Sólo bastón y sandalias. Nada de pan, ni dinero, ni alforja ni otra túnica

Juana de Valois, Santa

Reina de Francia, 4 de febrero

Fundadora de la Orden
de la Santísima Anunciación de la Santa Virgen María

Martirologio Romano: En Bourges, de Aquitania, santa Juana de Valois, que siendo reina de Francia, al ser declarado nulo su matrimonio con Luis XII se dedicó a servir a Dios, cultivando una especial piedad hacia la Santa Cruz y fundando la Orden de la Santísima Anunciación de la Santa Virgen María (1505).

Fecha de canoización: 28 de mayo de 1950 por el Papa Pío XII.

Breve Biografía

No por ser hija del rey de Francia iba a pasarlo muy bien en su vida; más bien se puede asegurar todo lo contrario. El conjunto de su existencia fue una mezcla de los sufrimientos más amargos a los que puede estar abocada una persona. Ni querida, ni rica, ni agasajada -como suele hacerse con los príncipes y princesas- ni galanes, ni fiestas palaciegas. Más bien todo lo contrario. Fue despreciada por su padre el rey por desencanto al esperar un hijo varón y nacerle una hembra. Peor asunto cuando se descubre que a su condición de mujer se añade la fealdad de rostro y, por si fuera poco, hay que añadir la incipiente cojera. «Una cosa así» hay que sacarla de la Corte de los Valois. Será el castillo de Linières su sitio para aprender a bordar. Allí pasará una vida monótona y solitaria sin volver a ver a su madre, Carlota de Saboya, desde los cinco años.

Luis XI es, aunque Valois, un tirano, dueño de vidas y haciendas. Ha querido casar a su hija Juana con Luis de Orleáns porque eso sí entra dentro de su juego y engranajes políticos. Ya lo tiene todo dispuesto. Los Orleáns se niegan a emparentar con la fea, coja y jorobada maltrecha Juana; pero las amenazas de muerte por parte del enojadizo rey son cosa seria y el matrimonio de celebra el 8 de setiembre de 1476 en la capilla de Montrichard, aunque el novio ni hable ni mire a la novia. A partir de este acontecimiento, sólo hay visitas del esposo a la malquerida mujer cuando lo manda el rey.

El duque Luis de Orleáns -el esposo de paja- es levantisco; da con sus huesos en la cárcel por rebeldía y la buena esposa despreciada intercede por él ante su hermano, el nuevo rey Carlos VIII. Inesperadamente sube al trono francés el duque de Orleáns por la muerte repentina de Carlos. Ahora es el rey Luis XII y precipitadamente consigue la anulación del matrimonio.

Ya Juana no es reina, sólo duquesa de Berry. Retirada en Bourges funda la Orden de la Anunciación que honre a la Virgen María, aprenda de ella las virtudes y se desviva por los pobres. Es el año 1504 cuando ella hace su propia profesión para morir en santidad el año 1505. La canonización solemne será en Pentecostés del 1950.

Con añadido de matices y divergencias uno piensa si la verdad de esta vida es susceptible de ser narrada como una real versión de «cenicienta». Hay reyes, príncipes y palacios; abundan los desprecios más que duraderos, notables y bien sufridos; el final es feliz en ambos, si bien el del cuento termina aquí mientras que el verdadero es más radiante; un hada madrina -con varita mágica- hizo un papel fugaz en tanto que la Virgen María prestó su ayuda eficaz.

La conciencia de ser enviado

Santo Evangelio según san Marcos 6, 7-13. Jueves IV del Tiempo Ordinario

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Señor, la oración es el mejor medio que me has podido dar para entrar en contacto contigo. Tú me conoces mejor que nadie. Sabes bien qué es lo que más necesito, por ello te pido me lo concedas. Aumenta mi fe, mi esperanza y mi amor por Ti. Señor, enséñame a orar como enseñaste a los discípulos. Pongo mi oración junto a la tuya, para que sea ofrenda por la salvación de las almas.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)

Del santo Evangelio según san Marcos 6, 7-13

En aquel tiempo, llamó Jesús a los Doce, los envió de dos en dos y les dio poder sobre los espíritus inmundos. Les mandó que no llevaran nada para el camino: ni pan, ni mochila, ni dinero en el cinto, sino únicamente un bastón, sandalias y una sola túnica.

Y les dijo: «Cuando entren en una casa, quédense en ella hasta que se vayan de ese lugar. Si en alguna parte no los reciben ni los escuchan, al abandonar ese lugar, sacúdanse el polvo de los pies, como una advertencia para ellos».

Los discípulos se fueron a predicar la conversión. Expulsaban a los demonios, ungían con aceite a los enfermos y los curaban.

Palabra del Señor.

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio.

Sólo bastón y sandalias. Nada de pan, ni dinero, ni alforja ni otra túnica. ¡Curiosas indicaciones! A lo mejor me podría detener a meditar en estos consejos que das a los discípulos que envías a la predicación del Reino. Yo también pertenezco a tu Reino y por ello estos consejos son también para mí.

El bastón no es sólo para apoyarse en los largos trayectos que les esperan a tus discípulos. El bastón es también señal de autoridad y mandato. Lo recomiendas porque el bastón puede ser la señal externa para que reconozcan a los tuyos como embajadores enviados de parte tuya. Esto me recuerda una actitud importante del anunciador del Reino: conciencia de ser enviado.

Las sandalias parecen un elemento importante para todo caminante. No se puede ir descalzo. Recomiendas las sandalias porque ellas permiten caminar con facilidad, sin lastimarse y con más rapidez. Detrás del consejo de las sandalias puede ser que me estés recomendando la virtud del celo apostólico, esa pasión que me lleve a ir siempre por nuevos caminos, a caminar sin descanso, a no dejar de anunciar tu Reino. Sandalias para la perseverancia en la evangelización.

Los otros elementos son aquellos que me pides no llevar: ni pan, ni dinero, ni alforja, ni túnica de cambio. Detrás de ello se esconden mis más profundas necesidades personales, y por ello, son mis seguridades más inmediatas. La enseñanza que me quieres dar con ello es que confíe, que me abandone en tus manos y me deje guiar, proteger, alimentar, cubrir por tu providencia que no abandona a lo que se prestan como colaboradores tuyos.

Que estos consejos que me das hoy me ayuden a ser un mejor discípulo de tu Reino y me capaciten para llevar tu amor allí donde más se necesite.

«Eso es lo que significa ser enviado: seguir a Cristo, y no lanzarnos por delante con nuestras propias fuerzas. El Señor invitará a algunos de vosotros a seguirlo como sacerdotes, y de esta forma convertirse en “pescadores de hombres”. A otros los llamará a la vida religiosa, a otros a la vida matrimonial, a ser padres y madres amorosos. Cualquiera que sea vuestra vocación, os exhorto: ¡sed valientes, sed generosos y, sobre todo, sed alegres!». (Homilía de S.S. Francisco, 30 de noviembre de 2017).

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Hoy procuraré hablar de Jesús o del Evangelio a alguien conocido.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

4 La oración, encuentro de dos libertades

Cada hombre decide libremente hacia dónde quiere caminar, lo que quiere ser. Dios no le impone nada.
 
Un amigo quería entender en qué consistía la oración. Le llamó la atención que definiera la oración como un encuentro interpersonal entre Dios y el hombre. Y yo creo que su sorpresa no se debía al desconocimiento de esta realidad, sino a la maravilla que esto supone. ¡Tratar con Dios Padre! ¡Tratar de yo a Tú con Jesucristo! ¡Ver que su mirada se clava en tus ojos, verle acercarse a ti, acogerle, escucharle, responderle, abrazarle...!

1. Dios invita al hombre al diálogo con Él.

Aquí tenemos uno de los misterios más grandes: Dios que se basta, que no necesita de nada y de nadie, sueña al hombre, lo crea y le da la dignidad de hijo suyo para desarrollar una vida familiar con él, en el tiempo y en la eternidad.

"Por haber sido hecho a imagen de Dios, el ser humano tiene la dignidad de persona; no es solamente algo, sino alguien, capaz de conocerse, de poseerse, de entregarse libremente y de entrar en comunión con otras personas. Al mismo tiempo, por la gracia, está llamado a una alianza con su Creador, a ofrecerle una respuesta de fe y amor que nadie más puede dar en su lugar."(Benedicto XVI, Mensaje para la jornada mundial de la paz, 1 de enero de 2007).

La razón más alta de la dignidad humana consiste en la vocación del hombre a la comunión con Dios. El hombre es invitado al diálogo con Dios desde su nacimiento; pues no existe sino porque, creado por Dios por amor, es conservado siempre por amor; y no vive plenamente según la verdad si no reconoce libremente aquel amor y se entrega a su Creador (GS 19,1).

Y le da la capacidad para ello: "Al revelarse a sí mismo, Dios quiere hacer a los hombres capaces de responderle, de conocerle y de amarle más allá de lo que ellos serían capaces por sus propias fuerzas." (cfr. Catecismo n 52)

2. La relación del hombre con Dios es un acto libre.

Cada hombre decide libremente hacia dónde quiere caminar, lo que quiere ser. Dios no le impone nada. Dios atrae, invita, mendiga nuestra atención y nuestra respuesta. Corresponde a cada uno acoger el don de Dios, es un acto personal, libre.

Todo comienza el día de nuestro Bautismo. En nuestro Bautismo recibimos el don de la fe. Y con la fe una nueva vida, la vida de Cristo Resucitado en nosotros. El desarrollo de esa vida en Cristo y con Cristo supone una aceptación libre por parte nuestra. Así que, por un lado tenemos a Dios que libremente nos invita a entrar en su intimidad y por otro al hombre que libremente lo acepta o lo rechaza. Una llamada, una respuesta y un encuentro.

En la catequesis del miércoles pasado, el Papa nos explicó que: "El acto de fe es un acto eminentemente personal, que tiene lugar en lo más profundo y que marca un cambio de dirección, una conversión personal: es mi vida que da un giro, una nueva orientación.

Pero este creer no es el resultado de mi reflexión solitaria, no es el producto de mi pensamiento, sino que es el resultado de una relación, de un diálogo en el que hay un escuchar, un recibir, y un responder; es el comunicarse con Jesús, el que me hace salir de mi "yo", encerrado en mí mismo, para abrirme al amor de Dios Padre. Es como un renacimiento en el que me descubro unido no solo a Jesús, sino también a todos aquellos que han caminado y caminan por el mismo camino; y este nuevo nacimiento, que comienza con el Bautismo, continúa a lo largo del curso de la vida." (Catequesis de Benedicto XVI, 31 de octubre 2012).

En eso consiste la vida de oración: en vivir nuestra condición de hijos de Dios, en desarrollar una relación personal con nuestro Padre, Redentor y Guía; en poner nuestra fe en acto. Dios nos creó para hacer vida con Él, para vivir en comunión con Él, para caminar con Él en el jardín del Edén en la brisa de la tarde (cfr. Gn 3,8), y espera nuestra respuesta.
Esto es simplemente maravilloso.
Como dice la canción que les pongo al fondo de este artículo: "Y hay gente que no reza, ¡qué pena!"

3. El anhelo de Jesús: instaurar Su Reino en mí y a través de mí.

"He venido a traer fuego a la tierra y qué quiero sino que arda" (Lc 12, 49). En el Bautismo Dios nos hace hijos suyos y nos traza un ideal: Jesucristo. Somos hijos destinados a ser como el Hijo. El día de nuestro Bautismo Dios prendió fuego en nuestra alma, el Espíritu Santo se estableció en nosotros, desde entonces somos templo de la Trinidad. Pero el fuego debe arder. Debemos dejarnos quemar por el fuego de Su amor, Cristo ha de reinar en cada uno de nosotros. El Reino de Cristo que debe establecerse en nuestros corazones es Cristo mismo.

Esto supone un proceso de purificación, de renuncia al pecado y apertura a la gracia de Dios, para que sea Él quien viva en nosotros. En este proceso, Su gracia nos penetra y nosotros nos penetramos de Él. Podemos imaginar que nosotros mismos somos una materia fría como el acero, a veces dura y resistente. O como el carbón, una materia oscura, opaca. Cuando la gracia se acerca y "se encarna" en nuestras vidas como un fuego encendido e incesante, nos convertimos en acero incandescente, en brasas ardientes y luminosas. No se encuentran ya el fuego por un lado y el acero por otro, sino tan sólo acero incandescente. No vemos ya una llama que abraza un leño, sino una brasa.

Así es como a través del trato con Cristo en la oración le vamos conociendo con un conocimiento interior fundado en la fe y en el amor, un conocimiento personal, vivo, experiencial, y nos vamos dejando transformar por Él, caminando hacia la identificación con Él.

Un cristianismo sin liturgia es un cristianismo sin Cristo

Catequesis del Papa Francisco, 3 de febrero de 2021.

La misa no puede ser sólo escuchada, como si nosotros fuéramos solo espectadores de algo que se desliza sin involucrarnos. La Misa siempre es celebrada, y no solo por el sacerdote que la preside, sino por todos los cristianos que la viven. En la Audiencia General del miércoles 3 de febrero el Papa Francisco reflexionó sobre el nexo entre la oración y la liturgia.

Francisco comenzó recordando que a lo largo de la historia de la Iglesia ha estado presente la tentación de practicar un “cristianismo intimista”, es decir, una religiosidad que no reconocía a la liturgia su importancia espiritual. Esto llevó a que muchos fieles, participando incluso a la Misa dominical, le hayan quitado importancia, y hayan buscado alimento para su fe y su vida espiritual en fuentes devocionales y no en la liturgia.

La espiritualidad cristiana tiene sus raíces en la celebración de los santos misterios

Sin embargo, en los últimos decenios, la Constitución sobre la Liturgia del Vaticano II subrayó la importancia en la vida de los cristianos de la divina liturgia, pues en ella se encuentra esa mediación objetiva solicitada por el hecho de que Jesucristo no es una idea o un sentimiento, sino una Persona viviente, y su Misterio, un evento histórico.

La oración de los cristianos pasa a través de mediaciones concretas: la Sagrada Escritura, los Sacramentos, los ritos litúrgicos, la comunidad. En la vida cristiana no se prescinde de la esfera corpórea y material, porque en Jesucristo esta se ha convertido en camino de salvación. Podríamos decir que incluso sí, ahora tenemos que rezar con el cuerpo. El cuerpo entra en la oración.

Un cristianismo sin liturgia es un cristianismo sin Cristo

La liturgia, explicó el Papa, “no es solo oración espontánea, sino acción de la Iglesia y encuentro con Cristo mismo”, y, por lo tanto, “no existe espiritualidad cristiana que no tenga como fuente la celebración de los divinos misterios”.

La liturgia es evento, es acontecimiento, es presencia, es encuentro. Es un encuentro con Cristo. Cristo se hace presente en el Espíritu Santo a través de los signos sacramentales: de aquí deriva para nosotros los cristianos la necesidad de participar en los divinos misterios. Un cristianismo sin liturgia me atrevería a decir que quizás es un cristianismo sin Cristo.

Incluso en el rito más despojado, - afirmó el Santo Padre- como el que algunos cristianos han celebrado y celebran en los lugares de prisión, o en el escondite de una casa durante los tiempos de persecución, Cristo se hace realmente presente y se dona a sus fieles.

La liturgia pide ser celebrada con fervor

La liturgia, además, pide ser celebrada “con fervor”, para “que la gracia derramada en el rito no se disperse, sino que alcance la vivencia de cada uno”.

Cada vez que celebramos un Bautismo, o consagramos el pan y el vino en la Eucaristía, o ungimos con óleo santo el cuerpo de un enfermo, ¡Cristo está aquí! Es Él quien hace, es Él quien está presente. Está presente como cuando sanaba los miembros débiles de un enfermo, o entregaba en la Última Cena su testamento para la salvación del mundo.

La Misa no puede ser sólo “escuchada”

Así, la Misa no puede ser solo “escuchada”: “voy a escuchar misa”, no es una expresión “correcta”, dijo Francisco, porque la misa “es siempre celebrada”:

La misa no se puede escuchar sin más, como si nosotros fuéramos solo espectadores de algo que se desliza sin involucrarnos. La Misa siempre es celebrada, y no solo por el sacerdote que la preside, sino por todos los cristianos que la viven. ¡El centro es Cristo! Todos nosotros, en la diversidad de los dones y de los ministerios, todos nos unimos a su acción, porque es Él, Cristo, el Protagonista de la liturgia.

En la liturgia rezas con Cristo a tu lado

El Pontífice hizo presente que cuando los primeros cristianos empezaron a vivir su culto, lo hicieron "actualizando los gestos y las palabras de Jesús", con la luz y la fuerza del Espíritu Santo, para que su vida, alcanzada por esa gracia, se convirtiera en sacrificio espiritual ofrecido a Dios. Un enfoque que fue una “revolución”, pues la vida está llamada a convertirse en culto a Dios. Algo que, sin embargo, “no puede suceder sin la oración, especialmente, la oración litúrgica”.

Que este pensamiento nos ayude a todos cuando vamos a misa el domingo: voy a rezar en comunidad, voy a rezar con Cristo que está presente. Cuando vamos a la celebración de un bautismo, por ejemplo, está Cristo allí, presente, que bautiza. "Pero, padre, esto es una idea, una forma de decir...": no, no es una forma de decir. Cristo está presente y en la liturgia rezas con Cristo a tu lado.

Al final de la catequesis de esta mañana y tras los saludos del Santo Padre antes de concluir la Audiencia General desde la Biblioteca del Palacio Apostólico, el Papa recordó que mañana se celebrará la Primera Jornada Internacional de la Fraternidad Humana, establecida recientemente mediante una Resolución de la Asamblea General de las Naciones Unidas.

Traducir la fe para la humanidad de hoy

El Papa Francisco ha dirigido un discurso a los miembros de la Comisión Teológica Internacional.

La Comisión Teológica Internacional, fue instituida por San Pablo VI el 11 de abril de 1969 “como fruto del Concilio Vaticano II, para crear un nuevo puente entre la teología y el Magisterio”, afirma el Papa Francisco. La misión de la Comisión consiste en ayudar a la Santa Sede, y en particular a la Congregación para la Doctrina de la Fe, en el examen de las cuestiones doctrinales de mayor importancia y actualidad.

La Comisión está compuesta por teólogos de diferentes escuelas y naciones, que destacan por ciencia y fidelidad al Magisterio de la Iglesia. Los miembros —cuyo número no supera los treinta— son nombrados por el Santo Padre por un período de cinco años, tras la propuesta del cardenal prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe y después de consultar a las Conferencias Episcopales. A lo largo de su historia la Comisión ha publicado, con la aprobación de su presidente 29 documentos.

Sinodalidad, libertad religiosa y sacramentalidad

En su discurso, el Papa Francisco subraya la publicación de dos textos de singular importancia: “El primero ofrece una clarificación teológica sobre la sinodalidad en la vida y misión de la Iglesia.”, y continúa el Papa: “Como saben, este tema está muy cerca de mi corazón: la sinodalidad es un estilo, es caminar juntos, y es lo que el Señor espera de la Iglesia en el tercer milenio”.

El Papa insistió: “La sinodalidad es un camino eclesial que tiene un alma que es el Espíritu Santo. Sin el Espíritu Santo no hay sinodalidad”.

El segundo texto “propone un discernimiento sobre las diferentes interpretaciones de la libertad religiosa hoy”, sobre lo que el Papa puntualiza: “El respeto sincero de la libertad religiosa, cultivada en un diálogo fructífero entre el Estado y las religiones, y entre las propias religiones, es más bien una gran contribución al bien de todos y a la paz”.

Otro tema sobre el cual también se ha reflexionado, afirma Francisco, es el de “la sacramentalidad como estructura constitutiva del encuentro entre Dios y el hombre, subrayando la necesidad de superar las diversas formas de disociación entre fe y vida sacramental”.

Los teólogos y la misión de la Iglesia

El Papa insiste en el rol de los teólogos: “son mediadores entre la fe y las culturas, y de este modo participan en la misión esencial de la Iglesia: la evangelización. Ustedes tienen la misión de generar el Evangelio: están llamados a sacarlo a la luz. De hecho, están escuchando lo que el Espíritu dice hoy a las Iglesias de las diversas culturas para sacar a la luz aspectos siempre nuevos del misterio inagotable de Cristo, en el que "se esconden todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento" (Col 2,3).

Francisco subrayó la importancia de la reflexión teológica, que tiene que ir a las cosas que “no son claras y arriesgadas en la discusión”, pero, por otro lado, “A la gente, siempre la comida sólida que alimenta la fe”.

La teología es la encarnación de la fe en la vida

Francisco insiste en que la teología “traduce la fe para el hombre de hoy, para que cada uno se sienta más cerca y se sienta abrazado por la Iglesia, tomado de la mano donde está, y acompañado para saborear la dulzura del kerigma y su novedad intemporal. La teología está llamada a esto: no es una disquisición pedagógica sobre la vida, sino la encarnación de la fe en la vida”.

Seguidamente en su discurso, el Papa invitó a no olvidar dos dimensiones del quehacer teológico: primera, “la vida espiritual (…) en la apertura al Espíritu Santo se puede comprender y traducir la Palabra y hacer la voluntad del Padre”. Segunda, “la vida eclesial” y afirmó: “La teología no se hace como individuos, sino en comunidad, al servicio de todos, para difundir el buen gusto del Evangelio a los hermanos y hermanas de nuestro tiempo, siempre con dulzura y respeto”.

¿Qué me enseñaron los Zombies?

Aunque da miedo debes afrontarlo.

Soy un millennial, un joven que vio evolucionar el mundo en apenas dos decádas. Pasamos de los cassettes a los discman, de los Nintendo 64 a los PlayStation, de los VHS a los DVD’s. En fin, hemos visto el mundo cambiar frente a nuestros ojos. Esta evolución se ve reflejada en muchos ámbitos, uno de ellos son las películas.

Esto quizá le espante a muchos: los Zombies. Son una evolución desde mitad del siglo pasado. Nace el cine y con ello las películas de terror que cada vez conquistan a mayor cantidad de público. Vinieron las grandes pesadillas en Elm Street, la saga de Jack el destripador, luego El Aro, Scream, El exorcista, Chucky, la Monja, etc. Una colección de películas que yacen guardadas en algún desván. Con el tiempo también evolucionó el terror, por lo menos en el ámbito del cine. Ahora nos parece mucho más terrible ver a los muertos vivientes rondando por la tierra que lucha por sobrevivir. Pero, ¿qué tienen estos films que atraen tanto y nos causan tanto terror?
 
Un mundo que se contagia rápidamente de un brutal virus que le hace perder la conciencia de sí, le desinhibe, le cambia de aspecto, le transforma. Un virus que nos lleva al extremo de la salvajidad, rosando nuestros más bajos instintos y sacando lo más animal que puede haber. Un virus que lleva al hombre a atacar a sus semejantes, a querer deborarles, a matarlos. Eso ya no seremos nosotros ciertamente. Pero, ¿acaso no te da miedo imaginar un mundo así?

Nadie quiere luchar por su vida día tras día sin saber si va a llegar a la semana siguiente. Los sentidos deben agudizarse, se debe mantener la calma y pasar desapercibido en las grandes poblaciones para no atraer el odio de esos salvajes seres. Pero no que el mundo casi deshabitado nos aterre demasiado, en el fondo:

Nos aterra la idea de luchar contra nuestros semejantes, contra una sociedad de personas que ya no tienen conciencia, que se muestran hostiles, que buscan hacer daño y matar.

Nos aterra sobremanera tener que lidiar con un mundo que ya no escucha, que ya no defiende los derechos, que no se preocupa por el otro: un mundo que ha olvidado a su prójimo. Un mundo donde lo más salvaje impera, donde las fuerzas del enemigo son mayores a las nuestras, donde parece reinar el mal. En fin… donde al parecer no hay esperanza de salvación. Con todo esto me ha venido una luz: ¿se puede sacar algo bueno de todo este mal? Claro que sí, hay muchas cosas.

Entonces, ¿qué me enseñaron los Zombies sobre la fe?

Los zombies me enseñaron que no tengo que esperar el fin del mundo para preocuparme por mi vida y tomar las riendas de ella. Me enseñaron que permanecer unidos siempre es mejor que vivir aislados. Me enseñaron a preocuparme de los más débiles y ayudarles en sus necesidades. Me enseñaron a no encerrarme en mí mismo, sino a vivir para los demás. Me enseñaron que la esperanza en el ser humano jamás se pierde a pesar de las barbaridades que podamos hacer en nuestro mundo. En fin, son tantas cosas las que podría mencionar, pero me quedaría con el resumen de todo esto:

Me enseñaron a tener fe en las mismas personas. Que se puede confiar en el otro, que la esperanza jamás se va. Porque donde haya una persona que ame, habrá amor. Donde haya una persona que ayude a las demás, sobrevivirá la solidaridad.

Así es. Donde haya un corazón bondadoso (que siempre lo hay), habrá esperanza en la humanidad. No podemos dar todo por perdido. En el momento en que las nubes tapan el sol es cuando debemos recordar el aspecto del sol y su calor abrasador. Cuando seamos azotados por las olas del mar debemos traer a la memoria los días que pasamos en tierra firme. Cuando el agua nos llegue hasta el cuello es cuando debemos aprender a nadar.

Entonces, sí hay esperanza en el hombre. Yo sigo creyendo en la humanidad.

Pero ¿cómo?

Necesitamos ver el mundo con ojos de fe. Los problemas, las guerras, conflictos, descuerdos, enfrentamientos, luchas de poder, regímenes políticos totalitarios, etc. todo ello se puede ver con ojos de fe y percibir la huella de Dios que hay detrás. Debemos alzar la mirada de las cosas terrenas para luchar por un mundo mejor. Esa mirada sólo se consigue con unos ojos de fe. Unos ojos que no se quedan pegados viendo como el mal hace de las suyas, sino que se transforma en acción y sale a ayudar. Esa mirada de fe nos guiará por el buen camino llueve, truene o relampaguee, moviéndonos a seguir confiando, a no perder la esperanza.

Espero que la próxima vez que veas algo sobre Zombies te acuerdes de esta reflexión y renueves tu fe en las personas, en la bondad, en la esperanza que jamás nos dejará. Pídele al Señor unos ojos grandes de fe para ver el mundo como lo vería Él. Cuenta con mis oraciones.

Me han diagnosticado cáncer

Postrada en la cama he pensado mucho en ti. No te entiendo. Pero voy entendiendo que lo que vale realmente es la vida, y ésta no termina con mi enfermedad y muerte física.

Hola Jesús,

Señor, buenas noches. No sé si son buenas. Me han diagnosticado esta mañana un cáncer. Mi familia está hundida. No se lo quiere creer. Esta noche, sin poder conciliar el sueño, me dirijo a ti como el salmista: "Estoy agotada de gemir, de noche lloro sobre el lecho, riego mi cama con lágrimas".

Me rebelo contra ti. ¿Por qué has permitido que me entre esta enfermedad tan temible? ¿No eres tú el Dios de la vida y del amor? ¿Cómo es posible que me toque a mí, tan joven y con el mundo abierto a la ilusión? ¿Por qué mis padres lloran tanto y no encuentran consuelo? Esta vez, Señor, me la has jugado bien.

Mi conciencia se ha oscurecido ante la sombra maldita de este mal que corroe mi salud poco a poco. Me cuesta mucho salir de esta situación. Me abruma la pena, el desconcierto. Ni siquiera mis padres aceptan las palabras del doctor.

¿Qué hacer?, me pregunto en estas duras horas de soledad. Tan sólo me han dado unos meses de vida. No me lo puedo creer. Y así me tienes, postrada en la cama. He pensado mucho en ti. Demasiado. No te entiendo. Pero al dirigirme a ti con las palabras de tu salmo, voy entendiendo y aceptando que lo que vale realmente es la vida. Y ésta no termina con mi enfermedad y muerte física.

Ahora más que nunca, Señor, entiendo tu muerte en la cruz. Desde ella contemplo mi cuerpo agotado y unido al tuyo en la cruz. Desde ella percibo en mi cuerpo débil que estoy llamada a estar contigo, tras mis pocos años pasados aquí con mis padres, mi familia y mis muchas amistades. Ahora, cuando la luz del sol ha abierto sus puertas a la naturaleza, me doy cuenta de que si no acepto esta realidad de mi futura muerte, todo será inútil. Y, sin embargo, sé que mis sufrimientos unidos a los tuyos, servirán para la purificación de otros seres humanos que, con el mismo mal, se debaten y se quedan obnubilados ante la desgracia que azota sus propias carnes.

Yo, no obstante, Señor, tras esta noche pasada en blanco, me siento, en este bello amanecer, más tranquila. Me he preguntado durante estas horas el camino que debía elegir.¿Desesperarme? ¿Caer en depresión?... He leído despacio algunos salmos. El 7 me ha impactado de tal manera que he encontrado en él un consuelo y una paz que no esperaba. “Señor, mi refugio y mi escudo”.

En tus palabras he visto, no su significado externo, sino el interno. Ahora que me encuentro sumida en una dificultad real y grave, anhelo con toda mi alma que me des fuerzas para afrontarla. No quiero otra cosa que ponerme en tus manos. Mi idea sería que me curaras, pero en tus manos anhelo que sea tu voluntad la que se cumpla y no la mía. Ya sabes que me gustaría ver mis cosas a mi modo. Sin embargo, deseo aprender en este tiempo a verlas como tú las ves.

Pero ten en cuenta, Señor, que voy a luchar con todas mis fuerzas y la ayuda de la ciencia para que mi mal, si es tu voluntad, desaparezca de mi cuerpo joven, atenazado por el aguijón de la muerte futura próxima.

Quiero agradecerte los años que me has concedido de vida en este mundo. A ti, el primero, y después a todos cuantos han hecho de mí una persona creyente. Esta fe me lanza a ver en mi cáncer una manifestación del dolor que sufre el mundo. Un dolor que, unido al tuyo y al de la toda la humanidad, hará que mi alma y mi persona entera se purifiquen como el oro en el crisol.

No permitas, Señor, que mis seres queridos se entristezcan. Mi vida , como la de todos los seres humanos, es un lento morir a las realidades de este mundo físico para entrar en el celestial. Ahora me doy cuenta de que todo afán y todo cuanto hacemos en esta vida material debe tener como norte y fin el encuentro contigo, cuando tú lo digas, cuando llegue tu hora.

Quisiera que mi último suspiro fuera decirte “qué admirable es tu nombre en toda la tierra”.

Con esta fe, esperanza y amor, manténme alegre, incluso en el dolor y con mi “hermano el cáncer.”
Gracias, Señor por leer esta carta desde mi cruz del sufrimiento que me une a ti y a todos los sufrientes de esta humanidad.

Te quiere mucho, María del Mar, 20 años

PRECES

Jesús quiere que su salvación llegue a todos los hombres. Conscientes de que cuenta con nuestra libertad, le decimos:
R/MHaznos testigos de tu amor.
Que todos los cristianos sintamos la llamada a comunicar el evangelio,
– y nuestra vida sea signo de la fe que profesamos.MR/
Acompaña a los misioneros, a los predicadores y catequistas,
– haz que encuentren la manera adecuada para darte a conocer y mover los corazones hacia ti.MR/
Te pedimos por todos los que hoy se han de enfrentar a graves problemas,
– que no les falte tu protección y encuentren personas que les ayuden.MR/
Fortalece a los cristianos que sufren persecución,
– para que pronto disfruten de la libertad para celebrar su fe.MR/
Que durante el día de hoy no seamos cómplices del mal,
– y todas nuestras actividades sean para alabanza de tu nombre.MR/
Intenciones libres
Padre nuestro…

ORACIÓN

Concédenos, Señor, que nos sea siempre anunciada la salvación, para que, libres de temor, arrancados de la mano de los enemigos te sirvamos fielmente con santidad y justicia todos nuestros días. Por nuestro Señor Jesucristo.

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