Subo a mi Padre y su Padre, a mi Dios y su Dios
- 22 Julio 2020
- 22 Julio 2020
- 22 Julio 2020
Memoria Litúrgica, 22 de julio
Discípula del Señor
Martirologio Romano: Memoria de santa María Magdalena, que, liberada por el Señor de siete demonios y convertida en su discípula, le siguió hasta el monte Calvario y mereció ser la primera que vio al Señor resucitado en la mañana de Pascua y la que se lo comunicó a los demás discípulos (s. I).
Breve Biografía
Hoy celebramos a Santa María Magdalen, debemos referirnos a tres personajes bíblicos, que algunos identifican en una sola persona: María Magdalena, María la hermana de Lázaro y Marta, y la pecadora anónima que unge los pies de Jesús.
Tres personajes para una historia
María Magdalena, así, con su nombre completo, aparece en varias escenas evangélicas. Ocupa el primer lugar entre las mujeres que acompañan a Jesús (Mt 27, 56; Mc 15, 47; Lc 8, 2); está presente durante la Pasión (Mc 15, 40) y al pie de la cruz con la Madre de Jesús (Jn 19, 25); observa cómo sepultan al Señor (Mc 15, 47); llega antes que Pedro y que Juan al sepulcro, en la mañana de la Pascua (Jn 20, 1-2); es la primera a quien se aparece Jesús resucitado (Mt 28, 1-10; Mc 16, 9; Jn 20, 14), aunque no lo reconoce y lo confunde con el hortelano (Jn 20, 15); es enviada a ser apóstol de los apóstoles (Jn 20, 18). Tanto Marcos como Lucas nos informan que Jesús había expulsado de ella «siete demonios». (Lc 8, 2; Mc 16, 9)
María de Betania es la hermana de Marta y de Lázaro; aparece en el episodio de la resurrección de su hermano (Jn 11); derrama perfume sobre el Señor y le seca los pies con sus cabellos (Jn 11, 1; 12, 3); escucha al Señor sentada a sus pies y se lleva «la mejor parte» (Lc 10, 38-42) mientras su hermana trabaja.
Finalmente, hay un tercer personaje, la pecadora anónima que unge los pies de Jesús (Lc 7, 36-50) en casa de Simón el Fariseo.
Dos en una, tres en una
No era difícil, leyendo todos estos fragmentos, establecer una relación entre la unción de la pecadora y la de María de Betania, es decir, suponer que se trata de una misma unción (aunque las circunstancias difieren), y por lo tanto de una misma persona.
Por otra parte, los «siete demonios» de Magdalena podían significar un grave pecado del que Jesús la habría liberado. No hay que olvidar que Lucas presenta a María Magdalena (Lc 8, 1-2) a renglón seguido del relato de la pecadora arrepentida y perdonada (Lc 7, 36-50).
San Juan, al presentar a los tres hermanos de Betania (Marta, María y Lázaro), dice que «María era la que ungió al Señor con perfumes y le secó los pies con sus cabellos». El lector atento piensa: "Conozco a este personaje: es la pecadora de Lucas 7". Además, en el mismo evangelio de Lucas, inmediatamente después del episodio de la unción, se nos presenta a María Magdalena, de la que habían salido «siete demonios». El lector ratifica su impresión: "María Magdalena es la pecadora que ungió a Jesús". Y por último, en el mismo evangelio de San Lucas, pocos capítulos después (Lc 10), María, hermana de Marta, aparece escuchando al Señor sentada a sus pies. El lector concluye: "María Magdalena y esta María son una misma persona, la pecadora penitente y perdonada, que Juan también menciona por su nombre aclarándonos que vivía en Betania".
Pero esta conclusión no es necesaria porque:
no hay por qué relacionar a Juan con Lucas; los relatos difieren en varios detalles. Así, por ejemplo, la unción, según Lucas, tiene lugar en casa de Simón el Fariseo; su relato hace explícita referencia a los pecados de la mujer que unge a Jesús. Pero Mateo, Marcos y Juan, por su parte, hablan de la unción en Betania en casa de un tal Simón (Juan no aclara el nombre del dueño de casa, sólo señala que Marta servía y que Lázaro estaba presente), y mencionan el gesto hipócrita de Judas en relación con el precio del perfume, sin sugerir que la mujer fuese una pecadora. Sólo Juan nos ofrece el nombre de la mujer, que los demás no mencionan.
Los «siete demonios» no significan un gran número de pecados, sino -como lo aclara allí mismo Lucas- «espíritus malignos y enfermedades»; este significado es más conforme con el uso habitual en los evangelios.
Dos teorías
Los argumentos a favor de la identificación de los tres personajes, como vemos, son débiles. Sin embargo, tal identificación cuenta a su favor con una larga tradición, como se ha mencionado. Hay que decir también que los argumentos a favor de la distinción entre las tres mujeres tampoco son totalmente concluyentes. Es decir que ambas teorías cuentan con razones a favor y en contra, y de hecho, a lo largo de la historia, ambas interpretaciones han sido sostenidas por los exégetas: así, por ejemplo, los latinos estuvieron siempre más de acuerdo en identificar a las tres mujeres, y los griegos en distinguirlas.
Una respuesta "oficial"
A pesar de que ambas posturas cuentan con argumentos, hoy en día la Iglesia Católica se ha inclinado claramente por la distinción entre las tres mujeres. Concretamente, en los textos litúrgicos, ya no se hace ninguna referencia -como sí ocurría antes del Concilio- a los pecados de María Magdalena o a su condición de "penitente", ni a las demás características que le provendrían de ser también María de Betania, hermana de Lázaro y de Marta. En efecto, la Iglesia ha considerado oportuno atenerse sólo a los datos seguros que ofrece el evangelio.
Por ello, actualmente se considera que la identificación entre Magdalena, la pecadora y María es más bien una confusión "sin ningún fundamento", como dice la nota al pie en Lc 7, 37 de "El Libro del Pueblo de Dios". No hay dudas de que la Iglesia, a través de su Liturgia, ha optado por la distinción entre la Magdalena, María de Betania y la pecadora, de modo que hoy podemos asegurar que María Magdalena, por lo que nos cuenta la Escritura y por lo que nos afirma la Liturgia, no fue "pecadora pública", "adúltera" ni "prostituta", sino sólo seguidora de Cristo, de cuyo amor ardiente fue contagiada, para anunciar el gozo pascual a los mismos Apóstoles.
La liturgia de su fiesta
Los textos bíblicos que se proclaman en su Memoria (que se celebra el 22 de julio) hablan de la búsqueda del «amado de mi alma» (Cant 3, 1-4a) o de la muerte y resurrección de Jesús como misterio de amor que nos apremia a vivir para «Aquel que murió y resucitó» por nosotros (2 Cor 5, 14-17). El evangelio que se proclama en la Misa es Jn 20, 1-2.11-18, es decir, el relato pascual en que Magdalena aparece como primera testigo de la Resurrección de Jesús, lo proclama «¡Maestro!» y va a anunciar a todos que ha visto al Señor. Como se ve, ninguna alusión a sus pecados ni a su supuesta identificación con María de Betania. Sólo pervive de esta supuesta identificación el hecho de que la Memoria litúrgica de Santa Marta se celebra justamente en la Octava de Santa Magdalena, es decir, una semana después, el 29 de julio. Santa María de Betania aun no tiene fiesta propia en el Calendario Litúrgico oficial.
Los textos eucológicos de la Misa de la Memoria de Santa María Magdalena nos dicen, por su parte, que a ella el Hijo de Dios le «confió, antes que a nadie... la misión de anunciar a los suyos la alegría pascual» (Oración Colecta). Magdalena es aquella «cuya ofrenda de amor aceptó con tanta misericordia tu Hijo Jesucristo» (Oración sobre las Ofrendas) y es modelo de «aquel amor que [la] impulsó a entregarse por siempre a Cristo» (Oración Postcomunión).
En la Liturgia de las Horas ocurre otro tanto, ya que los nuevos himnos compuestos después de la reforma litúrgica (Aurora surgit lúcida para Laudes y Mágdalæ sidus para Vísperas) hacen hincapié en los mismos aspectos: María Magdalena como testigo privilegiado de la Resurrección, primera en anunciar a Cristo resucitado, y fiel e intrépida seguidora de su Maestro. Algo similar se verifica en los demás elementos del Oficio Divino, en los que -nuevamente- no hay alusión ninguna a los supuestos pecados de la Magdalena ni a su condición de hermana de Marta y Lázaro.
Como claro contraste, cabe señalar que en la liturgia previa al Concilio, la Memoria del 22 de julio se llamaba «Santa María Magdalena, penitente», y abundaban las referencias a su pecado perdonado por Jesús y a su condición de hermana de Lázaro. El evangelio que se proclamaba era justamente Lc 7, 36-50, es decir, la unción de Jesús a cargo de «una mujer pecadora que había en la ciudad»: "in civitate peccatrix".
Finalmente, mencionemos que el culto a Santa María Magdalena es muy antiguo, ya que la Iglesia siempre veneró de modo especial a los personajes evangélicos más cercanos a Jesús. La fecha del 22 de julio como su fiesta ya existía antes del siglo X en Oriente, pero en Occidente su culto no se difundió hasta el siglo XII, reuniendo en una sola persona a las tres mujeres que los Orientales consideraban distintas y veneraban en diversas fechas. A partir de la Contrarreforma, el culto a María Magdalena, "pecadora perdonada", adquiere aun más fuerza.
La leyenda oriental señala que después de la Ascensión habría vivido en Éfeso, con María y San Juan; allí habría muerto y sus reliquias habrían sido trasladadas a Constantinopla a fines del siglo IX y depositadas en el monasterio de San Lázaro.
Otra tradición -que prevalece en Occidente- cuenta que los tres "hermanos" (Marta, María "Magdalena" y Lázaro) viajaron a Marsella (en un barco sin velas y sin timón). Allí, en la Provenza, los tres convirtieron a una multitud; luego Magdalena se retiró por treinta años a una gruta (del "Santo Bálsamo") a hacer penitencia. Magdalena muere en Aix-en-Provence, adonde los ángeles la habían llevado para su última comunión, que le da San Máximo. Diversos avatares sufren sus reliquias y su sepulcro a lo largo de los siglos.
Estas leyendas, naturalmente, no tienen ningún fundamento histórico y, como otras tantas, fueron forjadas en la Edad Media para explicar y autentificar la presencia, en una iglesia del lugar, de las supuestas reliquias de Magdalena, meta de innumerables peregrinajes.
Finalmente, cabe consignar que el apelativo "Magdalena" significa "de Magdala", ciudad que ha sido identificada con la actual Taricheai, al norte de Tiberíades, junto al lago de Galilea.
Oración
María Magdalena, te pido me ayudes a reconocer a Cristo en mi vida evitando las ocasiones de pecado. Ayúdame a lograr una verdadera conversión de corazón para que pueda demostrar con obras, mi amor a Dios.
Amén.
¿A quién buscas? Al amor de mi alma
Santo Evangelio según san Juan 20, 1-2. 11-18. Miércoles XVI del Tiempo Ordinario
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Una cosa pido al Señor, morar en su casa todos los días de mi vida, gozar de su presencia y contemplar su templo santo. Dice de ti mi corazón: «busca su rostro». Sí, Señor, tu rostro busco, no me escondas tu rostro (Salmo 27).
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Juan 20, 1-2. 11-18
El primer día después del sábado, estando todavía oscuro, fue María Magdalena al sepulcro y vio removida la piedra que lo cerraba. Echó a correr, llegó a la casa donde estaban Simón Pedro y el otro discípulo, a quien Jesús amaba, y les dijo: “Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo habrán puesto”.
María se había quedado llorando junto al sepulcro de Jesús. Sin dejar de llorar, se asomó al sepulcro y vio dos ángeles vestidos de blanco, sentados en el lugar donde había estado el cuerpo de Jesús, uno en la cabecera y el otro junto a los pies. Los ángeles le preguntaron: “¿Por qué estás llorando, mujer?” Ella les contestó: “Porque se han llevado a mi Señor y no sé dónde lo habrán puesto”.
Dicho esto, miró hacia atrás y vio a Jesús de pie, pero no sabía que era Jesús. Entonces él le dijo: “Mujer, ¿por qué estás llorando? ¿A quién buscas?” Ella, creyendo que era el jardinero, le respondió: “Señor, si tú te lo llevaste, dime dónde lo han puesto”. Jesús le dijo: “¡María!” Ella se volvió y exclamó: “¡Rabbuní!”, que en hebreo significa ‘maestro’. Jesús le dijo: “Déjame ya, porque todavía no he subido al Padre. Ve a decir a mis hermanos: ‘Subo a mi Padre y su Padre, a mi Dios y su Dios’”.
María Magdalena se fue a ver a los discípulos para decirles que había visto al Señor y para darles su mensaje.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
«Estando todavía oscuro, fue María Magdalena al sepulcro». La fe de María es duramente probada cuando se encuentra con el sepulcro vacío. Claramente, ella no piensa en que el Señor resucitó, sino que alguien se ha llevado el cuerpo de su Señor. ¿Qué significa este no encontrar el cuerpo de Jesús? Para María, significa no tener la imagen de aquel que expulsó de ella siete demonios, significa extrañar a aquel que ella amó porque le perdonó mucho. María no piensa en la resurrección, piensa en que todo se ha acabado, pues, se han llevado al Señor. En María, muchos de nosotros podríamos exclamar «en mi dolor te busqué y no te encontré, Señor Dios, no sé a dónde te han llevado, no sé en dónde te habrán puesto».
No permitamos que el dolor, la confusión o la aflicción ciegue nuestra fe, nuestra esperanza, nuestro amor: Cristo Resucitado. Tengamos presente que cuando nos hallamos en medio de una gran confusión Él nos llama por nombre. Cuando nos encontremos en un callejón sin salida, Él nos llamará.
«Y en el Evangelio, el icono de la fidelidad: esa mujer fiel que nunca ha olvidado todo lo que el Señor ha hecho por ella. Ella estaba allí, fiel, frente a lo imposible, frente a la tragedia, una fidelidad que también le hace pensar que es capaz de llevarse el cuerpo...
Una mujer débil, pero fiel. El icono de la fidelidad de esta María de Magdala, apóstol de los apóstoles. Pidamos hoy al Señor la gracia de la fidelidad: de darle las gracias cuando nos da certezas, pero nunca pensemos que son “mis” certezas y siempre, miremos más allá de nuestras propias certezas; la gracia de ser fieles incluso ante las tumbas, ante el hundimiento de tantas ilusiones.
Fidelidad, que siempre permanece, pero no es fácil de mantener. Que Él, el Señor, sea quien la guarde». (Homilía de S.S. Francisco, 14 de abril de 2020, en santa Marta).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Señor, yo creo que estás aquí. Creo que estás presente. Creo que soy obra tuya. Gracias por dejarnos tu cuerpo en el sacramento de la Eucaristía; ese cuerpo que María no encontró al inicio, nosotros lo podemos ver en el sacrificio de la Misa.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Ofreceré una comunión espiritual para crecer en fe y en amor en la presencia real de Cristo en la Sagrada Eucaristía.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
María Magdalena: La pecadora arrepentida
De no ser por los Evangelios y por lo que Jesús hizo con ella, nadie la recordaría hoy
Era «una mujer pecadora que había en la ciudad» y se le perdonaron los pecados «porque había amado mucho».
El relato de san Lucas (7, 36-50) introduce a esta mujer en la historia de los hombres y ya estará en ella hasta el fin; de no ser por los Evangelios y por lo que Jesús hizo con ella, nadie la recordaría hoy; su vida habría pasado como un anónimo de baja calidad olvidado por todos. Leyendo la escena de lo que pasó en casa de Simón no se descubre su nombre; fue una delicadeza de autor tan humano y fino que no quiso ponerla en evidencia. Hizo bien, porque como la malicia de los hombres y mujeres con sus evidentes debilidades no tienen nada de atractivo ni de originalidad, prefirió resaltar la misericordia sin límite de Jesús. Luego, cuando ya no tuviera dentro «los siete demonios» que tuvo, sí sería oportuno escribir el nombre de María Magdalena, como hace Lucas en el capítulo siguiente.
Sin que pueda afirmarse de modo absoluto la identidad entre María Magdalena, la pecadora sin nombre, con la hermana de Lázaro y de Marta que se llamaba María a la que habría de suponer una época de extravíos juveniles, parece que la coincidencia de rasgos comunes en los relatos evangélicos –preferencia por los pies de Jesús y ser amiga de ungüentos perfumados–, justifican la fusión que de ambas figuras hace la tradición cristiana como queda expresada en la liturgia y en el martirologio.
Quizá fue un reproche de Jesús lo que la llevó al cambio, pero no lo sabemos; o a lo mejor fue una mirada de Jesús encontrada en alguno de aquellos momentos en los que la había situado su curiosidad por desear ver al joven Rabí de Nazaret; o la afirmación agresiva que hizo Jesús –para aclarar la mente de los que pensaban que eran buenos– de que «los publicanos y las prostitutas os precederán en el reino de los Cielos». El caso es que comenzó a sentirse incómoda consigo misma desde que le escuchó aquello de «bienaventurados los limpios» que verían a Dios. Hablaba mucho Jesús de la misericordia divina y, sin poderlo explicar, María no podía distraerse del deseo vehemente de estar cercana; le parecía que nadie hasta entonces entendía tanto de las profundidades de ese corazón bueno de Dios y ella comenzó a notar en su interior un deseo acuciante de bondad y de bien. El Nazareno disfrutaba hablando de la misericordia divina con los pecadores, rompió las reglas de juego admitiendo entre sus amigos a indeseables, y hasta dijo aquella verdad de que el médico está para los enfermos, que lo sanos no lo necesitan. María se siente colocada frente a sí misma; comenzó a darle asco su vida. La enseñanza variopinta del Maestro hablaba del padre bueno que espera la vuelta del hijo que se fue, y del pastor que busca cuidadoso a la oveja que se extravió. La de Magdala ya no se soporta; no puede sufrir el pensamiento de su propio espectáculo a pesar de su ansia vehemente de triunfos y halagos; se rebela contra su situación actual al tiempo que escucha a Jesús que hablaba de Dios –el mismo de siempre, pero sin palo–, como un padre lleno de comprensión. La mujer siente su orgullo encabritado, pero la gracia va abriéndose camino; solo hacía falta querer dar un paso, porque los pecados pesan ahora como una atadura insoportable.
Ni se lo pensó. Entró como a escondidas con un vaso de alabastro lleno de perfume, sin deseo de llamar la atención, y sin conseguir pasar desapercibida. Quiso pedir perdón y no pudo; se arrastró; no le salían palabras; solo es capaz de llorar, besar los pies y secar lo mojado con sus cabellos manejados con arte. Aturdida por tan extraña situación, le pareció oír que el joven Rabí la defendía de Simón con palabras pausadas y voz serena. Después vino el gozo al escuchar «tu fe te ha salvado, vete en paz».
Libre y renovada, flotando en bondad, se une al grupo de mujeres que le asisten en el ministerio mesiánico, y ya no dejará jamás a Jesús, ni siquiera cuando le escuche que deberá comer su carne y beber su sangre, ni se unirá a la cobarde deserción de sus amigos en el momento del Calvario. Vive una felicidad indecible.
Galilea, Judea, Decápolis y Fenicia. En Judea, el ambiente se iba enrareciendo; ella no sintió miedo, ni entendió cómo podían tenerlo los discípulos. Pero aquello pasó, aunque María no lo tuviera previsto y hasta le pareciera la pesadilla de un sueño embustero, ¡habían apresado al Maestro! Si solo ha hecho el bien, si es tan bueno, si no hizo mal, si ayuda a los pobres, si se desvive por los enfermos, si dice verdades, si habla del Cielo… Su actuación fue la misma por todas partes. ¿No curó al paralítico? ¿Qué hizo con el ciego? ¿No sanó leprosos? ¡Dio vida a la niña, al chico de Naín, a Lázaro! Alimentó a miles con pocos panes y peces, libró a endemoniados… tantas y tantos vivían contentos gracias e él.
Ya han levantado la cruz. El Gólgota está oscuro y con truenos. Se le escucha perdonando, que es lo suyo. Y hace promesa del Reino al ladrón y asesino que se arrepiente; sí, ese es su estilo. María mira y no entiende, mira y se avergüenza. La antigua profecía: «Mi siervo ha tomado sobre sí los pecados de todos» fue como un relámpago en su mente que le hizo entrever algo del misterio. Era descubrir el precio de sus pecados, la malicia de sus hechos. Y muchas lágrimas, algún grito, todo es desconsuelo mientras hipa a moco tendido. La mano de la madre del crucificado puesta en su hombro venía a darle paz; el rostro de aquella mujer con lloro sosegado le hizo entender que no tenía derecho a expresar más dolor del que sufría la propia madre del muerto.
Cuando lo desclavaron y lo bajaron, casi no tuvieron tiempo para prepararlo y así lo tuvieron que enterrar. María Magdalena tiene la cabeza confusa y lleva un propósito en el pecho: cuando pasase el descanso sabático, moriría al lado de Jesús, quedándose junto al sepulcro.
Allá iba el domingo entre dos luces, con más ungüentos aromáticos, acompañada de un grupo pequeño de mujeres. La puerta está abierta, ¡han violado la tumba y no está su cuerpo! Corre al cenáculo y corren también Juan y Pedro. Todos se alborotan y regresan con el corazón en un puño, plasmada la incertidumbre en los rostros y con más miedo dentro. María se queda sola con su desventura; ya no le queda ni siquiera el cuerpo de Jesús muerto.
Le dice al hortelano que lo buscará y lo traerá. Solo una palabra en tono especial la revuelve para poder ella responder de modo increíble a lo humano: Rabboni, Maestro mío. Hay un nuevo intento de agarrarse a sus pies y la alegría indescriptible de testificar como un huracán que ha visto vivo al que estuvo muerto.
A partir de este momento, ya no se vuelve a hablar en el Evangelio más de María Magdalena.
Después quedó la leyenda –clara en sus justos términos– parloteando de sus posibles, imaginados o deseados pasos por el mundo, apartada en el desierto o llegando en diáspora judía hasta las playas de Marsella. Yo prefiero quedarme con la estampa que cierra su vida el Evangelio hasta que la salude personalmente en el cielo. ¿Podrá hacerse eso?
Escuchar para reconciliarse
Campaña del Papa apoyando a los migrantes.
El mensaje del Papa Francisco para la 106º Jornada Mundial del Migrante y el Refugiado, que se celebrará el 27 de septiembre, está dedicado al drama de los desplazados internos, "un drama a menudo invisible", afirma el Pontífice, que la crisis mundial causada por la pandemia del COVID-19 ha agravado ya que "en sus rostros se refleja el de Jesús refugiado". De ahí que el lema escogido sea “Como Jesucristo, obligados a huir. Acoger, proteger, promover e integrar".
En este contexto, presentamos el tercer video de la campaña de comunicación de la Sección de Migrantes y Refugiados del Dicasterio para la Promoción del Desarrollo Humano Integral con las palabras del Papa grabadas para la ocasión por Vatican Media, que nos invitan a "escuchar para reconciliarse".
En este video escuchamos el testimonio de vida de Sarah, perteneciente al pueblo de Dogorî, Shingal (Iraq), quien tuvo que huir para sobrevivir. Desplazada internamente, explica cómo el trabajo en equipo y la aceptación mutua pueden crear un futuro más prometedor y una coexistencia pacífica entre personas de diferentes religiones.
Es por ello que el Santo Padre nos invita a una escucha atenta y humilde a través de la cual podemos reconciliarnos verdaderamente.
Durante este tiempo de preparación para la Jornada Mundial, la Sección de Migrantes y Refugiados continúa animando a que se envíen testimonios escritos, multimedia y fotografías de las Iglesias locales y otras entidades católicas que presentan un compromiso común con la atención pastoral de los desplazados internos.
La Salve
Dios te salve, Reina y Madre de misericordia...
Dios te salve, Reina y Madre de misericordia, vida, dulzura y esperanza nuestra, Dios te salve.
A ti llamamos los desterrados hijos de Eva, a ti suspiramos, gimiendo y llorando en este
valle de lágrimas.
Ea pues, Señora, abogada nuestra, vuelve a nosotros tus ojos misericordiosos, y después de este destierro muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre.
¡Oh clemente, oh piadosa, oh dulce Virgen María!
Ruega por nosotros para que seamos dignos de alcanzar las divinas gracias y promesas de nuestro Señor Jesucristo.
Amén.
Explicación del Salve Regina
Meditación de cada frase del Salve Regina
5. Marcela
Deshojando la margarita
Por: P. Horacio Bojorge S.J. | Fuente: Clínica del Buen Amor
5.- MARCELA
DESHOJANDO LA MARGARITA
Marcela se pregunta si su actual novio la quiere de veras
Emprendemos con ella un camino de discernimiento
1. Hola Padre.
Al ver las historias que publica en el Blog del Buen Amor y sus consejos pensé en Ud. para que pueda orientarme en medio de la situación que estoy pasando.
En este último tiempo noté que espero de las personas cosas que ellas no siempre me dan y que eso es causa de mis decepciones. Así planteado parece un problema fácil de solucionar: tendría que limitarme a no esperar nada de los demás y así no sufriría más desilusiones. Pero: ¿qué es lo que yo espero? Espero que los demás sean conmigo como yo soy con ellos, espero recibir el mismo trato que doy a los demás. Y yo no trato a los demás de tal o cual forma para conseguir un cierto "resultado" a mi favor, sino que busco ser atenta y cariñosa con todos, sobre todo con las personas que quiero. Y es aquí donde se podría decir que empieza mi problema.
Yo trabajo y además estudio en la universidad; sirvo en mi comunidad desde distintos lugares. Actualmente estoy de novia con una persona que, como yo sirve, en su comunidad en todo lo posible, y a veces parece que hiciera más de lo que puede.
Necesidad de sentirse querida
Hoy descubro que en mis relaciones, ya sea de amigos, y sobre todas las cosas, mis noviazgos, traté de cubrir esa necesidad, lícita o no, de SENTIRME querida. Yo sé que hay mucha gente que me quiere, pero una cosa es SABERLO y otra muy distinta, al menos para mi, es EXPERIMENTARLO.
Mi novio se llama Gabriel y al igual que yo, quiere formar una familia cristiana. El no tiene nada que ver con los otros novios que tuve antes. Es una persona con mucho empuje y con la que tengo en común el trabajo dentro de la comunidad. Él es de otra parroquia, pero entre otras cosas, lo que me gusta de él es que entiende qué es para mi servir a Dios porque él mismo lo hace.
Mis novios anteriores estaban muy pendientes de mí y cada vez que algo me hacia sentir mal, ellos procuraban consolarme. También les gustaba compartir todo el tiempo que fuera posible y eran muy complacientes conmigo, eso es algo que descubrí hace poco. Gabriel no es complaciente y de alguna manera me pone límites en el sentido de que él no me dice que sí a todo, de que no pasa todo el tiempo posible conmigo, que no siempre trata de consolarme cuando me siento herida. Esto me confunde. Quiero que me demuestre que me ama con hechos y con palabras. Claro que él lo hace, pero no de la forma que quisiera. Sus múltiples actividades parroquiales le insumen buena parte de la semana.
A él lo conocí a través de mi confesor. Gabriel vino a la parroquia a hacer unos trabajos durante la remodelación del templo. La familia de Gabriel tiene una empresa familiar. Él y su padre son herreros y trabajan en ella. Además de su ocupación, él es catequista, está al frente del coro de su parroquia, y siempre está pendiente de si falta algo por hacer. Él es muy apreciado por su comunidad.
No me da todo el tiempo que me gustaría
El problema con mi novio es que no me da todo el tiempo que me gustaría, que es lo que recibía de mis novios anteriores. Sí, son odiosas las comparaciones. Pero no sé si tengo derecho a pedir a mi novio más atenciones que las que recibo. Con él paso unas pocas horas a la semana. Y todo porque si no soy yo quien no tiene tiempo, es él. Ahora que el año se está terminando trato de no tomar más responsabilidades para tratar de tener más tiempo libre.
No es que quiera simplemente pasar el rato con alguien que me gusta, sino que también trato de conocer mejor a mi novio para descubrir si es él o no la persona indicada para formar la familia que quiero entregar a Dios.
Pero parece que mi novio no ve las cosas así. Varias veces le hice estos planteos pero su respuesta fue que él tiene muchas responsabilidades. Y en otra ocasión, me dijo que cuando se casara va a dedicarse de lleno a su esposa. Pero con este ritmo de vida que lleva no sé si será capaz de cambiar. Hasta estoy empezando a preguntarme por qué se llena de obligaciones.
Ya hubo una separación y Marcela le pidió que volviera
A causa de mi malestar, él me pidió pasar un tiempo solo para pensar.
Estuvimos separados varias semanas y volvimos a juntarnos porque yo se lo pedí. Me dijo que si no creyera que yo puedo ser su esposa no estaría conmigo, que si no me amara nunca hubiera vuelto, pero siento que yo soy la última persona en su vida.
Hoy en día con lo populares que son los celulares y el acceso a internet se pueden acortar distancias con el chat y con los mensajes de texto. Cuando sólo éramos conocidos no pasaba un sólo día sin que nos pusiéramos en contacto. Hoy, a casi 9 meses de relación, hay ocasiones en las que puede pasar varios días sin decirme nada.
Me pregunto si es posible de que se olvide de su novia entre tantas actividades que le insumen toda su atención. Si se acordara de mí, ¿no tendría al menos la delicadeza de decirme que está bien, de preguntarme cómo me fue durante el día, a pesar de que está muy ocupado? ¿O yo soy muy exigente?
Esta situación me desconcierta. Hay veces en la que me siento abandonada por él.
Espero haber planteado claramente lo que me está pasando y que pueda ayudarme.
Marcela
Querida Marcela:
Está muy clara tu carta.
Quizás los noviazgos anteriores te crearon un hábito de relacionamiento con los novios que ante otro tipo de relacionamiento con tu actual novio, te desconcierta.
Quisiera saber una cosa: Con tu novio actual ¿oran juntos? ¿Lo hacías con tus novios anteriores?
Sin ánimo de darte una receta como respuesta, me atrevo a invitarte a que medites el relato del Génesis acerca de la creación de Adán y Eva y ores pidiendo luz para entender y discernir bien.
Lo que yo veo en la Sagrada Escritura es que Adán trabajaba en el Paraíso. Y que después del pecado original, su misión siguió siendo la del trabajo, aunque ahora fatigoso y lacerante por los cardos y espinas. Veo también que apenas creado, antes de que el Señor creara a Eva para que fuera su auxilio, Adán tenía a Dios como su primera y única relación. Es decir que Adán era un ser religioso antes que convertirse en un ser social. Y que se convirtió en un ser social gracias a la creación de Eva, pudiendo ser primero esposo y luego padre de los hijos que Eva le fue dando.
Veo también que no fue creado Adán para Eva, sino que Eva fue creada para Adán.
Veo que Adán al despertar del sueño, la miró y la reconoció como carne de su carne y huesos de sus huesos.
Veo que Adán fue amasado del barro y se le sopló un espíritu en la nariz. Mientras que Eva fue creada de carne humana, una materia ya animada por el soplo.
Veo que Eva no fue amasada, sino, como dice el texto: construida (como una casa, un templo, una ciudad) y por eso hecha habitable, acogedora física, anímica, espiritualmente. Adán era el jardinero del paraíso y luego del pecado, el labrador de la tierra. Eva era la amiga del jardinero, la madre de los hijos para que el jardinero tuviera hijos y no estuviera solo. Ella era una primera compañía, pero su misión era multiplicar los hijos y la vida, para darle a Adán, como don de su amor de esposa, una familia, una ciudad, una nación.
Luego del pecado ella quedó herida en sus amores esponsal y materno, por el temor a los males que le podían venir del esposo, herido por el pecado original, que podía dominarla, traicionarla, morírsele, no entenderla o... ser simplemente varón y no mujer. Y también de los dolores y sufrimientos que le podían ocasionar los hijos.
Me parece ver que en este momento lo que te atormenta más es no saber. No saber si tu novio actual te quiere verdaderamente. Es decir, la duda. Y para tratar de salir de tu duda, comparas el comportamiento de tu novio actual con los anteriores. Y como ves tantas diferencias, eso aumenta tus dudas.
Pero me pregunto si ese deseo de ser atendida y tenida en cuenta no es parte de tu herida de hija de Eva y un reclamo de que tu novio sea para ti y no tú para tu novio. Y también me pregunto si, aún sin darte cuenta, y aunque te parezca que eres amable sin ánimo de comprar el amor de los demás con amabilidad, cuando te declaras decepcionada por la falta de correspondencia, no se está poniendo de manifiesto que esperabas conseguir el amor dando amor.
Ahora intercalo una anécdota: Me contaba alguien que hoy es ya mayor y ha criado una familia numerosa, que cuando él era joven, era un activista católico formidable. Profesor y celador en un colegio católico, metido en una editorial católica que él mismo dirigió, viajó a Garabandal para las apariciones marianas que difundió en la Argentina, estuvo en Madrid y en Roma con el famoso padre Menvielle, a cuyo grupo de jóvenes apóstoles pertenecía. Conoció a su esposa en una conferencia que daba informando acerca de Garabandal.
Y me decía que, cuando se casó, se dedicó a su familia. Y sus amigos vinieron un día a la puerta a reclamarle que por qué se estaba retirando de la acción. Y él les explicó que ahora estaba casado y que tenía que atender a su esposa y la familia que iba a venir.
No sé si será el mismo caso de tu novio, pero te lo cuento para que veas que eso es posible, aunque no te puedo asegurar que tu novio sea igual.
El amor que tiene el hombre a la mujer, no es lo mismo que el que tiene la mujer al hombre. Ambos quedaron además heridos por el pecado original de manera distinta y eso crea un malentendido y una dificultad para ponerse en el lugar del otro.
Bueno te mando esta primera respuesta. Espero el eco de lo que te sugiere y despierta en ti.
Padre Horacio
2. Marcela se pregunta si su actual novio la quiere de veras
Hola estimado Padre Horacio!
Gracias por responder pronto. Efectivamente, el modo de relacionarme con mis novios anteriores es muy distinto de éste, y me confunde.
Con ellos tuve oportunidad de orar: con uno para pedir a Dios que nos tuviera unidos y que pudiéramos casarnos. Él falleció en un accidente mientras iba de viaje a visitar a sus padres que viven en el interior y nuestro sueño no se pudo concretar. Estábamos muy, pero muy bien, y no podía entender por qué Dios había permitido esto, ¡realmente no podía! Me preguntaba si él tenía en mente otra cosa para mí, otra cosa que no fuera el matrimonio. Este hecho me hizo cuestionar un montón. Hablando esto con mi confesor me dijo que orara para tener la certeza de lo que Él había pensado para mi. Lo que pasa es que el matrimonio es algo que hace tiempo que quiero, pero estos sucesos me hacían pensar que mis deseos no fueran los de Dios.
Al año siguiente conozco a Eliseo,
mi segundo novio. Con él también pude compartir bastante la fe ya que compartimos muchas misas (él volvió a la Iglesia por mi intermedio) y algunos ratos de oración frente al Santísimo. Si bien con este novio estábamos por casarnos, algunos meses después de anunciarlo a nuestras respectivas familias, me abandonó. Me dijo que no se sentía preparado para dar ese paso y se fue.
Con Gabriel ocurre algo que no debería, y es que a pesar de ser ambos personas que procuran servir a Dios en todo lo que nos sea posible, nunca compartimos una misa y menos un rato de oración. Bah, en realidad una vez fuimos a Luján, pero cuando llegó el momento de rezar el rosario, él se fue a cargar la imagen de la Virgen que iba en procesión dentro del templo.
Yo un par de veces lo invité a venir a mi parroquia, pero por una razón o por otra no vino. Y él tampoco me invitó a la suya.
Además no fui presentada a su familia aún (¡hace nueve meses que estamos de novios!). Él si quisiera lo podría hacer, ya que no tiene las dificultades que yo tengo en mi casa para llevarlo. Mis padres después de que Eliseo me dejó, no quisieron saber nada con que les presentara algún otro novio, porque no quieren encariñarse y después sufrir otra vez.
Al principio Gabriel me decía que pronto me presentaría a sus padres pero ahora ya no menciona ese tema. Y eso me hace pensar que alguna duda debe tener con respecto a nosotros. Varias veces le reclamé por el poco tiempo que podíamos pasar y que a mi modo de ver él debería dejar que los demás asuman las responsabilidades, que él no tiene que hacer todo. Lo que ocurre es que lamentablemente la gente no se compromete y espera que sea otro el que haga las cosas. Es algo que uno puede ver en todos lados, no sólo en la iglesia.
Entonces su respuesta es "no puedo", "tengo muchas responsabilidades", "estoy muy ocupado", "tengo que hacerlo".
Entiendo que él tiene que estar con su familia, y está bien. Además su hermana menor está embarazada y el padre de su bebé nunca la ayuda en nada (ellos no están casados). Y de tanto en tanto ella tiene discusiones con ese hombre. Cada vez que ella tiene que ir al médico, Gabriel falta al trabajo y la lleva. Eso es un buen gesto, pero cuando yo le pido que nos veamos, si tiene que elegir entre acompañar a su hermana o estar conmigo, me deja de lado, a pesar de que la hermana mayor y los papás puedan hacer lo mismo. Como si fuera poco, en estos días habrá un encuentro de coros parroquiales que él mismo organizó. A eso le dedica buena parte de su tiempo fuera de la herrería.
Hace tiempo que me siento la última persona de su lista
Hace un tiempo que me siento la última persona de su lista, y eso me pone muy mal. Muchas veces cambió el horario de nuestras citas a último momento o directamente las canceló porque tenía un compromiso parroquial, o laboral, o uno familiar. Y por eso, algunas veces podemos vernos a duras penas una vez en la semana. Para mí eso es muy poco. Yo no pretendo que esté conmigo casi todos los días de la semana como hacía con los otros novios que tuve antes; entiendo que Gabriel está muy ocupado. Y lo que pretendo es que al menos algunas cosas sean como al comienzo de nuestra relación: varios mensajes de texto al día si no podíamos vernos, alguna que otra llamada, chatear, invitarme a sus reuniones con amigos.
Me insinuó tener relaciones poco después de conocernos
Es como si ya estuviera seguro de que me tiene y por eso ya no es tan atento. Hasta me parece que dijera más seguido que me desea en vez de decirme que me ama. Es más, a pocas semanas de ser novios me insinuó tener relaciones pronto. Y de tanto en tanto me dice que le gustaría llevarme "a un lugar más cómodo" pero ya no dice nada de hacerme parte de sus cosas. A pesar de eso cuando me ve mal me dice que si no creyera que nosotros dos podemos tener un futuro juntos, no estaría conmigo. Entonces no sé qué pensar.
Con respecto a mis atenciones a los que quiero, no creo que lo haga con la clara intención de ser correspondida, pero ¿a qué persona le da igual ser querida o ignorada? Hasta los actos más altruistas están contaminados por la búsqueda de algún tipo de reconocimiento. Yo procuro ser atenta o al menos mínimamente educada con todos porque sé que es feo el maltrato, porque yo lo viví en mi familia y sé que es horrible.
Yo siendo niña ví cómo las discusiones de mis padres terminaban a los golpes, con mi madre yendo al hospital para curarse las heridas que recibía, cómo mi padre después de tomar rompía cualquier cosa porque sí y hacía otras cosas por el estilo. A pesar de todo esto sé que Dios me cuidó y puso delante de mí un modelo a NO seguir en muchos aspectos. Cuando algo no me gusta trato de decirlo con cuidado de no ofender a nadie. Incluso a veces, me callo, pero en la medida de lo posible hablo, porque con el silencio las cosas no se arreglan.
Obvio que en ocasiones es mejor callar para no echar más leña al fuego... Y es por eso que la última vez que nos encontramos mi novio y yo, él, al verme con mala cara me preguntó qué me pasaba. Yo me limité a decirle que lo extraño mucho, pero no más. No quise hacer reclamos. Su respuesta fue "no tengo más tiempo". Entonces, ¿no tengo ningún derecho a nada? ¿Tengo que seguir esperando que él tome la iniciativa de todo? ¿Tengo que seguir dejando que sea él el que decida cuándo nos vemos y cuándo no? ¿Que él cambie los planes a último momento y yo no decir nada, porque los motivos son loables?
¿Que yo haya reservado tiempo para él y deje de lado otras cosas no tiene valor?¿Por qué no puedo pedir lo mismo que doy? ¿Sólo puedo conformarme con que me sea fiel y nada más? Es feo lo que voy a decir, pero ¿por qué no puedo pedir lo que otras parejas tienen: tiempo, salidas con amigos, alguna tarde para nosotros solos aunque más no sea mirando la tele, compartir alguna actividad...?
Algunos amigos con los que hablé esto me dicen que soy tonta por darle tanto margen a mi novio, incluso uno me dijo que lo dejara, luego de pedirle su opinión como hombre.
Yo quiero que la gente que quiero y que me quiere sea demostrativa, afectuosa. Es lindo ver cómo el otro se pone contento con un detalle que uno haya tenido: un piropo, un regalito, una ayuda con alguna tarea... ¿Eso está mal? ¿Está mal tratar de ser útil, tratar que mi vida valga la pena haciendo feliz a alguien? ¿En qué me estoy equivocando?
Espero ansiosamente su respuesta.
Marcela
Querida Hija (permíteme que te llame así)
Es un mal signo que tu novio no ore contigo y no acepte la invitación a orar. Es posible y sucede a veces que alguien trabaja en la Iglesia no por verdadera devoción y amor a Dios, sino por una especie de inconsciente búsqueda de protagonismo y de sentirse importante, por un cierto narcisismo que en el fondo es una idolatría de sí mismo. Y por lo que me cuentas, es lo que me está pareciendo de tu novio. Que la suya no es verdadera virtud de religión, sino una especie de oculta superstición y adoración de sí mismo en las cosas de Dios. Cuando un hombre ama verdaderamente a una mujer, desea estar con ella, salir con ella, compartir con ella, hablar con ella, confiarse y comunicar con ella, escucharla... El que no te haya presentado aún a su padres es un mal signo, no solamente de tu novio sino del ambiente o clima de su familia.
Y ni qué decir que a poco de haberse conocido te haya insinuado tener relaciones ¡Qué fe tiene ese hombre?
En la Iglesia lo único que corresponde hacer es celebrar digna y fervorosamente los sacramentos. Hay un cierto activismo pelagiano que pone la vida de la Iglesia más en las actividades humanas de los fieles que en la receptividad para la gracia de Dios. Y tu novio debe compartir esa falsa espiritualidad pelagiana, en la que el hombre y no Dios es la causa eficaz y santificadora. Por eso se siente importante y no puede dejar las cosas en la mano de Dios. Cuando su respuesta es "no puedo", "tengo muchas responsabilidades", "estoy muy ocupado", "tengo que hacerlo" ¿él se cree Dios?
Además se mide todo por el número, y no por los frutos espirituales. Y el número es importante porque es allí donde se pone la gloria. Lo lamentable es que en la Iglesia suceda lo que en todos lados. Eso significa que la Iglesia o los católicos están mundanizados y no tienen capacidad crítica para darse cuenta de que están mundanizados hasta en su religión.
Tienes razón en tus reclamos. Con poco tiempo para ustedes no puede crecer la amistad. Sobre todo porque de parte de él no hay interés o deseo de cultivarla. Pero el caso opuesto era una exageración y eso es malo para el noviazgo porque produce un desgaste de la relación. Quizás es por falta de cultura familiar, pero no me parece lo que hace tu novio sean las actitudes de un hombre realmente enamorado.
Y si fuera religioso, ciertamente debería ser otro su discurso, porque Dios debería entrar en sus pensamientos y por lo tanto en sus expresiones, en su visión acerca de su relación. Es otro signo que me hace dudar de la autenticidad de su religiosidad. Con lo cual no quiero decir que tenga una intención dolosa, sino que tiene una visión errónea de la vida de fe católica. Y una ignorancia grande de lo que es el matrimonio como sacramento.
Tienes razón, a nadie le gusta pasar inadvertido. Todo es cuestión de la medida y la discreción en no excederse ni desordenarse y eso es asunto de gracia divina que debemos pedir y recibir. Y con respecto a los actos altruistas, yo diría más bien están mezclados con la búsqueda de reconocimiento, no contaminado.
El menos-precio
Además, el maltrato no solamente consiste en el castigo verbal o físico, pero también en el menos-precio, o el des-precio. Y creo que es esto lo que te está sucediendo con tu novio. Creo que llega la hora de que hables seriamente con él, planteándole que como sigue sin cambiar, consideras que debes cortar. Cuando él te dijo "no tengo más tiempo" hubiera sido el momento de decir la verdad y plantear la situación. Puedes volver sobre este episodio y reevaluar su respuesta.
Si no das a conocer tu corazón de mujer, él no lo conocerá nunca. Su respuesta de falta de tiempo es como para contestar, "si no puedes cambiar no podré ser tu mujer, mejor cortemos ya". Si no quieres cortar del todo de entrada, propón un corte por un tiempo, porque las personas no son dueñas de sus hábitos y necesitan cierto tiempo para cambiarlos. No debes seguir perdiendo tiempo en relaciones que no te dan seguridad del amor del otro.
Tienes derechos como novia, pero el que no los ejercita los pierde. Tampoco tienes que seguir esperando que él tome la iniciativa de todo y si él hoy cambia lo acordado, mañana cambiará hasta el pacto matrimonial. Para un ídolo, para un individualista radical, lo único que tiene valor es él mismo, por eso te digo que me parece que el perfil personal de tu novio es el del individualista moderno, que solamente tiene derechos pero que se considera el centro del mundo, porque se ha puesto en el lugar de Dios.
No lo encuentro feo de tu parte, sino muy razonable y bien mirado, eso de querer tener esas cosas que tienen otras parejas. Me inclino a coincidir con el consejo que te dio de ese amigo varón, que, como varón ve claro que ese muchacho no te está dando los signos del varón enamorado.
Más bien te busca por alguna forma de su propio interés, como una pieza en el proyecto de su autorrealización personal y de su propio culto del YO.
¿No has leído las cartas de José y Felicita, Una historia de amor que yo publiqué? Creo que te estás equivocando en seguir con él por miedo a no encontrar otro. Me parece también que has tolerado demasiado tiempo el destrato y la desconsideración de parte de tu novio y que eso empieza a deteriorarte psicológicamente y hacerte dudar de ti misma y de tu sano juicio. Si sigues así terminarás sacrificando a un ídolo tu dignidad de hija de Dios.
Padre Horacio
3. Estimado Padre, Hola!
Ningún problema en que me llame Hija.
Yo creo que mi novio está actuando así de manera inconsciente. Espero no estar equivocada. Tuvimos un breve período en el que estuvimos separados, y luego de arreglarnos me dijo que durante ese tiempo estaba muy preocupado por mí porque sabe que me pongo muy mal en ciertas ocasiones. Soy una persona muy sensible.
Me dijo también que me había extrañado y que se dio cuenta de que tenía temores que creía superados. No sé exactamente en que consistirán sus temores, pero intuyo que tiene que ver con el miedo a ser traicionado, ya que varias de sus novias anteriores le fueron infieles, al menos tres, y eso parece mucho, ¿no?.
Cuando estábamos conociéndonos me contó que una novia le había dicho que él pasaba mucho tiempo en la iglesia y ocupado en su trabajo; que no la acompañaba, que él nunca tenía tiempo para ella. Pensé que quizá a ella le parecía eso porque no es una persona de fe, o porque fuera celosa. Ahora yo creo que ella tenía razón. Y al comienzo de nuestro noviazgo me repitió muchas veces que él lo da todo por la persona que ama. Cuando le hice mi primer reclamo le repetí esa frase suya. Admitió que yo sí lo hago, que yo pongo todo para que nuestra relación vaya bien, pero no él.
A pesar de admitir sus fallas también me dijo que soy demandante por querer pasar más tiempo con él. Se está contradiciendo y no entiendo la razón. Creo que en estos temores está el hecho de que ya no se muestre interesado en presentarme a su familia.
También tengo la sospecha de que su fe está algo deforme, pero no pensé que fuera por las razones que Usted dice. Creí que él se equivoca sólo en el tema de la castidad (me propuso tener relaciones, pero yo le dije que no, porque no era el momento, que está reservado para el matrimonio y no me cuestionó en absoluto, es más, de tanto en tanto me dice que no ve la hora de que llegue ese momento, pero no me presiona).
Él me desatiende. En alguna forma es un maltrato porque no me trata como a su posible esposa. Y lo digo así porque nosotros somos novios porque pensamos casarnos.
Las cartas de las que me habla las leí, algunas, hace un tiempo. En ellas yo me vi reflejada a mí como la persona que espera un gesto de su amada, pero que en este caso, la persona que se hace rogar es mi novio y no yo. Es como si los papeles estuvieran invertidos. Yo espero, espero y espero. Trato de ser dulce, de no presionar, pero del otro lado no encuentro las cosas tal cual como yo quisiera.
Encuentro algunos gestos de amor, pero también falta de correspondencia en otras ocasiones. Y pensaba: ¿tendré yo también la suerte de que mi espera y mi paciencia consigan lo que busco?
Gracias de nuevo por su ayuda
Marcela
Querida hija:
Me confirma en mis dudas acerca de la autenticidad de la religiosidad de tu novio, el hecho de que te haya propuesto tener relaciones antes del matrimonio. O lo hizo para tantear tus disposiciones (lo cual tampoco está bien, porque es el uso de astucia) o es capaz de estar haciendo de apóstol en la Iglesia sin verdadero amor a Dios. Y en ese caso padece de un desdoblamiento moral bastante peligroso. Llamémosle hipocresía sistémica. Y sería un mal signo a la hora de evaluar su personalidad.
No sea cosa que estés de nuevo perdiendo tiempo. Quizás te convenga cortar por un tiempo para pensar más serenamente todo. Porque a la mujer, una vez que se encariña, le cuesta mucho ver objetivamente los defectos en el otro y darse cuenta de su real magnitud. Más vale que sufras una separación temporal ahora y no después.
Sabiendo que lo dejaron tres novias, me explico que no quiera presentar una cuarta en su familia hasta no estar más seguro. Pero ¿qué les pasó a las otras? ¿no has hablado con ellas?
Bendiciones
Padre Horacio
4. ¡No me quiere!
Marcela corta finalmente con su novio
Hola Padre
Hoy corté con (el que era) mi novio. Fue muy cobarde conmigo. Debido a que yo esperaba un mensaje de texto en el que me confirmaba o no si hoy nos veíamos, y al no tener respuesta después de varias horas de espera, lo llamé. Porque cabía alguna posibilidad de que su mensaje no llegara a mi teléfono. Cuando hablamos le planteé que esperaba su contestación y él me dice que últimamente no nos estábamos entendiendo. Y así como si nada me dice que está muy confundido y que le dé tiempo. Le pedí que habláramos en persona, y su respuesta fue que así sería más duro (no sé a quién se refería, si sería más duro para mí o para él).
Corté la comunicación, pero luego recordé las muchas vueltas que él había dado para decirme que se había fijado en mí.
Es que antes de ser novios pasábamos horas chateando, nos mandábamos mensajes al celular, nos quedábamos también charlando en el atrio de la parroquia durante el tiempo que estuvo trabajando en la remodelación del templo. Además varias veces me invitó a tomar un café y yo siempre aceptaba, para dejarle en claro que yo también estaba interesada en él.
Por esto de que me buscaba fue que me di cuenta de que yo le gustaba, pero nunca me decía nada, daba muchas vueltas. Así que recordando el hecho de que no es directo en ciertas ocasiones, decidí llamarlo de nuevo y contarle lo que me estaba pasando. Le dije que no desconfiara de mi, que no tiene que tener ningún temor conmigo (¿se acuerda que él me había dicho un tiempo atrás que tenía miedos que creía superados?).
Le dije que yo quiero su bien y que estaba dispuesta a ayudarlo en solucionar lo que le está pasando, porque ese temor a no sé qué hoy lo tiene conmigo, y que luego lo tendrá con otra persona. Le dije que por la forma en la que se estaba comportando, si yo fuese otro tipo de mujer, le hubiera sido infiel, por desatenderme, como para que le quede claro que si antes le fueron infieles otras, había seguramente alguna responsabilidad de parte de él (por supuesto que a la infidelidad no la justifico, pero hay casos en los que puedo entender perfectamente los motivos).
Me repitió una y otra vez que el problema es él. Y de a ratos me insinuaba que yo soy demandante por pedirle más tiempo, que si él no acepta verme es porque llega muy cansado de la herrería.
Mientras me decía eso me preguntaba a mí misma ¿acaso antes no se cansaba también cuando me esperaba a la salida de la facultad a las 10 y media de la noche, o cuando nos quedábamos chateando hasta las 2 o 3 de la mañana?. Ahí me di cuenta de que me estaba evitando. Antes pensaba que realmente estaba cansado, que tenía el típico agotamiento de fin de año. O que quizá, después de mi primera queja estaba siendo más cuidadoso y se tomaba la relación con más calma (al comienzo estaba súper entusiasmado, quería presentarme pronto a su familia y me presentó como su novia a varios de sus amigos con mucho orgullo).
Mientras hablábamos ayer por teléfono me remarcó que yo le pedía más tiempo y que él no lo tenía, que yo también tengo poco tiempo (en realidad ahora estoy más desocupada que al comienzo de la relación).
Sentí que me acusaba de ser injusta con él. Aproveché para decirle que yo me quedaba horas esperando a que me contestara, que él no estaba respetando mi tiempo, que podría invitarme a sus actividades, a sus salidas con sus amigos, que yo no pretendo acapararlo, sino compartir con él sus cosas, como me gustaría que él lo hiciera conmigo. Que así nos conoceríamos mejor. Pero que en vez de eso, últimamente la única invitación que me hacía era otra muy distinta. Me decía que tenía ganas de llevarme a "otro lugar" "para estar cómodos" (¿un hotel quizá?). Ya no me hablaba de hacerme conocer a su familia.
También le pregunté si seguía viendo en mí eso que lo había enamorado, como para ver si él se hizo de mi una idea equivocada y ahora estaba descubriendo que no soy tan maravillosa... Me dijo que soy "puro amor", que yo pongo todo para que la relación funcione, pero que el problema es él, que no insista más, que no le pida respuestas ahora.
Después de un silencio le dije que yo no puedo seguir así, con sus evasivas, y que le deseo lo mejor, que si alguna vez lo vuelvo a ver, espero verlo bien. Esta es la primera vez que me sentí tan mal teniendo un novio a mi lado. Me sentía abandonada por él desde hacía ya un tiempo.
Espero que Dios me conceda pronto lo que quiero. No quiero cansarme de esperar. Hoy confío plenamente en ÉL, y espero que las fuerzas no me abandonen y que la tristeza no me gane.
Usted y mi mejor amigo me son de mucha ayuda. Los dos me han aconsejado y me animé a tomar la decisión de dejar a Gabriel. Gracias!
Hasta pronto.
Marcela
Querida hija
Me parece muy acertado lo que has hecho.
Lo que te dijo por teléfono ese muchacho es la salida de un mentiroso que no se atreve a decir la verdad o no quiere decirla, o teme ser descubierto O la de un cobarde, o ambas cosas.
Menos mal que lo pusiste al fin entre la espada y la pared porque te iba a seguir haciendo perder tiempo. Y durante un eventual matrimonio seguiría celando sus propios pensamientos y usándote para sus fines. Un individualista radical, me parece. Un yo yo yo.
Abandono hay cuando hubo amor. Yo dudo de que lo haya habido. Él te probó un tiempo como quien prueba un yuyo contra la soledad, pero no se la curabas. Quizás porque la receta era que el yuyo había que tomarlo en la cama de un cuarto de hotel. Más vale que sufras ahora y no más tarde. Aunque él te llame de nuevo no lo debes atender. Quédate libre y esperando si el Señor te hace encontrar con alguien al que te destina.
Me imagino que lo que quieres es un buen esposo. Esperemos que tú encuentres pronto lo que el Padre quiere para ti, y es un amor a Dios que convierta todo lo demás en indiferente.
A veces lo que puede hacer sufrir, es tener una ilusión propia, o un deseo, que, sin darte cuenta es desordenado. Trata de profundizar en la relación con tu Padre, aplicando tu inteligencia a conocerlo más, mediante lecturas, vidas de santos, doctrina, ¡las obras de Santo Tomás donde él habla de Dios!. Dios es nuestro bien y fin último y supremo, todos los demás bienes son medios para alcanzarlo a él. No hagas del matrimonio un ídolo, cuidado.
Bendiciones
Padre Horacio
5. El discernimiento del verdadero amor
Padre:
Ahora que ese noviazgo se terminó, ya estoy muy bien, muy tranquila. Siento un alivio muy grande. Yo pensaba que cortar esa relación sería como escaparse de un problema sin intentar resolverlo y por eso no me animaba a dar este paso.
¿Sabe? Mi mejor amigo, al que le confié todo esto con el mismo detalle que a Ud., me iba diciendo cosas muy parecidas a los consejos que Ud. me dio. Se fue preocupando cada vez más por mí, así como yo lo hice cuando él tuvo sus dificultades a nivel personal y espiritual. Su consejo como varón fue lo que me hizo empezar a considerar que ese novio con el que acabo de cortar no me estaba tratando como a una novia en serio. Creo que él también fue un instrumento de Dios en mi vida. Ese amigo, sin darse cuenta, fue quien me hizo buscar ayuda y consejo en Ud.
Gracias Padre por sus palabras.
Marcela
Querida Hija en el Señor:
La paz que has recibido es un signo de que era lo que el Padre quería que hicieras. Dios nos confirma con la paz.
Te aconsejo que te olvides del que dejaste colgado y te dediques a cultivar la amistad y la relación con tus buenos amigos. Quizás en especial con ése que te ayudó con sus buenos consejos y sus puntos de vista de varón.
Ellos te han sabido aconsejar también. Son un don del Padre y por eso puedes considerar que tienes ese amigo del que me hablas porque es Su Voluntad.
No tengas más inquietud que la de gozarte en el bien que se te ha dado. Que no te gane la desconfianza después de la mala experiencia que has tenido con ese novio, porque si te dejaras determinar por el temor, la falta de esperanza no te dejaría cultivar el bien. Ponte de cara a tu Padre celestial y ora. Y ponte en su mano.
Bendiciones
Padre Horacio
Hola Padre, tanto tiempo!
Ya hice algunas modificaciones en la correspondencia que tuvimos usted y yo. Me demoré un poco porque quería dejarlo lo mejor posible, además de que en estos días las celebraciones me insumieron algo más de tiempo del que pensaba. Revise lo que armé y haga los cambios que considere pertinentes. No se me ocurrió un buen resumen. Le adjunto 5 archivos.
Aprovecho para decirle una vez más que usted fue de gran ayudad para mi. Yo sigo muy bien anímicamente a pesar de que hace poco terminó mi último noviazgo.
Le cuento también que sigo teniendo una relación muy estrecha con ese amigo del que le hablé y estuve considerando aceptar su invitación de ir a visitarlo, pero luego de pensarlo bastante, esperaré un poco.
Le doy las gracias a Dios por haberme facilitado todo para encontrarme con usted y haber recibido su consejo.
Hasta pronto.
Marcela
Las 3 nuevas letanías del Rosario queridas por el papa Francisco
La Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos ha enviado una carta a los presidentes de las Conferencias Episcopales sobre las nuevas Invocaciones para ser incluidas en las Letanías Lauretanas.
“Madre de misericordia”, “Madre de Esperanza” y “Ayuda de los inmigrantes” son las nuevas letanías aprobadas por el papa Francisco con las que los cristianos pueden rezar a la Virgen en el Rosario, la oración y meditación dedicada a los grandes momentos de la vida de Jesús y de María.
La Carta del Prefecto de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos dirigida a los presidentes de las Conferencias Episcopales instruyó sobre las invocaciones que se incluirán en las letanías lauretanas.
La primera invocación se colocará después de «Mater Ecclesiae», la segunda después de «Mater divinae gratiae», la tercera después de «Refugium peccatorum”. Las letanías de la popular oración mariana comprenden una serie de invocaciones con respuesta común.
“Peregrina hacia la Santa Jerusalén del cielo, para gozar de la inseparable comunión con Cristo, su Esposo y Salvador, la Iglesia recorre los caminos de la historia encomendándose a Aquella que creyó en la palabra del Señor”, escribió el cardenal Robert Sarah en la misiva en nombre del pontífice (20.06.2020).
“Los discípulos de Jesús aprendieron, desde el principio, a alabar a la «bendita entre las mujeres» y a contar con su intercesión maternal. Son innumerables los títulos e invocaciones que la piedad cristiana, a lo largo de los siglos, ha dedicado a la Virgen María, camino privilegiado y seguro para el encuentro con Cristo”.
Según explica la carta oficial: “También en el tiempo presente, atravesado por motivos de incertidumbre y desconcierto, el recurso devoto a ella, lleno de afecto y confianza, es particularmente sentido por el pueblo de Dios”.
Sin velatorio ni funeral, el coronavirus no deja despedirnos
La pandemia producida por el coronavirus ha provocado una situación tremendamente dolorosa: los familiares y amigos no pueden despedirse de sus fallecidos. ¿Qué hacer si esto nos ocurre? ¿Y cómo podemos ayudar a quienes lo sufren?
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Oración por los fallecidos
La crisis del coronavirus nos ha colocado en un nuevo escenario. Una de las situaciones que nadie podía haber previsto es la de perder a seres queridos de forma tan inesperada. Y a ese dolor se añade el de no poder despedirles: por razones de salud, en los hospitales no está permitido el contacto con los enfermos (ni siquiera moribundos) para no exponerse al contagio.
En el caso de fallecimiento, estos días tampoco se autoriza la celebración de funerales con la asistencia de familiares. Se procede a la incineración del cadáver y a los enterramientos no debe acudir la familia ni los amigos porque no se pueden celebrar reuniones de ningún tipo. Esto está produciendo un inmenso dolor en miles de personas.
Un doble dolor
Muchos son los que han perdido a seres queridos en estos momentos y, al dolor por el fallecimiento, se añade ahora el de no haberse podido despedir: no haber podido hablar con él en los últimos momentos, no estar junto a los familiares en el velatorio ni en el entierro, no poder darse un abrazo entre hermanos…
¿Qué hacer si nos encontramos en esta situación? ¿Cómo podemos ayudar a quienes pasan por este momento tan duro?
Maita Torelló es experta en acompañamiento en el duelo. «Si ocurre que alguien de nuestro entorno ha perdido a un familiar en estos días y le ha sido imposible despedirse de él, lo primero que hay que tener en cuenta es saber si esa persona ha quedado aislada por el coronavirus o cuenta con la cercanía física de otras personas«, explica.
LLORAR
«En el caso de que ella no esté en cuarentena y que, pese al aislamiento, haya otras personas con ella (los familiares más cercanos o personas que trabajan con ella y que no están confinadas), hay que darle cariño, apoyo, abrazarla. Importante: hay que dejar que llore todo lo que tenga que llorar«.
Torelló comenzó su formación en el duelo a partir de sus propias experiencias: perdió a su marido cuando él tenía 54 años, perdió a una hija de 6 meses de un virus fulminante y a un hijo de 6 años de un accidente. También su suegro había fallecido a los 54 años en accidente de tráfico. Desde entonces trata de ayudar a otras personas que pasan por esta dura prueba.
NADIE ESTÁ PREPARADO
«Nadie está preparado para hacer frente a una separación tan brusca«. Pero con el tiempo, ha visto que hay algunas recomendaciones que pueden ayudar a otros a superar la pena.
«No es momento de dar consejos ni de permitir visitas que no aportan, mucho menos visitas o llamadas de compromiso. Hay que evitar a personas que mareen y es imprescindible que la persona duerma y descanse«, añade.
VALORAR LA AYUDA DE UN PSICÓLOGO O PSIQUIATRA
Esta experta afirma que «si hay que ir al psiquiatra, no hay que planteárselo dos veces. Porque al comienzo, sobre todo, parece que te hayan arrancado las entrañas».
ACOMPAÑAR EN SILENCIO Y EVITAR PREGUNTAS CURIOSAS
«No hay que marear a la persona que sufre. No hay que ser insistente en que coma o que haga esto o lo otro. Es mejor acompañarla en silencio y no hacer preguntas inútiles. Es importante, entre quienes atiendan a esa persona, cortar si hay deseo de hacer preguntas curiosas«.
LAS PALABRAS APROPIADAS
La tendencia a dar consejos no siempre es la mejor opción para asistir a quien sufre: «Cada persona tiene su ritmo y hay que respetarlo, así que nunca hay que pronunciar consejos en forma de orden como ‘sé fuerte’ o ‘tienes que aprender a…’.
También hay que ser prudentes a la hora de lanzar mensajes que no harían bien. «Por ejemplo, si una mujer sufre la pérdida de un hijo, sería contraproducente querer animarla con un palabras del tipo ‘qué bien, ahora tienes un angelito en el cielo’. Hay que aprender a empatizar, a ponerse en el dolor del otro. Hay que aprender la psicología de la persona que sufre«.
LAS CREENCIAS AYUDAN
Tener creencias, un sentido de la vida y una fe «es algo fundamental -asegura- en momentos como la muerte de un ser querido, y es todavía más crucial si no nos hemos podido despedir de él o ella«.
Para una persona que no tiene fe en que después de la vida existe un más allá, «la muerte de un ser querido es horrible y sin sentido. Para estas personas se hace todavía más necesario la ayuda psicológica de otros». Pero insiste: «Todos necesitamos esa ayuda«.
EXPERTOS EN DUELOTERAPIA
Sin embargo, Torelló matiza que «las personas somos cuerpo y alma, y necesitamos ayuda en el aspecto psicológico, de modo que habrá que pensar si es necesario acudir a un profesional. Existen los expertos en dueloterapia, que es una especialidad. Y hay que decir que no todos los psicólogos están capacitados para ayudar en este tipo de situaciones. Hay que saber muy bien en manos de quién nos ponemos».
ASISTIR A GRUPOS DE AYUDA EN EL DUELO
«Participar en un grupo de dueloterapia ayuda y mucho», anima esta experta. «En los grupos de duelo te unen a personas que han sufrido la muerte de un ser querido en circunstancias parecidas a las tuyas: madres que han perdido a un hijo, viudas… Unirse a otras personas que han pasado por lo mismo que tú es de gran ayuda. Se crean lazos, puedes expresarte y sabes que los demás van a comprender lo que tú explicas, hay una comprensión sincera del problema…».
Todas estas ventajas se unen de una forma que cura la herida puesto que los grupos siempre están orientados por un profesional que conduce la conversación de forma que ayude a superar el dolor.
En estas circunstancias, acceder a un grupo de duelo de forma física no es posible pero sí lo es hacerlo de forma virtual a través de Whatsapp, Hangouts, y Jiitsi o Zoom, entre otras app. Muchos tanatorios disponen de este servicio y pueden informar acerca de él.
¿QUÉ HACER SI NO PUDO HABER VELATORIO NI FUNERAL?
«Es indispensable que haya una ceremonia de despedida, y que se haga inmediatamente, para no arrastrar el dolor. Si no ha sido posible el velatorio ni el funeral, recomendaría hacer una ceremonia personal o mínimamente familiar en el caso de que haya varias personas en una misma casa aislada, incluso que se pueda hacer por videollamada y así puedan unirse los más íntimos», dice Torelló.
«Más adelante quizá pueda hacerse una misa de funeral, pero ahora es conveniente hacer un memorial. Se puede colocar una fotografía del fallecido junto a una vela y una imagen religiosa en el caso de los creyentes. Es momento para hablar en voz alta, para expresar los sentimientos porque las personas ahí decimos cosas que nunca habríamos expresado en público: gracias por tal cosa, perdón por tal otra… Eso alivia mucho».
NO POSPONER LA DESPEDIDA
Torelló insiste: no hay que cerrar la muerte de un familiar en el silencio y en el posponerlo hasta que se haga un funeral a posteriori, porque eso supondría dejar abierta la herida y entonces el momento del funeral se nos hará todavía más doloroso«. Eso no quita que cuando la situación producida por el coronavirus se acabe, podamos celebrar una misa o un acontecimiento que nos reúna
Añade que, en el caso de que la persona no esté sola y físicamente haya algún familiar con ella, puede resultar muy positivo aportar algún recuerdo de la persona que ha fallecido. Por ejemplo, a una nieta puede ayudarle recibir un pañuelo de la abuela u otro objeto con que pueda recordarla con frecuencia».
Mujer, ¿por qué estás llorando? ¿A quién buscas?
Meditación al Evangelio 22 de julio de 2020
Hoy celebramos la fiesta de Santa María Magdalena. En cierta ocasión pregunté a un grupo de personas quién era Magdalena. La mayoría de los presentes respondió que era una pecadora que se había convertido por el amor de Jesús. Y varios escritos e interpretaciones parecen indicar que así fue, pero me llama la atención que nos fijemos más en que era pecadora y no en que se convirtió en la primer testigo de la resurrección del Señor.
Se nos ha quedado grabado su pasado pecaminoso mucho más que el testimonio valiente y decidido que da de Cristo resucitado. ¡Qué fácil es guardar los errores de los demás! ¡Qué difícil reconocer sus aciertos! Y en el caso de una mujer con frecuencia es más notable esta actitud. Todo lo contrario a la forma de actuar de Jesús, echa pronto en el olvido los errores, ofrece la posibilidad de la conversión y confía en la persona para la nueva misión. Hace realidad lo que nos decía el profeta Miqueas: “Arroja a lo hondo del mar nuestros delitos”.
Es admirable la valentía y decisión de María Magdalena después de los acontecimientos de la crucifixión y muerte del Señor. Mientras los apóstoles no aciertan a superar el miedo, la tristeza o el dolor, y algunos de ellos de plano toman la decisión de abandonarlo todo, María Magdalena va al sepulcro e intenta seguir buscando a Jesús. Y como todo el que busca encuentra, ella tiene el privilegio de encontrarse cara a cara con el Resucitado, recibir su consuelo y la misión de llevar mensaje de esperanza y de consuelo a los discípulos.
No ha sido un camino fácil, primero ha aceptado la invitación a la conversión y después ha tenido que recorrer el camino para descubrir el rostro de Jesús. Conforme a la narración, por su tristeza y dolor, no es capaz de percibir a quiénes está preguntando por el Señor. Después confunde al jardinero y no puede ver en su rostro, el rostro del Resucitado.
Enseñanzas importantes para quienes buscamos al Señor: salir de nuestro pecado sostenidos más por la misericordia del Pastor que por nuestras propias fuerzas; hacer de la conversión una experiencia de encuentro. Perseverar en la búsqueda del Señor y convertirnos en testigos de su resurrección descubriendo su rostro en cada uno de los hermanos.
Detrás de los hechos, hay valiosos mensajes que llegan a nosotros y podemos tener en cuenta de ahora en adelante. El coronavirus ha desestabilizado el escenario económico, político y social de muchos países en todo el mundo y ha afectado la forma de vivir de millones de personas. Ha significado un cambio que en muchos casos ha traído una mayor conciencia sobre la falta de control que tenemos sobre las cosas. Lo que hemos comenzado a vivir hace meses nos recuerda que algo muy pequeño e invisible nos hace vulnerables y nos obliga a pensar dónde estamos parados y cómo vamos a posicionarnos ante una realidad que hoy nos interpela.
¿Se trata de perseverar en lo que conocemos o de comprometernos con un cambio de rumbo? Esta catástrofe de la pandemia nos muestra que más allá de los daños causados, podemos aprender algo de ella y parte de esa enseñanza la encontramos en símbolos que han sido reflejo de experiencias vividas y que han llegado con un mensaje que podemos tener cuenta de ahora en adelante.