¿Por qué surgen dudas en su interior?
- 16 Abril 2020
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Cómo santificar los domingos, y Pascua en tiempos de confinamiento
Cuando no es posible participar en la misa dominical, ¿qué es más adecuado? ¿Participar en una humilde celebración de la Palabra en casa, o seguir la misa por televisión, presidida quizá por el Papa desde la basílica de San Pedro con un coro estupendo? Sin quitar nada al precioso consuelo que nos puede aportar la misa transmitida por televisión, la respuesta es clara: la celebración de la Palabra.
¿Cómo puede ser? Cuando varias personas se reúnen en nombre de Jesucristo para celebrar su Palabra, con la intención de ser un solo corazón y un solo espíritu con su Iglesia, están realizando dos promesas eficaces, una formulada por el mismo Jesús y la otra por su Iglesia.
La primera promesa es de Jesús: “Donde hay dos o tres reunidos en mi Nombre, yo estoy presente en medio de ellos” (Mateo 18, 20). Cuando en este tiempo de confinamiento nos reunimos en casa para celebrar su Palabra, no cabe la menor duda de que Jesucristo está presente entre nosotros.
La segunda promesa es de la Iglesia. En efecto, el Concilio Vaticano II (principalmente) nos enseña que cuando nos reunimos para leer la Escritura en Iglesia, nos habla el Verbo mismo de Dios, Jesucristo. Su Palabra, entonces, se convierte en auténtico alimento para nuestra vida.
Pero, ¿cómo podemos saber que estamos celebrando “en Iglesia”? Cuando ampliamos el horizonte de nuestra “asamblea” a los horizontes de la Iglesia y del mundo, y cuando seguimos las fórmulas litúrgicas que la Iglesia recomienda para estas celebraciones de la Palabra.
“Haz de tu casa una Iglesia”
Y si además, la asamblea reunida en casa (dos o más personas) está constituida por miembros de la familia, aunque se trate de una familia ampliada (tíos, amigos, vecinos…), constituye realmente Iglesia por gracia de la Iglesia doméstica (Cf. Lumen Gentium 11, Familiaris Consortio 21).
¿Qué es la Iglesia doméstica? La familia. “Aquí es donde se ejercita de manera privilegiada el sacerdocio bautismal del padre de familia, de la madre, de los hijos, de todos los miembros de la familia”, explica el Catecismo de la Iglesia Católica en el número 1657.
“Aquí se aprende la paciencia y el gozo del trabajo, el amor fraterno, el perdón generoso, incluso reiterado, y sobre todo el culto divino por medio de la oración y la ofrenda de la propia vida”.
No dejemos, por tanto, de escuchar a san Juan Crisóstomo, quien aconsejaba a un padre de familia: “Haz de tu casa una Iglesia”.
Bernardita Soubirous, Santa
Virgen, 16 de abril
Vidente de Lourdes
Martirologio Romano: En Nevers, en Francia, santa María Bernarda Soubirous, virgen, la cual, nacida en Lourdes de una familia muy pobre, siendo aún niña asistió a las apariciones de la Inmaculada Santísima Virgen María y, después, abrazando la vida religiosa, llevó una vida escondida y humilde. († 1879).
También se la conoce como: Santa Bernardita De Lourdes.
También se la conoce como: Santa Bernardette.
También se la conoce como: Santa María Bernarda.
Etimológicamente: Bernarda = Aquella que es una guerrera, es de origen germánico.
Fecha de canonización: 8 de diciembre de 1933 por el Papa Pío XI.
Breve Biografía
El 11 de febrero, fiesta de la Santísima Virgen de Lourdes, nos recuerda las apariciones de la Virgen a una niña de 14 años que no sabía ni leer ni escribir, pero que rezaba todos los días el rosario, Bernardita Soubirous. Nació en Lourdes en 1844 de padres muy pobres. Por medio de ella la Virgen hizo surgir la prodigiosa fuente del milagro, a la cual acuden peregrinos de todo el mundo para reavivar su fe y su esperanza. Muchos regresan de Lourdes curados también en su cuerpo. La Virgen, durante la segunda aparición, le dijo: “No te prometo hacerte feliz en este mundo, pero sí en el otro”.
A pesar de haber sido dócil instrumento para extener la devoción a la Inmaculada, Bernardita no se contaminó con la gloria humana. El día que el obispo de Lourdes, ante 50.000 peregrinos, colocó la estatua de la Virgen sobre la roca de Massabielle, Bernardita tuvo que permanecer en su celda, víctima de un ataque de asma. Y cuando el dolor físico se hacía más insoportable, suspiraba: “No, no busco alivio, sino sólo la fuerza y la paciencia”. Su breve existencia transcurrió en la humilde aceptación del sufrimiento físico como generosa respuesta a la invitación de la Inmaculada para pagar con la penitencia el rescate de tantas almas que viven prisioneras del mal.
Mientras junto a la gruta de las apariciones se estaba construyendo un grande santuario para acoger a los numerosos peregrinos y enfermos en busca de alivio, Bernardita pareció desaparecer en la sombra. Pasó seis años en el instituto de Lourdes, de las Hermanas de la Caridad de Nevers, y en el que después fue admitida como novicia. Su entrada se demoró debido a su delicada salud. En la profesión tomó el nombre de Sor María Bernarda. Durante los quince años de vida conventual no conoció sino el privilegio del sufrimiento. Las mismas superioras la trataban con indiferencia, por un designio providencial que les impide a las almas elegidas la comprensión y a menudo hasta la benevolencia de las almas mediocres. Al principio fue enfermera dentro del convento, después sacristana, hasta cuando la enfermedad la obligó a permanecer en la cama, durante nueve años, siempre entre la vida y la muerte.
A quien la animaba le contestaba con la radiante sonrisa de los momentos de felicidad cuando estaba a la presencia de la blanca Señora de Lourdes: “María es tan bella que quienes la ven querrían morir para volver a verla”. Bernardita, la humilde pastorcita que pudo contemplar con sus propios ojos a la Virgen Inmaculada, murió el 16 de abril de 1879.
Fue beatificada el 14 de junio de 1925 por el Papa Pío XI, y el mismo Papa la elevó al honor de los altares el 8 de diciembre de 1933.
Se hace presente cuando hay comunidad
Santo Evangelio según san Lucas 24, 35-48. Jueves de Pascua
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Dios Padre, invocamos humildemente que me des la fuerza y valentía para dejar de lado todo con tal de encontrarme contigo. Necesito escuchar tu voz para encontrar la paz que sólo Tú me puedes dar. ¡Señor, aumenta mi fe!
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Lucas 24, 35-48
Cuando los dos discípulos regresaron de Emaús y llegaron al sitio donde estaban reunidos los apóstoles, les contaron lo que les había pasado en el camino y cómo habían reconocido a Jesús al partir el pan.
Mientras hablaban de esas cosas, se presentó Jesús en medio de ellos y les dijo: "La paz esté con ustedes". Ellos desconcertados y llenos de temor, creían ver un fantasma. Pero él les dijo: "No teman; soy yo. ¿Por qué se espantan? ¿Por qué surgen dudas en su interior? Miren mis manos y mis pies. Soy yo en persona. Tóquenme y convénzanse: un fantasma no tiene ni carne ni huesos, como ven que tengo yo". Y les mostró las manos y los pies. Pero como ellos no acababan de creer de pura alegría y seguían atónitos, les dijo: "¿Tienen aquí algo de comer?". Le ofrecieron un trozo de pescado asado; él lo tomó y se puso a comer delante de ellos.
Después les dijo: "Lo que ha sucedido es aquello de que les hablaba yo, cuando aún estaba con ustedes: que tenía que cumplirse todo lo que estaba escrito de mí en la ley de Moisés, en los profetas y en los salmos".
Entonces les abrió el entendimiento para que comprendieran las Escrituras y les dijo: "Está escrito que el Mesías tenía que padecer y había de resucitar de entre los muertos al tercer día, y que en su nombre se había de predicar a todas las naciones, comenzando por Jerusalén, la necesidad de volverse a Dios para el perdón de los pecados. Ustedes son testigos de esto".
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Al principio del Evangelio leemos que hay dos discípulos. Ellos están tristes por la muerte del Maestro y piensan que ya no tienen más lecciones por recibir, cuando Dios nos da tantas lecciones de vida en lo cotidiano. Cristo se hace presente cuando hay comunidad por lo que hay que ir siempre acompañados en la vida. Luego, el saber que Cristo hoy está vivo y presente en nuestras vidas, nos impulsa a dar unas palabras de alegría y consuelo.
Detengámonos a reflexionar acerca de la necesidad en cada uno de nosotros de recibir un consuelo, pero sólo si vemos el consuelo de Dios en cada una de nuestras vidas, seremos capaces de consolar al hermano. Tú y yo tantas veces pasamos tristezas, miedos y fracasos y compartirlo con otros, ayuda, pero el verdadero ánimo, el cual será como una fuente de vida, es recibir el consuelo de Dios. Por tanto, hay que estar acompañados en los momentos de las pruebas y, luego, pedir luz y fe para ver a Cristo que está a nuestro lado.
La presencia de Dios nos puede asustar por los prejuicios que tenemos, sin embargo, de Él salen las palabras «No teman, Soy yo en persona…» Pero antes dice: «La paz esté con ustedes» Dios sabe que todos los días pasamos tormentas, sea porque sentimos que no somos lo suficientemente buenos como deberíamos, sea porque no sentimos que cumplimos con nuestras responsabilidades…Dios quiere de sus hijos la paz. La paz, en parte, se encuentra cuando estamos unidos en familia, en comunidad. Así pues, unidos a los nuestros, estaremos seguros y con nuestros hermanos en la fe encontraremos el rostro del Cristo resucitado.
«La experiencia que vivieron los discípulos de Emaús los empujó de modo irresistible a ponerse de nuevo en camino, a pesar de haber recorrido once kilómetros. Está oscureciendo, pero ya no tienen miedo de caminar de noche, pues es Cristo quien ilumina su vida. También nosotros, un día, encontramos al Señor en el camino de nuestra vida. Como los discípulos de Emaús, fuimos llamados para llevar la luz de Cristo en la noche del mundo. Ustedes, queridos jóvenes, están llamados a ser la luz en la obscuridad de la noche de tantos compañeros que aún no conocen la alegría de la vida nueva en Jesús».
(Homilía de S.S. Francisco, 22 de junio de 2019).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Buscar trae la paz a quienes me rodean dando las gracias.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
La resurrección de Cristo y la nuestra
Catequesis del Papa. 4 diciembre 2013
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!:
Quiero volver de nuevo hoy sobre la afirmación: "Creo en la resurrección de la carne. "Trata una verdad que no es simple, y menos aún obvia, porque, viviendo inmersos en este mundo, no es fácil entender las realidades del futuro. Pero el Evangelio nos ilumina: nuestra resurrección está estrechamente ligada a la resurrección de Jesús; el hecho de que Él resucitó es la prueba de que existe la resurrección de los muertos. Quisiera presentar algunos aspectos que conciernen a la relación entre la resurrección de Cristo y nuestra resurrección. ¡Él ha resucitado! Y porque Él ha resucitado, también nosotros resucitaremos.
La resurrección en la Sagrada Escritura
En primer lugar, la propia Sagrada Escritura contiene un camino hacia la plena fe en la resurrección de los muertos. Ésta se expresa como la fe en Dios Creador de todo hombre - cuerpo y alma - y como fe en Dios liberador, el Dios fiel a la alianza con su pueblo. El profeta Ezequiel en una visión, contempla los sepulcros de los deportados que se vuelven a abrir y los huesos secos vuelven a la vida gracias a la infusión de un espíritu vivificante. Esta visión expresa la esperanza en la futura "resurrección de Israel", es decir, en el renacimiento del pueblo derrotado y humillado (cf. Ez 37:1-14).
Jesús en el Nuevo Testamento, lleva a cumplimiento esta revelación, y vincula la fe en la resurrección a su propia persona y dice: " Yo soy la resurrección y la vida" (Jn 11:25). De hecho, será el Señor Jesús quien resucitará el último día a los que han creído en Él. Jesús vino entre nosotros, se hizo hombre como nosotros en todo, menos en el pecado; y de esta manera nos ha tomado con él en su camino de regreso al Padre. Él, el Verbo encarnado, muerto por nosotros y resucitado, da a sus discípulos el Espíritu Santo como garantía de la plena comunión en su Reino glorioso, que esperamos vigilantes. Esta espera es la fuente y la razón de nuestra esperanza: una esperanza que, si se cultiva y se custodia, nuestra esperanza si la cultivamos y la custodiamos, se convierten en luz para iluminar nuestra historia personal y también la historia comunitaria. Recordémoslo siempre: somos discípulos de Aquel que vino, que viene todos los días y vendrá al final. Si somos capaces de tener más presente esta realidad, estaremos menos fatigados ante lo cotidiano, menos prisioneros de lo efímero y más dispuestos a caminar con un corazón misericordioso por el camino de la salvación.
¿Qué significa resucitar?
Otro aspecto: ¿qué significa resucitar? La resurrección -¡la resurrección de todos nosotros, eh!- tendrá lugar el último día, en el fin del mundo, por la omnipotencia de Dios, que volverá a dar la vida a nuestro cuerpo reuniéndolo con el alma, en virtud de la resurrección de Jesús. Y ésta es la explicación fundamental: porque Jesús ha Resucitado, nosotros resucitaremos. Nosotros tenemos esperanza en la resurrección, porque Él nos ha abierto la puerta: nos ha abierto la puerta a esta resurrección. Y esta transformación en espera, en camino de resurrección, esta transfiguración de nuestro cuerpo viene preparada en esta vida por la relación con Jesús, en los Sacramentos, especialmente en la Eucaristía. Nosotros que en esta vida nos alimentamos de su Cuerpo y de su Sangre resucitaremos como Él, con Él y por medio de Él. Como Jesús ha resucitado con su cuerpo, pero no ha vuelto a la vida terrenal, así también nosotros resurgiremos con nuestros cuerpos que serán transformados en cuerpos gloriosos, cuerpos espirituales. Pero esto no es una mentira, ¡eh! ¡Esto es cierto! Nosotros creemos que Jesús ha Resucitado, que Jesús está vivo en este momento. Pero, ¿ustedes creen que Jesús está vivo? ¿Qué vive? Ah, no lo creen, ¿eh? (Responden: "¡Sí!") ¿Lo creen o no lo creen? (Responden: "¡Sí!") Y si Jesús está vivo, ¿ustedes creen que Jesús nos dejará morir y no nos hará resucitar? ¡No! Él nos espera. Y porque ha resucitado, la fuerza de su resurrección nos resucitará a todos nosotros!
¡Ya estamos resucitados!
Y ya en esta vida tenemos una participación en la Resurrección de Cristo. Si bien es cierto que Jesús nos resucitará al final de los tiempos, también es verdad que, en un cierto sentido, con Él ya hemos resucitado. ¡La vida eterna comienza ya en este momento! Comienza durante toda la vida, hacia aquel momento de la resurrección final. Y ya estamos resucitados! De hecho, mediante el Bautismo, somos incorporados en la muerte y resurrección de Cristo y participamos de la vida nueva, que es la vida de Él. Por lo tanto, a la espera del último día, tenemos en nosotros mismos una semilla de resurrección, como la anticipación de la resurrección plena que recibiremos en herencia. Por esta razón, también el cuerpo de cada uno de nosotros es resonancia de eternidad, y por ello siempre debe ser respetado; y sobre todo se debe respetar y amar la vida de los que sufren, para que sientan la cercanía del Reino de Dios, aquella condición de vida eterna hacia la que caminamos ¡Y este pensamiento nos da esperanza! Estamos en camino hacia la Resurrección. Y esta es nuestra alegría: un día encontrar a Jesús, encontrarnos con Jesús todos juntos, todos juntos - no aquí en la plaza, en otra parte - pero felices con Jesús. ¡Y este es nuestro destino!
¿Por qué eres católico?
Para ser un autentico católico cristiano se necesita una verdadera convicción nacida del conocimiento y del amor.
“Hay padres que luego de bautizar a sus hijos se desaparecen y no los vuelven a traer a la iglesia hasta su Primera Comunión, advirtió el Papa Francisco durante el encuentro con las familias en Ostia (Italia), al recordar que luego de este primer sacramento es importante seguir llevando a los niños a las parroquias y continuar el acompañamiento en su camino de fe”. “Es la mejor herencia que podemos dar a los niños: la luz de la fe. Junto con el testimonio cristiano”. (“VATICANO, 04 May. 15 / 04:10 pm (ACI/EWTN Noticias).
Ser católico cristiano por herencia, no está mal. Pero esa herencia debe ir acompañada de un autentico testimonio (congruencia, ejemplo) S. S. Juan Pablo II nos decía: “El mundo se resiste a creer palabras que no van acompañadas de un testimonio de vida”.
Debemos evitar ser católicos cristianos por simple costumbre (rutina), tradición familiar, herencia, o por imposición. La religión católica no se debe vivir por simple costumbre, como una tradición familiar, como una sucesión de posesiones materiales (herencia), o lo que es peor…por imposición.
Reflexionemos en una hermosa cita: “Creen pero no practican, no aman su religión porque no la conocen y no están convencidos, son solo fieles tradicionalistas y “pasan por alto los mandatos de Dios” (Mc. 7.9), no se comprometen a la conversión ni al testimonio.
Para ser un autentico católico cristiano se necesita una verdadera convicción nacida del conocimiento y del amor. Además de una sincera conversión. Convertirse significa: cambiar de dirección en el camino de la vida: pero no con un pequeño ajuste, sino con un verdadero cambio de sentido. Conversión es ir contracorriente, donde la «corriente» es el estilo de vida superficial, incoherente e ilusorio que a menudo nos arrastra, nos domina y nos hace esclavos del mal, o en cualquier caso prisioneros de la mediocridad moral.San Agustín nos dice: Creo para comprender, y comprendo para creer mejor. Hoy nuestro tiempo nos pide razón, reflexión y el conocimiento que nos lleve a creer. “La fe y la razón (Fides et ratio) son como dos alas con las cuales el espíritu humano se eleva hacia la contemplación de la verdad.
Evitemos ser católicos cristianos improvisados. En la formación moral y religiosa no se improvisa. Porque improvisar es hacer algo de pronto, de prisa, sin preparación ni entendimiento.
¿Cuántas veces criticamos a nuestros hijos porque no saben orar ni rezar?... ¿Los padres sabemos rezar y orar? ¿Nosotros como padres les enseñamos a orar o rezar gradualmente? ¿Oramos o rezamos juntamente con ellos? ¿Cómo padres participamos piadosa, consciente y activamente y en familia en la celebración eucarística?
Cuando los niños, adolescentes, jóvenes y muchos adultos no logran entender (Tener idea clara de las cosas, conocer el ánimo o la intención de algo o alguien, tener amplio conocimiento). Cuando no logran comprender (Entender, alcanzar, penetrar) algo por la falta de capacidad, indiferencia o comodismo de los adultos, simplemente se alejan, pierden interés, esto surge también cuando no se les toma en cuenta ni se les motiva a la participación, cuando no se les prepara y compromete a ser parte activa. Lo superficial, lo externo, lo que no les compromete, lo que no les convence, motiva e impulsa, les aburre. Y más aun si a esto le añadimos la incongruencia, las divisiones y los conflictos como consecuencia de la ignorancia religiosa en los adultos.
Observemos las posturas y el comportamiento de los feligreses en la misa dominical en nuestra parroquia, nadie se saluda, nadie se conoce, todo es individualismo, solo a la hora de la paz, o en las misas de ceremonias. El templo se ha convertido en un salón de fiesta y vanidad, o en estudio televisivo, para actos cortesanos, galanteos y lujos consumistas. A veces parecen afiches de anuncios. Se llega tarde a la celebración y se tiene prisa por terminar, parece aburrir. No se organiza, se improvisa, se realiza por rutina, con nerviosismo, cuidando sólo la validez. Los fieles participan poco consciente y activamente, porque van a criticar, se distraen, posan para las fotos, no entienden, están sin devoción. Los signos inventados suplantan y oscurecen los signos sacramentales.
La mayoría de asistentes son bautizados indiferentes, con una fe mediocre e insuficiente. No se sienten vinculados a la comunidad ni siguen un proceso de acompañamiento en la fe. Piden ritos, más que sacramentos, pues les falta fe. Su ritmo, su sentido de pertenencia, sus intereses y símbolos, son distintos.
Amor y conocimiento de la verdad
“En esta situación, ¿puede la fe cristiana ofrecer un servicio al bien común indicando el modo justo de entender la verdad? Para responder, es necesario reflexionar sobre el tipo de conocimiento propio de la fe. Puede ayudarnos una expresión de san Pablo, cuando afirma: « Con el corazón se cree » (Rm 10,10). En la Biblia el corazón es el centro del hombre, donde se entrelazan todas sus dimensiones: el cuerpo y el espíritu, la interioridad de la persona y su apertura al mundo y a los otros, el entendimiento, la voluntad, la afectividad. La fe transforma toda la persona, precisamente porque la fe se abre al amor. Esta interacción de la fe con el amor nos permite comprender el tipo de conocimiento propio de la fe, su fuerza de convicción, su capacidad de iluminar nuestros pasos. La fe conoce por estar vinculada al amor, en cuanto el mismo amor trae una luz. La comprensión de la fe es la que nace cuando recibimos el gran amor de Dios que nos transforma interiormente y nos da ojos nuevos para ver la realidad”. (CARTA ENCÍCLICA LUMEN FIDEI DEL SUMO PONTÍFICE FRANCISCO)
“Recuperar la conexión de la fe con la verdad es hoy aun más necesario, precisamente por la crisis de verdad en que nos encontramos. En la vida de san Agustín encontramos un ejemplo significativo de este camino en el que la búsqueda de la razón, con su deseo de verdad y claridad. Comprender que Dios es luz dio a su existencia una nueva orientación, le permitió reconocer el mal que había cometido y volverse al bien”. (CARTA ENCÍCLICA LUMEN FIDEI DEL SUMO PONTÍFICE FRANCISCO)
Los sacramentos y la transmisión de la fe
Como afirma el Concilio ecuménico Vaticano II, « lo que los Apóstoles transmitieron comprende todo lo necesario para una vida santa y para una fe creciente del Pueblo de Dios; así la Iglesia con su enseñanza, su vida, su culto, conserva y transmite a todas las edades lo que es y lo que cree »[35].
Fe, oración y decálogo
Además, es también importante la conexión entre la fe y el decálogo. La fe, como hemos dicho, se presenta como un camino, una vía a recorrer, que se abre en el encuentro con el Dios vivo. Por eso, a la luz de la fe, de la confianza total en el Dios Salvador, el decálogo adquiere su verdad más profunda, contenida en las palabras que introducen los diez mandamientos: « Yo soy el Señor, tu Dios, que te saqué de la tierra de Egipto » (Ex 20,2).
El decálogo no es un conjunto de preceptos negativos, sino indicaciones concretas para salir del desierto del « yo » autorreferencial, cerrado en sí mismo, y entrar en diálogo con Dios, dejándose abrazar por su misericordia para ser portador de su misericordia
Fe y familia
En la familia, la fe está presente en todas las etapas de la vida, comenzando por la infancia: los niños aprenden a fiarse del amor de sus padres. Por eso, es importante que los padres cultiven prácticas comunes de fe en la familia, que acompañen el crecimiento en la fe de los hijos. Sobre todo los jóvenes, que atraviesan una edad tan compleja, rica e importante para la fe, deben sentir la cercanía y la atención de la familia y de la comunidad eclesial en su camino de crecimiento en la fe. La fe no es un refugio para gente pusilánime, sino que ensancha la vida. Hace descubrir una gran llamada, la vocación al amor, y asegura que este amor es signo de fe, que vale la pena ponerse en sus manos, porque está fundado en la fidelidad de Dios, más fuerte que todas nuestras debilidades.
Luz para la vida en sociedad
Asimilada y profundizada en la familia, la fe ilumina todas las relaciones sociales. Como experiencia de la paternidad y de la misericordia de Dios, se expande en un camino fraterno.
En la « modernidad » se ha intentado construir la fraternidad universal entre los hombres fundándose sobre la igualdad. Poco a poco, sin embargo, hemos comprendido que esta fraternidad, sin referencia a un Padre común como fundamento último, no logra subsistir.
La fe, además, revelándonos el amor de Dios, nos hace respetar más la naturaleza, pues nos hace reconocer en ella una gramática escrita por él y una morada que nos ha confiado para cultivarla y salvaguardarla (CARTA ENCÍCLICA LUMEN FIDEI DEL SUMO PONTÍFICE FRANCISCO)
El Santo Padre ha señalado que "la fe lleva siempre al testimonio. La fe es un encuentro con Jesucristo, con Dios, y de allí nace y te lleva al testimonio. Y esto que el apóstol quiere decir: una fe sin obras, una fe que no te implique, que no te lleve al testimonio, no es fe. Son palabras y nada más que palabras".
Ser cristiano no es una apariencia o una conducta social, no es maquillarse un poco el alma para que resulte un poco más bonita. Ser cristianos es hacer aquello que ha hecho Jesús, servir”. (Papa Francisco VATICANO, 30 Abr. 15)
“El hábito no hace al monje”
La apariencia, lo exterior, las palabras y las costumbres no hacen al monje, pero si nos hacen falsos católicos. No basta con predicar. Si no hay que practicar lo que se predica.
Lo que en verdad hace a un monje y a un católico, verdadero monje y verdadero católico, es lo interior: las buenas obras, el ejemplo, el convencimiento, la alegría, la participación, el compromiso, la congruencia, el evitar la doble personalidad y el individualismo.
“Todos los cristianos estamos llamados a comunicar el Evangelio, no solo con palabras, sino en la realización de obras que manifiesten la coherencia entre lo que creemos y predicamos. Este año, en el que el tema de la familia es motivo de estudio y profundización para la Iglesia, el Papa Francisco ha querido tomarlo como punto de referencia, ya que es “la familia el primer lugar donde aprendemos a comunicar”. (La familia, modelo de comunicación en el amor / de Rogelio Cabrera López Arzobispo de Monterrey)
Es importante tener en cuenta lo siguiente: todo católico es cristiano (aceptar a Cristo hecho hombre), pero no todo cristiano es católico (aceptar al Papa como Vicario de Cristo en la tierra. De aquí las diversas confesiones - protestantes, ortodoxos, anglicanos, lefebrianos - que son cristianos, pero no son católicos.
¿Qué es un católico verdadero?
Ser católico verdadero es vivir y practicar, dentro de nuestra debilidad humana, los mandamientos de la Ley de Dios y de la Iglesia. Y Rechazar los siete pecados capitales que hemos tomado como modo de vida.
Lo que practicamos, se supone, es porque lo conocemos. Veamos si esto es verdad con los pecados capitales. Congruencia y no solo parte de un árbol y de sus hojas sino ante todo dar frutos.
¿Qué es un pecado? Un pecado es la rebeldía contra Dios
¿Cuántos católicos cristianos habrá, hombres y mujeres, autosuficientes, independientes, rebeldes a toda norma o mandamiento y que para ellos solo vale lo que opinan, y lo que quieren, sólo ellos tiene su "propia verdad", han hecho sus propios mandamientos, su propia religión a sus conveniencias, no están dispuestos a obedecer a Dios y quieren ser como dioses?
Esto sin contar los católicos practicantes del sincretismo, esoterismo, espiritismo, shamanismo y santerismo, vías al satanismo, todo por la indiferencia, apatía e ignorancia religiosa (DP 78).
“El cristianismo empieza despertando en la persona la conciencia de pecado. Empezar a ser buen cristiano es siempre tomar conciencia de que la vida, tal como la estamos viviendo, no nos lleva a ningún éxito espiritual" (Evangelio explicado No. 2 pág. 131 P. Eliécer Sálesman).
Ser católico verdadero - es aquel que tiene interés por prepararse, conocer, cumplir, y vivir su religión. El católico cristiano debe ser difusivo y contagioso empezando en su iglesia doméstica y continuando en su entorno laboral y social.
"Un cristiano que no es difusivo y contagioso, no es un verdadero cristiano" (Evangelio explicado No. 2 pág. 133 P. Eliécer Sálesman).
Tenemos que tomar conciencia de que todos somos responsables de la construcción de un mundo nuevo. El fruto será bueno o malo según lo hagamos nosotros. Para los católicos cristianos nuestra misión es construir un mundo mejor, necesitamos superarnos, romper la cáscara de nuestro egoísmo, comodidad y conveniencia, desarrollar nuestras cualidades, hacer uso de nuestros talentos, ser consientes de que nosotros somos los que vamos a construir el futuro, familiar y de la iglesia.
“Católico cristiano es el que se deja guiar por el Espíritu Santo, que al Igual que Jesús, entiende que ser misericordioso es más importante que todos los sacrificios, el que busca el Reino de Dios y su justicia, que trata de amar y servir a ejemplo de Cristo que no vino a ser servido sino a servir y a dar la vida por los demás. Ser cristiano católico es el resultado de ser poseído por el Espíritu de Cristo, vivir inmerso en el perdón y el amor de Dios, que goza con la Palabra del Señor y busca dar testimonio en el mundo de esta alegre noticia” (P. Valentín Treviño, parroquia Ntra. Sra. De Zapopan, Monterrey N.L.)
“Que compartas tu pan con el hambriento y recibas en tu casa al pobre sin techo; en que vistas al que no tiene ropa y no dejes de socorrer a tus semejantes, entonces brillará tu luz como el amanecer y tus heridas sanarán pronto. Tu rectitud ira delante de ti y mi gloria te seguirá. Entonces, si me llamas, yo te responderé; si gritas pidiendo ayuda, yo te diré: ‘Aquí estoy’ Si haces desaparecer toda opresión, si no insultas a otros ni les levantas calumnias, si te das a ti mismo en servicio del hambriento, si ayudas al afligido en su necesidad, tu luz brillará en la oscuridad, tus sombras se convertirán en luz de mediodía.” (Is. 58, 7 – 10)
San Jorge: la leyenda del bien sobre el mal
Los soldados y cruzados que se encaminaron a Tierra Santa pudieron ver muchos relieves y pinturas bizantinas que nos muestra a St Jorge y el dragón o serpiente.
San Jorge siempre ha estado muy unido a la fuerza de superación y contra la tiranía.- Hay muchas leyendas en torno a este santo que tanto fue venerado en Europa, sobre todo, en época medieval. Este venerable se une a la leyenda con el dragón que acaba muerto bajo el ataque del santo montado encima de un caballo blanco. Es decir, el triunfo del bien sobre el mal. Vamos a conocer un poco la historia de St Jorge, unido a las cruzadas, a las leyendas medievales y a la defensa del pueblo cristiano contra los ataques de los infieles. Queremos destacar que hay muchas versiones, pero tan solo nos acercaremos a la versión más antigua y expandida por las iglesias de Oriente y Occidente.
San Jorge nació hacia el año 275 o 280 (Siglo III d.C.) en Capadocia – perteneciente a la región de Anatolia (en Capadocia que anters era Armenia y ahora pertenece a Turquía) en tiempos del Imperio Romano; era hijo de una familia romana de nobles acomodados de religión cristiana.
Siendo un niño perderá a su padre, Geroncio y viajará con su madre Policromía (de origen griega) a Palestina, al pueblo de Lydda o Diospolis, donde su madre nació, y lugar donde se criaría.
En Palestina recibirá el tratamiento de caballero, siendo tribuno militar, aún siendo menor de 30 años, una hazaña muy importante por aquel entonces.
De seguida le colocaron como guardia personal del emperador Diocleciano (285-305). Este mismo emperador persiguió sin cuartel a todos los cristianos de su imperio.
LA LEYENDA DE ST JORGE Y EL DRAGÓN:
Siendo un joven oficial en tierras de Libia, estuvo la ciudad de Silca o Silene, donde acudían a veces dragones. Cuenta la leyenda que un dragón, estuvo atacando Silca durante un periodo de tiempo. El dragón era muy feroz y se llevaba niños, jóvenes y mujeres que acababan muertos. Un buen día, según cuenta la leyenda, el dragón exigió que le entregarán a la bella hija del Rey de Silene. El monarca horrorizado ofreció al dragón todas las bellas pertenencias que tenía a cambio de la vida de su hija. El pueblo se indignó de aquellas palabras y exigió al rey que entregara a su hija ya que ellos habían perdido a sus hijos y seres queridos durante los ataques del dragón a la población. Pero el rey no quería aquella muerte horrible para su hija. Para apaciguar los deseos del pueblo, el monarca aceptó entregarle a la princesa.
La bendijo y la dejó a fuera de las murallas de su ciudad para que el dragón la recogiera.
San Jorge que en ese momento llegó a la ciudad se encontró con la bella joven a la que le preguntó que ocurría puesto que lloraba desconsolada. La doncella le respondió a sus preguntas como pudo. San Jorge le ofreció su ayuda y su protección. En ese momento, justamente, llegó el dragón enfurecido que salía del lago donde vivía. Rápidamente St. Jorge montó sobre su caballo y sacó su espada y con mucho coraje se le enfrentó. Mientras luchaba se encomendó a Dios ofreciéndole aquella bestia del mal a cambio de la victoria. En su armadura el símbolo de la cruz en blanco lucía sobre su pecho y mientras el enfrentamiento, St. Jorge seguía abogándose al todo poderoso.
Una vez que pudo controlar al animal, St. Jorge pidió a la princesa que atara al cuello del dragón su cinturón y así lo hizo la joven. Los villanos (la gente del pueblo) que siguieron el combate desde las murallas salieron a ver muerto al dragón. Cargaron en carro a la bestia mitológica todavía viva, adormecida, a causa del impacto del caballero cristiano con su espada.
Una vez en la ciudad, ante toda la población y del rey, San Jorge les dijo:
“El monstruo está dormido, no despertará, pero Dios quiere que le honréis recibiendo el sacramento del bautismo. Dejad vuestras creencias y entregaros al dios de los cristianos y a cambio yo mataré al dragón con mi espada”. Enseguida que el dragón parecía que iba despertando la gente se horrorizó y se dejaron bautizar por el santo.
En cuando el dragón despertó, San Jorge montó en su caballo y con un su espada atravesó al dragón, cayendo éste desplomado al suelo. Su sangre se escampó por todo y de rodillas St. Jorge entregó a Dios su victoria.
Dice incluso su leyenda que San Jorge quiso hablar con el rey y enseñarle cuatro nuevas aptitudes: Crear y honrar una iglesia al Dios cristiano, ayudar a sus sacerdotes, asistir regularmente a misa y proteger a los pobres y necesitados.
Al principio, cuenta la leyenda, San Jorge ocultó su religión hasta que un tiempo después decidió hacer pública su condición de cristiano. Cuando el emperador conoció este dato, no dudó muy enfadado, ordenar ejecutar al joven tribuno. San Jorge protestó y criticó la política persecutoria del emperador.
Días después de su tortura por parte del ejército romano, San Jorge fue decapitado, muriendo así el 23 de abril del 303. Su tortura tuvo como escena las murallas de Nicomedia (Turquía), donde estaba destinado.
Los testigos de sus torturas y posterior muerte acudieron a la emperatriz Alejandra de Bizancio para contarle aquel momento. Los mismos convencieron a la monarca de que se convirtiera al cristianismo.
Su cuerpo fue sepultado en la población de su madre: Lydda, también conocida como “Hagio Georgiopolis”. Su tumba todavía es venerada por los cristianos, principalmente por los cristianos ortodoxos griegos.
En la inscripción de su tumba se lee: “San Jorge, portador del estandarte” en griego.
En Israel se cuenta que el venerable nació en Lydda (Israel) y no en Capadocia, como cuenta la leyenda.
Su fábula la trajeron los marineros y cruzados europeos venidos de Siria en el siglo XI. En Grecia, el primer país que introduce en su liturgia la vida de este santo, tan venerado. Antes de estos acontecimientos, San Jorge ya era muy querido en Siria y Palestina. El emperador Constantino I construyó una iglesia en honor al santo convirtiéndolo en un beato para la iglesia ortodoxa griega.
Uno de los primeros Papas de la Iglesia le canonizó en el año 494 y fue el papa Gelasio I, señalándo como fiesta de San Jorge el día que murió degollado, el 23 de abril e inscrito en el santoral católico.
En el siglo VI, un abad irlandés, Adomnanus de la isla de Iona se hizo con los relatos del obispo de Galia, en que Arkulf peregrinó a Tierra Santa hacia el año 680 y trajo consigo la leyenda.
Los cruzados de la Tercera Cruzada (1189-1192) intentaron recuperar la iglesia destruida años atrás en el 1010 y posteriormente volvió a ser destruida por los hombres de Saladino en el año 1191. No se pudo construir ninguna iglesia en aquel emplazamiento hasta el siglo XIX, en el año 1872.
En España, este santo vino de la mano del rey aragonés, Pedro I, que parece ser, se le apareció durante la batalla de Alcóraz (Huesca) en el año 1096.
Pedro II fue quien fundó en el año 1202 la orden militar de San Jorge en un castillo de Tarragona.
Su hijo, Jaime I “El Conquistador” también habla de St. Jorge en su libro de hechos, en la que relata que se le apareció el santo cuando estaba conquistando Mallorca y Valencia.
Desde entonces, su leyenda está muy vinculada a la corona de Aragón.
San Jorge fue siempre el segundo patrón de Cataluña, después de Sant Jaume y el primero de Aragón, y adoptado como uno de los santos más venerados de la costa levantina española.
INTERPRETACIÓN DE SU FIGURA CON EL DRAGON:
De siempre la iglesia católica ha interpretado la figura de San Jorge como el arma de Dios en la Tierra. Su caballo blanco en el que iba montado, era la iglesia.
La lanza el arma otorgado por Dios era para acabar con la blasfemia, el mal, la tentación y sobre el ángel caído, que en este caso, es la figura del Dragón.
Curiosamente tiene mucho que ver con la figura de San Miguel Arcángel, ambos matando al dragón o al demonio con arma de metal, lanza o espada.
En el Medievo, la leyenda nos sitúa a un San Jorge ante una princesa prisionera de un dragón, delante del castillo o de unas murallas de una ciudad en el que su padre es el rey, quien además es quien pide al santo que la rescate en su nombre.
Otros pueblos no hablan de la leyenda del santo y el dragón, si no del santo y una serpiente. Los romanos nos habla de un cuento sobre un militar romano que mató una serpiente muy grande. En Andorra, Turquía y en el Vaticano, curiosamente nos encontramos relieves antiguos en que sale el santo con una gran serpiente durante una lucha sangrienta.
Los soldados y cruzados que se encaminaron a Tierra Santa pudieron ver muchos relieves y pinturas bizantinas que nos muestra a St Jorge y el dragón o serpiente.
Fueron ellos, maravillados por la lucha del santo oriental subido en su caballo blanco, como muestra del bien, luchando contra el mal, una bestia feroz de horrible rostro.
En occidente, los reyes y los cruzados fueron los principales percusores de la devoción por este santo.
Fue nombrado santo patrón de diferentes reinos europeos:
Inglaterra, Cataluña, especial devoción en Grecia, Rusia, Polonia, Rep. Txeca, Mallorca, Valencia, Italia, Malta, Tierra Santa, Iglesias cristianas de Turquía y de Israel.
La fe no duda un segundo, aunque la evidencia le diga que no lo va a lograr
La fe hay que actuarla también en las cosas que pedimos en la oración. Cuántas oraciones están llenas de todo menos de fe.
A cada idea negativa, -y son tantas las que diariamente nos golpean- hay que saber enfrentar una positiva, a modo de martillazo. Una idea positiva, una idea de que va a salir, una idea de que creo en el poder de Dios. Una idea positiva de fe. A veces hacer un verdadero acto de fe, cuesta mucho trabajo porque existe una idea anti-fe; muy arraigada. Todos o casi todos, dicen: "que no se puede". Algunos sienten la obligación moral de aconsejar a los pobres incautos, idealistas; y demás de que no se puede, "que ellos ya lo han intentado, que está todo bien calculado y medido; no se puede".
Yo creo que esa expresión es demasiado fea, y demasiado mala. Si yo, por ejemplo, no he logrado algo, no tengo ningún derecho a decir a los que vienen detrás, "que eso no se puede". Una cosa es que yo no pude y otra cosa es que ellos no van a poder hacerlo. Yo les puedo decir yo no lo logré quizás porque me equivoqué, me faltó fe, pero al mismo tiempo decirles: "!Ánimo, es probable que ustedes sí lo logren!" Eso es más caritativo y más humano.
Hablo de martillazos de fe, esa sería la expresión, porque cada vez que llega una idea negativa de no puedo, martillazo, golpe, sí puedo. Habrá que luchar a veces contra todo y contra todos: contra los propios pensamientos que a veces son los más difíciles de expulsar. Luchar además contra otras personas que sin mala intención concluyen que no se puede; y a veces, los encontramos demasiado cerca de nosotros, en la propia familia, en algunos de nuestros amigos que, además, van con la sana idea de ayudar y te repiten; y te dicen, y hasta se enojan sí tu pretendes decirles que tal vez sí se pueda. Se enojan y te retan: "ya verás", "te lo dije".
Para ser eficaz en lograr un meta apoyada por la fe, hay que buscar que esas metas sean concretas, precisas, aferrables, que se puedan contar, medir; porque si es una meta genérica, medio nebulosa, no se puede.
Hay que decir, además, que la fe funciona de distinta manera a la razón, como en zigzag. La razón usa la evidencia, mide, calcula; y en base a eso, saca sus conclusiones. La fe en cambio, se agarra, se aferra a una certeza de lograr una meta aunque parezca muy difícil. Y no duda un segundo, aunque la evidencia le diga que no lo va a lograr. Sigue luchando y sin saber cómo, atrapa la meta.
Por eso, los que no tienen fe, al final preguntan, ¿cómo le hizo? Yo varias veces he tenido que decir: Fe y saliva. No basta creer por un rato, hay que seguir creyendo sin darse jamás por vencido. Mucha gente es capaz de hacer un acto de fe al inicio un poco a prueba casi para luego convencerse de que "ya ve", "no sale", "se lo dije", "lo teníamos ya calculado, no sale". El hombre de fe no reacciona de esa manera, él sabe que va a lograr la meta. Sigue creyendo, cuando casi evidentemente se ve que no. Y de pronto, sin que otros lo crean, salió el resultado. ¿Cómo le hizo? Así preguntan los que no tienen fe, porque ante la evidencia de que salió, los pobres no pueden decir, "no sale".
Preguntan "¿cómo le hizo?" La fe hay que actuarla también en las cosas que pedimos en la oración: "Todo lo que pidiereis sin dudar, creed que ya lo habéis recibido, y se os dará".
Cuántas oraciones están llenas de todo menos de fe. Entre todas esas palabras, y llanto y lágrimas; digamos: Creo que puedes, creo que quieres. Hay en el evangelio oraciones de este tipo que a Cristo le fascinaron, que le arrancaron los milagros a la primera. Un leproso que se le acerca de rodillas y le dice esta oración tan breve y tan profunda: "Señor, sí quieres puedes curarme". Respuesta: "Quiero, queda limpio".
Incluso aquella mujer que ni le dijo una palabra, tenía una grave enfermedad, unas hemorragias, había gastado todo su dinero y no había servido de nada. Ella hizo este acto de fe: "Basta que toque su manto y quedaré curada". Efectivamente, tocó su manto y quedó curada en el acto.
Un centurión romano es decir, una persona que era pagana, tuvo más fe que ninguno. Le pidió a través de unos amigos a Jesús que curara a su siervo que estaba muy enfermo. Y Jesús dijo: "Cómo no, voy a su casa y lo curaré". Cuando él se dio cuenta que venía a su casa, mandó a decirle: "no, no, por favor, no vengas a mi casa, no necesitas venir". Fíjense la fe cómo es: "no necesitas venir, basta con que lo mandes tú".
De la misma manera, así se argumentaba así mismo, "que yo que soy un centurión tengo cien soldados a mis órdenes, le digo a éste: Haz esto; y lo hace, y a mi siervo: tráeme tal cosa, y me la trae".
Y Jesús públicamente no se aguantó las ganas de decir estas palabras: "No he encontrado una fe tan grande en todo Israel". Eso es tan hermoso, que incluso en la misa a la hora de la comunión, se pronuncia la frase que dijo el centurión: "No soy digno de que vengas a mi casa". Esas palabras fueron dichas por un pagano que tenía fe.
En cambio, pongamos otro caso, el de un hombre muy educadito, muy modosito que tenía un hijo enfermo, y había ido con los apóstoles a que le curaran, y no pudieron. Se ve que también les faltó fe a los mismos apóstoles. Y entonces medio desesperado va con Jesús. "Mi pobre hijo enfermo... fui con tus apóstoles y no pudieron". Subrayando: "no pudieron", "sí tú puedes hacer algo", no le dijo: "tú puedes", sino "si tú puedes". La duda. Muy educadito pero sin fe. Y Jesús, como que severamente le dice, "¿Puedes tu creer?" El otro entendió la indirecta y dijo: "Sí, señor, ayuda mi incredulidad". Lo curó como a regañadientes, no muy a gusto. Porque cuando había fe, Cristo muy a gusto curaba.
Y hoy día, cuando hay un hombre o una mujer de fe, muy a gusto le presta su omnipotencia para que realice las cosas. A los hombres de fe, Dios les presta, repito, su omnipotencia. Por eso no se explica humanamente hablando, cómo es que una persona que tiene fe saca las cosas adelante. La gente no se lo explica, no lo entiende. En cambio Él sí sabe por qué suceden las cosas, porque se fía de esas palabras de Jesús.
Alguien dijo, refiriéndose solo a la fe humana, esto de lo que estoy totalmente persuadido: "Todo lo que la mente de un hombre llegue a creer, esa misma mente lo realizará." ¿Será una ley espiritual? Creo que sí.
Quiero recordar una poesía, creo que es del Dr. Bernard, que a mí realmente me inspira mucho; y que no cabe duda que la siguen los hombres de fe, sean atletas, sean realizadores, en el campo profesional, en el campo espiritual, el que sea. La poesía dice así:
Sí piensas que estas vencido, lo estás.
Sí piensas que no te atreves, no lo harás;
sí piensas que te gustaría ganar, pero que no puedes, no lo lograrás.
Sí piensas que perderás, ya estás perdido,
Porque en el mundo encontrarás
que el éxito comienza con la voluntad del hombre,
todo está en el estado mental, es decir, en la fe.
Porque muchas carreras se han perdido
antes de haberse corrido
y muchos cobardes han fracasado
antes de haber su trabajo empezado.
Piensa en grande y tus hechos crecerán,
piensa en pequeño, y quedarás atrás,
piensa que puedes; y podrás.
Todo está en el estado mental, EN TU FE.
Sí piensas que estas aventajado, los estás.
Tienes que pensar bien para elevarte.
(Y termina de esta manera, que es como el resumen.)
Tienes que estar seguro de ti mismo
antes de intentar ganar un premio.
La batalla de la vida no siempre la gana
el hombre más fuerte o el más ligero,
porque tarde o temprano el hombre que gana
es aquél que CREE QUE PUEDE HACERLO.
Quisiera repetir al final lo más importante y es, el reto que nos lanza Jesús, en Marcos 11, 22-24. Tened fe en Dios, yo os aseguro que quien diga a este monte, quítate y arrójate al mar; y no vacile en su corazón, sino que crea que va a suceder lo que dice, lo obtendrá. Por eso os digo, todo cuanto pidáis en la oración creed que ya lo habéis recibido y lo obtendréis.
En la relación a esto, la frase más hermosa que alguien me pudo decir en la vida fue ésta: "Usted me enseñó a creer".
Ojalá que no solo sea una persona, sino muchas las que puedan decir, tú entre ellas: "Usted me enseñó a creer", porque de esa manera te enseñaré también a triunfar en la vida.