El principio es amar sin medida y el fin es ser verdadero hijo de Dios
- 16 Junio 2020
- 16 Junio 2020
- 16 Junio 2020
Mística, 16 de Junio
Virgen
Martirologio Romano: En el monasterio de monjas cistercienses de Aywiéres, en Brabante, Bélgica, santa Lutgarda, virgen, insigne por su devoción al Sagrado Corazón del Señor († 1246).
Breve Biografía
Santa Mística sisterciense de Aywieres, Bélgica.
Nace en 1182. A los doce años de edad fue encomendada a las monjas benedictinas cerca de Saint-Trond, no por piedad sino porque el dinero para su dote matrimonial había sido perdido por su padre. Era la costumbre de la época.
Lutgarda era bonita y le gustaba divertirse sanamente y vestir bien. No aparentaba vocación religiosa, por lo que en el convento vivía como una especie de pensionista, libre para entrar y salir. Sin embargo, un día, mientras charlaba con unas amistades, tuvo una visión de Nuestro Señor Jesucristo que le mostraba sus heridas y le pedía que lo amase solo a El. Lutgarda aquel día descubrió el amor de Jesús y lo aceptó al instante como su Prometido. Desde aquel momento su vida cambió.
Algunas monjas que observaron el cambio en Lutgarda vaticinaron que aquello no duraría. Se equivocaron, ya que su amor por Jesús mas bién crecía. Al rezar lo veía con sus ojos corporales, hablaba con El en forma familiar. Cuando la llamaban para algún servicio, le decía a Jesús: "Aguárdame aquí, mi Señor; volveré tan pronto como termine esta tarea". También tuvo visiones de Santa Catalina, la patrona de su convento y San Juan Evangelista. En éxtasis a veces se alzaba un palmo del suelo o su cabeza irradiaba luz.
Compartió místicamente los sufrimientos de Jesús cuando meditaba la Pasión. En esas ocasiones aparecían en su frente y cabellos minúsculas gotas de sangre. Su amor se extendía a todos de manera que sentía como propios los dolores y penurias ajenas.
Después de doce años en el convento de Santa Catalina, sintió la inspiración de abrazar la regla cisterciense que es mas estricta. Siguiendo el consejo de su amiga Santa Cristina que era de su mismo convento, ingresó en el Cister de Aywieres a pesar que allí solo se hablaba francés, idioma que desconocía.
Tenía gran humildad y solo se quejaba de su propia impotencia para responder como era debido a las gracias de Dios. En una ocasión oraba ofreciendo vehemente su vida al Señor, cuando se le reventó una vena que le causó una fuerte hemorragia. Le fue revelado que, en el cielo, su efusión se aceptaba como un martirio.
Tenía el don de curación de enfermos, de profetizar, de entender las Sagradas Escrituras, de consolar espiritualmente. Según la beata María de Oignies, Lutgarda es una intercesora sin igual por los pecadores y las almas del purgatorio.
Tuvo visiones del Sagrado Corazón de Jesús. En una ocasión Nuestro Señor le preguntó que regalo ella deseaba. Ella respondió: "Quiero Tu Corazón", a lo que Jesús respondió: "Yo quiero tu corazón". Entonces ocurrió un evento sin precedentes conocidos:
Nuestro Señor místicamente intercambió corazones con Lutgarda.
Once años antes de morir perdió la vista, lo cual recibió con gozo, como una gracia para desprenderse mas del mundo. Aun ciega ayunaba severamente. El Señor se le apareció para anunciarle su próxima muerte y las tres cosas que debía hacer para prepararse:
1-dar gracias a Dios sin cesar por los bienes recibidos; 2- orar con la misma insistencia por la conversión de los pecadores; 3- Para todo confiar únicamente en Dios.
Predijo su muerte que ocurrió en la noche del sábado posterior a la Santísima Trinidad, precisamente cuando comenzaba el oficio nocturno del domingo. Era el 16 de junio del 1246.
¡Hoy puedes amar más!
Santo Evangelio según san Mateo 5, 43-48. Martes XI del Tiempo Ordinario
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Dios Padre, te invoco humildemente para que me des la fuerza y valentía para dejar de lado todo con tal de encontrarme contigo. Necesito escuchar tu voz para encontrar la paz que sólo Tú me puedes dar. ¡Señor, aumenta mi fe!
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Mateo 5, 43-48
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Han oído que se dijo: Ama a tu prójimo y odia a tu enemigo. Yo, en cambio, les digo: Amen a sus enemigos, hagan el bien a los que los odian y rueguen por los que los persiguen y calumnian, para que sean hijos de su Padre celestial, que hace salir su sol sobre los buenos y los malos, y manda su lluvia sobre los justos y los injustos.
Porque si ustedes aman a los que los aman, ¿qué recompensa merecen? ¿No hacen eso mismo los publicanos? Y si saludan tan sólo a sus hermanos, ¿qué hacen de extraordinario? ¿No hacen eso mismo los paganos? Ustedes, pues, sean perfectos, como su Padre celestial es perfecto”.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
En este Evangelio Cristo nos hace un llamado a vivir, tomando las mejores decisiones y actitudes que la persona puede poner en práctica día a día. Con esto, Dios nos llama a dar un esfuerzo que pasa el plan humano pero que, gracias a la encarnación del Hijo el hombre, somos capaces de seguir un camino hacia la perfección. El hombre maduro, tanto humana como espiritualmente, es capaz de salir de sí mismo, pero amar a los enemigos va más allá porque hay un Dios que nos enseña a tener un corazón tan grande que no puede odiar, ni ser indiferente…
El principio es el de amar sin medida y el fin está en ser verdadero hijo de Dios Padre. El Padre tiene un corazón que todo la perdona y todo lo acoge, en Él está la vida de todos los hombres, en Él todo está iluminado, nada se oculta. Y si nos lo pide es porque podemos hoy amar más que ayer, y mañana más que hoy, sabiendo que la perfección se alcanza cuando veamos a Dios en el cielo, aunque ya hoy podemos experimentar con menor intensidad el amor del abrazo eterno con Dios.
Al final de la vida de Cristo vemos a un Dios misericordioso con sus hijos, un amor hasta el extremo. Nos perdona porque no sabemos lo que hacemos y lo mismo pasa con nuestros enemigos. Los enemigos no están tan lejos, basta mirar el propio entorno.
Importante pedir a María su intercesión para que esté con nosotros, ella es modelo de un amor hasta el extremo, un amor extraordinario, un amor sin límites. Nosotros, como hijos espirituales de María, sí que podemos seguir el ejemplo de Jesucristo.
«Ofrecer un don grato a Jesús es cuidar a un enfermo, dedicarle tiempo a una persona difícil, ayudar a alguien que no nos resulta interesante, ofrecer el perdón a quien nos ha ofendido. Son dones gratuitos, no pueden faltar en la vida cristiana. De lo contrario, nos recuerda Jesús, si amamos a los que nos aman, hacemos como los paganos (cf. Mt 5,46-47). Miremos nuestras manos, a menudo vacías de amor, y tratemos de pensar hoy en un don gratuito, sin nada a cambio, que podamos ofrecer. Será agradable al Señor. Y pidámosle a él: “Señor, haz que descubra de nuevo la alegría de dar”».
(Homilía SS Francisco, 6 de enero de 2018).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Perdonar de corazón algún error que ha cometido otro y que me ha afectado.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Amar al enemigo
El amor al enemigo, es el signo del verdadero cristiano, es lo que debe distinguirlo de los demás.
1. En el Evangelio de hoy, Jesús sigue enseñándonos sobre la nueva justicia. En ella se contrapone la ley judía a las exigencias cristianas. Hoy nos habla sobre el amor a los enemigos.
La ley judía exigía amar sólo al prójimo: “amarás a tu prójimo como a ti mismo”. Significa amar al que está cerca, al que vive conmigo, al hermano, pariente, amigo.
En cambio, el judío no está obligado a amar al que se encuentra lejos de él - lejos interior o exteriormente. Sobre todo, no ha de amar al enemigo personal, al enemigo de su pueblo (p.ej. pueblos vecinos hostiles), al enemigo de Dios. Ésta es la ley judía.
2. Porque al cristiano se le exige mucho más que al judío. Jesús habla muy claro sobre ello, en el Evangelio de hoy: “Amad a vuestros enemigos, haced el bien a los que os aborrecen y rezad por los que os persiguen y calumnian”.
El amor al enemigo, es el signo del verdadero cristiano, es lo que debe distinguirlo de los demás. En eso tenemos que imitar a Dios-Padre: Él trata igual a buenos y malos, da sus dones a justos e injustos, no distingue entre santos y pecadores, porque todos son sus hijos queridos.
3. Parece que Jesús no conoce más que una ley, la ley del amor, y que saca de ella todas sus consecuencias, y hasta los últimos detalles. Este rigor del Señor, a algunos los entusiasma y a otros los llena de indignación.
Y a nosotros, ¿nos ha entusiasmado o nos ha indignado Jesús con sus exigencias? Esto sería, por lo menos, una señal de que las hemos entendido. Porque lo peor que podría sucedemos es escucharlas con unos oídos tan distraídos y tan habituados, que ni siquiera nos impresionaran.
Es grave escuchar la palabra de Dios y rechazarla. Pero, ¿qué decir de los que la aceptan, la aclaman litúrgicamente, y ni siquiera se dan cuenta de ella? Para los que no creen en Jesús, todavía queda una oportunidad: el futuro sigue abierto para ellos y pueden convertirse. Pero, ¿qué pasa con aquellos que se imaginan que creen y que, sin embargo, ni siquiera se les ocurre pensar que podrían y que deberían cambiar?
4. Las exigencias duras de Cristo son para nosotros palabras de salvación únicamente cuando empiezan por hacemos daño: ¡Amar a los enemigos, cuando resulta ya tan difícil amar realmente a los que nos aman! ¡Hacer el bien a los que nos odian, cuando nos cuesta ya tanto poner buena cara a los que nos hacen el bien!
¡Rezar por los que nos persiguen y calumnian, si apenas nos tomamos tiempo para rezar por los nuestros! En cuanto a presentar la otra mejilla y ofrecerle nuestra camisa al que ya nos ha quitado el saco, no será una exageración que ninguna persona con sentido común piensa practicar.
5. En una palabra: estos consejos del Señor atentan contra toda nuestra realidad humana. La ley de este mundo, después de más de 2000 años de cristianismo, sigue siendo el “ojo por ojo, diente por diente”. Parece que a la violencia sólo se puede responder con la violencia.
Pero la verdad es que así no se consigue nada. La espiral de la venganza, del odio y de la violencia se irá adelante indefinidamente. Hay que salir de este cerco. Hay que romper ese círculo vicioso de actos de violencia con un “hecho nuevo”. Hay que adoptar una actitud distinta de la del adversario.
6. Feliz el que sabe dar el primer paso para acercarse. Porque no hay nada mejor que, de repente, en un conflicto uno perdone al otro, abandone su posición, deje de devolver el golpe. No hay más que una salida: que uno de los dos tenga la idea prodigiosa de comenzar a amar al enemigo.
Cuando se recibe un bofetón en la mejilla y se devuelve otro, éste no es más que el eco del anterior. Pero si el que lo recibe no lo devuelve, sino que perdona, entonces hace aparecer sobre la tierra algo inesperado. Si tomamos a alguien su saco, podemos decir de antemano que nos negará la camisa. Pero si en lugar de negarla nos la da, entones quedaremos estupefactos, porque es una cosa totalmente nueva, imprevista.
Lo que se nos pide es hacer algo nuevo en nuestra vida, ser creadores en el amor, no dejarnos esclavizar por el pecado. Significa convertir el enemigo, el adversario en un hermano. Significa acercamos a él, hacerlo prójimo, amarlo como a sí mismo. Significa descubrir en el enemigo, como en cada hombre, a Jesucristo mismo.
7. Queridos hermanos, el cristianismo no es una religión fácil. Ser un cristiano auténtico exige sacrificio, heroísmo, renuncia al odio, al rencor y a la venganza...
Examinémonos, por eso:
• ¿Cuál es nuestra reacción a calumnias, ofensas e injusticias?
• ¿Reaccionamos con odio, rencor, venganza, resentimientos?
• ¿O logramos comprensión, aceptación, perdón y olvido? ¡Pensémoslo un momento! ¡Qué así sea!
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Ustedes son los peregrinos de Nuestra Señora
Papa Francisco a la peregrinación Macerata-Loreto.
"Esta es la primera vez que he sido testigo de una peregrinación virtual." Francisco interviene por teléfono por octavo año consecutivo en la edición número 42 de la Peregrinación de Macerata-Loreto, este año de forma inédita a causa del Covid-19.
Dirigiéndose a Monseñor Giancarlo Vecerrica, Obispo emérito de Fabriano-Matelica, Monseñor Fabio Dal Cin, Arzobispo de
Loreto, y a todos los fieles virtualmente presentes en la ceremonia, el Papa dijo: "Querido Monseñor, queridos peregrinos virtuales, queridos chicos y chicas, hombres, mujeres, todos ustedes que están en este momento fuera del Santuario de Nuestra Señora de Loreto, la Madre de la esperanza, la Madre que nos ayuda a mirar más lejos, en estos momentos tan difíciles necesitamos mirar más allá con esperanza. Francisco continuó diciendo: "Estoy cerca de ustedes en este peregrinaje virtual y rezo contigo y por ustedes, y ustedes rezan por mí. ¡Tengan coraje! Los tiempos que se avecinan, después de esta pandemia, no serán fáciles, pero con coraje, fe, esperanza podemos seguir adelante. ¡Valor! Pídanle hoy a la Virgen este valor. Estoy con ustedes rezando.
Físicamente estaban presentes una veintena de jóvenes que representaban a los peregrinos dispersos por el mundo, a quienes el Papa expresó su gratitud: "Gracias a ustedes y a todos los que colaboran en esta peregrinación virtual. Que el Señor les bendiga, que Nuestra Señora les guarde. Les bendigo y, por favor, recen por mí, no lo olviden". La edición virtual de la peregrinación, que se realiza desde 1978, tuvo lugar sólo en Loreto desde la Plaza de Nuestra Señora hasta la Basílica de la Santa Casa con paso por la Puerta Santa. Francisco concluyó su mensaje con una invitación a los participantes: "Ustedes son los peregrinos de Nuestra Señora".
¿Tenemos derechos porque aceptamos vivir en una sociedad, o los derechos existen antes de “entrar” en un grupo social?
La pregunta surge ante propuestas como las de Hugo Tristram Engelhardt, un pensador de Texas que desde hace años escribe sobre bioética.
Según Engelhardt, en sociedades pluralísticas resultaría imposible compartir principios éticos, porque las personas y los grupos piensan y actúan desde premisas diferentes y, en ocasiones contrapuestas.
Así, quienes aceptan una fe (cristianos, judíos, musulmanes, etc.) piensan a partir de premisas teológicas con las que luego elaboran propuestas morales que dependen de tales premisas.
En cambio, quienes no tienen ninguna fe religiosa, por ejemplo agnósticos o ateos, piensan y viven según otras premisas, de tipo filosófico, cultural, etc.
Entonces, ¿cómo pueden convivir personas con mentalidades a veces muy diferentes? Según Engelhardt, a través de una especie de acuerdo con el que se renuncia a imponer las propias creencias a los que piensan de modo diferente.
Ese acuerdo crearía un espacio social donde quedase garantizado el derecho de cada uno a no sufrir violencia indeseada por parte de otros.
El problema que surge, ante las propuestas como la de Engelhardt, es el siguiente: ¿y qué ocurre con las personas que no aceptan tal acuerdo? ¿Quedan privadas de sus derechos?
Para Engelhardt, tales personas no podrían reclamar sus derechos precisamente por haber quedado fuera del acuerdo social básico.
En realidad, los derechos son propios de los individuos, sea que acepten un modelo social, sea que lo rechacen.
Esto es difícil de aceptar para quienes, como Engelhardt, no logran entender que resulta posible un pensamiento filosófico capaz de reconocer y demostrar que todo ser humano, desde que inicia a existir hasta que muere, tiene una dignidad propia, independientemente de lo que piense o haga.
Los derechos básicos son propios de cada individuo, lo cual vale cuando uno decide vivir en una sociedad con leyes más o menos definidas, y también cuando uno opta por vivir de modo asocial (como ocurre con algunas minorías o con personas que vagabundean en tantos lugares del planeta).
Frente a pensadores que supeditan la tutela de los derechos a la pertenencia a un grupo social organizado, hace falta reconocer y defender la dignidad de cada hombre, de cada mujer. Tal dignidad es la fuente para construir un mundo más justo e inclusivo. Un mundo en el que no habrá espacio para mentalidades discriminatorias, y en el que se promoverán actuaciones solidarias y abiertas, especialmente respecto de los más débiles y vulnerables.
¿Cómo puedo forjar una relación con mi ángel de la guarda?
Nuestros protectores espirituales no desaparecen de nuestro lado cuando alcanzamos la edad adulta; de hecho, ahí es cuando los necesitamos más que nunca
Pregunta:
¿Cómo puedo forjar una relación con mi ángel de la guarda? Este mediador tan poderoso se encuentra tan cerca de nosotros que es un desperdicio no entablar una relación. ¿Qué me recomienda?
Respuesta:
Nuestros ángeles de la guarda son fantásticos. Es una pena que hayan pasado a considerarse una devoción infantil. Muy difícilmente se podrá encontrar un símbolo o iconografía de estos ayudantes donde no aparezca también un niño pequeño. Pero nuestros protectores individuales no desaparecen de nuestro lado una vez alcanzamos la edad adulta, así que es muy inteligente por tu parte querer forjar una relación con los tuyos.
¡Y son muy poderosos! Los ángeles de la guarda son criaturas divinas feroces. Recuerda que cuando en la Biblia se hace referencia a estos ángeles, se menciona que su apariencia produjo una reacción de miedo y terror entre la gente.
Los niños se encuentran casi de forma inherente llenos de fe y nacen con la capacidad de creer. Los adultos luchan con la creencia cuando su percepción se ha enturbiado por el cinismo y la duda. Es normal pensar que es en nuestras vidas adultas cuando más necesitamos la ayuda divina de nuestros ángeles de la guarda, para protegernos de nosotros mismos.
Establece una relación con tu ángel de la guarda como lo harías con cualquier otra persona. Esto significa que debes comunicarte. Cuando le decimos a las personas que desean crecer en santidad y acercarse a Dios que recen, esto supone una forma de comunicación sobrenatural. Tu ángel está simultáneamente contigo y ante Dios, así que, sí, busca oraciones angelicales para que te ayuden a crecer en santidad.
Pero no necesitas oraciones formales: simplemente habla con tu ángel. A menudo entro en una reunión pidiéndole al mío que me dé un codazo si estoy a punto de decir alguna tontería, o le pido que hable con el ángel de algún compañero de trabajo si hemos tenido un desacuerdo, para que nos ayuden a trabajar juntos en paz.
Muchas personas creen que los ángeles de la guarda son solo (¡solo!) los seres que nos protegen del daño físico y nos alejan de los problemas, pero también son los guardianes de nuestra espiritualidad y pueden ayudarnos a luchar contra las tentaciones. Cuando pienso en las palabras “ángel” y “guarda”, debo recordar que hay fuerza y resistencia en sus definiciones.
Para comprender en mayor medida la capacidad de su fuerza y el abanico de capacidades sobrenaturales, repasa la al Ángel de la Guarda. Ellos nos reconfortan, nos protegen del mal, nos consuelan en el Purgatorio y llevan nuestras plegarias ante el trono de Dios.
Mi abuelita solía decir que las madres envían a menudo a sus propios ángeles de la guarda al ángel de sus hijos para que lleven oraciones y mensajes. Ella creía que los ángeles hablaban entre ellos también y, ¿por qué no? Algunas personas incluso dirán que, si lo pedimos, terminarán nuestras oraciones y rosarios por nosotros si nos quedamos dormidos a mitad.
A mí me gusta pedirle ayuda a mi ángel antes de la confesión mientras hago un examen. Cuando siento una tentación particular hacia un pecado, le pido ayuda. Además, a menudo le pido que cuide de mi hijo o que le dé las gracias al ángel de la guarda de mi hijo por cuidar de él. En el pequeño altar que tengo en casa se encuentran María, Jesús, José, mi santo patrón, el santo patrón de mi hijo y un símbolo de un ángel de la guarda.
No siempre recuerdo las oraciones exactas dedicadas a ellos ni busco en el teléfono móvil la letanía o novena completas, pero puedo recordar que debo reconocer su función en mi vida física y espiritual y agradecerles la ayuda. Es en estos pequeños detalles cuando las relaciones con mis ángeles de la guarda se vuelven más íntimas.
¿Ayudar a los demás es perder el tiempo?
Esta es la verdad de cómo pierden el tiempo los sacerdotes católicos
Siempre he pensado que la vida de un sacerdote es breve, no porque Dios nos llame pronto, sino porque estamos tan ocupados que un día es como un suspiro.
Ayer me la pasé desde las 7 am confesando, creo que en total confesé como unas ocho horas. En cuanto salí de la sacristía y vi a todas esas personas lo primero que pensé fue: “Hoy no voy a desayunar, y creo que ni a comer”, parecía misa de domingo, pero en realidad estaban esperando reconciliarse con Dios.
Me senté a confesar y mientras pasaban las horas me sentía presionado por todas las personas que tenía, me daba pena que estuvieran esperando tanto tiempo y además sabía que vendrían para llevarme a visitar a dos enfermos, luego me buscaría una persona para dirección espiritual... sentía que iban a llegar ya y yo no acababa de confesar, pero afortunadamente alcancé a reconciliar a todos, es más, justo cuando la última persona se puso de pie para irse iban llegando por mí los familiares del enfermito, creo que mi Dios acomodó todo en bien de estas personas que necesitaban su amor, ya que no creo en las coincidencias, sino en las "diocidencias".
En cuanto acabé hable por teléfono a un amigo que me había llamado y mensajeado varias veces, cuándo le hablé me cuestionó que qué estuve haciendo y fui bien sincero: “Tuve un día muy ajetreado, casi ocho horas confesé, sequé lagrimas y saqué sonrisas”. Y él muy espontáneo me respondió: “Pues lo único productivo fue que te inventaste una rima”.
Pero eso no es todo, después encontré a alguien más y me preguntó cómo había estado mi día y le dije que fue simplemente genial, luego me interrogó por lo que hice y le dije que había estado confesando casi todo el día, visité a dos enfermos y di una dirección espiritual, le expliqué que estaba muy contento porque todos ellos llegaron buscando a Dios y yo traté de ayudarles... pero él igual de espontáneo como el otro me dijo: “Uh, entonces perdiste todo el día, qué pena..." Pero a este sí le respondí: “Pues que manera tan bonita de perder mi tiempo, muchas personas me compartieron su vida, lloraron conmigo, y juntos le pedíamos a Dios que los ayudara, me siento con el alma llena".
Me sorprendieron mucho sus reacciones, no porque minimizaran lo que hago, sino porque dos personas tan cercanas a mí, que soy sacerdote, en menos de una hora me habían dicho que gastar mi tiempo escuchando, llevando la gracia de Dios y tratando de dar esperanza lo consideraban una pérdida de tiempo.
Afortunadamente para mí fue un día de los mejores de mi vida, de esos que me quiero llevar en el corazón cuando Dios me llame, lo recordaré como el día que “casi me desmayo al ver a tantas personas esperándome, y yo sin desayunar, pero que al final de las casi ocho horas que confesé, sequé lagrimas y saqué sonrisas”.
Al terminar el día, mientras rezaba el Santo Rosario le decía a la Virgen: "Me encanta perder el tiempo de esta forma" y también le di las gracias por todos los sacerdotes que son criticados por sus feligreses porque según ellos solo pierden el tiempo, pero no se dan cuenta de todo el bien que hacen.
Por cierto, sí alcancé a desayunar, una feligresa me llevó unos tamalitos bien ricos y comí muy a gusto con el enfermito y su familia, no cabe duda que Dios me cuida mucho y hasta preve mis comidas.