Limpia primero por dentro el vaso y así quedará también limpio por fuera

Luis IX, Santo

Memoria Litúrgica, 25 de agosto

Rey de Francia

Martirologio Romano: San Luis IX, rey de Francia, que, tanto en tiempo de paz como durante la guerra para defensa de los cristianos, se distinguió por su fe activa, su justicia en el gobierno, el amor a los pobres y la paciencia en las situaciones adversas. Tuvo once hijos en su matrimonio, a los que educó de una manera inmejorable y piadosa, y gastó sus bienes, fuerzas y su misma vida en la adoración de la Cruz, la Corona y el sepulcro del Señor, hasta que, contagiado de peste, murió en el campamento de Túnez, en la costa de África del Norte (1270).

Etimología: Luis = guerrero ilustre. Viene de la lengua alemana.

Fecha de canonización: El Papa Bonifacio VIII lo canonizo en el año 1297

Breve Biografía

San Luis, rey de Francia, es, ante todo, una Santo cuya figura angélica impresionaba a todos con sólo su presencia. Vive en una época de grandes heroísmos cristianos, que él supo aprovechar en medio de los esplendores de la corte para ser un dechado perfecto de todas las virtudes. Nace en Poissy el 25 de abril de 1214, y a los doce años, a la muerte de su padre, Luis VIII, es coronado rey de los franceses bajo la regencia de su madre, la española Doña Blanca de Castilla. Ejemplo raro de dos hermanas, Doña Blanca y Doña Berenguela, que supieron dar sus hijos, más que para reyes de la tierra, para santos y fieles discípulos del Señor. Las madres, las dos princesas hijas del rey Alfonso VIII de Castilla, y los hijos, los santos reyes San Luis y San Fernando.

En medio de las dificultades de la regencia supo Doña Blanca infundir en el tierno infante los ideales de una vida pura e inmaculada. No olvida el inculcarle los deberes propios del oficio que había de desempeñar más tarde, pero ante todo va haciendo crecer en su alma un anhelo constante de servicio divino, de una sensible piedad cristiana y de un profundo desprecio a todo aquello que pudiera suponer en él el menor atisbo de pecado. «Hijo -le venía diciendo constantemente-, prefiero verte muerto que en desgracia de Dios por el pecado mortal».

Es fácil entender la vida que llevaría aquel santo joven ante los ejemplos de una tan buena y tan delicada madre. Tanto más si consideramos la época difícil en que a ambos les tocaba vivir, en medio de una nobleza y de unas cortes que venían a convertirse no pocas veces en hervideros de los más desenfrenados, rebosantes de turbulencias y de tropelías. Contra éstas tuvo que luchar denodadamente Doña Blanca, y, cuando el reino había alcanzado ya un poco de tranquilidad, hace que declaren mayor de edad a su hijo, el futuro Luis IX, el 5 de abril de 1234.

Ya rey, no se separa San Luis de la sabia mirada de su madre, a la que tiene siempre a su lado para tomar las decisiones más importantes. En este mismo año, y por su consejo, se une en matrimonio con la virtuosa Margarita, hija de Ramón Berenguer, conde de Provenza. Ella sería la compañera de su reinado y le ayudaría también a ir subiendo poco a poco los peldaños de la santidad.

En lo humano, el reinado de San Luis se tiene como uno de los más ejemplares y completos de la historia. Su obra favorita, las Cruzadas, son una muestra de su ideal de caballero cristiano, llevado hasta las últimas consecuencias del sacrificio y de la abnegación. Por otra parte, tanto en la política interior como en la exterior San Luis ajustó su conducta a las normas más estrictas de la moral cristiana. Tenía la noción de que el gobierno es más un deber que un derecho; de aquí que todas sus actividades obedecieran solamente a esta idea: el hacer el bien buscando en todo la felicidad de sus súbditos.

Desde el principio de su reinado San Luis lucha para que haya paz entre todos, pueblos y nobleza. Todos los días administra justicia personalmente, atendiendo las quejas de los oprimidos y desamparados. Desde 1247 comisiones especiales fueron encargadas de recorrer el país con objeto de enterarse de las más pequeñas diferencias. Como resultado de tales informaciones fueron las grandes ordenanzas de 1254, que establecieron un compendio de obligaciones para todos los súbditos del reino.

El reflejo de estas ideas, tanto en Francia como en los países vecinos, dio a San Luis fama de bueno y justiciero, y a él recurrían a veces en demanda de ayuda y de consejo. Con sus nobles se muestra decidido para arrancar de una vez la perturbación que sembraban por los pueblos y ciudades. En 1240 estalló la última rebelión feudal a cuenta de Hugo de Lusignan y de Raimundo de Tolosa, a los que se sumó el rey Enrique III de Inglaterra. San Luis combate contra ellos y derrota a los ingleses en Saintes (22 de julio de 1242). Cuando llegó la hora de dictar condiciones de paz el vencedor desplegó su caridad y misericordia. Hugo de Lusignan y Raimundo de Tolosa fueron perdonados, dejándoles en sus privilegios y posesiones. Si esto hizo con los suyos, aún extremó más su generosidad con los ingleses: el tratado de París de 1259 entregó a Enrique III nuevos feudos de Cahors y Périgueux, a fin de que en adelante el agradecimiento garantizara mejor la paz entre los dos Estados.

El clamor del amor

Santo Evangelio según san Mateo 23, 23-26. Martes XXI del Tiempo Ordinario

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Señor, que mis oídos permanezcan siempre abiertos a tu voz, que me recuerda desde la eternidad la grandeza de tu amor.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)

Del santo Evangelio según san Mateo 23, 23-26

En aquel tiempo, Jesús dijo a los escribas y fariseos: "¡Ay de ustedes, escribas y fariseos hipócritas, porque pagan el diezmo de la menta, del anís y del comino, pero descuidan lo más importante de la ley, que son la justicia, la misericordia y la fidelidad! Esto es lo que tenían que practicar, sin descuidar aquello. ¡Guías ciegos, que cuelan el mosquito, pero se tragan el camello!

¡Ay de ustedes, escribas y fariseos hipócritas, que limpian por fuera los vasos y los platos, mientras que por dentro siguen sucios con su rapacidad y codicia! ¡Fariseo ciego!, limpia primero por dentro el vaso y así quedará también limpio por fuera".

Palabra del Señor.

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

Al leer estas palabras de Jesús, no podemos evitar sentir que algo dentro de nosotros se mueve. Nuestra conciencia, inmediatamente, nos lleva a ver si es que este reclamo aplica también a nosotros. Una de dos: o respiramos con calma, convenciéndonos que somos inmaculados; o nos preocupamos, conscientes de que hemos fallado múltiples veces. ¿Cuál es la correcta? Ninguna de las dos. O ambas. Depende de cómo lo veamos.

Es cierto que somos pecadores, quien más, quien menos. También es cierto que olvidamos fácilmente las cosas que realmente importan, y nos entretenemos demasiado con cosas intrascendentes, por no decir abiertamente absurdas. Quizás no nos ocupamos de la menta, el anís y el comino, pero sí de los comentarios nocivos, de las posesiones y de la reputación. Hemos cambiado los objetos de nuestra devoción, pero la actitud sigue siendo la misma. Mas no todo acaba aquí. Al repasar nuestra vida, observamos que también hay bondad en nosotros. No todo lo hemos hecho mal, ni todo el tiempo hemos olvidado lo que importa. Hay recuerdos de justicia, de misericordia y de fidelidad. No todo está perdido.

Entonces, sí: somos como esos escribas y fariseos, ¡pero no sólo! Al padecer por nosotros, Cristo cargó sobre sus hombros todas esas muestras de desprecio y de indiferencia, las purificó con su sangre y las presentó en la cruz como ofrenda agradable al Padre. Ahí está toda la diferencia. Los escribas y fariseos no escucharon un regaño, sino un grito. Escucharon el clamor del amor, que les recordaba dónde debían tener puesto su corazón. Tristemente, no supieron interpretar ese grito.

Tú y yo aún podemos. ¡Acojamos esa invitación! ¡Dejémonos transformar por la voz del guía que conoce todos los senderos! ¡Pidamos a Él que limpie nuestras vasijas de barro desde dentro! Creamos en el amor, creámosle al Amor, y dejaremos de ser ciegos.

«La página del Evangelio de hoy nos invita, pues, a reflexionar sobre el profundo significado de tener fe, que consiste en fiarnos totalmente del Señor. Se trata de derribar los ídolos mundanos para abrir el corazón al Dios vivo y verdadero; solo él puede dar a nuestra existencia esa plenitud tan deseada y sin embargo tan difícil de alcanzar. Hermanos y hermanas, hay muchos, también en nuestros días, que se presentan como dispensadores de felicidad: vienen y prometen éxito en poco tiempo, grandes ganancias al alcance de la mano, soluciones mágicas para cada problema, etc. Y aquí es fácil caer sin darse cuenta en el pecado contra el primer mandamiento: es decir, la idolatría, reemplazando a Dios con un ídolo. ¡La idolatría y los ídolos parecen cosas de otros tiempos, pero en realidad son de todos los tiempos! También de hoy. Describen algunas actitudes contemporáneas mejor que muchos análisis sociológicos». (Homilía S.S: Francisco, 17 de febrero de 2019).

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Durante la jornada, cuando perciba que mi corazón se está llenando de distracciones innecesarias, tomaré un momento para elevar mi mirada al Cielo y volver a poner al centro a quien es el único importante.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

Un extenso examen de conciencia

Guía para hacer un examen de conciencia a fondo

Primer mandamiento de la Ley de Dios : ¿He admitido en serio alguna duda contra las verdades de la fe? ¿He llegado a negar la fe a alguna de sus verdades, en mi pensamiento o delante de los demás? ¿He desesperado de mi salvación o he abusado de la confianza en Dios, presumiendo que no me abandonaría, para pecar con mayor tranquilidad? ¿He enojado interna o externamente contra el Señor cuando se ha acaecido alguna desgracia? ¿He abandonado los medios que son por sí mismos absolutamente necesarios para la salvación? ¿He procurado alcanzar la debida formación religiosa? ¿He hablado sin reverencia de las cosas santas, de los sacramentos, de la Iglesia, de sus ministros? ¿He abandonado el trato con Dios en la oración o en los sacramentos? ¿He practicado la superstición o el espiritismo? ¿Pertenezco a alguna sociedad o movimiento ideológica contrario a la religión? ¿Me he acercado indignamente a recibir algún sacramento? ¿He leído o retenido libros, revistas o periódicos que van contra la fe a la moral? ¿Los he dado a leer a otros? ¿Trato de ausentar mi fe y mi amor a Dios? ¿Pongo los medios para adquirir una formación religiosa que me capacite para ser testimonio de Cristo con El ejemplo y la palabra? ¿He hecho con desgano las cosas que se refieren a Dios?
 
Segundo mandamiento : ¿He blasfemado? ¿Delante de otros? ¿He hecho algún voto, juramento o promesa y he dejado de cumplirlo por mi culpa? ¿He pronunciado el santo nombre de Dios sin respeto, con enojo, burla o de otra manera poco reverente? ¿He hecho un acto de desagravio, al menos interno, cuando oigo alguna blasfema o veo que se ofende a Dios? ¿He jurado sin necesidad? ¿Lo he hecho sin verdad, sin prudencia o sin madura consideración o por causas de poca importancia? ¿He jurado hacer algún mal? ¿He reparado el daño que haya podido causarse?
 
Tercer mandamiento (y primero y cuarto de la Iglesia) : ¿Creo todo lo que enseña la Iglesia Católica? ¿Discuto sus mandatos olvidando que son mandatos de Cristo? ¿He faltado a Misa los domingos y fiestas de guardar? ¿Me he distraído voluntariamente en ella o he llegado tan tarde, sin motivo suficiente, que no haya cumplido con el precepto? ¿He impedido que oigan la Santa Misa los que dependen de mí? ¿He trabajado corporalmente o he hecho trabajar sin necesidad urgente en día de precepto, por un tiempo considerable? ¿He observado la abstinencia los viernes de Cuaresma? ¿He realizado un acto de penitencia u otro acto piadoso, si no he guardado la abstinencia los demás viernes del año? ¿He dejado de ayunar el Miércoles de Ceniza y el Viernes Santo? ¿Cumplí la penitencia que me impuso el sacerdote en la última confesión? ¿He hecho penitencia por mis pecados? ¿Me he confesado al menos una vez al año? ¿Me he acercado a recibir la Comunión en el tiempo establecido para cumplir con el precepto pascual? ¿Me he confesado para hacerlo en estado de gracia? ¿Excuso o justifico mis pecados? ¿Me he callado en la confesión por vergüenza algún pecado grave? ¿He comulgado después alguna vez? ¿He guardado la disposición del ayuno una hora antes del momento de comulgar?

Cuarto mandamiento : Hijos: ¿he desobedecido a mis padres o superiores en cosas importantes? ¿Tengo un desordenado afán de independencia, que me lleva a recibir mal las indicaciones de mis padres simplemente porque me las mandan? ¿Me doy cuenta de que esta reacción está ocasionada por la soberbia? ¿Los he entristecido con mi conducta? ¿Los he amenazado o maltratado de palabra o de obra? ¿Les he deseado algún mal grave o leve? ¿Me he sentido responsable ante mis padres del esfuerzo que hacen para que yo me forme, estudiando con intensidad? ¿He dejado de ayudarles en sus necesidades espirituales a materiales? ¿Me dejo llevar del mal genio y me enfado con frecuencia sin motivo justificado? ¿Soy egoísta con las cosas que tengo y me duele prestarlas? ¿He peleado con mis hermanos? ¿He dejado de hablarme con ellos y no pongo los medios necesarios para la reconciliación? ¿Soy envidioso doliéndome si se destacan más que ya en algún aspecto? ¿He dado mal ejemplo a mis hermanos?

Padres: ¿Desobedezco a mis superiores en cosas importantes? ¿Permanezco indiferente ante las necesidades, problemas, sufrimientos, etc., de la gente que me rodea, singularmente de los que están cerca de mí por razones de convivencia, trabajo, cte.? ¿Soy causa de tristeza para mis compañeros de trabajo, por negligencia, descortesía, mal carácter, etc.? ¿He dado mal ejemplo a mis hijos no cumpliendo con mis deberes religiosos, familiares a profesionales? ¿Los he entristecido con mi conducta? ¿Los he corregida con firmeza en sus defectos o se los he dejado pasar por comodidad? ¿Corrijo siempre a mis hijos con justicia y por amor a ellos o me dejo llevar por motivos egoístas o de vanidad personal, porque me molestan, porque me dejan mal ante los demás, porque me interrumpen, etc.? ¿Los he amenazado o maltratado de palabra o de obra, les he deseado algún mal grave o leve? ¿He descuidado mi obligación de ayudar a cumplir sus deberes religiosos, de evitar las malas palabras, etc.? ¿He abusado de mi autoridad y ascendiente forzándoles a recibir los sacramentos, sin pensar que por vergüenza o excusa humana, podrán hacerlo sin las debidas disposiciones? ¿He impedido que mis hijos sigan la vocación con que Dios les llama a su servicio a les he puesto obstáculos o les he aconsejado mal? ¿Me he preocupado de un modo constante de su formación en el aspecto religioso? Al orientarlos en su formación profesional, me he guiado por razones objetivas de capacidad, medios, etc., o he seguido más bien los dictados de mi vanidad o egoísmo? ¿Me he opuesto a su matrimonio sin causa razonable? ¿Permito que trabajen o estudien en lugares donde corre peligro su alma o su cuerpo?

¿He descuidado la natural vigilancia en las reuniones de sus amigos y amigas, que se tengan en casa? ¿Soy prudente a la hora de orientar sus diversiones? ¿He tolerado escándalos a peligros morales o físicos entre las personas que viven en casa? ¿Me he preocupado de la formación religiosa y moral de las personas que viven en mi casa o que dependen de mí? ¿Sacrifico mis gustos, caprichos, diversiones, etc., para cumplir con mi deber de dedicación a mi familia? ¿Procuro hacerme amigo de mis hijos? ¿He sabido crear un clima de familiaridad evitando la desconfianza y los modos que cohiben la legitima libertad de los hijos? ¿Doy a conocer a mis hijos el origen de la vida, de un vida gradual, acomodándome a su mentalidad y capacidad de comprender, anticipándome ligeramente a su natural curiosidad? ¿Evito los conflictos con los hijos quitando importancia a pequeñeces que se superan con un poco de perspectiva y sentido del humor? ¿Hago lo posible para vencer la rutina en el cariño a mi consorte? ¿Soy amable con los extraños y me falta esa amabilidad en la vida de familia? ¿He reñido con mi consorte? ¿Ha habido malos tratos de palabra o de obra? ¿He fortalecido la autoridad de mi cónyuge, evitando reprenderle, contradecirle o discutirle delante de los hijos? ¿Le he desobedecido o injuriado? ¿He dado con ello mal ejemplo? ¿Me quejo delante de la familia de la carga que suponen las obligaciones domésticas? ¿He dejado demasiado tiempo solo a mi consorte? ¿He procurado avivar la fe en la Providencia y ganar lo suficiente para poder tener y educar más hijos? Pudiendo hacerla, ¿he dejado de ayudar a mis parientes en sus necesidades Espirituales o materiales?

Quinto mandamiento : ¿Tengo Enemistad, odio a rencor contra alguien? ¿He dejado de hablarme con alguien y me niego a la reconciliación o no hago lo posible por conseguirla? ¿Evito que las diferencias políticas o profesionales degeneren en indisposición, malquerencia u odio hacia las personas? ¿He deseado un mal grave al prójimo? ¿Me he alegrado de los males que le han ocurrido? ¿Me he dejado dominar por la envidia? ¿Me he dejado llevar por la ira? ¿He causado con ello disgusto a otras personas? ¿He despreciado a mi prójimo? ¿Me he burlado de otros o los he criticado, molestado o ridiculizado? ¿He maltratado de palabra o de obra a los demás? ¿Pido las cosas con malos modales, faltando a la caridad? ¿He llegado a herir o quitar la vida al prójimo? ¿He sido imprudente en la conducción de vehículos? Con mi conversación, mi modode vestir, mi invitación a presenciar algún espectáculo o con el préstamo de algún libro o revista, ¿he sido la causa de que otras personas pecasen? ¿He tratado de reparar el escándalo? ¿He descuidado mi salud? ¿He atentado contra mi vida? ¿Me he embriagado, bebido con exceso o tomado drogas? ¿Me he dejado dominar por la gula es decir, por el placer de comer y beber más allá de lo razonable? ¿Me he deseado la suerte sin someterme a la Providencia de Dios?

¿Me he preocupado del bien del prójimo, avisándole del peligro material o espiritual en que se encuentra o corrigiéndole como pide la caridad cristiana? ¿He descuidado mi trabajo, faltando a la justicia en cosas importantes? ¿Estoy dispuesto a reparar el daño que se haya seguido? ¿Procuro acabar bien El trabajo pensando que a Dios no se le deben ofrecer cosas mal hechas? ¿Realizo el trabajo con la debida pericia y preparación? ¿He abusado de la confianza de mis superiores? ¿He perjudicado a mis superiores o subordinados o a otras personas haciéndoles un daño grave? ¿Facilito el trabajo o estudio de los demás o lo entorpezco de algún modo, con rencillas, derrotismo, interrupciones, etc.? ¿He sido perezoso en el cumplimiento de mis deberes? ¿Retraso con frecuencia el momento de ponerme a trabajar o estudiar? ¿Tolero abusos o injusticias que tengo obligación de impedir? ¿He dejado, por pereza, que se produzcan graves daños en mi trabajo? ¿He descuidado mi rendimiento en cosas importantes con perjuicio de aquellos para quienes trabajo?.

Sexto y noveno mandamientos : ¿Me he entretenido con pensamientos y recuerdos deshonestos? ¿He traído a mi memoria recuerdos o pensamientos impuros? ¿Me he dejado llevar de malos deseos contra la virtud de la pureza, aunque no los haya puesto en obra? ¿Había alguna circunstancia que los agravase: parentesco, matrimonio, consagración a Dios, etc., en las personas a quienes se dirigían? ¿He tenido conversaciones impuras? ¿Las he organizado yo? ¿He asistido a diversiones que me ponían en ocasión próxima de pecar? (Ciertos bailes, cines o espectáculos inmorales, malas lecturas a compañías, etc.) ¿Me doy cuenta de que ponerme en esas ocasiones es ya un pecado? ¿Guardo los detalles de pudor y modestia, que son la salvaguarda de la pureza, en el hablar y en el vestir? ¿Antes de asistir a un espectáculo o de leer un libro, me entero de su calificación moral, para no ponerme en ocasión próxima de Pecado y para evitar las deformaciones que pueda producirse? ¿Me he entretenido con miradas impuras? ¿He rechazado las sensaciones impuras? ¿He hecho acciones impuras? ¿Sólo o con otras personas? ¿Cuántas veces? ¿Del mismo o distinto sexo? ¿Había alguna circunstancia de parentesco, etc., que les diera especial gravedad? ¿Tuvieron consecuencias esas relaciones? ¿Hice algo para impedirlas? ¿Después de haberse formado la nueva vida? ¿He cometido algún otro pecado contra la pureza? ¿Tengo amistades que son ocasión habitual de pecado? ¿Estoy dispuesto a dejarlas?

En el noviazgo: ¿Es el amor verdadero la razón fundamental de mi noviazgo? ¿Lo considero como una preparación para el matrimonio o lo tomo como una diversión o pasatiempo? ¿Tengo el constante y alegre sacrificio de no poner el cariño en ocasión de pecar? ¿Degrado El amor humano confundiéndolo con el egoísmo con el placer? ¿Soy consciente de que ciertas caricias o abrazos pueden ser ocasión de pecado grave? ¿Huyo de las tentaciones o, por el contrario, he sido cómplice o he buscado una intimidad mal intencionada? ¿Se avergonzaría nuestra madre por alguna actitud nuestra? ¿Me acerco con más frecuencia al sacramento de la Penitencia durante el noviazgo, para tener más gracia de Dios? ¿Busco el apoyo y el consejo de un director espiritual?

Esposas: ¿He usado indebidamente del matrimonio? ¿He negado su derecho al otro cónyuge? ¿He faltado a la fidelidad conyugal con deseos o de obra? ¿Hago uso del matrimonio solamente en aquellos días en que no puede haber descendencia? ¿Sigo este modo de control de la natalidad sin razones graves? ¿He tomado fármacos o utilizado otras medios artificiales para evitar los hijos? ¿He inducido a otras personas a que los tomen o utilicen? ¿He influido de alguna manera  consejos, bromas, actitudes, etc.  en crear un ambiente antinatalista?.

Séptimo y décimo mandamientos (y quinto de la Iglesia) : ¿He robado algún objeto o alguna cantidad de dinero? ¿He reparado o restituida pudiendo hacerlo? ¿Estoy dispuesto a realizarlo? ¿He cooperado con otros en algún robo o hurto? ¿Había alguna circunstancia que lo agravase, por ejemplo, que se tratase de un objeto sagrado, etc.? ¿La cantidad o el valor de lo apropiado era de importancia? ¿Retengo lo ajeno contra la voluntad de su dueño? ¿He perjudicado a los demás con engaños, trampas o coacciones? ¿En los contratos o relaciones comerciales? ¿He hecho daño de otro modo a sus bienes? ¿He engañado cobrando más de lo debido? ¿He reparado el daño causado o tengo intención de hacerlo? ¿He gastado más de lo que permite mi posición? ¿He cumplido debidamente con mi trabajo, ganándome el sueldo que me corresponde? ¿He dejado de dar lo conveniente para ayudar a la Iglesia? ¿Hago limosna según mi posición económica? ¿He llevado con sentido cristiano la carencia de cosas necesarias? ¿He defraudado a mi consorte en los bienes? ¿Retengo o retraso indebidamente el pago de jornales o sueldos? ¿Retribuyo con justicia el trabajo de los demás? ¿Me he dejado llevar del favoritismo, acepción de personas, faltando a la justicia, en el desempeño de cargos o funciones públicas? ¿Cumplo con exactitud los deberes sociales? ¿Y el pago de seguros sociales, etc., con mis empleados? ¿He abusado de la ley, con perjuicio de tercero, para evitar el pago de los seguras sociales? ¿He pagado los impuestos que son de justicia? ¿He evitado o procurado evitar, pudiendo hacerlo desde el cargo que ocupo, las injusticias, los escándalos, hurtos, venganzas, fraudes y demás abusos que dañan la convivencia social? ¿He prestado mi apoyo a programas de acción social y política inmorales y anticristianos.

Octavo mandamiento: ¿He dicho mentiras? ¿He reparado el daño que haya podido seguirse? ¿Miento habitualmente porque es en cosas de poca importancia? ¿He revelado, sin justa causa, defectos graves de otras personas, aunque sean ciertos pero no conocidos? ¿He reparado de alguna manera, y generalmente hablando de algo positivo de esa persona? ¿He calumniado atribuyendo a los demás lo que no era verdadero? ¿He reparado el daño o estoy dispuesto a hacerlo? ¿He dejado de defender al prójimo difamado a calumniado, pudiendo hacerlo? ¿He hecho juicios temerarios contra el prójimo? ¿Los he comunicado a otras personas? ¿He rectificado ese juicio inexacto? ¿He revelado secretos importantes de otros descubriéndolos sin justa causa? ¿He reparado el daño seguido? ¿He hablado mal de otros por, frivolidad, envidia a por dejarme llevar del mal genio? ¿He hablado mal de los demás (personas o instituciones) con el único fundamento de que "me contaron” o de que “se dice por ahí”? Es decir, ¿he cooperado de esta manera a la calumnia y murmuración? ¿Tengo en cuenta que las discrepancias políticas, profesionales o ideológicas, no deben ofuscarme hasta el extremo de juzgar a hablar mal del prójimo, y que esas diferencias no me autorizan a descubrir sus defectos morales a menos que lo exija el bien común? ¿He revelado secretos sin justa causa? ¿He hecho uso en provecho personal de lo que sabía por silencio de oficio? ¿He reparado el daño que causé con mi actuación? ¿He abierto o leído correspondencia u otros escritos que por su modo de estar conservados, se desprende que sus dueños no quieren dar a conocer? ¿He escuchado conversaciones contra la voluntad de los que las mantenían?
 
«Víctimas del terrorismo, de la persecución por la fe y migrantes»

24 de agosto, diez años de la masacre de 72 migrantes en Tamaulipas.

“Expreso mi solidaridad con las familias de las víctimas que aún hoy invocan justicia y verdad sobre lo ocurrido”, lo dijo el Papa Francisco este XXI Domingo del Tiempo Ordinario, después de rezar el Ángelus en la Plaza de San Pedro, al recordar que este 24 de agosto, se cumple el décimo aniversario de la masacre de 72 migrantes en San Fernando, en Tamaulipas, en México. “Eran personas de diferentes países que buscaban una vida mejor – afirmó el Pontífice – el Señor nos pedirá que demos cuenta de todos los migrantes caídos en los viajes de la esperanza. Han sido víctimas de la cultura del descarte”.

Cercanía con la población de Cabo Delgado

Asimismo, el Santo Padre expresó su preocupación por otro flagelo que azota África, el terrorismo internacional. También este domingo al igual que el miércoles pasado – cuando llamó por teléfono al Obispo de Pamba en Mozambique – el Papa manifestó su cercanía con este país africano que sufre la violencia. “Quisiera reiterar mi cercanía a la población de Cabo Delgado, en el norte de Mozambique, que sufre como consecuencia del terrorismo internacional. Lo hago en memoria de la visita que hice a ese querido país hace un año atrás”.

Oremos por los perseguidos a causa de su fe religiosa

Finalmente, el Papa Francisco recordó que, este 22 de agosto, se celebró el Día Mundial en memoria de las víctimas de actos de violencia basados en la religión y las creencias. El Santo Padre ha pedido que, “oremos por estos hermanos y hermanas nuestros, y apoyemos con la oración y la solidaridad también a aquellos – y son muchos – que aún hoy son perseguidos a causa de su fe religiosa. Muchos”.

¿Cómo hace la Iglesia para saber si una aparición mariana es verdadera?

La Iglesia no acepta cualquier aparición así por así

Pregunta:

Me preguntó un hermano, ¿Por qué los católicos tienen tantas vírgenes?

Respuesta:

Al explicarle que solo creemos en UNA María Virgen y que cada título dado a ella es a causa de sus dones o por una de sus apariciones (Por ejemplo Virgen de Fátima porque María apareció en la ciudad de Fátima, Portugal)  el amigo evangélico me dijo que “esas apariciones son cosa del diablo, porque dice la Biblia que satanás se disfraza de ángel de luz” citando para ello 2 Corintios 11:14 que dice:

"Y no es de extrañar, pues aun Satanás se disfraza como ángel de luz"

Ante esta cita bíblica decidí aceptar, que bien es cierto que Satanás mismo podría estar detrás de muchos "milagros" o "portentos" y por ello, para sorpresa de muchos feligreses, y no tantos, la Iglesia no acepta cualquier aparición así por así.

(No es como la gente crédula que sale en los noticieros sensacionalistas que ven la cara de Jesús o Maria en cada mancha de agua, o de cosas peores)

La Iglesia se toma muy en serio su trabajo de "examinarlo todo, retener lo bueno y desechar lo malo" (1 Tesalonicenses 5:21) siendo asi que la Iglesia pasa horas, días o años determinando si una supuesta aparición es real o no y ojo, muchas se han quedado fuera de nuestra lista oficiales, ya sea porque el mensaje no esta acorde con la enseñanza bíblica o porque ha dado profecías falsas o promueven formas de cultos ajenas a nuestra fe.

Para explicarlo mejor he preparado estos tres puntos tomando de referencia la famosa aparición de Fatima.

1. En realidad las apariciones marianas son analizadas por nuestra Iglesia antes de aprobarlas como legítimas y algo en lo que realmente es cuidadosa es en el mensaje de dicha aparición. De Fátima, por ejemplo tenemos esa hermosa oración que se ha añadido al rosario:

"Oh Jesús mío. Perdona nuestros pecados, líbranos del fuego del infierno. Lleva al cielo a todas las almas y socorre especialmente a las más necesitadas de tu Divina Misericordia"

Estoy seguro que nadie en su sano juicio tendría alguna queja de esta hermosa oración.

Por eso la Biblia misma nos dice  en 1 Corintios 12:3

"Por tanto, os hago saber que nadie hablando por el Espíritu de Dios, dice: Jesús es anatema; y nadie puede decir: Jesús es el Señor, excepto por el Espíritu Santo"

Ademas Jesús nos dice previniéndonos de los falsos profetas que analicemos los frutos, ya que por el fruto conoceremos al árbol, (Mateo 7:15-20) ahora viendo el mensaje de María en Fátima y la hermosa oración que ha resultado de  esa aparición ¿Creen que es un fruto del diablo? ¿El diablo quisiera que se haga esa oración a Jesús? ¿Promueve la adoración a María o nos invita a adorar a Jesús?

Este mensaje es en lo primero que la Iglesia se fió para declarar la aparición de Fatima como verdadera.

2. En Fátima,  la Virgen dijo el 13 de julio de 1917, que "Rusia esparcirá sus errores por el mundo, promoviendo guerras y persecuciones a la Iglesia y los buenos serán martirizados...varias naciones serán arrasadas"

Esto sucedió años antes que el comunismo promovido por Rusia se extendiera por el mundo, María nos invitó a orar por Rusia para que el comunismo no venciera y dijo que si eso hacíamos el comunismo ruso no superaría el año de 1990, milagrosamente todo esto se cumplió tal como María lo predijo.

Estas profecias marianas es algo mas que nos muestra su credibilidad, ya que la Biblia, en Deuteronomio 18:21-22 dice

"Y si dices en tu corazón: ``¿Cómo conoceremos la palabra que el SEÑOR no ha hablado? Cuando un profeta hable en el nombre del SEÑOR, si la cosa no acontece ni se cumple, ésa es palabra que el SEÑOR no ha hablado; con arrogancia la ha hablado el profeta; no tendrás temor de él."

Para conocer si una profecía viene de Dios la Biblia recomienda analizar si esta se cumple o no. Maravillosamente las profecías dada por María a los niños de Fátima se cumplieron al pie de la letra, en cuanto a las guerras, en cuanto al comunismo y la persecución contra la Iglesia, además de su caída en el periodo que se profetizó. Todo esto es garantía de que Dios mismo mandó a María a entregarnos ese mensaje. Cosa que o sucede con profetas modernos que hablan sobre el fin del mundo y nunca suceden... (creo que ya he sobrevivido a muchos fin del mundo).

3. La meta final de las apariciones de Fátima es que el mundo entero se arrepienta de sus pecados y se entregue fervorosamente a Jesús nuestro Señor, tanto así que ella mando a "entregar nuestro corazón a Jesús" haciendo eco de lo que nos dice la Biblia en Salmos 51:17

"Los sacrificios de Dios son el espíritu contrito; al corazón contrito y humillado, oh Dios, no despreciarás"

Entregar nuestro corazón al sagrado corazón de Jesús, que él mismo nos transformará.

Por ello al celebrar el centenario de estas apariciones la Iglesia nos manda a tomar en cuenta ese mensaje y acercarnos al sacramento de la confesión.

Concluir:

Alguien dijo una vez (no recuerdo quien) que “El Señor no obra milagros arbitrariamente, sino con el propósito de atraernos hacia Él, donde se encuentra nuestra verdadera felicidad” por ello, si realmente quieres celebrar las apariciones de Fatima, haz lo que ella nos dijo, acerquémonos al sagrado corazón de nuestro Señor Jesucristo.

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