Cumplir con sus deberes

Lucas, Santo

Memoria Litúrgica, 18 de octubre

Evangelista

Martirologio Romano: Fiesta de san Lucas, evangelista, que, según la tradición, nació en Antioquía de familia pagana y fue médico de profesión. Convertido a la fe de Cristo, fue compañero carísimo del apóstol san Pablo, y en su libro del Evangelio expuso por orden, cual escriba de la mansedumbre de Cristo, todo lo que hizo y enseñó Jesús. Asimismo, en el libro de los Hechos de los Apóstoles narró los comienzos de la vida de la Iglesia hasta la primera venida de Pablo a la ciudad de Roma.

Breve Semblanza

Breves notas en las Cartas de San Pablo son las únicas noticias que la Sagrada Escritura nos presenta sobre San Lucas, el solícito investigador de la buena noticia y autor del tercer Evangelio y de los Hechos de los Apóstoles. Por sus apuntes de viaje, es decir, por las páginas de los Hechos en los que San Lucas habla en primera persona, podemos reconstruir parte de su actividad misionera. Fue compañero y discípulo de los apóstoles. El historiador Eusebio subraya: “... tuvo relaciones con todos los apóstoles, y fue muy solícito”. De esta sensibilidad y disponibilidad suyas hacia el prójimo nos da testimonio el mismo San Pablo, unido a él por grande amistad. En la carta a los Colosenses leemos: “Os saluda Lucas, médico amado...”.

La profesión médica nos trace suponer que él se dedicó mucho tiempo al estudio. Su formación cultural se nota también por el estilo de sus libros: su Evangelio está escrito en un griego sencillo, limpio y bello, rico en términos que los otros tres evangelistas no tienen. Hay que hacer otra consideración sobre su Evangelio, a más del hecho estilístico e historiográfico: Lucas es el evangelista que mejor que lo otros nos pintó la humana fisonomía del Redentor, su mansedumbre, sus atenciones para con los pobres y los marginados, las mujeres y lo pecadores arrepentidos. Es el biógrafo de la Virgen y de la infancia de Jesús. 

Es el evangelista de la Navidad. Los Hechos de los Apóstoles y el tercer Evangelio nos hacen ver el temperamento de San Lucas, hombre conciliador, discreto, dueño de sí mismo; suaviza o calla expresiones que hubieran podido herir a algún rector, con tal que esto no vaya en perjuicio de la verdad histórica.

Al revelarnos los íntimos secretos de la Anunciación, de la Visitación, de la Navidad, él nos hace entender que conoció personalmente a la Virgen. Algún exégeta avanza la hipótesis de que fue la Virgen María misma quien le transcribió el himno del “Magnificat”, que ella elevó a Dios en un momento de exultación en el encuentro con la prima Isabel. En efecto, Lucas nos advierte que hizo muchas investigaciones y buscó informaciones respecto de la vida de Jesús con los que fueron testigos oculares.

Un escrito del siglo II, el Prólogo antimarcionista del Evangelio de Lucas, sintetiza el perfil biográfico del modo siguiente: “Lucas, un sirio de Antioquía, de profesión médico, discípulo de los apóstoles, más tarde siguió a San Pablo hasta su confesión (martirio). Sirvió incondicionalmente al Señor, no se casó ni tuvo hijos. Murió a la edad de 84 años en Beocia, lleno de Espíritu Santo”. Recientes estudios concuerdan con esta versión.

Un buen ciudadano

Santo Evangelio según san Mateo 22, 15-21. Domingo Mundial de las Misiones

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Señor Jesús, en este día, me pongo en tus manos como un niño recién nacido. Te quiero decir que sólo en ti tengo puesta mi esperanza. Todo lo espero de ti. Yo, sin ti, nada puedo...

Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Mateo 22, 15-21

En aquel tiempo, se reunieron los fariseos para ver la manera de hacer caer a Jesús, con preguntas insidiosas, en algo de que pudieran acusarlo.

Le enviaron, pues, a algunos de sus secuaces, junto con algunos del partido de Herodes, para que le dijeran: “Maestro, sabemos que eres sincero y enseñas con verdad el camino de Dios, y que nada te arredra, porque no buscas el favor de nadie. Dinos, pues, qué piensas: ¿Es lícito o no pagar el tributo al César?”.

Conociendo Jesús la malicia de sus intenciones, les contestó: “Hipócritas, ¿por qué tratan de sorprenderme? Ensénenme la moneda del tributo”. Ellos le presentaron una moneda. Jesús les preguntó: “¿De quién es esta imagen y esta inscripción?” Le respondieron: “Del César”. Y Jesús concluyó: “Den, pues, al César lo que es del César, y a Dios lo que es de Dios”.
Palabra del Señor.

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

Hace unos años, en el 2016, tuve la oportunidad de ser voluntario en la Jornada Mundial de la Juventud en Cracovia, Polonia. El último día, los voluntarios tuvimos un encuentro con el Papa Francisco. Recuerdo muy vivamente que nos dijo estas palabras con gran fuerza: «Jóvenes, ustedes son la esperanza del futuro, pero si quieren ser esa luz de esperanza para el mundo, les pido dos cosas: tengan memoria del pasado y coraje en el presente» ... ¡Qué tarea tan ardua nos dejó el Papa! Memoria del pasado es recordar todo lo que han hecho nuestros padres y nuestros abuelos, todo lo que han hecho los pequeños grandes hombres que han transformado el mundo, incluso también recordar a los primeros cristianos.

La carta a Diogneto del siglo II nos da un testimonio bellísimo de aquellos primeros cristianos: Los cristianos [...] pasan la vida en la tierra, pero tienen su ciudadanía en el cielo. Obedecen las leyes vigentes, pero con su vida van más allá de la ley. Aman a todos y por todos son perseguidos... (cap. 5, 9-11).

Esta pequeña carta, que te recomiendo leerla, es un testimonio bellísimo de cómo vivían los primeros cristianos. Y es que los cristianos no somos gente extraña. También vivimos las cosas cotidianas: vamos a la universidad, trabajamos en la política, en los negocios y en la industria. Lavamos los trastes y barremos la casa. Los cristianos sabemos dar al César lo que es del César. Somos honestos, también pagamos nuestros impuestos y seguimos las reglas. Pero también sabemos que somos ciudadanos del cielo. Sabemos que en el cielo el único Rey es Jesucristo. Él nos espera y nosotros deseamos verlo frente a frente. Somos hombres que hacemos el bien todos los días, con paciencia y perseverancia, sabiendo que los tesoros que acumulamos no son de esta tierra, sino que acumulamos tesoros en el cielo, viviendo la caridad día tras día. Con esto damos a Dios lo que es de Dios, lo que le corresponde.

Ahora, en este momento de oración, delante del Rey, te invito a renovarle tu deseo de ser un buen ciudadano de esta tierra y de acumular tesoros en el cielo, que allí está nuestra verdadera patria.

«El cristiano está llamado a comprometerse concretamente en las realidades terrenales, pero iluminándolas con la luz que viene de Dios. El confiarse de forma prioritaria a Dios y la esperanza en Él no comportan una huida de la realidad, sino restituir laboriosamente a Dios aquello que le pertenece. Por eso el creyente mira a la realidad futura, la de Dios, para vivir la vida terrenal con plenitud y responder con coraje a sus desafíos. Que la Virgen María nos ayude a vivir siempre en conformidad con la imagen de Dios que llevamos en nosotros, dentro, dando también nuestra contribución a la construcción de la ciudad terrenal».

(Homilía de S.S. Francisco, 22 de octubre de 2017).

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

En este día trataré de vivir la honestidad como buen ciudadano que quiere construir un país en orden y acumular tesoros en el cielo.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

Eticidad de los Impuestos

Nuestro deber de pagar impuestos al Estado y el derecho consecuente de éste de aplicarlos en la consecución del Bien Común.

Nos disponemos a abordar un tema, cuanto menos polémico, y sobre todo muy cuestionado tanto en el ámbito personal como empresarial. La cuestión tributaria. Nuestro deber de pagar impuestos al Estado y el derecho consecuente de éste de aplicarlos en la consecución del Bien Común.
 
Vamos a ver, no en este artículo sino en una serie de ellos, el planteamiento de la eticidad de los impuestos, su fundamentación en el derecho y qué nos dice la Doctrina Social de la Iglesia al respecto.
 
El tema es interesante de por sí, -polémico como ya anunciaba- y de gran relevancia social por los continuos cuestionamientos que plantea:
 
a) Cuestionamiento descendente:
 al Gobierno y al Estado, tantas veces incapaz de aplicar una equitativa legislación tributaria (debido a la masificación de la informalidad empresarial y laboral) que lleva a muchos a preguntarse si es justo pagar impuestos y cumplir con una ley tributaria que sobrecarga a los pocos que buscan honradamente cumplir sus compromisos, en compensación de los muchos que evaden su observancia.

 
Cuestionamiento también que se extiende al deber de cumplir con una ley de por sí injusta, desde el momento en que se constata que los beneficios fiscales no redundan propiamente en el Bien Común, que son el fin para el que son imperados.
 
Estamos aquí en la consideración de la Justicia Distributiva.
 
b) Cuestionamiento también ascendente: a los ciudadanos, a las sociedades, corporaciones, pequeñas y medianas empresas, grandes Holdings, etc… que –en un afán egoísta de lucro incondicionado- no se sienten identificados con la llamada justicia legal y conmutativa, faltando así a sus deberes con la sociedad y el Estado, provocando en no pocos casos la quiebra del sistema social y político ante la imposibilidad del gobierno de turno de garantizar los servicios mínimos y potenciar un desarrollo armónico y equilibrado.
 
Como preámbulo necesario tendremos que ver, siquiera someramente, el tema de la Justicia (tanto la justicia distributiva, como la justicia legal y la justicia conmutativa) todas son premisas necesarias para entender bien la cuestión tributaria en su fundamento como derecho humano y virtud cristiana.
 
Buscaremos definir los concepto y determinar sus objetos. Analizar los derechos y deberes de la persona (natural y jurídica) como miembro y parte de la sociedad. Y ver sus exigencias éticas.
 
Finalmente, estaremos en condiciones de tener una visión adecuada y hacer un análisis profundo de la cuestión tributaria que nos lleve a la práctica justa en nuestras empresas. Al tiempo que contaremos con los elementos necesarios para emitir un juicio de valor y una crítica constructiva al Gobierno, al Estado y a la Sociedad.
 
En este sentido, nos ilustrará la misma historia: un repaso de las sociedades antiguas, el pueblo de Israel en el Antiguo Testamento, las acotaciones de los Evangelios y las Cartas Apostólicas, las enseñanzas de los Santos Padres de la Iglesia, la doctrina de los teólogos, las enseñanzas del Magisterio, … Todo ello nos llevará a entender bien la naturaleza misma de los “tributos”, juzgar su moralidad, y definirlos adecuadamente.
 
Como ven nos adentramos en un tema tan vasto que nos tomará varias semanas, me atrevo a augurar varios meses, para un análisis que espero de su interés. Sé que esta presentación es sólo enunciativa y que más que resolver alguna duda, habrá generado más incertidumbre en algunas conciencias. Sepan que no es mi intención esta última, y que si perseveran hasta el final tendrán respuestas a todo. Les adelanto que las primeras entregas serán un poco más áridas sin dejar de ser interesantes, pero fundamentales para poder emitir ese juicio ético que todos esperamos poder dar.
 
¿Debemos pagar impuestos? ¿En qué medida? ¿Es justo pagar lo que me impone el sistema? ¿podemos o debemos incumplir nuestros pagos? ¿es justa la ley tributaria?... Estas y muchas más preguntas tendrán respuestas seguras como pago a tu paciencia.
 
Sólo a modo de preámbulo de lo que viene, te dejo estas frases que sin duda generarán tu interés por saber más:
 
Jesús afirma: “dar al César lo que es del César…” pero también afirma que sólo deben pagar tributo los “extraños”, no los “hijos”. Jesús lo paga para “no escandalizarlos”. (Mt. 17,24-27).
San Pablo, en su carta a los romanos: “Pagad a todos los que debáis; a quien tributo, tributo; a quien aduana, aduana…” (Rom.13,6-7)

 
La injusticia del sistema tributario, parece deducirse de la mención de Zaqueo… (Lc.19,8-10).
 
Existe, conforme al Magisterio de la Iglesia lo que llamaremos: “objeción fiscal de conciencia”… Juan Pablo II dice: “no sean víctimas de la imposición tributaria…” (Juan Pablo II. Discurso a los participantes en un congreso para la “Confédération Fiscale Européenne”. 7-Noviembre-1980)
 
El mismo Santo Tomás de Aquino enseña en la Summa Teologica: “No es lícito obedecer las leyes humanas… cuando la ley impone un gravamen injusto a los súbditos” (S.Th.,I-II, q.96, a.4 ad 2-3)
 
Eticidad de los impuestos (II)
 
Es necesario después de las premisas y la propuesta hecha los días pasados, empezar por un análisis, que si bien no será exhaustivo, si lo suficientemente profundo, como para tener una visualización precisa y situar como corresponde a nivel ético el tema tributario que nos ocupa: esto es dentro del campo de la Justicia.
 
Pero antes de entrar en una valoración de los distintos tipos de justicia –distributiva, legal y conmutativa– quisiera tener una breve reflexión general sobre el tema de la Justicia y su posicionamiento en el estudio ético contemporáneo.
 
Es obvio que los gobiernos (los gobernantes) tienen hacia los ciudadanos una obligaciones éticas que demandan un régimen jurídico “justo” que garantice los derechos de cada uno de ellos. Algo tan obvio, no obstante, es cuestionado hoy en muchos países que se dicen democráticos y desarrollados, pues la Justicia, que fundamenta sus pilares en la verdad y bien “absolutos”, no es –como debiera ser– el referente constante. Sí, en cambio, intereses parciales, y políticas de consenso que hacen que las leyes determinen lo que deba ser justo y bueno a conveniencia.
 
Por su parte, todo ciudadano debe también atender a las obligaciones morales que derivan de su condición de miembro de la sociedad, tanto en el cumplimiento de las leyes justas, como en la obligación de responder de modo positivo a los intereses de la vida pública.
 
Estas relaciones justas en el ejercicio de la autoridad frente a los ciudadanos (que se define en la justicia distributiva) como de éstos en relación con el bien común de la sociedad (justicia legal), son el objeto ahora de nuestro análisis.
 
La Iglesia, considera el tema de crucial interés y actualidad, y de hecho a través de su Magisterio ha tenido reiteradas llamadas de atención acerca de los comportamientos morales en la vida social. Ya el Concilio afirmaba:
 
“La Iglesia, en el transcurso de los siglos, a la luz del Evangelio, ha concretado los principios de justicia y equidad exigidos por la recta razón tanto en orden a la vida individual y social como en orden a la vida internacional…” (GS,63)
 
Y Juan Pablo II, de feliz memoria, nos recordaba en uno de sus discursos: “…Con este sentido evangélico de la justicia ante los ojos, debemos considerarla al mismo tiempo dimensión fundamental de la vida humana en la tierra: la vida del hombre, de la sociedad, de la humanidad. Esta es la dimensión ética. La justicia es principio fundamental del la existencia y coexistencia de los hombres, como asimismo de las comunidades humanas, de las sociedades y los pueblos.
 
Además, la justicia es principio de la existencial de la Iglesia en cuanto Pueblo de Dios, y principio de coexistencia de la Iglesia y las varias estructuras sociales, en particular el Estado y también las Organizaciones Internacionales. En este terreno extenso y diferenciado, el hombre y la humanidad buscan continuamente justicia; es éste un proceso perenne y una tarea de importancia suma.” (Audiencia General, 8 Noviembre 1978).
 
El tema adquiere especial relevancia hoy día, porque a pesar de los sistemas de gobierno democráticos, los dirigentes politicos invaden cada vez con más frecuencia el ámbito de la vida personal de los ciudadanos, legislando sobre aspectos de “derecho natural”. Y también porque los ciudadanos mismos eluden reiteradamente las exigencias de los deberes sociales, de forma que de continuo se conculcan las leyes que miran al bien común, tales como la contribución fiscal, el cuidado de los bienes de la naturaleza, o las simples normas de tráfico…
 
El tema de la justicia está estrechamente ligado, como veremos al tema de la autoridad, que no al solo ejercicio del poder, que cuando no tiene ese referente a la justicia y al bien común, se convierte en tiranía. Al respecto nos puede ayudar la reflexión del Catecismo de la Iglesia Católica cuando define la autoridad: “Una sociedad bien ordenada y fecunda requiere gobernantes, investidos de legítima autoridad, que defiendan las instituciones y consagren, en la medida suficiente, su actividad y sus desvelos al provecho común del país.
 
Se llama “autoridad” la cualidad en virtud de la cual personas o instituciones dan leyes y órdenes a los hombres y esperan la correspondiente obediencia. Toda la comunidad humana necesita una autoridad que la rija… Su mision consiste en asegurar en cuanto sea possible el bien común de la sociedad” (Catecismo Igl. Cat., 1897-1898).
 
Pero, ¿qué es realmente la justicia? Recurro al Compendio de Doctrina social de la Iglesia que creo que recoge una de las definiciones más completas de la misma:
 
“La justicia es un valor que acompaña al ejercicio de la correspondiente virtud moral cardinal. Según su formulación más clásica, «consiste en la constante y firme voluntad de dar a Dios y al prójimo lo que les es debido». Desde el punto de vista subjetivo, la justicia se traduce en la actitud determinada por la voluntad de reconocer al otro como persona, mientras que desde el punto de vista objetivo, constituye el criterio determinante de la moralidad en el ámbito intersubjetivo y social.” (Comp. DSI, 201)
 
El tema de la justicia resulta particularmente importante en el contexto actual, en el que –como deciamos antes– el valor de la persona, de su dignidad y de sus derechos, a pesar de las proclamaciones de propósitos, está seriamente amenazado por la difundida tendencia a recurrir exclusivamente a los criterios de la utilidad y del tener. La justicia, desde estos criterios se relativiza, y se convierte en un nuevo constructo social, sometida a la convención humana y determinada por la ley.
 
Tan sólo una visión plena del hombre, y en consecuencia de la sociedad, nos permitirá superar esta visión contractual de la justicia, reductiva y limitada, y abrirla al horizonte de la solidaridad y del amor.
 
Introducido el tema de fondo de la Justicia, estamos ya en condición de analizar de un modo más conciso, sus distintos tipos, como base para la valoración ética de los tributos.
 
La eticidad de los impuestos (III)
La Justicia Distributiva:

 
Tras la presentación generalizada del tema que hacíamos los dias anteriores, es preciso profundizar ahora y matizar algunos aspectos en relación con este tipo de justicia, la que determina la inferencia de los órganos del Estado con toda la sociedad.
 
La Justicia distributiva demanda el reconocimiento de los derechos que corresponden a cada ciudadano en la convivencia social. Garantizando que sea justo el reparto de cargas y privilegios, de ayudas y obligaciones que a cada miembro de la sociedad le son debidas. Es así que el Estado debe velar por su cumplimiento, y en los estados democráticos, los ciudadanos deben contar con recursos jurídicos para proteger y reclamar estos derechos.
 
Una definición clásica de Justicia distributiva sería: “ordo totius ad partem”, las relaciones del todo social con los individuos. Los gobernantes, que representan a la sociedad, deben ser los administradores que den a los individuos lo que en justicia les es debido, y gestionar el bien común.
 
Un gran riesgo de la justicia distributiva puede llegar a ser la parcialidad de los gobernantes cuando, antes que el bien común y el derecho de todos los súbditos, contemplan y atienden al bien del partido de turno, o priorizan a un sector de ciudadanos que profesan la misma ideología, y ello en detrimento de los demás... por ello será siempre importante que exista un control de la democracia ejercida por los medios de comunicación social, y sobre todo el ejercicio independiente del poder judicial, que sirve de control del ejecutivo y el legislativo.
 
¿Cuáles serían las principales exigencias éticas de la justicia distributiva? Es decir, cuáles serían las cualidades que deben acompañar al gobernante?
 
1.- Competencia: con el fin de que el gobierno sea eficiente y eficaz. Para ello debe rodearse de personas peritas que cubran los distintos ámbitos de competencia.
 
2.- Responsabilidad: por la grave tarea que conlleva el gobierno de un pueblo. Y cabe mencionar aquí, que la falta de responsabilidad suele acompañar al gobernante cuando es elegido más como reclamo de votos que por su honestidad personal.
 
3.- Prudencia: Que es la virtud propia de quien gobierna. La “eficacia” en toda gestión de gobierno no debe confundirse con el “oportunismo” que se instrumentaliza con finalidad electoral para obtener votos y seguir perpetuado en el poder.
 
4.- Desinterés: Quien gobierna debe buscar en todo momento el bien común, nunca intereses personales o de partido. Y es preciso reconocer aquí, que cuando en una nación los partidos políticos juegan un papel excesivo (se “politizan”) es muy difícil estar al margen de la política de partido, lo que va en detrimento de los intereses reales del pueblo.
 
¿Cuáles son los cometidos fundamentales de la función de gobierno? Velar por la tutela de los derechos de los súbditos y exigir el cumplimiento de sus deberes, y en unos campos privilegiados como son:
 
1.- La vida y la familia: Porque la vida es el derecho fundamental de toda persona humana, y la familia como institución es la primera célula de la sociedad. De hecho, como nos recuerda el Concilio (GS, 52. y OA, 18) “De la salud moral de la familia depende en buena medida la ética en la vida social”.
 
2.- La educación: Pues la instrucción debida es el camino seguro para alcanzar la propia perfección tanto del individuo como de la sociedad. (Cfr. GS, 31).
 
3.- La moralidad pública: Necesaria para alcanzar la recta conducta de los ciudadanos. Y por el contrario, la hipoteca de la ética social es siempre un gran obstáculo para la vida moral de los individuos (Cfr. GS, 74)
 
4.- El bienestar económico: que es condición indispensable para la paz social. Y ello demanda que se dé un reparto justo en las rentas que constituyen el patrimonio común de la nación. Lo que en lenguaje económico sería una equitativa participación en el “producto nacional bruto” (Cfr. MM, 54-59; GS, 65)
 
Una tarea fundamental del Gobierno, en el ejercicio de esta justicia distributiva y que tiene especial relevancia por el tema tributario que nos ocupa sería la “justa distribución del bien común”. Es decir, la justa distribución de cargas e impuestos de modo que se corresponda con la situación real económica de cada grupo social y no recaiga de un modo desigual. En ningún caso debe gravar las clases socialmente más necesitadas (Cfr. GS, 26).
 
Y no podemos olvidar, la relevancia de la “promulgación de leyes justas”, pues a esto se podría reducir la misión fundamental del gobernante: legislar con justicia. Y de hecho, la promulgación de leyes injustas, no sólo mermarían la legitimidad de un régimen político, sino que contrarrestarían su potestad invalidando toda su autoridad.
 
Por último, ¿Cuáles serían las principales faltas (nosotros diremos “pecados”) contra la justicia distributiva?
 
1.- La tiranía o cualquier forma de abuso de poder. La inobservancia de las leyes o constituciones democráticas en base a las cuales se les confirió la potestad de gobierno. Es especialmente peligroso cuando los partidos alcanzan mayoría absoluta parlamentaria, pues es fácil eludir a las minorías...
 
2.- El incumplimiento de las promesas electorales.
 Máxime si hubo engaño y las promesas sólo fueron vanas ofertas electoralistas con el fin de obtener votos.

 
3.- Arbitrariedad en el ejercicio del gobierno. Donde entran sobre todo los partidismos políticos, donde la ideología prima sobre el bien común y los derechos generales. Aquí entraría el tema clásico de la “acepción de personas” o “tráfico de influencias”, en orden a conceder los cargos públicos.
 
4.- En el campo jurídico, la promulgación de leyes, reglamentos, normativas, etc... injutas, o emitidas en favor de intereses privados o personales. Así como también cuando se fomenta el incumplimiento de las normas o leyes vigentes mediante el “soborno”.

Hemos expuesto lo fundamental sobre la justicia distributiva que nos permitirá entrar mejor en el tema de la eticidad tributaria, puesto que nos sirve de base para entender la función del Gobierno, sus obligaciones con los súbditos, para en base a ello juzgar cómo debemos responder a nuestras obligaciones para con el Estado.
  
Se dio a conocer el logotipo de la JMJ Lisboa 2023

La JMJ 2023 tendrá el lema «María se levantó y partió sin demora».

Fue presentado en el mediodía de este 16 de octubre el logo de la Jornada Mundial de la Juventud 2023 que tendrá lugar en Lisboa, Portugal. Tal como dijeron los organizadores del evento, la presentación del logotipo - el 16 de octubre - no es accidental: en un día como hoy de 1978, en efecto, fue elegido el Papa Juan Pablo II, el creador y promotor de la JMJ.

El logo de la edición de 2023 se eligió sobre la base de un concurso lanzado en octubre de 2019 por el comité organizador local. Dirigido a "diseñadores gráficos profesionales y estudiantes de diseño gráfico de escuelas públicas y privadas de todo el mundo". El nuevo logo de la Jornada Mundial de la Juventud Lisboa 2023, inspirado en el tema "María se levantó y partió sin demora" (Lc 1,39), tiene como elemento central la cruz. Una cruz atravesada por un sendero donde aparece el Espíritu Santo. Es una invitación a los jóvenes a no quedarse sentados y a ser protagonistas en la construcción de un mundo más justo y fraterno. Los colores (verde, rojo y amarillo) evocan la bandera portuguesa.

Explicación del logo
La cruz de Cristo, signo del infinito amor de Dios por la humanidad, es el elemento central, de donde todo nace.

Como indica el relato de la Visitación que da tema a la JMJ de Lisboa 2023, María se pone en camino, partiendo para vivir la voluntad de Dios, y disponiéndose a servir a Isabel. Este movimiento subraya la invitación que se hace a los jóvenes para renovar "el vigor interior, los sueños, el entusiasmo, la esperanza y la generosidad" (Christus Vivit, 20). Acompañando el camino hay también una forma dinámica que evoca al Espíritu Santo.

La elección del rosario celebra la espiritualidad del pueblo portugués en su devoción a Nuestra Señora de Fátima. Se coloca en el camino para invocar la experiencia de la peregrinación que es tan significativa en Portugal.

María ha sido diseñada joven para representar la figura del Evangelio de San Lucas (Lc 1:39) y para favorecer una mayor identificación con los jóvenes. El dibujo expresa la juventud propia de su edad, característica de quien todavía no ha sido madre, pero que lleva en sí la luz del mundo. Esta figura está ligeramente inclinada, para mostrar la actitud resuelta de la Virgen María.

Beatriz Roque Antunes, joven diseñadora portuguesa de 24 años, es la autora del logo de la Jornada Mundial de la Juventud Lisboa 2023. Estudió Diseño en Londres y actualmente trabaja en una agencia de comunicación en Lisboa. "Como nos dice el pasaje que es el tema de la JMJ de Lisboa 2023, María no se queda sentada y va a visitar a su prima. Esa es la invitación a los jóvenes: no quedarse sentados, hacer que suceda, construir y no dejar el destino del mundo en manos de otros. Todos necesitamos que los jóvenes tomen el mundo en sus manos", dice la ganadora del concurso que eligió el logotipo de la JMJ.

Sobre la JMJ
El 27 de enero de 2019, durante la Jornada Mundial de la Juventud celebrada en Panamá, el cardenal Kevin Farrell, Prefecto del Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida, de la Santa Sede, anunció que Lisboa sería la próxima ciudad en la que se celebraría el evento. La Jornada Mundial de la Juventud (JMJ), un encuentro de jóvenes de todo el mundo con el Papa, fue instituida por Juan Pablo II en 1985, y desde entonces representa un tiempo de encuentro y de intercambio para millones de personas en todo el mundo. La primera edición tuvo lugar en 1986 en Roma, y desde entonces la JMJ ha pasado por las siguientes ciudades: Buenos Aires (1987), Santiago de Compostela (1989), Czestochowa (1991), Denver (1993), Manila (1995), París (1997), Roma (2000), Toronto (2002), Colonia (2005), Sydney (2008), Madrid (2011), Río de Janeiro (2013), Cracovia (2016) y Panamá (2019).

Cabe recordar que la JMJ de Lisboa debía celebrarse en 2022, como es habitual, tres años después de la anterior, celebrada en Panamá en enero de 2019. Sin embargo, la pandemia de Covid-19 obligó a posponer el evento por un año. También se pospuso la entrega de los símbolos de la JMJ - la Cruz y el icono mariano - a los jóvenes de Portugal.

Normalmente, de hecho, el Domingo de Ramos, la Jornada de la Juventud Diocesana, una delegación de jóvenes del país que acogió la última JMJ entrega los dos símbolos en la Plaza de San Pedro a los compañeros de la nación que acogerá la jornada siguiente. Por el momento, la ceremonia de entrega está prevista para el próximo 22 de noviembre, en la fiesta de Cristo Rey, pero todo dependerá de la evolución de la situación sanitaria.

Rosario Misionero

El Rosario Misionero es una forma de oración que toma como base al Rosario tradicional, en la cual, por intercesión de María, se pide al Padre por las intenciones y necesidades de todo el mundo. Es una oración mariana universal y misionera.

Está estructurado, al igual que el Rosario tradicional en cinco misterios, en cada uno de los cuales se pone como intención a uno de los cinco continentes. Las cinco decenas tienen sendos colores, que representan a cada uno de los cinco continentes desde el punto de vista misional, y recuerdan al que reza, la intención misional de cada decena.

1° Misterio, de color verde, se reza por Africa. El color verde, nos recuerda las verdes selvas habitadas por nuestros hermanos africanos.

2° Misterio, de color rojo, se reza por América. El color rojo, simboliza la sangre derramada por los mártires que dieron su vida durante la evangelización de este continente.

3° Misterio, de color blanco
, se reza por Europa. El color blanco, nos recuerda a la raza blanca, originaria de este continente y al color de las vestiduras del Papa, que también tiene en él su sede.


4° Misterio, de color azul, se reza por Oceanía. El color azul nos habla de Oceanía, con sus miles de islas esparcidas en las azules aguas del Océano Pacífico.

5° Misterio, de color amarillo, se reza por Asia. El color amarillo nos trae a la memoria el Asia, poblado en gran parte por razas de este color.

Su Santidad el Papa Juan XXIII rezaba el Rosario Misionero todos los días por el mundo entero, dedicando una decena a cada continente: "Como Papa debo orar por la humanidad entera y lo hago al rezar el Santo Rosario Misionero: la primera decena por África, la segunda por América, la tercera por Europa, la cuarta por Oceanía y la quinta por Asia".

Forma de rezar el Rosario Misionero

La forma de rezarlo es la siguiente:

Se comienza con la Señal de la Cruz.


Se anuncia el Primer Misterio: En este primer misterio, vamos a recordar al continente Africano con sus más de 500 millones de habitantes, a fin de que su profundo sentimiento religioso le facilite asumir la plenitud de la revelación de Cristo.

Luego se reza un Padrenuestro, 10 Avemarías y Gloria.


Se anuncia el Segundo Misterio: Recordamos especialmente en este segundo misterio a nuestro continente Americano, el "continente de la esperanza", donde se registra el más alto porcentaje de católicos, pero que sufre por la escasez de sacerdotes.

Luego se reza un Padrenuestro, 10 Avemarías y Gloria.


Se anuncia el Tercer Misterio: Ofrecemos este tercer misterio por Europa, para que retorne a las fuentes de su fe que se ha enfriado con el correr de los siglos, y al dinamismo misionero.

Luego se reza un Padrenuestro, 10 Avemarías y Gloria.

Se anuncia el Cuarto Misterio: Ofrecemos este cuarto misterio por el lejano y pequeño universo de islas que se llama Oceanía, a fin de que sus numerosas razas puedan ser iluminadas y guiadas a la luz del evangelio.

Luego se reza un Padrenuestro, 10 Avemarías y Gloria.


Se anuncia el Quinto Misterio: Recemos este quinto misterio por Asia, para que la virgen María vuelva sus ojos al continente más poblado del mundo, donde los católicos constituyen tan solo el 2% de la población y la Iglesia es perseguida y combatida.

Luego se reza un Padrenuestro, 10 Avemarías y Gloria.

Las tres Ave Marías finales se rezan para que en nuestra patria aumente el espíritu misionero y, ante todo, para suscitar muchas vocaciones sacerdotales y religiosas y de laicos misioneros. Al terminar el Rosario Misionero, se ha rodeado el mundo entero, abrazando a todos los continentes y a todos los hombres en una gran oración universal.

1º Misterio: Africa
Información acerca del continente:
África es un continente que vive castigado por la violencia. Las numerosas tribus que pueblan el continente se enfrentan en sangrientas guerras haciendo la vida muy difícil para todos. Otro problema que azota al continente africano es el enfrentamiento entre negros y blancos. En muchas partes de África, todavía existe la esclavitud.

Muchos países africanos han alcanzado su independencia recientemente, pues fueron parte del colonialismo europeo durante siglos, lo que tuvo como consecuencia poco desarrollo económico, y un desarraigo cultural.

La pobreza es bastante marcada en este continente. De los 47 países menos desarrollados del mundo, 31 son africanos.

La Iglesia católica es minoritaria en África. De los 700 millones de habitantes del continente, tan sólo 95 millones son católicos (un 13,8%). Es el continente que menor porcentaje de sacerdote tiene: hay un sacerdote por cada 4.406 católicos, mientras que en el resto del mundo hay, en promedio, un sacerdote por cada 2.342 católicos.

2º Misterio: América
Información acerca del continente:
En los pueblos de América existe mucha pobreza. El 11% de la población lo forman las minorías indígenas que tratan de mantener sus costumbres.

En cuanto a la Iglesia Católica de América, ésta es la más numerosa de todo el mundo. La mitad de los católicos del mundo viven hoy en América (más precisamente en América latina). De un total de 743 millones de habitantes, 475 millones son católicos (¡un 64%!). Es por eso que el Papa ha dicho a América que es "la gran esperanza de la Iglesia, que debe hacerse misionera para el resto del mundo". A pesar de esta situación, después de África, es el continente con menor proporción de sacerdotes: hay un sacerdote por cada 3.978 católicos.

Sin embargo, una seria amenaza para la Iglesia americana es el rápido crecimiento de las sectas y grupos evangélicos a las cuales se vuelcan día a día, muchos católicos.

3º Misterio: Europa
Información acerca del continente:
La mayoría de los países desarrollados están en Europa, si bien también hay pobreza en este continente, pero podríamos decir que es uno de los continentes en el que menos pobreza hay.

Históricamente, Europa fue el continente católico por excelencia. Influyó decisivamente en esto el hecho de que la Iglesia tuviera su sede central en Roma desde sus comienzos (ahora en Ciudad del Vaticano), y que en la mayoría de los reinos que conformaron a Europa tuvieron al catolicismo como religión oficial. Sin embargo, en los últimos siglos la situación ha cambiado bastante. Dos cosas influyeron notablemente en esto. Primero, la aparición de las Iglesias protestantes a partir del siglo XVI, que se llevaron gran parte de los católicos: países completos se volcaron al protestantismo. Y en segundo lugar, al ir naciendo las repúblicas que hoy conforman Europa, la fe se fue apagando poco a poco en todo el continente, y la gente comenzó a dejar a Dios de lado (esto es lo que se conoce como "secularismo": un mundo sin Dios).

Hoy en día, los católicos ya no son mayoría en Europa. De los 716 millones de habitantes, sólo 288 millones son católicos (un 40%), ubicándose en segundo lugar, después de América que tiene un 63,8% de católicos. Es el continente con mayor porcentaje de sacerdotes: hay un sacerdote por cada 1.295 católicos

4º Misterio: Oceanía
Información acerca del continente:
El continente Oceánico es el continente más pequeño del mundo. Se caracteriza porque en él conviven muchísimas culturas. Desde hace siglos, estuvo poblado por una gran cantidad de tribus de nativos (unas 5.000) con culturas, dialectos y religiones autóctonas diferentes.

La evangelización sistemática en Oceanía comenzó hace doscientos años (muy poco tiempo), y de un total de 27 millones de habitantes, tan sólo 6 millones son católicos (un 26%). El 58% pertenecen a las iglesias protestantes, y el resto se divide en muchas religiones autóctonas pequeñas. Aunque es el continente con menor población del mundo, es uno de los que tienen un mayor porcentaje de sacerdotes: hay un sacerdote por cada 1385 católicos, mientras que en el resto del mundo hay, en promedio.

Oceanía perteneció al imperio Británico durante muchos años, no permitiéndose la entrada de misioneros católicos hasta 1845 cuando recién pudieron comenzar la tarea evangelizadora.

La Iglesia está en sus comienzos en este continente y aún queda muchísimo por hacer.

5º Misterio: Asia
Información acerca del continente:

En el año 2000, un 60% de la población mundial será asiática, la mayor parte entre niños y jóvenes. Asia es el continente más poblado del mundo (tiene 3.000 millones de habitantes, mientras que el resto de los continentes tienen menos de 700 millones).

El 80% de su población vive bajo el límite de la pobreza. Muchísimas personas mueren día a día de hambre. Un problema que caracteriza a este continente es la discriminación de la mujer, hecho que se hace insostenible, extendiéndose a todos los niveles sociales.

La Iglesia Católica de Asia es la más pequeña del mundo, si bien la población de este continente es la más numerosa. De un total de 3.000 millones de personas, tan solo 02 millones son católicos (¡nada más que el 2,8% de la población!). En la mayor parte de Asia, los católicos son perseguidos por las Iglesias Oficiales, viéndose obligados en muchos casos a vivir su fe en la clandestinidad. Hay en Asia un sacerdote por cada 2.582 católicos.

Las misiones en tiempos de pandemia

Mensaje del Papa Francisco para el DOMUND 2020

Por: Papa Francisco |

El Papa Francisco publicaba ayer, Solemnidad de Pentecostés, el mensaje para la Jornada Mundial de las Misiones 2020, en un momento en el que “la enfermedad, el sufrimiento, el miedo, el aislamiento nos interpelan” a nosotros y a la misión de la Iglesia. Como lema lleva la cita de Isaías: “Aquí estoy, mándame”.

“Queridos hermanos y hermanas: Doy gracias a Dios por la dedicación con que se vivió en toda la Iglesia el Mes Misionero Extraordinario durante el pasado mes de octubre. Estoy seguro de que contribuyó a estimular la conversión misionera de muchas comunidades, a través del camino indicado por el tema: ‘Bautizados y enviados: la Iglesia de Cristo en misión en el mundo’.

En este año, marcado por los sufrimientos y desafíos causados por la pandemia del COVID-19, este camino misionero de toda la Iglesia continúa a la luz de la palabra que encontramos en el relato de la vocación del profeta Isaías: «Aquí estoy, mándame» (Is 6,8). Es la respuesta siempre nueva a la pregunta del Señor: «¿A quién enviaré?» (ibíd.). Esta llamada viene del corazón de Dios, de su misericordia que interpela tanto a la Iglesia como a la humanidad en la actual crisis mundial. «Al igual que a los discípulos del Evangelio, nos sorprendió una tormenta inesperada y furiosa. Nos dimos cuenta de que estábamos en la misma barca, todos frágiles y desorientados; pero, al mismo tiempo, importantes y necesarios, todos llamados a remar juntos, todos necesitados de confortarnos mutuamente. En esta barca, estamos todos. Como esos discípulos, que hablan con una única voz y con angustia dicen: ‘perecemos’, también nosotros descubrimos que no podemos seguir cada uno por nuestra cuenta, sino sólo juntos» (Meditación en la Plaza San Pietro, 27 marzo 2020). Estamos realmente asustados, desorientados y atemorizados. El dolor y la muerte nos hacen experimentar nuestra fragilidad humana; pero al mismo tiempo todos somos conscientes de que compartimos un fuerte deseo de vida y de liberación del mal. En este contexto, la llamada a la misión, la invitación a salir de nosotros mismos por amor de Dios y del prójimo se presenta como una oportunidad para compartir, servir e interceder. La misión que Dios nos confía a cada uno nos hace pasar del yo temeroso y encerrado al yo reencontrado y renovado por el don de sí mismo.

En el sacrificio de la cruz, donde se cumple la misión de Jesús, Dios revela que su amor es para todos y cada uno de nosotros. Y nos pide nuestra disponibilidad personal para ser enviados, porque Él es Amor en un movimiento perenne de misión, siempre saliendo de sí mismo para dar vida. Por amor a los hombres, Dios Padre envió a su Hijo Jesús. Jesús es el Misionero del Padre: su Persona y su obra están en total obediencia a la voluntad del Padre. A su vez, Jesús, crucificado y resucitado por nosotros, nos atrae en su movimiento de amor; con su propio Espíritu, que anima a la Iglesia, nos hace discípulos de Cristo y nos envía en misión al mundo y a todos los pueblos.

«La misión, la “Iglesia en salida” no es un programa, una intención que se logra mediante un esfuerzo de voluntad. Es Cristo quien saca a la Iglesia de sí misma. En la misión de anunciar el Evangelio, te mueves porque el Espíritu te empuja y te trae» (Sin Él no podemos hacer nada, LEV-San Pablo, 2019, 16-17). Dios siempre nos ama primero y con este amor nos encuentra y nos llama. Nuestra vocación personal viene del hecho de que somos hijos e hijas de Dios en la Iglesia, su familia, hermanos y hermanas en esa caridad que Jesús nos testimonia. Sin embargo, todos tienen una dignidad humana fundada en la llamada divina a ser hijos de Dios, para convertirse por medio del sacramento del bautismo y por la libertad de la fe en lo que son desde siempre en el corazón de Dios.

Haber recibido gratuitamente la vida constituye ya una invitación implícita a entrar en la dinámica de la entrega de sí mismo: una semilla que madurará en los bautizados, como respuesta de amor en el matrimonio y en la virginidad por el Reino de Dios. La vida humana nace del amor de Dios, crece en el amor y tiende hacia el amor. Nadie está excluido del amor de Dios, y en el santo sacrificio de Jesús, el Hijo en la cruz, Dios venció el pecado y la muerte. Para Dios, el mal —incluso el pecado— se convierte en un desafío para amar y amar cada vez más. Por ello, en el misterio pascual, la misericordia divina cura la herida original de la humanidad y se derrama sobre todo el universo. La Iglesia, sacramento universal del amor de Dios para el mundo, continúa la misión de Jesús en la historia y nos envía por doquier para que, a través de nuestro testimonio de fe y el anuncio del Evangelio, Dios siga manifestando su amor y pueda tocar y transformar corazones, mentes, cuerpos, sociedades y culturas, en todo lugar y tiempo.

La misión es una respuesta libre y consciente a la llamada de Dios, pero podemos percibirla sólo cuando vivimos una relación personal de amor con Jesús vivo en su Iglesia. Preguntémonos: ¿Estamos listos para recibir la presencia del Espíritu Santo en nuestra vida, para escuchar la llamada a la misión, tanto en la vía del matrimonio como de la virginidad consagrada o del sacerdocio ordenado, como también en la vida ordinaria de todos los días?

¿Estamos dispuestos a ser enviados a cualquier lugar para dar testimonio de nuestra fe en Dios, Padre misericordioso, para proclamar el Evangelio de salvación de Jesucristo, para compartir la vida divina del Espíritu Santo en la edificación de la Iglesia? ¿Estamos prontos, como María, Madre de Jesús, para ponernos al servicio de la voluntad de Dios sin condiciones? Esta disponibilidad interior es muy importante para poder responder a Dios: ‘Aquí estoy, Señor, mándame’. Y todo esto no en abstracto, sino en el hoy de la Iglesia y de la historia.

Comprender lo que Dios nos está diciendo en estos tiempos de pandemia también se convierte en un desafío para la misión de la Iglesia. La enfermedad, el sufrimiento, el miedo, el aislamiento nos interpelan. Nos cuestiona la pobreza de los que mueren solos, de los desahuciados, de los que pierden sus empleos y salarios, de los que no tienen hogar ni comida. Ahora, que tenemos la obligación de mantener la distancia física y de permanecer en casa, estamos invitados a redescubrir que necesitamos relaciones sociales, y también la relación comunitaria con Dios. Lejos de aumentar la desconfianza y la indiferencia, esta condición debería hacernos más atentos a nuestra forma de relacionarnos con los demás. Y la oración, mediante la cual Dios toca y mueve nuestro corazón, nos abre a las necesidades de amor, dignidad y libertad de nuestros hermanos, así como al cuidado de toda la creación. La imposibilidad de reunirnos como Iglesia para celebrar la Eucaristía nos ha hecho compartir la condición de muchas comunidades cristianas que no pueden celebrar la Misa cada domingo. En este contexto, la pregunta que Dios hace: «¿A quién voy a enviar?», se renueva y espera nuestra respuesta generosa y convencida: «¡Aquí estoy, mándame!» (Is 6,8). Dios continúa buscando a quién enviar al mundo y a cada pueblo, para testimoniar su amor, su salvación del pecado y la muerte, su liberación del mal.

La celebración la Jornada Mundial de la Misión también significa reafirmar cómo la oración, la reflexión y la ayuda material de sus ofrendas son oportunidades para participar activamente en la misión de Jesús en su Iglesia. La caridad, que se expresa en la colecta de las celebraciones litúrgicas del tercer domingo de octubre, tiene como objetivo apoyar la tarea misionera realizada en mi nombre por las Obras Misionales Pontificias, para hacer frente a las necesidades espirituales y materiales de los pueblos y las iglesias del mundo entero y para la salvación de todos.

Que la Bienaventurada Virgen María, Estrella de la evangelización y Consuelo de los afligidos, Discípula misionera de su Hijo Jesús, continúe intercediendo por nosotros y sosteniéndonos. Roma, San Juan de Letrán, 31 de mayo de 2020, Solemnidad de Pentecostés”.

El Medio Ambiente y el Cristiano

Hay que reconocer la presencia de Dios en la naturaleza

El nuevo Compendio de Doctrina Social de la Iglesia dedica un capítulo entero a temas medioambientales, reconociendo su creciente importancia. Los primeros números animan a los cristianos a considerar el medio ambiente con una actitud positiva, para evitar una mentalidad de desprecio y condena, y reconocer la presencia de Dios en la naturaleza.

Deberíamos ver el futuro con esperanza, recomienda el Compendio, «sostenidos por la promesa y el compromiso que Dios renueva continuamente» (No. 451). En el Antiguo Testamento vemos cómo Israel vivió su fe en un medio ambiente que era visto como don de Dios. Además, «la naturaleza, la obra de la acción creativa de Dios, no es un adversario peligroso».

El Compendio también invita a recordar el comienzo del libro del Génesis, en el que el hombre es puesto como la cima de todos los seres y Dios le confía que cuide toda la creación. «La relación del hombre con el mundo es parte constitutiva de su identidad humana. Esta relación es a su vez resultado de otra relación aún más profunda con Dios» (No. 452).

En el Nuevo Testamento Jesús hace uso de los elementos naturales en algunos de sus milagros y recuerda a los discípulos la providencia de su Padre. Luego, en su muerte y resurrección, «Jesús inaugura un mundo nuevo en el que todo le está sometido y recrea las relaciones de orden y armonía que el pecado había destruido» (No. 454).

Ciencia y tecnología
El concilio Vaticano II reconocía el progreso hecho por la ciencia y la tecnología al extender nuestro control sobre el mundo creado. Mejorar nuestras vidas de este modo está de acuerdo con la voluntad de Dios, concluían los padres conciliares. También observaban que la Iglesia no se opone al progreso científico, que es una parte de la creatividad humana dada por Dios.

Pero, añade el Compendio, «un punto central de todo uso científico y tecnológico es el respeto por los hombres y mujeres, que debe acompañarse también de la necesaria actitud de respeto por todas las criaturas vivas» (No. 459). Por lo tanto, nuestro uso de la tierra no debería ser arbitrario y es necesario que esté inspirado por un espíritu de cooperación con Dios.

Olvidar esto suele ser la causa de acciones que dañan el medio ambiente. Reducir la naturaleza a «términos mecanicistas», suele acompañarse por la falsa idea de que sus recursos son ilimitados, llevando a considerar el desarrollo en una dimensión meramente material, en la que se da el primer lugar «al hacer y tener en vez de al ser» (No. 462).

Si es necesario que evitemos el error de reducir la naturaleza a términos meramente utilitaristas, según el cual sólo es algo que hay que explotar, también es necesario que evitemos irnos al otro extremo haciéndola un valor absoluto. Una visión ecocéntrica o biocéntrica del medio ambiente cae en el error de poner a todos los seres vivos al mismo nivel, ignorando la diferencia cualitativa entre los seres humanos, basada en su dignidad de personas humanas, y otras criaturas.

La clave para evitar tales errores es mantener una visión trascendente. Actuar de modo más responsable hacia el medio ambiente resulta más fácil cuando recordamos el papel de Dios en la creación, explica el Compendio. La cultura cristiana considera las criaturas como un don de Dios, que debe cuidarse y salvaguardarse. El cuidado del medio ambiente también entra dentro de la responsabilidad de asegurar el bien común, por el que la creación se destina a todos. El Compendio también observa que tenemos una responsabilidad con las generaciones futuras.

Biotecnología
Una sección del capítulo se centra en el tema de la biotecnología. Las nuevas posibilidades ofrecidas por estas técnicas son una fuente de esperanza, pero también han levantado hostilidad y alarma. Como regla, observa el texto, la visión cristiana de la creación acepta la intervención humana, porque la naturaleza no es una suerte de objeto sagrado que debemos dejar solo.

Pero la naturaleza es también un don a usar con responsabilidad y, por lo tanto, el modificar las propiedades de los seres vivos se debe acompañar de una evaluación cuidadosa de los beneficios y riesgos de tales acciones. Además, es necesario que la biotecnología se guíe por los mismos criterios éticos que deberían orientar nuestras acciones en las esferas de la acción social y política. Y también se deben tener en cuenta los deberes de justicia y solidaridad.

En cuanto a la solidaridad, el Compendio pide «intercambios comerciales equitativos, sin la carga de injustas estipulaciones» (No. 475). En este sentido es importante ayudar a las naciones a lograr una cierta autonomía en ciencia y tecnología, transfiriéndoles el conocimiento que las ayudará en el proceso de desarrollo. La solidaridad también significa que, junto a la biotecnología, son necesarias políticas comerciales favorables para mejorar la alimentación y la salud.

El Compendio también menciona a los científicos que, estando llamados a trabajar de modo inteligente y con perseverancia para resolver los problemas de suministro de alimentos y salud, también deberían recordar que están trabajando con objetos que forman parte del patrimonio de la humanidad.

A los empresarios y agencias públicas del sector de la biotecnología, el texto les recuerda que junto a la preocupación por lograr un beneficio legítimo, deberían tener presente el bien común. Esto es especialmente aplicable en los países más pobres, y a la hora de salvaguardar el ecosistema.

Compartir los bienes
Se dedica una sección del capítulo a la cuestión de compartir los recursos de la tierra. Dios ha creado los bienes de la tierra para que sean usados por todos, observa el Compendio, y «deben ser compartidos de modo equitativo, de acuerdo a la justicia y la caridad» (No. 481). De hecho, es necesaria la cooperación internacional en temas ecológicos, puesto que suelen ser problemas a escala global.

Los problemas ecológicos suelen estar conectados con la pobreza, con gente pobre incapaz de abordar problemas como la erosión de las tierras de cultivo, debido a sus limitaciones económicas y tecnológicas. Y muchos pobres viven en suburbios urbanos, afligidos por la polución. «En tales casos el hambre y la pobreza hacen virtualmente imposible evitar una explotación intensiva y excesiva del medio ambiente» (No. 482).

La respuesta a estos problemas no es, sin embargo, políticas de control de población que no respetan la dignidad de la persona humana. El Compendio sostiene que el crecimiento demográfico es «plenamente compatible con un desarrollo integral y compartido» (No. 483). El desarrollo debería ser integral, continúa el texto, asegurando el verdadero bien de las personas.

En relación a los recursos naturales hay que considerar el destino universal de los bienes, y particularmente cuando se trata del tema del agua. El acceso inadecuado al agua potable afecta a gran número de personas y suele ser fuente de enfermedades y muerte.

Para el mundo desarrollado, el compendio ofrece algunas notas sobre los estilos de vida apropiados. A nivel individual y comunitario, se recomiendan las virtudes de la sobriedad, la templanza y la autodisciplina. Necesitamos romper con la mentalidad basada en un mero consumo, además de ser conscientes de las consecuencias ecológicas de nuestras elecciones, sostiene el texto.

El Compendio concluye su capítulo pidiendo que nuestra acción hacia la creación se caracterice por la gratitud y el aprecio. Deberíamos recordar también que el mundo revela el misterio de Dios que lo ha creado y lo sostiene. Redescubrir este significado profundo de la naturaleza no sólo nos ayuda a descubrir a Dios, sino que también es la clave para actuar de modo responsable de cara al medio ambiente.

Ángelus del Papa: Jesús enseña a huir de toda hipocresía

Dad al César lo que es del César, y a Dios lo que es de Dios

El domingo 18 de octubre, vigésimo noveno del tiempo ordinario, el Papa Francisco rezó la oración mariana del Ángelus asomado desde la ventana del Palacio Apostólico del Vaticano. Francisco ofreció su habitual comentario del Evangelio dominical (cfr. Mt 22,15-21) que en esta ocasión relata cómo Jesús afronta la hipocresía de sus adversarios respondiendo sabiamente a la pregunta insidiosa que le habían lanzado para ponerlo en una situación difícil y desacreditarlo ante el pueblo.

«¿Es lícito pagar tributo al César, o no?» (v. 17).

Dad al César lo que es del César, y a Dios lo que es de Dios

«En aquel tiempo, en Palestina, el dominio del imperio romano era mal tolerado, también por motivos religiosos», explicó el Papa haciendo hincapié en que para la población, el culto al emperador, «subrayado incluso por su imagen en las monedas, era una injuria al Dios de Israel».

“Los interlocutores de Jesús están convencidos de que no existen más respuestas a su pregunta: o «sí» o «no». Pero Él conoce su malicia y se libra de la trampa. Les pide que le muestren la moneda del tributo, la toma en sus manos y pregunta de quién es la imagen impresa. Ellos responden que es del César, es decir, del emperador. Entonces Jesús replica: Pues dad al César lo que es del César, y a Dios lo que es de Dios”

Asimismo, el Santo Padre indicó que con esta respuesta, Jesús se sitúa por encima de la polémica: «Por una parte, reconoce que se debe pagar el tributo al César, porque la imagen sobre la moneda es la suya; pero, sobre todo, recuerda que cada persona lleva en sí otra imagen, la de Dios, y por tanto es a Él, y solo a Él, a quien cada uno debe la propia existencia».

Edificar la civilización del amor

En este punto, Francisco destacó que de esta sentencia de Jesús, «no solo se encuentra el criterio para la distinción entre la esfera política y la religiosa, sino que de ella también emergen orientaciones claras para la misión de los creyentes de todos los tiempos, incluidos nosotros hoy».

“Pagar los impuestos es un deber de los ciudadanos, así como cumplir las leyes justas del Estado. Al mismo tiempo, es necesario afirmar la primacía de Dios en la vida humana y en la historia, respetando el derecho de Dios sobre todo lo que le pertenece”

Al respecto, el Papa aseveró que de aquí deriva la misión de la Iglesia y de los cristianos: «hablar de Dios y testimoniarlo a los hombres y a las mujeres del propio tiempo. Se trata de esforzarse con humildad y con valor, dando la propia contribución a la edificación de la civilización del amor, en la que reinan la justicia y la fraternidad».

En la dignidad humana está impresa la imagen de Dios

Antes de despedirse, el Santo Padre puntualizó que esta misión de los discípulos del Señor, en especial de los fieles laicos, ha de ser llevada a cabo con plena fidelidad a los valores espirituales y trascendentes, en comunión con los Pastores. Y para ello es fundamental el testimonio de los santos que nos muestra «que la fe empuja a dedicarse con generosidad, pagando personalmente, a la promoción y a la defensa de la dignidad humana, en la que está impresa la imagen de Dios».

«Que María Santísima nos ayude a todos a huir de cualquier hipocresía y a ser ciudadanos honestos y constructivos. Y que nos sostenga a nosotros, discípulos de Cristo, en la misión de testimoniar que Dios es el centro y el sentido de la vida», concluyó el Papa deseando a todos los peregrinos reunidos en la plaza de San Pedro un buen almuerzo e impartiendo su bendición apostólica.

DOMINGO 18 DE OCTUBRE

Vigesimonoveno domingo del tiempo ordinario

Oración de la mañana

Pueblo del Señor, adoremos a Cristo, nuestro guía.
Adoremos al Padre, y al Hijo,
y al Espíritu Santo, ¡aleluya!

Alabad al Señor, todas las naciones;
aclamadlo, todos los pueblos.

Fuerte es su amor para con nosotros;
¡la fidelidad del Señor es eterna!

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo

Preces

Hoy celebramos el DOMUND. Por ello, pedimos especialmente para que el evangelio pueda llegar a todos los hombres. Digamos:

R/MSeñor, escucha nuestra oración.

Por todos los miembros de la Iglesia, llamados a ser testigos en el mundo de Jesús resucitado,

– para que no nos desentendamos de la tarea misionera.MR/

Por nuestra parroquia, para que, conscientes de la importancia de la labor misionera, no dejemos de apoyarla con nuestra oración,

– y seamos generosos ayudándola con nuestros bienes.MR/

Por nuestras familias, para que seamos signo del amor de Dios,

– y permanezcan abiertas a quienes puedan solicitar ayuda.MR/

Intenciones libres

Padre nuestro…

Oración

Dios todopoderoso y eterno, haz que te presentemos una voluntad solícita y estable, y sirvamos a tu grandeza con sincero corazón. Por nuestro Señor Jesucristo.

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