La Visitación

La Visitación

Fiesta Litúrgica, 31 de mayo

Fiesta de la Visitación de la Bienaventurada Virgen María, con motivo de su viaje al encuentro de su prima Isabel, que estaba embarazada de un hijo en su ancianidad, y a la que saludó. Al encontrarse gozosas las dos futuras madres, el Redentor que venía al mundo santificó a su precursor, que aún estaba en el seno de Isabel, y al responder María al saludo de su prima, exultante de gozo en el Espíritu Santo, glorificó a Dios con el cántico de alabanza del Magníficat.

Después del anuncio del ángel, María se pone en camino (“de prisa” dice san Lucas) para ir a visitar a su parienta Isabel y prestarle un servicio. Uniéndose probablemente a una caravana de peregrinos que se dirigen a Jerusalén, atraviesa la Samaría y llega a Ain-Karim (en Judea), en donde vive la familia de Zacarías.

Es fácil imaginar los sentimientos que invadían su espíritu al meditar el misterio que le había anunciado el ángel. Son sentimientos de humilde agradecimiento con la grandeza y bondad de Dios, que María expresará en su encuentro con la prima con el himno del Magnificat, la expresión del amor jubiloso “que canta y alaba al amado” (san Bernardino de Siena): “Mi alma glorifica al Señor, y mi espíritu se regocija...”.

La presencia del Verbo encarnado en María es causa de gracia para Isabel, que, inspirada, descubre los grandes misterios que se han obrado en la joven prima, su dignidad de Madre de Dios, su fe en la palabra divina y la santificación del precursor, que salta de alegría en el seno de la madre. María se queda con Isabel haste el nacimiento de Juan Bautista, esperando probablemente ocho días más para el rito de la imposición del nombre. Aceptando este cómputo del período transcurrido con la parienta Isabel, la fiesta de la Visitación, de origen franciscano (los frailes Menores la celebraban ya en el 1263), se celebraba el 2 de julio, es decir, al final de la visita de María. Hubiera sido más lógico colocarlo después del 25 de marzo, fiesta de la Anunciación, pero se quiso evitar que cayera en el período cuaresmal.

Después el papa Urbano VI extendió la fiesta a toda la Iglesia latina para pedir por intercesión de María la paz y la unidad de los cristianos divididos por el gran cisma de Occidente. El sínodo de Basilea, en la sesión del 1 de julio de 1441, confirmó la festividad de la Visitación, que al principio no habían aceptado los Estados que estaban de parse del antipapa.

El actual calendario litúrgico, sin tener en cuenta la cronología según la narración evangélica, abandonó la fecha tradicional del 2 de julio (antiguamente la Visitación se conmemoraba también en otras fechas) y estableció la memoria para el último día de mayo.

Detrás de Cristo...

Santo Evangelio según san Lucas 1, 39-56. Visitación de la Santísima Virgen María

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

?Cristo, Rey nuestro.
¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
María, madre mía. Quiero caminar hacia Jesús. Si me siento indigno de Él, si me siento sucio, impuro, caído, te pido tómame la mano y llévame hacia Él.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Lucas 1, 39-56

En aquellos días, María se encaminó presurosa a un pueblo de las montañas de Judea, y entrando en la casa de Zacarías, saludó a Isabel. En cuanto ésta oyó el saludo de María, la creatura saltó en su seno.
Entonces Isabel quedó llena del Espíritu Santo, y levantando la voz, exclamó: “Tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo para que la madre de mi Señor venga a verme? Apenas llegó tu saludo a mis oídos, el niño saltó de gozo en mi seno. Dichosa tú que has creído, porque se cumplirá cuanto te fue anunciado de parte del Señor”.

Entonces dijo María: “Mi alma glorifica al Señor y mi espíritu se llena de júbilo en Dios, mi salvador, porque puso sus ojos en la humildad de su esclava.

Desde ahora me llamarán dichosa todas las generaciones, porque ha hecho en mí grandes cosas el que todo lo puede. Santo es su nombre y su misericordia llega de generación en generación a los que lo temen.? Ha hecho sentir el poder de su brazo: dispersó a los de corazón altanero, destronó a los potentados y exaltó a los humildes. A los hambrientos los colmó de bienes y a los ricos los despidió sin nada.?Acordándose de su misericordia, vino en ayuda de Israel, su siervo, como lo había prometido a nuestros padres, a Abraham y a su descendencia, para siempre”. María permaneció con Isabel unos tres meses, y se volvió a su casa.

Palabra del Señor.

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

Dichosa tú, María que has creído que se cumplirían las palabras del Señor. Ese es mi más profundo deseo: que se cumplan las palabras del Señor. Supiste actuar conforme al amor. Supiste caminar con la confianza puesta en Dios. Días oscuros, cuántos habrás vivido; días fríos, solos, en tu hogar. Cristo se había ido. ¿Cuánto habría de durar la soledad?

Y el deseo de ver a tu hijo ser feliz, de verlo crecer y de no verlo sufrir, qué difícil fue verlo quebrado. Mas fue feliz y tú lo viste, pero fue feliz en el dolor. Aquella espada en el alma.

No habían pasado siquiera tres años y a tu hijo le anunciaban pronta muerte. ¿Dónde aprendió a amar de tal manera, que ni la misma muerte tortuosa le aplacó el deseo de amar? Detrás de Él hubo una madre que le amó de tal manera, que le enseñó a mirar constantemente más allá de su propia vida. Amándolo tanto lo habías preparado a amar. Te dejaría, María. Y lo despedirías con la misma confianza con que lo diste a luz.

Cambiaste la humanidad, Madre mía, engendrado al mismo Dios que se encarnó. Tú tan sólo una criatura, pero tan generosa. Tan sólo una criatura, pero tan silenciosa. Tan sólo una criatura, pero tan comprensiva. Tan sólo una criatura, pero llena de gracia. Tan sólo una criatura, pero la Madre del Señor. Tan sólo una criatura, pero también mi madre.
Creíste. Feliz seas, Madre mía, que creyendo abriste el mundo al mismo Dios; y el mismo Dios nos vino a redimir. He ahí a mi madre.
He aquí a tu hijo, he aquí a tu hija. Quiero caminar contigo hasta la cruz y escuchar a mi Señor decir «he ahí a tu madre».

«Esos días, María corría hacia una pequeña ciudad en los alrededores de Jerusalén para encontrarse con Isabel. Hoy, sin embargo, la contemplamos en su camino hacia la Jerusalén celestial, para encontrar finalmente el rostro del Padre y volver a ver el rostro de su hijo Jesús.[…] Ha sido la primera en creer en el Hijo de Dios, y es la primera en ser ascendida al cielo en alma y cuerpo. Fue la primera que acogió y tomó en brazos a Jesús cuando aún era un niño, es la primera en ser acogida en sus brazos para entrar en el Reino eterno del Padre. María, una humilde y sencilla joven de un pueblecito perdido de la periferia del Imperio romano, justamente porque acogió y vivió el Evangelio, fue admitida por Dios para estar en la eternidad al lado del trono de su Hijo. De este modo el Señor derribó a los potentados de sus tronos y exaltó a los humildes».

(Ángelus S.S. Papa Francisco, 15 de agosto de 2016).

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Rezaré un misterio del rosario por quienes no conocen aún a su madre celestial, María, madre de Jesús y madre nuestra.

Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

Hoy se celebra la Visitación de la Virgen

Cada 31 de mayo la Iglesia celebrará la Fiesta de la Visitación de la Virgen María a su prima Santa Isabel y de esta forma concluirá el mes mariano.

Cada 31 de mayo la Iglesia celebrará la Fiesta de la Visitación de la Virgen María a su prima Santa Isabel y de esta forma concluirá el mes mariano.

Según narran los evangelios, el ángel Gabriel le dijo a María que así como ella iba a ser la Madre de Jesús, su prima Isabel también estaba encinta de Juan el Bautista, y la Virgen fue en ayuda de su pariente durante tres meses.

Fiesta Litúrgica

Luego que María Santísima oyó del ángel Gabriel que su prima Isabel también esperaba un hijo, sintióse iluminada por el Espíritu Santo y comprendió que debería ir a visitar a aquella familia y ayudarles y llevarles las gracias y bendiciones del Hijo de Dios que se había encarnado en Ella. San Ambrosio anota que fue María la que se adelantó a saludar a Isabel puesto que es la Virgen María la que siempre se adelanta a dar demostraciones de cariño a quienes ama.

Por medio de la visita de María llevó Jesús a aquel hogar muchos favores y gracias: el Espíritu Santo a Isabel, la alegría a Juan, el don de Profecía, etc, los cuales constituyen los primeros favores que nosotros conocemos que haya hecho en la tierra el Hijo de Dios encarnado. San Bernardo señala aquí que desde entonces María quedó constituida como un "Canal inmenso" por medio del cual la bondad de Dios envía hacia nosotros las cantidades más admirables de gracias, favores y bendiciones.

Además, nuestra Madre María recibió el mensaje más importante que Dios ha enviado a la tierra: el de la Encarnación del Redentor en el mundo, y en seguida se fue a prestar servicios humildes a su prima Isabel. No fue como reina y señora sino como sierva humilde y fraterna, siempre dispuesta a atender a todos que la necesitan.
Este fue el primero de los numerosos viajes de María a ayudar a los demás. Hasta el final de la vida en el mundo, Ella estará siempre viajando para prestar auxilios a quienes lo estén necesitando. También fue la primera marcha misionera de María, ya que ella fue a llevar a Jesús a que bendijera a otros, obra de amor que sigue realizando a cada día y cada hora. Finalmente, Jesús empleó a su Madre para santificar a Juan Bautista y ahora ella sigue siendo el medio por el cual Jesús nos santifica a cada uno de nosotros que somos también hijos de su Santa Madre.

"Contemplemos en la Trinidad el amor del que procedemos"

Ángelus del Papa, 30 de mayo de 2021

El domingo 30 de mayo, el Papa Francisco rezó la oración mariana del Ángelusdesde la plaza de San Pedro en el marco de la fiesta de la Santísima Trinidad, el misterio del único Dios en tres Personas: Padre e Hijo y Espíritu Santo.

Un misterio inmenso que supera nuestra mente

Asomado desde la ventana del Palacio Apostólico del Vaticano junto a los fieles que acudieron a la cita dominical, el Santo Padre explicó que estamos ante un misterio inmenso que no es fácil de entender.×

“Es un misterio que nos ha revelado Jesucristo: la Santísima Trinidad. Hoy nos detenemos a celebrar este misterio, porque las Personas no son adjetivos de Dios: no. Son personas, reales, diferentes; no son -como decía aquel filósofo- "emanaciones de Dios": ¡no, no! Son Personas. Está el Padre, al que rezo con el Padre Nuestro, que me ha dado la redención, la justificación; está el Espíritu Santo que habita en nosotros y habita en la Iglesia. Y esto nos habla al corazón, porque lo encontramos, este misterio, encerrado en esa expresión de San Juan que resume toda la revelación: «Dios es amor». El Padre es amor, el Hijo es amor, el Espíritu Santo es amor”.

En este sentido, Francisco hizo hincapié en que al ser puro amor "Dios, aunque es uno y único, no es soledad sino comunión entre el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo".

"Porque el amor -afirmó el Papa- es esencialmente donación, y en su realidad original e infinita es el Padre quien se da a sí mismo generando al Hijo, que a su vez se da al Padre, y su amor mutuo es el Espíritu Santo, vínculo de su unidad. No es fácil de entender este misterio pero todos nosotros podemos vivirlo tanto".

No prescindir de esta unidad invocada por Jesús

El Obispo de Roma también subrayó que la fiesta de hoy, "nos hace contemplar este maravilloso misterio de amor y luz del que procedemos y hacia el cual se orienta nuestro camino terrenal".

Por tanto, en el anuncio del Evangelio y en toda forma de misión cristiana -dijo el Pontífice- no se puede prescindir de esta unidad invocada por Jesús; la belleza del Evangelio requiere ser vivida y testimoniada en la concordia entre nosotros, que somos tan diferentes.

María sostenga nuestra fe y nos haga "adoradores de Dios"

"Y esta unidad -añadió el Santo Padre- es esencial para el cristiano: no es una actitud, una forma de decir... ¡No! Es esencial, porque la unidad nace del amor, de la misericordia de Dios, de la justificación de Jesucristo y de la presencia del Espíritu Santo en nuestros corazones".

"María Santísima, en su sencillez y humildad, refleja la Belleza de Dios Uno y Trino, porque recibió plenamente a Jesús en su vida. Que ella sostenga nuestra fe; que nos haga adoradores de Dios y servidores de nuestros hermanos", concluyó Francisco.

Flor del 31 de mayo: María Reina del Cielo

Fiesta de la Visitación de la Virgen

Meditación: “Apareció en el cielo una gran señal: una Mujer vestida de Sol, con la luna bajo sus pies y una corona de doce estrellas sobre su cabeza” (Apocalipsis 12,1). Ha sido coronada Reina del Cielo la Madre del Señor de cielos y tierras. Esposa de Dios y Madre del Redentor, quien aquí en la tierra Le demostró obediencia y siempre Su consejo contempló, ¿cómo no podremos nosotros no ser sus esclavos y servirle junto a ángeles y santos?. “En la Iglesia todos están llamados a la santidad, pues ésta es la Voluntad de Dios: vuestra santificación (conforme Primera Tesalonienses 4,3 y Efesios 1,4). María se entregó a ésta Voluntad Divina y será verdaderamente Madre y Reina nuestra si buscamos responder a su llamado de santidad. No la hagamos llorar más por los pecados que en el mundo hay, sino que entreguemos nuestra voluntad para sólo por Ella trabajar.

Oración: ¡Oh María, Reina del Cielo y de nuestro corazón!. Haznos esclavos de tu amor para hacer la Santa Voluntad y llegar a la Patria Celestial. Que tengamos la humildad de la violeta, y estemos vestidos como ella, de penitencia. Amén.

Decena del Santo Rosario (Padrenuestro, diez Avemarías y Gloria).

Florecilla para este día: Recitar el Regina Coeli (Reina del Cielo):

Reina del cielo, alégrate, aleluya,
porque El que mereciste engendrar, aleluya,
resucitó como lo había dicho, aleluya.
Ruega por nosotros a Dios, aleluya.
Regocíjate y alégrate, Virgen María, aleluya,
porque verdaderamente resucitó el Señor, aleluya.


¿Qué es y cómo se reza la novena a María desatanudos?

El papa Francisco promueve la imagen de la “desatanudos” en América

Son cada vez más numerosos los testimonios de fieles que, habiendo pedido ayuda a la Virgen María a través del título de “María desatanudos” han recibido beneficios y gracias espirituales.

Muchas personas han experimentado concretamente el “desatarse” de esos nudos que provocan dolor y sufrimiento y por los cuales se han dirigido a María pidiendo humildemente ayuda como quien se dirige a una madre amorosa y solícita hacia los propios hijos en dificultad.

Desde que fue elegido el papa Francisco, esta devoción se ha vuelto inmediatamente muy popular y querida por los fieles de todo el mundo (aquí puedes encontrar la novena  la oración).

¿Qué es una novena?

La novena es una especie de oración que el fiel dirige a Dios durante nueve días consecutivos pidiendo la intercesión particular de la Virgen María, de un santo patrón, de los arcángeles o de los ángeles custodios.

Es también usual rezar las novenas en preparación para las grandes fiestas litúrgicas como Navidad, Pascua, Pentecostés, la Inmaculada o cerca de otras solemnidades importantes.

El origen de esta práctica devota hace referencia a los nueve días que transcurrieron entre la Ascensión y Pentecostés, mientras los discípulos – según la indicación de Jesús – permanecieron en oración en espera del Espíritu Santo (Cfr. Lc 24,49; Hch 1,4).

El fiel que se presta para iniciar una novena lo hace para pedir ayuda a Dios en una situación particular de sufrimiento suyo o de sus seres queridos.

Una novena muy difundida es aquella de sufragio de los difuntos y a favor de las almas del purgatorio según una usanza que encontramos en el Antiguo Testamento cuando Judas Macabeo ofreció con sus hombres un “sacrificio expiatorio” en reparación de los pecados de los soldados caídos en batalla (Cfr. 2Mac 12,38-45).

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¿Por qué una novena a María desatanudos?

Cuando el entonces cardenal Bergoglio inició la difusión de la imagen de María desatanudos en su diócesis, fue el sacerdote argentino Juan Ramón Celeiro (párroco de San Juan Bautista en la periferia de Buenos Aires) quien en 1998 escribió la primera novena a María desatadora de nudos para sus parroquianos obteniendo el imprimatur del arzobispado de París en 2008.

La novena se difundió lentamente en diversos países del mundo y hoy está traducida en muchas lenguas y en diferentes versiones.

A través de esta novena particular, se pide la intercesión de María para que se pueda desatar un nudo particular que provoca grandes sufrimientos.

Los nudos son las pequeñas o grandes “cruces” de la vida, son los pecados, las enfermedades del cuerpo y del espíritu, las situaciones de división, la dificultad de aceptar la voluntad de Dios, las dificultades de la vida cotidiana (familia, trabajo, relaciones personales, inquietudes económicas y sociales, injusticias y humillaciones sufridas, incapacidad para perdonar y amar, etc.).

Durante toda la novena se rezará para que un nudo en concreto sea desatado.

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¿Qué significado tiene rezar una novena?

Rezar la novena es un modo de seguir el consejo de Jesús, que invitaba a los discípulos a “rezar siempre sin cansarse” (Lc 18,1) como la viuda del Evangelio que, con gran insistencia, le imploraba al juez que le hiciera justicia frente a su adversario (cfr. Lc 18, 1-8).

Para hacer esto, para que una oración sea verdaderamente eficaz, son necesarias la humildad, la constancia y la perseverancia junto a la conciencia de que Dios escucha las oraciones de su pueblo.

Con la parábola del fariseo y del publicano (Lc 18 9-14), Jesús señala la humildad como característica esencial de la oración cristiana.

¿Cómo se reza la novena?

La oración de la novena está estrechamente unida a la oración del Rosario, “compendio de todo el Evangelio” (Pablo VI, Marialis Cultus, 42): durante nueve días consecutivos la persona rezará el Rosario junto a las oraciones de la novena a María desatadora de nudos.

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Se inicia con el Signo de la Cruz y el Acto de contrición para pedir perdón a Dios por los pecados y disponer el alma a la oración.

Luego se reza la “Súplica a María desatanudos” (se puede también rezar al final) y se inicia el Rosario con los misterios correspondientes al día de la semana.

Después de las primeras tres docenas (los primeros tres misterios) del Rosario se reza la oración “Meditación del primer día” (después del segundo, del tercero y así sucesivamente…) y se continúa con las últimas dos decenas del Rosario.

Al final del quinto misterio se reza el “Salve Regina” y se concluye con una de las oraciones a María desatanudos, como esta:

Oración

Santa María desatadora de nudos,
Santa María, llena de la presencia de Dios,
durante los días de tu vida aceptaste con
toda humildad la voluntad del Padre,
y el Maligno nunca fue capaz de enredarte con
sus confusiones.
Ya junto a tu Hijo
intercediste por nuestras dificultades y,
con toda sencillez y paciencia,
nos diste ejemplo de cómo desenredar
la madeja de nuestras vidas.
Y al quedarte para siempre como
Madre Nuestra, pones en orden y haces más
claros los lazos que nos unen al Señor.

Santa María, Madre de Dios y Madre Nuestra,
Tú que con corazón materno desatas los
nudos que entorpecen nuestra vida,
te pedimos que nos recibas en tus manos
y que nos libres de las ataduras y confusiones
con que nos hostiga el que es nuestro enemigo.
Por tu gracia, por tu intercesión, con tu ejemplo,
líbranos de todo mal, Señora Nuestra,
y desata los nudos que impiden nos unamos a Dios,
para que libres de toda confusión y error,
lo hallemos en todas las cosas,
tengamos en Él puestos nuestros
corazones y podamos servirle
siempre en nuestros hermanos. Amén

Este esquema es una “guía” para ayudar a la oración y no una forma férrea e inmutable; la práctica exterior, de hecho, no es importante como la disposición interior del fiel que puede libremente moldear la oración sin miedo a invalidar la eficacia de la devoción.

¿Cuál es la actitud justa para una oración eficaz?

© Africa Studio - Shutterstock

En la oración de una novena es importante asumir la actitud justa evitando dos extremos opuestos: la superstición y la desconfianza.

La actitud supersticiosa es la que lleva a considerar el rezo de una oración o un rito religioso como una práctica de tipo “mágico” para ganarse la divinidad y someterla a la propia voluntad.

La devoción se vuelve, de este modo, un instrumento para intentar convencer a Dios y secundar las propias peticiones.

Es fácil caer en esta actitud y – desgraciadamente – algunos libritos de oración y de novenas corren el riesgo de caer, también éstos, en este peligro proponiendo al fiel llevar a cabo una cantidad exorbitante de oraciones, de fórmulas, de gestos o de ritos para el buen fin de la novena (una publicación llegaba a requerir el uso del incienso durante el rezo personal de la novena).

El supersticioso es también escrupuloso y no quedará satisfecho plenamente si no logra rezar todas las oraciones en el tiempo y modalidad preestablecidos: ni experimentará el éxito de la novena, es decir, la petición de la gracia podría ser desatendida por Dios.

De corazón

Contra esta actitud se dispusieron los profetas del Antiguo Testamento que condenaron el culto exterior al que no correspondía una adhesión de corazón a los preceptos de Dios.

También Jesús invitó a la mujer samaritana (Jn 4, 1-42) a una oración “en espíritu y en verdad” más allá del lugar geográfico escogido para el culto exterior (Cfr Jn 4, 23).

El supersticioso intercambia el medio (la devoción) con el fin (la petición de gracia divina) corriendo el riesgo de concentrarse más en la observancia externa que en el verdadero significado de la oración.

El filósofo francés J. Guitton afirma sobre esto:

“Nuestras acciones religiosas más auténticas son amenazas de superstición apenas subordinamos su fin a aquello que es sólo un medio” (J. Guitton, La medalla milagrosa, p.88).

Cuando la “letra” prevalece sobre el “espíritu”, la oración se vuelve mecánica, técnica y pierde el amplio respiro de la súplica confiada.

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Fe sobre la duda

La segunda actitud que hay que evitar es la desconfianza, la sospecha en relación a la utilidad de una novena, de la devoción y el rezo del Rosario.

Puede suceder que se rece la novena con un corazón desconfiado, rezando las oraciones sin darles la justa importancia y pensando que, en el fondo, no sean tan eficaces.

Dudar de la eficacia de la oración significa dudar de la fuerza del Espíritu Santo y –en última instancia– del amor misericordioso de Dios.

En los Evangelios Jesús no realiza milagros donde falta la fe (Mt 13, 58), sino que a quien cree le revoluciona la vida, transformando las situaciones de sufrimiento y de muerte en realidades nuevas, radicalmente renovadas, como dijo a la hermana de Lázaro:

¿No te he dicho que si crees verás la gloria de Dios?” (Jn 11, 40).

La intercesión de la Virgen María

San Bernardo se refería a María como “Estrella del Mar” que guía e ilumina el camino de quien está en peligro y en las tinieblas.

Las palabras del santo abad de Claraval nos ayudan a comprender cuán necesario es mirar la estrella, pensar e invocar María en los momentos “de tempestad».

¡Oh tú, quienquiera que seas, que te sientes lejos de la tierra firme, arrastrado por las olas de este mundo, en medio de borrascas y tempestades, si no quieres zozobrar, no quites los ojos de la luz de esta estrella!

Si el viento de las tentaciones se levanta, si el escollo de las tribulaciones se interpone en tu camino, mira a la estrella, invoca a María.

Si eres balanceado por los oleajes del orgullo, de la ambición, de la maledicencia, de la envidia, mira la estrella, invoca a María.

Si la cólera, la avaricia, los deseos impuros, sacuden la frágil embarcación de tu alma, levanta los ojos a María.
Si perturbado por el recuerdo de la enormidad de tus crímenes, confuso a la vista de las torpezas de tu conciencia, aterrorizado por el miedo del juicio, comienzas a dejarte arrastrar por el torbellino de la tristeza, a despeñarte en el abismo del desespero, piensa en María.

Que su nombre nunca se aparte de tus labios,

jamás abandone tu corazón; y para alcanzar el socorro de la intercesión de Ella, no tomes con negligencia los ejemplos de su vida.

Siguiéndola, no te extraviarás; rezándole no desesperarás; pensando en Ella evitarás todo error.

Si Ella te sustenta, no caerás; si Ella te protege, nada tendrás que temer; si Ella te conduce, no te cansarás; si Ella te es favorable, alcanzarás el fin.

Y así verificarás por tu propia experiencia con cuánta razón fue dicho: “Y el nombre de la Virgen era María”.

Esquema sugerido para la novena:

Signo de la Cruz

Acto de contrición

Súplica a María que desata nudos

Rosario: primeros tres misterios

Meditación del día correspondiente

Rosario: últimos dos misterios

Salve Regina

Oración final

Más información aquí y en el nuevo libro editado por Paulinas Nuestra Señora de Desatanudos

 

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