El celo amargo de los fariseos

Calixto I, Santo

Papa y Mártir, 14 de octubre

XVI Papa

Martirologio Romano: San Calixto I, papa y mártir, que, cuando era diácono, después de un destierro en la isla de Cerdeña tuvo a su cuidado el cementerio de la vía Apia que lleva su nombre, donde dejó para la posteridad las memorias de mártires, y elegido papa, promovió la recta doctrina, reconcilió benignamente a los apóstatas, terminando su intenso pontificado con la gloria del martirio. En este día se conmemora su sepultura en el cementerio de Calepodio, en la vía Aurelia, en Roma (c. 222).

Etimología: Calixto = Aquel de gran belleza, viene del griego

Breve Biografía

Las catacumbas son una meta obligatoria para los peregrinos y turistas que van a Roma. Particularmente célebres y frecuentadas son las de San Calixto, que el Papa Juan XXIII definió “las más importantes y las más célebres de Roma”. Quedan cerca de las también famosas catacumbas de San Sebastián y de Santa Domitila. Comprenden un área de 400 metros por 300, con cuatro pisos sobrepuestos; se ha calculado que tienen no menos de 20 kilómetros de corredores.

Esta obra colosal recuerda para siempre a San Calixto, porque fue él quien se preocupó por su realización, primero como diácono del Papa Ceferino y después como Papa. Pero este lugar no es precioso sólo por sus dimensiones, sino por el gran número y la importancia de los mártires que fueron “depositados” allí: particularmente célebres son las criptas de Santa Cecilia y la contigua de los Papas Ponciano, Antero, Fabián, etc. Por eso, puede parecer raro que falsee precisamente la de San Calixto que fue quien hizo construir esa cripta.

La tumba de San Calixto se encuentra en el corazón de la antigua y genuina Roma: en la basílica de Santa María en Trastevere, que fue construida por el Papa Julio a mediados del siglo IV, intitulada también a San Calixto.

Calixto nació en Trastevere en la segunda mitad del siglo II, y su padre era un tal Domicio. Era de humilde condición, pero muy apreciado por el correligionario o Carpóforo, que le confió la administración de sus bienes. Pero algo no marchó bien, pues poco después el pobre Calixto fue condenado a hacerle dar vueltas a una rueda de molino para pagar al patrón y a la comunidad cristiana los perjuicios ocasionados. Poco tiempo después Calixto tuvo que soportar otra dura condena, la flagelación y la deportación a Cerdeña, por las acusaciones de los judíos.

La comunidad cristiana lo rescató, incluso con la intervención de Marcia, la concubina de Commodo, y entonces Calixto colaboró con el Papa Víctor y con Ceferino, a quien sucedió como Papa en el 217.

Su elección provocó el cisma de Hipólito, que reprochaba a Calixto su origen servil y sobre todo su flexibilidad con los pecadores. San Calixto tuvo también que luchar contra la herejía sabeliana. Murió “mártir”, no a mano de la autoridad imperial como asegura el Martirologio Romano, sino durante una sublevación popular.

La soberbia que exaspera

Santo Evangelio según san Lucas 11, 42-46. Miércoles XXVIII del Tiempo Ordinario

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Jesusito de mi vida, Tú eres niño como yo. Por eso te quiero tanto que te doy mi corazón. Tómalo, tómalo. Tuyo es y mío no.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Lucas 11, 42-46

En aquel tiempo, Jesús dijo: “¡Ay de ustedes, fariseos, porque pagan diezmos hasta de la hierbabuena, de la ruda y de todas las verduras, pero se olvidan de la justicia y del amor de Dios! Esto debían practicar sin descuidar aquello. ¡Ay de ustedes, fariseos, porque les gusta ocupar los lugares de honor en las sinagogas y que les hagan reverencias en las plazas! ¡Ay de ustedes, porque son como esos sepulcros que no se ven, sobre los cuales pasa la gente sin darse cuenta!”.

Entonces tomó la palabra un doctor de la ley y le dijo: “Maestro, al hablar así, nos insultas también a nosotros”. Entonces Jesús le respondió: “¡Ay de ustedes también, doctores de la ley, porque abruman a la gente con cargas insoportables, pero ustedes no las tocan ni con la punta del dedo!”.

Palabra del Señor.

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

El mensaje del Señor en el Evangelio de hoy es un tanto áspero. Está muy enfadado. ¿Qué siente su corazón para expresar estas palabras? Lo que siente es frustración, pues ha venido a salvarles también a ellos. Y, sin embargo, ellos son reticentes y están muy seguros en que son justos. «Yo pago incluso el diezmo de la hierbabuena, no se me escapa una regla, soy perfecto». Esa es la soberbia que exaspera el corazón del Señor.

Todos, de natural, tenemos un fariseito en nuestro corazón, que se siente muy seguro y cree ser justo ante Dios. «Yo cumplo» dice, «y me merezco respeto, háganme reverencias». Lo que sucede es que Cristo nos enseña que el respeto y cariño que nos merecemos no vienen de nuestra vida intachable. Todos los hombres se merecen unos ojos de misericordia, y no hay hombre justo ante Dios más que Jesucristo. Por ello, aprendamos con los fariseos y sabiondos escribas que el amor de Dios es incondicional.

Entonces, ¿de qué sirve pagar el diezmo de la hierbabuena, ir a misa los domingos, bendecir la mesa antes de comer, rezar antes de acostarme, confesarme una vez a la semana…? Todo eso es muy importante de cumplir, pero no como pago de la atención de Dios, sino como expresión de mi amor a Él por toda su misericordia conmigo. Nuestro fariseo no ha de olvidar que la motivación de todo cumplimiento es el Amor.

«No soy yo, es Jesús. Sí, ay de vosotros que explotáis a la gente, que explotáis el trabajo, que pagáis en negro, que no pagáis la contribución para las personas, que no dais vacaciones. ¡Ay de vosotros! Porque hacer “descuentos”, hacer engaños sobre lo que se debe pagar, sobre el sueldo, es pecado, es pecado. Y sirve de poco decir padre, yo voy a misa todos los domingos y voy a esa asociación católica y soy muy católico y hago la novena de esto si no pagas lo justo a los trabajadores. Y esta injusticia es pecado mortal, no estás en gracia de Dios: no lo digo yo lo dice Jesús, lo dice el apóstol Santiago. Y por esto las riquezas te alejan del segundo mandamiento, del amor al prójimo».

(Homilía de S.S. Francisco, 24 de mayo de 2018, en santa Marta).

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Hoy tendré quince minutos de silencio absoluto frente al crucifijo de mi habitación. Mi única atención será verle y agradecerle, nada más.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.

Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

6 consejos que te da la Biblia para enfrentar problemas económicos

En estos tiempos, los problemas económicos se han convertido en una pesada carga en la vida de muchas personas, generando situaciones de angustia y stress

En estos tiempos que corren, marcados por la crisis y los recortes, los problemas económicos se han convertido en una pesada carga en la vida de muchas personas, generando situaciones de verdadera angustia y stress. Como si estuvieran atrapadas en un callejón sin salida, la gente busca una solución que les permita resolver sus necesidades de vida. La experiencia dice que no siempre es fácil.

No hay que desesperar.

Como discípulos de Jesús hemos de llevar nuestros problemas, incluyendo por supuesto los económicos, a la Palabra de Dios. En ella el Señor siempre nos da la respuesta que necesitamos. Leerla, y orarla, bajo la guía del Espíritu Santo, transforma nuestro corazón y nuestra mente. Ella es luz en el sendero, y lámpara para nuestros pasos (Salm. 118, 105)

¿Cómo nos enseña la Biblia a enfrentar los problemas económicos? A continuación 6 consejos muy luminosos de la Palabra sobre este tema tan importante:

1. Lo primero es lo primero: el Reino de Dios

Jesús es claro, no debemos estar agobiados pensando qué comeremos o cómo nos vestiremos, es decir, como resolveremos el día a día. Él nos pone como ejemplo a las aves del cielo, y a los lirios del campo.

El Padre conoce de antemano lo que requerimos para vivir, por lo que la actitud básica del cristiano es la confianza y el abandono en las manos amorosas de Dios (Mt. 6, 25-34)

Sin embargo, hay una condición: que busquemos primero el Reino de Dios y su justicia, es decir, que en nuestra lista de prioridades lo primero para nosotros sea hacer la voluntad de Dios, vivir según la norma del Evangelio, en seguimiento a Jesús de Nazaret,… todo lo demás se nos dará por añadidura (Mt. 6, 33). Esa es su promesa.

2. ¡Trabaja!

 La Palabra enseña que el medio normal para ganarse el sustento diario es el trabajo. Este principio rige a toda la estirpe de Adán, que ha de ganarse el pan con el sudor de su frente (Gen. 3, 19). Así mismo, el trabajo forma parte de la vocación humana universal: vayan y sometan la tierra (Gen. 1, 28).

La actitud de abandono y de confianza que nos aconseja Jesús no nos exime del deber de trabajar, sumando esfuerzo e inteligencia, para lograr satisfacer las necesidades de vida. Para un cristiano el trabajar no es un castigo, es un modo de servir a la comunidad y una fuente de bendición: ¡Trabajar no es un castigo!: una teología positiva del trabajo

Pablo nos da ejemplo, él compartía el oficio de la predicación con el arte de tejer tiendas (Hch. 18, 3). Además nos previene de la tentación de ser negligentes en la tarea, como, aparentemente, ocurría en la comunidad de Tesalónica /2 Tes. 3, 6-7), pues el que no trabaje que tampoco coma, por lo que se nos exhorta a trabajar con sosiego para ganar el propio pan y no ser una carga para nadie (2 Tes. 3, 8-12).

Por cierto, si hemos perdido el empleo, ello no significa que no tengamos trabajo, pues buscar colocarse es ya de por si un trabajo, y bien gordo.

3. ¡Descubre tu talento!

En la parábola de los talentos Jesús nos dice que a cada uno de nosotros se nos han confiado unos dones, nuestra misión es descubrirlos y crecer en ellos para que la gracia se multiplique en los campos de Dios. Como enseña Jesús, salgamos a negociar el talento para que aumente, y recibir aún más (Mt. 25, 14-30)

Estoy convencido que está parábola encierra un gran secreto incluso para que prosperemos económicamente: descubrir el propio talento, trabajarlo, ponerlo al servicio redundará en beneficios para nosotros.

Lamentablemente, muchos hacemos como el siervo perezoso de la parábola, escondemos los dones recibidos, los enterramos, y ello se refleja en los resultados que obtenemos.

4. ¡Ora!

Jesús nos enseñó en el Padrenuestro a pedir el pan de cada día (Lc. 11, 2-4). De esta manera llevamos a la oración las necesidades económicas para que el Señor nos socorra y provea nuestro sustento. Cuando oramos sabemos que Dios conoce de antemano lo que necesitamos (Mt. 6, 8).

Si sentimos que el Señor se toma su tiempo en atendernos, recordemos que Jesús nos exhorta a persistir en la plegaria, como el amigo inoportuno a la medianoche (Lc. 11, 5-8) o como la viuda pobre frente al juez injusto (Lc. 18, 1-8)

Si tenemos que enfrentar una situación económica que parece insoluble pidamos a Dios el don de la sabiduría (Stg. 1, 5), a fin de encontrar una salida al problema que nos agobia. Nunca olvidemos que para Dios nada hay imposible (Lc. 1, 37) y que todo es posible para el que cree (Mc. 9, 23)

Presentemos al Padre lo que nos preocupa (Filp. 4, 6), y esperemos en su gran misericordia que siempre se manifiesta en el momento oportuno.

5. ¡Comparte tus bienes!

Jesús nos previene de la tentación de acumular tesoros en la tierra, poniendo nuestra confianza en la posesión de los bienes materiales (Mt. 6, 19 y Lc. 12, 13-21) Por lo contrario, su invitación es que compartamos con los demás, especialmente con los más pobres, de lo mucho o poco que tengamos (Mt. 19, 21)

Es una ley del Evangelio, hemos de dar si queremos recibir (Lc. 6, 38). Y aunque creamos que somos tan pobres que sólo podemos ocuparnos de nosotros mismos, siempre tenemos algo que dar a los demás, así sea nuestro tiempo y nuestra atención.

6. ¡Se agradecido!

Dar gracias a Dios, tanto en la prosperidad como en la escasez, es proclamar nuestra confianza en la fidelidad y el amor de Dios (1 Tes. 5, 18), quien se toma el trabajo de cuidarnos y de proveer a todas nuestras necesidades con largueza (Filp. 4,19).

Cuando damos gracias confesamos y reconocemos que Dios es el dador de toda bendición (Stg. 1, 17), todo viene de su mano, él dirige nuestra vida según sus designios de amor y misericordia (Rom. 8, 28). La acción de gracias es siempre fuente de nuevas bendiciones, y trae gozo y paz al corazón.

Para terminar, un consejo de oro: ¡Acude a la Virgen María!, ello es nuestra abogada e intercesora delante de Jesús, la que adelanta su hora como hizo en las Bodas de Caná (Jn. 2, 1-12), la que ha creído en el cumplimiento de las promesas divinas (Lc. 1, 45) Ella es la madre llena de amor que Jesús nos confió antes de morir en la cruz (Jn. 19, 25-27)

María, Madre de Misericordia, asístenos en nuestras necesidades, y llévanos siempre a Jesús, el dador y la fuente de toda bendición. Amén.

Elegir antes de que sea demasiado tarde

El Papa sobre la crisis climática.

"El sistema económico actual es insostenible. Nos enfrentamos al imperativo moral, y a la urgencia práctica, de repensar muchas cosas: cómo producimos, cómo consumimos, pensar en nuestra cultura del despilfarro, la visión a corto plazo, la explotación de los pobres, la indiferencia hacia ellos, el aumento de las desigualdades y la dependencia de las fuentes de energía nocivas". El Papa Francisco lo afirma en el mensaje de vídeo enviado a los participantes de la "Countdown", un evento digital TED organizado a nivel mundial para encontrar soluciones inmediatas en respuesta a la crisis climática.

El Pontífice cita el momento de dificultad actual, la crisis de la pandemia y la crisis socioambiental. "Esto nos enfrenta a todos a la necesidad de elegir. La elección entre lo que cuenta y lo que no. La elección entre continuar ignorando los sufrimientos de los más pobres y maltratar nuestro hogar común, la Tierra, o comprometernos a todos los niveles para transformar nuestra forma de actuar.

Tras recordar la urgencia de una acción común para evitar las catástrofes venideras, como han dicho los científicos, Francisco habla de la economía, que "no puede limitarse a la producción y la distribución". Debe considerar necesariamente su impacto en el medio ambiente y la dignidad de la persona". El Papa pide una economía "creativa en sí misma, en sus métodos, en su forma de actuar" y propone a quienes le escuchan un viaje "de transformación y acción", con el objetivo de "construir, en el próximo decenio, un mundo en el que se puedan satisfacer las necesidades de las generaciones presentes, incluidas todas, sin comprometer las posibilidades de las generaciones futuras".

"Quisiera invitar a todas las personas de fe, cristianas o no, y a todas las personas de buena voluntad -afirma Francisco- a emprender este viaje, partiendo de su fe o, si no tiene fe, de su voluntad, de su propia buena voluntad. Todos y cada uno de nosotros, como individuos y miembros de grupos -familias, comunidades religiosas, empresas, asociaciones, instituciones- podemos hacer una contribución significativa".

El Papa recuerda la encíclica Laudato sí y ofrece propuestas concretas. El primero es "promover, en todos los niveles, la educación en el cuidado del hogar común, desarrollando la comprensión de que los problemas ambientales están vinculados a las necesidades humanas; una educación basada en datos científicos y un enfoque ético". En la segunda propuesta, hablamos del agua y los alimentos: "El acceso al agua potable es un derecho humano esencial y universal. Es esencial, porque determina la supervivencia de las personas y por ello es una condición para el ejercicio de todos los demás derechos y responsabilidades", y "garantizar una alimentación adecuada para todos mediante métodos agrícolas no destructivos debería convertirse en el objetivo fundamental de todo el ciclo de producción y distribución de alimentos".

La tercera propuesta es la de la transición energética: "Una sustitución progresiva, pero sin demora, de los combustibles fósiles por fuentes de energía limpia. Tenemos sólo unos pocos años, los científicos calculan aproximadamente menos de treinta, para reducir drásticamente las emisiones de gases de efecto invernadero a la atmósfera. Esta transición no sólo debe ser rápida y capaz de satisfacer las necesidades energéticas presentes y futuras, sino que también debe estar atenta a los efectos sobre los pobres, las poblaciones locales y los que trabajan en los sectores de producción de energía".

El Papa subraya que "una forma de fomentar este cambio es conducir a las empresas hacia la necesidad ineludible de comprometerse con el cuidado integral de la casa común, excluyendo de las inversiones a aquellas empresas que no cumplan con los parámetros de la ecología integral y recompensando a aquellas que hagan esfuerzos concretos en esta fase de transición para poner en el centro de sus actividades parámetros como la sostenibilidad, la justicia social y la promoción del bien común".

La tierra, concluye Francisco, "debe ser trabajada y cuidada, cultivada y protegida; no podemos seguir exprimiéndola como una naranja. Y podemos decir que esto, el cuidado de la tierra, es un derecho humano". Y "cada uno de nosotros puede jugar un papel precioso si todos nos ponemos en marcha hoy. No mañana, hoy. Porque el futuro se construye hoy, y se construye no solo, sino en comunidad y en armonía".

La Virgen costurera

La costura que corría por mano del pobre lego tomó tal fama, que pronto pudo restaurar a la santa efigie

Un lego de convento, de corazón muy sencillo y sano, tenía un entrañable amor a la Virgen, y vivía con el pesar de no tener en su celda ninguna imagen de la Señora a la que dirigir sus oraciones, dar culto y cuidar. Encontrose un día en un zaquizamí del convento una efigie de la Señora; pero tan deteriorada y estropeada por el tiempo y el polvo, que daba pena verla. Fuera de sí de gozo, se la llevó a su celda, la limpió muy bien, y conoció que si un buen pintor la restauraba, quedaría hermosa y como nueva. Entonces cayó de rodillas y le dijo:

-¡Madre mía! Bien sabéis cuánto deseo que esta vuestra santa imagen sea restaurada, y que en ella se os rinda culto; pero soy tan pobre, que si vos no me ayudáis, no podré hacerlo. Así, os suplico que trabajéis conmigo para que esto pueda hacerse.

En seguida se fue en casa de una señora muy caritativa, y le pidió que le diese costura para que una pobrecita, con lo que ganase cosiendo, pudiese vestirse decentemente. La señora se la dio. Compró en seguida hilo, agujas, dedal y tijeras, lo llevó todo a su celda, lo presentó a la Señora, diciéndole:

-Señora, habéis sido muy buena costurera, y es preciso que me ayudéis con vuestras benditas manos, para reunir lo que necesito para restaurar vuestra efigie.

La Virgen se sonrió, y el lego se fue a sus quehaceres. Cuando volvió se encontró la costura hecha, tan bien cosida y tan olorosa, que la señora quedó muy satisfecha, y se la pagó muy bien.

La costura que corría por mano del pobre lego tomó tal fama, que pronto pudo restaurar a la santa efigie.

Al guardián y demás religiosos llamó la atención el cómo un pobre lego podía sufragar esos crecidos gastos, y un día se escondieron para ver lo que en la celda hacía. Entonces vieron que se hincó de rodillas ante la Señora, y le presentó unas ropas sin hacer, y que la Señora alargó sus benditas manos, y las tomó con un semblante dulce y complacido.

Entonces el guardián y los religiosos, asombrados, se postraron de rodillas, exclamando:

-Bienaventurados los sencillos y pobres de espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos.

La misión de la Iglesia: evangelizar

Id por todo el mundo y predicad el Evangelio a toda criatura.

Por: Pedro García, Misionero Claretiano | Fuente: Catholic.net

Si leemos el encantador Evangelio de Marcos, nos encontramos como mandato final de Jesucristo con estas palabras:

Id por todo el mundo y predicad el Evangelio a toda criatura.

Un mandamiento que entraña una grave obligación, porque la salvación la ha condicionado Dios a la fe y al bautismo, ya que sigue diciendo Jesús:

El que crea y se bautice, se salvará; pero el que se resista a creer, se condenará.

Por lo mismo, la Iglesia se encuentra ante un deber ineludible: evangelizar. La predicación del Evangelio, la Fe y el Bautismo están de tal manera entrelazados que no se pueden separar. Sin predicación, no hay fe; sin fe no hay bautismo; sin bautismo no hay salvación.

¿Qué debe hacer entonces la Iglesia, qué debe hacer cada comunidad cristiana, qué debe hacer cada bautizado? Ser instrumentos fieles en la mano de Jesucristo para llevar a todos el misterio de la salvación, continuando la misión que el mismo Jesucristo trajo al mundo recibida del Padre, y para la cual lo llenó el Espíritu Santo:

El Espíritu del Señor me ha ungido para anunciar a los pobres la gran noticia: ¡ha llegado la salvación!

La primera beneficiada por el cumplimiento de esta misión será la misma Iglesia, lo será cada comunidad cristiana, lo será cada apóstol. Pues su mismo trabajo y su empeño por evangelizar los irá renovando en la fe que recibieron en el Bautismo.

Cuanto más evangelicen, más se robustecerá su propia fe. Dar la fe con entusiasmo creciente es la mejor manera de agradecer a Dios el don de la fe y el mejor medio para conservar y acrecentar la propia fe.

Ahora, más que mirarnos cada uno en particular y mirar a toda la Iglesia, nos centramos en la comunidad cristiana a la que pertenecemos: la parroquia, la asociación, el movimiento en el cual nos hemos comprometido... En esta pequeña comunidad se centra para cada uno la Iglesia universal, y en esa comunidad desarrolla cada uno de nosotros la labor que le toca como miembro de la Iglesia.

¿Qué vemos, qué observamos alrededor de nuestra propia comunidad? ¿Qué desafíos nos presenta?

Ante todo, nos damos cuenta de que son muchos los que desconocen prácticamente a Jesucristo. ¿Podemos quedarnos indiferentes, y no llevarles el conocimiento del Señor Jesús?

No hay comunidad cristiana, no hay cristiano alguno, que esté libre de la obligación de hacer conocer a Cristo en todo el mundo. ¿Y cuál es la parte del mundo, sino la que está a mi alrededor, la que me toca a mí como campo de mi trabajo, como parcela en la que yo debo sembrar el Evangelio?

Cuando miramos así a la Iglesia como un campo inmenso que abarca todo el mundo, pero dividida en multitud de parcelas que no rompen la unidad, sino que todas se conjuntan en la misma y única Iglesia, entonces entendemos eso de cuidar cada uno de nuestro metro cuadrado, es decir, de esta parte de la Iglesia que me toca a mí, la que está a mi alrededor, y de la cual yo voy a responder. Es entonces cuando se siente la urgencia del apostolado, y nadie tiene el mal gusto de quedarse con los brazos cruzados mientras hay tanto que hacer por Jesucristo y por el Reino de Dios.

Los medios que la Iglesia pone a mi disposición para evangelizar son muy antiguos y resultan siempre nuevos:

  • La catequesis, por la cual enseño a los demás las verdades de la fe que no conocen. ¿Estudio yo a Cristo y la doctrina de la fe, para poder comunicarlo a los demás que lo necesitan?
     
  • La liturgia, el culto de la Iglesia, que con la Palabra, los Sacramentos y los demás signos, es una lección continua de la fe cristiana. ¿Participo activamente y hago participar a los demás en los actos del culto, sabiendo que con ellos evangelizo de una manera muy poderosa?
     
  • La oración, con la cual se llega a todas partes y va mucho más allá que nuestra actividad externa. Jesús, contemplando la mucha cosecha que había por delante, fue lo primero que nos encargó:

    La mies es mucha, rogad al Señor de la mies que mande operarios a su campo.

¿Tomamos la oración en la comunidad como la actividad primera de nuestro apostolado?

El testimonio, es imprescindible. Hoy al mundo lo convencen los testigos, no los maestros. Si los de fuera nos ven consecuentes con nuestra fe, serán arrastrados hacia Jesucristo y su Iglesia.

En medio de nuestras limitaciones, ¿somos católicos convencidos, con vida testimoniante?

Todo esto lo desarrollamos en el ámbito de nuestra comunidad particular parroquia, asociación o movimiento, pero nuestra mirada debe ir mucho más lejos: hemos de vivir el espíritu misionero de la Iglesia de tal modo que no haya obra de la Iglesia universal que no nos afecte, que no nos toque de cerca y que no sienta nuestra colaboración en la medida de nuestras posibilidades. El mandato último de Jesús no puso límites geográficos a nuestro apostolado, pues nos dijo:

Id por todo el mundo.., a todas la gente, a todos los pueblos de la tierra.

Este mandato de Jesús a toda la Iglesia, a cada comunidad cristiana, a cada creyente en particular a mí, en concreto es enardecedor y es exigente. Nos entusiasma, porque todos hemos soñado alguna vez en ser misioneros, en ser apóstoles. Y aunque nos pida mucho, ¿medimos nuestra grandeza al tener la misma misión que el Señor: llevar la fe, llevar la salvación al mundo entero?

¿Puedo donar mis órganos, qué dice la Iglesia?

Donación de órganos: acto de amor

Cada día se hace más necesaria la disponibilidad de órganos para trasplantes. Mucha gente no está enterada de lo importante que es donar sus órganos para poder dar vida o prolongar la vida de otras personas. Diversas instituciones han colaborado para incrementar el número de donantes sin embargo todavía existe un insuficiente número de personas que donan órganos comparado con la gran demanda. La doctrina de la Iglesia católica respalda y estimula la generosidad de los donantes dentro de un contexto apropiado.

Dice el Catecismo de la Iglesia Católica en el n. 2296:

¨El trasplante de órganos no es moralmente aceptable si el donante o sus representantes no han dado su consentimiento consciente. El trasplante de órganos es conforme a la ley moral y puede ser meritorio si los peligros y riesgos físicos o psíquicos sobrevenidos al donante son proporcionados al bien que se busca en el destinatario. Es moralmente inadmisible provocar directamente para el ser humano bien la mutilación que le deja inválido o bien su muerte, aunque sea para retardar el fallecimiento de otras personas¨

Para ilustrar el tema vamos a citar a los dos Papas anteriores

El Papa Juan Pablo II, ahora canonizado,  al recibir a los participantes del XVIII Congreso Internacional de la Sociedad de Trasplantes, defendió la donación de órganos, pero señaló enérgicamente que la clonación para esos efectos es totalmente inaceptable desde el punto de vista moral.

“También en esta materia, el criterio fundamental de valoración debe ser la defensa y la promoción del bien integral de la persona humana, según su peculiar dignidad”.

Donación de órganos: acto de amor
Tras calificar la donación de órganos como “un auténtico acto de amor”, san Juan Pablo II, puso de relieve que el cuerpo humano “no puede ser considerado únicamente como un complejo de tejidos, órganos y funciones, sino que es parte constitutiva de la persona”.

Por eso, dijo el Papa “toda tendencia a comercializar los órganos humanos o a considerarlos como unidades de intercambio o de venta, resulta moralmente inaceptable, porque a través de la utilización del cuerpo como 'objeto', se viola la misma dignidad de la persona”.

San Juan Pablo II destacó también la importancia de que la persona que done los órganos sea adecuadamente informada, de modo que decida libremente y en caso de imposibilidad, se requiere “un eventual consenso por parte de los parientes”.

Un punto clave: ¿Cuándo está muerto el ser humano?

Los órganos vitales sólo se pueden extraer del cuerpo de un individuo “ciertamente muerto”. Aquí nace, dijo, “una de las cuestiones más debatidas en los círculos bioéticos actuales”, el problema de “la constatación de la muerte”. En este sentido, añadió el Santo Padre, “es oportuno recordar que existe una sola ‘muerte de la persona’, consistente en la total desintegración de aquel complejo unitario e integrado que es la persona en sí misma”.

“La muerte de la persona entendida en este sentido radical es un evento que no puede ser directamente verificado por ninguna técnica científica ni metódica empírica. Pero, la experiencia humana enseña también que la muerte de un individuo produce inevitablemente signos biológicos”.

El reciente criterio de constatación de la muerte, el de la “cesación total e irreversible de toda actividad encefálica, si es aplicado escrupulosamente, no aparece en contraste con los elementos esenciales de una correcta concepción antropológica”, dijo el Pontífice; y señaló que “sólo cuando existe esta certeza es moralmente legítimo iniciar los procedimientos técnicos para extraer los órganos que hay que trasplantar, previo consenso del donante o de sus legítimos representantes”.

“Lista de espera” de órganos

El Papa comentó otro problema, el de “la atribución de los órganos donados mediante las listas de espera o la asignación de prioridades”. El Pontífice destacó que desde el punto de vista moral, un principio de justicia obvio exige que estos criterios “no sean discriminatorios (basados en la edad, sexo, raza, religión, condición social) o utilitaristas. Para determinar quién tiene la precedencia en la recepción de órganos hay que atenerse a valoraciones inmunológicas y clínicas”.

¿Qué dijo Benedicto XVI?

Cuando era el Cardenal Ratzinger (Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe):

«Donar los propios órganos es un gesto de amor moralmente lícito siempre que sea un acto libre y espontáneo».

El entonces  Cardenal, confiesa que forma parte de una asociación de donantes de órganos, mientras subraya la contrariedad de la Iglesia ante cualquier forma de procreación artificial. «Poner a disposición, espontáneamente, partes del propio cuerpo para ayudar a quien tiene necesidad es un gesto de gran amor. No es así, en cambio, el caso de la fecundación 

artificial de los embriones, que no prevé el acto de amor entre cónyuges.

Es aleccionador recoger parte de una entrevista al Cardenal Ratzinger:

P.- Cardenal Ratzinger, ¿es siempre moralmente lícito donar los propios órganos?
R.- Cierto que es lícito incorporarse, espontáneamente y con plena consciencia, a la cultura de los transplantes y de la donación de órganos.  Por mi parte, sólo puedo decir que he ofrecido toda mi disponibilidad a dar, eventualmente, mis órganos a quien tiene necesidad.
P.- ¿Esto quiere decir que está incluso inscrito en una asociación de donantes?
R.- Sí, hace años que me inscribí en la asociación y llevo siempre conmigo este documento en el que, además de mis datos personales, está escrito que estoy   dispuesto, si se da el caso, a ofrecer mis órganos para ayudar a cualquiera que tenga necesidad: es simplemente un acto de amor.
P.- ¿Qué significa para un cristiano ofrecer el propio cuerpo para transplantes?
R.- Significa tantas cosas juntas. Pero, sobre todo, significa cumplir, repito, un gesto de altísimo amor hacia quien tiene necesidad, hacia un hermano en dificultad. Es un acto gratuito de afecto, de disponibilidad, que cada persona de buena voluntad puede rea

Preces

Como hijos de Dios, nos dirigimos con confianza a nuestro Padre, que vela por nosotros:

R/MSeñor, escucha nuestra oración.

Por los ministros de la Iglesia, para que cumplan con fidelidad su tarea y no dejen de cuidar y de servir con generosidad al pueblo que tienen encomendado.MR/

Por los gobernantes y cuantos tienen autoridad, para que ejerzan sus cargos con competencia y no antepongan ningún interés personal al bien común.MR/

Por los que dirigen empresas y por los que sus responsables de otros en sus trabajos, para que procuren que todos los empleados puedan desempeñar su función con la debida seguridad.MR/

Por cada uno de nosotros, para que no nos desentendamos de nuestro prójimo y ayudemos a quienes nos necesiten.MR/

Intenciones libres

Padre nuestro…

Oración

Recuerda, Señor, tu santa alianza, consagrada con el nuevo sacramento de la sangre del Cordero, para que tu pueblo obtenga el perdón de sus pecados y un aumento constante de salvación. Por nuestro Señor Jesucristo.

¿Tiene sentido gritar a Dios nuestro dolor? Responde el Papa Francisco

En la audiencia general, la predicación del Papa sobre el grito de quien sufre y se pregunta: “¿Hasta cuándo Señor?”

El papa Francisco predicó hoy sobre los salmos en la Biblia que “son invocaciones, a menudo dramáticas”, que brotan de la misma vida. “Rezando con ellos, el sufrimiento se transforma en pregunta”. 

«¿Hasta cuándo, Señor?». “Es un grito que surge de la enfermedad, de la persecución, de la muerte. Cuando la oración se hace pregunta es ya camino y principio de salvación”, dijo el Papa en la audiencia general de este miércoles, 14 de octubre de 2020, en el Aula Pablo VI del Vaticano. 

Francisco sostuvo que “ante Dios no somos extraños, ni somos números; nos conoce a cada uno por nuestro nombre y nuestros dolores son sagrados para Él”.  “El sufrimiento es algo común a todos, creyentes y no creyentes. En el salterio el dolor se convierte en relación: un grito de auxilio que espera ser escuchado por un oído atento”.

“Leyendo y releyendo los salmos, nosotros aprendemos el lenguaje de la oración”. En su discurso, el Papa continuó el ciclo de catequesis sobre la oración, centró su meditación en el tema «La oración de los salmos» (Lectura: Sal 13,2-3.6)”.

El sentido de la oración

“En la oración nos basta saber que “el Señor nos escucha”. En ocasiones, los problemas no se resuelven, pero los que rezan saben que muchas cuestiones de la vida quedan sin una solución”.

“Sin embargo, continuó el Papa, siendo conscientes de que Dios nos escucha todo se vuelve más llevadero. Si permanecemos en relación con Él, ante nosotros se abre un horizonte de bien y de esperanza”. 

Francisco explicó que la persona es ‘preciosa’ ante los ojos de Dios cuando reza. Por eso, indicó, tiene tanto sentido la oración, aunque si, a veces, no seamos conscientes de ello. 

Es la gracia del Espíritu Santo dentro de ti que te empuja a ir hacia esta sabiduría que te dice que tú eres precioso ante los ojos de Dios y por esto vas a rezar”. 

La oración de los salmos es el testimonio de este grito: un grito múltiple, porque en la vida el dolor asume mil formas, y toma el nombre de enfermedad, odio, guerra, persecución, desconfianza… Hasta el “escándalo” supremo, el de la muerte. 

Lágrimas, muerte y la oración

“La muerte aparece en el Salterio como la más irracional enemiga del hombre», recuerda el Papa: “¿qué delito merece un castigo tan cruel, que conlleva la aniquilación y el final? El orante de los salmos pide a Dios intervenir donde todos los esfuerzos humanos son vanos. 

Por esto la oración, ya en sí misma, es camino de salvación e inicio de salvación. Todos sufren en este mundo: tanto quien cree en Dios, como quien lo rechaza. Pero en el Salterio el dolor se convierte en relación: grito de ayuda que espera interceptar un oído que escuche”. 

Un grito que no puede permanecer sin sentido, sin objetivo. “También los dolores que sufrimos no pueden ser solo casos específicos de una ley universal: son siempre “mis” lágrimas, que nadie ha derramado nunca antes que yo”. 

El Papa indicó que las propias lágrimas derramadas son únicas. “Sí, tantos, tantos han llorado, pero mis lágrimas son mías, mi dolor es mío, mi sufrimiento es mío”.

¿Cómo se consuela el papa Francisco en sus peores momentos?

El Papa confesó que en sus peores momentos se consuela recordando las lágrimas de Jesús: “Cuando Jesús lloró viendo Jerusalén, viendo la tumba de Lázaro. Dios ha llorado por mí.  ¡Dios llora por nuestros dolores!”.

 Y luego citó a un director espiritual que le dijo: “Dios se hizo hombre para poder llorar”.  “Es una consolación pensar que Jesús llora conmigo en el dolor, nos ayuda a seguir adelante”. 

“Si nos quedamos en la relación con Él, la vida no nos ahorra los sufrimientos, pero se abre un gran horizonte de bien y se encamina hacia su realización. ¡Adelante, valentía con la oración! Jesús siempre nos acompaña”. 

El Papa se disculpó por no poder saludar personalmente a los fieles debido al coronavirus 

Por otro lado, al final de la predicación, el Papa se ha disculpado ante los fieles porque no ha podido saludarlos, como acostumbra, a menudo, antes de cada audiencia, para evitar el «peligro de contagio” por el coronavirus. 

El Pontífice no llevaba tapabocas, pero se mantuvo a distancia de los fieles y peregrinos presentes. Asimismo, ha insistido en lanzar un mensaje para que se acaten las normas sanitarias como «buenos ciudadanos» establecidas para acabar con la pandemia de coronavirus.

Francisco no ha pasado por el pasillo central del Aula para saludar a los fieles, como suele hacer siempre, y al final tampoco ha recorrido la primera fila. «Si cumplimos con las disposiciones de las autoridades, esto será una ayuda para terminar con esta pandemia”. 

«Quisiera como hago normalmente, bajar y acercarme a ustedes a saludarles pero con las nuevas disposiciones, mejor mantener distancias. A los enfermos les saludo con el corazón”. sostuvo”. 

Luego aludió que se mantenga una distancia prudente. Por eso, explicó su cohibirse de saludar porque, argumentó, “si bajo, sucede que todos vienen y entonces se agregan. Y en ese momento está el peligro de los contagios”. 

La Audiencia General concluyó con el rezo del Pater Noster (el Padre Nuestro) y la Bendición Apostólica. 

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