Espíritu inmundo, sal de este hombre
- 01 Febrero 2021
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Brígida de Kildare, Santa
Abadesa, 1 de febrero
Patrona de Irlanda junto con los santos Patricio y Columbano
Martirologio Romano: En Kildare, en Irlanda, santa Brígida, abadesa, que fundó uno de los primeros monasterios de la isla y, según se cuenta, continuó el trabajo de evangelización iniciado por san Patricio (c. 525).
Breve Biografía
Parece una contradicción, pero a pesar de su gran fama que la hace pasar por la santa más conocida de Irlanda y de estar unidos a su figura gran cantidad de elementos festivos y folclóricos se conocen muy pocos hechos históricos sobre su vida.
Fue Cogitosus que vivió del 620 al 680 su primer biógrafo, pero -lastimosamente- poco escribe acerca de la vida terrena de la santa; su escrito se pierde en descripciones sociales y religiosas en torno al monasterio de Kindale, probablemente mixto y con jurisdicción quasi-episcopal, fundado por Brígida.
También existen himnos y poemas irlandeses de los siglos VII y VIII que en sí mismos testimonian el culto que se tributaba a la santa irlandesa.
Un poco más adelante, el obispo de Fiésole, Donatus, a mitad del siglo IX, escribe su vida en verso y este debió ser el vehículo de la rápida difusión de su culto por Europa.
Pero de esta carencia de datos que impiden el diseño de un perfil hagiográfico completo; la religiosidad popular y el calor de las gentes por su santa ha suplido con creces la grandeza de su vida fiel al Evangelio y entregada a su vocación religiosa.
Del hecho de pertenecer Brígida a una tribu inferior en su tiempo, concretamente la de Forthairt, la fantasía la hace nacer del fruto de la unión -extraña al matrimonio- de su padre, Duptaco, con una bellísima esclava, con todos los problemas que esto produce en el entorno familiar legítimo, desde el disgusto de la esposa hasta la proposición de su venta. Claro que de esto se sacará la noble lección de que Dios puede tener planes insospechados para los espúreos inculpables que pueden llegar a las cimas más altas de la santidad y dejar tras de sí una estela de bien para la gente.
Heredada la extrahermosura de su madre, para no ser ocasión de pecado y no ser ya más pedida en matrimonio, pide a Dios que la haga fea. ¿Para qué quiere la hermosura quien sólo piensa en Dios? Ha decidido entrar en religión.
Derrama lágrimas abundantes y son escuchados sus ruegos con un reventón del ojo; por este favor da gracias a Dios que luego le devuelve todo su esplendor. La lección está clara: quien posee al Amor desprecia lo que a tantas vuelve locas y vanas para alcanzar un amor.
También los pobres están presentes en el relato; no podría concebirse santidad sin caridad. Y ahora es la vaca su cómplice; nunca se secaron las ubres, una y otra vez ordeñadas por Brígida, cuando había que remediar a un menesteroso. La vaca ha quedado presente, como emblema, en las representaciones pictóricas de los artistas, junto a la imagen de la santa.
Y aún hay más; sí, son inagotables los relatos de bondades. Se habla de leprosos curados y de monjas tibias descubiertas; la muda Doria comienza a hablar y termina sus días como religiosa en el convento; frustra asesinatos; da vista a ciegos y... como expresión del estilo de un pueblo ¡convierte el agua de su baño en cerveza para apagar la sed!
Los himnos, versos, poemas y canciones populares -con sencillez y regocijo- muestran el calor de un pueblo por su santa y dice con sus leyes lo que las de la crítica histórica ni puede ni debe decir.
Santo Evangelio según san Marcos 5, 1-20. Lunes IV del Tiempo Ordinario
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Señor, vengo ante ti porque te necesito. Estar contigo es mi mayor alegría. Te pido me concedas aquella gracia que sabes tengo necesidad de ella. Te amo pero quiero amarte un poco más en este día. Perdóname las veces que te he fallado, que te he ofendido o que te he dejado solo. Aumenta mi fe, mi esperanza y mi caridad.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Marcos 5, 1-20
En aquel tiempo, después de atravesar el lago de Genesaret, Jesús y sus discípulos llegaron a la otra orilla, a la región de los gerasenos. Apenas desembarcó Jesús, vino corriendo desde el cementerio un hombre poseído por un espíritu inmundo, que vivía en los sepulcros. Ya ni con cadenas podían sujetarlo; a veces habían intentado sujetarlo con argollas y cadenas, pero él rompía las cadenas y destrozaba las argollas; nadie tenía fuerzas para dominarlo. Se pasaba días y noches en los sepulcros o en el monte, gritando y golpeándose con piedras.
Cuando aquel hombre vio de lejos a Jesús, se echó a correr, vino a postrarse ante él y gritó a voz en cuello: “ Qué quieres tú conmigo, Jesús, Hijo de Dios altísimo? Te ruego por Dios que no me atormentes”.
Dijo esto porque Jesús le había mandado al espíritu inmundo que saliera de aquel hombre. Entonces le preguntó Jesús: “ Cómo te llamas?”. Le respondió: “Me llamo Legión, porque somos muchos”. Y le rogaba con insistencia que no los expulsara de aquella comarca.
Había allí una gran piara de cerdos, que andaban comiendo en la falda del monte. Los espíritus le rogaban a Jesús: “Déjanos salir de aquí para meternos en esos cerdos”. Y él se lo permitió. Los espíritus inmundos salieron del hombre y se metieron en los cerdos; y todos los cerdos, unos dos mil, se precipitaron por el acantilado hacia el lago y se ahogaron.
Los que cuidaban los cerdos salieron huyendo y contaron lo sucedido, en el pueblo y en el campo. La gente fue a ver lo que había pasado. Se acercaron a Jesús y vieron al antes endemoniado, ahora en su sano juicio, sentado y vestido. Entonces tuvieron miedo. Y los que habían visto todo, les contaron lo que le había ocurrido al endemoniado y lo de los cerdos. Ellos comenzaron a rogarle a Jesús que se marchara de su comarca.
Mientras Jesús se embarcaba, el endemoniado le suplicaba que lo admitiera en su compañía, pero él no se lo permitió y le dijo: “Vete a tu casa a vivir con tu familia y cuéntales lo misericordioso que ha sido el Señor contigo”. Y aquel hombre se alejó de ahí y se puso a proclamar por la región de Decápolis lo que Jesús había hecho por él. Y todos los que lo oían se admiraban.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio.
En este pasaje evangélico de hoy me hablas de un hecho maravilloso. Expulsas un demonio que poseía a un hombre y le impedía llevar una vida normal. La gente de aquel tiempo se asusta de tu acción y te piden te marches de aquel lugar. Las personas tienen miedo de ti.
Es verdad que milagros de esa altura no se ven a diario. Sin embargo, tal vez les faltaba un poco de fe que les ayudará a reconocer en aquellas acciones portentosas, a un ser, una persona divina que les amaba sin medida y que estaba dispuesto a hacer lo que fuera por cada uno de ellos.
Hoy me dejas la enseñanza de que no hay que tenerte miedo. Tú te hiciste hombre para estar cercano a mí, para comprender mi situación, para vivir mi forma de vida. Tú descendiste del cielo para librarme de la mano del enemigo, para expulsar de mi existencia todo aquello que no me permite ser libre. Viniste a demostrarme tu amor, no sólo con palabras sino con obras concretas. Entonces, ¿qué puedo temer? ¿Por qué tener miedo de un Dios tan bueno como eres Tú?
No debo tener miedo de acercarme a ti y pedirte cuanto necesito; de arrojarme en tus brazos y dejarme conducir por ti. No debo temer que estés presente en mi día a día y que actúes de acuerdo a tu divina voluntad. No tengo motivo para atemorizarme de entrar a tu presencia, de visitarte en el Tabernáculo, de hablarte en la oración, de servirte en mis hermanos. Hoy me invitas a superar de tu mano mis temores y dejar que seas Tú quien me libre de todos ellos.
Finalmente, dame la gracia de ser un testigo de tu acción amorosa en mi vida, así como aquel hombre que sanaste permaneció en la comarca para dar testimonio de lo que habías hecho en su vida, para ser testigo de la misericordia de Dios.
«Dios no se deja ganar en generosidad y siembra. Siembra su presencia en nuestro mundo, ya que “el amor no consiste en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que Él nos amó primero”. Amor que nos da una certeza honda: somos buscados por Él, somos esperados por Él. Esa confianza es la que lleva al discípulo a estimular, acompañar y hacer crecer todas las buenas iniciativas que existen a su alrededor. Dios quiere que todos sus hijos participen de la fiesta del Evangelio. No impidan todo lo bueno, dice Jesús, por el contrario, ayúdenlo a crecer».
(Homilía de S.S. Francisco, 27 de septiembre de 2015).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Hoy haré una oración por todos aquellos cristianos que son perseguidos a causa de su fe, para que el Señor les dé su gracia y puedan superar las dificultades.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos..
¡El demonio existe!, y debemos combatirlo
El Papa Francisco, en todo momento nos hace reflexionar acerca de la existencia del demonio: "La vida cristiana es un combate contra el demonio, el mundo y las pasiones de la carne" es lo que nos recuerda casi constantemente
"El diablo existe", fue la afirmación que el hizo el Santo Padre reflexionando sobre la Carta de San Pablo a los Efesios.
Debemos luchar contra él, con la armadura de la verdad. Fortaleza y valentía en el Señor, desarrolla en un lenguaje militar la vida cristiana. La vida en Dios se debe defender, se debe luchar para llevarla adelante, se necesita fortaleza y valentía para resistir y anunciar. Para ir adelante en la vida espiritual se debe combatir. No es una simple lucha, sino un combate continuo.
Los enemigos de la vida cristiana son tres: "el demonio, el mundo y la carne". Es decir nuestras pasiones que son las heridas del pecado original. Por cierto, la salvación que nos da Jesús es gratuita, pero estamos llamados a defenderla.
¿De qué me tengo que defender? ¿Qué tengo que hacer?
"Revístanse con la armadura de Dios" nos dice Pablo. Es decir que lo que es de Dios nos defiende, para resistir a las insidias del diablo. ¿Está claro? Claro. No se puede pensar en una vida espiritual, en una vida cristiana, sin revestirse de esta armadura de Dios, que nos da fuerza y nos defiende.
San Pablo subraya que esta lucha nuestra no es contra las cosas pequeñas, sino contra los Principados y Potestades, contra los Soberanos de este mundo de tinieblas, contra los espíritus del mal. Es decir, contra el diablo y los suyos.
El diablo no es un mito
A esta generación y a muchas otras se les ha hecho creer que el diablo era un mito, una figura, una idea, la idea del mal ¡pero el diablo existe y nosotros debemos combatir contra él! ¡lo dice San Pablo, no lo digo yo! ¡Lo dice la Palabra de Dios! Aunque no estamos muy convencidos de ello.
Además San Pablo dice cómo es la armadura de Dios, cuáles son las diversas armaduras, que conforman esta armadura de Dios. Y señala: "Permanezcan de pie, ceñidos con el cinturón de la verdad y vistiendo la justicia como coraza". Ésta es la armadura de Dios: la verdad.
El diablo es mentiroso, es el padre de los mentirosos, el padre de la mentira, y reiterando con San Pablo, hay que estar ceñidos con el cinturón de la verdad y vistiendo la justicia como coraza, "no se puede ser cristianos, sin trabajar continuamente para ser justos. No se puede". Nos ayudaría mucho preguntarnos ¿creo o no creo? ¿creo un poco sí y un poco no? ¿soy un poco mundano y un poco creyente?
A defenderse con todo
Sin fe no se puede ir adelante, no se puede defender la salvación de Jesús, necesitamos el escudo de la fe, porque el diablo no nos tira flores, sino flechas encendidas, para asesinarnos. Tomen el casco de la salvación, y la espada del Espíritu, que es la Palabra de Dios. Y a elevar constantemente toda clase de oraciones y súplicas, animadas por el Espíritu.
La vida cristiana es una lucha, una lucha bellísima, porque cuando el Señor vence en cada paso de nuestra vida, nos da una alegría, una felicidad grande: esa alegría que el Señor ha vencido en nosotros, con la gratuidad de su salvación. Pero sí, todos somos un poco perezosos, no, en la lucha, y nos dejamos llevar por las pasiones, por algunas tentaciones. Es porque somos pecadores ¡todos! Pero no se desalienten. Ánimo, valentía y fortaleza, porque el Señor está con nosotros.
Jesús habla con autoridad divina. ¡Escuchémosle!
Ángelus del Papa, 31 de enero de 2021
Jesús "predica y sana". Es por ello que el Papa Francisco insistió, una vez más, en que llevemos siempre un Evangelio con nosotros. Desde la Biblioteca del Palacio Apostólico Vaticano, el Papa Francisco guio la oración mariana del Ángelus, en el último domingo de enero. En su reflexión del Evangelio del día (Mc 1,21-28), que “relata un día típico del ministerio de Jesús”, el Santo Padre destacó dos elementos característicos de la acción de Jesús: la predicación, y la obra taumatúrgica de sanación.
El relato evangélico dice que el sábado, día dedicado al descanso y a la oración, Jesús lee y comenta las Escrituras en la sinagoga de Cafarnaúm. “Su manera de hablar atrae a los presentes, - dijo el Papa - que quedan asombrados porque demuestra una autoridad diferente a la de los escribas”. Pero, además, “Jesús se revela poderoso también en las obras”. Así es que, “cuando un hombre en la sinagoga se vuelve contra él, llamándole el Santo de Dios, Jesús reconoce el espíritu maligno, le ordena que salga de ese hombre y lo expulsa”.
Aquí vemos los dos elementos característicos de la acción de Jesús: la predicación y la obra taumatúrgica de sanación. Predica y sana. Ambos aspectos se destacan en el pasaje del evangelista Marcos, pero el que más sobresale es el de la predicación; el exorcismo se presenta para confirmar la "autoridad" singular de Jesús y su enseñanza.
Jesús predica con autoridad propia, su palabra “obra lo que dice”
El Maestro “predica con autoridad propia, como alguien que tiene una doctrina que procede de sí mismo, y no como los escribas que repetían tradiciones anteriores y leyes recibidas”. Ellos, dijo el Papa, “repetían palabras, palabras, sólo palabras, como cantaba la gran Mina; eran así. Sólo palabras. En cambio, Jesús, la palabra tiene autoridad, Jesús tiene autoridad. Y esto toca el corazón”.
La enseñanza de Jesús tiene la misma autoridad de Dios que habla; de hecho, con una sola orden libera fácilmente al poseído del maligno y lo cura. ¿Por qué? Porque su palabra obra lo que dice. Porque Él es el profeta definitivo.
La pregunta que planteó el Papa fue: ¿por qué digo que Él es el profeta definitivo? Y explicó:
Recordamos la promesa de Moisés: Moisés dice "después de mí, más adelante, vendrá un profeta como yo - ¡como yo! – a quien escucharán". (cfr. Dt 18,15) Moisés anuncia a Jesús como el último profeta. La enseñanza de Jesús tiene la misma autoridad de Dios que habla; de hecho, con una sola orden libera fácilmente al poseído del maligno y lo cura. Por eso no habla con autoridad humana, sino con autoridad divina, porque tiene el poder de ser el profeta definitivo, es decir, el Hijo de Dios que nos salva, nos sana a todos.
El objetivo de Jesús: vencer el mal presente en el hombre y en el mundo
“La predicación de Cristo tiene como objetivo vencer el mal presente en el hombre y en el mundo”: este es el segundo aspecto mencionado por el Papa, es decir, el de las curaciones. Francisco subrayó cómo la palabra de Jesús “apunta directamente contra el reino de satanás, lo pone en crisis y lo hace retroceder, obligándolo a dejar el mundo”. Así, “el hombre poseído, tras la orden del Señor, es liberado y transformado en una nueva persona”.
Además, la predicación de Jesús pertenece a una lógica opuesta a la del mundo y del maligno: sus palabras se revelan como la alteración de un orden incorrecto de las cosas.
Las expresiones del diablo que estaba presente en el poseído, que “grita cuando Jesús se acerca: «¿Qué quieres tú con nosotros, Jesús de Nazaret? ¿Has venido a arruinarnos?», indican, señaló el Santo Padre, “la total diferencia entre Jesús y satanás”:
Están en planos completamente diferentes; no hay nada en común entre ellos; son uno opuesto al otro.
En el Evangelio está la fuerza de la Palabra de Dios, llevémoslo siempre con nosotros
Y es que “Jesús” que “atrae a la gente con su autoridad” es también “el profeta que libera, el profeta prometido que es el Hijo de Dios que cura”. Por eso, el Santo Padre este domingo instó a que “escuchemos, nosotros, las palabras de Jesús que son de autoridad”. Y para ello, aconsejó, una vez más, llevar “siempre un pequeño Evangelio” con nosotros:
¡Siempre, no lo olviden! Lleven un pequeño Evangelio en el bolsillo o en el bolso, para leerlo durante el día, para escuchar esa palabra de autoridad de Jesús. Después, todos tenemos problemas, todos tenemos pecados, todos tenemos enfermedades espirituales; pedirle a Jesús: "Jesús, tú eres el profeta, el Hijo de Dios, el que fue prometido para sanarnos. Cúrame". Pedir a Jesús la sanación, de nuestros pecados, de nuestros males.
Así, al finalizar su reflexión, el Papa Francisco nos guio a la figura de la Virgen María que “guardó siempre en su corazón las palabras y los gestos de Jesús, y lo siguió con total disponibilidad y fidelidad”. Y elevó su oración para que Ella “nos ayude también a nosotros a escucharlo y seguirlo, para experimentar en nuestra vida los signos de su salvación”.
Que nuestro descanso sea para disfrutar más de lo que hemos hecho, de lo que tenemos, de las personas que nos rodean
El comienzo de año y del verano es también un comienzo de épocas en que mucha gente disfruta de sus vacaciones, otros quizás no puedan hacerlo, pero todos de alguna manera como que cambiamos el ritmo de nuestras actividades. Es por eso que me propongo reflexionar sobre este tiempo, podríamos decir, de descanso, que una gran mayoría tiene.
Hay por allí quienes utilizan el tiempo del descanso como un tiempo para retomar fuerzas, para poder realizar con más detenimiento alguna actividad que en el resto del año, por las ocupaciones, no podemos realizar, por ej.: leer, rezar un poquito más, compartir con nuestros seres queridos...
El comienzo de la Biblia, en el Libro del Génesis, cuando narra la creación del mundo y del Hombre, nos dice que al séptimo día, Dios descansó. Crea el mundo en seis días, y el séptimo descansa. Y me pregunto cómo sería ese “descanso de Dios”, en que habrá consistido.
Nosotros muchas veces estamos esperando el descanso anual, o quizás aquel del día en que no debamos ya levantarnos todos los días para ir a trabajar, y poder “descansar”. Claro, también vemos a muchos que le ha llegado ya esa etapa y no pueden estar en un descanso permanente, en una “siesta perpetua”. Entonces me pregunto, qué es descansar. Quizás el deseo de descansar de una vez por todas de nuestros trabajos, tenga que ver que muchas veces nos toca realizar trabajos que no nos gustan, que debemos hacerlos, pero que no nos llenan plenamente, que en definitiva no “amamos”.
Por eso, pienso que el descanso de Dios, después de crear el mundo, al que crea por su inmenso e infinito amor, el momento del descanso habrá sido un tiempo de “disfrutar” lo que había hecho, un momento de seguir “amando” totalmente eso que había realizado.
Nuestro sentido del descanso muchas veces es un “por fin dejo de trabajar”, y quizás no pueda disfrutar del momento del descanso como debiera, tal vez porque no hemos aprendido el verdadero sentido del descanso, que es el de poder seguir amando y disfrutando de lo que tenemos, de lo que hemos hecho.
Cuando decimos que Dios al séptimo día descansó, no hizo otra cosa que seguir amando y admirando el mundo que había creado, y disfrutaba con ello, es decir siguió amando.
Cuando hablamos de nuestros descanso definitivo, ese que llamamos “descanso eterno”, ¿que será? ¿El no hacer más nada? No, estaremos para siempre con Dios, el AMOR, y viviremos en y de ese Amor para siempre. Se me ocurre que en ese momento vamos a amar mucho más que aquí.
Por eso, que nuestro descanso sea para disfrutar más de lo que hemos hecho, de lo que tenemos, de las personas que nos rodean, sea que vayamos a un lugar a admirar la naturaleza que Dios nos ha dado, o se que nos quedemos en casa y podamos compartir más y de una manera distinta con quienes vivimos, y que nos cuesta hacerlo durante el año con todo el ritmo que se vive.
Enseñemos a rezar a los niños
Transmitir el hábito de la oración a los hijos y lograr que éstos le encuentren un sentido es el reto que tienen los padres en la actualidad.
“Nos acostumbramos a vivir en una sociedad que pretende dejar de lado a Dios, donde los padres ya no enseñan a los hijos a rezar ni a santiguarse. Yo os pregunto: vuestros hijos, vuestros niños, ¿saben hacer la señal de la cruz? Pensadlo. Vuestros nietos, ¿saben hacer la señal de la cruz? ¿Se lo habéis enseñado? Pensad y responded en vuestro corazón. ¿Saben rezar el Padrenuestro? ¿Saben rezar a la Virgen con el Ave María? Pensad y respondeos. Este habituarse a comportamientos no cristianos y de comodidad nos narcotiza el corazón.” (Papa Francisco en la audiencia del 5 de marzo)
Los días pasan rápido, rezamos algunas oraciones en familia, vamos a misa los domingos, llevamos a nuestros hijos a catequesis y en el colegio van a clase de religión. Esto debería bastar.
¿Seguro?
Este domingo cuando recemos el Padrenuestro durante la misa, mira la cara de tu hijo y fijate si lo sabe rezar. Puede ocurrir que demos por supuesto que se lo sabe y no sea así. No podemos tranquilizarnos pensando que ya se lo enseñarán en la catequesis o en religión. Puede que se lo preguntaran en catequesis, no se lo supiera y allí quedó la cosa. Y durante las clases de religión a veces se repasan estas oraciones y a veces no. Dependerá del niño si se las quiere aprender... o no y entonces la nota le subirá o bajará.
Cuando queremos enseñar a nuestros hijos nos preparamos y nos mentalizamos de que durante un determinado espacio de tiempo tendremos que repetir y repetir hasta que aprenda.
Con las oraciones vocales ocurre lo mismo pero además tienen un sentido y una razón de ser. No son un poema. Van dirigidas a Dios o a la Virgen.
Mis padres me enseñaron a hacer la señal de la cruz siempre que salía de casa. Además de repetir la acción todos los días, nos poníamos en manos de Dios y bajo su protección.
Durante esta cuaresma, junto a las oraciones de la noche, durante la bendición de la mesa o en cualquier otro momento en que acostumbremos a rezar juntos todos los días, recemos el Padrenuestro, la oración que Jesús nos enseñó. Empecemos rezando “Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre” durante varios días y luego vamos añadiendo poco a poco el resto de la oración. En internet podemos encontrar dibujos que les ayuden a entender lo que decimos.
Cuando ya se la sepan podemos empezar del mismo modo con el Ave María.
No hacemos otra cosa que poner en acción la obra de misericordia “enseñar al que no sabe” y lograr que la Cuaresma sea “un momento favorable para convertirse al amor a Dios y al prójimo; un amor que sepa hacer propia la actitud de gratuidad y de misericordia del Señor, que «se hizo pobre para enriquecernos con su pobreza» (cf. 2 Cor 8, 9).”
Preces
Jesús nos libera del poder del mal y nos envía a anunciar su misericordia:
R/M Bendito seas por siempre, Señor.
Te damos gracias por la Iglesia,
– en ella podemos recibir el perdón de los pecados y aprendemos a vivir según tu amor.MR/
Te alabamos porque no has abandonado al hombre,
– y, compadecido de nuestra debilidad, sales a nuestro encuentro.MR/
Te damos gracias por los que se entregan con generosidad al servicio del prójimo,
– y por los que han descubierto en su caridad que eres nuestro salvador.MR/
Te alabamos por los bienes de la naturaleza,
– y porque los avances de la ciencia y de la técnica nos permiten usarlos mejor.MR/
Te damos gracias por este nuevo día que podemos vivir en tu presencia,
– y por todas las oportunidades que tendremos de confesar tu nombre.MR/
Intenciones libres
Padre nuestro…
Oración
Oh Dios, que encomendaste al hombre la guarda y el cultivo de la tierra, y creaste la luz del sol en su servicio, concédenos hoy que, con tu luz, trabajemos sin desfallecer para tu gloria y para el bien de nuestro prójimo. Por nuestro Señor Jesucristo.