Miren a mi siervo, a quien sostengo


Arnulfo de Metz, Santo

Obispo, 18 de julio

Martirologio Romano: En Metz, ciudad de Austrasia, en lo que hoy es Francia, san Arnulfo, obispo, consejero de Dagoberto, rey de Austrasia, cargo al que renunció para abrazar la vida eremítica en los Vosgos. (†640)

Etimología: Arnulfo = Aquel que es fuerte y astuto, es de origen alemán.

Breve Biografía

Hombre de Estado y obispo bajo la dinastía Merovingia, nacido por el año 580, muere alrededor del 640.

Sus padres pertenecían a una distinguida familia franca y vivía en la sección este del reino fundado por Clodoveo I. En la escuela donde fue puesto durante su infancia sobresalió por su talento y su buen comportamiento. De acuerdo a las costumbres de la época fue enviado a su debido tiempo a la corte de Teodeberto II; rey de Austrasia (595-612) para ser iniciado en las diversas ramas del gobierno. Bajo la guía de Gondulfo, el Alcalde del Palacio, pronto se volvió tan hábil que fue colocado en la lista regular de oficiales reales y entre los primeros ministros del rey. El se distinguió como comandante militar y en la administración civil; al mismo tiempo el tuvo bajo su cuidado seis provincias diferentes.

A su debido tiempo, Arnulfo se casó con una mujer franca de linaje noble, de quien tuvo dos hijos, Ansegis y Clodulfo. Mientras Arnulfo estaba disfrutando emolumentos y honores mundanos no se olvidó de cosas más elevadas y espirituales. Sus pensamientos daban vueltas frecuentemente en monasterios y con su amigo Romarico, oficial de la corte al igual que él, planeó hacer un retiro a la abadía de Lérins, evidentemente con el propósito de dedicar su vida a Dios. Pero, mientras tanto, la sede Episcopal de Metz quedó vacante. Arnulfo fue designado universalmente como un candidato valioso para el oficio y fue consagrado obispo de esa sede cerca del 611. En su nueva posición el estableció el ejemplo de una vida virtuosa para sus súbditos y atendía asuntos del gobierno eclesiástico. En el 625 tomó parte en un concilio llevado a cabo por los obispos francos en Reims. Con todo esto, Arnulfo retuvo su puesto en la corte del rey y tomó una destacada parte en la vida nacional de su gente. En el 613, después de la muerte de Teodoberto, él, con Pipino de Landen y otros nobles llamaron a Austrasia a Clotario II, Rey de Neustria. Cuando en el 625 el reino de Austrasia le fue confiado a Dagoberto el hijo del rey, Arnulfo se convirtió no sólo en el tutor, sino también en Ministro en Jefe del joven rey. En el momento del alejamiento entre los dos reyes en el 625, Arnulfo junto a otros obispos y nobles trató de efectuar una reconciliación. Pero Arnulfo temía las responsabilidades de la oficina episcopal y se cansó de la vida de la corte. Cerca del año 626 obtuvo la designación de un sucesor a la oficina Episcopal de Metz. Él y su amigo Romarico se retiraron a un lugar solitario en las montañas de los Vosgos. Allí vivió en comunión con Dios hasta su muerte. Sus restos, enterrados por Romarico, fueron transferidos cerca de un año más tarde por el obispo Goerico, a la basílica de los Santos Apóstoles en Metz.

De los dos hijos de Arnulfo, Clodulfo se convirtió en su tercer sucesor en la sede de Metz. Ansegis permaneció al servicio del estado; de su unión con Begga, hija de Pipino de Landen, nació Pipino de Heristal, el fundador de la dinastía Carolingia. De esta forma Arnulfo fue el ancestro de los poderosos soberanos de esa casa. La vida de Arnulfo muestra hasta cierto punto la oficina episcopal y la carrera en el Estado Merovingio. Los obispos eran muy considerados en la corte; sus consejos eran escuchados, ellos tomaban parte en el reparto de justicia por los tribunales, tenían una voz en la designación de oficiales reales; fueron usados frecuentemente como embajadores del rey y sostenían altas posiciones administrativas. Para la gente bajo su cuidado, eran protectores de sus derechos, sus portavoces frente al rey y el vínculo uniendo a la realeza con sus súbditos. Las oportunidades para el bien eran por lo tanto ilimitadas; y Arnulfo las usó para buen provecho.

¿Quién es ese hombre?

Santo Evangelio según san Mateo 12, 14-21. Sábado XV del Tiempo Ordinario

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Señor, quiero sentir tu presencia que me acompaña. Transforma mi corazón para que sea humilde como el tuyo.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)

Del santo Evangelio según san Mateo 12, 14-21

En aquel tiempo, los fariseos se confabularon contra Jesús para acabar con él. Al saberlo, Jesús se retiró de ahí. Muchos lo siguieron y él curó a todos los enfermos y les mandó enérgicamente que no lo publicaran, para que se cumplieran las palabras del profeta Isaías:

Miren a mi siervo, a quien sostengo; a mi elegido, en quien tengo mis complacencias. En él he puesto mi Espíritu, para que haga brillar la justicia sobre las naciones. No gritará ni clamará, no hará oír su voz en las plazas, no romperá la caña resquebrajada, ni apagará la mecha que aún humea, hasta que haga triunfar la justicia sobre la tierra; y en él pondrán todas las naciones su esperanza.

Palabra de Dios.

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

¿Quién es ese hombre que cura a los enfermos? ¿Quién es ese hombre que resucita a los muertos? ¿Quién es ese hombre que cuando lo escuchamos nos llena el corazón? ¿Quién es ese hombre del que tanto hablaba san Juan Pablo II? ¿Quién es ese hombre por el que tantas personas entregan su vida entera? ¿Quién es ese hombre a quien tanta gente se encomienda antes de ir al trabajo o a la escuela? ¿Quién es ese hombre a quien las mamás piden por sus hijos? ¿Quién es ese hombre por el que san Maximiliano Kolbe vivió toda su vida? ¿Quién es ese hombre que ha inspirado a tantos pintores y poetas?

Sin duda, no es cualquier hombre. Es un hombre que nosotros no encontramos, porque Él nos encontró primero. Es un hombre tan poderoso que es capaz de hacerse pequeño y débil. Es Aquel que está en un pedazo de pan. Es Dios hecho hombre. Es Jesucristo. Es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo.

Pero ¿quién es ese hombre para cada uno de nosotros?

El Evangelio de hoy nos descubre algo nuevo de Él, es siervo. Sí, es un siervo obediente al Padre, humilde y sabe callar. Es un siervo que siempre responde con amor. Es un siervo que también llora y sufre. ¡Cuánto tenemos que aprender de este gran Hombre-Dios! Da la vida por su Padre celestial y por nosotros, sus hermanos de este mundo. En este momento de oración pediremos a Jesús que haga nuestro corazón semejante al suyo. Que sea Él (Cristo Siervo), quien viva en nosotros, sirviendo a los demás.

«La segunda actitud es la del servicio. La comunidad eucarística, participando en el destino de Jesús Siervo, se convierte en “servidora”: al comer el “cuerpo entregado” se transforma en un “cuerpo ofrecido por las multitudes”. Volviendo constantemente a la “habitación superior”, vientre que da a luz a la Iglesia, donde Jesús lavó los pies a sus discípulos, los cristianos sirven a la causa del Evangelio entrando en los lugares de la debilidad y de la cruz para compartir y sanar. Hay muchas situaciones en la Iglesia y en la sociedad sobre las que se debe derramar el bálsamo de la misericordia con las obras espirituales y corporales: son familias con dificultades, jóvenes y adultos sin trabajo, ancianos y enfermos solos, migrantes marcados por la fatiga y la violencia —y rechazados—, como también otros tipos de pobreza. En estos lugares de la humanidad herida, los cristianos celebran el memorial de la cruz y hacen vivo y presente el Evangelio del Siervo Jesús que se entregó por amor». (Discurso de S.S. Francisco, 10 de noviembre de 2018).

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Hoy le pediré a Jesús Siervo que me ayude a encontrar oportunidades de servir a los demás.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

¿Qué es el sacramento de la unción de los enfermos?

La Unción de los Enfermos es una preparación para el paso de esta vida a la gloria eterna y son muchos los efectos y gracias que confiere al enfermo

El sacramento de la unción de los enfermos es un sacramento de curación, el cual es un regalo de Dios que ayuda a sanar y purificar el espíritu de quien lo recibe. A través de él, se pide al Señor, la salud del cuerpo, del alma y del espíritu del cristiano que pasa por una grave enfermedad o vejez avanzada. Asimismo, al recibir la unción bien dispuesto y en gracia, si es la voluntad de Dios, puede obtenerse, incluso, la curación o la salud que necesita el enfermo.

La Iglesia lo define así: “La gracia primera de este sacramento es una gracia de consuelo, de paz y de ánimo para vencer las dificultades propias del estado de enfermedad grave o de la fragilidad de la vejez. […] Esta asistencia del Señor, por la fuerza de su Espíritu, quiere conducir al enfermo a la curación del alma, pero también a la del cuerpo, si tal es la voluntad de Dios” (CEC 1520).

Este sacramento sólo puede ser administrado por el obispo o el sacerdote, quien ungirá con aceite consagrado en la frente y en las palmas de las manos, pronunciando a su vez las palabras: “Por esta santa unción, y por su bondadosa misericordia, te ayude el Señor con la gracia del Espíritu Santo, para que, libre de tus pecados, te conceda la salvación y te conforte en tu enfermedad” (Sacram Unctionem Infirmorum; cf CIC, can. 847, §1).

Ahora bien, no se debe pensar que este signo sacramental está reservado solamente para quienes estén cerca de la muerte, sino que también pueden recibirlo aquellos que sean conscientes y que, por voluntad propia, consideren necesario recibirlo en caso de grave enfermedad. De tal modo que, si un fiel está en peligro de muerte, está sufriendo una grave enfermedad, pasa por avanzad edad o recibirá una operación delicada, puede solicitar que se le administre dicho sacramento.

No hay un límite de veces para poder recibir este sacramento, sino que puede recibirse las veces que sean necesarias, siempre y cuando se encuentre en peligro de muerte, pase por momentos de debilidad en la salud, o bien, las personas con edad avanzada.  

Así que resulta conveniente no esperar hasta el último momento para poder recibir este sacramento, ya que su fin no es alcanzar milagros, sino preparar espiritualmente a quien lo recibe. Además, es importante decir que este sacramento, como todo otro sacramento, es de vivos; es decir, que debe recibirse en estado de gracia. Aunque la Iglesia establece que, si el enfermo no pudo recibir el sacramento de la penitencia y, por alguna razón se encuentra inconsciente, se le podrá dar la absolución de sus pecados bajo condición y, luego, se le puede administración el sacramento de la unción, también bajo condición.

Si un enfermo de gravedad falleció sin recibir este sacramento, la Iglesia recomienda, aun así, administrarlo durante las primeras horas en que ha fallecido. Así lo establece el Código de Derecho Canónico: “En la duda sobre si el enfermo ha alcanzado el uso de razón, sufre una enfermedad grave o ha fallecido ya, adminístresele este sacramento” (1005 CIC).

Es importante que, como creyentes en Cristo, procuremos prepararnos para el momento de nuestra muerte, ya que no sabemos cuándo llegará. Por lo tanto, es recomendable que con frecuencia acudamos a los sacramentos que alimentan y fortalecen nuestro espíritu como son la comunión y la penitencia.

Vademécum sobre procedimientos para tratar casos de abuso de menores

La Congregación para la Doctrina de la Fe ha publicado un «manual de instrucciones».

 

Una respuesta precisa y puntual a las preguntas más recurrentes es lo que ofrece el nuevo Vademécum de la Congregación para la Doctrina de la Fe (CDF). Se trata de un manual de instrucciones que, en poco más de 30 páginas y nueve capítulos, responde a los asuntos principales sobre algunos puntos de los procesos en el tratamiento de casos de abuso sexual de menores de edad cometidos por clérigos.

No es, pues, un texto normativo o una nueva legislación sobre la materia, sino un instrumento destinado a ayudar a los Ordinarios y a los juristas que necesitan traducir en acciones concretas la legislación canónica sobre los delicta graviora que constituye "para toda la Iglesia, una herida profunda y dolorosa que debe ser curada".

Solicitado durante el Encuentro de Presidentes de las Conferencias Episcopales del mundo sobre la Protección de los Menores en la Iglesia, realizado en el Vaticano en febrero de 2019, el Vademécum se difunde en la versión denominada "1.0", porque se actualizará periódicamente en función de los cambios de la legislación vigente o de la práctica de la Congregación. “Sólo un conocimiento profundo de la ley y de su espíritu -dice el texto- podrá dar el debido servicio a la verdad y a la justicia, que se debe buscar con particular atención en la materia de delicta graviora por razón de las profundas heridas que infligen a la comunión eclesial”.

Fuentes jurídicas de referencia

¿Qué configura un delito? ¿Cómo se desarrolla la investigación previa? ¿Cuáles son los posibles procedimientos penales? Esta son algunas de las preguntas que se responden de manera precisa y específica, con continuas referencias a los Códigos vigentes, al motu proprio Sacramentorum Sanctitatis Tutela de Juan Pablo II, que data de 2001 y que fue actualizado por Benedicto XVI en 2010, y el más reciente motu proprio Vos estis lux mundi, publicado en 2019 por el Papa Francisco.

En algunos casos, además, se especifican las diferencias entre el Código de los Cánones de las Iglesias Orientales y el Código de Derecho Canónico de la Iglesia Latina. Por ejemplo, en la realización de un proceso penal extrajudicial -es decir, administrativo-, que reduce las formalidades procesales para acelerar la justicia, pero mantiene intactas las mismas garantías, la Iglesia Latina no prevé la presencia de un Promotor de Justicia, mientras que para las Iglesias Orientales es obligatoria.

Acogida, escucha y acompañamiento a la víctima

Son cuatro, en particular, las exigencias que emanan del Vademécum. Primero, la protección de la persona humana. Se pide a las autoridades eclesiásticas que “deben esforzarse para que la presunta víctima y su familia sean tratados con dignidad y respeto”. Además, “deben acogerlos y ofrecerles escucha y seguimiento, incluso a través de servicios específicos, así como asistencia espiritual, médica y psicológica, según cada caso concreto”.

“Del mismo modo, se puede hacer respecto al acusado”, subraya el manual. También recuerda la importancia de proteger "la buena fama de las personas implicadas", aunque, en caso de peligro para el bien común, se subraya que la difusión de noticias sobre la existencia de una acusación no representa una violación de la buena reputación.

Derechos del acusado

“Aun cuando sea evidente que cometió el delito”, el acusado debe tener siempre garantizado el ejercicio del derecho a la defensa. Al mismo tiempo, en el capítulo 9 se subraya que desde el momento en que se recibe la noticia de un posible delito, “el acusado tiene derecho a solicitar la dispensa de todas las obligaciones inherentes al estado clerical, incluido del celibato, y, si fuera el caso, de los eventuales votos religiosos”.

Dicha solicitud debe ser presentada por escrito al Papa, a través de la CDF. Además, el acusado puede apelar contra un procedimiento penal o contra un procedimiento administrativo, mientras que la decisión del Sumo Pontífice es inapelable.

La verificación cuidadosa de toda información

Un segundo aspecto que se desprende del Vademécum es la exigencia de una verificación escrupulosa y precisa de toda la información recibida por un Ordinario sobre un supuesto caso de abuso. Aunque no haya habido ninguna denuncia oficial, aunque la noticia haya sido difundida por los medios de comunicación, incluidas las redes sociales, aunque la fuente sea anónima, el documento sugiere evaluar cuidadosamente toda la información recibida y profundizar en ella.

Naturalmente, el sigilo sacramental sigue siendo válido y, en ese caso, el confesor tendrá que convencer al penitente de que informe del supuesto abuso por otros medios.

Secreto de oficio y comunicados públicos

El tercer aspecto se refiere a la comunicación: en varios puntos del Vademécum se recuerda la obligación de respetar el “secreto de oficio”, aunque se subraya que, durante la investigación previa, la presunta víctima y los testigos no tienen la obligación de guardar “silencio respecto a los hechos". En todo caso, se pide que se evite toda difusión “inoportuna e ilícita” de información al público, especialmente durante la investigación preliminar, a fin de no dar la impresión de haber definido ya los hechos.

Al mismo tiempo, se explica que si se produce una incautación judicial o una orden de entrega de los documentos por parte de las autoridades civiles, la Iglesia ya no puede garantizar la confidencialidad de la documentación adquirida. Un párrafo se ocupa, luego, de los comunicados públicos que deben hacerse durante una investigación previa: en tales casos se recomienda la prudencia y el uso de un modo "esencial y conciso", sin "anuncios clamorosos" y sin pedir perdón en nombre de la Iglesia porque, al hacerlo, se terminaría anticipando el juicio sobre los hechos.

Colaboración entre Iglesia y Estado

Como cuarto aspecto, la importancia de la colaboración entre Iglesia y Estado es evidente. Por ejemplo, se subraya que “incluso en ausencia de una explícita obligación legal, la Autoridad eclesiástica dé noticia a las Autoridades civiles competentes cada vez que considere que esto es indispensable para tutelar a la persona ofendida o a otros menores del peligro de eventuales actos delictivos”. Al mismo tiempo, se recuerda que “el trabajo de investigación debe realizarse respetando las leyes civiles de cada país”.

Evitar traslados de clérigos implicados

Por último, se destacan otras indicaciones particulares. La primera se refiere a las medidas cautelares: no se tratan de una sanción, sino de un acto administrativo que puede imponerse desde el inicio de una investigación previa para proteger la buena reputación de las personas afectadas y el bien público, o para evitar el escándalo, la ocultación de pruebas o posibles amenazas a la presunta víctima. Una vez que decae la causa que las aconsejó o el juicio ha terminado, se pueden levantar las medidas cautelares, pero al hacerlo se recomienda “prudencia y discernimiento”.

La segunda indicación se refiere al uso del término suspensión a divinis para indicar la prohibición de ejercer el ministerio impuesta como medida cautelar a un clérigo: el Vademécum sugiere “evitar esta denominación” durante la fase de investigación previa porque es una pena que en esa etapa “no puede ser impuesta todavía”. En su lugar, se pide utilizar el término “prohibición o limitación” del ejercicio del ministerio. Siempre durante la investigación previa se pide que se evite el traslado del clérigo involucrado.

Lea el texto completo del Vademécum con los procedimientos para tratar los casos de abuso.

Oración para pedir los dones y frutos del Espíritu Santo

El Espíritu Santo con concederá sus dones y frutos si se los pedimos.

Por: Catholic.net | Fuente: Catholic.net

ORACIÓN PARA PEDIR LOS DONES

Ven, Espíritu Creador, visita las almas de los fieles; e inunda con tu gracia los corazones que Tú creaste.

Espíritu de Sabiduría, que conoces mis pensamientos más secretos, y mis deseos más íntimos, buenos y malos; ilumíname y hazme conocer lo bueno para obrarlo, y lo malo para detestarlo sinceramente.

Intensifica mi vida interior, por el don de Entendimiento.

Aconséjame en mis dudas y vacilaciones, por el don de Consejo.

Dame la energía necesaria en la lucha contra mis pasiones, por el don de Fortaleza.

Envuelve todo mi proceder en un ambiente sobrenatural, por el don de Ciencia.

Haz que me sienta hijo tuyo en todas las vicisitudes de la vida, y acuda a Ti, cual niño con afecto filial, por el don de Piedad.

Concédeme que Te venere y Te ame cual lo mereces; que ande con cautela en el sendero del bien, guiado por el don del santo Temor de Dios; que tema el pecado más que ningún otro mal; que prefiera perderlo todo antes que tu gracia; y que llegue un día a aquella feliz morada, donde Tú serás nuestra Luz y Consuelo, y, cual tierna madre; enjugas “toda lágrima de nuestros ojos”, donde no hay llanto ni dolor alguno, sino eterna felicidad. Así sea.

ORACIÓN PARA PEDIR LOS FRUTOS

Espíritu de Caridad, haznos amar a Dios y a nuestros semejantes como Tú quieres que los amemos.

Espíritu de Gozo, otórganos la santa alegría, propia de los que viven en tu gracia.

Espíritu de Paz, concédenos tu paz, aquella paz que el mundo no puede dar.

Espíritu de Paciencia, enséñanos a sobrellevar las adversidades de la vida sin indagar el por qué de ellas y sin quejarnos.

Espíritu de Benignidad, haz que juzguemos y tratemos a todos con benevolencia sincera y rostro sonriente, reflejo de tu infinita suavidad.

Espíritu de Bondad, concédenos el desvivirnos por los demás, y derramar a manos llenas, cuantas obras buenas nos inspires.

Espíritu de Longanimidad, enséñanos a soportar las molestias y flaquezas de los demás, como deseamos soporten las nuestras.

Espíritu de Mansedumbre, haznos mansos y humildes de corazón, a ejemplo del Divino Corazón de Jesús, obra maestra de la creación.

Espíritu de Fe, otórganos el no vacilar en nuestra fe, y vivir siempre de acuerdo con las enseñanzas de Cristo, e iluminados por tus santas inspiraciones.

Espíritu de Modestia, enséñanos a ser recatados con nosotros mismos, a fin de no servir nunca de tentación a los demás.

Espíritu de Continencia, haznos puros y limpios en nuestra vida interior, y enérgicos en rechazar cuanto pudiera manchar el vestido blanco de la gracia.

Espíritu de Castidad, concédenos la victoria sobre nosotros mismos; haznos prudentes y castos; sobrios y mortificados; perseverantes en la oración y amantes de Ti, oh Dios del Amor hermoso.
Así sea.

¿Qué significa ser católico?

Una respuesta sencilla y entendible

Esta es una pregunta que, si a muchos de nosotros nos formularan, seguro nos tomaría desprevenidos al desconocer la respuesta. Por eso, para que eso no pase quiero de manera sencilla y entendible responderla.

La palabra católico viene del griego Katholikos, que significa “Universal”, fundamentado en la voluntad del Señor Jesús al indicarle a sus discípulos: «Vayan por todo el mundo y anuncien la Buena Nueva a toda la creación” (Mc 16, 15). ¿Qué quiere decir esto? que vayan a todo ser humano de la tierra, no a algunos, sino a todo el mundo. Por lo tanto, como católicos formamos parte de una Iglesia única y universal que Cristo mismo fundó y encargó al apóstol Pedro y sus sucesores.

Ser católico significa creer en la totalidad de nuestra fe cristiana. Y cuidado, no te confundas, nosotros como católicos somos también cristianos, puesto que creemos en Jesucristo el Hijo de Dios, que por el bautismo nos hace parte de la gran familia celestial. “Vayan, pues, y hagan que todos los pueblos sean mis discípulos. Bautícenlos en el Nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo” (Mt 28, 20) Entonces, al igual que es correcto llamarnos católicos porque como iglesia acogemos a todo ser humano que habite la tierra, también es correcto denominarnos cristianos ya que somos seguidores de Cristo.

Ahora bien, el formar parte de la Iglesia Católica nos compromete a guardar una estrecha relación con Dios a través de su Hijo Cristo Jesús participando de los Sacramentos instituidos por él mismo, de quien, además, debemos ser siempre imagen y semejanza ante los hombres, para así ser verdaderos fieles ante sus ojos. No es suficiente con llamarnos cristianos y católico, debemos serlo y por lo tanto también vivirlo.

Es muy triste ver a tantos hermanos que reducen su fe a sólo una misa de domingo vivida de manera común y corriente, los llamados católicos de nombre, que por si fuera poco viven prácticamente como si no lo fueran. Por eso, hoy te invito a ser un católico verdadero, un católico que vive y practica su fe en plenitud.

Te invito a ser un católico que, consciente de su debilidad humana, se esfuerza por evitar el pecado, conoce y estudia su fe, y que practica las buenas obras. Estamos llamados a imitar a Cristo, debemos amar y vivir como Cristo lo hace, en otras palabras, debemos ser Cristos vivientes.

Grabémonos que de nada nos sirve ir a misa ni participar en ministerios pastorales si no vivimos de acuerdo al Evangelio, si no damos testimonio de Cristo en todos nuestros ambientes. De poco nos vale ser bautizados si después nos alejamos de Dios por culpa del pecado y no nos arrepentimos.

Tengamos cuidado de no manejar una doble vida, ya nos lo advierte el Papa Francisco:

“¿Pero qué cosa es el escándalo? El escándalo es decir una cosa y hacer otra, es la doble vida. La doble vida en todo: yo soy muy católico, voy siempre a Misa, pertenezco a esta asociación y a otra; pero mi vida no es cristiana, no pago lo justo a mis empleados, exploto a la gente, soy sucio en las relaciones, reciclo el dinero. Doble vida. Y tantos católicos son así. Y esto escandaliza”. (Homilía Misa en Santa Marta, Ciudad del Vaticano 23 de febrero de 2017)

Seamos verdadera Iglesia, siendo católicos comprometidos con nuestros hermanos, sin pena ni miedos, sino con el coraje y la firme decisión de dar testimonio del mismo Dios por quien se vive. Somos parte del mismo Cuerpo que es de Cristo y, por lo tanto, no podemos ser indiferentes a las necesidades del que más lo necesita empezando por los que tenemos más cerca. Pidamos al Espíritu Santo que es el autor de la unidad cristiana para que nos ayude a ser católicos de verdad, en esta nuestra Iglesia que es universal, católica y cristiana.

1. Sonia: Amar ¿está en mi mano?

¿Es posible enamorarse por voluntad y decisión o es imposible?

1.- SONIA

AMAR: ¿ESTÁ EN MI MANO?

1. Padre:

Aprovecho la presente, para hacerle una pregunta que desde hace un tiempo está dando vueltas en mi cabeza: ¿Es posible enamorarse por voluntad y decisión o es imposible, siendo el único camino para el enamoramiento la espontánea y casi natural inclinación del corazón por alguien? Es decir, ¿Se puede un hombre proponer a amar a una mujer o viceversa? De mi parte a veces pienso que sí y otras que no...

¿Será que el mundo actual es tan sensiblero y hedonista? No sé. Se lo pregunto por algo que me está pasando a mí misma y me hace dudar dolorosamente. A mí me está ocurriendo que a mis treinta y un años siento más con la cabeza y mi corazón está más ecuánime.

Pues le cuento que yo tengo un enamorado maravilloso, un hombre muy bueno que me quiere mucho y ese amor suyo me ha dejado atónita hasta el punto de dudar si lo que yo siento por él es lo mismo... me aterra pensar que no pueda corresponder a ese amor grande, pues es todo lo que yo siempre soñé y pedí al Señor que me diera. Lo quiero muchísimo pero me preocupa no sentir por el ese apasionamiento del latir del corazón sino mas bien un amor tranquilo, sereno, conforme... y esto me llevó a creer si acaso realmente lo amaba.

Sin embargo, yo deseo corresponderle y serle fiel y casarme con él, tal como lo soñamos... Mas, como le decía no soy la adolescente que antes amaba con furor a sus amores imposibles... y no ser así me ha dado preocupación, pero como le digo, deseo seguir con él adelante porque mi corazón me dice que él es la persona indicada y soy feliz.

Me encantará muchísimo recibir su respuesta, mil Gracias, Padre.
Sonia

Primera parte de mi respuesta

Muy estimada Sonia:

Paso a contestar tu pregunta sobre si el amor entre varón y mujer puede ser una decisión de la voluntad. Entiendo que me preguntas si uno podría enamorarse de cualquiera, del que uno quisiera o decidiera enamorarse. Quizás, como en tu caso, de alguien que lo ama a uno, y por el que uno no se siente apasionadamente enamorado, o duda de estar enamorado con amor verdadero, porque tiene sentimientos distintos a los que sentía siendo más joven.

Primero te contesto con una visión global del hecho del amor humano

El amor "debe" ser una decisión de la voluntad, pero no puede ser solamente de la voluntad. ¿Por qué? Primero porque el ser humano no consta solamente de voluntad y segundo, porque a consecuencias del pecado original, la razón y la voluntad no tienen el dominio de toda la persona.

Me sigo explicando: El ser humano es un ser complejo, compuesto de cuerpo y alma De ahí que sus operaciones o acciones son también complejas. El amor humano también es una operación de todo el ser humano: de su alma o su espíritu, donde reside la voluntad, pero también de sus apetitos sensibles, pasionales e instintivos. Claro está que son la razón y la voluntad las que deben regirlos a todos los demás, por ser las potencias o facultades espirituales y más elevadas. Por eso, podemos decir que amar es un acto principalmente de la inteligencia y la voluntad, pero no solamente de ellos.

A esta consideración es necesario agregar otra. Y es que, a consecuencia del pecado original, el poder de la razón y de la voluntad sobre los apetitos sensibles se ve disminuido y a veces hasta anulado, de modo que la atracción hacia el otro puede convertirse en un impulso predominante o puramente sensible, (sentimental), o predominantemente pasional e interesado (lujuria, avaricia, promoción social) y hasta violento e instintivo con anulación de la razón (como en el violador compulsivo).

Así que, enamorarse por voluntad o por una pura decisión voluntaria, "debería" ser posible si la creatura humana hubiera conservado el dominio de sus facultades espirituales sobre las sensibles que tenía antes del pecado original, en el estado de inocencia.

Pero puesto que por el pecado original el ser humano ha perdido ese dominio, el amor se ha convertido en un lugar de conflicto entre sus facultades o potencias espirituales y sus facultades o potencias sensibles.

Y eso, no solamente en el momento de enamorarse, sino durante toda la vida en común de los enamorados, hasta que la muerte los separe. Por eso, dice San Pablo con entera verdad, que los que se casan “sufrirán tribulación en la carne” (1ª Corintios 7, 28). Con el pecado original los deseos ya no obedecen a la razón, y sobreviene lo que se llama concupiscencia, o desorden de las pasiones, que las potencias espirituales no podrían dominar por sí solas, si no fuera con el auxilio de Dios y de su gracia. Por lo que Dios primero dio la Ley de Moisés y luego instituyó un sacramento de sanación, gracia y santificación: el matrimonio. Este sacramento auxilia en las tribulaciones de la carne, pero no las anula, ni las ahorra.

Vuelvo pues a tu pregunta y sigo matizando la respuesta. Es posible enamorarse del que uno decida querer, por la voluntad y pura decisión, en la medida en que la gracia sana la naturaleza herida por el pecado original y le devuelve a las potencias espirituales, el dominio sobre las potencias sensibles. Es decir, en la medida en que la sanación por la gracia devuelve a un ser humano el dominio de sus potencias por su razón y su voluntad sanadas.

Amarse es amistad recíproca. Para amarse se necesita que se amen los dos.

Pero avancemos ahora un paso más. El amor entre varón y mujer, por ser un amor de amistad supone que se amen los dos. Es decir que los dos tomen la decisión de amarse. Para eso sería necesario que los dos estuvieran tan sanados por la gracia, que su razón y voluntad pudieran hacer un acuerdo perfecto, dominando todo el ámbito de los afectos, sentimientos etc.
Aquí se ve que tu pregunta, por referirse a una sola de las partes, parece estar suponiendo que la otra parte ya ama. La pregunta sería sobre si es posible corresponder al amor del otro por uno, por pura voluntad o decisión. ¿Puede una mujer decidir enamorarse del hombre que la ama, sin tener mayores sentimientos hacia él, por pura voluntad o decisión?

Comentario de Jorge

En mi experiencia personal sí es posible enamorarse y aún más amar a una persona por la voluntad. No olvidemos que el acto de amar es un acto de voluntad y de realizar el esfuerzo de andar en la Gracia del Señor. Me enamoré de mi esposa y la amo por propia voluntad, pero dentro de este amor quiero que ella sea feliz.

Segunda parte de mi respuesta

Sonia:

Ahora voy a repetirte la respuesta que te adelanté globalmente en la entrada anterior, pero procediendo esta vez por pasos
Tu pregunta era, en resumen, ésta: ¿Es posible enamorarse por voluntad y decisión o es imposible, siendo el único camino para el enamoramiento la espontánea y casi natural inclinación del corazón por alguien?

1º) Por ser el ser humano una creatura compuesta: "espiritual-sensible-instintiva", los actos de la potencia espiritual que es la voluntad, tendrán resonancias en las demás esferas: sensible, afectiva, pasional. Por su naturaleza, las resonancias en el dominio sensible, son más "ruidosas" o "perceptibles" que el deseo o decisión espiritual de la voluntad.

2º) Pero, a consecuencia del pecado original, sucede que el hombre es movido a menudo "involuntariamente", al margen de su voluntad, o aún en contra de ella.

Es movido ¿por quién? por los afectos, los sentimientos, las pasiones. A consecuencia del pecado original, éstas quedaron independizadas del gobierno de la razón. Y así puede suceder, por ejemplo, que alguien no sienta afectos de amor hacia el que lo ama. Que no sea bastante motivo para moverse a amar al otro, el hecho de que el otro lo ame.

El motivo de que se presente el drama del amor no correspondido es que, a consecuencia del pecado original, alguien puede sentirse incapaz de amar “por pura voluntad o por decisión” (como dices tú, Sonia) al que ve que lo ama.

3º) La voluntad, que es la potencia amorosa, por la que nos movemos hacia el bien conocido por la razón y la inteligencia, es ciega. Ella se mueve por el bien que la inteligencia y la razón conocen como bien y le presentan como bien. Por eso el diosecillo griego del amor que llaman Cupido, es representado como un niño con los ojos vendados y con un arco y flecha en la mano: un niño, sin razón madura, caprichoso, y que arroja sus flechas a ciegas.

Una de las consecuencias del pecado original, es una herida su inteligencia: la ignorancia. Y por eso, una voluntad guiada por una razón ignorante, puede abrazarse a lo que las pasiones o los instintos le presentan como un bien, siendo que de hecho son un mal. En ese caso, la voluntad no hace culpable al hombre cuando él sigue las indicaciones que le da su inteligencia ignorante y hace el mal que su inteligencia le presenta como bueno.

Si al varón le dicen que debe fornicar y que no es hombre si no fornica, y si ese hombre no conoce la ley de Dios que prohíbe fornicar, cuando hace lo que dicen los hombres sigue con su voluntad lo que le presentan como bueno. Por eso era necesario que el Señor promulgara la Ley, porque la razón humana ya no distinguía entre bien y mal.

Así que viniendo a tu pregunta. Sería posible amar con la sola voluntad al que nos ama

1.- Si el alma fuera sanada por la gracia e instalada en el orden de: a) una inteligencia sanada de la ignorancia. ¿Cómo? Gracias, 1º) a la revelación divina; 2º) a la fe y 3º) a la instrucción religiosa ortodoxa, 4º) a una cultura familiar y social que se lo enseñe, facilite y apruebe.
b) una voluntad sanada de su malicia
c) una sensibilidad ordenada por la templanza y la fortaleza.

Dicho cortito: En la medida en que la inteligencia y la voluntad tengan dominio sobre la sensibilidad, las pasiones y los deseos instintivos, es posible amar por pura voluntad. En la medida en que pase al revés, las pasiones pueden más que la voluntad. Eso es lo que procuro dar a conocer en este Blog del Buen Amor. Por eso, agradezco tu pregunta que me permite exponerla.

Bueno, vienen a buscarme y tengo que abandonar para seguir en otro momento, porque el tema da para mucho. Y para responder bien tu pregunta hay que tener en cuenta muchas cosas acerca de la verdad del corazón humano, creado, caído, salvado por la gracia.

Tercera y última parte de mi respuesta

Sonia, sigo tratando del tema que me planteaste con tu pregunta...

Ayudará a entender el hecho considerar lo que pasa con los jóvenes. Resulta que la edad en que los jóvenes se ennovian es precisamente la edad de las pasiones, en que éstas, especialmente las amorosas y sexuales, son muy fuertes y compiten con la razón por el dominio de la voluntad.

Los jóvenes en este caso, evidentemente, están muy influidos por la pasión en su elección amorosa. Podrían elegir con la voluntad en edad más avanzada, pero entonces se ha perdido capacidad dialogal y para adaptarse al otro. Se ha perdido precisamente la vitalidad y la fuerza que dan las pasiones. Los seres humanos se han hecho más razonadores, pero no siempre por virtud, sino por desengaños o malas experiencias.

Lo ideal sería aunar el vigor de las certezas de la razón con la fuerza de las pasiones y de los sentimientos, y la inteligencia dirigiéndolo todo, iluminada por el conocimiento del Bien (Dios) y la voluntad orientada hacia Él.

Eso no sucede debido al pecado original.

Creo que la cultura católica, inspirada por las virtudes teologales, cuando ella regía la cultura social y política, iniciaba desde niños a la cultura de las pasiones dominadas y gobernadas por el amor a Dios. Educaba personas para el matrimonio, desde niños .

A los varones les enseñaba especialmente a dominar su ira y su tristeza, así como el impulso a la voracidad, por amor a Dios y respeto a sus padres a sus hermanas, a los suyos. A las niñas les enseñaba a hacerse libres frente a sus caprichos, capaces de renunciar a su propia voluntad, por amor a Dios, a los suyos, a los más débiles. Así se preparaban desde niños para el dominio de las pasiones instintivas (más bien los varones) y las pasiones del alma (más bien las niñas). Y a gobernarse por la razón y por el buen amor, a Dios y a los demás, jerarquizado en ese "los demás" con el orden cristiano.

Tal como están las cosas en el orden (es más bien desorden) de la naturaleza caída, elevada por la gracia y sanada por Cristo en los sacramentos, es muy difícil "enamorarse por voluntad y decisión", pero no imposible. Creo que aquí, como en lo del celibato o virginidad por el Reino de los Cielos, vale lo que dice Jesús: "el que pueda entender que entienda".

En la vida de Santo Tomás Moro se lee que hizo una elección muy racional de la que sería su esposa y la madre de sus hijos.

Hace unas semanas subí al blog el video de María Cecilia y Salvador, porque demuestra cuánto puede superar en la tolerancia de los defectos físicos en el otro, la voluntad de construir algo juntos y de perpetuarse en los hijos.

Las culturas de los pueblos demuestran también que en muchas, no eran ni los sentimientos, ni la decisión personal la que determinaba el casamiento, sino la voluntad de los padres, de la familia. Y eso no era obstáculo para que interiorizando los imperativos del interés familiar o social, los esposos compartieran un fin común y de ese modo creciera entre ellos el afecto y la amistad que hace fieles.

En una entrada del 31 de diciembre de 2008 subí a este Blog del Buen Amor, una página de una web judía que expone su punto de vista sobre el amor humano:

Allí leemos: “El verdadero amor, no consiste en que dos personas se sientan atraídos el uno hacia el otro por algo exterior que los junta. Hay verdadero amor cuando se sienten más bien atraídos por la esencia del otro. Ellos se identifican el uno con el otro y, en consecuencia, sus propias naturalezas hacen que su amor mutuo sea inevitablemente verdadero y perdurable” .
El tema da para largo... y pienso seguir tratándolo, pero ya no por mi cuenta, sino a la luz de un libro que ha tratado el tema en forma muy profunda e interesante . Bueno, me empieza a pesar mucho el sueño. Que el Señor la bendiga mucho.

Comentario de Jorge

Excelente post, muchos pensamos que el amor es solo romanticismo, pero el amor maduro va más allá, y para eso requiere prepararse.

La respuesta final de Sonia

Por viajes y otras distintas ocupaciones, Sonia recién se enteró meses después de nuestra respuesta a su pregunta. Le impresionó especialmente la intervención de Mariana (ver el próximo testimonio). Sonia nos hizo llegar este eco final.

¡Padre, me dio mucha alegría ver mi pregunta en el blog!,

De hecho como no encontraba mi nombre no sabía dónde estaba; ahora sé que yo era "Sonia" y bueno, leí todo y como siempre su respuesta me volvió a dar luces y a confirmar lo que ahora siento por él.

Más aún, me llenó de alegría y gratitud el testimonio de Mariana... ¡sinceramente qué alegría! pues pensé que sólo a mí me pasaba y hasta en algún momento creí que era una cosa extraña lo que sentía, sin precedentes... y mire usted, luego cuando me respondió sentí tranquilidad, paz, seguridad.

A estas alturas, le cuento, que me siento felizmente enamorada, muy segura de Manuel y sé -me lo dice la realidad por todos los lados- que es el amor de mi vida. Incluso, en Una historia de Amor de Felicita lo leí... José le describía su amor como algo tranquilo, suave sin aspavientos. (Un poco me recuerda a la llegada del Espíritu Santo, sin rayos ni relámpagos como uno se le esperaba).

Amo a Manuel más allá de lo que yo misma creía y todo lo ha hecho Dios. Ese doloroso tiempo de dudas, que jamás antes había sentido porque jamás antes me había enamorado, pasó poco tiempo después de lo que usted me dijo, en su respuesta.

¡Ahora puedo confirmar que Mariana tiene mucha razón!... y yo, así como ella de su esposo, me enamoro cada vez más de Manuel. ¡Por favor, le da usted muchas gracias de mi parte! Dígale que estoy muy feliz. Iba a escribir un comentario al pie de su testimonio pero pensé que tal vez saldría mi verdadero nombre y me abstuve.

Gracias Padre, por ayudarme tanto.

Manuel estuvo aquí en agosto, no recuerdo si le conté mi historia de amor, y nos pensamos casar pero por motivos circunstanciales todavía el año que viene por lo que le ruego que me ayude a rezar para que todo salga bien. Ahora, estoy haciendo los trámites para viajar al país donde vive él y conocer a su familia.

Conocí a Manuel el siete de febrero de este año. Recibí un correo electrónico suyo donde me contaba que me había visto participar en el foro de solteros de "Catholic.net"... de ahí en adelante conversamos mucho por este medio hasta que vio posible venir a verme en Semana Santa, para vernos y así fue. Luego, debí ir yo en julio pero no pude pero él sí pudo venir por segunda vez y por más tiempo en agosto. Ahora yo antes de fin de año debo ir al país y a la ciudad donde él vive. Es un hombre maravilloso, todo lo que soñé, su aparición en mi vida fue providencial. Lo que sí cuesta mucho... y eso lo vemos pacientemente como una prueba también, es la distancia... y queremos superarla prontamente.

Bueno Padre, lamento haberme extendido. Le doy muchas Gracias por estar siempre ahí, Dios lo bendiga y que todo le salga bien en Paraguay y luego en Argentina. Con cariño, Sonia.


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