Epifanía del Señor
- 03 Enero 2021
- 03 Enero 2021
- 03 Enero 2021
Fiesta, 3 de enero
Honramos el Nombre de Jesús no porque creamos que existe un poder intrínseco escondido en las letras que lo componen, sino porque el nombre de Jesús nos recuerda todas las bendiciones que recibimos a través de Nuestro Santo Redentor. Para agradecer estas bendiciones reverenciamos el Santo Nombre, así como honramos la Pasión de Cristo honrando Su Cruz (Colvenerius, "De festo SS. Nominis", ix). Descubrimos nuestras cabezas y doblamos nuestras rodillas ante el Santísimo Nombre de Jesús; Él da sentido a todos nuestros afanes, como indicaba el emperador Justiniano en su libro de leyes: "En el Nombre de Nuestro Señor Jesús empezamos todas nuestras deliberaciones". El Nombre de Jesús, invocado con confianza:
* Brinda ayuda a necesidades corporales, según la promesa de Cristo: "En mi nombre expulsarán demonios, hablarán en lenguas nuevas, agarrarán serpientes en sus manos y aunque beban veneno no les hará daño; impondrán las manos sobre los enfermos y se pondrán bien" (Marcos 16, 17-18). En el Nombre de Jesús los Apóstoles dieron fuerza a los lisiados (Hechos 3, 6; 9, 34) y vida a los muertos (Hechos 9, 40).
* Da consuelo en las aflicciones espirituales. El Nombre de Jesús le recuerda al pecador al padre del Hijo Pródigo y del Buen Samaritano; le recuerda al justo el sufrimiento y la muerte del inocente Cordero de Dios.
* Nos protege de Satanás y sus engaños, ya que el Demonio teme el Nombre de Jesús, Quien lo ha vencido en la Cruz.
* En el nombre de Jesús obtenemos toda bendición y gracia en el tiempo y la eternidad, pues Cristo dijo: "lo que pidáis al Padre os lo dará en mi nombre." (Juan 16, 23). Por eso la Iglesia concluye todas sus plegarias con las palabras: "Por Jesucristo Nuestro Señor", etc.
Así se cumple la palabra de San Pablo: "Para que al nombre de Jesús toda rodilla se doble en los cielos, en la tierra y en los abismos." (Fil 2, 10).
Un especial devoto del Santísimo Nombre fue San Bernardo, quien habla de él con especial ardor en muchos de sus sermones. Pero los promotores más destacados de esta devoción fueron San Bernardino de Siena y San Juan Capistrano. Llevaron consigo en sus misiones en las turbulentas ciudades de Italia una copia del monograma del Santísimo Nombre, rodeado de rayos, pintado en una tabla de madera, con el cual bendecían a los enfermos y obraban grandes milagros. Al finalizar sus sermones mostraban el emblema a los fieles y les pedían que se postraran a adorar al Redentor de la humanidad. Les recomendaban que tuviesen el monograma de Jesús ubicado sobre las puertas de sus ciudades y sobre las puertas de sus viviendas (cf. Seeberger, "Key to the Spiritual Treasures", 1897, 102). Debido a que la manera en que San Bernardino predicaba esta devoción era nueva, fue acusado por sus enemigos y llevado al tribunal del Papa Martín V. Pero San Juan Capistrano defendió a su maestro tan exitosamente que el papa no sólo permitió la adoración del Santísimo Nombre, sino que asistió a una procesión en la que se llevaba el Santo Monograma. La tabla usada por San Bernardino es venerada en Santa María en Ara Coeli en Roma.
El emblema o monograma que representa el Santísimo Nombre de Jesús consiste de las tres letras: IHS. En la mal llamada Edad Media el Nombre de Jesús se escribía: IHESUS; el monograma contiene la primera y la última letra del Santísimo Nombre. Se encuentra por primera vez en una moneda de oro del siglo VIII: DN IHS CHS REX REGNANTIUM (El Señor Jesucristo, Rey de Reyes).
Algunos equivocadamente sostienen que las tres letras son las iniciales de "Jesús Hominum Salvator" (Jesús Salvador de los Hombres). Los jesuitas hicieron de este monograma el emblema de su Sociedad, añadiéndole una cruz sobre la H y tres clavos bajo ella. Consecuentemente se inventó una nueva explicación del emblema, pretendiendo explicar que los clavos eran originalmente una "V", y que el monograma significaba "In Hoc Signo Vinces" (En Esta Señal deben Conquistar), palabras que, de acuerdo a un registro muy antiguo, vio Constantino en los cielos bajo el signo de la Cruz antes de la batalla en el puente Milvian (312).
También se sostiene que Urbano IV y Juan XXII concedieron una indulgencia de treinta días a aquellos que añadieran el nombre de Jesús al Ave María o se hincaran, o por lo menos hicieran una venia con las cabezas al escuchar el Nombre de Jesús (Alanus, "Psal. Christi et Mariae", i, 13, and iv, 25, 33; Michael ab Insulis, "Quodlibet", v; Colvenerius, "De festo SS. Nominis", x). Esta afirmación puede ser cierta; pero fue gracias a los esfuerzos de San Bernardino que la costumbre de añadir el Nombre de Jesús al Ave María fue difundida en Italia, y de ahí a la Iglesia Universal. Pero hasta el siglo XVI era desconocida en Bélgica (Colven., op. Cit., x), mientras que en Bavaria y Austria los fieles aún añaden al Ave María las palabras: "Jesús Christus" (ventris tui, Jesús Christus). Sixto V (2 de julio de 1587) concedió una indulgencia de cincuenta días a la jaculatoria: "¡Bendito sea el Nombre del Señor!" con la respuesta "Ahora y por siempre", o "Amén". En el sur de Alemania los campesinos se saludan entre ellos con esta fórmula piadosa. Sixto V y Benedicto XIII concedieron una indulgencia de cincuenta días para todo aquél que pronuncie el Nombre de Jesús reverentemente, y una indulgencia plenaria al momento de la muerte. Estas dos indulgencias fueron confirmadas por Clemente XIII, el 5 de setiembre de 1759. Tantas veces como invoquemos el Nombre de Jesús y de María ("¡Jesu!", "Maria"!) podremos ganar una indulgencia de 300 días, por decreto de Pío X, el 10 de octubre de 1904. Es también necesario, para ganar la indulgencia papal al momento de la muerte, pronunciar aunque sea mentalmente el Nombre de Jesús.
Santo Evangelio según san Mateo 2, 1-12. Domingo de la Epifanía del Señor.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
«Pueblos todos, batid palmas, aclamad a Dios con gritos de júbilo (…) tocad para Dios tocad; tocad para nuestro Rey, tocad» (Salmo 47). Señor, Tú eres grande, Tú eres mi Dios, Tú eres mi todo. Vengo con gran alegría a cantar para ti. Te ofrezco todo lo que soy y todo lo que tengo, todo lo debo a ti. Te alabo, te bendigo, te doy gracias.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Mateo 2, 1-12
Jesús nació en Belén de Judá, en tiempos del rey Herodes. Unos magos de Oriente llegaron entonces a Jerusalén y preguntaron: «¿Dónde está el rey de los judíos que acaba de nacer? Porque vimos surgir su estrella y hemos venido a adorarlo».
Al enterarse de esto, el rey Herodes se sobresaltó y toda Jerusalén con él. Convocó entonces a los sumos sacerdotes y a los escribas del pueblo y les preguntó dónde tenía que nacer el Mesías. Ellos le contestaron: «En Belén de Judá, porque así lo ha escrito el profeta: Y tú, Belén, tierra de Judá, no eres en manera alguna la menor entre las ciudades ilustres de Judá, pues de ti saldrá un jefe, que será el pastor de mi pueblo, Israel».
Entonces Herodes llamó en secreto a los magos, para que le precisaran el tiempo en que se les había aparecido la estrella y los mandó a Belén, diciéndoles: «Vayan a averiguar cuidadosamente qué hay de ese niño, y cuando lo encuentren, avísenme para que yo también vaya a adorarlo».
Después de oír al rey, los magos se pusieron en camino, y de pronto la estrella que habían visto surgir, comenzó a guiarlos, hasta que se detuvo encima de donde estaba el niño. Al ver de nuevo la estrella, se llenaron de inmensa alegría. Entraron en la casa y vieron al niño con María, su madre, y postrándose, lo adoraron. Después, abriendo sus cofres, le ofrecieron regalos: oro, incienso y mirra. Advertidos durante el sueño de que no volvieran a Herodes, regresaron a su tierra por otro camino.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio.
La vida del hombre es un peregrinar a Dios; así como estos magos el hombre busca a Dios. Pero ¿dónde está Dios? ¿Dónde lo podremos encontrar? ¿Cuál es el camino que debemos seguir? El hombre camina, el hombre busca la verdad y va a ella. Y en la vida uno se encuentra con muchas dificultades; a veces parece que no vemos la luz, a veces tenemos que volver a atrás y rehacer el camino. A veces, en fin, tenemos que seguir andando aunque nuestro destino parezca muy difícil, aunque pensemos que por más que luchemos no llegaremos.
Sólo quien se pone en camino tiene la esperanza de llegar, sólo quien busca a Dios lo encuentra. Pero lo más hermoso de la peregrinación del hombre es que Dios mismo es quien le sale al encuentro, pero necesita que nosotros decidamos buscarlo, quiere que nosotros caminemos, busca que nosotros lo encontremos. Pero ¿cuál es el rostro de Dios? ¿El rostro del poder, del dinero, del dominio? No, Jesús no nace en medio de la riqueza ni quiere dominar porque quiere mostrarnos que el amor y la misericordia son el verdadero rostro de Dios.
«Los Magos que vienen de Oriente son sólo los primeros de una larga lista de hombres y mujeres que en su vida han buscado constantemente con los ojos la estrella de Dios, que han buscado al Dios que está cerca de nosotros, seres humanos, y que nos indican el camino» (Benedicto XVI, JMJ Colonia). El camino de la santidad es seguir la estrella y ofrecerle a Dios toda nuestra vida.
«Cristo acaba de nacer, aún no sabe hablar y todas las gentes –representadas por los Magos– ya pueden encontrarlo, reconocerlo, adorarlo. Dicen los Magos: “Vimos su estrella en Oriente y hemos venido a adorarlo”. Y Herodes oyó esto apenas los Magos llegaron a Jerusalén. Estos Magos eran hombres prestigiosos, de regiones lejanas y culturas diversas, y se habían encaminado hacia la tierra de Israel para adorar al rey que había nacido. Desde siempre la Iglesia ha visto en ellos la imagen de la entera humanidad, y con la celebración de hoy, de la fiesta de la Epifanía, casi quiere guiar respetuosamente a todo hombre y a toda mujer de este mundo hacia el Niño que ha nacido para la salvación de todos».
(Homilía de S.S. Francisco, 6 de enero de 2016).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Hoy voy a hacer un momento de oración delante de la Eucaristía, para escuchar que es lo que Él me pide para este nuevo año y para agradecerle las gracias de este periodo navideño.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
La celebración de esta fiesta es ligeramente posterior a la de Navidad
Epifanía significa "manifestación". Jesús se da a conocer. Aunque Jesús se dio a conocer en diferentes momentos a diferentes personas, la Iglesia celebra como epifanías tres eventos:
- Su Epifanía ante los Reyes Magos (Mt 2, 1-12)
- Su Epifanía a San Juan Bautista en el Jordán
- Su Epifanía a sus discípulos y comienzo de Su vida pública con el milagro en Caná.
La Epifanía que más celebramos en la Navidad es la primera.
La fiesta de la Epifanía tiene su origen en la Iglesia de Oriente. A diferencia de Europa, el 6 de enero tanto en Egipto como en Arabia se celebraba el solsticio, festejando al sol victorioso con evocaciones míticas muy antiguas. Epifanio explica que los paganos celebraban el solsticio invernal y el aumento de la luz a los trece días de haberse dado este cambio; nos dice además que los paganos hacían una fiesta significativa y suntuosa en el templo de Coré. Cosme de Jerusalén cuenta que los paganos celebraban una fiesta mucho antes que los cristianos con ritos nocturnos en los que gritaban: "la Virgen ha dado a luz, la luz crece".
Entre los años 120 y 140 AD los gnósticos trataron de cristianizar estos festejos celebrando el bautismo de Jesús. Siguiendo la creencia gnóstica, los cristianos de Basílides celebraban la Encarnación del Verbo en la humanidad de Jesús cuando fue bautizado. Epifanio trata de darles un sentido cristiano al decir que Cristo demuestra así ser la verdadera luz y los cristianos celebran su nacimiento.
Hasta el siglo IV la Iglesia comenzó a celebrar en este día la Epifanía del Señor. Al igual que la fiesta de Navidad en occidente, la Epifanía nace contemporáneamente en Oriente como respuesta de la Iglesia a la celebración solar pagana que tratan de sustituir. Así se explica que la Epifanía se llama en oriente: Hagia phota, es decir, la santa luz.
Esta fiesta nacida en Oriente ya se celebraba en la Galia a mediados del s IV donde se encuentran vestigios de haber sido una gran fiesta para el año 361 AD. La celebración de esta fiesta es ligeramente posterior a la de Navidad.
Los Reyes Magos
Mientras en Oriente la Epifanía es la fiesta de la Encarnación, en Occidente se celebra con esta fiesta la revelación de Jesús al mundo pagano, la verdadera Epifanía. La celebración gira en torno a la adoración a la que fue sujeto el Niño Jesús por parte de los tres Reyes Magos (Mt 2 1-12) como símbolo del reconocimiento del mundo pagano de que Cristo es el salvador de toda la humanidad.
De acuerdo a la tradición de la Iglesia del siglo I, se relaciona a estos magos como hombres poderosos y sabios, posiblemente reyes de naciones al oriente del Mediterráneo, hombres que por su cultura y espiritualidad cultivaban su conocimiento de hombre y de la naturaleza esforzándose especialmente por mantener un contacto con Dios. Del pasaje bíblico sabemos que son magos, que vinieron de Oriente y que como regalo trajeron incienso, oro y mirra; de la tradición de los primeros siglos se nos dice que fueron tres reyes sabios: Melchor, Gaspar y Baltazar. Hasta el año de 474 AD sus restos estuvieron en Constantinopla, la capital cristiana más importante en Oriente; luego fueron trasladados a la catedral de Milán (Italia) y en 1164 fueron trasladados a la ciudad de Colonia (Alemania), donde permanecen hasta nuestros días.
El hacer regalos a los niños el día 6 de enero corresponde a la conmemoración de la generosidad que estos magos tuvieron al adorar al Niño Jesús y hacerle regalos tomando en cuenta que "lo que hiciereis con uno de estos pequeños, a mi me lo hacéis" (Mt. 25, 40); a los niños haciéndoles vivir hermosa y delicadamente la fantasía del acontecimiento y a los mayores como muestra de amor y fe a Cristo recién nacido.
Aquí 4 acciones esenciales para comenzar el 2021.
Se acerca el año 2021 y con este la esperanza de mejores días que permitan superar las difíciles circunstancias dejadas por el 2020.
Por ello, el director nacional de las Obras Misionales Pontificias (OMP) de Uruguay, P. Leonardo Rodríguez, invitó a enfocarse en cuatro acciones esenciales para “liberarnos de cualquier interpretación fatalista de la realidad”.
Antes de eso, el sacerdote advirtió que el 2021 “no promete ser más fácil que el que despedimos”, debido a las consecuencias de la pandemia y por “aquellas problemáticas ya existentes que quedaron especialmente evidentes en este año, seguramente se agudizarán”, advirtió.
1.- Ser conscientes del cambio
En este contexto, “lo peor que nos podría suceder es que nos quedáramos paralizados o angustiados añorando nostálgicamente el regreso al pasado lejano o cercano”.
Es necesario “hacernos conscientes de que ha cambiado la realidad, hemos cambiado nosotros, el sentido de nuestra vida, de existencia personal y social”.
“Hacernos conscientes es disponernos a purificar, liberar, sanar, reconstruir, resignificar la vida misma, nuestros vínculos, los tiempos y espacios de pertenencia, nuestras expresiones y la forma de decir, obedecer y discernir”.
Ya sea en soledad o “en una dinámica de convivencia abundante”, “se nos ofrece una nueva oportunidad en este tiempo. Solo hace falta el compromiso de emprender el camino”.
2.- Reconocer nuestra fragilidad
Se debe comenzar “siempre desde nuestra fragilidad, física, humana, espiritual”.
“Eso nos hará coherentes y transparentes, alejándonos de la tentación de la prepotencia o el intento de superioridad”.
“Porque apropiándonos del pensamiento del apóstol, debemos asumir que en nuestra fragilidad se hace visible la grandeza y la fuerza de Dios”, afirmó el P. Rodríguez.
3.- Acoger el mandato misionero
El mandato de Jesús “vayan por todo el mundo” es más que un “movimiento geográfico”, recordó el director de las OMP de Uruguay.
“Y en un mundo globalizado, el desafío para los discípulos misioneros es comprender que debemos estar abiertos al encuentro, al diálogo, a la fraternidad con todas las personas, comprendiendo a su vez que el Evangelio nos llama a abrazar a toda la persona”.
El desafío entonces “es renunciar a las clasificaciones” de “cualquier índole, poniendo por encima todo aquello que nos une y nos enriquece mutuamente”.
“Este sí que es un desafío grande porque pareciera que tenemos incorporados clasificaciones y criterios que nos dividen y alejan, en ocasiones con una mirada de superioridad que es falsa y terminan ahondando todas las heridas”.
Sin embargo, “para nuestra vocación evangelizadora, es esencial que entendamos que no hay verdadera experiencia misionera, si no estamos involucrados con todo lo que somos y tenemos y si no atendemos a la totalidad de la persona con la que nos encontramos, libres de juicios”.
“En términos pastorales, se trata de pensar, proponer y realizar una dinámica evangelizadora que tiene como fundamento y como objetivo la persona en relación”, sostuvo el sacerdote.
4.- Volver una vez más a lo esencial: Jesús
“Cuando atravesamos una crisis tenemos la gran oportunidad de preguntarnos: ¿qué es aquello a lo que no podemos renunciar? ¿Qué tiene la fuerza de conducirnos en fidelidad y realización personal y eclesial?”.
“La respuesta nos conduce, no a una estrategia elaborada para llevarnos al éxito en términos empresariales, se trata de una respuesta con nombre propio: Jesús”. Por ello, es necesario “volver una y otra vez a la contemplación del Hombre Jesús, del Dios Jesús, que mantiene el trazo indiscutible del verdadero camino de salvación para todos”. En ese sentido el P. Rodríguez invitó a tener “un encuentro vivo con Él”, “una escucha constante, una escucha atenta, que de paso a la interpelación, a la motivación, a la aplicación de su pedagogía, que genere respuestas simples y sinceras”.
Los principales nombres que se le dan a Jesús.
Todos los títulos que se le dan nos demuestran la riqueza escondida en Jesús, el Hijo de Dios.
Leyendo los Santos Evangelios nos sorprende la variedad de nombres que se le dan a Cristo, ya sea por parte de los evangelistas o porque el mismo Cristo se los aplica a sí mismo: Camino, Verdad, Vida, Pastor, Rey, Luz, Pan, Maestro, Compañero de camino, Resurrección, Vida, Salvador, Mesías, Cordero de Dios, etc.. Esto nos demuestra la riqueza inmensa que encierra el corazón de Cristo. Acerquémonos, pues, al Evangelio para descubrir la hondura y profundidad de su Amor.
A lo largo de los Evangelios podemos descubrir diversos títulos de Jesús. Todos nos demuestran que ha sido el hombre más grande de la historia. Muchos hombres han sido admirados, pero no siempre amados. Jesucristo es el único hombre que ha sido amado más allá de su tumba.
A los dos mil años de su muerte, legiones de hombres y mujeres, dejando su familia paterna y su familia futura, sus riquezas y su Patria, despojándose de todo, han vivido sólo para Él. Jesucristo ha sido amado con heroísmo.
Millares y millares de mártires dieron por Él su sangre. Millares y millares de santos centraron en Él su vida. Jesús ha sido también el hombre más combatido de la humanidad. ¿Qué tendrá este hombre que murió hace dos mil años y hoy molesta a tantos vivos? ¿Qué tendrá este hombre que sigue enterrando a sus mismos enemigos y Él sigue vivo? ¿Quién es Jesús?
Fray Luis de León ha escrito lo siguiente: "Vienen a ser casi innumerables los nombres que la Escritura divina da a Cristo, porque le llama León y Cordero, y Puerta y Camino, y Pastor y Sacerdote, y Sacrificio y Esposo, y Vid y Pimpollo, y Rey de Dios y Cara suya, y Piedra y Lucero, y Oriente y Padre, y Príncipe de Paz y Salud, y Vida y Verdad, y así otros nombres sin cuento".
¿Quién es, pues, Cristo?
Aún resuena en nuestros oídos la pregunta que el mismo Cristo formuló hace dos mil años: "¿Quién decís que soy Yo?" (Mateo 16, 16-17).
A esta pregunta respondió su mismo Padre celestial, respondió la gente que le vio y le escuchó y respondió el mismo Jesús.
Todos los títulos que se le dan nos demuestran la riqueza escondida en Jesús, el Hijo de Dios. Es la riqueza que Dios Padre quiso compartir con la humanidad. Cada uno de nosotros va haciendo a lo largo de la vida diversas experiencias de Jesucristo. Lo importante es estar abierto a este Pozo insondable y acercarnos cada día a sorber aunque sólo sea una gota de su agua saciativa y refrescante.
Ojalá terminemos nuestra vida con el nombre de Jesús en nuestros labios y en nuestro corazón. Con solo escuchar este nombre el alma se pacifica, el corazón se enardece y se ensancha. ¿Cómo no predicarlo por todos los rincones del mundo? En Él está la salvación.
1. Jesús
San Mateo nos dice así, de parte del ángel: Le pondrás por nombre Jesús, porque Él salvará a su pueblo de sus pecados (Mt 1,21). Son palabras del ángel a José. Este nombre expresa la misión del Hijo de Dios al encarnarse. Revela el motivo de la encarnación. Jesús en lengua hebrea se dice Yehoshuah y quiere decir Yahvéh salva, Dios salva; quiere decir, pues, Salud-dador.
Este el nombre que resume todos los demás que enunció Fray Luis de León. Es el nombre más suave. Así lo dirá san Bernardo: Nada más suave de cantar, nada más grato de oír, nada tan dulce de pensar, como Jesús, Hijo de Dios.
¡Jesús! No existe bajo el cielo otro nombre, dado a los hombres, en el cual hayamos de salvarnos (Act 4,12).
Manuel de Iribarne cuenta la muerte trágica de Francisco Pizarro diciendo: Pizarro quedó solo en medio de sus enemigos, que arremetieron contra él sin compasión. Atacado por todas partes, el viejo soldado se mantuvo en pie defendiéndose durante algún tiempo, hasta que su nervudo brazo se rindió a la fatiga, incapaz de sostener la espada.
Martín Bilbao le asestó entonces una furiosa cuchillada en el cuello, que dio con él de bruces sobre las losas. Un surtidor de sangre caliente brotó de su garganta. Al caer, el conquistador del Perú pidió confesión a voces. Dícese que antes de lanzar su postres aliento, como español y como cristiano, trazó una cruz con su propia sangre en el suelo -única firma que usó en vida- y luego la besó devotamente. Un tenue y suspirado ¡Jesús! Se escapó de sus labios"
Un nombre, pues, que trae consuelo y confianza incluso en el mismo trance de la muerte trágica.
2. Jesús: Cordero de Dios
Así lo nombró Juan Bautista a orillas del Jordán (cf Jn 1, 29). ¿Qué quiso significar Juan? Tal vez estaba indicándolo como el verdadero Cordero Pascual (cf Ex 12,6), o tenía en mente el cordero del sacrificio cotidiano en el templo (cf Ex 29,38); o tal vez al Siervo de Yahvéh, de Isaías, llevado al matadero como corderito mudo (cf Is 53, 6,7); podía también querer resaltar su cualidad de inocencia o su disposición al sufrimiento.
Es Cordero que quita el pecado del mundo, no sólo que lo lleva. Y san Juan dice que quita y no que quitará, para indicar y significar la virtud natural de Cristo de quitar los pecados.
3. Jesús: Profeta
Este es el profeta Jesús, de Nazaret en Galilea (Mt 21, 9-11). Jesús fue el Profeta esperado. ¿Qué es una profecía? Es un conocimiento impreso en la mente del profeta mediante una revelación divina; es una señal de la divina presciencia.
¿Qué clase de profeta: taumaturgo (que obra milagros), reformador, mesiánico?
Jesús no rechaza el intento popular de colocar su obra y su personalidad dentro del marco de profetismo, pero la supera porque no sólo anuncia la venida del Reino, sino que la realiza en Él mismo. Es profeta, también, porque es rechazado y perseguido; así supera la imagen del profeta mesiánico nacionalista, apocalíptico y espectacular.
Como Profeta Jesús tuvo conocimiento del corazón del hombre. Conocía lo que había en el corazón de Natanael (cf Jn 1, 43). Conocía los pecados de la samaritana (cf Jn 4, 17-18). Conocía las murmuraciones internas de los escribas cuando sana al paralítico (cf Lc 9, 46). Conocía los juicios del fariseo cuando la pecadora lava sus pies con lágrimas (cf Lc 7, 36-50). Conocía la traición de Judas (cf Jn 13, 27). ¡Él conocía lo que hay en el corazón del hombre!
Pero Jesús fue más que un Profeta. Y con sus profecías demostró que era enviado de Dios y además demostró que era Dios. Todo cuanto Él decía lo sabía como Dios y también como Hombre.
4. Jesús: Mesías
Elegido y ungido por Dios y enviado con una misión. Jesús no sólo no usa el término de Mesías, sino que positivamente tiene una actitud de ocultamiento y reserva en este sentido. Impone silencio a los demonios para que no lo descubran como Mesías (Cf Mc 1, 33; 3, 12; Lc 4, 41).
Pero ocurre también que a Jesús le preguntan si es Él el Mesías y responde diciendo: Sí, pero...; sí, pero no del modo como vosotros pensáis.. Su mesianismo va a escandalizar, va a defraudar a muchos, va a ser signo de contradicción, una piedra de escándalo para los judíos.
Cristo había sido reacio a confesar públicamente su identidad mesiánica. Tenía el peligro de que le entendieran en sentido político-nacional, cuando su misión era otra muy distinta. Y cuando lo confesó públicamente en la Pasión, ante el sumo sacerdote, fue tratado de blasfemo.
5. Jesús: Hijo de David
Jesús no se lo aplica nunca espontáneamente, aunque tampoco lo niega cuando se lo atribuyen (Mt 21, 9-15). La muchedumbre lo considera como hijo de David (Mt 12, 23-27; Mc 10, 47-48; Lc 18, 38-39); pero Jesús no reivindica dicho título, como si tuviese miedo a la exaltación política que ello traería consigo. Era en tiempos de Jesús uno de los títulos de más acusado trasfondo político.
6. Jesús: el Hijo del hombre
Tiene estos sentidos:
Primero: Hijo del hombre en clara referencia al texto de Daniel (7, 9-14). Con ellos viene a indicar que su mesianismo es divino. En efecto, el hijo del hombre es preexistente, proviene del cielo y aparece junto al anciano sobre la nube, lugar de las manifestaciones de Dios.
Segundo: Jesús, al usar el título de hijo del hombre, lo hace en conexión con la función del siervo de Yavé, en cuanto que su mesianismo de origen divino y trascendente se realiza con la misión de redimir a la humanidad (Mateo 20, 28), perdonar los pecados, juzgar, consolar a los pecadores. Jesucristo emplea este título ochenta y dos veces.
Tercero: Hijo del hombre por ser verdadero hombre. Es el hijo de hombre más extraordinario de todos. Hijo de hombre porque sufrirá todo tipo de humillaciones, porque no tendrá donde reclinar la cabeza. Une la función del Hijo del Hombre con la del siervo de Yavé humillado, servidor y sufrido.
Jesús: Maestro
Es curioso ver que de un total de cincuenta y ocho veces en que aparece la palabra maestro en el Nuevo Testamento, cuarenta y ocho se encuentran en los evangelios, y cuarenta y uno referido a Jesús. En muchas ocasiones se dice en el evangelio que Jesús enseña a los discípulos y a la gente. La actividad pública de Jesús se caracteriza por su enseñanza, por lo que parece justificado hablar respecta a Él designándolo como Maestro.
Jesús enseña en los lugares públicos de carácter religioso, dirigiéndose a la gente que allí se reúne: en la sinagoga los días de sábado y en el área del templo.
Ocasionalmente los evangelios mencionan la actividad de enseñanza al aire libre, o en las plazas de la aldea.
La instrucción de Jesús se dirige a la gente sin distinción alguna o a los discípulos por separado.
La forma de enseñanza de Jesús corresponde a la de la tradición bíblica, sapiencial y de las escuelas judías: sentencias proverbiales, semejanzas, parábolas, etc.
Este título de Jesús Maestro será objeto de todo un capítulo más adelante.
Jesús: Señor
Superior a todos, de condición divina. El título Señorse refiere más directamente a las relaciones de Cristo con nosotros. La función magisterial de Jesús, según el primer evangelista, tiende a coincidir con la de Señor de los discípulos, hasta el punto de que ninguno de ellos puede arrogarse el título de maestro.
En concomitancia con esta acentuación del papel autorizado de Jesús en el evangelio de Mateo, los discípulos se dirigen a Jesús dándole el título de Señor, mientras que son los demás, los de fuera, los que llaman a Jesús maestro. También el evangelio de Lucas revela esta tendencia a reservar el uso del título maestro para los que son extraños al grupo de los discípulos, mientras que estos últimos llaman a Jesús Señor
9. Jesús: Hijo de Dios
Jesús al presentar al Padre, indirectamente se está revelando a sí mismo como el Hijo en un sentido único y trascendente. No es que busque su gloria al revelarse como el Hijo; es que al revelar la gloria del Padre, inevitablemente revela la suya propia.
Es en el evangelio de san Juan donde Jesús se presenta como el Hijo en un sentido único y trascendente. La relación única entre ambos la presenta mediante un conocimiento mutuo único (Jn 1, 18: 10, 15; 17, 25), un amor recíproco también exclusivo (Jn 5, 20; 14, 31; 17, 24.26), mediante la unidad de ambos en la acción (Jn 5, 17.19.20.30), que hace que los dos sean una misma cosa (Jn 14, 10; 17, 21-22). De este modo, quien honra al Padre honra al Hijo (Jn 5, 22-27), y quien ve al Hijo ve igualmente al Padre.
Este es el secreto de la vida íntima de Jesús: su filiación divina. Hay en él, junto a su condición divina, una atracción continua del Padre, un deseo de estar a solas con Él; deseo que a veces sólo puede cumplir quedándose toda la noche de oración tras una jornada agotadora de actividad. Parece como si la esencia misma de la personalidad de Jesús fuese su relación con el Padre. Era algo obsesivo en Él. Incluso le llamaba Abbá, papá, expresando así la conciencia de su filiación divina.
Jesús nos ha introducido por adopción en la relación única filial que él mantiene con el Padre. Ser cristiano es ser hijo en el Hijo.
Jesús: Mesías, el Hijo de Dios vivo
Jesús no se autodesigna nunca como el mesías. Son los otros, los discípulos o la gente quienes lo llaman mesias, christós, o con fórmulas equivalentes como hijo de David.
No sólo Jesús no se presenta nunca como mesías, sino que se muestra reticente y en algunos casos contrario frente a semejante reconocimiento por parte de los demás. Incluso cuando Pedro le confesó como Mesías, les impuso a todos los apóstoles severamente que no hablasen de él a nadie (cf. Mc 8, 30).
Se trata del famoso secreto mesiánico. ¿Por qué? Porque había tendencia de entender el término mesiasdesde el punto de vista demasiado político y social. Y Jesús quería evitar a toda costa ese significado. No es un mesías político ni social, sino un mesías espiritual, un ungido de Dios, que nos salvó del pecado a través de su pasión y muerte en la cruz. No vino a instaurar un mesianismo nacionalista judío. Incluso la fuerte acentuación religiosa de su proyecto, que incluye una nueva imagen de Dios-Padre que acoge a los pobres, a los pequeños y desamparados, a los pecadores y a los extranjeros, choca abiertamente con la visión de un mesianismo político.
Además, la propuesta de una síntesis ética que se caracteriza por el amor gratuito y universal que abraza incluso a los enemigos no se presta a la realización de un programa mesiánico de tipo revolucionario y socializante.
De hecho, Jesús con sus opciones y sus tomas de posición defraudó las esperanzas mesiánico-nacionalistas.
Jesús: Salvador
Jesucristo vino a salvar al hombre, no tanto a las circunstancias molestas. Por eso, aún con la venida de Cristo Salvador, perdura el mal en el mundo, sobre todo el mal físico (cf. Mt 19, 12-13; Mc 1, 14-15).Vino a salvar a todo el hombre: sea en el alma, sea el cuerpo. Y vino a salvar a todos los hombres (cf. Mt 28, 19-20). Esa salvación supuso un cambio interior del hombre. La salvación de Cristo nos hace hombres nuevos.
¿Cómo nos salvó? Encarnándose, muriendo por nosotros, satisfaciendo y reparando nuestro pecado.
Nosotros recibimos la salvación reconociéndonos pecadores, abriéndonos a esa salvación en los sacramentos. Estamos llamados a ser co-salvadores con Cristo, mediante nuestro sacrificio, nuestro apostolado directo.
Jesús: Siervo de Yavé
Este calificativo hace referencia al hecho de que está íntimamente unido a Dios y que sufrirá por nosotros.
Jesús: Sumo sacerdote
Sumo Sacerdote, pues es el puente más directo para unirnos a Dios.
Jesús: Mediador
Ya que es el intermediario ante Dios de nuestras necesidades.
Jesús: Juez
Porque juzgará en el último día.
Jesús: Santo de Dios
Se le denomina Santo de Dios dado que es Hijo de Dios.
Necesito tu fuerza, Señor
Dame la gracia para perseverar en el amor hasta el final.
No puedo seguir en el camino del bien sin ayuda. Necesito consejos, necesito fuerza, necesito apoyo, necesito esperanza.
Muchos me pueden dar una mano. Familiares, amigos, conocidos, con su mirada y sus palabras me han ayudado tantas veces a ser mejor.
Pero en ocasiones ni las mejores ayudas humanas son suficientes para vencer mi pecado, para romper mi pereza, para lanzarme a superar mis miedos.
Por eso, necesito tu fuerza, Señor. Porque solo una presencia que viene del cielo es capaz de romper con el pecado y levantar a quien está caído.
No sé si podré seguir adelante por más tiempo. El cansancio se hace notar. Las tentaciones a veces arrecian. Las dudas amenazan mi corazón.
Sin embargo, estoy seguro de que Dios no abandona a quien, humilde y filialmente, lo invoca lleno de esperanza.
Por eso, a pesar de que algunos dicen que no puedo, incluso a pesar de mis desconfianzas, voy a seguir en la lucha.
El resultado solo puede ser bueno cuando Tú inspiras y acompañas cada gesto, cuando tu Palabra guía mi mente y fortalece mi corazón.
Ante mí, hay nuevas oportunidades para amar. Miles de seres humanos esperan que les ofrezca una palabra, una sonrisa, una mano.
Señor, lo que me has dado te lo devuelvo al servir a mis hermanos. Por eso, con la ayuda de tu fuerza, hoy vuelvo a empezar. Y Tú, que eres bueno, me darás la gracia para perseverar en el amor hasta el final.
Preces
La celebración de este domingo nos llena de alegría, porque sabemos que el Señor está con nosotros. Le decimos:
R/MMuéstranos tu misericordia.
Tú, que eres el Verbo eterno que está junto al Padre,
– no dejes de mostrar tu misericordia a todos los que viven sin esperanza.MR/
Tú, que nos has hecho hijos de Dios,
– acompaña a todos los que durante este año van a recibir el bautismo.MR/
Intenciones libres
Padre nuestro…
Oración
Dios todopoderoso y eterno, esplendor de los que en ti creen, dígnate, propicio, llenar de tu gloria el mundo y que el resplandor de tu luz se manifieste a todos los pueblos. Por nuestro Señor Jesucristo.
Ideas para el día de Reyes, el más fascinante del año
Los niños se despiertan nerviosos, todo está preparado para sorprenderles. Al grito de “¡ya han pasado los Reyes!”, salen todos disparados de la cama
La noche del 5 de enero es mágica, tal vez la más fascinante del año: en ella, los corazones infantiles vibran de emoción. Y es tanta la ilusión y nerviosismo de los niños, que estos son capaces de imaginar en el silencio de la noche pasos de camello por el pasillo, cómo se abre la puerta del balcón, el roce de las capas de los Reyes Magos contra el suelo,…
Porque el 5 de enero nos regala una noche asombrosa, cargada de esperanza, fe y caridad. Los santos Reyes Magos llegan repletos de los mejores dones para grandes y pequeños durante esa gran noche.
¿Existen los Reyes Magos?
El Evangelio nos relata que unos magos llegados desde Oriente fueron guiados por una estrella para que adorasen al Niño Dios, rey de los judíos, que acababa de nacer.
En más de una ocasión el actual Papa ha comentado que los Reyes Magos son “sabios compañeros de camino” cuyo ejemplo “nos ayuda a levantar la mirada hacia la estrella y a seguir los grandes deseos de nuestro corazón”.
El papa Francisco, el 6 de enero de 2019, nos indicó que no basta saber que Jesús nació “si no lo encontramos”. Y añadió:
“Hoy […] estamos invitados a imitar a los magos. Ellos no discuten, sino que caminan; no se quedan mirando, sino que entran en la casa de Jesús; no se ponen en el centro, sino que se postran ante él, que es el centro”.
El 5 de enero es una noche mágica. La más mágica del año. La ilusión y la esperanza de los más pequeños también es la nuestra. Los Reyes Magos existieron y existen.
Y cada 5 de enero, la estrella que se apareció en el cielo a los Reyes se enciende también en nosotros, nos aleja de la oscuridad y entonces nos hace surgir la pregunta: ¿Dónde tenemos puesta nuestra mirada: en el cielo o en lo terreno?
La adoración de los Reyes ante el pesebre nos enseña un camino distinto al que aspira la mentalidad terrenal: la humildad de Dios que se hace Niño.
Miriam Esteban
Día de Reyes inolvidable y lleno de bendiciones
Los niños se despiertan nerviosos, todo está preparado para sorprenderles.
La noche anterior dejaron todo preparado, los zapatos de toda la familia limpios y perfectamente ordenados, al lado un vaso de leche y dulces para que repongan fuerzas los Reyes Magos, un poco de agua y paja para los camellos.
Y en unos años, nuestros hijos tal vez no recuerden los regalos concretos que recibieron ese día, pero sí el clima extraordinario de esa “mañana tan especial”.
Al grito de “¡ya han pasado los Reyes!”, salen todos disparados de la cama. El salón está lleno de globos y confetti, no queda leche en los vasos (se la han bebido los Reyes), sólo quedan las migas de turrón en la bandeja. ¡Qué sorpresa! Uno de los Reyes se ha olvidado un guante blanco junto a los vasos.
Miriam Esteban
Se ven pisadas blancas que van desde el balcón hasta los pies del árbol de Navidad.
En ese momento, entre gritos de alegría e ilusión, la estrella que se apareció en el cielo a los Reyes luce en nuestro salón junto al Niño Dios.
Y como los Reyes Magos, ante el gozo de nuestros hijos, hemos descubierto la estrella de Belén, claridad y sentido, en el cielo de nuestra alma.
Así que agradezcamos a los Reyes Magos este día de la Epifanía por la que se nos regalan muchas bendiciones del cielo. Pidámosles que nos guíen con su santa astucia en el camino de la fe para que las tinieblas no nos impidan llegar más allá, al verdadero Belén celestial: la vida eterna con Dios.
Meditación al Evangelio 3 de enero de 2021 (audio)
Desde la prisión
Chirridos de candados, arrastrar de puertas, revisiones exhaustivas, y después de una larga espera y lograr pasar controles y seis puertas por fin estamos en otro mundo: la cárcel. Los barrotes, las celdas, los guardias, todo hace que el ambiente sea imponente. El tiempo corre lentamente y la esperanza disminuye. Aunque es una visita ordinaria, por ser tiempo de Navidad se siente una expectativa diferente y se renuevan las ilusiones. Pronto los rostros conocidos esbozan una sonrisa, se acumulan los escritos solicitando revisión de expedientes y las consabidas protestas porque cada reo se siente inocente. Pero hay uno que llama mi atención porque en su diálogo muestra una paz y una serenidad que contrastan. “Yo en la cárcel he aprendido a ver las estrellas. Como no puedo mirar a través de los muros, contemplo el cielo y me siento libre. Al sentirme solo, desnudo y sin nada, pude buscar mi estrella. En serio, he descubierto en prisión la verdadera libertad y se me han abierto los ojos. Tengo a Cristo conmigo y puedo compartirlo con mis hermanos”, me comenta tranquilo mientras la mayoría de sus compañeros buscan con desesperación algo que les ofrezca un poco de esperanza.
Más allá de nuestras barreras
Hoy celebramos la fiesta de la Epifanía o como la llamamos popularmente la fiesta de los Santos Reyes. Epifanía es la manifestación del Señor, el Dios niño que sale al encuentro de los hombres. El Dios Niño que no teme involucrarse con todas las razas y naciones para hacer de todas ellas una sola familia. Es el punto central de esta fiesta. Cristo se presenta y se ofrece como un amor y una luz con capacidad para atraer a los lejanos; como una llamada amiga, audible, que convoca, moviliza y vincula más allá de las barreras levantadas por los hombres; como un don universal, no sujeto a las mezquindades y particularismos de un pueblo o una cultura, sino abierto a todas las personas, a todos los lugares y a todos los tiempos. Jesús es el gran paso de Dios que salva la trascendencia, la lejanía, el silencio, y llega a nosotros, después de un largo recorrido de amor, temblando, mendigo de amores. Jesús es la aventura del encuentro entre Dios y los hombres que supera las distancias, las diferencias y hace a todos los hombres hermanos. Y ahí está, como una estrella, esperando ese encuentro en profundidad que logre movilizar al ser humano. Ahí está dispuesto a iluminar, guiar y transformar. Pero el hombre necesita abrir su caparazón de seguridad y dejarse iluminar. El riesgo es la transformación, el inicio de la aventura, el amor y el dolor. Ciertamente vale la pena una vida vivida así, al estilo de Jesús. Es mejor sufrir en el dolor del amor y en el seguimiento de una estrella, que permanecer estéril en el sinsentido de una vida vacía.
Jesús para toda la humanidad
Aunque nuestras sociedades se dicen modernas, solidarias y muy respetuosas de los derechos humanos, nos encontramos con muchas muestras de discriminaciones, de desprecios y de exclusividades. Las redes sociales en días pasados, en medio del escándalo, exhibían a un funcionario que no soportaba los olores de unas pobres mujeres a quienes tenía que servir, mientras otros comentarios ofensivos y despreciativos mostraban a los indígenas como incapaces de elección en el presente contexto político. Con pretexto de inseguridades y de economías se cierran fronteras, se construyen condominios exclusivos, se colocan cadenas, y se mira al que viene de lejos como adversario y enemigo. Las medidas económicas que buscan superar las crisis, dejan de lado a los pobres y marginados como si no contaran o fueran incapaces de aportar. El pasaje de Mateo no pretende ofrecernos una narración histórica, sino darnos la más extraordinaria noticia: Jesús se hace hombre para toda la humanidad. Con razón la tradición ha asignado a cada rey una nacionalidad y una raza diferente para, todos juntos, hacer un camino que lleve hasta encontrarse con el Recién nacido. Es la única forma de encontrar la verdadera paz: hacer el camino hombro con hombro, paso a paso, con el diferente, con el distinto, con el que viene de lejos, con el que puede tener otras costumbres, otras formas de pensar, pero que es mi hermano. Este nuevo mundo posible que nos ofrece Jesús por muchos es considerado como un sueño, pero que con Jesús lo podemos hacer realidad. Hoy es día de las estrellas, día de ilusión, día de creer posible lo maravilloso. Hoy es día de apreciar la grandeza de lo pequeño y atrevernos a seguir una estrella para postrarnos a los pies de un niño recién nacido. Hoy es día de mirar más allá de nuestros muros y descubrir el titilar de esa Estrella.
Por otros caminos
La interrogante que quema el corazón de los magos, también quemará el nuestro si somos capaces de vislumbrar, en medio de nuestras oscuridades, la gran luz que guiará nuestros pasos: “¿Dónde está el rey de los judíos que acaba de nacer? Porque vimos surgir su estrella y hemos venido a adorarlo”. No tengamos miedo y vayamos en su búsqueda. Herodes y Jerusalén se sienten perturbados, tienen miedo que se vean trastocados sus planes, su situación de privilegio, en fin, toda su vida. Por eso se cierran a la alegre noticia que ofrecen los visitantes y, aunque ellos tienen las respuestas, optan por destruir la Buena Nueva. No seamos nuevos Herodes que se encadena a sus poderes y a sus miedos. Seamos capaces de descubrir a Jesús, el rostro de Dios, en cada niño pequeño, en cada hombre y mujer que encontramos, en cada hermano nuestro. Y si logramos ver el rostro de Jesús, entonces abandonaremos los caminos de la injusticia y la violencia y podremos como los magos, retornar por otros caminos: el camino de la alegría y la felicidad, el camino de la solidaridad y la fraternidad, el camino del reconocimiento de cada persona como hijo de Dios. Si logramos ver el rostro de Jesús habremos descubierto la Estrella que ilumine nuestros caminos. Quien encuentra a Jesús no puede seguir por “sus mismos caminos”. Continuará en sus mismos lugares, pero con un corazón y una mirada nueva, porque una Estrella ha iluminado su vida. ¿Qué significa para ti esta fiesta de la Epifanía o de los Reyes? ¿Cómo ha transformado tu vida?
Señor, Dios nuestro, que por medio de una estrella diste a conocer en este día, a todos los pueblos, el nacimiento de tu Hijo, concede a los que ya te conocemos por la fe, llegar a construir, junto a todos los hombres, el nuevo Reino iniciado por Jesús en Belén. Amén.
Ángelus del Papa: «Dios quiere comunicar con nosotros, invítale a casa, cuéntale todo»
El Papa, desde la Biblioteca apostólica, en el ángelus del 3 de enero de 2021
Este segundo domingo después de Navidad, el Papa Francisco rezó la oración mariana del Ángelus, una vez más desde la Biblioteca del Palacio Apostólico del Vaticano, sin presencia de fieles a causa de la pandemia, dirigiéndose a las cámaras y los medios de comunicación.
El gran tema de la cercanía del Dios hecho hombre ("El verbo se hizo carne y habitó entre nosotros") llevó al Papa a animar a los fieles a comunicarse con Dios que ahora vive entre nosotros: "Quiere que compartamos con Él alegrías y penas, deseos y temores, esperanzas y tristezas, personas y situaciones. Hagámoslo, abrámosle nuestro corazón, contémosle todo", exhortó el Pontífice.
El Verbo, antes del universo
El Prólogo solemne del Evangelio de San Juan nos habla de Jesucristo, el Verbo, que existía con el Padre «antes del comienzo de las cosas, antes del universo. Él está antes del espacio y el tiempo. "En Él estaba la vida", antes de que apareciera la vida», detalló Francisco.
El texto llama "Verbo" o "Palabra" a Dios Hijo. ¿Por qué?
"La Palabra sirve para comunicar: no se habla solo, se habla con alguien. Así pues, el hecho de que Jesús sea desde el principio la Palabra significa que desde el principio Dios se quiere comunicar con nosotros, quiere hablarnos", afirmó el Papa.
Sobre la expresión "Hijo unigénito del Padre", Francisco señala que se refiere a "la belleza de ser hijos de Dios"; es "la luz verdadera" y quiere alejarnos de las tinieblas del mal; es "la vida que conoce nuestras vidas y quiere decirnos que las ama desde siempre".
"Jesús es la Palabra eterna de Dios, que desde siempre piensa en nosotros y desea comunicar con nosotros" y para hacerlo "fue más allá de las palabras" ya que "se hizo carne y habitó entre nosotros", añadió.
Comunicar con la cercanía
La expresión "se hizo carne" hace referencia al hecho de que "Dios se hizo fragilidad para tocar de cerca nuestras fragilidades", dijo Francisco.
Desde el momento en que el Señor se hizo carne, nada en la vida de los hombres le es ajeno. "Fue una decisión audaz la de Dios, la de hacerse carne", argumentó Francisco profundizando sobre el deseo de nuestro Creador de unirse eternamente con la humanidad.
“No hay nada que Él desdeñe; podemos compartir todo con Él porque Dios se hizo carne para decirte que te ama precisamente allí, en tus fragilidades; precisamente allí donde más te avergüenzas. Se hizo carne y no se volvió atrás. No asumió nuestra humanidad como un vestido, que se pone y se quita. No, nunca se separó de nuestra carne. Y jamás se separará de ella: ahora y por siempre está en el cielo con su cuerpo de carne humana. Se unió para siempre a nuestra humanidad”
No vino 'de visita': siempre nos acompaña
San Juan dice en el Evangelio que Jesús vino a habitar entre nosotros: "No vino de visita, vino a vivir con nosotros, a estar con nosotros", concretó Francisco.
Eso indica que el Hijo de Dios busca una relación de intimidad con nosotros: "Quiere que compartamos con Él alegrías y penas, deseos y temores, esperanzas y tristezas, personas y situaciones". "Hagámoslo, abrámosle nuestro corazón, contémosle todo", concluyó Francisco, compartiendo una intención de oración especial:
“Detengámonos en silencio ante el belén para saborear la ternura de Dios que se hizo cercano, que se hizo carne. Y sin miedo, invitémosle a nuestra casa, a nuestra familia, a nuestras fragilidades. Vendrá y la vida cambiará. La Santa Madre de Dios, en quien el Verbo se hizo carne, nos ayude a acoger a Jesús, que llama a la puerta del corazón para vivir con nosotros”.