Muchos primeros serán últimos y muchos últimos, primeros
- 18 Agosto 2020
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Reina, 18 de agosto
Martirologio Romano: En Roma, en la vía Labicana, santa Elena, madre del emperador Constantino, que tuvo un interés singular en ayudar a los pobres y acudía a la iglesia piadosamente confundida entre los fieles. Habiendo peregrinado a Jerusalén para descubrir los lugares del Nacimiento de Cristo, de su Pasión y Resurrección, honró el pesebre y la cruz del Señor con basílicas dignas de veneración († c. 329).
Breve Biografía
En un mesón propiedad de sus padres en Daprasano (Nicomedia) nació pobre en el seno de una familia pagana. Allí pudo, en su juventud, contemplar los efectos de las persecuciones mandadas desde Roma: vió a los cristianos que eran tomados presos y metidos en las cárceles de donde salían para ser atormentados cruelmente, quemados vivos o arrojados a las fieras. Nunca lo entendió; ella conocía a algunos de ellos y alguna de las cristianas muertas fueron de sus amigas ¿qué mal hacían para merecer la muerte? A su entender, sólo podía asegurar que eran personas excelentes.
San Ambrosio, que vivió en época inmediatamente posterior, la describe como una mujer privilegiada en dones naturales y en nobleza de corazón. Y así debía ser cuando se enamoró de ella Constancio, el que lleva el sobrenombre de Cloro por el color pálido de su tez, general valeroso y prefecto del pretorio durante Maximiano. Tenía Elena 23 años al contraer matrimonio. En Naïsus (Dardania) les nació, el 27 de febrero del 274, el hijo que llegaría a ser César de Maximiano como Galerio lo fue de Diocleciano.
Pero no todo fueron alegrías. Elena fue repudiada por motivos políticos en el 292 para poder casarse Constancio con la hijastra de Maximiano y llegar a establecer así el parentesco imprescindible entre los miembros de la tetrarquía. Le costó mucho saberse pospuesta al deseo de poder de su marido, pero esto lo aceptó mejor que el hecho de verse separada de su hijo Constantino que pasó a educarse en el palacio junto a su padre y donde se reveló como un fantástico organizador y estratega.
Muerto Constancio Cloro en el 306, Constantino decide llevarse a su madre a vivir con él a la corte de Tréveris. En esta época aún no hay certeza histórica de que su madre fuera cristiana. Sí, cuando -por testimonio de Eusebio de Cesarea- aparezca sobre el sol el signo de la cruz con motivo de la batalla de Saxa Rubra y la leyenda "con este signo vencerás" que dio el triunfo a Constantino y lo hizo único Emperador de Roma, en el 312.
Aunque el emperador retrasará su bautismo hasta la misma muerte, es complaciente con la condición de cristiana que tiene su madre que daba sonados ejemplos de humildad y caridad. Incluso parece descubrirse la influencia materna tras el Edicto de Milán que prohibía la persecución de los cristianos y los edictos posteriores que terminan vetando el culto a los dioses lares. Agasaja a su madre haciéndola Augusta, acuña monedas con su efigie y le facilita levantar iglesias.
En el 326 Elena está con su hijo en Bizancio, a orillas del Bósforo. Aunque se aproxima ya a los setenta años alienta en su espíritu un deseo altamente repensado y nunca confesado, pero que cada día crece y toma fuerza en su alma; anhela ver, tocar, palpar y venerar el sagrado leño donde Cristo entregó su vida por todos los hombres. Organiza un viaje a los Santos Lugares en cuyo relato se mezclan todos los elementos imaginables pertenecientes al mundo de la fábula por tratarse del desplazamiento de la primera dama del Imperio a los humildes a lejanos lugares donde nació, vivió, sufrió y resucitó el Redentor. Pero aparte de todo lo que de fantástico pueda haber en los relatos, fuentes suficientemente atendibles como Crisóstomo, Ambrosio, Paulino de Nola y Sulpicio Severo refieren que se dedicó a una afanosa búsqueda de la Santa Cruz con resultados negativos entre los cristianos que no saben dar respuesta satisfactoria a sus pesquisas. Sintiéndose frustrada, pasa a indagar entre los judíos hasta encontrar a un tal Judas que le revela el secreto rigurosamente guardado entre una facción de ellos que, para privar a los cristianos de su símbolo, decidieron arrojar a un pozo las tres cruces del Calvario y lo cegaron luego con tierra.
Las excavaciones resultaron con éxito. Aparecieron las tres cruces con gran júbilo de Elena. Sacadas a la luz, sólo resta ahora la grave dificultad de llegar a determinar aquella en la que estuvo clavado Jesús. Relatan que el obispo Demetrio tuvo la idea de organizar una procesión solemne, con toda la veneración que el asunto requería, rezando plegarias y cantando salmodias, para poner sobre las cruces descubiertas el cuerpo de una cristiana moribunda por si Dios quisiera mostrar la Vera Cruz. El milagro se produjo al ser colocada en sus parihuelas sobre la tercera de las cruces la pobre enferma que recuperó milagrosamente la salud.
Tres partes mandó hacer Elena de la Cruz. Una se trasladó a Constantinopla, otra quedó en Jerusalén y la tercera llegó a Roma donde se conserva y venera en la iglesia de la Santa Cruz de Jerusalén.
No han faltado autores que atribuyan a la fábula el hecho de la invención por Elena basándose principalmente en que no hay noticia expresa de tamaño acontecimiento hasta un siglo después. Ciertamente es así, pero lo resuelven otros estudiosos afirmando que la fuente histórica que relata los acontecimientos es el historiador contemporáneo Eusebio de Cesarea al que en su Vita Constantini sólo le interesan los acontecimientos realizados por Constantino, bien porque sigue los cánones de la historia contemporánea, o quizá porque sólo le interesa adular a su anfitrión.
Murió Elena sin que sepamos el sitio ni la fecha. Su hijo Constantino dispuso trasladar sus restos con gran solemnidad a la Ciudad Eterna y parte de ellos se conservan en la iglesia Ara Coeli, dedicada a Santa Elena, la mujer que dejó testimonio tangible y visible en unos maderos del paso salvador por la tierra de Jesús, el Hijo de Dios encarnado.
¿Estás dispuesto a ser el último?
Santo Evangelio según san Mateo 19, 23-30. Martes XX del Tiempo Ordinario
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Señor Jesús, toma mi nada y mi pequeñez. Te la entrego toda a ti, para que con tu todo y con mi nada pueda ser un instrumento de tu amor para los hombres.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Mateo 19, 23-30
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Yo les aseguro que un rico difícilmente entrará en el Reino de los cielos. Se lo repito: es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja, que un rico entre en el Reino de los cielos”.
Al oír esto, los discípulos se quedaron asombrados y exclamaron: “Entonces ¿quién podrá salvarse?” Pero Jesús, mirándolos fijamente, les respondió: “Para los hombres eso es imposible, mas para Dios todo es posible”.
Entonces Pedro, tomando la palabra, le dijo a Jesús: “Señor, nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido, ¿qué nos va a tocar?” Jesús les dijo: “Yo les aseguro que en la vida nueva, cuando el Hijo del hombre se siente en su trono de gloria, ustedes, los que me han seguido, se sentarán también en doce tronos, para juzgar a las doce tribus de Israel.
Y todo aquel que por mí haya dejado casa, o hermanos o hermanas, o padre o madre, o esposa o hijos, o propiedades, recibirá cien veces más y heredará la vida eterna. Y muchos primeros serán últimos y muchos últimos, primeros”.
Palabra de Dios.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
¿2 + 2 = 5? Mmmm...no. Todos estamos seguros que 2 + 2 = 4. ¿Por qué tendríamos que dudar de algo tan simple y tan claro? Pues... parece que las matemáticas de Dios son un poco diversas a las nuestras. Hay un santo que realmente comprendió las matemáticas de Dios. Un santo tan pequeño, pero a la vez tan grande. Se llama san Martín de Porres. Este fraile dominico realmente entendió la lógica del Evangelio: «Muchos primeros serán últimos y muchos últimos, primeros». San Martín de Porres se dedicó a ser el último durante toda su vida. Hizo de lo ordinario algo extraordinario. Es más, hizo de lo humano algo divino. Las imágenes nos muestran siempre a san Martín de Porres con una escoba. ¿Acaso alguien puede llegar a ser santo barriendo? Ciertamente barrer no tiene nada de complicado, pero él añadió algo a la ecuación: el amor. Él hacía lo que tenía que hacer con tanto amor que lo humano se transformó en divino y como dice el Evangelio «para los hombres eso es imposible, más para Dios todo es posible» (Mt 19, 26).
Yo te invito también en este momento de oración a descubrir a los santos de «la puerta de al lado». A los santos con los que te cruzas todos los días. A los que se dedican a barrer como san Martín de Porres o a los que simplemente hacen las cosas que no nos damos cuenta. Por ejemplo, ¿alguna vez te has preguntado quién ha rellenado el salero? Porque sin duda alguna la sal no llegó sola al salero. Alguien dedicó un tiempo a poner la sal en el salero. Alguien decidió ser el último para que alguien más fuera el primero...Y tú, ¿estás dispuesto a ser el último también?
«Hoy es la fiesta de aquellos que han alcanzado la meta indicada por este mapa: no sólo los santos del calendario, sino tantos hermanos y hermanas “de la puerta de al lado”, que tal vez hemos encontrado y conocido. Hoy es una fiesta de familia, de tantas personas sencillas, escondidas que en realidad ayudan a Dios a llevar adelante el mundo. ¡Y existen muchos hoy! Son tantos. Gracias a estos hermanos y hermanas desconocidos que ayudan a Dios a llevar adelante el mundo, que viven entre nosotros, saludemos a todos con un fuerte aplauso. Ante todo —dice la primera bienaventuranza— son “los pobres de espíritu”. ¿Qué significa? Que no viven para el éxito, el poder y el dinero; saben que quien acumula tesoros para sí no se enriquece ante Dios. Creen en cambio que el Señor es el tesoro de la vida y el amor al prójimo la única verdadera fuente de ganancia. A veces estamos descontentos por algo que nos falta o preocupados si no somos considerados como quisiéramos; recordemos que no está aquí nuestra felicidad, sino en el Señor y en el amor: sólo con Él, sólo amando se vive como bienaventurado». (Homilía de S.S. Francisco, 1 de noviembre de 2017).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Dar las gracias de corazón y sacarles una sonrisa a las personas que hacen que las cosas estén limpias y ordenadas.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
¿Qué pensaba Jesús de los ricos?
¿Cómo actuaba frente a ellos? ¿Les obligaba a dar todo su dinero a los necesitados? ¿Les aconsejaba lo que debían hacer con sus posesiones?
Jesús, al invitar a renunciar a las riquezas, ¿apunta hacia la carencia, incita a ingresar en el vacío y la nada? Jesús apunta más bien a conseguir una riqueza infinitamente mayor. Al igual que se entra desnudo en la vida, sólo se entrará desnudo en el Reino de los cielos, pues, si desnudo se nace, desnudo se renace. Sólo quien se ha despojado de riquezas, de ambiciones, de poderes, de falsas ilusiones, de odios y revanchas, podrá entender mejor las riquezas del cielo. Jesús no viene a empobrecer al hombre, pero sí a sustituir una riqueza pasajera por la gran riqueza de Dios.
Todos los bienes materiales son regalos de Dios, nuestro Padre. Debemos usarlos en tanto cuanto nos lleven a Él, con rectitud, moderación, desprendimiento interior. Al mismo tiempo, son medios para llevar una vida digna y para ayudar a los más necesitados. Lo que Jesús recrimina es el apego a las riquezas, y el convertirlas en fin en sí mismas.
Hay expresiones de Jesús en los Evangelios bastante desconcertantes sobre las riquezas y sobre los ricos: "Hijos, cuán difícil es entrar en el Reino de Dios para los que confían en las riquezas. Más fácil es que pase un camello por ojo de una aguja, que un rico entre en el reino de Dios" (Mc 10, 24). O aquella otra frase: "No podéis servir a Dios y a Mammón" (Mt 6, 24; Lc 16, 13). ¿Jesús desprecia las riquezas, las condena? ¿Excluye de su Reino a los ricos?
1. Jesús ante los bienes materiales
Jesús era una persona pobre. Nace de una familia sin grandes recursos y en condiciones pobres. Incluso no pudieron ofrecer un cordero, por falta de recursos (cf. Lc 2, 24).
No almacena bienes y sabe vivir de la Providencia de su Padre (cf. Mt 8, 20; Lc 9, 58). Es más, las cosas son para Jesús una obra del Padre. Brotaron de la mano amorosa y providente de su Padre (cf. Mt 6, 26ss).
Y cuando llama bienaventurados a los pobres (cf. Mt 5, 3), está llamando felices a quienes son desprendidos interiormente, aquellos que ponen toda su confianza en Dios, porque todo lo esperan de Él. Pobre es sinónimo del que tiene el corazón vacío de ambiciones y preocupaciones; de quienes no esperan la solución de sus problemas sino de solo Dios. Y pobreza en la Biblia es sinónimo de hambre, de sed, de llanto, de enfermedad, trabajos y cargas agobiantes, alma vacía, falta de apoyo humano.
Jesús era pobre en ese sentido: apoya su vida en Dios, su Padre. Gracias a esa libertad interior, Jesús puede disfrutar de los bienes moderada y alegremente. Es tan libre que está por encima de las apetencias, ansiedades y vanidades. Por eso sabe gozar de las cosas y, a la vez, prescindir de ellas para seguir su misión y su preferencia por Dios Padre. Goza de un banquete (cf. Lc 7, 36-49; Jn 2, 1-12), pero también se priva de lo material cuando se lo pide su misión (cf. Jn 4, 31-32). Disfruta preparando un almuerzo a sus íntimos (cf. Jn 21, 9-12); les defiende cuando los fariseos les acusan de arrancar espigas, pues tenían hambre (cf. Mt 12, 1-8).
Pero no vive en la miseria. Tiene su vida asegurada, pues en el grupo de los apóstoles había una bolsa común (cf. Lc 8, 1-3; Jn 12, 6). Compraban alimentos (Jn 4, 8) y se hacían limosnas con parte de los bienes (cf. Jn 13, 29). Es decir, Cristo tiene bienes y los administra. Participa en banquetes y fiestas y sabe cooperar con vino generoso en las bodas de Caná (cf. Jn 2, 1 ss). Y estos mismos goces sanos los desea para los demás. De ahí su hermoso y gratuito gesto de la multiplicación de los panes y peces (cf. Mt 15, 15 ss; Jn 6, 1-15).
Acepta regalos, incluso costosos (cf. Jn 12, 1-8).
Y, sin embargo, Cristo alcanza con su gloriosa resurrección la máxima riqueza que va a distribuir a todos (cf. Mt 28, 18). Sigue siendo pobre porque no posee las riquezas materiales, sino las de Dios.
¿Cuál fue, entonces, la postura de Jesús frente a los bienes materiales? La enseñanza central de Cristo en lo económico es ésta: relativización del dinero. A Jesús le interesa mucho más cómo se usa lo que se tiene que cuánto se tiene y, sobre todo, le importa infinitamente más lo que se "es" que lo que se tiene. Jesús quiere dar a entender que la verdadera riqueza es la interior, la del corazón. La riqueza material nos debe ayudar a ser ricos en generosidad, desprendimiento y solidaridad.
Al decir que Jesús consideraba las riquezas como relativas, no significa que Jesús fuera un adorador romántico de la pobreza, en sentido material. No es que Jesús quiera la pobreza material, que se convierta en miseria. No. Por eso, su mensaje es bien claro: todos somos hermanos y debemos compartir lo que tenemos, para que nadie sufra esa pobreza material. Si no tenemos caridad no somos nada (cf. 1 Cor 13, 1 ss).
La postura de Jesús frente a las riquezas es de una gran libertad interior. Jesús no está apegado a ellas, no está esclavizado a ellas, no está obsesionado por ellas. Vive la pobreza como ese desapego interior de todo. Por eso, Jesús insiste en que lo material es perecedero y lo sobrenatural es eterno. Así se entiende por qué no toma posición ante quien le pide juicio sobre lo material (cf. Lc 12, 14).
La cruz descubre profundamente el valor que Jesús concede a las cosas materiales y terrenas. Para salvar a los hombres y cumplir la misión confiada por su Padre, dio todo cuanto tenía. Jesús en la cruz es pobre de cosas, pero es rico en amor, perdón, misericordia, obediencia. De su costado abierto brotó la Iglesia, los sacramentos, el regalo de su Madre.
2. Jesús ante los ricos
Cuando decimos que Jesús prefiere como amigos a los pobres no estamos diciendo que excluya a los ricos. Jesús, enemigo de toda discriminación, no iba Él a crear una más. En realidad, Cristo es el primer personaje de la historia que no mide a los hombres por lo económico sino por su condición de personas.
Es un hecho que no faltan en su vida algunos amigos ricos con los que convive con normalidad. Si al nacer eligió a los pastores como los primeros destinatarios de la buena nueva, no rechazó, por ello, a los magos, gente de recursos y sabia. Y si sus apóstoles eran la mayoría pescadores, no lo era Mateo, que era rico y tenía mentalidad de tal. Y Jesús no rechaza invitaciones a comer con los ricos; acepta la entrevista con Nicodemo, cuenta entre sus amigos a José de Arimatea, tiene intimidad con el dueño del cenáculo, gusta de descansar en casa de un rico, Lázaro, y, entre las mujeres que le siguen y le ayudan en su predicación figura la esposa de un funcionario de Herodes. Tampoco rehusa el ser enterrado en el sepulcro de un rico.
Jesús ama a todos: pobres y ricos. Conocemos su relación con Simón, el fariseo (cf. Lc 7, 36), y con Nicodemo, doctor de la Ley (cf. Jn 3, 1). El rico José de Arimatea es mencionado expresamente entre sus discípulos (cf. Mt 27, 57). En sus viajes le seguían "Juana, mujer de Cusa, procurador de Herodes, Susana y otras muchas que le servían con sus bienes" (Lc 8, 3). Por lo que podemos juzgar, sus apóstoles no pertenecían a las más bajas clases sociales, sino como Jesús mismo, a la clase media.
Más que a las riqueza en sí o a los ricos, Jesús combate la actitud de apego frente a esas riquezas. Jesús veía en la mayor parte de los fariseos y saduceos, representantes de la clase rica y dirigente del país, las funestas y alarmantes consecuencias del culto a Mammón. Lo que les impedía seguirle, manteniéndoles alejados del reino de los cielos, no era la riqueza en sí, sino su egoísmo duro, su orgullo, su apego a ella, a sus privilegios.
Cuando Jesús llama la atención a los ricos es porque el rico, apegado a las riquezas, no siente necesidad de nada, pues lo tiene todo y no desea que cambien las cosas para seguir en su posición privilegiada. A quien le falta siente nostalgia de Dios y le busca.
Es un hecho que Jesús frente al pobre y necesitado lo primero que hacía era la liberación de su problema o dolencia, y sólo después venía la exigencia de conversión. Mientras que, frente al bien situado y rico, lo primero que le pedía era la exigencia de conversión y, sólo cuando esta conversión se manifestaba en obras de amor a los demás, anunciaba la salvación para aquella casa (cf. Lc 19, 1-10).
Por eso Jesús no condena sin más al rico, ni canoniza sin más al pobre. Pide a todos que se pongan al servicio de los demás. Para Jesús el verdadero valor es el servicio. Por lo mismo, la salvación del pobre no será convertirle en rico y la del rico robarle su riqueza, sino convertir a todos en servidores, descubrir a todos la fraternidad que cada uno ha de vivir a su manera.
3. Juicio de Jesús sobre las riquezas
No obstante lo dicho, Jesús anuncia del peligro y riesgo de las riquezas. Aquí la palabra de Jesús no se anda con rodeos. Para Jesús la riqueza, como vimos, no es el mal en sí, pero le falta muy poco. La idolatría del dinero es mala porque aparta de Dios y aparta del hermano. Así se explican las palabras de Jesús: no se puede amar y servir a Dios y a las riquezas (cf. Mt 6, 24; Lc 16, 13); la preocupación por la riqueza casi inevitablemente ahoga la palabra de Dios (cf. Mt 13, 22); es sinónimo de "malos deseos" (cf. Mc 4, 19). El que atesora sólo riquezas para sí es sinónimo del condenado (cf. Lc 12, 21). Cuando el joven rico no es capaz de seguir a Cristo es porque está atrapado por la mucha riqueza (cf. Lc 18, 23).
La crítica de Jesús al abuso de la riqueza se basa, efectivamente, en el poder totalizador y absorbente de ésta. La riqueza quiere ser señora absoluta de aquél a quien posee. Por eso, Jesús pone en guardia sobre la salvación del rico. Será difícil la salvación de aquel que haya vivido sólo para la riqueza, de la riqueza, con la riqueza, despreocupado del amor a Dios y al prójimo. Haría falta un verdadero milagro de Dios para que consiga la salvación (cf. Mt 19, 23; Mc 10, 25; Lc 18, 25).
Esta es la razón por la que el rico tiene que "volver a nacer", como sucedió a Zaqueo (cf. Lc 19, 1-10); tiene que compartir, si quiere salvarse, cosa que no hizo el rico Epulón (cf. Lc. 16, 19-31); tiene que aceptar la invitación de Dios al convite de la fraternidad y no hacer oídos sordos, como hicieron los egoístas descorteses, que prefirieron sus cosas y por eso no entraron en el banquete del Reino (cf. Lc 14, 15-24).
¿Se salvará o no se salvará el rico? Si abrimos san Mateo, capítulo 25, 31-46, podemos concluir lo siguiente: Se salvará -rico o pobre- el que haya dado de comer, de beber, el que haya consolado al enfermo, el que haya tenido piedad con sus hermanos. Y se condenará -rico o pobre- el que haya negado lo que tiene, mucho o poco, a los demás.
CONCLUSIÓN
Es un error pensar que la vida es un ascenso hacia la fortuna material para gozar de los bienes en el más allá. ¡Qué diversos son los bienes que nos alcanzó Cristo con su resurrección! Él nos consigue la verdad, la libertad, la sinceridad, la comprensión, la satisfacción de no tener ansiedades, la paz, el perdón. Y sobre todo, la riqueza de las riquezas: el cielo. Y por ese cielo es necesario vender todo y así comprarlo (cf. Mt 13, 44-46). ¡Es la mejor inversión en vida!
Papa Francisco: Carta a los religiosos y religiosas del Brasil
En ocasión de la Semana de la Vida Consagrada, que se celebra en Brasil del 16 al 22 de agosto.
En la carta enviada por el Papa Francisco el pasado 5 de agosto, desea con “gran alegría” unirse espiritualmente, a las oraciones e iniciativas promovidas por la Conferencia de Religiosos de Brasil con motivo de la Semana de la Vida Religiosa Consagrada, celebrada del 16 al 22 de agosto, que tiene como objetivo promover y renovar la misión de los consagrados en la Tierra de la Santa Cruz.
Saberse amados por Dios
En este sentido, el Pontífice les recordó que “el itinerario vocacional tiene su origen en la experiencia de saberse amado por Dios: la vida misma es ya fruto de una llamada de Dios; nos ha llamado a la vida porque nos ama y ha predispuesto todo para que cada uno de nosotros sea único, acompañándonos por los caminos, a veces polvorientos, de nuestra vida y, conociendo nuestra conmovedora nostalgia de amor y de felicidad, nos llama a la alegría, que se encuentra sólo en el don de sí mismo a los demás”.
Con la mirada fija en Jesús
Ante el cambio de época actual, los exhortó a “estar atentos para evitar la tentación de tener una visión mundana, que nos impide ver la gracia de Dios como protagonista de la vida y nos lleva a salir en busca de cualquier sustituto”. “El mejor antídoto contra esta tentación –continua Francisco– es dar prioridad a la oración en medio de todas nuestras actividades, con la certeza de que quien mantiene la mirada fija en Jesús aprende a vivir para servir, porque experimenta lo que dijo el profeta Isaías: ‘Tú eres precioso a mis ojos... Yo te amo’”.
Amar con el corazón de Jesús
Con el objetivo de buscar una mayor promoción y renovación de la vida y la misión de los consagrados, el Santo Padre los invitó a formularse de nuevo la pregunta que propuso en la Carta Apostólica a los Consagrados del 2014: “¿es Jesús realmente el primero y único amor, como nos hemos propuesto cuando profesamos nuestros votos? Sólo si es así, podemos y debemos amar en la verdad y la misericordia a toda persona que encontramos en nuestro camino, porque habremos aprendido de él lo que es el amor y cómo amar: sabremos amar porque tendremos su mismo corazón".
Finalmente, Papa Francisco confía la fecundidad de esta Semana de la Vida Religiosa Consagrada del Brasil, a la intercesión de Nuestra Señora de Aparecida, y envió su Bendición Apostólica.
Origen del cosmos
Empecemos por la huella que Dios ha dejado en el cielo
Las cosas no se hacen solas; es decir, alguien tiene que hacerlas. Tanto la mesa y la casa, como el Sol, la Tierra y las estrellas han sido hechos por alguien. La mesa ha sido hecha por el carpintero, la casa ha sido hecha por el albañil.
1.- EL SOL, LA TIERRA Y LAS ESTRELLAS HAN SIDO HECHOS POR DIOS.
1. Si paseas por la playa un día que ha bajado la marea, conoces, por las huellas en la arena, si lo que pasó por allí antes que tú fue un hombre, un perro o un pájaro. Lo mismo vamos a hacer nosotros para averiguar la existencia de Dios.
A Dios no le podemos ver, porque es espíritu 1; y el espíritu no se ve con los ojos de la cara. «A Dios no lo ha visto nadie» 2;.
Pero vamos a conocer a Dios por las huellas que ha dejado en la creación. Dice San Pablo que Dios es cognoscible con la razón a través de las criaturas 3
Empecemos por la huella que Dios ha dejado en el cielo.
Tú sabes que aquellas huellas en la arena no se han hecho solas.
Pues mira el cielo. ¿Puedes contar las estrellas?
El Atlas del cosmos, que ya se ha empezado a publicar, constará de veinte volúmenes, donde figurarán unos quinientos millones de estrellas. El número total de las estrellas del Universo se calcula en unos 200.000 trillones de estrellas: ¡un número de veinticuatro cifras! 4; .
El Sol tiene diez planetas: Mercurio, Venus, la Tierra, Marte, Júpiter, Saturno, Urano, Neptuno, Plutón, (descubierto en 1931 por Percival Lowell 5, y el décimo que se acaba de descubrir. Unos le llaman el planeta X 6. El Dr. John Murray, de la Open University, lo llama Némesis 7.
Nuestra galaxia, la Vía Láctea, tiene cien mil millones de soles 8.. Y galaxias como la nuestra se conocen cien mil millones 9.
En nuestra galaxia hay mil millones de púlsares que son estrellas de neutrones en rotación, que dan seiscientas cincuenta vueltas por segundo, y su densidad es de mil millones de toneladas por centímetro cúbico 10.
Los púlsares provienen de la explosión de supernovas 11. Emiten haces de radiación como un faro costero, con pulsaciones de periodicidad perfecta. Por eso, en un principio, se creyó que se debían a civilizaciones extraterrestres 12.
La Nebulosa de Andrómeda consta de doscientos mil millones de estrellas.
Pues, si unos hoyos en la arena no se pueden haber hecho solos, ¿se habrán hecho solos los millones y millones de estrellas que hay en el cielo?
Alguien ha hecho las estrellas. A ese Ser, Causa Primera de todo el Universo, llamamos Dios.
La observación del cielo interesa al hombre desde tiempos remotísimos. Podríamos decir que la Historia de la Astronomía 13, prescindiendo de los chinos, empezó con los babilonios, egipcios, griegos y árabes.
A los babilonios se debe la división del día en veinticuatro horas, y éstas en sesenta minutos, y éstos en sesenta segundos.
Los griegos dieron nombre a muchas constelaciones y planetas, que después latinizaron los romanos.
Los árabes dieron nombre a muchas estrellas.
Voy a dar algunos datos.
2. La Luna, está a 384.000 kilómetros de la Tierra. El Sol a 150.000.000 kilómetros. Plutón a 6.000.000.000 de kilómetros 14. Fuera del sistema solar, Sirio, la estrella más brillante del firmamento 15 , a ocho años luz; Arturo a treinta y seis años luz.
La luz, a 300.000 kilómetros. por segundo, recorre en un año una distancia igual a 200 millones de vueltas a la Tierra. En kilómetros son unos diez billones de kilómetros 16 . Para caer en la cuenta de lo que es un billón, pensemos que un billón de segundos son casi treinta y dos mil años.
La velocidad de la Luz, según las leyes de la Física, no puede superarse 17 . La velocidad de la luz es tope, como demostró matemáticamente Einstein; pues según la ecuación e=mc2 a esa velocidad la masa se haría infinita.18
Fuera de nuestra galaxia, la nebulosa de Andrómeda, que es la más cercana a nuestra galaxia de la Vía Láctea, está a dos millones de años-luz 19Coma de Virgo a 200 millones de años-luz.
Y el Cúmulo de Hidra a 2.000 millones de años luz 20 .
Éste es el límite de percepción de los telescopios ópticos 21 .
Pero los radiotelescopios profundizan más.
El astro más lejano detectado es el Quásar PKS 2.000-330, está a quince mil millones de años-luz 22 .
Los quásares son radio-estrellas que emiten ondas hertzianas. Se detectaron por vez primera en 1960. 23
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1Evangelio de SAN JUAN, capítulo 4, versículo 24
2Evangelio de SAN JUAN, 1:18 JAN PABLO: Carta a los 3Romanos, 1:20
4ANTONIO DÚE, S.I.: Vida y muerte del cosmos, II. Ed. FAX, Madrid
5RICARDO MORENO: Historia breve del universo, II,15. Ed. Rialp. Madrid. 1998
6Diario YA del 22-VI-88, pg. 23..
7Noticias de la Ciencia y la Tecnología en INTERNET:15-X-1999.
8MANUEL CARREIRA, S.I.: Profesor de Física y Astronomía en la Universidad de Cleveland (EE.UU.); Antropocentrismo científico y religioso. Ed. A.D.U.E. Madrid, 1983.
9MANUEL CARREIRA, S.I.: Metafísica de la materia,VIII. Universidad de Comillas. Madrid. 1993..
10DANY P. PAGE: en INTERNET, www.astroscu.unam.mx/hipercurso/EG/PSR/pulsares.html.
11TOMÁS ALFARO: El Señor del azar, I, 5, d. Ed. San Pablo. Madrid. 1997.
12PATRICIO DÍAZ PAZOS:Estrellas de neutrones, en ITERNET, www.civila.com/chile/astrocosmo.
13 RICARDO MORENO: Historia breve del universo, I,1. Ed. Rialp. Madrid. 1998..
14 BERNARD LOWELL, Director del Observatorio de Radioastronomía e Jodrell Bank: Conocimiento actual del universo, II Ed. Labor. Barcelona, 1975 .
15 RICARDO MORENO: Historia breve del universo, III,8. Ed. Rialp. Madrid. 1998.
16 MANUEL CARREIRA, S.I.: El creyente ante la Ciencia, II, 3, Cuadernos BAC, n. 57. Madrid 1982
17Revista INVESTIGACIÓN Y CIENCIA, n. 45 (VI-80), pg.. 78.
18 STEPHEN W. HAWKING: Historia del tiempo, II. Ed. Crítica. Barcelona, 1988
19 STEPHEN WEINBERG: Los tres primeros minutos del Universo, II. Alianza Editorial, Madrid, 19
20 FRED HOYLE: El Universo inteligente, pg. 169. Ed. Grijalbo, 1984
21 PASCUAL JORDAN: Creación y Misterio, I, 2. EUNSA. Pamplona, 1978
22 Revista INVESTIGACIÓN Y CIENCIA, n.80 (V-83), pg.. 61
23 ABC de Madrid del 14-VIII-95, pg.42
El ¡Si! de Helena.
En esta época, que una joven y exitosa mujer vote por la familia, es de admirar
Llovía copiosamente en la Ciudad de México. Refugiados bajo el minúsculo toldo de un local comercial, una docena de personas esperábamos el amaine de la lluvia. Ahí estaba ella, no mayor de 30, esbelta, moderna, hablando por teléfono. Era inevitable no escuchar su conversación: “Ya te dije que necesitamos ponernos de acuerdo, no voy a dejar de trabajar sólo porque tú me lo pides”. En su voz se reflejaba el enojo y la desilusión que las palabras de su interlocutor le producían. Después de una pausa, continuó: “Durante años me quemé las pestañas estudiando, preparándome para sacar el título que hoy me califica para estar en el puesto que tengo dentro de la empresa, y tú quieres que tire todo a la borda; no, eso no lo voy a hacer… Ni loca”. Miradas de aprobación se dirigieron hacia ella por parte de la audiencia que la escuchaba, incluso, hubo quien levantando el dedo pulgar de la mano le mostró su empatía.
“…No, esa no es la razón correcta -continuó- por lo único que yo dejaría mi trabajo, y de manera temporal ¡Eh!, sería por la responsabilidad para educar a nuestros hijos. Porque educar a un hijo es un trabajo de tiempo completo y la presencia de la madre es insustituible, lo mismo que la participación del padre. No quiero que los primeros años de mi hijo los pase sin sentirse amado y protegido, ¡y mira que de eso yo sé mucho!, y tú también lo sabes. Los hijos necesitan un modelo, una guía que les ayude a crecer de manera integral, en lo físico y lo espiritual. Y si la madre no está y el padre tampoco, será un gran lío. En eso me queda muy claro que no hay título ni trabajo alguno que justifique el abandono de un hijo a la buena de Dios… Ya ves cómo está de descompuesta la sociedad; no quiero que nuestros hijos se confundan con eso del género, ni que se mezclen con drogas. Quiero que sea un hombre bien, centrado, responsable de su propia familia y un buen tipo para la sociedad, o una mujer, muy mujer, una buena mujer, que sepa lo que quiere. Que estudie, se prepare, y si lo desea, se case, tenga hijos y los eduque como tú y yo lo haremos con ella. Quiero que nuestros hijos sean felices”.
Los involuntarios escuchas, en silencio, movían sus cabezas en signo de aprobación.
“No, no estoy enojada. Sólo quería que quedara claro ese asunto del trabajo y los hijos antes de casarnos ¿Cuántos? No lo sé, dos o tres, ya veremos, a su tiempo, que nos manda Dios, y qué tan responsables nos portamos. Eso sí, abiertos a la vida... Sí, claro que me parece bien, en diciembre nos casamos, cuando recibamos el aguinaldo…”
La lluvia cedió y nos dimos a la tarea de retomar cada quien nuestros caminos. Aunque no pude evitar hablar con ella y preguntarle su nombre. Helena, Helena con h me respondió sonriente.
En una época como la que vivimos y en circunstancias tan adversas para quienes buscan formar una familia, que una joven y exitosa mujer afirme que sólo el amor y la educación de un hijo lograría sacarla de todo lo que profesionalmente ha logrado, es de alabarse. Habla de una mujer con gran autoestima, que sabe lo que vale, que reconoce la importancia que tiene como pilar de la familia y bastión fundamental de la sociedad. Sin duda que tampoco es una decisión fácil de tomar, ni por la que, desafortunadamente, todas las mujeres pueden optar dadas sus circunstancias personales.
Pero lo cierto es que la mujer que libremente decide ser esposa y madre, quedarse en casa a cuidar a los hijos y la familia, no está renunciando al legado histórico que, como mujer, hoy en día, le permite gozar plenamente de los logros sociales obtenidos para su beneficio y crecimiento; tampoco la condena al ostracismo ni la limita en su preparación intelectual y cívica. Al contrario, es una mujer consciente de sus derechos y prerrogativas, que no tiene miedo a ser quien es, para hacer lo que debe hacer. Está poniendo sus talentos y experiencia al servicio de un bien mayor, como es el cuidado y la educación de la familia, obra verdaderamente sublime que empieza en la cuna y abraza toda la vida del hombre.
Para todo hay un tiempo y un lugar. La mayoría de las mujeres que somos esposas y madres podemos combinar nuestras tareas del hogar con nuestra profesión o empleo, de acuerdo con la edad y necesidad de los hijos, independientemente si el esposo tiene o no suficientes ingresos económicos que nos permitan estar tranquilas en este sentido y no estar presionadas de tener que salir de casa a ganar dinero para contribuir en los gastos familiares.
En lo que quiero hacer énfasis, es en la necesidad de valorar y dignificar la decisión de la mujer que quiere “retomar su lugar en el hogar”, de valorar su presencia en el seno familiar. Es verdad que una mujer inteligente, competitiva, puede emprender un negocio, pelear por un puesto directivo y obtener miles de reconocimientos pero, al final del día, es probable que en todas estas áreas de la vida sea sustituible, pero en donde jamás podrá ser sustituida es en su hogar, con sus hijos, en su familia.
Todavía hay quien piensa que la ama de casa es gente ignorante y poco productiva por el hecho que no genera ingresos económicos para aportar a la familia y por consiguiente esta devaluado el trabajo que hace una mujer en su propio hogar. No hay una idea más tonta que ésta.
Las madres son nada más y nada menos las que educan a los hombres y a las mujeres que forman parte de la base social más importantes de un país y de ellos depende el rumbo que éste tome; son las que inculcan valores y respeto, son las que consiguen a base de mucho trabajo tener a una familia unida, que en estos tiempos tanta falta nos hace. ¿Te parece poco? ¿Qué otra profesión conoces que sea más importante que ésta?
Si tú eres una mujer que sólo se dedica a su hogar y a educar a sus hijos por la razón que sea, no te sientas menos que las demás mujeres que pueden tener un trabajo y hacerse cargo de su familia, cada una tenemos oportunidades diferentes y vamos labrando nuestra vida según nuestras propias prioridades.
Tener una familia unida es la mejor empresa y ser madre es la mejor profesión que una mujer puede tener, así que levanta la cara y, cuando te pregunten a que te dedicas, responde con orgullo que tienes una gran empresa llamada familia y la profesión más importante del mundo, la de ser madre.
Papás que se hacen niños
¿Que es la cosa más grande que un papá puede dar a sus hijos?
“Mi padre es grande, grande de verdad, cada vez que se convierte nuevamente en un niño”. Así cantaba un coro infantil en un festival no hace mucho tiempo. Y es que dentro de cada padre, de cada madre, se esconde siempre el haber sido un niño. A veces sale a la luz este “niño escondido”. Otras veces ese niño permanece oculto, invisible, pero no por eso deja de estar allí.
¿Qué significa que un padre “se convierte en un niño”? La pregunta implica responder a otra pregunta: ¿qué significa ser niño? El niño es siempre explosión de vida, de alegría, de aprendizaje, de juego, de iniciativa, de sorpresas, de lágrimas que desaparecen pronto o de alegrías más o menos estables. El niño es cariño, aunque a veces también algo de egoísmo. El niño es observación, curiosidad, búsqueda. El niño es inquietud incontenible, actividad incansable, movimiento extenuante...
De nuevo, la pregunta: ¿cómo debería ser un papá que se convierte en niño? Pues está claro: debería ser capaz de dejar el traje que lo aprisiona, los asuntos importantes que lo tienen siempre ocupado, las prisas por cumplir toda una serie de requisitos... Dejar de lado tantas cosas para sentarse en el suelo y jugar, con un coche en miniaturas, a carreras con su hijo, o a doctor de las muñecas de la hija, o a veterinario de las tortugas del más pequeño...
Para muchos la idea de que uno ha llegado a adulto es sinónimo de estabilidad, de algo de aburrimiento, de monotonía. No hay tiempo para convertirse en un niño, si es que a veces no se cae en el triste peligro de no tener ni tiempo para estar con los hijos... Hay niños que sólo ven a sus padres en la noche, antes de acostarse, y, por las prisas y los cansancios de la jornada, apenas si hay tiempo para un saludo y un “hasta mañana”. El fin de semana, quizá, los padres están algo de tiempo en casa, pero es el momento en que los chicos salen fuera con los amigos, o van a un club, o simplemente quedan pegados al aparato de la televisión o a un juego electrónico para no molestar a los papás.
Sin embargo, ¡qué bonita es la familia en la que tanto papá como mamá dedican lo mejor de su tiempo a sus hijos! Hoy es papá quien coge una novela y la lee a quien, con sus pocos años, empieza a pelearse con las letras. Mañana es mamá quien juega a la niñera con la hija pequeña, y las dos peinan juntas a la muñeca favorita. Pasado mañana son los dos, papá y mamá, que acompañan a los pequeños a cazar mariposas, perseguir lagartijas o tirar piedras a la superficie de un estanque... Y cada día, al caer la noche, pequeños y grandes saben rezar juntos, como si todos fuesen igualmente niños e igualmente grandes, oraciones sencillas y cariñosas como el “Jesusito de mi vida” o el “Dulce Madre...”
Los padres, ciertamente, tienen que ganar el pan para sus hijos. Hacen bien en trabajar y luchar para que los niños puedan tener lo mejor. En ese esfuerzo por ayudarles también hay que encontrar maneras para compartir cariño (que es la cosa más grande que un papá puede dar a sus hijos). El niño será más feliz con un papá y una mamá que juegan con él al escondite que con un costoso juego electrónico que usa sin que nadie disfrute de sus victorias.
Sí: los padres son grandes cuando se hacen como niños. Es entonces cuando también los niños aprenden que es posible ser grandes dando todo el cariño y las energías a los demás. ¿No es esta la mejor educación que podemos ofrecer a nuestros hijos?