Su reinado es indiviso y eterno
- 27 Enero 2020
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Ángela de Mérici, Santa
Memoria Litúrgica, 27 de enero
Virgen Fundadora de las Hermanas Ursulinas
Martirologio Romano: Santa Ángela Merici, virgen, que vistió primero el hábito de la Tercera Orden de San Francisco y reunió a varias jóvenes para instruirlas en obras de caridad. Más tarde, instituyó una orden de mujeres, llamada de Santa Úrsula, con la finalidad de vivir una vida de perfección en el mundo y enseñar los caminos del Señor a las adolescentes. Murió en la ciudad de Brescia, en la Lombardía (hoy Italia) (1540).
Etimología: Ángela = Mensajera de Dios, es de origen griego
Fecha de canonización: 24 de mayo de 1807 por el Papa Pío VII.
Breve Biografía
Nació en Italia en 1474 y tiene el mérito de haber fundado la primera comunidad religiosa femenina para educar niñas.
Se crió en una familia campesina muy creyente, donde cada noche leían la vida de un Santo, y esto la enfervorizaba mucho y la entusiasmaba por la religión.
Quedó huérfana de padre y madre cuando aún era muy niña y esto la impresionó muchísimo. Después durante toda su vida le pediría perdón a Dios por no haber confiado lo suficientemente en su juventud en la Providencia Divina que a nadie abandona.
Su infancia es muy sufrida y tiene que trabajar duramente pero esto la hace fuerte y la vuelve comprensiva con las niñas pobres que necesitan ayuda para poderse instruir debidamente.
Se hace Terciaria Franciscana y sin haber hecho sino estudios de primaria, llega a ser Consejera de gobernadores, obispos, doctores y sacerdotes. Es que había recibido del Espíritu Santo el Don del Consejo, que consiste en saber lo que más conviene hacer y evitar en cada ocasión.
Viendo que las niñas no tenían quién las educara y las librara de peligros mortales, y que las teorías nuevas llevaban a la gente a querer organizar la vida como si Dios no existiera, fundó la Comunidad de Hermanas Ursulinas (en honor a Santa Ursula, la santa mártir del siglo IV, que dirigía el grupo de muchachas llamadas "Las once mil vírgenes", que murieron por defender su religión y su castidad).
Lo que más le impresionaba era que las niñas de los campos y pueblos que visitaba no sabían nada o casi nada de religión. Sus papás o no sabían o no querían enseñarles catecismo. Por eso ella organizó a sus amigas en una asociación dedicada a enseñar catecismo en cada barrio y en cada vereda.
Angela era de baja estatura pero tenía todas las cualidades de líder y de guía para influir en los demás. Y además tenía mucha simpatía y agradabilidad en su trato.
En Brescia fundó una escuela y de allí se extendió su Comunidad de Ursulinas por muchas partes. Un grupo de 28 muchachas muy piadosas se vino a vivir en casa de Angela y con ellas fundó la Comunidad. En una visión contempló un enorme grupo de jóvenes vestidas de blanco que volaban hacia el cielo, y una voz le dijo: "Estas son tus religiosas educadoras".
La gente consideraba a Santa Ursula como una gran líder o guía de mujeres. Por eso Angela puso a sus religiosas el nombre de Ursulinas.
La Comunidad de Ursulinas fue fundada en 1535, y cinco años después murió su fundadora, Santa Angela, el 27 de enero de 1540. Fue canonizada en 1807.
Un hombre le preguntó un día en plena calle: ¿Qué consejo me recomienda para comportarme debidamente? Y ella le respondió: "Compórtese cada día como deseara haberse comportado cuando le llegue la hora de morirse y de darle cuenta a Dios".
Sus últimas palabras fueron: "Dios mío, yo te amo".
Que estas sean también las palabras que nosotros digamos no sólo al tiempo de morir, sino muchísimas veces durante toda nuestra vida.
Santo Evangelio según san Marcos 3, 22-30. Lunes III del Tiempo Ordinario
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Dame la gracia, Señor, de vivir como verdadero apóstol del Evangelio. Dame un corazón que esté abierto totalmente a tu amor. Dame una fe que transforme mi vida para ser testimonio para los demás.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Marcos 3, 22-30
En aquel tiempo, los escribas que habían venido de Jerusalén, decían acerca de Jesús: "Este hombre esta poseído por Satanás, príncipe de los demonios, y por eso los echa fuera".
Jesús llamó entonces a los escribas y les dijo en parábolas: "¿Cómo puede Satanás expulsar a Satanás? Porque si un reino está dividido en bandos opuestos no puede subsistir.
Una familia dividida tampoco puede subsistir. De la misma manera, si Satanás se rebela contra sí mismo y se divide, no podrá subsistir, pues ha llegado su fin. Nadie puede entrar en la casa de un hombre fuerte y llevarse sus cosas, si primero no lo ata. Solo así podrá saquear la casa.
Yo les aseguro que a los hombres se les perdonarán todos sus pecados y todas sus blasfemias. Pero el que blasfeme contra el Espíritu Santo nunca tendrá perdón; será reo de un pecado eterno". Jesús digo esto, porque lo acusaban de estar poseído por un espíritu inmundo.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
«¿Cómo puede Satanás expulsar a Satanás?». Jesús ha sido perseguido y puesto a prueba durante su vida por los maestros de la Ley; y nuestro Señor habla y predica con una autoridad y con mucha sabiduría para transformarlos.
Los letrados calumnian a Jesús diciendo que Él … expulsa a los demonios con el poder del príncipe de los demonios… A lo que Él responde usando una imagen para relacionar el reino de Satanás y la acción divina de Dios: Un reino dividido no puede subsistir. Si el poder del rey es usado para destruir al mismo reino, éste no se sostendrá y caerá muy rápido. Es por ello que Jesús se manifiesta con su poder divino para sacar este espíritu inmundo y no el poder del príncipe de los demonios.
Así pues, nuestra alma se puede comparar como un reino donde hay alguien que lo dirige, Jesucristo, y al cual debemos servir. ¿Cómo obramos nosotros para colaborar con nuestro rey?, ¿cuál es nuestra elección para defender el Reino de Jesucristo en mi alma? Sabemos que es Dios el que nos dará las fuerzas para luchar contra el enemigo; nosotros mismos no podremos hacer nada sin Él, pero debemos hacer nuestro esfuerzo para que este Reino crezca y se mantega firme ante las asechanzas del enemigo.
«Jesús resume la actuación de sus discípulos hablando de la victoria sobre el poder de Satanás, un poder que solo con nuestras fuerzas jamás podremos vencer, pero sí en el nombre de Jesús. Cada uno de nosotros puede dar testimonio de esas batallas, y también de algunas derrotas. Cuando vosotros mencionáis la infinidad de campos donde realizáis vuestra acción evangelizadora, estáis librando esa lucha en nombre de Jesús. En su nombre, vosotros vencéis el mal, cuando enseñáis a alabar al Padre de los cielos y cuando enseñáis con sencillez el Evangelio y el catecismo. Cuando visitáis y asistís a un enfermo o brindáis el consuelo de la reconciliación. En su nombre, vosotros vencéis al dar de comer a un niño, al salvar una madre de la desesperación de estar sola para todo, al procurarle un trabajo a un padre de familia. Es un combate, un combate ganador el que se lucha contra la ignorancia brindando educación; también es llevar la presencia de Dios cuando alguien ayuda a que se respete, en su orden y perfección propios, todas las criaturas evitando su uso o explotación; y también los signos de su victoria cuando plantáis un árbol, o hacéis llegar el agua potable a una familia. ¡Qué signo del mal derrotado es cuando vosotros os dedicáis a que miles de personas recuperen la salud!».
(Discurso de S.S. Francisco, 8 de septiembre de 2019).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Tendré un tiempo de silencio para pedirle al Señor poder crecer en amor en mi relación con Él y que tome el Reino de mi corazón.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
El llamado en la Pesca Milagrosa
Toda vocación es un llamado para ir
"En aquél tiempo la gente se apretaba alrededor de Jesús para escuchar la palabra de Dios, a la orilla del lago de Genezaret. Vio dos barcas amarradas a la orilla del lago. Los pescadores habían bajado a lavar las redes. Subió a una de las barcas que era la de Simón y le pidió que la apartara un poco de la orilla: se sentó en la barca y empezó a enseñar a la muchedumbre.
Cuando terminó de hablar dijo a Simón: "Lleva la barca a la parte más honda y echa redes para pescar". Simón respondió: "Maestro hemos trabajado toda la noche sin pescar nada, pero sobre tu palabra echaré las redes". Y al echar las redes pescaron tal cantidad de peces que las redes se rompían. Pidieron por señas a sus compañeros que estaban en la otra barca que vinieran a ayudarlos; vinieron y llenaron tanto las dos barcas, que se hundían. Al ver esto, Simón Pedro se arrojó a los pies de Jesús diciendo: "Apártate de mí, Señor, porque soy un pecador". Pues, tanto él como sus compañeros estaban asombrados por la pesca que acababan de hacer. Lo mismo le pasaba a Santiago y a Juan, hijos de Zebedeo, compañeros de Simón. Pero Jesús dijo a Simón: "No temas, de hoy en adelante serás pescador de hombres". Entonces llevaron sus barcas a tierra, lo dejaron todo y siguieron a Jesús". (San Lucas 5, 1 a 11).
MAR ADENTRO
"Lleva la barca a la parte mas honda y echa redes para pescar".
La orden dada por Jesús a Simón es sorprendente. Jesús no es pecador de oficio, a diferencia de Simón, y le indica, sin embargo, lo que debe hacer. La orden es simbólica; es en alguna forma, una parábola en acción. Cristo tiene en vista una empresa mucho mayor que la pesca en el lago de Tiberíades. Al pedir a Simón que vaya mar adentro, es como si lo quisiera invitar a una aventura en que se dejan las playas de cada día en busca de un horizonte mucho más grande.
Toda vocación es un llamado para ir "mar adentro", a desprenderse del pequeño horizonte de la vida ordinaria, para comprometerse en una obra grandiosa, la de la salvación del género humano.
LA CONFIANZA EN LA PALABRA DE JESUS
"Sobre tu palabra echaré las redes". Simón hace un acto de confianza ciega. Todo le aconseja que no siga la orden dada por Jesús. "Maestro, toda la noche hemos estado trabajando sin pescar nada". La experiencia que acaba de tener Simón protesta contra la aventura a la que lo quiere llevar Jesús.
El sentido común le dice que no hay esperanza de ninguna pesca. Sin embargo Simón pone sobre su experiencia la sabiduría del Maestro. No comprende la orden dada, pero pone su confianza en Jesús y obedece. Cree a la palabra de Jesús.
La vocación pide confianza en la palabra de Cristo. Esta palabra puede parecer desconcertante. La aventura en la que Jesús quiere lanzar a los que llama podrá parecer atrevida, con poca perspectiva de éxito. Pero el Maestro sabe mejor que nadie a dónde quiere llevar a un alma; con su omnipotencia hace triunfar el proyecto de la vocación.
LA PESCA MILAGROSA
"Al echar las redes pescaron tal cantidad de peces que las redes se rompían". Inmediatamente la confianza de Simón fue recompensada. Jamás había hecho una pesca tan grande. La cantidad de pescados sobrepasaba sus esperanzas. Cristo es generoso en la abundancia de los bienes que da.
Al llevar a Simón a la pesca milagrosa. Jesús le hace sentir el poder que tiene de colmar todos sus deseos. Le hace comprender que en EL se encuentran la solución de todos los problemas y la satisfacción a todas las aspiraciones; lo invita a unirse definitivamente, únicamente a El.
PECADOR... ANTE EL LLAMAMIENTO DIVINO
"¡Aléjate de mí, Señor, que soy un pecador!". Simón tiene la conciencia de encontrarse ante quien posee un poder divino.. Ahora bien, en presencia de Dios, el hombre debe reconocerse pecador. Simón se reconoce indigno de vivir cerca de Jesús, en su intimidad: ¡el pecador, al lado de la santidad en persona!
Ante la vocación, es normal que el joven sienta completamente indigno. Ningún ser humano merece vivir en la intimidad de Cristo, porque ninguno está exento de pecado, excepto la Santísima Virgen María. Si sólo se considerara el pecado se debería pedir al Señor que se alejara.
SOBREPONERSE AL TEMOR
"No temas". Jesús no quiere que Simón se aleje de El por temor. Desea reafirmarlo en su confianza. Simón tuvo la audacia de echar las redes al mar fiándose de la palabra del Maestro: ahora debe tener la audacia de permanecer en la compañía de Jesús fiándose de su palabra alentadora.
El saberse pecador y acompañar a Jesús, no detiene a Simón. En la vocación, Cristo no quita a nadie su realidad de pecador, pero la fuerza de corresponder al llamamiento a pesar de las faltas del pasado y de la indignidad del presente.
Ayuda a sobreponerse a los legítimos temores de la debilidad humana. Ofrece su propia seguridad la garantía de que el ideal de la vocación puede realizarse, porque El sostiene con su gracia.
PESCADORES DE HOMBRES
"En adelante serás pescador de hombres". El destino propuesto por Jesús es por mucho superior al oficio ejercitado hasta entonces por Simón. Pescar hombres es una empresa mucho mas noble y difícil que pescar peces. Es una misión maravillosa, más milagrosa aún que la pesca que acaban de hacer.
La vocación compromete al hombre en un trabajo muy por encima de los trabajos humanos ordinarios: ganar almas para Cristo: Es en realidad una obra divina, porque solo Dios puede elegir a un joven, convertirlo, transformarlo, santificarlo. Una obra divina sobrepasa a todo oficio, carrera o profesión, a todo trabajo humano. La vocación es una invitación a cumplir el trabajo de Dios, un trabajo milagroso.
DEJARON TODO PARA SEGUIR A CRISTO
"Lo dejaron todo y siguieron a Jesús". Dejaron aún la pesca milagrosa que los había llenado de admiración, porque comprenden que Jesús vale mucho más que las dos barcas llenas de pescados que les acaba de obsequiar.
Los que están destinados a ser pescadores de hombres, están invitados a dejarlo todo para seguir a Cristo. Para trabajar plenamente, con todas sus fuerzas, en la obra de la salvación de la humanidad, es necesario renunciar a todo lo demás, aceptar el que todo su haber sea Cristo. La vocación reclama el desprendimiento completo del mundo, para alcanzar el apego total al Salvador.
«Leamos algún versículo de la Biblia cada día. Comencemos por el Evangelio»
El Papa en el 1er. domingo de la Palabra de Dios. 26 de enero de 2020
El 26 de enero, III domingo del tiempo ordinario y primer domingo de la Palabra de Dios, el Papa Francisco celebró la Santa Misa en la Basílica de San Pedro centrando su homilía en el relato del Evangelio del día (Mt 4, 12-23), que narra el inicio del ministerio público de Jesús, "nos dice cómo, dónde y a quién el Señor comenzó a predicar".
¿Cómo comenzó Jesús a predicar?
Ante la primera cuestión, ¿cómo comenzó Jesús a predicar? el Papa señaló que lo hizo con una frase muy simple: «Convertíos, porque está cerca el reino de los cielos» (v. 17).
"Esta es la base de todos sus discursos, nos dice que el reino de los cielos está cerca, es decir que Dios está cerca de nosotros y esta es la novedad, el primer mensaje", aseveró Francisco: "Dios no está lejos, el que habita los cielos descendió a la tierra, se hizo hombre. Eliminó las barreras, canceló las distancias. No lo merecíamos. Él vino a nosotros, vino a nuestro encuentro".
El Pontífice va a la esencia de este mensaje de alegría que predica el Maestro, resaltando que por amor "Dios vino a visitarnos en persona, haciéndose hombre", por tanto la invitación directa de Jesús cuando nos dice “Convertíos”, quiere decir, “cambia tu vida”. "Cambia tu vida porque ha comenzado una nueva forma de vivir: ha terminado el tiempo de vivir para ti mismo; ha comenzado el tiempo de vivir con Dios y para Dios, con los demás y para los demás, con amor y por amor".
¿Dónde comenzó Jesús a predicar?
En cuanto al segundo punto, ¿dónde comenzó Jesús a predicar? el Santo Padre afirmó que descubrimos el origen de sus predicaciones precisamente en las regiones que entonces se consideraban “oscuras".
"No desde el atrio del templo en Jerusalén, sino desde el lado opuesto del país, desde la Galilea de los gentiles, desde un lugar fronterizo, desde una periferia y de esto podemos sacar un mensaje: la Palabra que salva no va en busca de lugares preservados, esterilizados y seguros. Viene en nuestras complejidades, en nuestra oscuridad, porque Dios desea visitar aquellos lugares donde creemos que no llega".
¿A quién comenzó Jesús a hablar?
Finalmente, está la pregunta ¿a quién comenzó Jesús a hablar? El Evangelio dice que «paseando junto al mar de Galilea vio a dos hermanos […] que estaban echando la red en el mar, pues eran pescadores. Les dijo: “Venid en pos de mí y os haré pescadores de hombres”» (Mt 4,18-19). En este sentido, Francisco recordó que los primeros destinatarios de la llamada fueron pescadores; "no personas cuidadosamente seleccionadas en base a sus habilidades, ni hombres piadosos que estaban en el templo rezando, sino personas comunes y corrientes que trabajaban" y los convocó de una manera particular.
Hagamos espacio a la Palabra de Dios
"Los llama donde están y como son, para involucrarlos en su misma misión", y ellos responden a esta llamada dejando todo inmediatamente para seguirlo, para escucharlo.
Por eso, el Papa hizo hincapié en que, al igual que los primeros discípulos del Señor, también nosotros necesitamos atender su llamada y escuchar su Palabra: "en medio de tantas palabras diarias, necesitamos escuchar esa Palabra que no nos habla de cosas, sino de vida".
El Santo Padre concluyó su homilía pidiendo que hagamos espacio a la Palabra de Dios: "Leamos algún versículo de la Biblia cada día. Comencemos por el Evangelio; mantengámoslo abierto en casa, en la mesita de noche, llevémoslo en nuestro bolsillo, veámoslo en la pantalla del teléfono, dejemos que nos inspire diariamente. Descubriremos que Dios está cerca de nosotros, que ilumina nuestra oscuridad, que nos guía con amor a lo largo de nuestra vida".
Un noviazgo contracorriente, donde se espera
En la actualidad, practicar la virtud de la castidad es ir contracorriente. Vivimos en un mundo hipersexualizado que nos plantea el placer vacío y sin propósito como la mayor representación de gozo, … no de amor. Nos han hecho creer que la sexualidad pertenece sólo al campo de la biología y no al ámbito de la persona misma en su máxima expresión. Esto nos ha guiado a considerar el cuerpo humano como objeto o simple instrumento.
¡Nos han intentado vender una versión barata!
La Iglesia, por el contrario, siempre ha fomentado el esperar a vivir la sexualidad hasta el matrimonio. Pero, ¿por qué?
Empecemos por lo más importante:
Tu eres un Don, así, con mayúscula.
Fuiste creado a imagen y semejanza de Dios, en el principio y con la finalidad del amor. Por tanto, has sido llamado(a) a ser Don, Comunión y Creador. Tus cualidades te hacen un ser único e irremplazable, un regalo para el mundo. Es así que, viviendo en sociedad, has sido convocado a vivir en comunión. Dios no llamó a nadie a la soledad, por el contrario, en comunión es que somos más semejantes a Él en Su Santa Trinidad (Padre, Hijo y Espíritu Santo).
Pero espera, hay otra buena noticia. Aparte de ser un Don, reflejo del amor de Dios y estar en constante comunión con Él, haz sido invitado a ser co-creador de Su obra.
Sí…, ¡TÚ!
Dios creó el amor para ti y para mí, considerando cada mínimo detalle, y nos ha dado una muestra plena del amor al encarnarse en Cristo. La clave de toda comunión en pareja está en amar como Cristo nos ama. Su amor fue fiel en la misión que Dios le encomendó, libre en decisión, total hasta el punto de entregar su vida por nosotros y dador de vida eterna para todos. La máxima prueba de amor que se fundamenta en estos cuatro pilares es: el matrimonio.
Al altar se llega con una disposición sincera de nunca permitir conscientemente ningún grado de infidelidad, anti-libertad, anti-totalidad, ni prohibición a la vida; con la Gracia de Dios.
El acto sexual es la encarnación de estos votos.
Es sólo en el acto sexual, dentro del matrimonio, donde se da una entrega fiel, total, libre y abierta a la vida. Los esposos son llamados a donarse, de modo explícito, sirviéndose correctamente del digno lenguaje del cuerpo. Es un testimonio de amor, conforme al significado justo y la grandeza del Sacramento. El consentimiento que une a los esposos entre sí, encuentra su plenitud en el hecho de que los dos “se vuelven una sola carne” (CIC 1627).
Sólo dentro del matrimonio se vivirá la plenitud que el mundo promete, pero no brinda realmente. La castidad prematrimonial es el proceso preparatorio para la verdadera esencia del matrimonio. Esperar, es un reto. Pero, radicalmente, ¡vale el esfuerzo!
El amor promete infinidad, eternidad, una realidad más grande y completamente distinta de nuestra existencia cotidiana. Pero, al mismo tiempo, se constata que el camino para lograr esta meta no consiste simplemente en dejarse dominar por el instinto. Hace falta una purificación y maduración que incluyen también la renuncia. Esto no es rechazar el “eros” ni “envenenarlo”, sino sanearlo para que alcance su verdadera grandeza (Benedicto XVI, DC, 5).
¿Qué actitudes amenazan —en nuestro tiempo— la esperanza del cristiano?
Pregunta:
La cuestión que deseo plantearle puede parecer un poco singular, pero se trata sobre la virtud de la esperanza y es: ¿en qué actitudes o cosas podemos considerar que se está amenazando —en nuestro tiempo— la esperanza del cristiano?
Respuesta:
Estimado amigo:
Al hablarme usted de «esperanza del cristiano» debo entender que se refiere a la esperanza teologal, no a las esperanzas humanas; por lo que respondo teniendo en cuenta esta perspectiva particular[1].
Pues bien, creo que se pueden identificar en nuestros días, al menos cinco grandes amenazas o retos teológicos contra la esperanza cristiana.
Primera amenaza: los cristianos que viven una fe esquizofrénica
Me refiero a los que «creen» en Dios pero no esperan la vida eterna.
A pesar de la extensión que diversas formas de indiferencia religiosa han ido adquiriendo en los últimos tiempos, nuestros pueblos (por ejemplo en Hispanoamérica) siguen siendo, gracias a Dios, mayoritariamente religiosos y cristianos (cuando no católicos). Sin embargo, llama la atención que no pocos de los que se declaran cristianos y católicos, al tiempo que confiesan creer en Dios, afirman no esperar que la vida tenga continuidad más allá de la muerte.
¿Qué Dios es ése en el que dicen creer quienes piensan que no ha vencido a la muerte y que, como consecuencia, es esta quien tiene la última palabra sobre la vida del hombre? No puede tratarse, ciertamente, del Padre de nuestro Señor Jesucristo, el Dios vivo y verdadero. No puede ser el Dios personal y cercano a sus criaturas, en especial a los seres humanos, a quienes ha creado a su imagen para establecer con ellos una relación mucho más fiel que la que nosotros anudamos con nuestros seres queridos.
La desconexión entre la fe en Dios y la esperanza en la vida eterna no sólo pone de manifiesto una cierta crisis de esta esperanza, sino también de la fe en Dios. La fe en la resurrección y en la vida eterna está íntimamente unida a la verdadera fe en Dios. Hoy en día se hace necesario, por eso, proclamar de nuevo nuestra fe pascual (la fe en la vida eterna basada en el misterio pascual de Cristo, es decir, en que «si morimos con Él, viviremos con Él»: 2Tim 2,11); en que nuestras vidas, junto con la creación entera, «libre ya del pecado y de la muerte», como dice la Plegaria eucarística IV, serán definitivamente asumidas en la vida de Dios.
Segunda amenaza: la acobardada predicación de la esperanza de la vida eterna
Es difícil escuchar en la predicación, en la catequesis y en la enseñanza de la religión católica, una clara presentación de la esperanza cristiana en la vida eterna.
Tal vez sea cierto que en el pasado se han predicado de manera poco seria o poco teológica algunas verdades de la vida eterna —aunque no hay que hacer mucho caso de esta dialécticas que hacen tanto hincapié en «antes se exageraba…»—; pero esto no justifica que se silencie o el que se deforme la fe de la Iglesia en la vida eterna. El Credo concluye solemnemente con esta proclamación de esperanza, tan unida a la fe en Dios: «creo en la resurrección de los muertos y en la vida eterna». Si no se habla de estos temas, o si se habla de modo inapropiado, el corazón mismo de la fe en Jesucristo queda negativamente afectado.
Además, el descuidar las verdades de la muerte, de la gloria y de la posible condenación eterna tendría, entre otras, la grave consecuencia de que los fieles, carentes del alimento sólido de la fe, que viene a saciar con creces el hambre de amor perenne que experimenta la naturaleza humana, se sientan tentados de dar oídos a supersticiones o ideologías incompatibles con la dignidad de quienes son hijos de Dios en Cristo. Dicho de otro modo, si no se predican estas verdades, tales como las enseña la fe católica, se entrega la mente de los fieles al pasto de las supersticiones.
Tercera amenaza: la desesperanza que nace del fracaso de la ideología del progreso
El final del siglo XX y el comienzo del XXI han mostrado al hombre el estruendoso fracaso de las ideologías que trataron de hacernos creer que el hombre es el constructor prometeico de su futuro, de un porvenir siempre mejor; la enseñanza, en fin, de todos los humanismos laicos y ateos que elaboraron un modelo de esperanza secularista (los socialismos, el nazismo, el marxismo, etc.).
Es indudable que todavía muchos siguen ilusionados con esta quimérica visión del progreso histórico (que sigue prometiendo la felicidad en la tierra, como hace la ciencia con sus investigaciones sobre la clonación y otras quimeras biológicas); pero también son cada vez más los que, aleccionados por el derrumbamiento de las grandes utopías y alarmados por las consecuencias indeseables del «progreso» (en términos ecológicos o de justicia social), han empezado a dudar de que el futuro (por esta senda, al menos) vaya a poder traer todo bueno. Esta es la razón por la que, en las últimas décadas, se haya puesto de moda hablar del «fin de la historia», no en un sentido apocalíptico, sino como un cambio de civilización[2]. El hecho es que según señalan los estudiosos, uno de los resultados de esta «crisis de la modernidad» es la difusión de una cierta desesperanza. Desesperanza que se manifiesta en que ahora se trata de orientar todos los deseos del hombre al modesto horizonte de lo cotidiano: vivir una vida serena, sin preocupaciones, sin hacernos tantas ilusiones sobre el progreso y el futuro… aprovechar el tiempo que tenemos sobre este mundo… lo que, en el fondo, no es más que una forma de desesperanza disfrazada: sólo tenemos esta vida, aprovechémosla para vivir tranquilos.
No es mala una esperanza humilde y hasta escondida en lo cotidiano[3]; pero es preocupante que vaya tomando cierta carta de naturaleza la pura y simple desesperanza.
Cuarta amenaza: el retorno de formas ancestrales de esperanza
Como el hombre «necesita» tener esperanza, si la fe cristiana no se la da (por falta de predicación y de auténtica catequesis), aquel la buscará en otra cosa que le «prometa» algo futuro. De aquí el fenómeno del retorno de formas primitivas o ancestrales de esperanza, «recauchutadas». El ser humano necesita el futuro, no puede vivir sin proyectarse hacia el porvenir. Por esta razón, nuestra descreída cultura echa mano, con frecuencia, de creencias ancestrales o de supersticiones para tratar de responder a la inevitable demanda de esperanza. De este modo, paradójicamente, junto a la ciencia y la técnica más avanzadas, florecen en el seno de nuestra sociedad (y, por cierto, con gran vigor), la astrología, los horóscopos, la quiromancia, y todas las formas de adivinación del futuro. También se recuperan, más o menos adaptadas, diversas formas de antiguas creencias sobre la supervivencia del hombre, como, por ejemplo, la reencarnación. Y quienes creen en esto no son solo personas sencillas y sin estudios, sino, a menudo, profesionales, políticos, literatos, educadores y científicos.
Quinta amenaza: el egoísmo
Aunque parezca mentira hay que señalar como una forma de desesperanza el fenómeno del culto más o menos cínico al propio provecho, como única meta de la vida. Es decir, el hecho, cada vez más extendido, de personas que sólo les interesa su propio interés, ya tome este forma de explotación de los demás, de avaricia desenfrenada, de lujuria, de corrupción, etc. Me refiero a la actitud de aquellos que sólo buscan su propio bien, «aunque revienten los otros»; actitud extendidísima. Esta es la sustancia del «capitalismo salvaje», es decir, del egoísmo exacerbado que caracteriza la «postmodernidad». ¿No es esto una forma de desesperanza, que encara la vida como algo de lo que hay que sacar todo el jugo posible (exprimiéndolo de los demás) porque se piensa que no hay un más allá donde recibirá premio o castigo de sus actos?
Aunque se podrían señalar también otras amenazas para la esperanza, estas cinco ya nos dan bastante que pensar.
(P. Miguel A. Fuentes, IVE. Publicado en la Revista Diálogo 63, 2013, 149-153)
[1] Y voy a aprovecharme, para hacerlo, de una parte de un valioso documento de la Comisión Episcopal Española para la Doctrina de la Fe, del año 1995, Esperamos la resurrección y la vida eterna, (26 de noviembre de 1995).
[2] Después de ¿El Fin de la Historia? (1989), Francis Fukuyama volvió a la carga con este tema con The End of History and the Last Man (1992).
[3] Cf Pablo VI, Exhort. Apost. Gaudete in Domino, 6-8.
¿Qué puedo hacer si me he enamorado de una persona que no es católica?
Les dejo algunos criterios de discernimiento para saber si es que esto es lo mejor para su futuro
Me han hecho una pregunta por facebook y he querido responderla ante las cámaras pues creo que puede ayudar a personas que están pasando por la misma situación o que, alguna vez se han preguntado sobre este tema: ¿Qué puedo hacer si me he enamorado de una persona que no es católica? Hoy les dejo algunos criterios de discernimiento para saber si es que esto es lo mejor para su futuro y responde a lo que Dios quiere de ti.
Recuerden que en estos videos responderé a todas las preguntas que me hagan. La idea es que me manden todas sus dudas (sobre cualquier tema de fe) a mi cuenta de twitter @Padre_Seba.
Para terminar les dejamos una sabias y esperanzadoras palabras de San Juan Pablo II. No se ha de olvidar nunca que todo amor humano atravesará una prueba de fuerza y que entonces se revelará toda su grandeza.