedo grabada fuertemente en su alma de niño y se decidió a seguir la suerte de los mayores cuando le tocase la hora, que "ojala"—decía el—fuera ahora mismo".
Un día estaban celebrando la Eucaristía en las Catacumbas de San Calixto. El Papa Sixto recuerda a los otros encarcelados que no tienen sacerdote y que por lo mismo no pueden fortalecer su espíritu para la lucha que se avecina, si no reciben el Cuerpo del Señor. Pero ¿quién será esa alma generosa que se ofrezca para llevarles el Cuerpo del Señor?
Son montones las manos que se alargan de ancianos venerables, jóvenes fornidos y también manecitas de niños angelicales. Todos están dispuestos a morir por Jesucristo y por sus hermanos.
Uno de estos tiernos niños es Tarsicio. Ante tanta inocencia y ternura exclama, lleno de emoción, el anciano Sixto: "¿Tú también, hijo mío?" —"¿Y por qué no, Padre? Nadie sospechará de mis pocos años".
Ante tan intrépida fe el anciano no duda. Toma con mano temblorosa las Sagradas Formas y en un relicario las coloca con gran devoción a la vez que las entrega al pequeño Tarsicio, de apenas once años, con esta recomendación: "Cuídalas bien, hijo mío". —"Descuide, Padre, que antes pasaran por mi cadáver que nadie ose tocarlas".
Sale fervoroso y presto de las Catacumbas y poco después se encuentra con unos niños de su edad que estaban jugando. —"Hola, Tarsicio, juega con nosotros: Necesitamos un compañero". —"No, no puedo. Otra vez será", mientras apretaba las manos con fervor sobre su pecho. Y uno de aquellos mozalbetes exclama: — "A ver, a ver que llevas ahí escondido". Y otro: - "Debe ser eso que los cristianos llaman <>", e intentan verlo. Lo derriban a tierra, le dan golpes, derrama sangre. Todo inútil. Ellos no se salen con la suya. Tarsicio por nada del mundo permite que le roben aquellos Misterios a los que el ama más que a si mismo...
Al momento pasa por allí Cuadrado, un fornido soldado que está en el periodo de catecumenado y conoce a Tarsicio. Huyen corriendo los niños mientras Tarsicio, llevado a hombros por Cuadrado, llega hasta las Catacumbas de San Calixto, en la Via Appia. Al llegar, ya era cadaver. Desde entonces el frío marmol guarda aquellas sagradas reliquias, sobre las que escribio San Dámaso: "Queriendo a San Tarsicio almas brutales, de Cristo el Sacramento arrebatar, su tierna vida prefirio entregar, antes que los misterios celestiales".
Monaguillo: tú eres un invitado especial de Jesús
Oración que puedes hacer tú y todos los monaguillos cada vez que ayudéis en la Eucaristía
Hace pocos días, visitando una iglesia de un convento de religiosas, en la sacristía me encontré con una oración para los monaguillos, que me gustó mucho, y me acordé de vosotros. Pensé: esta oración deberían hacerla todos los monaguillos, sobre todo, antes de empezar la Santa Misa. Aquí os pongo lo que leí en aquella sacristía.
Oración:
Oh Jesús, te adoro y te doy las gracias por haberme admitido al servicio de tu altar como monaguillo. Concédeme el don de la piedad, de la pureza, de la ciencia de la doctrina cristiana y la liturgia. Bendice a este grupo de monaguillos para que sea el jardín donde florezcan las vocaciones al sacerdocio y a la vida religiosa. María Santísima y San José, enseñadme a amar, reverenciar y servir a Jesucristo como vosotros hicisteis en la tierra y como hacen los ángeles en el cielo.” Amén.
Te gusta, ¿verdad? Pues para ayudarte a aprenderla, la puedes escribir en un folio, y pedirle al sacerdote permiso para ponerla en la sacristía de la iglesia en la que ayudas a Misa, para que la podáis hacer tú y todos los monaguillos cada vez que ayudéis en la Eucaristía.
Timoteo y Tito, Santos
Memoria Litúrgica, 26 de enero
Obispos
y Discípulos de San Pablo
Martirologio Romano: Memoria de los santos Timoteo y Tito, obispos y discípulos del apóstol san Pablo, que le ayudaron en su ministerio y presidieron las Iglesias de Éfeso y de Creta, respectivamente. Les fueron dirigidas cartas por su maestro que contienen sabias advertencias para los pastores, en vista de la formación de los fieles (s. I).
Etimología: Timoteo = Aquel que siente amor o adoración a Dios, es de origen griego.
Etimología: Tito = Aquel que es protegido y honrado, es de origen latino.
Breve Biografía
San Pablo nombró obispos a Timoteo y Tito, sus discípulos y colaboradores.
Los Santos Timoteo y Tito vivieron en la órbita del grande apóstol de las Gentes, y el nuevo calendario los coloca después de la fiesta de la “conversión” de San Pablo.
Timoteo es la imagen del discípulo ejemplar: obediente, discreto, eficaz, valiente. Por estas cualidades Pablo quiso que fuera su compañero de apostolado, en vez de Juan Marcos, durante el segundo viaje misionero en el año 50.
Había nacido en Listra, en donde Pablo lo encontró durante el primer viaje, y fue de los primeros convertidos al Evangelio; había sido educado en la religión hebrea por la abuela Loida y por la madre Eunice. Desde su encuentro con Pablo, siguió su itinerario apostólico; lo acompaña a Filipos y a Tesalónica.
Después los encontramos juntos en Atenas, en Corinto, en Éfeso y finalmente en Roma durante el primer cautiverio de Pablo.
Fue un infatigable “viajero enviado” por el apóstol de las Gentes, y mantuvo los contactos entre Pablo y las jóvenes comunidades cristianas fundadas por él.
A menudo le llevaba las cartas y le daba noticias respecto de las mismas comunidades. Entre el 63 y el 66, cuando recibió la primera carta que le envió Pablo, Timoteo era el jefe de la Iglesia de Éfeso. Desde Roma Pablo le escribió una segunda carta, invitándolo a visitarlo antes del invierno. Es conmovedora la petición del anciano apóstol al “hijo” Timoteo, para que le llevara el abrigo que había dejado en Tróade, pues le servía para el frío en la cárcel de Roma. Timoteo estuvo presente en el martirio de Pablo; después regresó definitivamente a la sede de Éfeso, en donde, según una antigua tradición, murió mártir en el año 97.
El segundo fiel colaborador de Pablo fue San Tito, de origen pagano. Convertido y bautizado por el mismo apóstol, que lo llama “hijo mío”, se encuentra en compañía de Pablo en Jerusalén, en el año 49.
Hizo con él el tercer viaje misionero y fue Tito quien llevó la “carta de las lágrimas” de Pablo a los fieles de Corinto, entre los cuales restableció la armonía y organizó la colecta para los pobres de Jerusalén.
Después del cautiverio de Roma, Pablo, de paso por Creta, dejó ahí a Tito con la misión de organizar la primera comunidad cristiana. Aquí recibió la carta de Pablo. Es un documento muy importante, porque nos informa sobre la vida interna de la Iglesia apostólica. Después Tito fue a Roma donde su Maestro, que lo mandó probablemente a evangelizar a Dalmacia, en donde todavía hoy está muy difundido su culto. Una antigua tradición, históricamente no confirmada, dice que Tito murió en Creta, de edad muy avanzada.
Jesús aquí estoy junto a ti, para hacer brillar el mundo
Santo Evangelio según san Mateo 4, 12-23. Domingo II del Tiempo Ordinario
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Señor, dame la gracia de convertir mi corazón para poder ver con claridad la luz de tu amor.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Mateo 4, 12-23
Al enterarse Jesús de que Juan había sido arrestado, se retiró a Galilea, y dejando el pueblo de Nazaret, se fue a vivir a Cafarnaúm, junto al lago, en territorio de Zabulón y Neftalí, para que así se cumpliera lo que había anunciado el profeta Isaías:
Tierra de Zabulón y Neftalí, camino del mar, al otro lado del Jordán, Galilea de los paganos. El pueblo que caminaba en tinieblas vio una gran luz Sobre los que vivían en tierra de sombras una luz resplandeció.
Desde entonces comenzó Jesús a predicar, diciendo: “Conviértanse, porque ya está cerca el Reino de los cielos”.
Una vez que Jesús caminaba por la ribera del mar de Galilea, vio a dos hermanos, Simón, llamado después Pedro, y Andrés, los cuales estaban echando las redes al mar, porque eran pescadores. Jesús les dijo: “Síganme y los haré pescadores de hombres”. Ellos inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron. Pasando más adelante, vio a otros dos hermanos, Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, que estaban con su padre en la barca, remendando las redes, y los llamó también. Ellos, dejando enseguida la barca y a su padre, lo siguieron.
Andaba por toda Galilea, enseñando en las sinagogas y proclamando la Buena Nueva del Reino de Dios y curando a la gente de toda enfermedad y dolencia.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Estamos iniciando el año y es bueno preguntarnos por qué Dios habla de las tinieblas y las sombras. Es claramente una invitación a no dejarnos llevar por la obscuridad cuando tenemos la luz enfrente; no dejar que las nubes cubran nuestros ojos pues Jesús ha nacido en el corazón de cada uno de nosotros.
Jesús se ha encarnado en el seno de María, ha venido al mundo para salvarnos; hemos visto la gran luz de Belén y no podemos ocultarla con nada, sus destellos son radiantes. Inicia el año y nuestros propósitos son aún muy recientes, tenemos todo el ánimo de que este año debe ser mejor, pero conforme pasa el tiempo, si esas intenciones no son de corazón, se pueden ir apagando... La rutina, la comodidad, los placeres se van presentando.
Es tiempo de que nuestros propósitos no sean solos pasajeros sino que vengan del interior, que sean resultado de un encuentro íntimo con Jesús, de una verdadera conversión de corazón.
Todos necesitamos la conversión, que sólo Dios nos la puede dar. ¿Cómo? Es Él el único que me la puede dar, pero ¿es Él quien me la pide? Claro, porque nos da la libertad de elegir algo nuevo en nosotros, Él deja en nuestras manos la decisión de transformar nuestra vida en un camino nuevo junto a Él. Como los santos Timoteo y Tito que siguieron a san Pablo, como Pedro, Andrés, Juan y Santiago que fueron discípulos de Jesús... Sigamos en pleno siglo XXI tomando la decisión de decirle SÍ a Jesús en todo lo que nos pida.
«No lo olvidéis: cada vez que encontráis a alguien, hay en juego una historia verdadera que puede cambiar la vida de una persona. Y esto no es hacer proselitismo, es dar testimonio. Ha sido siempre así. Cuando Jesús, pasando por la orilla del lago, vio a Pedro, Andrés, Santiago y Juan trabajando fijó su mirada en ellos y transformó sus vidas. Lo mismo se repite en nuestros días, cuando el encuentro es fruto del amor cristiano, cambia la vida porque llega al corazón de las personas y las afecta profundamente. ¡Qué vuestro anuncio se convierta en un testimonio de misericordia, que evidencia que toda atención prestada a uno de los más pequeños se presta al mismo Jesús, que se identifica con ellos!».
(Homilía de S.S. Francisco, 18 de noviembre de 2019).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Pedir a Dios la gracia de reconocer siempre la necesidad de convertirme para estar atento y preparado para la llegada del reino de los cielos.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
En las tinieblas brilló una gran luz
Jesús es la luz y la salvación.
1. Mientras Goethe se moría clamando "luz, más luz", Jesús había afirmado con solemnidad: "Yo soy la luz del mundo: el que me sigue no camina en las tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida" (Jn 8,12). Después del Bautismo y de la presentación hecha por Juan del Cordero de Dios, y de su desierto, ayuno y oración de Cuarenta días, encarcelado Juan, comienza Jesús a predicar. Y es muy significativo que empiece a actuar en un país humillado y descreído, como acto profético anunciador de que ha venido en busca de los pobres, ¿y quiénes más pobres que los pecadores, que carecen del supremo Bien? (Mt 9,13).
2. Con la luz, podemos contemplar la maravilla del mundo. Si la oscuridad significa noche tenebrosa de talentos, de conceptos, ideas, cultura, instrumentos absolutos para vivir, no podemos vivir. La luz es sinónimo de claridad, y de fulgor; por eso, la inteligencia y el conocimiento se ven simbolizados en la luz, y decimos: Tiene muchas luces, brilla con gran luminosidad, o es de cortas luces, el Siglo de las Luces. La Revelación es luz. Luz en las tinieblas de la noche, es la antorcha que ilumina la noche, que disipa la tenebrosidad de la noche. Y en todas las religiones, al momento del descubrimiento de lo divino se le llama: "iluminación". Por eso cuando Mateo escribe: "El pueblo que caminaba en tinieblas vio una luz grande; a los que habitaban en tierra y sombras de muerte les brilló una luz" Mateo 4,12, usa la metáfora de la luz, símbolo de vida y de felicidad, que les trae la luz de la Palabra encarnada.
3. La tierra en sombras de muerte es Galilea, en el Norte de Palestina, donde se establecieron las tribus de Zabulón y de Neftalí. Y Mateo da la razón de la humillación o postergación en que vivían esas tribus: para que se cumpliera lo que había profetizado Isaías: "En otro tiempo el Señor humilló el país de Zabulón y Neftalí" Isaías 8,23. Eran territorios devastados e invadidos por Teglatfalasar, rey de Asiria, que deportó a su país cantidad de ciudadanos de Israel, y propició que recibieran inmigraciones de gentiles: arameos e itureos, fenicios y griegos, que inficionaron su paganismo a los nativos. Todavía en tiempo de Cristo vivían allí con los judíos muchos gentiles, atraídos por el comercio, sobre todo en las ciudades de la Galilea superior, al otro lado del mar, llamada por eso Galilea de los gentiles. Por esta razón estas tribus eran humilladas y despreciadas por los mismos judíos, porque su fe judía se había adulterado con la mixtificación religiosa. La mezcla de culturas es, por una parte un enriquecimiento, pero comporta el peligro del enfriamiento en la propia fe y la aceptación de los errores extraños. El hecho de las migraciones, causa del riesgo semejante que acarrea la democracia con la libertad de expresión, que si bien garantiza el control del poder, lanza a la palestra opiniones diversas, que sólo los espíritus maduros pueden asimilar, y sólo los más cultos permanecen inmunes ante la variedad de doctrinas. Los menos firmes y con deficiente formación, cayeron en el irenismo fácil, ayer como hoy. Es lo que les ocurrió a los habitantes de Zabulón y Neftalí y esa es la razón por la que los judíos de Judea consideraban a los galileos como judíos de inferior categoría y casi herejes. Pero el Señor "ensalzó a los humildes" (Lc 1,52), y allí comenzó a brillar una gran luz. Donde más extendidas estaban las tinieblas. Donde más falta hacía. Pero, siguiendo con la metáfora de la luz, la luz que Cristo viene a difundir, no sólo es luz para caminar por la tierra bajo la iluminación de la ley natural, sino luz para conocer al Padre Misericordioso y, animados por su amor, recibir la fortaleza y la alegría y paz para vivir según su voluntad, y conducirnos a su Ciudad, donde la Luz es la lámpara del Cordero (Ap 21,23), que antes ha disipado las tinieblas y quitado el pecado del mundo, en los que el relativismo actual nos ha introducido ya.
4. Cuando Juan fue encarcelado, Jesús se retiró a Cafarnaum, al Norte de Palestina, junto a la Galilea de los gentiles. Y entonces comenzó a predicar: "Convertíos, porque el Reino de Dios está cerca". Traigo un volcán en el corazón que va a extender las llamas del amor sobre la tierra. Jesús ha respetado el ministerio y el carisma de Juan Bautista, que le ha dejado paso inexorablemente y gloriosamente y sangrientamente por su martirio. Todos debemos estar preparados para dejar paso a nuestros sucesores. Pero éste es un momento muy delicado en que se manifiesta la humildad y la disponibilidad de los hombres. Cuesta dolor. Cuesta sangre. El Cardenal Herrera Oria era un hombre eminente en santidad y en sabiduría, y cuando el Papa aceptó su renuncia de Obispo de Málaga, no pudo ocultar su sufrimiento hasta el punto de comentar ante sus familiares. ¡Cuánto cuesta!, dijo Don Angel Herrera Cuando el Cardenal Suenens, gran Arzobispo de Malinas y papable en el Cónclave para suceder a Juan XXIII, propuso en el Concilio la idea de la jubilación de los Obispos. En el descanso, tuve que tomarme el café en soledad. Por otra parte el ejemplo de Jesús también nos tiene que hacer reflexionar. Lo que a los hombres les nace es querer romper el Anillo del Pescador de su antecesor, como hacen en Roma cuando muere un papa. Cada uno lo hace como puede. Se ignora todo lo hecho y se pretende comenzar de cero. Como si la Iglesia comenzara con uno. ¡Qué tontería! Hay que aceptar lo que nos han dejado quienes nos han precedido; poner la mano en el arado en el mismo surco que dejaron nuestros antecesores, claro que a nuestro aire y estilo, pero sin menospreciar los valores que nos han legado, aunque haya que purificar o corregir excesos o desvíos, pero con delicadeza y tacto. Jesús nos enseña a mortificar el deseo de poner de relieve la propia "personilla". El complejo de “adanismo”. El complejo de Aristóteles, que habiendo sido discípulo de Platón, procuró aparecer como el creador de su propia filosofía. Lo que les cuesta hasta a los más piadosos. "Era muy inclinada a todas las cosas de religión, confiesa Santa Teresa, pero nada a soportar cualquier ataque a mi amor propio". Es cosa llamativa que personas muy deseosas de "lanzar la red", se las vea también con un afán de protagonismo notorio. Sus actos, por muy vistosos que sean, llevan gusano dentro, y poco bien harán. Porque éste es otro fallo de la evangelización en la actualidad: se habla y se exhorta a hacer, pero se prepara poco al agente de la acción, cuando es sabido, pero olvidado, que siendo instrumentos de Dios, cuanto más identificados con el autor principal, más eficaces resultan. No está la cosa en hacer, sino en cómo hacer y qué hacer. Y la identificación con Dios sólo la obra el ejercicio de las virtudes, sobre todo el de la humildad.
5. El mensaje de Jesús enlaza con el de Juan, con la diferencia de que Juan lo anuncia cerca, y Jesús lo anuncia presente. Si nos convertimos, si le seguimos, El nos curará de nuestras enfermedades y dolencias morales: materialismo, sensualidad, avaricia, ambición, soberbia. El curará al mundo de todos sus pecados, y el seguimiento de su palabra será la salvación de todos los males de los hombres. Esta es la Buena noticia. Quien acepte a Jesús en su palabra, ya está en él el Reino de Dios.
6. Nuestra conversión ha tenido esta semana un signo: el de la unidad. A estas alturas, comenzado ya el siglo XXI, resulta amargo comprobar la separación de los cristianos: Aún resuenan las palabras apelantes a la unidad y a la superación de las discordias, de Pablo: "Yo soy de Pablo, yo soy de Pedro, yo soy de Apolo, yo soy de Cristo. ¿Está dividido Cristo?" 1 Corintios 1,10. Es un escándalo que los cristianos estemos separados. Y por eso hemos rezado y debemos rezar. Desde el siglo IX, Patriarcas d Oriente empezando con Focio, siguiendo en el siglo XVI con Lucero, Luteranos, Calvino, Hus, Anglicanos, Episcopalianos y Católicos. ¿Y los católicos, cómo andamos de unión?: ¿No andamos todavía con el "yo soy de Pedro, yo de Pablo, yo de Francisco? A éste lo promocionamos porque es de los nuestros y al otro lo arrinconamos porque sigue otro camino? "Que sean todos uno como tú, Padre, estás conmigo y yo contigo, para que el mundo crea que tu me has enviado" (Jn 17,21).
7. "Venid y seguidme y os haré pescadores de hombres". Dios quiere salvar a todos los hombres; que sean felices en totalidad y plenitud, sin ningún vacío. Por eso el Padre Misericordioso, envía a su Hijo obediente. Se hace hombre y busca hombres. Eran pescadores y les dice que no van a cambiar de oficio, sino de "peces". Les hará pescadores de hombres. Cuando hablamos de pescadores, casi todos pensamos en el pescador solitario, sentado quieto a la orilla del río, esperando que pique el pez. Ni Simón, ni Andrés, ni Santiago ni Juan, tenían esa idea del pescador idílico, paciente y lento, seguro y sin riesgos. Ellos sabían que pescar era una cosa muy seria. Que no se podían quedar en la orilla; que había que subir a la barca, y remar mar adentro. Que a veces soplaban vientos fuertes y huracanados; que era necesario sujetar a veces las velas; que también en ocasiones se está a punto de hundirse; en fin, sabían por experiencia que el oficio de pescador no es fácil, ni cómodo. Que había que arremangarse. Hay que luchar con los elementos que, no todos son predecibles por los meteorólogos, pues son manejados por los espíritus malignos. Por eso Jesús buscó pescadores, quizá era el oficio de más alto riesgo en su tierra entonces, para comenzar con ellos la conquista del Reino. Si después llamó a un burócrata, Mateo, fue porque ya tenía asegurados a los hombres valerosos, aguerridos y fuertes, aunque rudos, y con vistas a escribir su evangelio.
8. A pesar de todo, ¡qué poder de persuasión desarrolló Jesús, que, "inmediatamente dejaron las redes y le siguieron"!. Hoy sigue llamando. Los que ya recibimos su llamada un día lejano, sabemos, como aquellos de las orillas del lago, que sin riesgos no hay pesca, que disimulando nuestra condición de pescadores, no somos más eficaces; que hay que jugarlo todo a la carta del amor; que no podemos quedarnos en un reducto de seguridad, en el sitio conocido donde nos manejamos como por inercia y rutina. Que hay que "mojarse" (nunca mejor dicho hablando de pesca y de lago y de mar). Que los grandes pescadores, se embarcaron hacia Roma y Pablo naufragó y estuvo tres días en el mar, y Xavier se embarcó hacia el Japón, donde en pocos años encanecieron sus cabellos de tanto sufrir, y Calasanz se fue a Roma en busca de niños a quienes evangelizar, y Teresa de Jesús, niña aún, se quiso ir a tierra de moros a que la descabezasen por Cristo... y no los tenía tan lejos... Los encontró con peores entrañas que si no fueran cristianos. Cuando San Ignacio comenzó a predicar sus Ejercicios Espirituales y lo encarcelaron por eso, comentó: "No pensaba yo que fuera tan peligroso predicar a los cristianos a Cristo" ¿Seguimos?... Nuestra vocación de pescadores va dirigida a todos los hombres y mujeres y no podemos contentarnos con "salvar nuestra alma". "Tengo un alma que no muere / y la tengo que salvar"... Y es verdad. Pero no toda la verdad. Son todas las almas las que Dios quiere salvar. "Ese camino está abierto a todos y, por tanto, no es vano el deseo de establecer una fraternidad universal", dice la Gaudium et Spes, en el número 22. Y la falta de celo por las almas indica escaso amor. "Qui non zelat non amat". Quien no tiene celo es porque no ama, dice San Agustín. Y cuando se ama, brotan tantas iniciativas, y es capaz uno de meterse en tantos peligros, y de embarcarse en tantas empresas. "El amor es más fuerte que la muerte" (Cant 8,6).
9. Con la alegría de haber encontrado la luz, y con el deseo de difundirla hasta el confín de la tierra, recemos con el salmista nuestra confianza: "El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién temeré?" Salmo 26.
10. Que el comer el mismo pan y beber el mismo cáliz de la sangre divina nos haga instrumentos de unidad: donde haya odio, pongamos amor, donde haya guerra, sembremos la paz, donde haya separación, unión. Y de luz: Donde haya tinieblas sembrar luz. Difundir la luz. Que no nos pueda seguir diciendo Paul Claudel: “¿Qué habéis hecho de la luz, los portadores de la luz?”. Con la protección de la Madre de los Apóstoles, María.
Custodien a las parejas cristianas
El Papa recibe a los jueces y abogados del Tribunal Apostólico.
"Evangelizadores casados, en movimiento y a la escucha del Espíritu Santo, maestros de la cercanía y de la gratuidad; testigos casados capaces de ser levadura". Con estas palabras el Papa Francisco inauguró el Año Judicial ante los miembros del Tribunal Apostólico de la Rota Romana, presentando al matrimonio de Aquila y Priscila, citado en los Hechos de los Apóstoles, como un modelo santo de vida matrimonial.
"Esto es lo que necesitarían nuestras parroquias, especialmente en las zonas urbanas donde el párroco y sus colaboradores clericales nunca tendrán tiempo y fuerza para llegar a los fieles que, aunque se declaren cristianos, no practican con frecuencia los sacramentos y descuidan -o casi - el conocimiento de Cristo".
Proximidad y gratuidad
Aquila y Priscila, afirma el Papa, "evangelizaban siendo maestros de la pasión por el Señor y por el Evangelio", una pasión del corazón que no se traduce en palabras vacías sino en gestos concretos de cercanía y cercanía a los hermanos más necesitados, de acogida, de cuidado y de gratuidad, piedras angulares de la Reforma del Proceso Matrimonial querida por el Pontífice. Y es en este punto en el que el Santo Padre interroga a los jueces presentes y les pregunta si al juzgar están cerca del corazón del pueblo, si abren sus corazones a la gratuidad o más bien se dejan llevar por intereses económicos y comerciales: "El juicio de Dios será muy fuerte en esto".
"Sacudirse el sueño"
No dejéis a los novios al margen de la pastoral cristiana, para que no sea una pastoral de élite que se olvida del pueblo, sino que sean pastores que escuchan al rebaño, que están a su lado, que aprenden el lenguaje del pueblo y son capaces de acompañarlo en las noches y en su soledad, sus inquietudes y sus fracasos: Esto es lo que el Papa pide a los pastores, obispos, párrocos y hasta a los jueces que amen, como lo hizo el apóstol Pablo, a los matrimonios misioneros dispuestos a llegar a lugares, plazas, barrios y ciudades donde la luz de Cristo todavía no penetra.
... "Esposos cristianos que tienen la audacia de sacudirse el sueño, como lo hicieron Aquila y Priscila, capaces de ser agentes, no decimos de modo autónomo, pero sí llenos de coraje hasta el punto de despertar a los pastores del sueño y del letargo, tal vez demasiado quietos o bloqueados por la filosofía del pequeño círculo de los perfectos. El Señor ha venido a buscar a los pecadores, no a los perfectos".
Proteger el matrimonio de las ideologías
A los pastores, el Papa encomienda también la tarea de iluminar y guiar a las parejas cristianas santas, de darles visibilidad, de convertirlas en sujetos de una nueva capacidad de vivir el matrimonio y de custodiarlas para que no caigan en el entramado de las ideologías, que socavan la solidez del sacramento.
"Debemos estar atentos para que no caigan en el peligro del particularismo al elegir vivir en grupos selectivos; al contrario, debemos estar abiertos a la universalidad de la salvación. En efecto, si bien se agradece a Dios la presencia de la Iglesia, de los movimientos y asociaciones que no descuidan la formación de los cónyuges cristianos, por otra parte, se debe afirmar con fuerza que la parroquia es, por sí misma, el lugar eclesial de anuncio y de testimonio, porque es en ese contexto territorial donde ya viven los cónyuges cristianos, dignos de ser iluminados, que pueden ser testigos activos de la belleza y del amor conyugal y familiar".
Volver a las raíces
El Santo Padre insiste en que el mundo de hoy tiene necesidad de matrimonios en movimiento, pero idealmente partiendo de las raíces del cristianismo, donde la Iglesia "fue despojada de todo poder humano, fue pobre, humilde, piadosa, oprimida, heroica" y restaurando la primacía del Espíritu Santo, el verdadero autor y motor de la evangelización, que si no es invocado, permanece desconocido y ausente. Por eso, el Papa pide concretamente vivir las propias parroquias como un "territorio jurídico-salvífico", una casa entre casas, una familia de familias, una Iglesia pobre para los pobres, una cadena de esposos entusiastas y enamorados del Resucitado, como Aquila y Priscila, capaces de una nueva revolución de ternura y amor, nunca satisfechos, nunca encerrados en sí mismos.
"Debemos estar convencidos, y quiero decir seguros, de que en la Iglesia tales matrimonios son ya un don de Dios y no por nuestro mérito: por el hecho de que son fruto de la acción del Espíritu, que nunca abandona la Iglesia. El Espíritu espera el ardor de los pastores para que no se apague la luz que estas parejas esparcen en las periferias del mundo".
No resignarse a ser la Iglesia de unos pocos
De Aquila y Priscila - concluye el Pontífice - todavía conmueve el testimonio y ciertamente no el proselitismo, atrae su levadura no aislada que "muere para convertirse en masa", porque la Iglesia no es y no puede ser hecha de unos pocos. Por lo tanto, la llamada final de Francisco mueve precisamente desde aquí:
"Queridos jueces de la Rota Romana, la oscuridad de la fe o el desierto de la fe que vuestras decisiones, desde hace ya veinte años, han denunciado como posible circunstancia causal de la nulidad del consentimiento, me ofrecen, como ya lo hieron con mi predecesor el Papa Benedicto XVI, el motivo de una seria y apremiante invitación a los hijos de la Iglesia en la época que vivimos, para que sientan que todos y cada uno están llamados a entregar al futuro la belleza de la familia cristiana. La Iglesia tiene necesidad de matrimonios como Aquila y Priscila, que hablen y vivan con la autoridad del bautismo, que no consiste en mandar y hacerse oír, sino en ser consecuentes, ser testigos y por ello compañeros de camino del Señor".
La sedación paliativa no es eutanasia
Muchos opinan, erroneamente, que la sedación paliativa es una forma solapada de eutanasia
Hay gente que piensa que la sedación paliativa es una forma encubierta de eutanasia. Pero no es así, la sedación paliativa no es la causa del fallecimiento, sino que gracias a ella se impide una muerte con sufrimiento y/o dolor. El paciente muere como consecuencia de su enfermedad grave. La sedación paliativa tiene, como efecto accidental, y no querido, la posible aceleración de la muerte del enfermo. En efecto, cuando se aplica una sedación paliativa no se busca, ni como fin ni como medio, la muerte del enfermo, sino la administración de un fármaco sedante, no letal, que tiene por finalidad paliar el dolor y/o el sufrimiento del enfermo. Provocar la muerte no es lo mismo que permitir la muerte.
Profundicemos un poco más en el tema para entendero adecuadamene.
Es necesario ver la diferencia entre eutanasia y sedación paliativa. Este tema es importante porque, aunque hoy día la eutanasia no está permitida en algunos países, mucha gente opina que la sedación paliativa es una forma solapada de eutanasia. No es de extrañar que un mal uso y abuso de la sedación paliativa aboque a ésta a comprenderla como una eutanasia encubierta o “razonable”.
Habitualmente, no siempre, suele suceder que cuando se inicia una sedación paliativa, a las pocas horas se produzca la muerte del enfermo. Entonces se piensa que, como se ha sedado al enfermo, se le ha practicado una eutanasia.
Es verdad que la sedación paliativa deteriora el nivel de conciencia, pero esto no quiere decir que provoque intencionadamente la muerte, sino el curso natural de la enfermedad grave. La sedación paliativa, bien entendida y bien aplicada, no es eutanasia. No va en contra de la dignidad humana. Todo lo contrario.
Cuando se inicia una sedación paliativa prescrita por el médico lo más frecuente es que el paciente fallezca, y la familia tiene derecho a saber que el médico la ha prescrito, pero no es la sedación paliativa la causa del fallecimiento, sino que gracias a este tratamiento se impide una muerte con sufrimiento y/o dolor. El paciente muere fruto del trascurso de su enfermedad grave. La sedación paliativa tiene, como efecto accidental, y no querido, la posible aceleración de la muerte del enfermo.
En efecto, cuando se aplica una sedación paliativa no se busca, ni como fin ni como medio, la muerte del enfermo, sino la administración de un fármaco sedante, no letal, que tiene por finalidad paliar el dolor o/y el sufrimiento del enfermo. Provocar la muerte no es lo mismo que permitir la muerte.
A mi parecer, para evitar, de algún modo, estos equívocos se tienen que explicar, en primer lugar, qué se entiende por sedación paliativa y después exponer los distintos tipos de la misma.
Liberal o conservador ¿en la Iglesia?
Éstas son etiquetas que suelen utilizarse actualmente para identificar a algún cristiano por sus opiniones o posturas
Éstas son las etiquetas que suelen utilizarse actualmente para identificar a algún cristiano por sus opiniones o posturas (como quien escribe), a sacerdotes, a obispos, cardenales y hasta al Papa, y debo reconocer que la estrategia del demonio ha funcionado bastante bien, ha sido todo un éxito de hecho. Ha logrado politizar la religión, mientras utilizamos etiquetas políticas para clasificar nuestra fe. Es decir, ahora hacemos uso de las categorías del mundo para juzgar a la Iglesia en vez de usar las categorías de la Iglesia para juzgar al mundo.
Por si aún hay quienes no tienen idea de lo que hablo les pongo al día:
Conservadores: todos aquellos cristianos que buscan ser fieles a la Tradición y el Magisterio de la Iglesia, promueven y defienden la doctrina tal cual ha venido enseñándose desde los tiempos apostólicos y ante las posturas progresistas que ejercen presión para que la Iglesia adapte su doctrina a los tiempos, se muestran intransigentes. La desfiguración de esta postura tiene como consecuencia el desprecio de toda la enseñanza postconciliar (después del Concilio Vaticano II), son críticos crueles de todos los Papas posteriores al Concilio y sobretodo del actual, del cual buscan el mínimo gesto para acusarlo de herético o al menos de intenciones de dudosa procedencia.
Liberales: todos aquellos cristianos que promueven cierta laxitud con respecto a la doctrina en ciertos casos, contextos y situaciones. Comulgan profundamente con la teología de la liberación [1], hacen hincapié en la ayuda social y la importancia de la pastoral. Hay cierta relectura respecto a la liturgia, trayendo como consecuencia en algunos casos ciertas desviaciones doctrinales.
Verán, he sido etiquetado de ambas posturas en distintas situaciones, a lo que sólo quisiera dejar una pequeña reflexión al respecto.
Sobre la Iglesia de Jesucristo
No dudo en ningún momento de que sea ésta una de las tantas estrategias del demonio para acabar con la Iglesia, y aunque mi corazón descansa en la promesa de que las puertas del infierno no prevalecerán sobre ella (Mt 16, 19), si me parece una situación un tanto escandalosa, el que como cristianos sigamos cediendo ante etiquetas tan mundanas, tan reduccionistas, tan inapropiadas. Basta recordar los días previos a la elección de Francisco en el Cónclave. Cómo los diálogos entre cristianos versaban sobre los “papables”, y sobre éste que era liberal y éste otro que era más conservador, cual partido político, cual burda elección presidencial. Visiones chatas, aspiraciones humanas, corazones cegados, gente que pareciera tener el anhelo de ver a la Iglesia convertida en un mercado, o peor aún, en una democracia. Esto lo dejamos para los gobiernos humanos, se lo dejamos pasar a la prensa secular que poco o nada sabe de la naturaleza y estructura de la Iglesia, pero ¿cristianos bautizados, de misa de domingo, de viacrucis de Semana Santa?
Dentro de la Iglesia las cosas son mucho más sencillas, o se es católico o no se es católico, o se aceptan todos los artículos del Credo y se reconoce como cristiano, o se niega un apartado y se sitúa uno fuera de la Iglesia de Jesucristo. Se debe reconocer que los pobres son una opción preferencial de la Iglesia, pero de esto, a una relectura marxista de las Escrituras, que introduce la división entre ricos y pobres entre los fieles, definitivamente hay una diferencia abismal. Se debe buscar un mayor acercamiento y participación de los fieles en la eucaristía, pero esto no implica inventos e innovaciones de los sacerdotes con respecto a la liturgia que ha sido claramente definida por la Iglesia, siendo que el sacerdote es servidor de dicha liturgia [2], en fin, no podemos abordar aquí la infinitud de desvíos con respecto a una postura y otra, baste el sentido común (aunque sea el menos común de los sentidos en la actualidad) para tener la capacidad de leer las situaciones de la Iglesia bajo la luz del Magisterio y de la fe cristiana. ¡Basta de etiquetas mundanas entre cristianos! Suficiente tenemos con el pésimo testimonio de nuestras infidelidades individuales, como para convertirnos ahora en promotores de visiones mundanas. Basta el sentido común para poder juzgar que si algún teólogo iluminado desprecia el celibato y le incomoda la autoridad de la Iglesia, pues se ha desubicado, y requiere oración. Basta el sentido común para poder juzgar que, si el que se preocupa de que estén las siete velas cuando celebra el obispo, y éstas estén perfectamente alineadas con cada esquina del altar, es incapaz de moverse a caridad con el prójimo, se ha desubicado, y requiere corrección fraterna y oración. Para esto no es necesario el uso de etiquetas mundanas e indignas para referirse a la fe de la Iglesia. Que las dos únicas etiquetas que nos han dejado son las de santo y pecador, y nos las cambiamos a cada rato entre que vamos y venimos del confesionario. Procuremos que en el último día de nuestra vida nos presentemos ante el Señor con la primera.
¡Dios los bendiga y sea un santo!
Entrevista a un sacerdote con 6.000 exorcismos a sus espaldas
El Padre Francisco López Sedano ha sido durante cuarenta años exorcista en la Archidiócesis de México
Francisco López Sedano es un religioso mexicano de los Misioneros del Espíritu Santo que a sus ochenta años ha pasado la mitad de su vida luchando contra Satanás como exorcista llegando a ser el coordinador de los exorcistas de la Archidiócesis de México. Calcula que durante su extenso ministerio ha realizado al menos 6.000 exorcismos y no teme al demonio sino que afirma que el demonio le teme a él.
En una entrevista para el diario Hoy Los Ángeles, editado en lengua española en California (EEUU), este anciano sacerdote cuenta algunas de sus experiencias y advierte a la gente de las puertas que no hay que abrir para que el demonio no pueda entrar en sus vidas y alerta de la poca fe de algunos sacerdotes:
-¿El diablo existe?
-Por supuesto.
-¿Pero existe así como un ente maligno o es sólo la maldad del ser humano?
-Jesús se enfrentó muchas veces con Satanás mismo y habló con él. No se habla con una cosa, se habla con una persona.
-¿Cómo fue que se volvió exorcista?
-No fue por mi gusto, fue por necesidad, por ver casos muy serios, muy dolorosos y tener que entrarle al toro. Antes no creía que el demonio pudiera actuar tan agresivamente. Me parecía fantasioso, no realista.
-¿Y qué le hizo creer?
-Un compañero sacerdote que estaba metido en eso me hizo ver que combatir al Maligno era una obligación. Me dijo: "tienes que meterte en esto por mandato del Señor".
-¿Por mandato?
-Los tres mandatos son llevar la palabra de Dios, sanar enfermos y echar demonios. Los tres están vigentes en la iglesia, pero muchos sacerdotes no quieren entrarle al toro, le tienen miedo.
-¿A qué le tienen miedo?
-A la venganza del Otro.
-¿No será que esos sacerdotes simplemente no creen en el demonio?
- No creen, no intervienen y por eso no tienen experiencia. Me han tocado casos en los que, previamente, la gente fue con su párroco y éste les dijo: "usted está imaginándose cosas, eso no existe". Y la persona se va sin saber qué hacer, porque en la noche "alguien" lo molesta, lo golpea, lo tumba de la cama, lo golpea contra la pared.
-¿Usted ha hablado con el demonio?
-Muchas veces. El demonio habla a través de la gente, gente que se ha metido en sus terrenos. A mí. ¡cuántas veces! "¿Y tú quién eres para expulsarme?". Y le respondo: no soy nadie, pero vengo de parte de Cristo, tu Dios y Señor y te largas ahora mismo, te mando en nombre de Él que te vayas, ¡fuera!
- ¿Cómo distingue entre una persona que está fingiendo y una persona que está poseída?
- La persona en la que están los demonios empieza a gritar, empieza a ladrar como perro, empieza a vociferar o a retorcerse y a andar como culebras en el piso. Son mil formas.
-¿Y no le da miedo?
-No, porque Dios nos protege. Si no lo hiciera, nadie se metería en eso.
-¿Qué busca el diablo?
-El demonio lo que quiere es apartarnos de Dios, nos mete flojera, nos mete cansancio, nos mete sueño, desconfianza, nos mete desesperación, odio; todo lo negativo.
-Entonces, vivimos una época muy endemoniada.
- Así es. No he tenido buena salud y he dejado un poco de atender gente, pero normalmente antes atendía tres o cinco casos al día.
-¿Cómo sabe una persona que necesita un exorcismo?
-Oye voces, siente odio o rechazo por Dios, antes creía y ahora patea la Biblia. Es gente que tiene un dolor de espalda terrible, pero los médicos dicen que está perfectamente bien. Los daños de Satanás están fuera del orden médico clínico. Gente que vive con una diarrea permanente y con nada se le quita; gente que tiene dolor de ojos y los oftalmólogos no les encuentran nada. Son daños que la ciencia no detecta.
-Entonces, ¿estar poseído por un demonio no significa andar trepando las paredes como Linda Blair?
- No precisamente, pero puede ser. Cuando hay presencia del demonio puede suceder cualquier cosa.
- A usted le ha tocado ver algo así.
-Sí. En una iglesia, un muchacho de unos 18 años empujó cinco bancas de estas grandes, muy pesadas, que ni 10 personas lo habrían logrado. Tenía una fuerza terrible. Lo tuvimos que agarrar entre tres para practicarle el exorcismo. Habiendo presencia del Otro, ya se explica cualquier cosa. Que puedan subirse por las paredes, sí; y volar también.
- ¿Qué le gusta al diablo o a satanás?
Lo que le gusta es separarnos de Dios, meternos miedo, amenazarnos, tenernos temblando y la gente así anda luego.
-¿Pero el diablo escoge a la gente o la gente lo deja entrar?
-La gente deja entrar al diablo. No se metería con nosotros si no le abriéramos puertas. Por eso Dios prohíbe practicar
- magia,
- superstición,
- brujería,
- hechicería,
- adivinación,
- consulta a muertos y espíritus, y
- astrología.
Esos son los 7 terrenos de la mentira y el engaño.
- Pero todos en México consultan su horóscopo.
-Que los astros influyan en nuestra vida es la mentira más grande. ¡Están a millonadas de kilómetros! Son cuerpos formados por metales y gases, ¿cómo van a influir en nosotros? Lo mismo pasa con la magia, que es atribuir a las cosas un poder que no tienen. Cargar una herradura porque me va a dar buena suerte, es mentira.
-¿No pasa lo mismo con algunos artículos de la Iglesia Católica? Los milagritos, por ejemplo.
- Bueno, no. Hay que saber distinguir. Si yo traigo una imagen de Cristo o de María Santísima como protección, detrás hay algo serio, auténtico, mientras que detrás de una herradura no hay nada, hay mentira.
-¿El diablo sabe más por viejo que por diablo?
- De acuerdo.
-¿Hay algún personaje público que usted crea que tiene tratos con el demonio o que esté poseído?
-Bueno, pues Hitler.
¿De los actuales?
-Pues a ratos (Enrique) Peña Nieto con sus cosas locas de los matrimonios gay y todo eso.
-¿Qué pasa con los narcos y los sicarios?
- Es difícil afirmar rotundamente si son satánicos o no, pero andan en la maldad, ciertamente.
- ¿En algún momento ha sentido miedo?
- No, el diablo me tiene miedo a mí.
- ¿Cómo se imagina el cielo?
No lo podemos imaginar, está fuera de nuestro alcance.
-¿Usted piensa en la muerte?
- Sí, con frecuencia porque tengo que tratar enfermos o, a veces, muertos.
- ¿Le preocupa?
- Ligeramente, porque es uno pecador y está uno en sangre pecadora.
-¿Cómo va a ser pecador si usted combate demonios?
-Sí, pero ¿acaso no puedo pensar en matarte ahorita?
-¡Espero que no!
-Jajajaja. Lo que quiero decir es que estamos en sangre pecadora y nadie puede decir "yo no soy pecador". Basta que estemos en carne humana para que seamos pecadores y fallemos en muchas cosas, el Papa y todos, somos humanos.
-¿Qué pasa, por ejemplo, con los sacerdotes pederastas?
-No tuvieron una formación suficiente como para luchar contra sus tendencias pederastas, no tuvieron fuerza espiritual para sobreponerse.
-¿Qué castigo merece alguien que abusa de un niño?
-Merecería que le corten sus partes.
- ¿Cuál quiere que sea su epitafio?
-Simplemente: "Gracias, Señor, por la vida".
-Tanta maldad, ¿no le quita la esperanza?
- No, para mí se confirma la esperanza porque desde la cruz Cristo ya venció y ganó la guerra absoluta. Satanás trata de hacerle un poco la guerra, pero no le hace ni cosquillas.
Domingo de la Palabra de Dios: «La carta de amor que escribió para ti»
«Dame espacio y tu vida cambiará»
ENERO 26, 2020 11:51 REDACCIÓN PAPA Y SANTA SEDE, VATICANO
(ZENIT – 26 enero 2020).- «El Señor te da su Palabra, para que la recibas como la carta de amor que escribió para ti, para hacerte sentir que está cerca de ti», dijo el Papa Francisco durante la misa. que celebró este 26 de enero de 2020, el primer domingo de la Palabra de Dios.
En su homilía en la Basílica de San Pedro, el Papa también aseguró que «la Palabra que nos salva no va en busca de lugares preservados, esterilizados y seguros». Entra en nuestras complejidades, en nuestra oscuridad. Hoy como ayer, Dios desea visitar estos lugares donde creemos que no irá … No tiene miedo de explorar nuestros corazones, nuestros lugares más duros y los más difíciles».
En lugar de ir «al Señor con alguna oración formal, teniendo cuidado de que su verdad no nos sacuda por dentro», alentó: «El tiempo de vivir para uno mismo ha terminado, el tiempo de vivir con Dios y para Dios, con otros y para otros, con amor y sin amor, comenzó. Hoy Jesús también te repite: ‘¡Ánimo, estoy cerca de ti, dame espacio y tu vida cambiará!’ Porque la Palabra de Dios «causa conversión, nos sacude, nos libera de la parálisis del egoísmo».
«Seguir a Jesús con buenas resoluciones no es suficiente, pero debemos escuchar su llamada todos los días», concluyó el Papa: «Para esto necesitamos su Palabra: escuchar, en medio de las miles de palabras de cada día, esta Palabra que no nos habla de cosas, sino de vida … Leamos algún versículo de la Biblia cada día. Comencemos por el Evangelio; mantengámoslo abierto en casa, en la mesita de noche, llevémoslo en nuestro bolsillo, veámoslo en la pantalla del teléfono, dejemos que nos inspire diariamente.»
***
Homilía del Papa Francisco
«Jesús comenzó a predicar» (Mt 4,17). Así, el evangelista Mateo introdujo el ministerio de Jesús: Él, que es la Palabra de Dios, vino a hablarnos con sus palabras y con su vida. En este primer domingo de la Palabra de Dios vamos a los orígenes de su predicación, a las fuentes de la Palabra de vida. Hoy nos ayuda el Evangelio (Mt 4, 12-23), que nos dice cómo, dónde y a quién Jesús comenzó a predicar.
1. ¿Cómo comenzó? Con una frase muy simple: «Convertíos, porque está cerca el reino de los cielos» (v. 17). Esta es la base de todos sus discursos: Nos dice que el reino de los cielos está cerca. ¿Qué significa? Por reino de los cielos se entiende el reino de Dios, es decir su forma de reinar, de estar ante nosotros. Ahora, Jesús nos dice que el reino de los cielos está cerca, que Dios está cerca. Aquí está la novedad, el primer mensaje: Dios no está lejos, el que habita los cielos descendió a la tierra, se hizo hombre. Eliminó las barreras, canceló las distancias. No lo merecíamos: Él vino a nosotros, vino a nuestro encuentro.
Es un mensaje de alegría: Dios vino a visitarnos en persona, haciéndose hombre. No tomó nuestra condición humana por un sentido de responsabilidad, sino por amor. Por amor asumió nuestra humanidad, porque se asume lo que se ama. Y Dios asumió nuestra humanidad porque nos ama y libremente quiere darnos esa salvación que nosotros solos no podemos darnos. Él desea estar con nosotros, darnos la belleza de vivir, la paz del corazón, la alegría de ser perdonados y de sentirnos amados.
Entonces entendemos la invitación directa de Jesús: “Convertíos”, es decir, “cambia tu vida”. Cambia tu vida porque ha comenzado una nueva forma de vivir: ha terminado el tiempo de vivir para ti mismo; ha comenzado el tiempo de vivir con Dios y para Dios, con los demás y para los demás, con amor y por amor. Jesús también te repite hoy: “¡Ánimo, estoy cerca de ti, hazme espacio y tu vida cambiará!”. Es por eso que el Señor te da su Palabra, para que puedas aceptarla como la carta de amor que escribió para ti, para hacerte sentir que está a tu lado. Su Palabra nos consuela y nos anima. Al mismo tiempo, provoca la conversión, nos sacude, nos libera de la parálisis del egoísmo. Porque su Palabra tiene este poder: cambia la vida, hace pasar de la oscuridad a la luz.
2. Si vemos dónde Jesús comenzó a predicar, descubrimos que comenzó precisamente en las regiones que entonces se consideraban “oscuras”. La primera lectura y el Evangelio, de hecho, nos hablan de aquellos que estaban «en tierra y sombras de muerte»: son los habitantes del «territorio de Zabulón y Neftalí, camino del mar, al otro lado del Jordán, Galilea de los gentiles» (Mt 4,15-16; cf. Is 8,23-9,1). Galilea de los gentiles: la región donde Jesús inició a predicar se llamaba así porque estaba habitada por diferentes personas y era una verdadera mezcla de pueblos, idiomas y culturas. De hecho, estaba la Vía del mar, que representaba una encrucijada. Allí vivían pescadores, comerciantes y extranjeros: ciertamente no era el lugar donde se encontraba la pureza religiosa del pueblo elegido. Sin embargo, Jesús comenzó desde allí: no desde el atrio del templo en Jerusalén, sino desde el lado opuesto del país, desde la Galilea de los gentiles, desde un lugar fronterizo, desde una periferia.
De esto podemos sacar un mensaje: la Palabra que salva no va en busca de lugares preservados, esterilizados y seguros. Viene en nuestras complejidades, en nuestra oscuridad. Hoy, como entonces, Dios desea visitar aquellos lugares donde creemos que no llega. Cuántas veces preferimos cerrar la puerta, ocultando nuestras confusiones, nuestras opacidades y dobleces. Las sellamos dentro de nosotros mientras vamos al Señor con algunas oraciones formales, teniendo cuidado de que su verdad no nos sacuda por dentro. Pero Jesús —dice el Evangelio hoy— «recorría toda Galilea […], proclamando el Evangelio del reino y curando toda enfermedad» (v. 23). Atravesó toda aquella región multifacética y compleja. Del mismo modo, no tiene miedo de explorar nuestros corazones, nuestros lugares más ásperos y difíciles. Él sabe que sólo su perdón nos cura, sólo su presencia nos transforma, sólo su Palabra nos renueva. A Él, que ha recorrido la Vía del mar, abramos nuestros caminos más tortuosos; dejemos que su Palabra entre en nosotros, que es «viva y eficaz, tajante […] y juzga los deseos e intenciones del corazón» (Hb 4,12).
3. Finalmente, ¿a quién comenzó Jesús a hablar? El Evangelio dice que «paseando junto al mar de Galilea vio a dos hermanos […] que estaban echando la red en el mar, pues eran pescadores. Les dijo: “Venid en pos de mí y os haré pescadores de hombres”» (Mt 4,18-19). Los primeros destinatarios de la llamada fueron pescadores; no personas cuidadosamente seleccionadas en base a sus habilidades, ni hombres piadosos que estaban en el templo rezando, sino personas comunes y
corrientes que trabajaban.
Evidenciamos lo que Jesús les dijo: os haré pescadores de hombres. Habla a los pescadores y usa un lenguaje comprensible para ellos. Los atrae a partir de su propia vida. Los llama donde están y como son, para involucrarlos en su misma misión. «Inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron» (v. 20). ¿Por qué inmediatamente? Porque se sintieron atraídos. No fueron rápidos y dispuestos porque habían recibido una orden, sino porque habían sido atraídos por el amor. Los buenos compromisos no son suficientes para seguir a Jesús, sino que es necesario escuchar su llamada todos los días. Sólo Él, que nos conoce y nos ama hasta el final, nos hace salir al mar de la vida. Como lo hizo con aquellos discípulos que lo escucharon.
Por eso necesitamos su Palabra: en medio de tantas palabras diarias, necesitamos escuchar esa Palabra que no nos habla de cosas, sino de vida.
Queridos hermanos y hermanas: Hagamos espacio dentro de nosotros a la Palabra de Dios. Leamos algún versículo de la Biblia cada día. Comencemos por el Evangelio; mantengámoslo abierto en casa, en la mesita de noche, llevémoslo en nuestro bolsillo, veámoslo en la pantalla del teléfono, dejemos que nos inspire diariamente. Descubriremos que Dios está cerca de nosotros, que ilumina nuestra oscuridad, que nos guía con amor a lo largo de nuestra vida.
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ENERO 26, 2020 11:51 PAPA Y SANTA SEDE, VATICANO