Todos los que le tocaban quedaban curados

Josefina Bakhita, Santa

Memoria Litúrgica, 8 de febrero

Virgen

Martirologio Romano: Virgen, nacida en la región de Darfur, en Sudán, que, siendo aún niña, fue raptada y vendida en diversos mercados africanos de esclavos, sufriendo dura cautividad. Al obtener la libertad, abrazó la fe cristiana e ingresó en el Instituto de Hijas de la Caridad (Canosianas), y pasó el resto de su vida en Schio, en el territorio italiano de Vicenza, entregada a Cristo y al servicio del prójimo († 1947).

Fecha de beatificación: 17 de mayho de 1992 por S.S. Juan Pablo II
Fecha de canonización: 1 de octubre de 2000 por el Papa San Juan Pablo II

Breve Biografía

La verdadera fortuna es conocer, amar y servir a Dios. El nombre "Bakhita" significa "afortunada" y nuestra santa ciertamente lo es. Sin embargo, esa fortuna no le vino nada fácil. Bakhita es el nombre que recibió cuando fue secuestrada mientras que fue bautizada con el nombre de Josefina.

De su vida no se conocen datos exactos. Se cree que es de Olgossa en Darfur, y que nació en 1869. Vivió su infancia con sus padres, tres hermanos y dos hermanas, una de ellas su gemela.

Su vida fue profundamente marcada cuando unos negreros llegaron a Olgossa y capturaron a su hermana. En su biografía escribió: "Recuerdo cuánto lloró mamá y cuánto lloramos todos". También cuento su propia experiencia al encontrarse con los buscadores de esclavos.

Cuando aproximadamente tenía nueve años, paseaba con una amiga por el campo y vimos de pronto aparecer a dos extranjeros, de los cuales uno le dijo a mi amiga: ´Deja a la niña pequeña ir al bosque a buscarme alguna fruta. Mientras, tú puedes continuar tu camino, te alcanzaremos dentro de poco´. El objetivo de ellos era capturarme, por lo que tenían que alejar a mi amiga para que no pudiera dar la alarma.

Sin sospechar nada obedecí, como siempre hacia. Cuando estaba en el bosque, me percaté que las dos personas estaban detrás de mí, y fue cuando uno de ellos me agarró fuertemente y el otro sacó un cuchillo con el cual me amenazó diciéndome: ´Si gritas, morirás! Síguenos!´".

Fueron esos hombres quienes le pusieron el nombre Bakhita sin comprender a donde ella llegaría. Llevaron a Bakhita a El Obeid donde fue vendida a cinco distintos amos en el mercado de esclavos. Intentó escapar, pero sin éxito. Su cuarto amo fue el peor en sus humillaciones y torturas. Cuando tenía unos 13 años fue tatuada, le realizaron 114 incisiones y para evitar infecciones le colocaron sal durante un mes. Ella cuenta en su biografía: "Sentía que iba a morir en cualquier momento, en especial cuando me colocaban la sal".

El comerciante italiano Calixto Leganini compró a Bakhita en 1882. Era el quinto amo. Ella escribe: "Esta vez fui realmente afortunada porque el nuevo patrón era un hombre bueno y me gustaba. No fui maltratada ni humillada, algo que me parecía completamente irreal, pudiendo llegar incluso a sentirme en paz y tranquilidad".

En 1884 Leganini se vio en la obligación de dejar Jartum, tras la llegada de tropas Mahdis. Bakhita quiso seguir con su amo cuando este se fue a Italia con su amigo Augusto Michieli. La esposa de Michieli los esperaba en Italia y quiso quedarse con uno de los esclavos que traían por lo que se le dió a Bakhita. Con su nueva familia, Bakhita trabajo de niñera y amiga de Minnina, hija de los Michieli.

En 1888 la familia Michieli compró un hotel y se trasladaron a Suakin pero Bakhita decidió quedarse en Italia. Bakhita y Minnina ingresaron al noviciado del Instituto de las Hermanas de la Caridad en Venecia. Esta congregación, fundada en 1808, es mas conocida como Hermanas de Canossa.

Fue en el Instituto que Bakhita conoció de verdad a Cristo y que "Dios había permanecido en su corazón", por lo que le había dado fuerzas para poder soportar la esclavitud, "pero recién en ese momento sabía quien era". Recibió al mismo tiempo el bautismo, la primera comunión y la confirmación, el 9 de enero de 1890, por manos del Cardenal de Venecia. Tomó el nombre cristiano de Josefina Margarita Afortunada.

Al ser bautizada expresó: "¡Aquí llegué a convertirme en una de las hijas de Dios!". Se dice que no sabía como expresar su gozo y en su biografía cuenta que en el Instituto conoció cada día más a Dios, "que me ha traído hasta aquí de esta extraña forma".

La Señora de Michieli volvió del Sudán a llevarse a su hija y a Bakhita, pero con gran valentía Bakhita se negó a ir y prefirió quedarse con las Hermanas de Canossa. Bakhita pudo prevalecer porque la esclavitud era ilegal en Italia. El 7 de diciembre de 1893, a los 38 años de edad profesó en la vida religiosa.

Bakhita fue trasladada a Venecia en 1902, donde trabajó limpiando, cocinando y cuidando a los más pobres. Nunca realizó milagros ni fenómenos sobrenaturales, pero tenía fama de santidad. Siempre fue modesta y humilde, mantuvo una fe firme en su interior y cumplió siempre sus obligaciones diarias.

Mucho le costó escribir su autobiografía en 1910, la cual fue publicada en 1930. En 1929 se le ordena ir a Venecia a contar la historia de su vida. Luego de la publicación de sus memorias, se hizo muy conocida y viajaba por toda Italia dando conferencias y recogiendo fondos para su congregación.

Aunque la salud de Bakhita se fue debilitando hacia sus últimos años y quedó con mucho dolor en silla de ruedas, no dejó de viajar. Falleció el 8 de febrero de 1947 en Schio, siendo sus últimas palabras: "Madonna! Madonna!"

Miles de personas fueron a darle el último adiós, expresando así el respeto y admiración que sentían hacia ella. Fue velada por tres días, durante los cuales, según cuenta la gente, sus articulaciones aún permanecían calientes y las madres cogían su mano para colocarla sobre la cabeza de sus hijos. Josefina se recuerda con veneración en Schio como "Nostra Madre Moretta".

Sus restos incorruptos fueron sepultados bajo el altar de la la iglesia del convento de Schio, Italia.

A LOS ALTARES

En 1959 la diócesis local comenzó las investigaciones sobre su santidad. El 1 de diciembre de 1978 fue declarada Venerable. El 17 de mayo de 1992 fue beatificada por Juan Pablo II, declarándose su fiesta el 8 de febrero. En esa ocasión el Papa reconoció que ella transmitió el mensaje de reconciliación y misericordia.

Bakhita fué canonizada por S.S. Juan Pablo II el 1 de octubre del 2000.

La historia de Bakhita es la de un continente. Ella sufrió graves males en manos de algunos cristianos pero su corazón no se cerró. Supo perdonar a los que la ultrajaron y descubrir que aquellos agravios, aunque cometidos por cristianos, son contrarios al camino de Jesús. Gracias a las religiosas encontró el verdadero rostro de Cristo y entró en Su Iglesia. Nada, ni los malos ejemplos, nos puede apartar del amor de Dios cuando le permitimos reinar en nuestro corazón. Bakhita nos deja este maravilloso testamento de perdón por amor a Cristo: "Si volviese a encontrar a aquellos negreros que me raptaron y torturaron, me arrodillaría para besar sus manos porque, si no hubiese sucedido esto, ahora no sería cristiana y religiosa". El Papa la llamó "Nuestra Hermana Universal".
"Si volviese a encontrar a aquellos negreros que me raptaron y torturaron, me arrodillaría para besar sus manos porque, si no hubiese sucedido esto, ahora no sería cristiana y religiosa".

Bakhita: "Afortunada"

Reconozco que necesito a Dios

Santo Evangelio según san Marcos 6, 53-56. Lunes V del Tiempo Ordinario

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Un día más en el que tengo la gracia de encontrarme contigo. Un día más en el que tengo la necesidad de estar contigo…gracias por este deseo de ti, Señor.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Marcos 6, 53-56
En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos terminaron la travesía del lago y tocaron tierra en Genesaret.
Apenas bajaron de la barca, la gente los reconoció y de toda aquella región acudían a él, a cualquier parte donde sabían que se encontraba, y le llevaban en camillas a los enfermos.
A dondequiera que llegaba, en los poblados, ciudades o caseríos, la gente le ponía a sus enfermos en la calle y le rogaba que por lo menos los dejara tocar la punta de su manto; y cuantos lo tocaban, quedaban curados.

Palabra del Señor.

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

Uno de los actos más hermosos y humildes que existen es el de enamorarse, ya que implica que uno acepte que necesita de otra persona. Requiere saberse y aceptarse necesitado… requiere hacerse vulnerable y reconocerse perturbado ante la ausencia del amado.

Es un acto de humildad porque requiere mostrar lo que realmente uno es… requiere quitarse las vestiduras; quitar los mecanismos de defensa, mirarse a los ojos y decir: «sin ti no puedo hacer nada».

El reconocerme débil y enfermo ante Dios es un verdadero acto de amor. Sólo soy lo que soy bajo la mirada de Dios.

Este reconocimiento de necesidad de Dios es lo que me lleva a conocerme más profundamente y, ahí, ese conocimiento de lo que verdaderamente soy, me lleva a conocer, a experimentar más profundamente, más íntimamente a Dios. Me lleva a buscar a Dios más alegremente, más intensamente, a desear más hondamente tocarle, verle. A desear vivir con Él y en Él.

Señor Jesús, deseo con todo mi corazón poder vivir sólo bajo tu mirada, para así conocerme y conocerte cada día más.

Te necesito, Señor… Te amo, Señor.

«Dios creó el universo pero la creación no termina, Él continuamente sostiene lo que ha creado. En el Evangelio vemos la otra creación de Dios, la de Jesús, que viene a re-crear lo que ha sido estropeado por el pecado. Se ve a Jesús entre la gente, cuando le tocaban eran salvados, es la re-creación. Esta segunda creación es más maravillosa que la primera, este segundo trabajo es más maravilloso. Además, hay otro trabajo, el de la perseverancia en la fe que lo hace el Espíritu Santo».

(Cf Homilía de S.S. Francisco, 9 de febrero de 2015, en santa Marta).

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Buscar tocar a Dios en mi prójimo a través de un acto de caridad oculta.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

¿Por qué las Iglesias ungen con aceite a los enfermos?

Los cuidados a los enfermos, las oraciones de intercesión, y las unciones con aceite son alivios para la enfermedad.

¿POR QUÉ LAS IGLESIAS UNGEN CON ACEITE A LOS ENFERMOS?

JESÚS de Nazareth.

Jesús curaba por medio de signos: imponía las manos, mezclaba saliva con tierra, lo tocaban y salía de Él una fuerza misteriosa que curaba a todos.

Él continúa tocándonos por medio de los sacramentos.

Se compadecía y perdonaba: “-Para que vean que el Hijo del hombre tiene en la tierra poder de perdonar los pecados, dijo al paralítico: ¡Levántate, toma tu camilla y vete a tu casa!”. Y así sucedió.

No vino a llamar a los sanos, sino “a los enfermos”.

Jesús se identificaba con los enfermos: “-Estuve enfermos y me visitaron...”.

Sin embargo, sus curaciones eran signos. De hecho, no curó a todos. Esa dicha está preparada para el cuerpo y la psiquis en la escatología final, en el tiempo de la Resurrección corporal, plenitud de salud y salvación total.

Sus curaciones eran signos para reconocer en Él al Mesías esperado, al Enviado del Padre Dios.

Él trae una victoria y una curación total y superior: La victoria sobre el pecado y sobre la muerte, que es la supresión total de la salud y el sufrimiento más atroz, en el mismo momento en que este llega a su clímax y culmina.

Es el momento de otorgar plenamente la Vida, y la Vida en abundancia, que ya comenzamos a anticipar desde aquí.

JESÚS ENVÍA A CURAR.

“-¡Sanen a los enfermos!”, dice a sus discípulos (Mt. 10, 8).

Ellos brindaban sus cuidados a los enfermos, oraban por ellos, y los ungían con aceite (Mc. 6, 12-13), símbolo de belleza y de salud.

Jesús les asegura que “impondrán las manos sobre los enfermos y los sanarán” (Mc. 16, 17-18).

Algunos tienen el “carisma” de curación por el poder del Espíritu de Jesús Resucitado. El carisma es un “signo” de Dios Padre para construir la Iglesia de su Hijo. De hecho, no todos son curados, sino que es un “signo” (pobre, en última instancia, como pobres somos nosotros), para creer.

De hecho, a Pablo, que padecía, le dice: “-Mi gracia te basta..., que en la tribulación se muestra perfecto Mi poder” (2 Co 2, 9).

Y el mismo apóstol decía que se “alegraba” en sus padecimientos, pues así completaba “lo que falta a los padecimientos de Cristo, a favor de su Cuerpo, que es la Iglesia” (Col 1, 24).

LA EUCARISTÍA.

La Eucaristía es un sacramento vinculado con la vida y la salud total (Jn. 6 – 54-58). Siendo el Pan de Vida.

LOS VOLUNTARIADOS.

Distintos miembros de iglesias cristianas brindan atención, escucha, oración y bienes a los enfermos, visitándolos en los hospitales individualmente y en grupos, en una pastoral de la salud más o menos organizada, según los lugares y circunstancias.

Allí se ve a Jesús en el enfermo, como solían decir los fundadores de las órdenes hospitalarias, como San Camilo de Lellis y otros, que contemplaban al mismo Pobre de Nazareth en el hermano sufriente presa del dolor.

O al Cristo Resucitado con Poder, que sana y salva, brindando con sus cuidados y atenciones, y con esa oración de intercesión, acción de gracias y alabanza, la curación al que hasta hacía poco tiempo carecía de la salud.

UN SACRAMENTO PARA LOS ENFERMOS.

Como decíamos antes, Jesús sigue “tocándonos” por medio de los sacramentos.

Además de sus dichos evangélicos con referencia a la salud, la oración y la unción con óleo o aceite, se desprende de Santiago que de la comunidad apostólica (formada por Jesús y los Apóstoles), surge un rito para el caso de los que sufren la falta de salud de una u otra manera: “llamar a los ancianos de la comunidad (presbíteros –del griego-), para que oren sobre (¿indica imposición de manos?) el enfermo y lo unjan con aceite, invocando el Nombre de Jesús (St. 5, 14).

Es más, dice que la oración hecha con fe CURARÁ al enfermo, el Señor lo hará LEVANTARSE, y se le PERDONARÁN los pecados (St. 5, 15).

¡Qué poder!.

En la Iglesia católica, esta práctica ha quedado como uno de los siete sacramentos, no relegado solamente al momento de la muerte, sino cuando las fuerzas comienzan a flaquear por la enfermedad o la vejez, o por alguna intervención quirúrgica de riesgo (que lo son casi todas).

Los hermanos cristianos evangélicos, tienen en gran aprecio la visita al enfermo, la oración de intercesión por él, y la unción con el aceite, lo practican frecuentemente y, por defecto del sacramento del orden, ha quedado solamente como un sacramental en sus comunidades.

Todas las religiones cuidan a sus enfermos y rezan por ellos, y aún los no creyentes, pero con un corazón noble y sincero, de buena voluntad, brindan sus atenciones a los que sufren.

¿Cuál es tu actitud ante el que sufre enfermedad y dolor, y cuál es tu actitud cuando sufres enfermedad y dolor?

Protejamos la vida en todas sus etapas, la persona no es una mercancía

Los temas al centro de los llamamientos del Santo Padre.

Después de rezar la oración mariana del Ángelus, de este V Domingo del Tiempo Ordinario, el Papa Francisco dirigió dos apremiantes llamamientos en defensa de la vida. El primero fue al recodar que, mañana, en la memoria litúrgica de Santa Josefina Bakhita, religiosa sudanesa que conoció la humillación y el sufrimiento de la esclavitud, se celebra la Jornada de Oración y Reflexión contra la Trata de Personas. “Este año – precisó el Pontífice – el objetivo es trabajar por una economía que no favorezca ni siquiera indirectamente estos rasgos indignos, es decir, una economía que nunca haga del hombre y de la mujer una mercancía, un objeto, sino siempre el fin: el servicio al hombre, a la mujer, pero no utilizarlos como mercancía”. Por ello, el Papa invitó a encomendarnos a Santa Josefina Bakhita para que nos ayude en este propósito.

Sanar todos los ataques a la vida
En el segundo llamamiento, el Santo Padre se unió a los Obispos italianos en la defensa de la vida en todas sus etapas. Bajo el lema: “Libertad es vida”, se celebra hoy en Italia el Día de la Vida. Por ello, el Pontífice recordó que, “la libertad es el gran don que Dios nos ha concedido para buscar y realizar nuestro bien y el de los demás, empezando por el bien primario de la vida”. Nuestra sociedad debe ser ayudada a sanar todos los ataques a la vida – subrayó el Papa – para que pueda ser protegida en cada etapa. Además, el Obispo de Roma manifestó su preocupación por “el invierno demográfico italiano”. “En Italia – señaló el Papa – los nacimientos han descendido y el futuro está en peligro. Tomemos esta preocupación y tratemos de hacer de algún modo que este invierno demográfico termine y florezca una nueva primavera de niños y niñas”.

La alegría del encuentro con los peregrinos
Antes de concluir su alocución, el Papa Francisco manifestó su alegría por el encuentro con los fieles y peregrinos que se dieron cita en la Plaza de San Pedro para rezar el Ángelus. Recordemos que desde el 20 de diciembre de 2020 – último Ángelus que dirigió desde  la ventana del Palacio Apostólico - el Pontífice había dirigido la oración mariana desde la Biblioteca del Palacio Apostólico. “Dirijo mi cordial saludo a todos ustedes, romanos y peregrinos. Estoy contento de verlos de nuevo reunidos en la Plaza, incluso a los habituales, las religiosas españolas aquí, que siempre son buenas, llueva o haga sol, ¡están ahí! También los chicos de la Inmaculada. Todos ustedes. Estoy contento”. A todos les deseo un buen domingo y, pidió por favor que no se olviden de rezar por él.

¿Es lícito practicar deportes de alto riesgo?

Hace falta un motivo justificado para desarrollar una actividad que, aunque sea incidentalmente, comporta un mínimo de riesgo

¿Cuál es la valoración moral de los deportes extremos o de quienes practican deportes peligrosos como el salto en bongee, paracaidismo, buceo entre tiburones, vuelo en ala delta, navegar entre rápidos, escalada libre, corridas de toros... entre otros?

“La norma que preside todas las manifestaciones deportivas en orden a los eventuales peligros a que puede exponerse el hombre se remonta al quinto mandamiento: no matar, no abreviar tu vida, no insidiarla, no perjudicar tu propio organismo. Nuestra vida es un capital que es preciso cuidar de los modos y maneras más parecidos a una sabia administración. Si el cuerpo y el espíritu lo exigen para reforzar las estructuras originales y el desarrollo de las capacidades superiores, el organismo puede ser sometido a deportes que incluso comportan cierto riesgo de lesiones”. (G. Perico, voz “Deporte”, Diccionario Enciclopédico de Teología Moral, Paulinas 1980, p. 200).

La clave para acertar en un juicio moral depende del factor “riesgo”. Los riesgos de una actividad pueden surgir de dos fuentes diversas:

a) Los riesgos se consideran debidos a factores extrínsecos, cuando no están en la intención misma de tal o cual deporte ni se siguen necesariamente del ejercicio de ese deporte. Así por ejemplo, en el automovilismo el riesgo que depende de las situaciones climáticas adversas, o desperfectos en las máquinas de carrera, o del ejercicio de ese deporte más allá de ciertos límites de velocidad o en determinados circuitos poco seguros.

Este tipo de riesgos extrínsecos, a su vez, habrá que ver si son previsibles o no, y si son graves o leves.

Juicio moral: cuando el riesgo es debido sólo a factores extrínsecos, es lícita toda actividad deportiva mientras se ponga en acto, antes y durante el desarrollo de tal actividad, todas las medidas capaces de reducir el grado de riesgo al mínimo posible, hasta el punto de dejar subsistir sólo un cierto riesgo dependiente de factores incidentales imprevisibles. Dicho de otra manera: mientras subsisten peligros que pueden ser eliminados, no es moralmente lícito exponer la vida o la salud, porque esto equivaldría a posponer la vida a otros valores inferiores a ella.

Además hace falta un motivo justificado para desarrollar una actividad que, aunque sea incidentalmente, comporta un mínimo de riesgo. Son motivos suficientes la educación del carácter o de la voluntad, la sana diversión, la utilidad para la vida física individual o social, etc.

En esta categoría pueden colocarse el montañismo, el motociclismo, el automovilismo, etc., cuando las medidas de seguridad optimizan las condiciones del ejercicio de estos deportes (poniendo límites a la velocidad, equipamiento obligatorio, preparación física suficiente, etc.).

Evidentemente, también hay que tener en cuenta que aquello que no representa un riesgo próximo para una persona suficientemente entrenada, sí puede representar un riesgo grave para otra no suficientemente preparada. Así mientras para algunos es lícito, no lo es para otros.

b) Los riesgos se consideran debidos a factores intrínsecos cuando el peligro es intrínseco a la naturaleza de la actividad o del deporte en cuestión. Por ejemplo, en el boxeo, el riesgo de golpear la cabeza del púgil es intrínseco, pues tales golpes están en la intención y en la técnica del mismo deporte: se intenta dejar al adversario en condiciones de no poder continuar combatiendo.

Este tipo de riesgos son siempre previsibles. Habrá que ver si son graves (o sea, que implican peligro para la vida, o daño notable para la salud) o leves.

Juicio moral: los riesgos intrínsecos graves que tienen una relación de causa-efecto con el deporte que los causa son ilícitos e inmorales. El deber que se impone es quitar la causa, es decir, eliminar la actividad. El motivo es que no es lícito exponerse a actividades innecesarias que comportan peligros graves ineliminables.

La mayoría de los moralistas considera como el ejemplo más notorio de este tipo de actividades ilícitas el boxeo, al menos el boxeo profesional. En la segunda mitad del siglo XX se conocen aproximadamente unas 400 muertes producidas sobre el ring. Sin llegar a tanto, es evidente que entre las consecuencias de este deporte se han de enumerar las lesiones cerebrales que implican un acortamiento de la vida y pérdida de lucidez en las facultades mentales (al punto que se habla de la encefalopatía crónica progresiva como la enfermedad de los boxeadores profesionales).

A esto hay que añadir que esta actividad (que no puede ser encuadrada propiamente bajo el concepto de deporte) despierta en quien la practica y en los espectadores la “saevitia” (violencia en el sentido de crueldad), es decir, el complacerse en el sufrimiento físico del prójimo, lo cual “es una especie de bestialidad, pues tal delectación no es humana sino bestial, proveniente o de la mala costumbre, o de la corrupción de la naturaleza como las demás afecciones bestiales” (Santo Tomás, II-II,159). El mismo vicio se extiende frecuentemente a los espectadores y hay que tener en cuenta que es reprobable todo cuanto fomenta el interés complacido y la fruición por los gestos de violencia.

A este tipo de actividad pueden equipararse otros “deportes” que implican lucha con violencia y daño propio y del adversario. No entra, en cambio, en esta categoría (sino en la anterior) el llamado “boxeo de palestra” (y todos aquellos modos de lucha se equiparan a él) que sólo es un ejercicio de músculos con tales garantías de seguridad que casi eliminan todo tipo de riesgos.

Bibliografía: Elio Sgreccia, Manuale di Bioetica, Milano 1991, II, pp. 330-333; Ciccone, L., Non uccidere, Milano 1988, p. 408-427.

Querer ayudar sin saber cómo

Vemos el problema. Sentimos un deseo íntimo de tender la mano. Pensamos cómo hacerlo, pero todas las puertas parecen cerradas.

Por: P. Fernando Pascual LC | Fuente: Catholic.net

Vemos el problema. Sentimos un deseo íntimo de tender la mano. Pensamos cómo hacerlo, pero todas las puertas parecen cerradas.

Si hablo, ¿qué palabras decir? ¿Cómo encontrar la manera para ser aceptado? ¿En qué modos dar a entender que busco el bien del otro? ¿Cómo superar prevenciones, miedos, suspicacias?

Si callo, ¿no seré interpretado como un cobarde? ¿No pensarán que soy indiferente al sufrimiento ajeno? ¿No dirán que prefiero evitar problemas para encerrarme en mi mundo de egoísmos?

Si escribo, ¿qué ocurrirá con las líneas que prepare? ¿A quién llegarán? ¿Seré capaz de expresar con tacto, con claridad, una idea que, espero, sirva para ayudar al otro?

Además, hay ocasiones en las que ni yo mismo veo caminos abiertos para salir del túnel. Los problemas están allí. Hacen sufrir a un familiar, a un amigo, a un compañero de trabajo. Pero, ¿hay solución? Me duele no ver la manera concreta con la que acompañar a quien sufre, tal vez muy cerca de mi vida.

A pesar de todo, queda siempre abierta la posibilidad de rezar. Es entonces cuando alzamos el corazón hacia el cielo, cuando suplicamos al Padre de la misericordia, ayuda, luz, fuerza, consuelo para quien lo necesita, para quien queremos sea auxiliado.

Quiero, Señor, tender la mano. No sé cómo. Suple, pues, mis límites, y no dejes sucumbir a mi hermano en la tristeza, en la amargura, en el odio, en el pecado. Dame fuerzas para saber estar a su lado, para encontrar modos concreto de acompañarle en su pena, para acercarlo a Ti, Padre bueno.

Permíteme, más allá de mis límites, ser un buen samaritano. Enséñame a compartir ese Amor tan grande que has puesto en mi vida. Un Amor que deseas ofrecer también a cada uno de mis hermanos más pequeños...

Número de hijos y salud del planeta

Entre los seres vivos, también cada ser humano influye, en ocasiones seriamente, en el equilibrio del ambiente que nos permite existir.

Cada ser vivo influye, con mayor o menor medida, en el planeta Tierra. Entre los seres vivos, también cada ser humano influye, en ocasiones seriamente, en el equilibrio del ambiente que nos permite existir.

En este contexto surge en algunos la pregunta sobre el número de hijos que genere cada pareja. ¿Tener más hijos provocaría un mayor daño al ambiente? ¿Tener menos hijos llevaría a mejorar las condiciones externas y a respetar la ecología? No resulta fácil ofrecer respuestas exhaustivas por la cantidad de aspectos que habría que tener en cuenta. Estas líneas se fijan en cuatro que merecen una reflexión seria y equilibrada.

Lo primero que hace falta recordar es lo siguiente: no todos los seres humanos influyen de igual modo en el ambiente.

Ello explica que una familia con 6 hijos puede tener un impacto sobre el planeta mucho menor que un soltero sin hijos, según los estilos de vida que adopten la familia y la persona que vive sola, respectivamente.

Porque si esa familia numerosa, por elección o por necesidad, vive con pocos aparatos, con un escaso uso de electricidad, con una dieta bastante reducida, sin un coche, sin sistemas de calefacción o de refrigeración, será mucho más “ecológica” que el individuo que vive sin hijos pero que usa continuamente un yet particular...

Este primer aspecto pone de relieve que el punto central no está en el número de hijos, sino en los estilos de vida que cada uno puede escoger. Desde luego, una familia con muchos hijos y que adopta un nivel de vida lleno de aparatos y de viajes generará consecuencias ecológicas de enorme importancia. Pero no sería correcto considerar a tal familia como irresponsable por tener tantos hijos, sino por la manera consumística en la que vive...

Tener esto en cuenta no significa ignorar la importancia de los números. El influjo que tienen en un territorio 100 personas que usan razonablemente de los recursos de nuestro mundo será siempre menor que lo que generen 1000 personas con un tenor de vida semejante al de las 100 personas en ese mismo territorio. Lo que se intenta evidenciar es la complejidad del tema y la importancia de las opciones y comportamientos que adopten cada individuo y cada familia, para no fijarnos solo en los números.

El segundo aspecto se refiere a lo difícil que resulta evaluar el impacto que tiene la especie humana en una perspectiva que tenga en cuenta todo el globo terráqueo. Son tantas las variables y tantos los aspectos a considerar, que establecer cuál sería el número total de habitantes que “soporte” la Tierra resulta prácticamente imposible.

Lo que sí resultaría más asequible es estudiar el tema en territorios reducidos. Ciertamente, existe el comercio y muchos alimentos pasan de un continente a otro. Además, durante siglos cientos y miles de personas, en situaciones de comida o de agua en una zona concreta, han optado por desplazarse a otros territorios. Pero es obvio que si en un determinado momento las familias constatan que tener hijos es condenarlos al hambre y agravar la situación de todo un poblado o una región, tendrán esto en cuenta a la hora de abrirse o no a la llegada de un nuevo hijo.

Hay un tercer aspecto que tiene su importancia. Cada ser humano tiene unas características que lo hacen único. Si no está afectado por graves enfermedades que le impidan una vida normal, pensará de modo inteligente y tomará decisiones libres.

De esta manera, cada hijo entra en el mundo con unas posibilidades casi ilimitadas, lo que permitirá que el quinto hijo de un matrimonio llegue un día a descubrir un nuevo sistema de producir agua dulce desde el agua del mar. También permitirá, por desgracia, que otro hijo construya fábricas que contaminen el ambiente, o provoque guerras en las que se usen armas químicas...

Por eso, a la hora de pensar en cuántos hijos “debería” tener una pareja no basta con sopesar en qué influirá este posible nuevo hijo en el ambiente, sino en las maneras concretas en las que vivirá, maneras que permitirán mejorar las cosas (si vive ecológicamente) o empeorarlas (si actúa esclavizado por el consumismo y las ambiciones egoístas).

Un último aspecto a considerar va más allá de lo simplemente terrestre. Un hijo empieza a existir en la Tierra, pero está llamado a una vida eterna. Es a la luz de esa vida eterna que cada existencia tiene un valor incalculable. Sea rico o pobre, sano o enfermo, de una raza o de otra, su existencia está en relación directa con Dios.

Por eso, optar por no tener hijos por miedo a que provoquen un posible y no muy claro daño el ambiente es caer en un reduccionismo que no ve que cada vida vale por sí misma, aunque camine por una ciudad llena de smog o no consiga los alimentos necesarios para lograr una dieta equilibrada. Tener en cuenta estos aspectos ayuda a reconocer la complejidad de las dimensiones que están en juego. En cambio, pensar que con menos hijos mejorará la salud del planeta resulta simplista y, en ocasiones, implica una alianza con mentalidades antinatalistas denunciadas por el Papa Francisco en la encíclica “Laudato si'“. En concreto, y así terminamos estas líneas, son de especial interés las siguientes reflexiones de la encíclica apenas citada:

“En lugar de resolver los problemas de los pobres y de pensar en un mundo diferente, algunos atinan sólo a proponer una reducción de la natalidad. No faltan presiones internacionales a los países en desarrollo, condicionando ayudas económicas a ciertas políticas de «salud reproductiva». Pero, «si bien es cierto que la desigual distribución de la población y de los recursos disponibles crean obstáculos al desarrollo y al uso sostenible del ambiente, debe reconocerse que el crecimiento demográfico es plenamente compatible con un desarrollo integral y solidario». Culpar al aumento de la población y no al consumismo extremo y selectivo de algunos es un modo de no enfrentar los problemas. Se pretende legitimar así el modelo distributivo actual, donde una minoría se cree con el derecho de consumir en una proporción que sería imposible generalizar, porque el planeta no podría ni siquiera contener los residuos de semejante consumo. Además, sabemos que se desperdicia aproximadamente un tercio de los alimentos que se producen, y «el alimento que se desecha es como si se robara de la mesa del pobre». De cualquier manera, es cierto que hay que prestar atención al desequilibrio en la distribución de la población sobre el territorio, tanto en el nivel nacional como en el global, porque el aumento del consumo llevaría a situaciones regionales complejas, por las combinaciones de problemas ligados a la contaminación ambiental, al transporte, al tratamiento de residuos, a la pérdida de recursos, a la calidad de vida” (Papa Francisco, Laudato si', n. 50).

Preces

Llevaban a Jesús a los enfermos para que los curara. Con confianza, presentemos a Dios nuestras súplicas:

R/MEscucha, Señor, al pueblo que te invoca.

Acércate a los sacerdotes que están desanimados,

– renueva en ellos la gracia de su ordenación para que te sirvan con corazón generoso.MR/

Ilumina a los matrimonios que pasan dificultades,

– fortalece su amor para que crezca su entrega y su felicidad.MR/

Acompaña a los jóvenes que están desorientados,

– que puedan encontrar en ti el ideal que llene de sentido sus vidas.MR/

Apiádate de los pobres, de los enfermos y de los que abandonan sus países porque no tienen lo necesario para vivir,

– dales compañía y consuelo.MR/

Oración

Señor, que tu gracia inspire, sostenga y acompañe nuestras obras, para que nuestro trabajo comience en ti, como en su fuente, y tienda siempre a ti, como a su fin. Por nuestro Señor Jesucristo.

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