Si muere, da mucho fruto

Lorenzo, Santo

Memoria Litúrgica, 10 de agosto

Díacono y Mártir

Martirologio Romano: Fiesta de san Lorenzo, diácono y mártir, que deseó ardientemente acompañar al papa Sixto II en su martirio. Según cuenta san León Magno, recibió del tirano la orden de entregar los tesoros de la Iglesia, y él, burlándose, le presentó a los pobres en cuyo sustento y abrigo había gastado abundantes riquezas. Por la fe de Cristo, tres días más tarde superó el tormento del fuego, y el instrumento de su tortura se convirtió en distintivo de su triunfo, siendo enterrado su cuerpo en el cementerio de Campo Verano, que desde entonces fue llamado con su nombre (258).

Breve Biografía

San Lorenzo (mártir), uno de los diáconos de la iglesia romana, fue una de las víctimas de la persecución de Valeriano en el año 258, al igual que lo fueron el Papa Sixto II y muchos otros clérigos romanos. A comienzos del mes de agosto del año 258, el emperador emitió un edicto ordenando matar inmediatamente a todos los obispos, curas y diáconos ("episcopi et presbyteriet diacones incontinenti animadvertantur" -- Cipriano, Epist. lxxx, 1). Esta orden imperial se ejecuto inmediatamente en Roma. El 6 de agosto, el Papa Sixto II fue capturado en una catacumba y ejecutado de inmediato ("Xistum in cimiterio animadversum sciatis VIII id. Augusti et cum eo diacones quattuor." Cipriano, ep. lxxx, 1). Otros dos diáconos, Felicísimo y Agapito, fueron ejecutados el mismo día.

En el calendario romano de fiestas del siglo IV su fiesta coincide con dicha fecha. Cuatro días más tarde, el 10 de agosto del mismo año, Lorenzo, el último de los siete diáconos, también sufrió la muerte de un mártir. La muerte de este santo mártir es en esa fecha según el calendario de Filocalo para el año 354.

Este almanaque es un inventario de las principales fiestas de los mártires romanos de mitad del siglo IV; también menciona la calle donde se encontraría su tumba, la Vía Tiburtina ("III id. Aug. Laurentii in Tibertina"; Ruinart, "Acta sincera", Ratisbona, 1859, 632). Los itinerarios de las tumbas de los mártires romanos, como se dieron a conocer en el siglo VII, mencionan que este mártir fue enterrado en la Catacumba de Ciriaca en agro Verano (De Rossi, "Roma Sott.", I, 178).

Desde el siglo IV, San Lorenzo ha sido uno de los mártires más venerados de la iglesia romana. Constantino el Grande fue el primero en erigir un pequeño oratorio sobre el lugar donde fue enterrado. El Papa Pelagio II (579-90) amplió y embelleció el lugar. El Papa Sixto III (432-40) construyó, en la cima de la colina donde fue enterrado, una gran basílica de tres naves cuyo ábside está apoyado en la vieja iglesia. En el siglo XIII, el Papa Honorio III convirtió los edificios en uno y así es como se encuentra la Basílica de San Lorenzo hoy en día. El Papa San Dámaso (366-84) escribió un panegírico en verso que se grabó en mármol y se colocó sobre su tumba. Dos contemporáneos de este Papa, San Ambrosio de Milán y el poeta Prudencio, dieron detalles concretos sobre la muerte de San Lorenzo. Ambrosio relata (De officiis min. Xxviii) cuando se le preguntó a San Lorenzo por los tesoros de la Iglesia, este, hizo comparecer a los pobres entre los que, en lugar de darles limosna, había repartido el tesoro; también contó que cuando se llevaban al Papa Sixto II para ejecutarlo, éste reconfortó a San Lorenzo que deseaba compartir su martirio, diciéndole que le seguiría en tres días. El santo Obispo de Milán también explica que San Lorenzo fue quemado hasta la muerte en una parrilla de hierro (De offic., xli). De igual manera, pero con más detalles poéticos, Prudencio describe el martirio del diácono romano en su himno a San Lorenzo ("Peristephanon", Hymnus II).

El encuentro entre San Lorenzo y el Papa Sixto II, cuando éste último iba a ser ejecutado, según el relato de San Ambrosio, no es compatible con los informes contemporáneos sobre la persecución de Valeriano. La forma en que fue ejecutado –quemado en una parrilla de hierro al rojo vivo—también hace surgir importantes dudas. Las narraciones de Ambrosio y Prudencio se basan más en la tradición oral que en escritos. Es bastante posible que entre el año 258 y el final del siglo IV surgieran leyendas populares sobre esté diácono romano tan venerado y que algunas de esas historias hayan sido preservadas por estos dos autores. En cualquier caso, nosotros carecemos de medios para verificar en fuentes anteriores los detalles que derivan de San Ambrosio y Prudencio, o para establecer hasta que punto esos detalles se basan en la tradición histórica anterior. Probablemente, a principios del siglo VI se crearon otras versiones más completas sobre el martirio de San Lorenzo, y en estas narraciones muchos de los mártires de la Vía Tiburtina y de las dos Catacumbas de San Ciriaca en agro Verano y San Hipólito estaban relacionados de una forma romántica y totalmente legendaria.

Detalles que se dan en estas Actas sobre el martirio de San Lorenzo y su actividad antes de su muerte carecen de credibilidad. Sin embargo, a pesar de las críticas a las últimas versiones de su martirio, no cabe duda de que San Lorenzo fuera un personaje histórico real ni de que el diácono fue martirizado; tampoco existen dudas sobre el lugar donde ocurrió ni sobre la fecha de su entierro. El Papa Dámaso construyó una basílica en Roma dedicada a San Lorenzo; ésta es la iglesia conocida como San Lorenzo en Dámaso. La iglesia de San Lorenzo en Lucina, también dedicada a este santo, aún existe. El día de San Lorenzo sigue siendo el 10 de agosto (fecha de su muerte). Aparece dibujado con la parrilla de hierro en la que se supone que fue asado hasta la muerte.

Morir al mundo es vivir para Cristo

Santo Evangelio según san Juan 12, 24-26. Lunes XIX del Tiempo Ordinario

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Jesús, te quiero, te quiero mucho. Quédate en mi corazón y sigue llenándolo de tu alegría profunda y entusiasmo. Quiero tu paz, quiero tu amor. Quiero, en definitiva, tu Espíritu Santo. Dame luz para profundizar en tus palabras.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)

Del santo Evangelio según san Juan 12, 24-26

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Yo les aseguro que si el grano de trigo sembrado en la tierra no muere, queda infecundo; pero si muere, producirá mucho fruto. El que se ama a sí mismo, se pierde; el que se aborrece a sí mismo en este mundo, se asegura para la vida eterna.

El que quiera servirme, que me siga, para que donde yo esté, también esté mi servidor. El que me sirve será honrado por mi Padre”.

Palabra del Señor.

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

Hoy es san Lorenzo y esta noche se podrá observar en el cielo la «lluvia de estrellas» que representa sus lágrimas de dolor mientras ofrecía su vida por Jesús. San Lorenzo fue un diácono nacido en Hispania en tiempo de los romanos. El emperador Valerio dictó una persecución, y el diácono Lorenzo se vio encarcelado y posteriormente abrasado sobre una parrilla.

¿Es cierto que todos los cristianos hemos de morir por Cristo? ¿Qué es eso de la semilla muerta que da fruto? Todos estamos llamados a dar la vida por Cristo, cada uno a la manera que Dios le pida. Unos, será como misioneros. Otros, será trabajando con ejemplaridad y caridad en su oficio diario. Otros… Pero todos siempre con una actitud de fondo: «yo ya no existo, yo estoy muerto para mí mismo». Cuando empezamos a pensar en nuestro bienestar propio, brota la infelicidad de la insatisfacción, incluso cuando nos entregamos al hermano, pero seguimos buscándonos a nosotros.

Si queremos ir detrás del Señor, Él nos pide sólo una cosa: tomemos nuestra cruz, no pensemos tanto en nosotros sino en hacer felices a los demás. Entonces Dios nos honrará como dice el Evangelio, y nos dará una felicidad profunda y mucha fecundidad espiritual. Así, como san Lorenzo dio su vida por el Señor de forma tan brutal sobre el fuego, nosotros la entregamos cada día en el fuego abrasador de la caridad, aun cuando nos saque algunas lágrimas. Morir al mundo es vivir para Cristo.

«Pero quien tiene a Cristo a su propio lado realmente ya no teme a nada. Y por eso los cristianos, los verdaderos cristianos, nunca son hombres fáciles y acomodados. Su mansedumbre no se confunde con un sentido de inseguridad y de sumisión. San Pablo espolea a Timoteo a sufrir por el Evangelio y dice así: “Dios nos ha dado un espíritu de timidez, pero de fuerza, de caridad y de prudencia”. Caídos, se levantan siempre. He aquí, hermanos y hermanas, por qué el cristiano es un misionero de esperanza. No por su mérito, sino gracias a Jesús, el grano de trigo que no cae en la tierra y muere, queda él solo; pero si muere da mucho fruto».

(Audiencia de S.S. Francisco, 4 de octubre de 2017).

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Sufriré con paciencia las adversidades y defectos que mi prójimo me suponga en este día. Como Sta. Teresita decía, yo seré ese granito de arena que todos puedan pisotear e ignorar, sabiendo que Jesús es el único amor que me importa recibir.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

Los hijos: signo y fruto del amor conyugal

Cuando unos esposos transmiten la vida al hijo, un nuevo

Por: Pontificio Consejo para la Familia | Fuente:

"La herencia de Yahveh son los hijos, recompensa el fruto de las entrañas....Dichoso el hombre que ha llenado de ellas su aljaba; no quedará confuso cuando tenga pleito con sus enemigos en la puerta" (Sal 127,3.5).

La imagen divina en el hombre

Dios, con la creación del hombre y de la mujer a su imagen y semejanza, corona y lleva a la perfección la obra de sus manos; los llama a una especial participación en su amor y al mismo tiempo en su poder de Creador y Padre, mediante su cooperación libre y responsable en la transmisión del don de la vida humana. El cometido fundamental de la familia es el servicio a la vida, el realizar a lo largo de la historia la bendición original del Creador, transmitiendo en la generación la imagen divina de hombre a hombre (Cfr. Gén 5,1-3).

La fecundidad es el fruto y el signo del amor conyugal, el testimonio vivo de la entrega plena y recíproca de los esposos: El cultivo auténtico del amor conyugal y toda la estructura de la vida familiar que de él deriva, sin dejar de lado los demás fines del matrimonio, tienden a capacitar a los esposos para cooperar con fortaleza de espíritu con el amor del Creador y del Salvador, quien por medio de ellos aumenta y enriquece diariamente su propia familia. La fecundidad del amor conyugal no se reduce a la sola procreación de los hijos, aunque sea entendida en su dimensión específicamente humana: se amplía y se enriquece con todos los frutos de vida moral, espiritual y sobrenatural que el padre y la madre están llamados a dar a los hijos y, por medio de ellos, a la Iglesia y al mundo. La doctrina de la Iglesia sobre la transmisión de la vida se encuentra hoy en una situación social y cultural que la hace a la vez más difícil de comprender y más urgente e insustituible para promover el verdadero bien del hombre y de la mujer.

Lógica del don

Cuando el hombre y la mujer, en el matrimonio, se entregan y se reciben recíprocamente en la unidad de "una sola carne", la lógica de la entrega sincera entra en sus vidas. Sin aquélla, el matrimonio sería vacío, mientras que la comunión de las personas, edificada sobre esa lógica, se convierte en comunión de los padres. Cuando transmiten la vida al hijo, un nuevo "tú" humano se inserta en la órbita del "nosotros" de los esposos, una persona que ellos llamarán con un nombre nuevo: "nuestro hijo...; nuestra hija...".

"He adquirido un varón con el favor del Señor" (Gén 4,1), dice Eva, la primera mujer de la historia. Un ser humano, esperado durante nueve meses y "manifestado" después a los padres, hermanos y hermanas. El proceso de la concepción y del desarrollo en el seno materno, el parto, el nacimiento, sirven para crear como un espacio adecuado para que la nueva criatura pueda manifestarse como "don". Así es, efectivamente, desde el principio. ¿Podría, quizás, calificarse de manera diversa este ser frágil e indefenso, dependiente en todo de sus padres y encomendado completamente a ellos? El recién nacido se entrega a los padres por el hecho mismo de nacer. Su vida es ya un don, el primer don del Creador a la criatura.

Los hijos: importantísimos en el matrimonio

El hijo no es un derecho de los padres

El hijo no es un derecho sino un don. El don más excelente del matrimonio es una persona humana. El hijo no puede ser considerado como un objeto de propiedad, a lo que conduciría el reconocimiento de un pretendido «derecho al hijo». A este respecto, sólo el hijo posee verdaderos derechos: el de ser el fruto del acto específico del amor conyugal de sus padres, y tiene también el derecho a ser respetado como persona desde el momento de su concepción. Por tanto además de rechazar la fecundación heteróloga, la Iglesia es contraria desde el punto de vista moral a la fecundación homóloga in vitro, es decir entre los mismos esposos; ésta es en sí misma ilícita y contraria a la dignidad de la procreación y de la unión conyugal.

Abandonarse con confianza en Dios

Ángelus del Papa, 9 de agosto de 2020

Abandonarse con confianza en Dios en todo momento de nuestras vidas, especialmente en el momento de la prueba y la turbación: el Evangelio del día hace esta invitación, según el Sucesor de Pedro, quien a la hora del Ángelus de este domingo hizo presente, con convicción, que Jesús “es la mano del Padre que nunca nos abandona”. Él es – afirmó el Papa - “la mano fuerte y fiel del Padre, que quiere siempre y solo nuestro bien”.

En el Ángelus de este domingo, comentando el Evangelio del día (cfr. Mt 14, 22-33) que relata la travesía de los discípulos del lago en tempestad, cuando Jesús caminó sobre las aguas, el Papa Francisco se centró en el diálogo entre Jesús y Pedro. Los discípulos estaban turbados, piensan que Jesús es “un fantasma” y gritan “con miedo”. Pero Jesús los tranquiliza: «¡Ánimo!, que soy yo; no teman». Jesús dice a Pedro que vaya hacia Él, pero Pedro, que da algunos pasos, con el viento y las olas empieza a hundirse y, asustado, grita: «¡Señor, sálvame!». Jesús – recuerda el Papa – le toma de la mano y le dice: «Hombre de poca fe, ¿por qué dudaste?».

Gritar como Pedro: «¡Señor, sálvame!»
Aquí parte la reflexión del Papa Francisco de este domingo: esta historia – nos dice – es también una invitación a abandonarnos con confianza en Dios en todo momento de nuestra vida, especialmente en el momento de la prueba y la turbación.

Cuando sentimos fuerte la duda y el miedo y nos parece que nos hundimos, en los momentos difíciles de la vida, donde todo se vuelve oscuro: no debemos avergonzarnos de gritar, como Pedro: "¡Señor, sálvame!". (v. 30). Llamar al corazón de Dios, al corazón de Jesús: "¡Señor, sálvame!". ¡Es una hermosa oración! Podemos repetirla muchas veces: "¡Señor, sálvame!".

Dios no se impone, Él pide escuchar
Dios no es el gran rumor, Dios no es el huracán, no es el incendio, no es el terremoto, como recuerda hoy también la historia del profeta Elías que dice: Dios es la brisa ligera que no se impone, sino que pide escuchar (cfr. 1 Re 19,11-13). Tener fe quiere decir, en medio de la tempestad, tener el corazón dirigido a Dios, a su amor, a su ternura de Padre. Jesús quería enseñar esto a Pedro y a los discípulos, y también hoy a nosotros.

Jesús con nosotros antes de que empecemos a buscarlo
En los momentos oscuros, en los momentos de oscuridad, “nuestra fe es pobre y nuestro camino puede ser perturbado, bloqueado por fuerzas adversas”, afirmó también Francisco. Pero Jesús “lo sabe”, e “incluso antes de que empecemos a buscarlo", aseguró, "Él está presente junto a nosotros”. “Y levantándonos de nuestras caídas, nos hace crecer en la fe”.

Tal vez nosotros, en la oscuridad, gritamos: "¡Señor! ¡Señor!", pensando que está lejos. Y Él dice, "¡Estoy aquí!" Ah, él estaba conmigo... Así es el Señor.

El Papa señaló que la barca a merced de la tormenta es la imagen de la Iglesia, que en todas las épocas encuentra vientos contrarios, y a veces pruebas muy duras. E invitó a pensar en las persecuciones largas y amargas del siglo pasado, y también en algunas de nuestros días. Y dijo:

“En esas situaciones, puede tener la tentación de pensar que Dios la ha abandonado. Pero en realidad es precisamente en esos momentos que resplandece más el testimonio de la fe, el testimonio del amor y el testimonio de la esperanza. Es la presencia de Cristo resucitado en su Iglesia que dona la gracia del testimonio hasta el martirio, del que brotan nuevos cristianos y frutos de reconciliación y de paz por el mundo entero”.

Perseverar en la fe
Así, pues, al finalizar su reflexión, pidió la intercesión de María para que “nos ayude a perseverar en la fe y en el amor fraterno, cuando la oscuridad y las tempestades de la vida ponen en crisis nuestra confianza en Dios”.

33 preguntas y respuestas que debes conocer sobre la oración

Para recorrer el camino de la santidad se necesita hacer oración vocal y mental. La oración es el camino que nos conduce a la intimidad divina: en la oración se aprende a amar a Dios y a conocer su Voluntad.

Se recogen a continuación argumentos habituales de la vida cristiana, que provienen de muy diversas fuentes, como el Catecismo de la Iglesia Católica; de los escritos de algunos santos; de las enseñanzas de los Papas; de las obras de autores espirituales y teólogos, junto con los testimonios de oración de cristianos de diversas épocas.

  1. ¿Cuál es el sentido de la oración de meditación?
  • Enseña el Catecismo de la Iglesia:

2699 El Señor conduce a cada persona por los caminos de la vida y de la manera que él quiere. Cada fiel, a su vez, le responde según la determinación de su corazón y las expresiones personales de su oración.

No obstante, la tradición cristiana ha conservado tres expresiones principales de la vida de oración: la oración vocal, la meditación, y la oración de contemplación.

Tienen en común un rasgo fundamental: el recogimiento del corazón. Esta actitud vigilante para conservar la Palabra y permanecer en presencia de Dios hace de estas tres expresiones tiempos fuertes de la vida de oración.

  • La meditación es una búsqueda orante, que hace intervenir al pensamiento, la imaginación, la emoción, el deseo.(Catecismo, 2723).
     
  • La meditación lleva a unirnos con Dios y a tratarle personalmente, en una conversación de amor, como nos enseñó Jesucristo.
     
  • La oración es también un don de Dios, que hay que pedir con humildad.

Santa Teresa: oración es tratar de amistad con Quien sabemos que nos ama
No es otra cosa oración mental, a mi parecer, sino tratar de amistad. estando muchas veces tratando a solas con quien sabemos nos ama (Vida, 8, 2).

  • Cuando le preguntaron a Juan Pablo IIsobre la oración respondió

Comúnmente se considera una conversación. En una conversación hay siempre un “yo” y un “tú”. En este caso un Tú con la T mayúscula.

La experiencia de la oración enseña que si inicialmente el “yo” parece el elemento más importante, uno se da cuenta luego de que en realidad las cosas son de otro modo. Más importante es el Tú, porque la oración parte de la iniciativa de Dios.

En la oración, por tanto, el verdadero protagonista es Dios.

  • La humildad es la base de la oración (Catecismo, 2559)que es un trato filial, amoroso, cordial, confiado y continuo con nuestro Padre Dios; un diálogo de amor entre dos personas que se aman.
     
  • El Catecismo(2168-2589) muestra como oraban las grandes figuras del Antiguo Testamento:

Abraham: con audaz confianza en Dios

Jacob, en su lucha con el ángel: su lucha simboliza el “combate de la fe” y la victoria de la perseverancia en la oración.

Moisés: Se lee en la Escritura que “Dios hablaba con Moisés cara a cara, como habla un hombre con su amigo”.

El rey David rogaba perdón a Dios por sus pecados y los de su pueblo.

El profeta Elías gritaba con confianza: “¡Respóndeme, Señor, respóndeme”!

 

  1. ¿Cómo oraba Jesús?
  • El Evangeliocuenta en muchos pasajes como oraba Jesucristo. Jesús nos enseñó a orar:
    • con fe,
       
    • con confianza filial, de hijos,
       
    • con una disposición del corazón para hacer la oración del Padre
  • Habitualmente Jesús oraba solo,sobre todo antes de los momentos más importantes de su vida.
  • Oraba constantemente, porque estaba en la presencia del Padre y nos enseñó aretirarnos para orar de forma habitual: “de madrugada, todavía muy oscuro, se levantó, salió y se fue a un lugar solitario, y allí oraba ” (Marcos, 1, 35).
  • Oró especialmente durante sus cuarenta días en el desierto.
  • Oró antes de elegir a los doce apóstoles: ”se fue él al monte a orar y se pasó la noche en oración a Dios. Y cuando se hizo de día llamó a sus discípulos y eligió a los doce” (Lucas, 6, 12).
  • Oró en Getsemaní, antes de su Pasión.
     
  • Sus últimas palabras fueron una oración al Padre.
  • Otras veces Jesucristo oraba en compañía de otras personas, o pedía que le acompañaran, como en Getsemaní.

Son tantas las escenas en las que Jesucristo habla con su Padre, que resulta imposible detenernos en todas. Pero pienso que no podemos dejar de considerar las horas, tan intensas, que preceden a su Pasión y Muerte, cuando se prepara para consumar el Sacrificio que nos devolverá al Amor divino.

En la intimidad del Cenáculo su Corazón se desborda: se dirige suplicante al Padre, anuncia la venida del Espíritu Santo, anima a los suyos a un continuo fervor de caridad y de fe.

Ese encendido recogimiento del Redentor continúa en Getsemaní, cuando percibe que ya es inminente la Pasión, con las humillaciones y los dolores que se acercan, esa Cruz dura, en la que cuelgan a los malhechores, que El ha deseado ardientemente. Padre, si es posible, aparta de mí este cáliz (Lc XXII, 42.). Y enseguida: pero no se haga mi voluntad, sino la tuya (Lc XXII, 42.).

Más tarde, cosido al madero, solo, con los brazos extendidos con gesto de sacerdote eterno, sigue manteniendo el mismo diálogo con su Padre: en tus manos encomiendo mi espíritu (Lc XXIII, 46.) (Amigos de Dios, 240)

  1. ¿Siempre se ha hecho de este modo la oración en la Iglesia?

 Sí. El mejor ejemplo para la oración de cristiano es la oración de la Virgen María

  • El Catecismo (2617-19) enseña como la Virgencooperó con su oración, de manera única, en la salvación de los hombres:
  • En la Anunciación, para la concepción de Cristo.
     
  • En el Magníficat, que fue un canto de alabanza a Dios.
     
  • En las Bodas de Caná, para pedir el primer milagro.

     
  • En Pentecostés, para la formación de la Iglesia

En el Calvario, junto al patíbulo, reza. No es una actitud nueva de María. Así se ha conducido siempre, cumpliendo sus deberes, ocupándose de su hogar. Mientras estaba en las cosas de la tierra, permanecía pendiente de Dios. Cristo, perfectus Deus, perfectus homo (Símbolo Quicumque), quiso que también su Madre, la criatura más excelsa, la llena de gracia, nos confirmase en ese afán de elevar siempre la mirada al amor divino.

Recordad la escena de la Anunciación: baja el Arcángel, para comunicar la divina embajada –el anuncio de que sería Madre de Dios–, y la encuentra retirada en oración. María está enteramente recogida en el Señor, cuando San Gabriel la saluda: Dios te salve, ¡oh llena de gracia!, el Señor es contigo (Lc I, 28.).

Días después rompe en la alegría del Magnificat –ese canto mariano, que nos ha transmitido el Espíritu Santo por la delicada fidelidad de San Lucas–, fruto del trato habitual de la Virgen Santísima con Dios. (Amigos de Dios, 241)

La oración de los Apóstoles

  • Cuentan los Hechos de los Apóstoles que los Apóstoles Pedro y Juansubían al Templo para la oración de la hora nona. (Hechos, III.1)
     
    • San Pedrorecibió la indicación de predicar el Evangelio a los gentiles mientras estaba haciendo oración en la azotea de la casa de Simón el curtidor, en Joppe. (Hechos, 19, 9)
       
    • San Pablose pasó una noche entera rezando en la cárcel de Filipos.
       

La oración de los Primeros Cristianos

  • Los primeros cristianos perseveraban en la doctrina de los Apóstoles y en la comunión, en la fracción del pan y en la oración. (Hechos, 2, 42)
     
  • Escribe san Agustín: "Sin la oración de Esteban, la Iglesia no tendría a Pablo" (Sermón 382)

 Los Padres y santos de la Iglesia de los primeros siglos

San Cripriano (obispo y mártir, 200-258): "El que ora, hermanos muy amados, no debe igmorar como oraron el fariseo y el publicano en el templo.

Éste último, sin atreverse a levantar sus ojos al cielo, sin osar levantar sus manos, tanta era su humildad, se daba golpes de pecho y confesaba los pecados ocultos en su interior, implorando el auxilio de la divina misericordia, mientras que el fariseo oraba satisfecho de si mismo; y fue justicado el publicano, porque el orar no puso la esperanza de la salvación en la convicción de su propia inocencia, ya que nadie es inocente, sino que oró confesando humildemente sus pecadosm y Aquel que perdona a los humildes escuchó su oración"

(Sobre la oración del Señor).

  1. ¿Se puede ser buen cristiano sin rezar?

No. Recuerdan los santos:
 

Santa Teresa: Quien no hace oración no necesita demonio que le tiente.
 

San Alfonso María de Ligorio: "Es, pues, por la oración por la que todos los santos no sólo se han salvado, si no que han llegado a ser santos. Los condenados se han condenado por no haber orado; si hubieran orado no se hubieran condenado (Del gran medio de la oración).
 

San Josemaría: —Santo, sin oración?... –No creo en esa santidad (Camino, 107). Tu vida de apóstol vale lo que vale tu oración. (Camino, 108). La oración es el cimiento de la vida espiritual (Camino, 83)

  • Para recorrer el camino de la santidad se necesita hacer oración vocal y mental. La oración es el camino que nos conduce a la intimidad divina: en la oración se aprende a amar a Dios y a conocer su Voluntad.
     
  • Recuerda el Catecismo:

2697 La oración es la vida del corazón nuevo. Debe animarnos en todo momento. Nosotros, sin embargo, olvidamos al que es nuestra Vida y nuestro Todo.

Por eso, los Padres espirituales, en la tradición del Deuteronomio y de los profetas, insisten en la oración como un "recuerdo de Dios", un frecuente despertar la "memoria del corazón": "Es necesario acordarse de Dios más a menudo que de respirar" (San Gregorio Nacianceno, or. theol. 1, 4).

Pero no se puede orar "en todo tiempo" si no se ora, con particular dedicación, en algunos momentos: son los tiempos fuertes de la oración cristiana, en intensidad y en duración.

  1. ¿Qué es hacer oración mental de meditación, y cuáles son sus rasgos?
  • Es hablar con Dios, quererle, darle gracias, pedirle perdón, pedirle que nos ayude.
  • Es un diálogo de enamorados.
     
  • Santa Teresa: "Pensar y entender qué hablamos y con quién hablamos y quién somos los que osamos hablar con tan gran Señor. Pensar esto y otras cosas semejantes de lo poco que le hemos servido y lo mucho que estamos obligados a servir es oración mental. No penséis es otra algarabía, ni os espante el nombre. Rezar el Paternóster y Avemaría o lo que quisiereis, es oración vocal".

    Rasgos de la oración
     
  • San Juan Crisóstomo: "La oración es perfecta cuando reúne la fe y la confesión; el leproso demostró su fe postrándose, y confesó su necesidad con sus palabras. (Homilía sobre san Mateo, 25)
     
  • Santo Tomás de Aquino explica cuales son los rasgos de la oración: "La oración ha de ser confiada, recta, ordenada, devota y humilde". (Sobre el Padrenuestro,1, c, 121)
  1. ¿Qué no es meditar?
  • Enseña el Catecismo y la experiencia de la Iglesia:
  • Meditar no es un simple esfuerzo psicológico de concentración mental.
     
  • No se queda enel brote espontáneo de un simple impulso interior.
     
  • No consiste en reflexionar sobre un tema espiritual: por ejemplo, lo importante que es vivir en gracia de Dios.
     
  • No consiste en auto- analizarse: he hecho esto, he fallado en lo otro…
     
  • No es un monólogoconsigo mismo.
     
  • No es un tiempo para organizarse; para hacer planes de evangelización; para apuntar ideas espirituales, sin que eso lleve al diálogo amoroso con el Señor.
     
  • No es una plegaria perdida a un Dios impersonal y lejano.
     
  • No es una especie de agencia de carácter espiritual,ni el recurso para obtener todo lo qque deseamos. Dios ya sabe lo que nos conviene, aunque nosotros no lo entendamos.
  1. ¿Hay algún método para orar bien?
  • Cada uno tiene su propia manera de rezar.

El Catecismo de la Iglesia (2623 a 2643 ) explica las diversas formas de oración:

  • El Catecismo de la Iglesia (2623 a 2643 ) explica las diversas formas de oración
  • La bendición y la adoración.
  • La oración de petición.
  • La oración de intercesión.
  • La oración de acción de gracias.
  • La oración de alabanza.
  • San Josemaría: el amor es ingenioso

“Los hijos de Dios no necesitan un método, cuadriculado y artificial, para dirigirse a su Padre. El amor es inventivo, industrioso; si amamos, sabremos descubrir caminos personales, íntimos, que nos lleven a este diálogo continuo con el Señor.”

  1. Yo rezo de vez en cuando, pero sólo cuando me siento inspirado...
  • San Agustín recomienda ser constante en la oración y en la petición:

    " llama con tu oración a su puerta, y pide, y vuelve a pedir. No será El como el amigo de la parábola: se levantará y te socorrerá; no por aburrido de ti: está deseando dar; si ya llamaste a su puerta y no recibiste nada, sigue llamando que está deseando dar. Difiere darte lo que quiere darte para que más apetezcas lo diferido; que suele no apreciarse lo aprisa concedido". Sermón 105.
     
  • El Catecismo(2720) recuerda que la Iglesia invita a los fieles a una oración regulada.

2698 La Tradición de la Iglesia propone a los fieles unos ritmos de oración destinados a alimentar la oración continua. Algunos son diarios: la oración de la mañana y la de la tarde, antes y después de comer, la Liturgia de las Horas. El domingo, centrado en la Eucaristía, se santifica principalmente por medio de la oración.El ciclo del año litúrgico y sus grandes fiestas son los ritmos fundamentales de la vida de oración de los cristianos.

  • Juan Pablo II

Si nos miramos solamente a nosotros mismos, con nuestros límites y nuestros pecados, pronto seremos presa de la tristeza y del desánimo. Pero si mantenemos nuestros ojos vueltos al Señor, entonces nuestros corazones se llenarán de esperanza, nuestras mentes serán iluminadas por la luz de la verdad, y llegaremos a conocer la plenitud del Evangelio con todas sus promesas y su plenitud de vida.

Si verdaderamente deseáis seguir a Cristo, si queréis que vuestro amor a Él crezca y dure, debéis ser asiduos en la oración. Ella es la llave de la vitalidad de vuestro vivir en Cristo. Sin la oración, vuestra fe y vuestro amor morirán. Si sois constantes en la oración cotidiana y en participación dominical de la Misa, vuestro amor a Jesús crecerá. Y vuestro corazón conocerá la alegría y la paz profundas, una alegría y una paz que el mundo no logrará daros jamás. (Nueva Orleans. EE.UU. 12-IX-1987).

Los que se aman procuran tratarse. Cuando un joven se enamora, aunque esté muy ocupado, pone todos los medios para hablar o estar con su novia.

¿No?... ¿Porque no has tenido tiempo?... –Tienes tiempo. Además, ¿qué obras serán las tuyas, si no las has meditado en la presencia del Señor, para ordenarlas? Sin esa conversación con Dios, ¿cómo acabarás con perfección la labor de la jornada?... –Mira, es como si alegaras que te falta tiempo para estudiar, porque estás muy ocupado en explicar unas lecciones... Sin estudio, no se puede dar una buena clase.

La oración va antes que todo. Si lo entiendes así y no lo pones en práctica, no me digas que te falta tiempo: ¡sencillamente, no quieres hacerla! (Surco, 448)

Oración, ¡más oración! –Parece una incongruencia ahora, en tiempo de exámenes, de mayor trabajo... La necesitas: y no sólo la habitual, como práctica de piedad; oración, también durante los ratos perdidos; oración, entre ocupación y ocupación, en vez de soltar la mente en tonterías. No importa si –a pesar de tu empeño– no consigues concentrarte y recogerte. Puede valer mucho más esta meditación que aquella que hiciste, con toda comodidad, en el oratorio. (Surco, n. 449)

  1. ¿Cómo se aprende a rezar? Yo no sé rezar.

Recuerdan los santos:

  • San Bernardo:

    "No calles, no guardes silencio en su presencia. Háblale, para que Él también te hable" (Homilía en la Natividad de la B. Virgen María).
     
  • San Pedro Damián:

    "Es la elevación de la mente a Dios y la petición de lo que se necsita de Dios. Catena Aurea, Volumen III, p. 304)

  • Santa Teresa:

    "Procuraba, lo más que podía, traer a Jesucristo, nuestro bien y Señor, dentro de mí presente. Y ésta era mi manera de oración. Si pensaba en algún paso, le representaba en lo interior; aunque lo más gastaba en leer buenos libros, que era toda mi recreación; porque no me dio Dios talento de discurrir con el entendimiento ni de aprovecharme con la imaginación; que la tengo tan torpe, que, aun para pensar y representar en mí (como lo procuraba traer) la humanidad del Señor, nunca acababa. (Vida 4,7).
  • A rezar se aprende rezando, porque pedirle a Dios con humildad que nos enseñe a rezar ya es hacer oración.
  1. ¿Qué es lo primero que hay que hacer a la hora de meditar?
  • Conviene pedirle luces al Espíritu Santo con oraciones como: Ven Espíritu Santo, llena los corazones de tus fieles y enciende en ellos la gracia de tu Amor.

    “El Espíritu viene en ayuda de nuestra debilidad, porque ni siquiera sabemos que nos conviene pedir, pero el Espíritu mismo intercede con frecuencia por nosotros, con gemidos inefables (Romanos, 8,26)
  • Jesucristo enseña a orar en un lugar adecuado, en soledad y en silencio:

5] Cuando oréis, no seáis como los hipócritas, que son amigos de orar puestos de pie en las sinagogas y en las esquinas de las plazas, para exhibirse delante de los hombres; en verdad os digo que ya recibieron su recompensa. [6] Tú, por el contrario, cuando te pongas a orar, entra en tu aposento y, cerrada la puerta, ora a tu Padre, que está en lo oculto; y tu Padre, que ve en lo oculto, te recompensará. [7]

Y al orar no empleéis muchas palabras como los gentiles, que se figuran que por su locuacidad van a ser escuchados. [8] No seáis, pues, como ellos; porque bien sabe vuestro Padre de qué tenéis necesidad antes de que se lo pidáis. [9]

Vosotros, pues, orad así: Padre nuestro, que estás en los Cielos, santificado sea tu Nombre; [10] venga tu Reino; hágase tu voluntad así en la tierra como en el Cielo. [11] El pan nuestro de cada día dánosle hoy; [12] y perdónanos nuestras deudas, así como nosotros perdonamos a nuestros deudores; [13] y no nos dejes caer en la tentación, mas líbranos del mal. [14] Pues si perdonáis a los hombres sus ofensas, también os perdonará vuestro Padre Celestial. [15] Pero si no perdonáis a los hombres, tampoco vuestro Padre os perdonará vuestros pecados. (Mateo, 6, 5-7)

  • En un lugar adecuado:
     
    • Como enseña el Catecismo(2691), aunque se puede rezar en todas partes, conviene buscar un lugar favorablesiempre que sea posible, una iglesia, una capilla, un oratorio, junto al Sagrario.
  • Orar junto al Sagrarioes hacer un acto de fe en la Eucaristía y seguir la lógica de los enamorados, que pueden comunicarse mediante un e-mail, mediante el móvil, etc., pero que, siempre que pueden, buscan estar materialmente 

 

  • ¿Qué es mejor: orar en soledad o en compañía de otros?

El Señor enseñó a orar –con su vida y su palabra- de las dos formas: en soledad, y de forma comunitaria.


La Iglesia recomienda las dos:

  • En unas ocasiones, hay que orar de forma comunitaria, como cuando se reza el Rosario en familia. Esa oración comunitaria agrada mucho a Dios.
  • En otras, conviene orar de forma individual. Eso no significa necesariamente que haya que orar aislado de los demás: se puede orar de forma individual junto a otras personas que también oran, aunque estén todas juntas.

 

  • Conviene cuidar el silencio:
  • Se trata de lograr, mediante un silencio exterior, un silencio interior.
     
  • Eso no significa que el mundo exterior que nos rodea deba estar en silencio: a veces no será posible. Lo importante es el silencio del alma, el sosiego espiritual que favorece la unión con Cristo: a eso se llama “recogimiento interioren Dios ”.
     
  • Pablo VI hablaba de la lección de oración en silencio de la Sagrada Familia en Nazaret:

    "Su primera lección es el silencio. Cómo desearíamos que se renovara y fortaleciera en nosotros el amor al silencio, este admirable e indispensable hábito del espíritu, tan necesario para nosotros, que estamos aturdidos por tanto ruido, por tanto tumulto, tantas voces de nuestra ruidoda y agitada en extremo vida moderna".
  1. ¿Qué es el silencio interior?
  • Es el silencio del alma, que lleva a recogerseen el Señor. Es decir, es el silencio que se alcanza cuando una persona se recoge, entra dentro de sí misma con serenidad, y se pone en presencia de Dios.
  • Ese silencio se consigue luchando por apartar todo lo que nos distrae de Dios.
  • Dicesan Juan Crisóstomo: “cuando ores, entra en tu aposento. Bien está que cierres las puertas de tu habitación, pero otra cosa quiere Dios antes que eso, que cierres tambien las puertas de tu alma” (In Mat, 19,3)
  • En ese clima serenode silencio externo e interno, hay que pedirle al Señor el don de la fe y de la oración.
  • Conviene hacer muchos actos de fedurante el tiempo de oración: ¡Señor, creo que estás aquí, conmigo! ¡Creo que me ves y que me oyes!

12 ¿Puedes poner un ejemplo de oración de meditación?

  • Al inicio de tu oración de meditación puedes decir esta plegaria, considerando cada frase, procurándola decir de verdad con el corazón y elevando el alma a Dios:

Señor mío y Dios mío, creo firmemente que estás aquí

Y le agradeces que se haya quedado en la Eucaristía. Le puedes decir: ¡Gracias, Señor, por estar aquí, a mi lado, con tu Cuerpo, con tu Sangre, con tu Alma y tu Divinidad!

— Creo que me ves, que me oyes

— Te adoro con profunda reverencia

— Te pido perdón por mis pecados Puedes hacer en tu interior un acto de contrición profundo y sincero, diciéndole que no le quieres ofender más.

— Y gracia para hacer con fruto este rato de oración.

—Madre Mía Inmaculada. Y le pides ayuda a la Virgen para que te ayude a tratar a su hijo.

—San José, mi Padre y Señor. Puedes trasladarte, con la imaginación al taller de san José; y contemplar como trabajaban juntos, como hablaban Jesús, María y José. Puedes pedirle que te ayude a tratar a Jesús con esa misma sencillez.

— Angel de la Guarda, Interceded por mí. Pídele a tu Ángel Custodio -el Ángel de la Guarda-, que está en la presencia de Dios, que te ayude a tener intimidad con Jesucristo.

  1. ¿Qué más se necesita para orar bien?
  • Recuerda san Agustín: "si la fe falta, la oración es imposible. Luego, cuando oremos, creamos y oremos para que no falte la fe. La fe produce la oración, y la oración produce a su vez la firmeza de la fe". (Catena Aurea).
     
  • Háblale al Señor como los pobres y enfermos del Evangelio. No como el fariseo, sino como el publicano pecador, diciéndole: ¡Dios mío, ayúdame, que no sé rezar, que soy un pobre pecador"... y estarás empezando a rezar.
  • Confianza. Acude al Señor con la seguridad de que te oye, y que quizás está esperando que seas tenaz y constante en tu oración, como la “viuda inoportuna” de la que habla el Evangelio, que pedía y oraba sin desfallecer, para concederte lo que le pides, si es conveniente.
  • Háblale al Señor como un hijo habla a su padre.
  • Valentía. Pregúntale, sin miedo: Dios mío, ¿Qué quieres de mí?
  • Generosidad:La oración generosa lleva a estar dispuesto a hacer la Voluntad de Dios.
  • Conviene rezar un día y otro, sin desanimarse, sabiendo que Dios nos escucha siempre.
  1. ¿Cómo puedo preparar la oración a lo largo del día?
  • Procurando pensar en Dios en los distintos momentos del día: cuando estás en tu casa con tu familia, cuando estás en clase, cuando te diviertes con tus amigos, cuando haces deporte.
  • Rechazando pensamientos de soberbia y de vanidad, que nos alejan de Cristo.
  • Quitando lo que haya de envidia y de rencor a los demás en el corazón.
  • Luchando contra la sensualidad.
  • En definitiva, procurando tenerun corazón enamorado de Dios.

“Con esta búsqueda del Señor, toda nuestra jornada se convierte en una sola íntima y confiada conversación. Lo he afirmado y lo he escrito tantas veces, pero no me importa repetirlo, porque Nuestro Señor nos hace ver –con su ejemplo– que ése es el comportamiento certero: oración constante, de la mañana a la noche y de la noche a la mañana.

Cuando todo sale con facilidad: ¡gracias, Dios mío! Cuando llega un momento difícil: ¡Señor, no me abandones! Y ese Dios, manso y humilde de corazón (Mt XI, 29.), no olvidará nuestros ruegos, ni permanecerá indiferente, porque El ha afirmado: pedid y se os dará, buscad y encontraréis, llamad y se os abrirá (Lc XI, 9.)”. (Amigos de Dios, 247)

  1. A veces quiero hacer oración y no se me ocurre nada.
  • Se trata de hablar con el Señor de forma sencilla y natural, como se habla con un padre, con un amigo: abriendo el corazón, explayándose.
  • Puede ser bueno que te lleves habitualmente un texto para meditar. Unas veces lo necesitarás, y otras no.

Santa Teresa decía:
"Jamás osaba comenzar a tener oración sin un libro; que tanto temía mi alma estar sin él en oración, como si con mucha gente fuera a pelear. Con este remedio, que era como una compañía o escudo en que había de recibir los golpes de los muchos pensamientos, andaba consolada.

Porque la sequedad no era lo ordinario, mas era siempre cuando me faltaba libro, que era luego desbaratada el alma, y los pensamientos perdidos; con esto los comenzaba a recoger y como por halago llevaba el alma.

Y muchas veces, en abriendo el libro, no era menester más. Otras leía poco, otras mucho, conforme a la merced que el Señor me hacía. (Libro de la Vida, cap. 4 ,9).

Yo estuve más de catorce que nunca podía tener aun meditación sino junto con lectura. (Camino de perfección, cap. 17, 3).

  1. Recomiéndame un texto para meditar
  • El texto por excelencia para un cristiano son los Evangelios, donde se narra la vida de nuestro Señor.
  • Puedes meditar, por ejemplo, la Pasión del Señor, y pedirle perdón, uniéndote a sus sufrimientos.

“Una Cruz. Un cuerpo cosido con clavos al madero. El costado abierto... Con Jesús quedan sólo su Madre, unas mujeres y un adolescente. Los apóstoles, ¿dónde están? ¿Y los que fueron curados de sus enfermedades: los cojos, los ciegos, los leprosos?... ¿Y los que le aclamaron?... ¡Nadie responde! Cristo, rodeado de silencio.

También tú puedes sentir algún día la soledad del Señor en la Cruz. Busca entonces el apoyo del que ha muerto y resucitado. Procúrate cobijo en las llagas de sus manos, de sus pies, de su costado. Y se renovará tu voluntad de recomenzar, y reemprenderás el camino con mayor decisión y eficacia”. (Via Crucis)

  • Otra posibilidad consiste en meditar los textos litúrgicos; por ejemplo, los salmos que se hayan leido ese día en la celebración de la Eucaristía.

Tu oración debe ser litúrgica. -Ojalá te aficiones a recitar los salmos, y las oraciones del misal, en lugar de oraciones privadas o particulares. (Camino, n. 86.)

  • Un libro de la Sagrada Escritura para la meditación diaria: El libro de los Salmos
  • Puedes preguntar a la persona que te asesora espiritualmente, para que te sugiera algún texto espiritual acomodado a tus circunstancias.
  • Es conveniente tomar notas a lo largo del día.
  • Por ejemplo, es posible que cuando vayas en el bus o en laguagua, el Espíritu Santo te haga ver en el alma que podrías mejorar en algún aspecto de tu vida cristiana: por ejemplo, en el modo de vivir la Santa Misa. Si no apuntas esa idea en algún sitio, es posible que se te olvide. Una vez apuntada, esa misma tarde puedes preguntarle al Señor, en la intimidad de tu oración: Jesús: ¿Cómo puedo quererte más durante la Misa? ¿Qué puedo hacer? Y procuras escucharle.
  1. Yo me suelo distraer con cualquier cosa, y rezar me cuesta mucho esfuerzo...
  • Te puedes proponer, por ejemplo:

-- sentarte más cerca del Sagrario.

-- ir siempre con los Evangelios, o con algún libro de lectura espiritual.

-- mirar una imagen que te ayude a orar.

-- sentarte lejos de la puerta de la iglesia o de la capilla, para no distraerte con los que entran y salen.

-- no arrellanarte en el banco, ni ponerte de modo que te acabes durmiendo...

Qué puedo hacer, si me sigo distrayendo cuando hago oración?

Santa Teresa comparaba los comienzos de la oración con los esfuerzos que tiene que hacer una persona para sacar algua de un pozo. Al comienzo cuesta mucho. Pero, recomienda la Santa, la persona que comienza a hacer oración tiene que seguir con mucha confianza: Dios le ayudará.

"De los que comienzan a tener oración podemos decir son los que sacan el agua del pozo, que es muy a su trabajo, como tengo dicho, que han de cansarse en recoger los sentidos, que, como están acostumbrados a andar derramados, es harto trabajo. (...)

Pues ¿qué hará aquí el que ve que en muchos días no hay sino sequedad y disgusto y dessabor y tan mala gana para venir a sacar el agua, que si no se le acordase que hace placer y servicio al Señor de la huerta y mirase a no perder todo lo servido y aun lo que espera ganar del gran trabajo que es echar muchas veces el caldero en el pozo y sacarle sin agua, lo dejaría todo? (...)

Pues, como digo, ¿qué hará aquí el hortelano? Alegrarse y consolarse y tener por grandísima merced de trabajar en huerto de tan gran Emperador.

Y pues sabe le contenta en aquello y su intento no ha de ser contentarse a sí sino a El, alábele mucho, que hace de él confianza, pues ve que sin pagarle nada tiene tan gran cuidado de lo que le encomendó. Y ayúdele a llevar la cruz (...) y tiempo vendrá que se lo pague por junto.

No haya miedo que se pierda el trabajo. A buen amo sirve. Mirándole está. No haga caso de malos pensamientos". (Libro de la Vida, cap. 11, 9-10).

  1. Pero ¿de qué se habla con Dios en la meditación?
     
  • No hay "temas prefijados". Es la conversación amorosa con tu Padre Dios. El tema es... todo lo que lleves en el alma, en el entendimiento, en el corazón:

"orar es hablar con Dios. Pero, ¿de qué?" -¿De qué? De El, de ti: alegrías, tristezas, éxitos y fracasos, ambiciones nobles, preocupaciones diarias..., ¡flaquezas!: y hacimientos de gracias y peticiones: y Amor y desagravio.

En dos palabras: conocerle y conocerte: "¡tratarse!"

  1. Hay veces que intento meditar, pero tengo la cabeza como embotada
    Puede ser el momento para dejar hablar al corazón:

“Tu inteligencia está torpe, inactiva: haces esfuerzos inútiles para coordinar las ideas en la presencia del Señor: ¡un verdadero atontamiento! No te esfuerces, ni te preocupes. – Óyeme bien: es la hora del corazón” (Camino, 102). 

Santa Teresa recordaba su experiencia:

Y muy muchas veces, algunos años, tenía más cuenta con desear se acabase la hora que tenía por mí de estar en oración, y escuchar cuándo daba el reloj, que no en otras cosas buenas; y hartas veces no sé qué penitencia grave se me pusiera delante que no la acometiera de mejor gana que recogerme a tener oración.

Y es cierto que era tan incomportable la fuerza que el demonio me hacía o mi ruin costumbre que no fuese a la oración, y la tristeza que me daba en entrando en el oratorio, que era menester ayudarme de todo mi ánimo (que dicen no le tengo pequeño y se ha visto me le dio Dios harto más que de mujer, sino que le he empleado mal) para forzarme, y en fin me ayudaba el Señor.

Y después que me había hecho esta fuerza, me hallaba con más quietud y regalo que algunas veces que tenía deseo de rezar. (Libro de la Vida, cap. 8, 7).

  1. No sé cómo hay que dirigirse a Dios
  • Del modo más sencillo: como se habla a un Padre, a un Amigo. La oraciónno es un discurso.
     
  • Puedes contemplar una imagen de la Virgen, meditar sobre la Pasión.. Santa Teresa procuraba contemplar todas las noches, antes de acostarse, a Cristo sufriendo en el Huerto de los Olivos y le acompañaba en su dolor.

Tenía este modo de oración: que, como no podía discurrir con el entendimiento, procuraba representar a Cristo dentro de mí, y hallábame mejor -a mi parecer- de las partes adonde le veía más solo.

Parecíame a mí que, estando solo y afligido, como persona necesitada me había de admitir a mí. De estas simplicidades tenía muchas. En especial me hallaba muy bien en la oración del Huerto. Allí era mi acompañarle.

Pensaba en aquel sudor y aflicción que allí había tenido, si podía. Deseaba limpiarle aquel tan penoso sudor (...) Muchos años, las más noches antes que me durmiese, cuando para dormir me encomendaba a Dios, siempre pensaba un poco en este paso de la oración del Huerto, aun desde que no era monja, porque me dijeron se ganaban muchos perdones.

Y tengo para mí que por aquí ganó muy mucho mi alma, porque comencé a tener oración sin saber qué era, y ya la costumbre tan ordinaria me hacía no dejar esto, como el no dejar de santiguarme para dormir. (Libro de la Vida, cap. 9, 4).


  1. Pero, ¿y qué le digo a Dios ? ¿Qué le cuento en la oración?
  • Díle lo que nazca de tu corazón: es un diálogo de amor.
     
  • Cuéntale tus alegrías: lo que te ilusiona, lo que tienes el corazón.
     
  • Dale gracias por las cosas buenas que te han sucedido.
     
  • Cuéntale tus penas.Dios te consolará. Pídele ayuda.
     
  • Cuéntale tus preocupaciones.
     
  • Pídele por los demás: Por la Iglesia, por el Papa, por los Obispos, por los sacerdotes, por los religiosos, por los misioneros... Pídele por tus padres, por tus hermanos, por tus amigos, por tus compañeros de clase o de equipo de deporte. Por todos los que sufren, por los que están solos...
     
  • Procura desagraviar en tu oración;es decir: darle al Señor el amor que otros le niegan, y consolarle por las ofensas que recibe: 

    Así oraba María Ignacia García Escobar:
  • “No se me oculta lo mucho que se te ofende en el mundo. Sí, Jesús […]]... ¡es tan triste ver el pago que recibes, a cambio de la muerte que escogiste solamente por nuestro amor! No se comprende que esto ocurra si no es porque no se te conoce. […]: conociéndote, es imposible dejarte de amar. Y no; con un amor tibio, mezquino, pobre, -¡no!— no se te ama hasta la locura, pues dándose cuenta el alma de lo que te debe, y con la bondad y misericordia que te cuidas de ella, sin Ti no quiere la vida; no acierta a respirar sin Ti. Pero, aunque no se me oculta…, el pago que recibes de la mayoría de los corazones, al palparlo tan de cerca, pienso y me digo: ¡Pobres almas! […] ¡¡¡Que vean, Señor, que vean!!!”
  1. Es que a veces rezo y rezo, y Dios no me dice nada...
  • ¿No te dice nada? Pero, ... ¿le escuchas? ¿Le pides que te hable?
     
  • Así rezaba San Josemaría

¡Señor! Dame la virtud del orden. (Creo que es virtud y fundamental, por eso la pido.)
¡¡Señor!! Dame ser tan tuyo que no entren en mi corazón ni los afectos más santos, sino a través de tu Corazón llagado.
¡¡¡Señor!!! ¡Señor! Dame que aprenda a callar (porque de callar no me he arrepentido nunca, de hablar muchas veces).
¡¡Señor!! Dame que, a sabiendas, no te ofenda nunca ni venialmente.
¡Señor! Dame cada día más amor a la santa pureza, cada día más celo por las almas, cada día más conformidad con tu Voluntad benditísima (Vázquez de Prada, Tomo I)

  • El Evangelio narra como Jesús escucha la oración (verbal o con gestos) del leproso, de los que le llevan el paralítico, de Jairo sobre su hija, de la hemorroisa que le toca el manto, de la pecadora, de la cananea, de los ciegos, del buen ladrón...
  1. Me propongo meditar, pero no "siento".
  • La oración no consiste en buscar sentimientos, sino en buscar a Dios. Unas veces Dios te puede dar sentimientos y otras no.
  • Deja que Dios te hable en el fondo del alma. Dice Santa Teresa en Camino de Perfección;

“No penséis que se está callando, que aunque no le oímos, bien habla al corazón cuando le pedimos de corazón”.

  1. ¿Cómo puedo buscar mejor a Dios en mi meditación?
  • Metiéndoteen las escenas del Evangelio, por ejemplo. Eso significa evocar esas escenas con la imaginación, y procurar rezar al Señor como si estuvieras allí, con Él.

“Yo te aconsejo que, en tu oración, intervengas en los pasajes del Evangelio, como un personaje más.

Primero te imaginas la escena o el misterio, que te servirá para recogerte y meditar.

Después aplicas el entendimiento, para considerar aquel rasgo de la vida del Maestro: su Corazón enternecido, su humildad, su pureza, su cumplimiento de la Voluntad del Padre.

Luego cuéntale lo que a ti en estas cosas te suele suceder, lo que te pasa, lo que te está ocurriendo.

Permanece atento, porque quizá El querrá indicarte algo: y surgirán esas mociones interiores, ese caer en la cuenta, esas reconvenciones. “(Amigos de Dios)

  1. ¿Puedes poner un ejemplo práctico de meditación del Evangelio?
  • Comienzas a meditar, por ejemplo, en la muerte del Señor en la Cruz.
    Te imaginas la escena, con el corazón, con la cabeza, con la imaginación.
    Te sitúas ahí, junto a Jesucristo, al pie de la Cruz, y comienzas a hablarle, a decirle palabras de amor y de arrepentimiento.
    Y consuelas a la Virgen.
    Y a san Juan.
    ¿Qué le dirías a Jesús si hubieses estado allí?
  • San Josemaría escribe en algunos de sus libros su propia oración de contemplación del Evangelio. Mira como contempla el hallazgo de Jesús en el templo en su libro Santo Rosario:

5 MISTERIO: EL NIÑO PERDIDO

¿Dónde está Jesús? –Señora: ¡el Niño!... ¿dónde está?

Llora María. –Por demás hemos corrido tú y yo de grupo en grupo, de caravana en caravana: no le han visto. –José, tras hacer inútiles esfuerzos por no llorar, llora también... Y tú... Y yo.

Yo, como soy un criadito basto, lloro a moco tendido y clamo al cielo y a la tierra..., por cuando le perdí por mi culpa y no clamé.

Jesús: que nunca más te pierda... Y entonces la desgracia y el dolor nos unen, como nos unió el pecado, y salen de todo nuestro ser gemidos de profunda contrición y frases ardientes, que la pluma no puede, no debe estampar.

Y, al consolarnos con el gozo de encontrar a Jesús –¡tres días de ausencia!– disputando con los Maestros de Israel (Luc., II, 46), quedará muy grabada en tu alma y en la mía la obligación de dejar a los de nuestra casa por servir al Padre Celestial.

  1. Yo he meditado alguna vez, pero es muy costoso.
  • Es cierto: habitualmente, la oración cuesta.Otras veces no, porque el Señor nos da su gracia. Recuerda lo que les dijo el Señor a los Apóstoles cuando les vencía el sueño en el Huerto de los Olivos y dejaron de rezar, porque les costaba.
  • Por eso, hay que aprender a meditar. Es muy bueno unirse en la oración personal, a la oración de un sacerdote que medita en voz alta su oración personal junto al Sagrario. Así se aprende a hacer oración personal.
  • La tentación más frecuente de dejar la oración proviene, como enseña el Catecismo (2732) por la falta de fe:siempre nos parece que tenemos algo más urgente y práctico que hacer antes que ponernos a rezar...
  • Cuando viene la dificultad es el momento de la fe y la perseverancia:“El grano de trigo, si (...) muere, da mucho fruto” (Juan, 12, 24)
  • Díle al Señor que sólo quieres hacer su Voluntad. Pídele ayuda al Espíritu Santo, para que inflame tu corazón en amor. Pídele ayuda a la Virgen para que te enseñe a hacer oración, y a San José, para que te ayude a tratar a Jesús como le trataba él.
  • Pidele ayuda a tu ángel Custodio, y a los santos a los que le tengas devoción.
  • Con el paso del tiempo, podrás ir llevando a la oración los misterios de la fe, y a cada una de las Tres divinas personas, hasta llegar a lo que decía el Santo Cura de Ars: “Me fijo en nuestro Señor que está en el Sagrario y Él se fija en mí”.
  • La oración es un camino que lleva hasta la cumbre del Amor a Dios. Hay que caminar con fe, dejándose llevar por la gracia, quitando obstáculos, con la confianza y la esperanza en el gozo de la Trinidad, del Amor Pleno.
  1. A veces me cuesta tanto meditar, que pienso en dejarlo, porque parece como si Dios no me escuchara, y no me concede lo que le pido...
  • Se lee en el punto 2726 del Catecismo:

Hay quienes buscan a Dios por medio de la oración, pero se desalientan pronto porque ignoran que la oración viene también del Espíritu Santo y no solamente de ellos.

  • Te puede ayudar la lectura de un libro de Eugene Boylan, monje cirsterciense, titulado: Dificultades en la oración mental, Patmos.
  • Los avances en la oración no son siempre lineales y ascendentes; son como las carreteras: se va avanzando mientras se sube y se baja.
  • Recuerda lo que dice el Señor: Conviene orar siempre y no desfallecer(Lucas, XVIII,1)
  • Yno puede aplicarse a la oración –como recuerda el Catecismo, en el punto 2727- el factor económico del rendimiento: si no se me concede lo que pido la oración no sirve, por improductiva.
     
  • San Agustín:
  • "Cuando nuestra oración no es escuchada es porque pedimos aut mali, aut male, aut mala.Mali, porque somos malos y no estamos bien dispuestos para la petición. Male, porque pedimos mal, con poca fe o sin perseverancia, o con poca humildad. Mala, porque pedimos cosas malas, o van a resultar, por alguna razón, no convenientes para nosotros". (La Ciudad de Dios, 20, 22)

Santa Teresa: no caer en la tentación de abandonar la oración

En todo caso, conviene estar atentos para no caer en la tentación de abandonar la oración con la excusa de que no sabemos rezar. Santa Teresa define esta tentatción como el más terrible engaño que el demonio me podía hacer debajo de parecer humildad:


Pues así comencé, de pasatiempo en pasatiempo, de vanidad en vanidad, de ocasión en ocasión, a meterme tanto en muy grandes ocasiones y andar tan estragada mi alma en muchas vanidades (...).

Y ayudóme a esto que, como crecieron los pecados, comenzóme a faltar el gusto y regalo en las cosas de virtud. Veía yo muy claro, Señor mío, que me faltaba esto a mí por faltaros yo a Vos.

Este fue el más terrible engaño que el demonio me podía hacer debajo de parecer humildad, que comencé a temer de tener oración, de verme tan perdida (Libro de la Vida, cap. 7, 1).

De lo que yo tengo experiencia puedo decir, y es que por males que haga quien la ha comenzado, no la deje, pues es el medio por donde puede tornarse a remediar, y sin ella será muy más dificultoso. Y no le tiente el demonio por la manera que a mí, a dejarla (...) que no es otra cosa oración mental, a mi parecer, sino tratar de amistad, estando muchas veces tratando a solas con quien sabemos nos ama. (Libro de la Vida, cap. 8, 4-5).
"Y el que no deja de andar e ir adelante, aunque tarde llega. No me parece es otra cosa perder el camino sino dejar la oración (Libro de la Vida, 19, 5)
 

  1. Muchas veces estoy secoen la oración. ¿No estaré perdiendo el tiempo?Es frecuente encontrarse seco, sin saber qué decir. Le pasa alguna vez a todos los que se enamoran, por muy enamorados que estén.

Se lee en Camino, n. 102. Tu inteligencia está torpe, inactiva: haces esfuerzos inútiles para coordinar las ideas en la presencia del Señor: ¡un verdadero atontamiento! No te esfuerces, ni te preocupes. -Oyeme bien: es la hora del corazón.

  • En esos casos, podemos decir oraciones vocales: el Padrenuestro, el Avemaría, unos salmos, etc.

El Santo Cura de Ars recomienda la perseverancia:

"La tercera condición que debe reunir la oración para ser agradable a Dios, es la perseverancia. Vemos muchas veces que el Señor no nos concede enseguida lo que pedimos; esto lo hace para que lo deseemos con más ardor, o para que apreciemos mejor lo que vale. Tal retraso no es una negativa, sino una prueba que nos dispone a recibir más abundantemente lo que pedimos". (Sermón sobre la oración).

  1. ¿Qué son los propósitos de la oración?
  • Son pequeñas metas, para mejorar en el amor a Dios.
  • Por ejemplo: esta tarde voy a estudiar dos horas, y las voy a ofrecer a Dios por las intenciones del Papa. El domingo por la mañana voy a jugar al fúbol y voy a ofrecer todos mis esfuerzos por las intenciones del obispo de mi diócesis.
  1. ¿Y si los propósitos de mi oración no salen, un día y otro?
  • Tendrás que hacer como los buenos deportistas: intentarlo de nuevo, por amor, pidiéndole más ayuda a Dios.
     
  • Aconsejaba san Agustín: "Haz tú lo que puedas, pide lo que no puedes, y Dios te dará para que puedas". (Sermón 43)
  1. A veces me avergüenza rezar, al pensar en mis pecados...

El Cura de Ars anima a rezar con confianza:

"Nuestras oraciones han de ser hechas con confianza, y con una esperanza firme de que Dios puede y quiere concedernos lo que le pedimos, mientras se lo supliquemos debidamente". (Sermón sobre la oración).

33.¿Y cómo sé si he hecho bien mi oración?

    • Eso sólo lo sabe Dios. Nosotros no debemos juzgarnos. Pero estos son algunos indicadores. Hay oración en tu vida si...
    • Si tienes unidad de vida; si se puede decir que tu vida es la vida de un joven que ama de verdad a Jesucristo.
    • Si eres coherente; si eres la misma personadurante la semana y el fin de semana; el mismo en clase, con tus padres y con tus amigos; porque le dejas a Dios que esté contigo y tú buscas a Dios.
    • Si ante tus fallos, no te desanimas, sino que pides más ayuda al Señor, con una confianza y una esperanza interior, que renuevas en cada rato de oración.
    • Si te esfuerzas por vivir una vida limpia, apartándote de las ocasiones de pecar y mostrando a los demás con valentía la alegría de la castidad.
       Si intentas querer más al Señor, trabajar mejor y ofrecerle tu trabajo y tu estudio, ayudar a los demás, etc.
       
    • Si te duelen los pecados y las ofensas que le hacen al Señor.
       
    • Si te conmueves ante los enfermos, ante las personas pobres y necesitadas, porque descubres en ellos a Cristo, e intentas ayudarles.
       
    • Si ves en los otros -personas de otros países, de otras razas, de otras culturasy religiones, de otras posturas políticas, de otra situación social-siempre a hermanos tuyos, a hijos de Dios.
       
    • Si intentas que tus amigos se acerquen a Dios.
  • Todo esto son frutos de la oración, de la acción de la gracia del Espíritu Santo en tu alma, de tu diálogo con tu Padre Dios, unido a la oración de Jesús y de María.


El Escapulario Verde del Inmaculado Corazón de María, un don para los enfermos

Las gracias particulares de este Sacramental son para inducir y ahondar en la devoción al Inmaculado Corazón de María, y para la conversión de corazones y almas

El escapulario verde es un sacramental que la Santísima Virgen nos entregó por medio de Sor Justina Bisqueyburu, contemporánea de Santa Catalina Labouré (a quien la Virgen le entregó la Medalla Milagrosa). Ambas son Hijas de la Caridad. Sor Justina fue muy favorecida por la Santísima Virgen con varias apariciones y murió en olor de santidad en el año 1903.

El 28 de enero de 1840, Sor Justina estaba en su retiro de noviciado y se encontraba orando en la Capilla del convento, cuando de pronto tuvo una aparición de la Santísima Virgen.

La Virgen Santísima se le apareció con un vestido largo de seda blanca dejando al descubierto sus pies. Sobre su vestido un manto azul claro. Su cabello caía sobre sus hombros y no estaba cubierto por un velo. Sor Justina notó que las manos de la Virgen estaban cerca de su pecho y sostenían su Inmaculado Corazón, del cual salían llamas resplandecientes. La Virgen no trasmitió ningún mensaje.

Esta misma visión se repitió al final del retiro y en otras cinco ocasiones durante el curso de su noviciado. En ninguna ocasión la Virgen Santísima pronunció palabra alguna, sin embargo los detalles en cada una de las visiones fueron iguales.

Después de que Sor Justina hizo su profesión religiosa, la congregación la envió a un pueblo llamado Blangy, allí trabajaría con las Hermanas de su Orden. Al poco tiempo de haber llegado, la comunidad estaba reunida para celebrar la fiesta del Nacimiento de la Santísima Virgen María. Sor Justina se encontraba en oración meditando sobre la grandeza de esta celebración. De pronto tuvo una nueva visión, esta vez diferente a la de ocasiones anteriores.

La Santísima Virgen se le aparece vestida igual que en las otras ocasiones: con un vestido de seda blanca cubierto por el manto azul pálido, y en sus manos sosteniendo el Inmaculado Corazón, resplandeciente con las más intensas y deslumbrantes llamas que salían de él. Pero, tenía algo diferente: en su mano izquierda sostenía lo que parecía ser un Escapulario o insignia de alguna clase. A diferencia de otros Escapularios (como el carmelita, por ejemplo), éste tenía un sólo cuadrado de tela en lugar de dos. El cuadrado de tela estaba atado con cordones verdes. En él estaba una imagen de la Virgen de la misma forma en que se la había aparecido a Sor Justina en sus anteriores visiones, sosteniendo en su mano derecha su Inmaculado Corazón. Al voltear la imagen, la religiosa vio "un Corazón ardiendo con rayos más deslumbrantes que el sol y tan transparente como el cristal."

Durante esta visión se le dio a conocer por una revelación interior el significado de esta aparición. Esta visión representaba un nuevo medio para alcanzar gracias: el Escapulario del Inmaculado Corazón. Este escapulario sería un poderoso instrumento para la conversión de almas, particularmente aquellas que no tienen Fe, y que por medio de él, la Santísima Virgen obtendría para ellos, mediante su Hijo, la gracia de una muerte en gracia de Dios. Se le hizo también saber, a la religiosa, el deseo de la Madre de Dios de que el escapulario fuese propagado por todas partes para que estas gracias particulares, lleguen a todas las almas que abracen esta devoción.

En apariciones subsiguientes la Virgen se apareció de la misma forma, insistiendo en que se propagara la devoción a este escapulario. Finalmente, los Escapularios se empezaron a fabricar y a ser distribuidos por las Hermanas en París, luego por toda Francia y fuera de ella. Con este fin, las Hermanas habían recibido la aprobación formal y el impulso necesario de Su Santidad, Papa Pío IX, en 1870.

La forma de este escapulario

Consiste en un trozo de tela verde, con una doble representación gráfica:

En el anverso lleva la imagen de María, mostrando su corazón virginal, en el centro de su pecho, sosteniéndolo con sus manos inmaculadas. Su Corazón aparece traspasado por una espada y coronado de llamas. Este mismo Corazón, en gran tamaño, aparece en el reverso, rodeado por el óvalo que forma esta inscripción:

“Inmaculado Corazón de María, ruega por nosotros ahora y en la hora de nuestra muerte”

Presidiendo el óvalo de la inscripción figura una cruz de oro. El fin específico de este escapulario es la invitación a orar, a recurrir al Inmaculado Corazón de María con confianza y pedir, sobre todo, por los pecadores. Hay que recitar, nos dijo Sor Justina, por lo menos una vez al día la jaculatoria del reverso.

Don para los enfermos

Este escapulario ha sido dado por Nuestra Señora, particularmente como un don para los enfermos. Se le puede poner en sus ropas, en su cama o en su habitación. Si la persona a quien se le aplica no dijera la jaculatoria, el que le haya proporcionado el escapulario, puede decirla por el enfermo.

Los prodigios que ha producido este escapulario atestiguan la bendición y el cumplimiento de la promesa de la Virgen a todos los que lo lleven y digan la jaculatoria: “Hará grandes conversiones, particularmente para alcanzar la buena muerte a los pecadores y a los que no tienen fe”.

El Escapulario Verde no requiere ninguna fórmula particular de investidura sino solo la bendición de algún sacerdote católico. A diferencia de otros Escapularios que hacen necesario llevarlos puestos, el Escapulario Verde puede llevarse puesto o estar con uno, e incluso tenerlo entre las pertenencias de uno. La jaculatoria encontrada en el Escapulario debe orarse al menos diariamente: “Inmaculado Corazón de María, ruega por nosotros ahora y en la hora de nuestra muerte”.

Si la persona para quien estas gracias se buscan no dice la oración, entonces debe ser orada por la persona que esté dando el Escapulario.

Las gracias particulares de este Sacramental son para inducir y ahondar en la devoción al Inmaculado Corazón de María, y para la conversión de corazones y almas. Y a través del uso devoto de este Escapulario, muchas gracias se han obtenido y pasado a muchos y en muchas ocasiones, como será testificado por una gran diversidad de almas.

Preguntas Frecuentes sobre la Fe Católica

Respuesta a las preguntas y conceptos más frecuentes del catolicismo.

¿Por qué la Misa es los Domingos?

Jesús resucitó el primer día de la semana, al día siguiente del sabbat (sábado). Por eso los cristianos nos reunimos ese día con Jesús. Con el tiempo llegó a llamarse el día del Señor, en latín "dies dominicus". De ahí viene nuestra palabra domingo.

¿Por qué es necesario que haya un sacerdote para la celebración de la Misa?

Porque él ha recibido la misión de hacer presente a Jesús en la reunión de los cristianos. Él preside la celebración de la Cena del Señor, en nombre de Jesucristo.

¿Por qué se hace una colecta?

Los cristianos colaboramos con los gastos del templo y ayudamos a los necesitados.

¿Por qué algunas personas no comulgan?

Antes de comulgar por primera vez, los niños y los adultos bautizados reciben una preparación que les ayuda a creer firmemente en la presencia real de Jesús en el pan y el vino consagrados. Si no han recibido esa preparación, no van a entender lo que están haciendo. (También cuando se está en pecado mortal no se puede comulgar).

¿Qué Significa?

ALELUYA: Esta palabra hebrea significa: "que viva Dios, hay que darle gracias y alabarlo".

AMÉN: La palabra la hemos heredado, sin traducirla, del hebreo, y significa "firme, seguro, estable, válido". Por eso se convirtió ya en el Antiguo Testamento en la aclamación con la que alguien, sobre todo la comunidad manifestaba su asentimiento y aceptación de lo que se ha dicho o propuesto. Con esta palabra se acaban las oraciones, bendiciones, promesas, alianzas. Simbólicamente se llama al mismo Dios "Dios del Amén" (Is 65,16), y en el Nuevo Testamento se afirma de Cristo Jesús que es tanto el Amén de Dios a la humanidad como el de la humanidad a Dios: "en Cristo sólo ha habido si: todas las promesa hechas por Dios han tenido su sí en él, y por eso decimos por él amén a la gloria de Dios" (2 Co 1, 19-20). Al mismo Cristo se le define como "el Amén": "Así habla el Amén, el testigo fiel y veraz" (Apoc 3, 14). Desde siempre se ha pronunciado el Amén en la liturgia cristiana, por ejemplo después de las oraciones. Como decía san Agustín, "el amén de ustedes es su firma (suscriptio), su asentamiento (consensio) y su compromiso (adstipulatio)" (Sermón contra los pelagianos, 3).

Hay dos momentos en que el Amén tiene particular sentido. Ante todo como conclusión de la Plegaria eucarística. La comunidad subraya diciendo, o mejor, cantando, el Amén a lo que el que preside ha proclamado en su nombre. También en la comunión, cuando el ministro dice "El Cuerpo de Cristo" o "La Sangre de Cristo", el que recibe la comunión contesta "Amén", reafirmando así su profesión de fe en este momento privilegiado.

ANTIFONA, ANTIFONARIO: Viene de la palabra griega "antifoné", sonido o canto contrario; designaba al principio un estilo de salmodia en el que dos coros alternan en su rezo o canto, estilo llamado por tanto "antifónico".Luego se ha llamado antífona a otras realidades. En la Eucaristía los cantos de entrada, ofertorio y comunión se llaman también en el Misal "antífonas". Lo mismo sucede en Completas con el canto mariano final.Pero sobre todo se da este nombre a las breves frases que se dicen o cantan antes y después del Salmo, en el Oficio divino. A veces estas frases están tomadas del mismo Salmo (destacando así una idea más oportuna para el tiempo o la fiesta), otras veces son pensamientos bíblicos o del mismo evangelio (que así dan color cristiano al rezo del Salmo), mientras que otras son frases que se aluden a la teología de la fiesta o a las características del santo que se celebra.En la oración de la comunidad cristiana estas antífonas han gozado siempre de aprecio, sobre todo cuando se cantan, y han mostrado una eficacia notable para hacer más viva la participación del pueblo en el rezo de los Salmos. "Las antífonas ayudan a poner de manifiesto el género literario del Salmo, lo transforman en oración personal, iluminan mejor alguna frase digna de atención y que pudiera pasar inadvertida, proporcionan a un determinado Salmo cierta tonalidad peculiar según las diversas circunstancias; más aun, siempre que se excluyan acomodaciones chocantes, contribuyen en gran medida a poner de manifiesto la interpretación tipológica o festiva, y pueden hacer agradable y variada la recitación de Salmos" (IGLH 113).

ANTIGUO TESTAMENTO: Una de las novedades más significativas de la nueva liturgia postconciliar ha sido el lugar mucho más significativo que se le ha dado a la proclamación del Antiguo Testamento.En el ciclo ferial de la Eucaristía (de dos años) y en el Leccionario (sobre todo el bienal) del oficio de Lecturas, se incluyen largas selecciones del mismo en lectura (semi) continuada. También las primeras lecturas de la Eucaristía dominical se toman del Antiguo Testamento, excepto en la Cincuentena Pascual. En el caso de los domingos el Antiguo Testamento se "compone armónicamente con el evangelio" (OLM 67), mientras que en la lectura continuada de las ferias y en el oficio de Lecturas se seleccionan sus libros por si mismos, para seguir con ellos la dinámica de la historia de la Salvación. Así se ayuda a entender el misterio de la salvación en Cristo también en su perspectiva de Historia, que abarca en un único movimiento la preparación del laurel y el tiempo de la Iglesia, centrados ambos en el acontecimiento de Cristo. "En la liturgia la Iglesia sigue fielmente el mismo sistema que usó Cristo en la lectura e interpretación de las Sagradas Escrituras, puesto que él exhorta a profundizar el conjunto de las Escrituras partiendo del hoy de su acontecimiento personal" (OLM 3; Cf Lc 4, 16-21; 24, 5-35.44-49). Con la distribución de las lecturas pensada para los domingos (Antiguo Testamento, Nuevo Testamento y Evangelio) "se pone de relieve la unidad de ambos Testamentos y de la Historia de la Salvación, cuyo centro es Cristo contemplado en su Misterio Pascual" (OLM 66).El Antiguo Testamento nos ayuda a entender el Nuevo Testamento. Las categorías de la salvación en Cristo están tomadas de la herencia de Israel: Pascua, memorial, Mesías, profetas, el Siervo.Como decía san Agustín, en el Antiguo Testamento está latente ("latet") ya el Nuevo, y en el Nuevo se hace patente ("patet") el Antiguo (Cf DV 16 y OLM 5). Esto vale para entender el misterio de Cristo y también para lección de nuestra vida cristiana. La historia de Israel y la nuestra son continuación de una misma actuación salvadora de Dios, aunque con la esencial evolución de haberse cumplido en Cristo el tiempo de la plenitud.

AÑO LITÚRGICO: Se llama "Año Litúrgico" o "Año Cristiano" a la especial organización del año como celebración progresiva del misterio de Cristo: "La Iglesia considera deber suyo celebrar con un sagrado recuerdo, en días determinados a través del año, la obra salvífica de su divino Esposo...En el círculo del año desarrolla todo el misterio de Cristo, desde la Encarnación y la navidad hasta la Ascención y Pentecostés y la expectativa de la dichosa esperanza y venida del Señor" (SC 102).El comienzo y el ritmo de este Año Litúrgico es distinto al año civil, o del escolar, o del comercial. Comienza ahora en el primer domingo de Adviento, en la liturgia romana. En el pasado ha habido épocas y familias litúrgicas que más bien lo iniciaban en primavera o en otoño.

ATRIO: El atrio, del latín "atrium", indica el pórtico o espacio previo, a veces rodeado de columnas, de los edificios, sobre todo los palacios y las basílicas. Equivale al griego "narthex". En los textos del Antiguo Testamento resuena con frecuencia la alusión a los atrios del Templo de Jerusalén: "Entren en sus atrios trayéndole ofrendas, póstrense ante el Señor en el atrio sagrado" (Sal 95, 8-9).A veces el atrio equivale al templo mismo, en sentido simbólico: "Vale más un día en tus atrios que mil en mi casa" (Sal 83, 11). Litúrgicamente puede tener un buen sentido pastoral el que haya un espacio intermedio entre la calle y la iglesia, una cierta separación pedagógica, que de algún modo "defienda" el espacio interior como espacio de silencio y oración, y a la vez sea lugar de reunión, saludo o despedida, antes y después de la celebración

BENEDICTUS: El "Benedictus" es un cántico que Lucas pone en labios de Zacarías, padre de Juan Bautista, y que nosotros cantamos cada día en Laudes. El Benedictus, como el Magnificat, "expresa la alabanza y acción de gracias por la obra de la salvación" (IGLH 50). Está lleno de citas, explícitas o implícitas, del Antiguo Testamento, anunciando que Dios cumple ahora, con el Mesías, lo prometido, "según lo había predicho por boca de sus santos profetas", "realizando la misericordia que tuvo con nuestros padres". Ahora, con la plenitud de Cristo, "ha visitado y redimido a su pueblo", dándole "la salvación que nos libra de nuestros enemigos"

BIBLIA: Es el libro sagrado de los cristianos. El Antiguo Testamento narra la Alianza que Dios hizo con el pueblo judío antes de Jesús. El Nuevo Testamento narra la Nueva Alianza que Dios hizo con todos los hombres por medio de su Hijo Jesucristo.BREVIARIO: Breviario (del latín "brevarium") quiere decir resumen, abreviación. Tertuliano llama al Padrenuestro "brevarium totius Evangelii", "resumen de todo el Evangelio" (Ora. I). Se ha llamado así sobre todo al volumen o volúmenes en que a partir del siglo XII se fue concentrando todo el Oficio Divino. Hubo ya desde el siglo X una tendencia a refundir en volúmenes únicos los libros litúrgicos que antes estaban separados, pero que así podían facilitar el rezo (lecturas, oraciones, salmos, antífonas e himnos, etc.). El Breviario completo sólo aparece a principios del siglo XIII, para uso de la Curia romana bajo el pontificado de Inocencio III, y fue difundido en seguida sobre todo por los franciscanos, que así, con un volumen más manual, sin musicalización y con lecturas más breves, podían rezar mejor desde su característica de vida itinerante. El Breviario se adaptaba más a lo que poco a poco iba a ser el modo más frecuente de rezo, el personal, abandonado así el rezo comunitario en coro.

CATÓLICA: En griego, esta palabra significa "universal"; la Iglesia está abierta a todos los habitantes del universo.

CAMPANAS: Es muy antiguo el uso de objetos metálicos para señalar con su sonido la fiesta o la convocatoria de la comunidad. Desde el sencillo "gong" hasta la técnica evolucionada de los fundidores de campanas o los campanarios eléctricos actuales, las campanas y las campanillas se han utilizado expresivamente en la vida social y en el culto. Son instrumentos de metal, en forma de copa invertida, con un badajo libre. Cuando los cristianos pudieron construir iglesias, a partir del siglo IV, pronto se habla de torres y campanarios adosados a las iglesias, con campanas que se convertirán rápidamente en un elemento muy expresivo para señalar las fiestas y los ritmos de la celebración cristiana. También dentro de la celebración se utilizaron las campanillas, a partir del siglo XIII, ahora bastante menos necesarias (IGMR 109 deja libre su uso) porque ya la celebración la seguimos más fácilmente, a no ser que se quieran hacer servir, no tanto para avisar de un momento -por ejemplo, la consagración- sino para darle simbólicamente realce festivo, como en el Gloria de la Vigilia Pascual.Los nombres latinos de "signum" o "tintinnabulum" se convierten más tarde, hacia el siglo VI, en el de "vasa campana", seguramente porque las primeras fundiciones derivan de la región italiana de Campania. Las campanas del campanario convocan a la comunidad cristiana, señalan las horas de la celebración (la Misa mayor), de oración (el Angelus o la oración comunitaria de un monasterio), diversos momentos de dolor (la agonía o la defunción) o de alegría (la entrada del nuevo obispo o párroco) y sobre todo con su repique gozoso anuncian las fiestas. Y así se convierten en un "signo hecho sonido" de la identidad de la comunidad cristiana, evangelizador de la Buena Noticia de Cristo en medio de una sociedad que puede estar destruida. Como también el mismo campanario, con su silueta estilizada, se convierte en símbolo de la dirección trascendente que debería tener nuestra vida.CANON: La palabra viene del griego "kanon", que indica regla, medida, norma. Se aplica a muchas realidades; los canones de la convivencia o del arte, los canones del Código de Derecho, los libros "canónicos" (los que la iglesia admite como revelados), las horas "canónicas" del Oficio Divino, la "canonización" de los santos, etc.En liturgia se ha aplicado a la oración central de la Eucaristía. En latín se llamó "canon actionis", en el sentido de "norma con que se desarrolla la acción" Sacramentario Gelasiano) o "canon Missae" (Sacramentario Gregoriano). Pero ha tenido otros nombres: anáfora, prex, y ahora sobre todo "Plegaria Eucarística", que expresa mejor su contenido.

CÁNTICO: Se llama cánticos en la Liturgia de las Horas a los cantos de la Biblia, a modo de himnos, pero que no son salmos. Se emplean en varias horas de la alabanza de las Horas. En Laudes, entre los salmos primero y tercero se intercala, en segundo lugar, un cántico del Antiguo Testamento (Daniel, Judit, Tobías, y sobre todo Isaías), uno para cada uno de los días durante cuatro semanas. En Vísperas, después de los dos primeros salmos, se añade -y ha sido novedad en esta última reforma- un cántico del Nuevo Testamento (Efesios, Filipenses, y sobre todo Apocalipsis), una serie de siete que se repiten cada semana, más uno de la carta de Pedro para los domingos de Cuaresma.También son cánticos los tres cantos del evangelio que se incluyen cada día en la alabanza de las Horas. El Benedictus, el Magnificat y el Nunc dimittis, los tres tomados del evangelio de Lucas, y que son tratados en su rezo con los mismos honores que la proclamación del evangelio en la Eucaristía. También se utilizan los cánticos para las Vigilias prolongadas (Cf IGLH 73).CANTO: El canto (del latín "cantus, cantare") es uno de los elementos más importantes de la oración litúrgica. Su motivación y su especificación se encuentra sobre todo en dos documentos: la instrucción "Musicam sacram", de 1967, y la introducción a la Liturgia de las Horas (1971: IGLH 267-84). El canto expresa y realiza nuestras actitudes interiores. Tanto en la vida social como en la cúltico-religiosa, el canto no sólo expresa sino que en algún modo realiza los sentimientos interiores de alabanza, adoración, alegría, dolor, súplica. "No ha de ser considerado el canto como un cierto ornato que se añade a la oración, como algo extrínseco, sino más bien como algo que dimana de lo profundo del espíritu del que ora y alaba a Dios" (IGLH 270).El canto hace comunidad, al expresar más validamente el carácter comunitario de la celebración, igual que sucede en la vida familiar y social como en la litúrgica.El canto hace fiesta, crea clima más solemne y digno en la oración: "nada más festivo y más grato en las celebraciones sagradas que una asamblea que toda entera, exprese su fe y su piedad por el canto" (MS 16).El canto es una señal de euforia. El canto tiene en la liturgia una función "ministerial": no es como en un concierto, que se canta por el canto en sí y su placer estético y artístico. Aquí el canto ayuda a que la comunidad entre más en sintonía con el misterio que celebra. A la vez que crea un clima de unión comunitaria y festiva, ayuda pedagógicamente a expresar nuestra participación en lo más profundo de la celebración.Así el canto se convierte de verdad en "sacramento", tanto de lo que nosotros sentimos y queremos decir a Dios, como de la gracia salvadora que nos viene de él.CENA DEL SEÑOR: Del latín "coena o caena" (del griego "koiné", común, comida en común). Es el nombre que, junto al de "fracción el Pan", le da por ejemplo san Pablo en 1 Cor 11,20 a lo que luego se llamó "Eucaristía" o "Misa" ("kyriakon deipnon", cena señorial, del Señor Jesús). Es también el nombre que le da el Misal actual: "Misa o Cena del Señor" (IGMR 2 y 7).El Jueves Santo la Eucaristía con que se da inicio al Triduo Pascual es la "Misa in Coena Domini", porque es la que más entrañablemente recuerda la institución de este sacramento por Jesús en su última cena, adelantando así sacramentalmente su entrega de la Cruz.

CEREMONIA: Del latín "caerimonia o caermonia". Se llama así a un rito, tanto en el contexto social como en el religioso, que se realiza en honor de alguien o de algo, con un tono de solemnidad ritual, más bien público y reglamentado.En todas las liturgias se habla de ceremonias: desde las del Templo de Jerusalén y las religiones paganas hasta la celebración cristiana.

La expresión se entiende popularmente más bien referida a la forma exterior de rito y a su exactitud formal. Pero eso no debe prejuzgar la profundidad de su estilo, que abarca tanto la fenomenología externa como la realidad invisible que sucede. Es lo que quiere transmitir el Ceremonial de Obispos: "Las sagradas celebraciones que preside el obispo manifiestan el misterio de la Iglesia, en el cual está presente Cristo; no son, por lo tanto una mera suntuosidad de ceremonias" (n. 12).Seguimos llamando "maestro de ceremonias" al que, en colaboración con el presidente y los otros ministros, prepara y dirige la celebración (Cf IGMR 69, y sobre todo CE 34-36).

CREDO: Es una palabra latina que significa "creo". Con este nombre se designa la fórmula que expresa nuestra fe de cristianos.

CORDERO DE DIOS: En los tiempos del Antiguo Testamento, los creyentes ofrecían corderos a Dios. A Jesús se le llama Cordero de Dios porque Él ofrece su vida a Dios.

COMUNIÓN DE LOS ENFERMOS: Algunos miembros de la comunidad cristiana, nombrados para ello pueden llevar la Eucaristía a domicilio a los enfermos. El sacerdote les confía la Hostia Sagrada en una pequeña cajita llamada "portahostias" y les encarga decirle al enfermo que todos oran por él.

CONCELEBRACIÓN: Se llama concelebración al hecho de que varios sacerdotes celebran juntos la misma Eucaristía, presididos por el celebrante principal, en contraste con lo que hasta el 1965 era uso corriente: las Misas individuales en los varios altares. Se puede llamar así a toda clase de celebración, por ejemplo de la Liturgia de las Horas, pero se suele reservar a la de la Eucaristía. El Concilio (SC 57) decidió restaurar o ampliar el rito de la concelebración a muchos más casos de los que antes se habían conservado de los siglos anteriores. De tal modo que ahora es ya un uso corriente cuando son varios los sacerdotes presentes. La regulación de este rito está en su propio ritual, el "Ritus servandus in Concelebratione Missae", promulgado por primera vez en 1965 (Cf IGMR 153-208).No son fáciles de interpretar los testimonios antiguos de la concelebración tanto en la iglesia latina como en la oriental. La forma de realizarla no era la actual, porque ahora --tal vez como efecto de la espiritualidad marcadamente ministerial e individual de los sacerdotes en los últimos siglos-- se ha instaurado una celebración en la que no sólo el sacerdote principal sino también los otros dicen algunas partes de la Plegaria Eucarística. En los primeros siglos era el obispo o sacerdote principal el único que asumía el papel presidencial, subrayando así más su ministerio de signo visible y sacramental de Cristo. La decisión no se ha tomado después del Concilio, sino ya antes, con Pío XII en 1957,en una respuesta del Santo Oficio.Si se ha decidido restaurar la concelebración eucarística, no ha sido precisamente porque así se resuelve el inconveniente de la pluralidad de Misas, ni para dar solemnidad a una fiesta, sino por motivos teológico-espirituales.La concelebración expresa mejor la unidad del sacerdocio: "son muchos los sacerdotes que celebran Misa: sin embargo cada uno no es más que un ministro de Cristo, que, por medio suyo, ejerce su sacerdocio" (Euch. Myst. 47; Cír PO 7). Pone también de relieve la unidad del sacrificio eucarístico: "puesto que todas las Misas reactualizan el único sacrificio de Cristo", "varios sacerdotes a la vez, con una sola voluntad ofrecen, realizan y al mismo participan en uno solo sacrificio por medio de un solo acto sacramental" (ibid). Y finalmente este modo de celebración pone de relieve la unidad del Pueblo de Dios: "pues toda Misa, en cuanto celebración del sacramento con que continuamente vive y crece la Iglesia... es acción de todo el pueblo santo de Dios, que actúa según un orden jerárquico" (ibid). La concelebración se aconseja de modo particular en ocasiones en que tiene más significación eclesial: la Misa crismal, las ordenaciones, los sínodos, la dedicación de las iglesias, y en general todas las celebraciones presididas por el obispo.

CONFESIÓN: La palabra "confesión" viene del latín "confiteri", que a su vez proviene de "fateri" y "fari", hablar. En griego responde sobre todo a "exomológesis". Significa declarar, reconocer, admitir, confesar.Se puede referir a Dios (confesar la grandeza de Dios), a Cristo (dar testimonio, confesar a Cristo ante los hombres; Cf Rom 10, 10), a la fe verdadera (confesión de fe, el símbolo del Credo). Preferentemente se usa en relación a los propios pecados: reconocer y acusar el pecado ante Dios (Salmo 32, 5; 51, 5). A veces forma parte de la Eucaristía: el Misal llama "confesión general" al acto penitencial con que se inicia la Misa (IGMR 29).Pero sobre todo se llama confesión a la acusación de los pecados ante el ministro de la Iglesia en el sacramento de la Reconciliación penitencial. Es uno de los "actos del penitente" en este sacramento, junto al dolor interior, el propósito y las obras de conversión. La confesión puede empezar, si se quiere, con el "yo confieso" (Ritual 18). Tal vez es el acto más característico en la sensibilidad del pueblo cristiano, de tal modo que durante siglos al sacramento se le ha llamado "confesión, ir a confesarte", tomando una parte por el todo.El "Ritual de la Penitencia" (1974) y más tarde la instrucción de los obispos españoles "Dejaos reconciliar con Dios" (1989) motivan bien, dentro del proceso penitencial, el aspecto de la confesión: una parte necesaria del camino normal de la reconciliación por parte del penitente, que, como signo de su conversión interior, reconoce su falta ante el ministro eclesial y escucha de él la absolución es nombre de Dios y de la Iglesia. La confesión individual, complementada por la absolución, es el único modo ordinario mediante la cual los fieles que han pecado gravemente pueden reconciliarse con Dios y con la Iglesia, tanto cuando se acercan al sacramento en su forma individual como cuando lo celebran comunitariamente.Incluso en la tercera forma, cuando no pueden realizarse la confesión individual ni darse la absolución a cada uno personalmente, deben haber de momento, según el Ritual, una "confesión general", quedando para cuando se pueda realizar el proceso íntegro la confesión individual o auricular. El Ritual (n, 35). Describe esta confesión general: se trata de manifestar con algún signo externo la conversión interior y el deseo de recibir la absolución el "yo confieso", un canto, el Padre Nuestro, algún signo corporal como el inclinar la cabeza o arrodillarse.

CONFESIONARIO: "Confesonario" o "confesionario" es el lugar donde se celebra la parte individual del sacramento de la Reconciliación. Toma el nombre del aspecto más característico del mismo, la confesión de los pecados por parte del penitente al ministro de la Iglesia.Durante siglos esta sede penitencial era sencillamente un asiento abierto, a veces situado en la sacristía o en una capilla discreta de la iglesia. Fue a partir de Trento, parece ser que por primera vez con san Carlos Borromeo, a fines del siglo XVI, cuando, para dar más solemnidad al sacramento, se empezaron a idear los confesonarios tal como nosotros los hemos conocido, a modo de habitáculo o garita con abertura delante y con rejas a los lados.Ahora se les llama "sedes penitenciales", o sea, una sede presidencial y a la vez penitencial, para que pueda tener lugar con tono celebrativo el encuentro eclesial de este sacramento. También se estudia la renovación y adaptación de sus formas como mueble. El episcopado español, en su instrucción "Dejaos reconciliar con Dios" de 1989, indicaba que "ha de evitarse que las sedes para el sacramento de la penitencia o confesionarios estén ubicados en los lugares más oscuros y tenebrosos de las iglesias como en ocasiones sucede. La misma estructura del mueble confesionario, tal y como es en la mayoría de los casos, presta un mal servicio a la penitencia, que es lugar de encuentro con Dios, tribunal de misericordia y fiesta de reconciliación" (n. 79). Y en otro documento anterior de 1978, en donde el mismo episcopado daba orientaciones sobre este sacramento, pensando seguramente en el nuevo gesto sacramental de la imposición de manos, pedía que las sedes de los ministros tengan una forma que sea apta para el desarrollo del rito íntegro (n. 71).ESPÍRITU SANTO: Es la persona divina que Dios nos da para que vivamos como Jesús.

EVANGELIO: Esta palabra de origen griego significa: "buena noticia". La Buena Noticia es el mismo Jesús, que vive con nosotros. Se llaman "Evangelios" los cuatro primeros libros del Nuevo Testamento, que nos transmiten la Buena Noticia.

EUCARISTÍA: Es una palabra que viene del griego y significa "agradecimiento, acción de gracias". Con este nombre se conoce también a la misa.

HACED ESTO EN CONMEMORACIÓN MÍA: Significa que los discípulos deben repetir en memoria de Jesús lo que Él hizo y dijo en la Última Cena.

HOSTIA: La palabra hostia significa "víctima ofrecida". La hostia consagrada es Jesucristo que se ofreció para dar la vida a todas las personas

IGLESIA: En griego, esta palabra significa "asamblea". "Iglesia" escrita con "I" mayúscula, significa la comunidad total de los cristianos en todo el mundo.
MISA: A la reunión eucarística: actualmente se le conoce con el nombre de Misa, porque en latín, la frase con que se anunciaba que la celebración ya había terminado era: Ite, missa est.MISERICORDIA: Viene de dos palabras latinas que significan "miseria" y "corazón". Dios tiene misericordia por nosotros porque abre su corazón a todas nuestras miserias. También significa "Amor más allá de lo justo".

OMISIÓN: Dejar de haber hecho algo bueno que yo hubiese podido haber hecho

PASIÓN: Los sufrimientos que padeció Jesús antes de morir en la Cruz.

PONCIO PILATO: Es el nombre del gobernador romano que mandó crucificar a Jesús.

RECONOCERSE PECADORES: Reconocer que nos hemos alejado de Dios, que es amor.

SACRAMENTO DE NUESTRA FE: Es el signo sagrado de nuestra fe.

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