Ascensión del Señor

Mi misión: Llevar a Cristo

Santo Evangelio según san Mateo 28, 16-20. Domingo de la Ascención del Señor

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Señor aquí estoy delante de ti. Quiero ponerme en tu presencia en este momento de oración y de cercanía contigo. Permíteme tener este momento de contemplación en la cual puedo considerar cómo me envías a la misión, como Tú lo viviste durante tu estadía aquí en la tierra. Concédeme la gracia que más necesito para llevar tu mensaje a todas las personas que se quieran encontrar contigo y, que así, sea viva imagen tuya para los demás.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Mateo 28, 16-20

En aquel tiempo, los once discípulos se fueron a Galilea y subieron al monte en que Jesús los había citado. Al ver a Jesús, se postraron, aunque algunos titubeaban.

Entonces, Jesús se acercó a ellos y les dijo: "Me ha sido dado todo poder en el cielo y en la tierra. Vayan, pues, y hagan discípulos a todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a cumplir todo cuando yo les he mandado; y sepan que yo estoy con ustedes todos los días, hasta el fin del mundo".

Palabra del Señor.

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

Hoy contemplamos a Cristo subiendo al cielo, pero antes nos deja una misión. Toda la vida de Cristo ha sido en medida de la misión y de su entrega a los demás. Misión de llevar a los demás su Palabra, sus enseñanzas y su cruz.

Cristo no nos quiere ver cruzados de brazos y solo contemplando cómo sube al cielo.

Cristo quiere que cada una de esas experiencias de cercanía con Él sean una oportunidad de dar de aquello que hemos recibido.

No podemos dejar de recordarnos que todas nuestras fuerzas están en Él. Antes de salir y tener un encuentro con alguien es importante recordar que, si estamos cercanos a Cristo Eucaristía, siempre nuestro apostolado tendrá fruto. Durante este tiempo en el cual mi apostolado principal es orar por las necesidades de tantas persones, ha sido una oportunidad para que sea Cristo quien dé los frutos.

No podemos olvidar que todo lo que hacemos lo hacemos en su nombre, nos manda a la misión y así no hablamos de nosotros sino hablamos a los demás de Cristo. En esta oración tengamos un momento de encuentro personal con Cristo y busquemos que en nuestra misión y con nuestra vida sepamos transmitirlo siempre a Él.

«Por lo tanto, no tengan miedo de patear las calles, de entrar en cada rincón de la sociedad, de llegar hasta los límites de la ciudad, de tocar las heridas de nuestra gente… esta es la Iglesia de Dios, que se arremanga para salir al encuentro del otro, sin juzgarlo, sin condenarlo, sino tendiéndole la mano, para sostenerlo, animarlo o, simplemente, para acompañarlo en su vida. Que el mandato del Señor resuene siempre en ustedes: “Vayan y prediquen el Evangelio”. Los animo en su tarea y compromiso».

(Mensaje Congreso Nacional de laicos, de S.S. Francisco, febrero de 2020).

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Dialogar con Cristo acerca de una persona que necesite mi oración.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Ayudar o hacer algún favor con caridad.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

Los Sentimientos que Acompañaron la Ascención

Ilumina tu andar con la Luz de Cristo Resucitado.

En este domingo no son las tinieblas las que dominaban, sino el fulgor de una luz repentina que irrumpe con el anuncio sobrecogedor de la resurrección del Señor. La espera y la oración se convierten entonces en un canto de alegría: «¡Exulte el coro de los Ángeles!».

Ha cambiado totalmente la perspectiva de la historia: la muerte da paso a la vida y la oscuridad a la luz; vida que no muere más y luz que no volverá a apagarse.

La piedra del sepulcro está quitada: hoy brilla una luz especial en el corazón de todos los que creemos en Cristo: con Él, con su gracia y su fuerza, su amistad y compañía, todos los obstáculos son superables; todos los problemas, solubles; todos los sacrificios, llevaderos; todas las penas, pasajeras. Cristo nos invita hoy a salir de nuestros sepulcros, de nosotros mismos, de nuestros pequeños o grandes problemas, de nuestras indecisiones y tristezas, de nuestros desalientos y dudas, de nuestras oscuridades y desconfianzas y dejar que su luz pase a través de nosotros, para así llevarlo a los hombres. Hoy es un día especial para sentirse cerca de Dios, amigo de Dios, sinceramente amigo de Dios.

Una pequeña niña se encontraba entre un grupo de personas que eran guiadas en una excursión por una gran catedral. Mientras el guía daba explicaciones sobre las diversas partes de la estructura: el altar, el coro, la mampara y la nave principal, la atención de la pequeña estaba enfocada en una vidriera de colores.

Estuvo por largo tiempo considerando en silencio la ventana. Al elevar la vista hacia las figuras que formaban parte del vitral, su rostro fue bañado en un arco iris de colores cuando el sol de la tarde inundó el ala cruciforme de la inmensa catedral.

Cuando el grupo se preparaba para continuar la gira, la niña se llenó de valentía y preguntó al guía: ¿Quiénes son las personas que están en ese vitral tan hermoso?

-Esos son los santos- respondió aquel.

Esa misma noche, mientras la niña se alistaba para acostarse, le dijo a su madre con orgullo: -Sé quiénes son los santos.

-¿Lo sabes? -respondió la madre. ¿Y me podrías decir quiénes son?

Sin vacilar, la niña respondió: ¡Son las personas que dejan que la luz brille a través de ellas!

¿Estás permitiendo que la luz de la Resurrección del Señor brille a través de ti?

Hemos sido llamados a compartir la luz de la Resurrección de Jesús en un mundo de tinieblas. Como rayos de luz que atraviesan el pesimismo y la oscuridad, podemos llevar la Esperanza de la Resurrección a este mundo oscuro y cansado.

"Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos” (San Mateo 5.16)

No te detengas cuando se haya hecho oscuro, ilumina tu andar con la luz de Cristo Resucitado. La oscuridad más terrible no es la que te rodea, sino la que te habita; y la luz más bella no es la que te ilumina desde afuera, sino la que se asoma en tus ojos desde adentro. No exijas más luz que la necesaria para ver lo necesario, ni más camino que para andar esta jornada. El camino más malo, no es tan malo, si por él vas a tu meta. Y el camino más bueno no es tan bueno si por él no llegas a tu destino. No sabrás si hay luz mientras tus ojos no se hayan abierto, ni sabrás si hay camino, mientras tus pies no hayan andado. Cristo hoy ha encendido una lámpara que no se apaga, deja que esta luz ilumine tu caminar, Él hoy ha vencido nuestras oscuridades. CRISTO HA RESUCITADO Y YO LO HE EXPERIMENTADO.

¿Sabes qué se celebra en la fiesta de la Ascensión? Obispo responde

La fiesta de la Ascensión viene a ser el colofón de la Resurrección.

El Obispo de Córdoba (España), Mons. Demetrio Fernández, explicó en una carta pastoral publicada en el año 2019 el sentido de la fiesta de la Ascensión del Señor a los Cielos que se celebra este domingo 24 de mayo del 2020. 

Se trata de una celebración que tiene lugar 40 días después de la Resurrección y la fiesta litúrgica se traslada al siguiente domingo más cercano. 

“Jesús bendijo a sus apóstoles, les encomendó el mandato misionero de ir al mundo entero a predicar el Evangelio y se fue al cielo, donde nos espera como la patria definitiva”, aseguró el Obispo.

Según explicó Mons. Fernández, los apóstoles pudieron “convivir con Jesús durante cuarenta días después de su Resurrección, de manera que les quedó fuertemente certificada la certeza de que está vivo, de que ha inaugurado una nueva vida para él y para nosotros”.

“La fiesta de la Ascensión viene a ser el colofón de la Resurrección, porque, una vez resucitado Jesús, su lugar propio es el cielo, la gloria, estar junto al Padre. Pero ha tenido con nosotros esta inmensa condescendencia de dejarse tocar por los suyos y de compartir con ellos el gozo de la Pascua”, precisó.

Una vez que Jesucristo subió a los Cielos, Mons. Fernández afirmó que nuestra relación con Él es de “fe y de amor, en la esperanza de vernos un día cara a cara y saciarnos plenamente de su presencia gozosa en el cielo.

Vivimos en la espera de ese día feliz, pero ya gustamos desde ahora su presencia de otra manera en la vida cotidiana de la Iglesia”.

Según explicó en su carta, Jesús está “presente en los sacramentos, especialmente en el sacramento de la Eucaristía, que nos ha dejado como testamento de su amor”, también en “las personas y en la comunidad eclesial, donde él ha prometido estar con nosotros hasta el final de los tiempos”, además de “en los pobres y necesitados, con los que ha querido identificarse y a través de los cuales reclama continuamente nuestro amor”.

El Obispo de Córdoba subrayó que el Señor “no se ha desentendido de este mundo, ni nos ha dejado a nosotros a nuestra suerte como si él ya no actuara”, sino que “la presencia del Resucitado en la historia humana es una presencia transformadora capaz de llevar esta historia humana a la plenitud y llenarla de sentido en cada una de sus etapas”.

Por eso es decisivo “nuestro encuentro personal con el Resucitado” para tener una “actitud misionera, no sólo para anunciar que está vivo y nos espera en el cielo, sino para infundir el Espíritu Santo en nuestros corazones, a fin de hacernos constructores de una historia en la que somos protagonistas”.

Según explicó el Prelado, en España se presenta “una nueva etapa en nuestra convivencia cotidiana”  después de las elecciones y por eso recuerda que “la convivencia y la política no es sólo producto de las urnas, es también fruto de la gracia de Dios y de la acción del Espíritu Santo, que conduce la historia”.

Por eso, Mons. Fernández animó a encomendar “con fervor” la acción de los que nos gobiernan a distintos niveles. “Pedimos para ellos la fuerza de lo alto, la luz de Dios y la gracia para acertar en sus decisiones, de manera que busquen el bien de todos, especialmente el de los más desfavorecidos”, aseguró.

En ese sentido, el Obispo también recordó a los cristianos la “enorme responsabilidad en la construcción de la ciudad terrena” ya que aseguró que está en juego “la dignidad de la persona, sus derechos y obligaciones, su libertad y su responsabilidad”, así como “la familia con sus pilares estables del varón y la mujer, unidos en el amor que Dios bendice y abiertos generosamente a la vida”.

“Necesitamos que nazcan muchos más niños para que no vivamos en el desierto demográfico, sin esperanza de futuro. Necesitamos una política urgente que atienda a los barrios más deprimidos, de manera que un día puedan salir de su situación, cada vez más degradada”, subrayó el Prelado.

Según explicó Mons. Fernández “Jesucristo ha subido al cielo para mostrarnos cuál es la meta, pero se ha incrustado en la historia humana para llevarla a su plenitud por medio de nuestro trabajo” por eso pidió orar para que “su presencia sea notable y transfiguradora, y también por la colaboración de sus discípulos en esta hora concreta”.

El magisterio de la caridad social

La caridad es la vía maestra de la doctrina social de la Iglesia

1. El primado de Pedro.

Después de la resurrección y ascensión a los cielos, Cristo abandonó la tierra confiándole a la Iglesia la continuación de su obra. Quiso que su doctrina se perpetuara en el mundo no sólo por medio de la escritura, sino por el magisterio vivo capaz de adaptarse a todas las circunstancias y necesidades hasta el fin de los tiempos. La Tradición Apostólica y la enseñanza escrita por medio de las Sagradas Escrituras no pueden sustituir la enseñanza oral. “[…] Pero el oficio de interpretar auténticamente la palabra de Dios escrita o transmitida ha sido confiado únicamente al Magisterio vivo de la Iglesia, cuya autoridad se ejerce en el nombre de Jesucristo. Este Magisterio, evidentemente, no está sobre la palabra de Dios, sino que la sirve, enseñando solamente lo que le ha sido confiado, por mandato divino y con la asistencia del Espíritu Santo la oye con piedad, la guarda con exactitud y la expone con fidelidad, y de este único depósito de la fe saca todo lo que propone como verdad revelada por Dios que se ha de creer”.(Dei Verbum, 10)

Cristo por institución divina lo distingue con una especialísima preferencia y primacía sobre los demás confiándole el Primado a uno de los Apóstoles, Simón (Pedro), queriendo que su sucesor fuera el Vicario de Cristo en la tierra.

En el evangelio de Mateo, la Escritura nos narra con lujo de detalle y solemnidad la promesa que el Señor hiciera a Pedro. Era en Cesárea de Filipo. Cristo preguntó a su Apóstoles:

“… ¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del hombre? Ellos contestaron: unos, que Juan Bautista; otros, que Elías; otros que Jeremías u otro de los profetas.

Y Él les dijo: Y vosotros, ¿quién decís que soy? Tomando la palabra Pedro, dijo: Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo.

“Y Jesús respondiendo, dijo: Bienaventurado tú, Simón, Hijo de Juan, porque no es la carne ni la sangre quien eso te ha revelado, sino mi Padre que está en los cielos.

Y yo te digo a ti que Tú eres pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella. Yo te daré las llaves del reino de los cielos, y cuanto atares en la tierra será atado en los cielos, y cuanto desatares en la tierra será desatado en los cielos. Entonces ordenó a los discípulos que nadie dijera que Él era el Mesías”. (Mt 16, 13-20).

Cristo con estas palabras promete a Pedro el Primado valiéndose de tres imágenes.

1. La roca: Fundamento granítico que dará estabilidad indestructible por todos los tiempos.

2. Las llaves: Símbolo de la plenitud de poder. Es el Señor en la Casa de la Iglesia.

Poder de atar y desatar: El poder de perdonar o retener los pecados a los fieles en lugar de Dios.

Cristo promete a Pedro en particular la firmeza inquebrantable en la fe y en la autoridad doctrinal, en la Última Cena:

“…Simón, Simón: Satanás os busca para cribaros como el trigo. Mas yo he rogado por ti para que no desfallezca tu fe y tú, una vez convertido, confirma a tus hermanos” (Lc 22, 31).

El primado es ejercido por Pedro después de la Crucifixión cuando dirige la elección del Apóstol Matías y preside el Concilio Apostólico de Jerusalén alrededor del año 50 DC. El Objetivo principal del Concilio fue la liberación de la ley judaica. Es él quien predica el primer sermón de Pentecostés y recibe en el seno de la Iglesia a Cornelio venido de la gentilidad. En cambio, Pablo recibe por vocación de Cristo el Apostolado encaminándose a Jerusalén “para ver a Cefas” y permanece catorce días a su lado (Gálatas 1, 18).

La Iglesia ha sido instituida para todos los tiempos hasta la consumación de los tiempos porque ha de prolongar la misión de Cristo. Por lo que su fundamento granítico ha de ser perdurable.

El magisterio eclesiástico ha sido instituido por Cristo, a fin de que introduzca a todos los hombres con certeza y autoridad divina en la verdad revelada, y conserve esta verdad inmutada y libre de todo error, como un tesoro precioso, a través de los siglos hasta el fin de los tiempos. Debido a esto, el hombre puede abandonarse a él incondicionalmente con la absoluta certeza que navega en aguas seguras del Maestro de la Verdad que es Cristo que sobrevive en él.

Así dice por ejemplo, Cristo:

“…Muchas cosas tengo aún que deciros, mas no podéis comprenderlas ahora; en cambio, cuando venga el Espíritu de Verdad, él os enseñara todas las verdades”. (Jn 16, 12).

San Pablo llama a la Santa Madre Iglesia “la columna y apoyo de la verdad” (I Timoteo 3, 15). Nuevamente aparece que el don de la infalibilidad no le ha sido otorgado a Pedro tan sólo para el breve tiempo de su vida mortal, sino “hasta el fin de los tiempos”. El Concilio Vaticano I, al definir como dogma de fe la infalibilidad papal, nada nuevo ha enseñado sino expuesto una doctrina de fe revelada. Pero este don de la infalibilidad le ha sido a otorgado a la Iglesia con fines bien determinados que marcan los límites del privilegio. Sólo rige cuando habla en doctrina sobre la fe y las costumbres. La Iglesia ha recibido la misión de interpretar fielmente y de preservar de todo error la doctrina de Jesús (Concilio Vaticano I), no la ha sido otorgada la infalibilidad para dirimir cuestiones que pertenecen al dominio puramente natural.

La Revelación se ha cerrado como un todo perfecto con la predicación de Cristo, dicho con mayor precisión: con la muerte del último Apóstol ya que estos fueron los intermediarios elegidos por Cristo para transmitir su revelación a todos los hombres. Pero no todas las verdades individuales de la Revelación se presentan en todo momento con toda su claridad, en la conciencia de los hombres.

El magisterio eclesiástico se presenta en dos formas: 1. Ordinario y 2. Extraordinario.

1. El magisterio ordinario tiene lugar cuando una doctrina es enseñada o predicada en la Iglesia universal como verdad revelada. Por consiguiente, cuando la totalidad de los Obispos o cuando la fe de la Iglesia universal se expresa por uso o por costumbre general en todas las Iglesias particulares por una fórmula de oración generalizada en todas las comunidades católicas, y ante todo por la celebración de la Liturgia, nos hallamos ante una verdad de fe. Ejemplo: La Asunción a los cielos en cuerpo y alma de María Santísima.

2. Existe una doble forma de magisterio extraordinario:

3. El Concilio Ecuménico (siempre que se realice en unión con el Papa quien debe aprobar sus resoluciones). De este modo fue definida la infalibilidad del Papa por el Concilio Vaticano I en 1870, con la circunstancia notable que el Santo Padre se abstuvo explícitamente de casi toda influencia sobre los Padres conciliares.

4. Definición Ex cathedra: Se presenta cuando el Papa, en su carácter de Maestro supremo de toda la Cristiandad toma una decisión con la plenitud de su autoridad concerniente a la fe y las costumbres que obligue a la Iglesia universal. Las definiciones dogmáticas del magisterio extraordinario suelen por regla general realizarse tan sólo en casos de herejías o cuando surge una amenaza contra la fe. Ejemplo: Dogma de la Inmaculada Concepción.

El católico no atribuye al Papa considerado como mero hombre o teólogo a título personal ni la omnisciencia, ni la infalibilidad personal, ni mucho menos la impecabilidad doctrinal, sino que confía en el Espíritu Santo viviente en la Iglesia, en la seguridad de que asiste al Dulce Cristo en la tierra cuando éste explique solemnemente a los hombres las doctrinas de la fe y de la moral. “…La asistencia del Espíritu Santo no significa que la elección papal goza de “infalibilidad”, así como tampoco significa que en el Cónclave sea necesariamente elegido el mejor candidato. Si la elección es válida, explica el Cardenal Journet, aún cuando fuese el resultado de intrigas y de malas decisiones apresuradas, se tiene la certeza de que el Espíritu Santo, que asiste a la Iglesia sacando bien incluso del mal, permite que ello ocurra en orden a fines superiores y misteriosos”.

2. Aproximaciones al Magisterio social de Benedicto XVI

El 19 de abril de 2005, el cardenal Ratzinger fue elegido como sucesor de Juan Pablo II tomando el nombre de Benedicto XVI, después de cuatro rondas de votaciones. Coincidió con la fiesta de San León IX. La tercera Encíclica de Benedicto XVI fue firmada el 29 de Junio de 2009 y presentada el 7 de julio. Benedicto XVI aplica las enseñanzas de sus dos primeras encíclicas —Deus caritas estSpeSalvi— a los grandes temas sociales del mundo de nuestros días. En una primera parte examina las enseñanzas de sus dos predecesores: Pablo VI (especialmente en su encíclica Populorumprogressio) y Juan Pablo II. En la segunda parte recorre los grandes dramas que azotan a la humanidad en nuestros días, abordando con realismo y esperanza los problemas creados por la crisis financiera, por la falta de instituciones internacionales capaces de reformar la ineficacia burocrática que alarga el subdesarrollo de muchos pueblos, y por la falta de ética de muchas mentalidades que predominan en las sociedades opulentas.

Desde CentesimusAnnus (CA, 1991), la última encíclica social, han pasado 18 años. El mundo ha cambiado. Lo que entonces llamábamos mundialización, acentuada, es la actual Globalización. Hay un auge del sentimiento religioso y ético, demasiado sincretista (relativismo cultural y religioso). El mapa geoestratégico y equilibrio de poder ha cambiado con nuevas Potencias emergentes. Y el surgimiento de una nueva crisis económica trajo como consecuencia una brecha más profunda entre ricos y pobres; países desarrollados y sub-desarrollados y una inestabilidad política-cultural mayor en el escenario global.

Frente a este escenario mundial, la pluma de Benedicto XVI sale a su encuentro para delinearnos con su profundidad y claridad teológica de siempre el camino seguro a seguir para el testimonio católico en el mundo moderno con su carta encíclica Caritas in Veritate (2009).

Las contribuciones de su parte al Magisterio social de la Iglesia fueron:

Fe y Razón se perfeccionan mutuamente.
Dictadura del relativismo.
La hermenéutica de la reforma del Concilio Vaticano II vs. la hermenéutica de la ruptura.
La “Nueva Evangelización”.

Necesidad de conversión de la Iglesia. (purificación de los pecados internos por medio de la penitencia, sacramentos, etc).

Diálogo con todos intra y extra eclesia.

La religión contribuye al debate ético en las democracias.

3. Su Magisterio Pontificio en Caritas in Veritate:

En Caritates in veritate, Benedicto expone los grandes principios indispensables para el desarrollo humano integral del hombre y de los pueblos:

  • La atención a la vida del hombre como centro de todo verdadero progreso.
  • El respeto del derecho a la libertad religiosa, siempre unido íntimamente al desarrollo del hombre.
  • El rechazo de una visión prometeica del ser humano, que lo considera artífice absoluto de su propio destino.
  • La necesidad de romper la vieja idea de que la economía debe producir recursos y la política distribuirlos.
  • La globalización es más económica que política y ésta se circunscribe a espacios limitados.
  • La economía debe seguir criterios éticos en todas sus fases, y no de cualquier ética sino de una ética amiga del hombre (37).
  • La caridad es la vía maestra de la doctrina social de la Iglesia. Todas las responsabilidades y compromisos trazados por esta doctrina provienen de la caridad que, según la enseñanza de Jesús, es la síntesis de toda la Ley (cf. Mt 22,36-40). Ella da verdadera sustancia a la relación personal con Dios y con el prójimo; no es sólo el principio de las micro-relaciones, como en las amistades, la familia, el pequeño grupo, sino también de las macro-relaciones, como las relaciones sociales, económicas y políticas. Para la Iglesia —aleccionada por el Evangelio—, la caridad es todo porque, como enseña San Juan (cf. 1 Jn 4,8.16) y como he recordado en mi primera Carta encíclica «Dios es caridad» (Deus caritas est): todo proviene de la caridad de Dios, todo adquiere forma por ella, y a ella tiende todo. La caridad es el don más grande que Dios ha dado a los hombres, es su promesa y nuestra esperanza. Soy consciente de las desviaciones y la pérdida de sentido que ha sufrido y sufre la caridad, con el consiguiente riesgo de ser mal entendida, o excluida de la ética vivida y, en cualquier caso, de impedir su correcta valoración. En el ámbito social, jurídico, cultural, político y económico, es decir, en los contextos más expuestos a dicho peligro, se afirma fácilmente su irrelevancia para interpretar y orientar las responsabilidades morales. De aquí la necesidad de unir no sólo la caridad con la verdad, en el sentido señalado por San Pablo de la «veritas in caritate» (Ef 4,15), sino también en el sentido, inverso y complementario, de «caritas in veritate». Se ha de buscar, encontrar y expresar la verdad en la «economía» de la caridad, pero, a su vez, se ha de entender, valorar y practicar la caridad a la luz de la verdad. De este modo, no sólo prestaremos un servicio a la caridad, iluminada por la verdad, sino que contribuiremos a dar fuerza a la verdad, mostrando su capacidad de autentificar y persuadir en la concreción de la vida social. Y esto no es algo de poca importancia hoy, en un contexto social y cultural, que con frecuencia relativiza la verdad, bien desentendiéndose de ella, bien rechazándola.
  • La doctrina social de la Iglesia responde a esta dinámica de caridad recibida y ofrecida. Es«caritas in veritate in re sociali», anuncio de la verdad del amor de Cristo en la sociedad. Dicha doctrina es servicio de la caridad, pero en la verdad. La verdad preserva y expresa la fuerza liberadora de la caridad en los acontecimientos siempre nuevos de la historia. Es al mismo tiempo verdad de la fe y de la razón, en la distinción y la sinergia a la vez de los dos ámbitos cognitivos. El desarrollo, el bienestar social, una solución adecuada de los graves problemas socioeconómicos que afligen a la humanidad, necesitan esta verdad. Y necesitan aún más que se estime y dé testimonio de esta verdad. Sin verdad, sin confianza y amor por lo verdadero, no hay conciencia y responsabilidad social, y la actuación social se deja a merced de intereses privados y de lógicas de poder, con efectos disgregadores sobre la sociedad, tanto más en una sociedad en vías de globalización, en momentos difíciles como los actuales.
  • Pablo VI nos ha recordado en la Populorumprogressio que el hombre no es capaz de gobernar por sí mismo su propio progreso, porque él solo no puede fundar un verdadero humanismo. Sólo si pensamos que se nos ha llamado individualmente y como comunidad a formar parte de la familia de Dios como hijos suyos, seremos capaces de forjar un pensamiento nuevo y sacar nuevas energías al servicio de un humanismo íntegro y verdadero. Por tanto, la fuerza más poderosa al servicio del desarrollo es un humanismo cristiano,[157] que vivifique la caridad y que se deje guiar por la verdad, acogiendo una y otra como un don permanente de Dios.
  • Cuestión social: se ha convertido radicalmente en antropológica (75).
  • El Estado: Con frecuencia llega tarde. La movilidad del dinero le quita poder (24). Pero debe recuperarlo para poder corregir y evitar injusticias (41).
  • Participación: Tanto en la vida de los Estados como a nivel internacional. subsidiariedad fiscal, que permitiría a los ciudadanos decidir sobre el destino de porcentajes de los impuestos que pagan al Estado (60).
  • Derechos y deberes: "Es importante urgir una nueva reflexión sobre los deberes que los derechos presuponen, y sin los cuales éstos se convierten en algo arbitrario. Hoy se da una contradicción. Por un lado, se reivindican presuntos derechos con la pretensión de que las estructuras públicas los reconozcan y promuevan, por otro, hay derechos elementales y fundamentales que se ignoran y violan (43).
  • La ONU precisa reforma, como la arquitectura económica y financiera internacional para que sea real el concepto de familia de naciones (67).
  • Vida y familia: La apertura a la vida está en el centro del verdadero desarrollo. Cuando una sociedad va hacia la supresión de la vida, no encuentra motivación y energía para esforzarse en el servicio del bien del hombre (28).
  • Es necesidad social, incluso económica, proponer la hermosura de la familia y del matrimonio, unión de hombre y mujer, su sintonía con las exigencias más profundas del corazón y de la dignidad de la persona. No es correcto considerar el aumento de población como la primera causa del subdesarrollo, incluso desde el punto de vista económico (44).
  • Se inspira en PopulorumProgressio (PP): queriendo conmemorar su 40 aniversario, siendo el documento más citado en sus 159 notas, el Concilio, el magisterio de Juan Pablo II, Juan XXIII y su propio Magisterio anterior. Alude a S. Agustín, Sto. Tomas y Heráclito. Aunque no la cita literalmente, está muy cerca de QuadragesimoAnno (QA).
  • Metodología expositiva: Se construye sobre la dialéctica-diálogo: fe-razón (56), natural-sobrenatural, material-espiritual, ley natural-ley divina… que resuelve siempre con equilibrio y armonía. (Introducción, 6 capítulos y conclusión).
  • Algunas enseñanzas de Caritas in veritate (CiV) son eco de QA:

Subsidiariedad, recuperar el papel del Estado, necesidad de un nuevo orden para ser protagonistas y no víctimas de la crisis...

4. El magisterio de la caridad en la trasformación de la realidad humana.

El hombre es una creatura creada a imagen y semejanza de Dios que se distingue por su complejidad.Es a la vez espíritu y materia, libre y dependiente; autónomo e irrepetible y se realiza, quiera o no, en la entrega a los demás; abierto a la trascendencia y naturalmente sociable. Es un animal raro, mal dotado en comparación con el resto de los animales pero por el contrario ha cambiado la faz de la tierra porque posee razón. Las consecuencias más notables de esa capacidad son las siguientes:

1. La Técnica.
2. La Tradición.
3. El lenguaje simbólico.
4. El Progreso.
5. El arte.
6. La capacidad de razonamiento esencialmente distinta a cualquier reacción instintiva “inteligente” de los animales.
7. La reflexión.
8. La ciencia.
9. La religión.

Por medio de la tradición y el don de la palabra (lenguaje) el hombre aprende más y más; a diferencia de los animales que solo podemos referirnos al adiestramiento. El hombre es capaz de ciencia objetiva y de religión, reconociendo con su inteligencia un fundamento objetivo absoluto de lo real: Dios creador y sólo en un Dios personal se reconoce plenamente como ser espiritual. Pero en definitiva, ¿Cuál es el fin de la vida? Los existencialistas afirman radicalmente que el hombre no tiene sentido alguno. Es un error de la naturaleza, una criatura mal hecha, una pasión inútil, separando la esencia de la existencia. Pero los cristianos nos apoyamos en la Revelación Divina. El Concilio Vaticano II (especialmente GS 12) adopta el esquema bíblico y patrístico de la historia de la salvación: la dignidad del hombre está estrictamente unida y fundada en la creación (imagen), en la redención (restauración de la imagen) y en la escatología (cumplimiento) habiéndole sido reintegrado en su unicidad por medio de Cristo destinándolo al encuentro con Dios Padre en la recapitulación final.

Siguiendo el magisterio de Benedcito XVI podemos afirmar sin temor a equivocarnos que por medio de la caridad tanta personal como social llegaremos por camino seguro a lograr la transformación de la realidad en la que estamos insertos porque como bien nos dice su Santidad “…La caridad es la vía maestra de la doctrina social de la Iglesia. Todas las responsabilidades y compromisos trazados por esta doctrina provienen de la caridad que, según la enseñanza de Jesús, es la síntesis de toda la Ley (cf. Mt 22,36-40). Ella da verdadera sustancia a la relación personal con Dios y con el prójimo; no es sólo el principio de las micro-relaciones, como en las amistades, la familia, el pequeño grupo, sino también de las macro-relaciones, como las relaciones sociales, económicas y políticas. Para la Iglesia —aleccionada por el Evangelio—, la caridad es todo porque, como enseña San Juan (cf. 1 Jn 4,8.16) y como he recordado en mi primera Carta encíclica «Dios es caridad» (Deus caritas est): todo proviene de la caridad de Dios, todo adquiere forma por ella, y a ella tiende todo. La caridad es el don más grande que Dios ha dado a los hombres, es su promesa y nuestra esperanza”. (CV, 2).

Creemos que el método que la doctrina social de la Iglesia nos enseña para transformar la realidad (Ver, Juzgar y Actuar) es el medio para alcanzar este fin, haciendo carne por medio de nuestro testimonio la Palabra del Verbo Encarnado.

.4. Conclusión :

Para concluir estas sencillas reflexiones podemos decir que la propuesta de cambio que propone Benedicto XVI es muy atenida, posible, realista, original y fecunda ya que solo por medio de un humanismo integral trascendente se logrará el desarrollo integral de los pueblos; razón por la cual el conocimiento y la aplicación de la DSI es fundamental para ese fin. La agudeza y profundidad del diagnóstico-pronóstico de Benedicto XVI hace visible las causas de los males sociales y morales que aquejan al hombre y la responsabilidad de los distintos actores sociales involucrados indispensables y necesarios para lograr una verdadera trasformación católica.

Los cambios evangélicos-pastorales tiene que ir en camino de ser positivos ya que el diagnóstico-pronostico fue aceptados por todos, pero todavía los cambios no terminaron de ser integrales en la práctica porque la metanoia necesaria para su ejecución no se han concretados.

Remarcaría a modo de cierre que el desarrollo trascendente e integral del hombre y de los pueblos debe tomar también en consideración el hábitat ecológico para su perfeccionamiento. Dogma y praxis deben ir en comunión, armonía y en pleno perfeccionamiento. El dogma se debe ver reflejado, palpado y hecho carne en la praxis respetando la dignidad y naturaleza trascendental de la persona y su contexto socio-político, sobre la realidad cultural del pueblo, sus costumbres, idiosincrasia, etc., ordenándolas a la luz del evangelio por otros medios de evangelización más personales y directos poniendo el énfasis en el bien común, despojándonos del hombre viejo en pos del hombre nuevo de Cristo.

En San Lucas 21, 31-32, podemos encontrar la fundamentación exegética de la prueba directa de la infalibilidad pontificia.

En todos los demás casos que el Papa usa su poder magistral como sea por medio de las Encíclicas, Exhortaciones Apostólicas u otros documentos sin manifestar su intención definición ex cathedra, no es infalible. Tampoco los documentos de las Congregaciones Romanas que asisten al Papa en el Gobierno de la Iglesia.

Nuestro amor por María

La amamos porque ella es también nuestra Madre, como nos la dio el mismo Jesús al pie de la Cruz aquel Viernes por la tarde en Jerusalén

Muchísimas cosas hermosas se pueden decir de nuestra Madre del Cielo, empezando por reconocerla como la criatura más extraordinaria que jamás creó Dios. Ella ha sido colocada sólo por debajo de La Santísima Trinidad, por encima de ángeles y hombres. Por algo es Ella la Reina del Cielo y de la Tierra, Reina de los ángeles, Reina del Purgatorio, Reina nuestra. ¡Madre de Dios mismo! ¿Acaso se puede pensar a una persona como nosotros teniendo el privilegio de ser elegida como Madre de Aquel que ha creado el universo y todo lo que allí habita?

¡Ella es también nuestra Madre, como nos la dio el mismo Jesús al pie de la Cruz aquel Viernes por la tarde en Jerusalén! Y nosotros, inspirados por el Espíritu Santo, Aquel de quien nuestra Madre está llena, la amamos y la buscamos como Puerta del Cielo, como Escalera Santa que nos eleva hasta los portales de la Casa con muchas habitaciones que Dios Padre nos prepara en el Reino prometido.

Pero porque somos débiles y reconocemos nuestra necesidad, también vemos en Ella a nuestra Abogada, la que nos defenderá ante el Justo Juez cuando nos toque el día de rendir cuentas. Jesús, el Rey del Universo, será quien decida nuestro destino aquel día, ante las acusaciones del maligno y del testimonio de nuestra propia vida rodeados de pecado. María, nuestra Abogada, será quien tenga la misión de convencer a Jesús de que tenemos los méritos necesarios para alcanzar la Vida Eterna. Y Ella tiene, en ese rol de Abogada, la capacidad de cambiar la opinión de Jesús, el Juez.

Si, mis hermanos, María como nuestra Abogada puede modificar la Voluntad de Dios mismo por medio de sus argumentaciones de Madre enamorada de sus hijos. Pero la pregunta que nos debemos hacer es, ¿Cómo es que Nuestra Madre Celestial es capaz de hacer que el mismo Dios modifique Su opinión, y cambie Su Voluntad respecto de una decisión que afecta nuestra vida?

Para responder esta pregunta debemos transportarnos a ese maravilloso momento en que Jesús, en los inicios de Su vida pública, transforma el agua en vino ante la solicitud de Su Madre. Está claro en el texto Evangélico que Jesús, en un inicio, no tenía intención de intervenir, e incluso Su reacción ante el pedido no es exactamente la de alguien que dice “por supuesto Madre, ya lo estaba por hacer de todos modos”. Sin embargo Ella, sin perder tiempo en argumentaciones, solicita a los sirvientes que se limiten a hacer lo que Jesús les diga. Jesús, puestas así las cosas, se dirige a las ánforas con agua, y hace el milagro que ya todos conocemos, allá en Caná de Galilea.

¿Cómo es la relación entre esta pequeña mujer y el mismo Dios, que con pedido semejante arranca del Cielo un milagro orientado simplemente a no producir una incomodidad o un mal momento en la boda de un pariente? Lo primero que debemos comprender es el toque maternal de este milagro. No es la curación de un ciego, ni la liberación de un poseso. Es una ayuda doméstica para que la unión matrimonial que inicia una nueva familia no se vea afectada por infortunio alguno. ¿Comprendes el toque materno y del todo humano de este milagro? Las bodas de Caná pueden definirse como el milagro mariano por excelencia, porque Dios lo realiza por intercesión de María, la Niña de Nazaret Madre del mismísimo Verbo Encarnado. Un milagro pensado por una Madre preocupada hasta en los más mínimos detalles que hacen a la vida de sus hijos.

Y es justamente aquí donde debemos detenernos para analizar la forma particular que tiene María para interceder ante Dios con los pedidos que nosotros le hacemos. Jesús, el Hombre-Dios, tiene dos naturalezas bien diferenciadas, pero indisolublemente unidas por otra parte. El es Hombre, y también es Dios. De tal modo que por un momento debemos concentrarnos en Su lado humano, Su Naturaleza humana que lo hace persona como nosotros salvo en el hecho de que El nunca pecó. Y pensemos en la relación que nosotros, como personas, tenemos con nuestra mamá terrenal.

Nuestra mamá terrenal ha sido quien más se ha preocupado de nosotros desde que nacimos, desde que tenemos memoria. Ella nos cuida, nos protege y muchas veces nos sobreprotege. Ella no duerme por las noches cuando nos amenaza un problema, un dolor o una necesidad. Pero por sobre todas las cosas, Ella sabe cómo pedirnos algo. Porque, como bien sabemos, ¿quién se atreve a decirle que no al pedido de nuestra mamá? Ella nos mira a los ojos, nos abraza y nos besa, y nos pide cosas que sabemos son por nuestro bien, aunque no queramos hacerlas. Nos incomoda, pero al fin de cuentas sabemos que es mamá, que ella va a estar siempre haciéndonos esos planteos, esos pedidos para evitar que arriesguemos nuestra salud, nuestra vida, o nuestro futuro.

Jesús, ayer, hoy y siempre, sigue siendo aquel Joven de Galilea sujeto a una relación con Su Madre, exactamente igual a la de todos nosotros con nuestra mamá. Jesús Hombre no puede decirle que no a los pedidos de Su Mamá, como te ocurriría a ti o a mi frente a los pedidos de nuestra propia mamá. La diferencia, es que Jesús es también Dios, además del Joven Hijo de aquella hermosa mujer de Nazaret.

Cuando María le pide algo a Jesús, El, en Su naturaleza humana ve a esta Mujer como Su Mamá terrenal que le hace pedidos irresistibles, transportándolo nuevamente a recuerdos de Su infancia en Nazaret. Y como Hombre, no puede decir que no a los pedidos de Su Mamá, como le ocurrió aquel día en Caná de Galilea. Jesús, Resucitado y Glorificado, aún sigue siendo aquel Joven educado y formado por esta Madre ejemplar. Nosotros tendemos a verlo distante allá en el Cielo, pero la verdad es que El sigue siendo también tan cercano y similar a nosotros como cuando caminaba por la tierra.

Pero Jesús es también Dios, por lo que los pedidos de Su amorosa Madre llegan de inmediato a la Santísima Trinidad. Y allí es donde ocurre la maravilla: Jesús les comunica los pedidos de Su Mamá al Espíritu Santo y a Su Padre Creador. Y ocurre que ninguno de Ellos se resiste a los pedidos de María, porque es que de los Tres surgió ese enamoramiento de la fidelidad, pureza y perfección en todas las virtudes humanas posibles que Ella demostró durante su vida, que hizo que juntos como Trinidad decidieran hacerla Reina de todo lo Creado. Los Tres se derriten por Ella, porque encuentran a María como la más maravillosa evidencia de la perfección en el Amor, del poder del Amor. ¡No existen palabras para expresar el amor que María despierta en la Santísima Trinidad, en Dios Uno y Trino!

Puestas así las cosas, mi amigo, lo único que tenemos que hacer es orar fervorosamente a nuestra Madre Celestial, para convencerla de que eleve a Su Hijo nuestros pedidos. Ella nos escuchará, y decidirá cuales ruegos son dignos de semejante tratamiento excepcional. Pero sepamos de antemano que cuando la convencemos, Jesús responde igual que aquel día en la boda en Caná de Galilea. Nosotros, mientras tanto, sigamos el consejo que Ella nos da, igual que lo hizo en Caná: “Sólo hagan lo que Jesús les diga”.

María Auxiliadora

Historia de la devoción a María Auxiliadora en la Iglesia

Advocación de la Santísima Virgen

Historia de la devoción a María Auxiliadora en la Iglesia Antigua.

Los cristianos de la Iglesia de la antigüedad en Grecia, Egipto, Antioquía, Efeso, Alejandría y Atenas acostumbraban llamar a la Santísima Virgen con el nombre de Auxiliadora, que en su idioma, el griego, se dice con la palabra "Boetéia", que significa "La que trae auxilios venidos del cielo". Ya San Juan Crisóstomo, arzobispo de Constantinopla nacido en 345, la llama "Auxilio potentísimo" de los seguidores de Cristo. Los dos títulos que más se leen en los antiguos monumentos de Oriente (Grecia, Turquía, Egipto) son: Madre de Dios y Auxiliadora. (Teotocos y Boetéia). En el año 476 el gran orador Proclo decía: "La Madre de Dios es nuestra Auxiliadora porque nos trae auxilios de lo alto". San Sabas de Cesarea en el año 532 llama a la Virgen "Auxiliadora de los que sufren" y narra el hecho de un enfermo gravísimo que llevado junto a una imagen de Nuestra Señora recuperó la salud y que aquella imagen de la "Auxiliadora de los enfermos" se volvió sumamente popular entre la gente de su siglo.

El gran poeta griego Romano Melone, año 518, llama a María "Auxiliadora de los que rezan, exterminio de los malos espíritus y ayuda de los que somos débiles" e insiste en que recemos para que Ella sea también "Auxiliadora de los que gobiernan" y así cumplamos lo que dijo Cristo: "Dad al gobernante lo que es del gobernante" y lo que dijo Jeremías: "Orad por la nación donde estáis viviendo, porque su bien será vuestro bien".

En las iglesias de las naciones de Asia Menor la fiesta de María Auxiliadora se celebra el 1º de octubre, desde antes del año mil (En Europa y América se celebre el 24 de mayo). San Sofronio, Arzobispo de Jerusalén dijo en el año 560: "María es Auxiliadora de los que están en la tierra y la alegría de los que ya están en el cielo". San Juan Damasceno, famoso predicador, año 749, es el primero en propagar esta jaculatoria: "María Auxiliadora rogad por nosotros". Y repite: "La Virgen es auxiliadora para conseguir la salvación. Auxiliadora para evitar los peligros, Auxiliadora en la hora de la muerte".

San Germán, Arzobispo de Constantinopla, año 733, dijo en un sermón: "Oh María Tú eres Poderosa Auxiliadora de los pobres, valiente Auxiliadora contra los enemigos de la fe. Auxiliadora de los ejércitos para que defiendan la patria. Auxiliadora de los gobernantes para que nos consigan el bienestar, Auxiliadora del pueblo humilde que necesita de tu ayuda".

La batalla de Lepanto.

En el siglo XVI, los mahometanos estaban invadiendo a Europa. En ese tiempo no había la tolerancia de unas religiones para con las otras. Y ellos a donde llegaban imponían a la fuerza su religión y destruían todo lo que fuera cristiano. Cada año invadían nuevos territorios de los católicos, llenando de muerte y de destrucción todo lo que ocupaban y ya estaban amenazando con invadir a la misma Roma. Fue entonces cuando el Sumo Pontífice Pío V, gran devoto de la Virgen María convocó a los Príncipes Católicos para que salieran a defender a sus colegas de religión. Pronto se formó un buen ejército y se fueron en busca del enemigo. El 7 de octubre de 1572, se encontraron los dos ejércitos en un sitio llamado el Golfo de Lepanto. Los mahometanos tenían 282 barcos y 88,000 soldados. Los cristianos eran inferiores en número. Antes de empezar la batalla, los soldados cristianos se confesaron, oyeron la Santa Misa, comulgaron, rezaron el Rosario y entonaron un canto a la Madre de Dios. Terminados estos actos se lanzaron como un huracán en busca del ejército contrario. Al principio la batalla era desfavorable para los cristianos, pues el viento corría en dirección opuesta a la que ellos llevaban, y detenían sus barcos que eran todos barcos de vela o sea movidos por el viento. Pero luego - de manera admirable - el viento cambió de rumbo, batió fuertemente las velas de los barcos del ejército cristiano, y los empujó con fuerza contra las naves enemigas. Entonces nuestros soldados dieron una carga tremenda y en poco rato derrotaron por completo a sus adversarios. Es de notar, que mientras la batalla se llevaba a cabo, el Papa Pío V, con una gran multitud de fieles recorría las calles de Roma rezando el Santo Rosario.

En agradecimiento de tan espléndida victoria San Pío V mandó que en adelante cada año se celebrara el siete de octubre, la fiesta del Santo Rosario, y que en las letanías se rezara siempre esta oración: MARÍA AUXILIO DE LOS CRISTIANOS, RUEGA POR NOSOTROS.

El Papa y Napoleón.

El siglo pasado sucedió un hecho bien lastimoso: El emperador Napoleón llevado por la ambición y el orgullo se atrevió a poner prisionero al Sumo Pontífice, el Papa Pío VII. Varios años llevaba en prisión el Vicario de Cristo y no se veían esperanzas de obtener la libertad, pues el emperador era el más poderoso gobernante de ese entonces. Hasta los reyes temblaban en su presencia, y su ejército era siempre el vencedor en las batallas. El Sumo Pontífice hizo entonces una promesa: "Oh Madre de Dios, si me libras de esta indigna prisión, te honraré decretándote una nueva fiesta en la Iglesia Católica". Y muy pronto vino lo inesperado. Napoleón que había dicho: "Las excomuniones del Papa no son capaces de quitar el fusil de la mano de mis soldados", vio con desilusión que, en los friísimos campos de Rusia, a donde había ido a batallar, el frío helaba las manos de sus soldados, y el fusil se les iba cayendo, y él que había ido deslumbrante, con su famoso ejército, volvió humillado con unos pocos y maltrechos hombres. Y al volver se encontró con que sus adversarios le habían preparado un fuerte ejército, el cual lo atacó y le proporcionó total derrota. Fue luego expulsado de su país y el que antes se atrevió a aprisionar al Papa, se vio obligado a pagar en triste prisión el resto de su vida. El Papa pudo entonces volver a su sede pontificia y el 24 de mayo de 1814 regresó triunfante a la ciudad de Roma. En memoria de este noble favor de la Virgen María, Pío VII decretó que en adelante cada 24 de mayo se celebrara en Roma la fiesta de María Auxiliadora en acción de gracias a la madre de Dios.

San Juan Bosco y María Auxiliadora.

El 9 de junio de 1868, se consagró en Turín, Italia, la Basílica de María Auxiliadora. La historia de esta Basílica es una cadena de favores de la Madre de Dios. su constructor fue San Juan Bosco, humilde campesino nacido el 16 de agosto de 1815, de padres muy pobres. A los tres años quedó huérfano de padre. Para poder ir al colegio tuvo que andar de casa en casa pidiendo limosna. La Sma. Virgen se le había aparecido en sueños mandándole que adquiriera "ciencia y paciencia", porque Dios lo destinaba para educar a muchos niños pobres. Nuevamente se le apareció la Virgen y le pidió que le construyera un templo y que la invocara con el título de Auxiliadora.
Empezó la obra del templo con tres monedas de veinte centavos. Pero fueron tantos los milagros que María Auxiliadora empezó a hacer en favor de sus devotos, que en sólo cuatro años estuvo terminada la gran Basílica. El santo solía repetir: "Cada ladrillo de este templo corresponde a un milagro de la Santísima Virgen". Desde aquel santuario empezó a extenderse por el mundo la devoción a la Madre de Dios bajo el título de Auxiliadora, y son tantos los favores que Nuestra Señora concede a quienes la invocan con ese título, que ésta devoción ha llegado a ser una de las más populares.
San Juan Bosco decía: "Propagad la devoción a María Auxiliadora y veréis lo que son milagros" y recomendaba repetir muchas veces esta pequeña oración: "María Auxiliadora, rogad por nosotros". El decía que los que dicen muchas veces esta jaculatoria consiguen grandes favores del cielo.

Papa Francisco: “Jesús está presente en el mundo con otro estilo: el del Resucitado”

May 24, 2020

En la Solemnidad de la Ascensión del Señor, el Papa Francisco invita a “anunciar, bautizar y enseñar a caminar por el camino trazado por el Maestro”, es decir, “el Evangelio”

“La fiesta de la Ascensión nos dice que Jesús, aunque habiendo ascendido al Cielo para morar gloriosamente a la derecha del Padre, está aún y siempre entre nosotros: de ahí derivan nuestra fuerza, nuestra perseverancia y nuestra alegría”. Son las palabras del Papa Francisco en este domingo en el que se celebra la Solemnidad de la Ascensión del Señor. Francisco, comentando el pasaje del Evangelio del día – que nos muestra a los Apóstoles que se reúnen en Galilea, «en la montaña que Jesús les había indicado» – explica que es aquí donde tiene lugar el último encuentro del Señor Resucitado con los suyos. “En un monte Jesús proclamó las Bienaventuranzas, en los montes se retiraba a orar; allí acogia a las multitudes y curaba a los enfermos, pero esta vez, en la montaña, ya no es el Maestro quien actúa y enseña, sino que es Aquel que pide a los discípulos que actúen y anuncien, confiándoles a ellos el mandato de continuar su obra”.

“Vayan, pues, y hagan discípulos a todas las naciones”

El Santo Padre recuerda esa invitación de Jesús a sus discipulos en la que los inviste con la misión entre todos los pueblos: «Vayan, pues, y hagan discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, enseñándoles a guardar todo lo que les he mandado». Para Francisco, el contenido de la misión confiada a los Apóstoles es el siguiente: “anunciar, bautizar, enseñar a caminar por el camino trazado por el Maestro”, es decir, “el Evangelio”.

El Pontífice asegura que este mensaje de salvación “implica en primer lugar el deber del testimonio, del que también nosotros, discípulos de hoy, estamos llamados a dar razones de nuestra fe”. “Ante una tarea tan exigente, y pensando en nuestras debilidades, nos sentimos inadecuados, como seguramente se sintieron también los mismos Apóstoles” dice el Papa, “pero no debemos desanimarnos” puntualiza, y nos pide que recordemos las palabras que Jesús les dirigió antes de ascender al Cielo: «Yo estoy con ustedes todos los días hasta el fin del mundo».

La promesa de Jesús

Además, explica que con la promesa de permanecer con nosotros hasta el fin de los tiempos, Jesús inaugura el estilo de su presencia en el mundo como el Resucitado: “Jesús está presente en el mundo, pero con otro estilo, con el estilo del Resucitado, es decir, una presencia que se revela en la Palabra, en los Sacramentos, en la acción constante e interior del Espíritu Santo” continúa el Papa. De hecho, dice, “esta promesa asegura la presencia constante y consoladora de Jesús entre nosotros”.

Pero, ¿cómo se realiza esta presencia? El Papa responde: “A través de su Espíritu, que conduce a la Iglesia a caminar por la historia como la compañera de todo hombre”. “Ese Espíritu que, enviado por Cristo y por el Padre, obra la remisión de los pecados y santifica a todos aquellos que, arrepentidos, se abren con confianza a su don”.

“Jesús nos promete permanecer con nosotros hasta el final de los tiempos”

Palabras del Papa antes de la oración mariana

MAYO 24, 2020 13:29 RAQUEL ANILLOANGELUS Y REGINA COELI

(zenit – 24 mayo 2020).- En este VII domingo de Pascua, el Papa  desde la Biblioteca del Palacio Apostólico Vaticano medita el Evangelio de hoy, con esta promesa consoladora de la presencia de Jesús entre nosotros.: “Id por todo el mundo haciendo discípulos a todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del espíritu Santo, enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado, porque Él estará con nosotros todos los días hasta el final de los tiempos”.

A continuación las palabras del Papa:

***

Palabras del Papa  antes del Regina Coeli

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

Hoy, en Italia y en otros países, celebramos la solemnidad de la Ascensión del Señor. El pasaje del Evangelio (cf. Mt 28, 16-20) nos muestra a los Apóstoles reunidos en Galilea, “en la montaña que Jesús les había indicado” (v. 16). Aquí tiene lugar el último encuentro del Señor Resucitado con los suyos. La “Montaña” tiene una fuerte carga simbólica y evocadora. En una montaña Jesús proclamó las Bienaventuranzas (cf. Mt 5:1-12); en la montaña se retiraba a orar (cf. Mt 14:23); allí acogía a las multitudes y curaba a los enfermos (cf. Mt 15,29). Pero esta vez, en la montaña, ya no es el Maestro quien actúa y enseña y cura, sino que es Aquel resucitado que pide a los discípulos que actúen y anuncien, confiándoles a ellos el mandato de continuar su obra.

Los inviste con la misión a todo el pueblo. Dice: “Id, pues, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, enseñándoles a observa todo lo que os he mandado” (vv. 19-20). El contenido de la misión confiada a los apóstoles son éstos: anunciar, bautizar, enseñar a caminar por el camino trazado por el Maestro, que es el Evangelio, el Evangelio vivo. Este mensaje de salvación implica, en primer lugar, el deber del testimonio, sin testimonio no se puede anunciar a lo que también nosotros, discípulos de hoy, estamos llamados a dar cuenta de nuestra fe. Ante una tarea tan exigente, y pensando en nuestras debilidades, nos sentimos inadecuados, como seguramente se sintieron también los mismos Apóstoles. Pero no hay que desanimarse, recordando las palabras que Jesús les dirigió antes de ascender al Cielo: “Estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo” (v. 20).

Esta promesa asegura la constante y consoladora presencia de Jesús entre nosotros. Pero, ¿de qué modo se realiza esta presencia? A través de su Espíritu, que conduce a la Iglesia a caminar en la historia como la compañera de cada hombre. Ese Espíritu que, enviado por Cristo y el Padre, obra la remisión de los pecados y santifica a todos aquellos que, arrepentidos, se abren con confianza a su don.

Con la promesa de permanecer con nosotros hasta el final de los tiempos, Jesús inaugura el estilo de su presencia en el mundo como el Resucitado, Jesús está presente en el mundo pero con otro estilo, con el estilo del Resucitado, es decir: una presencia que se revela en la Palabra, en los Sacramentos, en la constante e interior acción del Espíritu Santo. La fiesta de la Ascensión nos dice que Jesús, aunque habiendo ascendido al Cielo para morar gloriosamente a la derecha del Padre, está todavía y siempre entre nosotros, de ahí derivan nuestra fuerza, nuestra perseverancia y nuestra alegría, justamente en la presencia de Jesús entre nosotros con la fuerza del Espíritu Santo.

Que la Virgen María acompañe nuestro camino con su protección maternal: de Ella aprendemos la dulzura y el coraje de ser testigos en el mundo del Señor resucitado.

MAYO 24, 2020 13:29 ANGELUS Y REGINA COELI

PAXTV.ORG