El que es fiel a mis palabras no morirá para siempre

El tiempo se detiene sin previo aviso. Caen los horarios, las prisas, las tareas pendientes, las urgencias, los planes trazados. Los aviones aparcados en el aeropuerto llenos de sueños que no despegan. Los parques vacíos.

¿Cómo se puede detener todo de repente? Un poema de K. O´Meara sobre la epidemia de peste en 1800 me conmueve:

“Y la gente se quedó en casa
y leyó libros y escuchó
y descansó y se ejercitó
e hizo arte y jugó.
Y aprendió nuevas formas de ser,
y se detuvo
y escuchó más profundamente.
Alguno meditaba,
alguno rezaba,
alguno bailaba,
alguno se encontró con su propia sombra.
Y la gente empezó a pensar de forma diferente.
Y la gente se curó.
Y en ausencia de personas que viven de manera ignorante,
peligrosos, sin sentido y sin corazón,
incluso la tierra comenzó a sanar.
Y cuando el peligro terminó
y la gente se encontró de nuevo
lloraron por los muertos
y tomaron nuevas decisiones
y soñaron nuevas visiones
y crearon nuevas formas de vida
y sanaron la tierra completamente
tal y como ellos fueron curados”.

Cuando todo terminó sanó la tierra completamente. Me impresiona. Cuando todo termine. Ahora me cuesta ver el final del túnel. Pero la luz brilla en mi corazón.

Una persona comenta: “No te tomes demasiado en serio”. ¿Que no tome en cuenta mis emociones, mis miedos, mis ansiedades? ¿Que finja que tengo las respuestas y las razones? ¿Que diga que tengo la receta para vivir tiempos de guerra?

Me resulta difícil. Quizás no se toma muy en serio la vida quien sólo espera que acabe esta cuarentena para seguir como antes. O quien en medio del dolor está pensando en sus dolores de siempre.

Tal vez no tomarme en serio es bueno cuando pierdo la perspectiva de las cosas. Cuando creo que mi problema pequeño es más importante que los que viven muchos en estos días. Cuando pienso sólo en mí, en lo mío.

No busco recetas, ni soluciones fáciles. Ni que me digan que simplemente confíe. Creo que las mejores respuestas en la vida las encuentro en un mar de dudas.

Y los mejores caminos son los que están llenos de bosque. Y los mejores atardeceres son los que contemplo desde mi ventana.

Porque esto que ahora vivo es lo mejor que me puede ocurrir. Sin pretender tener recetas para vivirlo mejor. Sin fingir que entiendo el por qué de todo. Y que sé hacia dónde vuelan todos los aviones aparcados en el aeropuerto.

A lo mejor Dios quiere que ahora detenga mis pasos para contemplar mi día y dar gracias. Por lo que tengo, por lo que hay.

Que me alegre de un avión que no alza un vuelo, aunque me duela el alma. Y sonría con mis árboles llenos de luz vespertina.

Me gustan las respuestas incompletas. Me alegran las preguntas nuevas que brotan como hierba verde en medio del desierto. Me gusta vivir el hoy. Tan solo eso, sin prisas, con paciencia infinita, con sonrisa verdadera.

No me tomo en serio, no me angustio, no dejo de sonreír, aunque muchos no sonrían.

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Que el coronavirus no te quite la sonrisa

Corro por los pasillos de mi casa buscando vida. Escribo en mi cuaderno mis poesías, sin soñar con que alguien un día las rescate para dar esperanza a muchos. No lo pretendo.

Las palabras dibujan luces en medio de la noche. Vivo el ahora. No poseo el mañana. Y mi hoy está lleno de pausas y silencios. De miedos contenidos. Como me escribía una persona:

“No se escuchan las palabras, o se oyen las pisadas, todo permanece en calma”.

En medio de esa paz forzada yo creo. Confío en medio de una enfermedad que sigue amenazando. Sin encontrarle el sentido.

Sólo entiendo una cosa: el hoy me da paz.

El hoy es una puesta de sol ante mi ventana. Los gritos y risas de mis hijos. El ladrido de un perro soñando la calle. La comida familiar, una tras otra. La ausencia de planes.

Los horarios inventados para crearme una nueva rutina. El propósito de no ver demasiadas noticias. Sólo las que me muestran brotes verdes.

Las misas a través de una pantalla. El canto que escucho por las redes. Un poema que me llena de esperanza. Y ese Dios que habita en medio de mi noche, de mi día, de mi paz, de mi inquietud, de mi miedo, de mis risas.

Y decido tomarme en serio. Porque Dios lo hace conmigo. Y decido dejar de preocuparme por cosas pequeñas. ¿Habré aprendido una nueva sabiduría para enfrentar la vida?

Sólo espero que no se me olvide. Que le dé valor a lo que lo tiene y se lo quite a esas cosas que a veces me angustian. En esos momentos es cierto, no debería tomarme tan en serio.

Y mientras tanto, sonreír, tener paciencia, bailar, escribir, guardar silencio, reír, caminar por donde pueda. Y esperar, no tanto a que todo pase, sino a que ese Dios que vive dentro de mí venga cada tarde a visitarme. Me llene de luz y de vida. Sostenga mis pasos temblorosos. Me haga sonreír. Y me diga que algo estamos construyendo.

 

Como dice una canción de Lucía Gil (de la Oreja de Van Gogh): ese puente entre los dos que antes estaba roto y ahora separado por una pantalla. Pero el mundo, eso espero, será mejor cuando todo pase:

“Y después de pasar la cuarentena,
habremos hecho un puente que unirá.
Mi puerta al empezar la primavera,
y la tuya que el verano me traerá.
Al vernos desde lejos tan unidos,
empujando al mismo sitio,
sólo queda un poco más.
Volveremos a juntarnos,
volveremos a brindar,
un café queda pendiente en nuestro bar.
Romperemos ese metro de distancia entre tú y yo,
ya no habrá una pantalla entre los dos”.

No dejo de tomarme en serio. Así lo hace Dios conmigo. Él se conmueve con mi dolor y llora conmigo. No me dice que me calme y no me agobie. Calla a mi lado, velando mi cama enferma.

Y me sostiene con una fuerza interior que no viene de mí, sino de muy dentro. De un espacio sagrado que hay en mi alma y que me lleva hacia lo alto. Más alto de lo que cualquier avión parado en el Aeropuerto podría algún día llevarme.


Francisco de Paula, Santo

Memoria Litúrgica, 2 de abril

Eremita y Fundador

Martirologio Romano: San Francisco de Paula, ermitaño, fundador de la Orden de los Mínimos en Calabria, prescribiendo a sus discípulos que viviesen de limosnas, no teniendo propiedad ni manipulando dinero, y que utilizasen sólo alimentos cuaresmales. Llamado a Francia por el rey Luis XI, le asistió en el lecho de muerte, y célebre por la austeridad de vida, murió a su vez en Plessis-les-Tours, junto a Tours († 1507).

Etimológicamente: Francisco = el abanderado, de origen germano.

Fecha de canonización: En 1519 por el Papa León X.

Breve Biografía

Francisco nació en Paula, región de Calabria (Italia) en el año 1416, y es uno de los más jóvenes fundadores de órdenes religiosas que recuerda la historia.

A los trece años vistió el hábito franciscano, pero dos años más tarde desapareció. Después de algunos años lo descubrió un cazador en un refugio en las ásperas montañas cerca de Cosenza.

La fama de su santidad y de sus milagros atrajo a un buen número de jóvenes deseosos de seguir su ejemplo, con los cuales fundó la Orden de los Mínimos o Ermitaños de san Francisco de Asís.

Los invitó a la penitencia, reduciendo su alimentación durante los 365 días del año a pan, pescado, agua y verduras.

Pero las duras penitencias no acortaron su vida, pues vivió hasta la edad de 91 años. Murió un viernes santo, el 2 de abril de 1507, mientras se encontraba en Francia, en Plessis-les-Tours.

Fue canonizado por el Papa León X en 1519, a los doce años de su muerte, y aún hoy se le propone no sólo como modelo de penitencia, sino también -como dijo Pablo VI el 27 de mayo de 1977- como modelo de valentía para denunciar “las malversaciones de los poderosos”.

Una vez el pobre fraile, flaco y agotado por los ayunos, iba de Cosenza a Reggio Calabria y de aquí necesitaba pasar el estrecho de Mesma, pues se dirigía a Sicilia. Como ninguno de los barqueros quiso llevarlo, el santo extendió su manto y sobre él navegó por el mar hasta Mesina. El prodigio le ganó la reputación de taumaturgo y el título de patrono de los marineros. La vida de este austero santo, que vivió entre honores siquiera sin darse cuenta, está llena de milagros. Su fama superó los confines de Italia y llegó hasta Francia, a donde Luis XI quiso que el Papa lo enviara para que lo curara de una grave enfermedad.

El humilde fraile, avisado por un enviado pontificio, emprendió el viaje a Francia. Cuando llegó a París no le restituyó al rey la salud que pedía, pero sí le dio la del alma: lo reconcilió con Dios y lo convenció a aceptar su Santísima voluntad. Antes de morir, Luis XI lo nombró director espiritual del hijo y sucesor Carlos III.

ORACIÓN

Sol luminoso de caridad y verdadero Padre de los pobres,
San Francisco de Paula,
como pobre y necesitado de salvación recurro a ti
para que me alcanzes del Señor una fe viva, una esperanza firme,
una caridad ardiente
y una paciencia inalterable en las pruebas y contrariedades de la vida.
Tú, que de un modo vivo y completo
reflejaste la imagen de nuestro divino Redentor,
ayúdeme a modelar mi vida según el ejemplo y enseñanzas
de nuestro Señor y Salvador, Jesucristo.
Dame tu ayuda poderosa en toda dificultad material o espiritual
e intercede por mí para que,
caminando santamente durante esta peregrinación terrena,
merezca gozar contigo de los inefables gozos de la divinidad
en la plenitud de la eterna bienaventuranza.
Estas gracias espero confiadamente alcanzar por tu eficaz protección
y la maternal intercesión de la Santísima Virgen María,
en virtud de los méritos infinitos de nuestro Señor Jesucristo.
Amén.

La muerte, puerta de la vida...

Santo Evangelio según san Juan 8, 51-59. Jueves V de Cuaresma

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Creo, Señor, pero aumenta mi fe; confió en Ti, Señor, fortalece mi esperanza; te amo, Señor, ayúdame a amarte cada vez más. Haz, Señor, que viva y muera en tu santa presencia; que duerma y me levante siempre en tu santa voluntad.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)

Del santo Evangelio según san Juan 8, 51-59

En aquel tiempo, Jesús dijo a los judíos: "Yo les aseguro: el que es fiel a mis palabras no morirá para siempre".

Los judíos le dijeron: "Ahora ya no nos cabe duda de que estás endemoniado. Porque Abraham murió y los profetas también murieron, y tú dices: 'El que es fiel a mis palabras no morirá para siempre'. ¿Acaso eres tú más que nuestro padre Abraham, el cual murió? Los profetas también murieron. ¿Quién pretendes ser tú?".

Contestó Jesús: "Si yo me glorificara a mí mismo, mi gloria no valdría nada. El que me glorifica es mi Padre, aquel de quien ustedes dicen: 'Es nuestro Dios', aunque no lo conocen. Yo, en cambio, sí lo conozco; y si dijera que no lo conozco, sería tan mentiroso como ustedes. Pero yo lo conozco y soy fiel a su palabra. Abraham, el padre de ustedes, se regocijaba con el pensamiento de verme; me vio y se alegró por ello".

Los judíos le replicaron: No tienes ni cincuenta años, ¿y has visto a Abraham?". Les respondió Jesús: "Yo les aseguro que desde antes que naciera Abraham, yo soy".

Entonces recogieron piedras para arrojárselas, pero Jesús se ocultó y salió del templo.

Palabra del Señor.

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

«Yo les aseguro: el que es fiel a mis palabras no morirá para siempre».

Cuánta vida y sentido cobran estás palabras de nuestro Señor en estos momentos en los que la enfermedad y la muerte afectan la vida de tantas personas; de repente parecen más cercanas a mi vida y a la de todas las personas que amo. ¡Enséñame, Señor, a ver más allá de mi realidad y de mi sufrimiento; a ver y amar a mi prójimo como Tú lo ves y lo amas, y a tenderle la mano como Tú lo haces conmigo!

La muerte y la enfermedad me dan miedo, y con razón, pero si el Señor de la vida está a mi lado, ¿qué cosa puedo temer? ¿Ante quien voy a temblar? Él me ha prometido quedarse conmigo todos los días hasta el fin del mundo. A su lado todo lo puedo, solo en él yace mi esperanza.

Jesucristo estuvo a punto de ser apedreado por decir la verdad y cumplir la voluntad de su Padre, y no está muy lejos de ser crucificado por esta misma razón... El misterio de su pasión, muerte y resurrección toca ya a la puerta de mi corazón, ¿pienso abrirle? ¿Escuchar su voz?

El Señor me invita a seguir confiando en Él, a buscarle con renovado ímpetu desde lo profundo de mi ser y a concientizarme más de la futilidad del tiempo y la brevedad de la vida, que he recibido para cumplir una misión que Él mismo me ha encomendado.

«El mundo ya está configurado, donde todo está explicado, no hay lugar a la pregunta abierta. ¿Es verdad eso? Es verdad, pero no es verdad. Ese es nuestro mundo. Se ha configurado y no hay lugar para la pregunta abierta. En un mundo que le rinde culto a la autonomía, la autosuficiencia y la auto-realización, parece que no hay lugar para lo otro. El mundo de los proyectos y la aceleración infinita, de la rapidación, no permite interrupciones, y por eso, la cultura mundana que esclaviza trata de anestesiarnos para olvidar lo que significa detenernos al fin. Pero el olvido de la muerte es también su comienzo, y también, una cultura que olvida la muerte comienza a morir por dentro. El que olvida la muerte ya empezó a morir. ¡Por eso les agradezco tanto! ¡Porque tuvieron el coraje de abrir esta pregunta y pasar por el cuerpo las tres muertes que vaciándonos llenan la vida! La muerte de cada instante. La muerte del ego. Y la muerte de un mundo que da paso a otro nuevo. Recuerden, si la muerte no tiene la última palabra, Es porque en vida aprendimos a morir por otro».
(Video mensaje de SS Francisco al IV Encuentro Mundial de Jóvenes, octubre 2019).

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

En este día me propongo agradecer a dos personas por todo el bien y ayuda que me han brindado a lo largo de mi vida, y pedir perdón a aquella persona que no he tratado siempre bien.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

La palabra de Dios y la familia

Ojalá que logremos poner en el centro de nuestra vida familiar la Palabra de Dios.

A propósito del domingo de la Palabra de Dios, quiero compartir con ustedes que la familia es el lugar más propicio para formar en la fe y vivir una espiritualidad profunda, siempre basada en la Palabra de Dios.

Debemos llevar un estilo de vida donde el centro de nuestra vida sea Jesús, y por consecuencia, la Biblia.

Por eso aquí les dejo mis 5 Tips para adoptar la Palabra de Dios como centro nuestra vida familiar.

PRIMERO: Pon un altar en tu casa.

Nadie ama lo que no conoce, es por esto que debemos tener la Palabra de Dios en un lugar principal en nuestra casa, para que nuestros hijos la vean, la conozcan y la amen.

Debemos estar conscientes de que la Biblia es, real y verdaderamente, la Palabra de Dios, por lo mismo el lugar donde está debe ser digno y bien arreglado.

También debe ser accesible a todos los miembros de nuestra familia.

SEGUNDO: Entroniza la Biblia.

Es muy bueno que se haga una ceremonia familiar para darle a la Palabra de Dios su lugar adecuado. De ser posible, que un sacerdote vaya a tu casa para hacer la entronización, pero si no es posible, el jefe de la familia puede hacerla.

De preferencia, que esté presente toda la familia.

TERCERO: Lee unos versículos a diario en familia.

Si nos organizamos, podemos hacer un plan para llevar una lectura constante y secuenciada de la Palabra de Dios.

Quizá puede ser un evangelio en especial o los Salmos, pero debemos hacerlo constantemente para que se nos haga un hábito.

Con que se lea unos versículos o una perícopa es suficiente. Y de ser posible, prepara material didáctico para los niños pequeños.

CUARTO: Que los niños tengan su Biblia para niños.

Esta Biblia es especial, ya que solo tiene las historias principales, con un lenguaje adecuado para los niños.

De ser posible, si nuestros hijos son pequeños, debemos leerle las historias para que desde tierna edad vayan conociendo nuestra fe.

Y QUINTO: Haz Lectio Divina en familia.

Esta oración con la Sagrada Escritura, es muy buena para hacerla en familia.

Es necesario informarnos de cómo se hace, luego hay que practicarla en familia para que poco a poco, la hagamos propia.

La Lectio Divina consta de cuatro partes: lectura, meditación, oración y contemplación y acción.

Podemos hacerla con nuestros hijos y tratar de hacerla a su nivel, pero también debemos tratar de hacerla como esposos para hacerla más profunda y más específica para definir la vida espiritual de nuestra familia.

Ojalá que logremos poner en el centro de nuestra vida familiar la Palabra de Dios.

Dios te bendiga y la Santísima Virgen María te cubra con su manto.

El Papa: para ver a Dios hay que liberarse de los engaños del corazón

Audiencia General del Papa Francisco, 1 de abril.

 

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La batalla que el hombre debe enfrentar es la del corazón que debe ser liberado de sus engaños. Esto lo recuerda el Papa Francisco en la catequesis de la Audiencia General, que celebra desde el 11 de marzo en la Biblioteca del Palacio Apostólico por la emergencia del coronavirus. Continuando el ciclo de catequesis sobre las Bienaventuranzas, el Papa se detiene hoy en la sexta y por lo tanto en la pureza del corazón como condición para ver a Dios. De hecho, buscar el rostro de Dios significa desear una relación no mecánica sino personal, como el mismo Job manifiesta: primero el conocimiento es de oídas, luego, al final, lo conocemos directamente si somos fieles.

La batalla contra el engaño interior

Al igual que los discípulos de Emaús, el origen de la "ceguera" es un corazón necio y lento, y cuando es así, dice, "ves las cosas como nubladas". El Señor les abrirá los ojos al final de un camino que culmina con la fracción del pan. "Dios es más íntimo para mí que yo para mí mismo", dijo San Agustín, a quien el Papa llama para mostrar el camino de la contemplación de Dios: entrar en nosotros y hacerle espacio.

Para ver a Dios no es necesario cambiar de gafas o de punto de observación, ni cambiar de autores teológicos que me enseñan el camino: ¡hay que liberar el corazón de sus engaños! Este camino es el único. Es una madurez decisiva: cuando nos damos cuenta de que nuestro peor enemigo se esconde a menudo en nuestro corazón. La batalla más noble es contra los engaños interiores que generan nuestros pecados. Porque los pecados cambian la visión interior, cambian la evaluación de las cosas, te hacen ver cosas que no son ciertas, o al menos que no son tan ciertas.

El camino de la purificación

Para entender lo que es la "pureza de corazón", por lo tanto, el Papa se refiere a la concepción bíblica del corazón que consiste no sólo en los sentimientos sino en "el lugar más íntimo del ser humano". El puro de corazón es, por lo tanto, una persona en presencia del Señor y posee una vida "unificada", lineal y no tortuosa. Y esto es el resultado de un proceso que implica "liberación y renuncia".

El puro de corazón, por lo tanto, "no nace como tal" sino que ha aprendido a "negar el mal dentro de sí mismo", un proceso que en la Biblia se llama "circuncisión del corazón". Es una purificación interior que implica el reconocimiento de la parte del corazón que está bajo la influencia del mal para aprender en cambio a ser guiado por el Espíritu Santo y, a través de este camino del corazón, "ver a Dios".

La vía, el camino desde el corazón enfermo, desde el corazón pecador, desde el corazón que no puede ver bien las cosas porque está colocado en los pecados, muchas cosas, a la plenitud de la luz del corazón es la obra del Espíritu Santo. Es Él quien nos guía en este camino.

Abrir las puertas al Espíritu Santo

En esta visión beatífica hay una dimensión futura, la alegría del Reino de los Cielos, pero también otra:

Ver a Dios significa comprender los planes de la Providencia en lo que nos sucede, reconocer su presencia en los sacramentos, su presencia en nuestros hermanos y hermanas, especialmente en los pobres y los que sufren, y reconocerlo donde se manifiesta.

Así, en el surco de las Bienaventuranzas, comienza un camino de liberación que dura toda la vida, un trabajo serio que el Espíritu Santo hace si le damos espacio, una obra de Dios en nosotros incluso en las pruebas y purificaciones. "No tengamos miedo - concluye el Papa - abramos las puertas de nuestros corazones al Espíritu Santo para que nos purifique y nos conduzca por este camino hacia la alegría plena".

Texto del resumen en español de la catequesis del Papa Francisco

Queridos hermanos y hermanas:

En esta catequesis reflexionamos sobre la bienaventuranza que dice: «Dichosos los que tienen el corazón puro, porque ellos verán a Dios» (Mt 5,8). Esta bienaventuranza nos promete la visión de Dios y tiene como condición la pureza de corazón. ¿Qué quiere decir tener el corazón “puro”? Significa conservar en nuestro interior ¬lo que es digno de una relación auténtica con el Señor verdadera, y llevar una vida integra, lineal y sencilla en su Presencia.

Tener un corazón puro es un camino de purificación interior. Hay que reconocer que, con frecuencia, nuestro peor enemigo está escondido dentro de nosotros mismos, y necesitamos convertirnos al Señor. Este proceso implica reconocer la influencia del mal que hay en nosotros, y dejarse conducir con docilidad por el Espíritu Santo; es un camino de maduración que supone renuncia, sinceridad y valentía.

Cuando descubrimos nuestra sed de bien y la misericordia de Dios que nos sostiene, comienza un camino de liberación que dura toda la vida y nos prepara al encuentro definitivo con el Señor. Se trata de un trabajo serio y, sobre todo, de una obra que Dios hace en nosotros a través de las pruebas y las purificaciones de la vida, y que nos lleva, si lo aceptamos, a experimentar una gran alegría y una paz profunda y verdadera.

¿Qué es una exhortación apostólica?

Uno de los documentos que un Papa puede escribir es una exhortación apostólica ¿Qué fin tiene?

La exhortación apostólica es uno de los documentos magisteriales escritos por un Papa.

Se podría decir que es el tercero en importancia tras las constituciones apostólicas y las encíclicas, aunque la importancia de un documento depende de su contenido y no de la forma.

Se trata de un mensaje que el Papa dirige a una comunidad católica para dar indicaciones concretas sobre una cuestión en particular.

Por tanto el documento es de tipo pastoral.

Los papas suelen escribirlas tras haber consultado a los obispos en los sínodos pero no es necesario que sea así.

La exhortación apostólica establece directrices claras para que los católicos afronten con criterio las nuevas situaciones que plantea el mundo moderno.



Los milagros eucarísticos

Ciertamente el milagro no es necesario, pero Dios lo hace para los no creyentes y para quienes han perdido la Fe

“Eucaristía” proviene del griego y significa “acción de gracias”. Con esta palabra significamos las gracias enviadas del Cielo por el amor de Cristo. Tanto en el plano místico como en el humano es el máximo regalo, es el sacramento más sublime; por ello se le llama el “Santísimo Sacramento del Altar”.

La Eucaristía puede entenderse sencillamente como un alimento sobrenatural. Pues así como el cuerpo absorbe el alimento natural sin darnos cuenta y lo aprovecha, así ocurre con la nutrición sobrenatural, que nos dirige a la santidad. De tal manera, comulgar en pecado mortal es una gran sacrilegio. Para que una falta sea pecado mortal se requiere: que la falta sea grave, que se conozca y que se cometa con pleno consentimiento.

Ante el pecado tenemos el remedio en la confesión; sin embargo algunos no comulgan por negarse, porque no conciben arrodillarse ante un humano o porque dicen que van a volver a pecar. Pero así como cuando caemos nos levantamos lo más pronto posible, así también si pecamos hemos de acudir a la penitencia, pues Dios perdona a quienes confiesan llanamente sus pecados y una vez perdonados, podemos acercarnos a la Sagrada Comunión dignamente y para nuestra salud espiritual.

En la Sagrada Eucaristía ocurre un milagro que se llama transubstanciación, el cual es un milagro metafísico, no visible, que se da en cada Misa, por lo que podemos afirmar que el Milagro Eucarístico es un hecho sobrenatural que ha ocurrido constantemente.

Ciertamente el milagro no es necesario, pero Dios lo hace para los no creyentes y para quienes han perdido la Fe.

Los Milagros Eucarísticos son muchos y se ordenan en cuatro grupos:

Milagros Eucarísticos Históricos:

En estos no interviene la ciencia pero se documentan en la historia; por ejemplo, el milagro de Tolosa en 1225, donde San Antonio de Padua consagró una hostia que fue adorada por un burro y así se convirtió el pueblo entero.

Otro ejemplo es el de Santa Clara de Asís, quien estando enferma y desesperada usó la custodia para defender a su convento de los invasores musulmanes. De esta custodia salieron rayos de luz cegadores que vencieron a los atacantes.

Milagros Eucarísticos Apologéticos:

En este grupo se ubican los Milagros Eucarísticos que permanecen hasta hoy, que pueden verse y que han sido estudiados por la ciencia. Son hostias consagradas sin corromperse. La más antigua está en Zamora, consagrada en 1159 y sigue tan blanca hoy como en aquel día.

En Siena, Italia, fueron profanadas algunas hostias el 15 de Agosto de 1730 al ser robado un copón. Estas hostias fueron iluminadas y encontradas por sacerdotes tres días después y hoy en día siguen intactas como cuando fueron robadas.

Milagros Eucarísticos sucedidos a Sacerdotes que han perdido la Fe:

En el tercero y cuarto grupo se ubican los Milagros Eucarísticos sucedidos a Sacerdotes que han perdido la Fe en la presencia real de Nuestro Señor Jesucristo y que en sus manos la hostia se ha convertido en carne y el vino en sangre.

La multitud de Milagros Eucarísticos hace imposible presentarlos todos durante un breve artículo, pero hemos de señalar la gran cantidad de milagros sucedidos en toda Europa que muestran la constancia de la Gracia que Nuestro Señor desea hacernos para afirmar nuestra Fe.

Espero que esta plática nos transforme para asistir a Misa con devoción y no dejar de comulgar.

El Ayuno: poderosa arma espiritual

5 maneras de incluirlo en tu vida

El ayuno da a luz a los profetas y fortalece a los poderosos; ayunar hace que los legisladores sean sabios. El ayuno es una buena salvaguarda para el alma, una firme compañía para el cuerpo, un arma para el valiente, un gimnasio para los atletas.

El ayuno repele las tentaciones, unge a la piedad; es la camarada de la observación y el artífice de la castidad.

En las guerras combate valientemente y en la paz nos enseña la quietud. San Basilio El Grande.

¿Estas luchando con algún pecado? Me refiera que parece que hay un pecado del cual parece que no puedes liberarte; un pecado que te tiene en constante estado de culpa y desesperación. Has orado, has frecuentado los sacramentos, pero parece que no puedes librarte de esas cadenas.

Todos hemos pasado por eso en alguno y otro momento, y esas luchas son parte integral de la vida espiritual. Pero no tiene por qué ser de esa manera. Hoy quiero presentarte una muy poderosa, pero muy descuidada arma en el arsenal espiritual: El Ayuno.

Si quieres llenar de energía tu vida espiritual, si quieres derrotar un pecado que te ha mantenido esclavizado, si quieres crecer en tu unión con Dios, toma la santa arma del ayuno. Porque como lo dijo Jesús, hay algunos demonios que “no pueden ser expulsados sino es con ayuno y oración”.

Examinemos esta poderosa arma y su uso en la vida espiritual.

¿Cuál es el punto del ayuno?

Desde los primeros tiempos, la Iglesia nos ha enseñado la necesidad del ascetismo en la vida de cada cristiano. Así es- ascetismo no es solo para monjes y sacerdotes, pero para laicos también. ¿Pero a que nos referimos con ascetismo?

Para cualquier propósito, el ascetismo puede ser vagamente definido como el negarse a sí mismo con el fin en mente del autocontrol. Y este negarse a sí mismo a menudo toma la forma de, lo adivinaste, ayuno.

El ascetismo es necesario para todos debido a nuestras pasiones, los deseos intensos de la carne, los cuales a veces son llamados concupiscencia. La experiencia nos enseña que muchas veces somos llevados por estos deseos en formas en las que apenas logramos controlar. San Pablo nos dice que:

“Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne, pues éstos se oponen el uno al otro, de manera que ustedes no pueden hacer lo que deseen.” (Gal 5,17)

Esta guerra es tan intensa que nuestras pasiones muchas veces nos llevan hacer cosas que no queremos, y nos encontramos diciendo:

“Y ni siquiera entiendo lo que hago, porque no hago lo que quiero sino lo que aborrezco” (Romanos 7,15)

Debemos tener en mente que la pasión de la carne no es necesariamente mala, pero que debido nuestra naturaleza caída, ellos están fuera de control y nos quieren dominar. Eso sin considerar nuestras pasiones, que llevan nuestras almas a un comportamiento destructivo como la glotonería, el odio, los desórdenes sexuales, o adicciones de todo tipo. Eventualmente su dominio nos llevará al infierno.

Las pecaminosas pasiones son un campo que se incrementa hacia la muerte nos explica San Pablo:

“Porque mientras estábamos en la carne, las pasiones pecaminosas despertadas por la Ley, actuaban en los miembros de nuestro cuerpo a fin de llevar fruto para muerte”. (Romanos 7,5)

Al enfrentarse a la realidad de las pasiones, puede resultar muy fácil sentirse desmotivado y pensar que nunca podremos sobrellevarlas. Nuestros ruegos dicen:

“¡Miserable de mí! ¿Quién me librara de la muerte?” (Romanos 7,24)

Afortunadamente ese no es el final de la historia, no somos sencillamente abandonados como esclavos incapaces de la concupiscencia.

“Por tanto, ahora no hay condenación para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne sino conforme al Espíritu”. (Romanos 8,1)

A través de la gracia de Dios y el caminar en la nueva vida comprada para nosotros por Jesucristo, podemos sobreponernos y vencer a nuestras pasiones. Podemos vivir como hijos de Dios, libres de la ley del pecado que nos lleva a la muerte.

Así que, hablando prácticamente ¿cómo encuentro libertad? Nuevamente San Pablo nos explica:

“Así que, hermanos, somos deudores, no a la carne, para vivir conforme a la carne. Porque si ustedes viven conforme a la carne, habrán de morir; pero si por el Espíritu hacen morir las obras de la carne (del cuerpo), vivirán.” (Romanos 8,12-13)

“Pues los que son de Cristo Jesús han crucificado la carne con sus pasiones y deseos.” (Gálatas 5,24)

“¿No saben que los que corren en el estadio, todos en verdad corren, pero sólo uno obtiene el premio? Corran de tal modo que ganen". (1 Corintios 9,24)
 
En otras palabras, encontraremos libertad de nuestras pasiones a través de mortificarnos haciendo que estas mueran, a través de la práctica de la gracia –empoderada de ascetismo, específicamente, el ayuno. El ayunar nos ayuda a domar ese potro salvaje y someterlo con una brida de auto control.

En su constitución apostólica de la penitencia, Painitemini, el papa Pablo VI nos explica claramente:

"El ejercicio de la mortificación corporal-dejando de lejos cualquier forma de estoicismo- no implica la condenación de la carne, que los hijos de Dios debemos asumir. Por el contrario la mortificación apunta a la “liberación” del hombre, que a menudo se encuentra asimismo, debido a la concupiscencia, casi encadenado por sus propios sentidos. A través del “ayuno corporal” el hombre renueva sus fuerzas y “heridas infringidas en la dignidad de nuestra naturaleza por la interposición es curada por la medicina de esta sanadora abstinencia".

¿Cómo debemos ayunar?

Ahora que hemos discutido el propósito del ayuno, veamos cómo podemos incluir nuestro ayuno en nuestra vida diaria.

1.- Comienza con lo básico

El primer paso para ayunar es obedecer la ley de la Iglesia: ayunar los Miércoles de Ceniza y el Viernes Santo, abstenerse de carne los Viernes y observar el ayuno de la Eucaristía (no comer o beber una hora antes de la comunión).

A pesar de que abstenerse de la carne los viernes, es verdad de técnicamente esto no es requerido en algunos países, pero algún tipo de penitencia basada en la abstinencia de algún tipo de comida es requerida. Pero en lugar de tratar de inventar algún tipo nuevo de penitencia, ¿porque no continuar con lo que los Católicos han hecho ya por muchos años? Hay una buena razón para abstenerse de carne los viernes.

Pero hombre, ayunar dos días al año y abstenerse de comer carnes los Viernes de Cuaresma es algo realmente fácil. En los “viejos tiempos”, el ayuno era requerido todos los días de la Cuaresma. Incluso hubo un tiempo en el que el ayuno requería la abstinencia de todos los productos lácteos.

Existían un sin número de otros ayunos y días de abstinencia a lo largo del año litúrgico también. Yo diría que la tenemos realmente más fácil que en cualquier otro periodo de la historia de la Iglesia Católica. Así que comencemos con lo básico y obedezcamos la ley de la Iglesia sin estarnos quejando y llorando por ello.

2.- Agrega algo mas

Como hombres católicos, nunca deberíamos conformarnos con quedarnos con el mínimo. Deberíamos buscar constantemente el alcanzar una conversión más profunda. San Francisco de Sales nos da un buen consejo al respecto:

"Si eres capaz de ayunar, harías bien en observar algunos días más allá de los que nos ordena la Iglesia, porque además del efecto que produce el ayuno de elevar nuestra mente, someter a la carne, confirmar nuestras bondad y obtener las recompensas del cielo, se trata también de controlar la avaricia, y de mantener los apetitos sensuales y todo el cuerpo sujeto a la ley del Espíritu; y a pesar de que lo que podamos hacer sea poco, el enemigo aun así se detiene asombrado de aquellos que él sabe que pueden ayunar".

De acuerdo a esto, una vez que has comenzado a seguir la ley de la Iglesia, construye en eso la base que incluye ayunar en otras formas. Aquí hay algunas ideas:

•    Evita una comida extra a la semana, como un desayuno o un almuerzo. En adición a los viernes, los miércoles son días tradicionales de ayuno, así que es un buen día para comenzar.
•    Niégate a ti mismo el postre en días establecidos. De todas maneras, muchos de nosotros ya comemos demasiada azúcar.
•    Evita la sal en tu comida.
•    Ayuna de sodas. ¡Son muy malas para ti!
•    Evita la cerveza y otras bebidas alcohólicas cuando salgas a comer.
•    No comas entre comidas. Esto suena fácil, pero inténtalo. Encontraras que es un tanto difícil ya que la mayoría de nosotros picamos algo frecuentemente sin darnos ni si quiera cuenta.
•    Incluye otras cosas además de comida. Por ejemplo, ayuna de tecnología un día a la semana.
•    Ayuna (una comida fuerte y dos livianas) un día a la semana.
•    Bebe solo agua.

Ahora, no tienes que ayunar de todas estas cosas todo el tiempo. Lo mejor es seleccionar días establecidos para ayunar, como los miércoles o los viernes que ya mencionábamos antes. Hacer esto nos ayuda a mantener nuestro ayuno de manera consistente.

3.- Ayuna del pecado

Ayunar corporalmente no sirve de nada a menos que este acompañado de ayuno espiritual del pecado. San Basilio nos da la siguiente exhortación en lo que se refiere al ayuno:

“Debemos ayunar de manera aceptable y agradable al Señor. El verdadero ayuno es alejarnos de la maldad, la templanza de la lengua, abstinencia del enojo, separación de los deseos, las calumnias, las falsedades y las injurias. Privarnos de todo esto es el verdadero ayuno.”

4.- La oración

El ayuno no se trata únicamente de fuerza de voluntad. La gracia es absolutamente necesaria. Mientras que el ayuno le da energía a la oración, la oración energiza el ayuno. Ambas son débiles si no se acompañan de la otra.

Mientras ores por controlar tus pasiones, ora constantemente por que la gracia de Dios fluya en tu alma, ruega por las virtudes en las que necesites madurar, y pide por la fuerza para librar la batalle espiritual.

5.- Cuídate del pecado

Con cualquier tipo de auto-disciplina, penitencia, o ayuna viene la tentación del orgullo. Nos enfrentamos con el peligro de creer que somos superiores que otros porque ayunamos, o pensar que el ayuno es la meta como tal. Porque el ayuno nunca es el fin, no nos hace perfectos o más espirituales que otras personas. En lugar de eso, el ayuno es una ayuda, una herramienta de entrenamiento de nuestro crecimiento hacia la perfección, que se basa en una pura, donación de amor para Dios y nuestro prójimo.
“Mantente en guardia cuando comiences a mortificar tu cuerpo con la abstinencia y el ayuno, te hace imaginarte perfecto y santo; y la perfección no consiste en esta virtud. Es solo una ayuda; una disposición; un medio a través del cual nos vamos preparando, para el logro de la verdadera perfección" (San Jerónimo)

Conclusión

Si descuidamos el ayuno, nuestra vida espiritual continuará siendo mediocre siempre. Estaremos débiles en el combate de nuestras pasiones, sucumbiremos fácilmente a la tentación y nunca podremos verdaderamente sobrellevar nuestro inherente egoísmo y auto indulgencia.

Como hombres, nuestro deseo debe ser fortalecernos y ser lo mejor que podamos ser. Debemos tratar de entrenarnos para ser fuertes en la batalla espiritual, para que podamos resistir las tentaciones del maligno. No hay mejor forma de comenzar este entrenamiento espiritual que a través de la práctica del ayuno.

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