El guía de ustedes es solamente Cristo

Macario de Jerusalén, Santo

Obispo, 10 de marzo


Martirologio Romano: Conmemoración de san Macario, obispo de Jerusalén, que con sus exhortaciones logró que los Santos Lugares fueran restaurados y enriquecidos con basílicas por el emperador Constantino el Grande y por su madre, santa Elena. († c.335)

Breve Biografía

La fecha en la que Macario fue consagrado Obispo se encuentra en la versión de San Jerónimo de las “Crónicas” de Eusebio.

Su muerte debe haber acaecido antes del Concilio de Tiro, en el año 335, en el que su sucesor, Máximo, fue aparentemente uno de los obispos participantes.

Macario fue uno de los obispos a quienes San Alejandro de Alejandría escribiera previniéndolos contra Arrio.

El vigor de su oposición a la nueva herejía se evidencia en la manera abusiva en la que Arrio se refiere a él en su carta a Eusebio de Nicomedia.

Asistió al Concilio de Nicea, y vale mencionar aquí dos conjeturas relacionadas con el papel que desempeñó en dicho concilio. La primera es que hubo un forcejeo entre él y su obispo metropolitano Eusebio de Cesarea, en cuanto a los derechos de sus respectivas sedes. El séptimo canon del concilio (“Debido a que la costumbre y la tradición antigua muestran que el obispo de Elia [Jerusalén] debe ser honrado y debe tener precedencia; sin que esto perjudique, sin embargo, la dignidad que corresponde al obispo de la Metrópolis”), por su vaguedad sugiere que fue el resultado de una prolongada batalla.

La segunda conjetura es que Macario, junto con Eustaquio de Antioquía, tuvo mucho que ver con la redacción del Credo adoptado finalmente por el Concilio de Nicea.

Para mayores datos sobre la base de esta conjetura (expresiones que aparecen en el Credo y que recuerdan las de Jerusalén y Antioquía) el lector puede consultar a Hort, "Two Dissertations", etc., 58 sqq.; Harnack, "Dogmengesch.", II (3a edición), 231; Kattenbusch, "Das Apost. Symbol." (Ver el índice del volumen II.).

De las conjeturas podemos pasar a la ficción. En la “Historia del Concilio de Nicea” atribuida a Gelasio de Cícico hay varias discusiones imaginarias entre los Padres del Concilio y los filósofos al servicio de Arrio.

En una de esas discusiones, en donde Macario actúa como vocero de los obispos, éste defiende el Descendimiento a los infiernos.

Este hecho, consecuencia de la incertidumbre de si el Descenso a los infiernos se encontraba en el Credo de Jerusalén, es interesante, sobre todo si se tiene en cuenta que, en otros aspectos, el lenguaje de Macario aparece más conforme al del Credo.

El nombre de Macario ocupa el primer lugar los de los obispos de Palestina que suscribieron el Concilio de Nicea; el de Eusebio aparece en quinto lugar. San Atanasio, en su encíclica a los obispos de Egipto y Libia, incluye el nombre de Macario (quien había muerto ya hacía mucho tiempo) entre los de los obispos reconocidos por su ortodoxia.

San Teofano en su "Cronografía" indica que Constantino, al finalizar el concilio de Nicea, ordenó a Macario buscar los sitios de la Resurrección y de la Pasión y la Verdadera Cruz.

Es muy probable que esto haya sido así, ya que las excavaciones comenzaron muy poco tiempo después del concilio y se realizaron, aparentemente, bajo la superintendencia de Macario.

El gran montículo y las bases de piedra coronadas por el templo de Venus, que se habían construido sobre el Santo Sepulcro en la época de Adriano, se demolieron y “cuando de inmediato apareció la superficie original del suelo, contrario a todas las expectativas, se descubrió el Santo Monumento de la Resurrección de nuestro Salvador”.

Al oír la noticia, Constantino escribió a Macario dándole órdenes y detalladas para la construcción de una Iglesia en ese lugar.

Más tarde escribió otra carta “A Macario y a los demás Obispos de Palestina” ordenando la construcción de una Iglesia en Mambré, que también había sido profanada por un templo pagano. Eusebio, tal vez pensando en su dignidad como Obispo Metropolitano, aunque relata lo antes descrito, se refiere a la carta como “dirigida a mí”.

También se construyeron iglesias en los lugares e la Natividad y la Ascensión.

Los dones de Dios

Santo Evangelio según san Mateo 23, 1-12. Martes II de Cuaresma


En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.

Amén.



Cristo, Rey nuestro.

¡Venga tu Reino!



Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)



Señor, quiero encontrarte; solo dame paciencia para esperar tu gracia, sabiduría para verte en donde me muestres tu bondad, entendimiento para comprender lo que me quieres enseñar y fortaleza para vencer con tus fuerzas. Ayúdame a discernir dónde está tu voluntad, estar abierto a lo que me pidas y que nunca tenga miedo de hacer tu voluntad.



Evangelio del día (para orientar tu meditación)


Del santo Evangelio según san Mateo 23, 1-12



En aquel tiempo, Jesús dijo a las multitudes y a sus discípulos: "En la cátedra de Moisés se han sentado los escribas y fariseos. Hagan, pues, todo lo que les digan, pero no imiten sus obras, porque dicen una cosa y hacen otra. Hacen fardos muy pesados y difíciles de llevar y los echan sobre las espaldas de los hombres, pero ellos ni con el dedo los quieren mover. Todo lo hacen para que los vea la gente. Ensanchan las filacterias y las franjas del manto; les agrada ocupar los primeros lugares en los banquetes y los asientos de honor en las sinagogas; les gusta que los saluden en las plazas y que la gente los llame “maestros”.

Ustedes, en cambio, no dejen que los llamen “maestros”, porque no tienen más que un Maestro y todos ustedes son hermanos. A ningún hombre sobre la tierra lo llamen “padre”, porque el Padre de ustedes es sólo el Padre celestial. No se dejen llamar “guías”, porque el guía de ustedes es solamente Cristo. Que el mayor de entre ustedes sea su servidor, porque el que se enaltece será humillado y el que se humilla será enaltecido”.



Palabra del Señor.




Medita lo que Dios te dice en el Evangelio



Los dones no se entienden si se ignora su origen; no pueden comprenderse si no encontramos la razón por lo cual se nos han dado. Necesitamos reconocer la fuente de nuestros dones para no pensar que son méritos propios y que, de esta forma, surja en nosotros el peligro de creer que los frutos se dan por nuestras propias fuerzas. Los dones no se alcanzan, sino que se donan gratuitamente. No importa si somos dignos y tampoco se niegan por nuestras debilidades e imperfecciones. Son un regalo que se da desinteresadamente.



Además, los dones se nos dan por una razón; tienen un fin, una meta, un objetivo concreto. Un don tiende normalmente a salir de nosotros para dar verdaderos frutos. Nuestros dones pueden ahogarse si permanecen en nuestro interior. Es por esto por lo que un don encuentra su cumplimiento en los demás, pues, para que el don llegue a su plenitud, debe alcanzar el fin para el cual está hecho. Nuestros dones encuentran su cumplimiento en los que nos rodean.



 

En el Evangelio vemos tres dones que muestran claramente que su origen va más allá de nuestras propias fuerzas y, al mismo tiempo, descubrimos que estos dones exigen salir de nosotros para que den fruto en los demás. Ser padre, ser maestro, ser guía… son tres dones que tanto su origen como su fin rompen con una vida aislada y encerrada. Uno no puede ser un verdadero padre, maestro o guía con las propias fuerzas; solo Uno es aquel que posee estos tres dones en plenitud y, por eso, solo Él está en grado de transmitir los dones de la forma más pura.



Ahora bien, cuando recibimos un don se nos da una misión de cara a los demás. Por lo tanto, podemos entender que la paternidad consiste principalmente en transmitir la vida y no solo transmitir la vida a un nivel biológico, sino, sobre todo, espiritual. El maestro buscará transmitir sus conocimientos, pero el conocimiento puede mostrar desde las realidades humanas hasta la realidad celestial. El guía quiere transmitir una experiencia; él conoce el camino y sabe que es largo y complicado, pero siempre señala que hay una sola meta.



Transmitir… nunca se deja de transmitir lo que se ha recibido. Un don significa ser un canal de la gracia en donde acogemos con gratitud y comunicamos con desinterés. No ignoremos el origen, no olvidemos la fuente. Si somos conscientes de esto podremos dar lo que tenemos, no como si lo hubiésemos alcanzado nosotros mismo, sino como aquello que se nos ha sido donado.



«Hay un hombre que era bueno, un buen fariseo, pero que había olvidado el don de la cortesía, el don de la convivencia, que también es un don. Siempre se olvidan los dones cuando hay algún interés detrás, cuando yo quiero hacer esto, hacer, hacer. Sí, los sacerdotes, todos nosotros, debemos hacer cosas y la primera tarea es proclamar el Evangelio, pero debemos custodiar el centro, la fuente, de donde brota esta misión, que es precisamente el don que hemos recibido gratuitamente del Señor».
(Homilía de S.S. Francisco, 19 de septiembre de 2019).




Diálogo con Cristo



Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.



Propósito



Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Hoy señalaré un don que tengo y me preguntaré si lo estoy transmitiendo a los demás.



Despedida



Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.

Amén.



¡Cristo, Rey nuestro!

¡Venga tu Reino!



Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.

Ruega por nosotros.



En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.

Amén.


Hipocresía de los escribas y fariseos

Mateo 23, 1-12. Cuaresma. Servir de oculto, sin buscar un premio inmediato, da gloria a Dios.




Del santo Evangelio según san Mateo 23, 1-12


En aquel tiempo, Jesús habló a la gente y a sus discípulos diciendo: En la cátedra de Moisés se han sentado los escribas y los fariseos. Haced, pues, y observad todo lo que os digan; pero no imitéis su conducta, porque dicen y no hacen. Atan cargas pesadas y las echan a las espaldas de la gente, pero ellos ni con el dedo quieren moverlas. Todas sus obras las hacen para ser vistos por los hombres; se hacen bien anchas las filacterias y bien largas las orlas del manto; quieren el primer puesto en los banquetes y los primeros asientos en las sinagogas, que se les salude en las plazas y que la gente les llame "Rabbí". Vosotros, en cambio, no os dejéis llamar "Rabbí", porque uno solo es vuestro Maestro; y vosotros sois todos hermanos. Ni llaméis a nadie "Padre" vuestro en la tierra, porque uno solo es vuestro Padre: el del cielo. Ni tampoco os dejéis llamar "Directores", porque uno solo es vuestro Director: el Cristo. El mayor entre vosotros será vuestro servidor. Pues el que se ensalce, será humillado; y el que se humille, será ensalzado.



Oración introductoria


Señor, te necesito. Aunque mi autosuficiencia me invite a otros menesteres, sé que sin Ti nada soy. Aunque no te vea, sé que estás presente, interesado en tener un diálogo de amor conmigo en esta oración. Permite que sepa alejar mis preocupaciones para guardar el silencio necesario y escuchar lo que hoy me quieres decir.



Petición


Jesús, dame tu gracia y la fuerza para vivir siempre de acuerdo a tu Evangelio.



Meditación del Papa Francisco

Jesucristo ha resucitado. El amor ha derrotado al odio, la vida ha vencido a la muerte, la luz ha disipado la oscuridad.

Jesucristo, por amor a nosotros, se despojó de su gloria divina; se vació de sí mismo, asumió la forma de siervo y se humilló hasta la muerte, y muerte de cruz. Por esto Dios lo ha exaltado y le ha hecho Señor del universo. Jesús es el Señor.

Con su muerte y resurrección, Jesús muestra a todos la vía de la vida y la felicidad: esta vía es la humildad, que comporta la humillación. Este es el camino que conduce a la gloria. Sólo quien se humilla pueden ir hacia los “bienes de allá arriba”, a Dios. El orgulloso mira “desde arriba hacia abajo”, el humilde, “desde abajo hacia arriba”. [...]

El mundo propone imponerse a toda costa, competir, hacerse valer... Pero los cristianos, por la gracia de Cristo muerto y resucitado, son los brotes de otra humanidad, en la cual tratamos de vivir al servicio de los demás, de no ser altivos, sino disponibles y respetuosos. Esto no es debilidad, sino autentica fuerza. Quién lleva en sí el poder de Dios, de su amor y su justicia, no necesita usar violencia, sino que habla y actúa con la fuerza de la verdad, de la belleza y del amor.  (Cf Homilía de S.S. Francisco, 5 de abril de 2015).

Reflexión


"Ser el más popular, salir en televisión, que todos me conozcan y saluden por la calle". Es una gran aspiración de hoy. A los fariseos también les gustaba verse importantes, aparentar una conducta intachable, causar la admiración de todos.



Es una actitud que se nos cuela secretamente en nuestro corazón: "Ya que me esfuerzo en esto, que se vea, que me lo reconozcan". Es muy sacrificado trabajar para los demás y percibir que ellos ni se dan cuenta, ni abren la boca para decir gracias. De esto saben mucho las amas de casa, que lo tienen todo a punto y nadie se acuerda de reconocérselo.



Pero el cristianismo no consiste en actuar de cara a los demás. No somos actores, sino hijos de Dios. Él ya lo ve, y sabrá valorarlo. Es más, el mérito se alcanza cuando hemos sido más ignorados por los hombres. Si hoy he puesto la vajilla en casa y nadie me ha dado las gracias, mejor. Dios tendrá toda la eternidad para hacerlo.

Servir de oculto, sin buscar un premio inmediato, da gloria a Dios. Y al mismo tiempo, nos abre los ojos ante la calidad de una obra hecha por puro amor a Dios y experimentamos un gozo interior, una paz que nos eleva y nos hace ver la grandeza del hombre.

Por eso Jesús repite que el primero no es el que recibe las alabanzas, sino el que sirve.



Propósito


Rectificar mis intenciones varias veces al día.



Diálogo con Cristo


Señor, ayúdame a vivir esta Cuaresma en la perspectiva del amor. Que sea fiel a mi vocación de discípulo y misionero. Que por amor a Ti sea auténtico, generoso y desinteresado en todas mis relaciones con los demás. Que el amor me lleve a cumplir mi misión para que otros puedan experimentar la alegría de tu presencia.



Coronavirus, el Papa: los sacerdotes lleven la Eucaristía a los enfermos

Misa presidida por el Papa en directo desde la Casa Santa Marta.


Un lento acercamiento al crucifijo sobre el altar y luego la figura de Francisco saliendo de la sacristía. La segunda misa matutina que el Papa preside desde la Casa Santa Marta comienza en el silencio total de la capilla. Un silencio que el Papa rompe inmediatamente recordando como ayer, que la ofrenda de la celebración es para los que sufren del coronavirus, para los que curan a los enfermos, acompañándola con un nuevo deseo:

Recemos al Señor también por nuestros sacerdotes, para que tengan el coraje de salir y acudir a los enfermos, llevando la fuerza de la Palabra de Dios y la Eucaristía y acompañen a los trabajadores sanitarios, los voluntarios, en este trabajo que están haciendo.

La homilía se inspira en el Evangelio en el que los escribas y fariseos de la época hacían una demostración hipócrita de su superioridad ante la gente llamándose a sí mismos maestros, pero negándose a comportarse de forma coherente. A continuación el texto de la homilía según una transcripción nuestra:

Ayer la Palabra de Dios nos enseñaba a reconocer nuestros pecados y a confesarlos, pero no sólo con la mente, sino también con el corazón, con un espíritu de vergüenza; vergüenza como una actitud más noble ante Dios por nuestros pecados. Y hoy el Señor nos llama a todos los pecadores a dialogar con Él, porque el pecado nos encierra en nosotros mismos, nos hace esconder o esconde nuestra verdad, dentro. Esto es lo que le pasó a Adán, a Eva: después del pecado se escondieron, porque se avergonzaron; estaban desnudos. Y el pecador, cuando siente la vergüenza, luego tiene la tentación de esconderse. Y el Señor llama: “Vengan, y discutamos –dice el Señor”. Hablemos de tu pecado, hablemos de tu situación. No tengan miedo. Y continúa: “Aunque sus pecado sean como la escarlata, se volverán blancos como la nieve; aunque sean rojos como la púrpura, serán como la lana”. “Vengan, porque soy capaz de cambiarlo todo - nos dice el Señor - no tengan miedo de venir a hablar, sean valientes incluso con sus miserias”.

Me viene a la mente ese santo que era tan penitente, que rezaba mucho. Y trataba siempre de darle al Señor todo lo que el Señor le pedía. Pero el Señor no estaba contento. Y un día se enfadó un poco con el Señor, porque tenía mal carácter el santo. Y le dice al Señor: "Pero, Señor, no te entiendo. Te doy todo, todo, y siempre estás insatisfecho, como si faltara algo. ¿Qué falta?" "Dame tus pecados: eso es lo que falta". Tener el valor de ir con nuestras miserias y hablar con el Señor: “Vengan, y discutamos –dice el Señor”. No tengan miedo. “Aunque sus pecado sean como la escarlata, se volverán blancos como la nieve; aunque sean rojos como la púrpura, serán como la lana”.

Esta es la invitación del Señor. Pero siempre hay un engaño: en lugar de ir a hablar con el Señor, fingir que no se es pecadores. Eso es lo que el Señor reprocha a los doctores de la ley. Estas personas “todo lo hacen para que los vean: agradan las filacterias y alargas los flecos de sus mantos; les gusta ocupar los primeros puestos en los banquetes y los primeros asientos en las sinagogas, ser saludamos en las plazas y oírse llamar ‘mi maestro’ por la gente”. La apariencia, la vanidad. Cubrir la verdad de nuestro corazón con la vanidad. ¡La vanidad nunca se cura! La vanidad no sana jamás. Además, es venenosa, sigue llevando la enfermedad a tu corazón, llevando esa dureza de corazón que te dice: "No, no vayas al Señor, no vayas. Quédate”.

La vanidad es precisamente el lugar para cerrarse a la llamada del Señor. En cambio, la invitación del Señor es la de un padre, de un hermano: "¡Ven! Hablemos, hablemos. Al final soy capaz de cambiar tu vida del rojo al blanco".

Que esta palabra del Señor nos anime; que nuestra oración sea una verdadera oración. De nuestra realidad, de nuestros pecados, de nuestras miserias. Hablar con el Señor. Él sabe, Él sabe lo que somos. Lo sabemos, pero la vanidad siempre nos invita a cubrirnos. Que el Señor nos ayude.

¿Cómo vivir mejor las 3 dimensiones fundamentales de la Cuaresma?

Presentamos varios consejos para que el Señor nos colme con su gracia mientras vivimos el ayuno, la oración, la limosna y el ofrecimiento de obras


El sacerdote, escritor y funcionario de la Secretaría de Estado del Vaticano, Mons. Florian Kolfhaus, compartió algunos consejos para vivir las 3 dimensiones fundamentales de la Cuaresma: el ayuno, la oración y la limosna.

En una columna publicada en CNA Deutsch -agencia alemana del Grupo ACI-, el presbítero indicó que los cristianos "no somos maestros yogis que deban realizar prácticas ascéticas exigentísimas” en los 40 días de preparación para la Pascua.

Por el contrario, precisó, “somos discípulos de Jesús que debemos experimentar la pobreza espiritual y a veces material, para dejar así que el Señor nos gratifique”.

Aquí presentamos varios consejos de Mons. Kolfhaus para que el Señor nos colme con su gracia mientras vivimos el ayuno, la oración, la limosna y el ofrecimiento de obras.

1. Ayuno

En lo referente al ayuno, dijo, “no se trata solo de lo que se refiere a la comida”, sino también a “la renuncia de la televisión, celular y radio, a dejar de usar el auto privado para subirnos al transporte público”.

No obstante, el sacerdote aseguró que el abstenerse de alimentos tiene un “significado especial” en la Sagrada Escritura.

“Jesús mismo ayunó 40 días en el desierto hasta sentir hambre. Tampoco nosotros deberíamos asustarnos con la Cuaresma, con el sentir hambre, pues a través de este ofrecimiento, tal como promete el Señor, podemos hacer que nuestra oración produzca muchos más frutos”, detalló.

Además, aseguró que el ayuno “puede tomar diversas formas” como una sola comida fuerte y dos pequeños refuerzos (es la prescripción cuaresmal de la Iglesia para el Miércoles de Ceniza y el Viernes Santo), comer solo pan y agua (o tal vez frutas y verduras) o esperar hasta la noche para tomar una comida fuerte.

“Por supuesto, la renuncia a las golosinas y dulces, al café y el alcohol son ofrecimientos que le hacen bien a la salud corporal, y que a veces pueden significarnos mayor dolor que el ayuno propiamente”, añadió

2. Oración

El presbítero indicó que la oración es “punto central” de este tiempo de preparación para la Pascua, entendiendo oración como “encuentro personal con Dios”.

Por tal motivo, recomendó levantarse 10 minutos antes para comenzar el día con Dios en oración; visitar cada día, al menos de forma breve, una iglesia y adorar el Santísimo; rezar el Rosario diariamente o el Vía Crucis los días viernes; y agradecer a Dios cada día incluso en los momentos difíciles.

Asimismo, para estar mejor preparados para orar, alentó a colocar sobre el escritorio una imagen de Jesús o un crucifijo para tener al Señor siempre presente; leer diariamente las Sagradas Escrituras memorizando versículos; y leer un buen libro espiritual antes de irnos a dormir.

3. Limosna

“Bajo la idea de limosna entendemos las buenas obras que hacemos por los demás. La cuaresma es una escuela activa de amor al prójimo”, explica Mons. Kolfhaus.

En ese sentido, exhortó a hacer una buena obra cada día. Por ejemplo, rezando por las víctimas de las guerras y catástrofes naturales; dando limosna al mendigo o donando objetos que sean importantes y valiosos.

Mons. Kolfhaus también se refirió a la donación de tiempo, es decir, separar tiempo en el día para conversar con algún vecino, llamar a antiguos conocidos, escribir cartas o ser paciente con colegas de trabajo.

Ofrecimientos o mortificaciones

Según Mons. Kolfhaus, Nuestro Señor Jesús, “quien estuvo sediento en la Cruz, puede ser consolado por nosotros, cuando le ofrecemos nuestro amor, manifestándoselo al cargar con nuestra propia Cruz”.

“No se trata de grandes sufrimientos o dolores, sino de grandes manifestaciones de amor. Más importante que la ofrenda en sí son el amor y la confianza”, destacó.

El presbítero sostuvo que durante esta Cuaresma, los fieles pueden “cargar su cruz” soportando pacientemente las enfermedades o los problemas.

Indicó, además, que uno puede ser creativo con los ofrecimientos, por ejemplo, no hablando mal de los demás, ducharse con agua fría, renunciar a comidas o bebidas que gustan, subir las escaleras en vez de utilizar el ascensor.

En la vida religiosa, Mons. Kolfhaus destacó algunas opciones como hacer recorridos largos a pie rezando el Rosario, rezar de rodillas, rezar abriendo los brazos o hacer peregrinaciones cortas a pie.

Vivir la fe en un mundo difícil

Debemos enseñar a permanecer lucidos y coherentes en la fe, a afirmar la identidad cristiana y catolica, a dar testimonio de Dios, a ser Testigos de Cristo.



La "fe del carbonero", que es aquella del que cree a ciegas, no sirve para una persona educada. Debemos educar nuestra fe tal como educamos el resto de nuestros conocimientos. Debemos conocer la voz del Buen Pastor, guiados por Él y a la luz de la doctrina de la Iglesia, para no equivocarnos siguiendo el llamado de extraños.

Dichos extraños abundan en este mundo, cuya globalización negativa se convierte en "dictadura ideológica" a través de diversas instituciones internacionales que:

1.  Atacan el núcleo fundamental de la sociedad: LA FAMILIA.
2. Condicionan su ayuda "humanitaria" a los países pobres mediante programas de control de natalidad.
3. Presentan en los medios de comunicación, reiterada y permanentemente, propagando tanto normas insidiosas como formas de vida inmorales e inhumanas.
4. Propugnan una religión que fomenta lo fácil, lo que gusta, lo que conviene, aquello que no se rige por normas morales, marginando así "lo difícil y lo exigente".
5.  Invitan a un progreso desbordante de tecnología, especialmente comunicaciones, transformando al hombre en "homo-videns", en cuya vida rigen las imágenes más que los conceptos o los principios.
6.  Somete al hombre a una esclavitud de la imaginación, sin Ética , sin moral, y que destruye conceptos con el consecuente desborde en el campo médico.
7.  Los sectores marginados de la sociedad se sienten inútiles y buscan las soluciones a la desesperanza en la droga y en el alcoholismo, al ver como mientras el hombre llega a la luna, en nuestro planeta crecen los montones de basura.
8.  Proponen vivir en un "supermercado" cuya moral y Ética se eligen por el envase, con una frivolidad consciente, en que lo trivial tiene secuestra a la libertad, eligiendo el hombre lo inmediato y lo ruidoso.
9.  Hacen perder los puntos de referencia y con ello aparece el estrés.
10. Proclaman parcialmente los derechos que exaltan el individualismo y el igualitarismo. Su resultado es la "cultura de la muerte", que no menciona los "deberes del hombre" perdiéndose por tanto, el sentido de lo humano.
11. Hace que el miedo se apodere de la sociedad y no se quieran enfrentar las verdades.

Todo lo cual conduce a un "neo-paganismo", a un secularismo progresivo. El nuevo dios es la comodidad y el placer, se destierra todo lo difícil.  Se produce un distanciamiento de las raíces cristianas, el vagabundeo espiritual, la búsqueda sin anclaje que mezcla verdades.

Abunda la soberbia, enfermedad siempre presente en el hombre, que es un poder nefasto y destructivo, cuyo resultado es el endiosamiento que da como fruto la mentira y el eclipse de la razón.

Perdernos así la sensibilidad para percibir las realidades de los demás, endurecemos nuestro corazón y nos olvidamos de Dios.

Dios nos creó sin necesitarnos y lo hizo por amor. Por esto, debemos estar conscientes que no le soy indiferente. Yo soy una persona única e irrepetible, dotada de talentos y con una misión concreta que debo llevar a cabo en el tiempo que me ha sido dado. Es decir, si no cumplo con dicha misión, queda un vacío que nadie más puede llenar. Esta es mi gran responsabilidad y reconocerla es signo de madurez cristiana.

Por todo lo anterior y como contrapeso a esta avalancha que se nos viene encima, debemos crecer en la escucha de Dios, redescubrir el valor de la oración, vencer la pereza y la mediocridad y adquirir un fuerte compromiso de caridad con las personas más necesitadas, a través de quienes servimos a Cristo.

En este mundo tan difícil que nos toca vivir, debemos educar ayudando a los cristianos a ser "luz" y "sal".

Asimismo, debemos enseñar a permanecer lúcidos y coherentes en la fe, a afirmar la identidad cristiana y católica, a dar testimonio de Dios, a ser "Testigos de Cristo".

La oración, los sacramentos frecuentes, el estudio de la doctrina de la Iglesia, nos hace cada vez más grande en nuestra Fe, y a la vez nos hace más pequeños, más humildes, más caritativos, requisito indispensable para "pasar por la puerta pequeña" hecha para los niños en la cual caben sólo los más grandes a los ojos del Padre, aquellos que "son capaces de imitar al Hijo".

40 días en el gimnasio

En esta Cuaresma podemos hacer mucho, si queremos. Podemos convertirnos, si queremos


¿Qué figura podría lograrse después de una cuarentena pasada en el gimnasio? Imaginemos que nuestra devota y asidua compra de nuestro cereal favorito (o cualquier otro artículo de consumo que sea de nuestro agrado) nos otorga, como pago a nuestro constante sacrificio pecuniario, un premio.

Sigamos soñando...

Abrimos la envoltura transparente en la que se lee: "Has sido ganador". Desdoblamos un billetito y encontramos escrito con colores de ´léeme a la fuerza´ lo siguiente: "Has ganado 40 días gratis de admisión al prestigioso gimnasio de los atletas, máquina de galanes, forjadora de estrellas. Dispón de todos los aparatos a tu antojo. Recibe lecciones del personal profesional. Baños de vapor y jacuzzis. Todos los días. Cuarenta días, desde las 5.30 de la mañana hasta las 23.00 de la noche. Alimentación incluida".

Después de soltar un largo y canino "guaaaau", sin duda que no lo habríamos creído y volveríamos a leer el ´papelito de la suerte´ una y otra vez hasta aprenderlo casi de memoria. La interjección de sorpresa puede variar según temperamentos y costumbres, lo que no se pone en duda es que aprovecharíamos la oportunidad del gimnasio gratis para auto-clonarnos en otros Stallone, Van Dame y compañía.

La Cuaresma te ofrece otro gimnasio, también gratis y con una gama variada de aparatos para ejercitarte y fortalecerte. Se trata, desde luego, de un gimnasio espiritual, para poner vigorosa tu alma. Si los rayos-X o los ultrasonidos nos dieran una imagen del alma, seguramente muchos sentiríamos vergüenza de verla tan raquítica, nos daría pena presentarnos tan desnutridos ante los demás... ¿Y no nos importa que así la vea Dios?


El Papa san Juan Pablo II escribió en 2003, una carta con ciertas orientaciones para que aprovechemos mejor este período de la Cuaresma. Me permito tomar algunos extractos para que cada uno de nosotros pueda trazarse mejor su programa personal para fortalecerse en este gimnasio espiritual que es la Cuaresma.

Lo primero es examinarse, hacerse un "chequeo" para conocer nuestros puntos flacos, dónde nos falta peso, de qué pierna cojeamos... Gran auxiliar para hacer este examen es el Evangelio, hay que ayudarnos de él y confrontar nuestra vida con la de Jesús (nuestro modelo ayer, hoy y siempre).

El ejercicio base que propone el Papa puede resumirse en esta frase: «Hay mayor felicidad en dar que en recibir» (He 20,35). Las oportunidades abundan y las manifestaciones pueden ser muy diversas: ofrecerse a ayudar en casa, dar un consejo a un amigo, dar una ayuda caritativa a una persona necesitada, explicar una lección a quien no comprende, etc.

En el fondo se trata de combatir esa tendencia que es común denominador de todos los hombres y que se llama egoísmo. La solución está en salir de uno mismo y poner al prójimo antes que a uno mismo.

Surgirá una pregunta: pero, ¿cómo voy a amar, a servir a los demás si también son egoístas como yo? El Papa nos recuerda que el Hijo de Dios nos ha amado primero, «siendo nosotros todavía pecadores». Nadie puede decir "yo a éste no lo trato", pues Cristo bajó del cielo por amor a todos los hombres.

En esta Cuaresma podemos hacer mucho, si queremos. Podemos convertirnos, si queremos. Y nos convertiremos si trabajamos junto con Dios y con María, Madre de la Iglesia.

Papa Francisco recuerda la importancia de los ejercicios espirituales*:

«Los hombres y las mujeres de hoy necesitan encontrar a Dios y conocerlo "no de oídas".



...Animo a los Pastores de las diversas comunidades a que se interesen para que no falten las Casas de Ejercicios Espirituales, en las que, personas bien formadas y predicadores preparados, dotados de calidad doctrinal y espiritual sean verdaderos maestros de espíritu.



...Sin embargo nunca debemos olvidar que el protagonista de la vida espiritual es el Espíritu Santo que sostiene todas nuestras iniciativas de bien y de oración. Un buen curso de Ejercicios Espirituales contribuye a renovar en quien participa la adhesión incondicional a Cristo y ayuda a entender que la oración es el medio insustituible de unión al Crucificado».



*A los participantes en la asamblea de la Federación Italiana de Ejercicios Espirituales en el 50 aniversario de su fundación. 3 de marzo de 2014

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