Dios de los vivos
- 03 Junio 2020
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Carlos Lwanga y 12 compañeros, Santos
Memoria Litúrgica, 3 de junio
Por: Cristina Huete García | Fuente: hagiopedia.blogspot.com
Mártires en Uganda
Martirologio Romano: Memoria de los santos Carlos Lwanga y doce compañeros, todos ellos de edades comprendidas entre los catorce y los treinta años, que perteneciendo a la corte de jóvenes nobles o al cuerpo de guardia del rey Mwanga, de Uganda, y siendo neófitos o seguidores de la fe católica, por no ceder a los deseos impuros del monarca murieron en la colina Namugongo, degollados o quemados vivos († 1886).
Fecha de canonización::8 de octubre de 1864, junto a otros 9 mártires de Uganda (un total de 22 mártires), por el S.S. Pablo VI
Breves Biografìas
Los Padres Blancos habían llegado a Uganda hacia 1880, y desde un principio sus misiones tuvieron un gran éxito, porque no aceptaban el comercio de esclavos que se practicaba en el país, por esta razón fueron expulsados del territorio (1882), dejando a una comunidad nativa totalmente solos.
Dos años más tarde regresaron llamados por el mismo rey Mwanga, que luego se convirtió en su más feroz perseguidor.
El rey Mwanga, tenía un primer ministro que aborrecía a los cristianos porque éste había atentado contra el monarca y había sido descubierto por la fidelidad de los neófitos, siempre leales al rey. La cosa se agravó cuando el mismo rey intento abusar carnalmente de sus pajes, además se añadía que los cristianos se oponían a su pingüe beneficio de la venta de esclavos. Hizo matar primero a un cierto número de sus súbditos, junto con el obispo anglicano Hannington, acusado de espionaje; luego hizo decapitar y quemar al jefe de la servidumbre, José Mukasa, junto con otros pajes, acusados de ser aquellos que "rezaban" (es decir, leían las oraciones de un libro). Fueron martirizados entre el 1885 y el 1887. José Mukasa, Mayordomo del rey Mwanga de Uganda que ordenó su muerte y ajusticiado en Kampala. Fue la primera víctima de la persecución. -Dionisio Ssebuggwawo. Siervo del rey Mwanga de Uganda; el rey lo traspasó con una lanza porque le encontró enseñando el catecismo a su propio hijo y heredero. Fue la segunda víctima de la persecución ugandesa.
Carlos Lwanga (1861 - 1886). Nació en Buddu, Uganda. Pertenecía al clan del Antílope y había entrado en la corte del rey Mwanga, cuando tenía 20 años. Por su inteligencia, porte atlético, fue el jefe de los pajes en la corte real, había sido bautizado en 1884 por san José Mukasa. Desde entonces, consciente de la lujuria del rey, buscaba el modo de que estuviesen lejos del monarca todos los pajes. El rey le tomo ojeriza por ello, pero la buena conducta de Carlos le impidió destituirlo; cuando fueron detenidos preparó a sus doce más fieles al martirio. Como eran catecúmenos decidió bautizarlos, así bautizó a Kizito, Gyavira, Mugagga, Mbaya Tuzinde.
Mbaya Tuzinde (1869 - 1886). Era natural de Busiro, pertenecía al clan Ngege y tenia 17 años. Mukajianga, el jefe de los verdugos, lo quería y trataba como a un hijo, por un pacto de sangre entre el abuelo de Mbaga y él. Era paje del rey Mwanga. Atraído a la fe y catecúmeno, fue bautizado por Carlos Lwanga en la choza el día ante del arresto.
Su padre quiso que apostatase o al menos que huyera. El joven se negó a ambas cosas. En el lugar del martirio pudo resistir a las suplicas de su familia hasta el mismo momento de su ejecución, su negativa a la apostasía fue heroica. Fue quemado vivo en Namungogo, aunque su padre dio la orden de que lo desnucasen antes de que lo quemasen vivo.
Bruno Sserunkuma (1856 - 1886). Era natural de Buddu y pertenecía al clan del Carnero; era hijo del guerrero Namunjulirwa. Cuando era niño comenzó a servir en el palacio del rey Suna y siguió haciéndolo con sus sucesores, llegando a guardián del palacio real. Soldado del rey Mwanga de Uganda. Tuvo un carácter hosco hasta que se bautizó y refrenó la aspereza de su natural. Fue bautizado en 1884. Estaba encargado de los esclavos y a raíz de su bautismo les dio un trato apacible.
Apresado con los demás servidores del rey y llevado hacia Namungongo para el suplicio pasó por casa de su hermano Bosa que, para calmarle la sed, le ofreció un vaso de cerveza, pero recordó que Jesús había rehusado beber estando en la cruz y no quiso beberla.
Jaime Buzaalilyawo (1851 - 1886). Natural de Nawokota, pertenecía al clan Ngeye, y tenía 35 años. Era hijo del encargado del aparato hidráulico y la maquinaria del palacio real, de las fuentes de agua de la corte y su hermana era una de las esposas del rey, era soldado del rey Muanga de Uganda y era asistente del jefe de la banda real, san Andrés Kaggwa; fue bautizado en el 1885, y había intentado convertir al rey cuando éste era príncipe. Fue arrestado y confesó su condición de cristiano y le dijo al rey que iba al paraíso a rogar por él.
Santo Evangelio según san Marcos 12, 18-27. Miércoles IX del Tiempo Ordinario
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Señor que pueda amar a toda mi familia, que no me deje llevar por rencores, malentendidos, luchas porque Tú me llamas a más a que ame sin condición, este es mi camino de santidad: aprender a amar como ama Dios. Dama tu gracia para que cada día crezca en esto y pueda acercarme más a ti a través de mis hermanos.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Marcos 12, 18-27
En aquel tiempo, fueron a ver a Jesús algunos de los saduceos, los cuales afirman que los muertos no resucitan, y le dijeron: “Maestro, Moisés nos dejó escrito que si un hombre muere dejando a su viuda sin hijos, que la tome por mujer el hermano del que murió, para darle descendencia a su hermano. Había una vez siete hermanos, el primero de los cuales se casó y murió sin dejar hijos. El segundo se casó con la viuda y murió también, sin dejar hijos; lo mismo el tercero.
Los siete se casaron con ella y ninguno de ellos dejó descendencia. Por último, después de todos, murió también la mujer. El día de la resurrección, cuando resuciten de entre los muertos, ¿de cuál de los siete será mujer? Porque fue mujer de los siete”.
Jesús les contestó: “Están en un error, porque no entienden las Escrituras ni el poder de Dios. Pues cuando resuciten de entre los muertos, ni los hombres tendrán mujer ni las mujeres marido, sino que serán como los ángeles del cielo. Y en cuanto al hecho de que los muertos resucitan, ¿acaso no han leído en el libro de Moisés aquel pasaje de la zarza, en que Dios le dijo: Yo soy el Dios de Abraham, el Dios de Isaac, el Dios de Jacob? Dios no es Dios de muertos, sino de vivos. Están, pues, muy equivocados”.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
El tema de la familia está muy unido al tema de Dios porque Él guía nuestras vidas y a través de las personas que están a nuestro alrededor, especialmente nuestra familia, lo podemos encontrar, porque Él se quiere hacer presente en nuestras vidas. La pregunta de los saduceos me hizo pensar cómo cuando dos personas se casan toda su vida cambia y que parte de este cambio es que se acepta a la persona y con ella a toda su familia, se hacen parte de su familia, los hermanos, los papás, los tíos, los primos, etc. Y así se convierten en un signo de que Dios es nuestro padre común y quiere que nos sintamos parte de una misma familia y con mayor razón si son marido y mujer. A veces no es fácil aceptar a otros por motivos muy variados y es ahí donde Dios tiene que estar presente en nuestras relaciones porque sin Él nos es muy difícil amar de verdad. Él nos puede enseñar a demostrar nuestro amor desinteresado que siempre quiere lo mejor del otro y llega a dar la vida por el otro.
Una cosa positiva que podríamos tomar de la actitud de los saduceos es que no tienen miedo de preguntarle a Cristo cosas que no entienden o que se les hacen ilógicas, pero ellos no querían cambiar y eso fue lo que les faltó que al encontrar una respuesta diferente a lo que esperaban y creían se quedaron con su parte y no confrontaron la verdad de Cristo con su vida. Por eso hay que abrir nuestros corazones a Cristo para que podamos cambiar lo que necesitamos cambiar y así acercarnos más a Él.
Un aspecto que me llamó mucho la atención de este pasaje evangélico es que en la resurrección del fin de los tiempos todos serán hermanos ya que no habrá necesidad de casarse porque seremos como ángeles, dependeremos completamente de Dios, Él llenará toda nuestra vida porque será nuestra “media naranja” que en esta vida encontramos sea en una pareja o en una vocación y al final de los tiempos Dios será nuestro todo.
«También nosotros podemos preguntarnos: “¿Le he entregado mi miseria al Señor? ¿Le he mostrado mis caídas para que me levante?”. ¿O hay algo que todavía me guardo dentro? Un pecado, un remordimiento del pasado, una herida en mi interior, un rencor hacia alguien, una idea sobre una persona determinada... El Señor espera que le presentemos nuestras miserias, para hacernos descubrir su misericordia».
(Homilía de S.S. Francisco, 19 de abril de 2020).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Rezar por aquel familiar con el que no me llevo tan bien o alguno con el que esté peleado.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Amar más y mejor
La muerte es algo habitual dentro de un hospital. Podríamos decir que es una empleada más del centro que ejerce su profesión con rigurosidad calculada.
Los que junto a ella trabajamos llegamos a habituarnos a sus entradas y salidas, a sus exigencias y reclamaciones, a su compañía...a su rostro frío. Sólo cuando se dirige a nosotros, cuando se fija en nosotros empieza a preocuparnos su presencia y a provocar en nosotros algo nunca hasta entonces sentido.
A pesar de todo, a pesar de su presencia y cercanía, en mi sigue suscitando una serie de interrogantes que sólo encuentran su respuesta en Dios: ¿qué es la vida que hoy tengo y mañana no? ¿qué es el hombre, capaz de tanto, sin el aliento de esa vida? ¿para qué tanto esfuerzo, sacrificio, superación, dolor...? ¿para nada?...Repito, sólo en Dios encuentro paz, certeza y esperanza.
Pero la muerte además de traernos interrogantes también nos trae certezas. Seguro que todos hemos escuchado alguna frase: “llega cuando menos lo esperamos” “alcanza a todos” “no pide permiso para entrar” “desde ella la vida adquiere su verdadera dimensión”...
A mi personalmente tener a la muerte por compañera de trabajo me ha ayudado a valorar más a los que tengo a mi lado: padres, hermanos, amigos...a los que hoy puedo amar en directo, a los que puedo decirles gracias por lo mucho que me dan, a los que puedo pedir perdón sin tener cuentas pendientes con ellos, a los que puedo sencillamente dar un beso, tender mi mano o sonreír, porque hoy están a mi lado y habrá un día que aunque quiera no podré, porque ya no estarán a mi lado aquí en la tierra. Por eso a veces, desde mi hospital, me gusta mirar en silencio a esos seres queridos que Dios a puesto a mi lado y saborear su presencia, sus cualidades, sus años con su juventud o su ancianidad, y hasta sus defectos y “manías” que también me recuerdan que están vivos.
Cuántos, al perder un ser querido, siente un remordimiento de conciencia por lo que hicieron o dejaron de hacer con esa persona que acaba de partir de este mundo; cuántos, si pudieran “rebobinar” la vida compartida con los que ya no están, los amarían más intensamente.
Por eso al llegar el mes de noviembre, mes en que recordamos especialmente a nuestros difuntos, con la gracia de Dios, pensemos también en los vivos que tenemos a nuestro lado y entreguemos todo nuestro corazón mientras estén junto a nosotros.
Que no tenga la muerte que arrebatarnos a los que queremos, para que caigamos en la cuenta de que siempre podemos amar más y mejor, para darnos cuenta de lo insustituible que es un padre, una madre, un esposo, una esposa, un hijo, una hija, una amigo, una amiga...
Como Abrahán, aprendamos a rezar con fe
Catequesis del Papa Francisco, 3 de junio de 2020
“Aprendamos de Abrahán a rezar con fe: escuchar, caminar, dialogar hasta discutir, pero siempre dispuestos a aceptar la Palabra de Dios y a ponerla en práctica”. Fue la invitación del Papa Francisco en la catequesis del primer miércoles de junio. Continuando con el ciclo de catequesis sobre la oración, el Pontífice reflexionó sobre la figura y la vocación del patriarca Abrahán, a quien Dios le habló y le pidió que emprendiera un camino “que suena absurdo”, incitándolo a “desarraigarse de su patria” con la promesa de darle una tierra nueva y una descendencia numerosa, “como las estrellas que salpican el cielo”.
Abrahán hombre de la Palabra
El patriarca escucha la voz de Dios, se fía de su palabra y parte. “Y con esta partida suya nace una nueva forma de concebir la relación con Dios” – dice Francisco. “Abrahán es, por lo tanto, el hombre de la Palabra”:
Cuando Dios habla, el hombre se convierte en el receptor de esa Palabra y su vida en el lugar donde esa pide encarnarse. Esta es una gran novedad en el camino religioso del hombre: la vida del creyente comienza a concebirse como vocación, como lugar donde se cumple una promesa; y él se mueve en el mundo no tanto bajo el peso de un enigma, sino con la fuerza de esa promesa, que un día se cumplirá.
La fe de Abrahán se convierte en historia
El Obispo de Roma señala que el Libro del Génesis permite descubrir cómo Abrahán vivió la oración en continua fidelidad a esa Palabra, que Dios le dirigía a lo largo de su camino. “Podemos decir que en la vida de Abrahán la fe se convierte en historia”, afirma el Papa y agrega:
Dios ya no es más visto sólo en los fenómenos cósmicos, como un Dios lejano que puede infundir terror. El Dios de Abrahán se convierte en "mi Dios", el Dios de mi historia personal, que guía mis pasos, que no me abandona; el Dios de mis días, el compañero de mis aventuras; el Dios Providencia.
A continuación, Francisco cita un texto del Memorial de Blaise Pascal en el cual el filósofo expresa “no una reflexión intelectual que un hombre sabio puede concebir sobre Dios, sino el sentido vivo y experimentado de su presencia”, anotando el momento exacto de esta realidad: la tarde del 23 de noviembre de 1654.
“Dios de Abrahán, Dios de Isaac, Dios de Jacob, no de los filósofos y de los sabios. Certeza, certeza. Sentimiento. Alegría. Paz. Dios de Jesucristo”.
Abrahán, hombre de acción
Finalmente, el Santo Padre evidencia el modo de rezar de Abrahán: rezaba también con acciones, erigiendo altares que recordaban el paso del Señor en su vida, signo de la cercanía y la familiaridad con Dios:
Así Abrahán se convierte en familiar de Dios, capaz también de discutir con Él, pero siempre fiel. Hasta la prueba suprema, cuando Dios le pide que sacrifique a su propio hijo Isaac. Aquí Abrahán vive su fe como un drama, como un caminar a tientas en la noche, bajo un cielo esta vez desprovisto de estrellas. Dios mismo detendrá la mano de Abrahán que ya está lista para golpear, porque ha visto su disponibilidad verdaderamente total.
Los saludos a los fieles de lengua española
Como de costumbre el Santo Padre saludó a los fieles de diversas lenguas que siguen la catequesis a través de los medios de comunicación. Esta fue su invitación a los fieles de lengua española:
10 consejos de los santos para amar la Eucaristía
La Iglesia durante siglos ha animado a amar este gran milagro del amor de Dios
La Iglesia siempre ha destacado la presencia real del Señor en el Sacramento de la Eucaristía y durante siglos ha animado a amar este gran milagro del amor de Dios.
A continuación, 10 consejos de los santos sobre la Eucaristía:
1. San Francisco de Asís
"Cuando no puedo asistir a la Santa Misa, adoro el Cuerpo de Cristo con los ojos del espíritu en la oración, lo mismo que le adoro cuando le veo en la Misa”.
2. San Alfonso María de Ligorio
"Tened por cierto el tiempo que empleéis con devoción delante de este divinísimo Sacramento, será el tiempo que más bien os reportará en esta vida y más os consolará en vuestra muerte y en la eternidad. Y sabed que acaso ganaréis más en un cuarto de hora de adoración en la presencia de Jesús Sacramentado que en todos los demás ejercicios espirituales del día”.
3. San Francisco de Sales
"La oración, unida con ese divino sacrificio de la Misa, tiene una fuerza indecible; de modo que por este medio abunda el alma de celestiales favores como apoyada sobre su Amado".
4. San Luis María Griñón de Monfort
"Antes de la Comunión... suplica a esta bondadosa Madre que te preste su corazón para recibir en él a su Hijo con sus propias disposiciones”.
5. Santa Teresa de Jesús (o de Ávila)
"Acabando de recibir al Señor, pues tenéis la misma persona delante, procurad cerrar los ojos del cuerpo y abrir los del alma, y miraros al corazón”.
6.- El Cura de Ars, San Juan María Vianney
“Si supiéramos el valor del santo sacrificio de la Misa, qué esfuerzo tan grande haríamos por asistir a ella”.
7. Santa Teresita de Lisieux
“Recordé haber oído decir que el día de la primera comunión se alcanzaba todo lo que se pedía. Aquel pensamiento me consoló y, aunque todavía no tenía más que seis años, me dije para mí: ‘el día de mi primera comunión rezaré por mi pobre’”.
8. San Juan Pablo II
“Queridos hermanos y hermanas: debemos sentirnos interpelados por las necesidades de tantos hermanos. No podemos cerrar el corazón a sus peticiones de ayuda. Y tampoco podemos olvidar que ‘no solo de pan vive el hombre’. Necesitamos el ‘pan vivo bajado del cielo’. Este pan es Jesús. Alimentarnos de él significa recibir la vida misma de Dios, abriéndonos a la lógica del amor y del compartir”.
9. Santa Catalina de Siena
“¡Oh Caridad inestimable! Te quedaste con nosotros como alimento, mientras somos peregrinos en esta tierra, para que no desfallezcamos por el cansancio, sino que fortalecidos por ti, alimento celestial, sigamos el camino”.
10. Don Bosco (San Juan Bosco)
“Queridos jóvenes, ¿queremos estar contentos y alegres? Amemos con todo el corazón a Jesús Sacramentado".
La Eucaristía: ¿presencia real o simbólica de Cristo?
Hay pasajes difíciles de entender, y el tema aquí tratado es, sin lugar a dudas, uno de ellos.
Este es el tema central de nuestra discusión, por eso es que la Eucaristía es llamada el Sacramento de nuestra fe. Nosotros los católicos aceptamos, siguiendo las palabras del mismo Jesús, que durante la Misa bajo las especies de pan y de vino, tras la consagración por el sacerdote, se hace presente, realmente, Jesucristo: en Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad. Para los judíos hablar del cuerpo y sangre de alguien, significaba hablar de la totalidad de la persona. Por eso, Jesús, cuando instituye este sacramento, dice: ‘Esto es mi cuerpo … Esta es mi sangre’. En otras palabras nos está diciendo que en el pan y el vino consagrados, se encuentra la plenitud de su persona. Como Jesús es Dios y Hombre verdadero, entonces, se halla presente el Cuerpo, la Sangre, el Alma y Divinidad de Nuestro Señor.
Veamos que ya en el Antiguo Testamento, se consideraba que era necesario el derramamiento de sangre de la víctima ofrecida a Dios en reparación de los pecados:
Lv 5.9 Rociará con su sangre la pared del altar y derramará el resto de la sangre al pie del altar: es un sacrificio por el pecado.
Lv 17.11 Porque el alma de todo ser viviente está en su sangre, y yo les di la sangre para que la lleven al altar para el rescate de sus almas, pues esta sangre paga la deuda del alma.
Hb 9.22 Según la Ley, la purificación de todo se ha de hacer con sangre, y sin derramamiento de sangre no se quita el pecado.
Jesús es el nuevo cordero, el Cordero de la Nueva Alianza, el Cordero de Dios que quita los pecados del mundo, como repite la Iglesia continuamente en todas las Misas que se celebran a lo largo del mundo: ‘Este es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo. Dichosos los invitados a esta cena’:
Jn 1.36 Mientras Jesús pasaba, se fijó en él y dijo: ‘Ese es el Cordero de Dios’.
Cuando Jesús instaura la Eucaristía, no habla en sentido figurado o simbólico, como dicen equivocadamente nuestros hermanos protestantes. El lenguaje usado por Cristo durante la Ultima Cena no puede ser más evidente. Jesús dice: ‘Esto ES mi cuerpo… Esta ES mi sangre’ y no ‘Esto REPRESENTA …’. Nuestro Señor habla con claridad, sin dejar lugar a dudas:
Mt 26.26-28 Jesús tomó pan, … lo partió y lo dio a sus discípulos, diciendo: ‘Tomen y coman; esto es mi cuerpo’. Después tomó una copa, … y se la pasó diciendo: ‘Beban todos de ella: esto es mi sangre, la sangre de la Alianza que es derramada por una muchedumbre, para el perdón de sus pecados’.
Mc 14.22,24 Se lo dio diciendo: ‘Tomen, esto es mi cuerpo’ … Y les dijo: Esto es mi sangre, la sangre de la Alianza, que será derramada por una muchedumbre’.
Lc 22.19-20 ‘Esto es mi cuerpo, que es entregado por Uds.’ … Esta copa es la alianza nueva sellada con mi sangre, que es derramada por ustedes’.
1 Cor 11.23-25 El Señor Jesús, … , tomó pan y, … , lo partió diciendo: ‘Esto es mi cuerpo, que es entregado por ustedes; hagan esto en memoria mía’ … Tomando la copa, … dijo: ‘Esta copa es la Nueva Alianza en mi sangre. Todas las veces que la beban háganlo en memoria mía’.
Y para reafirmar lo citado con anterioridad, Jesús dice también que su cuerpo es VERDADERA COMIDA y su sangre, VERDADERA BEBIDA. Nos aclara que no habla con simbolismos, sino que efectivamente el Cuerpo y Sangre que nos dará será realmente para ser comido y bebido, como creemos en la Iglesia Católica. Para nosotros, la Eucaristía es la presencia real de Cristo y no un mero símbolo, como creen los que están fuera de nuestra Iglesia.
Jn 6.53 -54 Jesús les dijo: ‘En verdad les digo que si no comen la carne del Hijo del Hombre y no beben su sangre, no tienen vida en ustedes. El que come mi carne y bebe mi sangre vive de vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día’.
Jn 6.55-56 Mi carne es verdadera comida y mi sangre es verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre permanece en mí y yo en él.
Es cierto que esto resulta difícil de entender para algunos, como Jesús mismo ya nos lo dice. Al igual que en el desierto, los israelitas dudaban de que Dios podría darles a comer carne, así también cuando vino Cristo, los judíos cuestionaban el cómo les podría dar a comer de su carne:
Nm 11.4 Los mismos israelitas se pusieron a quejarse. Decían: ‘¿Quién nos dará carne para comer?’
Nm 11.18 Santifíquense para mañana, comerán carne … Pues Uds. dijeron: ¿Quién nos dará carne para comer? … Yavé les dará carne y la comerán.
Jn 6.52 Los judíos discutían entre sí: ‘¿Cómo puede éste darnos a comer carne?’
Desde el principio, la Iglesia se reunía a celebrar la Eucaristía, entonces conocida como Fracción del Pan. Lo hacían el primer día de la semana; es decir, el domingo. Tal y como lo sigue haciendo la Iglesia Católica todos los domingos del año.
Hch 2.42 Acudían asiduamente a la enseñanza de los apóstoles, a la convivencia, a la fracción del pan y a las oraciones.
Hch 20.7 El primer día de la semana estábamos reunidos para la fracción del pan.
Lo que se repite en la Misa, durante la celebración de la Eucaristía tiene su origen en la Palabra de Dios, como podemos ver a continuación. En la Misa se dice: ‘Anunciamos tu muerte, proclamamos tu resurrección. Ven, Señor Jesús’. Esta aclamación se basa en el siguiente texto:
1 Cor 11.26 Fíjense bien: cada vez que comen este pan y beben de esta copa están proclamando la muerte del Señor hasta que vuelva.
Previa a la Comunión, es necesario haber confesado ante el sacerdote todos los pecados mortales, de lo contrario el pecado que uno comete es de suma gravedad, como nos dicen los siguientes textos bíblicos:
1 Cor 11.27 El que come el pan o bebe la copa del Señor indignamente, peca contra el cuerpo y la sangre del Señor.
1 Cor 11.29 El que come y bebe indignamente, come y bebe su propia condenación por no reconocer el cuerpo.
Para terminar, veamos algunos textos más que refuerzan lo que la Eucaristía significa para nuestra Iglesia Católica
- 1 Cor 10.16 La copa de bendición que bendecimos, ¿no es comunión con la sangre de Cristo? Y el pan que partimos, ¿no es comunión con el cuerpo de Cristo?.
- Jn 6.35,41 Jesús les dijo: ‘Yo soy el pan de vida’ … Los judíos murmuraban porque Jesús había dicho: ‘Yo soy el pan que ha bajado del cielo’
- Jn 6.48 ,50 Yo soy el pan de vida. Aquí tienen el pan que baja del cielo, para que lo coman y ya no mueran.
- Jn 6.51 Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo. El que coma de este pan vivirá para siempre. El pan que yo daré es mi carne.
- Jn 6.58 Este es el pan que ha bajado del cielo … El que coma este pan vivirá para siempre.
Yo creo, Señor; en Ti
que eres la Verdad Suprema.
Creo en todo lo que me has revelado.
Creo en todas las verdades
que cree y espera mi Santa Madre
la Iglesia Católica y Apostólica.
Fe en la que nací por tu gracia,
fe en la que quiero vivir y luchar
fe en la que quiero morir.