¿Eres tú el que ha de venir?

Adelaida de Italia, Santa

Emperatriz en Italia, 16 de Diciembre

Martirologio Romano: En Selz, cerca de Estrasburgo, en la Lotaringia, santa Adelaida, emperatriz, que se distinguió por mostrar hacia los familiares una gran alegría, hacia los pobres una infatigable piedad, y una abundante generosidad en honrar las iglesias († 999).

Breve Biografía

Sesenta y ocho años llenos de agitación en los que una mujer de las importantes quiso y supo ser "testigo" de Cristo. Esta fue Adelaida o Alicia, emperatriz en Italia.

Casada muy joven con el rey de Italia Lotario, se le prometía una vida feliz con su recién nacida hija Emma y probablemente el matrimonio deseaba terminar sus días "comiendo perdices", como se pone fin a los cuentos de princesas y príncipes que probablemente también en su época se contaban. Pero a veces los planes de la Providencia no coinciden con los de los hombres; se complican, van y vienen por tortuosos senderos, en muchas ocasiones imprevistos y en otras muy dolorosos, de los que el Señor sabe sacar mayores bienes. Así pasó.
En realidad toda su vida estuvo envuelta en las turbulencias políticas y militares propias del tiempo. Cuando murió su primer marido sólo tiene dieciocho años y, tan joven, ya es reina, madre y viuda. Otro matrimonio, el segundo, la va a relacionar con la historia de los tres primeros Otones: su marido, hijo y nieto. En su vida están presentes los sufrimientos por cárcel y destierro. También entendió mucho de intrigas de la Corte, de confabulación, de envidias, de traiciones y de falsedades. Inculpablemente tuvo que soportar la incomprensión de propios y extraños porque la ambición y el poder ciega los ojos de los que no son buenos.

Regente emperatriz, retoma funciones de mando en tiempos de Otón III. Ahora muestra con sus obras lo muerta que estaba para sí misma y que la anterior piedad, la de toda su vida, fue un asunto sincero. La emperatriz se dedica a hacer el bien. Protege, socorre y consuela a los necesitados. Considera el poder como una carga para ella y un servicio para el bien del pueblo. No es injusta, ni vengativa con quienes le injuriaron en tiempo pretérito. Muestra esmero infatigable en las tareas de gobierno. Reza, se mortifica y expía por los pecados de su pueblo. Magdeburgo es ejemplo de que propicia el resurgir de los templos.

Tenida por santa, muere en Salces, en la Alsacia, en el 999.

A veces dudar también puede ser una tentación

Santo Evangelio según san Lucas 7, 19-23. Miércoles III de Adviento

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Señor, quiero estar un tiempo en silencio para encontrarme contigo, quiero y tengo un deseo por ver tu rostro. Sé que necesito hacer otras cosas, tengo muchas preocupaciones, aún así me doy un tiempo para hablar y estar contigo.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Lucas 7, 19-23

En aquel tiempo, Juan envió a dos de sus discípulos a preguntar a Jesús: "¿Eres tú el que ha de venir, o tenemos que esperar a otro?". Cuando llegaron a donde estaba Jesús, le dijeron: "Juan el Bautista nos ha mandado a preguntarte si eres tú el que ha de venir, o tenemos que esperar a otro".

En aquel momento, Jesús curó a muchos de varias enfermedades y dolencias y de espíritus malignos, y a muchos ciegos les concedió la vista. Después contestó a los enviados: "Vayan a contarle a Juan lo que han visto y oído: los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos quedan limpios, los sordos oyen, los muertos resucitan y a los pobres se les anuncia el Evangelio. Dichoso el que no se escandalice de mí".

Palabra del Señor.

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

Al comenzar la oración sin agradecer por el don de la presencia da un fruto menos maduro. Entonces, antes de dar el siguiente paso, agradecer a Dios por su presencia, pues es un don. Él quiere venir porque Dios Padre ve un reflejo de Jesucristo en nosotros, lo cual es verdaderamente un misterio que sea así.

En pocas palabras, en el Evangelio Juan envía, sus discípulos se ponen en camino, Cristo da testimonio más con sus actos que con palabras y, los discípulos vuelven a Juan con una respuesta. De ver las acciones objetivas, pasamos a la reflexión personal. Me enfoco en la acción de Cristo, sus acciones nos dicen quién es, entonces veo mis acciones ¿Qué dicen de ti? Posiblemente me parezco a Juan que envía, o mejor, a los discípulos que están en camino o regresan con respuestas. Pienso que el llamado más profundo para el cristiano es el vivir como Cristo, vivir en Cristo. Tus acciones misericordiosas, puras, tu paciencia, tu amor por el prójimo, el poder de sanación de tus palabras o pensamiento. Todas las personas tenemos una sed de Dios. Cuando estás con otra persona y al despedirse de ella, ¿dejamos en él o ella un sentir del amor de Cristo? O al menos un sentirse mejor. De esa manera, revela la caridad cristiana por mis acciones antes que las palabras, así como se presenta Cristo en el Evangelio.

Para eso, tener un tiempo para orar sobre las propias acciones. Ver donde me encuentro, es decir, me encuentro como alguien que es enviado, o como alguien que regresa, o alguien que está viendo cómo Cristo actúa en mi vida o la vida de los otros. Al final, darse un tiempo para agradecer por las bendiciones y el amor de Dios por ti y los tuyos.

«De estas advertencias de Juan el Bautista entendemos cuáles eran las tendencias generales de quien en esa época tenía el poder, bajo las formas más diversas. Las cosas no han cambiado tanto. No obstante, ninguna categoría de personas está excluida de recorrer el camino de la conversión para obtener la salvación, ni tan siquiera los publicanos considerados pecadores por definición: tampoco ellos están excluidos de la salvación. Dios no excluye a nadie de la posibilidad de salvarse. Él está —se puede decir— ansioso por usar misericordia, usarla hacia todos, acoger a cada uno en el tierno abrazo de la reconciliación y el perdón».

(Homilía de S.S. Francisco, 13 de diciembre de 2015).

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Ser agradecido con el prójimo, por medio de un gesto o una palabra de atención.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

Los símbolos de los cuatro evangelistas

¿Por qué a los cuatro evangelistas se les representan como a un ángel, un león, un buey y un águila?

Tradicionalmente se suele representar a los cuatro evangelistas mediante cuatro símbolos.

El orden en el que aparecen en el Nuevo Testamento son:

- El ángel (un hombre con alas): Mateo.
- El león: Marcos.
- El buey: Lucas.
- El águila: Juan.

Mateo se simbolizó con un ángel (un hombre con alas) porque su evangelio comienza con la lista de los antepasados de Jesús, el Mesías: Mt 1,1-16. Esta lista es de gran valor para este evangelio porque presenta a Jesús como hijo de David (el más importante de los reyes) e hijo de Abrahán (el padre del pueblo de Dios). Mateo quiere afirmar que Jesús lleva a su perfección la historia del pueblo. Esta lista de mensajes tiene tres períodos de generaciones (3=número perfecto), y cada uno de los períodos se compone de catorce generaciones (14=7+7, número perfecto). Las mujeres también juegan un papel importante en esta genealogía; se trata de Tamar, Rajab, la mujer de Urías (Betsabé) y María. Son mujeres comprometidas con la justicia. Por eso Mateo las incluye en la lista.

Marcos se simboliza con un león porque su evangelio comienza con la predicación del Bautista en el desierto, donde había animales salvajes. Su evangelio fue el primero en escribirse (en la década de los años 60 después de Cristo) y sirvió como texto de catequesis para los que se preparaban para recibir el bautismo. Es el evangelio más corto y el hecho de que comience presentando a Juan Bautista en el desierto es muy importante. Para el pueblo de la Biblia, el desierto representaba, entre otras cosas, el lugar donde se fraguan los nuevos proyectos. Esto es lo que hizo el pueblo de Dios cuando salió de la esclavitud de Egipto. Juan Bautista se da a conocer en el desierto, lo que pone de manifiesto que está preparando al pueblo para la gran novedad que supone la vida y las prácticas de liberación de Jesús. Partiendo de Am 3,8, podemos afirmar que la voz del león simboliza la voz de los profetas que denuncian la violación de los planes de Dios Ap 10,3. Por tanto, Juan Bautista es el profeta que denuncia la injusticia y que apunta a la novedad que aportará Jesús.

Lucas se ha simbolizado mediante un buey o un toro porque su evangelio comienza con la visión de Zacarías en el Templo, donde se sacrificaban animales como bueyes, terneros y ovejas. El evangelio de Lucas comienza y termina en el Templo; los Hechos de los apóstoles constituyen la segunda parte del evangelio de Lucas. Si en el evangelio encontramos el camino de Jesús, en los Hechos tenemos el camino de las comunidades que siguieron a Jesús. El libro de los Hechos termina llegando Pablo a Roma, ciudad que, para Lucas, representa "los confines del mundo".

Juan es representado por un águila, la mirada dirigida al sol, porque su evangelio se abre con la contemplación del Jesús-Dios: Jn 1,1. El evangelio de Juan fue el último en aparecer, y no se escribió en pocos días. Lo escribieron los discípulos de Juan. Una de las características del Jesús del evangelio de Juan es esta: el Maestro nos conoce a cada uno de nosotros mejor de lo que nos conocemos nosotros mismos: Jn 1,48. Poco más adelante dice que Jesús "no necesitaba que le informasen de nadie, pues él conocía muy bien el interior del hombre." (Jn 2,25). Los símbolos de cuatro evangelistas surgieron a partir de Ez 1,10. En Ap 4,6-10 hay cuatro vivientes con ese aspecto, pero no se refieren a los evangelistas.

El Papa: el momento es crucial, la respuesta es la solidaridad

Papa Francisco envía un mensaje a Coldiretti.

La cuestión indiscutible es el reinicio, el "relanzamiento económico y social de Italia", que como todo el mundo busca la manera de dejar atrás las dificultades de la pandemia. Lo que está en el corazón del Papa es "cómo" se va a implementar esta recuperación. El mensaje firmado por el Cardenal Secretario de Estado, Pietro Parolin, a Coldiretti, es una manera para Francisco de indicar el camino que siempre ha considerado más justo, aquél que pretende "repensar, aún más hoy - dice - la relación entre el hombre, la naturaleza y el Creador como factor de profundo equilibrio y comunión".

La lógica correcta
Las palabras del Papa se dan a conocer el día en que Coldiretti está transmitiendo su asamblea nacional titulada "Italia comienza de nuevo desde los héroes del alimento". Francisco reconoce, en el esfuerzo de renacimiento del país, el "valor decisivo del mundo agrícola y agroalimentario". El llamamiento del Santo Padre es que esta contribución se ofrezca buscando no la "lógica del beneficio sino del servicio, no la explotación de los recursos, sino el cuidado y la atención a la naturaleza", vista como "una casa acogedora para todos".

Nuevas formas de solidaridad
La bendición del Papa a Coldiretti es en apoyo del coraje "de emprender siempre nuevas vías en el camino de la caridad y la solidaridad, para una respuesta global y más verdadera al fenómeno de la pobreza y la desigualdad entre los pueblos, especialmente -concluye- en esta fase crucial de la historia del mundo".

Ni príncipe azul ni san José.

¿Qué características tiene el novio ideal? Miremos el asunto con una perspectiva más espiritual.

Ni azul ni de ningún color, de hecho los príncipes son parte de la realeza y solo en contadas excepciones se juntan con gente de fuera, por lo tanto, a no ser que aspires a ser como “Lady Diana de Gales” y casarte con un príncipe, quizás sea momento de aceptar que los ideales son eso y en cosas del amor funciona la misma regla. Tampoco se trata de resignación y buscar el mal menor o conformarse con lo que venga sin aspirar a nada más. Pero déjame decirte: el hombre perfecto no existe, por lo tanto, ya deja de esperarlo.

Este post (aunque es para todos) en especial lo hemos preparado pensando en las mujeres que han discernido que su vocación es a la vida matrimonial, por lo que, habiendo descubierto este llamado personal de Dios, se abren a la posibilidad de establecer una relación de pareja con un hombre con miras al matrimonio, por lo tanto se han tomado en serio este tema y están trabajando para hacerlo realidad.

En lo personal veo cierta ansiedad, una ansiedad que pisa los límites de la frustración, pues estadísticamente dentro de la Iglesia son más mujeres que hombres y cuando hablamos de católicos comprometidos, de los que hacen algún apostolado y viven su fe a fondo,  la cosa es aún más desproporcionada.  El fenómeno causa varias cosas. Por un lado, las chicas al ser muchas y todas ellas apóstoles comprometidas, conocen de su fe y no se conforman con cualquier persona, por lo que buscan a alguien acorde a sus aspiraciones y que viva la fe como ellas. Por otra parte, la búsqueda queda restringida solo a los grupos “intra Ecclesia”, por lo que el número de candidatos es sumamente reducido y generalmente (esto lo he escuchado de mujeres): los buenos ya tienen novia. Para los varones es un poco más sencillo. Los que vivimos la fe somos siempre menos en número comparado con las mujeres y los que, siendo jóvenes han discernido su vocación y están en plan de “buscar novia”, siempre tienen muchas candidatas.

 No se trata de cosificar las relaciones y mirarnos como objetos, pero es que parece que el asunto se reduce a:  «Estoy soltero(a), busco novio(a) y la condición número uno es que sea alguien de Iglesia y que viva su fe como yo». Eso, en el mejor de los casos, porque además nos ponemos a preguntar ¿qué características tiene tu hombre ideal? entonces el asunto se complica aún más, pues no solo debe ser creyente y practicante, sino que amar a los niños, ser preocupado del hogar, detallista, romántico, saber bailar, ser buen cocinero, con vida espiritual, guapo, fuerte, servicial y así, una lista enorme que estoy seguro que ni el mismo san José podría lograr.

Chicas, no quiero nivelar para abajo y defender a mis amigos solteros. Pero si quiero invitarte a que, si estás esperando a que aparezca el príncipe azul y por eso nadie está a tu altura como para ser tu pareja, te replantees la situación y juntos miremos el asunto con una perspectiva más espiritual.

Relaciones construidas en pareja, es decir ambas partes aportan, no solo él

Ya usar el concepto “pareja” lo explica todo. Al hablar de pareja hablamos de “iguales”. Iguales en dignidad, iguales en valor, iguales en importancia. Es por eso que me genera cierta incomodidad eso de que algunas chicas envían a sus amigos a la “Friend zone”, como si ellas tuvieran el control de todo y el que una relación exista solo dependiera del “sí” de la chica. Si vas a tratar a tus pretendientes como aspirantes que deben pasar una prueba, es poco probable que puedas construir una “relación de pareja”, más bien será siempre una relación dispareja en donde tu tienes el control y decides los “sí y los no”. Créeme, nadie se sentirá cómodo con una relación así.

Estar dispuesta a dar aquello que exiges

Si dices que lo que necesitas es un detallista, romántico, que siempre tenga olor a rico perfume, preocupado de servirte día y noche, disponible las 24 horas del día, chistoso, amable con tus amigas, de entretenida conversación con tus padres y hermanos, de profunda vida espiritual, inteligente y que te ayude en tus labores; entonces estás en serios problemas porque seguro que si tienes la bendición de encontrar a alguien que reúna en sí mismo todas esas características de forma simultánea, lo mínimo que va a esperar es que tu estés a esa altura y hagas más o menos lo mismo por él.

Tampoco es que digas: bueno, soy mala persona así que no me quejaré si el que se enamora de mi es malo también. El asunto es que, mirando tus propias fragilidades, aceptes que quien se enamore de ti y te enamore, también será frágil y seguro, la mayoría del tiempo, no se comportará como el galán musculoso de la comedia romántica que te hace suspirar.

Enfocarse en dar

Y si en vez de poner una lista enorme de los requisitos que te gustaría que cumpliera el príncipe azul hicieras el ejercicio al revés y pusieras el foco en aquello que ofreces, aquello a lo que estás dispuesta a renunciar, aquello a lo que morirías por amor. Te cuento un secreto: las relaciones de pareja son, en la mayoría de las veces un ejercicio de darse más que de recibir. Por lo tanto prepárate para eso, para que si te enamoras estés dispuesta a hacer sacrificios, a bajar la vara y exigir conforme a las fragilidades que tiene tu pareja, a aceptar  y perdonar los errores tal como esperas que acepten y perdonen los tuyos. Hay mucho de espiritual en una relación de pareja, sobre todo en este aspecto. No se trata que tu novio sea un medio de purificación y penitencia el cual tengas que cargar abnegadamente, pero sí que en medio de una relación de pareja, vivas la renuncia a ti mismo, la entrega, el amor incondicional y el perdón sincero. ¿Habrá algo más cristiano que amar así?

Aceptar la posibilidad de que sea de otro ambiente

Lo sé, salir con una persona que no tiene fe es un desafío en sí mismo, más allá de las compatibilidades personales y de tu lista de requisitos de admisión, es probable que en tu grupo te hayan predicado del riesgo de unirte a un “yugo desigual” (cf 2Cor 6, 14) o las consecuencias de unirte con un pagano como Sansón con la filistea Dalila. Todo eso no deja de ser cierto. Pero también es cierto que desde que Jesús se hizo hombre, no hay esclavo u hombre libre, judío o pagano; todos somos uno en Cristo (cf Gal 3,28), por lo tanto ábrete a la posibilidad de que Dios actúe en tu vida y en la vida del chico de tus sueños que aparentemente no tiene fe.

Está fuera de discusión si se trata de alguien que proviene de otro ambiente social, político, económico, étnico. Esas cosas no pueden ser barreras para un amor sincero, aunque sí debes cuidar que no te haga renunciar a quién eres y en lo que crees.

Deja las escenas ideales para las películas

No te frustres si al cabo de unos meses de relación aún no ven una puesta de sol en una playa de arenas blancas mientras van vestidos de lino. Tampoco sientas que todo está perdido si sus mensajes y cartas no son tan románticos como esas frases que ves a diario en Instagram. Las películas son ficción y tu vives en el mundo real. Por lo tanto tienes que estar dispuesta a que tus momentos románticos sean más cotidianos y que él no tenga recursos económicos ilimitados para llevarte a una playa paradisíaca o un fino restaurante. Quizás con suerte le va a alcanzar para unas papas fritas y una gaseosa. Que los momentos que construyan tu relación sean valiosos por lo que juntos construyen más que por los lugares que visitan, las cosas que comen o la ropa que visten, y si tu relación no queda publicada en redes sociales, no pasa nada

Las parejas reales y consolidadas tienen poco de ideal

La gente despierta despeinada y con mal aliento, en la noche al sacarse los zapatos es poco probable que sus pies tengan aroma a flores, la comida no siempre es digna de ser fotografiada para Instagram, las discusiones no siempre terminan en un abrazo en el que el te levanta y giran románticamente mientras todo a tu alrededor se mueve en cámara lenta. Las parejas reales y consolidadas saben de vivir con lo justo y llegar a fin de mes con dificultad, de repetir la ropa más de una vez a la semana porque no hay más, de pasar varias semanas (e incluso meses) sin poder tener una cena romántica; saben de discusiones en serio, de fondo, de esas que duelen, pero salen de ellas luego de luchar, renunciar y perseverar aún cuando no se sientan mariposas en el estómago.

No es una invitación a asumir resignadamente que las relaciones de pareja son odiosas y poco recomendadas, sino que a amar la idea de que la realidad es difícil, más aún el camino de un cristiano; pero en medio de eso, uno encuentra la felicidad, la paz y el amor de la pareja y del Señor. Por lo tanto no te desanimes si tu historia de amor no se parece a la novela romántica que todos leen o a la película con el galán de ensueño.

Libérate de estereotipos y prejuicios

Permítete conocer a las personas, no solo a quienes miras con otros ojos, antes de formarte una opinión de ellos. Que los prejuicios y los estereotipos no formen parte de tu lenguaje ni de tus sentimientos. Me da risa y pena cuando escucho cosas como que “todos los hombres son iguales”. ¿En serio habrá gente que considere que Hitler y San Juan Pablo II son iguales? ¿Ambos son hombres no?

La apariencia física tiene mucho que ver con la imagen falsa que nos hacemos de las personas. Su forma de vestir, de peinar o caminar pueden hacerte una falsa idea de quién tienes al frente. Lo mismo si es fanático de algún club deportivo, escucha un tipo de música u otra característica que no forma parte de lo que tu consideras como “compatible contigo”. Libérate de esos prejuicios y déjate sorprender.

Esperar al príncipe es cosa de princesas. Tú eres una mujer real

Finalmente me gustaría dejar algunas inquietudes para la reflexión. Ya el solo hecho de hablar de “esperar” a que llegue alguien es extraño. Es como que dejas todo al azar, como si el destino tuviera que traer a la puerta de tu casa a alguien especial, único, el elegido. Eso no ocurre, Dios tiene propósitos, pero no destino, pues somos libres y aunque Dios quiera un camino para nosotros, son nuestras decisiones las que van a ir forjando nuestro camino. Por lo tanto, por más que esperes, si no buscas, si no te abres a la posibilidad de la sorpresa, es complicado encontrar algo.

Lo segundo se trata de cambiar esa perspectiva de mérito que deben cumplir los varones. Sin duda un hombre, sobre todo uno cristiano, debe cuidar a las mujeres y con particular atención a la que le ha robado el corazón. Sin duda todos esperan que ese enamorado sea fiel, tierno, delicado, amoroso y muy respetuoso; pero al mismo tiempo se espera reciprocidad. Tu no eres una princesa, eres una mujer real, con fragilidades, por lo que, más que un súper galán, con buen gusto para los regalos y excelente bailarín, deberías acercarte a aquel que ame esas fragilidades.

Finalmente, si llevas tiempo de espera y la ansiedad está mermando tu ánimo y las esperanzas de encontrar el indicado, ofrece esta etapa de tu vida a Dios. Que este tiempo de espera y búsqueda no sea un tiempo muerto, una etapa de la vida estancada, sino que sea un tiempo en donde creces como mujer, descubres tu llamado vocacional más profundo y preparas tu corazón para cuando llegue el indicado.

Motivar y motivarse

Los optimistas tienden a considerar que sus fracasos se deben a algo que puede cambiarse, y gracias a eso es más fácil que a la siguiente ocasión les salgan mejor las cosas

¿Por qué esas diferencias?

En cualquier ámbito profesional, es fácil observar cómo hay personas que sobresalen por su constancia y dedicación al trabajo, y esto hace que superen a otros compañeros que poseen una capacidad intelectual bastante más alta. ¿Por qué sucede esto? ¿Por qué unos logran mantener ese esfuerzo durante años y otros no, aunque también lo desean?

Casi todas las personas desearían llegar a una cota profesional más elevada, y la mayoría de ellas tienen sobrado talento personal para lograrlo. ¿Por qué unos consiguen transformar ese deseo en una motivación diaria que les hace vencer las inercias de la vida, y otros, en cambio, no?

¿Por qué unos niños estudian con constancia sin que parezca costarles mucho, y otros, por el contrario, no hay manera de que lo hagan, aunque se les castigue o se les hable con claridad, serenamente, de las consecuencias a las que su pereza les va a llevar?

Parece claro que hablamos de algo que no es cuestión de coeficiente intelectual:

Es fácil observar que
no coinciden las personas
más esforzadas o motivadas
con las de mayor
coeficiente intelectual.

Hay personas inteligentísimas que son muy perezosas, y hay personas de muy pocas luces que muestran una constancia admirable. ¿Por qué?

—Será una cuestión de fuerza de voluntad, supongo.

Sí, pero hace falta una motivación para poner en marcha la voluntad. Como ha señalado Enrique Rojas, desde la indiferencia no se puede cultivar la voluntad. Para ser capaz de superar las dificultades y cansancios propios de la vida, es preciso ver cada meta como algo grande y positivo que podemos y debemos conseguir. Por eso, en las personas motivadas siempre hay:

un algo que les permite obtener satisfacción donde otros no encuentran –o no ponen– ilusión ninguna;
 o un algo que les permite aplazar esa satisfacción (la mayoría de las veces la motivación implica un aplazamiento, pues supone esforzarse ahora con el fin de lograr más adelante algo que consideramos más valioso).

Parece claro que en las personas motivadas hay toda una serie de sentimientos y factores emocionales que refuerzan su entusiasmo y su tenacidad frente a los contratiempos normales de la vida. Pero sabemos también que los sentimientos no siempre se pueden producir directa y libremente. La alegría o la tristeza no se pueden originar de la misma manera que hacemos un acto de voluntad. Son sentimientos que no podemos gobernar como gobernamos, por ejemplo, los movimientos de los brazos. Podemos influir en la alegría o en la tristeza, pero sólo de modo indirecto, preparándoles el terreno en nuestro interior, estimulando o rechazando las respuestas afectivas que van surgiendo espontáneamente en nuestro corazón.

El sentimiento de la propia eficacia

La fe de una persona en sus propias capacidades tiene un sorprendente efecto multiplicador sobre esas mismas capacidades. Quienes se sienten eficaces se recuperan más rápidamente de los fracasos, no se agobian demasiado por el hecho de que las cosas puedan salir mal, sino que las hacen lo mejor que pueden y buscan el modo de hacerlas mejor la siguiente vez. El sentimiento de la propia eficacia tiene un gran valor estimulante, y va acompañado de un sentimiento de seguridad, que alienta e impulsa a la acción.

—¿Y no es un sentimiento un poco altivo?

Es cierto que puede vivirse en su versión arrogante, envuelto en una actitud de cierto desprecio, o incluso de temeridad. Y es verdad que hay personas que parece que sólo disfrutan si consiguen dominar a los demás (y a esas personas el sentimiento de la propia eficacia puede llevarles a comportamientos hostiles o agresivos). Pero no son ésas las actitudes a las que nos referimos ahora.

Afortunadamente, la búsqueda del sentimiento de la propia eficacia no tiene por qué conducir a un deseo de dominación de los demás. Tiene otras versiones más constructivas, que llevan a sentirse dueño de uno mismo, poseedor de cualidades que –como toda persona– son irrepetibles, y a verse capaz de controlar la propia formación y el propio comportamiento.

Como ha explicado José Antonio Marina, los sentimientos hacia nosotros mismos, o el modo de evaluar nuestra eficacia personal, nuestra capacidad para realizar tareas o enfrentarnos con problemas, no son un sentimiento más, sino que intervienen como ingrediente decisivo en otros muchos sentimientos personales, sobre todo en los se refieren a nuestra relación con los demás.

Las personas tenemos una profunda capacidad de dirigir nuestra propia conducta. Prevemos las consecuencias de lo que hacemos, nos proponemos metas y hacemos valoraciones sobre nosotros mismos. Y todo eso puede ser estimulante o paralizante, positivo o negativo, constructivo o autodestructivo. Nuestra inteligencia resulta impulsada o entorpecida por esos sentimientos, que componen un campo de fuerzas, animadoras o depresivas, entre las que ha de abrirse paso un comportamiento inteligente.

—¿Por qué dices abrirse paso?

Porque hay bastante diferencia entre disponer de una determinada capacidad y ser capaz de llegar a utilizarla. Por esa razón, personas distintas con recursos similares –o bien una misma persona en distintas ocasiones– pueden tener un rendimiento muy diferente.

La vida diaria requiere una continua improvisación de habilidades que permitan abrirse paso entre las circunstancias cambiantes del entorno, tantas veces ambiguas, impredecibles y estresantes. Cada uno responde a ellas con sentimientos distintos, que le llevarán a la retirada o a la constancia, dependiendo de la ansiedad que le produzcan y de su capacidad para soportarla.

La gente teme –y por tanto tiende a evitar– aquellas situaciones que considera por encima de sus capacidades, y elige aquéllas en las que se siente capaz de manejarse. Por eso, la idea que tenemos de nosotros mismos condiciona en gran parte nuestras acciones, así como el tono vital –pesimista u optimista– con el que elegimos o confirmamos nuestras expectativas.

Por ejemplo, aquellos que se consideran poco afortunados en la relación con los demás, o se minusvaloran en su capacidad de ganarse la amistad de otros, o en sus posibilidades de cara al noviazgo, tienden a exagerar la gravedad tanto de sus propias deficiencias como de las dificultades exteriores que se les presentan. Y esa autopercepción de ineficacia o incapacidad suele ir acompañada de un aumento de lo que podríamos llamar miedo anticipatorio, que facilita a su vez el fracaso. Por el contrario, cuando el sentimiento de propia eficacia es alto, el miedo al fracaso disminuye, y con él las posibilidades reales de fracasar.

La imagen refleja

La imagen que cada uno tiene de sí mismo es en gran parte reflejo de lo que los demás piensan sobre nosotros; o, mejor dicho, la imagen que cada uno tiene de sí mismo es en gran parte reflejo de lo que creemos que los demás piensan sobre nosotros.

No puede olvidarse, además, que la imagen que alguien tiene de sí mismo es una componente real de su personalidad, y que regula en buena parte el acceso a su propia energía interior. Y en muchos casos, no sólo permite el acceso a esa energía, sino que incluso crea esa energía.

—¿Cómo puede la imagen de uno mismo crear energía interior?

Es un fenómeno que puede observarse con claridad, por ejemplo, en los deportes. Los entrenadores saben bien que en determinadas situaciones anímicas, sus atletas rinden menos. Cuando una persona sufre un fracaso, o se encuentra ante un ambiente hostil, es fácil que se encuentre desanimado, desvitalizado, falto de energía.

Cuando un equipo de fútbol juega ante su afición, y ésta le anima con calor, los jugadores se crecen de una forma sorprendente. También lo experimentan los corredores de fondo, o los ciclistas: puedes estar al límite de tu resistencia por el cansancio de una carrera muy larga, pero una aclamación del público al doblar una curva parece ponerte alas en los pies.

Nuestra energía interior no es un valor constante, sino que depende mucho de lo que pensemos sobre nosotros mismos. Si me considero incapaz de hacer algo, me resultará extraordinariamente costoso hacerlo, si es que llego a hacerlo.

Además, la ruta del desánimo tiene también su poder de seducción, pues el derrotismo y el victimismo se presentan para muchas personas como algo realmente tentador.

La propia imagen
tiene un efecto decisivo
en la propia energía interior.

Y en esto también se adquiere hábito: el tono vital optimista o pesimista, el sesgo favorable o desfavorable con el que vemos nuestra realidad personal, también es algo que en gran parte se aprende, algo en lo que cualquier persona puede adquirir un hábito positivo o negativo.

—¿Y esto de pensar tanto en la propia imagen no es un poco narcisista?

El narcisista sufre porque no se ama a sí mismo sino sobre todo a su imagen, de la que acaba por ser un auténtico esclavo. En el momento de elegir entre él mismo y su imagen, acaba en la práctica prefiriendo a su imagen. Y ésa es la causa de sus angustias: una atención exagerada a su figura y, como consecuencia, una falta de identificación y afianzamiento en sí mismo.

Optimismo: el gran motivador

Matt Biondi, estrella del equipo de natación de Estados Unidos en las Olimpiadas de 1988, abrigaba muchas esperanzas de igualar la hazaña de Mark Spitz en 1972: ganar siete medallas de oro.

Sin embargo, Biondi quedó en un tercer puesto en la primera de las pruebas, los 200 metros libres; y en la siguiente carrera, los 100 metros mariposa, fue de nuevo relegado a un segundo puesto en el sprint final.

Los comentaristas deportivos predijeron que aquellos fracasos desanimarían a Biondi, que había partido como favorito en ambas pruebas. Sin embargo, y contra todo pronóstico, su reacción no fue de hundimiento sino de superación, pues ganó la medalla de oro en las cinco restantes carreras.

El optimismo es una actitud que impide caer en la apatía, la desesperación o la tristeza ante las adversidades. Como ha señalado Martin Seligman, el optimismo (un optimismo realista, se entiende, porque el optimismo ingenuo puede ser desastroso) influye en la forma en que las personas se explican a sí mismas sus éxitos y sus fracasos.

Los optimistas
tienden a considerar
que sus fracasos se deben a algo
que puede cambiarse,
y gracias a eso es más fácil
que a la siguiente ocasión
les salgan mejor las cosas.

Los pesimistas, en cambio, atribuyen sus fracasos a obstáculos que se consideran incapaces de modificar.

Por ejemplo, ante un suspenso, o ante el paro laboral, los optimistas tienden a responder de forma activa y esperanzada, buscando ayuda y consejo, mirando hacia delante, procurando remover los obstáculos; los pesimistas, por el contrario, enseguida consideran esos contratiempos como algo casi irremediable, y reaccionan pensando que casi nada pueden hacer para que las cosas mejoren, y no hacen casi nada: para el pesimista, las adversidades casi siempre se deben a algún déficit personal insuperable o a la confabulación del egoísmo y la maldad de los demás.

La cuestión clave es si uno seguirá adelante cuando las cosas resulten frustrantes. El optimismo es muy importante en la vida de cualquier persona, y en la tarea de educar, se podría decir que es imprescindible, pues la educación, en cierta manera, presupone el optimismo, porque educar es creer firmemente en la capacidad del hombre de mejorar a otros y mejorarse a sí mismo.

Estilos pesimistas y estilos optimistas

Hay en la actualidad indicios claros de que la predisposición hacia la depresión está aumentando de modo preocupante entre los jóvenes. La tendencia patológica a la autocompasión, el abatimiento o la melancolía se presentan cada vez con más frecuencia y a edades más tempranas.

Aunque la tendencia a la depresión tenga un origen parcialmente genético, éste se ve potenciado por los hábitos mentales pesimistas que, cuando se dan, predisponen a quien los padece a sentirse hundido ante los pequeños contratiempos de la vida (problemas escolares, faltas de entendimiento con sus padres, dificultades en su relación social, etc.). Lo que resulta más revelador es que muchas de las personas propensas a la depresión suelen estar dominadas por hábitos mentales pesimistas antes de caer en ella, y esto hace pensar que luchar contra esos hábitos es una buena forma de prevenir.

Todas las personas sufrimos fracasos que momentáneamente nos sumergen en una situación de impotencia o desmoralización. ¿Por qué unas personas salen pronto de esa situación mientras que otras quedan encerradas en ella como en una trampa?

Cada persona tiene un estilo para explicar y afrontar los sucesos que le afectan. Los estilos pesimistas tienden a explicar los sucesos desagradables con razones de tipo personal (es culpa mía), con carácter permanente (siempre va a ser así) y proyectándolo de modo expansivo sobre el futuro (esto va a arruinar mi vida completamente). Con esa actitud, la sensación de fracaso no es ya algo sólo del pasado o del presente, sino que se convierte en una negra anticipación del futuro: Todo va a ser así, por mi culpa, y para siempre.

Los estilos optimistas son totalmente opuestos: hay cosas que no dependen de mí, las malas situaciones no van a durar siempre, ni ocupan toda la vida, sino sólo una parcela de ella.

—¿Y qué se puede hacer para pasar de un estilo pesimista a otro optimista?

No es cuestión sencilla. Lo iremos abordando a lo largo de todo el libro, aunque quizá la clave está en aprender a cambiar un poco el modo de pensar, el estilo con el que explicamos las cosas que nos afectan y la atribución de causas a lo que nos sucede. Como decía J. Escrivá de Balaguer, «no llegaréis a conclusiones pesimistas si puntualizáis».

—¿Y piensas que esos estilos son de nacimiento?

Aunque siempre hay una determinación genética de esa propensión optimista o pesimista, influye de modo decisivo el aprendizaje personal, y desde edades muy tempranas. Por ejemplo, un niño de siete años ya tiene un modo muy personal de explicar las cosas que le suceden. Antes de esa edad, los niños suelen ser siempre optimistas, razón por la que no hay depresiones ni suicidios en niños más pequeños (ha habido niños de cinco años que han cometido incluso asesinatos, pero nunca han actuado contra su propia vida).

—¿Y qué es lo que determina ese modo de interpretar las cosas?

Sobre todo, el modo en que sus padres explican cada cosa que sucede. Un niño oye continuamente comentarios sobre los acontecimientos de la vida diaria. Sus antenas están siempre desplegadas, y siente un inagotable interés por encontrar explicaciones a las cosas. Busca con insistencia los porqués. El pesimismo u optimismo de los padres y hermanos es recibido por el niño como si fuera la propia estructura de la realidad.

Otro elemento decisivo es el modo en que los adultos –los padres, otros familiares, sus profesores, la asistenta, etc.– valoran o critican el comportamiento de los niños. Los niños se fijan mucho, y no sólo en el contenido de la reprimenda, sino también en el modo.

Por ejemplo, es muy distinto si los reproches o reprimendas se basan en causas permanentes o en cuestiones coyunturales. Si a un niño o una niña se le dice: «Has dicho una mentira», «No estás prestando atención», o «Esta evaluación has estudiado poco las matemáticas», o frases semejantes, las recibirá como observaciones basadas en descuidos ocasionales y específicos que puede superar.

En cambio, si se le dice habitualmente: «Eres un mentiroso», «Siempre estás distraída», «Eres muy malo para las matemáticas», etc., el niño o la niña lo entenderán como algo permanente en ellos y muy difícil de evitar.

El estilo educativo
dificulta o favorece
la motivación.

El mundo emocional de cada uno dificulta o favorece su capacidad de pensar, de sobreponerse a los problemas, de mantener con constancia unos objetivos. Por eso, la educación de los sentimientos establece un límite de la capacidad de hacer rendir los talentos de cada uno.

La Catedral de París

Notre Dame es una catedral diseñada especialmente para orar y recogerse en silencio

Como cualquier iglesia, Notre-Dame de París es un lugar donde los cristianos se reúnen para rezar (la palabra griega ecclesia significa primero asamblea, Iglesia, y después, por extensión, designa el sitio en que se reúne esta asamblea). Toda la arquitectura del edificio, pues, ha sido concebida para guiar al creyente hacia Dios.

En cuanto se entra, el visitante se sosiega y se recoge, envuelto en la penumbra. Conforme avanza en la nave central, se fija en el altar y, más allá, en la cruz grande de bronce dorado, mientras que el alzado de las columnas le atrae hacia el cielo.

Se comprende entonces que la catedral sólo tenga verdaderamente vida cuando se celebra la liturgia. Sin embargo, fuera de los oficios, varios sitios incitan más a rezar:

El crucifijo grande de bronce

A lo largo de su historia, no dejó la catedral de recibir los donativos de " generosos donantes " y de enriquecer su mobiliario litúrgico.

El crucifijo grande de bronce del siglo XIX, delante del cual se detiene el visitante a pocos pasos de entrar, forma parte de estos donativos : lo ofreció Napoleón III

Para el creyente, la muerte y la resurrección de Cristo están en el centro de su fe, y la cruz ha venido a ser para todos la señal distintiva del cristiano.
El sinnúmero de mariposas que están ardiendo sin cesar delante de este Crucifijo expresa el deseo de los fieles de prolongar su oración a lo largo del día.

Las capillas de la girola o deambulatorio

"Está claro que la vocación de una catedral es la de acoger, de reunir, de hacer vivir de Dios el pueblo de sus hijos. Conforme a esta vocación primordial, nunca puede ser confundida una catedral con un museo o una sala de conciertos". Mons. Claude Dagens, obispo de Angulema.

Así pues, se reservan la girola y las capillas abiertas a ella para los que desean recogerse para rezar.

Se celebran misas desde el lunes hasta el sábado, particularmente en la capilla del Santísimo, a las ocho, nueve y doce de la mañana. Los viernes, un tiempo de adoración al Santísimo prolonga la misa de las doce. Hagan el favor de consultar el horario de los oficios.

La Piedad de la Capilla Mayor

Instalada en el fondo de la capilla mayor barroca de acuerdo con el voto de Luis XIII, la Piedad fue siempre objeto de profunda veneración.

Ante el cuerpo de Jesús muerto, la Virgen María levanta los ojos hacia el cielo con confianza. Está a la vez muy triste y como si esperara un acontecimiento extraordinario.

Aquel momento fundamental justo antes de la resurrección de Jesús es una fuente de meditación y de oración. Se puede rezar de pie frente a la capilla mayor barroca o participar en el coro a los oficios que allí se celebran:

- las vísperas desde el lunes hasta el viernes a las seis menos cuarto de la tarde

- la misa cada día desde el lunes hasta el viernes a las seis y cuarto de la tarde

- la adoración al Santísimo el jueves, al fin de la misa de las seis y cuarto

Las dos imágenes de la Virgen con el Niño

La Virgen del Pilar

Contra el pilar sureste del crucero se encuentra hoy la Virgen con el Niño del siglo XIV procedente de la capilla de Saint-Aignan, situada en la antiguacalongía, recinto claustral dedicado a la vivienda de los canónigos (actual calle des Ursins).

Adornada siempre con flores, esta imagen airosa y llena de humanidad, con la curvatura del cuerpo bastante acentuada, y conocida bajo la advocación de Notre-Dame de París, acoge la oración de los fieles en un ámbito más tranquilo. Cerca de esta imagen fue donde se convirtió el poeta Paul Claudel, el día de Navidad de 1886, durante el oficio de vísperas.

La Virgen barroca

La imagen de la Virgen barroca, de mármol, situada en la nave lateral septentrional, es obra de Antoine Vassé, realizada en 1722 para adornar el altar de la Virgen que se encontraba en el crucero contra el pilar sureste del crucero.

Fechas históricas

Se coloca la primera piedra por Maurice de Sully, obispo de París

Se consagra el altar mayor, se destruye la catedral antigua y se da comienzo a las obras de la nave

1200-1245. Se edifica la fachada

1250-1270. Se ensancha la nave del crucero y se colocan los dos rosetones norte y sur

1300-1351. Se construyen las paredes esculpidas del cerramiento del coro

1699-1723. Se hace el presbiterio barroco

 1792-1793. La Revolución cierra la catedral y quita los cuadros, las estatuas así como los objetos de metal que se funden. Se destruyen las grandes estatuas de las portadas y las de los reyes de Judá

  • El Concordato devuelve el edificio al culto
  • 1845-1864. Lassus y Viollet-le-Duc restauran completamente la catedral

Preces

Oremos a Cristo, el Señor, luz que alumbra a todo hombre, y digámosle con gozo:

R/MVen, Señor Jesús.

Que la luz de tu presencia disipe nuestras tinieblas,

– y nos haga dignos de recibir tus dones.MR/

Sálvanos de la tentación de la autosuficiencia,

– para que durante todo el día podamos darte gracias por tus innombrables beneficios.MR/

Tú que quisiste experimentar nuestras dolencias,

– socorre a los enfermos y a los que morirán en el día de hoy.MR/

Intenciones libres

Padre nuestro…

Oración

Concédenos, Dios todopoderoso, que la fiesta, ya cercana, de la venida de tu Hijo nos reconforte en esta vida y nos conceda los premios eternos. Por nuestro Señor Jesucristo.

Navidad en tiempos de pandemia, el Papa invita a vivirla espiritualmente

© Vatican Media

El Papa recuerda restricciones y malestares por medidas de seguridad anti covid: "Pensemos en la Navidad de José y María ¡No fueron rosas!"

El Papa Francisco recordó hoy que esta Navidad puede vivirse de forma más espiritual y sin consumismo. Lejos de las carreras por los regalos, las ofertas, las filas en los centros comerciales, las cenas y celebraciones en pompa, muchas familias se preguntan cómo pasar de forma segura la temporada de Navidad pese a la covid-19.

Asimismo, recordó que a pesar de las «dificultades» por el contexto actual de la pandemia por el coronavirus, la fiesta de la Navidad se puede vivir purificada de ostentación, lujos o alardes y con una «alegría auténtica».

«Quisiera exhortar a todos a «acelerar el paso» hacia la Navidad, la verdadera, es decir el nacimiento de Jesucristo«, dijo el Papa durante la Audiencia General en la Biblioteca del Palacio Apostólico Vaticano, este miércoles 16 de diciembre de 2020.

«Este año nos esperan restricciones y malestares; pero pensemos en la Navidad de la Virgen María y san José: ¡no fueron rosas y flores!«, recordó.

El Papa ha puesto la Sagrada Familia como ejemplo delante a las dificultades de este año de cambios y crisis: «¡Cuántas dificultades tuvieron! ¡Cuántas preocupaciones! Y, sin embargo, la fe, la esperanza y el amor los guiaron y sostuvieron».

¡Que así sea también para nosotros! Que estas dificultades nos ayuden también a purificar un poco la manera de vivir la Navidad, de festejar, saliendo del consumismo ¡Que sea más religioso, más auténtico, más verdadero!«, expresó.

Navidad, tiempo de interioridad y pensar en los otros

El Papa dedicó su reflexión de hoy a la oración contemplativa: «Quien reza no deja nunca el mundo a sus espaldas. Si la oración no recoge las alegrías y los dolores, las esperanzas y las angustias de la humanidad, se convierte en una actividad “decorativa”, una actitud superficial, de teatro, una actitud intimista«.

En sus palabras, la Navidad es un momento de «interioridad» y de oración, en estos tiempos donde es urgente dar prioridad a las cosas importantes y cambiar estilos de vida que impiden el propio crecimiento.

Para el Papa, la oración en Navidad no quiere decir evadirse de la realidad. «En la oración, Dios “nos toma, nos bendice, y después nos parte y nos da”, para el hambre de todos. Todo cristiano está llamado a convertirse, en las manos de Dios, en pan partido y compartido. Es decir una oración concreta, que no sea una evasión».

La auténtica alegría de la Navidad

Precisamente, El Papa en sus varios mensajes de Adviento invita a encontrar la verdadera alegría de la Navidad en el encuentro con Jesús.  

«La alegría es esto: orientar hacia Jesús. Y la alegría debe ser la característica de nuestra fe. También en los momentos oscuros, esa alegría interior de saber que el Señor está conmigo, que el Señor está con nosotros, que el Señor ha resucitado.

Si yo no tengo la alegría de mi fe, no podré dar testimonio y los demás dirán: “Si la fe es así de triste, mejor no tenerla”, (Ángelus 13 de diciembre de 2020).

El Papa insiste en el ejemplo de San José, humilde, trabajador, custodio de los tesoros de Dios: María y Jesús. Precisamente a el padre putativo de Jesús, el Papa ha dedicado un entero año santo.

«El cristiano es alegre en el corazón, incluso en las pruebas; es alegre porque está cerca de Jesús. Él es quien nos da la alegría. No lo olviden«.

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