A vosotros os digo, amigos míos: no tengáis miedo a los que matan el cuerpo
- 17 Octubre 2020
- 17 Octubre 2020
- 17 Octubre 2020
Margarita María de Alacoque, Santa
Memoria Litúrgica, 16 de octubre
Recipiente de las revelaciones
del Sagrado Corazón de Jesús
Martirologio Romano: Santa Margarita María Alacoque, virgen, monja de la Orden de la Visitación de la Virgen María, que progresó de modo admirable en la vía de la perfección y, enriquecida con gracias místicas, trabajó mucho para propagar el culto al Sagrado Corazón de Jesús, del que era muy devota. Murió en el monasterio de Paray-le-Monial, en la región de Autun, en Francia, el día diecisiete de octubre († 1690).
Fecha de beatificación: 18 de septiembre de 1864 por el Papa Pío IX
Fecha de canonización: 13 de mayo de 1920 por el Papa Benedicto VI
Breve Biografía
En la festividad de San Juan evangelista de 1673, sor Margarita María, que tenia 25 años, estaba en adoración ante el Santísimo Sacramento. En ese momento tuvo el privilegio particular de la primera de las manifestaciones visibles de Jesús que se repetirían durante dos años más, todos los primeros viernes de mes. En 1675, durante la octava del Corpus Christi, Jesús se le manifestó con el corazón abierto, y señalando con la mano su corazón, exclamó: “He aquí el corazón que ha amado tanto a los hombres, que no se ha ahorrado nada, hasta extinguirse y consumarse para demostrarles su amor. Y en reconocimiento no recibo de la mayoría sino ingratitud.”
Margarita María Alacoque, escogida por Jesús para ser la mensajera del Sagrado Corazón, hacía un año que vestía el hábito de las monjas de la Visitación en Paray?le?Monial. Había nacido el 22 de agosto de 1647 en Verosvres, en Borgoña. Su padre, juez y notario, había muerto cuando Margarita era todavía muy joven.
A los nueve años hizo su primera comunión y a los 22 recibió la Confirmación, a la que se preparó con una confesión general: empleó quince días escribiendo en un cuaderno la larga lista de sus faltas para leérselas luego al confesor. En esa ocasión añadió al nombre de Margarita el de María. Después, habiendo vencido las últimas resistencias de la madre, que hubiera preferido verla casada, pudo entrar al convento de la Orden de la Visitación, fundado 60 años antes por San Francisco de Sales, ofreciéndose desde el día de su entrada como “víctima al Corazón de Jesús.”
Las extraordinarias visiones con que fue favorecida le causaron al principio incomprensiones y juicios negativos hasta cuando, por disposición divina, fue puesta bajo la dirección espiritual del jesuita Santo Claudio de la Colombière. En el último periodo de su vida, elegida maestra de novicias, tuvo el consuelo de ver difundida la devoción al Corazón de Jesús, y los mismos opositores de un tiempo se convirtieron en fervorosos propagandistas. Murió a los 43 años de edad, el 17 de octubre de 1690 . Esté día también se festeja a Santa Eduviges,San Rodolfoy San Galo.
Vivir fragmentado
Santo Evangelio según san Lucas 12, 1-7. Viernes XXVIII del Tiempo Ordinario
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Hola, Jesús. Me olvido de todo, de todo lo que me preocupa. Quiero estar contigo, pero antes eres Tú quien quiere venir a mi vida porque sabes que esa es mi felicidad. Tú, Padre, que me conoces como hijo en Jesús, ves que me dispongo a contemplar las verdades que mi corazón busca y las cuales sólo tienen respuesta en tu Hijo. Espíritu Santo, guía mi mente y corazón para encontrar tu amor y tus fuerzas consoladoras.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Lucas 12, 1-7
En aquel tiempo, la multitud rodeaba a Jesús en tan gran número que se atropellaban unos a otros. Entonces Jesús les dijo a sus discípulos:
“Cuídense de la levadura de los fariseos, es decir, de la hipocresía. Porque no hay nada oculto que no llegue a descubrirse, ni nada secreto que no llegue a conocerse. Por eso, todo lo que ustedes hayan dicho en la oscuridad, se dirá a plena luz, y lo que hayan dicho en voz baja y en privado, se proclamará desde las azoteas.
Yo les digo a ustedes, amigos míos: No teman a aquellos que matan el cuerpo y después ya no pueden hacer nada más. Les voy a decir a quién han de temer: Teman a aquel que, después de darles muerte, los puede arrojar al lugar de castigo. Se lo repito: A él sí tienen que temerlo.
¿No se venden cinco pajarillos por dos monedas? Sin embargo, ni de uno solo de ellos se olvida Dios; y por lo que a ustedes toca, todos los cabellos de su cabeza están contados. No teman, pues, porque ustedes valen mucho más que todos los pajarillos”.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Estamos ante un amor que nunca debemos olvidar. Nos encontramos ante Dios. Ahora quiero recordar la misión de Cristo, traer el amor misericordioso de Dios Padre. Cristo, como nuestro hermano, nos invita a no temer. Él, más que nadie, conoce nuestros sentimientos y sabe que tenemos muchos temores. Por ejemplo, pensar en cuánto hemos temido en el tiempo de pandemia. Cristo nos conoce y por eso nos llama a no temer.
Un gran error que se puede cometer es el centrarse en el punto del no hablar a oscuras o en voz baja. Creo que Cristo nos quiere dar una lección de vida, si hay temores y esto lo llevamos en lo concreto del día.
En el Evangelio, Cristo nos interpela concretamente sobre el hablar, pero es importante pensar que también lo hace sobre el actuar y el escuchar. Reflexionemos en nuestros miedos y cómo esto lo llevamos a nuestro actuar, pensar, hablar. La hipocresía es vivir fragmentado, es vivir una mentira.
Cristo nos motiva a luchar por vivir en la verdad de quien somos, en ver la dignidad que tenemos y recibimos de Dios. Pensarlo y orarlo bajo la óptica de la Providencia Divina. ¿Qué significa la Providencia Divina en mi vida?
«Examinémonos interiormente. Si somos sinceros con nosotros mismos, nos daremos cuenta de nuestra infidelidad. Cuánta falsedad, hipocresía y doblez. Cuántas buenas intenciones traicionadas. Cuántas promesas no mantenidas. Cuántos propósitos desvanecidos. El Señor conoce nuestro corazón mejor que nosotros mismos, sabe que somos muy débiles e inconstantes, que caemos muchas veces, que nos cuesta levantarnos de nuevo y que nos resulta muy difícil curar ciertas heridas. ¿Y qué hizo para venir a nuestro encuentro, para servirnos? Lo que había dicho por medio del profeta: “Curaré su deslealtad, los amaré generosamente”. Nos curó cargando sobre sí nuestra infidelidad, borrando nuestra traición. Para que nosotros, en vez de desanimarnos por el miedo al fracaso, seamos capaces de levantar la mirada hacia el Crucificado, recibir su abrazo y decir: “Mira, mi infidelidad está ahí, Tú la cargaste, Jesús. Me abres tus brazos, me sirves con tu amor, continúas sosteniéndome... Por eso, ¡sigo adelante!”».
(Homilía de S.S. Francisco, 5 de abril de 2020).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Motivar a una persona a seguir adelante con esperanza, confiando en la Divina Providencia ante las circunstancias actuales de pandemia.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
¿Qué significa tener confianza en la Divina Providencia?
Por tanto, busquen primero el Reino de Dios y su justicia, y lo demás se les dará por añadidura” (Mt. 6, 33).
Tener confianza en la Divina Providencia, es confiar en que Dios es nuestro Creador, nuestro Padre, nuestro Dueño, y El está atento a todas nuestras necesidades.
Dios, en su Divina Providencia, conoce todas nuestras necesidades mejor que nosotros mismos y se ocupa de ellas. Tener confianza en su Divina Providencia es saber que todo está en sus Manos.
CIC #301 “Reconocer esta dependencia completa con respecto al Creador es fuente de sabiduría y de libertad, de gozo y de confianza”.
Jesucristo nos explicó el atento cuido de Dios nuestro Padre:
“No anden tan preocupados ni digan: ¿tendremos alimento? ¿qué beberemos?, o ¿tendremos ropas para vestirnos? Los que no conocen a Dios se afanan por eso, pero el Padre del Cielo, Padre de ustedes, sabe que necesitan todo eso”. (Mt. 6, 31-32)
“Fíjense en las aves del cielo, que no siembran, ni cosechan, ni guardan alimentos en graneros. Sin embargo, el Padre del Cielo, el Padre de ustedes, las alimenta. ¿No valen ustedes mucho más que las aves? (Mt. 6, 26).
Pensamos: pero Dios a veces no responde, a veces se tarda en responder… Es que Dios atiende nuestras verdaderas necesidades, no las que nosotros creemos que son necesidades o aquellas que nos inventamos.
Y las atiende a su tiempo, que casi nunca coincide con el nuestro:
“Todas esas creaturas de Ti esperan que les des a su tiempo el alimento. Apenas se lo das, ellos lo toman, abres tu mano y se sacian de bienes” (Sal. 104, 27-28).
Y se ocupa de lo grande y de lo pequeño, y de grandes y pequeños:
“El hizo a los pequeños y a los grandes; El se preocupa por todos” (Sab. 6, 7b).
“¿Acaso un par de pajaritos no se venden por unos centavos? Pero ni uno de ellos cae en tierra sin que lo permita vuestro Padre” (Mt. 10, 29).
Dios está pendiente de todo. Por eso continúa Jesucristo explicándonos:
“Entonces no teman, pues hasta los cabellos de sus cabezas están contados. Con todo, ustedes valen más que los pajaritos” (Mt. 10, 30-31).
“No anden preocupados por su vida con problemas de alimentos, ni por su cuerpo con problemas de ropa. ¿No es más importante la vida que el alimento y más valioso el cuerpo que la ropa?” (Mt. 6, 25).
“Miren cómo crecen las flores del campo, y no trabajan ni tejen. Pero Yo les digo que ni Salomón, con todo su lujo, pudo vestir como una de ellas. Y si Dios viste así el pasto del campo, que hoy brota y mañana se echa al fuego, ¿no hará mucho más por ustedes? ¡Qué poca fe tienen!” (Mt. 6, 28).
“Por tanto, busquen primero el Reino de Dios y su justicia, y lo demás se les dará por añadidura” (Mt. 6, 33).
Mt 6 (texto completo): 25. Por eso Yo les digo: No anden preocupados por su vida con problemas de alimentos, ni por su cuerpo con problemas de ropa. ¿No es más importante la vida que el alimento y más valioso el cuerpo que la ropa?
Fíjense en las aves del cielo: no siembran, ni cosechan, no guardan alimentos en graneros, y sin embargo el Padre del Cielo, el Padre de ustedes, las alimenta. ¿No valen ustedes mucho más que las aves?
¿Quién de ustedes, por más que se preocupe, puede añadir algo a su estatura? 28. Y ¿por qué se preocupan tanto por la ropa? Miren cómo crecen las flores del campo, y no trabajan ni tejen.
Pero Yo les digo que ni Salomón, con todo su lujo, se pudo vestir como una de ellas.
Y si Dios viste así el pasto del campo, que hoy brota y mañana se echa al fuego, ¿no hará mucho más por ustedes? ¡Qué poca fe tienen!
No anden tan preocupados ni digan: ¿tendremos alimentos? o ¿qué beberemos? o ¿tendremos ropas para vestirnos?
Los que no conocen a Dios se afanan por esas cosas, pero el Padre del Cielo, Padre de ustedes, sabe que necesitan todo eso.
Por lo tanto, busquen primero el Reino y la Justicia de Dios, y se les darán también todas esas cosas. 34. No se preocupen por el día de mañana, pues el mañana se preocupará por sí mismo. A cada día le bastan sus problemas.
Oración a la Divina Providencia
Una plegaria confiada en la mano pródiga del Señor, quien dipone de todo para el bien de los que ama.
Dios y Señor Nuestro, Padre, Hijo y Espíritu Santo,
cuya Providencia no se equivoca en todo lo que dispone,
y nada acontece que no lo ordene,
rendidamente te pedimos y suplicamos
que apartes de nosotros todo lo que nos pueda separar de Ti,
y nos concedas todo lo que nos conviene.
Haz que en toda nuestra vida busquemos primeramente Tu Reino
y que seamos justos en todo;
que no nos falte el trabajo,
el techo bajo el cual nos cobijamos,
ni el pan de cada día.
Líbranos de las enfermedades y de la miseria;
que ningún mal nos domine.
Sálvanos del pecado, el mayor de todos los males,
y que siempre estemos preparados santamente a la muerte.
Por Tu Misericordia, Señor y Dios Nuestro,
haz que vivamos siempre en Tu Gracia.
Así seremos dignos de adorar Tu amable Providencia
en la eterna bienaventuranza.
Amén.
Unirse al Pacto Educativo Global y "dar vuelta" el modo de desarrollo
Papa Francisco: Es hora de mirar hacia adelante con valentía y esperanza.
El jueves 15 de octubre a las 14:30 hora central europea, tuvo lugar un encuentro en la Pontificia Universidad Lateranense de Roma sobre el Pacto Educativo Global. Durante esta iniciativa presentada por Alessandro Gisotti, vicedirector editorial del Dicasterio para la Comunicación de la Santa Sede, se proyectó un video mensaje del Papa Francisco y otro de la Directora General de la UNESCO, Audrey Azoulay, junto con testimonios y experiencias internacionales, que buscan mirar más allá de la pandemia con creatividad.
El evento fue organizado por la Congregación para la Educación Católica y transmitido por Vatican News de manera online en italiano, con traducción simultánea en inglés, francés, español y portugués.
En su video mensaje, el Santo Padre explica que cuando invitó a iniciar este viaje de preparación, participación y planificación de un pacto educativo global, "nunca pudimos imaginar la situación en la que se desarrollaría", ya que "el Covid-19 ha acelerado y amplificado muchas de las emergencias y urgencias que estábamos experimentando y ha revelado muchas otras".
Catástrofe educativa: millones de niños sin escuela
"A las dificultades de salud siguieron las económicas y sociales", asevera el Santo Padre indicando que los sistemas educativos de todo el mundo han sufrido la pandemia tanto a nivel escolar como académico y han mostrado una marcada disparidad en las oportunidades educativas y tecnológica.
Según algunos datos recientes de los organismos internacionales, se habla de una "catástrofe educativa" -afirma el Papa- ante los aproximadamente diez millones de niños que podrían verse obligados a abandonar la escuela debido a la crisis económica generada por el coronavirus.
Este hecho aumentaría una brecha educativa ya alarmante con más de 250 millones de niños en edad escolar excluidos de toda actividad educativa.
"Dar vuelta al modelo de desarrollo"
En el video el Pontífice hace hincapié en que esta situación ha hecho que se tome conciencia de que "hay que dar la vuelta al modelo de desarrollo", el modo que tenemos de desarrollarnos como sociedades, economías y como humanidad.
Centrándose en el poder transformante de la educación, Francisco recuerda que educar es siempre un acto de esperanza "que invita a la coparticipación y a la transformación de la lógica estéril y paralizante de la indiferencia; en una lógica diversa capaz de acoger nuestra pertenencia común". Y añade:
“También somos conscientes de que un camino de vida necesita una esperanza basada en la solidaridad, y que todo cambio requiere una trayectoria educativa, para construir nuevos paradigmas capaces de responder a los desafíos y emergencias del mundo contemporáneo, para comprender y encontrar soluciones a las necesidades de cada generación y para hacer que la humanidad florezca hoy y mañana”.
Asimismo, el Papa puntualiza que la educación es una de las formas más efectivas de humanizar el mundo y la historia.
“La educación es sobre todo una cuestión de amor y responsabilidad que se transmite de generación en generación. La educación, por lo tanto, se propone como el antídoto natural a la cultura individualista, que a veces degenera en un verdadero culto al yo y a la primacía de la indiferencia. Nuestro futuro no puede ser la división, el empobrecimiento de las facultades de pensamiento y de imaginación, de escucha, de diálogo y de comprensión mutua. Nuestro futuro no puede ser este. Hoy en día se necesita una etapa renovada de compromiso educativo, que involucre a todos los componentes de la sociedad”.
En este sentido, Francisco hace referencia a "un camino compartido, en el que no se permanezca indiferente al flagelo de la violencia y el abuso infantil, al fenómeno de los niños novios y los niños soldados, al drama de los niños vendidos y esclavizados".
Llamamiento a "firmar el pacto"
Igualmente, el Santo Padre lanza un llamamiento especial, "a todas las partes del mundo, a los hombres y mujeres de la cultura, la ciencia y el deporte, a los artistas y a los trabajadores de los medios de comunicación, para que también ellos firmen este pacto y, a través de su testimonio y su trabajo, promuevan los valores de cuidado, paz, justicia, bondad, belleza, aceptación de los demás y hermandad".
"No debemos esperar todo de aquellos que nos gobiernan, sería infantil" -afirma el Papa- "disfrutamos de un espacio de corresponsabilidad capaz de iniciar y generar nuevos procesos y nuevas transformaciones. Debemos ser parte activa en la rehabilitación y el apoyo de las sociedades heridas".
Compromiso personal y conjunto
Es por ello, que el Pontífice subraya que lo que necesitamos actualmente es "capacidad para crear armonía" e invita a todos a adherirse a este Pacto Educativo Global, comprometiéndonos personal y conjuntamente a:
1- Poner en el centro de todo proceso educativo formal e informal a la persona, su valor, su dignidad, poner de relieve su propia especificidad, su belleza, su singularidad y, al mismo tiempo, su capacidad de relacionarse con los demás y con la realidad que le rodea, rechazando aquellos estilos de vida que favorecen la difusión de la cultura del derroche.
2- Escuchar la voz de los niños, y los jóvenes a los que transmitimos valores y conocimientos, para construir juntos un futuro de justicia y paz, una vida digna para cada persona.
3- Fomentar la plena participación de las niñas en la educación.
4- Ver en la familia al primer e indispensable educador.
5- Educar y educarnos para acoger, abriéndonos a la los más vulnerables y marginados.
6- Comprometernos a estudiar para encontrar otras formas de entender la economía, la política, el crecimiento y el progreso, para que estén verdaderamente al servicio del hombre y de toda la familia humana en la perspectiva de una ecología integral.
7 - Salvaguardar y cultivar nuestra casa común, protegiéndola de la explotación de sus recursos, adoptando estilos de vida más sobrios y buscando el aprovechamiento integral de las energías renovables y respetuosas del entorno humano y natural, siguiendo los principios de subsidiariedad y solidaridad y de la economía circular.
La Doctrina Social: un punto de referencia
En definitiva, el Papa destaca que lo que queremos es comprometernos con valentía "para dar vida, en nuestros países de origen, a un proyecto educativo, invirtiendo nuestras mejores energías e iniciando procesos creativos y transformadores en colaboración con la sociedad civil".
Y para ello, Francisco asegura que en este proceso, un punto de referencia es la "Doctrina Social" que, inspirada en las enseñanzas de la Revelación y el humanismo cristiano; se ofrece como base sólida y fuente viva para encontrar los caminos a seguir en la actual situación de emergencia.
Antes de despedirse, el Papa señala un punto fundamental ya que las grandes transformaciones no se construyen en el escritorio:
“Hay una «arquitectura de la paz» en la que intervienen las diversas instituciones y personas de una sociedad, cada una según su propia competencia, pero sin excluir a nadie. Así tenemos que seguir: todos juntos, cada uno como es, pero siempre mirando juntos hacia adelante, hacia esta construcción de una civilización de la armonía, de la unidad, donde no haya lugar para esta virulenta pandemia de la cultura del descarte”.
El sentido cristiano del dolor
Artículo que habla acerca del sentido del dolor y del sufrimiento humano como uno de los desafíos más complejos de la fe cristiana.
El sentido cristiano del dolor
Sergio Peña y Lillo
Comprender el sentido del dolor y del sufrimiento humano es uno de los desafíos más complejos de la fe cristiana. En efecto, cabe preguntarse: Si Dios es amor y omnipotencia, ¿por qué permite el dolor en el mundo?, ¿por qué no elimina el sufrimiento, haciendo que todas sus criaturas sean felices? Con razón ha dicho André Frossard que el origen del dolor y del mal “son la piedra en la que tropiezan todas las sabidurías y todas las religiones”[1]. Así el cristiano -como cualquier otro hombre-, al experimentar el dolor desgarrador, se pregunta, al menos en el primer momento:
“Por qué, Señor, por qué” y, en su amargura, experimenta la radical soledad y se formula la espantosa interrogante de Cristo en la cruz: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?”.
Desde otra perspectiva, también muchas personas religiosas se cuestionan: si Dios es justo, ¿por qué tantos hombres virtuosos viven en la pobreza o la desgracia y tantos pecadores, en cambio, en la dicha y en la prosperidad? Desde luego, estas preguntas -que son racionalmente válidas- implican un concepto de Dios demasiado antropomórfico. Así, parecería que todos podríamos hacerlo mejor que Dios. No existirían las guerras ni los crímenes, o el hambre, la pobreza y la enfermedad. Lo que ocurre, en realidad, es que la mente reflexiva no puede penetrar los misterios de la creación y de la vida, que sólo se entregan a la percepción numinosa de la mística y a la certeza intuitiva de la fe. La teología cristiana nos enseña que Dios no desea el sufrimiento del hombre y que sólo lo permite porque es necesario para su crecimiento ético y espiritual y poder regresar así al goce paradisíaco original. Al respecto, Juan Pablo II nos recuerda en su encíclica Evangelium Vitae , que el hombre “está llamado a la plenitud de la vida, que va más allá de su existencia terrenal, ya que consiste en la participación de la vida misma de Dios”. La experiencia del hombre en el mundo, entonces, no es su “realidad última” sino sólo la “condición penúltima” de su destino sobrenatural.
Siempre en el marco de la religión judeo-cristiana, el simbolismo del génesis nos muestra que fue sólo la rebeldía del hombre la causa tanto del dolor como de la muerte. En efecto, es el Pecado Original el que introdujo la vulnerabilidad en la existencia humana y -desde entonces- tanto el dolor como el sufrimiento se han hecho connaturales a la conciencia del hombre y se han mantenido a través de la historia, constituyendo algo así como la cara siniestra de la herencia adámica.
Pero ¿cuál fue el pecado original? Es en definitiva un misterio que desborda la comprensión intelectual, porque su enigma es interno y constituye la esencia misma del misterio. El relato bíblico nos dice que el hombre -tal vez más por curiosidad que por soberbia-, al comer el fruto del árbol prohibido, usurpó el conocimiento del bien y del mal que sólo le pertenecía a Dios. Fue este acto de rebeldía el que lo separó, al menos parcialmente, de su esencia divina, sometiéndolo ahora -después de su felicidad paradisíaca- al dolor, al sufrimiento y a la muerte, propios del orden natural del universo. Más allá del relato bíblico, el curso de la historia nos demuestra trágicamente cómo el hombre era y es incapaz, por sí solo, de discernir el bien y el mal. De ahí el absurdo de reprochar a Dios por nuestros errores y nuestros crímenes, que El sólo permite por respetar nuestra libertad y -tal vez- para el cumplimiento pleno de su designio providencial. El único responsable, entonces, de la mayoría de los dolores y sufrimientos, es el hombre mismo, que creyó, y aún con frecuencia cree, poder dirigir –autónomamente su vida y su propio destino.
No obstante, Dios -en su infinita misericordia- le dio a la desobediencia de Adán un valor y un sentido positivos, otorgándole al mal y al sufrimiento un carácter purificador que culminará -en la historia- con la pasión redentora de Jesús que, sin conocer el pecado, con su martirio inocente asumió para siempre todos los dolores y sufrimientos de la humanidad. En efecto, el martirio de Jesús no fue producto de un azar, sino que estaba previsto en el designio divino para la salvación del hombre y es por eso que ya fue anunciado por los profetas del Antiguo Testamento como una promesa divina de redención universal.
Por otra parte, el que Dios haya permitido, y permita, la actividad diabólica -intrínsecamente unida al dolor y al sufrimiento del hombre-, es otro misterio; pero -como nos enseña el Catecismo de la Iglesia católica- sabemos que más allá del dolor y del pecado, en todos los casos, interviene Dios para transformarlos en un bien de los que ama[2]. Así el Padre, por su amor al hombre, si bien no suprimió el dolor, le dio un sentido moral, tanto para el crecimiento y la madurez espiritual de cada individuo, como para la actualización -en la especie humana- del supremo sentimiento de la compasión. De este modo, Dios transformó nuestra propia imperfección del amor que, paradojalmente, no habría podido existir en un mundo armonioso y perfecto.
Definitivamente, la vida humana está destinada a un fin que trasciende al pecado, y Dios permite el mal para sacar de él un bien mayor. Como dice San Pablo: “Donde abundó el pecado, sobreabundó la gracia” (Rm 5, 20). Es por lo mismo que el Pecado Original no es un mal definitivo, sino susceptible de restauración, precisamente a través -como hemos dicho- de la misión redentora de Cristo y su calvario. En cierto modo, puede equipararse el pecado original a la mítica caja de Pandora, que según los griegos- fue abierta por la curiosidad de “la primera mujer” desatando todos los males y sufrimientos sobre la tierra. Pero en el fondo del ambiguo cofre -según la leyenda helénica quedó algo: ... la esperanza. Del mismo modo se puede decir que después de la caída del hombre, persiste la posibilidad de redención y es por eso que la fe y la esperanza permiten al género humano sobrevivir con entusiasmo y aun con alegría, en un mundo hostil y en una vida efímera, precaria e incierta.
En la antigüedad se pensó que el dolor del hombre era un castigo por sus pecados. Pero -para el cristianismo- las congojas y desgracias no son el castigo de una culpa, sino una oportunidad de purificación. Parecería que Dios, en la “economía” de su misericordia, jamás condena y sólo nos hace vivir lo que nuestra alma necesita para su crecimiento interior. Ya lo señaló Juan Pablo II, al referirse a los “dolores inocentes”, como lo demuestra la tribulación de los santos, las pruebas de Job, o el sufrimiento de María ante el martirio de su hijo y el propio dolor y la angustia de Jesús en el Getsemaní y en el Gólgota.
En realidad, no podemos equiparar nuestro concepto del bien y del mal con el de la sabiduría divina. Así, lo que nos parece favorable, puede no serlo a los ojos de Dios. Lo que estimamos infausto, puede ser útil y conveniente para el designio divino de nuestra personal existencia. Aquí nos enfrentamos a un hecho esencial y éste es que la existencia de Dios trastoca -en su raíz- el sentido de la vida humana. Si Dios no existiera -al margen de que todo se transformaría en un absurdo- lo único importante sería ser feliz y no tener congojas, enfermedades o desdichas. Pero si Dios existe, la vida se transforma de inmediato en experiencia y ahora lo que importa es que cada alma encarnada viva lo que ha venido a vivir y asuma con valor el superior designio de su propia existencia. Cuando el cristianismo dice que Dios ama infinitamente al hombre, señala C.S. Lewis, no se refiere a una “benevolencia senil y soñolienta”, sino a que lo ama a través de las condiciones concretas y necesarias de su existencia humana. En efecto, si este mundo tiene un sentido de “perfección de almas”, sin duda que el dolor y el sufrimiento deben tener un significado importante para el hombre; algo así como un motivo de perfeccionamiento que, de algún modo, enriquece tanto la evolución individual como la experiencia general del hombre a través del curso de la historia. La vida, en el fondo, es un permanente desafío hacia el autocrecimiento y, vista de este modo, sin la existencia de la desdicha o del dolor, se desvanecería la experiencia terrenal del hombre como un acontecer carente de sentido. Así, un mundo sin pecado ni sufrimiento sería un mundo estático, donde la existencia del hombre se convertiría en un hecho inútil y en una vida estéril. Ya lo decía Heráclito: el bien y el mal tienen un lugar necesario en la experiencia vital y aun en el universo, ya que si no hubiera un constante juego entre los contrastes, el mundo dejaría de existir.
5 claves para una dieta cristiana
¿Cuántas veces no nos hemos parado frente al espejo y hemos dicho: necesito hacer ejercicio?
¿Cuántas veces no nos hemos parado frente al espejo y hemos dicho: necesito hacer ejercicio? A lo mejor eres de esos que cree en productos fáciles: “tome esta pastilla por 1 mes y adelgace 4 kilos a la semana”. Incluso, tal vez entraste en este artículo pensando: “¿una dieta cristiana? ¡Claro! ¡Dios es el que me va a echar la mano aquí!
Hoy en día una práctica muy común entre los antiguos cristianos es catalogada como algo fuera de lugar o incluso como un estilo de dieta… a esta práctica la conocemos como: ayuno.
¿Qué es el ayuno?
Para muchos lo primero que viene a sus cabezas pueden ser dos cosas: una estilo de dieta o una práctica arcaica de los antiguos cristianos.
Podríamos decir que el ayuno es un estilo de disciplina espiritual destinado a acercarnos más a Dios. Pero en este punto podría surgir la pregunta para muchos: ¿Cómo el hecho de privarme de alimentos me va a acercar a Dios? y por eso te digo:
Tú eres una delicada mezcla de cuerpo y alma. Esta es la característica esencial del hombre. Tu cuerpo y tu alma están cuidadosamente relacionados por tu intelecto y tu voluntad…El cuerpo y el alma se encuentran en una constante guerra por dominar. Matthew Kelly- Redescubriendo el Catolicismo.
Historia del Ayuno
Como todos sabemos Jesús era judío y las tradiciones de dicho pueblo era ayunar los días martes y jueves. Después de la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesús, los cristianos para distinguirse de las prácticas de la época comenzaron a ayunar los días miércoles y viernes. En el mundo judeo-cristiano un día de ayuno implicaba abstenerse de todo tipo de comida.
El ayuno comenzó a ser muy común entre los primeros cristianos, incluso estos ofrecían tal sacrificio por aquellas personas que los perseguían. Muchos cristianos ayunaban como método de preparación para el bautismo.
5 claves
“La dieta de los lunes”
Muchos de nosotros después de un fin de semana de placeres pensamos: “el lunes empiezo la dieta.” El lunes nos portamos muy bien; hacemos ejercicio, comemos sano, tomamos agua y cero dulces. El martes, nos ofrecen un chocolate y pensamos “no pasa nada”… llega el miércoles y nos invitan a cenar: noche de pizza. “Ay xs… comienzo el lunes que viene”. Al final, esto puede convertirse en un círculo vicioso donde de miércoles a domingo se vive de placeres y de lunes a miércoles a punta de lechuga y agua.
¿Qué tiene que ver la “dieta de los lunes” con el ayuno? Pues muy sencillo… es una realidad: no se puede estar sano y feliz sin algún tipo de disciplina en nuestras vidas. ¡Ojo! Tomando en cuenta que ser feliz no es hacer lo que uno quiera, cuando quiera. Sino es el estado del alma cuando encuentra paz.
¿De qué trata la disciplina? Muy sencillo… tenemos que establecer rutinas y ayudarnos a nosotros mismos para que el cuerpo no sea quien mande sobre nuestra alma. Es decir, ¿quieres un chocolate? ¡cómetelo! Sí, pero no cuando quieras; no simplemente por matar el antojo. Y no solo estamos hablando de comida, sino de todos aquellos hábitos que te pueden ayudar o perjudicar. Establecer rutinas en tu día a día puede ser muy fácil: toma una hoja (o las notas de tu celular) y establece un plan sencillo. ¡OJO! Se realista… si eres un adicto a tu cama y a Netflix no te engañes diciendo que sólo verás 1 capítulo a la semana. Se objetivo y realista, comienza por reducir los tiempos de las cosas que no son del todo buenas y aumenta aquellas que traerán la verdadera felicidad a tu vida.
Cuerpo de Miss y alma de peleador de sumo
Somos una mezcla delicada entre cuerpo y alma. La lucha está en lograr que el alma prevalezca sobre las tendencias del cuerpo. Es una realidad, nos demos cuenta o no, nuestro cuerpo nos está dando órdenes todo el tiempo: acuéstate un ratico, un capítulo más, dale al snooze de la alarma…
El ayuno es un maestro ideal para ayudarnos a que el cuerpo no se convierta en nuestro amo ¿por qué? No solo porque ayunaríamos de aquellas cosas que pide el cuerpo: antojos de comida, más descanso… también podemos ayunar de críticas, juicios, malas palabras.
El cupón de la lotería
En Marcos 9, 28-29 leemos: “¿Por qué nosotros no pudimos expulsarlo? Él les contestó: Esta clase de demonio solo puede ser expulsado con oración y ayuno.”
¿Cuántas veces no nos sucede que tenemos un pecado frecuente en nuestras vidas? Contra la pureza, la vanidad, la soberbia… lo confesamos y en pocos días volvemos a caer; es como si el pecado en sí mismo “nos gobernara”. Jesús mismo nos los dijo: hay pecados que solo pueden ser sanados con oración y ayuno. Efectivamente la confesión en sí misma borra la falta cometida, pero el ayuno nos ayuda a borrar la pena y el dolor ocasionado por dicho pecado. El ayuno es el cupón de lotería o la receta mágica que necesitamos para librarnos de los pecados más peligrosos.
Una dieta a la medida
Así como ninguna dieta sirve por igual para todo el mundo, lo mismo ocurre con el ayuno. Cuando uno quiere perder peso y estar en forma asiste con los expertos en la materia: nutricionistas y entrenadores. Pues lo mismo ocurre con el ayuno. No podría yo decirles: los lunes, cero chocolate; los martes, cero refrescos; los viernes, solo pan y agua… el ayuno es un asunto personal entre tú y Dios. Si tu sientes el llamado en tu interior de hacer algún tipo de ayuno, hazlo, pero es bueno que lo comentes con algún guía espiritual. Dios no quiere que andes muerto de hambre por todas las esquinas o desmayándote.
Start Over
Aunque la dieta de los lunes no es la ideal; si te sales de la dieta, vuelve a comenzar. ¡No desfallezcas! No podemos lograr las cosas de un día para otro, nadie logra grandes cosas en un abrir y cerrar de ojos
Recuerda no tengamos a nuestra alma en dieta: sin oración, sacramentos, ayuno, sacrificios… hagamos que nuestra alma sea fuerte y saludable. Si tienes alguna duda, puedes hacer algún comentario.
Preces
Con fe pedimos a Jesús:
R/MSeñor, danos tu gracia.
Purifica nuestros corazones,
– para que no habite en ellos el resentimiento ni el rencor.MR/
Purifica nuestros pensamientos,
– para que no juzguemos a nuestro prójimo.MR/
Purifica nuestros labios,
– para que estén siempre dispuestos a la alabanza y el perdón.MR/
Intenciones libres
Padre nuestro…
Oración
Te pedimos, Señor, tu gracia abundante, para que nos ayude a seguir el camino de tus mandatos, y así gocemos de tu consuelo en esta vida y alcancemos la felicidad eterna. Por nuestro Señor Jesucristo.