Hombre de poca fe, ¿por qué has dudado?

Teresa Benedicta de la Cruz, Santa

Memoria Litúrgica, 9 de agosto

Monja Mártir

Martirologio Romano: Santa Teresa Benedicta de la Cruz (Edith) Stein, virgen de la Orden de las Carmelitas Descalzas y mártir, la cual, nacida y educada en la religión judía, después de haber enseñado filosofía durante algunos años entre grandes dificultades, recibió por el bautismo la nueva vida en Cristo y la desarrolló bajo el velo de religiosa, hasta que, en tiempo de un régimen hostil a la dignidad del hombre y de la fe, fue desterrada y encarcelada, muriendo en la cámara de gas del campo de exterminio de Oswiecim o Auschwitz, cerca de Cracovia, en Polonia (1942).

Fecha de beatificación: 1 de mayo de 1987 por S.S. Juan Pablo I
Fecha de canonización: 11 de octubre de 1998 por S.S. Juan Pablo II

Etimológicamente: Teresa = Aquella que es experta en la caza, es de origen griego.

Breve Biografía

Cuando Edith Stein, la última de once hermanos, nació en Breslau el 12 de octubre de 1891, la familia festejaba el Yom Kippur, la mayor fiesta hebrea, el día de la expiación. "Esto hizo, más que ninguna otra cosa, que su madre tuviera una especial predilección por la hija más pequeña". Precisamente esta fecha de su nacimientó fue para la carmelita casi un vaticinio.

El padre, comerciante de maderas, murió cuando Edith no había cumplido aún dos años. La madre, una mujer muy religiosa, solícita y voluntariosa, una persona verdaderamente admirable, al quedarse sola, debió hacer frente tanto al cuidado de la familia como a la gestión de la gran hacienda familiar; pero no consiguió mantener en los hijos una fe viva. Edith perdió la fe en Dios. "Con plena conciencia y por libre elección dejé de rezar".

Obtuvo brillantemente la reválida en 1911 y comenzó a estudiar germanística e historia en la Universidad de Breslau, más para tener una base de sustento en el futuro que por auténtica pasión. Su verdadero interés era la filosofía. Le interesaban también los problemas de la mujer. Entró a formar parte de la organización "Asociación Prusiana para el Derecho Femenino al Voto". Más tarde escribía: " como bachiller y joven estudiante, fui una feminista radical. Perdí después el interés por este asunto. Ahora voy en busca de soluciones puramente objetivas".

En 1913, la estudiante Edith Stein se fue a Gottinga para asistir a las clases universitarias de Edmund Husserl, de quien llegó a ser discípula y asistente, consiguiendo con él el doctorado. Por aquellos tiempos, Edmund Husserl fascinaba al público con un nuevo concepto de verdad: el mundo percibido no solamente existía de forma kantiana, como percepción subjetiva. Sus discípulos entendían su filosofía como un viraje hacia lo concreto. "Retorno al objetivismo". Sin que él lo pretendiera, la fenomenología condujo a no pocos discípulos y discípulas suyos a la fe cristiana. En Gottinga Edith Stein se encontró también con el filósofo Max Scheler y este encuentro atrajo su atención sobre el catolicismo. Pero todo esto no la hizo olvidar el estudio con el que debía ganarse el pan en el futuro y, en 1915, superó con la máxima calificación el examen de Estado. No obstante, no comenzó el periodo de formación profesional.

Al estallar la primera guerra mundial escribía: "ahora ya no tengo una vida propia". Siguió un curso de enfermería y prestó servicio en un hospital militar austríaco. Fueron tiempos difíciles para ella. Atendía a los ingresados en la sección de enfermos de tifus y prestaba servicio en el quirófano, viendo morir a hombres en la flor de su juventud. Al cerrar el hospital militar en 1916, siguió a Husserl a Friburgo en Brisgovia, donde obtuvo el doctorado "summa cum laude" con una tesis "Sobre el problema de la empatía ".

Por aquel tiempo le ocurrió un hecho importante: observó cómo una aldeana entraba en la Catedral de Frankfurt con la cesta de la compra, quedándose un rato para rezar. "Esto fue para mí algo completamente nuevo. En las sinagogas y en las iglesias protestantes que he frecuentado los creyentes acuden a las funciones. Aquí, sin embargo, una persona entró en la iglesia desierta, como si fuera a conversar en la intimidad. No he podido olvidar lo ocurrido". En las últimas páginas de su tesis de doctorado escribió: "ha habido personas que, tras un cambio imprevisto de su personalidad, han creído encontrar la misericordia divina". ¿Cómo llegó a esta afirmación?

Edith Stein tenía gran amistad con el asistente de Husserl en Gottinga, Adolf Reinach y su esposa. Adolf Reinach muere en Flandes en noviembre de 1917. Edith va a Gottinga. Los Reinach se habían convertido al Evangelio. Edith tenía cierta renuencia ante el encuentro con la joven viuda.

Con gran sorpresa encontró una creyente. "Este ha sido mi primer encuentro con la cruz y con la fuerza divina que transmite a sus portadores... Fue el momento en que se desmoronó mi irreligiosidad y brilló Cristo". Más tarde escribirá: "lo que no estaba en mis planes estaba en los planes de Dios. Arraiga en mí la convicción profunda de que -visto desde el lado de Dios- no existe la casualidad; toda mi vida, hasta los más mínimos detalles, está ya trazada en los planes de la Providencia divina y, ante los ojos absolutamente clarividentes de Dios, presenta una coherencia perfectamente ensamblada".

En otoño de 1918, Edith Stein dejó la actividad de asistente de Edmund Husserl porque deseaba trabajar independientemente. La primera vez que volvió a visitar a Husserl después de su conversión fue en 1930. Tuvo con él una discusión sobre la nueva fe de la que la hubiera gustado que participara también él. Tras ello escribió una frase sorprendente: "Después de cada encuentro que me hace sentir la imposibilidad de influenciar directamente, se agudiza en mí el impulso hacia mi propio holocausto".

Edith Stein deseaba obtener la habilitación para la libre docencia, algo que, por aquel entonces, era inalcanzable para una mujer. A este respecto, Husserl se pronunciaba así en un informe: "Si la carrera universitaria se hiciera accesible a las mujeres, la podría recomendar encarecidamente más que a cualquier otra persona para el examen de habilitación". Más tarde, sin embargo, se le negaría la habilitación a causa de su origen judío.

Edith Stein vuelve a Breslau. Escribe artículos en defensa de la psicología y de las humanidades. Pero lee también el Nuevo Testamento, Kierkegaard y el opúsculo de los Ejercicios espirituales de Ignacio de Loyola. Se da cuenta de que un escrito como éste no se le puede simplemente leer, sino que es necesario ponerlo en práctica.

En el verano de 1921 fue durante unas semanas a Bergzabern (Palatinado), a la finca de la Señora Hedwig Conrad-Martius, una discípula de Husserl. Esta señora, junto con su esposo, se había convertido al Evangelio. Una tarde Edith encontró en la biblioteca la autobiografía de Teresa de Ávila. La leyó durante toda la noche. "Cuando cerré el libro, me dije: esta es la verdad".

Considerando retrospectivamente su vida, escribía más tarde: "mi anhelo por la verdad era ya una oración".

En enero de 1922 Edith Stein se bautizó. Era el día de la Circuncisión de Jesús, la acogida de Jesús en la estirpe de Abraham. Estaba erguida ante la fuente bautismal, vestida con el blanco manto nupcial de Hedwig Conrad-Martius, que hizo de madrina. "Había dejado de practicar mi religión hebrea y me sentía nuevamente hebrea solamente tras mi retorno a Dios". Ahora tendrá siempre conciencia, y no sólo intelectualmente, sino de manera tangible, de pertenecer a la estirpe de Cristo. En la fiesta de la Candelaria, una fiesta cuyo origen se remonta también al Antiguo Testamento, fue confirmada por el Obispo de Espira en su capilla privada.

Después de su conversión, lo primero que hizo fue volver a Breslau. "Mamá, soy católica". Las dos lloraron. Hedwig Conrad-Martius escribió: "mira, dos israelitas y en ninguna de ellas hay engaño" (cf. Jn 1, 47).

Inmediatamente después de su conversión, Edith Stein aspira a entrar en el Carmelo, pero sus consejeros espirituales, el Vicario general de Espira y el Padre Przywara, S.J., le impiden dar este paso. Acepta entonces un empleo de profesora de alemán e historia en el Instituto y seminario para maestros del Convento dominico de la Magdalena de Espira hasta Pascua de 1931. Por insistencia del Archiabad Raphael Walzer, del convento de Beuron, hace largos viajes para dar conferencias, sobre todo sobre temas femeninos. "Durante el período inmediatamente precedente y también bastante después de mi conversión... creía que llevar una vida religiosa significaba renunciar a todas las cosas terrenas y vivir solamente con el pensamiento puesto en Dios. Gradualmente, sin embargo, me he dado cuenta de que este mundo exige de nosotros otras muchas cosas..., creo, incluso, que cuanto más se siente uno atraído por Dios, más debe "salir de sí mismo", en el sentido de dirigirse al mundo para llevar allí una razón divina para vivir". Su programa de trabajo es enorme. Traduce las cartas y los diarios del período precatólico de Newmann y la obra Quaestiones disputatae de veritate de Tomás de Aquino, en una versión muy libre por amor al diálogo con la filosofia moderna. El Padre Erich Przywara, S.J., la incitó a escribir también obras filosóficas propias. Aprendió que es posible "practicar la ciencia al servicio de Dios... sólo por tal motivo he podido decidirme a comenzar una serie de obras científicas". Encuentra siempre las fuerzas necesarias para su vida y su trabajo en el convento benedictino de Beuron, al que va para pasar allí las fiestas más importantes del año eclesiástico.

En 1931 termina su actividad en Espira. Intenta de nuevo obtener la habilitación para la libre docencia en Breslau y Friburgo. Todo en vano. Compone entonces una obra sobre los principales conceptos de Tomás de Aquino: "Potencia y acción". Más tarde hará de este ensayo una obra mayor, desarrollándola bajo el título de Endliches und ewiges Sein (Ser finito y Ser eterno) en el convento de las Carmelitas de Colonia. No fue posible imprimir esta obra durante su vida.

En 1932 se le asigna una cátedra en una institución católica, el Instituto de Pedagogía científica de Münster, donde tiene la posibilidad de desarrollar su propia antropología. Aquí encuentra la manera de unir ciencia y fe, y de hacer comprensible esta cuestión a otros. Durante toda su vida sólo quiso ser "instrumento de Dios". "Quien viene a mí, deseo conducirlo a Él ".

En 19331a noche se cierne sobre Alemania. "Había oído ya antes algo sobre las severas medidas contra los judíos. Pero ahora comencé de pronto a entender que Dios había puesto una vez más su pesada mano sobre su pueblo y que el destino de este pueblo era también el mío". El artículo de la ley de los nazis sobre la raza ariana hizo imposible que continuara su actividad docente. "Si aquí no puedo continuar, en Alemania ya no hay posibilidades para mí ". "Me había convertido en una extranjera en el mundo".

El Archiabad Walzer, de Beuron, ya no le impidió entrar en un convento de Carmelitas. Durante el tiempo que estuvo en Espira había hecho ya el voto de pobreza, castidad y obediencia. En 1933 se presenta a la Madre Priora del Monasterio de Carmelitas de Colonia. "Solamente la pasión de Cristo nos puede ayudar, no la actividad humana. Mi deseo es participar en ella".

Una vez más Edith fue a Breslau para despedirse de su madre y de la familia. El 12 de octubre fue el último día que pasó en su casa, el día de su cumpleaños y, a la vez, la fiesta hebrea de los tabernáculos. Edith acompaña a su madre a la sinagoga. Fue un día nada fácil para las dos mujeres. "¿Por qué la has conocido (la fe cristiana)? No quiero decir nada contra Él. Habrá sido un hombre bueno. Pero ¿por qué se ha hecho Dios? " . Su madre lloró. A la mañana siguiente Edith tomó el tren para Colonia. "No podía tener una alegría arrebatadora. Era demasiado tremendo lo que dejaba atrás. Pero yo estaba tranquilísima, en el puerto de la voluntad de Dios". Cada semana escribirá después una carta a su madre. No recibirá respuesta. Su hermana Rosa le mandará noticias de casa.

El 14 de octubre Edith Stein entra en el monasterio de las Carmelitas de Colonia. En 1934, el 14 de abril, tuvo lugar la ceremonia de toma de hábito. El Archiabad de Beuron celebró la misa. Desde aquel momento Edith Stein llevará el nombre de Sor Teresa Benedicta de la Cruz.

Escribe en 1938: "bajo la Cruz entendí el destino del pueblo de Dios que entonces (1933) comenzaba a anunciarse. Pensaba que entendiesen que se trataba de la Cruz de Cristo, que debían aceptarla en nombre de todos los demás. Es verdad que hoy entiendo mejor estas cosas, lo que significa ser esposa del Señor bajo el signo de la Cruz. Aunque ciertamente nunca será posible comprender todo esto, puesto que es un secreto". El 21 de abril de 1935 hizo los votos temporales. El 14 de septiembre de 1936, en el momento de renovar los votos, murió su madre en Breslau. "Hasta el último momento mi madre ha permanecido fiel a su religión. Pero, puesto que su fe y su firme confianza en su Dios... fue lo ultimo que permaneció vivo en su agonía, confío en que haya encontrado un juez muy clemente y que ahora sea mi más fiel abogada, para que también yo pueda llegar a la meta".

En el recordatorio de su profesión perpetua, el 21 de abril de 1938, hizo imprimir las palabras de San Juan de la Cruz, al que dedicará su última obra: "que ya sólo en amar es mi ejercicio ".
La entrada de Edith Stein en el convento de las Carmelitas no fue una huida. "Quien entra en el Carmelo no se pierde para los suyos, sino que le tienen aún más cercano; y esto porque nuestra profesión es la de dar cuenta de todos a Dios ". Dio cuenta a Dios sobre todo de su pueblo.

"Pienso continuamente en la reina Ester, que fue sacada de su pueblo para dar cuenta ante el rey. Yo soy una pequeña y débil Ester, pero el Rey que me ha elegido es infinitamente grande y misericordioso. Esto es un gran consuelo " (31.10.1938).

El 9 de noviembre de 1938 se puso de manifiesto ante todo el mundo el odio que tenían los nazis a los judíos. Arden las sinagogas, se siembra el terror entre las gentes judías. La Madre Superiora de las Carmelitas de Colonia hace todo lo posible para llevar al extranjero a Sor Teresa Benedicta de la Cruz. La noche de fin de año de 1938 cruza la frontera de los Países Bajos y la llevan al monasterio de Carmelitas de Echt, en Holanda. Allí redacta su testamento el 9 de junio de 1939.

"Ya desde ahora acepto con gozo, en completa sumisión y según su santísima voluntad, la muerte que Dios me haya destinado. Ruego al Señor que acepte mi vida y muerte... de manera que el Señor sea reconocido por los suyos y que su Reino venga con toda su magnificencia para la salvación de Alemania y la paz del mundo... ".

Ya en el monasterio de Carmelitas de Colonia, a Edith Stein se le había dado permiso para dedicarse a las obras científicas. Allí había escrito, entre otras cosas, De la vida de una familia judía. "Deseo narrar simplemente lo que he experimentado al ser hebrea". Ante "la juventud que hoy es educada desde la más tierna edad en el odio a los judíos..., nosotros, que hemos sido educados en la comunidad hebrea, tenemos el deber de dar testimonio".

En Echt, Edith Stein escribirá a toda prisa su ensayo sobre Juan de la Cruz, el místico doctor de la Iglesia, con ocasión del cuatrocientos aniversario de su nacimiento, 1542-1942. En 1941 escribía a una religiosa con quien tenía amistad: "una scientia crucis (la ciencia de la cruz) sólamente puede ser entendida si se lleva todo el peso de la cruz. De ello estaba convencida ya desde el primer instante y de todo corazón he pronunciado: Ave, Crux, Spes unica (te saludo, Cruz, única esperanza nuestra)". Su estudio sobre San Juan de la Cruz lleva como subtítulo: " La ciencia de la Cruz ".

El 2 de agosto de 1942 llega la Gestapo. Edith Stein se encuentra en la capilla con las otras Hermanas. En cinco minutos debe presentarse, junto con su hermana Rosa, que se había bautizado en la Iglesia Católica y prestaba servicio en las Carmelitas de Echt. Las últimas palabras de Edith Stein que se oyen en Echt están dirigidas a Rosa: "Ven, vayamos, por nuestro pueblo".

Junto con otros muchos otros judíos convertidos al cristianismo, las dos mujeres son llevadas al campo de concentración de Westerbork. Se trataba de una venganza contra el comunicado de protesta de los obispos católicos de los Países Bajos por los progromos y las deportaciones de los judíos. "Jamás había pensado que los seres humanos pudieran llegar a ser así, y tampoco podía pensar que mis hermanas y hermanos debieran sufrir así... cada hora rezo por ellos. ¿Oirá Dios mi oración? En todo caso, oye ciertamente sus lamentos". El Prof. Jan Nota, cercano a ella, escribirá más tarde: "para mí, ella es, en un mundo de negación de Dios, una testigo de la presencia de Dios".

Al amanecer del 7 de agosto sale una expedición de 987 judíos hacia Auschwitz. El 9 de agosto Sor Teresa Benedicta de la Cruz, junto con su hermana Rosa y muchos otros de su pueblo, murió en las cámaras de gas de Auschwitz.

Con su beatificación en Colonia el 1 de mayo de 1987, la Iglesia rindió honores, por decirlo con palabras del Sumo Pontífice Juan Pablo II, a "una hija de Israel, que durante la persecución de los nazis ha permanecido, como católica, unida con fe y amor al Señor Crucificado, Jesucristo, y, como judía, a su pueblo ".

El milagro para su canonización

Diez años después de la beatificación, en 1997, Teresa Benedicta McCarthy, una pequeña niña de la ciudad de Boston, en Estados Unidos, fue diagnosticada con un grave e irreversible caso de daño hepático luego de consumir una fuerte dosis de medicamentos, se recuperó repentinamente apenas sus padres oraron a Edith Stein.

Este hecho, completamente documentado, fue reconocido oficialmente como un milagro, abriendo así el camino para la canonización.

La oración y la fe

Santo Evangelio según san Mateo 14, 22-33. Domingo XIX del Tiempo Ordinario

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Señor, que pueda amarte para querer estar contigo en momentos de dificultad. Que desee estar solo contigo. Ayuda mi fe para que crezca cada día más y me pueda apoyar en ti siempre, sin dudar.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Mateo 14, 22-33

En aquel tiempo, inmediatamente después de la multiplicación de los panes, Jesús hizo que sus discípulos subieran a la barca y se dirigieran a la otra orilla, mientras él despedía a la gente. Después de despedirla, subió al monte a solas para orar. Llegada la noche, estaba él solo allí.

Entre tanto, la barca iba ya muy lejos de la costa y las olas la sacudían, porque el viento era contrario. A la madrugada, Jesús fue hacia ellos, caminando sobre el agua. Los discípulos, al verlo andar sobre el agua, se espantaron y decían: “¡Es un fantasma!” Y daban gritos de terror. Pero Jesús les dijo enseguida: “Tranquilícense y no teman. Soy yo”.

Entonces le dijo Pedro: “Señor, si eres tú, mándame ir a ti caminando sobre el agua”. Jesús le contestó: “Ven”. Pedro bajó de la barca y comenzó a caminar sobre el agua hacia Jesús; pero al sentir la fuerza del viento, le entró miedo, comenzó a hundirse y gritó: “¡Sálvame, Señor!” Inmediatamente Jesús le tendió la mano, lo sostuvo y le dijo: “Hombre de poca fe, ¿por qué dudaste?”.

En cuanto subieron a la barca, el viento se calmó. Los que estaban en la barca se postraron ante Jesús diciendo: “Verdaderamente tú eres el Hijo de Dios”.

Palabra del Señor.

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

No debemos tener miedo de la soledad porque nos puede hacer mucho bien el aprender a estar solos. Es un momento en el que se puede crecer en conocimiento personal y, así, reconocer quiénes somos en lo más profundo de nuestro ser, hijos amados del Padre. Seguramente así eran las oraciones de Cristo, me lo imagino como un niño en presencia de su padre; cada vez sería distinta y siempre con toda la confianza de un hijo que sabe que su padre lo ama infinitamente.

Confiar en Dios significa verlo a lo largo de nuestro peregrinar, especialmente en los momentos oscuros y de dificultad. Señor, ¿eres Tú? Nuestra mente puede que no lo vea, pero nuestro corazón no nos mentiría. Debemos estar seguros que Dios está ahí y que nos sale al encuentro cuando lo necesitamos. San Pedro le pide una señal, pero fue una prueba de su fe porque terminó cayendo en el agua y Jesús lo sacó cuando se estaba ahogando.

Muchas veces Dios nos pedirá que estemos ahí en momentos que nos necesiten los demás para sacarlos de los aprietos en los que se encuentren. Esta es una tarea hermosa porque seremos como Cristo ayudando a la fe de los demás, seremos instrumentos de la gracia de Dios para que pueda llegar a las personas.

Una forma en la que podemos ver cómo está nuestra fe es preguntarnos cómo vemos a Dios en el día a día y si confiamos en que Él será nuestro sostén a través de nuestras pruebas más difíciles. Se puede ver a Dios de diferentes formas dependiendo de lo que tengamos a nuestro alrededor o lo que nos surja en el camino, como también las personas con las que nos relacionamos. Creer en Dios es confiar que nos ayudará como nuestro padre cuando lo necesitamos.

«Habían tenido la misma experiencia en el lago cuando Jesús fue hacia ellos caminando sobre el agua. Pero en ese momento Pedro, haciéndose valiente, apostó por el Señor, dijo: “Si eres tú, mándame ir a ti sobre las aguas”. Este día Pedro estaba callado, había hablado con el Señor esa mañana, y nadie sabe lo que se dijeron en ese diálogo y por eso estaba callado. Pero tenían tanto miedo, estaban turbados, que creyeron haber visto un fantasma. Pero él les dice: “¿Por qué os turbáis? ¿Por qué alberga dudas vuestro corazón? Mirad mis manos y mis pies...”, les muestra las llagas. Ese tesoro que Jesús llevó al cielo para mostrárselo al Padre e interceder por nosotros. “Tocadme y mirad; un fantasma no tiene carne ni huesos”. Y luego hay una frase que me da mucho consuelo y por eso, este pasaje del Evangelio es uno de mis favoritos: “No acababan de creérselo a causa de la alegría...”, aún y estaban llenos de asombro, la alegría les impedía creer. Era tanta la alegría que “no, esto no puede ser cierto. Esta alegría no es real, es demasiada alegría”. Y esto les impedía creer. La alegría. Los momentos de gran alegría. Estaban desbordados de alegría, pero paralizados por la alegría».

(Homilía de S.S. Francisco, 16 de abril de 2020).


Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Poner con confianza mi día en las manos de Dios.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

El niño y el mar

La lucha contra el sida.

El agua estaba encrespada. La marea era tan fuerte que cada ola escupía cientos de estrellas de mar sobre la playa. Era un escenario desolador. De repente, un nativo entró en la playa y comenzó a regresar al mar cuantas estrellas podía.

Un extranjero se acercó a él y le dijo: «¿No ves que es inútil lo que haces? Por cada estrella que recoges, otras cien caen sobre la ribera. Es un trabajo interminable y sin razón». El oriundo lo miró sosteniendo delicadamente una de ellas y le dijo: «Aunque sólo se salvara ésta, valdría la pena cualquier esfuerzo». Y regresó inmediatamente a su labor.

El mundo esta lleno de estos nativos que buscan hacer el bien, en nuestra noticia su nombre es Protus Lumiti; la playa es el orfanato que dirige en Nyumbani, en las afueras de Nairobi; y las estrellas son sus niños seropositivos. El asilo se sostiene casi únicamente de donaciones extranjeras, pues ni el país ni el continente están en grado de patrocinar obras tan indispensables. Gracias a estas ayudas puede ofrece el mejor servicio posible, y permite a Protus y a sus ayudantes dedicarse de lleno al cuidado de los niños.

En el lugar hay casi cien pequeños, todos infectados por el nefasto virus. Parecería apenas nada si se compara con los tres millones de chicuelos que padecen de ella en todo el continente. Pero no. Cada uno de ellos vale todo el esfuerzo y sacrificio de Protus. Por cada uno, él estaría dispuesto a entregar su vida entera con tal de paliar un poco sus sufrimientos. Por esto no se separa de ellos. Vive día y noche a su lado, sufre junto a ellos, sonríe para ellos, se duele con ellos.

¿Cómo se puede perseverar en una tarea tan dura y a veces muy ingrata? La respuesta nos la ofrece él mismo en un reportaje publicado en “El País”: «Siempre duele, siempre le consume a uno. En 1999, cuando murió una niña de 11 años, estuve a punto de irme, casi no pude resistirlo más. Era demasiado. Pero entonces pensé que, si me iba, no sabía qué iba a ocurrir con las enfermeras, las cuidadoras y el resto del personal; ¿se irían también, iban a seguir mi ejemplo? Tenía que quedarme». Y se quedó.

Su serenidad es admirable. Su carácter apacible transmite tranquilidad a quienes lo rodean; no podría ser de otro modo. Cuando se toca día y noche el más crudo sufrimiento humano, o nuestra mente enloquece o nuestra alma se lanza a las alturas, sube la escalera de Dios y aprende a ver el mundo con otros ojos.

«Por supuesto que pregunto -dice- por qué tienen que sufrir unos niños inocentes, por qué tienen que vivir todo esto. Pero sigo creyendo. En cierto modo, nuestra espiritualidad, nuestra fe en Dios, se fortalece en este lugar…».

Servir no es cosa fácil -menos aún entre enfermos de sida-, pero gracias a personas como Protus la esperanza sigue iluminando el mundo. Y así, sabemos que el mejor camino para que siga brillando es amando a todos y cada uno de los que nos rodean.

El Papa a las Franciscanas Mínimas del Sagrado Corazón: sean madres para el mundo

Celebrarán el centenario del nacimiento al cielo de su fundadora.

Comienza hoy un año jubilar en la memoria litúrgica de la beata María Margarita Caiani, religiosa toscana fallecida el 8 de agosto de 1921, después de haber dado nacimiento a la Congregación de las Hermanas Franciscanas del Sagrado Corazón dedicada a la formación de la juventud y al cuidado de los enfermos. En 2021, pues, se cumplirán cien años de que la Familia, nacida e inspirada por la beata, vive y trabaja, y Francisco, en vista de este importante aniversario, escribe sus deseos a sus hijas espirituales, para acompañarlas en la preparación del año jubilar. En primer lugar, la suya es una recomendación para encarnar, en el presente, la especificidad del carisma, "perfumando el mundo con el don de la vida", y así afrontar los nuevos retos sin encerrarse en el pasado.

"Mi deseo es que este año – escribe el Papa - sea una ocasión para que toda la Congregación recuerde la vida y las enseñanzas de la Fundadora, así como estos casi ciento veinte años de camino, mirando también a los desafíos del futuro. Es una gracia tener un corazón agradecido y reconciliado con el ayer y los ojos llenos de esperanza en el mañana; ¡ay de refugiarse en un pasado que ya no es o en un mañana que aún no es, huyendo del hoy en el que estamos llamados a vivir y a trabaja! Este aniversario les llama a encarnar en nuestro tiempo las especificidades de su carisma. Que el Espíritu Santo, que lo suscitó a principios del siglo pasado, les dé la fuerza para redescubrir su frescura y la capacidad de seguir perfumando el mundo con el don de su vida”.

El estilo de la pequeñez
En el mensaje el Santo Padre se detiene en el nombre, "franciscanas mínimas del Sagrado corazón", y dice:

La Madre Caiani, llamándoles Mínimas, quiso resaltar cómo debe ser el estilo de su vida: el estilo de la pequeñez. Esto se confirmó con el injerto del Instituto en el árbol de la gran familia franciscan: se colocaron en la escuela de San Francisco para seguir mejor al Señor, que "se hizo pequeño, eligió este camino", el de “humillarse y humillarse hasta la muerte en la cruz".

Se trata, dice el Pontífice, de un camino “que hay que recorrer todos los días”: un sendero estrecho y arduo, que, si uno lo sigue hasta el final, "la vida se vuelve fructífera", como lo fue "para la Virgen María, mirada por el Altísimo precisamente porque era humilde, pequeña", convirtiéndose así "en la Madre de Dios".

Una vida en perfecta unión con Dios
Las hermanas de la Madre Caiani son "Mínimas" y "del Sagrado corazón". En esta segunda especificación Francisco señala dos rasgos: la ternura, propia del amor cercano y concreto con el que Jesús ama, y luego la pertenencia. El Papa escribe:

"El Señor les ha donado la vida, les ha generado la fe y les ha llamado a sí en la vida consagrada atrayéndoles a su corazón. Esta pertenencia se manifiesta de una manera particular en la oración. Toda nuestra vida está llamada, con la gracia del Espíritu, a convertirse en oración. Por eso debemos permitir que el Señor permanezca siempre unido a nosotros. Y así nos transforma, día tras día, haciendo nuestro corazón cada vez más similar al suyo”.

Así, dice Francisco, "sea su vida": en perfecta unión con Dios. Que su “ir al Señor”, sea “lleno de alegría, la alegría del niño que corre a sus padres para abrazarlos y besarlos”. “Impulsadas por el Sagrado Corazón -añade - , serán madres para los hermanos y hermanas que encuentren de la cuna a la tumba, como decía la Beata María Margarita. Anunciarán con alegría que el Señor siempre nos mira con misericordia, tiene un corazón misericordioso”.

Gestos capaces de hacer el mundo más bello
Francisco también habló del carisma de las religiosas que tiene “una dimensión reparadora”: “ustedes, con sus oraciones y sus pequeños gestos, siembran en el campo del mundo la semilla del amor de Dios que hace nuevas todas las cosas”. Y recordó, por último, las numerosas obras de las religiosas en países como Italia, Brasil, Egipto, Sri Lanka y Belén: “gestos”, dice el Papa, “capaces de hacer el mundo más bello, de iluminarlo con un rayo de amor de Dios”.

La colección indígena de los Museos Vaticanos.

La Iglesia y la Santa Sede dan voz a los pueblos indígenas.

Los Museos Vaticanos y la “Aboriginal Studies Press” han presentado este catálogo con más de 400 páginas sobre los indígenas australianos. Se titula Australia. La colección indígena de los Museos Vaticanos.

Katherine Aigner es la autora de este volumen, el tercero de varios trabajos basados en las colecciones etnológicas del museo.

KATHERINE AIGNER

Autora del catálogo

“El catálogo está escrito para un público general. Incluye una selección de objetos y sus datos científicos. Hay también 18 artículos escritos por indígenas y no indígenas. Hay muchos tipos de autores: activistas, defensores, jefes de comunidades indígenas. Como dice el Papa Francisco, no se trata únicamente de cuidar el medio ambiente, sino también de proteger las diferentes culturas del mundo y su patrimonio”.

MELISSA HITCHMAN

Embajadora de Australia ante la Santa Sede

“Nos encontramos en el corazón del Vaticano, el centro del Cristianismo. Es admirable poder ver cómo la Iglesia y la Santa Sede dan voz a los pueblos indígenas en un mundo que a veces no quiere escuchar a las culturas minoritarias”.

El catálogo se une a la colección permanente australiana de los Museos Vaticanos. Es un modo concreto de reconocer y respetar la cultura, el arte y la religión de estas personas, como se vio en la presentación.

Uno de los artistas que aparece en el libro realizó esta danza aborigen tradicional que todavía hoy se sigue haciendo.

PEDRO WONAEAMIRRI

Artista indígena

“El catálogo muestra piezas de comunidades del Norte y el Oeste de Australia. Esta es una colección magnífica”.

“Mi arte se basa en los tótems que mi pueblo hizo a lo largo de la historia y que todavía hoy se hacen. Estos tótems son muy especiales para mí y para mi pueblo”.

La directora de los Museos Vaticanos destacó la importancia de reconocer las culturas con el fin de construir puentes.

BARBARA JATTA

Directora de Museos Vaticanos

“Este es un evento de gran envergadura porque en cierta manera hemos comunicado al mundo la importancia de esta colección que tenemos en el Museo Etnológico del Vaticano. Es una colaboración de gran interés ya que nuestros museos buscan construir puentes con otras culturas y esta es una forma maravillosa de hacerlo”.

Estos puentes se están construyendo gracias a los embajadores de muchos países que se han reunido en el Vaticano para celebrar no sólo el presente de Australia, sino también su rica Cultura e Historia

¿Cómo ser sacerdote indígena hoy?

¿Qué tipos de retos debe enfrentar un sacerdote indígena en Hispanoamérica?, ¿qué esperan de ellos sus propias comunidades?

Al convocar el XII Encuentro Nacional de Sacerdotes Indígenas, la Comisión de Pastoral Indígena de la Conferencia del Episcopado Mexicano ha presentado como tema central del encuentro una pregunta: «¿Cómo ser sacerdote indígena hoy?».

Según la convocatoria de la Comisión, cuyo presidente es el obispo de San Cristóbal de las Casas, monseñor Felipe Arizmendi Esquivel, el objetivo fundamentales del encuentro consiste en fortalecer la identidad y la formación integral del sacerdote indígena, para que sea sacramento de Cristo, encarnado en nuestras culturas.

México posee una fuerte presencia de culturas indígenas (cerca de 11 millones de habitantes) y un número creciente de sacerdotes que proceden de las aproximadamente 60 etnias que conviven en el país.

Entre los temas que se discutirán durante el encuentro, destaca el de las «Semillas del Verbo» en los ministerios de las culturas indígenas, antes de la evangelización, así como el del sacerdocio de Cristo. El encuentro tendrá lugar del 26 al 29 de julio de 2005.

Después de escuchar los testimonios directos de quienes trabajan con las comunidades, los sacerdotes indígenas se preguntarán: ¿qué opinan y qué esperan las comunidades de los sacerdotes de origen indígena?

El sitio del encuentro será en Zapotitlán de Méndez, Puebla (a tres horas y media o cuatro desde Puebla) entrando por Zacatlán, o por Zacapoaxtla, a través de la carretera interserrana, en una de las zonas con mayor presencia indígena (nahuas, zapotecos, mixtecos) de México.
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Indígenas agentes de pastoral

VER

Coordiné un encuentro latinoamericano de 47 agentes de pastoral nativos de pueblos originarios, todos procedentes de diferentes culturas indígenas, en Latacunga, Ecuador, del 1 al 6 de abril. Eran seglares, religiosas, diáconos y sacerdotes de Argentina, Chile, Brasil, Paraguay, Bolivia, Perú, Ecuador, Colombia, Panamá, Costa Rica, Nicaragua, Guatemala y México. Sólo faltaron de El Salvador y Honduras, donde me dijeron sus Conferencias Episcopales que no tienen bien organizada esta pastoral. De Venezuela iban a participar dos, pero lo impidieron trabas migratorias a la hora de abordar el avión en Caracas. El encuentro fue promovido por el Departamento de Cultura y Educación del CELAM, del que soy miembro. Su objetivo fue compartir la realidad de los pueblos originarios latinoamericanos, discernir criterios a la luz del Magisterio universal y latinoamericano, y hacer propuestas pastorales, para fortalecer el proceso hacia una Iglesia con rostro autóctono.

Al compartir las realidades que viven, entre otras muchas cosas, dijeron:

“Los países se declaran multiétnicos y pluriculturales, pero no lo ponen en práctica. Control de la natalidad de una manera obligada (esterilización forzada). La pérdida de identidad de nuestros jóvenes. Se están perdiendo el idioma, el traje y los valores étnicos. El mal uso de las nuevas tecnologías. Como consecuencia de las migraciones a la ciudad, surgen adicciones (alcohol, droga), especialmente en los jóvenes, prostitución, embarazos precoces, relativismo, etc. Desplazamiento de las comunidades, por la violencia y el narcotráfico. Persecución y criminalización de los líderes que están defendiendo la madre tierra; unos han sido asesinados y otros han sido encarcelados injustamente. Los programas de asistencia social que imparte el gobierno crean dependencia; es una manera de comprar al pueblo. En tiempo de elecciones, los políticos se aprovechan de la pobreza de la gente y la manipulan; dividen a la comunidad. La violencia intrafamiliar. La mujer sufre discriminación, por ser mujer, pobre e indígena. En algunas regiones la mujer va dando su voz y su presencia. El sistema de familias extensas, muy propio de estas comunidades, está cambiando. Se ha rescatado la medicina tradicional. Explotaciones mineras, agrotóxicos, agro negocios que traen desforestación, contaminación a los territorios comunitarios y atentan contra el buen vivir de los pueblos indígenas. Afectan al territorio, tornándolo improductivo. La falta de acceso al agua y contaminación de la misma. La pobreza es cada vez más notoria, por las políticas neoliberales que se llevan adelante desde el Estado”.

Al compartir sobre qué pastoral se hace por parte de la Iglesia con y por estos pueblos, expresaron: “El sueño de una Iglesia con rostro propio va teniendo su camino, con procesos de reflexión y trabajo pastoral. Hay una primavera eclesial en nuestras iglesias con la presencia del Santo Padre Francisco. Falta una dimensión más profética de la Iglesia, una Iglesia que salga del templo, que baje al altar del pueblo. La inculturación del Evangelio sigue siendo un desafío. No conocemos a profundidad la espiritualidad, los signos, los ritos y símbolos. Falta un acompañamiento cercano a los pueblos con corazón y pensamiento propio. Hay documentos del Magisterio que nos ayudan a fortalecernos, pero no se ponen en práctica. Hay desconocimiento y prejuicios de la pastoral indígena. Algunos de los que se comprometen con los pueblos originarios, son mal vistos. Se están realizando traducciones de la Biblia, liturgia, cantos, catequesis, etc. Hay peligro de una folclorización de la espiritualidad indígena. Pocos sacerdotes y religiosos acompañan a los pueblos indígenas. Los que están trabajando con ellos, lo hacen de manera comprometida y constante. Hay sacerdotes y religiosas no indígenas que han aprendido la lengua y valoran nuestra cultura. Hay algunos obispos comprometidos con nuestros pueblos, acompañando y empujando los procesos”.

PENSAR

Muchos textos del Magisterio, tanto pontificio como latinoamericano, alientan esta pastoral. Los he recogido en un librito, editado tanto por nuestra Conferencia Episcopal como por el CELAM, titulado Pueblos originarios y Magisterio eclesial.  Allí rescato una encíclica sumamente actual de San Pío X, titulada Lacrimabili statu indorum, del año 1912, que recomiendo.

Hay muchísimas intervenciones de San Juan Pablo II, de Benedicto XVI y Francisco. Por ejemplo, en Canadá, San Juan Pablo II dijo: “Cuando por primera vez fue proclamada la fe entre los nativos de esta tierra, las valiosas tradiciones de las tribus indias se vigorizaban y enriquecían con el mensaje evangélico. Sus antepasados sabían por instinto que el Evangelio, lejos de destruir sus valores y costumbres auténticos, tenía poder de purificar y sublimar la herencia cultural que habían recibido. De este modo, no sólo el cristianismo es importante para los pueblos indios, sino que Cristo mismo es indio en los miembros de su Cuerpo (20-IX-1987 y 15-IX-1984).

El Papa Francisco dijo en Puerto Maldonado, Perú: “Ayuden a sus obispos, ayuden a sus misioneros y misioneras, para que se hagan uno con ustedes, y de esa manera dialogando entre todos, puedan plasmar una Iglesia con rostro amazónico y una Iglesia con rostro indígena” (19-I-2018).

ACTUAR

Transcribo lo que pidieron: “Que en los seminarios y en las casas de formación religiosa no se les robe su identidad. Valorar las vocaciones indígenas, desde la cosmovisión y espiritualidad de los pueblos. Estar con el pueblo y acompañar su proceso de reflexión teológica. El acompañamiento en sus luchas sociales, sobre todo en la defensa de sus derechos, cultura, territorio. Aprender sus idiomas, para evangelizar tomando en cuenta su cultura. Fortalecer la forma y el modo de acompañamiento de los pueblos originarios ante la realidad urbana en que se insertan y viven. Continuar el trabajo de los derechos humanos de los pueblos originarios. Formación del clero y de religiosas indígenas”.

Al final, expresaron el deseo de que haya un Sínodo sobre pueblos originarios.

Papa Francisco: Hay que aprender a abandonarse en manos de Dios

Las palabras hoy en el rezo del Ángelus

Abandonarse «con confianza en Dios en cada momento de nuestra vida, especialmente en la hora de la prueba y la conmoción». Esta es la invitación dirigida por el Papa Francisco en el Ángelus, rezado desde la Plaza de San Pedro.

El Papa quiso recordar el pasaje del Evangelio en el que Jesús «camina sobre las aguas del lago» mientras la barca de los discípulos estaba bloqueada por una tormenta.

La barca a merced de la tempestad es una imagen de la Iglesia, que en todos los tiempos se encuentra con vientos en contra, a veces pruebas muy severas: pensemos en ciertas persecuciones largas y amargas del siglo pasado, y aún hoy, en algunas partes. En esas situaciones, puede sentirse tentada a pensar que Dios la ha abandonado.

Pero en realidad es precisamente en esos momentos donde más resplandece el testimonio de fe, el testimonio de amor y el testimonio de esperanza. Es la presencia de Cristo resucitado en su Iglesia la que da la gracia del testimonio hasta el martirio, del que brotan nuevos cristianos y frutos de reconciliación y paz para todo el mundo.

Jesús tiende su mano

Como en el caso de Pedro, que tenía miedo de hundirse, a veces podemos sentirnos abrumados por el espanto y el miedo.

Cuando sentimos fuertes dudas y temores y parecemos hundirnos, en los momentos difíciles de la vida, donde todo se vuelve oscuro, no debemos avergonzarnos de gritar, como Pedro: «¡Señor, sálvame!» (v. 30). Llamando al corazón de Dios, al corazón de Jesús: «¡Señor, sálvame!». ¡Es una hermosa oración! Podemos repetirla muchas veces: «¡Señor, sálvame!».

Y el gesto de Jesús, que inmediatamente extiende su mano y toma la de su amigo, debe ser contemplado en profundidad: Jesús es esto, Jesús hace esto, Jesús es la mano del Padre que nunca nos abandona; la mano fuerte y fiel del Padre, que siempre y solo quiere nuestro bien.

Corazones vueltos a Dios

«Tener fe – añade Francisco – significa, en medio de la tormenta, mantener el corazón vuelto hacia Dios, hacia su amor, hacia su ternura de Padre».

Jesús quiso enseñar esto a Pedro y a los discípulos, y también a nosotros hoy. En los momentos oscuros, en los momentos de tristeza, Él sabe bien que nuestra fe es pobre – todos, ¿eh?, Somos gente de poca fe: todos, incluso yo, todos – y que la fe es pobre y que nuestro camino puede ser difícil, bloqueado por fuerzas adversas.

Pero Él es el Resucitado, no olvidemos esto: Él es el Señor que pasó por la muerte para traernos a salvo. Incluso antes de que comencemos a buscarlo, él está presente a nuestro lado. Y al levantarnos de nuestras caídas, nos hace crecer en la fe.

Después del Ángelus, el pensamiento del Papa se dirigió al Líbano, escenario de una dramática doble explosión el martes pasado. El Santo Padre renovó su llamado «a la ayuda generosa de la comunidad internacional».

Francisco también recordó el 75 aniversario de los «trágicos bombardeos atómicos de Hiroshima y Nagasaki» e instó a la comunidad internacional a comprometerse con «un mundo libre de armas nucleares».

7 citas de Edith Stein que toda mujer debería leer

Con su estilo particular de feminismo, Stein es una voz de los tiempos modernos

Edith Stein siempre fue una joven sobresaliente. Nació en Alemania en 1891 y con el tiempo se la conoció por su nombre religioso, santa Teresa Benedicta de la Cruz.

Stein podría haber llevado una vida tranquila al margen de la mirada pública, ya que las mujeres de su época a menudo recibían funciones significativamente menores en la sociedad en comparación a los hombres.

En vez de eso, decidió marcar su propio camino y seguir su auténtica vocación, que la llevó primero a un programa de filosofía de gran prestigio en la Universidad de Gotinga, luego a la enseñanza y a la conversión a la fe católica y, finalmente, a su entrada en un monasterio carmelita.

La fascinante vida de Stein fue interrumpida prematuramente con su martirio en un campo de exterminio nazi durante la Segunda Guerra Mundial, pero debido a su variada experiencia y a su profundo intelecto, fue capaz de escribir y publicar con perspicacia sobre las mujeres y la vocación en las mujeres durante los años de que dispuso.

Stein, studentessa a Breslavia (1913-1914)

Sus ideas fueron especialmente influyentes para el papa san Juan Pablo II, quien la canonizó en 1998 diciendo: “La experiencia de esta mujer, que afrontó los desafíos de un siglo atormentado como el nuestro, es un ejemplo para nosotros”.

Stein es una santa para los tiempos modernos y resulta especialmente perspicaz en lo referente a lo que significa ser mujer en el mundo moderno.

Su estilo particular de feminismo es original, refrescante y contiene una sabiduría que pueden aprovechar las mujeres de hoy día.

No es una persona fácil de clasificar y no espera tampoco que las otras mujeres se afanen en ajustarse a ninguna etiqueta.

En vez de eso, explica el don único e irreemplazable que son las mujeres para el mundo. Así que, a fin de cuentas quizás no tratara de ser una mujer sobresaliente, quizás sencillamente estaba siendo ella misma.

Aquí hay una pequeña muestra de lo que puede decir al mundo de hoy:

Edith nunca dudó que ser madre es una vocación irreemplazable a la que muchas mujeres están llamadas.

No todas las mujeres necesitan ser madres (ella misma no lo era) para llevar vidas felices y plenas, pero solo una mujer puede ser llamada a esta hermosa vocación que a menudo es infravalorada.

Edith, por el contrario, insistía en que es una de las vocaciones más nobles. Si eres madre, recuerda la dignidad y la importancia de tu vocación.

“Toda profesión en la que el alma de una mujer es dueña de sí misma y que pueda ser realizada por el alma de una mujer es una auténtica profesión femenina”. (El ‘ethos’ de las profesiones femeninas)

De modo que, si las mujeres no están limitadas únicamente por la maternidad, ¿qué opciones existen y dónde está el límite de lo que una mujer puede hacer?

Edith insiste en que la lista es interminable y que las posibles vocaciones disponibles para las mujeres son todas y cada una de las profesiones o vocaciones en las que sus almas encuentren su auténtica dignidad.

Edith Stein es mucho más inteligente que yo, así que esta frase es difícil de desengranar, pero merece la pena intentarlo, porque su significado es muy profundo.

Una de las preguntas que se plantea constantemente es “¿podemos conocer de verdad a otras personas, en particular, el modo en que sienten?”. Su respuesta es “sí”, porque la naturaleza misma del alma humana, la razón de su existencia, se encuentra en la relación con otras almas.

Es una forma complicada de decir que lo que de verdad da sentido a la vida son nuestras relaciones.

Para ella, las mujeres están dotadas específicamente con la capacidad de abrir sus almas, lo cual imparte propósito y significado a las vidas de los demás.

En el mundo moderno, práctico, la empatía no se entiende de verdad ni se practica, porque no la creemos posible o simplemente no la valoramos, pero Edith insiste en que es una vocación valiosa.

  • “El alma de la mujer debe ser amplia y abierta a todo lo humano; debe ser sosegada, de modo que ninguna débil llama pueda ser apagada por la tempestad; debe ser cálida, a fin de que la tiernas semillas no se congelen; (…) vacía de sí misma, para que la vida ajena tenga en ella espacio; finalmente, señora de sí misma y de su propio cuerpo, a fin de que toda su personalidad se encuentre en actitud de servicio a toda llamada”. (Los principios fundamentales de la educación de la mujer)

Según Edith, una mujer que está en total control de sí misma es libre de vivir para los demás.

La verdadera fuerza yace en al amor sacrificial que es apoyo allí donde los demás son débiles.

En un mundo donde el poder, la riqueza y la atención parecen llevarse todo el aplauso, Edith nos recuerda que una mujer verdaderamente encuentra alegría y satisfacción en hacer primero de su alma algo hermoso.

  • “Toda mujer que vive a la luz de la eternidad puede cumplir su vocación, independientemente de que sea en el matrimonio, en una orden religiosa o en una profesión mundana”. (La espiritualidad de la mujer cristiana)

Todos tenemos diferentes vocaciones en la vida. No todas las mujeres necesitan ser madre o monja o presidenta de una empresa digna de la lista Fortune 500, pero sea cual sea la vocación de una mujer, ella la cumplirá de mejor manera si entiende para qué está en el mundo y cómo puede contribuir al progreso de su felicidad.

Edith cree que sea cual sea tu vocación, deberías permitir que Dios fuera parte de ella.

  • “La mujer busca de forma natural abrazar lo que es vivo, personal e íntegro. Cuidar, guardar, proteger, nutrir y promover el crecimiento es su anhelo natural y maternal”. (El ‘ethos’ de las profesiones femeninas)

Todos tenemos defectos, cierto, y probablemente todos nos avergonzamos de los errores que hemos cometido en el pasado.

Edith incide en que las mujeres pueden abordar estos sentimientos casi como lo haría una madre, viendo los defectos no como un rasgo aislado que criticar implacablemente ni como una forma de definir toda una vida, sino que pueden seguir un mejor camino.

Ellas ven a las personas como un todo, como un trabajo en proceso y capaces de ser educadas en la grandeza.

El intelecto es valioso para el entendimiento de verdades y habilidades básicas, pero cuando de verdad conocemos a alguien o algo, nuestro conocimiento nos ayuda también a amarlo.

El objetivo del conocimiento es amar esas verdades hermosas y maravillosas que desvelamos. Esto significa que el corazón, en combinación con la mente, es necesario para conocer el mundo que nos rodea.

La mirada del amante ve con más claridad, lo cual supone que lo que quiera que amemos mejor, también lo conocemos mejor. En un mundo donde dominan la ciencia y la tecnología, no olvidemos el valioso conocimiento que surge del corazón.

Papa Francisco: Ante el coronavirus, vuelvan los ojos a Jesús

Empieza un ciclo de catequesis sobre la pandemia que aflige al mundo: Los cristianos, llamados a ser «sanadores»

«Volver en estos duros momentos los ojos hacia Jesús»: Este momento de grave emergencia de salud a nivel mundial ha sido elegido por el Papa Francisco para un ciclo de catequesis. Sus reflexiones, en un período tan dramático y oscuro, se entrelazan con la luz del Evangelio.

En la audiencia general de la Biblioteca del Palacio Apostólico, la primera después de las vacaciones de verano, el Papa recuerda que «la pandemia continúa causando heridas profundas, exponiendo nuestras vulnerabilidades». El Covid-19 es una plaga que sigue causando víctimas.

«Muchos, agrega el pontífice, son los muertos, muchos los enfermos, en todos los continentes». El virus también afecta al tejido social de países, naciones. «Mucha gente y muchas familias, explica el Papa, viven una época de incertidumbre, debido a problemas socioeconómicos, que afectan especialmente a los más pobres».

Pero hay una persona en la que siempre debemos poner la mirada, incluso en este momento nublado por la pandemia:

Debemos mantener nuestra mirada firme en Jesús y con esta fe abrazar la esperanza del Reino de Dios que Jesús mismo nos trae. Un reino de curación y salvación que ya está presente entre nosotros. Un Reino de justicia y paz que se manifiesta en obras de caridad, que a su vez aumentan la esperanza y fortalecen la fe.

La fe, la esperanza y la caridad, subraya el Papa, son «regalos que nos curan y que nos hacen sanadores, regalos que nos abren a nuevos horizontes, incluso mientras navegamos en las aguas difíciles de nuestro tiempo». Un momento en que estamos llamados a curar, a renovar la familia humana y el planeta:

Un nuevo encuentro con el Evangelio de fe, esperanza y amor nos invita a asumir un espíritu creativo y renovado. De esta manera, podremos transformar las raíces de nuestras enfermedades físicas, espirituales y sociales. Podremos sanar en profundidad las estructuras injustas y las prácticas destructivas que nos separan unos de otros, amenazando a la familia humana y a nuestro planeta.

Jesús cura

Los evangelios nos dicen que Jesús «cura a los afectados por fiebre, lepra, parálisis». Restaura «vista, habla u oído». «Cura, agrega Francesco, no solo una enfermedad física, sino toda la persona. De esta manera, él también la trae de vuelta a la comunidad, la libera de su aislamiento».

Jesús sana, pero no simplemente cura la parálisis. Jesús lo cura todo, perdona los pecados, renueva la vida del paralítico y sus amigos. Le da a luz de nuevo, por decirlo así. Una curación física y espiritual, completa, es el fruto de un encuentro personal y social. Imaginemos cómo esta amistad y la fe de todos los presentes en esa casa crecieron gracias al gesto de Jesús: ¡el encuentro sanador con Jesús!

¿Cómo, pregunta el Papa, podemos ayudar a sanar nuestro mundo hoy?

Como discípulos del Señor Jesús, médico de almas y cuerpos, estamos llamados a continuar «su obra de curación y salvación» en un sentido físico, social y espiritual. Aunque la Iglesia administra la gracia curativa de Cristo a través de los sacramentos, y aunque proporciona servicios de salud en los rincones más remotos del planeta, no es experta en la prevención o el tratamiento de la pandemia. Ella ayuda con los enfermos, pero no es una experta. Tampoco da indicaciones sociopolíticas específicas. Este es el trabajo de los líderes políticos y sociales.

Sin embargo, el Santo Padre observó, a lo largo de los siglos y a la luz del Evangelio, «la Iglesia ha desarrollado algunos principios sociales fundamentales»:

… Principios que pueden ayudarnos a avanzar, a preparar el futuro que necesitamos. Menciono lo principal, estrechamente relacionado entre sí: el principio de la dignidad de la persona, el principio del bien común, el principio de la opción preferencial por los pobres, el principio del destino universal de los bienes, el principio de solidaridad, subsidiariedad, el principio de cuidar nuestro hogar común. Todos estos principios ayudan a los directores, gerentes de las empresas a continuar el crecimiento y también, como en este caso de una pandemia, a la curación del tejido personal y social. Todos estos principios expresan, de diferentes maneras, las virtudes de la fe, la esperanza y el amor.

El Papa finalmente invitó a «enfrentar juntos los problemas apremiantes que la pandemia ha destacado, especialmente las enfermedades sociales».

Exploraremos cómo nuestra tradición social católica, dijo Francisco, puede ayudar a la familia humana a sanar este mundo que sufre de enfermedades graves. Es mi deseo reflexionar y trabajar todos juntos, como seguidores de Jesús que sana, para construir un mundo mejor, lleno de esperanza para las generaciones futuras.

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