Oigo en mi corazón: 'Busca mi rostro...'

BENEFICIOS DEL DIOXIDO DE CLORO CDS

La reciente pandemia del Covid-19 conmocionó al mundo y ha cobrado miles de vidas, y como una de las consecuencias igualmente complicadas, la economía mundial se vio comprometida. Sin duda, este es un problema que requiere una solución urgente y el compromiso de todos, especialmente del personal de salud para la búsqueda de su pronta solución.

Con el objetivo de identificar una solución para este problema y además basándose en las evidencias científicas ya publicadas y experiencias clínicas de utilización del dióxido de cloro (ClO2) por Médicos e Investigadores, hicimos una evaluación de las principales informaciones para apoyar nuestra propuesta de uso de la solución de dióxido de cloro (CDS), siguiendo el protocolo estandarizado por Andreas Ludwig Kalcker como una alternativa segura y eficaz para combatir la infección por SARS-COV2 (Kalcker 2017-2020; Kalcker & Valladares 2020).

 Por lo tanto, para ayudar a aclarar los conceptos, invitamos a todos los organismos oficiales a conocer el trabajo y las patentes del Científico Andreas Ludwig Kalcker con la solución acuosa de dióxido de cloro (CDS). Ciertamente, después de tener este conocimiento, creemos que estos organismos, que aprecian la salud, comprenderán naturalmente el potencial de esta solución para el uso humano, y a partir de entonces podrán revisar sus documentos que pueden estar en desacuerdo con la realidad científica publicada y las experiencias médicas actuales y quizás puedan ofrecer esta información de una manera más clara y asertiva en sus artículos publicados en los sitios oficiales o incluso en sus documentos.

Es muy preocupante ser testigo de las consecuencias y el impacto de la información publicada en disonancia con la realidad en un momento de emergencia de salud pública mundial, cuando la vida de muchas personas está en peligro. Por lo anterior, es urgente que todas las instituciones están alerta a través de la calificación previa de la información que se publica para que no haya fallas en la traducción del conocimiento científico, generando así espacio para dudas y malas interpretaciones a través de los medios de comunicación, con serias consecuencias e influyendo negativamente en la toma de decisiones de los gestores.

Los avances y descubrimientos científicos son constantes, y en el ámbito de la salud, el pronto acceso a los mismos por el personal sanitario y los pacientes se vuelve primordial y apremiante, siendo lógico y obligado, por puro sentido humanitario y conforme al rigor científico, probar con sustancias como el Dióxido de Cloro (ClO2) del que hay evidencia demostrada de su eficacia y utilidad. En la historia de la medicina ha sido constante la supremacía del criterio del “recurso compasivo” frente al criterio del “recurso perfectamente contrastado”.

El art.º 32 y 37 de la Declaración de Helsinki de 1964 así lo permiten en el caso de «Intervención No Comprobada» (INC)«Cuando en la atención de un paciente las intervenciones probadas no existen u otras intervenciones conocidas han resultado ineficaces, el médico, después de pedir consejo de experto, con el consentimiento informado del paciente o de un representante legal autorizado, puede permitirse usar intervenciones no comprobadas, si, a su juicio, ello da alguna esperanza de salvar la vida, restituir la salud o aliviar el sufrimiento«.

Los médicos, conforme a la declaración de Ginebra de 1948, ante pacientes cuya salud y vida están en peligro , tienen la obligación de usar todos los medios y productos de que dispongan, que ofrezcan indicios de efectividad y en mayor medida ante una emergencia médica, ya que conforme al deber de fraternidad y ayuda humanitaria no puede limitarse ni negarse el uso del Dióxido de Cloro (ClO2), cuya no toxicidad ha sido documentada y cuya eficacia y seguridad ha sido demostrada en los estudios y prácticas llevadas a cabo en diferentes países. En la misma medida los Estados, Instituciones y Organizaciones no pueden restringir ni impedir su uso ante las evidencias clínicas existentes, pues de lo contrario incumplirían las obligaciones asumidas en los textos internacionales y nacionales, incurriendo en la vulneración de derechos fundamentales como el derecho a la vida y a la salud, así como del derecho de autodeterminación del paciente y autonomía profesional e independencia clínica. «1. El médico tiene el deber de intentar la curación o la mejoría del paciente, siempre que sea posible. Cuando ya no lo es, permanece la obligación de aplicar las medidas adecuadas para conseguir su bienestar, aun cuando de ello pueda derivarse un acortamiento de la vida. El paciente tiene derecho a la autodeterminación y a tomar decisiones libremente con relación a su persona. El médico informará al paciente las consecuencias de su decisión. El paciente adulto mentalmente competente tiene derecho a dar o negar su consentimiento para cualquier examen, diagnóstico o terapia. El paciente tiene derecho a la información necesaria para tomar sus decisiones. El paciente debe entender claramente cuál es el propósito de todo examen o tratamiento y cuáles son las consecuencias de no dar su consentimiento.

Los principios universales que impregnan toda normativa deben cumplir con el respeto de las leyes humanitarias innatas en el inconsciente colectivo, como queda recogido en la máxima del juramento hipocrático «MANTENER el mayor respeto por la vida humana desde sus comienzos, aun bajo amenazas, y no utilizar los conocimientos médicos en contra de las leyes de la humanidad.» Los valores éticos tienen primacía sobre las disposiciones legales limitantes como bien reconoce la Declaración de la AMM sobre la relación entre el derecho y la ética de 2003, la cual dispone «Cuando la legislación y la ética médica se encuentran en conflicto, los médicos deben tratar de hacer cambiar la legislación. Si se produce este conflicto, las responsabilidades éticas prevalecen sobre las obligaciones legales.»

Cuando un paciente ante una enfermedad busque alivio o salvar su vida y solicita probar una opción terapéutica de la cual hay indicios de utilidad, como ocurre con el Dióxido de Cloro (ClO2), es deber del médico apoyar al paciente, adquirir conocimiento, hacer estudios, y divulgarlo de acuerdo con el art.º 27 de la Declaración Universal de Derechos humanos de 1948, para que todos se beneficien del progreso científico debe compartirse libremente la información para que se difundan en todos los países sin restricciones, «Toda persona tiene derecho a tomar parte libremente en la vida cultural de la comunidad, a gozar de las artes y a participar en el progreso científico y en los beneficios que de él resulten.»

Juan Damasceno, Santo

Memoria Litúrgica, 4 de diciembre

Doctor de la Iglesia

Martirologio Romano: San Juan Damasceno, presbítero y doctor de la Iglesia, célebre por su santidad y por su doctrina, que luchó valerosamente de palabra y por escrito contra el emperador León Isáurico para defender el culto de las sagradas imágenes, y hecho monje en la laura de San Sabas, cerca de Jerusalén, compuso himnos sagrados y allí murió. Su cuerpo fue enterrado en este día (c. 750).

Etimológicamente: Juan = Dios es misericordia, es de origen hebreo.

Nota: Anteriormente se lo celebraba el 27 de marzo

Breve Biografía

Juan Damasceno (Yahia ibn Sargun ibn Mansur, nacido a mediados del siglo VII de una familia árabe cristiana y muerto en el 749) es considerado el último representante de la patrología griega y el equivalente oriental de San Isidoro de Sevilla por sus obras monumentales como la Fuente del conocimiento. Su actividad literaria es multiforme: pasa con autoridad de la poesía a la liturgia, de la elocuencia a la filosofía y a la apologética. Hijo de un alto funcionario del califa de Damasco, Juan fue compañero de juegos del príncipe Yazid, que más tarde lo promovió al mismo puesto del padre, que corresponde en cierto modo al de ministro de Hacienda. En calidad de “Logothete”, fue representante civil de la comunidad cristiana ante las autoridades árabes.

A un cierto punto Juan renunció a la corte y a su alto cargo, probablemente por las tendencias anticristianas del califa.

En compañía del hermano Cosme, futuro obispo de Maiouma, se retiró al monasterio de San Sabas cerca de Jerusalén, en donde, ordenado sacerdote, profundizó su formación teológica, preparándose para el cargo de predicador titular de la basílica del Santo Sepulcro.

Era el período en el cual el emperador de Bizancio, León III Isáurico, inauguraba la política iconoclasta, es decir, desterraba todas las imágenes sagradas, cuyo culto era considerado como un acto de idolatría. El anciano patriarca de Constantinopla, San Germán, defendió el culto tradicional explicando la verdadera naturaleza del homenaje que se les rendía a las imágenes, pero pagó con la destitución su acto de valentía. Desde Jerusalén, bajo el dominio árabe, se hizo oír otra voz en favor del culto de las imágenes, la del entonces desconocido monje Juan Damasceno o de Damasco, que con sus Tres discursos en favor de las sagradas imágenes se impuso inmediatamente a la atención del mundo cristiano. El emperador, no pudiendo atacar directamente al monje, recurrió vilmente a la calumnia, haciendo falsificar una carta de Juan, en la que éste habría tramado una conjuración para restituir el dominio de la ciudad de Jerusalén al emperador bizantino.

En esta disputa teológica, hecha de sutiles distinciones, Juan pudo demostrar toda su preparación teológica, puesta al servicio no sólo del patriarca de Jerusalén, sino de toda la Iglesia. En efecto, el segundo concilio de Nicea, en reparación de las injurias recibidas por el defensor de la ortodoxia, proclamó no sólo su ciencia, sino también su santidad. León XIII lo proclamó doctor de la Iglesia en el año 1890.

La Iglesia lo recuerda el 4 de Diciembre, aunque en muchos sitios se mantiene la fecha tradicional antigua de festejarlo el 27 de Marzo.

Perseveremos en la oración

Santo Evangelio según san Mateo 9, 27-31. Viernes I de Adviento

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Creo, Señor, que estás presente en este momento. Sé que quieres estar conmigo y yo también deseo acompañarte. Señor, enséñame a orar. Gracias por todos los dones que me concedes siempre sin yo merecerlo. Aumenta mi fe, mi esperanza y mi caridad. Permíteme en este rato conocerte y amarte un poco más. Llena mi corazón de celo por la salvación de las almas y la extensión de tu Reino.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Mateo 9, 27-31

Cuando Jesús salía de Cafarnaúm, lo siguieron dos ciegos, que gritaban: «¡Hijo de David, compadécete de nosotros!». Al entrar Jesús en la casa, se le acercaron los ciegos y Jesús les preguntó: «¿Creen que puedo hacerlo?». Ellos le contestaron: «Sí, Señor». Entonces les tocó los ojos, diciendo: «Que se haga en ustedes conforme a su fe». Y se les abrieron los ojos. Jesús les advirtió severamente: «Que nadie lo sepa». Pero ellos, al salir, divulgaron su fama por toda la región.

Palabra del Señor.

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio.

Antes de meditar en el pasaje de hoy conviene recordar que estoy ya en el periodo de preparación para tu venida a mi alma. Las recomendaciones que me das en la Liturgia son los mejores medios para prepararme bien. Al fin y al cabo nadie puede prepararte mejor el lugar que quieres sino Tú mismo, claro que con mi ayuda y por ello pones a mi disposición estos consejos.

Puedo tomar un medio para seguir en este camino de adviento. Es el medio de la oración. Una oración perseverante y con fe.

Contemplo a estos dos ciegos que sin verte te siguen e insisten en su petición. Es una muy buena imagen de la oración. Esa oración en la que a veces me tengo que lanzar a ciegas pues no te veo ni te siento. Una oración sacudida por una desgracia familiar, una rutina incrustada en mi vida o incluso un buen momento de bienestar en el que me olvido de ti.

Sin embargo, dame la gracia de continuar siguiéndote aunque me cueste y no te vea. Creer que sigues allí y me puedes obtener lo que pido.

Este Evangelio es imagen de la oración perseverante. Los ciegos insisten y no se cansan de gritar todo el camino la misma frase. Que tampoco yo me canse de hacer mis peticiones, aunque sean las mismas y pareciera que no escucharas. Sí me escuchas pero quieres que te siga con perseverancia. Perseverar en la oración es un buen medio en este adviento.

Señor, que mi oración este llena de fe en ti para que te permita actuar en mi vida. Pero la fe no es sólo creer en ti y saber que existes. La fe no es algo inerte que Tú me das y basta. La fe es reconocer tu poder y tu amor y dejarte actuar según este amor y este poder. La fe es una virtud que se ejercita en actos concretos, por eso, Señor, te pido que aumentes mi fe.

«Qué fácil y equivocado es creer que la vida depende de lo que se posee, del éxito o la admiración que se recibe; que la economía consiste sólo en el beneficio y el consumo; que los propios deseos individuales deben prevalecer por encima de la responsabilidad social. Mirando sólo a nuestro yo, nos hacemos ciegos, apagados y replegados en nosotros mismos, vacíos de alegría y vacíos de libertad. ¡Es algo tan feo!».

(Homilía de S.S. Francisco, 4 de marzo de 2016).

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Hoy procuraré repetir esta jaculatoria durante el día: «Señor creo en ti, pero aumenta mi fe».

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

La ceguera del ¿por qué?

Talentos Trabajando

En algún punto o momento de nuestras vidas hemos tenido anhelos de todo tipo. Hemos querido tener ese “algo” porque pensamos que nos va a hacer felices o porque pensamos que nos va a resolver nuestros problemas; cuando simplemente nos va satisfacer nuestro egoísmo. Todos los seres humanos en un momento de su vida se enfrentan a momentos difíciles como el sufrimiento por alguna decisión o la muerte o una enfermedad.

Recientemente me sucedió algo que me dio un gran golpe emocional. Había trabajado muy duro durante meses para que una situación se me diera a nivel profesional. Según yo, todo el tiempo que había estado invirtiendo y todas las actitudes que había tenido eran suficientes para poder alcanzarlo. En esos momentos hablaba con alguien muy especial sobre las distintas razones que podrían ser la respuesta a esta situación que no se estaba dando como yo lo quería. Fue ahí cuando me detuve a pensar en la delgada línea que existe entre el “por qué” y el “para qué”. Saberlo diferenciar es difícil y mas aún encontrarle significado o entenderlo.

Cualquiera podría ponerse triste o enojado por no haber obtenido lo que quería, pues es lo más normal que le suceda a uno como respuesta. Pero gracias a ese “para qué”, he logrado ir entendiendo un poco más de mi papel en este camino. He ido entendiendo dos cosas muy importantes, pero que a la vez son también difíciles de entender, por seres humanos que somos.

La primera es gracias a lo que llaman virtudes. Hay varios tipos y entre ellas tenemos las teologales y morales.  De estas veremos las teologales; que son la fe, caridad y la esperanza. Las morales son la justicia, prudencia, templanza y fortaleza. Estas virtudes son dones que Dios nos da para contrarrestar los impulsos naturales inclinados al egoísmo, placer y comodidad.

~   Gocémonos en la esperanza, soportemos el sufrimiento, seamos constantes en la oración.  ~
(Romanos 12:12)

La esperanza es la que nos da la certeza de que algún día viviremos en la eterna felicidad. Y corresponde a ese anhelo que Dios ha puesto en el corazón del ser humano. Con ella concretamos la firme confianza en que Dios nos dará las gracias que necesitamos porque nos ama y porque es fiel a la promesa. Fundamentada en la seguridad y en su poder infinito.  Sin ella, perdemos la visión de la vida eterna y no le encontraríamos ese sentido de trascendencia.

Con la esperanza voy a poder estar seguro que mis planes, si los pongo en manos de Dios, no van a ser inciertos pues tengo esa seguridad en algo futuro prometido por el mismo Dios. ¿Qué más que la plena confianza en Dios?

Un personaje muy claro de la Biblia que nos puede enseñar sobre la esperanza es Job. Job era un hombre que tenía muchas cosas: tenía ganado, casa, familia y dinero. Luego a él se le prueba su fidelidad hacia Dios quitándole todos sus bienes, con padecimiento de enfermedades mortales y hasta la muerte de sus familiares. Aún así, él sale triunfante de todas estas pruebas.

Luego hay que entender el “para qué”. Aquí cada uno tiene que ponerse a valorar y hacer un examen de conciencia para ver qué es en lo que está fallando o qué no está haciendo bien. Personalmente me ayudó para entender que en lo que yo debía de trabajar más era en la humildad. Tal vez para otros sea la prudencia o la caridad. En fin, cada uno tiene alguna otra virtud por la cual trabajar. Y pueden ser no solo virtudes, puede ser un sentimiento o una actitud. Este ejercicio me hizo discernir cuál era esa parte en la que debía trabajar.

En vez de sentarme a preguntarle a Dios el “por qué” de lo que me había pasado, empecé a preguntarme el “para qué”; y fue cuando logré entender un poco lo que Él estaba tratando de decirme o explicarme. Siempre hay que dirigirlas hacia Dios y no contra Él. Saber cuál es nuestro papel en estas situaciones es un punto importante de entendimiento y de confianza que tenemos que ir aprendiendo. Tener fe es asumir ese riesgo de la ceguera y entrar en el amor, a pesar de todo. Aprendí que puedo trabajar en la fe cuando vivo la humildad de cara a mi relación con Dios, reconociendo lo necesitado que estoy del Él.

A veces hay momentos donde puedo volver a la incertidumbre pero es cuando más requiero de un momento de oración y de silencio para seguir teniendo esperanza que todo va a salir de la mejor manera posible. En nuestros silenciosos ratos de oración, pidámosle por ese “para qué”. Asumamos con humildad sea cual sea el desenlace. Seamos como Job cuando le fue pasando cada trago amargo y demostremos esperanza en cada etapa de nuestra vida. Y es que cuando tengo más fe y esperanza es que los resultados llegan mas rápido y claramente.

“La puerta del cielo es muy baja; solo los humildes pueden entrar por ella”
 –Santa Elizabeth Ann Seton

Orar puede cambiar la realidad y los corazones

Video del Papa para el mes de diciembre 2020

El video del Papa para este mes de diciembre, el último del 2020, acaba de salir a la luz con la intención de oración que Francisco confía a toda la Iglesia Católica a través de la Red Mundial de Oración del Papa (que incluye el Movimiento Eucarístico Juvenil - MEJ). En un año marcado por la pandemia mundial del COVID-19, el Santo Padre nos comparte el secreto de la vida de Jesús, “la llave para que podamos entrar en un diálogo personal con el Padre”: la oración.

A través de una vida de oración es posible vivir una relación personal y profunda con Jesucristo y cambiar nuestros corazones. La oración, escuchando a Jesús, contemplando a Jesús, hablando con él como a un amigo, transforma nuestras vidas. Es el camino para acercarnos al Padre.

La oración del Papa durante la pandemia
El mismo Santo Padre es un hombre de oración, y El Video del Papa da testimonio de ello con imágenes tomadas de los momentos más conmovedores del 2020: la oración por la pandemia en una plaza San Pedro vacía; su peregrinación al crucifijo de San Marcelo en la Vía del Corso, en el centro de Roma; los momentos de recogimiento ante el icono bizantino de la Salus Populi Romani en la Basílica romana de Santa María la Mayor.

Jesucristo: una vida marcada por la oración
Para el Papa Francisco, la oración no se reduce únicamente a un espacio o momento de contemplación interior. “Orando cambiamos la realidad. Y cambiamos nuestros corazones”, dice en El Video del Papa.

La oración siempre produce un cambio. “Podemos hacer muchas cosas, pero sin oración no funciona”,añade el Pontífice. En la audiencia general del 4 de noviembre, el Santo Padre aprovechó además para explicar la vida de oración que siempre tuvo Jesús: “Durante su vida pública, Jesús recurre constantemente a la fuerza de la oración. Los Evangelios nos muestran esto cuando se retira a lugares apartados para orar. Son observaciones sobrias y discretas, que solo nos permiten imaginar esos diálogos orantes. Sin embargo, testifican claramente que, incluso en los momentos de mayor dedicación a los pobres y enfermos, Jesús nunca descuidó su diálogo íntimo con el Padre”.

La oración como el corazón de la misión de la Iglesia
Hoy en día, la Red Mundial de Oración del Papa conecta a millones de católicos de todo el mundo, de diversos países, culturas, contextos sociales y eclesiales, a través de la oración: no sólo a través de El video del Papa, sino también a través de la plataforma de oración Click To Pray y el Camino del Corazón, un camino de oración para la misión.

El Video del Papa de este mes concluye con la invitación de Francisco a la oración, guardando silencio por unos momentos, durante la Audiencia con la Red Mundial de Oración del Papa en su 175º aniversario.

En este sentido, el padre Frédéric Fornos, sacerdote jesuita y Director Internacional de la Red Mundial de Oración del Papa, recordó la ocasión: «Fue uno de los momentos más intensos de la celebración. El Santo Padre acompañó un largo tiempo de oración, en el Aula Pablo VI, en un imponente clima de silencio y recogimiento con más de 5.000 personas. Y allí dejó bien claro que la oración y la misión de la Iglesia están indisolublemente unidas. La misión de la Iglesia está al servicio de los desafíos del mundo, y esta no es posible sin la oración. Francisco lo resumió muy sencillamente: "El corazón de la misión de la Iglesia es la oración". Para muchos la oración se resume a un tiempo tranquilo o de reflexión, pero para quien descubre su profundidad es la respiración del corazón. La oración nos abre al Amor, el cual tiene un rostro, Jesucristo, y nos conduce al Padre. A menudo no se ven inmediatamente sus frutos, su fecundidad. Como la semilla en la tierra, necesita tiempo… pero su fecundidad es inmensa, como dice el Evangelio: produce treinta, sesenta y hasta ciento por uno (Mc 4,20). La oración es esencial para la misión de la Iglesia. Recemos para que nuestra relación personal con Jesús se alimente siempre de la Palabra de Dios y de una vida de oración».

El Adviento, preparación para la Navidad

La liturgia de la Iglesia da el nombre de Adviento a las cuatro semanas que preceden a la Navidad

Significado del Adviento

La palabra latina "adventus" significa “venida”. En el lenguaje cristiano se refiere a la venida de Jesucristo. La liturgia de la Iglesia da el nombre de Adviento a las cuatro semanas que preceden a la Navidad, como una oportunidad para prepararnos en la esperanza y en el arrepentimiento para la llegada del Señor.

El color litúrgico de este tiempo es el morado que significa penitencia.

El tiempo de Adviento es un período privilegiado para los cristianos ya que nos invita a recordar el pasado, nos impulsa a vivir el presente y a preparar el futuro.

Esta es su triple finalidad:

- Recordar el pasado: Celebrar y contemplar el nacimiento de Jesús en Belén. El Señor ya vino y nació en Belén. Esta fue su venida en la carne, lleno de humildad y pobreza. Vino como uno de nosotros, hombre entre los hombres. Esta fue su primera venida.

- Vivir el presente: Se trata de vivir en el presente de nuestra vida diaria la "presencia de Jesucristo" en nosotros y, por nosotros, en el mundo. Vivir siempre vigilantes, caminando por los caminos del Señor, en la justicia y en el amor.

- Preparar el futuro: Se trata de prepararnos para la Parusía o segunda venida de Jesucristo en la "majestad de su gloria". Entonces vendrá como Señor y como Juez de todas las naciones, y premiará con el Cielo a los que han creido en Él; vivido como hijos fieles del Padre y hermanos buenos de los demás. Esperamos su venida gloriosa que nos traerá la salvación y la vida eterna sin sufrimientos.

En el Evangelio, varias veces nos habla Jesucristo de la Parusía y nos dice que nadie sabe el día ni la hora en la que sucederá. Por esta razón, la Iglesia nos invita en el Adviento a prepararnos para este momento a través de la revisión y la proyección:

Aprovechando este tiempo para pensar en qué tan buenos hemos sido hasta ahora y lo que vamos a hacer para ser mejores que antes. Es importante saber hacer un alto en la vida para reflexionar acerca de nuestra vida espiritual y nuestra relación con Dios y con el prójimo. Todos los días podemos y debemos ser mejores.

En Adviento debemos hacer un plan para que no sólo seamos buenos en Adviento sino siempre. Analizar qué es lo que más trabajo nos cuesta y hacer propósitos para evitar caer de nuevo en lo mismo.


Algo que no debes olvidar

El adviento comprende las cuatro semanas antes de la Navidad.
El adviento es tiempo de preparación, esperanza y arrepentimiento de nuestros pecados para la llegada del Señor.
En el adviento nos preparamos para la navidad y la segunda venida de Cristo al mundo, cuando volverá como Rey de todo el Universo.
Es un tiempo en el que podemos revisar cómo ha sido nuestra vida espiritual, nuestra vida en relación con Dios y convertirnos de nuevo.
Es un tiempo en el que podemos hacer un plan de vida para mejorar como personas.

Cuida tu fe

Esta es una época del año en la que vamos a estar “bombardeados” por la publicidad para comprar todo tipo de cosas, vamos a estar invitados a muchas fiestas. Todo esto puede llegar a hacer que nos olvidemos del verdadero sentido del Adviento. Esforcémonos por vivir este tiempo litúrgico con profundidad, con el sentido cristiano.

De esta forma viviremos la Navidad del Señor ocupados del Señor de la Navidad.

Santa Sede: Hay transparencia en las operaciones del Banco IOR

El Vaticano expresa su “más grande confianza” en la dirección

ROMA, martes 21 de septiembre de 2010 (ZENIT.org) – La Santa Sede expresa su “más grande confianza” hacia el presidente del IOR (Istituto per le Opere Religiose), la “banca del Vaticano”, y recuerda su elección de la “transparencia” de las operaciones.

Las autoridades del IOR llevan tiempo realizando contactos y encuentros, tanto con la Banca de Italia como con los organismos internacionales competentes – la Organisation for Economic Co-operation and Development (OCDE) y el Grupo de Acción Financiera Internacional contra el blanqueo de dinero (GAFI) – para la inserción de la Santa Sede en la llamada White List”.

Un comunicado de la Secretaría de Estado publicó hoy martes un comunicado en el que puntualiza un artículo en el diario italiano La Repubblica, que informa de una investigación sobre el presidente del banco, Ettore Gotti Tedeschi, y otro importante cargo del banco.

Según el diario, el motivo sería una presunta violación de la ley italiana contra el blanqueo de capital, el decreto legislativo 231 de 2007. El tribunal de Roma ha retenido de forma “preventiva” 23 millones de euros del IOR, una medida que ha provocado la “perplejidad” del Vaticano.

La Santa Sede hace saber que las informaciones requeridas por el tribunal ya estaban disponibles en la oficina competente del Banco de Italia, y que “operaciones análogas tienen lugar de forma habitual con otros institutos de crédito italianos”.

“Respecto a los importes citados, es hace presente que se trata de transacciones por tesorería hacia instituciones crediticias no italianas, cuyo destinatario es el propio IOR”.

“La Santa Sede expresa por ello la máxima confianza en el presidente y en el director general del IOR”, concluye la nota.

El IOR, más conocido (aunque erróneamente) como banco del Vaticano, fue fundado por Pío XII en 1942 y reestructurado por Juan Pablo II en 1990, y se dedica a “la custodia de los bienes muebles e inmuebles transferidos o confiados al propio Instituto por personas físicas o jurídicas y destinadas a obras de religión o de caridad".

Los órganos del Instituto son la Comisión cardenalicia (cinco cardenales nombrados por el Pontífice), un prelado, nombrado por esta Comisión que sigue las actividades del Instituto y participa como secretario en las reuniones de la Comisión, y el Consejo de superintendencia.

Este Consejo es responsable de la administración y gestión del Instituto, además de la vigilancia y supervisión de sus actividades en el plano financiero, económico y operativo.

Sus miembros deben ser cinco laicos de reconocida experiencia económico-financiera, nombrados para cinco años (aunque prorrogables) por la Comisión cardenalicia. El papel del Consejo de superintendencia es comparable al de un consejo de administración.

La formación para la paz

Si orientamos la vida hacia el ideal de la unidad y solidaridad, instauramos paz

Ante la hecatombe provocada por la primera guerra mundial (1914-1918) se planteó dramáticamente la pregunta de quién fue el culpable de tal horror. Afanosos de buscar las últimas causas, diversos pensadores sentenciaron que la culpa radical no debe ser atribuida a uno u otro de los contendientes sino a la condición espiritual del hombre. De ella surge el poder de pensar y proyectar. El animal mata lo necesario para subsistir, pero no monta guerras. No hemos visto nunca a una horda de guepardos planear una guerra contra una horda de leones. El hombre no recibe la vida planificada: debe él programarla, y para ello dispone de las condiciones necesarias.

Esta es la gran cuestión que debemos aclarar si queremos plantear debidamente el tema de la paz. El espíritu puede planificar conflictos de todo orden, pero ¿lo hace necesariamente?¿No puede, asimismo realizar proyectos de paz? ¿En qué casos lleva a cabo lo uno o lo otro? Quiero manifestar desde el principio mi posición al respecto: Si consagramos las fuerzas del espíritu a realizar el ideal del dominio y la posesión, provocamos conflictos. Si orientamos la vida hacia el ideal de la unidad y solidaridad, instauramos paz.

Durante los cuatro siglos de la Edad Moderna -sumamente fecunda en muchos aspectos-, el hombre occidental vivió y trabajó a impulsos del ideal que implica el llamado “mito del eterno progreso”. El conocimiento científico da lugar al conocimiento técnico; éste permite dominar la realidad en torno, producir artefactos, lograr bienestar y felicidad. Elevando esta progresión a la enésima potencia, se concluye que un saber científico muy elevado dará lugar a una medida correlativa de poder técnico, de dominio de la realidad, de creación de artefactos y de logro de felicidad. En el año 1914, una ciencia y una técnica asombrosas dieron lugar al mayor conflicto de la historia, no a situaciones de felicidad altísima. Millones de jóvenes inocentes pagaron al precio de sus vidas un error de sus mayores: suponer que es automática la vinculación entre el dominio de cosas y personas y el sentimiento de felicidad. No repararon en que el cultivo de la ciencia y la técnica, si se realiza con una actitud egoísta, no une a los hombres y los pueblos; los escinde y enfrenta. Con profunda razón pudo decir el gran humanista y científico Albert Einstein: “La fuerza desencadenada del átomo lo ha cambiado todo, menos nuestra forma de pensar. Por eso nos encaminamos hacia una catástrofe sin igual".

¿En qué consiste cambiar la "forma de pensar"? En cambiar el ideal. La sociedad occidental se encontró en 1918 sin razón de ser, sin el impulso que la había llevado a conseguir increíbles éxitos en muchos órdenes. Una sociedad sin ideal es un velero sin timón en medio de una tormenta. “No puede Vd. Figurarse -me dijo en una ocasión Romano Guardini, el gran guía de la juventud alemana- cómo encontré a los jóvenes alemanes cuando me hice cargo del Movimiento de Juventud. Su ideal consistía en encerrarse en las cervecerías, espesar el aire con el humo del tabaco y jugar a las cartas”.

La falta de ideal conduce al desconcierto. El desconcierto anula en buena medida la capacidad creadora, la capacidad sobre todo de fundar auténticos vínculos personales y darle así sentido pleno a la vida. Esta falta de sentido se traduce en tedio y vacío existencial, la conciencia difusa y amarga de no tener razón de ser. A esta conciencia se debe, según el psicólogo vienés Viktor Frankl, la mayoría de los desarreglos psíquicos que padece el hombre actual(1).

Nada extraño que los espíritus más lúcidos hayan pedido clamorosamente un cambio de ideal. Ya sabemos que el ideal no es una mera idea. Es una idea motriz, una idea que implica un valor tan alto que constituye la clave de bóveda de todo el edificio personal. Del ideal pende todo en la vida del hombre, porque decide nuestro sistema de valoraciones. Lamentablemente, el desfondamiento espiritual típico de la post-guerra no permitió realizar el cambio de ideal que se solicitaba, el paso del ideal de la posesión y el dominio al ideal de la unidad y la solidaridad. Y sobrevino la segunda gran guerra (1939-1945). Tras ella, Europa se encontró en el “desierto”, imagen que significa el grado cero de creatividad y de esperanza.

La paz, como actitud creativa

Para levantar el ánimo de sus derrotados compatriotas franceses, ese hombre lúcido que fue Antoine de Saint-Exupéry escribió El principito, y su mensaje se cifra en un sencillo ruego: “¡Por favor, dibújame un cordero!”, es decir: elévate al plano de la vida creativa(2). Te hallas en el desierto; tu avión -lo único que te queda de cuanto poseías- ha fallado y se halla reducido a la condición de cacharro inútil. Pero todavía es posible darle sentido a la vida. Ese sentido brota en el encuentro, la relación interpersonal que no fue posible ni con el vanidoso, ni con el bebedor, ni con el hombre de negocios obsesionado por poseer y tener; pero puede surgir en el desierto de la humillación absoluta.

Este gran escritor, que iba a sucumbir muy pronto en la última de las misiones de guerra que le habían permitido realizar, entendió muy bien cómo hay que superar las consecuencias de los conflictos y las causas do los mismos: elevándose de nivel, del nivel del dominio de artefactos al nivel de la creación de lazos personales. Su mensaje, trasmitido en plena contienda mundial, no habló de rencor ni de revancha, sentimientos propios de espíritus resentidos, sino de dar el salto a un plano de creatividad en el que florece el encuentro personal, que es lo único que puede transfigurar la vida del hombre y cuanto le rodea. Una vez que se hicieron amigos el piloto y el principito, éste debía volver con los suyos, y para ello tenía que soportar el trauma de la muerte, que le iba a provocar la serpiente. Por eso le dice al piloto: Tú no vengas, porque vas a creer que sufro, y no sufro, tengo la satisfacción de volver a casa; va a parecerte que muero, y no muero, vivo un tránsito... El encuentro transfigura el dolor y la muerte. Pero transfigura también el desierto, que se convierte en el paisaje más bello de la tierra, porque en él surgió una bella amistad, y transfigura los espacios siderales ya que, una vez que se vaya el principito, en una de las estrellas habrá un amigo que sabe reír...

De manera genialmente sencilla se nos sugiere aquí que la paz es una actitud creativa; crea vínculos estables, fuertes, entrañables. No se reduce a mera falta de conflictos. De ahí la necesidad ineludible de configurar un auténtico Humanismo de la unidad si queremos cultivar la paz. Es una tarea de gran empeño que supone un reto para las generaciones actuales.

Esta colosal tarea apenas ha sido abordada por la sociedad. De hecho, el mensaje de Saint- Exupéry no fue escuchado, y hoy nos hallamos en la misma situación de incertidumbre, apatía y desánimo de las dos últimas posguerras. ¿Por dónde hemos de empezar la labor? Se nos dice actualmente que debemos formar a los niños y jóvenes para la paz. Es un gran propósito, pero hemos de estudiar a fondo todo lo que implica para ir a lo esencial y tener garantía de éxito. Si no ahondamos en los problemas y los planteamos con todo rigor no lograremos resolverlos. En un plano de superficialidad triunfan inevitablemente los manipuladores, los que halagan al pueblo para someterlo luego a vasallaje.

Si queremos realizar una auténtica formación para la paz, hemos de estudiar cuidadosamente cómo estamos constituidos los seres humanos, cuáles son las leyes de nuestro verdadero desarrollo como personas y como seres comunitarios. Si cumplimos esas leyes, tenemos seguridad de configurar un clima de encuentro y, por tanto, de paz.

El ser humano y el encuentro

La ciencia biológica más cualificada nos enseña actualmente que los hombres somos "seres de encuentro", vivimos como personas, nos desarrollamos y perfeccionamos creando toda serie de encuentros. Para encontrarnos, debemos cumplir ciertas exigencias: generosidad, apertura al otro, disponibilidad, veracidad, fidelidad, sencillez, cordialidad, libertad interior... Soy libre de verdad cuando no estoy sometido a mis apetencias inmediatas, sino cuando tomo distancia de éstas y elijo en función del ideal de la unidad y solidaridad. Entonces puedo encontrarme de verdad con otras personas. El concepto de encuentro ha de ser entendido, rigurosamente, como el entreveramiento de dos realidades que son centros de iniciativa y se ofrecen posibilidades con el fin de enriquecerse mutuamente. Este enriquecimiento tiene lugar cuando instauramos formas elevadas de unidad. Por eso no hay nada que nos una tanto como compartir el deseo de hacer el bien en común(3).

Este deseo es suscitado por el ideal de la unidad. Es un ideal que debemos descubrir y asumir como algo propio y profundo, lo más profundo y lo más propio de nuestro ser. A veces, ese descubrimiento se realiza súbitamente, merced a un testimonio elocuente. Tras la última guerra mundial se formaron en Centroeuropa diversos campos de refugiados para albergar a quienes habían huido del Este y se hallaban en una situación límite. Un buen día apareció en uno de esos campos un hombre desconocido -el hoy legendario P. Werenfried van Straaten-, y en nombre de un Dios que es amor les repartió alimentos y vestidos. Entre los refugiados se hallaba una niña de seis años, que actualmente sirve en la India como religiosa a los más pobres.

"Aquel día se decidió mi vocación -confesó-. Hasta entonces nunca había oído la palabra amor, ni había experimentado lo que era sentirse amada. Como por un relámpago, descubrí que éste era el ideal de mi vida: servir a ese Dios que es capaz de vencer el odio con el amor".
El ideal del amor, cuando resplandece en un testimonio vivo, eclipsa el poderío devastador del odio y la destrucción. Si realizo un encuentro auténtico, aunque sólo sea una vez en la vida, tengo luz para toda la vida, luz para comprender dónde está mi verdadero ideal, y cuál es en consecuencia mi auténtica vocación y mi auténtica misión.

Al encontrarnos de verdad, se crea un campo de juego común, y en éste sucede algo magnífico: se superan las divisiones entre lo mío y lo tuyo, la independencia y la solidaridad, el interior y el exterior, el dentro y el fuera... Si me encuentro contigo y soy amigo tuyo, tus problemas son mis problemas, tus gozos son mis gozos, pues yo no estoy aquí y tú estás ahí fuera de mi; ambos nos hallamos creando un ámbito de interacción, de ayuda mutua, de comprensión y participación. Entonces es posible una forma penetrante de empatía, que me permite verte por dentro, ponerme en tu situación, contemplar la vida desde tu perspectiva y adoptar tus puntos de vista.
Cuando creamos auténticos encuentros, tenemos hogar, en el sentido profundo en que utilizan este vocablo los pedagogos actuales. Nietzsche declaró amargamente: "¡Ay de aquel que no tenga hogar! ". Carece de hogar el que no crea vínculos interpersonales, el que no “habita en sentido transitivo”, el que no funda espacios de comprensión, de amistad e intercambio.

Condiciones para instaurar la paz

En esquema, formarse para la paz supone las actividades siguientes:

1. Aceptarse uno a sí mismo, a la propia realidad personal con todo cuanto implica.

2. El ser humano es un "ser de encuentro". Sólo se desarrolla y realiza cabalmente cuando cumple las condiciones del encuentro: generosidad, fidelidad, cordialidad, veracidad, respeto... Respetar al otro en lo que es, en su condición de persona, es disponerse para la concordia. Reducirlo de rango es prepararse para el ataque. Cuando se reduce a una persona o un pueblo a mero obstáculo en el camino, estamos en franquía para intentar anularlo. Es el preludio de todos los conflictos.

3. Las condiciones del encuentro las cumplimos decididamente cuando encaminamos nuestra vida hacia el ideal de la unidad. Se nos viene pidiendo desde la primera guerra mundial que cambiemos el ideal. Si de manera expresa o tácita seguimos orientados hacia el viejo ideal de la posesión y el dominio, estaremos colaborando a crear un clima de conflicto. Del ideal pende todo: nuestro sistema de valoración, nuestra escala de preferencias, nuestras pretensiones. Si nuestro ideal es el ajustado a nuestro ser personal, seremos fundadores de paz. Si es un ideal falso, generaremos lucha y conflicto, porque nosotros mismos estaremos desgarrados internamente entre lo que somos y lo que debiéramos ser. Para fundar paz, hay que empezar por conseguir el equilibrio personal y la armonía interior.

4. Este equilibrio armónico es destruido por la caída del hombre en las diferentes formas de vértigo o fascinación. Proclamar que uno está contra la guerra y a favor de la paz y fomentar a la vez la actitud de hedonismo egoísta -fuente de las experiencias de vértigo- es una grave incoherencia. La sociedad está desgarrada hoy día por toda suerte de incoherencias de este género.

5. Ese equilibrio interior es conseguido cuando se entrega uno a las experiencias de éxtasis, que son experiencias de creatividad y encuentro. En la unidad valiosa que implica el encuentro se halla la verdad profunda del ser humano. Podríamos decir, pues, con todo rigor que formarse para la paz es formarse para amar la verdad incondicionalmente, desinteresadamente. La verdad no es objeto de posesión. No tiene sentido hablar de “mi” verdad. La verdad no la poseo; soy nutrido por ella. No puedo mercadear con la verdad, como si fuera objeto de canje.

El mentiroso juega con la verdad porque la rebaja a condición de medio para sus fines. El hombre veraz se atiene a la verdad porque confía en su valor, en su capacidad de orientar debidamente su vida. Si la verdad dependiera de él, si no fuera absoluta sino relativa, no podría comprometerlo en lo más íntimo porque no suscitaría una confianza incondicional. Por eso el hombre veraz celebra que la verdad sea estable, absoluta, ab-soluta, libre de todo condicionamiento, ya que sólo puede ob-ligarse a lo que merece confianza absoluta debido a su solidez inquebrantable. Es necesario para el crecimiento de la persona que haya verdades absolutas que constituyan para el hombre puntos últimos de referencia que den sentido a su vida.

Por eso el relativismo y el subjetivismo destruyen el verdadero diálogo, que consiste en buscar la verdad en común, una verdad que conceda a las propias ideas auténtica densidad y valor. El relativismo parece en principio muy tolerante, pero es la raíz última de las actitudes intransigentes, pues el que no se adhiere a la verdad acaba dominado por los propios intereses. El relativista suele ser intransigente en la defensa de que todo es relativo.

De lo antedicho se deduce que ser tolerante no equivale a ser permisivo, condescendiente a ultranza por la convicción de que la validez de las opiniones y las actitudes no pende de un canon externo al hombre sino del modo de ser de cada sujeto. Este tipo de permisividad no implica tolerancia sino más bien indiferencia; denota una falta de compromiso con los valores y con la verdad.

Estas condiciones de la paz exigen todo un proceso formativo, riguroso y sistemático. Es la tarea de la Escuela de Pensamiento y Creatividad, un proyecto formativo que estoy promoviendo en España e Iberoamérica desde 1987 con el fin de incrementar el desarrollo humano y lograr una verdadera paz(4).

CCCC

El inicio de un nuevo día nos recuerda la aurora de la salvación. Invoquemos a Dios, que viene a buscarnos, diciendo:

R/MVen, Señor, no tardes.

Ven al mundo que tú has creado y que gime como consecuencia del pecado;

– acércate a los hombres que necesitan de tu misericordia.MR/

Visita a tu Iglesia que no puede vivir sin ti,

– y que necesita de tu compañía para ser fiel a su misión en el mundo.MR/

Acércate a los que sufren, a los enfermos y a los que están solos,

– para que a tu lado descubran el sentido de la vida y alaben tu nombre.MR/

Tú, que te mostraste en la pequeñez de un recién nacido,

– haz que todos los niños y niñas lleguen a ser amigos tuyos.MR/

Intenciones libres

Padre nuestro…

Oración

Despierta tu poder y ven, Señor, para que merezcamos ser protegidos por ti y nos veamos libres de los peligros que nos acechan a causa de nuestros pecados. Tú, que vives y reinas con el Padre.

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