Te gusta un corazón sincero

Escolástica, Santa

Memoria Litúrgica, 10 de febrero

Virgen

Martirologio Romano: Memoria de la sepultura de santa Escolástica, virgen, hermana de san Benito, la cual, consagrada desde su infancia a Dios, mantuvo una perfecta unión espiritual con su hermano, al que visitaba una vez al año en Montecasino, en la Campania, para pasar juntos una jornada de santas conversaciones y alabanza a Dios (c. 547).

Breve Biografía

La única fuente histórica sobre la vida de Santa Escolástica, hermana de San Benito, son los capítulos 33 y 34 del segundo libro de los Diálogos de San Gregorio Magno. Las noticias, legendarias que se añadieron, enriquecen poco la imagen sencilla e intensa de la santa. Pero a San Gregorio no le interesaba presentarnos una noticia biográfica completa de Santa Escolástica, sino completar el perfil interior del padre del monacato occidental.

Parece que el año del nacimiento de los dos santos coincide: el 480. Por tanto, Benito y Escolástica probablemente fueron gemelos, y si no lo fueron anagráficamente, sí lo fueron espiritualmente, pues sus vidas fueron paralelas hasta la muerte, en el 547, a 40 días de distancia.

Escolástica nació en Nursia y desde muy joven se consagró a Dios; después siguió a su hermano San Benito a Subiaco y a Montecassino. En Piumarola, a los pies del monte, estableció su monasterio, como si humildemente hubiera querido detenerse en las faldas de la montaña, en cuya cumbre el hermano había fijado su habitación. Pero, a pesar de estar tan cerca en el lugar y en el afecto, Benito bajaba a visitar a la hermana sólo una vez al año. Es comprensible que Santa Escolástica quisiera detenerse un poco más con su hermano, pero San Benito era muy riguroso en el cumplimiento de la regla que él mismo se había impuesto.

En el último coloquio, que tuvo lugar tal vez el primer jueves de cuaresma del 547, Dios demostró que le agradaba más el gesto de afectuosa caridad que el cumplimiento riguroso de la regla. En efecto, Escolástica le pidió al hermano que permaneciese con ella, como refiere San Gregorio, “para que toda la noche hasta el día siguiente pudieran hablar de la alegría de la vida celestial”. Ante el severo reproche de Benito, Escolástica juntó las manos y permaneció en oración. “Pudo más ante Dios porque amó más”, comenta San Gregorio Magno.

Y efectivamente, pocos instantes después pareció que se abrían las cataratas del cielo: el aguacero y los truenos obligaron a San Benito a desistir de regresar al monasterio, pero le echó la culpa a la hermana que cándidamente replicó: “Pues bien, yo te lo pedí y no me quisiste escuchar; pedí al Señor y Él si me escuchó; vete si puedes, y regresa al monasterio”.

En el lugar del prodigio se construyó la llamada “iglesia del coloquio” y en recuerdo de ese episodio se invoca a Santa Escolástica contra los rayos y para obtener la lluvia.

A los tres días de ese maravilloso coloquio, San Benito, durante la oración, vio que el alma de Escolástica volaba al cielo en forma de paloma, y a los 40 días él la siguió para vivir eternamente “la alegría celestial”.

Corazón nuevo

Santo Evangelio según san Marcos 7, 14-23. Miércoles V del Tiempo Ordinario

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Señor, purifica mi corazón, dame un corazón nuevo. Quítame el corazón de piedra y dame un corazón de carne para que sepa amar. Ayúdame a darme cuenta del gran amor que Tú me tienes para que aprenda a ser un hermano con mis hermanos. Quiero gozar, en este momento, del gran amor que me tienes para después llevar esta experiencia de tu amor a los que están necesitados de ti.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Marcos 7, 14-23

En aquel tiempo, Jesús llamó de nuevo a la gente y les dijo: “Escúchenme todos y entiéndanme. Nada que entre de fuera puede manchar al hombre; lo que sí lo mancha es lo que sale de dentro”.

Cuando entró en una casa para alejarse de la muchedumbre, los discípulos le preguntaron qué quería decir aquella parábola. Él les dijo: “¿Ustedes también son incapaces de comprender? ¿No entienden que nada de lo que entra en el hombre desde afuera puede contaminarlo, porque no entra en su corazón, sino en el vientre y después, sale del cuerpo?” Con estas palabras declaraba limpios todos los alimentos.

Luego agregó: “Lo que sí mancha al hombre es lo que sale de dentro; porque del corazón del hombre salen las intenciones malas, las fornicaciones, los robos, los homicidios, los adulterios, las codicias, las injusticias, los fraudes, el desenfreno, las envidias, la difamación, el orgullo y la frivolidad. Todas estas maldades salen de dentro y manchan al hombre”.
Palabra del Señor.

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio.

¿Qué es lo que pasa cuando pensamos mal de alguien o lo criticamos? ¿De dónde vienen esos sentimientos negativos? ¿Por qué vemos de forma distinta los defectos del amigo y los defectos del vecino del cual ya estamos cansados? ¿Qué pasaría si en lugar de centrarnos en los aspectos negativos y los defectos de alguien viésemos sus cualidades? Y con estas preguntas nos podemos dar cuenta que muchas veces la visión del mundo parte de nuestro interior. Podemos ver las cosas con un espíritu positivo o podemos ver todo de forma oscura.

Por eso es necesario renovar nuestro corazón y hacerlo como el de un niño. Dejar a un lado nuestros intereses y amar con un corazón puro. Pienso que los niños nos enseñan muchas cosas, a ser felices; a ver las cosas con sencillez y no hacernos líos; a saber reír de uno mismo y a perdonar. Los niños son grandes porque no se quedan encerrados en sus problemas sino que saben abrir el corazón para recibir a todos, sea quien sea y piense como piense.

Jesús, dame un corazón que sepa amar sin cálculos ni medidas. Un corazón que no se limite ante las dificultades sino que sepa abrir el corazón a todos, sin temor a ser herido o humillado. Un corazón con buen humor para que sepa ver mis propias flaquezas y reírme de ellas. Un corazón inteligente que sepa ver en el otro no una barrera sino un amigo y un compañero. Un corazón que sepa dar y ver en los demás a hermanos necesitados de un consejo o un abrazo. Un corazón de niño.

«De diversos modos la Sagrada Escritura nos dice que las intenciones buenas y malas no entran en el hombre desde el exterior, sino que brotan de su “corazón”. “De dentro —afirma Jesús—, del corazón de los hombres, salen las intenciones malas”. En la Biblia, el corazón es el órgano no sólo de los afectos, sino también de las facultades espirituales, la razón y la voluntad, es la sede de las decisiones, del modo de pensar y de obrar. La sabiduría de las elecciones, abierta al movimiento del Espíritu Santo, compromete también el corazón. De aquí nacen las obras buenas, pero también las que son fruto de una equivocación, cuando se rechaza la verdad y las sugerencias del Espíritu».

(Homilía de S.S. Francisco, 3 de marzo de 2016).

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Hoy, Jesús, voy a vivir viendo lo positivo de todos. Voy a tratar a los demás con especial delicadeza y si alguien me cae mal pasaré un tiempo con él.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

¡Cuida tu corazón!

El ser humano permanece siempre abierto al crecimiento interior, al perfeccionamiento como persona.

"¡Cuida tus alas!", decía San Agustín a los jóvenes. En obvia alusión a sus deseos de volar alto, de volar lejos, de volar con prisa. Hoy Jesús parece decirnos: "¡Cuida tu corazón!". Porque el corazón, en sentido bíblico, constituye las alas del espíritu.

Ahí, en tu corazón, decides si levantas el vuelo o te quedas en tierra; si vuelas con rumbo o vas a la deriva del viento; si vuelas alto o bajo; si vuelas lejos o te quedas revolando sobre restos putrefactos. Por eso, más allá de la polémica de Jesús con los fariseos y su tradicional hipocresía, me parece que el evangelio de hoy nos grita a todos ¡cuida tu corazón!

¿Qué es el corazón?

El pensamiento griego –particularmente Aristóteles– separa como esferas distintas de la persona, aunque íntimamente relacionadas, sensibilidad, emotividad, afectividad, inteligencia y voluntad.

El pensamiento hebreo, en cambio, mucho más sintético y vivencial, concentra todas estas dimensiones en el corazón de la persona.

Así, para la Biblia, el corazón es la sede no sólo de los sentimientos y afectos, de los sueños y proyectos, sino también de las grandes decisiones morales. Todo "se cocina" ahí dentro.

Corazón y moralidad

En el Evangelio de hoy, Jesús insiste, particularmente, en el corazón como centro de la moralidad del ser humano. Ahí donde decidimos nuestra calidad, estatura y valor como personas. Porque la esencia de la persona humana, a diferencia de la de los animales y las cosas, es una esencia abierta.

El ser humano permanece siempre abierto al crecimiento interior, al perfeccionamiento como persona. Más aún, dicho crecimiento es una ley interior, un mandato inscrito en su propia esencia. Por eso en nuestro corazón resuena siempre una voz que nos dice: "¡Sé más!". So pena de ser menos.

El ser humano no puede seguir siendo el mismo con el paso del tiempo: o crece y mejora, o empeora; o se humaniza más o se deshumaniza. Lo explicaba el filósofo español José Ortega y Gasset: «Mientras el tigre no puede dejar de ser tigre, no puede "destigrarse", el hombre vive en riesgo permanente de deshumanizarse». La dignidad moral del ser humano radica, en definitiva, en esa posibilidad de ser más o ser menos persona.

Y para Jesús, el ser más o ser menos persona se juega en el corazón. «No es lo de fuera lo que mancha al hombre; es lo que sale del hombre lo que mancha al hombre». Ahí, en el sagrario íntimo de tu corazón, es donde tú decides quién realmente quieres ser.

La maldad del corazón

El corazón humano puede llegar a ser muy bueno. El pecado original introdujo la malicia en el corazón humano. Sin por ello eliminar la aspiración congénita del corazón a la verdad, a la bondad, a la belleza. Por eso, en el corazón humano tantas veces se dan cita lo mejor y lo peor de cada persona. Tristemente, con frecuencia ha prevalecido la maldad.

El profeta Jeremías dejó constancia de esta realidad: «El corazón es lo más retorcido; no tiene arreglo: ¿quién lo conoce?» (Jer. 17, 9). Y Jesús, en el Evangelio de hoy, apunta en la misma dirección: «Porque de dentro, del corazón, salen las intenciones malas: fornicaciones, robos, asesinatos, adulterios, avaricias, maldades, fraude, libertinaje, envidia, injuria, insolencia, insensatez. Todas estas perversidades salen de dentro y contaminan al hombre»

Corazón y libertad

Como vimos, en realidad cada uno decide qué cocina en su corazón: Si intenciones buenas, nobles, generosas, altruistas, bondadosas. O intenciones malas, mezquinas, egoístas, amargas. Y, en particular, tú decides, en cada momento, qué haces con lo que te llega de fuera o con lo que te brota de dentro.

De fuera pueden venir tentaciones, ofensas, agresiones, olvidos. De dentro pueden venir malas inclinaciones, pasiones desordenadas, emociones descontroladas. Tú decides qué haces con todo ello. Puedes sentir la fuerza de las tentaciones o de las malas inclinaciones, pero tu corazón tiene siempre la suprema libertad de consentir o no.
Viktor Frankl, neurólogo y psiquiatra austriaco, célebre por su experiencia en los campos de concentración nazis, solía fortalecer su corazón durante el cautiverio con lo que él llamaba ejercicios de suprema libertad. El régimen nazi, para debilitar, desmoralizar y hasta "animalizar" a los presos, les proporcionaba una ración claramente insuficiente de pan al día. Frankl tomaba su minúsculo trozo, lo partía a la mitad, y se comía la cantidad que él decidía tomar. El resto lo compartía. Así mantenía su libertad intacta, por muy "preso" que estuviera. Así seguía siendo "dueño de sí mismo".
La decisión de ser más o ser menos persona no depende de las circunstancias; está en tu corazón.

Y tú, ¿cuidas tu corazón?
Tu corazón es un jardín. De él brotan tus pensamientos, deseos y acciones. Si de tu corazón brotan buenos pensamientos, deseos nobles, acciones honestas, volarás y serás más y más persona.
Si de tu corazón brotan malos pensamientos, deseos perversos, acciones viles, no volarás, y serás menos persona. ¡Cuida tu corazón! Claro está, cuidar el corazón supone trabajar el corazón.
El corazón se cultiva igual que un jardín: hay que escoger bien lo que se siembra, arrancar abrojos, eliminar plagas, regar frecuentemente y podar cuando hace falta. Los corazones buenos no se improvisan.

María
María, como buena Madre, conoce como nadie el corazón humano. Pon el tuyo en sus manos. Dile que quieres cuidarlo. Pídele que te ayude a sembrar y cultivar en él sólo buenos pensamientos, buenos deseos y buenas acciones.

Ser ancianos es un don de Dios

Documento de la Pontificia Academia para la Vida sobre la condición de los ancianos tras la pandemia.

“La vejez: nuestro futuro. La condición de los ancianos después de la pandemia”. Este es el título del documento publicado hoy con el que la Pontificia Academia para la Vida, de acuerdo con el Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral, propone una reflexión sobre las lecciones que hay que extraer de la tragedia causada por la propagación del Covid-19, sobre sus consecuencias para hoy y para el futuro próximo de nuestras sociedades.

Repensar el modelo de desarrollo
Lecciones que han hecho surgir una doble conciencia: "por un lado, la interdependencia entre todos y por otro la presencia de fuertes desigualdades. Todos estamos a merced de la misma tormenta, pero en un cierto sentido, se puede decir, que remamos en barcos diferentes, los más frágiles se están hundiendo cada día”. “Es esencial repensar el modelo de desarrollo de todo el planeta", dice el documento, que retoma la reflexión ya iniciada con la Nota del 30 de marzo de 2020 (Pandemia y Fraternidad Universal), continuada con la Nota del 22 de julio de 2020 (La Humana Communitas en la era de la Pandemia. Consideraciones intempestivas sobre el renacimiento de la vida) y con el documento conjunto con el Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral (Vacuna para todos. 20 puntos para un mundo más justo y sano) del 28 de diciembre de 2020. La intención es proponer el camino de la Iglesia, maestra de humanidad, a un mundo cambiado por Covid-19, a mujeres y hombres en busca de sentido y esperanza para sus vidas.

Covid-19 y las personas mayores
Durante la primera oleada de la pandemia, una parte sustancial de las muertes por Covid-19 se produjo en instituciones para ancianos, lugares que se suponía que debían proteger a los más frágiles de la sociedad y en los que, en cambio, la muerte golpeó desproporcionadamente más que en el hogar y el entorno familiar.

“Lo que ha sucedido durante la pandemia de COVID-19 nos impide resolver la cuestión de la atención a los ancianos con la búsqueda de chivos expiatorios, de culpables individuales y, por otro lado, de levantar un coro en defensa de los excelentes resultados de los que evitaron el contagio en las residencias. Necesitamos una nueva visión, un nuevo paradigma que permita a la sociedad cuidar de los ancianos”.

Dos mil millones de personas mayores de 60 años en 2050
El documento del PAV subraya que “bajo el perfil estadístico-sociológico, los hombres y las mujeres tienen en general, hoy en día, una más larga esperanza de vida”. “Esta gran transformación demográfica representa, efectivamente, un gran desafío cultural, antropológico y económico". Según datos de la Organización Mundial de la Salud, - se lee en el documento - en 2050 en el mundo habrá dos mil millones de personas mayores de sesenta años, es decir, una de cada cinco será anciana. Así pues, “es esencial hacer que nuestras ciudades sean lugares inclusivos y acogedores para la vida de los ancianos y, en general, para la fragilidad en todas sus expresiones”.

Ser mayor es un don de Dios
En nuestra sociedad suele prevalecer la idea de la vejez como una edad infeliz, entendida solamente como la edad de los cuidados, de la necesidad y de los gastos para tratamientos médicos. “Llegar a anciano es un don de Dios y un enorme recurso, un logro que hay que salvaguardar con cuidado”, dice el documento, “incluso cuando la enfermedad llega a discapacitar y surge la necesidad de una atención integrada y de alta calidad”. “Y es innegable que la pandemia ha reforzado en todos nosotros la conciencia de que la ‘riqueza de los años’ es un tesoro que debe ser valorado y protegido”.

Un nuevo modelo para los más frágiles
En cuanto a la asistencia, la Pav indica un nuevo modelo, sobre todo para los más frágiles, inspirado sobre todo en la persona: la aplicación de este principio implica una intervención organizada a diferentes niveles, que realiza un continuum asistencial entre el propio hogar y algunos servicios externos, sin cesuras traumáticas, no aptas a la fragilidad del envejecimiento, especifica el documento, observando que “las residencias de ancianos deberían recalificarse en un continuum sociosanitario, es decir, ofrecer algunos de sus servicios directamente en los hogares de los ancianos: hospitalización a domicilio, atención a la persona individualmente con respuestas de atención moduladas en función de las necesidades personales a baja o alta intensidad, donde la atención sociosanitaria integrada y la domiciliación sigan siendo el eje de un nuevo y moderno paradigma”. Se espera reinventar una red más amplia de solidaridad “no necesaria y exclusivamente basada en lazos de sangre, sino articulada según la pertenencia, la amistad, el sentimiento común, la generosidad recíproca para responder a las necesidades de los demás”.

El encuentro entre generaciones
En cuanto a la confrontación con los jóvenes, el documento evoca un "encuentro" que puede aportar al tejido social “Esa nueva linfa de humanismo que haría que la sociedad estuviese más unida”. Varias veces el Papa Francisco ha instado a los jóvenes a ayudar a sus abuelos, recuerda el documento, que también subraya que “el hombre que envejece no se acerca al final, sino al misterio de la eternidad” y, para comprenderlo, “necesita acercarse a Dios y vivir en relación con Él”. De ahí que sea una “tarea de caridad en la Iglesia” el “cuidar la espiritualidad de los ancianos, su necesidad de intimidad con Cristo y de compartir su fe”. El documento deja claro que "Es solamente gracias a los ancianos que los jóvenes pueden redescubrir sus raíces, y sólo gracias a los jóvenes que los ancianos recuperan la capacidad de soñar”.

La fragilidad como enseñanza
También es valioso el testimonio que pueden dar los ancianos con su fragilidad. “Se puede leer como un “magisterio”, una enseñanza de vida", señala la reflexión, y aclara que " La vejez también debe ser entendida en este horizonte espiritual: es la edad particularmente propicia al abandono en Dios”: “a medida que el cuerpo se debilita, la vitalidad psíquica, la memoria y la mente disminuyen, la dependencia de la persona humana a Dios se hace cada vez más evidente”.

El punto de inflexión cultural
Por último, un llamamiento: “Toda la sociedad civil, la Iglesia y las diversas tradiciones religiosas, el mundo de la cultura, de la escuela, del voluntariado, de las artes escénicas, de la economía y de las comunicaciones sociales deben sentir la responsabilidad de sugerir y apoyar -en el marco de esta revolución copernicana-nuevas e incisivas medidas que permitan acompañar y cuidar a los ancianos en contextos familiares, en sus propias casas y, en todo caso, en entornos domésticos que se asemejen más a los hogares que a los hospitales. Este es un cambio cultural que debe ser implementado”.

Los 13 obstáculos de la relación de pareja

El texto explica los diferentes obstáculos que sufren las parejas y se deben hacer frente en el matrimonio

Los 13 obstáculos de la relación de pareja

Identifica cuáles de estos forman parte de tu matrimonio, y aprende a superarlos

Son muchos los obstáculos en la vida cotidiana del amor conyugal, y que rompen la unidad de la pareja. Analizamos estas dificultades, recordando que la belleza del matrimonio está justamente en el hecho de conseguir hacer vencer el amor sobre las diferencias personales de cada uno. El amor, cuando vence, suma las divergencias y genera la complementariedad armoniosa.

¿Cuáles son estos problemas?

1. Mentira

Por pequeña que sea, genera desconfianza hacia el otro, y la falta de confianza, es lógico, genera los celos, y éstos las peleas. Por esto, la pareja no puede permitir la mentira en medio de ella. Tiene las patas cortas.

2. Moda

A todos les gusta ir a la moda. Sin embargo, no tiene sentido que la esposa quiera seguir una moda que su esposo desaprueba, y viceversa. La primera persona a la que tengo que agradar con mi manera de vestir, hablar, etc es aquella con la que estoy casado.

3. Comparaciones

Es común el pésimo hábito que algunos matrimonios de compararse con otros matrimonios. La esposa, muchas veces, quiere que su marido sea como el marido de la vecina, que compre una casa como la de la vecina, un auto como el de la amiga, etc. Al marido, a su vez, le gustaría que su esposa se vistiera como la vecina, que fuese culta como la esposa de su amigo, etc.

4. Parientes

La sangre habla muy fuerte dentro de nosotros. A nadie le gusta oír hablar mal de sus padres y de sus hermanos. Esto vale también, y mucho, para el matrimonio. Jamás el marido debe hablar mal de los suegros y cuñados a la esposa, y viceversa. No ofendas a los parientes del otro, porque estás ofendiendo indirectamente a tu pareja.

5. Resentimiento

Cuando se quita la costra de una herida, vuelve a sangrar y a doler. Esto es lo que algunos cónyuges hacen mutuamente. Muchas veces, en un momento de desencuentro, los recuerdos y las ofensas antiguas son vueltos a sacar adrede, reavivando agravios y sufrimientos adormecidos.

6. Falta de respeto

¡Qué doloroso es presenciar a un marido ofendiendo a su esposa con gritos, malas palabras. ofensas e incluso agresiones físicas!… ¡Qué triste es una esposa ofendiendo al marido!… ¡Un día se juraron amor eterno a los pies del altar! Fíjate, me caso con la persona que escogí entre todas las que conozco, para construir una vida juntos. ¿Cómo ahora la ofendo y le falto el respeto?

Voy a dar una receta para que los maridos sean tratados como reyes por sus esposas: ¡traten a sus esposas como reinas!

7. Peleas

El matrimonio muchas veces no se comprende porque no asume algunas cosas con claridad y objetividad. Alguien ya dijo que “lo que es asumido no es caro”. Muchas discusiones surgen porque las cosas no están bien definidas.

8. Dinero

El matrimonio pelea más cuando sobra dinero que cuando falta. Cuando sobra dinero, el matrimonio no se pone de acuerdo sobre la forma de gastarlo. A veces el marido quiere cambiar el auto, pero la esposa quiere cambiar los muebles… y así siempre. Si no hay madurez en el matrimonio, el dinero puede dividirlo de muchas maneras. Todo el dinero del matrimonio, independientemente de quien gana, debe ser colocado en común, ambos opinando y decidiendo sobre su uso.

9. Educación de los hijos

Lo esencial es que el matrimonio sea unánime en la educación, esto es, ambos deben actuar de la misma forma, sin contradecirle en lo que dice y hace con los hijos. Para ello es preciso que el casado sea unido y dialogue mucho, de modo que se encuentre la forma común de llevar a los hijos.

10. Temperamento

Se habla mucho del fracaso de una pareja por “incompatibilidad de caracteres”. En la mayoría, los cónyuges tienen temperamentos diferentes, y es exactamente la armonización de esa diferencia, forjada por el amor vivido cada día, lo que hace bella la vida juntos. No hay temperamento fuerte o difícil que no pueda ser forjado en el fuego del verdadero amor.

11. Falta de delicadeza y reproches

La falta de delicadeza y atención es uno de los puntos tristes en la relación de muchas parejas. Un trato frío y distante revela falta de amor y de unión. Es fundamental que cada uno incentive al otro a ser mejor y haga cumplidos a tiempo.

Es preciso apreciar el esfuerzo que uno hace para agradar al otro. ¡Cuantas mujeres se quejan de que el marido no nota y no elogia su nuevo peinado, o su vestido nuevo, etc.!

Peor aún que la falta de atención es el reproche. Muchas veces, uno menosprecia y humilla al otro con críticas pesadas. Lo peor de todo es que esos reproches, no raramente, son hechas en presencia de otras personas.

Es necesario cambiar las actitudes de reprobación por palabras de aprobación e incentivo. La desaprobación y la crítica ácida son peores que la agresión física. Muchos tienen el hábito de notar sólo lo que el otro tiene de negativo, en lugar de enaltecer y agradecer a Dios por lo que el otro tiene de bueno. Nunca critiques a tu esposa, sin antes recordar una de sus cualidades. Recuerda: las personas reaccionan mejor al elogio que al reproche.

Dos frases de oro en el matrimonio son: “Perdóname” y “Te quiero”. Si supiéramos pedir perdón y perdonar, seríamos felices. Además, es preciso también expresar en palabras el amor al otro. ¡Y qué difícil es para muchos! Especialmente para los maridos.

12. Apariencia física

Una de las razones que enfrían la relación de pareja es el descuido de la propia apariencia. A ningún marido le gusta llegar a casa y encontrar a su esposa desaliñada, mal vestida, etc. La mala apariencia complica la relación. Hay mujeres que cuidan bien la casa, los niños, pero se olvidan de sí mismas; viven desarregladas. También está el cónyuge que no busca complacer a su esposa cuidando su propia presentación.

13. Reclamación y autocompasión

Muchas personas son exageradamente hoscas, reclaman de todo y a todos, nunca están satisfechas con la vida. En verdad, el problema está dentro de ellas y no fuera. Son llenas de autocompasión, autoestima, que se consideran víctimas de todo. En el matrimonio, esto es una tragedia. Nadie soporta vivir con una persona desagradable, siempre protestando. Este comportamiento agría cualquier relación e impide el crecimiento del matrimonio.

La cocina de Dios

Dios, en Su infinita bondad, saca de nosotros aquello de lo que disponemos, lo que sea y lo convierte en algo maravilloso.

Siempre he admirado a esas mujeres, reinas de su hogar, que llegan tarde y cansadas a casa con el firme impulso del amor por los suyos retumbando en el corazón. Sin demasiado tiempo y con el cosquilleo en el estómago de los habitantes del nido familiar, se dirigen con confianza al refrigerador y, detenidas en posición de plena sabiduría maternal, miran y estudian lo que hay disponible.

Unos restos de la comida de anoche, un poco de verduras que quedaron de la última incursión culinaria, un proyecto de aderezo que no fue utilizado aún, y algunas cosas que fueron tomadas de las góndolas del supermercado por aquí y por allá. ¡Manos a la obra! El proyecto ya está claro en su mente. Se pica una cebolla y se enciende el fuego, con una sartén con aceite a calentar, los utensillos aparecen como por arte de magia y los maravillosos perfumes brotan de sus manos adornando toda las habitaciones y los corazones. ¡La casa está viva!

Pronto se ve a todos los habitantes de su reino, chicos y grandes, convocados a poner la mesa y a sorprenderse una vez más de tan grande muestra de habilidad, y de amor. ¿Quién no disfruta o ha disfrutado de estos momentos maravillosos, donde el amor se vuelve alimento y envuelve a los que se reúnen alrededor de la mesa familiar? Creo que todos guardamos recuerdos de esos olores, esos sabores, de esos deliciosos platos puestos frente a nuestros ojos de niños. Recuerdos que nos conmueven, donde un simple aroma nos vuelve décadas atrás, nos transporta a otro tiempo y a otro lugar, y nos deja envolvernos con el amor en el recuerdo, amor que traspasa toda barrera y se abre a la sencillez de nuestra niñez más inocente.

Creo que Dios hace lo mismo con nosotros: El mira dentro de nosotros como si fuéramos un refrigerador espiritual y hace un rápido cuadro de las materias primas que tenemos a Su disposición. Una virtud poco desarrollada por aquí, un deseo de justicia por allá, un recuerdo que infunde amor en nuestro corazón, un dolor surgido en un episodio que aún no logramos olvidar, un poquito de fortaleza escondida en algún rinconcito de nuestra alma. Dios, parado en la puerta de nuestro refrigerador espiritual, busca y rebusca, mira y sopesa cada articulo que encuentra, deja algunos para utilizarlos luego, y va poniendo otros encima de Su Cocina Espiritual. Y mientras cierra la puerta de nuestro refrigerador, se dice a Sí mismo: ¡Manos a la obra!

Rápido y sabiendo a la perfección cual es Su plan de cocina, trabaja sobre las especies y los utensillos con Mano Maestra. Pela y pica algunos condimentos, lava otros, mezcla, condimenta, fríe y cocina, y pone todo en una hermosa presentación, listo para ser disfrutado. ¡La comida está lista! Las obras de bien, que siempre son obras de Dios, brotan de Sus manos maestras en forma imprevista y haciendo que surjan de quien ni siquiera había anticipado tal posibilidad. Por supuesto que lo hace con la seguridad de proveer el más sabroso sabor y aroma que comida alguna puedan jamás producir: el amor. Sus platos son siempre ricos en amor, tanto en sabor como en aroma. Y por supuesto que alimentan a los comensales, alimento para el alma, para el espíritu.

Dios, en Su infinita bondad, saca de nosotros aquello de lo que disponemos, lo que sea. Será poco, o será mucho. Será el más exquisito producto de cocina, o el más humilde resto de la cena de ayer. Pero siempre es suficiente para que El se sienta feliz de poder elaborar un exquisito plato de amor, adornado por la Mano del que todo lo puede.

¿Y que tenemos que hacer nosotros? Simplemente abrir la puerta de nuestro refrigerador, para que El pueda servirse de lo que tenemos dentro, para que sea El el que siga Su plan maestro de cocina y haga de nosotros un rico plato pleno de virtudes, alimento para los comensales que se sienten con nosotros a la mesa. Así como una madre es capaz de mostrar el amor del que es capaz, en algo tan simple y cotidiano como un plato de comida hogareña, así es capaz el amor de nuestro Dios de producir exquisitos manjares espirituales a partir de nuestra voluntad. Solo debemos ponerla a Su disposición, abrir los portales de nuestro corazón y dejar que sea El el que desarrolle las recetas que nos alimenten, nos den vida, y den sentido a nuestro día.

Preces

Acudamos a Dios, que no deja de mirarnos con bondad, diciendo:

R/MSeñor, muéstranos tu misericordia.

Ayúdanos a mantener nuestro corazón puro,

– para que nuestros pensamientos sean limpios y nuestras acciones honestas.MR/

Infúndenos grandeza de ánimo ante las dificultades,

– y haz que sepamos ayudar a los que nos necesiten.MR/

Haz que utilicemos ordenadamente las riquezas de la tierra,

– y sepamos cuidar de la naturaleza.MR/

Intenciones libres

Padre nuestro…

Oración

Al celebrar la fiesta de santa Escolástica, virgen, te rogamos, Señor, que, por su ejemplo, te sirvamos con caridad pura y alcancemos los saludables efectos de tu amor. Por nuestro Señor Jesucristo.

El Papa Francisco instó a salir de la infelicidad de vivir juzgando a los otros

Antoine Mekary | ALETEIA

Audiencia General del Miércoles. El papa Francisco predicó sobre el secreto transformador de la oración que apacigua los malos sentimientos

«Somos seres frágiles, pero sabemos rezar: esta es nuestra mayor dignidad», dijo el papa Francisco este miércoles 10 de febrero de 2021.

El Papa destacó que para salir de la infelicidad, la oración es una cura y arma para ser invencibles en el amor y en la ternura: «Es una vida fea la de esas personas que juzgan siempre a los otros, se la pasan condenando, juzgando… Es una vida fea, infeliz, cuando Jesús vino para salvarnos; abre tú corazón, perdona, justifica a los otros, comprende, sé tu cercano también a los otros, ten compasión, ten ternura, como la tuvo Jesús».

En la Audiencia General desde la Biblioteca del Palacio Apostólico Vaticano, el Pontífice predicó sobre el tema: «Orar en la vida cotidiana» (Lectura: Col 3,16-17).

En su discurso, destacó que la oración se hace: «por las calles, en las oficinas, en los medios de transporte… Y ahí continúa el diálogo con Dios: quien reza es como el enamorado, que lleva siempre en el corazón a la persona amada». De hecho, «toda alegría se convierte en motivo de alabanza, toda prueba es ocasión para una petición de ayuda».

«La oración está siempre viva, como una brasa de fuego, también cuando la boca no habla. Todo pensamiento, incluso si es aparentemente “profano”, puede ser impregnado de oración».

La oración de los invencibles También en la inteligencia humana hay un aspecto orante, afirmó. Explicó que existe un misterio en la vida «inquietante o angustiante».

Por eso, dijo, «el conocimiento de Cristo nos hace confiados que allí donde nuestros ojos y los ojos de nuestra mente no pueden ver, no está la nada, sino una gracia infinita. La oración cristiana infunde en el corazón humano una esperanza invencible: cualquier experiencia que toque nuestro camino, el amor de Dios puede convertirlo en bien». 

La oración es hoy

«No existe otro maravilloso día que el hoy que estamos viviendo. La gente que vive siempre pensando en el futuro, en el futuro: ‘el futuro será mejor’, y no enfrentan el hoy como viene, es gente que vive en la fantasía, no sabe apreciar lo concreto de lo real. El hoy es real, el hoy es concreto y la oración se da en el hoy. Jesús sale a nuestro encuentro hoy». 

El papa Francisco predicó también sobre el secreto transformador de la oración que apacigua los malos sentimientos:

«Y es la oración quien lo transforma en gracia, o mejor, que nos transforma: apacigua la ira, sostiene el amor, multiplica la alegría, infunde la fuerza para perdonar». 

La oración ante la rabia…

El Papa conseja no olvidar: “Tomar el hoy. Pensemos cuando te llega un sentimiento de rabia, de odio, de infelicidad, que te lleva a permanecer solo: ¡Para ahí! ¿Pero, dónde estás Señor? ¿dónde estoy yendo Señor?

El Señor está ahí, el Señor te da la palabra justa, el consejo para seguir adelante sin este trago amargo, negativo. Por que la oración siempre, usando una palabra profana, es positiva, siempre. Te lleva adelante». 

La oración infunde valentía

«Cada día que empieza, si es acogido en la oración, va acompañado de valentía, de forma que los problemas a afrontar sean estorbos a nuestra felicidad, sino llamadas de Dios, ocasiones para nuestro encuentro con Él.

Y cuando nos sentimos acompañados por Dios, nos sentimos más valientes, más libres y también más felices». 

La oración por los enemigos

Por tanto, invitó: «recemos siempre por todo y por todos. Recemos por nuestros seres queridos, pero también por aquellos que no conocemos; recemos incluso por nuestros enemigos, como a menudo nos invita a hacer la Escritura».

«La oración dispone a un amor sobreabundante. Recemos sobre todo por las personas infelices, por aquellos que lloran en la soledad y desesperan porque todavía haya un amor que late por ellos».

La oración realiza milagros

El Papa indicó que la oración realiza milagros; y «los pobres entonces intuyen, por gracia de Dios, que, también en esa situación suya de precariedad, la oración de un cristiano ha hecho presente la compasión de Jesús». 

«El Señor es, no lo olvidemos, el Señor de la compasión, de la cercanía, de la ternura. Tres palabras que no hay que olvidar: compasión, cercanía y ternura«.

La oración nos ayuda a amar

«La oración nos ayuda a amar a los otros, no obstante sus errores y sus pecados. La persona siempre es más importante que sus acciones, y Jesús no ha juzgado al mundo, sino que lo ha salvado».

«Es necesario querer a todos y cada uno recordando, en la oración, que todos somos pecadores y al mismo tiempo amados por Dios uno a uno. Amando así este mundo, amándolo con ternura, descubriremos que cada día y cada cosa lleva escondido en sí un fragmento del misterio de Dios».

La oración es el arma de los frágiles

Por último, Francisco dijo que el hombre es semejante a un soplo, como la hierba (cfr Sal 144,4; 103,15). Y citó al filósofo Pascal: «No es necesario que el universo entero se arme para aplastarlo: un vapor, una gota de agua bastan para matarlo».

Por ello, sostuvo, «somos seres frágiles, pero sabemos rezar: esta es nuestra dignidad más grande y nuestra fortaleza. ¡Ánimo! Rezar en cada instante, en cada situación. Porque el Señor está cerca a nosotros. Y cuando una oración es según el corazón de Jesús, obtiene milagros. ¡Gracias!».

Fiesta de la Virgen de Lourdes

Después de resumir su catequesis en las diferentes lenguas, el Papa dirigió expresiones especiales de saludo a los fieles de lengua española.

«Mañana celebramos la fiesta de Nuestra Señora de Lourdes, patrona de los enfermos. Pidamos por su intercesión que el Señor conceda la salud de alma y cuerpo a todos los que sufren a causa de alguna enfermedad y de la actual pandemia, y fortalezca a quienes los asisten y acompañan en este tiempo de prueba que atraviesan en sus vidas. Que Dios los bendiga».

La Audiencia General concluyó con el rezo del Pater Noster y la Bendición Apostólica.

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