...El Espíritu de verdad que procede del Padre, él dará testimonio de mí
- 10 Mayo 2021
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Juan de Ávila, Santo
Memoria Litúrgica, 10 de mayo
Doctor de la Iglesia
Patrono del clero secular español
Martirologio Romano: Memoria de san Juan de Ávila, presbítero, que falleció en Montilla, lugar de Andalucía, en España; había recorrido toda la región de la Bética predicando a Cristo, y después, habiendo sido acusado injustamente de herejía, fue recluido en la cárcel, donde escribió la parte más importante de su doctrina espiritual. († 1569)
Fecha de beatificación: 4 de abril de 1894 por el Papa León XIII.
Fecha de canonización: 1 de junio de 1970 por el Papa Pablo VI
Breve Biografía
Nacido en Almodóvar del Campo, Ciudad Real (España), el 6 de enero de 1499 ó 1500. El año 1513 fue a estudiar leyes a Salamanca. Regresó a casa después de cuatro años y, aconsejado por un franciscano, estudió filosofía y teología. Al poco tiempo murieron sus padres. Fue ordenado sacerdote el año 1526. A su primera misa asistieron doce pobres que comieron a su mesa. El padre Juan de Ávila repartió sus bienes a los pobres y se entregó a la oración y a la enseñanza del catecismo.
El año 1535, llamado por el obispo, marchó a Córdoba donde conoció a fray Luis de Granada. Allí organizó predicaciones por los pueblos obteniendo muchas conversiones de personas importantes. Dedicó también mucho tiempo al clero para quien fundó centros de estudios como los colegios de San Pelagio y de la Asunción. Al año siguiente, se desplazó a Granada a donde fue llamado para ayudar al arzobispo Gaspar de Ávalos en la fundación de la universidad. En esa ciudad tuvo lugar la conversión de san Juan de Dios, quien después de haber escuchado la predicación del padre Juan de Ávila decidió dedicar su vida a los pobres, enfermos y menesterosos.
El grupo sacerdotal de Juan de Ávila se formó en Granada hacia el año 1537. Los sacerdotes operarios, que se dedicaban a la predicación, vivían en comunidad, bajo la obediencia del maestro Ávila. Él les aconsejaba robustecer su vida interior: recibir frecuentemente la confesión y comunión, hacer dos horas de oración de mañana y tarde, y estudiar el Nuevo Testamento.
Juan acudió a Baeza (Jaén) en 1539, donde ayudó en la fundación de la Universidad, quizá su fundación más célebre. En todas las ciudades por donde pasaba, Juan de Ávila procuraba dejar la fundación de algún colegio o centro de estudios para sacerdotes: tres colegios mayores o universidades y once colegios.
Desde 1551 comenzó a sentirse enfermo. Las molestias de su enfermedad le obligaron a residir en Montilla hasta su muerte. Su retiro le dio la posibilidad de escribir con calma sus cartas y preparar mejor sus sermones y tratados. Las cartas de Juan de Ávila llegaban a todo rincón de España e incluso de Roma. De todas partes le pedían consejo obispos, personas de gobierno, sacerdotes y seminaristas, discípulos, conversos, personas humildes, enfermos, religiosos y religiosas. Estuvo relacionado con grandes santos del siglo de oro español: Juan de Dios, Ignacio de Loyola, Francisco de Borja, Teresa de Jesús. Esta última le dio a examinar el libro de su vida.
Una de las virtudes principales del padre Juan de Ávila fue su gran amor a la Eucaristía. Ya enfermo, quiso ir a celebrar misa a una ermita, pero por el camino se sintió imposibilitado. Entonces, el Señor se le apareció, en figura de peregrino, y le animó a llegar hasta la meta. En una de las últimas ocasiones en que celebró la misa le habló el crucifijo: “Perdonados te son tus pecados”.
Murió el 10 de mayo de 1569. Santa Teresa, al enterarse de la muerte de Juan de Ávila, se puso a llorar. Cuando le preguntaron por qué lloraba, respondió: “Lloro porque la Iglesia de Dios pierde pierde a una gran columna”. Fue beatificado el 4 de abril de 1894 por el papa León XIII. Pío XII lo declaró Patrono del clero secular español el 2 de julio de 1946, y el papa Pablo VI lo canonizó el 31 de mayo de 1970.
El 7 de octubre de 2012 su nombre fue agregado a la lista de Doctores de la Iglesia por el Papa Benedicto XVI.
Se conmovió y la amó profundamente
Santo Evangelio según san Juan 15, 26-16, 4. Lunes VI de Pascua
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Señor, mantenme firme en la fe; dame tu fuerza para que pueda serte fiel aun en medio de las contrariedades y de los peligros. Que cuando venga la tormenta pueda mantenerme firme en ti, sabiendo que nada malo me podrá suceder si Tú vas a mi lado, si Tú estás en la barca. Vengo en esta mañana a pedirte que acrecientes mi fe en ti, para que jamás dude aunque vea las aguas crecidas y los vientos fuertes.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Lectura del santo Evangelio según san Juan 15, 26-16, 4
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Cuando venga el Consolador, que yo les enviaré a ustedes de parte del Padre, el Espíritu de verdad que procede del Padre, él dará testimonio de mí y ustedes también darán testimonio, pues desde el principio han estado conmigo.
Les he hablado de estas cosas para que su fe no tropiece. Los expulsarán de las sinagogas y hasta llegará un tiempo, cuando el que les dé muerte creerá dar culto a Dios. Esto lo harán, porque no nos han conocido ni al Padre ni a mí. Les he hablado de estas cosas para que, cuando llegue la hora de su cumplimiento, recuerden que ya se lo había predicho yo”.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
«Hijo, si te acercas a servir al Señor prepara tu alma para la prueba» (Eclesiástico, 2). Cuántas veces pensamos que podemos servir a dos señores, al mundo y a Dios; pensamos que podemos pactar con los pecadillos y el amor a Jesús. Vivimos así intentando contentar a todos y, al mismo tiempo, no contentamos a ninguno.
Pienso que el ejemplo de la viuda nos puede ayudar mucho. Pensemos en esta pobre mujer que apenas tenía unas pocas monedas para vivir. Su vida entera estaba en esas dos monedas y. ¿qué es lo que hizo? Confió. Se tiró al vació y se dejó guiar por Dios. Optó por darlo todo. Sin duda por su mente pasaron muchas cosas, pero al final se decidió por servir a Dios y Él la vio, se conmovió y la amó profundamente. Pensemos qué mirada tan hermosa la de Jesús al ver a esta pobre anciana.
Y el Evangelio de hoy nos dice que, por seguir a Jesús, seremos expulsados y condenados. Jesús, cuando habla de la vida a su lado insiste en la importancia de morir a nosotros mismos, de dejarlo todo y, en definitiva, de confiar en Él. No podemos pensar que será fácil, pero quien ha dicho que el ganar una carrera lo sea. Hay que ser valientes y fuertes para dar el paso de la confianza. No hay que tener miedo en seguir a Jesús al pie de la cruz, porque al final el amor con el cual Dios nos mirará será grandioso.
«Es el Espíritu quien da testimonio de Jesús. Y cada vez que nosotros sentimos algo en el corazón que nos acerca a Jesús, es el Espíritu quien trabaja dentro. Jesús mismo explicó a sus discípulos la acción del Espíritu: “Os enseñará y os recordará todo lo que os he dicho”. Y el Espíritu continuamente abre el corazón y da testimonio para escuchar y recordar lo que Jesús nos ha enseñado. Pero el testimonio es doble. El Espíritu nos da testimonio de Jesús y nosotros damos testimonio del Señor con la fuerza del Espíritu. Y el Señor insiste en las características de este testimonio —“tal vez los discípulos no comprendían bien”, y añadió: “Os he dicho esto para que no os escandalicéis”. Les explica el precio del testimonio cristiano de forma directa: “Os expulsarán de las sinagogas. E incluso llegará la hora en que todo el que os mate piense que da culto a Dios”».
(Cf Homilía de S.S. Francisco del 2 de mayo de 2016, en santa Marta)
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Hoy voy a dedicar un momento para estar delante del Sagrario para meditar sobre mi testimonio y la pregunta, ¿quién eres, Señor, en mi vida?
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Pero ni hago nada malo...¿ y el testimonio ?
El silencio ante la destrucción de los valores que Dios ha puesto en el hombre es omisión culpable, es complicidad
Hay quienes se sienten pecadores, y otros, como dice el papa Francisco, que se sienten “justos”, y como agrega, a ambos los busca el Padre. ¿Y por qué a los justos? Pues porque los que se ven como limpios de toda culpa, siempre tienen algunas ¡todos somos pecadores! ¿Qué es lo que sucede? Veamos.
Efectivamente, hay muchas buenas personas que tratan siempre de evitar el mal, y así cumplir con la ley divina. No hacen lo prohibido y tratan de hacer lo que nos es ordenado, como amar a Dios, amar al prójimo, honrar padre y madre. Y no está mal, se apegan a los diez mandamientos, pero falta algo, que también es orden divina.
Faltan las omisiones, aquello debido pero que NO se hace. Es tan fácil no hacer algo malo, que a veces es simple debilidad de carácter para llevarlo a cabo, miedos a equivocarse, “al qué dirán” y cosas así.
Las omisiones de hacer el bien igual son pecados. Basta recordar el juicio divino que prevé el Evangelio, sobre aquellos que vieron a Cristo en el prójimo necesitado y nada hicieron: lo vieron hambriento, sediento, desnudo, abandonado, desprotegido… y no hicieron nada por él, siguieron su camino en su propio confort.
Pero aún hay más. Hay quienes sabiendo no enseñan al ignorante lo que saben. No dan consejo a quien lo necesita (aunque no sepa que lo necesita) ni reprenden al equivocado como nos pide la Escritura. Es tan fácil pensar “que se las arregle solo”, que ya se verá con Dios.
Y sin embargo a los padres de familia, y hasta a otras personas, les parece correcto, como lo es, educar al niño para la vida, reprenderlo cuando hace mal, enseñarle buenos modales y así. Pero cuando se trata de adultos, ya no se atreven, sobre todo si no los sienten como “suyos” y temen enojarlos.
Y vayamos todavía más lejos; el testimonio de la palabra. En el mundo, en nuestro rededor, suceden cosas muy graves en contra de las enseñanzas y mandamientos del Señor, y la gran mayoría se queda callada. Se promueve el crimen del infanticidio por aborto, se destruye a la familia, se tuerce el concepto de matrimonio, se promueve abiertamente la homosexualidad y hasta la pederastia, y la gran mayoría se queja en privado, pero no hace nada para dar la voz de alarma y defender el recto sentido de la vida.
El silencio ante la destrucción de los valores que Dios ha puesto en el hombre es omisión culpable, es complicidad. Sí, ¡el silencio es complicidad! y así lo dicen tanto los Santos Padres como personas de buena voluntad. El dicho popular de “el que calla otorga”, aplica.
Se ataca a la Iglesia, se defiende el aborto, y muchos se quedan callados, aún en conversaciones grupales, privadas. Mejor no lastimo nuestra amistad, piensan, pero no como convicción, sino como excusa ante sí mismos.
Las violaciones a los derechos humanos se dan a niveles terribles en el mundo, y la mayoría se queda callada. Se persigue, martiriza y se asesina cruelmente a personas por el sólo hecho de ser cristianos y no renunciar a su fe… y se quedan callados. Y piden a Dios que haga algo, pero ellos no hacen nada.
Afortunadamente hay personas que por medio de la Internet o los de prensa de todo tipo, convocan a la protesta contra la violación de esos derechos humanos, y hacen presión sobre líderes y gobiernos, y rinde buenas cuentas. Otros usan las tribunas parlamentarias, pero a la mayoría de la gente le tiene sin cuidado. Ni siquiera rezan por lo que sí se atreven.
Ante el vociferar de pocos a favor de causas perversas, la mayoría calla, esa que el expresidente Nixon llamó “la mayoría silenciosa”. Como otros líderes, religiosos o no han dicho, entre ellos Martin Luther King, que lo que le preocupaba era el silencio de los muchos.
Hay quienes toman riesgos al denunciar el mal y propiciar el bien, como quienes oran frente a abortorios o protestan en las calles sin violar las leyes. La verdad es que cada vez es más fácil levantar conjuntamente la voz a favor de las buenas causas, la defensa de la fe y de todos los valores humanos, pero no se hace.
Jesús dio a la Iglesia el mandato de ir y predicar a todas las naciones. Pues a nivel personal, como parte de su iglesia, debemos cumplirlo en nuestro entorno o por los medios ahora a nuestro alcance. Quedarse callado es la antítesis de la predicación. Defender la vida, ante el homicidio generalizado en la propia nación y en varias partes del mundo, exigir el respeto a la vida, predicar el ¡NO al aborto!, como buen ejemplo.
Así que hay que quitarse la careta de “justo” y reconocer tanto lo que se hace bien, el mal evitado y lo que siendo necesario testimonialmente, se ha dejado de hacer. Así no habrá sorpresas a la hora de rendir cuentas finales al Señor a la hora de la muerte. Ya no se valdrán las excusas, ya no habrá tiempo. Mejor llegar a ese juicio con buenas cuentas, el debido testimonio, el haber levantado la voz. ¿Tan importante es? Sí lo es.
"Amar como Cristo significa salir de uno mismo"
Regina Coeli, 9 de mayo de 2020
El VI Domingo de Pascua, 9 de mayo, el Papa Francisco rezó la oración mariana del Regina Coeli asomado desde la ventana del Palacio Apostólico del Vaticano. Comentando el Evangelio dominical según san Juan (Jn 15, 9-17), en el que Jesús nos invita a "permanecer en su amor para que su alegría esté en nosotros y nuestra alegría sea plena" (vv. 9-11); el Santo Padre planteó una cuestión fundamental: "¿Cuál es este amor en el que Jesús nos dice que permanezcamos para tener su alegría?".
"Es el amor que tiene origen en el Padre, porque Dios es amor", dijo el Pontífice haciendo hincapié en que el amor que Jesús nos dona "es el mismo con el que el Padre lo ama a Él: amor puro, incondicionado, gratuito".
"Donándonoslo, Jesús nos trata como amigos, dándonos a conocer al Padre y nos involucra en su misma misión por la vida del mundo", puntualizó Francisco.
"Permanecer en el amor de Jesús"
Siguiendo la exhortación del Maestro, "permanezcan en mi amor", el Papa destacó que para poder lograr esta difícil meta de la vida es necesario cumplir con los mandamientos de Dios que Jesús resumió en uno solo «Amaos los unos a los otros como yo os he amado» (v. 12):
“Amar como ama Cristo significa ponerse al servicio de los hermanos, tal como hizo Él al lavar los pies de los discípulos. Significa salir de uno mismo, desprenderse de las propias seguridades humanas, de las comodidades, para abrirse a los demás, especialmente a quienes tienen más necesidad. Significa ponerse a disposición con lo que somos y lo que tenemos. Esto quiere decir amar no de palabra, sino con obras”.
Decir "no" a otros amores: dinero, éxito y poder
Poniendo en guardia sobre los riesgos de desviarnos del camino marcado por el Señor, el Obispo de Roma recordó que amar como Cristo significa decir no a otros “amores” que el mundo nos propone: amor al dinero, al éxito, al poder…
Estos caminos engañosos -aseveró Francisco- nos alejan del amor al Señor y nos llevan a ser cada vez más egoístas, narcisistas y prepotentes. La prepotencia conduce a una degeneración del amor, a abusar de los demás, a hacer sufrir a la persona amada".
Asimismo, el Pontífice reflexionó en su alocución sobre los peligros del amor enfermo que se transforma en violencia:
"¡Y cuántas mujeres son sus víctimas hoy en día!", añadió Francisco subrayando que esto no es amor ya que "amar como ama el Señor quiere decir apreciar a la persona que está a nuestro lado y respetar su libertad", es decir, amarla como es y gratuitamente.
“En definitiva, Jesús nos pide que habitemos en su amor, no en nuestras ideas, no en el culto a nosotros mismos; que abandonemos la pretensión de dirigir y controlar a los demás para fiarnos y donarnos a ellos”.
El verdadero cristiano no está triste
Finalmente, el Papa recordó que Jesús mismo nos ha dicho que este "permanecer en el amor del Señor" nos conducirá siempre a la alegría: «Para que mi alegría esté en vosotros y vuestra alegría sea plena» (v. 11).
“En vivir esta alegría consiste nuestro ser verdaderos testigos, porque la alegría es el signo distintivo del verdadero cristiano. El verdadero cristiano no está triste, siempre tiene esa alegría en su interior, incluso en los momentos malos”.
"El Señor quiere que la alegría que Él posee, porque está en comunión total con el Padre, esté también en nosotros en cuanto unidos a Él", expresó el Santo Padre afirmando que a pesar de nuestras infidelidades, "esta alegría de sabernos amados por Dios nos nos hace afrontar con fe las pruebas de la vida, nos hace atravesar las crisis para salir de ellas siendo mejores".
"Que la Virgen María nos ayude a permanecer en el amor de Jesús y a crecer en el amor hacia todos testimoniando la alegría del Señor resucitado", concluyó.
Treinta días de oración a la Reina del Cielo. Flores del 6 al 10 mayo
Devoción a la Virgen con audio
Flor del 6 de mayo: Madre Inmaculada
Meditación: “Alégrate, la llena de Gracia, el Señor está contigo” (Lucas 1,28). Gracia plena, es María; siempre estuvo llena de Gracia, por lo que no tiene mancha de pecado. Nunca se halló privada de la Gracia sobrenatural y santificante de Dios, pues Ella sería el Vaso Puro que llevaría al mismo Dios. Así se presentó en Lourdes como la Inmaculada Concepción, título que por Dogma la misma Iglesia le había reconocido.
Oración: ¡Oh María, Gracia plena!. Permítenos que nos alegremos con vos ya que el Señor te eligió y nos regaló tu Corazón, para que pongamos en El el nuestro como ofrenda al Dios Eterno. Amén.
Decena del Santo Rosario (Padrenuestro, diez Avemarías y Gloria).
Florecilla para este día: Cómo debo guardar la pureza de pensamientos y de obras.
Flor del 7 de mayo: Madre amable
Meditación: “Cómo se me concede que venga a mí la Madre de Mi Señor” (Lucas 1,43). María es diligente y amorosa, consuela, ayuda, fortalece, sirve…igual que su Hijo.
“Amaos los unos a los otros como Yo os he amado”.
A cada uno pedirá Dios cuenta de nuestros prójimos; nadie está tan aislado que pueda labrarse, abstrayéndose de toda otra alma, su propia salvación. Busquemos dar amor, consolando afligidos, visitando enfermos, corrigiendo con dulzura a los que se equivocan, siendo a semejanza de María con humildad y amor testimonios del Amor. “Ora y labora”.
Oración: ¡Oh tierno Corazón de María!. Haz que tus hijos demuestren a todos lo que es el Amor, lo que es el Señor en nosotros, para servir y siempre decirte si. Amén.
Decena del Santo Rosario (Padrenuestro, diez Avemarías y Gloria).
Florecilla para este día: Procurar ser amable con los demás.
Flor del 8 de mayo: Virgen prudentísima
Fiesta de Nuestra Señora de Luján
Meditación: “Se turbó, preguntándose qué podría ser éste saludo” (Lucas 1,29). Prudentísima porque turbada calló, porque obedeció, porque creyó y supo entregarse como esclava de Dios. ¡Qué modelo para nuestra locuacidad, nuestra poca fe y nuestro orgullo!. “Las vírgenes prudentes llenaron sus lámparas de aceite” (Mateo 25,4). María la llenó con fe. “Feliz porque haz creído”. La llenó con amor. “Mi Amado es mío y yo soy suya” (Cantar de los cantares 2,16). La llenó de esperanza. “Guardaba todas las Palabras de Jesús en su Corazón” (Lucas 2,51).
Oración: ¡Oh Virgen de Luján que señalas el camino de nuestro peregrinar!. Haz que la prudencia de tu Corazón la cultivemos también hoy, para que nuestras lámparas se aviven con una ardiente llama de fe, el pabilo de la esperanza y el aceite del Amor, como verdaderos templos de Dios. Amén.
Decena del Santo Rosario (Padrenuestro, diez Avemarías y Gloria).
Florecilla para este día: Reflexionar sobre si cumplo lo que Dios quiere de mi, si hago Su Voluntad, o la mía.
Flor del 9 de mayo: Madre del buen consejo
Fiesta de Nuestra Señora de los Milagros
Meditación: María nos aconsejó en las bodas de Caná, “Haced lo que El os diga” (Juan 2,5), y nos lo vuelve a dictar. ¿Qué quiere Cristo de mi?. ¿Lo podemos seguir cuando nos dice “deja todo y sígueme?”.
“Hijo, ¿por qué nos haz hecho esto?” (Lucas 2,48). Cristo tenía que mostrarnos ante todo más el amor a Dios que el de la familia. ¡Pero cuántas veces abandonamos a nuestra Madre por amores, caprichos, vanidades y miedos!.
Oración: ¡Oh dulce consejera del alma, oh hermosa Esclava!. Entrega a Dios nuestra alma para que se haga santa, que abramos nuestros oídos y seamos hijos solícitos. Amén.
Decena del Santo Rosario (Padrenuestro, diez Avemarías y Gloria).
Florecilla para este día: Ser un verdadero Cristo al aconsejar a mi hermano.
Flor del 10 de mayo: Virgen digna de alabanza
Meditación: “Bendita tú entre las mujeres” (Lucas 1,42). “Mi alma engrandece al Señor” (Lucas 1,46). Cuando cumplimos la profecía de llamarla Bienaventurada, hablamos de las maravillas que hizo en Ella el Todopoderoso. Unimos nuestra voz a la suya, alabando perpetuamente al Señor. Imitemos a María agradecida, a María serena, a María llena de sacrificio, a María alegre, a María confiada, a María llena de Gracia y fortaleza para cumplir así nuestra misión en la tierra.
Oración: ¡Oh Madre!, que te hiciste la más pequeña, siendo realmente excelsa, enséñame a amarte, a alabarte y a agradarte del mismo modo en que vos lo hiciste con el Señor, para que también nosotros lleguemos a El. Amén.
Decena del Santo Rosario (Padrenuestro, diez Avemarías y Gloria).
Florecilla para este día: Ser pequeños y humildes como María nos pide, para crecer en la Gracia.
Una madre es alguien que nos guía y nos inspira; ella nos ayuda a lograr nuestros sueños y deseos.
Dios nos ha regalado a todos los hijos un tesoro incalculable, un diamante muy fino, es decir, a una MAMÁ . Una madre es alguien que nos guía y nos inspira; ella nos ayuda a lograr nuestros sueños y deseos; con su sabiduría y profundidad, alumbra el sendero de sus hijos y les trae alegría.
Lo que hace maravillosa a una madre, es el espíritu abnegado que la mueve a sacrificar tiempo, fuerzas y, de ser necesario, hasta la salud por el bien de su hijo.
En cierta ocasión, un niño parcialmente sordo volvió del colegio a su casa; llevaba una nota de la dirección, la cual recomendaba que los padres lo sacaran del centro docente, ya que «era demasiado falto de inteligencia para aprender».
La madre del niño leyó la nota y dijo: «Mi hijo Tom no es falto de inteligencia. Yo misma le enseñaré.»
Cuando Tom murió muchos años después, los estadounidenses le rindieron homenaje apagando todas las luces del país durante un minuto, pues este Tom fue el que inventó la lámpara incandescente, y no solo eso, también inventó el fonógrafo y un rudimentario proyector de películas. En total, Thomas Edison patentó más de mil inventos (Thomas A. Edison (1847-1931).
Cierta vez preguntaron a una madre cuál era su hijo preferido, aquel que ella más amaba, y ella, dejando entrever una sonrisa, respondió:
“Nada es más voluble que un corazón de madre. Y, como madre, le respondo:
El hijo predilecto, es aquel a quien me dedico en cuerpo y alma…
Es mi hijo enfermo, hasta que sane.
El que partió, hasta que vuelva.
El que está cansado, hasta que descanse.
El que está con hambre, hasta que se alimente.
El que está con sed, hasta que beba.
El que está estudiando, hasta que aprenda.
El que está desnudo, hasta vestirlo.
El que no trabaja, hasta que se emplee.
El que se enamora, hasta que se case.
El que se casa, hasta que conviva.
El que es padre, hasta que críe a sus hijos.
El que prometió, hasta que cumpla.
El que debe, hasta que pague.
El que equivocó el camino, hasta que se convierta.
El que llora, hasta que calle.
El que está triste, hasta que se alegre”.
Y ya con el semblante bien distante de aquella sonrisa, completó:
“El que ya me dejó… hasta que lo reencuentre en el cielo…”
Valoro y te agradezco por ser quien eres, un faro de luz y de amor en mi camino. Cuidemos este tesoro tan especial que Dios ha puesto en nuestras manos. Gracias por ser quien eres, MAMÁ TE AMO…
El Shabbat había quedado atrás
María finalmente fue presa del sueño. La noche anterior le había sido imposible dormir. Su corazón oprimido por el dolor y su mente confundida por pensamientos venidos de todas direcciones le habían impedido alcanzar el mínimo de serenidad necesario para conciliar el sueño.
Pero a la noche siguiente el agotamiento la venció. Cayó rendida en el cómodo diván que el bondadoso Nicodemo le había ofrecido al acogerla en su casa después de la apresurada sepultura del cuerpo de Jesús.
Dormía plácidamente, recostada sobre su costado izquierdo. Sería la tercera vigilia de la noche cuando Jesús se hizo presente en aquella espaciosa habitación sin hacer el menor ruido. El Señor se acercó al diván y se arrodilló ante María en profunda contemplación. Así pasó varios minutos. No solo las madres observan extasiadas a sus bebés; también los hijos agradecidos disfrutan velando el sueño apacible de sus padres. Era Dios admirando a la más excelsa y pura de sus creaturas; era el Hijo contemplando a la más tierna y generosa de las Madres.
El rostro de María aparecía lívido, como descolorido por tantas lágrimas que habían corrido por él y, sin embargo, no perdía su belleza virginal.
Jesús se acercó y depositó un beso en su sien derecha al mismo tiempo que acarició reverentemente la cabeza de su madre con su mano gloriosa. Y le susurró: “Madre, aquí estoy”.
¿Podía haberlo hecho de otra manera?
Este fue el momento de la Resurrección de María. Una claridad enrojeció la cortina de sus párpados aún cerrados, hasta que comenzó a abrirlos y vio el rostro radiante y sonriente de su hijo. Era una claridad que no hería. No se sobresaltó; acaso pensara que todo era un sueño, pero muy pronto se percató de que no lo era y se incorporó de golpe, quedando sentada en el diván con los ojos bien abiertos. Jesús seguía de rodillas, con la más hermosa de las sonrisas dibujada en su rostro sereno y luminoso.
“Madre, Yo Soy” (Ex 3, 14; Jn 8, 28), le dijo Jesús, tomándola de las manos. El rostro de María resucitó y recobró su color rosáceo como por arte de magia. Instintivamente María liberó sus manos de las de Jesús para llevarlas al rostro de su hijo y lo acarició. Hasta ese momento la emoción le había robado las palabras. Sólo pudo decir: “mi niño”. Las lágrimas desbordaron los diques de sus párpados y comenzaron a deslizarse por su rostro; eran lágrimas de un sabor muy distinto a todas las que había derramado el día anterior.
Finalmente María rompió el éxtasis: “¿Pero, cómo…?” Jesús se limitó a responderle: “Madre, para esto he venido, para hacer nuevas todas las cosas. He triunfado para siempre sobre la muerte y sobre el pecado. Todo empieza de nuevo...”.
Ella no necesitaba explicaciones lógicas o teológicas. Le era suficiente ver a su hijo vivo nuevamente. Fiel a su misión de intercesora, comenzó a hablarle de la tristeza de Pedro, del abatimiento de María Magdalena, del fin de Judas… de cómo se encontraban todos los demás. “No te preocupes –le dijo Jesús, iré a buscarlos a cada uno de ellos, ahí donde se encuentren. Y Judas… ten fe, está bien...”.
Rayaba el alba y Jesús le dijo que debía irse a buscar a sus amigos, pero se volverían a ver más tarde. Los dos se fundieron en un abrazo que duró varios segundos; María recostó su cabeza sobre el hombro de su hijo y Él la acarició nuevamente con nobleza y ternura. Jesús se fue separando poco a poco, tomó el rostro de María con sus manos y la besó en la frente. María tomó las manos de su hijo y por primera vez vio las huellas de su pasión; reverentemente las besó como hace toda madre con las manos de su hijo sacerdote. Jesús se puso de pie, se apartó un poco, y con una sonrisa pícara, sin moverse, fue desapareciendo lentamente de su vista, ante la sorpresa de María. Ella entonces cayó de rodillas y comenzó a orar como solía: “Magnificat Anima mea Dominum…”.
La sonrisa había vuelto a su rostro, una sonrisa que jamás se volvería a ir. Era la sonrisa de la Alegría Pascual.
Sí, el Shabbat había visto su ocaso, y esta vez para siempre. Había cedido su lugar al Dies Domini*…
*Dies Domini: El Día del Señor (el Domingo, que al igual proviene de la palabra latina Dominus).
Preces
Por intercesión de san Juan de Ávila, que promovió la formación del clero y la renovación de la Iglesia, acudimos a Dios:
R/M Señor, escucha nuestra oración.
Te pedimos por todos los sacerdotes que conocemos,
– acompáñalos en su apostolado para que su ministerio sea fecundo.MR/
No dejes de suscitar vocaciones a la vida sacerdotal,
– y que los seminaristas encuentren quienes los ayuden a prepararse adecuadamente.MR/
Ayúdanos a luchar contra todo lo que ensucia a tu Iglesia,
– y a amarla profundamente de manera que seamos fieles hijos suyos.MR/
Te pedimos por todos los que han sido escandalizados por el mal comportamiento de los sacerdotes,
– haz que encuentren justicia, consuelo y paz.MR/
Intenciones libres
Padre nuestro…
Oración
Oh, Dios, que hiciste de san Juan de Ávila un maestro ejemplar para tu pueblo por la santidad de su vida y por su celo apostólico; haz que también en nuestros días crezca la Iglesia en santidad por el celo ejemplar de tus ministros. Por nuestro Señor Jesucristo.