¡Dios es nuestro único bien!

Ángelus: La misión de la Iglesia, hablar de Dios y testimoniarlo

Palabras antes del Ángelus

OCTUBRE 18, 2020 12:49

(zenit – 18 octubre 2020).- Pagar impuestos y dar testimonio de Dios: el Papa Francisco, como es tradición, ha comentado el Evangelio de este domingo 18 de octubre de 2020, antes de la oración del Ángelus al mediodía en la Plaza de San Pedro.

Bajo el sol radiante de los días de octubre en Roma, el Papa recordó que ciertamente debemos pagar nuestros impuestos, pero al mismo tiempo devolver a Dios “lo que es de Dios”.

Porque si la efigie del emperador romano se coloca en la moneda del tiempo de Jesús, la imagen de Dios queda impresa en todo ser humano siempre y para siempre.

En esta Jornada Mundial de las Misiones, el Papa insistió en la fuerza vital del Bautismo: “Cada uno, en virtud del Bautismo, está llamado a ser una presencia viva en la sociedad”

A continuación, siguen las palabras del Papa, según la traducción oficial ofrecida por la Oficina de Prensa de la Santa Sede.

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Palabras antes del Ángelus

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

El Evangelio de este domingo (cfr. Mt 22,15-21) nos muestra a Jesús afrontando la hipocresía de sus adversarios.

Ellos le hacen muchos cumplidos al principio, muchos cumplidos, pero a continuación le plantean una pregunta insidiosa para ponerlo en una situación difícil y desacreditarlo ante el pueblo.

Le preguntan: ”¿Es lícito pagar tributo -es decir pagar los impuestos- al César, o no?” (v. 17). En aquel tiempo, en Palestina, el dominio del imperio romano era mal tolerado -y se comprende, ¡eran invasores! -, también por motivos religiosos. Para la población, el culto al emperador, subrayado incluso por su imagen en las monedas, era una injuria al Dios de Israel. Los interlocutores de Jesús están convencidos de que no existen más respuestas a su pregunta: o “sí” o “no”. Estaban esperando, precisamente porque con esta pregunta estaban seguros de acorralar a Jesús y hacerlo caer en su trampa. Pero Él conoce su malicia y se libra de la trampa. Les pide que le muestren la moneda del tributo -la moneda de los impuestos-, la toma en sus manos y pregunta de quién es la imagen impresa. Ellos responden que es del César, es decir, del emperador. Entonces Jesús replica: “Pues dad al César lo que es del César, y a Dios lo que es de Dios” (v. 21).

Y con esta respuesta, Jesús se sitúa por encima de la polémica. Jesús siempre más allá. Por una parte, reconoce que se debe pagar el tributo al César -también nosotros: hay que pagar los impuestos-, porque la imagen sobre la moneda es la suya; pero, sobre todo, recuerda que cada persona lleva en sí otra imagen -la llevamos en el corazón, en el alma-, la de Dios, y por tanto es a Él, y solo a Él, a quien cada uno debe la propia existencia, la propia vida.

En esta sentencia de Jesús no solo se encuentra el criterio para la distinción entre la esfera política y la religiosa, sino que de ella también emergen orientaciones claras para la misión de los creyentes de todos los tiempos, incluidos nosotros hoy. Pagar los impuestos es un deber de los ciudadanos, así como cumplir las leyes justas del Estado. Al mismo tiempo, es necesario afirmar la primacía de Dios en la vida humana y en la historia, respetando el derecho de Dios sobre todo lo que le pertenece.

De aquí deriva la misión de la Iglesia y de los cristianos: hablar de Dios y testimoniarlo a los hombres y a las mujeres del propio tiempo. Cada uno de nosotros, por el Bautismo, está llamado a ser presencia viva en la sociedad, animándola con el Evangelio y con la savia vital del Espíritu Santo. Se trata de esforzarse con humildad y con valor, dando la propia contribución a la edificación de la civilización del amor, en la que reinan la justicia y la fraternidad.

Que María Santísima nos ayude a todos a huir de cualquier hipocresía y a ser ciudadanos honestos y constructivos. Y que nos sostenga a nosotros, discípulos de Cristo, en la misión de testimoniar que Dios es el centro y el sentido de la vida.

Pablo de la Cruz, Santo

Memoria Litúrgica, 19 de octubre

Presbítero y Fundador
El místico del Calvario

Martirologio Romano: San Pablo de la Cruz, presbítero, que desde su juventud destacó por su vida penitente, su celo ardiente y su singular caridad hacia Cristo crucificado, al que veía en los pobres y enfermos. Fundó la Congregación de los Clérigos Regulares de la Cruz y de la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo. (1775)

Fecha de beatificación:1 de mayo de 1853 por el Papa Pío IX
Fecha de canonización: 29 de junio de 1867 por el Papa Pío IX

Etimológicamente: Pablo = Aquel que es pequeño o débil, es de origen latino.

Breve Biografía

El día 3 de enero de 1694 en la pequeña ciudad Ovada, cerca de Alejandría. al norte de Italia, nació Pablo Francisco Danei Massari. Es el siglo XVIII, también llamado "siglo de las luces" pues, en general, se pensaba que la inteligencia humana es la única autoridad y que la fe y la revelación son un obstáculo al desarrollo de la humanidad.

Pablo vivió su niñez en un hogar auténticamente cristiano, desde el cual experimentó las alegrías y los sufrimientos de la vida: de 16 hijos del matrimonio Lucas Danei y Ana María Massari sólo sobrevivieron 6. No faltaron también las dificultades económicas, por lo que la familia tuvo que cambiar continuamente de domicilio en busca del trabajo. Pablo, quien desde muy pronto debió ayudar a su padre, no pudo asistir con regularidad a la escuela.
El gran testimonio de la fe cristiana de Ana Maria -su madre- ejerció gran influencia en la educación religiosa de Pablo, a la que éste correspondió con una respuesta generosa.

A los 19 años, en 1713, el joven Pablo tomó la primera gran decisión de su vida. La predicación de un sacerdote o una charla espiritual con él le impresionó de tal forma que, profundamente emocionado y arrepentido, hizo confesión general de sus pecados y decidió consagrar su vida a Dios de un modo más radical y absoluto. Él mismo llamará después a este momento su "conversión a penitencia ".

Años más tarde, cuando en 1716 el Papa Clemente XI invitó a la cristiandad a una cruzada contra los turcos, Pablo creyó oír en esto la voz de Dios, pues quería morir mártir y se alistó voluntario, pasando algún tiempo en cuarteles y campamentos. Convencido de que éste no era el servicio que Dios le pedía, regresó a la casa de sus padres a quienes siguió ayudando en sus necesidades, dedicaba muchas horas a la oración, participaba diariamente en la misa y se entregaba a duras penitencias.

Pablo Francisco tenía 26 años sus hermanos habían crecido y sus padres no necesitaban tanto de su de ayuda. Por este tiempo, sintió la llamada de Dios a fundar una orden religiosa: "... sentí mi corazón movido por el deseo de retirarme a la soledad; ... me vino la inspiración de llevar una túnica, de andar descalzo, vivir en estrechísima pobreza y llevar, con la gracia de Dios, vida de penitencia; ...me vino la inspiración de reunir compañeros para vivir con ellos promoviendo en las almas el santo temor de Dios; me vi en espíritu vestido de una túnica negra, con una cruz blanca sobre el pecho, y bajo la cruz escrito el nombre santísimo de Jesús con
letras blancas...

El 22 de noviembre de 1720 Pablo se despidió de su familia y se dirigió a su obispo, Mons. Gattinara, en Alejandría. Este, en una ceremonia sencilla y en su capilla privada, revistió a Pablo de la Cruz con el hábito negro de ermitaño. Las seis semanas siguientes del 23 de noviembre de 1720 al 1 de 1721, las vivió en el trastero de la sacristía de la Iglesia de San Carlos, de Castellazzo, en las más precarias condiciones de alojamiento. Son como los ejercicios espirituales preparatorios para su misión de ermitaño y fundador . En adelante su apellido será "de la Cruz".

Por orden de su obispo, Pablo de la Cruz consigna por escrito los sentimientos y vivencias interiores de esos días en un "Diario espiritual". En él vemos a qué grado de oración ha llegado ya, así como las grandes líneas de la doctrina espiritual que vivirá y enseñará durante los 55 años siguientes. En las anotaciones del primer día aparece ya la idea fundamental y programática de toda su vida: "No deseo saber otra cosa ni quiero gustar consuelo alguno; sólo deseo estar crucificado con Jesús ".
Acabados estos días el Pablo de la Cruz pasó los meses siguientes en distintas ermitas de las cercanías viviendo en soledad; daba catecismo a los niños en los lugares vecinos, predicaba los domingos e incluso dio una misión. Quiso ir a Roma para pedir personalmente al Papa le aprobara las Reglas de la nueva Orden religiosa, misma que escribió durante los 40 días de Castellazzo. En Septiembre de 1721 se dirigió a Roma, pero sufrió una gran desilusión. Es rechazado por los guardias de Papa con palabras no muy amables. Aunque profundamente decepcionado, no se desanimó. En la Basílica María la Mayor hizo un voto especial: “dedicarse a promover en los fieles la devoción a la Pasión de Cristo y empeñarse en reunir compañeros para hacer esto mismo”.

A su vuelta a Castellazzo, se les unió su hermano Juan Bautista que, lleno de los mismos ideales, fue hasta su muerte en 1765 el compañero fiel de Pablo. Durante los años siguientes vemos a los dos experimentar la Regla pasionista en diferentes ermitas y colaborando con las parroquias vecinas mediante el catecismo y la predicación.

Tras la etapa eremítica Pablo de la Cruz creyó necesario que él y su hermano vivieran en Roma para conseguir de la Santa Sede la aprobación de las Reglas; por eso prestaron sus servicios en el Hospital de San Gallicano cuyo Director les aconsejó hacerse sacerdotes.

Después de un breve curso de Teología pastoral, en junio de 1727 los dos hermanos Danei fueron ordenados sacerdotes en la Basílica de San Pedro por el Papa Benedicto XIII.

Siguiendo su gran impulso a vivir en la soledad y a reunir más compañeros formando la primera comunidad los dos hermanos se dirigieron al Monte Argentario, unos 150 Kilómetros al norte de Roma, junto a la costa. Ahí vivieron en una pequeña ermita. El aumento de candidatos hizo pequeño el local, y construyeron el primer convento de la naciente Congregación, el cual, por innumerables dificultades, fue inaugurado hasta 1737.

Pero faltaba todavía la aprobación de las Reglas o Una comisión de cardenales nombrada para su estudio suavizó algo su gran austeridad, y en mayo de 1741 fueron aprobadas por Benedicto XIV; habían transcurrido 21 años desde que fueron escritas el nombre de la nueva orden religiosa sería: ”Congregación de la Santísima cruz y Pasión de Nuestro Señor Jesucristo”, título que expresaba claramente su peculiaridad en la Iglesia. Los Religiosos Pasionistas anunciarán por todas partes el misterio de la Cruz y Pasión de Jesucristo a lo cual se obligarían por el voto específico.

Pablo de la Cruz encontró el sentido completo de su existencia en la Memoria de Jesús Crucificado, quien dio su vida por todos nosotros (Jn 3,16). En su asidua contemplación del crucificado, Pablo encontró un camino de acceso al misterio de Dios que es vida y amor, y que desea destruir el peso del pecado y del sufrimiento. Él descubrió que Dios está más cerca de los pobres, de los que no tienen nada, y sintió la urgencia de salir a su encuentro para esto: voz anunciarles al Dios de la vida.

Fundó la Congregación de la Pasión con la esperanza de que continuara haciendo presente al Crucificado, que pronuncia su juicio sobre el pecado del mundo, que es la causa de la injusticia y del sufrimiento de muchos hermanos y hermanas, y hace al hombre capaz de amar de un modo nuevo. Quiso que la Congregación fuera un signo humilde del grande Amor de Dios.

A lo largo de su vida -murió a los 82 años-, Pablo de la Cruz fundó 11 conventos. En 1771, el santo, ya anciano, inauguró el primer monasterio de religiosas pasionistas de clausura, que vivirían el mismo espíritu según la Regla escrita también por él.

Además de fundador, Pablo de la Cruz, fue predicador de misiones populares y gran director espiritual. Poseía cualidades muy especiales para esto: voz potente, agradable presencia física, dotes retóricas extraordinarias. Pero lo que más impactaba de él era su testimonio de íntima unión con Dios, su devoción y su santidad.

Por su gran actividad apostólica -200 misiones y 80 tandas de ejercicios espirituales- mantuvo contacto con gran número de personas que solicitaban su consejo en la vida espiritual, a quienes él sirvió especialmente por correspondencia.

El 18 de octubre de 1775 pasó Pablo a la Casa del Padre con una muerte tranquila y santa en el convento de los Santos Juan y Pablo en Roma. Así terminaba su larga vida de trabajos y sufrimientos por Cristo y por el prójimo. Fue beatificado por Pío IX el 1 de mayo de 1853; fue canonizado por el Papa el 29 de junio de 1867.

Mi única riqueza

Santo Evangelio según san Lucas 12, 13-21. Lunes XXIX del Tiempo Ordinario

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Sé Tú, Señor, mi única riqueza.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Lucas 12, 13-21

En aquel tiempo, hallándose Jesús en medio de una multitud, un hombre le dijo: “Maestro, dile a mi hermano que comparta conmigo la herencia”. Pero Jesús le contestó: “Amigo, ¿quién me ha puesto como juez en la distribución de herencias?”.

Y dirigiéndose a la multitud, dijo: “Eviten toda clase de avaricia, porque la vida del hombre no depende de la abundancia de los bienes que posea”.

Después les propuso esta parábola: “Un hombre rico obtuvo una gran cosecha y se puso a pensar: '¿Qué haré, porque no tengo ya en dónde almacenar la cosecha? Ya sé lo que voy a hacer: derribaré mis graneros y construiré otros más grandes para guardar ahí mi cosecha y todo lo que tengo. Entonces podré decirme: Ya tienes bienes acumulados para muchos años; descansa, come, bebe y date a la buena vida'. Pero Dios le dijo: '¡Insensato! Esta misma noche vas a morir. ¿Para quién serán todos tus bienes?'. Lo mismo le pasa al que amontona riquezas para sí mismo y no se hace rico de lo que vale ante Dios”.

Palabra del Señor.

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

Este mundo me propone un ideal distinto al que Cristo me ofrece. El mundo me dice que la felicidad la encuentro en tener cosas, muchas cosas, que cuanto más costosas sean más feliz seré. Este mundo me hace creer la mentira de que mi felicidad la encuentro en cosas materiales.

Cristo, por otro lado, me invita a tener mi mirada en lo alto, en las cosas del cielo, en el verdadero tesoro que puede colmar mi alma. Él me invita a vivir abandonado completamente en su amor, capaz de llenar de felicidad todo mi corazón. Me pide confiar plenamente en Él y dejar que sea Él quien me haga feliz.

Esta felicidad, esta riqueza que Cristo me ofrece, no es cuantiosa materialmente ni vistosa ante los ojos del mundo. Esta felicidad es Cristo mismo. Él quiere ser la única riqueza de mi corazón, ya que solo Él puede llenarlo por completo.

Sé Tú, Señor, mi única riqueza. Conviértete, Jesús, en el único tesoro de mi corazón. No permitas que mi corazón se apegue a nada más que no seas Tú. Concédeme anhelarte y desearte cada día más. Sé mi única riqueza.

«Amar al pobre significa luchar contra todas las pobrezas, espirituales y materiales. Y nos hará bien acercarnos a quien es más pobre que nosotros, tocará nuestra vida. Nos hará bien, nos recordará lo que verdaderamente cuenta: amar a Dios y al prójimo. Sólo esto dura para siempre, todo el resto pasa; por eso, lo que invertimos en amor es lo que permanece, el resto desaparece. Hoy podemos preguntarnos: «¿Qué cuenta para mí en la vida? ¿En qué invierto? ¿En la riqueza que pasa, de la que el mundo nunca está satisfecho, o en la riqueza de Dios, que da la vida eterna?». Esta es la elección que tenemos delante: vivir para tener en esta tierra o dar para ganar el cielo».

(Homilía SS Francisco, 19 de noviembre de 2017).

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Hoy buscaré visitar a Cristo en una iglesia, como muestra de que Él es mi único tesoro.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

La herencia... ¡del bien!

Después de que nos hayamos ido, ... solo importará y tendrá valor la herencia de la semilla del bien que dejamos en alguien y que estará germinando

Es frecuente que nos pongamos a pensar, si algo tenemos, en cómo serán repartidos esos bienes cuando dejemos este mundo.

Bien sabemos que nada nos vamos a llevar, aunque haya personas que lo deben de poner en duda por el empeño y la obsesión en acumular fortunas, objetos, joyas, propiedades, etcétera, pero... aunque no sea mayor cosa lo que poseemos siempre hay una inquietud sobre el destino de lo que hoy y ahora es nuestro.

Naturalmente que, como cosa normal, será el cónyuge o los hijos los que recibirán ese beneficio.

Y pensando en estas cosas es que hacemos testamento.

Hay personas que les da miedo hacerlo, pues les parece que es como rozar un poco la mano fría de la muerte, como un mal presagio, como soltar las ataduras de esos bienes y sentir que ya no son tan nuestros, ... en fin, conceptos totalmente equivocados, pues el tomar la decisión de hacer testamento es, bien podría decirse, una obligación para que a nuestra partida no dejemos enredos y disgustos.

Pero he aquí que pensando en esto se me viene a la mente...si habremos pensado también un poco en qué herencia y testamento espiritual les vamos a dejar a nuestros hijos, nietos, esposo o esposa y demás familiares y amigos que nos rodean.

¿Qué recuerdo les quedará?...¿Qué imagen les dejaremos, de manera indeleble de nuestra persona, de nuestro proceder ante la vida, de nuestra actuación ante los acontecimientos que nos tocó vivir en nuestro corto o largo camino junto a ellos?...

Me decía un persona muy querida, agobiada por el vacío y la ausencia que representaba haber perdido al compañero de su vida, en su reciente viudez: - "Me estoy muriendo por dentro pero he de darle a mis hijos y nietos el testimonio de mi fortaleza, el ejemplo de que se acatar la voluntad de Dios, con una sonrisa y con mucho ánimo"....¿No es esto estar haciendo testamento y de estar dejando una herencia más rica que todos los millones del mundo?

El amor a Dios, la honestidad, la rectitud, la conservación de las tradiciones, el ser responsable, transparente en la verdad, la educación, la fidelidad para los seres y las creencias, la fe, el saber perdonar y pedir perdón, la fortaleza en los momentos de prueba, en una palabra: el amor.

Y cuando la vida es difícil y cuando hay carencias, cuando hay penas, cuando hay enfermedad... ¿no es una gran herencia utilizar nuestra vida para poner algo de esa vida al servicio de quién lo necesita?

Qué huella tan diferente podemos dejar, al irnos, si hemos sido generosos, no solo en lo material sino en darnos, un desgastarse poco a poco para que los demás tengan mejor calidad de vida o por el contrario nos llegue la hora...sin habernos estrenado.

Como bien dice J.L. Martín Descalzo: - "Hay personas que se cuidan, se ahorran, se "conservan", van a llegar a la otra vida como un abrigo guardado en el ropero".

Y con esto de la herencia y el testamento pensamos que al correr del tiempo, mucho tiempo después de que nos hayamos ido, ... solo importará y tendrá valor la herencia de la semilla del bien que dejamos en alguien y que estará germinando, quizá sin que él o nosotros lo sepamos, pero que será la verdadera herencia y legado que dará constancia de HABER PASADO POR ESTE MUNDO.

20 de Octubre, oración por la paz en el Espíritu de Asís

El Santo Padre estará presente.

El Director de la Oficina de Prensa de la Santa Sede, Matteo Bruni, ha comunicado la presencia del Santo Padre Francisco en el Encuentro de Oración por la paz en el Espíritu de Asís, que tendrá lugar en la tarde del 20 de octubre, con el título: "Nadie se salva solo - Paz y Fraternidad", promovido por la Comunidad de Sant'Egidio.

En la tarde del 20 de octubre, según lo comunicado por la Prefectura de la Casa Pontificia, el Santo Padre estará presente en el Encuentro de Oración por la Paz en el Espíritu de Asís titulado "Nadie se salva solo - Paz y Fraternidad", promovido por la Comunidad de Sant'Egidio, participando en el acto de oración ecuménica con las otras confesiones cristianas en la basílica romana de Santa María de Aracoeli y en la ceremonia posterior con los representantes de las grandes religiones del mundo en la Plaza del Capitolio.

La Devoción del Santo Rosario

Nunca se honra tanto a Jesucristo como cuando se honra a la Santísima Virgen María.

En casi en todo el mundo, mayo es el mes de las madres. Y cómo no celebrar a la más amorosa de todas, nuestra Madre del Cielo, la Virgen María. 

Existen muchas canciones y oraciones dedicada a ella, pero no hay devoción más grande que el rezo del Santo Rosario.

Como bien decía san Luis María Grignon de Montfort en su Tratado de la Verdadera Devoción a la Santísima Virgen -lectura altamente recomendada-, nunca se honra tanto a Jesucristo como cuando se honra a la Santísima Virgen María. Por eso, esta devoción es uno de los pilares fundamentales de todo católico. No podemos asegurar la fecha exacta del comienzo a la devoción al Santo Rosario, pero puede tener sus inicios en que antiguamente los monjes rezaban los 150 salmos. Como algunos no sabían leer, decidieron cambiar los salmos por las Avemarías. El rezo del Santo Rosario ha sido una constante en casi todas las apariciones de la Santísima Virgen María, ya que por su medio se alcanzan muchas gracias y bendiciones.

San Juan Pablo II, nos recuerda en su carta apostólica Rosarium Virginis Mariae, que “El Rosario propone la meditación de los misterios de Cristo con un método característico, adecuado para favorecer su asimilación. Se trata del método basado en la repetición. Esto vale ante todo para el Avemaría, que se repite diez veces en cada misterio.

Si consideramos superficialmente esta repetición, se podría pensar que el Rosario es una práctica árida y aburrida. En cambio, se puede hacer otra consideración sobre el Rosario, si se toma como expresión del amor que no se cansa de dirigirse a la persona amada con manifestaciones que, incluso parecidas en su expresión, son siempre nuevas respecto al sentimiento que las inspira.”

El Rosario es un método para contemplar los misterios más importantes de Jesucristo, tomados de la mano de María, la primera creyente. Tal vez, para los que no están familiarizados con la práctica les resulte efectivamente aburrido, pero creo que puede ser conquistada poco a poco. Ofrecer primero un Rosario entero a la semana o una decena diaria, puede ser una forma para comenzar esta devoción. Es interesante observar como muchos católicos se envuelven en prácticas orientales en donde la repetición de mantras es algo común, y sin embargo, rezar un Rosario para ellos constituye un esfuerzo extra y a veces sin sentido.

Pablo VI, en la exhortación apostólica Marialis cultus, no dice: “Por su naturaleza, el rezo del Rosario exige un ritmo tranquilo y un reflexivo remanso, que favorezca en quien ora la meditación de los misterios de la vida del Señor, vistos a través del corazón de Aquella que estuvo más cerca del Señor, y que desvelen su insondable riqueza.” Es por eso que nunca podemos ser demasiado marianos, porque la Madre siempre nos llevará a la fuente misma de la gracia, su Hijo.

Los invito a rezar diariamente el Rosario. Busquen un lugar apacible en su hogar o diríjanse a la iglesia parroquial, y frente al santísimo eleven esta oración que es tan agradable a los oídos de nuestra Madre Celestial, que ella sabrá presentar de manera digna nuestras peticiones al Padre Eterno.

Todos podemos ser misioneros

Eso es lo que hacen los misioneros, cuidan, curan, enseñan y rezan con los que lo necesitan, no saben, están enfermos y no conocen a Jesús.

Os voy a contar unas historias muy bonitas. Había una niña en Francia llamada Teresita. Un día sintió que Jesus quería  que le dedicase  su vida. Entró en un convento de carmelitas y desde muy joven escribía cartas animando a los misioneros  que estaban lejos, muy lejos enseñando a todos lo que Jesus nos enseñó. Santa  Teresita del Niño Jesús es la patrona de las misiones, juntó a San Francisco Javier, aunque nunca salió de su convento para ir a las misiones.

Otra historia de la Biblia es la de un niño que se llamaba Samuel. Estaba durmiendo y oyó una voz que le llamaba. Creyó  que era Elí. Elí le cuidaba  y enseguida que decía algo, Samuel corría a obedecerle, aunque estuviera durmiendo. En esta ocasión no le había llamado. De nuevo oyó una voz y se despertó. Al final Elí pensó que era Dios quien le llamaba y le dijo a Samuel que le dijese: " habla Señor que yo te escucho"

Os cuento estas historias para que aprendamos varias cosas.

Nosotros podemos ser misioneros.

Hay muchos pueblos en distintos países que no tienen lo indispensable. Carecen de alimentos, de escuelas, de ropa. Pero lo más importante es que no conocen el Evangelio, no han oído hablar de Jesús. Allí van muchas personas a ayudarles. Son misioneros.

No os asustéis, no os voy a mandar a África o Asia. Teresita es la patrona de las misiones y nunca estuvo allí. ¿Sabéis que hacia? Rezar por todas las personas que iban a enseñar el Evangelio. Rezaba mucho para que entendiesen que Dios es nuestro Padre y María nuestra madre del cielo. Para que aprendiesen que Jesús  es Dios y vino a salvarnos y decirnos que nos amemos los unos a los otros. 

Dios nos llama, tenemos que estar atentos.

Samuel también estuvo atento a la llamada de Dios. Y me diréis " a mi Dios no me llama" y yo te digo que estés atento para decirle lo mismo que Samuel, que le escuchas. Te llama cuando obedeces a mamá, te llama cuando vas contento al colegio, te llama cuando ayudas a tu hermano.

Eso es lo que hacen los misioneros, cuidan, curan, enseñan y rezan con los que lo necesitan, no saben, están enfermos y no conocen a Jesús. 

Rezamos por los misioneros.

Por eso nosotros podemos ser misioneros, rezando por los que no conocen a Dios y escuchando a Dios en lo que podemos hacer para ser mejores.

Hacemos actividades para comprender mejor nuestra misión.

Ahora, entre todos, vamos a  hacer una imagen de María con el Niño.

Es muy fácil necesitamos dos pelotas blancas, una grande y otra pequeña. Cartulina o fieltro blanco y azul, rotuladores rojo para la boca y negro para los ojos. Lana amarilla o negra para el pelo.

Escribiremos en un papel una oración a la Virgen María o al Niño Jesús, pidiéndole por los niños que no conocen a Jesús, por las personas que pasan hambre, por los cristianos que sufren por serlo...etc.

Lo doblamos, dibujamos una flor y lo metemos en una cajita a los pies de María.

También escribimos algo bueno que hemos hecho en la semana: hemos comido algo que mamá nos puso y no nos gusta, he ayudado a mi hermanita a vestirse, he puesto la mesa..etc.

Igual que  Samuel, hemos estado atentos a lo que Dios nos ha pedido. Lo escribimos  y ponemos en la cajita.

Así todas las semanas del mes de octubre, mes de las misiones, cuando acabe el mes iremos al jardín y en un hoyo enterraremos todos los papelitos. Seguro que en su lugar crecerá alguna hoja o florecita silvestre.

María con el Niño irá visitando la casa de cada niño, cada semana y allí  también rezaremos con Ella el Avemaría.

Venciendo el Cáncer

La palabra cáncer dispara las alarmas, el apoyo de familia y amigos, en conjunto con la Fe, transforman la enfermedad.

La palabra cáncer dispara las alarmas. Sin embargo, en paralelo a la vía médica, la aceptación y la fortaleza sostenidas en Dios, unidas al apoyo de familiares y amigos, pueden transformar la enfermedad en una lección de vida.

Cristina, con 40 años, fue diagnosticada de un agresivo cáncer de colon con metástasis en el hígado. Recibió la noticia al poco de nacer su segunda hija, así que la alegría por el nacimiento se fundió con el mazazo del diagnóstico. “Antes de quedarme embarazada –explica– me detectaron una anemia muy fuerte, pero apenas me dio tiempo a hacerme pruebas cuando me enteré del embarazo. Según avanzaba la gestación, el malestar era mayor”.  Tras dar a luz se sintió tan débil “que cada día pensaba: ‘literalmente, hoy me muero’”, cuenta. Un chequeo para saber qué le sucedía reveló la enfermedad.

El mejor aliado
Al cansancio por la enfermedad y al miedo tras el diagnóstico se sumó la impotencia de no poder ocuparse de su recién nacida. En medio de este difícil proceso, recibió la mejor ayuda antes de su primera operación. “La tía de mi marido –relata– me trajo un sacerdote al hospital, que me dio la Unción de los Enfermos. Después de recibir el sacramento, sentí una paz muy grande, justo antes de entrar en quirófano”. Tras la intervención empezó a recibir varios tipos de quimioterapia y, más tarde, entró a formar parte de un ensayo clínico.

Hoy, dos años y medio después, Cristina no pierde su sonrisa y afronta su día a día con tranquilidad:  “No es un camino fácil y hay muchos días que no me levantaría de la cama”, reconoce. Pero destaca que la oración se ha convertido en su aliado más poderoso:  “Es como si Dios me hubiera dado esta oportunidad para que mi historia ayude a otros”. Hoy continúa con medicación y vive cada momento como un regalo. “He aprendido a disfrutar de estar con mis hijos y a exprimir cada momento a su lado”, recalca esta madre luchadora.

La clave es la aceptación
En 2015 fueron diagnosticados casi 248.000 nuevos casos de cáncer en España, según el último informe de la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM). Una cifra que supone 32.000 casos más que en 2012, e implica que 1 de cada 2 hombres y 1 de cada 3 mujeres padecerán cáncer a lo largo de su vida. Sin embargo, “no hay que tener miedo, porque cualquier adversidad nos puede hacer mucho bien aunque en sí sea algo malo”, afirma la doctora Rafaela Santos, neuropsiquiatra y presidenta del Instituto Español de Resiliencia. Ella fue diagnosticada, hace unos meses, de cáncer de pulmón, lo que le ha servido para contemplar la vida con otra mirada: “La enfermedad –dice– me ha enseñado a vivir con menos prisas y con el deseo de que nada desplace a Dios del centro de mi vida”. La doctora Santos ha pasado de ayudar a otros enfermos a vivir la enfermedad en primera persona, y por eso matiza que “cuando dejas de tener miedo al miedo, te haces más fuerte”.

Esta psiquiatra granadina, autora de Levantarse y luchar (Editorial Conecta, 2013) resalta que ser feliz no es tener una vida libre de problemas, sino encontrarles sentido: “El sufrimiento es algo que no podemos evitar y es necesario para crecer. Estadísticamente, está comprobado que a lo largo de la vida todos vamos a sufrir, al menos, dos o tres acontecimientos potencialmente traumáticos”. Y la confianza en que podemos salir adelante, contando también con la gracia de Dios, es fundamental para lidiar esas batallas, “cambiando el ‘¿por qué me ocurre esto?’, por el ‘¿para qué?’”.

Más casos, más curaciones
¿A qué se debe el actual incremento de los casos de cáncer? Según los expertos, la respuesta es aún incierta, aunque sí se han detectado cuatro factores que influyen en la escalada de este diagnóstico: “El envejecimiento de la población; factores de riesgo cada vez más presentes en la sociedad; unas técnicas de diagnóstico cada vez más precisas; y una mayor conciencia social, gracias a la cual, cuando la gente siente algo, va más rápido al médico”, afirma el doctor Javier Cortés, jefe de la Unidad de cáncer de mama y tumores ginecológicos del Servicio de Oncología del Hospital Ramón y Cajal. Además, el incremento en los diagnósticos va de la mano con el aumento de curaciones, sobre todo en los cánceres más comunes, como el de mama o colon, según el informe de la SEOM.


Datos como estos dan esperanza a pacientes como María Dolores, a quien detectaron un cáncer de ovario en estado muy avanzado hace cuatro años. En esta madre y abuela de 73 años, lo que parecía una simple molestia en la vejiga se tradujo en un tumor maligno. Los especialistas no albergaban grandes esperanzas de supervivencia: la enfermedad había avanzado tanto que necesitaba de un tratamiento fuerte de quimioterapia para reducir el tumor y poder operarla. “La noticia cayó como un jarro de agua fría en la familia”, recuerda con lágrimas en los ojos.

Vivir con limitaciones
Tras dos cirugías y numerosos ciclos de quimioterapia, le ha plantado cara a la enfermedad con serenidad y fe. “Hay días mejores y otros muy malos, pero tengo que seguir batallando. Si Dios me tiene todavía aquí será porque hago falta y todavía mi misión no se ha cumplido”, dice.

El cansancio es el síntoma que más destacan los enfermos de cáncer.

“Un cansancio –aclara María Dolores– con el que cuesta convivir. La enfermedad me ha cortado las alas, pero, poco a poco, he aprendido a vivir con limitaciones. Dios, y toda la gente que reza por mí, me dan la fuerza para encontrar alegría en la lucha”. Esta abuela, en plena carrera de fondo, defiende que ante los problemas “podemos optar por revelarnos contra la realidad o intentar superarlos dándoles un sentido”. En su caso, “la fe es mi llave maestra para encontrar la paz. Y el apoyo de toda mi familia ha sido fundamental”, finaliza.

Cristina, Rafaela y María Dolores coinciden en que, gracias a su combate contra el cáncer, afrontan ahora la vida con una mirada más nítida, que les permite contemplarla como lo que es: un regalo. La enfermedad se ha convertido en su viaje más desafiante; y la fe y el cariño de los suyos, en sus mejores apoyos.

Yo estoy sujeta al Rosario
El cáncer no solo cambia la vida del paciente, sino también la de toda la familia. Lo sabe bien Ana. Su hermana fue diagnosticada de cáncer de mama, y unos meses después, a su madre le detectaron un cáncer de pulmón con metástasis cerebral. “Cuando aparece esta enfermedad en casa es como si te llegara un tsunami de dolor, que a su vez es atacado con otro tsunami, más poderoso aún, de oración y de amor”, subraya Ana. Su madre lleva cuatro operaciones y continúa batallando. Una lucha en la que “el rezo del Rosario en familia y ponernos mi madre y yo en silencio delante del Sagrario nos proporciona una tranquilidad y una paz inmensas”, recalca. Aunque la batalla continúa, esta situación ha servido a toda su familia para “aprender a vivir de verdad”, a hablar de las cosas importantes, y “a escuchar, no solo al que está enfermo, sino a todos los que están a mi alrededor”, concluye Ana.

Preces

Jesucristo es nuestra luz y nuestra vida. A él nos dirigimos:

R/MTú, que eres nuestro salvador, escúchanos.

Que nuestra esperanza crezca durante este día,

– y sepamos sostener a los que se encuentran desanimados.MR/

Que no nos encerremos en el orgullo,

– y sepamos aceptar la corrección y la ayuda de otros.MR/

Que vivamos la caridad hacia los que nos rodean,

– y así nuestra vida sea para alabanza de tu nombre.MR/

Te pedimos por aquellos de los que nadie se acuerda,

– con la certeza de que tú los miras con ternura y cariño.MR/

Intenciones libres

Padre nuestro…

Oración

Señor, que tu gracia inspire, sostenga y acompañe nuestras obras, para que nuestro trabajo comience en ti, como en su fuente, y tienda siempre a ti, como a su fin. Por nuestro Señor Jesucristo.

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