Aquí estoy, yo vengo para hacer, Dios, tu voluntad

Cirilo de Jerusalén, Santo

Memoria Litúrgica, 18 de marzo

Obispo y Doctor de la Iglesia

Martirologio Romano: San Cirilo, obispo de Jerusalén y doctor de la Iglesia, que a causa de la fe sufrió muchas injurias por parte de los arrianos y fue expulsado con frecuencia de la sede. Con oraciones y catequesis expuso admirablemente la doctrina ortodoxa, las Escrituras y los sagrados misterios (444).

Etimológicamente: Cirilo = Aquel que es un gran Rey, es de origen griego.

Breve Biografía

Desde el periodo apostólico hizo su aparición la herejía en la Iglesia; pero sin causar en las comunidades eclesiales esas profundas heridas producidas por el arrianismo y el nestorianismo en los siglos IV y V.

Pero si este pulular de herejías frenó un poco la evangelización de los paganos, suscitó también grandes figuras de pastores, de teólogos, de predicadores, de escritores que con sus obras, por medio de una catequesis sistemática, las homilías y los sermones, lograron exponer claramente la doctrina cristiana y penetrar en el mismo ambiente pagano.

La defensa de la ortodoxia hizo más consciente y vívida la fe en el pueblo cristiano. Una de las figuras más representativas de este período de apasionadas batallas teológicas es la del obispo de Jerusalén, san Cirilo, que dirigió esa Iglesia desde el 350 hasta su muerte, en el 386.

Cirilo nació de padres cristianos en el año 315. Tuvo alguna simpatía por los arrianos; pero se separó de ellos muy pronto y se adhirió a los semiarrianos homoiusianos, esto es, a esa orientación teológica que se inclinaba a los convenios, que proponía el término “homoi-ousios” (de naturaleza semejante) en vez de “homo-ousios” (de la misma naturaleza, es decir, el Verbo de la misma naturaleza que el Padre): se trataba sólo de añadir una letra, pero era suficiente para eliminar la idea de la consubstancialidad entre el Padre y el Hijo. Cirilo abandonó también a los semiarrianos y se adhirió a la doctrina ortodoxa de Nicea. Por esto fue varias veces desterrado, bajo los emperadores Constancio y Valente. El primer concilio ecuménico de Constantinopla, en el que participó Cirilo, reconoció la legitimidad de su episcopado.

Las primeras incertidumbres de su pensamiento teológico demoraron, en Occidente, el reconocimiento de su santidad. En efecto, su fiesta fue instituida sólo en 1882. El Papa León XIII le concedió el título de doctor de la Iglesia por las 24 Catequesis que Cirilo compuso probablemente al comienzo de su episcopado y que él dirigía a los catecúmenos que se preparaban para recibir los sacramentos. De las primeras 19, trece están dedicadas a la exposición general de la doctrina, y cinco, llamadas mistagógicas, están dedicadas al comentario de los ritos sacramentales de la iniciación cristiana.

Las Catequesis de San Cirilo nos llegaron gracias a la transcripción de un estenógrafo, en la íntegra naturalidad y sencillez con que el santo obispo las comunicaba a la comunidad cristiana en los tres principales santuarios de Jerusalén, es decir, en los mismos lugares de la redención, en los que, según la expresión del predicador, no sólo se escucha, sino que “se ve y se toca”.

La pieza que faltaba

Santo Evangelio según san Mateo 5, 17-19. Miércoles III de Cuaresma

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Jesús, sé que estás aquí…quiero entregarte este pequeño momento de oración porque te amo. Tú sabes que tengo muchas cosas por hacer, pero este tiempo es sólo para ti.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Mateo 5, 17-19

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “No crean que he venido a abolir la ley o los profetas; no he venido a abolirlos, sino a darles plenitud. Yo les aseguro que antes se acabarán el cielo y la tierra, que deje de cumplirse hasta la más pequeña letra o coma de la ley.

Por lo tanto, el que quebrante uno de estos preceptos menores y enseñe eso a los hombres, será el menor en el Reino de los cielos; pero el que los cumpla y los enseñe, será grande en el Reino de los cielos”.

Palabra del Señor.

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

¿Alguna vez has armado un rompecabezas? Sí, esos que son de 25, 100, 300, 500 ó 1000 piezas. Sí, a veces son de paisajes, de lugares increíbles…sí, esos, esos… Las veces que yo he armado un rompecabezas ha sido junto con mi madre y también con algunos hermanos de mi comunidad. Una vez armamos una imagen de un pequeño pueblo italiano incrustado en una montaña junto al mar. Era una fotografía muy bonita, con unos veleros, y cada casa con las típicas ventanas italianas. Después también armamos un rompecabezas de 1000 piezas, estaba súper difícil, era una imagen de pingüinos…obviamente todos los pingüinos eran iguales.

Creo que el Evangelio de hoy lo podemos comparar a cuando se arma un rompecabezas. Jesús nos explica que Él no viene a desarmar todas las piezas que los judíos ya habían puesto, Él no viene a destruir todo lo que ya estaba, no, Jesús viene a ayudarnos a seguir armando la bella imagen que Él mismo diseñó desde toda la eternidad; es más, Jesús no sólo nos ayuda a terminar de poner las piezas en su lugar, sino que también nos revela que Él es la pieza que faltaba, Él es la pieza que hace que toda la imagen tenga sentido.

Aprovechemos este momento de oración sólo para contemplar a Jesús, ese Jesús que no se impone ante nuestra libertad, sino que nos ayuda a ir poniendo las piezas en su lugar, cada una a su tiempo para formar una bella imagen. ¿Cuál será esa imagen? Pregúntaselo… ¡sin duda alguna te sorprenderás!

«El Evangelio de hoy está tomado del “Sermón de la Montaña” y trata el tema del cumplimiento de la Ley: cómo debo cumplir la Ley, cómo hacerlo. Jesús quiere ayudar a sus oyentes a tener un acercamiento justo a las prescripciones de los Mandamientos dados a Moisés, exhortándolos a estar disponibles para Dios que nos educa para la verdadera libertad y responsabilidad a través de la Ley. Se trata de vivirla como un instrumento de libertad. No olvidemos esto: vivir la Ley como un instrumento de libertad, que me ayude a ser más libre, que me ayude a no ser esclavo de las pasiones y el pecado. Pensemos en las guerras, pensemos en las consecuencias de las guerras, pensemos en esa niña que murió de frío en Siria anteayer. Tantas calamidades, tantas. Esto es el resultado de las pasiones, y la gente que hace la guerra no sabe cómo dominar sus pasiones. No cumplen con la ley. Cuando se cede a las tentaciones y pasiones, uno no es señor y protagonista de su vida, sino que se vuelve incapaz de manejarla con voluntad y responsabilidad».

(Homilía de S.S. Francisco,16 de febrero de 2020).

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Tener 5 minutos de silencio (en el carro, en casa, en la parroquia) para contemplar cómo Cristo me ha ayudado a ir armando el rompecabezas de mi vida; para contemplar cómo mi misión es la de Él y su misión es la mía.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

El profeta "se juega la piel"

¿Cómo distinguir a los profetas verdaderos de los falsos? El Papa lo explica

El profeta es siempre un hombre de esperanza que “se juega la piel”. Así lo indicó el Papa Francisco en la Misa que presidió en la capilla de la Casa Santa Marta, en la que dio algunas claves para distinguir a los verdaderos profetas de los falsos.

Francisco recordó la figura de San Esteban, que fue lapidado después de hablar al pueblo y anunciarle la verdad. “Lo llevaron fuera de la ciudad y lo lapidaron”, dijo.

Cuando el profeta llega a la verdad y toca el corazón: o el corazón se abre o se hace más de piedra y se desencadena la rabia, la persecución” y “así acaba la vida de un profeta”.

Al mismo tiempo, reconoció que “los profetas, siempre, han tenido estos problemas de persecución por decir la verdad”.

“Pero, ¿cuál es para mí el test de que un profeta cuando habla fuerte dice la verdad? Y cuando este profeta es capaz no solo de hablar, sino de llorar a su pueblo que ha abandonado la verdad. Y Jesús por un lado reprueba con estas palabras duras ‘generación malvada y adúltera’: Por otro lado, llora sobre Jerusalén. Este es el test”.

Un verdadero profeta es el que es capaz de llorar por su pueblo y también es capaz de decir las cosas fuertes cuando las debe decir. No es tibio, siempre es así: directo”.

El Pontífice añadió que “abrir las puertas, resanar las raíces, resanar la pertenencia al pueblo de Dios para ir adelante. Su trabajo no es ser un reprobador. No, es un hombre de esperanza. Reprobará cuando sea necesario y abre las puertas mirando al horizonte de la esperanza. Pero el verdadero profeta si hace bien su trabajo se juega la piel”.

“La Iglesia necesita profetas. Diré más: tiene necesidad de que todos nosotros seamos profetas. No critica, esta es otra cosa. Una cosa es siempre el juez crítico al cual no le gusta nada, nada le gusta: ‘No, esto no está bien, no está bien, no está bien; esto tiene que ser así…’. Ese no es un profeta. El profeta es el que reza, mira a Dios, mira a su pueblo, siente dolor cuando el pueblo se equivoca, llora –es capaz de llorar sobre el pueblo–, pero es también capaz de jugársela bien por decir la verdad”.

El Papa: rezo por los ancianos que están solos y con miedo

Homilía del Papa Francisco en Santa Marta. 17 de marzo de 2020

El corazón del Papa mira a todos y cada día a alguien de manera especial. Francisco dedicó la Misa de esta mañana en la capilla de la Casa de Santa Marta (VÍDEO INTEGRAL) a los ancianos que en tiempo de restricciones por el Coronavirus están entre los que sufren más que otros la distancia de sus seres queridos.

Querría que hoy rezáramos por los ancianos que sufren este momento de manera especial, con una soledad interior muy grande y a veces con mucho miedo. Roguemos al Señor para que esté cerca de nuestros abuelos, de nuestras abuelas, de todos los ancianos y les dé fuerza. Ellos nos dieron la sabiduría, la vida, la historia. También nosotros estamos cerca de ellos con la oración.

En su homilía, Francisco se inspiró en el Evangelio y en el tema del perdón que lleva a Pedro a preguntar a Jesús cuántas veces es lícito perdonar a los demás. No es fácil – reconoció el Papa – y recordó que hay "gente que vive condenando a la gente". Pero lo que Dios desea – afirmó – es "ser magnánimo" y  "perdonar, perdonar de corazón".

A continuación el texto de la homilía según una transcripción nuestra:

Jesús viene de hacer una catequesis sobre la unidad de los hermanos y la terminó con una hermosa palabra: "Les aseguro que si dos de ustedes, dos o tres, se ponen de acuerdo y piden una gracia, se les será concedida".

La unidad, la amistad, la paz entre los hermanos atrae la benevolencia de Dios. Y Pedro hace la pregunta: "Sí, pero con las personas que nos ofenden, ¿qué debemos hacer? Si mi hermano comete culpas contra mí, me ofende, ¿cuántas veces tendré que perdonarlo? ¿Siete veces?". Y Jesús respondió con aquella palabra que significa, en su idioma, "siempre": "Setenta veces siete". Siempre se debe perdonar. Y perdonar no es fácil. Porque nuestro corazón egoísta siempre está apegado al odio, a las venganzas, a los rencores. Todos hemos visto familias destruidas por odios familiares que pasan de una generación a otra. Hermanos que, frente al ataúd de uno de sus padres, no se saludan porque guardan viejos rencores. Parece que es más fuerte aferrarse al odio que al amor y éste es precisamente  – digámoslo así – el tesoro del diablo. Él se agazapa siempre entre nuestros rencores, entre nuestros odios y los hace crecer, los mantiene ahí para destruir. Destruir todo. Y muchas veces, por cosas pequeñas, destruye. Y también se destruye a este Dios que no vino a condenar, sino a perdonar. Este Dios que es capaz de festejar con un pecador que se acerca y olvida todo.

Cuando Dios nos perdona, olvida todo el mal que hemos hecho. Alguien dijo: "Es la enfermedad de Dios". No tiene memoria, es capaz de perder la memoria en estos casos. Dios pierde la memoria de las historias malas de tantos pecadores, de nuestros pecados. Nos perdona y sigue adelante. Sólo nos pide: "Es lo mismo: aprende a perdonar", no sigas con esta cruz infecunda del odio, del rencor, del "me la pagarás". Esta palabra no es cristiana ni humana. La generosidad de Jesús nos enseña que para entrar en el cielo debemos perdonar.

Es más, nos dice: "¿Vas a Misa?" – "Sí" – "Pero cuando vas a Misa acuérdate de tu hermano que tiene algo contra ti, y reconcíliate primero; no vengas a mí con el amor hacia mí en una mano y el odio para con tu hermano en la otra. Coherencia del amor. Perdonar. Perdonar de corazón.

Hay gente que vive condenando a la gente, hablando mal de la gente, ensuciando constantemente a sus compañeros de trabajo, ensuciando a sus vecinos, a sus parientes, porque no perdonan algo que les han hecho, o no perdonan algo que no les gustó. Parece que la riqueza propia del diablo es ésta: sembrar amor al no-perdonar, vivir apegados al no-perdonar. Y el perdón es condición para entrar en el cielo.

La parábola que nos cuenta Jesús es muy clara: perdonar. Que el Señor nos enseñe esta sabiduría del perdón que no es fácil. Y hagamos una cosa: cuando vayamos a confesarnos, a recibir el sacramento de la reconciliación, primero pregúntenos: "¿Yo perdono?". Si siento que no perdono, no hagas de cuenta que pides perdón, porque no serás perdonado. Pedir perdón significa perdonar. Van juntos. No pueden separarse. Y aquellos que piden perdón para sí mismos como este señor, al que el patrón le perdona todo pero él no perdona a los demás, terminarán como este señor. "Así también mi Padre celestial lo hará con ustedes si no perdonan de corazón cada uno a su propio  hermano".

“Que el Señor nos ayude a comprender esto y a bajar la cabeza, a no ser soberbios, a ser magnánimos en el perdón. Al menos a perdonar "por interés". ¿Cómo es eso? Sí: perdonar, porque si no perdono, no seré perdonado. Al menos eso. Pero siempre el perdón”.

¿Por qué me cuesta tanto rezar?

7 puntos importantes para tener en cuenta en tu vida de oración

La oración es el oxígeno de nuestra vida cristiana: nos permite respirar, estar sanos, aliviar nuestras dolencias, seguir caminando y sobre todo acrecentar nuestra relación con Dios. La oración pasa por momentos de aridez y de grandes frutos, este ritmo es parte de nuestra vida espiritual. Es normal que pases por momentos de gran gozo y consolación interior, y otros donde parece todo oscuro y desolado. ¡No te desanimes nunca al orar! Hay que orar con perseverancia. Recuerda que la oración es un diálogo con el Señor, es sobre todo escuchar su voz tenue que resuena en nuestro interior. Hay que orar, pero como dice el Papa Francisco: "orar, permítanme decirlo, con la carne: que nuestra carne ore. No con ideas, sino orar con el corazón". Este es un verdadero desafío, pero, ¡sí se puede! ¡no tengas miedo! Si te cuesta orar ten en cuenta estos 7 elementos que pueden ayudarte a mejorar tu vida espiritual y tu oración.

1. ¿Te fijas en la postura en la que rezas?

Hay diversas posturas para orar. Recuerda la celebración de la Santa Misa, sueles estar de pie, luego sentado, luego de rodillas. Cada una de estas posturas tiene detrás un significado profundo. Estar de pie denota atención y respeto, es señal de bienvenida, es acoger al invitado. Cuando nos sentamos solemos tener una actitud de escucha, de recibir lo que el otro quiere decirme, de aprender, como un discípulo al maestro.

Arrodillarse tiene un significado más profundo, solemos arrodillarnos en momentos de gran solemnidad sobre todo en la Adoración Eucarística. Luego podemos agregar la postración, que es una actitud de humildad y abandono en Dios. Esta postura del cuerpo suele ser característica de una ordenación sacerdotal o una profesión religiosa. ¡La postura suele comunciar mucho! Pero cuidado con las posturas demasiado cómodas que pueden provocarte sueño o pereza, quizá no te ayude estar sentado o acostado a la hora de orar. Utiliza una postura adecuada para hablar con Dios, así dispones tu cuerpo entero a la escucha de Dios que habla al corazón.

"Y entrando en la casa, vieron al niño con María, su madre, y postrándose le adoraron; luego, abrieron sus cofres y le ofrecieron presentes: oro, incienso y mirra" (Mateo 2,11)

2. ¿Reconoces tu momento personal?

No es lo mismo hablar con Dios cuando estamos en un momento de gran alegría personal o cuando pasamos por una crisis existencial. Debes reconocer tu momento personal y desde allí hablar con Dios. Los salmos son un claro ejemplo de ello, hay de todos tipos: desde los más alegres, a los más tristes cuando el mundo parece conspirar contra nosotros. Por ejemplo en la tristeza el salmista clama al Señor con estas palabras: "Desde lo hondo a ti grito, Señor. Señor, escucha mi voz, estén tus oídos atentos a la voz de mi súplica" (Salmo 129). Reconoce tu momento y sé sincero con el Señor, porque Él ya conoce tu estado personal. Otro ejemplo está en el salmo 69, que dice: "Sálvame, Dios mío, que las aguas me llegan hasta el cuello. Estoy hundido en un fango profundo, no puedo apoyar el pie; he llegado a las profundidades del agua, me arrastra la corriente. Estoy fatigado de gritar" (Salmo 69, 2-3). En fin, nuestra vida es dinámica y nos afectan los cambios, los problemas y los acontecimientos ajenos. ¡Reconoce tu momento personal y acércate a Dios con humildad!

"El Señor está cerca. No se preocupen por nada; al contrario: en toda oración y súplica, presenten a Dios sus peticiones con acción de gracias. Y la paz de Dios que supera todo entendimiento custodiará sus corazones y sus pensamientos en Cristo Jesús" (Filipenses 4, 5-7).

3. ¿Buscas un lugar recogido?

Si buscas orar en medio del bullicio será difícil. Dios habla con voz tenue, como una brisa, un viento suave que es presencia de Dios. Para ello debes alejarte del ruido, buscar la calma y la tranquilidad de un lugar sereno y reposado. 

Por eso las iglesias son un lugar propicio para la oración debido al silencio que reina allí. También puedes ir a una montaña, como lo hacía el mismo Jesús, o caminar solo por ahí en medio de los árboles. Busca un momento de soledad y silencio. Ah, cuidado, que el silencio suele espantar a muchos en este mundo tan ruidoso. Pero haz la experiencia de descubrir el gran tesoro que hay allí. Pide al Señor que esta soledad y silencio externos te ayuden a disponer tu corazón para que así puedas escuchar la voz de Dios que te habla de verdad. Dios habla, lo malo es que nosotros no lo escuchamos. El lugar es importante, pero sobre todo será importante que tu corazón sea aquel lugar que reciba al Señor y le deje habitar en el.

"Tú, cuando te pongas a orar, entra en tu cuarto y, con la puerta cerrada, ora a tu Padre que está en lo oculto; y tu Padre, que ve en lo oculto, te recompensará" (Mateo 6, 6).

4. ¿Dialogas?

Cuando te acercas a tu papá o tu mamá y sólo hablas tú, no esperes que ellos intervengan con algún consuelo o consejo, no hay espacio para que puedan expresarse. Por eso es necesario hablar con Dios, sí, contarle tus cosas, pero también dejarle tiempo para que te hable a ti. Solo escucha, detente, mírale a Él. Espera con calma, sin prisas ni aceleraciones. Calma. Te aseguro que escucharás la voz de Dios resonar dentro de ti. Deja que Dios te hable, que te llame por tu nombre, que te consuele o que te abrace con su mirada. Déjale. Este diálogo es de un Padre con su hijo, es un diálogo de intimidad, de perdón, de amor, de conexión profunda. No pierdas tu tiempo en largos discursos, escucha mejor la dulce voz del Padre.

"Al orar no empleen muchas palabras como los gentiles, que piensan que por su locuacidad van a ser escuchados. Así pues, no sean como ellos, porque bien sabe su Padre de qué tienen necesidad antes de que se lo pidan" (Mateo 6, 7-8).

5. ¿Entras en ti mismo? 

Yo diría que esto es una de las cosas más difíciles hoy en día. "Entrar en sí mismo para salir de sí mismo" es una frase que espanta. ¿Qué significa esto? Entrar en sí mismo es vernos desde dentro, desde el corazón. Quizá la imagen sea difícil de entender. Entrar en sí mismo es reflexionar sobre la propia vida, es examinarse, es recogernos dentro de nosotros. Es hacer una pausa del exterior donde lo importante somos nosotros mismos. Y desde esa conciencia de sí mismo podemos elevarnos hacia Dios. Es hacer un “break” en nuestra vida, sabernos amados por Dios descubiréndole a Él.

Un proceso que comienza con lo externo, luego va a lo interno y por último hacia lo eterno. ¿Comprendes? Quizá es difícil explicarlo, pero intenta liberarte del ruido, de aquellas cosas externas a tí, para tomar conciencia de tu propia vida y desde ahí podrás subir a Dios y entrar en oración. ¡Inténtalo! Verás que te ayudará mucho en tu vida espiritual.

"Vivo, pero ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mí. Y la vida que vivo ahora en la carne la vivo en la fe del Hijo de Dios, que me amó y se entregó a sí mismo por mí" (Gálatas 2, 20).

6. ¿Te dejas acompañar?

"Sin mí no pueden hacer nada d"ice Jesús. Y es cierto, solos no podemos hacer nada. Primero es necesario dejarnos acompañar por Dios, y si lo estoy buscando aún y no lo encuentro, es bueno dejarnos acompañar por alguien que te acerque a Él: sacerdotes, religiosos y religiosas, un catequista, un familiar, un amigo, etc. Lo importante es que no recorras este camino solo, que siempre sientas la compañía de alguien en esta tierra que te guíe por el sendero de la Voluntad de Dios.

Esto claramente va contra la autosuficiencia y el individualismo, porque la fe tiene una necesaria dimensión personal pero también una profunda dimensión comunitaria. Somos Iglesia, nos ayudamos a llegar a Dios, nos dejamos acompañar, nos dejamos instruir, corregir. Con esta actitud crecerá también la humildad, actitud que a Dios le gusta mucho: "aprendan de mí que soy manso y humilde de corazón, y encontrarán descanso para sus almas" (Mateo 11, 29). ¡Busca ayuda, pídela y déjate guiar!

"Se levantó Saulo del suelo y, aunque tenía abiertos los ojos, no veía nada. Lo condujeron de la mano a Damasco, donde estuvo tres días sin vista y sin comer ni beber" (Hechos 9, 8-99).

7. ¿Confías en la gracia de Dios?

Sobre todo confiar en Dios. Santa Teresa lo tenía muy claro al exclamar: "Quien a Dios tiene nada le falta, solo Dios basta". Y es el secreto de los secretos en la vida espiritual. Quien a Dios tiene no le falta nada, quien en Dios confía puede estar tranquilo y en paz de corazón y espíritu. Confía en el Señor. Confía en sus planes, en sus caminos, en sus proyectos, en su infinito amor. La confianza requiere humildad, desprendimiento y amor. En Dios no sirve la frase popular "en la confianza está el peligro" sino al contrario, "en la confianza en Dios está la salvación". Dios es cercano, es justo y misericordioso, es lento a la ira y a la cólera. Dios es Padre y como buen Padre nos corrige con amor. Confiar en Dios da al alma una enorme paz, una conciencia tranquila y un corazón desapegado de las cosas materiales. Un corazón confiado en Dios apunta siempre hacia lo alto porque sabe que su destino no es esta tierra, sino la bienaventuranza eterna con Dios en los Cielos.

"Bendito el hombre que confía en el Señor, y el Señor es su confianza. Será como árbol plantado junto al agua, que extiende sus raíces a la corriente, no teme que llegue el calor y sus hojas permanecerán lozanas" (Jeremías 17, 7-8).

La oración no es tanto hacer, sino dejarse hacer. Por último, dejemos que sea el mismo Papa Francisco que nos ayude en este camino de oración con dos frases que de seguro serán aliento en esta lucha:

La oración hace milagros, ¡pero tenemos que creer! Creo que podemos hacer una hermosa oración… y decirla hoy, todo el día: "Señor, creo, ayúdame en mi incredulidad" …y cuando nos piden que oremos por tanta gente  que sufre en las guerras, por todos los refugiados, por todos aquellos dramas que hay en este momento, rezar, pero con el corazón al Señor: "¡Hazlo!", y decirle: "Señor, yo creo. Ayúdame en mi incredulidad" Hagamos esto hoy (20 de mayo de 2013).

La oración, frente a un problema, en una situación difícil, en una calamidad, es abrir la puerta al Señor para que venga. Porque Él atrae las cosas, Él sabe arreglar las cosas y acomodar las cosas. Orar es esto: abrir la puerta al Señor, para que haga algo. Pero si cerramos la puerta, ¡el Señor no puede hacer nada! (8 de octubre de 2013).

¿Eres discipulo de Jesús?

Doce características de los discípulos de Jesús: la primera es cosa de Él; la última, solo nuestra

Catholic Missionary Disciples [Discípulos Misioneros Católicos] es una iniciativa de formación de líderes católicos para la Nueva Evangelización, en la línea de trabajar el discipulado, esto es, la consolidación del cristiano como seguidor público de Cristo.

Actúa en Estados Unidos bajo la dirección de Marcel LeJeune, un laico casado y padre de cinco hijos con amplia experiencia en el ministerio cristiano universitario. Graduado en Teología Pastoral, ha trabajado durante años en la A&M University y la Tech University de Texas.

Marcel LeJeune es el fundador y director de Catholic Missionary Disciples.

Esta iniciativa cuenta con el respaldo de dos obispos, David Konderla, de Tulsa, y Michael J. Sis, de San Angelo, y trabaja en colaboración con otros proyectos católicos como LifeTeen, Focus on the Family o la Universidad franciscana de Steubenville.

En un reciente post, Catholic Missionary Disciples presenta doce características del discípulo de Jesús.

Las principales señales que distinguen a un discípulo de Jesús son, por supuesto, los sacramentos. Tres marcan de forma indeleble: el bautismo, la confirmación y el orden sacerdotal. Están llamados a transformar enteramente nuestra vida.

Pero, además de los sacramentos, la vida de discipulado tiene otros distintivos que sirven para identificar a los seguidores de Cristo.

El principal de ellos es que el discípulo ha vivido con su Maestro (como un aprendiz) y ha convivido con Él, a sus pies, caminando con Él, y le ha visto vivir sus enseñanzas: Jesús es, ante todo, el Maestro con el que se convive, con quien se aprende, en quien los ojos están fijos para ver cómo hace las cosas.

Y eso se puede plasmar en estos doce puntos señalados por Catholic Missionary Disciples:

1. Los discípulos son llamados. Lucas 5, 1-11 ilustra esto perfectamente. ¡Dios siempre da el primer paso! Jesús se acercó a los pescadores y les invitó. Solo después de esta invitación al discipulado interviene nuestra decisión. Jesús nos ha llamado a cada uno de nosotros. El siguiente paso es… 

2. Los discípulos responden conscientemente a la llamada de Jesús.¡Una vez que somos llamados, un discípulo debe responder positivamente a la llamada! Si Pedro no hubiese abandonado sus redes y seguido a Jesús, no sería un discípulo. ¡No puedes seguir si no haces una opción! ¡El discipulado nunca es heredado ni accidental!

3. El discípulo ama. Ésta es la primera señal de un discípulo. El amor a Dios y el amor a los demás. Jesús dice que los demás sabrán que somos sus discípulos por nuestro amor al prójimo (Jn 13, 35). 

4.  Los discípulos dan fruto. De hecho, Jesús dice que dar fruto demuestra que eres su discípulo. “La gloria de mi Padre consiste en que deis fruto abundante, y así seréis mis discípulos” (Jn 15, 8).

5.  Los discípulos son obedientes. Avanza un poco más en Juan 15 y encontrarás el versículo 14: “Sois mis amigos si hacéis lo que yo ordeno”.

Atención: no podemos ser amigos íntimos de Jesús y ser desobedientes. Es imposible. 

6.  Los discípulos son enseñados. En las Escrituras encontramos constantemente a los discípulos de Jesús aprendiendo de Él. Ellos escuchan y luego aplican sus enseñanzas en su vida (o al menos lo intentan). Tenemos que seguir ese modelo. La vida de un discípulo cristiano es una vida de aprendizaje durante toda la vida.

7. Los discípulos siguen. La palabra “discípulo” significa “seguidor”. Nuestra vida de discipulado comienza siguiendo a Jesús. Debemos hacer lo que Él hizo. Amar como Él amó. Elegir lo que Él eligió. “Jesús recorría las ciudades y los pueblos, predicando y anunciando la Buena Noticia del Reino de Dios. Lo acompañaban los Doce” (Lc 8, 1).

8.  Los discípulos tienen su mirada puesta en el Cielo. Nuestra vida actual no es nuestro hogar definitivo. Hemos sido creados para vivir con Dios para siempre una felicidad eterna. Este hogar celestial lo determinan nuestras decisiones en esta vida. El premio del Cielo es un regalo en el que debemos tener puestos los ojos, para que no perdamos la perspectiva eterna de Dios.

9. Los discípulos cargan con cruces. El discipulado no es fácil. Jesús lo dijo así: “El que quiera seguirme, que renuncie a sí mismo, cargue con su cruz de cada día y sígame” (Lc 9, 23). Nunca deberíamos olvidar que el sufrimiento es parte del discipulado. No se trata solamente de emociones para sentirse bien ni de pasar buenos ratos.

10.  Los discípulos emplean tiempo con Jesús en la oración. Si hacemos lo que Jesús hizo, entonces necesitamos vivir en relación íntima con Dios. “Un día, Jesús estaba orando en cierto lugar, y cuando terminó, uno de sus discípulos le dijo: «Señor, enséñanos a orar, así como Juan enseñó a sus discípulos»” (Lc 11, 1).

11. Los discípulos aman y sirven a Dios (y al prójimo). Piensa en las numerosas veces que los discípulos son llamados a servir. Jesús ordena a sus Doce que sirvan a la masa en la multiplicación de los panes y los peces, que sanen a los enfermos, que expulsen los demonios, etc. ¡La vida de un discípulo no va de uno mismo!

12. Los discípulos hacen otros discípulos. Por último, tenemos que hacer lo que Jesús hizo, lo que significa “hacer discípulos”. Fue su último mandato y el único del que no podemos evadir el cumplirlo personalmente.

Tus preguntas sobre la Cuaresma

Si se vive bien la Cuaresma, deberá lograrse una auténtica y profunda conversión personal

¿QUÉ ES LA CUARESMA?
Llamamos Cuaresma al período de cuarenta días (quadragesima) reservado a la preparación de la Pascua, y señalado por la última preparación de los catecúmenos que deberían recibir en ella el bautismo.

¿DESDE CUÁNDO SE VIVE LA CUARESMA?
Desde el siglo IV se manifiesta la tendencia a constituirla en tiempo de penitencia y de renovación para toda la Iglesia, con la práctica del ayuno y de la abstinencia. Conservada con bastante vigor, al menos en un principio, en las iglesias de oriente, la práctica penitencial de la Cuaresma ha sido cada vez más aligerada en occidente, pero debe observarse un espíritu penitencial y de conversión.

¿POR QUÉ LA CUARESMA EN LA IGLESIA CATÓLICA?
“La Iglesia se une todos los años, durante los cuarenta días de la Gran Cuaresma, al Misterio de Jesús en el desierto” (n. 540).

¿CUÁL ES, POR TANTO, EL ESPÍRITU DE LA CUARESMA?
Debe ser como un retiro colectivo de cuarenta días, durante los cuales la Iglesia, proponiendo a sus fieles el ejemplo de Cristo en su retiro al desierto, se prepara para la celebración de las solemnidades pascuales, con la purificación del corazón, una práctica perfecta de la vida cristiana y una actitud penitencial.

¿QUÉ ES LA PENITENCIA?
La penitencia, traducción latina de la palabra griega metanoia que en la Biblia significa la conversión (literalmente el cambio de espíritu) del pecador, designa todo un conjunto de actos interiores y exteriores dirigidos a la reparación del pecado cometido, y el estado de cosas que resulta de ello para el pecador.
Literalmente cambio de vida, se dice del acto del pecador que vuelve a Dios después de haber estado alejado de Él, o del incrédulo que alcanza la fe.

¿QUÉ MANIFESTACIONES TIENE LA PENITENCIA?
“La penitencia interior del cristiano puede tener expresiones muy variadas. La Escritura y los Padres insisten sobre todo en tres formas: el AYUNO, la oración, la limosna, que expresan la conversión con relación a sí mismo, con relación a Dios y con relación a los demás. Junto a la purificación radical operada por el Bautismo o por el martirio, citan, como medio de obtener el perdón de los pecados, los esfuerzos realizados para reconciliarse con el prójimo, las lágrimas de penitencia, la preocupación por la salvación del prójimo, la intercesión de los santos y la práctica de la caridad "que cubre multitud de pecados" (1 Pedro, 4,8.).” (Catecismo Iglesia Católica, n. 1434).

¿ESTAMOS OBLIGADOS A HACER PENITENCIA?
“Todos los fieles, cada uno a su modo, están obligados por la ley divina a hacer penitencia; sin embargo, para que todos se unan en alguna práctica común de penitencia, se han fijado unos días penitenciales en los que se dediquen los fieles de manera especial a la oración, realicen obras de piedad y de caridad y se nieguen a sí mismos, cumpliendo con mayor fidelidad sus propias obligaciones y, sobre todo, observando el ayuno y la abstinencia.” (Código de Derecho Canónico, cánon 1249).

¿CUÁLES SON LOS DÍAS Y TIEMPOS PENITENCIALES?
“En la Iglesia universal, son días y tiempos penitenciales todos los viernes del año y el tiempo de cuaresma.” (Código de Derecho Canónico, cánon 1250).

¿QUÉ DEBE HACERSE TODOS LOS VIERNES DEL AÑO?
En recuerdo del día en que murió Jesucristo en la Santa Cruz, “todos los viernes, a no ser que coincidan con una solemnidad, debe guardarse la abstinencia de carne, o de otro alimento que haya determinado la Conferencia Episcopal; ayuno y abstinencia se guardarán el miércoles de Ceniza y el Viernes Santo.” (Código de Derecho Canónico, cánon 1251).

¿CUÁNDO ES CUARESMA?
La Cuaresma comienza el Miércoles de ceniza y concluye inmediatamente antes de la Misa Vespertina in Coena Domini. (jueves santo). Todo este período forma una unidad, pudiéndose distinguir los siguientes elementos:
1) El Miércoles de ceniza,
2) Los domingos, agrupados en el binomio, I-II; III, IV y V; y el Domingo de Ramos de la Pasión del Señor,
3) La Misa Crismal y
4) Las ferias.

¿QUÉ ES EL MIÉRCOLES DE CENIZA?
Es el principio de la Cuaresma; un día especialmente penitencial, en el que manifestamos nuestro deseo personal de CONVERSIÓN a Dios.
Al acercarnos a los templos a que nos impongan la ceniza, expresamos con humildad y sinceridad de corazón, que deseamos convertirnos y creer de verdad en el Evangelio.

¿CUÁNDO TIENE ORIGEN LA PRÁCTICA DE LA CENIZA?
El origen de la imposición de la ceniza pertenece a la estructura de la penitencia canónica. Empieza a ser obligatorio para toda la comunidad cristiana a partir del siglo X. El liturgia actual, conserva los elementos tradicionales: imposición de la ceniza y ayuno riguroso.

¿CUÁNDO SE BENDICE E IMPONE LA CENIZA?
La bendición e imposición de la ceniza tiene lugar dentro de la Misa, después de la homilía; aunque en circunstancias especiales, se puede hacer dentro de una celebración de la Palabra. Las fórmulas de imposición de la ceniza se inspiran en la Escritura: Gn, 3, 19 y Mc 1, 15.

¿DE DÓNDE PROVIENE LA CENIZA?
La ceniza procede de los ramos bendecidos el Domingo de la Pasión del Señor, del año anterior, siguiendo una costumbre que se remonta al siglo XII. La fórmula de bendición hace relación a la condición pecadora de quienes la recibirán.

¿CUÁL ES EL SIMBOLISMO DE LA CENIZA?
El simbolismo de la ceniza es el siguiente:
a) Condición débil y caduca del hombre, que camina hacia la muerte;
b) Situación pecadora del hombre;
c) Oración y súplica ardiente para que el Señor acuda en su ayuda;
d) Resurrección, ya que el hombre está destinado a participar en el triunfo de Cristo;

¿A QUÉ NOS INVITA LA IGLESIA EN LA CUARESMA?
La Iglesia persiste en invitarnos a hacer de este tiempo como un retiro espiritual en el que el esfuerzo de meditación y de oración debe estar sostenido por un esfuerzo de mortificación personal cuya medida, a partir de este mínimo, es dejada a la libertad generosidad de cada uno.

¿QUÉ DEBE SEGUIRSE DE VIVIR LA CUARESMA?
Si se vive bien la Cuaresma, deberá lograrse una auténtica y profunda CONVERSIÓN personal, preparándonos, de este modo, para la fiesta más grande del año: el Domingo de la Resurrección del Señor.

¿QUÉ ES LA CONVERSIÓN?
Convertirse es reconciliarse con Dios, apartarse del mal, para establecer la amistad con el Creador.
Supone e incluye dejar el arrepentimiento y la Confesión (ver el impreso Guía de la Confesión) de todos y cada uno de nuestros pecados.
Una vez en gracia (sin conciencia de pecado mortal), hemos de proponernos cambiar desde dentro (en actitudes) todo aquello que no agrada a Dios.

¿POR QUÉ SE DICE QUE LA CUARESMA ES UN “TIEMPO FUERTE” Y UN “TIEMPO PENITENCIAL?
“Los tiempos y los días de penitencia a lo largo del año litúrgico (el tiempo de CUARESMA, cada viernes en memoria de la muerte del Señor) son momentos fuertes de la práctica penitencial de la Iglesia. Estos tiempos son particularmente apropiados para los ejercicios espirituales, las liturgias penitenciales, las peregrinaciones como signo de penitencia, las privaciones voluntarias como el ayuno y la limosna, la comunicación cristiana de bienes (obras caritativas y misioneras).” (Catecismo Iglesia Católica, n. 1438)

¿CÓMO CONCRETAR MI DESEO DE CONVERSIÓN?
De diversas maneras, pero siempre realizando obras de conversión, como son, por ejemplo:
1. Acudir al Sacramento de la Reconciliación (Sacramento de la Penitencia o Confesión) y hacer una buena confesión: clara, concisa, concreta y completa.
2. Superar las divisiones, perdonando y crecer en espíritu fraterno.
3. Practicando las Obras de Misericordia.

¿CUÁLES SON LAS OBRAS DE MISERICORDIA?
Las Obras de Misericordia espirituales son:
• Enseñar al que no sabe.
• Dar buen consejo al que lo necesita.
• Corregir al que yerra.
• Perdonar las injurias.
• Consolar al triste.
• Sufrir con paciencia las adversidades y flaquezas del prójimo.
• Rogar a Dios por los vivos y los muertos
• Las Obras de Misericordia corporales son:
• Visitar al enfermo.
• Dar de comer al hambriento.
• Dar de beber al sediento.
• Socorrer al cautivo.
• Vestir al desnudo.
• Dar posada al peregrino.
• Enterrar a los muertos.

¿QUÉ OBLIGACIONES TIENE UN CATÓLICO EN CUARESMA?
Hay que cumplir con el precepto del AYUNO y la ABSTINENCIA, así como con el de la CONFESIÓN y COMUNIÓN anual.

¿EN QUÉ CONSISTE EL AYUNO?
El AYUNO consiste en hacer una sola comida al día, aunque se puede comer algo menos de lo acostumbrado por la mañana y la noche. No se debe comer nada entre los alimentos principales, salvo caso de enfermedad.

¿A QUIÉN OBLIGA EL AYUNO?
Obliga vivir la ley del ayuno, a todos los mayores de edad, hasta que tengan cumplido cincuenta y nueve años. (cfr. CIC, c. 1252).

¿QUÉ ES LA ABSTINENCIA?
Se llama abstinencia a privarse de comer carne (roja o blanca y sus derivados).

¿A QUIÉN OBLIGA LA ABSTINENCIA?
La ley de la abstinencia obliga a los que han cumplido catorce años. (cfr. CIC, c. 1252).

¿PUEDE CAMBIARSE LA PRÁCTICA DEL AYUNO Y LA ABSTINENCIA?
“La Conferencia Episcopal puede determinar con más detalle el modo de observar el ayuno y la abstinencia, así como sustituirlos en todo o en parte por otras formas de penitencia, sobre todo por obras de caridad y prácticas de piedad.” (Código de Derecho Canónico, cánon 1253).

¿QUÉ ES LO QUE IMPORTA DE FONDO DEL AYUNO Y LA ABSTINENCIA?
Debe cuidarse el no vivir el ayuno o la abstinencia como unos mínimos, sino como una manera concreta con la que nuestra Santa Madre Iglesia nos ayuda a crecer en el verdadero espíritu de penitencia.

¿QUÉ ASPECTOS PASTORALES CONVIENE RESALTAR EN LA CUARESMA?
El tiempo de Cuaresma es un tiempo litúrgico fuerte, en el que toda la Iglesia se prepara para la celebración de las fiestas pascuales. La Pascua del Señor, el Bautismo y la invitación a la reconciliación, mediante el Sacramento de la Penitencia, son sus grandes coordenadas.
Se sugiere utilizar como medios de acción pastoral:
1) La catequesis del Misterio Pascual y de los sacramentos;
2) La exposición y celebración abundante de la Palabra de Dios, como lo aconseja vivamente el canon. 767, & 3, 3)
3) La participación, de ser posible diaria, en la liturgia cuaresmal, en las celebraciones penitenciales y, sobre todo, en la recepción del sacramento de la penitencia: “son momentos fuertes en la práctica penitencial de la Iglesia” (CEC, n. 1438), haciendo notar que “junto a las consecuencias sociales del pecado, detesta el mismo pecado en cuanto es ofensa a Dios”; y,
4) El fomento de los ejercicios espirituales, las peregrinaciones, como signo de penitencia, las privaciones voluntarias como el ayuno y la limosna y las obras caritativas y misioneras.

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