Su tristeza se transformará en alegría

Ascensión del Señor

Solemnidad, 21 de mayo de 2020

Solemnidad Litúrgica

Martirologio Romano: Solemnidad de la Ascensión de nuestro Señor Jesucristo, el cual, cuarenta días después de la Resurrección, fue elevado al Cielo delante de sus discípulos, para sentarse a la derecha del Padre, hasta que venga en su gloria para juzgar a vivos y muertos.

En las Sagradas Escrituras

Hch 1,1-11:

"En mi primer libro, querido Teófilo, escribí de todo lo que Jesús fue haciendo y enseñando hasta el día en que dio instrucciones a los apóstoles, que había escogido, movido por el Espíritu Santo, y ascendió al cielo. Se les presentó después de su pasión, dándoles numerosas pruebas de que estaba vivo, y, apareciéndoseles durante cuarenta días, les habló del reino de Dios. Una vez que comían juntos, les recomendó:

- 'No os alejéis de Jerusalén; aguardad que se cumpla la promesa de mi Padre, de la que yo os he hablado. Juan bautizó con agua, dentro de pocos días vosotros seréis bautizados con Espíritu Santo.'

Ellos lo rodearon preguntándole:

- 'Señor, ¿es ahora cuando vas a restaurar el reino de Israel?' Jesús contestó:

- 'No os toca a vosotros conocer los tiempos y las fechas que el Padre ha establecido con su autoridad. Cuando el Espíritu Santo descienda sobre vosotros, recibiréis fuerza para ser mis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria y hasta los confines del mundo.'

Dicho esto, lo vieron levantarse, hasta que una nube se lo quitó de la vista. Mientras miraban fijos al cielo, viéndolo irse, se les presentaron dos hombres vestidos de blanco, que les dijeron:

- 'Galileos, ¿qué hacéis ahí plantados mirando al cielo? El mismo Jesús que os ha dejado para subir al cielo volverá como le habéis visto marcharse.'"

Ef 1,17-23:
"Hermanos: Que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de la gloria, os dé espíritu de sabiduría y revelación para conocerlo. Ilumine los ojos de vuestro corazón, para que comprendáis cuál es la esperanza a la que os llama, cuál la riqueza de gloria que da en herencia a los santos, y cuál la extraordinaria grandeza de su poder para nosotros, los que creemos, según la eficacia de su fuerza poderosa, que desplegó en Cristo, resucitándolo de entre los muertos y sentándolo a su derecha en el cielo, por encima de todo principado, potestad, fuerza y dominación, y por encima de todo nombre conocido, no sólo en este mundo, sino en el futuro. Y todo lo puso bajo sus pies, y lo dio a la Iglesia como cabeza, sobre todo. Ella es su cuerpo, plenitud del que lo acaba todo en todos".

Lc 24,46-53:
"En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
- 'Así estaba escrito: el Mesías padecerá, resucitará de entre los muertos al tercer día y en su nombre se predicará la conversión y el perdón de los pecados a todos los pueblos, comenzando por Jerusalén.

Y vosotros sois testigos de esto. Yo os enviaré lo que mi Padre ha prometido; vosotros quedaos en la ciudad, hasta que os revistáis de la fuerza de lo alto.'

Después los sacó hacia Betania, y levantando las manos, los bendijo.

Y mientras los bendecía, se separó de ellos (subiendo hacia el cielo).

Ellos se volvieron a Jerusalén con gran alegría y estaban siempre en el templo bendiciendo a Dios".
 
Pregúntale a Jesús

Santo Evangelio según san Juan 16, 16-20. Jueves VI de Pascua

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Dame, Jesús, la gracia de abrirte mi corazón para escuchar tu voz y querer y abrazar aquello que Tú quieras para mí.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)

Del santo Evangelio según san Juan 16, 16-20

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Dentro de poco tiempo ya no me verán; y dentro de otro poco me volverán a ver”. Algunos de sus discípulos se preguntaban unos a otros: “¿Qué querrá decir con eso de que: ‘Dentro de poco tiempo ya no me verán, y dentro de otro poco me volverán a ver’, y con eso de que: ‘Me voy al Padre’?” Y se decían: “¿Qué significa ese ‘un poco’? No entendemos lo que quiere decir”.

Jesús comprendió que querían preguntarle algo y les dijo: “Están confundidos porque les he dicho: ‘Dentro de poco tiempo ya no me verán y dentro de otro poco me volverán a ver’. Les aseguro que ustedes llorarán y se entristecerán, mientras el mundo se alegrará. Ustedes estarán tristes, pero su tristeza se transformará en alegría”.

Palabra del Señor.

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

Recuerdo que hace un año estaba tomando clases de pintura, estaba aprendiendo a pintar retratos con una artista en Estados Unidos. Fue un curso intenso de tres días, desde las nueve de la mañana hasta las seis de la tarde. Uno de mis defectos, o a veces una de mis virtudes, es que pregunto mucho. Los demás pintores que estaban aprendiendo generalmente guardaban silencio y solo veían. Cuando estaba haciendo las preguntas a la artista, veía que los demás seguían atentamente la conversación, pues se reían o hacían gestos y de pronto aplicaban las técnicas que me iba diciendo la artista cada que le preguntaba, sin embargo, no entendía por qué no se atrevían a preguntar tanto como yo…

¿Por qué les cuento esto? Porque hoy el Evangelio nos presenta la misma situación. Los discípulos no entendían lo que Jesús estaba diciendo, pero no preguntaban. Acuérdate de este principio: si quieres una respuesta, haz una pregunta.

¿Te ha pasado que no entiendes algo de la fe? ¿Algún problema? ¿Alguna dificultad? Pregúntale a Jesús y verás que hay una respuesta.

«Ayudar a un joven o a una joven a elegir la vocación de su vida, ya sea como laico, laica, sacerdote o religiosa, es ayudar a asegurar que encuentre el diálogo con el Señor. Que aprenda a preguntarle al Señor: “¿Qué quieres de mí?” Esto es importante, no es una convicción intelectual, no: la elección de una vocación debe nacer del diálogo con el Señor, cualquiera que sea la vocación. El Señor me inspira a seguir una vida así, a lo largo de este camino. Y eso significa un buen trabajo para vosotros: ayudar al diálogo. Se entiende que si no dialogáis con el Señor, será bastante difícil enseñar a otros a hablar. Diálogo con el Señor».
(Audiencia de S.S. Francisco, 6 de junio de 2019).

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Pausar unos cinco o diez minutos preguntando a Jesús aquello que no entiendo.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

La carreta vacía

El que sabe, suele hablar poco; el que habla mucho, suele saber poco. El que profundiza en las cosas, suele hablar con prudencia y con mesura.

«Caminaba despacio con mi padre, cuando él se detuvo en una curva y, después de un pequeño silencio, me preguntó: “Además del canto de los pájaros, ¿escuchas alguna cosa más?”. Agucé el oído y le respondí: “Oigo el ruido de una carreta”. “Eso es —dijo mi padre—, una carreta, pero una carreta vacía”. Pregunté a mi padre: “¿Cómo sabes que está vacía, si aún no la hemos visto?”.

»Entonces mi padre respondió: “Es muy fácil saber cuándo una carreta está vacía, por el ruido. Cuanto más vacía va la carreta, mayor es el ruido que hace”.

»Me convertí en adulto, y ahora, cuando veo a una persona hablando demasiado, interrumpiendo la conversación, siendo inoportuna o arrogante, presumiendo de lo que tiene o de lo que es, mostrándose prepotente o menospreciando a los demás, tengo la impresión de oír de nuevo la voz de mi padre diciendo: "Cuanto más vacía va la carreta, mayor es el ruido que hace". La humildad hace callar a nuestras virtudes y permite a los demás descubrirlas, y nadie está mas vacío que quien está lleno de sí mismo.»

Es interesante el mensaje que nos deja de este viejo relato. Cuando imaginamos el paso de una carreta llena de carga, esforzada, silenciosa, un poco hundida por el peso que lleva, esa imagen nos transmite una sensación de plenitud y de silencio. Y algo parecido sucede con las personas. Hay vidas que están llenas de contenido, de esfuerzo y de sentido. Suelen ser vidas activas y luchadoras, pero hacen poco ruido. Son vidas que no cuadran con los alardes grandilocuentes de actividad, ni con los excesos de protagonismo personal, ni con el individualismo que suele delatar ocultas faltas de rectitud y de sentido de servicio.

Tengo el convencimiento de que la soberbia es la clave de casi todos los conflictos humanos. Formas de soberbia más o menos elaboradas, más primarias o más sutiles, pero siempre la soberbia está en la raíz de las actitudes que los provocan. En las personas más simples, se nota enseguida. En las más inteligentes, cuesta un poco más, pues con el tiempo van aprendiendo a disimularlo.

Cuando vemos que alrededor de una persona los conflictos tienden a enconarse, o que surgen distanciamientos o desencuentros tontos, o que a su alrededor los equipos humanos se desunen o se rompen, casi siempre está detrás ese empeño vanidoso e histriónico de la soberbia. Puede adoptar muchas formas, pero casi siempre son variantes de lo mismo: ese afán un tanto ridículo por dejar constancia del propio mérito, la susceptibilidad enfermiza que quien se siente agraviado constantemente por auténticas simplezas, las pugnas y desavenencias absurdas por una pequeña cuota de protagonismo personal, los agradecimientos exigidos y contabilizados, las ayudas aparentemente desinteresadas pero que luego reclaman una sumisión perpetua, los consejos que se dan con aire liberal pero que luego sienten como una traición que no se sigan. Todo eso suele estar tejido y comunicado por el correoso hilo de la soberbia, e identificado por la falta de calado y de silencio interior.

El que sabe, suele hablar poco; el que habla mucho, suele saber poco. El que profundiza en las cosas, suele hablar con prudencia y con mesura. Los que hablan a la ligera y hacen juicios precipitados sobre las personas o los asuntos, suelen hablar demasiado. Son personas que con su alma vacía hacen chirriar el ambiente en todo su entorno, como las carretas vacías. Y chirrían sobre todo porque les falta el aplomo de la verdad. Porque la verdad, sobre todo en las cosas más patentes e inmediatas, es lo que más enerva al soberbio, que ve a la verdad ahí, independiente de él, imponiendo todo el peso de sus exigencias intelectuales y morales. Porque la verdad fastidia su constante búsqueda de la satisfacción personal, y eso no lo soportan.

La oración abre la puerta a la esperanza

Catequesis del Papa Francisco, 20 de mayo de 2020

También este miércoles el Papa Francisco celebró su audiencia general en la Biblioteca privada del Palacio Apostólico junto a los prelados que leyeron su catequesis en diversos idiomas. En esta ocasión, prosiguiendo con el ciclo dedicado a la oración el Santo Padre se refirió al misterio de la creación.

Esta catequesis se introdujo con la lectura de algunos versículos del Salmo 8 (4-5.10) que reza:

“Cuando contemplo tus cielos, obra de tus dedos, la luna y las estrellas que allí fijaste, me pregunto: ‘¿Qué es el hombre, para que en él pienses? ¿Qué es el ser humano […] para que lo tomes en cuenta?’. Oh Señor, Señor nuestro, ¡qué imponente es tu nombre en toda la tierra!”.

Al comenzar su catequesis, hablando en italiano, el Papa afirmó que “la primera página de la Biblia se parece a un gran himno de acción de gracias. La narración de la Creación es cantada rítmicamente, donde es continuamente reafirmada la bondad y la belleza de todo lo que existe. Dios, con su palabra, llama a la vida, y todas las cosas acceden a la existencia. Con la palabra, separa la luz de la oscuridad, alterna el día y la noche, varía las estaciones, abre una paleta de colores con la variedad de plantas y animales”.

“En este bosque desbordante que rápidamente derrota al caos, por último aparece el hombre. Y esta aparición provoca un exceso de exaltación que amplifica la satisfacción y el gozo: ‘Dios vio lo que había hecho, y vio que era muy bueno’”.

Pequeñez y sorprendente dignidad del ser humano

Francisco explicó que este misterio de la creación nos lleva a la contemplación de Dios, lo que nos mueve a la oración, tal como lo afirma el Salmo 8, que expresa su grandeza y belleza, ante la cual el ser humano percibe su pequeñez, pero también el lugar especial que ocupa en ella; porque, aunque por naturaleza sea insignificante comparado con la grandiosidad de todo lo creado, posee sin embargo una dignidad sorprendente, que surge de su relación filial con Dios.

“El orante contempla el misterio de la existencia a su alrededor, ve el cielo estrellado sobre él – que la astrofísica nos muestran hoy en día en toda su inmensidad – y se pregunta qué diseño de amor debe haber detrás de una obra tan poderosa”.

La creación no es fruto de una ciega casualidad

Tras destacar que el relato de la creación habla de la bondad y la hermosura de todo lo que el Señor hizo con el poder de su Palabra, Francisco dijo que no es fruto “de una ciega casualidad, sino de un plan amoroso que Él tiene para sus hijos”. De ahí que “cuando el hombre mira extasiado la creación, toma conciencia de que él es la única criatura capaz de reconocer la belleza que encierra la obra divina y, ante tanto esplendor, eleva al Creador su oración de agradecimiento y de alabanza por el regalo de la existencia”.

En la oración se afirma un sentimiento de misericordia

“Nada existe por casualidad: el secreto del universo reside en una mirada benévola que alguien cruza en nuestros ojos”, dijo el Santo Padre. Y recordó que el Salmo afirma que “somos poco menos que un Dios, que estamos coronados de gloria y honor”. De ahí que “la relación con Dios es la grandeza del hombre: su entronización”.

“Por naturaleza somos casi nada, pero por vocación somos los hijos del gran Rey”.

La contemplación enciende el don de la oración

“Cuando las tristezas y las amarguras de la vida tratan de sofocar nuestra gratitud y alabanza a Dios, la contemplación de las maravillas de su creación enciende, de nuevo, en el corazón el don de la oración, que es la fuerza principal de la esperanza. Y la esperanza es la que nos manifiesta que la vida, aún con sus pruebas y dificultades, está llena de una gracia que la hace digna de ser vivida, protegida y defendida”.

Saludos del Papa

En francés

En vísperas de la fiesta de la Ascensión del Señor, Francisco invitó a los fieles de habla francesa que le pidan que los ayude a “redescubrir en la belleza de la creación un reflejo de la gloria y del esplendor de Dios”.

En inglés

A los fieles de lengua inglesa conectados a través de los medios de comunicación, el Papa les dijo: “Mientras nos preparamos para celebrar la Ascensión del Señor, invoco sobre ustedes y sus familias la paz y la alegría que vienen de Cristo resucitado”.

En alemán

Al saludar cordialmente a los fieles de habla alemana el Papa les recordó que “contemplando la maravilla de la creación, reconocemos la grandeza del Creador y su amor infinito con el mira todas las cosas creadas”. Y les deseó que “la alegría por la naturaleza y la alabanza a Dios” los ayuden a encontrar “la plenitud y la paz interior”.

En español

Al saludar a los fieles de nuestro idioma que siguieron esta catequesis a través de los medios de comunicación social el Papa, antes de bendecirlos, les manifestó su esperanza:

“Que Jesús resucitado, con la fuerza de su Espíritu Santo, nos haga portadores de alegría, afiance en nosotros la esperanza y también la certeza de que el amor es más fuerte que la muerte y que triunfa siempre”.

En portugués

A los queridos fieles de lengua portuguesa, el Santo Padre les deseó “que la luz de Jesús resucitado resplandezca siempre en sus corazones”. Y les sugirió que en este "Mes de María", traten “de rezar el Rosario todos los días, aprendiendo de Nuestra Señora a tener una mirada contemplativa hacia todos los eventos de nuestra vida”.

En árabe

En su saludo a los fieles de lengua árabe el Obispo de Roma les recordó que “la oración es el diálogo del hombre con Dios”. Y que a través de la oración alabamos y agradecemos al Señor su amor por nosotros y le confiamos nuestras preocupaciones y problemas. Por eso hay que tener presente lo que leemos en el Libro del Sirácides: "Consideren las generaciones pasadas y reflexionen: ¿quién ha confiado en el Señor y se ha visto decepcionado?".

En polaco

Francisco recordó que en estos días celebramos el centenario del nacimiento de San Juan Pablo II al dirigirse a todos los polacos. Y de este “pastor de gran fe”, que en sus oraciones amaba “encomendar a la Iglesia y toda la humanidad a Dios, recordó que al elegir el lema episcopal "Totus Tuus", también demostró “que en tiempos difíciles debemos recurrir a la Madre de Dios, que puede ayudarnos e interceder por nosotros”. Y dijo que “su vida, construida sobre una profunda, intensa y confiada oración, sea un ejemplo para los cristianos de hoy”.

Saludos finales en italiano

En sus saludos finales, y antes de rezar el Padrenuestro y de impartir su bendición apostólica, el Papa Francisco al recordar la inminente fiesta de la Ascensión del Señor, exhortó a todos “a ser testigos generosos de Cristo Resucitado”, sabiendo bien que Él está siempre con nosotros y nos sostiene a lo largo del camino”.

“Dirijo un pensamiento especial a los jóvenes, los ancianos, los enfermos y los recién casados. Jesucristo, al ascender al cielo, deja un mensaje y un programa para toda la Iglesia: ‘Vayan y enseñen a todas las naciones... enseñándoles a observar todo lo que les he mandado’. Que sea su ideal y su compromiso dar a conocer la palabra de salvación de Cristo y dar testimonio de ella en la vida diaria. ¡A todos les imparto mi bendición!”.

Como vivir en familia la devoción a la Virgen María

Vivir en familia la devoción a María. Este es el título de la charla que va a impartir Rosa Pich, y lo hará como le gusta decir a ella, desde una “fe vivida” y probada. Será el próximo 8 de mayo a las 19.30 horas en el auditorio de los Padres Carmelitas de la calle Ayala 35-37, en Madrid, organizada por la Fundación Cari Filii.

Ha pasado poco más de un año desde que muriera su marido, Chema Postigo, y ella quedase viuda con 15 hijos. Un cáncer fulminante se lo llevó. Antes, este matrimonio había tenido que enterrar a tres hijos. La fe, y la intercesión de la Virgen María, han sido siempre la clave para sostener a esta familia de 18 hijos.

Un testimonio que ha dado la vuelta al mundo

Su testimonio ha dado la vuelta al mundo desde hace años. Medios de comunicación internacionales como la BBC y casi toda la prensa española llamaron a su puerta, entre desconcertados y sorprendidos, por ser considerada la familia europea con el mayor número de hijos escolarizados. Nunca han ocultado su fe. Más bien al contrario, hablaban de ella como pegamento de toda la familia.

Rosa Pich explicó además esta vida en familia en el libro Cómo ser feliz con 1,2,3… hijos, que se convirtió en un auténtico éxito de ventas traduciéndose a quince idiomas.

Regalaron 10.000 rosarios en el funeral de Chema

La enfermedad y muerte de su marido se convirtió igualmente en otro testimonio de fe para miles de personas. Más de cinco mil personas acudieron al funeral en Barcelona, y también miles decidieron acompañar a la familia en el que se celebró en Madrid. Rosa, y sus hijos, quisieron dar un recordatorio a los asistentes: un Rosario.

Hasta 10.000 rosarios repartió la familia en el funeral de Chema Postigo, aprovechando incluso una situación tan dolorosa para dar testimonio de Dios.

En una entrevista en Religión en Libertad pocos días después de morir Chema, Rosa explicaba cuál había sido la principal arma que habían utilizado para poder salir adelante. El Rosario, contestó ella claramente. “Hemos intentado vivir cada día, como como con el rezo del Rosario en familia”, aseguraba ella.

El Rosario, elemento central de la familia Postigo Pich

“La Virgen siempre que se ha aparecido habla de rezar el Rosario en familia. Ya sea en Fátima, en Guadalupe, en Lourdes, o ahora en Medjugorje. Siempre la Virgen está diciendo lo mismo: ‘rezad el Rosario’”, incidía Rosa Pich.

Esta madre cuenta que “cuando escribí el primero post tras diagnosticarnos el cáncer con metástasis, lo primero que dijimos era que teníamos que rezar el Rosario en familia. Ella está contenta y está feliz cuando rezamos”.

Precisamente, la Virgen ha sido también el gran apoyo tras el fallecimiento de Chema. Lo primero que hizo toda la familia una vez que fue enterrado fue viajar a Torreciudad y ponerse a los pies de María. Ella ha sido para ellos una verdadera ‘consoladora de los afligidos’.

Esta vida familiar cimentada en la fe y con un papel preponderante de la Virgen ha sido además su forma de mostrar al mundo la belleza del cristianismo. Contaba Rosa que “la fe es todo, es un regalo, es un don. Cuando venía gente a casa, pues por aquí han pasado budistas, protestantes e incluso masones que nos llamaban porque querían conocernos, les invitábamos a rezar el Rosario y a la cena. El Rosario era a las 8 y la cena a las 8.30”.

“Una fe vivida cada día”

Rosa contaba también que “la fe siempre ha formado parte de nosotros, la hemos ido trabajando en el día a día y a través de las dificultades, y también a través de las risas y las juergas vividas. Es una fe vivida cada día”.

“A los niños les decimos que hay que ir a misa cada día y gracias a Dios en el colegio pueden ir a misa. Es lo mejor que podemos hacer en el día. A parte les decíamos que el demonio está muy cerca, hay droga, sexo, violencia, y nosotros tenemos que crear un muro basado en la oración para que aquí en casa no entre, y lo hacemos rezando el Rosario diario y yendo a misa todos juntos”, agregaba.

Hoy se celebra por primera vez la memoria de María, Madre de la Iglesia

El Vaticano estableció la memoria a través de un Decreto firmado el 11 de febrero de 2018

 

Este 21 de mayo la Iglesia celebra por primera vez la memoria de la Santísima Virgen María Madre de la Iglesia, cuya fecha fue establecida el lunes siguiente a Pentecostés.

El Vaticano estableció la memoria a través de un Decreto de la Congregación para el Culto Divino firmado el 11 de febrero de 2018.

El documento sostiene que el Papa Francisco “consideró atentamente que la promoción de esta devoción puede incrementar el sentido materno de la Iglesia en los Pastores, en los religiosos y en los fieles, así como la genuina piedad mariana”.

En el decreto, la misma Congregación señala que “esta celebración nos ayudará a recordar que el crecimiento de la vida cristiana, debe fundamentarse en el misterio de la Cruz, en la ofrenda de Cristo en el banquete eucarístico, y en la Virgen oferente, Madre del Redentor y de los redimidos”.

“La gozosa veneración otorgada a la Madre de Dios por la Iglesia en los tiempos actuales, a la luz de la reflexión sobre el misterio de Cristo y su naturaleza propia, no podía olvidar la figura de aquella Mujer, la Virgen María, que es Madre de Cristo y, a la vez, Madre de la Iglesia”, precisa el texto.

En una reciente columna semanal, el Arzobispo de Los Ángeles, Mons. José Gomez, indicó que los primeros cristianos “tenían una conciencia profunda de que la Iglesia era su ‘madre’ espiritual, que los daba a luz en el bautismo, constituyéndolos en hijos de Dios a través de los sacramentos”.

También en el Nuevo Testamento “los apóstoles a menudo se referían a los fieles como a sus hijos espirituales, reflejando así nuevamente su comprensión de que la Iglesia es nuestra madre y nuestra familia”.

“Y en esto, los primeros cristianos entendieron que María era el símbolo perfecto de la maternidad espiritual de la Iglesia”, afirmó Mons. Gomez.

Por ello, señaló que la nueva memoria que los católicos celebrarán el 21 de mayo es “un profético redescubrimiento de una antigua devoción”.

En el siglo XX, el Papa Pablo VI, dirigiéndose a los padres conciliares del Vaticano II, declaró que María Santísima era Madre de la Iglesia.

La memoria “Virgen María, Madre de la Iglesia” recuerda que ella es Madre de todos los hombres y especialmente de los miembros del Cuerpo Místico de Cristo, desde que es Madre de Jesús por la Encarnación.

Así lo confirmó Jesús desde la Cruz, antes de morir, al apóstol San Juan, y el discípulo la acogió como Madre.

La piedad de la Iglesia hacia la Santísima Virgen es un elemento intrínseco del culto cristiano, cumpliendo así la profecía de la Virgen, que dijo: “Me llamarán Bienaventurada todas las generaciones” (Lc 1,48).

Una Madre siempre escucha, aunque no la veamos

Afortunadamente, del mismo modo que tenemos un Padre en el cielo, también tenemos una Madre; Ella, con un corazón lleno de bondad y comprensión, acude en ayuda de nuestra debilidad.

Todos conocemos la devoción y el cariño que los sevillanos le tienen a Nuestra Señora de los Dolores; a quien llaman familiarmente “La Macarena”. A ella recurren con profunda fe solicitando ayuda, dando gracias y haciendo promesas.

Hace unos años, una familia sevillana tuvo la desgracia de que el hijo más pequeño sufriera un grave accidente de moto del que quedó en estado de coma. El padre iba todos los días a rezar a la Macarena pidiéndole la curación de su hijo. Los médicos, que conocían la gravedad del proceso, no le daban muchas esperanzas.

Pasaban los días y el hijo en lugar de mejorar empezó a presentar serias complicaciones que anunciaban un fatal desenlace. No obstante, el padre, movido por su fe en la Macarena, hizo promesas, sacrificios y toda clase de oraciones. Sabía que no le podía fallar.

Una mañanita, estando el padre en el trabajo, le llamaron del hospital para anunciarle que su hijo estaba agonizando. La familia al completo se presentó en el hospital. Pocos minutos después el hijo moría en medio de angustiosos llantos.

Ante este fatal desenlace, el padre se desesperó, blasfemó, pensó que había perdido el tiempo pidiéndole a la Virgen una gracia. En el enfado del momento prometió que no iría más a verla y que, si ella quería algo que fuese a verlo a su casa.

Desde ese momento dejó toda práctica religiosa y sacramental. Estaba desconocido. Un hombre que siempre había vivido muy cristianamente no supo encajar el golpe cuando el sufrimiento llamó a su puerta.

Tres años después de la muerte del hijo, en plena Semana Santa, la Cofradía de la Virgen Macarena salía en procesión como todos los años por las calles de Sevilla., y mira por donde que comenzó a llover.

La Virgen pasaba en esos momentos por delante de la casa de este padre todavía trastornado por la muerte de su hijo. Los cofrades llamaron a la casa para que les dejara entrar el paso de la Virgen en la espaciosa cochera que había junto a la fachada principal.

Tomado por sorpresa, nuestro hombre no puso ninguna pega. Abrió la cochera de par en par y dejó entrar el maravilloso paso de la Virgen. Apenas la Macarena había cruzado el umbral de la cochera cuando se acordó de las palabras llenas de rabia y desprecio con que se había dirigido a ella. La misma Virgen había escuchado su queja y ahora venía humildemente a su casa para sanarle el corazón.

Al ver las lágrimas de la Virgen por su Hijo muerto en la cruz, un profundo sentimiento de pesar y arrepentimiento le inundó el corazón. Comprobar que la Virgen le había escuchado y había acudido a él, le llenó el alma de paz. Pudo comprobar por sí mismo que una Madre nunca abandona.

Cuando sufrimos, tendemos a cometer dos graves errores que hacen que nuestros sufrimientos todavía duren más y en ocasiones no encuentren una fácil solución: el primer error es culpar a Dios de los males que nos ocurren. Dios, por respeto a nuestra libertad, permite las cosas malas que nos puedan pasar; aunque nunca las quiere ni las causa directamente (salvo cuando a través de un castigo busque corregirnos de errores muy graves. Por ejemplo: la expulsión del Paraíso de nuestros Primeros Padres, el castigo de Sodoma y Gomorra por su perversión, etc...). Y el otro error que cometemos en esos momentos de pena es el de separarnos de Dios, abandonarlo. En lugar de acudir a Él para que sane nuestras heridas y nos acompañe en nuestro pequeño calvario, tendemos a separarnos de Él; por lo que si tenía intención de ayudarnos, no se lo permitimos. Afortunadamente, del mismo modo que tenemos un Padre en el cielo, también tenemos una Madre; Ella, con un corazón lleno de bondad y comprensión, acude en ayuda de nuestra debilidad.

¡María, consuelo de los afligidos! – Ruega por nosotros.


 
 

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