¿Con qué autoridad haces todo esto?

Úrsula Ledóchowska, Santa

Virgen y Fundadora, 29 de mayo

Fuente: Vatican.va
 
Martirologio Romano: En Roma, tránsito de santa Úrsula (Julia) Ledóchowska, virgen, que fundó el Instituto de Religiosas Ursulinas del Sagrado Corazón de Jesús Agonizante, y afrontó fatigosos viajes a través de Polonia, Escandinavia, Finlandia y Rusia († 1939).

Fecha de beatificación: 20 de junio de 1983 por S.S. Juan Pablo II

Fecha de canonización: 18 de mayo de 2003 por S.S. Juan Pablo II

Breve Biografía

Nació el 17 de abril de 1865 en Loosdorf (Austria), segunda de nueve hijos. Su madre, de nacionalidad suiza, descendía de una familia noble; su padre procedía de la antigua y noble familia polaca Ledóchowski, en la que destacaron hombres de Estado, militares, eclesiásticos y personas consagradas. Creció en un clima familiar lleno de amor y exigente. María Teresa, su hermana mayor, fundadora de las Misioneras de San Pedro Claver (Hermanas Claverianas), conocida como "madre de África", fue beatificada por el Papa Pablo VI en el año 1975; su hermano Vladimiro, un año menor que ella, fue superior general de la Compañía de Jesús de 1915 a 1942. Otro de sus hermanos, Ignacio, general del ejército polaco, murió asesinado por los nazis en el campo de concentración de Dora-Nordhausen, el año 1945.

En 1883 la familia se trasladó de Austria a Polonia. Tres años después, Julia entró en el convento de las Ursulinas de Cracovia. Durante la profesión religiosa, emitida en 1889, tomó el nombre de María Úrsula de Jesús. Destacó por su amor al Señor, su talento educativo y su sensibilidad ante las necesidades de los jóvenes en las difíciles circunstancias sociales, políticas y morales de su tiempo. En 1904 fue elegida superiora del convento de Cracovia. En ese tiempo emprendió valientes iniciativas apostólicas. Abrió un internado para jóvenes universitarias -el primero en Polonia-, donde las muchachas no sólo pudieran encontrar un lugar seguro, sino también una sólida formación religiosa: les organizaba la Congregación mariana y cursos para profundizar la visión cristiana de la vida, dirigidos por eminentes teólogos.

Convencida de la necesidad de cambiar las Constituciones según las nuevas necesidades pastorales, se dirigió a Roma en 1907. En una audiencia, propuso al Papa Pío X realizar su trabajo apostólico en el corazón de la Rusia hostil a la Iglesia. Con la bendición del Vicario de Cristo, ese mismo año, al concluir su cargo de superiora del convento de Cracovia, acompañada de otra religiosa, ambas vestidas de civil, pues la vida religiosa estaba prohibida en ese país, partió hacia San Petersburgo.

Las religiosas vivían en la clandestinidad y, aunque eran vigiladas continuamente por la policía secreta, realizaban una intensa labor educativa y de formación religiosa, también con vistas a promover buenas relaciones entre polacos y rusos.

En 1908, la Santa Sede, a causa de las grandes dificultades de comunicación, aprobó la erección canónica de la casa de San Petersburgo como casa autónoma, con noviciado. La madre Úrsula fue nombrada superiora. Al año siguiente, la actividad del convento se extendió a Finlandia, donde construyó una escuela con internado para muchachas.

Cuando estalló la primera guerra mundial, en 1914, la madre Úrsula, al ser ciudadana austríaca, tuvo que salir de Rusia y emigró a Escandinavia: primero a Suecia y luego a Dinamarca, desde donde podía mantener más fácilmente contactos con sus religiosas de San Petersburgo. Para evitarles las consecuencias de la revolución bolchevique, trasladó la comunidad a Estocolmo, donde fundó un instituto de lenguas para muchachas. En 1917 se trasladó, con toda la comunidad, a Aalborg, en Dinamarca, donde abrió una casa para niños huérfanos de los inmigrantes polacos.
Durante el tiempo de su estancia en Escandinavia, además de su apostolado educativo, trabajó intensamente en la promoción del compromiso ecuménico. Asimismo, colaboró con el Comité de ayuda a las víctimas de la guerra en Polonia, fundado por Henryk Sienkiewicz, famoso escritor polaco premiado con el premio Nobel por su libro "Quo vadis".

La casa de sus religiosas se convirtió en un apoyo para la gente de diversas orientaciones políticas y religiosas. Su amor ardiente a la patria iba unido a la apertura a los otros. Cuando le preguntaban cuál era su orientación política, respondía sin vacilar: "Mi política es el amor". En ese tiempo, la Santa Sede le concedió el permiso para transformar su convento autónomo de Ursulinas en la congregación de Hermanas Ursulinas del Sagrado Corazón de Jesús Agonizante.

La espiritualidad de la congregación se centra en la contemplación del amor salvífico de Cristo y en la participación en su misión por medio de la labor educativa y el servicio al prójimo, especialmente a los que sufren, a los que viven en soledad, a los marginados y a los que buscan el sentido de su vida.

Úrsula educaba a sus religiosas para amar a Dios sobre todas las cosas y en Dios a toda persona humana y a toda la creación. Recomendaba, como testimonio creíble de una relación personal con Cristo, la sonrisa, la serenidad de espíritu, la humildad y la capacidad de vivir la vida ordinaria como camino privilegiado para la santidad. Ella misma era un ejemplo notable de ese tipo de vida.

La congregación se desarrolló rápidamente. Nacieron comunidades de religiosas Ursulinas en Polonia y en otras regiones. En 1928 abrió en Roma la casa general y una pensión para muchachas pobres. Las Ursulinas comenzaron también a trabajar entre los pobres de los suburbios de la ciudad eterna. En 1930 se establecieron en Francia.

La madre Úrsula fundó numerosos centros de educación y de enseñanza; enviaba a las religiosas a dar catequesis y a trabajar en zonas pobres; organizaba ediciones de libros para niños y jóvenes; ella misma escribió libros y artículos.

Trató de iniciar y apoyar organizaciones eclesiales para niños (Movimiento Eucarístico), para la juventud y para las mujeres. Participaba activamente en la vida de la Iglesia y del país. Recibió condecoraciones estatales y eclesiásticas.

Ejerció gran influjo sobre la vida de la madre Úrsula su tío Mieczyslaw, arzobispo de Gniezno-Poznan, primado de Polonia y después prefecto de la Sagrada Congregación para la propagación de la fe.

Murió en Roma el 29 de mayo de 1939. Fue beatificada por el Papa Juan Pablo II el 20 de junio de 1983 en Poznan y canonizada por el mismo Papa el 18 de mayo de 2003 en la Basílica Vaticana.

Con qué autoridad haces las cosas

Santo Evangelio según san Marcos 11,27-33. Sábado después de Pentecostés

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Oh, Cristo Jesús, te reconozco por rey universal. Todo cuanto existe ha sido creado por ti. Ejerce sobre mí todos tus derechos. Renuevo mis promesas del bautismo renunciando a Satanás, a sus seducciones y a sus obras, y prometo vivir como buen cristiano. Muy en particular me comprometo a hacer triunfar, según mis medios, los derechos de Dios y de tu Iglesia. Jesucristo, te ofrezco mis pobres acciones para obtener que todos los corazones reconozcan y vivan tu mensaje de paz, de justicia y de amor. (Oración a Cristo Rey)

Evangelio del día (para orientar tu meditación)

Del santo Evangelio según san Marcos 11,27-33

En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos llegaron de nuevo a Jerusalén, y mientras Jesús caminaba por el templo, se le acercaron los sumos sacerdotes, los escribas y los ancianos, y le preguntaron: “¿Con qué autoridad haces todo esto? ¿Quién te ha dado autoridad para actuar así?”.

Jesús les respondió: “Les voy a hacer una pregunta. Si me la contestan, yo les diré con qué autoridad hago todo esto. El bautismo de Juan, ¿era cosa de Dios o de los hombres? Contéstenme”.

Ellos se pusieron a razonar entre sí: “Si le decimos que de Dios, nos dirá: ‘Entonces ¿por qué no le creyeron?, y si le decimos que de los hombres.?”. Pero, como le tenían miedo a la multitud, pues todos consideraban a Juan como verdadero profeta, le respondieron a Jesús: “No lo sabemos”. Entonces Jesús les replicó: “Pues tampoco yo les diré con qué autoridad hago todo esto”.

Palabra del Señor.

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

Los fariseos tuvieron gran dificultad en responder a la pregunta de Jesús. No era un acertijo complicado, en realidad, pero responder de un modo o de otro los involucraba personalmente. Y del mismo modo la pregunta hecha a Cristo le involucraba en el problema; tanto, que al final le costaría la cruz…

Vemos más concretamente esta pregunta a Jesús. ¿Con qué autoridad hace Cristo todo esto? En otro momento lo dirá abiertamente: «Yo soy Rey. Yo para esto he venido al mundo…» (Jn 18, 37) ¡Sí! ¡Cristo es un hombre con autoridad, Él es Rey! Su poder le viene de su Padre, que ha puesto todas las cosas en sus manos. Pero en este encuentro la pregunta queda sin responder…

Cristo pudo haber resuelto las dudas y declarar su realeza divina desde el inicio. Pero quiere que sea yo mismo quien responda a la pregunta. Quiere ser Rey de hombres y mujeres libres, sometidos a Él no por violencia sino por la fuerza del amor. ¿Quiero que Cristo tenga esta autoridad sobre mí? ¿Me comprometo con mi respuesta? ¿Seré yo quien reconozca con mis actos que Cristo es Rey?

«La autoridad es regalo de Dios, viene solo de Él y Jesús se la da a los suyos: autoridad al hablar que viene de la cercanía con Dios y con la gente, siempre ambas juntas; autoridad que es coherencia, no doble vida. Y si un pastor pierde la autoridad, que al menos no pierda la esperanza, como Elí: hay siempre tiempo de acercarse y de despertar la autoridad y la profecía».
(Homilía de S.S. Francisco, 9 de enero de 2018, en santa Marta).


Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Hoy dedicaré cinco minutos visitando una iglesia, para renovar mi disposición de servir a Cristo.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

La autoridad en la familia

Analizaremos como ha de ser la autoridad de los padres en la familia.
 
Para analizar el tema de la autoridad en la familia es necesario que recordemos juntos algunas ideas:

1) Recordemos que toda persona es imagen y semejanza de Dios, poseedora de una dignidad inmensa y que hay que respetar desde su concepción hasta su muerte natural.

2) La finalidad de la persona es llegar a ser mejor cada día y llegar a Dios.

3) El matrimonio existe para que los esposos se ayuden mutuamente y para que eduquen a sus hijos, con la ayuda de Dios.

4) Los hijos han de desarrollar sus capacidades de pensar, amar y decidir, así como educar sus sentimientos.

5) Amar es buscar el bien de la persona que amamos porque es quien es.

La autoridad

Como habrán podido ver, la autoridad en la familia ha de ser un instrumento que empleemos para ayudar a los hijos a que sean mejores personas, para que se eduquen pensando, amando y decidiendo cada día mejor, para que los padres se ayuden mutuamente en la educación de sus hijos. Todo esto, dentro del verdadero amor que busca el bien de la persona que amamos. En este caso, los hijos.

La autoridad en la familia ha de ser un servicio generoso, amoroso y eficaz que los padres regalen a sus hijos. Por medio de la autoridad, los padres irán ayudando, poco a poco, a que los hijos sean mejores, a que se acerquen a Dios, a que logren la formación y vivencia de virtudes. No es para que los padres dominen, manden y exijan a los niños los caprichos que, como padres, puedan tener.

Quien realmente quiera tener autoridad con sus hijos y en la familia en general, se ha de convertir en el servidor de ellos. Querrá ayudarles a ser mejores por medio de su actuación como autoridad.

¿Por qué regañas a tu hijo? ¿Porque estás muy cansado y no quieres que te moleste? ¿Porque se equivocó— en la forma que le dijiste que barriera el patio? ¿Por qué? Esta es la pregunta que, como padres, nos hemos de hacer siempre que mandemos algo a nuestros hijos. ¿Por qué lo hago? ¿Busco su bien? ¿Deseo que sea mejor persona?

Recuerda que los hijos son el fruto del amor, de la entrega total y mutua de los cónyuges. Ese fruto se transforma en una nueva vida, en una persona imagen y semejanza de Dios, ¡En tu hijo!.

Por tanto, la autoridad en la familia ha de ir inspirada por el cariño que tengas por tus hijos, por el verdadero amor que busca el bien de ellos, por el respeto a sus personas, por el dominio personal de tus enojos, flojera y egoísmo. Estará revestida de generosidad, pues debes esforzarte para vencer tus comodidades con tal de ayudar a que tu hijo sea mejor. Será, también, una autoridad adecuada según las necesidades de cada uno de los miembros de la familia. No podrás exigir lo mismo a un niño que a una niña; a quien es flojo o mas inquieto, a quien es inteligente o a quien lo es menos.

Será un servicio entusiasta, incansable, con las ganas de colaborar en la mejora real del niño.

¿Cuántos papás creen que la autoridad en la familia es únicamente para mandar, para que cumplan lo que ellos quieren? Se les olvida que Jesucristo se identifica con cada uno de ellos: "Lo que hicieras a cada uno de estos, los mas pequeños, a mí me lo hiciste". Son palabras de Jesucristo. Entonces, ¿Por qué no servir a Dios en cada uno de nuestros hijos? ¿Por qué no atenderle y amarle en ellos?

Quien realmente sea la autoridad de la casa, ha de ser el servidor de todos.

¿Qué se necesita para ser buena autoridad en la familia?

1. Necesitas apoyar siempre la autoridad del otro cónyuge. "Si tu madre lo dijo, esfuérzate por obedecerla. Ella te quiere mucho". Y no decir al niño: "No le hagas caso. Ella no sabe nada" No caigas en esa postura. Cuida que el prestigio de tu cónyuge siempre esta apoyado por ti.

2. No tengas miedo de mandar, de ejercer la autoridad. Quien sirve a los demás, vive la felicidad en esta tierra. Pues se asemeja a Jesucristo, que no vino a ser servido, sino a servir. Quien manda, sirve, y se asemeja más a Nuestro Señor.

3. Esfuérzate por dar buen ejemplo a tus hijos. Quien se esfuerza por ser ejemplo, tendrá el derecho de mandar. "Guarda tus zapatos en el ropero, Juanito". Él irá a hacerlo. Pero, tú ¿guardas tus zapatos en el tuyo?

4. Cada vez que ejerzas tu autoridad, des una orden o una indicación, dialoga con tus hijos. Explícales por que han de hacerlo. "Mira, Juanito. Hay que dejar los zapatos en el ropero para que nadie se vaya a tropezar con ellos en la noche. También, para que te acostumbres a guardar todo en su lugar, para que mañana los encuentres rápido y no pierdas el tiempo en buscarlos"

5. Comprende a cada uno de tus hijos. Para mandar a Juanito se necesita exigirle mucho, pues es muy distraído. En cambio, a Manuelito basta que se lo digas una vez. Sin embargo, con Juanito haz de tener muchísima paciencia. Con Manuelito menos. Cada quien necesita un servicio educativo diferente.

6. Mantén siempre la calma, la serenidad, el dominio personal. Nunca ejerzas tu autoridad en la familia si estás de mal humor, enojado o con un coraje. Eso te hará que no pienses bien. Lo mas probable es que puedas ofender a alguno de tus hijos. ¡Detente! ¡Serénate! ¡Respira hondo! ¡Tranquilízate! Cuando lo hayas hecho, entonces ahora sí, da la orden que se necesite.

7. Sé muy perseverante, no te rindas, continúa día a día. La autoridad hay que ejercerla siempre, sin desfallecer. El día que no lo hagas, se perderá todo lo que hayas logrado. "Paquito es muy enojon. Todos los días, unas seis o siete veces, le tengo que estar ayudando para que domine esos enojos. Pero ya me cansé. Llevo cinco meses haciéndolo. Lo voy a dejar en paz". Si así lo haces, Paquito empezara nuevamente a ser muy enojon y lo que hayas logrado, se perderá.

8. Confía mucho en Dios Nuestro Señor. Pídele su ayuda para que siempre seas autoridad en la familia con espíritu de servicio. Recuerda, Cristo vino a servir y no a ser servido.

Contempla a Jesucristo sirviendo como esclavo a los apóstoles al lavarles los pies en San Juan 13, 1-19. El dice: "Si yo, pues, os he lavado los pies, siendo vuestro Señor y Maestro, también habeis de lavaros vosotros los pies unos a otros".
 
El buen diplomático, anclado en la tradición, pero dispuesto al diálogo

El Papa Francisco se reunió con la Comunidad de la Pontificia Academia Eclesiástica.

"Esta mundanidad asfixiante se cura saboreando el aire puro del Espíritu Santo, que nos libera de permanecer centrados en nosotros mismos, escondidos en una apariencia religiosa vacía de Dios. No nos dejemos robar el Evangelio" (EG 97). Con estas palabras se puede resumir bien el encuentro del Papa Francisco con la Comunidad de la Pontificia Academia Eclesiástica (PAE), que tuvo lugar ayer por la tarde en la Institución situada en la Plaza de la Minerva 74, de Roma, que desde hace 320 años forma al futuro personal de las Representaciones Pontificias.

Fue un encuentro sencillo, intenso y familiar, caracterizado por la fraternidad y la cercanía del Sucesor de Pedro con los jóvenes sacerdotes que se preparan para vivir su ministerio al servicio de la Iglesia y del Santo Padre en las distintas misiones diplomáticas.

Poco antes de las 18:30, el Papa fue recibido por el Presidente del PAE, Monseñor Joseph Marino, por el Secretario para las Representaciones Pontificias, Monseñor Jan Romeo Paw?owski, por el Ecónomo y Prefecto de Estudios, Monseñor Gabriel Marcelo Viola Casalongue y por los estudiantes. Un encuentro esperado durante dos años con inquietud y entusiasmo, que se perdió el año pasado a causa de la pandemia; un signo concreto de la paternal cercanía y atención del Santo Padre.

El Papa Francisco permaneció durante más de una hora con los sacerdotes en un diálogo sencillo y abierto. El Presidente, en nombre de todos, saludó y agradeció al Santo Padre la aceptación de la invitación, presentando a la comunidad, formada por 40 sacerdotes, 38 de los cuales son estudiantes de 25 países, e informándole de que, a pesar de la crisis sanitaria provocada por la pandemia, se han llevado a cabo todas las actividades previstas para el curso académico, marcadas por la oración, el estudio y diversos encuentros formativos.

En un ambiente familiar, los alumnos de la Academia formularon algunas preguntas al Santo Padre, que no dejó de dar respuestas claras, paternales y concretas. Se abordaron numerosos temas, como los desafíos actuales de la Iglesia, la labor misionera, el camino sinodal y el importante papel de la diplomacia papal bilateral y multilateral.

El Papa Francisco esbozó algunas características y atenciones que el buen diplomático debe cultivar y ejercer en su ministerio: ser hombres de oración, abiertos a la escucha del Evangelio, a las novedades, pero al mismo tiempo enraizados en la Tradición, dispuestos al diálogo y a la confrontación.

Al hablar de la esperada experiencia del año misionero de los ex alumnos, el Papa destacó que este período formativo, realizado en las periferias de la Iglesia Universal, enriquecerá su bagaje personal, humano, cultural y lingüístico.

Posteriormente, el Papa Francisco compartió la cena con la comunidad de la Academia, animando de manera especial a los 13 ex alumnos que pronto comenzarán su servicio en las Representaciones Pontificias. La Bendición Apostólica concluyó la velada y antes de regresar al Vaticano, el Santo Padre se reunió también con las Religiosas de la Comunidad Apostólica de María Siempre Virgen, que prestan sus servicios en la misma Pontificia Academia Eclesiástica.

Orar en María

Aprender a acercarse a Dios con el corazón de María

Después de un año de artículos dedicados a la oración es bueno incluir un apartado en el que aprendamos a orar como María. La Virgen es para los cristianos ejemplo y modelo. Ella fue quien vivió más perfectamente la vida cristiana. Ella, desde el inicio de su vida, fue imbuida por el Espíritu Santo quien la condujo por el camino de la santidad. Por lo que orar en María es aprender a orar con su mismo corazón, con sus mismas palabras y con sus mismas actitudes. Así nuestra oración será cada vez más agradable al Padre.

María nos enseña a acoger la Palabra

La Virgen fue la primera que abrió su alma para acoger a Dios que se le dio en su Palabra (cf. Lc 1, 26-35). Ella vivía en una constante actitud de escucha. Estaba, como la mayoría de las mujeres de su tiempo, a la espera del Mesías con un corazón abierto a recibirlo. El Evangelio que más nos ayuda a aprender de María a acoger la Palabra de Dios es el de la anunciación. Nos dice el texto que el ángel le invita a la alegría porque esta llena de gracia. Nosotros en nuestra vida de oración también estamos llenos de la presencia de Dios; llenos de gracia. Esa debe ser nuestra alegría. Por lo que, aprender de María a escuchar a Palabra de Dios es aprender de ella también a vivir en la alegría de los hijos de Dios. A pronunciar con gozo el Magníficat (Lc 1, 46-55) porque el Señor se ha fijado en nosotros para hacer en nosotros su morada. Claramente que el texto de la anunciación habla de un cierto temor “¿Cómo será esto posible, si no conozco varón?” (Lc 1, 34). Pero es un temor invadido por la certeza del autor del mensaje. Dios es el que se comunica con ella y esa es su paz. También a nosotros, en la Palabra, es Dios que se nos esta manifestando. Por lo tanto, esta es nuestra seguridad. Aunque a veces no entendamos el mensaje de Dios y pensemos en nuestro corazón ¿Cómo va a ser esto? Adoptemos las actitudes de abandono y de confianza en María y respondamos como ella: “He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra” (Lc 1, 38).
 
Responder a la Palabra de Dios como María

La respuesta de María a la Palabra de Dios nos lleva a reflexionar en el modo en que Dios pudo actuar en ella por la apertura de su alma, por su acogida. Saber que en la Virgen el Señor actuó así es estar cierto que actuará así también con nosotros si sabemos acogerlo con confianza como lo hizo ella. El ángel le hace entender que acoger la Palabra de Dios es aceptar la buena noticia que es Cristo. Por eso el Altísimo la pudo cubrir con su sombra y llenarla de si? mismo dejando en ella el fruto de la redención que es Jesús (cf. Lc 1, 35). Ese es el fruto que también hay en nuestro corazón cuando acogemos la Palabra de Dios. Es Dios mismo que se nos da en su palabra. Y al recibirlo somos transformados en esa misma Palabra que recibimos. María lo vivió del modo más pleno. Cristo la hizo “carne de su carne” (Gn 2, 23). También hace eso el Señor con nosotros. Queremos ser como Jesús, responder como Él, mirar como Él, amar como Él. Para ello debemos dejar, como María, que Jesús en la oración nos transforme a través de la acogida de su Palabra.

María nos muestra cómo vivir del Espíritu Santo

Hemos reflexionado en el modo en que la Palabra de Dios actuó en María en la encarnación. Esto se realizó gracias a la acción del Espíritu Santo. El Espíritu la habito? en la encarnación y no la dejo? nunca. Hizo de ella su templo y la lleno? de si? mismo. Por eso la Virgen Madre, al haberse dejado penetrar por el Espíritu Santo vivía guiada por Él. Fue la razón de ser de la existencia de María. Toda su vida tuvo sentido gracias a la acción del Espíritu Santo. Ella estaba cubierta por el Espíritu dejándose guiar por Él y llena de sus dones y sus frutos. Las palabras del ángel: “el Espíritu Santo vendrá? sobre ti” (Lc 1, 35) fueron una constante en Mari?a. Así debemos de aprender de ella. Dejar que el Espíritu Santo simplemente habite en nosotros y realice la obra que le ha encomendado el Padre. Desde la sencillez de la vida de María y la sencillez de la nuestra el Espíritu nos hace bienaventurados por su acción constante en nuestra alma (cf. Lc 1, 42).

Dejar que la Virgen nos conduzca a la oración de abandono

La Virgen no solo nos enseña a vivir del Espíritu Santo sino que también es modelo para nosotros de abandono. Ciertamente María no experimento? la caída del pecado, pero si? la pequeñez de su ser criatura. De hecho, eso fue lo que conquisto? el corazón de Dios. Ella se sabía pequeña, la más insignificante de las hijas de Dios. Su humildad le hacía vivir en su verdad y eso la mantenía siempre con un corazón postrado ante Dios. Ella supo mantenerse en su sitio sin ninguna pretensión. Podría haberse sentido superior al haber sido elegida para ser la Madre del Señor. Pero, al contrario, ella era consciente de que si Dios la había escogido era precisamente por su condición de esclava (cf. Lc 1, 38). Ella, la esclava del Señor, no se sentía digna, pero acepto? el plan de Dios porque sabía que Dios la dignificaría con su amor. Por eso, cuando María canta el Magníficat se reconoce la “pequeña esclava” (cf. Lc 1, 48). Pero sabe que es la causa de la atracción de Dios hacia ella. La mirada de Dios se poso en ella por su pequeñez. Dios puso los ojos en María y ella se dejo amar por Él eso la hizo grande. Esa es una gran escuela para nosotros. En el corazón pequeño de María aprendemos a rezar como ella. Sabernos pequeños, como la Virgen, no nos puede llevar a la desesperanza sino que al contemplarla a ella sabemos, por su vida, que es el camino más hermoso del encuentro con el Señor. Pidámosle a la Virgen que nos tome de la mano y nos lleve por este sendero de sencillez.

 

Aprender de María a ofrecernos al Señor

Otra oración que aprendemos de María a hacer es la oración de ofrecimiento. Esta oración también la vivió María desde el inicio de su vida con su si definitivo al plan de Dios. Las palabras al final del discurso que le dirige el ángel sellan de modo decisivo su opción de vida. “He aquí la esclava del Señor, hágase en mi conforme a tu palabra” (cf. Lc 1, 38). Ella opto por seguir a Dios y obedecerle aunque esto implicara cualquier tipo de dolor, como bien profetizo el anciano Simeón que una espada atravesaría su alma (cf. Lc 2, 35). El primer si de María fue el inicio de una cadena de respuestas al amor de Dios. Siempre un si en el corazón de la Madre que tenía como objetivo en la vida amar a Dios sobre todas las cosas. No importo el dolor que implicaría. Sabía que ese era el camino del amor y opto por caminar por él.

Nosotros nos dejamos invadir por el corazón de María para responderle así también al Señor. Que ella nos enseñe a responder, no solo al inicio de nuestra vida, sino siempre con palabras de humildad pero de entrega total al Señor. Que tome con su mano de madre nuestro corazón y se lo entregue a Jesús sabiendo nuestro deseo tan profundo de amar a Dios como lo hizo ella.

María la intercesora por excelencia nos ayuda a interceder

Otro tipo de oración que podemos vivir en María es la intercesión. El ejemplo más claro que tenemos de su intercesión es en las bodas de Cana. Ella observa la escena y se da cuenta de las necesidades de los que le rodean. No solamente cosas espirituales y bienes profundos. Ella se da cuenta también de que no tienen vino (cf. Jn 2, 3). Su intercesión tiene como fundamento la fe en el poder de su Hijo Jesucristo. A pesar de las palabras duras que Jesús le dice que no ha llegado su hora (cf. Jn 2, 4) insiste sabiendo que su Hijo la va a escuchar. Cree y actúa. Va con los sirvientes y les dice: “Haced lo que él os diga” (Jn 2, 5). En la expresión de la Virgen no hay cuestionamientos, dudas, titubeos. Manda a los sirvientes que hagan lo que Jesús les diga, es decir, que Cristo realizara el milagro por su intercesión. La seguridad de María en la acción de Dios le “arrebata” a Jesús el milagro.

Nuestra vida esta llena de momentos en los que intercedemos. Pedimos por nosotros mismos, por nuestros seres queridos, por nuestro mundo. Llenamos las Iglesias con veladoras que representan nuestras oraciones al Padre porque experimentamos la necesidad de Él. María nos enseña a interceder. Ella es la aliada que tenemos en nuestra intercesión a Dios. Ella se une a nuestra oración haciéndola la oración más poderosa. No intercedamos solos. Permitamos a María ser parte de nuestro dolor y nuestro sufrimiento dejándole así también hacerle ver al Señor que “no tenemos vino” (cf. Jn 2, 3).

Así es como María, la criatura más perfecta, aquella que recibió los dones de la redención con la mayor plenitud, nos enseña a orar. Si permitimos que la Virgen sea parte de nuestra oración estamos dejando que sea maestra y guía de nuestro encuentro con el Señor. Para ello nos puede ayudar repetir, antes de dirigirnos al Señor, esta oración:

Virgen Madre, toma mi mano y llévame a Jesús. Quiero seguir tus huellas, pronunciar tus palabras, tener tus mismas actitudes, amar con tu corazón. Condúceme por el camino que ya has recorrido. Jesús te ha querido hacer mi Madre para que me enseñes a ir a Él. Tu presencia tierna de Madre me sostiene en esta constante lucha por amar a Dios y a los hombres como los amaste tu. Intercede ante Dios por mi y nunca dejes de ser la Madre que en lo oculto busca mi bien y lo alcanza de su Hijo. Quédate conmigo, Madre mía, que en ti me siento seguro. Amé

Treinta días de oración a la Reina del Cielo. Flores del 26 al 31 mayo

Devoción a la Virgen a lo largo del mes de mayo con audio

Flor del 26 de mayo: María, salud de los enfermos

Meditación: María ama, María consuela y cubre con su Manto de amor, otorgando la curación del alma y del cuerpo a sus hijos enfermos. Intercede ante el Señor para nuestra sanación. Sino siempre se cura el cuerpo, es porque no nos conviene, pero María nos ayuda y conforta aliviando el dolor y sanándonos el alma con sus bellas lágrimas.

Oración: María salud de los enfermos, no sólo del cuerpo, sino de todos los que no tenemos un corazón bueno. Madre de todos los dolores, de los más atroces, sánanos en cuerpo y alma para que prestemos a Dios alabanza. Amén.

Decena del Santo Rosario (Padrenuestro, diez Avemarías y Gloria).

Florecilla para este día: Orar a María por la salud de un enfermo, pidiendo su poderosa intercesión para su sanación física y espiritual.

Flor del 27 de mayo: María Rosa Mística

Meditación: ¡Quien puede dejar de admirar la perfección de la Rosa que el Señor nos dio!. De pequeña un capullo tierno bajado del Cielo que guardaba silencio y era la alegría de los que con Ella vivían. Al Templo la entregaron no sabiendo que Ella era un Templo Sagrado. Llena de pureza crecía, y aquella Virgen Bendita a Dios le consagraba su vida, sin advertir que el Señor su alma inmaculada miraba, haciéndola Su Esposa amada. La Rosa más hermosa se abría y en su corola escondido estaría el Mesías. Nueve meses los perfumes de aquella Flor abrigarían al Redentor, para darle permanentemente su amor como eterna oblación. Aquella pequeña Rosa excelsa nos guía como Rosa Mística, pues es María Madre de la Iglesia.

Oración: ¡Oh María Rosa Mística, preciosísima!. Muéstranos la pureza de corazón para agradar a Dios como lo hiciste vos, y haznos templos perfectos del Espíritu Santo para que seamos por El guiados. Amén.

Decena del Santo Rosario (Padrenuestro, diez Avemarías y Gloria).

Florecilla para este día: Colocar en cada hogar un pequeño altar consagrado a María, como regalo a Su Hijo que busca que la amemos como El la ama.

Flor del 28 de mayo: María, Reina de los apóstoles

Meditación: “Pondré enemistad entre ti (satanás) y la Mujer (María), entre tu linaje y el suyo; y Ella te aplastará la cabeza” (Génesis 13,15). El apostolado ha de hacerse en lucha contra el diablo y los suyos, lo que origina persecuciones a toda la Iglesia, tanto en su cuerpo como en cada familia o individualmente. Somos los apóstoles que San Luis de Montfort señaló para este tiempo, que sólo dispone el Eterno. Sin embargo, la Reina y Capitana del pueblo de Dios dará la victoria a sus seguidores leales que la obedezcan y perseveren en el combate.

Oración: ¡Oh María Reina de los apóstoles!. Tú que haz enseñado, protegido y alentado a los apóstoles de todos los siglos, haz que seamos soldados leales y valientes de tu ejército, siendo apóstoles de tu Divino Hijo y propagando los mensajes del Reino, para que todos lleguemos al Cielo, con el Triunfo de tu Corazón Inmaculado y la vuelta de Cristo Resucitado. Amén.

Decena del Santo Rosario (Padrenuestro, diez Avemarías y Gloria).

Florecilla para este día: Comprometerse a ser un fiel soldado de María, Capitana del ejercito de Jesús. Colocar los deseos de Dios por encima de las necesidades propias, con María como puente seguro y firme frente a las preocupaciones de cada día.

Flor del 29 de mayo: María, Reina del Santísimo Rosario

Meditación: “Dios te salve, llena eres de gracia, el Señor es contigo” (Lucas 1,28). El Arcángel San Gabriel fue quien comenzó el Rosario, pero el Espíritu Santo nos ha manifestado a través de los místicos que todo lo que proviene de la boca de los enviados celestiales (ángeles, santos y la misma Virgen) viene de la Voz de Dios, de tal modo que el mismo Dios fue quien lo inició. A María, la Reina de nuestro corazón, la Reina de las rosas, presentémosle como regalo un ramo de Avemarías. La oración a María, Medianera e Intercesora, va dirigida por su medio a Dios; le pedimos “ruega por nosotros pecadores” para que su oración se una a la nuestra y le de valor. Ella siempre responde ”ruego por vosotros pecadores”, ya que la oración es el diálogo sublime de la pobre criatura con su Señor. Nuestra oración, en manos de María, es presentada ante el Trono de Dios como un delicado perfume, entregado por la criatura más perfecta que existió, ¿y qué no puede obtener ése Purísimo Corazón del Corazón del Amor…?.

Oración: ¡Oh María, Reina del Santo Rosario!. Enséñanos a rezar de corazón como lo hiciste vos, y a prestar eterna alabanza a nuestro Señor. Amén.

Decena del Santo Rosario (Padrenuestro, diez Avemarías y Gloria).

Florecilla para este día: Rezar un Rosario pidiendo se derrame sobre nosotros el Espíritu Santo, y por las intenciones de la Virgen.

Flor del 30 de mayo: María Reina de la Paz

Meditación: “Reina de la Paz,…da al mundo la Paz en verdad, en la Justicia y en la Caridad de Cristo” (Pío XII, 1942, Consagración del mundo al Inmaculado Corazón de María). “Ella dio a Luz al Príncipe de la Paz” (Isaías 9,5). La Paz, bendición del Salvador, no es la del mundo, pues el seguirle es persecución (conforme a Mateo 10,34-39). Es la Paz del corazón que quita la angustia y el temor, es fruto del Espíritu de Dios que habita en nuestro corazón y nos anticipa la alegría de la esperanza de quien a Dios da su alma (conforme a Juan 14,26-28). En Fátima, María nos prometió que “al final mi Corazón Inmaculado triunfará y vendrá un tiempo de Paz”. Todo está cercano, pero Dios está esperando al hombre, para que vuelva a Su lado, para que haga la paz con El. Sometiéndose a Su Santa Voluntad, haciendo penitencia por los pecados de ésta pobre tierra que está desierta, y oración para reparar y volver todos al Padre Celestial. Confesemos nuestros pecados para tener un corazón sano y ofrezcamos la Santa Comunión por la conversión.

Oración: ¡Oh María, Reina de la Paz!. Enséñanos a orar y reparar a través de tu Inmaculado Corazón, para así alcanzar la Redención, trayendo a la tierra el Reino de Dios. Amén.

Decena del Santo Rosario (Padrenuestro, diez Avemarías y Gloria).

Florecilla para este día: Ayuno en reparación de los pecados y las ofensas al Santísimo Sacramento del Altar.

Flor del 31 de mayo: María Reina del Cielo
Fiesta de la Visitación de la Virgen

Meditación: “Apareció en el cielo una gran señal: una Mujer vestida de Sol, con la luna bajo sus pies y una corona de doce estrellas sobre su cabeza” (Apocalipsis 12,1). Ha sido coronada Reina del Cielo la Madre del Señor de cielos y tierras. Esposa de Dios y Madre del Redentor, quien aquí en la tierra Le demostró obediencia y siempre Su consejo contempló, ¿cómo no podremos nosotros no ser sus esclavos y servirle junto a ángeles y santos?. “En la Iglesia todos están llamados a la santidad, pues ésta es la Voluntad de Dios: vuestra santificación (conforme Primera Tesalonienses 4,3 y Efesios 1,4). María se entregó a ésta Voluntad Divina y será verdaderamente Madre y Reina nuestra si buscamos responder a su llamado de santidad. No la hagamos llorar más por los pecados que en el mundo hay, sino que entreguemos nuestra voluntad para sólo por Ella trabajar.

Oración: ¡Oh María, Reina del Cielo y de nuestro corazón!. Haznos esclavos de tu amor para hacer la Santa Voluntad y llegar a la Patria Celestial. Que tengamos la humildad de la violeta, y estemos vestidos como ella, de penitencia. Amén.

Decena del Santo Rosario (Padrenuestro, diez Avemarías y Gloria).

Florecilla para este día: Recitar el Regina Coeli (Reina del Cielo):

Reina del cielo, alégrate, aleluya,
porque El que mereciste engendrar, aleluya,
resucitó como lo había dicho, aleluya.
Ruega por nosotros a Dios, aleluya.
Regocíjate y alégrate, Virgen María, aleluya,
porque verdaderamente resucitó el Señor, aleluya.
 

San Pablo VI, un papa que acercó la Iglesia al mundo contemporáneo

 


De origen italiano, el papa Montini trabajó por la buena implementación del Concilio Vaticano II. Una labor delicada y agotadora.

Pablo VI (Giovanni Battista Montini) nació el 26 de septiembre de 1897 en Concesio (Brescia), Italia. El 29 de mayo de 1920 fue ordenado sacerdote.

Desde 1924 fue colaborador de los papas Pío XI y Pío XII y, en paralelo, se ejercitaba en la pastoral universitaria.

Durante la Segunda Guerra Mundial se le nombró sustituto en la Secretaría de Estado y se dedicó a buscar refugio para los judíos perseguidos y los prófugos. Más tarde, fue nombrado Pro-Secretario de Estado para los Asuntos Generales de la Iglesia, y desde ese cargo trabajó en favor del ecumenismo.

Fue nombrado arzobispo de Milán -la diócesis más grande de Italia- en 1954. Cuatro años después, el papa san Juan XXIII lo nombró cardenal. Al morir este, fue elegido su sucesor en la Cátedra de Pedro el 21 de junio de 1963.

Entre sus trabajos, destacó por llevar a cumplimiento particularmente el Concilio Vaticano II y reafirmó la preocupación de la Iglesia por el mundo contemporáneo. Se esforzó en lograr la unidad de los cristianos y en proteger los derechos humanos.

Actuó en favor de la paz, por el progreso de los pueblos y la inculturación de la fe. Promovió la reforma litúrgica para favorecer la participación activa del pueblo fiel.

San Pablo VI falleció el 6 de agosto de 1978 en Castel Gandolfo.                

   Oración

“…A nosotros, los cristianos, nos corresponde ser, en medio de los demás hombres, testigos de esta realidad, pregoneros de esta esperanza. El Señor, presente en la verdad del sacramento, ¿no repite acaso a nuestros corazones en cada Misa: ‘¡No temas! ¡Yo soy el primero y el último y el que vive!‘ (Ap 1, 17-18)

Lo que tal vez más necesita el mundo actual es que los cristianos levanten alta, con humilde valentía, la voz profética de su esperanza. Precisamente en una vida eucarística intensa y consciente es donde su testimonio recabará la cálida transparencia y el poder persuasivo necesarios para abrir brecha en los corazones humanos.

¡Hermanos e hijos queridísimos, estrechémonos, pues, en torno al altar! Aquí está presente Aquel que, habiendo compartido nuestra condición humana, reina ahora glorioso en la felicidad sin sombras del cielo. El, que en otro tiempo dominó las amenazantes olas del lago de Tiberíades, guíe la navecilla de la Iglesia, en la que estamos todos nosotros, a través de los temporales del mundo, hasta las serenas orillas de la eternidad. Nos encomendamos a El, reconfortados por la certeza de que nuestra esperanza no será defraudada.”
(fragmento final de la homilía del 28 de mayo de 1978, solemnidad del Corpus Christi, pocos meses antes de que san Pablo VI falleciera) 

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