Lo que a Él importa es nuestro corazón

Nuestra Señora de Lourdes

Memoria Litúrgica, 11 de febrero


Advocación Mariana

Martirologio Romano: Memoria de la Bienaventurada Virgen María de Lourdes. Cuatro años después de la proclamación de su Inmaculada Concepción, la Santísima Virgen se apareció en repetidas ocasiones a la humilde joven santa María Bernarda Soubirous en los montes Pirineos, junto al río Gave, en la gruta de Massabielle, de la población de Lourdes, y desde entonces aquel lugar es frecuentado por muchos cristianos, que acuden devotamente a rezar.

Breve Reseña

Bernardita de Soubirous fue la elegida por Dios para ser testigo y mensajera de tan extraordinaria iniciativa del Creador. La Madre de Jesús, nuestra Madre también, supo como siempre enamorar a las multitudes y convocar a los pueblos de las naciones alrededor de la majestuosa imagen que de Ella se difundió.


Lourdes ha sido fuente de sanación física para mucha gente, y quizás ha sido este el milagro más visible que Dios ha realizado para confirmar y sostener la fe en la obra. Pero sin dudas que la sanación espiritual, la conversión de las almas, ha sido el fruto más extraordinario que las generaciones han manifestado como evidencia de la potencia de los actos de Dios en esta tierra.

Bernardita fue también instrumento de confirmación del Dogma de la Inmaculada Concepción, para alegría de los que amamos la pureza de María, reconocida de este modo en las propias palabras de la Reina del Cielo: “Yo soy la Inmaculada Concepción”. Hoy, después de 150 años, las palabras de María resuenan en nuestros oídos con la misma fuerza, como un cristal puro que resuena y sacude con su timbre los tímpanos del mundo.

Gloria a Dios por Su Amor manifestado en regalo tan extraordinario. Nuestra Señora de Lourdes renueve nuestros corazones y nuestras mentes, para que emerja sonriente y esplendorosa nuestra propia conversión.
www.reinadelcielo.org

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Las dos veces que he visitado Lourdes, mi alma se ha sentido feliz. Con una felicidad que sobrepasa todos los límites de lo espiritual y trascendente.

He visitado todo lo ha habido y por haber en la gruta de las apariciones. Incluso un antiguo alumno, que pasa allá sus vacaciones haciendo el bien a la gente como camillero, me ha contado que ha visto con sus propios ojos los milagros maravillosos que hace cada día la Madre de Dios.

Fue el 11 de febrero cuando la Virgen se le apareció a Bernardita, una joven de 14 años en la gruta de Massabielle. Vio una nube dorada y a la Virgen vestida de blanco con un rosario en la mano.

Esta aparición se repitió 18 veces. El 25 de febrero fue cuando la chica escarbó en el suelo y salió un manantial de agua. Le dijo la Virgen que levantaran un templo y que rezara el rosario por los pecadores.

Comenzó a acudir mucha gente. Las autoridades eclesiásticas, comenzando por el párroco, no le daban crédito a la joven.

Era impensable que a su edad y dada su falta de cultura, supiera algo acerca del misterio del dogma de la Inmaculada Concepción, declarado así por el Papa Pío IX en 1854.

El mismo Papa le dio el nombre de Basílica al templo levantado en honor de las apariciones. Estas, por fin, fueron declaradas auténticas y no pura fantasía de una adolescente ignorante.


¿Cuál es la síntesis del mensaje de Lourdes?

En primer lugar, se trata de un acto de gratitud por la definición del dogma, que se había declarado oficialmente cuatro años antes. En segundo lugar, exaltar la pobreza y la humildad, virtudes eminentemente cristianas. En tercer lugar, la importancia de la Cruz como camino para ser feliz aquí y en el más allá. Y en cuarto lugar, la clave para llevar una vida cristiana auténtica, es la oración, sintetizada en el rezo del santo rosario.

Pero lo importante, además de las curaciones físicas, es que todo el mundo sale curado en lo espiritual, siempre y cuando se vaya de buena fe.

¡Felicidades a las Lourdes!


Lo que le importa es nuestro corazón...

Santo Evangelio según san Marcos 7, 1-13. Martes V del Tiempo Ordinario


En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.



Cristo, Rey nuestro.


¡Venga tu Reino!



Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Señor, te pido me concedas el don de la unidad en mi vida. Que en mi corazón no exista la división, sino la presencia de tu amor, que me da paz y libertad.



Evangelio del día (para orientar tu meditación)


Del santo Evangelio según san Marcos 7, 1-13



En aquel tiempo, se acercaron a Jesús los fariseos y algunos escribas venidos de Jerusalén. Viendo que algunos de los discípulos de Jesús comían con las manos impuras, es decir, sin habérselas lavado, los fariseos y los escribas le preguntaron: “¿Por qué tus discípulos comen con manos impuras y no siguen la tradición de nuestros mayores?” (Los fariseos y los judíos, en general, no comen sin lavarse antes las manos hasta el codo, siguiendo la tradición de sus mayores; al volver del mercado, no comen sin hacer primero las abluciones, y observan muchas otras cosas por tradición, como purificar los vasos, las jarras y las ollas).

Jesús les contestó: “Qué bien profetizó Isaías sobre ustedes, hipócritas, cuando escribió: Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mi. Es inútil el culto que me rinden, porque enseñan doctrinas que no son sino preceptos humanos. Ustedes dejan a un lado el mandamiento de Dios, para aferrarse a las tradiciones de los hombres”.

Después añadió: “De veras son ustedes muy hábiles para violar el mandamiento de Dios y conservar su tradición. Porque Moisés dijo: Honra a tu padre y a tu madre. y: El que maldiga su padre o a su madre, morirá. Pero ustedes dicen: ‘Si uno dice a su padre o a su madre: Todo aquello con que yo te podría ayudar es corbán (es decir, ofrenda para el templo), ya no puede hacer nada por su padre o por su madre’. Así anulan la palabra de Dios con esa tradición que se han transmitido. Y hacen muchas cosas semejantes a ésta”.



Palabra del Señor.




Medita lo que Dios te dice en el Evangelio



En el Evangelio de hoy podemos aprender que todo acto exterior que realizamos debe ser impulsado y movido por nuestro corazón. Un corazón que se encuentra unido a Dios, que escucha sus palabras y desea vivir sus mandamientos por amor. Si nuestro corazón no está unido a Él, si no es guiado y sostenido por Él, nuestras acciones serán realizadas por nuestro egoísmo.

El Señor nos hace ver que debe existir una unidad y coherencia en nuestra vida, entre nuestro interior y lo que hacemos exteriormente, entre lo que somos y como vivimos. Nuestras obras exteriores deben de ser reflejo de nuestro interior y Cristo mismo nos da ejemplo de ello. Al leer el Evangelio y contemplar la vida del Señor, podemos ver cómo su corazón estaba unido a su Padre, cómo estaba lleno de amor y cómo sus obras lo reflejaban. Al vivir en la unidad, recibimos el don de la libertad y de la paz, descubrimos nuestra verdadera identidad de ser hijos de Dios y experimentamos el gozo de vivir como sus hijos. Nuestro Señor fija su mirada en nuestro interior y en lo que somos para Él. Lo que a Él importa es nuestro corazón, el núcleo de nuestra vida, donde se encuentran todas nuestras convicciones y emociones, nuestros deseos y esperanzas, nuestros miedos e inquietudes. Sus palabras y acciones van dirigidas a transformar nuestro corazón, para que nuestras obras sean guiadas por amor, hacia la verdad y plenitud de nuestra vida, es decir, hacia la felicidad.

«El sello del bautismo no se pierde nunca. “Padre, pero si una persona se convierte en un bandido, de los más famosos, que mata a gente, que comete injusticias, ¿el sello no se borra?”. No. Para su propia vergüenza el hijo de Dios que es aquel hombre hace estas cosas, pero el sello no se borra. Y continúa siendo hijo de Dios, que va en contra de Dios, pero Dios nunca reniega de sus hijos. ¿Habéis entendido esto último? Dios nunca reniega de sus hijos. ¿Lo repetimos todos juntos? “Dios nunca reniega de sus hijos”».
(Audiencia de S.S. Francisco, 9 de mayo de 2018).

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Buscar que mis obras sean realizadas por amor a Dios y a los demás.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

Cristo tiene un corazón limpio

Que la pureza de Cristo purifique la mente y el corazón de los hombres de hoy. Sólo así podremos devolver al hombre la dignidad que ha perdido.




Por: P. Fintan Kelly, L.C. | Fuente: Catholic.net




“Hay en Belén un aire de delicadeza, de dignidad, de pudor, que conmueve al corazón sensible. Allí se mueve una virgen joven y bella; no hay curiosos. Cristo nace virginalmente y naciendo así opta Él mismo por la virginidad y consagra una Iglesia virgen. ¡Como que la misma soledad del lugar y del momento es un signo precisamente de la excelsa pureza de los protagonistas de aquel acontecimiento!”



Los fariseos acusaron a Cristo de todo lo que se puede imaginar: de estar loco, de quebrantar la ley del descanso sabático, de ser revoltoso, de ser endemoniado, hasta de echar a los demonios con el poder de Satanás. Sin embargo, nunca le acusaron del pecado de la impureza. El acusar a Jesús de impureza es un capricho de pensadores superficiales de este siglo. A pesar de ciertos intentos sacrílegos de publicaciones como la obra cinematográfica “La Última Tentación de Cristo” de Martín Scorcezze, nadie toma en serio afirmaciones negativas sobre la integridad moral de Jesús.



Cristo habló bastante sobre la pureza. Era necesario el hacerlo, pues para los judíos era muy importante ser “puro” o “santo”. Para ellos la pureza fue una categoría religiosa, un poco difícil para nosotros de entender. Lo que hacía impuro a un hombre, según la mentalidad judía, no era el cometer actos impuros en el sentido del sexto o noveno mandamiento, sino el tener contacto con cosas paganas. Cristo afirmó que la verdadera impureza nace del corazón impuro: de allí vienen las matanzas, los adulterios, los robos, los rencores...



Él se opuso totalmente a la práctica del adulterio. No hizo un pacto con la así llamada tradición de los judíos, que permitía al hombre repudiar a su mujer para casarse con otra. El puso las cosas bien en claro: “En el inicio no fue así...”



Parece ser que el hombre hoy en día sí ha hecho un pacto con las “tradiciones” humanas en esta materia. Fácilmente se acepta la pornografía como “cultura”, las relaciones prematrimoniales como manifestación de un amor que se está “madurando”, las publicaciones eróticas como “arte”...



Cristo nos enseña a llamar las cosas por su nombre, pues “aunque la mona se vista de seda, mona se queda”. Aunque el pecado vaya revestido de “arte” o “cultura”, no deja de ser perverso. El hombre moderno tiene la capacidad impresionante de cubrir el erotismo con los paliativos del progreso. Sin embargo, el Magisterio de la Iglesia en diversas ocasiones, ha tenido que intervenir para desenmascarar la falsedad de estas ideas. Por eso, ha tenido que aclarar su doctrina sobre cuestiones de ética sexual.



“¡Qué bella lección, también para este mundo, tan ávido de placeres fáciles, tan hundido en los goces de los sentidos, tan exultante ante lo carnal y material, nos procura la pureza de Belén! Los ojos humanos se ciegan ante tanta luz de pureza. Ojalá que la pureza de Belén quemara hoy la impureza de nuestro mundo para hacerlo más respirable y luminoso.”



Nos preocupamos mucho sobre la pureza del aire que respiramos, de la comida que ingerimos, de los cubiertos que usamos... Hay una pureza interior que es más importante y es la del corazón. Con la ingestión constante de cosas pornográficas, corremos el riesgo de contaminar nuestro corazón, de suprimir nuestra capacidad de amar.



La pornografía y el erotismo son sin duda un reflejo de un problema más profundo. En nuestra cultura moderna hay la tendencia de reducir el ser humano a la categoría de cosa. Así se cometen el aborto y la eutanasia directos con mucha facilidad, porque el hombre piensa que puede disponer de la vida como le venga en gana. Lo mismo pasa con el sexo: el hombre lo ve como un objeto del cual puede disponer a su antojo.



Toda la doctrina de Cristo resalta la dignidad de la persona humana en cuanto persona humana. Él nunca permite la manipulación del ser humano como si fuese cosa. Nosotros también debemos volver al hombre a su categoría evangélica: cada hombre vale lo que vale la sangre de Cristo y nunca se puede manipularlo por medio del abuso del sexo.



El sexo es bueno en sí mismo. Es como una joya que se debe poner en su lugar, en un anillo, en una corona, en un adorno... Si se tira la joya en el lodo, entonces pierde su propia belleza. Esto es lo que pasa cuando se abusa del sexo, poniéndolo en películas, revistas o libros eróticos.



Ojalá que la pureza de Jesucristo purifique la mente y el corazón de los hombres de hoy. Sólo así podremos devolver al hombre la dignidad que ha perdido por medio del mass media, cada vez más permisivo.
 
Lo que debes saber sobre la famosa agua de Lourdes

«¡Esta agua no podría hacer nada sin fe!».


¿Sabías que de la gruta de Massabielle en el Santuario de Lourdes (Francia) brota agua con la que se han realizado muchos milagros?

El santuario ubicado en Francia describió hace un año en su sitio web todo lo que los peregrinos deben saber sobre esa agua; información que es necesaria recordar sobre todo a pocos días de que se celebre la fiesta de Nuestra Señora de Lourdes y la 28° Jornada

Mundial del Enfermo el próximo 11 de febrero.

Todo comenzó el jueves 25 de febrero de 1858 cuando la Virgen María le dijo a Santa Bernardita: "vaya a beber y lavarse en la fuente” lo que para el santuario se traduce en “una invitación para todos los peregrinos hasta el día de hoy”.

“El agua de Lourdes no debe confundirse con agua bendita. Es un agua normal, ligeramente calcárea y comparable a cualquier otra agua de manantiales cercanos” que no tiene virtud térmica o propiedad específica, sino que “es completamente independiente del río Gave de Pau y se conduce por unos canales hacia unos depósitos para alimentar los diferentes grifos y piscinas”, describió.

“Aparentemente el medio más frecuente de las curaciones es el empleo del agua de la fuente, ya sea en aplicación directa, tomándola o bañándose en ella. La Iglesia Católica especifica que Dios cura a través de los elementos naturales y los sacramentos, con la ayuda de la Virgen María y la oración de los cristianos”.

Al día de hoy, existen innumerables milagros que están vinculados al uso del agua luego de ocurridas las apariciones de la Virgen María desde el año 1858.

Santa Bernardita Soubirous dijo en una ocasión: "esta agua es considerada como un medicamento... pero tienes que guardar la fe y orar: ¡esta agua no podría hacer nada sin fe!".

Las apariciones de la Virgen de Lourdes

Ahí, en el fondo de la gruta, una maravillosa aparición se destacaba delante de ella


El 11 de febrero, de 1858, era el día elegido para que el cielo se hiciera presente en la tierra. Ese día cambiaría para siempre, no solo la vida de Bernardita, sino que marca el comienzo de una fuente de gracia que ha brotado para toda la humanidad. Fuente que solo crece con el tiempo.



La madre de Bernardita permitió a esta ir con su hermana menor llamada María, y con otra niña, al campo a buscar leña seca. El lugar preferido para recoger leña era un campo que había frente a la gruta. Bernardita por su fragilidad física se quedó atrás.



Las compañeritas habían pasado ya el arroyo, pero Bernardita no se atrevía a meterse al agua porque estaba muy fría. Las demás insistían en que lo hiciese y cuando ella empezó a descalzarse, un ruido muy fuerte, parecido a un viento impetuoso, la obligó a levantar la cabeza y mirar hacia todos los lados.



¡Qué es esto! decía. Las hojas de los árboles estaban inmóviles.



El ruido del viento empezó de nuevo y más fuerte en la gruta. Y ahí, en el fondo de la gruta, una maravillosa aparición se destacaba delante de ella. En este mismo momento empezaron a sonar las campanas de la Iglesia parroquial y se oía el canto del Ángelus.



Primera Aparición:



Una luz resplandeciente como la del sol, pero dulce y apacible como todo lo que viene del cielo, una Señora prodigiosamente bella se dejó ver por Bernardita. Vestía un traje blanco, brillante y de un tejido desconocido, ajustado al talle con un cinta azul; largo velo blanco caía hasta los pies envolviendo todo el cuerpo. Los pies, de una limpieza virginal y descalzos, parecían apoyarse sobre el rosal silvestre. Dos rosas brillantes de color de oro cubrían la parte superior de los pies de la Santísima Virgen. Juntas sus manos ante el pecho, ofrecían una posición de oración fervorosa; tenia entre sus dedos un largo rosario blanco y dorado con una hermosa cruz de oro.



Todo en Ella irradiaba felicidad, majestad, inocencia, bondad dulzura y paz. La frente lisa y serena, los ojos eran azul celeste llenos de amor y los labios mostraban suavidad y mansedumbre. La Señora parecía saludarla tiernamente mientras se inclinaba ante Bernardita.



Bernardita buscó su rosario (que traía siempre en su bolsillo) haciendo, como para defenderse, la señal de la cruz, pero su mano quedó paralizada. En ese momento la Virgen tomo la cruz del rosario e hizo la señal de la cruz y le dijo a Bernardita que lo hiciera como ella.



En ese momento su brazo paralizado quedó libre. La Señora empezó a pasar las cuentas del rosario entre sus dedos y Bernardita empezó a rezar el suyo. Al terminar, la Virgen le hizo señas con el dedo para que se acercara y entendiendo el brazo, se inclinó dulcemente y sonrió como despidiéndose de Bernardita. ¡La Visión había desaparecido!



Bernardita preguntó a las otras niñas si habían visto algo y al estas responderle que no, les contó su experiencia y les pidió silencio. Pero la hermana de Bernardita se lo contó a su mamá. La madre no le creyó y ordenó a Bernardita que se dejase de imaginaciones y que le estaba prohibido regresar a la gruta.



Esa noche, mientras rezaban el rosario en familia, Bernardita rompió en llantos, repitiendo su invocación favorita: "Oh María sin pecado concebida, rogad por nosotros que acudimos a ti."



Segunda aparición:



El día 14 de febrero, las niñas insistieron en que les dieran permiso para regresar a la gruta. Todos pensaban que lo que le había pasado a Bernardita era un engaño del demonio, y entonces le dijeron que fuera a la gruta y rociara agua bendita. Así huiría el demonio y se quedarían tranquilos.



Cuando llegaron a la gruta, Bernardita les pidió que se arrodillaran a rezar el Rosario. Apareció de nuevo la Virgen. El rostro de Bernardita se transfiguró. Esta tiró el agua bendita y dijo: "Si vienes de parte de Dios, acércate a nosotras." El agua bendita llegó hasta los pies de la Virgen y sonriendo con mas dulzura se acercó a Bernardita. Tomó el rosario y se persignó con el. Empezaron ambas a rezarlo.



Al atardecer ya toda la población comentaba las maravillas que ocurrían en la gruta de Lourdes, pero a los comentarios se unían las burlas, desprecios e insultos.



Tercera Aparición:



Los padres de Bernardita empezaron a creerle ya que ella jamás había mentido y se caracterizaba por su obediencia. Además los convenció la naturalidad con que ella exponía los eventos y sus mas pequeños pormenores.



El 18 de febrero, una señora y una religiosa deseaban acompañar a Bernardita a la gruta. Fueron con ella primero a la Santa Misa de las 5:30 a.m. y de allí se dirigieron a la gruta. Bernardita caminaba tan rápido que parecía como si una fuerza superior la empujase hacia allá.



Se arrodilló y empezó el rezo del rosario, lanzó un grito de jubilo al ver al fondo de la gruta a la Señora. Le preguntó si se podían quedar sus dos acompañantes y la Virgen dijo que sí. Ellas también se arrodillaron y se pusieron a rezar mientras encendían un cirio bendito.



Bernardita le pasó un papel a la Virgen pidiéndole que escribiera cualquier cosa que deseaba comunicarle.



La Virgen le dijo: "Lo que tengo que comunicarte no es necesario escribirlo, hazme únicamente el regalo de venir aquí durante quince días seguidos". Bernardita se lo prometió y la Virgen le respondió: "Yo también te prometo hacerte dichosa, no ciertamente en este mundo, sino en el otro."




La quincena milagrosa:



El rumor de las apariciones se esparció rápidamente y una gran multitud acudió a la gruta.



19 de febrero: Llegó Bernardita a la gruta acompañada de sus padres y un centenar de personas. A partir de este día, iba a todas las apariciones con una vela encendida.




20 de febrero: alrededor de 500 personas la acompañaban.




21 de febrero: Varios miles de personas llenaban todos los alrededores de la gruta. Hubo un momento en que la aparición parecía hacerse hacia atrás, y como hundirse en el interior de la roca. Para no perderla de vista, Bernardita fue acercándose de rodillas. Observó que la Virgen se había puesto triste. Le pregunto, ¿qué te pasa? ¿qué puedo hacer?



La Virgen respondió: "Rogad por los pecadores."



Bernardita era objeto de toda clase de burlas, persecuciones y ofensas. Incluso las autoridades civiles tomaron carta en el asunto. El comisario llegó a recogerla para hacerle un largo examen. Amenazó con llevarla a la cárcel si continuaba yendo a la gruta. Uno de los principales médicos de Lourdes se dedicó a estudiarla,observarla y examinarla. Este llegó a la conclusión que en Bernardita no había ningún signo de alucinación, histeria o escape de la realidad. Dijo así: "Aquí hay un hecho extraordinario, totalmente desconocido a la ciencia y a la medicina."



Sin embargo, las persecuciones no terminaron; la policía continuó tratándola indignamente. El Párroco de Lourdes la defendió enérgicamente. En todo esto Bernardita se mantuvo firme pero con humildad, nunca tomando una posición defensiva, ni de ataque contra nadie.




22 de febrero: La Virgen no se le apareció. Todos se burlaban de Bernardita. Ella lloraba pensando que quizás había cometido alguna falta y que por eso la Virgen no se le había aparecido. Pero tenía la firme esperanza de volver a verla.



Una de las cosas que mas sorprendía a la gente era ver a una humilde y sencilla pastorcita, carente de adecuada educación, saludar con gracia y dignidad a la Virgen al concluir la aparición. Le preguntaron una vez: "Dime ¿quién te ha enseñado a hacer tan graciosos saludos?" "Nadie, contestó, no se como habré saludado, trato de hacerlo como lo hace la Visión y ella me saluda de este modo cuando se marcha."




23 de febrero: Primera vez que la Virgen formula una orden concreta. Ante 10 mil personas la Virgen le da a Bernardita un secreto que solo a ella le concierne y que no puede revelar a nadie. También le enseñó una oración que le hacía repetir, pero que no quiso que la diera a conocer.



La Virgen le dijo: "Y ahora, hija mía, ve a decir a los sacerdotes que aquí, en este lugar, debe levantarse un Santuario, y que a el debe venirse en procesión."



Bernardita se dirigió inmediatamente hacia la Iglesia a darle el mensaje al Párroco. El sacerdote le preguntó el nombre de la Señora, a lo cual Bernardita le respondió que no sabía.



Después de escucharla, el párroco le dijo: "Puedes comprender que yo no puedo bastarme de tu solo testimonio; di a esa gran Señora que se de a conocer; si es la Virgen, que lo manifieste mediante un gran milagro. ¿No dices que se te aparece encima de un rosal silvestre? Entonces dile de mi parte, que si quiere un Santuario, que haga florecer el rosal."




24 de febrero: Toda la gente quiso saber que pasaría con el encargo del Párroco y si la Virgen haría el milagro del rosal. Bernardita como siempre llegó a la gruta y se arrodilló, sin poner atención en absoluto a la gente que iba por curiosidad.



Bernardita le contó a la Virgen lo que el sacerdote le había pedido. La Virgen solo sonrió, sin decir una palabra. Después la mando a rogar por los pecadores y exclamo tres veces: "¡Penitencia, Penitencia, Penitencia!" Le hizo repetir estas palabras y Bernardita lo hacia mientras se arrastraba de rodillas hasta el fondo de la gruta. Ahí le reveló un secreto personal y después desapareció.



Bernardita por humildad no relató todo los detalles, pero los testigos contaron que también se le vio besar la tierra a intervalos, La Virgen le había dicho: "Rogaras por los pecadores... Besarás la tierra por la conversión de los pecadores." Como la Visión retrocedía, Bernardita la seguía de rodillas besando la tierra.Bernardita se volvió hacia los asistentes y les hacia señas de: "Ustedes también besen la tierra."



Desde entonces se le fue encomendada a Bernardita la penitencia por los pecadores. Un día la Virgen la mandó a subir y bajar varias veces la gruta de rodillas, la Virgen tenía la cara de tristeza.



"La Virgen me lo ha mandado por mi y por los demás" dijo ella.




25 de febrero: "Hija mía", le dijo en la Visión, "quiero confiarte solamente para ti el ultimo secreto; igualmente que los otros dos, no los revelaras a ninguna persona de este mundo"



Y ahora -le dijo la Virgen después de un momento de silencio- ve a beber y lavarte los pies a la fuente, y come de la hierba que hay allí.



Bernardita miro a su alrededor pues no miraba ninguna fuente. Ella pensó que la Virgen la mandaba al torrente y se dirigió hacia allá.



La Virgen la detuvo y le dijo: "No vayas allá, ve a la fuente que está aquí." Le señaló hacia el fondo de la gruta.



Bernardita subió y, cuando estuvo cerca de la roca, buscó con la vista la fuente no encontrándola, y queriendo obedecer, miró a la Virgen. A una nueva señal Bernardita se inclinó y escarbando la tierra con la mano, pudo hacer en ella un hueco. De repente se humedeció el fondo de aquella pequeña cavidad y viniendo de profundidades desconocidas a través de las rocas, apareció un agua que pronto llenó el hueco que podía contener un vaso de agua.



Mezclada con la tierra cenagosa, Bernardita la acerco tres veces a sus labios, no resolviéndose a beberla. Pero venciendo su natural repugnancia al agua sucia, bebió de la misma y se mojó también la cara. Todos empezaron a burlarse de ella y a decir que ahora si se había vuelto loca. Pero, ¡misteriosos designios de Dios! con su débil mano acababa Bernardita de abrir, sin saberlo, el manantial de las curaciones y de los milagros mas grandes que han conmovido la humanidad.



El agua milagrosa de Lourdes ha sido analizada por hábiles químicos: es un agua virgen, muy pura, un agua natural que carece de toda propiedad térmica. Además tiene la peculiaridad que ninguna bacteria sobrevive en ella.(Simboliza la Inmaculada Concepción, en cuyo ser nunca hubo mancha de pecado original ni personal.)




26 de febrero: El agua milagrosa obró el primer milagro. El buen párroco de Lourdes había pedido una señal, y en vez de la muy pequeña que había pedido, la Virgen acababa de darle una muy grande, y no solo a él, sino a toda la población.




El primer milagro de curación.



Había en Lourdes un pobre obrero de las canteras, llamado Bourriette, quien veinte años antes había tenido el ojo izquierdo horriblemente mutilado por la explosión de una mina. Era un hombre muy honrado y muy cristiano. Mandó a la hija a buscarle agua a la nueva fuente y se puso a orar, aunque estaba un poco sucia, se froto el ojo con ella. Comenzó a gritar de alegría. Las negras tinieblas habían desaparecido; no le quedaba mas que una ligera nubecilla, que fue desapareciendo al seguir lavándose. Los médicos habían dicho que el jamás se curaría. Al examinarlo de nuevo no quedo mas remedio que llamarle a lo sucedido por su nombre: milagro. Y lo mas grande era que el milagro había dejado las cicatrices y las lesiones profundas de la herida, pero había devuelto aun así la vista. Muchos milagros siguen sucediendo en Lourdes por lo que en el santuario hay siempre una multitud de enfermos.




La primera vela en la gruta de Lourdes.



Un día al final de la aparición, Bernardita se acerco a su tía que la acompañaba y le dijo: ¿Quieres darme una vela y permitirme dejarla en la gruta? Entonces se dirigió hasta el fondo de la gruta y allí la dejo encendida, apoyándola en la roca.



Esta vela quizás en un momento fue la única; ahora son millones las que arden constantemente ante la imagen de la Virgen. La vela encendida es un hermoso símbolo: la cera blanca y virgen de la que esta formada, siempre ha representado la humanidad que Cristo tomó de María, y que unida a la Divinidad es la luz del mundo. Como la cera de la vela, esta humanidad sagrada se consumirá delante de Dios en adoración, suplicas y acción de gracias. La luz de la vela, resplandeciente y radiante, simboliza la Divinidad del Hijo de María. La vela encendida representa igualmente al cristiano, que iluminado por la fe debe consumirse delante de Dios como víctima de penitencia y amor.



El 2 de marzo, Bernardita fue de nuevo a ver al párroco de Lourdes, recordándole la petición de la Virgen de levantar un Santuario en el lugar de las apariciones. El párroco le contesto que era obra del Obispo quien ya estaba enterado de la petición y sería el encargado de poner por obra el deseo celestial de la Visión.



Ultimo día, 4 de marzo, siguiendo su costumbre, Bernardita, antes de dirigirse a la gruta, asistió a la Santa Misa. Al final de la aparición, tuvo una gran tristeza, la tristeza de la separación. ¿Volvería a ver a la Virgen?



La Virgen siempre generosa, no quiso que terminara el día sin una manifestación de su bondad: un gran milagro, un milagro maternal, coronación de la quincena de apariciones. milagro: un niño de dos años estaba ya agonizando, se llamaba Justino. Desde que nació tuvo una fiebre que iba poco a poco desmoronando su vida. Sus padres, ese día, lo creían muerto. La Madre en su desesperación lo tomó y lo llevó a la fuente. El niño no daba señales de vida. La madre lo metió 15 minutos en el agua que estaba muy fría. Al llegar a la casa, notó que se oía con normalidad la respiración del niño. Al día siguiente, Justino se despertó con tez fresca y viva, sus ojos llenos de vida, pidiendo comida y sus piernas fortalecidas. Este hecho conmocionó a toda la comarca y pronto a toda Francia y Europa; tres médicos de gran fama certificaron el milagro, llamándolo de primer orden.



Entonces el gobernador de Tarbes, ciudad a la que pertenecía Lourdes, reunió a todos los alcaldes de la zona para dar instrucciones precisas de prohibir de inmediato la asistencia a la gruta de todo ciudadano. Todo fue en vano, cada día acudían mas peregrinos de todas partes.



No obstante las persecuciones, las burlas y las injurias, Bernardita continuaba visitando la Gruta. Iba a rezar el Rosario con los peregrinos. Pero la dulce visión no aparecía. Ella ya estaba resignada a no volver a ver a la Virgen.



El 25 de Marzo, día de la Anunciación, Bernardita se sintió fuertemente movida a ir a la Gruta; muy contenta obedeció ese llamado en su corazón, y se fue inmediatamente hacia la Gruta.



Como era una fecha solemne, los peregrinos tenían la esperanza de que la Virgen se aparecería y cuando llego Bernardita se asombró de la cantidad de personas que encontró. Fue este día 25, en la historia de las apariciones, un día de gloria. Bernardita volvió a preguntarle a la Señora: "quieres tener la bondad de decirme quien eres y cual es tu nombre?" (la visión resplandecía mas que nunca; sonriendo siempre, y siendo su sonrisa la única respuesta.)



Bernardita insistió... "¿quieres decirme quien eres? te lo suplico Señora Mía."



Entonces la Señora apartó su vista de Bernardita, separó sus manos, hizo deslizar en su brazo el rosario que tenía en sus dedos, levanto a un mismo tiempo sus manos y su cabeza radiante, en tanto que sus manos se juntaron delante del pecho, su cabeza se afirmo y, mas resplandeciente que la luz del sol, dirigida la vista al cielo dijo: "YO SOY LA INMACULADA CONCEPCIÓN", y así desapareció, dejando en Bernardita esta imagen y ese nombre.



Bernardita, oía por primera vez esas palabras. Mientras se dirigía a la casa parroquial, para contarle al párroco (ya que este le había dado el encargo de preguntar a la visión como se llamaba), iba ella por todo el camino repitiendo "Inmaculada Concepción", esas palabras tan misteriosas y difíciles para una niña analfabeta.



Cuando el párroco oyó el relato de Bernardita, quedó asombrado. ¿Como podía una niña sin ninguna instrucción religiosa saber el dogma que solo unos cuatro años antes había la Iglesia promulgado? En 1854, el Papa Pío IX había definido el dogma de la Inmaculada Concepción.



El sacerdote comprobó que Bernardita no se había engañado, era ella, la Virgen Santísima, la soberana Madre de Dios quien se le aparecía en la Gruta.



5 de Abril: El día lunes de Pascua, volvió a la gruta, rodeada de una verdadera multitud de personas que oraban con ella. Bernardita arrodillada como era de costumbre habitual, tenia en la mano izquierda la vela encendida que le acompañaba en todas las ocasiones y la apoyaba en el suelo. Absorta en la contemplación de la Reina de los cielos, y mas sabiendo ahora con seguridad que era la Virgen Santísima, levanto sus manos y las dejo caer un poco, sin percatarse que las tenia sobre el extremo de la vela encendida; entonces la llama comenzó a pasar entre sus dedos y a elevarse por encima de ellos, oscilando de un lado para el otro, según fuera el leve soplo del viento.



Los que estaban ahí gritaban: "se quema." Pero ella permanecía inmóvil. Un médico que estaba cerca de Bernardita sacó el reloj y comprobó que por mas de un cuarto de hora la mano estuvo en medio de la llama, sin hacer ella ningún movimiento. Todos gritaban ¡milagro! El medico comprobó que la mano de Bernardita estaba ilesa.



Después que terminó la aparición: uno de los espectadores aproximó a la mano de Bernardita la llama de la misma vela encendida, y ella exclamó: "¿Oh que quiere usted, quemarme?"




Última aparición:



Fue el día 16 de Julio, día de la Virgen del Carmen. Bernardita se siente de nuevo movida a ir a la gruta, que esta cercada, vigilada y prohibida. Va acompañado de una tía y unas vecinas. Bajan por praderas contiguas a la gruta. Se arrodillaron lo mas cerca posible de la gruta pero sin poder llegar a ella. Bernardita recibe la ultima visita de la Virgen y diría: "Nunca se había aparecido tan gloriosa."



Bernardita había cumplido su misión, con gran amor y valentía ante todos los sufrimientos que tuvo que sobrellevar y ante todos los obstáculos que el Enemigo puso en su camino. Su confesor dijo repetidamente: "La mejor prueba de las apariciones es Bernardita misma, su vida."




Resumen del mensaje de la Virgen de la Mensaje de la Virgen de Lourdes.



El Mensaje que la Santísima Virgen dio en Lourdes, Francia, en 1858, puede resumirse así:



1-Es un agradecimiento del cielo por la definición del dogma de la Inmaculada Concepción, que se había declarado cuatro años antes (1854), al mismo tiempo que así se presenta Ella misma como Madre y modelo de pureza para el mundo que esta necesitado de esta virtud.


2-Es una exaltación a las virtudes de la pobreza y humildad aceptadas cristianamente, al escoger a Bernardita como instrumento de su mensaje.


3-Un mensaje importantísimo en Lourdes es el de la Cruz. La Santísima Virgen le repite que lo importante es ser feliz en la otra vida, aunque para ello sea preciso aceptar la cruz.


4-Importancia de la oración, del rosario, de la penitencia y humildad (besando el suelo como señal de ello); también, un mensaje de misericordia infinita para los pecadores y del cuidado de los enfermos.



Algunos puntos de reflexión sobre los signos visibles de la primera aparición:



En ellos hay una gran enseñanza espiritual:



1-Rodeada de luz: es el símbolo de la luz de la fe, a la cual nos abrimos por el Bautismo. La fe es la luz de la vida con que debemos brillar ante el mundo. Debemos hacer resplandecer la fe por la santidad de nuestras vidas.


2-La luz era tranquila y profunda: en la fe cristiana hallaremos el reposo para nuestra alma.


3-De belleza incomparable, no hay nada igual aquí en la tierra: trabajar intensamente por adquirir la verdadera belleza que es la del alma, a fin de que Dios pueda contemplarnos con agrado.


4-Ropaje tan blanco, tan puro, tan delicado que jamas tela alguna pudo imitar: de que pureza tan perfecta y delicada ha de estar revestida delante de Dios, nuestra alma; ya que el pecado mancha nuestro blanco ropaje.


5-Pies desnudos, brillando sobre cada uno de ellos una rosa luminosa: Los pies desnudos nos predican la pobreza evangélica, esta bella y sublime virtud a la cual Jesús ha prometido el mismo Reino de los Cielos. Las rosas luminosas: Jesús nos envía a difundir por todas partes el buen olor de Cristo, el divino perfume del Evangelio.
6-Las manos siempre juntas, con el santo rosario: en ferviente oración, orando siempre y sin interrupción. La oración nuestro alimento constante, la respiración del alma, pues todas las virtudes solo nacen en un alma que ora.



¡Nuestra Señora de Lourdes: Ruega por nosotros!




La piedad de Bernardette vence las pruebas.



Dos virtudes resaltaban en Bernardette: la piedad y la modestia. Para ser piadoso no es necesario ser sabio. Aún cuando se hizo religiosa, ella misma decía que no sabía como orar y sin embargo pasaba largas horas en oración. Y su oración no era mecánica, sino que le hablaba a Dios y a la Virgen como se habla con una persona cara a cara. Era pues una oración del corazón, intensa, honesta y eficaz



Amaba la oración. Ella sabía muy bien como rezar el Santo Rosario el cual siempre llevaba en su bolsillo. Lo tenía en sus manos cuando se le apareció la Virgen. Su primer gesto en momentos de cualquier prueba o dificultad era siempre tomar su rosario y empezar a recitarlo.



La pequeña escogida por la Virgen tendría mucho que sufrir hasta el día de su muerte, tanto sufrimientos morales como físicos; pero nunca debemos olvidar que Dios guía a esta pequeña niña y que ella responde con humildad, abandono, fe y coraje. Bernardette poseía además virtudes que serían criticadas durante toda su vida como "defectos." Por este error de la gente se puso en duda también la autenticidad de las apariciones.



Esta niña de solo 14 años (cumplidos en Enero 7 1858), tuvo que ser sabia, firme, extraordinariamente valiente y saber discernir, para poder enfrentarse con las personas que trataban de disuadirla, entre ellas sacerdotes, obispos, jefes de la policía, procuradores, etc.



Para tener una idea de la fortaleza interior y la capacidad de su juicio, podemos ver algunas de las frases que dijo durante los interrogatorios a los que tuvo que someterse. Después de que el Procurador Imperial, el señor Dutor, hizo quedarse de pie por mucho tiempo a Bernardette y a su mamá, al fin les dijo condescendientemente:



-"Ahí hay sillas. Pueden sentarse"



Bernardette respondió: "No. Pudiéramos ensuciárselas."



En otra ocasión, cuando le preguntaron sobre el idioma en que le habló la Virgen, Bernardette dijo:



-"Ella me habló en dialecto."



-"La Virgen María no pudo haber hablado en dialecto", le respondieron, "Dios y la Virgen no hablan dialecto."



A lo que ella respondió: "¿Cómo podemos saber nosotros dialecto si ellos no lo hablan?"



-"Oh, ¿por qué piensa que me habló en Francés? ¿puedo yo hablar en Francés?"



En la doceava aparición Bernardette le acercó un rosario a la Virgen. Un sacerdote le preguntó después de la aparición: ¿Así que ahora también bendices rosarios?



Bernardette se rió y dijo: "Yo no uso una estola ¿o sí?"



Otro le preguntó: "Así que Bernardette, ahora que la Virgen te ha prometido que irás al cielo, no necesitas preocuparte del cuidado de tu alma".



Bernardette: "Pero Padre, yo solo iré al cielo si me porto correctamente."



Sus interrogatorios serían de largas horas, algunas veces días enteros; y sus interrogadores trataban de engañarla para que contradijera sus declaraciones. Pero ella se mantenía alerta, en guardia, sabiendo que ellos no querían la verdad, sino probar que lo había inventado todo.



Bernardette tuvo que enfrentarse frecuentemente con el párroco de Lourdes, Abbé Peyramale, quién tenía fama por su mal genio. Sin embargo todas las veces que nuestra santa fue a verlo, a pesar del temor que sentía, nunca se echó atrás, sino que siempre vencía su natural miedo. Su voluntad de cumplir con lo que la Virgen le había encargado podía mucho más que el mal genio del sacerdote.



Y así vemos como Bernardette cumple los deseos de la Virgen a pesar de grandes obstáculos y de sus propias flaquezas. Al final, en el último día de las apariciones, el 25 de marzo de 1858, la Virgen revela su identidad dándole a Bernardette la prueba que tanto pedía su párroco para creerle.



Las palabras de la Virgen, "Yo Soy la Inmaculada Concepción" fueron las que derrumbaron de una vez por todas el muro de la incredulidad en el corazón del párroco, quién se convirtió desde ese momento en su más grande defensor y apoyo, usando su mismo temperamento contra los que atacaban a la niña.



A diferencia de otras apariciones, como La Salette, Pointman, Fátima, Knock, Beuraing, exceptuando la Medalla Milagrosa; Bernardette era la única vidente. No tenía otros que corroborasen el testimonio y le sirviesen de apoyo. Su única fuente de fortaleza era la misma Virgen Santísima. Pero esta era suficiente para ella.



Llegaría un tiempo donde sus cualidades, su fuerza interior, su rapidez al contestar, todas usadas para defender las Apariciones de la Virgen, se usarían en su contra. Aquellos que la apoyaban sabían entender sus grandes virtudes, pero para los que la criticaban eran sus grandes defectos. A su fortaleza interna le llamaban terquedad; a su rapidez en responder le llamaban insolencia. Una vez en el Convento de San Gildard, en Nevers, cuando fue acusada de tener amor propio, ella dibujó un círculo y puso la marca del dedo en el centro del mismo y dijo:



"Que el que no tenga amor propio ponga su dedo aquí" (indicando la marca del centro.)



Las apariciones fueron para Bernardette un regalo inmerecido, un regalo que que en si mismo no la hizo santa. Era un regalo para ella y para el mundo. Ella, por su admirable correspondencia a la gracia, llegó a la santidad. Nosotros también podemos.



Hemos de tener claro que Santa Bernardita no fue canonizada por haber visto a la Virgen Santísima, sino por haber subido por la escalera de la santidad a través de enormes pruebas y cruces. Para ser santo no es necesario haber tenido grandes experiencias místicas. Es suficiente tener estas dos cosas: humildad y amor. Es en la asidua oración y en la vida de virtud que el amor se expresa a sí mismo.




Bernardette después de las apariciones.



La humilde jovencita escogida para tan gran misión, permaneció después de las apariciones como era antes, es decir la Virgen se encargo de conservarla sencilla, humilde y modesta. No le gustaban el bullicio ni la popularidad.



Pasaba como una mas, excepto por sus virtudes, por su inocencia, su candor y rectitud en su obrar. Hizo su primera comunión el mismo año 1858, el 3 de junio, día de Corpus Christi. Nada espectacular sucedió excepto que ella había piadosamente recibido a Jesús.



Dios seguía visitándola, no con brillantes apariciones, sino por la prueba amarga de los sufrimientos: de la incomprensión, burla, casi siempre estaba enferma, soportaba dolores de toda clase, recogida y resignada con paciencia. Sufría de asma crónica, tuberculosis, vómitos de sangre, aneurisma, gastralgia, tumor de una rodilla, caries en los huesos, abscesos en los oídos que le ocasionaron sordera, que esta se le quito hasta un poco antes de su muerte.



La Virgen le dijo a Bernardette: "No te prometo hacerte feliz en este mundo, sino en el próximo." Y estas palabras de la Virgen se cumplieron plenamente en nuestra santa. Mucho tuvo que sufrir durante su vida hasta su muerte a los 35 años. La salud de Bernardette era muy delicada, muchas veces tenía que estar en cama con fiebre; tenía días bien críticos con ataques de asma que muchas veces eran bien dolorosos.



Muchos encontraban cura en la fuente de Lourdes, pero no Bernardette. Un día le preguntaron: "¿No tomas del agua de la fuente? Estas aguas han curado a otros, ¿por qué no a ti? Esta pregunta insidiosa pudo haberse convertido en una tentación para Bernardette en no creer en la aparición, pero ella no se turbó. Le respondió:



"La Virgen Santísima quizás desea que yo sufra. Lo necesito."



¿Porqué tú más que otros?



-"El buen Dios solo lo sabe."



¿regresas algunas veces a la gruta?



-"Cuando el Párroco me lo permite."



¿Porqué no te lo permite todo el tiempo?



-"Porque todos me seguirían."



Antes habías ido aún cuando se te había prohibido



- "Eso fue porque fui presionada."



La Virgen Santísima te dijo que serías feliz en el otro mundo, así que estas segura de ir al cielo.



-"Oh no, eso será solo si obro bien."



¿Y no te dijo Ella que hacer para ir al cielo?



-"Nosotros lo sabemos muy bien; no es necesario que yo lo diga."




Últimos años en Lourdes.



Bernardette no podía recibir en su casa el cuidado que ella necesitaba para su frágil salud y el gran número de visitantes curiosos le causaban fatiga. Viendo esta necesidad, Abbé Peyramale pidió a la Superiora del Hospicio de Lourdes que acogiera a la niña. Le dijo:

"Es con ustedes que la niña debe estar. Ustedes pueden darle el cuidado que ella necesita en todos los aspectos."



En el año 1860, las Hermanas de la Caridad de Nevers, que servían el hospital y la escuela, le ofrecieron un asilo titular. Desde aquel día permaneció bajo su techo, con su salud delicada, pero con su consigna de siempre: no llamar la atención de nadie. Aún cuando sus padres ya se habían mudado de la cárcel y vivían en un molino, le dieron permiso sin dificultades de permanecer con las hermanas. Su madre lloró por su partida pero sabía que era por el bienestar de la niña.

En el hospicio Bernardette fue asignada bajo el cuidado de la Hermana Elizabeth, quien le debía enseñar a leer y escribir mejor. Bernardette tenía 16 años, era julio de 1860. La superiora le dijo a la Hna. Elizabeth: "se dice que ella no es muy inteligente, mira a ver si es posible hacer algo con ella."



La Hna. Elizabeth al entrar en contacto con Bernardette diría: "Encuentro en ella una inteligencia muy viva, un candor perfecto y un corazón exquisito." Ella diría a la madre superiora: "Mi querida Madre, la han engañado. Bernardette es muy inteligente y asimila muy bien la doctrina que se le da."

Sin ser brillante, Bernardette adquirió gran cantidad de conocimiento elemental. En su tiempo en el hospicio, permaneció siendo una niña de su edad. Era recta, sincera, piadosa pero traviesa, muy vivaz, a quien le encantaba reír, jugar y bromear. Muchas veces la ponían a cuidar niños más pequeños, como era la costumbre en las escuelas elementales y Bernardette se mostraba tan joven y juguetona como la más pequeña niña.

Uno de los niños diría mas tarde:

"Bernardette era tan simple. Cuando le pedían que nos cuidara, lo hacía de una manera tal, que parecía otra niña jugando con nosotros, que no nos hacía pensar tanto en su aventura milagrosa. Criados con este pensamiento de que nuestra compañera había visto a la Virgen, lo considerábamos tan natural como un niño de hoy día que ha visto al presidente de la república."



Bernardette era completamente natural en su comportamiento diario, sin embargo era muy seria tocante a su vida Cristiana.

Al crecer, Bernardette tuvo como toda joven, sus momentos de vanidad, queriendo estar arreglada y lucir bien. Pero todas estas vanidades pasaron por ella rápidamente y sin dejar ningún rastro en su corazón.

Decía la Hna. Victorina: "La fiebre pasó rápidamente y no dañó su profunda piedad."



La comunidad contaba con las oraciones de Bernardette. Un día una religiosa, la Madre Alejandrina, sufrió una torcedura y el médico le mandó a tener reposo. Pero ella era muy activa y le pidió a Bernardette que le pidiera a la Virgen que la curara. Bernardette inmediatamente fue a rezar ante la estatua de la Virgen en la capilla. Oró con todo su corazón. ¿Qué pasó? No sabemos nada más que al otro día el doctor encontró a la Madre Alejandrina ocupada en su trabajo, como si nada hubiese pasado.




La vocación religiosa.



La Virgen Santísima le dio una gracia especial al llamarla a la vida religiosa. Parece que nunca Bernardette consideró en serio el matrimonio. A los 19 o 20 años, en 1863, la vocación de ser religiosa se le presentó claramente. Había considerado vagamente ser carmelita, pero no fue difícil hacerle comprender que su salud era muy delicada para enfrentar los rigores del Carmelo.

Fue el Obispo Forcade de Nevers, que tenía en su diócesis la Casa Madre de las Hermanas de la Caridad del hospicio y la escuela de Lourdes, quien contribuyó definitivamente en su orientación. El le preguntó cuáles eran sus intenciones para el futuro y ella le respondió:

"Señor Obispo, todo lo que pido es quedarme en esta casa como una sierva."

Pero hija mía, ¿no has pensado en llegar a ser una religiosa como las hermanas a las que tan apegada estás?

"Oh, Señor Obispo, nunca he creído que esto pudiese ser para una ignorante y pobre niña como yo. Usted sabe bien que soy pobre y no tendría la dote necesaria."

No es la pobreza lo que debe detenerte. Se puede hacer una excepción a la regla y recibir a una joven sin dote, si ella tiene signos claros de vocación."

"Señor Obispo, sus palabras me han tocado profundamente, le prometo que pensaré en ellas."

Bernardette comprendía que una decisión como esta no se hace sin consideración y reflexión. El Obispo estaba muy complacido con su prudencia y le recomendó que se tomara su tiempo e hiciera su decisión con completa libertad y sin apresuramiento.

En Agosto de 1864, Bernardette dijo a la Madre Superiora del Hospicio:

"Madre mía, he orado mucho para saber si estoy llamada a la vida religiosa. Creo que la respuesta es "sí".

Yo quisiera entrar en su congregación si soy aceptada. Permítame pedirle que le escriba al Obispo."

En respuesta la superiora abrazó a Bernardette y sus lágrimas de gozo fueron su afectuosa respuesta.

Habiendo hecho su elección, más ataques de enfermedad y la necesidad de tratar varios remedios retardaron la puesta en práctica de su promesa.

En 1866 escribió: "Estoy mas presionada que nunca a dejar el mundo. Ahora he decidido definitivamente y espero dejarlo pronto."

Por fin llegó el gran día a comienzos de Julio de 1866, tenía 22 años de edad. Por última vez fue a la amada gruta donde su despedida fue de todo corazón. "¿Ven la gruta?, era mi cielo en la tierra."

Al día siguiente se despidió de su familia y en Julio 4 1866, Bernardette dejó su pueblo natal para nunca más volver.

Antes de partir improvisa una oración tomando como pauta el Magnificat: acción de gracias por la pobreza de su esclava. Se dirige directamente a María: "Sí, Madre querida, tú te has abajado hasta la tierra para aparecerte a una débil niña. Tú, reina del cielo y la tierra, has querido servirte de lo que había de mas humilde según el mundo."




La religiosa, la santa:

Se va para comenzar su noviciado.

Llegaron al convento de las Hermanas de la Caridad de Nevers, el 7 de julio de 1866 en la noche. El domingo Bernardette tuvo un ataque de nostalgia que le llevó a estar llorando todo el día. La animaban diciéndole que este era un buen signo ya que su vida religiosa debía empezar con sacrificio. En los anales de la Casa Madre se lee:

"Bernardette es en realidad todo lo que de ella hemos oído, humilde en su triunfo sobrenatural; simple y modesta a pesar de que todo se le ha unido para elevarla. Ella ríe y es dulcemente feliz aunque la enfermedad se la está comiendo. Este es el sello de la santidad, sufrimiento unido a gozo celestial."



HERMANA MARÍA BERNARDA (MARIE BERNARD):

Ni la superiora, la hermana Josefina Imbert, ni la maestra de novicias Madre María Teresa Vausou, entendían el tesoro que se les había confiado. Sí, admitían que la Virgen se le apareció, pero la veían tan "ordinaria", que tenían dificultad en ver santidad en ella. Su idea de santidad aparentemente era diferente a la de la Iglesia.

En el proceso diocesano de Beatificación, el Reverendo P. Peach, profesor de teología dogmática en el seminario de Moulins, les dijo a sus estudiantes:

"El testimonio llegó a esto, que Bernardette era muy ordinaria. Pero cuando se les preguntó si ella era fiel a las reglas, si tenía que ser corregida por desobediencia o en referencia a la pobreza y castidad, todas se apresuraron a decir: "Oh no, nada de eso."

¿Por qué sus superioras la juzgaban tan mal? sólo se puede encontrar respuesta en que era parte de la Providencia Divina para la santificación de Bernardette.

De manera particular la Maestra de Novicias, Madre María Teresa Vauzou, quién fue la causante de muchos sufrimientos espirituales de Bernardette durante los 13 años que vivió en el convento. La Madre María, quien era estimada por su ojo agudo y su penetración psicológica, nunca fue capaz de leer en esta alma límpida su íntima unión con Dios, ni tampoco su total abandono a los deseos de su divina voluntad, la cual formaba su vida interior.



Bernardette, sin haber estudiado sobre las formas de oración, pasaba horas en ella, recitando su rosario con gran fervor. Vivía en unión perpetua con la Virgen Santísima y a través de Ella con Jesucristo.

"Bernardette estaba totalmente perdida en Dios."

Al recibir el hábito de postulante, recibió su nombre de religiosa el cual sería su mismo nombre bautismal, Sor María Bernarda.



Profesión anticipada:



Tres semanas después de haber recibido el hábito, Bernardette enfermó de gravedad con un nuevo ataque de tuberculosis y tuvo que ser puesta en la enfermería.

Esta crisis de sofocación asmática y de tos fue tan seria que el médico pensaba que su muerte era inminente.

La Madre Superiora llamó al Obispo y este le administró el Sacramento de Extrema Unción, pero ella no pudo recibir el Viático porque constantemente estaba vomitando sangre. Pensando que Bernardette estaba a punto de morir, la Madre Superiora quiso darle el consuelo de pronunciar sus votos. Habló con el Obispo, y la comunidad dio su aprobación unánime.

Sabiendo lo que iban a hacer, Bernardette respondió con una sonrisa de agradecimiento. Fue el Obispo Forcade quien presidió la ceremonia. Bernardette dio su consentimiento por medio de signos ya que no podía hablar. Entonces le fue dado el velo de profesa. Se pensaba que estaba a punto de morir, pero Bernardette siempre ponía su salud en las manos de la Virgen.



La nueva religiosa se durmió y se despertó a la mañana siguiente en un estado de felicidad que ella declaró a su Superiora: "Mi Reverenda Madre, usted me hizo hacer la profesión religiosa porque pensaba que iba a morir. Bueno, mire no voy a morir."

La Madre Superiora entonces le respondió: "Tonta, tú sabías que no ibas a morir y no nos lo dijiste. En este caso, si no has muerto para mañana en la mañana, te quitaré el velo."

Y la hermana María Bernarda, con admirable sumisión heroica, le respondió simplemente:

"Como usted desee, reverenda Madre." Y a pesar del dolor que esto le causaba, supo aceptar este cáliz que el Señor le enviaba.

Su madre murió en Diciembre 8, 1866, tenía 45 años y esta fue una de las tristezas más grandes que experimentó. En medio de su dolor dijo al Señor:

"¡Mi Dios, tú lo has querido! Yo acepto el cáliz que me das. Que tu Nombre sea bendito."



Durante su noviciado, Bernardette fue tratada más severamente y quizás más cruelmente que las otras novicias. Sus compañeras decían: "No es bueno ser Bernardette." Pero ella lo aceptaba todo y veía en ello la mano de Dios.

Bernardette profesó el 30 de octubre de 1867 con el nombre de Sor María Bernarda. Tenía 23 años. Sin embargo, la felicidad de ese momento fue teñida por una ruda humillación.

Cuando llegó el momento de distribuir a las nuevas profesas los trabajos, la Madre Superiora respondió a la pregunta del Obispo: "¿Y la hermana Marie Bernard? "Oh, Señor Obispo, no sabemos que hacer. Ella no es buena para nada" Y prosiguió: "Si desea, Señor Obispo, podemos tratar de usarla ayudando en la enfermería." A lo cual el Obispo consintió. La hermana Marie Bernard recibió el dolor de esta humillación en su corazón, pero no protestó, ni lloró, simplemente aceptó el cáliz.

Otro cáliz que pronto tomaría fue la muerte de su padre en 1871, 6 años después que su mamá. Supo de la muerte de su papá, a quien no había visto mas desde que dejó Lourdes, pero sabía que había muerto en la fe.

Una hermana la encontró llorando a los pies de la estatua de la Virgen y cuando la hermana la iba a consolar ella le dijo:

"Mi hermana, siempre ten una gran devoción a la agonía de nuestro Salvador. El Sábado en la tarde le oré a Jesús en agonía por todos aquellos que morirían en ese momento, y fue precisamente en el mismo momento en que mi padre entró a la eternidad. Que consuelo para mí el quizás haberle ayudado."



Muchas tribulaciones tuvo que pasar; humillaciones, grandes y pequeñas se apilaban sobre ella y ella decía:

"Cuando la emoción es demasiado fuerte, recuerdo las palabras de nuestro Señor. Soy Yo, no tengan miedo." El rechazo y humillaciones de mis Superioras y compañeras inmediatamente agradezco a nuestro Señor por esta gran gracia. Es el amor de este Buen Maestro el que hará desaparecer el árbol del orgullo en sus malas raíces. Mientras más pequeña me hago, más crezco en el Corazón de Jesús."



A Bernardette se le concedió un gran regalo al comienzo de 1874. Había sido asistente de enfermería, un trabajo que amaba mucho, pero sus fuerzas se diminuían.

Después de un ataque de bronquitis en el otoño de 1873, por el cual tuvo que ir al hospital, se determinó que estaba muy débil para seguir ayudando en la enfermería y se le dio el trabajo de menos esfuerzo físico en el Convento, el cual era al mismo tiempo el más importante, y el cual ella amó mucho más que el de ayudante de enfermería; la nombraron asistente de sacristán.

Su nueva posición le daba la oportunidad de pasar mucho tiempo en la capilla, cerca del Santísimo Sacramento. Estaba casi sin supervisión, lo que le permitía hablarle al Señor en el Tabernáculo, sin que nadie pensara que ella era extraña.

Manejaba todos los artículos sagrados con gran reverencia. El corporal, los purificadores y las albas los trataba consciente que Jesús Encarnado los había tocado durante el Sacrificio de la Eucaristía. Por eso no permitía que nadie le ayudase en este ministerio.

Pero este regalo no duró por mucho tiempo ya que su salud constantemente empeoraba. A partir de 1877 no es más que una inválida. Se le provee cuidado lo más posible y ella obedece todas las prescripciones.

Pronunció sus votos perpetuos el 22 de septiembre de 1878, en un tiempo en que se sentía mejor. Pero no duró mucho. Al siguiente 11 de diciembre, retornó a la enfermería, para nunca más salir.

Sus últimos meses fueron muy difíciles, haciéndole pasar por la noche oscura del alma. Perdió confianza, la paz del corazón y la certeza del cielo. Fue tentada al desánimo y desesperación. Pensaba que era indigna de la salvación. Este fue su cáliz más amargo y su sufrimiento mayor.

También sufría mucho físicamente. La cama le causó tener la espalda repleta de llagas. Su pierna tuberculosa se le reventó. Desarrolló abscesos en los oídos, los que la hicieron prácticamente sorda por un tiempo. Si no hubieran sido tan evidentes sus síntomas, nadie se hubiese sospechado que estaba enferma. Su actitud tan serena y gozosa no manifestaba el profundo sufrimiento que padecía. No perdió su fortaleza y su aceptación.

A una hermana le dijo que iba a orar para que el Señor le mandara consolación, ella le respondió:

"No, no, no consolación, sólo fortaleza y paciencia."



Bernardette padeció su pasión durante la Semana Santa de 1879. El día 16 de Abril de 1879 rogó a las religiosas que la asistían que rezaran el rosario, siguiéndolo ella con gran fervor. Al acabar un Ave María, sonrió como si se encontrara de nuevo con la Virgen de la Gruta y murió. Eran las 3:15 PM.

Sus últimas palabras fueron la conclusión del Ave María: "Santa María, Madre de Dios, ruega por mí pobre pecadora... pecadora..."

Su cuerpo fue puesto en la pequeña Capilla Gótica, situada en el centro del jardín del Convento y la que estaba dedicada a San José. Fue en esta Capilla en la que, después de 30 años, en Septiembre 22, 1909, reconocieron el cuerpo, en vista al proceso de Beatificación diocesano. El cuerpo fue hallado en perfecto estado de preservación. Su piel dura, pero intacta, mantuvo su color.

Hubo un segundo reconocimiento en Abril 18, 1925, poco antes de su Beatificación el 12 de Junio de 1925.

Bernardette fue Canonizada el 8 de Diciembre de 1933. Y celebramos su fiesta el día en que partió a la casa del Padre, el 16 de Abril.

Lourdes se ha convertido en el santuario Mariano mas visitado de Europa y el segundo en el mundo, después del Santuario de la Virgen de Guadalupe en México. Infinidad de enfermos han sido sanados en las aguas milagrosas de Lourdes, pero el mayor milagro siguen siendo las muchísimas conversiones del corazón.

Santa Bernardette todavía se puede observar incorrupta en su capilla en Nevers, dentro de un féretro de cristal donde parece estar dormida. Su dulzura y paz aun toca los corazones.



¡Santa Bernardette, ruega por nosotros!




Las apariciones de la Virgen de Lourdes y la Iglesia:



El 18 de Enero 1862, el obispo firmó la pastoral aprobando las apariciones. Su carácter sobrenatural y la vida tan auténtica de la vidente.



1874: el Papa Pío IX concedió al santuario el titulo de Basílica.



1876: corono solemnemente la estatua de la Virgen.



León XIII: aprobó el oficio y misa de Lourdes.



Pío X llamo a Lourdes: "sede del poder y de la misericordia de María, donde tuvieron lugar maravillosas apariciones de la Virgen."



1907: este mismo Papa extendió la celebración de la fiesta de Nuestra Señora de Lourdes a toda la Iglesia universal.



Pío XI: afirmo: "Lourdes, donde la Virgen se apareció varias veces a la bienaventurada Bernardita, donde exhorto a todos los hombres a la penitencia."



Elevó al honor de los altares a Santa Bernardita Soubirous el 8 de Dic 1933.


Pío XII: escribió la encíclica "La peregrinación a Lourdes", el más completo de todos los documentos sobre Lourdes.



Juan XXIII: en la clausura del centenario de las apariciones de Lourdes, recordaba lo siguiente: "La Iglesia, por la voz de sus Papas, no cesa de recomendar a los católicos que presten atención al mensaje de Lourdes."



San Juan Pablo II fue el primer Papa que peregrinó a Lourdes, en el año de 1983, con motivo del 125 aniversario de las apariciones. Allí ofició la Santa Misa el día 15 de Agosto, afirmando dos veces: "Venimos en peregrinación a Lourdes, donde María dijo a Bernardita: "Yo soy la Inmaculada Concepción" y añadió: "Aquí habló con una simple muchachda de Lourdes, rezó con ella el rosario, le dio varios mensajes, y concluyó el Papa diciendo: "la Virgen viene a salvar a los pecadores".

Finalmente, el Papa Benedicto XVI peregrinó en 2008 a Lourdes por el 150 aniversario de las apariciones marianas.

"Aquí, muy cerca de la gruta, y en comunión especial con todos los peregrinos presentes en los santuarios marianos y con todos los enfermos de cuerpo o alma que buscan consuelo, bendecimos al Señor por la presencia de María en medio de su pueblo y a Ella dirigimos con fe nuestra oración:

"Santa María, tú que te apareciste aquí, hace ciento cincuenta años, a la joven Bernadette, ‘tú eres la verdadera fuente de esperanza’ (Dante, Par., XXXIII,12)". (Ángelus en Lourdes por el 150 aniversario de las apariciones)

¿Cómo sé si lo que siento es verdadero amor?

El amor no es el arrebato ciego de los enamorados ni la idealización de los románticos


El amor no es el arrebato ciego de los enamorados ni la idealización de los románticos. El amor es el deseo de buscar ante todo el bien de la otra persona.

Es muy fácil confundir el amor con los sentimientos de agrado y fascinación que una persona nos despierta y terminar así haciendo promesas y entregas de amor cuando aún no estamos listos.

Afortunadamente, varias ciencias modernas como la psicología y hasta la bio-química han salido hoy al paso de los enamorados para ayudarles a clarificar sus sentimientos. Con base en esos datos podemos por eso decir, desde ya, que el amor a primera vista no existe. Toda relación de pareja, por tratarse del encuentro entre dos personas, pasa por distintas etapas hasta llegar, algunas veces, al amor.

Identificar en qué etapa de la relación vas con tu pareja te ayudará a saber también qué tipo de opción les conviene más y cómo pueden orientar su relación hacia la conquista del amor verdadero.

Las etapas del amor:

La relación de pareja pasa por distintas etapas que se pueden identificar como el enamoramiento o atracción, la etapa romántica o del “Te quiero” y finalmente “El amor”.

El enamoramiento:

Es la etapa rosa y apasionante en que una pareja se siente fuertemente atraída y fascinada por otra la otra persona. Estas sensaciones son tan fuertes y placenteras que muchas parejas creen que este es el amor.

Sin embargo, la atracción que une a los enamorados no es más que el efecto de unas sustancias llamadas feromonas que, además de alterar nuestros sentidos y hacernos sentir gran goce y pasión ante el más mínimo contacto con la otra persona, nos hace creer que con nadie podríamos ser tan felices.

Es decir, el agrado físico es tan fuerte que la mente también queda como enceguecida o fascinada. Por eso los enamorados no ven los defectos de su pareja e incluso dudan que pueda tenerlos. Todo parece perfecto.

A esta falta de objetividad se suma el hecho que, los enamorados, si no mienten sobre ellos mismos, por lo menos esconden sus errores y exageran sus virtudes pues desean conquistar a todo precio la persona que les proporciona tan gratas sensaciones.

En conclusión, el enamoramiento es una fase donde prima el placer pero donde se carece de realismo pues no sabemos aún cómo es realmente la otra persona. De hecho, durante el enamoramiento, lo que amamos del otro no es lo que él o ella es, sino lo que sus caricias, detalles y compañía me producen cuando me toca, me habla o me invita.

Estas sensaciones son además pasajeras pues el efecto de las feromonas dura máximo 3 años. Si durante este tiempo la pareja no se ha dado la oportunidad de dialogar mucho y esforzarse por conocer la realidad del otro, en vez de quedarse engolosinada en encuentros llenos de caricias pero con poco contenido, la relación se acaba. Si además se tienen relaciones sexuales durante esta etapa, el efecto enceguecedor de las feromonas se duplicará creando una sensación ficticia de intimidad.

El enamoramiento no es la etapa para la entrega que supone la vida sexual y matrimonial.

Etapa Romántica o del “Te-Quiero”

En la etapa romántica la pareja empieza a compartir más y por tanto a conocerse mejor. Al ir entrando en el mundo de la otra persona, de sus gustos, de sus ideas, de sus características, de sus habilidades, etc., empiezan a aparecer las cosas que realmente nos atraen de la persona, y no sólo de su cuerpo. Se empieza a disfrutar de lo que la persona es, y no únicamente de lo que esa persona causa en mí.

Algunas de las característica que descubrimos en la pareja son reales. Podemos ya ver algunos defectos,  pero también puede haber todavía mucha fantasía o idealización (amo los sueños que el otro despierta en mi). Por eso es importante recordar que apenas se está comenzando el conocimiento de la otra persona.

Junto a la pasión de las feromonas, en la etapa romántica aparece la ternura. Ésta busca llegar a lo profundo de la otra persona para halagarla o hacerla sentir bien.

Con todo, la etapa romántica no es todavía el amor. Aún no conozco a la otra persona como para saber si estaría ya dispuesto(a) a entregarle las  llaves de mi casa o la clave secreta de mi cuenta bancaria. Y si eso es así, entonces es signo de que aún no estamos listos para una entrega total como la que supone la sexualidad o el matrimonio.

El Amor:

El amor no es el arrebato ciego y apasionado de los enamorados. Tampoco es la idealización rosa de los románticos. El amor es la unión estrecha, la confianza profunda y el deseo de buscar en todo el bien de la otra persona. Este sentimiento surge cuando se conoce a la pareja y se es feliz con lo que se sabe ella. Entonces nace el impulso confiado de dar todo de sí y de recibir todo lo que el otro es, para formar un “nosotros".

En otras palabras, en el amor la confianza y la generosidad son los elementos claves y se relacionan mutuamente: porque confiamos, deseamos entregar generosamente toda nuestra vida. Pero no se puede llegar a la confianza sin el conocimiento mutuo.

Por eso podemos decir que el amor se compone de cuatro elementos:

Conocimiento:

Y conocerse significa al menos que:
•    Sé de dónde vienes y a dónde vas.
•    Sé cómo reaccionas cansado, con rabia, bajo estrés, cuando estás contento.
•    Sé gran parte de tus defectos y cualidades.
•    Sé tus valores y los comparto.
•    Aunque no eres perfecto(a).

Aceptación:

•    Admiro lo que eres.
•    Me gusta tu físico y tu manera de ser.
•    Entre todas las personas que pueden gustarme, te escojo a ti.
•    No espero que cambies para amarte. Aunque no cambies así te quiero.

Confianza:

•    Sé que en ningún momento quieres hacerme daño.
•    Puedo confiarte mi salud, mi dinero, mi futuro porque sé que deseas cuidar de mi.
•    Verte feliz me satisface.

•    Conozco tus aspiraciones y estoy dispuesto(a) a apoyarlas.
•    Ofrezco todo de mi para que buscar tu bien tanto material, sexual como emocional.
•    Estoy dispuesto (a) invertir todas mis energías en acompañarte, entenderte y servirte, aún cuando me implique renuncia y sacrificio.

Para quien es creyente es claro que no hay mejor definición de amor que la que Jesús nos dio: “No hay amor más grande que dar la vida por sus amigos” (Juan 15,13). Así, el amor deja de ser sólo un sentimiento y se convierte en la permanente acción de auto-donación o entrega por el bien del otro.

En una pareja no siempre los dos llegan juntos, o al mismo tiempo a desarrollar este tipo de amor. Si después de un periodo uno de los dos, o los dos, no avanzan hasta alcanzar este amor de entrega es porque no están listos para ser un matrimonio.

El amor debe ser alimentado permanentemente. Por eso, el hecho de que una pareja se case amándose, no implica que ya tiene su felicidad garantizada. Cada cual debe esforzarse por cuidar y avanzar en la entrega, la confianza, el mutuo conocimiento y la aceptación del otro.

Más sobre este tema en El compromiso y Qué estoy dispuesto a compartir. Lecturas Complementarias: M. Scott Peck, Nueva Psicología del Amor, MC Editorial, 1998.

El origen y la devoción de Lourdes

El germen del origen y la devoción de Lourdes se basa en una persona y unos hechos: Bernardita Soubirous y las apariciones de la Virgen.

En el siglo XIX Lourdes era una pequeña aldea de 4.000 habitantes en la que se mezclaban cualificados profesionales (abogados, médicos, notarios…) con oficios más humildes (obreros, canteros, artesanos, molineros…). Los molinos eran muy numerosos, ubicados dentro y fuera de la ciudad, al lado del río Gave.

En uno de estos molinos, en el Molino de Boly, nació Bernardita Soubirous el 7 de enero de 1844. Durante 10 años, ella y su familia residieron y trabajaron allí. A partir de 1854, una serie de acontecimientos van a poner a prueba la moral de la familia. El padre, Francisco, pierde un ojo en accidente de trabajo. Luego, será acusado de haber robado sacos de harina. Esto le costaría ocho días de cárcel. Más tarde, la sequía castiga a la región durante dos años. La falta continua de cosechas de trigo hace que los molinos se paren totalmente y el negocio acabe en la ruina.

Por aquellas fechas, una epidemia de cólera asola Lourdes, causando varios muertos y centenares de afectados, entre ellas Bernardita, que sufrirá las consecuencias del cólera y la tuberculosis durante toda su vida.

La familia Soubirous, sumida en la miseria, se ve obligada a abandonar el molino y trasladarse a una dependencia de una antigua cárcel (“le cachot” o calabozo).

En 1858, cuando Bernardita tenía 14 años, la Virgen se le apareció en 18 ocasiones. La primera fue el 11 de febrero. Bernardita y otras dos niñas fueron a recoger leña. De repente, en la gruta donde se encontraba, vio una luz con forma de una joven. La Aparición y Bernardita no intercambian palabra alguna, hacen la señal de la cruz. La segunda fue el 14 de febrero. La Señora le sonríe, pero sigue sin hablar. En la tercera, el 18 de febrero, Bernardita le pregunta su nombre. La Aparición no se lo dice de momento y le propone una cita diaria durante quince días. Del 19 al 23 de febrero tienen lugar las apariciones cuarta, quinta, sexta y séptima. La Señora y Bernardita se hablan, son citas de confidencias. Mientras, las autoridades acusan a la pequeña joven de perturbar el orden público y la amenazan con la cárcel. Del 24 de febrero al 1 de marzo se producen las siguientes apariciones, de la octava a la doceava. Es aquí donde Bernardita, guiada por la Señora, descubre en la gruta la fuente donde beber y lavarse. Al principio es agua fangosa, pero pronto sale clara y limpia. Del 2 al 4 de marzo se producen las tres siguientes, en donde la Señora le dice a Bernardita que vaya y diga a los sacerdotes que se construya una capilla para que la gente venga en procesión. El 25 de marzo se produce la decimosexta aparición, en la cual la Señora le revela su nombre, la Inmaculada Concepción. El 7 de abril es la decimoséptima aparición, en la que Bernardita recibe a la Virgen con una vela, la luz de Pascua. El 16 de julio tiene lugar la última aparición, la despedida. Bernardita ya sabe que esta es la última vez que va a ver a la Inmaculada Concepción.

Estos hechos dieron lugar a las primeras peregrinaciones y al posterior levantamiento de una capilla, que finalmente se convertiría en el actual santuario. La Gruta de las Apariciones y la Basílica de la Inmaculada Concepción constituyen el original santuario.

Posteriormente, se fueron añadiendo iglesias y edificios hasta completar lo que es hoy, pero siempre teniendo como referencia la Gruta y la basílica. Hoy en día, el Santuario de Lourdes es uno de los que más peregrinos y visitas recibe. Gentes de cualquier raza y lengua, de cualquier creencia y cultura acuden a la llamada del Mensaje de Lourdes.


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